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Análisis del libro Breve historia dominicana, del Dr. Mejia Ricart (página 2)


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1924-1966: La tercera República y segunda ocupación norteamericana

En las elecciones de 1924, y con la abstención de los nacionalistas que se ocupusieron al Plan Hughes-Peynado, ganó por gran mayoría el Gral. Horacio Vásquez con el apoyo de Velásquez, quien resultó elegido vicepresidente por la Alianza Nacional-Progresista; mientras los antiguos jimenistas postularon al Lic. Francisco J. Peynado, co-autor del Plan, siendo los derrotados. El nuevo gobienro, con los recursos de un nuevo empréstito y gracias a la paz social existente, continuó las obras públicas y mantuvo las libertades públicas.

Sin embargo, el afán continuista del Partido en el poder, su carácter elitista y la creciente corrupción administrativo, deterioraron su imagen pública. El gobierno maniobró para obtener mediante un ardid constitucional la prórroga del período de ejercicio de los poderes del estado de cuatro hasta seis años; y conforme se acercó el año 1930 hizo modificar la constitución para que se permitiera la reelección presidencial, contra lo cual se había pronunciado otrora el viejo caudillo una y otra vez.

La oposición al régimen se tornó encarnizada, sobre todo por parte de una nueva agrupación política: el Partido Republicano, dirigido por el fogoso orador licenciado Rafael Estrella Ureña, representante de la joven pequeña burguesía urbana educada que había luchado frontalmente contra la intervención militar norteamericana. También hostilizaban al gobierno su viejo aliado: el Partido Progresista de Velázquez y el partido liberal de Desiderio Arias, entre otros. Pedro sobre todo la división del partido horacista en dos facciones: la del vicepresidente José Dolores Alfonseca y la del sobrina político del presidente: Martín Moya; la terminación de los recursos extraordainarios provenientes de un emprésitito de 10 millones de dólares y finalmente la gran depresión económica mundial del 1930, crearon las condiciones para la caída del régimen.

Una conspiración cívico-militar llamada "Movimiento Cívico", fue desencadenada por los caudillos de los tres sectores de la pequeña burguesía politizada de entonces, el Lic. Rafael Estrella Ureña, presidente del Partido República por el sector urbano y educado; el general Desiderio Arias, jefe del Partido Liberal, del sector rural y guerrillero y el general Rafael Leonidas Trujillo, jefe del nuevo Ejército Nacional profesional, cuya oficialidad de origen tanto urbano como rural, había demostrado durante la pasada intervención norteamericana su capacidad de ponerse sin escrupulos al servicio de un régimen dependiente de la potencia de la potencia del norte. Dicho "movimiento" desalojó del poder a Horacio Vásquez.

Pero la insurrección, aunque de fachada civilista y que llevó a la presidencia provisional a Estrella Ureña, debió su triunfo al apoyo de trujillo, quien se convirtió en el árbitro de la nueva situación, impuso su candidatura a la presidencia y mediante la represión y el engaño se convirtió en dictador casi indiscutido del país durante los 31 años trágicos que siguieron. Era el caudillismo de base castrense basado en el dominio burocrático del ejército profesional que ahora suplantaba las bandas armadas que en la práctica servían al caudillismo regional tradicional.

Trujillo persiguió primero a la oposición horacista y progresista que intentó al poder con la candidatura de Velásquez y Angel Morales, pero le siguieron en turno los caudillos Desiderio Arias y Rafael Estrella Ureña, el primero perseguido y asesinado a traición, y el segundo obligado a expartriarse aún siendo vicepresidente y canciller de la República. Luego le tocaría el turno a los demás caudillos, intelectuales y burgueses que no se quisieron someter a la dictadura y encontrarían la muerte, la cárcel o el exilio, mientras el déspota organizaba un partido único; El Partido Dominicano, con el cual mantuvo su hegemonía a partir de su primera reelección, en 1934.

En la primera mitad de su régimen Trujillo se mantuvo como ejecutor de los intereses políticos y económicos norteamericanos en el país, al tiempo que acaparó junto a su familia gran parte de la riqueza en manos dominicanas, mediante la absorción de gran cantidad de tierras y ganado, empresas comerciales y ciertas industrias tradicionales como el corte de madera, el tabaco, el calzado, la leche pasteurizada, etc..

Durante ese período Trujillo ex hibió un gran dinamismo político y administrativo. Se asesoró de intelectuales capaces que se pusieron a su servicio y viajaba por el país constantemente para ganar prosélitos y observar personalmente las obras del gobierno, palticularmente las vías de penetración y de riego que aumentaron la producción para el consumo interno y el comercio exterior. Sin embargo, el comercio exterior no superó los niveles de 1930 en las exportacines hasta 1944 y de las importaciones hasta 1947. Además, no volvió a recurrir a empréstitos al consumo y a la propiedad que hacía pagar a todos los ciudadanos, con lo que el estado fue recuperado su solvencia financiera.

En 1937 Trujillo, estimulado por algunos intelectuales racistas que lo asesoraban, cometió un horrendo genocidio contra pobladores de nacionalidad haitiana o de ascendencia haitiana en el país, particularmente de la zona fronteriza. Posteriormente, en 1939, abrió las puertas del país por razones de propaganda internacional a los refugiados de la guerra civil española y poco más tarde a muchos judíos que huían de la persecución nazi en Alemania y los territorios ocupados por esa potencia durante la segunda guerra mundial.

Estos factores y las condiciones internacionales creadas pro la lucha mundial por las libertades y la alianza de las potencias occidentales con la unión soviética contra el fascismo, estimularon la lucha dentro de los sectores estudiantil, profesional y obrero contra el régimen trujillista, que se manifestó en dos huelgas obreras en el Este del país, inquietud estudiantil y la organización de dos grupos importantes de oposición: la juventud democrática y el Partido Socialista Popular. También Estrella Ureña aceptó la sugerencia del régimen de organizar su Partido Repúblicano como grupo de oposición.

En el exterior, fundamentalmente en Cuba, se organizó el Partido Revolucionario Dominicano con la participación de exiliados distinguidos como Juan Isidro Jimenes Grullón, Juan Bosch, Enrique Cotubanamá Henríquez y Virgilio Mainardi Reyna, en torno a una declaración de principios nacionalista, liberal y progresista. Los propios Estados Unidos le retiraron su apoyo irrestrieto a Trujillo y los gobiernos de Haití, Cuba, Venezuela, Costa Rica y Guatemala se manifestaron hostiles al régimen.

Pero Trujillo maniobró para destruir su oposición en el interior del país activamente. Estrella Ureña murió en un hospital en condiciones misteriosas; se persiguió ferozmente a los líderes juveniles y profesionales; aceptó algunas de las demandas obreras, pero luego persiguió o corrompió a sus dirigentes, dando muerte a su líder máximo Mauricio Báez en el exilio;

A nivel esterno Trujillo recuperó el apoyo norteamericano; logró que esta potencia evitara el desembargo de una gran expedición liberadora que venía desde Cayo Confite en Cuba (1947) y finalmente aplastó una nueva invasión proveniente de Guatemala que desembarcó por Luperón en Puerto Plata (1949).

A partir de 1950, el nuevo orden de dictaduras militares creado en el Caribe por la oleada anticomunista de la guerra fría, permitió a Trujillo fortalecer aún más su posición nacional e internacional, llegando incluso a exportar la contrarevolución hacía otros puntos como Guatemala, Haití, etc.

En el aspecto económico, durante la década de los años cuarenta, la coyuntura internacional y la creación de mecanismos financieros estatales, permitieron un crecimiento sostenido de la economía y del comercio internacional. En particular la recuperación del control sobre la aduanas, los altos precios que prevalecieron en la post-guerra para nuestros productos de exportación y los que importábamos, la creación del Banco Central y los emisiones nacionales de papel moneda, la compra del First National Bank, que se convirtió en el Banco de Reservas, así como la creación del Banco de Crédito Agrícola e Industrial, fueron altamente eficaces para el financiamiento de proyectos de expansión de los consorcios comerciales e industriales de Trijillo y su familia que contaron con el apoyo irrestricto del Estado.

100. La creación de industrias de cemento y derivados, procesadoras de arroz y harina de trigo, aceites vegetales, juegos naturales, la nacionalización de la Corporación Dominicana de Electricidad y el desarrollo agrícola orientado a las necesidades del país, señalan un proceso de desarrollo capitalista acelerado que culminó con las adquisición por parte del dépota de todos los ingenios del país excepto el Central Romana y los tres pequeños de la familia Vicini.

De hecho, de los pocos grandes consorcios norteamericanos que sobrevivieron a esta época; la Compañía Dominicana de Teléfonos y el Central Romana Corp. estuvieron a punto de ser comprados y la Cervecería Nacional Dominicana superó un intento de arruinarla con una competencia propiedad del tirano con características monopolíticas. Sólo la Alcoa Exploratión permaneció intocada con su explotación de bauxita en la provincia fronteriza de Pedenarles.

El régimen trujillista alcanza su máximo poder nacional e internacional hacia 1995-1956, cuando celebra su XXV aniversario con una feria internacional llena de esplendor y derroche. Con pleno apoyo de Washington, rodeado de gobiernos dictatoriales en la zona del Caribe, centrolando las principales industrias y monopolio de exportación, así como gran parte de las representaciones comerciales más importantes, extensos latifundios ganaderos, cañeros y de otros cultivos agrícolas, Trujillo tenía el control absoluto del Estado sin las molestias protocolares que dejaba a su hermano Héctor, el presidente titular.

Pero las numerosas y fastuosas construcciones de la "Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre" como se le llamó pomposamente, atrajeron a numerosos campesinos a la ciudad y obligaron al estado a endeudarse por la primera vez en la era de Trujillo, iniciándose desde entonces las restricciones de divisas. A la postre el país sufrió una recesión económica y las construcciones se redujeron, causando la creación de barrios marginados en la capital con esos campesinos, que comenzaron a presionar la estructura social oligárquica mantenida por el trujillismo.

La penuria económica del gobierno, que lo llevó por primera vez a pedir ayuda del Fondo Monetario Internacional, hizo más escandalosa la vida que hacía Ramfis, el hijo mayor del péspota, en los Estados Unidos, quien fue expulsado por su comportamiento licencioso de la Escuela de Estado Mayor a la que asistía en ese país, y cambio despifarraba millones de dólares en compañía de connotadas mujeres de la farándula norteamericana.

EDl secuestro en Nueva York y posterior asesinato del profesor español Jesús de Galíndez por haber escrito un libro en el que analizaba la dictadura, así como otros crímenes organizados por su régimen en el exterior, contribuyeron al descrédito internacional del régimen esa nueva etapa.

A su vez el ambiente político de América Latina y en particular el del Caribe, se fue caldeando con la caída sucesiva de los regímenes dictatoriales de Perón en Argentina, Remón en Panamá, Odria en Perú, Magloire en Haití, y Lozarno en Honduras, el asesinato de Anastasio Somoza en Nicaragua, y por último los derrocamientos de Rojas Pinilla en Colombia, Pérez Jiménez en Venezuela y Batista en Cuba; creandose así un ambiente revolucionario contra las dictaduras y en favor de cambios estructurales que den acceso al poder político y al bienestar a los sectores populares en la nación.

Producto de ese ambiente y con el apoyo de los gobiernos de Fidel Castro en Cuba y de Rómulo Betancourt en Venezuela, se organizó en 1959 una expedición guerrillera desde Cuba que aterrizó el 14 de junio de Constanza y desembarcó seis días después por Estero Hondo y Maimón. Los expediccionarios fueron derrotados y en su mayor parte hechos prisioneros y asesinados por el déspota.

Pero esa matanza de unos 200 exiliados despertó una ola de repudio dentro de amplios sectores de la sociedad, sobre todo de la clase media, muchos de los cuales se organizaron para luchar contra el régimen. Una vasta conspiración dirigida por Manuel Tavares Justo fue descubierta en enero del 1960 y otra de menores proporciones encabezada por Tirso Mejía-Ricart en septiembre del mismo año, las cuales fueron sangrientamente reprimidas. En noviembre el régimen trujillista hizo asesinar a las combatientes hermanas Mirabal, pero ese horrendo crimen no hizo más que sumar nuevos grupos en la lucha, que contó desde entonces con el apoyo de gran parte de la iglesia y del propio gobierno norteamericano, lo que se agudizó tras el ascenso de Kennedy a la presidencia en enero del 1961.

Tratando de contrarrestar la internacional contra su régimen, Trujillo intentó primero derrocar a Fidel Castro y más tarde asesinar a Betancourt. Pero descubierta su participación en el fustrado atentado, se decretó su aislamiento diplomático y sanciones económicas contra su régimen. Trujillo trató inutilmente de evadir esta nueva situación haciendo renunciar a su hermano Héctor de la presidencia y convirtiendo al vicepresidente Dr. Joaquín Balaguer en su nuevo presidente títere.

Finalmente, dentro de las propias Fuerzas Armadas, familias trujillista e incluso parientes y amigos íntimos de Trujillo, sugieron conspiradores, algunos de los cuales fueron encabezados por Antonio de la Maza y eliminaron a Trujillo cuando se dirigía a su nativa San Cristóbal la noche del 30 de mayo del 1961. Entre los complotados se encontraban el ex-general Juan Tomás Díaz y el secretario de las Fuerzas Armadas y sobrino político de Trujillo, el general José René Ramón Fernández.

Tras las muerte de Trujillo, Balaguer se asoció al hijo mayor del déspota: Ramfis, para simular la democratización con vistas a lograr la eliminación de las sanciones internacionales y estabilizar al régimen. Con esos fines pronunció un discurso ante las Naciones Unidas donde planteó la renovación del gobierno, que en esencia permaneció intacto. También formuló una invitación a los exiliados a regresar, tal como hacía Trujillo cuando quería causar impresión de que estaba democratizando su régimen.

Pero en ese caso el Partido Revolucionario Dominicano, interpretando correctamente que el régimen estaba herido de muerte con la caída del dictador aceptó el reto y dispuso el envío de una comisión de alto nivel al país constituída por Angel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón Castillo, El 5 de julio de 1961, día de la llegada de la comisión y del primer mitín organizado por el PRD poco después, marcaron el fin del régimen por la tremenda movilización de masas antitrujillistas a que dieron lugar y que terminaron con la partida de los trujillo, no sin antes ordenar el asesinato de los principales implicados en la muerte del dictador.

Luego del PRD, otras tres fuerzas políticas participaron en esa difícil etapa de transición: la Unión Cívica Nacional (UCN), presidida por el Dr. Viriato Fiallo, inicialmente de carácter apartidista pero en el fondo controlada por la burguesía tradicional importadora y exportadora dominicana y profesionales conservadores, el Movimiento Revolucionario 14 de junio (IJ4), constituído por los jóvenes de la clase media radicalizada "fidelista" que había luchado contra Trujillo desde 1959, encabezada por Manuel Tavarez Justo (Manolo), y el Movimiento Popular Dominicano. (MPD) grupo izquierdista marxista que había operado en el país bajo el liderazgo de López Molina con anuencia del tirano durante el año de 1960, y ahora se le permitía actuar de nuevo.

Sin embargo, el oficial superior que desencadenó esa salida de los Trujillo, general Pedro Rodríguez Echavarría, se puso de acuerdo con Balaguer para retener el podre para beneficio mutuo, establecieron un Consejo de Estado bajo la presidencia del primero y pretendieron mantenerse en el poder a toda costa. Dos huelgas revolucionarias la reacción popular por el ametrallamiento de una multitud que exigía su renuncia, lograron evitar que éstos cumplieran sus designios, expulsando a ambos y designando al licenciado Rafáel F. Bonnelly como presidente de ese cuerpo colegiado de gobierno, que pasó a ser controlado en lo fundamental por la Unión Cívica Nacional.

Dicho gobierno, presidente por el gobierno norteamericano y los sectores más conservadores de Unión Cíovica y las Fuerzas Armadas, persiguió y expulsó a muchos exiliados recién llegados calificados de comunistas, y adoptó medidas que beneficiaron a la vieja burguesía y a Unión Cívica ya convertida en partido político, pero organizó una elecciones libres.

En dichas elecciones lo grupos IJ4 y MPD se abstuvieron de participar por considerar que a nada positivo conducían; la UCN postuló a Viriato Fiallo a la Presidencia de la República, y enarboló la lucha contra los remanentes del trujillato como principal bandera política; mientras el PRD encabezado por Juan Bosch lanzó la consigna de "borrón y cuenta nueva", al tiempo que planteó un programa de reivindicaciones políticas, económicas y sociales que le ganaron el favor popular y le aseguraron el triunfo electoral arrollador el 20 de diciembre de 1962.

El gobierno de Bosch y el PRD de 1963 duró apenas 7 meses. Su constitución democrática, el planteamiento de los derechos sociales de todo ciudadano y la práctica de una política liberal en una sociedad que sólo conocía la dictadura, resultaron intolerables para los grupos ultraconservadores civiles y militares quienes escenificaron un golpe de Estado el 25 de septiembre del 1963; y formación deun triunvirato civil bajo la presidencia del Dr. Emilio de los Santos.

Luego del golpe militar, mientras los principales líderes del PRD fueron perseguidos y expulsados del país, el movimiento 14 de junio organizó una guerra de guerrillas en varias montañas del país que fue aplastada por el gobierno y ultimados sus principales líderes luego de rendirse en diciembre de 1963, a consecuencia de lo cual renunció de los Santos siendo sustituído por el Dr. Donald Reid Cabral.

A partir de 1964 el PRD, bajo la dirección del Dr. José Francisco Peña Gómez retomó la ofensiva de la organización de la resistencia popular estableciendo también alianzas con grupos políticos y militares en torno a la consigna "retorno a la constitucionalidad sin elecciones" que habría de culminar con un intento de huelga general revolucionaria y finalmente con el golpe de Estado constitucionalista del 24 de abril de 1965.

Luego de ese golpe de Estado iniciado por militares constitucionalistas bajo la inspiración del exiliado coronel Rafael Fernández Domínguez, que provocó la renuncia del Triunvirato presidido por Donald Reid Cabral, los agregados militares norteamericanos presionaron a muchos jefes militares para rechazar el retorno de Bosch al poder y plantearon la instalación de una junta militar que supuestamente preparara nuevas elecciones.

Frente a la negativa de los constitucionalistas, se bombardeo el Palacio Nacional por aire y mar, así como los campamentos militares ocupados por los insurrectos, y más tarde se ordenó el avance de las fuerzas blindadas del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) dirigido por el general Elías Wessin, quien designó a su vez una junta militar de gobierno encabezada por el coronel Pedro Bartolomé Benoit.

La confusión y asilamiento de líderes civiles y militares democrático en embajadas extranjeras, que provocaron estos ataques masivos, junto a la frustración e ira popular ante el intento de detener el anhelado retorno al orden constitucional bajo el PRD, hicieron que las masas enardecidas se apoderaran de las calles y de las armas a su alcance para rechazar al enemigo común. En dos heróicas jornadas el pueblo en armas, bajo la dirección improvisada del coronel Francisco Alberto Caamaño, puso en retirada las tropas élites del CEFA.

Ante la inminente derrota de las derechas y de su aparato militar, el gobierno norteamericano de Johnson ordenó la intervención masiva de efectivos militares de ese país en la contienda; hasta poder contener las fuerzas populares. Luego hizo reestructurar la junta derechista bajo la presidencia del general Antonio Imbert, sobreviviente del atentado contra Trujillo, y trató de justificar su flagrante violación con el supuesto peligro comunista y creando una "Fuerza Interamericana de Paz" para dar cobertura internacional a dicha acción.

Presionados por las circunstancias y para acortar el período de intervención, los constitucionalistas aceptaron un gobierno provisional "neutral" encabezado por el excanciller Héctor García Godoy, que organizaría elecciones libres. Pero el terror desatado por las fuerzas ultraderechistas, la reclusión de Bosch en su refugio de la carretera Sánchez, la presencia de la "Fuerza Interamericana de Paz" y la ayuda decisiva norteamericana a la candidatura del trujillista Joaquín Balaguer y su Partido Reformista, permitieron el retorno de éste al gobierno en 1966.

Pocos meses después, aplastado el movimiento constitucionalista, se retiraron las tropas norteamericanas y Balaguer comenzó su largo y cruento gobierno que habría de extenderse hasta 1978, en el cual el repudio al caudillismo castrense hizo que predominara un nuevo tipo de caudillismo: el de los intelectuales de la pequeña burguesía ilustrada de los centros urbanos, del cual, desde posiciones políticas diferentes, Joaquín Balaguer y Juan Bosch han sido las figuras señeras.

El predominio político de Balaguer y de Bosch indicó el paso del caudillismo militarista de Trujillo al caudillismo de intelectuales de la pequeña burguesía urbana educada, que había fracasado antes con Estrella Ureña, pero que el extraordinario crecimiento de las ciudades y de la educación de las masas hacían posible.

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1966-1983 La cuarta República

El régimen balaguerista basó inicialmente su gestión de gobierno en el apoyo político, militar, técnico y financiero norteamericano, y de la oligarquía dominicana organizada en un multitudinario "Consejo Nacional de Desarrollo"; así como en un programa agresivo de obras públicas destinado a reactivar la economía y generar empleo a nivel nacional.

En el orden político, Balaguer constituyó un equilibrio basado en la represión sangrienta de los sectores populares revolucionarios o constitucionalistas, el exilio o la prohibición de usar la radio y la televisión de los dirigentes opositores más connotados o radicales, la complacencia política y económica de los mandos militares, a quienes a su vez mantenía divididos para asegurar su hegemonía; el uso de la vía electoral amañada para validar su mandato civil ante los militares y en el exterior, la sustracción de líderes de otros partidos y del PRD en especial, mediante ofertas de empleos y otros favores, la permisividad en la corrupción de funcionarios civiles y militares, y el uso sistemático de un aparato de propaganda en favor de su régimen.

Después de atravesar grandes dificultades y favorecido por el aumento de los precios de nuestros productos de exportación, el país esperimentó entre los años de 1970 y 1975 un crecimiento económico que favoreció el comercio y una industria de bienes de consumo con materia prima extranjera, amparada en las exoneraciones a costa de una mayor dependencia y endeudamiento externo. Crecimiento que se detuvo debido al encarecimiento del petróleo, la baja de los precios del azúcar en el mercado mundial y los déficits en nuestra balanza de pagos.

Para combatir el balaguerismo, algunas organizaciones de izquierda acudieron a acciones desesperadas que fueron tomadas de pretexto por el régimen para agudizar la represión. El propio coronel Caamaño desembarcó en febrero del 1973 con un puñado de hombres para iniciar un proceso revolucionario a través de la guerra de guerrillas en la Cordillera Central, pero fue capturado y fusilado en la montaña. Dos años después, otro grupo dirigido por su primo y compañero sobreviviente Claudio Caamaño también fracasó, aunque éste salió con vida nuevamente.

En esas condiciones, el PRD se mantuvo como la única opción viable para desplazar del poder al balaguerismo y constituyó en 1973 con otros partidos a su alrededor el Bloque de la Dignidad Nacional, el cual finalmente se deshizo en medio de una creciente crisis interna del PRD que determinó la salida de su presidente Juan Bosch para crear el Partido de la Liberación Dominicana. Poco después se reconstituyó parte de esa alianza en el llamado "Acuerdo de Santiago", que postuló en 1974 para la presidencia a Antonio Guzmán, con Elías Wessin y Wessin como vicepresidente y el apoyo del PRD, el Partido Quisqueyano Democráta (PQD) el Movimiento Popular Dominicano (MPD), el Movimiento de Integración Democrática Antirrelecionista (MIDA), y otras organizaciones. Pero a la postre esa alianza determinó su abstención electoral debido a las críticas del ex-presidente Bosch a la participación electoral.

Durante el período de 1974-78 la situación económica comenzó a deteriorarse nuevamente y la corrupción administrativa del gobierno se mostraba como mayor crudeza, afectando ya claramente a la burguesía comercial e industrial por el incremento del contrabando y la competencia desleal que suponían las empresas de los personeros del régimen. El ascenso de los demócratas con Carter al gobierno norteamericano y su política exterior basada en los derechos humanos, contribuyó a reducir notablemente la represión en esa etapa, lo que permitió al PRD organizarse mejor a nivel nacional e incorporar nuevos cuadros y sectores sociales a dicho partido.

El PRD por su parte, bajo el nuevo liderazgo del Dr. José Francisco Peña Gómez, inició la tarea de democratizar su estructura interna, definió en 1976 como su objetivo estratégico fundamental la Revolución Democrática Nacional, se vinculó a la Internacional Socialista y adoptó la decisión de participar en los comicios nacionales del 1978, asumiendo todos los riesgos que ello suponía.

Todos estos factores y la creciente pugna entre grupos que había fomentado el propio Balaguer, obligaron a dicho gobernante a rodear los comicios del 1978 de un mínimo de garantías para la oposición, aún cuando agotó todos los recursos del poder para obtener una nueva reelección.

En las elecciones del 16 de mayo del 1978 el pueblo dominicano votó mayoritariamente por el PRD y contra el continuísmo antidemocrático de Joaquín Balaguer, pero conforme la noche avanzaba se dejaron de intormar los nuevos resultados que llegaban a la Junta Central Electoral hasta que estos fueron suspendidos de un todo y se intentó desconocer las elecciones o alterar sus resultados con el apoyo de las Fuerzas Armadas.

En esas circunstancias, la opinión pública internacional y todas las fuerzas vivas de la nación manifestaron su repudio al intento de vulnerar el libre ejercicio de la voluntad populara expresada en las urnas. Los gobiernos democráticos afiliados a la Internacional Socialista como los de Alemania, Australia, Venezuela, Jamaica y Costa Rica jugaron un papel de primer orden en ese difícil período de nuestra historia contemporánea.

Finalmente, comprendiendo Balaguer que arrancarle el triunfo completamente al PRD hubiese significado una nueva guerra civil y entregar el gobierno al control militar, maniobró para inducir a la Junta Central Electoral a emitir un absurdo "fallo histórico", que le otorgó la presidencia al candidato perredeísta don Antonio Guzmán Fernández, pero quitádole al PRD el control del senado que le pertenecía y a través de éste el del Poder Judicial y el de la propia Juanta Central Electoral que son elegidos por el senado.

El PRD fue conminado a aceptar ese poder recortado a través de los mandos militares de entonces y otros medios de poder político y Antonio Guzmán tomó posesión como presidente de la República Dominicana el 16 de agosto de 1978.

Desde esa fecha, el PRD y don Antonio Guzmán se dedicaron a democratizar el país luego de romper el andamiaje político-militar del balaguerismo. A ese efecto el gobierno perredeísta se ha caracterizado por la plena vigencia de las libertades públicas, el respeto a los derechos individuales, la independencia de los distintos poderes del Estado y la profesionalización de los institutos armados.

Durante el período 1978-1982 el país alcanzó un notable incremento en la producción agropecuaría, la erradicación de la fiebre porcina africana e iniciado la repoblación de esa especie en el país, así como avances notables en la pesca y en la lucha contra la especulación a través del Instituto de Estabilización de Precios (INESPRE). Así mismo se nacionalizó la mina de oro que explotaba la Rosario Mining Company en Pueblo Viejo y se aumentaron notablemente los repartos de tierras entre campesinos pobres. Pero el gobierno no fue capaz de contrarrestar los efectos negativos sobre la economía del aumento desaforado en los costos del petróleo y otros productos y servicios que se pagan en el exterior, ni la baja en aquellos de nuestras principales exportaciones. También hubo casos de corrupción administrativa.

En mayo de 1982, luego de propiciar una campaña interna para elegir sus candidatos democráticamente, el PRD derrotó nuevamente, esta vez con Salvador Jorge Blanco a la cabeza, a los viejos caudillos intelectuales Balaguer y Bosch, ambos con un largo ejercicio de vida pública. En esa ocasión el PRD retuvo el control en ambas cámaras legislativas, abriendo el camino para una nueva administración del PRD, ahora con todas las posibilidades institucionales de realizar una tarea positiva, no sólo en el orden político, sino para avanzar hacía la democracia económica y social.

La solidez de la joven democracia dominicana quedó demostrada cuando por el suicidio cometido por el presidente Guzmán el 4 de julio del 1982, el orden constitucional se mantuvo incólume, siendo sustituido por el vice-presidente Jacabo Magluta hasta el 16 de agosto cuando asumió al poder el presidente electo Salvador Jorge Blanco.

El nuevo período presidencial perredeísta se ha caracterizado durante su primer año de ejercicio por respeto irrestricto a los derechos humanos, la moralización de la gestión pública y la realización de esfuerzos denodados por reavitalizar la economía dominicana en todos los órdenes.

El país, que ha avanzado extraordinariamente en los últimos cinco años en su proceso de institucionalización democrática, debe en el curso de los próximos, avanzar firmemente en el proceso de su revolución democrática nacional, para poder alcanzar en un futuro no lejano una sociedad socialista democrátiva, en la cual la igualdad de oportunidades, la garantía de un trabajo remunerado, el pago de acuerdo al interés social de la labor, la protección social de los impedidos y el respeto a las libertades democráticas, traigan la justicia, la paz y el bienestar a todos los dominicanos.

 

 

Autor:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

"A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"

edu.red

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2014.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR SIEMPRE"

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