Cuando el presidente Miguel de la Madrid tomó posesión en diciembre de 1982 fue explícito: "México se encuentra en una grave crisis:" inflación de 100%, déficit público sin precedentes, empresas estatales en situación precaria, ingreso de divisas paralizado, deuda externa pública y privada de proporción desmesurada, recaudación fiscal débil, crédito externo abatido, carencia de ahorro e inversión, el más alto desempleo y dificultades para mexicanos de menores ingresos para satisfacer necesidades de subsistencia. "La crisis se manifiesta en expresiones de desconfianza y pesimismo en las capacidades del país para solventar sus requerimientos inmediatos; en el surgimiento de la discordia entre clases y grupos; en la enconada búsqueda de culpables; en recíprocas y crecientes recriminaciones; en sentimientos de abandono, desánimo y exacerbación de egoísmos individuales o sectarios, tendencias que corroen la solidaridad indispensable para la vida en común y el esfuerzo colectivo," aseveró.[124]
El sistema bancario se reordenó y reestructuró cuanto antes: el número de instituciones disminuyó de 60 a 29; 14 en el DF y 15 en Estados. Se revocó la concesión a 11 bancos especializados y 20 se fusionaron con 12.[125] En 1985 quedaron 19 instituciones.
El sector se burocratizó, regido por un esquema homogéneo de administración, centrado en un Programa operativo anual y la autoevaluación semestral, que se sometían a la Secretaría de Hacienda. Se le impusieron limitaciones legales, institucionales, operativas y presupuestales, en el angustioso estado de la economía nacional, que coartaron su desempeño: los bancos deberían volar en cielo tormentoso con las alas amarradas.
En enero de 1983 se designó a los directores generales definitivos de las SNCs. Eran personalidades con prestigio y experiencia en el sector público. Sustituirían a banqueros con muchos años de práctica, habilidad y tacto para los negocios. Algunos respetaron la organización, cuadros directivos, normas, políticas y prácticas y aplicaron innovaciones para mejorar a sus bancos. Otros modificaron las estructuras con criterios de sector público e introdujeron usos y costumbres propios de entidades estatales: colocaron a gente de confianza, mas sin experiencia, en puestos de alta responsabilidad. Aparecieron en nómina secretarios particulares, ayudantes (guaruras), jefes de prensa y otros cargos ajenos a la tradición. Aportaron virtudes que les hicieron destacar en la arena pública, pero inocularon vicios congénitos del gobierno. Dirigir una SNC sería un cargo público más. Cuando las circunstancias políticas lo requirieron se cambiaba director general de improviso, con los inconvenientes del caso.
Para cumplir con la iconolatría oficial, en las oficinas bancarias se colocaba la fotografía del Presidente en turno, para que no hubiera duda de que quienes laborábamos allí éramos sus súbditos.
Los consejos de administración de bancos privados se integraban por empresarios, inversionistas y profesionales que formaban una comunidad. Se sustituyeron por consejos directivos compuestos por consejeros serie A, designados por el gobierno federal. Los de serie B se nombraban al gusto de la autoridad, en pago de favores o en beneficio de amistades y parientes. Lo importante era llenar el requisito de que hubiera un órgano de gobierno.
Los trabajadores bancarios nos convertimos en servidores públicos, lo que nos hacía proclives a ser corruptos y se hizo obligatorio presentar declaración patrimonial anual a la entonces Secretaría de la Contraloría General de la Federación, como si eso vacunara contra la corrupción, rasgo inmanente de la cultura mexicana. Por un tiempo fuimos presa de crisis existencial y funcional, padecimos confusión de identidad, perdimos lealtad a la institución. Causó un sentimiento de degradación que trasmino a toda la estructura y deterioró la calidad del trabajo, la atención en ventanilla y adquirió rasgos de servicio en dependencia gubernamental.
Como todas las SNCs eran del mismo dueño y para comprar lealtades se determinó que quienes se trasladaran de unas a otras podrían acumular antigüedad en todas. Resultó provechoso para quienes se acogieron a ello; mas resultó carga indebida para la que heredaba la obligación.
El gobierno mantuvo la posesión de los bancos por dos razones: primero, evitar el trauma político que causara su reprivatización prematura, y segundo, aprovecharlos para salir del marasmo. En 1982 López Portillo se valió de ellos para salvar su prestigio personal y evitar la ruptura de la cohesión política. Miguel de la Madrid, para activar la recuperación y renovación de la economía.
Después de doce años de pésimo manejo, la economía tuvo resultado desastroso en 1983: descenso del PIB, 5.3%; tasa de inflación, 80.8%; deuda pública, 82.1% del PIB; déficit público, 8.9% del PIB; carencia de divisas y de crédito externo.[126] El colapso se agravó con los terremotos de 1985 en el DF y el desplome bursátil de 1987 y se alargó a toda la década.
Persistió ambiente general de incredulidad en el gobierno, en la banca estatizada y en el porvenir. No podía ser diferente, luego de las devaluaciones de 1976 y 1982, caída del precio de petróleo, expropiación bancaria, control de cambios, moratoria de la deuda que aisló a México del mercado financiero internacional y aparato productivo en estado agónico debido a que la inversión se concentró en el sector petrolero y escaseó en otras ramas.
En mayo de 1984 el gobierno anunció que vendería acciones de las compañías de seguros, de fianzas, arrendadoras, casas de bolsa, etc. en poder de bancos, para congraciarse con el sector privado e infundir confianza. Tello escribió: "La cantidad de recursos que estas instituciones manejan es mayor que el volumen de recursos que maneja la mayoría de los bancos que hoy en día operan en el país."[127]
La estatización no modificó el carácter oligopólico de la banca múltiple. Más bien lo consolidó: las dos instituciones grandes de siempre se repartían a partes similares 50% del mercado, y otras cuatro el 30%, lo que dejaba 20% para las demás. Hubiera sido nefasto que el gobierno los reorganizara con sentido democrático. Es otra prueba de que la decisión fue política y no tenía que ver con eficiencia económica o justicia social.
La Ley orgánica del Banco de México de 1984 le atribuía la facultad de "determinar las características de las operaciones activas, pasivas y de servicios que realicen las instituciones de crédito, y establecer las inversiones obligatorias para la banca que sean necesarias para lograr una adecuada regulación cuantitativa y cualitativa del crédito."[128] Ergo, la autoridad determinaba características de los instrumentos bancarios y fijaba tasas de interés pasivas y activas. Las instituciones debían ajustarse a los lineamientos oficiales.
En los dos primeros años del sexenio los bancos múltiples depositaban en Banco de México 41% y 48% de su captación tradicional en pesos, respectivamente, con interés, para canalizarse al gobierno federal y banca de desarrollo. Existían cajones de inversión obligatoria en actividades prioritarias, que contraían la inversión libre a 25%. De 1985 a 1988 el encaje se redujo a 10%, con la obligación de financiar al gobierno federal, banca de desarrollo y actividades prioritarias. La banca era el agente oficial para repartir fondos conforme a cánones establecidos. No les hacía falta tener habilidades para administrar crédito. "El crédito dirigido por intermedio del sistema bancario remplazó al encaje legal como mecanismo principal de financiamiento de déficit presupuestario," afirma Gillén Romo.[129]
Las reservas obligatorias se pagaban a tasa de mercado o más, de modo que "cuando los bancos tenían un exceso de liquidez debido a la débil demanda de crédito del sector privado aumentaban sus depósitos en el banco central para asegurar un buen margen de rentabilidad. En estas condiciones, la tasa de remuneración de las reservas representaba un auténtico subsidio a los bancos," añade dicho autor.[130]
Al término de 1986 se creó el Fondo de Apoyo Preventivo a las Instituciones de Banca Múltiple (FONAPRE), para prevenir una crisis bancaria si las instituciones perdieran solvencia por factores propios o externos.
Durante el sexenio los esfuerzos se dirigieron a controlar la inflación, corregir los desequilibrios económicos, restablecer la confianza, modernizar las instituciones y reanimar el aparato productivo. En cuatro ocasiones se recurrió al Fondo Monetario Internacional en solicitud de recursos. Se aplicaron remedios dolorosos para sacar a México de su marasmo y enrolarlo en la corriente global: se adelgazó el gobierno y se aplicó rígida disciplina presupuestaria y monetaria; se privatizaron empresas estatales; se emprendió la reconversión industrial; se eliminaron barreras comerciales y reglamentos obsoletos; se reformó el sistema financiero; se estimuló la inversión privada, y se apuntaló la estructura productiva.
El ahorro financiero permaneció sin cambio: de 32.1% del PIB en 1982 pasó a 30.6% en 1988. El captado por la banca descendió de 27.8% a 18.8% del PIB, ya que no ofrecía tasa de interés atractiva, la clientela estaba agobiada por la crisis y prefería a los demás intermediarios, cuya captación pasó de 4.3% a 11.9% del PIB.
El crédito de la banca múltiple al sector privado no financiero bajó de 85% del financiamiento total a 46%. La mayor parte se destinó a pagar deuda externa. El saldo de valores de renta fija representó 26.8% del PIB en 1988, cantidad casi idéntica a la de recursos totales de la banca comercial. Los de renta variable equivalían a 8.1% del PIB.[131]
Estas cifras muestran la impotencia de la banca estatizada para responder a las demandas del público, quien les perdió confianza y operaba con instituciones no bancarias, sobre todo casas de bolsa, que actuaban como banca paralela. "El periodo 1982-1987 no se caracteriza sólo por la represión del sistema bancario sino por el dinamismo del sector bursátil", comenta Guillén Romo.[132] Además, tiendas departamentales, distribuidores de automóviles, operadores de tarjetas de crédito y otros introdujeron modalidades preferibles para los clientes.
En 1984 se introdujeron aceptaciones bancarias al mercado bursátil, que se sumaron al papel comercial y aportaron capital de trabajo y financiamiento de corto plazo a las empresas. "El fuerte crecimiento de la demanda crediticia, conjugado con la restricción al sector privado, presionaron al alza las tasas de interés en tanto que las tasas pagadas por la banca permanecían fijas. Estos factores determinaron que se desarrollara un mercado financiero informal a costa de una baja de la captación bancaria tradicional," reconoció Banco de México en 1988.[133]
La teoría ilustra que toda decisión financiera se basa en riesgo, tiempo y confianza. Se deben combinar sabiamente para cumplir con eficiencia funciones de intermediario de crédito, de pagos y en administración de capitales. La estatización anuló la capacidad de las sociedades nacionales de crédito para hacerlo y desvió las demandas del público a dicha banca paralela o informal.
En suma, la expropiación bancaria, asociada al estado agónico de la economía, colocó a las instituciones de crédito en una especie de limbo. Se mantuvieron activas en atención al público y como agentes del gobierno, al cual brindaron valioso servicio y le ayudaron a instrumentar políticas que llevarían a la recuperación; pero les incapacitó para satisfacer las necesidades internas y responder al dinamismo del mercado internacional. Desde esta perspectiva sólo cabe opinar que la estatización de bancos fue costoso error, que no se termina de pagar.
A partir de 1988 se cosecharon frutos de las medidas adoptadas en el sexenio anterior. En 1990 se reestructuró la deuda y FONAPRE se convirtió en Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA), con papel protagónico en la crisis de 1994-95. En 1992 se firmó Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
El sector bancario evolucionó gracias a que se le permitió emitir títulos a corto plazo; se eliminaron restricciones que impedían integrar grupos financieros; se liberaron tasas de interés activas y pasivas; se enmendaron los artículos 28 y 123 de la Constitución para permitir la propiedad privada de bancos,[134] y se emitieron Ley de instituciones de crédito, Ley para regular las agrupaciones financiera y Reformas y adiciones a la Ley del Mercado de Valores.[135] "Las autoridades financieras partieron de la idea de que la represión financiera existente hasta 1982, combinada con los crecientes déficit presupuestarios, había debilitado el sector, colocándolo en desventaja para enfrentar las devaluaciones, la dolarización y la fuga de capitales." A eso obedeció que se llevara a cabo la reforma bancaria, dice Eugenia Correa.[136]
Entre junio de 1991 y julio de 1992 se ofrecieron en venta las sociedades nacionales de crédito de banca múltiple.[137] Los motivos aducidos fueron: "primero, la necesidad de que el Estado concentre sus esfuerzos en la atención de objetivos básicos, tales como dar respuesta a las necesidades sociales de la población y elevar el bienestar sobre bases productivas y duraderas; segundo, que [ se han] modificado de raíz las circunstancias que explicaron la estatización de la banca [ ]; tercero, el propósito de ampliar el acceso y mejorar la calidad del servicio de banca y crédito en beneficio colectivo," explica Banco de México.[138] "Las restricciones antes existentes, limitaban la competencia y, por tanto, una mayor eficiencia y capitalización del sistema financiero," añade.[139]
Se reconoció que como dueño de los bancos el Estado se distraía de sus objetivos básicos; que la calidad del servicio de banca y crédito era deficiente, y que se requería mejorar dicha calidad, ampliar el acceso a ella y buscar el beneficio colectivo.
El asunto, insisto, no era económico. "La nacionalización no consistió únicamente en el acto de convertir la propiedad privada en estatal, también se constituyó en símbolo de la intervención estatal, basada en la arbitrariedad," opina Elizondo.[140] Con la privatización se buscaba restablecer la confianza de los inversionistas en el gobierno, las leyes y las instituciones.
La privatización fue bien acogida, porque las debilidades de la banca estatal eran ostensibles. Mackey lo atribuyó a que "como resultado del largo periodo de propiedad pública sobre la banca, ésta tenía un personal poco preparado, carecía de sistemas internos de análisis de crédito adecuados, y los controles eran débiles."[141]
El proceso de venta "mostró serias limitaciones," apunta Guillén Romo. "Entre los criterios de selección de los grupos compradores no se privilegió la experiencia en el manejo de los asuntos bancarios y en muchas ocasiones ni siquiera se aseguró la honestidad de los compradores [ ] Con la idea de vender rápido y al mayor precio posible se estaban poniendo los cimientos de la futura crisis bancaria."[142]
En 1993 se reformaron los artículos 28º, 73º y 123º de la Constitución, y se emitió Ley del Banco de México, que le concedió autonomía en el ejercicio de sus funciones y en su administración, con el objetivo de mantener la estabilidad del poder adquisitivo del peso, promover el sano desarrollo del sistema financiero y el buen funcionamiento de los sistemas de pagos, según su artículo 2º.[143] En adelante "ninguna autoridad podrá ordenar al banco central conceder financiamiento, es decir, otorgar crédito por cualquier medio o adquirir valores," puntualiza la exposición de motivos de la iniciativa de ley.[144] Lo primordial es que el gobierno federal ya no podrá mandar que se eche a andar la maquinita, esto es, que se impriman billetes para costear el gasto público, expediente al que Echeverría y López Portillo recurrieron sin medida.
Con la Ley para regular las agrupaciones financieras "los grupos podrán formarse con todos los tipos de intermediarios financieros… [lo cual] permite diversificar la oferta de servicios, competir más eficientemente con el exterior y aprovechar economías de escala."[145]
Las instituciones se organizaron en nuevos grupos, introdujeron innovaciones tecnológicas y productos y servicios novedosos para atender a la clientela local y proyectarse al exterior. Se desató intensa competencia entre ellos y con bancos extranjeros, en un ambiente de altas tasas de interés. Tuvieron desempeño satisfactorio en colocación de crédito entre 1988 y 1994: la cartera subió 185.1% en términos reales. De significar 22.5% del PIB pasó a 53.8% en ese lapso.[146] La calificación de la cartera al cierre de 1994 fue 78.1% con riesgo mínimo y 13.2% con riesgo bajo y disponían de reservas preventivas de 21,800 millones de pesos.[147] Aún así, el coeficiente de cartera vencida ascendió de menos de 1% de la cartera total a 8.3% en el periodo.[148]
Varias razones lo explican: los bancos estuvieron en reorganización. Algunos tenían exceso de personal, por lo que cerraron sucursales y despidieron personal, para no perder rentabilidad. Mientras fueron estatales estuvieron sometidos a represión financiera, el gobierno administraba los recursos depositados como encaje legal y garantizaba su recuperación, lo que atrofió sus aptitudes como prestamistas, amén de que los neobanqueros carecían de experiencia y no efectuaban evaluación correcta ni exigían garantías apropiadas. Desde fines de los ochenta se concedían préstamos con liberalidad para tratar de ocupar un buen puesto en el mercado, al haberse eliminado restricciones. Colocación de crédito excesiva los hizo vulnerables. "La prudencia no fue la característica central de los banqueros mexicanos para otorgar créditos ni de los clientes para solicitarlos. Cuando los bancos se reprivatizaron en muchas ocasiones cayeron en mano de equipos administrativos sin experiencia bancaria, por lo que se incurrió en prácticas crediticias deficientes," opina Guillén Romo.[149]
Sin embargo, fue situación generalizada: la morosidad no fue exclusiva de la banca: se observó en tarjetas de crédito, arrendamiento, factoraje y cuentas por cobrar de empresas, porque la economía se encontraba en recuperación y alentó el endeudamiento.
En 1994 se registró "importante recuperación," afirma Banco de México: el PIB ascendió 3.5%, a pesar de perturbaciones de orden interno y externo. La formación bruta de capital creció 8.1%, como "respuesta a las oportunidades de inversión que fueron surgiendo a consecuencia del cambio estructural, y que se ampliaron con la entrada de Tratado Trilateral de Libre Comercio." La inflación, que rozó 200% al principio de 1988, cedió hasta 7.1%.[150]
Las perturbaciones se refieren a rebelión en Chiapas, asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu y secuestro de empresarios, que revivieron la desconfianza. En EUA la Reserva Federal aumentó la tasa de interés. Estos hechos ahuyentaron el ahorro y la reserva internacional se abatió de 28,321 millones de dólares en marzo hasta casi desaparecer en diciembre, cesó la corriente de flujos del exterior y se agotó la liquidez en moneda extranjera.[151] El 22 de diciembre el peso se dejó en flotación y el valor del dólar subió de 3.05 a 5.22 pesos.[152]
Carlos Salinas atribuyó esta devaluación al "error de diciembre" cometido por el nuevo gobierno. Es falso. El problema se gestó durante el sexenio anterior, cuando de nuevo no se devaluó el peso en su oportunidad. Se mantuvo una banda de flotación que no compensaba el alza de precios. El mercado acumuló presión que estalló cuando Ernesto Zedillo se hizo cargo. Es inconcebible, pero se repitieron las experiencias de 1970 a 1982.
Al término de 1994 la deuda externa del sector público era 114,642 millones de dólares, la tercera parte del PIB. El saldo más preocupante era de 29,206 millones de dólares correspondientes a Tesobonos, pagaderos en esa moneda.
El impacto de la devaluación fue arrasador en 1995. "La economía mexicana sufrió la crisis más severa ocurrida desde la década de los años treinta. La interrupción repentina de los flujos de capitales del exterior hacia México a finales de 1994 e inicios de 1995, sumada a la consecuente devaluación de la moneda nacional, impusieron a la economía del país un ajuste doloroso en inevitable," comenta Banco de México.[153] El PIB se redujo 6.9%. El desempleo abierto alcanzó 6.3% y el número de trabajadores asegurados en IMSS bajó 6.3%. La demanda agregada declinó 10.2%. Se debilitaron la inversión y el ingreso. La tasa de inflación se elevó de 7.1% a 52.0% y la tasa de interés interbancaria promedio se proyectó de menos de 20% en 1994 a casi 110% a principios de 1995. Aunque luego cedió, quedó arriba de 40%.[154]
La autoridad reformó el marco regulatorio y diseñó programas centrados en el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA) para vigorizar a las instituciones, auxiliar a deudores y restituir la confianza, captar ahorro y reactivar el crédito.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), los gobiernos de Canadá y EUA y la banca internacional brindaron a México un paquete de apoyo financiero por 51,637 millones de dólares, con los que cubrió obligaciones de corto plazo, recuperó su crédito externo y presenció asombrosa recuperación en 1996, gracias a que el aparato productivo se había fortalecido, el gobierno operó con austeridad y disciplina y restringió la oferta monetaria. El TLCAN y la apertura comercial imprimieron dinamismo al comercio, se restauró la confianza y revivió la inversión.
El receso de 1994-95 fue corto, aunque profundo. No alcanzó categoría de desastre grave y prolongado, gracias a FOBAPROA y once programas de apoyo crediticio a la planta productiva, a deudores, Estados y municipios,[155] que evitaron que la economía mexicana cayera en insolvencia absoluta, como ocurrió en Argentina a fines de 2001. Al amparo de FOBAPROA se cometieron fraudes, abusos y se hicieron negocios indebidos, pero en el balance económico y social el resultado fue positivo.
El sistema bancario quedó lastimado por el traumatismo, y le tomó tiempo recuperar la forma y condición que perdió durante el decenio que estuvo en poder del gobierno. Varias instituciones no se repusieron y tuvieron que venderse o asociarse a bancos extranjeros.
En marzo de 1998 el presidente Ernesto Zedillo envió a la Cámara de Diputados iniciativa de ley para convertir más de 550,000 millones de pesos de pasivos de FOBAPROA en deuda pública (58,600 millones de dólares al tipo de cambio promedio de ese año). Algunos legisladores se opusieron por considerar que se solapaba un fraude a la nación y solicitaron investigar el caso, fincar responsabilidades, castigar a culpables y recuperar los fondos, de los que según ellos se apoderaron banqueros y empresarios. La Cámara de Diputados encargó una auditoría a Michael Mackey, citado atrás. Antes de conocerse el dictamen, en diciembre de 1998, se emitió Ley de protección al ahorro bancario y se creó el Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB), en sustitución de FOBAPROA. Se convino en que si la auditoría reportare irregularidades, se deslindarían responsabilidades, se cobraría a los infractores y el IPAB rechazaría y devolvería los créditos ilegales a las instituciones.
Mackey declaró en 1999 que el costo del rescate bancario fue 633,000 millones de pesos (67,500 millones de dólares al tipo de cambio promedio de 1998) entre 1994 y 1998. Destacó que "la venta de ésta [la banca] al sector privado hacia 1991 tuvo la intención de lograr precios altos en lugar de asegurarse que los compradores tuvieran la experiencia para asegurar la instrumentación de prácticas bancarias firmes." Para concluir dijo: "espero que el IPAB conjuntamente con otros individuos y dependencias involucradas con este reporte, puedan utilizarlo para que sea una herramienta de ayuda al instrumentar enmiendas al marco legal y reglamentación dentro del cual los bancos de México operen de tal manera que sin importar el clima económico en el cual se encuentre México, una crisis como la que ocurrió en 1994 no vuelva a ocurrir."[156]
La expropiación bancaria decretada por el presidente López Portillo en septiembre de 1982 fue acontecimiento paradigmático y experiencia traumática. Alteró la vida nacional y sus efectos negativos se prolongaron por lo menos al resto del siglo 20º. Comprender las razones que indujeron a ello hace preciso escudriñar los acontecimientos registrados a partir de la devaluación del peso en 1954, cuando la economía presenció su modernización y despegue definitivo. El periodo se desenvuelve en tres etapas: desarrollo estabilizador, desarrollo compartido y administración de la abundancia, que delinearon el pasado, trazaron el presente y determinarán el futuro.
El mundo experimentó sucesos trascendentales en ese plazo: auge de posguerra, reordenación financiera, explosión demográfica, embargo petrolero, estancamiento con inflación, disolución de URSS y prodigioso desenvolvimiento científico y tecnológico, que originaron la transición del estatismo proteccionista a la globalidad neoliberal.
El desarrollo estabilizador, iniciado en el sexenio del presidente López Mateos y consolidado por Díaz Ordaz, se caracterizó por veloz crecimiento económico con estabilidad de precios. Se sustentó en fomentar el establecimiento de industrias nuevas y necesarias que sustituyeran importaciones, con el propósito de alentar la inversión, crear empleos, elevar el ingreso nacional y la demanda agregada y suscitar un efecto multiplicador. La táctica consistía en proteger a las empresas locales por medio de aranceles y de sujetar la importación a premiso previo. El Estado construía obras de infraestructura y otorgaba estímulos fiscales, crédito preferencial, subsidios, dotación de tierras y productos básicos a precios subsidiados. Las ventas estaban aseguradas porque los clientes estaban cautivos y garantizaban alta rentabilidad, lo que estimulaba la inversión privada e impulsó el desarrollo económico por más de diez años, en un clima de estabilidad monetaria, gracias a que el gobierno actuaba con austeridad y disciplina presupuestaria.
Por lo demás, se disponía de vastos recursos físicos sin aprovechar, mercado interno en expansión, productividad en ascenso, estabilidad política, seguridad pública, población reducida y ambiente internacional propicio, por vivirse el auge de posguerra, que contribuyeron a tener éxito.
El sistema bancario era funcional y sólido, con viejas raíces, nacidas en 1864, al fundarse la primera institución de crédito moderna. Estaba organizado como banca de depósito y otras seis especialidades, que llenaban con eficacia las necesidades. Banco de México regulaba, controlaba y vigilaba su funcionamiento. Les exigía un depósito obligatorio, que servía como instrumento de control monetario y para orientar los recursos a actividades productivas cuyo desarrollo se juzgaba conveniente.
Circunstancias favorables y políticas adecuadas patrocinaron ambiente de progreso, tranquilidad, certidumbre en el futuro, ascenso del nivel de vida y movilidad social.
Crisis financiera mundial, receso en EUA y parálisis interna derivada del relevo sexenal de gobierno truncaron el desarrollo estabilizador en 1971. El presidente Luis Echeverría se propuso reanimar la economía e instaurar desarrollo compartido, mediante intensa actividad gubernamental y fuerte gasto. Pretendió corregir los problemas con pródigo reparto de dinero, por lo que ordenaba al banco central a emitir dinero o contrataba deuda externa. Su estilo creó confusión, desorden, caos administrativo y estimuló la inflación. Para acallar la inquietud causada por el alza de precios, que erosionaba el bolsillo familiar, decretó ocho aumentos de salario mínimo y dispuso que su revisión fuera anual en vez de bienal. Los salarios se triplicaron, se abatió la productividad de la mano de obra, se estranguló la ganancia de las empresas y se debilitó la inversión.
El proceder veleidoso, contradictorio e inconsistente de Echeverría creó clima adverso en todos los sectores. La izquierda le censuraba por no instaurar la reforma social prometida. La derecha, por la obsesiva intrusión del Estado en la economía. Los economistas por haber endeudado a la nación y desatar la inflación. La inconformidad se manifestaba en conflictos obrero-patronales, efervescencia política, movimientos guerrilleros y criminalidad creciente en forma de asaltos a bancos y secuestros de personajes prominentes.
El tipo de cambio del peso se mantuvo invariable, mientras los precios subían continuamente. La moneda se sobrevaluó; encarecieron las exportaciones y bajaron, en tanto que se abarató la importación y se elevó. En consecuencia, creció el déficit comercial.
Inflación, tipo de cambio fijo, más conducta errática del Presidente y enfrentamientos con empresarios crearon desconfianza, desalentaron la inversión, huyó el ahorro y se erosionó la reserva internacional. La certeza de que el peso caería atizó la incertidumbre y la desconfianza, por lo que fue inevitable que al fin de agosto de 1976 se devaluara el peso, después de 22 años de haberse mantenido fijo.
Durante el sexenio la banca trabajó y se desarrolló con eficiencia, organizada en grupos financieros que cubrían las operaciones especializadas y otras afines, como aseguradoras y arrendadoras, congregadas alrededor de una institución de depósito y vinculados a grupos más amplios.
En el orbe se observaba movimiento especulativo de capitales y altas tasas de interés. La banca especializada ya no satisfacía las necesidades. Fue la plataforma para lanzar la banca múltiple en 1974, integrar instituciones, ampliar y diversificar la gama de servicios e instrumentos de captación y financiamiento, participar en el capital de instituciones extranjeras y proyectarla al medio internacional en condiciones de competir, siempre sujeto a sujeto a estricta reglamentación y vigilancia del Banco de México, por lo que no se advirtió intención de estatizarlo.
El arribo de nuevo sexenio alumbró la esperanza de que se aplicara una estrategia sensata y se restableciera el desarrollo. Las circunstancias eran propicias, porque el orbe atravesaba por la emergencia energética de los setentas. El precio acumuló alza de diez tantos en siete años, cuando aquí se descubrieron ricos depósitos de petróleo que convirtieron a México en destacado exportador, recibió muchos dólares y en 1978 salió de su postración. Esto hizo pensar al presidente López Portillo que la cuestión sería administrar la abundancia. El cuadro despertó expectativas exageradas y el gobierno incurrió en errores semejantes a los del sexenio anterior: inyectó amplio gasto, ahora en exploración, extracción y refinación, instalaciones de petroquímica básica, infraestructura, programas sociales y subsidios a productores, que abultaron el déficit presupuestal y hacían preciso emitir billetes y contratar deuda.
La inflación cobró vigor y se volvió crónica. López Portillo la calificó "un modo con el que tenemos que acostumbrarnos a vivir" y la adoptó como táctica de desarrollo, en aras de finalizar su sexenio con el prestigio que dan las realizaciones de corto plazo, sin atisbar lo que sucediera en el futuro.
La efímera prosperidad petrolera favoreció al sistema bancario. Banco de México redujo el encaje legal y simplificó su manejo, con la intención de liberar recursos para el sector privado. Mejoró su competitividad en el mercado internacional. En 1977 el gobierno emitió petrobonos, garantizados con petróleo, y certificados de la Tesorería de la Federación (CETES), que gestaron el mercado de dinero.
López Portillo fue reacio a devaluar el peso, igual que su antecesor. Pero como la inflación cobró fuerza, en 1980 debió deslizarse su tipo de cambio, lo cual resultó contraproducente, porque combinado con mayor tasa de interés aceleró el alza de precios y generó circuito perverso que arrastró al sistema productivo.
La inflación desbordada y la terquedad de no subir el tipo de cambio, sobrevaluaron el peso y se estimuló la importación, se desplomó la exportación y se incurrió en pesado déficit comercial. La producción interna era insuficiente para cubrir la demanda, por lo que se importaban crecientes cantidades de alimentos, capital y bienes suntuarios.
El gasto en consumo era excesivo, por lo que se contrajo el ahorro financiero y fue necesario que sector público y particulares contrataran deuda externa, confiados en que no se devaluaría el peso, pues el Presidente prometió defenderlo "como un perro."
En 1980 se desplomó el precio de petróleo en un marco de inmensa deuda externa, inflación implacable, peso sobrevaluado, abultados déficit fiscal y comercial, actividad agropecuaria estancada, estructura industrial débil y certeza de que la moneda se depreciaría, al tiempo que en el extranjero se pagaban altas tasas de interés. Como era de esperarse, se desencadenó fuga de capital.
En febrero de 1982 el peso se dejó en flotación, porque el desequilibrio en balanza de pagos era crítico y se puso en marcha un programa de ajuste económico, tardío e inoperante. En marzo se decretó alza salarial de emergencia. Ambas decisiones robustecieron la inflación, incrementaron el gasto público corriente y acentuaron la volatilidad cambiaria. Al debilitarse la actividad económica, se contrajo el ingreso fiscal.
La sangría de divisas fue tremenda y erosionó la reserva internacional. En agosto se solicitó a la comunidad bancaria internacional prórroga de 90 días para los pagos de capital de la deuda del sector público. La república se declaraba en moratoria por segunda vez en su vida y era precursora de la crisis de la deuda que agobiaría al ámbito subdesarrollado y repercutiría en todo el planeta. Al término del año afrontaba la más grave crisis económica desde la gran depresión mundial de fines de los años veinte y principios de los treinta.
López Portillo no admitió su fracaso y eligió como chivo expiatorio a la banca privada. La acusó de fomentar especulación y fuga de capitales; de falta de solidaridad con los intereses del pueblo y del aparato productivo, y de saquear el país. Aseguró que con la estatización y con el control de cambios se programaría mejor el desarrollo del país. Utilizó el poder presidencial para expropiarla, sin fundamentos técnicos, sin consultarlo con el Poder Legislativo y sin el consenso de la sociedad o los ciudadanos. No midió el costo ni las consecuencias de su acción. De un plumazo tomó esa decisión que alteró la vida corriente y el porvenir.
Devaluar el peso, congelar los depósitos en dólares, convertirlos en mexdólares y establecer el control de cambios fueron medidas de emergencia para restablecer equilibrio financiero y pudieren haber sido recomendables. Expropiar la banca y sindicalizar a sus empleados persiguieron desviar la atención de las causas reales de la vorágine ocasionada por ineptitud administrativa que alentó fuga de divisas y puso en peligro la institución presidencial. La verdadera razón de su ex abrupto no fue económica ni social; no buscaba el bien de la patria. Fue eminentemente política, para mantener incólume su prestigio. Tendría repercusiones de largo plazo. No obstante, logró que su sexenio cerrara en un ambiente de cohesión política.
Vistos los sucesos a la distancia se confirma que el propio López Portillo incitó el saqueo generalizado de que acusó a los banqueros. Desacató leyes de la economía e ignoró cómo se comportan las personas al defender su patrimonio. Trasmitió al público su fantasía de que vivíamos en Jauja y lo motivó a actuar con ligereza. Fracasó en sus promesas de "administrar la abundancia," tratar la inflación con "talento mexicano" y defender el peso "como un perro." En cambio, entregó la economía destrozada y con inflación indomable.
El costo material inmediato fue la indemnización a los propietarios por 400,000 millones pesos, equivalentes a 2,380 millones de dólares, 1.4% del PIB de ese año. El costo espiritual se manifestó en desconfianza en el gobierno, las instituciones y el futuro. El costo jurídico fue la violación de los derechos privados de propiedad, que el gobierno debe garantizar en una sociedad democrática. El costo para el sistema bancario fue su estancamiento, que favoreció el surgimiento de una banca paralela que satisficiera las demandas del público. El costo mediato para la sociedad ha sido de larga duración, pues tuvo secuela en la crisis de 1994-95 y se prolonga al siglo 21º.
La banca volvió a manos privadas durante 1991 y 1992. Se adujo que se hacía porque su administración distraía al Estado de sus objetivos básicos y que la calidad de los servicios que prestaba eran deficientes. Con la privatización se pretendía mejorarlos, ampliarlos y atender el beneficio colectivo. El motivo más poderoso era que México requería una banca actualizada, apta para competir en el mercado global, del que por diez años se mantuvo al margen. Tácitamente se reconoció que fue equivocado estatizarla.
El proceso de venta fue precipitado, enfocado a obtener resultado inmediato. El objetivo fue vender los bancos, en lugar de auspiciar que se volvieran eficaces en función de los nuevos tiempos. Se otorgaron al mejor postor, sin evaluar sus conocimientos de operación crediticia, experiencia ni honestidad. Adoleció de yerros que harían que la banca fuera campo propicio para la crisis de 1994-95.
Los neobanqueros trataron de reorganizar grupos como los de antaño, ansiosos de sobresalir en el mercado. Introdujeron innovaciones tecnológicas y productos y servicios novedosos para atender a la clientela local y proyectarse al exterior. Tuvieron buen arranque, porque la economía parecía haber vuelto a la normalidad. Mas las instituciones cargaban el lastre de haber sido del gobierno, quien decidía como asignar los recursos y garantizaba su recuperación, por lo que no aplicaban mecanismos de evaluación de crédito. Ahora tenían que captar dinero y colocar crédito en un medio muy competido, muy especulativo, de altas tasas de interés, contra bancos locales, además de otros tipos de intermediarios e instituciones extranjeras, en condiciones desventajosas.
La economía funcionó sin contratiempos en 1994. Pero hechos políticos adversos —levantamiento de indios en Chiapas y asesinato del candidato del PRI a la presidencia y del jefe de ese partido— provocaron desconfianza y salida de divisas. En diciembre el peso se desplomó, impulsó el alza de las tasas de interés y originó severa crisis financiera que en 1995 se extendió a la economía.
El sistema bancario no tuvo capacidad de defenderse del traumatismo, porque carecía de forma y condición y su cartera vencida se incrementó en grado incontrolable. Varias instituciones quedaron lesionadas y tuvieron que ser adquiridas por bancos extranjeros.
En 1976, 1982 y 1994 las condiciones revelaron que era indispensable cambiar paradigmas que encaminaran la economía por senderos nuevos y la adaptaran a la transformación de la humanidad. Por desgracia, cada presidente en turno disfrutaba de facultades para gobernar según sus convicciones, criterios y deseos personales, sin visión de Estado proyectada al largo plazo, más allá del sexenio.
El corolario es que dos presidentes, Echeverría y López Portillo, impusieron su autoridad y a contracorriente se aferraron en mantener un régimen protector, regulado y estatizado, cuando el mundo se encontraba en plena liberalización. Retrasaron el ingreso de México a la globalidad y desperdiciaron la oportunidad de que viviera una transición razonada, planificada, ordenada y eficaz. Entrambos hundieron a la nación en una vorágine regresiva e inflacionaria que desquició la economía, empobreció a empresas y familias y puso en efervescencia a la sociedad. Con ellos terminó la Revolución, con retardo de veinte años y se inició la reconstrucción. Aunque carece de sentido emplear el tiempo verbal subjuntivo pretérito imperfecto, recurro a él para inferir que si hubieren tomado a tiempo la decisión de incorporar a México al proceso de globalización, otro hubiere sido su derrotero, como lo demuestran China, el sureste asiático e India.
Adaptarse a la globalidad no es solución infalible para salir del atraso económico ni bálsamo milagroso para activar el desarrollo y desterrar la miseria. Al contrario: causa desajustes y complicaciones. Tampoco es ideología que se adopta por convicción ni dogma de fe que se acata por devoción. Es asunto de sensatez y conveniencia, consistente en adaptarse al orden económico implantado por la dialéctica histórica. El mundo real: el único que existe. Contrarrestar sus inconvenientes, a sobrevivir y aprovechar sus ventajas, para progresar hacen imperativo adecuarse a las condiciones reales imperantes, bajo el principio de que la naturaleza sólo puede dominarse si se le obedece.
México emprendió su adaptación en 1983 de modo reactivo, súbito y desordenado, impelido por grave crisis interna. El proceso fue arduo y doloroso, pues se hizo de manera improvisada, sin plan que lo orientara, por lo que las fuerzas del mercado desplegaron movimiento libertino, más que liberal, y originaron confusión, desconcierto, caos, abusos y agudizaron los desequilibrios e iniquidad sociales. Debió fundarse en un plan enfocado al largo plazo, como política de Estado, integral, enfilado al interés colectivo.
El porvenir de México y la posibilidad de no cometer errores semejantes a los que llevaron a expropiar la banca o al menos evitar consecuencias adversas, consiste en instituir un sistema de planeación que cubra un plazo razonable: 30 ó 45 años: 2 ó 3 generaciones, pues el atraso económico no es un problema, sino la conjunción de múltiples problemas de índole plural —naturales, políticos, culturales, económicos, tecnológicos, sociales, emocionales— todos vinculados, que caracterizan un síndrome —conjunto de fenómenos que causan una situación determinada— y es sistémico —debe tratarse con enfoque de sistemas.O
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Autor:
Miguel Ángel Peralta Wheatley
Ensayo elaborado para participar en el Premio Manuel Espinosa Yglesias, convocado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, A.C., por el 25º aniversario de la estatización de la banca privada en México. Presentado con el seudónimo Renato Kafka. Junio de 2007. Versión revisada y corregida. Marzo de 2010.
[1] Cfr. V?zquez Tercero, H?ctor, Fomento industrial en M?xico. Consideraciones econ?micas en torno a la Ley de Fomento de Industrias Nuevas y Necesarias, Escuela Nacional de Econom?a, M?xico, 1962.
[2] Cfr. Keynes, John Maynard, Teor?a general de la ocupaci?n, el inter?s y el dinero, Fondo de Cultura Econ?mica, M?xico, 1965.
[3] Expresi?n empleada por Antonio Ortiz Mena, secretario de Hacienda en dos sexenios, de 1958 a 1970, en su ponencia El desarrollo estabilizador: una d?cada de estrategia econ?mica en M?xico, presentada en la reuni?n anual de Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional en septiembre de 1969. La divulg? en su discurso inaugural de la XXXVI Convenci?n Nacional Bancaria, el 12 de marzo de 1970, donde afirm?: ?La pol?tica que caracteriz? a la econom?a mexicana en la d?cada de los sesentas, es la que hemos convenido en llamar del Desarrollo Estabilizador.? La Secretar?a de Hacienda y las convenciones bancarias. 1934-1981, Secretar?a de Hacienda y Cr?dito P?blico, M?xico, 1981, p. 473. Lo public? El Trimestre Econ?mico, Vol. XXXVII, No. 146, FCE, M?xico, Abril-Junio de 1970. pp. 417-449.
[4] Ortiz Mena, Antonio, ?Discurso en la sesi?n inaugural de la XXV Convenci?n Nacional Bancaria,? Mazatl?n, Sin., 7 de mayo de 1959, La Secretar?a de Hacienda y las convenciones bancarias. 1934-1981, op. cit, pp. 296-297.
[5] Lagunilla I??rritu, Alfredo, Historia de la banca y moneda en M?xico, Editorial Jus, M?xico, 1981, pp. 33-49.
[6] ?Ley general de instituciones de cr?dito y organizaciones auxiliares,? Art?culo 2?, Diario oficial de la Federaci?n, 30 de diciembre de 1965. El n?mero de instituciones es de Anuario financiero de M?xico, ejercicio 1969, volumen trig?simo, Asociaci?n de Banqueros de M?xico, M?xico, 1970. El elevado n?mero de instituciones de dep?sito y financieras obedece a que muchas se constitut?an como bancos asociados y no como sucursales.
[7] Para tasas de dep?sito obligatorio vigentes en 1965, consultar. Banco de M?xico, Informe anual 1965, pp. 138-139.
[8] Banco de M?xico, Informe anual 1971.
[9] Nacional Financiera, La econom?a mexicana en cifras 1972.
[10] Nacional Financiera, La econom?a mexicana en cifras 1978.
[11] Ortiz Mena, Antonio, ?Discurso en la sesi?n inaugural de la XXXI Convenci?n Nacional Bancaria,? Mazatl?n, Sin., 25 de marzo de 1965, en La Secretar?a de Hacienda y las convenciones bancarias. 1934-1981, op. cit., p. 399.
[12] Hirschman Albert O., "The Political Economy of Import-Substituting, Industrialization in Latin America," en Nisbet Charles T., Latin America: Problems in Economic Development, The Free Press, New York, 1969.
[13] Instituto Nacional de Estad?stica, Geograf?a e Inform?tica (INEGI), ?Censo de 1970,? Cien a?os de censos de poblaci?n 1895-1995, Aguascalientes, 1996.
[14] Banco de M?xico, Informe anual 1972, M?xico, 1973.
[15] Echeverr?a ?lvarez, Luis, ?Sexto informe presidencial,? en Comercio exterior, Vol. 26, N?m. 9, pp. 1097-1114, Banco Nacional de Comercio Exterior, M?xico, septiembre de 1976, p. 1098.
[16] Cfr. Echeverr?a ?lvarez, Luis, ?Discurso ante miembros de la C?mara Nacional de la Industria de la Transformaci?n,? Palacio Nacional, 11 de marzo de 1971,
[17] Krauze, Enrique, La presidencia imperial. Ascenso y ca?da del sistema pol?tico mexicano) 1940-1996), TusQuets Editores, M?xico, 1997, p. 375.
[18] Riding, Alan, Vecinos distantes. Un retrato de los mexicanos, Joaqu?n Mortiz/Planeta, M?xico, 1985, p. 174.
[19] Toto Jim?nez, Francisco, Medio siglo de pol?ticas econ?micas en M?xico, Universidad Abierta, http://www.universidadabierta.edu.mx/Biblio/T/Toto%20Francisco-Politicas%20economicas.htm?
[20] Rudomin, Pablo, y Talanc?n, Jos? Luis, "Industrializaci?n y desarrollo tecnol?gico: una perspectiva hist?rica," en El mercado de valores, 2/99, pp. 10-17, Nacional Financiera, M?xico, febrero de 1999, p. 14.
[21] Nacional Financiera, La econom?a mexicana en cifras. Edici?n 1984, p. 240.
[22] Grayson, George W., Oil and Mexican Foreign Policy, University of Pittsburg Press, Pittsburgh, 1988, p. 20.
[23] Cfr. Banco de M?xico, Informe anual 1972, M?xico, 1973, p. 43.
[24] ?dem, pp. 134-135.
[25] Ib?dem.
[26] Nacional Financiera, La econom?a mexicana en cifras, M?xico, 1978, p. 46.
[27] Marg?in Zozaya, Ricardo, discurso pronunciado en el sepelio de Eugenio Garza Sada, Monterrey, N.L., 19 de septiembre de 1973. http://www.coparmex.org.mx/contenidos/publicaciones/Entorno/ 2003/ep03/c.htm
[28] Banco Nacional de Comercio Exterior, M?xico: la pol?tica econ?mica del nuevo gobierno, M?xico, 1971, p. 227.
[29] Krauze, Enrique, op. cit., p. 375.
[30] ?dem.
[31] Acerca del tema, consultar "Un recorrido por el primer cincuentenario de Bretton Woods," ejemplar conmemorativo de Comercio exterior, Vol. 44, N?m. 10, Banco Nacional de Comercio Exterior, M?xico, octubre de 1994.
[32] Cfr. Ortiz, ?dgar ?La banca privada en M?xico. Formaci?n de capital y efectos de la inflaci?n-devaluaci?n,? en Comercio exterior Vol. 31, N?m. 1, pp. 27-38, Banco Nacional de Comercio Exterior, M?xico, enero de 1981, p. 30.
[33] Asociaci?n de Banqueros de M?xico, Anuario financiero de M?xico, Ejercicio de 1970, Vol. XXXI, M?xico, 1971.
[34] Banco de M?xico, Informe anual 1970, M?xico, 1971, p. 24.
[35] Banco de M?xico, Informe anual 1976, M?xico, 1977, pp. 59-59. La fuente consigna 19.6 miles de millones de d?lares. La convierto en 19,600 millones para hacerlo comprensible.
[36] Green, Rosario, ?La deuda p?blica externa de M?xico,? Comercio exterior, Vol. 27, N?m. 11, pp. 1279-1286, Banco Nacional de Comercio Exterior, M?xico, noviembre de 1977.
[37] Echeverr?a ?lvarez, Luis, ?Ante los representantes de 130 pa?ses,? Organizaci?n de las Naciones Unidas, Nueva York, octubre de 1971, Los presidentes de M?xico. Discursos pol?ticos 1910-1988,? Tomo IV, Presidencia de la Rep?blica ? El Colegio de M?xico, M?xico, 1988, pp. 377-378.
[38] Grayson, George W., op. cit., pp. 23-24
[39] ?dem, p. 23.
[40] Gonz?lez, H?ctor A., ?Guerra sucia y secuestros,? La palabra.com, M?xico, 9 de septiembre de 2004, http://esp.mexico.com/lapalabra/una.php?idarticulo=15974
[41] Cfr. Centro de Investigaci?n y Docencia Econ?mica (CIDE), ?Recesi?n y recuperaci?n en Estados Unidos,? en Comercio exterior, Vol. 26, N?m. 8, pp. 958-961, Banco Nacional de Comercio Exterior, M?xico, agosto de 1976,.
[42] Green, Rosario, op. cit., p. 1285.
[43] ?dem.
[44] Banco de M?xico, Informe anual 1977, p. 109
[45] Banco de M?xico, Informe anual 1976, p. 46.
[46] ?dem, p. 50.
[47] Ib?dem, p. 70.
[48] Sol?s, Leopoldo, Desarrollo estabilizador y desarrollo compartido, http://www.letraslibres.com/pdf. php?id=409
[49] Grayson, George W., op. cit., p.23
[50] L?pez Portillo, Jos?, ?Mensaje al pueblo de M?xico al tomar posesi?n de la Presidencia de la Rep?blica, 1? de diciembre de 1976, Los presidentes de M?xico. Discursos pol?ticos 1910-1988,? Tomo V, Presidencia de la Rep?blica ? El Colegio de M?xico, M?xico, 1988, pp. 24-25.
[51] Cfr. Vernon, Raymond, editor, The Oil Crisis, W. W. Norton, New York, 1976 y Seymour, Ian, OPEP, instrumento de cambio, Ediciones Tercer Mundo, Bogot?, 1981, y Morse, Edward L., "After the Fall: the Politics of Oil," Foreign Affairs, Num. 64, spring, 1986.
[52] Fuente: Banco de M?xico, Informe anual 1983, p. 22.
[53] Expresado en la clausura de reuni?n para evaluar avances de la Alianza para la Producci?n, 7 de enero de 1978, Cfr. Castillo, Heberto, ?Administrar la abundancia,? Proceso 63, M?xico, 14 de enero de 1978.
[54] Cornelius, Wayne A., ?The Political Economy of Mexico Under de la Madrid: Austerity, Routinized Crisis, and Nascent Recovery,? Mexican Studies/Estudios Mexicanos 1, No.1, Winter 1985, p. 91, citado por Grayson, George W., op. cit., p. 40.
[55] Nacional Financiera, La econom?a mexicana en cifras. edici?n 1984, p. 240.
[56] Banco de M?xico, Informe anual 1980, pp. 25-27.
[57] Grayson, George W., op. cit., pp. 39-40.
[58] Banco de M?xico, Informe anual 1983, p. 22.
[59] C?lculo basado en el ?ndice de precios impl?cito en el PIB. Fuente: Nacional Financiera, La econom?a mexicana en cifras. Edici?n 1984, p. 220.
[60] L?pez Portillo, Jos?, ?Con la Asociaci?n de Banqueros de M?xico,? 17 de julio de 1979, Los presidentes de M?xico. Discursos pol?ticos 1910-1988,? Tomo V, op. cit., pp. 105-106.
[61] L?pez Portillo, Jos?, ?V Reuni?n de la Rep?blica,? sin fecha. Los presidentes de M?xico. Discursos pol?ticos 1910-1988,? Tomo V, op. cit., p. 176. As? se denominaron las juntas que celebraba el Presidente con los gobernadores estatales. La quinta debi? haber sido en 1981.
[62] Banco de M?xico, Informe anual 1980, p. 42.
[63] Banco de M?xico, Informe anual 1981, p. 34.
[64] Cardero, Mar?a Elena y Quijano, Jos? Manuel, ?Expansi?n y estrangulamiento financiero, 1978-1981,? La banca: pasado y presente. (Problemas financieros mexicanos), Ensayos del CIDE, Colecci?n Econom?a 5, febrero, 1983, pp. 161-219, CIDE, M?xico, 1983, p. 278.
[65] Sobre este tema consultar Cardero, Mar?a Elena, Quijano, Jos? Manuel y Manzo, Jos? Luis, ?Cambios recientes en la organizaci?n bancaria y el caso de M?xico,? en La banca: pasado y presente. (Problemas financieros mexicanos), pp. 161-219, Ensayos del CIDE, Colecci?n Econom?a 5, M?xico, febrero, 1983, y sin autor, ?Algunas relaciones entre el endeudamiento p?blico y el sistema financiero (primera parte),? en Comercio exterior, Vol. 31, N?m. 4, Secci?n nacional, pp. 373-381, Banco Nacional de Comercio Exterior, M?xico, abril de 1981.
[66] Banco de M?xico, Informe anual 1977. p. 80
[67] Idem, pp. 66-68.
[68] Calculado con datos de Nacional Financiera, La econom?a mexicana en cifras. Edici?n 1984, p. 222 y Banco de M?xico, Informe anual 1983, p. 193.
[69] Banco de M?xico, Informe anual 1983, p. 19.
[70] ?dem, p. 20.
[71] Ib?dem, p. 21.
[72] Grayson, George W., op. cit., p. 40.
[73] Cardero, Mar?a Elena y Quijano, Jos? Manuel, op. cit., pp. 278-279.
[74] Declarado en conferencia de prensa de 17 de julio de 1981. Cfr. Vizcaino, Roberto, ?Conjura contra el peso: L?pez Portillo,? Proceso 248. M?xico, 18 de julio de 1981.
[75] Cfr. Wionczec, Miguel S. y Serrato, Marcela, ?Las perspectivas del mercado mundial de petr?leo en los ochenta,? Comercio exterior, Vol. 31, N?m. 11, pp. 1256-1267, Banco Nacional de Comercio Exterior, M?xico, noviembre de 1981.
[76] Banco de M?xico, Informe anual 1982, p. 23.
[77] La descripci?n de 1982 se basa en Banco de M?xico, Informe anual 1982 y 1983.
[78] Nacional Financiera, La econom?a mexicana en cifras. Edici?n 1984, p. 257.
[79] Banco de M?xico, Informe anual 1981, p. 32.
[80] Banco de M?xico, Informe anual 1983, p. 131.
[81] ?dem, p. 19.
[82] Banco de M?xico, Informe anual 1983, M?xico, 1984, p. 25.
[83] El presidente Benito Ju?rez declar? la primera moratoria de pagos en julio de 1861.
[84] Cfr. Krugman et. al., op. cit., pp. 837 ss.
[85] Banco de M?xico, Informe anual 1983, p. 17.
[86] El Partido Nacional Revolucionario (PNR) se fund? en 1929; se trasform? en Partido de la Revoluci?n Mexicana (PRM) en 1938, y en Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1946.
[87] Weber, Max, Econom?a y sociedad, Tomo II, Fondo de Cultura Econ?mica, M?xico, 1977, p. 882.
[88] Cfr. Maquiavelo, Nicol?s, El pr?ncipe, Editorial ?poca, M?xico, 2000 y Hobbes, Thomas, Leviat?n o la materia, forma y poder de una rep?blica eclesi?stica y civil, FCE, M?xico, 1950.
[89] Weber, Max, op. cit.
[90] Freud, Sigmund, El porvenir de una ilusi?n, op. cit., p. 2,963.
[91] Lipset, S. M., Political Man: the Social Basis of Politics, Doubleday, New York, 1959, p. 45.
[92] Sartori, Giovanni, Ingenier?a constitucional comparada. Una investigaci?n de estructuras, incentivos y resultados, FCE, M?xico, 1999, pp. 190-191.
[93] Schumpeter. Joseph A., Capitalism, Socialism, and Democracy, Harper and Brothers, New York, 1959, p. 269.
[94] Riding, Alan, Vecinos distantes. Un retrato de los mexicanos, Joaqu?n Mortiz/Planeta, M?xico, 1985, p. 85.
[95] Eliade, Mircea, El mito del eterno retorno, Alianza Emec?, Madrid, 1982.
[96] ?dem, p. 47.
[97] ?Iniciativa de Ley de Ingresos de la Federaci?n para el ejercicio de 1981,? M?xico, D.F. noviembre de 1981, Filosof?a pol?tica de Jos? L?pez Portillo, Secretar?a de Programaci?n y Presupuesto, M?xico, 1981, p. 44.
[98] ?Conferencia de prensa concedida a periodistas que cubren la fuente,? M?xico, D.F., 5 de diciembre de 1980, Filosof?a pol?tica de Jos? L?pez Portillo, op.cit., p. 52.
[99] ?Conferencia de prensa concedida a directores de peri?dicos y revistas de M?xico, el D?a de la Libertad de Prensa,? M?xico, D.F., 11 de junio de 1981, Filosof?a pol?tica de Jos? L?pez Portillo, op.cit., p. 52.
[100] Keynes, John Maynard, op.. cit., p. 145.
[101] ?dem, p. 144.
[102] Quijano, Jos? Manuel, La banca nacionalizada: antecedentes y consecuencias, en La banca: pasado y presente. (Problemas financieros mexicanos), op. cit., pp. 343-366., p. 350.
[103] ?dem, p. 352.
[104] Who is Where in World Banking, The Banker Research Unit London, 1980. Citado por Quijano, Jos? Manuel, op. cit., p. 347.
[105] ?dem.
[106] Bentham, Jeremy, Escritos econ?micos, FCE, M?xico, 1965, p. 3.
[107] Tello, Carlos. La nacionalizaci?n de la Banca en M?xico, Siglo XXI, M?xico, 1984. p. 108.
[108] Guill?n Romo, H?ctor, ?Evoluci?n del r?gimen macrofinanciero mexicano,? Comercio exterior, Vol. 52, N?m. 7, pp. 564-574, Banco Nacional de Comercio Exterior, M?xico, julio de 2002, p. 568.
[109] L?pez Portillo, Jos?, ?Sexto informe de gobierno,? ?Sexto informe de gobierno,? 1? de septiembre de 1982, Los presidentes de M?xico. Discursos pol?ticos 1910-1988,? Tomo V, op.cit, p. 206.
[110] ?dem, pp. 206-207.
[111] D?az Ordaz, Gustavo, ?Sexto informe de gobierno,? 1? de septiembre de 1970, Los presidentes de M?xico. Discursos pol?ticos 1910-1988,? Tomo IV, op.cit, p. 201.
[112] Espinosa Yglesias, Manuel, Bancomer, logro y destrucci?n de un ideal, Planeta, M?xico, 2000, p. 143.
[113] Quijano, Jos? Manuel, op. cit., p. 358.
[114] L?pez Portillo, Jos?, ?Sexto informe de gobierno,?, op.cit, p. 203.
[115] ?dem, p. 205.
[116] Ver Banco de M?xico, Informe anual 1983, pp. 158-159.
[117] Banco de M?xico, Informe anual 1984, p. 143. Cfr. ?Acuerdo que se?ala reglas para fijar la indemnizaci?n por la nacionalizaci?n de la banca privada, las caracter?sticas de la emisi?n de los bonos del gobierno federal para el pago de la misma y el procedimiento para efectuarlo.? Diario oficial de la Federaci?n, M?xico, 4 de julio de 1983.
[118] Investigaci?n directa en Banco de M?xico efectuada en 1983.
[119] Banco de M?xico, Informe anual 1983, p. 164. La fuente consigna 71.7 miles de millones de pesos. Para hacer comprensible su lectura escribo 71,700 millones.
[120] Fern?ndez-Vega Carlos, ?Banca extranjera, menos cr?ditos,? La jornada, M?xico, 3 de abril de 2003, http://www.jornada.unam.mx/2003/04/03/036a1eco.php
[121] Banco de M?xico, Informe anual 1984, p. 143.
[122] Banco de M?xico, Informe anual 1985, p. 149.
[123] Katz, Isaac M., ?La Constituci?n y los derechos privados de propiedad,? Cuestiones constitucionales. Revista Mexicana de Derecho Constitucional, UNAM, Instituto de Investigaciones Jur?dicas, M?xico, 1999. http://www.juridicas.unam.mx/publica/cconst/cont/4/art/art2.htm
[124] De la Madrid Hurtado, Miguel, ?Mensaje de toma de posesi?n como Presidente de los Estados Unidos Mexicanos,? Palacio Legislativo, M?xico, 1? de diciembre de 1982, Los presidentes de M?xico. Discursos pol?ticos 1910-1988,? Tomo V, op. cit.., p. 233.
[125] Banco de M?xico, Informe anual 1983, p. 159.
[126] Banco de M?xico, Informe anual 1984.
[127] Tello, Carlos, op. cit, p. 17.
[128] Banco de M?xico, Informe anual 1984, p. 174.
[129] Guill?n Romo H?ctor, op. cit., p. 569.
[130] ?dem.
[131] Banco de M?xico, Informe anual, varios n?meros.
[132] Guill?n Romo H?ctor, ?Evoluci?n del r?gimen macrofinanciero mexicano,? en Comercio exterior, Vol. 52, N?m. 7, pp. 564- 574, Banco Nacional de Comercio Exterior, M?xico, julio de 2002, p. 569.
[133] Banco de M?xico, Informe anual 1988, p. 161. Subrayo informal y tradicional.
[134] Ver Guill?n Romo H?ctor, op. cit., pp. 569-570.
[135] Banco de M?xico, Informe anual 1990, p. 62.
[136] Correa, Eugenia, ?Reorganizaci?n de la intermediaci?n financiera, 1989-1993, Comercio Exterior, Vol. 44, N?m. 12, pp. 1.093-1,101, Banco Nacional de Comercio Exterior, M?xico, diciembre de 1994, p. 1,095. La autora atribuye la cita a Aspe Armella, Pedro.
[137] Cfr Murillo, Jos? Antonio, La banca en M?xico: privatizaci?n, crisis y reordenamiento http:// www.cemla.org/pdf/red/RED_VII_MEXICO-Jose-Murillo.PDF. Este trabajo presenta amplia y bien documentada descripci?n del proceso de privatizaci?n bancaria.
[138] Banco de M?xico, Informe anual 1990, pp. 61-62.
[139] Banco de M?xico, Informe anual 1990, p. 62.
[140] Elizondo Mayer-Serra, Carlos, La importancia de las reglas: Gobierno y empresario despu?s de la nacionalizaci?n bancaria, Fondo de Cultura Econ?mica, M?xico, 2001. Citado por Murillo, Jos? Antonio, op, cit., p. 3.
[141] Citado por Murillo, Jos? Antonio, op, cit., pp. 2-3. Mackey representaba al despacho canadiense contratado por la C?mara de Diputados para efectuar auditor?a al Fondo Bancario de Protecci?n al Ahorro Bancario (FOBAPROA).
[142] Guill?n Romo H?ctor, op. cit., pp. 571.
[143] ?Ley del Banco de M?xico,? Banco de M?xico, Informe anual 1993, pp. 317-350. p.317.
[144] Banco de M?xico, Informe anual 1993, p. 300.
[145] Banco de M?xico, Informe anual 1990, p. 67.
[146] Banco de M?xico, Informe anual, 1988 y 1994.
[147] Banco de M?xico, Informe anual 1994, p. 253.
[148] Banco de M?xico, Informe anual, 1988 y 1994.
[149] Guill?n Romo H?ctor, op. cit., pp. 571..
[150] Banco de M?xico, Informe anual 1994, pp. 7 ss y 27. La cita es de p. 11.
[151] ?dem, pp. 58-61.
[152] Banco de M?xico, Informe anual 1994, p. 51.
[153] Banco de M?xico, Informe anual 1995, p. 1.
[154] Fuente: ?dem.
[155] Ver Banco de M?xico, Informe anual 1995, p. 221.
[156] Comparecencia de M?chael Mackey ante el Comit? T?cnico de Seguimiento a las Auditor?as del FOBAPROA de la C?mara de Diputados, Cr?nica legislativa, Revista N?. 9, tercera ?poca, M?xico, 16 de julio – 30 de agosto de 1999, p. 105. http://www.adobe.com/ products/ acrobat/ readstep2.html
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