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Marxismo: La ridícula ignoracia prepotente

Enviado por walther Gahn


Partes: 1, 2

  1. Contexto en que es escrito el Capital. Apuntes sobre la dialéctica histórica
  2. Apuntes sobre la dialéctica materialista
  3. Libertad burguesa, escuela y los valores de la sociedad
  4. La escuela como sinónimo de libertad objetiva
  5. ¿Ha caducado el marxismo?
  6. El marxismo visto como equivalente de pobreza y caridad. La propiedad privada y las marcas
  7. ¿Contradicción entre trabajo y marxismo?
  8. La Alienación
  9. ¿El comunismo es utopía?
  10. Marxismo para faloperos, borrachos y otros enfermos
  11. El invento burgués de la patria. El marxismo visto como ideas de otros
  12. El materialismo de Marx
  13. La dictadura democrática del proletariado
  14. El marxismo no es supresión del individuo
  15. El marxismo idiologizante. ¡Marxista eres muy subjetivo!
  16. Marxismo: ¿Mujeres para todos?
  17. Conclusión

Desprovista de argumentos la ridícula ignorancia prepotente se bate a duelo frente las exclamaciones originales. Incapaz de hacer frente a quienes si lo hacen, se enreda en interpretaciones sui generis falaces. Muestran la hilacha intelectual por doquier, acusando sin saber e interpretando sin conocer. No acepta la rebeldía y pretende morir en el barro mediocre que le han impuesto. Creen saberlo todo, llegando sin reflexión alguna a conclusiones infundadas. La prepotencia ridícula con que encaran las polémicas termina siempre en el insulto personal, sin capacidad para disuadir la teoría se aferran al dirigido sentido común. No logran comprender razonamiento alguno, atados a una estructura arcaica que no les permite la apertura mental, se cierran ante la primera sospecha de cambiar su credo.

La ridícula ignorancia no reconoce al erudito, y encierra al conocimiento en experiencias subjetivas, carentes todas ellas de abstracción. El análisis de hechos sociales, políticos, ideológicos y culturales es limitado por una atmósfera oscura y trivial que los hace sentir cómodos y creer estar en el carril correcto. Temen salir de él.

Son cómplices silenciosos de las cadenas que lo sujetan y degradan a quienes quieren quitárselas. Su ridícula posición traspasa el límite de la estupidez. Son huésped de su propia existencia, y no pretender ser otra cosa. Son lo que Brertolt Brecht despreciaba y el propio Granci odiaba.

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Contexto en que es escrito el Capital. Apuntes sobre la dialéctica histórica

Grandes acontecimientos construyen la realidad sociopolítica del siglo XIX. La segunda revolución industrial que se expande por toda Europa en los albores de 1850, la era del imperialismo como fase superior del capitalismo (véase Imperialismo fase superior del capitalismo de Vladimir Lenin), la influencia del siglo de las luces, las ideas de la revolución burguesa en la Francia de Luis XVI, en 1789, donde no solo es guillotinado el rey junto con la realeza, sino que también el primero de los nuestros. (Véase el Tribuno del Pueblo de la editorial RYR). El ímpetu con que avanzó el liberalismo por el viejo continente desde 1820, pasando por el 1830 y culminando con los estallidos de 1848 (fecha que se escribe el Manifiesto Comunista, el 21 de febrero de ese año, a pedido de la Liga de los Justos, que posteriormente se llamará Liga de los comunistas), la unificación alemana e italiana, la consolidación de los Estados Nacionales que permitió el afianzamiento de la burguesía como clase y del sistema liberal de producción como sistema económico mundial.

Una época de profundos cambios, cambios estructurales que permitió el surgimiento de una ideología que hará temblar sus bases.

En este contexto nace Karl Enrick Marx (el 5 de mayo de 1818) en Treveris, Prusia Renana, actual Alemania. Marx es hijo de todos estos conflictos sociales y políticos, es hijo de la ilustración.

De origen judío, se convierte al ateísmo. Se doctora en filosofía e historia, aunque en sus orígenes quiso ser poeta (véase el Prusiano Rojo: la vida y la leyenda de Karl Marx). Es alumno de Hegel (al igual que Friedrich Nietzsche) del cual recibe el modelo en el cual se basará su dialéctica materialista (influenciado por la dialéctica idealista). Pero como todo buen alumno, criticó y puso en duda las enseñanzas de su maestro. Pronto al palpar las ideas materialistas, se acerca a ellas (seducido por los postulados de Ludwig Andreas Feuerbach) y las transforma haciendo de la filosofía un saber práctico. "No se trata de interpretar el mundo sino de cambiarlo"…había que hacerlo desde sus cimientos (véase Tesis sobre Feuerbach). Contemplamos aquí el nacimiento de la dialéctica materialista.

Apuntes sobre la dialéctica materialista

La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases. A lo largo de la historia existió la división de la sociedad en clases sociales (aunque en los orígenes no existía dicha división, véase el Origen de la propiedad, de la familia y el Estado de Friedrich Engels). En otras palabras, existieron quienes detentaron el poder privado de los medios de producción y fructificaron de él, es decir existieron (y existen) explotadores y explotados, opresores y oprimidos. Un puñado de parásitos que vivieron (y viven) a costa del trabajo ajeno de la inmensa mayoría.

En este entramado dialéctico cada clase representa una tesis, su opuesto una antitésis, y el sistema superador de esas contradicciones la síntesis. Así cada época histórica, cada etapa representó un avance, un progreso en correlación al modo de producción anterior. La Edad Media fue superadora de la esclavista, pero representó un modelo reaccionario comparado con la Edad Moderna. Visto de esta manera el sistema burgués capitalista es progresista en comparación con el sistema feudal. Ningún otro sistema anterior a él, ha desarrollado una técnica productiva tan potente, ninguna clase como la burguesía, ha sido tan audaz, aventurera y revolucionaria (también ha sido la más déspota, saqueadora y criminal a lo largo de la historia).

El modo de producción capitalista permite hoy que en cuestión de segundos se produzcan toneladas y toneladas de alimento diarias, con la capacidad de abastecer a 12 millones de personas (sin embargo el hambre se cobra en el mundo 25 mil víctimas). Esta producción a gran escala puede acabar la lucha contra la desnutrición y el hambre (y sin embargo no lo hace); ha contribuido al progreso científico como ningún otro sistema, ha encontrado curas a enfermedades que en el pasado significaban una sentencia a muerte, ni hablar de los avances en tecnología. En síntesis este sistema representa una evolución elocuente si comparamos con los demás sistemas que ha experimentado y sufrido la historia humana. Digo lo ha sufrido, porque es también este sistema, el causante de las mayores tragedias, masacres, baños de sangre, atrocidades, hambrunas y escándalos éticos.

Frente a todo este aparente progreso tenemos a más de la mitad de la población mundial viviendo con menos de un dólar diario, la pobreza y la indigencia, la desnutrición, barrios marginales o villas miserias, el flagelo de la droga, son moneda corriente y están a la orden del día, las guerras (cuya existencia hace al capitalismo, véase un mundo maravilloso de Pablo Rieznik) que no tienden a acabar, por el contrario representan una amenaza latente. La desigual distribución de la riqueza, y la explotación de los países ricos hacia los países pobres constituyen un rasgo distintivo del sistema burgués.

Retomemos entonces nuestra idea, sin dejarnos llevar por estas monstruosidades del burgués, el capitalismo representa evolución. En esto consiste y constituye el proceso dialéctico, las contradicciones que cada estructura engendraba iban siendo superadas por una síntesis que prevalecía y conquistaba nuevos caminos hacia el progreso de la raza humana.

En la interpretación marxista de la historia estas contradicciones serán leves recuerdos del pasado, puesto que la llegada del comunismo representaría el eslabón superior de la evolución social. Un sistema que no poseería contradicciones, pues no existirían clases contrapuestas, de hecho no existirían clases sociales, ellas serían abolidas.

¿Cómo se llegaría a ese sistema ideal? Marx habla de la propiedad privada de los medios de producción, es decir las fábricas, las tierras, aquello que permite que un hombre esclavice u oprima a otro hombre, que utilice esta propiedad para vivir a costa del trabajo ajeno.

Todos los conflictos en la historia de la humanidad se dieron porque una clase domina y controla los medios de producción de forma privada. Es decir la existencia de la propiedad privada de los medios de producción es el garante para la existencia de la división de la sociedad en clases sociales. Nótese que Marx habla de los medios de producción, no de lo que el obrero adquirió como fruto de su trabajo, ya sea este un automóvil, una casa, su vestimenta, etc. Marx habla de aquella propiedad que sirve de instrumento para esclavizar o usufructuar beneficios de ella.

La llegada del comunismo significará el fin de la explotación del hombre por el hombre, las personas dejarán de ser simples mercancías que se pueden comprar o alquilar en el mercado (eso equivale, entre otras cosas a que no existirá la prostitución) y pasarán a poseer el valor ético que como hombres se le es adquirido.

El establecimiento dialéctico del socialismo científico traerá consigo la abolición total de la propiedad privada y el establecimiento de la colectivización de los medios de producción y consumo (véase el consultor político de Cesar de la Vega). Traerá el fin de las miserias inútiles a las que el capitalismo nos tiene acostumbrado y nos crea la sensación de naturalidad. Será pasar del reino de la necesidad al reino de la abundancia, pues el comunismo es riqueza, (no solo material, sino que también espiritual y cultural) bienestar y confort, no solo para unos pocos sino que para todos.

En el sentido político se acabará con la existencia del Estado como instrumento de dominación de una clase sobre otra, servirá este, (en manos de la clase obrera) en una primera instancia, para establecer las nuevas relaciones de producción basadas en el socialismo…(donde no existirá la propiedad privada de los medios de producción y se procederá a la colectivización de los mismos ) "de cada cual según sus capacidades y a cada cual según su trabajo" (véase el Estado y la revolución de Vladimir Lenin). Este período de coerción conocido como "dictadura del proletariado" (véase Crítica al programa de Giotha de Karl Marx) durará el tiempo que se demande para paliar y acabar con la resistencia retrógrada de la reacción. Una vez establecidas las nuevas relaciones sociales, eliminadas las contradicciones de clases, eliminadas las clases mismas, el Estado ya no tendrá razón de ser. La clase obrera en el poder, la inmensa mayoría, al haber eliminado la propiedad privada de los medios de producción poseerá iguales intereses, lo cual la libre conciencia de clase los guiará hacia la instauración del comunismo.

Es necesario aclarar que esta dictadura (o dictadura democrática como lo llama Lenin en "Democracia socialista") es transitoria, y que debería durar el tiempo que dure la resistencia de la burguesía. Este hecho, la instauración del proletariado en el poder fue tema de intensos debates y conflictos entre anarquistas y comunistas, (véase Estatismo y Anarquía de Mijail Alexandrovich Bakunin)

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Libertad burguesa, escuela y los valores de la sociedad

Se habla con frecuencia de la libertad y de la falta de libertad dentro del sistema socialista. Se habla con desmano, con demasiada soltura y muy a la ligera sobre temas que creemos saber pero que en la realidad carecemos de tales conocimientos.

Muchas veces pregunto ¿Si poseemos realmente libertad? ¿Si gozamos de ella? Para contestar a ello, demos unas vueltas por el mundo capitalista y observemos cual es la libertad que posee un obrero común, ese de barrio vio.

Si hojeamos las páginas de las revistas como "Caras" o "Pronto", entre otras por el estilo (viendo como niños ricos son tapas de estas publicaciones, haciendo lo mismo que otros niños pobres, pero estos son del anonimato) podemos fantasear con la idea de tener todo lo que ellos (los burgueses) tienen, desear todo lo que ellos poseen, pero, aunque nadie nos impida, deberemos conformarnos con tan solo eso, fantasear tener, desear poseer. ¿Pero, por qué solo debemos conformarnos con eso? ¿No vivimos acaso en un sistema que se enarbolo bajo el lema de la libertad, la igualdad y la fraternidad haya por 1789? Claro, faltó decir que ese lema era solo para una clase, usted lector recuerda, la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases. Los derechos conquistados y arrebatados al sistema feudal solo beneficiaron a la clase que se reveló a dicho sistema, una vez más, la burguesía. En efecto, la única clase que puede disfrutar (a menos, lo que le permita el capital) es la burguesía. Un buen burgués puede darse el lujo (y digo lujo porque solo algunos pueden tener las posibilidades de elegir, cuando que si habláramos en términos colectivos, los beneficios de la técnica desarrollada por el capitalismo serían usufructo común de toda la población, principalmente de quien trabaja para generarla, es decir la clase obrera) de comprar, vuelvo a reiterar, si su capital se lo permite, el último coche que ha salido en las propagandas televisivas, podrá si su capital se lo permite, alternar sus paseo de ocio con la compra de la última moto japonesa lanzada al mercado (china no, eso es para los obreros que simulan tener iguales productos), y no cualquier moto, sino la de mayor cilindrada. Otra vez si su capital se lo permite podrá elegir el destino de sus vacaciones, donde seguramente tienen una casa quinta para vacacionar o es socio de algún club privado. Podrá darse el lujo (a esta altura no hace falta explicar porque es un lujo) de comer el plato que le apetece y rechazar otros, (y algunos no tienen para comer) gastar fortunas en vestimenta, que fácilmente podría equivaler el doble o triple del salario de un obrero común (estos, los obreros deben limitarse a comprar imitaciones en las ferias provenientes, en el caso argentino, de los talleres clandestinos de "La Salada").

Los obreros también pueden hacer todo esto si se lo proponen (ya hablaremos de esto más adelante) nadie se lo impide, excepto el capital. La clase que genera el valor de las cosas (todo valor es tiempo de trabajo humano, véase el Capital de Karl Mar), la que alquila su fuerza de trabajo por 8 horas diarias como mínimo, esa clase es la que menos capital posee. Puesto que su capacidad laboral esta puesta en el mercado como una mercancía más, los obreros deben contentarse con pedir trabajo como una limosna, quebrantar su salud con horas extras si quieren llegar económicamente más aliviados a fin de mes, perder horas de vida junto a su familia, amigos o de ocio personal, generando plusvalor.

Si alcanzó a duras penas llegar a unos ahorros, podrá comprarse un auto usado o uno que no le demande mucho mantenimiento. Si sus ahorros no le permitieron llegar a alcanzar el valor de un auto (ni siquiera usado) deberá contentarse con una moto, eso sí, de pequeña cilindrada y cuya procedencia será china (para los obreros queda siempre lo trucho vera). Se resignará ir de vacaciones a la costa de algún balneario cercano o a un fin de semana en alguna plaza pública de su ciudad. Si su acotado bolsillo le brinda ocasión podrá aspirar como mucho a un buen asado, y no precisamente del mejor corte, querrá seguramente comprase y comprar a los suyos ropa de la mejor calidad, pero su capital no lo permitirá, deberá complacerse comprando imitaciones baratas de las grandes marcas monopólicas de la industria indumentaria.

¿Pero si arriesga puede ganar? ¡Invierte!… si salen bien las cosas podrás luego darte esos lujos. Es verdad existe la pequeña posibilidad, si salen bien las cosas de que aquel obrero que invierte puede ganar, aquel que se esfuerza llega a destino, dicen. Estos dichos tan comunes caen ante su propia lógica, primero los obreros carecen de la posibilidad adquisitiva para aventurarse a un ahorro (al menos en gran escala), en segundo término, el sistema burgués está sustentado por la lógica de la competencia, y en una competencia lo lógico es que exista un ganador y muchos perdedores, en otras palabras no todos los que arriesgan ganan, no todos pueden ganar (las posibilidades se presentan como una cuestión de suerte, a eso se limita el posible progreso de las clases oprimidas). Y por último, si hacemos el ejercicio mental en abstracto, si todos nos esforzamos y por ende, según la teoría, todos llegamos, ¿Quién trabajará para que unos pocos se enriquezcan? (véase Comunismo y Anarquismo de Evguen Preobrazhenski)

La democracia burguesa otorga como baluarte la libertad, en el sentido más amplio del término, solo a la clase capitalista. La libertad que posee la clase obrera es ilusoria, en palabras de Lenin se asemeja más o menos a la libertad en las antiguas repúblicas de Grecia y Roma, esto es, libertad para los esclavistas. Remetimos nuevamente con Lenin, la democracia es el régimen de gobierno donde cada 4 o 6 años el pueblo elije a quien lo oprimirá.

¿Pero acaso la experiencia de la Unión Soviética, la dictadura del partido único, el estalinismo ¿No fue un régimen totalitario, cerrado, donde la menor disidencia se pagaba con la muerte? Si, absolutamente de acuerdo, el estalinismo fue eso, el estalinismo, pero no el marxismo. La teoría del socialismo en un solo país y la nomenclatura burocrática dieron como resultado el hundimiento y caída de aquella gloriosa revolución que había llevado por primera vez a la clase proletaria al poder.

El estalinismo fue una degeneración de la doctrina marxista (véase "La revolución traicionada" de León Trotsky), pero pese a ello presentó una imagen, distorsionada si, de lo que pudiera ser el mundo bajo un régimen de propiedad colectiva. Basta con recordar que el primer satélite y hambre lanzados al especio fueron soviéticos, el primer teléfono fue inventado por ingenieros de aquel país, el hijo de cualquier trabajador podía recibir educación en las mejores universidades (no existía el analfabetismo), la vida humana no dependía de la caridad y la limosna, puesto que la salud era un derecho adquirido y podría valerse de ello en cualquier hospital público sin pagar ni una sola moneda. No existían personas comiendo de la basura o durmiendo bajo un puente (no existían los indigentes ni existía la desnutrición), el Estado garantizaba la vivienda y la alimentación diaria. Todo esto sí, a un alto precio que el pueblo debió soportar frente a la paranoia del "hombre de acero"; por eso decimos que el estalinismo fue una degeneración de la teoría marxista. Aun así los avances producidos y los derechos conquistados por el "octubre rojo", en un poco más de medio siglo (desde 1917 hasta 1991) barrieron como una escoria a las miserias y penurias que durante 500 años el capitalismo no ha podido acabar (ni lo hará, y ni pretende hacerlo)

La escuela como sinónimo de libertad objetiva

La libertad burguesa acaba en una hipocresía. La escuela es la más contundente prueba de ello. Durante cinco días a la semana, de diez meses, durante trece años (con suerte), se impone un modo de conocer la realidad que se estructura en un currículo. Esta imposición es la previa selección de los valores que la clase dominante debe reproducir. Jamás en la escuela se escuchará por parte de ningún docente (que no quiera perder su puesto de trabajo o ser regañado por sus superiores) hablar hipótesis o ideas contrarias o que afecten la alta moral patria. Jamás se estudiará los puntos negativos de los supuestos próceres, (próceres de la clase social dominante) no se sabrá si San Martín fue o no agente inglés o napoleónico, si la bandera fue creada por los ideales borbónicos de Belgrano, y se seguirá repitiendo sin razonamiento alguno que su origen fue tomado por los colores del firmamento, no se educará dando a conocer la mirada pro nazi de Sarmiento, no se dirá de este que fue un asesino de nativos y gauchos (a quienes, por cuyos escritos se sabe, detestaba), se dirá que el 20 de noviembre es el día de la soberanía, pero no se dirá que en ese combate se perdió frente al imperialismo anglo-francés (digamos que nuestra soberanía mucho sentido no tiene), se repudiará la conquista de América, pero no se dirá nada de la complicidad de la Iglesia Católica, (y la complicidad de esta con las dictaduras) se preparará los actos del 25 de mayo como fiesta patria, pero no se comentará que esta supuesta revolución la hizo solo el uno por ciento de la población de Buenos Aires (es decir que no la hicieron las demás provincias del Virreinato), que el Cabildo Abierto solo fue una coerción e imposición de la clase burguesa criolla a los demás vecinos, y que quienes tenían el control del poder por aquellas horas eran los cuerpos de militares recién conformados, como el cuerpo de Patricios, que no fue popular, ni democrática, y que para llegar a ella se debió hacer correr mucha sangre. Desde formación ética se enseñara con desdén que la propiedad es sagrada, pero el alumno jamás conocerá las ideas de Prohudon, o Marx o Bakunin, o Kroposki, entre otros, ideas que caracterizan a la misma como un robo, se enseñará a respetarla aun a costa del hambre, se enseñará modales y el formalismo que describe al intento burgués de generar la paz social (la que se entiende por ellos, como el silencio de los explotados), se les enseñará a vestirse como ellos, a peinarse y a hablar, a escuchar su música y hacer desear sus gustos (muchos de los cuales serán solo eso, simples deseos).

La educación es el agente fundamental de reproducción. Entonces se deduce que el sistema escolar forma en las personas un proceso de adoctrinamiento que es la base de la reproducción cultural y social. Los que no obtienen esta formación son exceptuados y marginados (esto se ve incluso con más notoriedad por medio de la cultura del abanderado), el sistema impone una cultura, lo que implica que el dominado renuncie a su propia cultura, que se someta a un conjunto de reglas, valores y creencias ajenos a su propia clase social. La escuela enseña una cultura, la de la clase dominante; la que tenderá a reproducirse a través de la acción pedagógica. Esta violencia simbólica termina con la fábula de la supuesta objetividad en la escuela, y muestra a claras el adoctrinamiento que comete el docente (muchas veces inconscientemente) por medio de sus clases y la elección de determinados contenidos académicos.

Esta reproducción tiende a lograr la permanencia del sistema socio-económico, es decir mantener las desigualdades, y por ende la explotación. . La escuela, por lo tanto, tiene la misión de inculcar, transmitir y conservar la cultura dominante, al imponer un paradigma cultural; reproducir la estructura social y sus relaciones de clase; y por último, esconder su falta de libertad al enmarcar su ideología de acuerdo al régimen imperante. Por lo tanto, la escuela nos enseña a obedecer, a ser leales con el sistema, al legitimar los hábitos, prácticas, valores y un conjunto de normas catalogadas de válidas. Debe procurar incorporar el capital cultural al estudiante, que es el que tiene que ver con todo aquello que el régimen quiere que interne en sí mismo. . Concordamos entonces que las libertades que el sistema ofrece no son más que una ilusión. La que se acrecienta ya que el dominado, al haber sido adoctrinado ve el mundo con los ojos del opresor, se comporta como tal y arrastra sus cadenas defendiendo su propia explotación.

Eso es la libertad que ofrece el capitalismo, libertad para unos pocos e ilusión de ella para la gran mayoría.

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¿Ha caducado el marxismo?

La explotación obrera, la miseria, el hambre, las guerras, las injusticias sociales y económicas fue lo que dio origen al marxismo. Esas contradicciones del sistema no han sido superadas, ni se las superará jamás, porque el propio sistema las engendra, las genera, necesita que tales situaciones se mantengan, es inherente a su naturaleza. El ejército de reserva como lo llama Marx es la gran masa de desocupados que la burguesía necesita para regular el precio del salario. Sin la apropiación de los recursos naturales (en zonas estratégicas geopolíticamente hablando) por medio de la coerción, sin el saqueo imperialista, sin los ajustes financieros o los períodos de liberalización económicas (donde se entrega la economía a los grandes grupos económicos) el sistema burgués no se regeneraría.

Si estas contradicciones son y serán del capitalismo, ¿Por qué razón se dice que el marxismo ha caducado? El marxismo en la actualidad posee total vigencia, es la crítica más férrea, más dura, la mirada más elocuente sobre la alienación del hombre bajo las garras del capital.

Es común afirmar que el marxismo pasó de moda, que se probó y no funcionó. Pero, lo cierto es que el capitalismo sí es una teoría superada que se ha probado hasta el cansancio y no funciona, mientras que el marxismo nunca se ha aplicado como se formuló, ya que hasta los mejores revolucionarios tuvieron serias dificultades para aplicarlo. Para empezar a hablar, el comunismo como tal nunca existió, pues nunca existió un país acéfalo, una sociedad gobernada por la libre conciencia colectiva.

El capitalismo ha sabido regenerarse, implementó desde la crisis del 30 políticas keynesianas, donde el Estado intentaba ser el árbitro en la economía, regulando la anarquía de la producción capitalista. En otro léxico, el capitalismo deja a la fatalidad del mercado el bienestar de la sociedad, mientras que el socialismo se efectúa una planificación completa de la producción y distribución de la riqueza. Mientras en el capitalismo la mano invisible del mercado, (profesada por Adams Smith en "La Riqueza de las naciones"), la oferta y la demanda provocan el hambre y la miseria en el mundo, el socialismo entiende que es necesario producir lo que la sociedad necesite y distribuir de acuerdo a las necesidades de cada cual. Además, los rasgos de marxismo que se han logrado aplicar en los países nominalmente comunistas, han otorgado ciertas garantías de salud, educación, vivienda y alimentación para toda la población, como en el caso de Cuba, pese al bloqueo económico que sufre, por lo que se muestra cuánto potencial posee el socialismo si se llega a aplicar acertadamente. Esto no es un dato menor, ya que en el caso de Cuba erradicar el analfabetismo (siendo el único país de toda América en lograrlo), la desnutrición y garantizar la salud y la vivienda, lo logró en solo 50 años de revolución, y el capitalismo con 500 años de historia solo ha logrado profundizar las desigualdades y perpetuar las miserias.

Otro problema ha sido que los socialismos reales han tendido a conformar dictaduras de partidos únicos, tergiversando la dictadura del proletariado propuesta por Marx (véase Crítica al Programa de Gotha) en vez de democracias que manifiesten la igualdad de intereses, esto ha ocurrido por el arduo escenario que presenta la idea de constituir Estados socialistas en un mundo capitalista, (donde la resistencia proviene, en gran medida de lo externo) además de que estas sociedades no han alcanzado la suficiente madurez social para ejercer una democracia plena, esto es una democracia proletaria, pero como ya hemos aludido, la situación no es disímil en los países capitalistas, donde las supuestas democracias no son otra cosa que dictaduras de la burguesía, dictaduras del capital.

El marxismo no ha caducado, porque es una teoría que intenta explicar el devenir histórico, considerando en última instancia al factor económico como el determinante. Muchas teorías buscan una visión total, pero pocas de ellas logran explicar los fenómenos en su desarrollo histórico (podemos exceptuar el idealismo de Hegel) y mucho menos comprendiendo que lo económico, es decir, el modo en que se reproduce la vida, prescribe en última instancia nuestras relaciones sociales y la producción cultural correspondiente.

En síntesis, el marxismo es la más radical de las teorías, en el sentido etimológico de ir a la raíz de los problemas, por eso se diferencia de las otras teorías que son reformistas, mientras que el marxismo es revolucionario, por lo que no podrá ser superado, y prevalecerá mientras no logren extralimitarse las condiciones históricas de injusticia y desigualdad que lo vieron surgir.

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El marxismo visto como equivalente de pobreza y caridad. La propiedad privada y las marcas

Se reproduce la idea falsa que entiende al marxismo como un equivalente de pobreza y caridad. Esta deformación de la teoría y tergiversación ayuda a la crítica ignorante a recriminar el consumo de aquel que se dice ser marxista acusándolo de no serlo. Se cae en la idea de que un marxista o una persona con tendencias de izquierda no pueden vivir en una casa lujosa, no puede por ende comprarse ropa de calidad, comer y beber bien, no puede salir de vacaciones, tener un automóvil o una moto buena. Ser de izquierda para esta injustificada mirada se asemeja más al cristianismo primitivo, el ascetismo que renunciaba a todo lo mundano para consagrar la vida al mesías de origen Judío. O se vincula con la propia interpretación que hace la iglesia católica del placer por medio de sus "pecados capitales".

La idea de que un consumo elevado va acompañado de conservadurismo político es propia del sentido común. Ese sentido común superficial y pre-científico puede definirse como "pobrismo" y tiene más de católico tercermundista (no al catolicismo conservador ultra reaccionario que ostenta el oro y oculta la sangre, a este no nos referimos) que dé socialista. Si fuera cierta la proposición inversa, cuanto más pobre más revolucionario, en Haití habría doce octubres por año.El consumo y el placer son penados por la doctrina de la iglesia medieval, de hecho, la gula, una forma de consumo, es uno de los pecados capitales. El consumo del tiempo personal para el ocio propio (la pereza) también es reprochado. El voto de castidad y el de pobreza coronan esta apología de la miseria.La izquierda tiene su propia versión de la "opción por los pobres", (y esta no es justamente querer perpetuar a todos en la miseria, sino todo lo contrario). Esta mirada exterioriza al supuesto "militante consecuente", adoptando las pautas de consumo de los pobres, si es posible, vivir con los pobres. De allí se identifica el comunismo con la escasez y todo consumo por encima del nivel de pobreza como "burgués"… ¡Ah! Muy zurdito pero ahora tenés auto…. La conclusión lógica es obvia: el militante de izquierda, el socialista, ha venido al mundo para transigir y soportar una vida de privaciones.Esta filiación de consumo con capitalismo y de pobreza con comunismo, no solo resulta en un escaso auxilio a la divulgación revolucionaria, sino una incomprensión absoluta tendiente a lograr nuevas relaciones sociales. Implica desconocer por completo la teoría de Marx.

Desde la ética marxista se ve al ascetismo como una posición extremista, irrazonable e innecesaria, fruto de representaciones equivocadas sobre las vías que conducen al ideal moral, vías que parecieran más que favorecer perjudicar el intento de generar conciencia . El ascetismo puede ser definido como un género de vida caracterizada por una sobriedad extrema en cuanto a la satisfacción de las necesidades. A menudo se cree que el marxismo es equivalente a cierto ascetismo, en la medida en que rechaza al capitalismo, pero esto es una confusión, ya que el marxismo no prohíbe en ningún modo privarse de los placeres, de limitarse a poseer bienes, es falas creer que el marxista debe vivir en medio de la pobreza, aislarse del mundo y rechazar todo lo que este tiene para ofrecerle (siempre y cuando este pueda acceder a esos bienes). Ni Marx, ni Lenin, ni Trotsky propusieron una vida de carencias, al contrario, ellos profesaron y lucharon para el fin de las mismas. El comunismo no priva al hombre del fruto de su trabajo, de lo que si lo priva es de utilizar a otros hombres por medio del usufructuó de su fuerza de trabajo, para obtener beneficios económicos.

Otro error común es suponer que un marxista coherente con su ideología es aquel que dona todos sus bienes, que distribuye el fruto de su trabajo, que ni siquiera come su propia comida para que los humildes puedan hacerlo. Si bien es cierto que el comunismo se basa en una conciencia colectiva donde el hombre será libre de todo egoísmo, Marx jamás dijo que los comunistas deben vivir como tales bajo relaciones sociales adversas. Son las nuevas relaciones sociales, donde no habrá propiedad privada de los medios de producción, y donde todo lo que se produce será adquirido por todos como un derecho por participar en la producción social, son estas relaciones las que darán la posibilidad no de que individuos aislados repartan lo que el esfuerzo de su trabajo les permitió adquirir, sino que un Estado, será, como ente garantizador de la equidad social quien distribuya estos bienes. El capitalismo es un sistema global y su superación socialista requiere de acciones mundiales, por lo que las acciones individuales influyen poco o nada en su alteración e innovación.

Se instituye la representación también equivocada, de que un marxista no puede o no debe comprar determinadas marcas por ser trasnacionales. Pero los marxistas no luchan solo contra la propiedad trasnacional, luchan en general contra la propiedad privada de los medios de producción, lo que implica y significaría bajo esta lógica errónea, que el "buen marxista" no debería comprar nada, pues todas las marcas (por más que estas sean nacionales o poco conocidas) utilizan la fuerza de trabajo de miles de obreros (muchos de ellos en condiciones inhumanas de sobreexplotación) para poder colocar sus productos en el mercado. Esta ridícula interpretación de la teoría socialista hace caer de incoherente hasta el propio Marx que bebía en los bares de Inglaterra por aquellos años, o al propio Engels que poseía acciones en una empresa textil en Manchester, es decir ante la ridiculez del ignorante no se salva nadie.

Que unos cuantos no le compren a empresas trasnacionales o regalen sus bienes (y muriéndose de hambre después, ya que el Estado burgués no les garantizará vivienda, comida, educación y salud) no afecta en lo más mínimo, salvo que todos los hombres del mundo lo hicieran, pero si se lograra tal nivel de conciencia ¿No sería mejor aplicarlo en una revolución, más que en acciones simbólicas?

En otras palabras, el marxista no tiene que aislarse del mundo como lo harían cierto tipo de hippies, sino vivir dentro del sistema y buscar la concienciación de la sociedad para impulsar cambios estructurales. De nada sirve dejar de comprar en tal lugar, dejar de usar tal tipo de ropa, dejar de consumir ciertos productos, son actitudes y acciones individuales que nada o muy poco tienen que ver con el marxismo, que no son indispensables en la construcción del socialismo.

Por el contrario, creer que se está cambiando al mundo con acciones individuales, significa caer en cierto individualismo, es decir, es caer en la lógica del capitalismo y así es imposible superarlo.

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¿Contradicción entre trabajo y marxismo?

Algunas cuestiones sobre los patrones.

El célebre y conocido sentido común (que no es más que el pensamiento de unos pocos que inducen a la gran mayoría a pensar de ese modo) exalta y enarbola (entre otras cosas absurdas como el patriotismo) la cultura del trabajo. Esta cultura está arraigada en la mentalidad de las sociedades occidentales (y sobretodo capitalistas). En ella se insta a que las personas trabajen sin descanso alguno, que solo así se podrá salir adelante, que el trabajo dignifica a las personas, que este es la llave para abrir el cofre del progreso material y espiritual (ya que sin dinero no se puede obtener una buena educación profesional, para uno o para los hijos). Concordamos con que el trabajo permite dignificar a la persona, (véase La Conquista del Pan de Pior Kroposki) lo hace sentir útil y esta utilidad es servicial para con la comunidad en que vive; eso sí, esta manera de entender el trabajo solo concuerda bajo un sistema colectivista, pues el trabajo bajo el capitalismo significa explotación de la fuerza de trabajo, significa horas enteras, días enteros, años enteros, una vida entera para beneficiar a quienes alquilan la fuerza de trabajo, es decir los que viven sin trabajar pero viven mejor que ellos, esto son los patrones.

En el sistema capitalista cuanto más trabajas, por medio de horas extras, (es decir, sin tener horas para el ocio personal, para compartir con amigos, con los hijos, con la familia, etc) más dinero ganará el patrón, pues más producción generarás. Si no trabajas en una fábrica o comercio y eres empleada doméstica, más limpia tendrán sus casas (mientras que la tuya, no solo se cae a pedazos sino que a las disparadas tendrás que hacerte un tiempito para poder limpiarla un fin de semana, (justo que era tu descanso) ese fin de semana que tenías libre para poder ver que hicieron tus chicos en el cole, o que pensabas llevártelos a dar unas vueltas por la plaza o simplemente compartir unas horas con ellos o con tus amigos (a eso si, los patrones, esos que solo mandan y ven como trabajan los demás, ya lo hicieron durante toda la semana, vieron como sus hijos fueron a la escuela porque ellos mismos los acompañaron llevándoles en sus coches de última moda, mientras que tu debiste saludarlos antes de salir de la casa para venirte a trabajar con tu bici de segunda o tercera mano).

El trabajo en el régimen capitalista no es más que la esclavitud asalariada (véase El derecho a la pereza de Paul Lafarge o Contra la Cultura del Trabajo de Eduardo Sartelli). Todos los días de nuestra vida, debemos levantarnos antes que salga el sol, viajar unos kilómetros, trabajar unas ocho horas son suerte, salir sin poder ver el sol, nuevamente viajar para llegar a destino, cocinar, comer y dormir, hasta que otra vez esa máquina inventada para sincronizar el factor tiempo nos despierta de acotado descanso…y nuevamente en la rueda, como ratón de laboratorio entregamos nuestras voluntades para cumplir con eso que la sociedad burguesa demanda: trabajar y seguir trabajando (para que se enriquezcan unos pocos).

En la actualidad la técnica desarrollada por el capitalismo genera las condiciones para poder acabar con los flagelos del hambre y la miseria generalizada.

Bajo el régimen comunista la producción de alimentos y la producción en general (en forma colectiva) permitiría que todas las personas de todas las sociedades del mundo vivieran trabajando lo necesario para el consumo planificado de la sociedad, con hacer trabajar a los vagos que no trabajan pero que viven mejor que los trabajadores, es decir los patrones (y acabando con la ridícula división entre el trabajo manual y el trabajo intelectual)

La Alienación

Marx al retomar en concepto de Hegel, alegando que la "alienación" se produce cuando el producto del trabajo emerge como ajeno al trabajador, el cual se convierte de esta manera en mercancía, es decir, en estricta y simple "fuerza de trabajo"; es un fenómeno, que sólo ocurre en una sociedad que se encuentre dividida y estructurada en clases. Cuando Pierre-Joseph Proudhon manifestaba que la propiedad es un robo (en su libro "¿Qué es la propiedad?") expresaba de alguna manera, la idea de la alienación y la propiedad privada, pues hacer al hombre un mecanismo para la obtención de un fin, y este fin convertirlo en el usufructúo de otro hombre, es coartar su libertad, su potencial creador, es expropiar de su propia fuerza de trabajo su propia elaboración, y es también un saqueo social, ya que todo trabajo requiere la colaboración de todos los integrantes de una comunidad determinada, o al menos de dos personas; es al fin y al cabo una usurpación a la historia de la humanidad, ya que el burgués amparándose en un derecho creado, retiene en sus manos miles de años de desarrollo tecnológico y científico, acumula el saber engendrado en millones de horas de pensamiento a lo largo de los siglos, gracias a lo que él denomina capital.

Producir es la actividad esencial de los humanos, lo que los distingue de otras especies animales. De ahí que el trabajo sea la noción primordial para concebir al ser humano. El trabajo, como actividad fructuosa libre, es la actividad en la que el ser humano enuncia y expresa su humanidad, su verdadera naturaleza. Todo lo procedente de esta forma -un zapato, un cuadro, una vivienda- es la condición existencial de la vida humana convertida en un objeto físico y, por tanto externo al propio ser. En la sociedad industrial, el trabajador no controla el producto de su trabajo. El producto en el que se objetiva su trabajo no le pertenece, convirtiéndose así en algo extraño, ajeno al trabajador: deviene como propiedad de "otro".

¿En qué radica entonces la enajenación del trabajo? Inicialmente en que el trabajo es ajeno al trabajador, es decir, no atañe a su ser; no se siente feliz, sino desgraciado; no despliega un libre arrojo físico y espiritual, sino que aflige su cuerpo, trunca su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo, fuera de sí. Está en lo suyo cuando no es explotado y cuando es explotado no está en lo suyo. Su explotación no es voluntaria, sino forzada, una explotación forzada por las necesidades.

Partes: 1, 2
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