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Vida y Obra del general en Jefe Manuel Carlos Piar y Gómez, El Libertador de Guayana (página 8)

Enviado por León Morales


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La misma damisela que en los años cincuenta entregó a los esbirros de la Seguridad Nacional, nada más y nada menos que a los mártires adecos Leonardo Ruiz Pineda, Alberto Carnevalli y Antonio Pinto Salinas.

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Simbología Masónica

Ella es familia del vagabundo Atahualpa Montes, quién llegó a ocupar importantes cargos en la DIGEPOL, hoy DISIP. Y quien en los años cincuenta llegó a ser Sargento Técnico de 2ª del Ejército en el Servicio de Transmisiones de las Fuerzas Armadas Nacionales.

Convirtiéndose después, en un conocido y temido esbirro, torturador, perseguidor implacable y asesino de los dirigentes revolucionarios que tomaron las armas por la liberación nacional y la implementación del socialismo en esta Venezuela herida en el corazón, como a bien dijera en una ocasión el generalísimo Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez, el precursor de la independencia americana .

En eso irrumpe el profesor Aguinagalde y le dice al maestro Sánchez lo siguiente:

Caramba maestro Sánchez, resulta que su hijo León Manuel Morales es un gran amigo de un ilustre francmasón guayanés, hermano nuestro por supuesto, llamado Carlos Ventura Viamonte Odremán quien a su vez es cuñado de Piar Sosa.

Figúrese que por allá por el pueblo de Tarmas va mucho una hija de él llamada

Milagros Viamonte Sosa de Ramírez.

¿Qué ironías de la vida, maestro?

Pero el maestro Santiago Francisco Sánchez Aranguren manifestó continuar con la historia, vida y tragedia del General Manuel Carlos Piar Gómez

Juvenal, doña Carlota Piar murió a una longeva edad y fue sepultada en el cementerio de los ingleses en La Guaira, cerca de la tumba de su esposo Robert Syers y la del maestro Juan Aranaga.

Pero ese cementerio ha tenido mala suerte, ya que en el terremoto del año 1.900, a tan sacro santo lugar se le cayeron algunas paredes y a causa de las lluvias que se suscitaron entre los años 1.948 y 1.953, en donde se fue parte del mismo.

Y mis temores es que ahora haya desaparecido totalmente".

Amigo Juvenal, cuando en un país se asesinan a sus mejores hijos, así será el destino

del mismo. Figúrate que en el nefasto día 16 de Octubre de 1.817, fusilan al casi imbatible General Manuel Carlos Piar en Angostura.

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Coronel Manuel Cedeño Hernández Verdugo del general en Jefe Manuel Piar

Siendo su cadáver enterrado en fosa común por un negro esclavizado que se condolió al ver el cuerpo sin vida del Libertador de Guayana, quién tomando entre sus brazos con reverencia su inerte cuerpo, lo llevó a un cementerio llamado El Cardonal que casualmente lleva el nombre del lugar donde nació en este puerto.

Pero lo más curioso de todo esto fue que el general de división Manuel Cedeño Hernández quien lo hace prisionero en Maturín nació en el Hato "Mata de Herrera" en 1.780, el cual era propiedad del oligarca mantuano don Juan Manuel de Herrera.

Justamente, el General Manuel Cedeño nació en el sitio del Cardonal, junto al Río "Los Aceites", cerca del pueblo de Chaguaramas, llanos del Guárico. Siendo hijo de Manuel Antonio Cedeño y de Juana Hernández.

¿Qué coincidencias del destino?

"La madre de los héroes: Venezuela"

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El Libertador Simón Bolívar

Sobre este extraño fusilamiento del Libertador de Guayana, el historiador y francmasón venezolano don Eduardo Blanco, descendiente y familiar directo del General en Jefe Manuel Carlos Piar por la rama de los Xeréz y Aristigüieta y los Blanco, en su obra eterna, "Venezuela Heroica", dijo lo siguiente:

"… Piar fue culpable. La historia no lo ha absuelto aún y acaso no lo absuelva nunca; Pero ya en nuestros días, sus graves faltas no amancillan sus glorias, éstas son timbre de la Patria, y con orgullo se ostentarán en nuestro escudo mientras no desaparezca roída por la indiferencia de mezquinas generaciones nuestra gran epopeya…". "… El 16 de octubre de 1.817, al par que día de luto y de pesar para todos los corazones que todavía veneran la memoria de nuestros ínclitos libertadores, lo fue también de inconvertible justicia…". "…Frescos aún en la frente del héroe los gloriosos laureles de "San Félix", rindió Piar la vida en el cadalso, con la misma intrepidez que le distinguió siempre…". "…Su trágica muerte, a la que corrió desatentado, puede decirse que fue casi un suicidio…". "… Sobre su tumba, entre los mil laureles que la cubren, no cabe sino la palabra: Infortunio…".

Realmente, después de la liberación de Guayana del poderío imperial español por parte del General Manuel Carlos Piar, la situación se tornó difícil en la conducción de la guerra misma y los sucesos posteriores así nos los indican.

Podemos observar con mucho detenimiento, que todos los jefes militares envueltos y enredados en estos problemas venían del mismo linaje. Mejor dicho, todos eran familias, unos con más nobleza e hidalguía que otros, pero todos provenían de esa misma nobleza con orígenes muy oscuros.

Verdaderamente, que la guerra misma esta en jaque, ya que en el seno de las familias más pudientes del país se estaban debatiendo en su interior una verdadera lucha de castas.

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Fusilamiento del General Manuel Piar El 16 de octubre de 1.817

Esta situación cambió el curso de la historia de Venezuela, ya que con la guerra desatada por el Comandante José Tomás Boves de la Iglesia, se había pasado claramente de la lucha de castas a la lucha de clases. Y justamente en esos momentos regresábamos a la lucha de castas.

Sobre esa nefasta muerte del General Manuel Piar fue muy notorio cuando unas semanas antes de su fusilamiento, el Libertador Simón Bolívar les escribió a su primo tercero, el sacerdote y Coronel José Félix Blanco estas letras:

"… San Félix, 12 de Junio de 1.817. Coronel José Félix Blanco. Querido amigo: Recibí a su tiempo el oficio de Vmd. del 6, en Cupapuy, que he visto con el mayor sentimiento, porque le sobre a Vmd. justicia para quejarse de veras; Pero amigo, también a mi me debe sobrar la prudencia para sobrellevar los negocios del gobierno, siguiendo el giro de las circunstancias. El General Piar vino aquí. Ya antes había dado órdenes para que no le obedeciesen a Vmd. los subalternos de las Misiones, habiéndome oficiado que la autoridad de Vmd. ya era innecesaria, y que, por lo tanto, había ordenado a los jueces de las Misiones para que se entendiesen con Vmd… esta monstruosidad yo la conozco, pues, el General Piar no ha podido revocar mis órdenes ni alterar el sistema ya establecido. Pero en estas circunstancias en que estamos esperando de un momento a otro al enemigo, es prudencia sufrirlo todo para que no se nos disloque nuestra miserable máquina. El empeño de Piar era que no quedase usted más del Comandante General, porque viviendo él en las Misiones, y estando Vmd. de jefe de ellas, quedaba indirectamente dependiente de Vmd. y estando en choque abierto con Vmd. le parecía un estado comparable a la muerte. Para cortar yo este inconveniente y evitar otros muchos, le propuse espontáneamente que quedase Vmd. Bajo sus órdenes como antes lo estaba, para que no fuese necesario quitarle a Vmd. el mando de las Misiones, que, en mi opinión, sería uno de los más grandes perjuicios que podríamos sufrir en la época presente. Querido amigo, yo le pido a usted, por favor, que sufra y calle, como lo hacemos todos, por el bien de la patria, que, en bien o en mal, muy pronto ha de variar nuestra situación de un modo muy sensible. Yo creo que no se pasará este mes sin que la faz de nuestros negocios haya recibido una alteración extraordinaria, sea salvándonos, sea perdiéndonos; y entre tanto, trabaje Vmd. como siempre, con la actividad, celo y patriotismo que necesitamos para librarnos de nuestros crueles enemigos. No altere usted en nada las instrucciones que ha recibido para el servicio del ejército, sólo sí dirigiéndose a Piar, para que él conozca que Vmd. se somete voluntariamente; y haga Vmd. este nuevo sacrificio por su país, pero no nos olvide Vmd. ni nos deje de escribir todo lo que sea necesario…".

Caramba, Aguinagalde, así sería de tal la magnitud el problema que existía entre el General Manuel Piar y el coronel José Félix Blanco cuando ambos eran primos hermanos de

sangre, por la rama de los Xeréz y Aristigüieta?

Pero dos días después, el Libertador Simón Bolívar le escribió al General Manuel Carlos Piar Gómez lo siguiente:

"… De oficio he escrito al padre Blanco antes que marchase usted de Caroní para que se entienda con usted sobre Las Misiones. Anzoátegui me dijo que usted había convenido en entenderse con el padre Blanco, y yo, en ésta virtud, le escribí para que lo hiciese con usted. Si esto no es así, avísemelo usted para yo tomar la providencia que me parezca conveniente. A mí me han asegurado que usted se ha quejado de esta providencia lo que me ha extrañado infinito, pues solo la he dado por complacer a usted. Espero que usted me responda a esto con franqueza, para yo saber lo cierto y tomar mis medidas en consecuencia. Adiós, querido General, mande usted a su afectísimo amigo…".

La situación seguía agravándose y el 17 de junio de 1.817, el Libertador Simón Bolívar vuelve a escribirle al Coronel José Félix Blanco, con estas palabras:

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Coronel José Félix Blanco

"… Mí querido amigo: He recibido los oficios de usted que me instruyen de estado de desarreglo en que se hallan Las Misiones, por el choque de autoridades, y por la oposición de las órdenes entre sí. Este mal, aunque es muy sensible, se debe tolerar cuanto pueda ser, por evitar todo disgusto y mayores perjuicios. Yo confío en el talento y en la prudencia de usted para que procure sobrellevar este asunto con toda la paciencia que sea dable, pues el bien de la patria así lo exige, y nosotros nos hallamos en una situación muy difícil y no poco peligrosa; por cuya razón, me parece que es necesario sufrir, y llevar nuestros asuntos adelante hasta salir de los enemigos externos. Después podemos arreglarlo todo, y si no lo pudiéramos hacer, por circunstancias, tendremos paciencia y nos someteremos al imperio de la necesidad. Sí, a pesar de todo lo que llevo a usted, no podemos conseguir nada, y los males empeoran en lugar de mejorarse, le aconsejo a usted, como amigo, se separe usted de su comisión, y la deje usted a disposición de quien la quiera tomar, pues tener quebraderos de cabeza sin utilidad alguna, es necedad que no debe cometer un hombre de juicio. Esto es cuanto puedo decir a usted por ahora, instándole de nuevo para que no me deje de escribir con frecuencia, siendo de usted como soy su afectísimo amigo…".

Nuevamente, el Libertador Simón Bolívar le vuelve a escribir al Coronel José Félix Blanco el 19 de Junio de 1.817, expresándole estas palabras:

"… Querido amigo: Al fin he resuelto que Vmd. se venga para evitarle nuevos compromisos con el General Piar, de los cuales no pueden resultar beneficios sino muchos perjuicios a la patria. Yo creo que Vmd. debe venirse inmediatamente no sea que se aumenten los males y tenga Vmd. nuevos disgustos. El General Piar me dice que ya no podrá ser amigo de Vmd., y que cree inútil su autoridad intermedia. Con esto ya Vmd. ve que no debemos esperar más, y por el contrario debemos evitar todo rompimiento. Repito a Vmd. que se venga, y aquí veremos lo que convenga hacer para destinarlo a Vmd… honrosamente. No soy más largo porque estoy sumamente ocupado, pero siempre soy su afectísimo amigo…".

Ante la decisión tomada, el Libertador Simón Bolívar le escribió al General Manuel Piar, declarándole lo siguiente:

"… San Félix, 19 de Junio de 1.817. Al Señor General Manuel Piar. Mi querido General: Acabo de recibir la apreciable carta de usted, del 16, y en consecuencia de ella, oficio ahora mismo y escribo en particular al comisionado de Las Misiones llamándolo, pues he resuelto eximirlo del encargo que tenía de órdenes de usted y mías. Con esto queda transigido todo compromiso con el padre Blanco, servidor útil en cualquier otro puesto; y esto lo hago por complacer a usted hasta en una equivocación suya, que la padece cuando me dice que ya Blanco no podrá ser su amigo. Mayor es la equivocación creyendo que él está animado de prevención contra usted. Yo conozco al padre Blanco, lo que no usted: es que éste suele ser inflexible hasta conmigo en las reglas. En cuanto al General Arismendi también está usted equivocado, y no lo extraño, porque este ha estado hasta ahora a alguna distancia para el examen de sus procederes. Aquellas mulas a que se refiere, y por qué le hace usted cargos, que pasaron al Pueblito como las que mandó el General Sedeño y como otras y otros animales, no han sido robadas. ¡Por Dios, General! ¿Y qué dirán entonces nuestros enemigos calumniadores? ¿No sabe usted que con las mulas, ganados y otros valores se han buscado en las colonias y se ha proporcionado aquí mismo elementos de guerra que no teníamos y subsistencias y abrigo para los cuerpos? (Nota: Por ejemplo, aunque fue en fecha posterior, la imprenta para imprimir el Correo del Orinoco, se negoció por 2.200 pesos, pero como solo contaban para la operación con 1.525 pesos, se entregaron 25 mulas guayanesas para completar el valor). General, prefiero un combate con los españoles a estos disgustos entre los patriotas. Usted sí que está prevenido contra sus compañeros, que debe saber que son sus amigos, y de quien no debe separarse para el mejor servicio de la causa. Lo contrario es servir a la de la opresión. Sí, sí nos dividimos, si nos anarquizamos, si nos destrozamos mutuamente, aclararemos las filas republicanas, haremos fuerte a la de los godos, triunfará España y con razón nos titularán vagabundos. No insista usted en separarse de su puesto. Si usted estuviera a la cabeza, yo no lo abandonaría, como no abandonaré al que lo esté mañana, sea quien sea, con tal que tenga legitimidad y lo necesite la patria. La patria lo necesita a usted, hoy como lo que es, y mañana habrá de necesitarlo como lo que por sus servicios llegare a ser. No dude de mi sinceridad. Avíseme qué otra medida conviene dictar en el gobierno de Las Misiones de acuerdo con usted. Soy su amigo de corazón. Bolívar. Adición: El padre Blanco es amigo de usted. Se lo aseguro porque lo sé…". Bueno Juvenal, hay algo que no podemos perder de vista y fue cuando el Libertador

Simón Bolívar le concedió pasaporte al General Manuel Carlos Piar Gómez bajo estos términos:

"… Pasaporte. Simón Bolívar, jefe supremo de la República de Venezuela, Capitán

General de sus ejércitos y de los de Nueva Granada, etc., etc., concedo libre y seguro pasaporte al Excmo. General en Jefe Manuel Piar, para que pase al lugar que tenga a bien, en el territorio de la República o para el extranjero, y que en el buque que le acomode pueda trasladarse a las colonias extranjeras: por tanto, ordeno y mando a las autoridades sujetas a la República y a las neutrales y amigas ruego y encargo, le presten los auxilios que necesite, quedando nosotros obligados a hacerlo con los de su nación. Dado, firmado de mi mano, sellado con el provisional de la República, refrendado por Secretario de la Guerra, en el Cuartel General de San Miguel, a 30 de Junio de 1.817. Bolívar…".

Juvenal, yo recuerdo que el negrito Nicanor León Mayora en el año 1.946, en el pueblo Tarmas me sacó un viejo papel y con buena lectura me leyó las propias palabras dichas por el General Manuel Cedeño Hernández cuando hizo preso al General Manuel Piar por órdenes expresas del Libertador Simón Bolívar, recuerdo que sus palabras fueron estas:

"… El 25, a las ocho de la noche — le dice — llegué a esta ciudad (Maturín), donde el General Rojas y el Teniente Coronel Sánchez me informaron encontrarse el General Piar en Aragua de Maturín con 100 infantes… El 27, a las cuatro de la mañana, entré a Aragua, y sin detenerme en nada me dirigí a la casa donde se hallaba el General Piar; luego empezamos a hablar evitando todo escándalo, pero nada de mis persuasiones bastaron para evitar que él se decidiera abiertamente a morir antes de venir conmigo, y para ello ordenó al Comandante Carmona, que mandaba su piquete de fusileros, se aprestase para batirse y se pusiese a su cabeza. Yo entonces me dirigí a los fusileros y les hice ver que éramos hermanos, que defendíamos unas mismas banderas, y que, por consiguiente, no tenían que hacer un tiro; que confiasen que yo sólo iba a conciliarlos, a unir a los jefes, y que por esta razón trataba de llevar al General Piar a Maturín.

Todas estas razones, y Carmona, que se puso a la cabeza y los persuadió que no debían hacer contra mí armas, hicieron que los fusileros no hiciesen movimiento alguno; a pesar de todo esto, el obstinado hizo algunas tentativas al frente de la tropa, por lo que me fue preciso valerme de la fuerza y llevarlo como un reo, a montarlo a caballo…".

edu.redRealmente la situación era delicada, ya que el General de Brigada Manuel Cedeño Hernández logró descargarle un sablazo al Teniente Coronel José María Aguilera quien era el comandante de la infantería del General en Jefe Manuel Piar; de igual manera fue reducido el oficial Gabino Palacios, hijo de las tierras guariqueñas.

Claro está, eso fue cuando el Teniente Coronel

Francisco Carmona Lara con experiencia en los combates de El

Salado en Cumaná, Urica y en Maturín, y siempre al lado del

General en Jefe Manuel Carlos Piar y Gómez, atraído

malévolamente por el Teniente Coronel Francisco Sánchez,

asumiendo una actitud traicionera le ordena a sus

escuadrones de caballería: ¡Flanco Derecho!

General de Brigada Manuel Cedeño El Espíritu Silente de la Traición

El General en Jefe Simón Bolívar notando actos de sedición en el oriente venezolano dirigidos por el General Santiago Mariño Carry, decidió en lo inmediato ordenarle al General José Francisco Bermúdez que avanzase hacia el pueblo de San Judas Tadeo de Maturín y después se encargase del mando en la provincia de Nueva Andalucía de Cumaná, diciéndole lo siguiente: "… en donde acabará de conjurar los elementos de sedición y de guerra civil, obras como Ud. sabe del General Piar…".

Y más luego el Libertador Simón Bolívar refiriéndose al General Manuel Piar le expresó estas palabras:

"…Desde que éste llego a ésta, fue sometido a la autoridad competente y se abrió su causa que sentenciará el consejo de guerra, conforme a las leyes vigentes. Piar debió haberse sometido, sin seguir armado, cuando vio de bulto que el país, ni el ejército seguían el crimen. Habría, tal vez ameritado el perdón pacifico del gobierno; la seguiría el General Mariño, y quedando así la sedición acaso hubiera caído un velo sobre todo…".

"…Mi deseo particular, privado, es ahora que el consejo pueda conciliar el rigor de la ley y el crédito del gobierno con los merecimientos del reo. Escogeré para el consejo de guerra, de entre los oficiales Generales con las cualidades que quiere la ley, aquéllos que yo sepa que no tienen motivos de resentimiento con Piar. Brión, su paisano y su más intimo amigo, será el presidente y en los demás vocales se encontrarán criaturas de aquél…".

"…Ojalá que si el consejo aplica la pena mayor, me abra camino claro para la conmutación…".

Ante esta situación, el General Manuel Piar logra comprender el cometido del General Manuel Cedeño Hernández y es cuando decide internarse en los montes hasta que al fin es vilmente capturado.

Decían los antiguos pobladores de Aragua de Maturín que desde ese momento nació la "Leyenda del Caballo del General Manuel Piar" y que se recogió de esta manera:"

La comandante guerrillera Emperatriz Guzmán "Chepa" quién combatiera en el Frente Guerrillero "Américo Silva" en las montañas del oriente venezolano, en los momentos de tertulias oyó decir del viejo Comandante Francisco Jiménez "Ruperto" una historia que tiene que ver con la leyenda antes mencionada.

Ya que ella, Ruperto y Américo Silva eran nativos de dicho pueblo y su compañero sentimental el Comandante Pedro Veliz Acuña "Ringo" es nativo de Caicara de Maturín.

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El Comandante Ruperto fue un campesino que venía

de las filas de Acción Democrática (AD), después se fue con

la división que se dio con el Movimiento de Izquierda

Revolucionaria (MIR) combatiendo en las montañas del

oriente en el viejo Frente Guerrillero "Antonio José de Sucre"

bajo las órdenes de los comandantes Carlos Bentancourt,

Julio Escalona, Gabriel Puerta Aponte y Américo Silva "El Flaco".

En uno de esos momentos de descanso, como todo

campesino, al fin le comenzó a contar en el campamento la historia

que tiene que ver con la captura del General Manuel Piar por

parte del General Manuel Cedeño en Aragua de Maturín.

Comandante Carlos Bentancourt "Gerónimo

Emperatriz dirigiéndose al Comandante Ruperto le preguntó:

Puedes contarnos viejo Ruperto: ¿Cómo es esa vaina que cuentan en nuestro pueblo sobre la leyenda del caballo del General Piar?

Y el viejo Ruperto, campechano al fin, con su fusil entre sus piernas y su gorra colocada casi hasta los ojos, le contó esta historia:

"…Chepa, en las tierras y montañas de Aragua de Maturín, nuestra tierra chica; siempre han contado nuestros pobladores que un día llegó por estas tierras el General Manuel Cedeño con órdenes del Libertador Simón Bolívar de atrapar al siempre invicto General Manuel Piar…".

"…En verdad, bajo engaño lo apresaron aquí; ellos no le pararon bolas a su condición de libertador de estas tierras, ni les importó un coño e madre que había liberado a Guayana del yugo colonial español, nada de eso vale…".

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Emperatriz Guzmán "Chepa"

"…En las montañas que circundan nuestras tierras de Aragua de Maturín, el General Piar salió con su caballo moro encabritado, huyendo de sus perseguidores; hasta que lograron detenerlo y amarrarlo como si fuera un preso común, no le respetaron su condición de prócer de la independencia; ya que así son los carajos de la clase dominante, nunca aceptan que un tipo adquiera conciencia de clase y se rebele en su contra…".

Y Chepa algo intrigada con cierta sonrisa irónica le preguntó al viejo Ruperto lo siguiente:

¿Y qué pasó con el caballo del General Piar, viejo Ruperto?

Y el viejo Ruperto como siempre metía alguna cova para entretener a los combatientes y guerrilleros que conformaban las columnas del Frente "Antonio José de Sucre", le contestó:

"…Chepa, deja la jodedera, se te ve en la cara. Mira, lo que te estoy contando es verdad, vale. El caballo salió disparado por las sabanas y montañas de Aragua de Maturín, porque ese animal significa "Libertad". La gente decía que sus ojos eran rojos y relampagueantes y que el pelo se le puso como amarillo…".

"…Parece que el caballo sabía que al General Piar lo iban a joder en Ciudad Bolívar, que antes se llamaba Angostura. La vaina se puso sería fue cuando en esa ciudad a orillas del Río Orinoco lo fusilan…".

Pero Chepa con sus inquietudes le vuelve a preguntar a Ruperto:

¿Qué pasó con el caballo de Piar, viejo?

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El caballo negro del general Manuel Piar

Y el viejo siguiendo con sus relatos le dijo:

"…Chepa, en el momento en que cayó en el suelo el cuerpo inerte del General Manuel Piar se apareció un caballo relinchando muy fuerte, parándose sobre los dos pies de atrás y lanzaba un quejido aterrador. Eso era lo que decían quienes estuvieron allí viendo la ejecución…".

El caballo corría despavorido entre las selvas de Guayana, dando a conocer la muerte de su Libertador. Quienes le conocían decían: ¡Si ese es el caballo del General Piar!

¿Qué habrá pasado en Angostura hoy?

"….Desde ese momento en tierras de Ciudad Bolívar aparece el ánima del General Piar cabalgando sobre su potro moro. Quienes lo han visto alegan que se oyen ruidos extraños y los golpes de tambores que lo llevaron hasta el último suplicio…".

"…Otros alegan, de que el caballo relincha con fuerza y con suspiros fúnebres en espera de que su amo sea vengado, apareciendo de manera fugaz la figura bizarra y luminosa del héroe de Chirica, General Manuel Piar…".

"…Chepa, para que lo sepas bien; la captura del General Piar en nuestra tierra nos sirvió como elemento de reencarnación; si mija, es la verdad, la purita verdad…".

Y Chepa algo extrañada por lo dicho por el viejo Ruperto, le hizo la siguiente pregunta:

¿Qué vaina es esa de la reencarnación, viejo?

¿Qué guebonada estás diciendo viejo?

¿En esas mariquerías no creemos los marxistas leninistas?

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General en Jefe Santiago Mariño Carry

Responsable de la desgracia del general en jefe Manuel Piar

Y el viejo Ruperto con su sabiduría popular, ducho en la vida espiritual y religiosa de su propio pueblo, le dijo a Chepa lo siguiente:

"…Chepa, lo del caballo es verdad, era un aviso; fíjate la cantidad de gente que ha dado nuestro pueblo en todas las luchas y guerras que se han registrado en nuestro país".

"Esa vaina era el aviso de que venía un gran combatiente quién tenía que suplir a ese héroe de la libertad venezolana; y desde esta tierra cabalgó en ese caballo nuestro bien amado jefe el Comandante Américo Silva, quién también cayó en tierras de Guayana, por lo mismo que hoy continuamos luchando…".

"…Fíjate bien Chepa, como son las vainas; que en la iglesia de Aragua de Maturín cuando están dando las misas, entran de pronto friolentas ráfagas de aires, que de hecho siembran el temor en la feligresía allí presente, Chepa…".

"…Y lo más extraño es que han visto la figura transportada del General Piar cruzar por las calles de Aragua de Maturín a todo galope por los aires sobre su caballo que ahora es negro…".

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Comandante Francisco Jiménez "Ruperto"

"…Hay otras personas de nuestro pueblo que dicen han visto el caballo negro del General Manuel Piar sin su jinete, al son de sus cascos expidiendo fuego por sus ojos en las noches frías y cálidas de Aragua de Maturín, pasando como sombra furtiva en busca de su bien amado jinete sin poder encontrarlo nunca jamás…".

"…Chepa, ese caballo se escapó en Angostura y nunca más lo volvieron a ver, desde

esos tiempos hasta el presente, las almas del amo y su caballo andan en pena por nuestro pueblo de Aragua de Maturín…".

"…Esto nos indica, que después de caer nuestro hermano Américo Silva, aún esperamos por otro jefe que en verdad lidere como debe ser la revolución venezolana, que por ende tiene que ser socialista hasta alcanzar la sociedad comunista…".

Y Chepa aturdida por esa historia, le contestó al viejo Ruperto lo siguiente:

"…Carajo viejo, entonces la historia tiene sus verdades, yo creía que esa vaina eran puras mentiras tuyas y ya te iba a mamar el gallo, ja, ja, ja. Bueno, el caballo es la libertad de nuestro pueblo, aún anda andariego en pro de la justicia social y su jinete muy bien puede ser uno de nosotros…".

"…Que sabio es el pueblo con sus relatos, esa vaina no es leyenda ni mito, es historia pura y real, gracias viejo Ruperto con tus sabias enseñanzas andariegas, por habernos deleitado una vez más con tú sabiduría…".

Luego el General Manuel Cedeño Hernández le escribió al Libertador Simón Bolívar, la siguiente misiva: "…Le envío al primero y me quedo por el segundo y si viene al contingente debe caer en nuestras manos porque le he puesto muchos lazos…".

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Casa del general en jefe Manuel Carlos Miguel Piar y Gómez En la ciudad de Angostura, hoy Ciudad Bolívar

Al primero, se refería al General Manuel Carlos Piar Gómez, "El Libertador de Guayana", y al segundo, al General Santiago Mariño Carry, "El Libertador de Oriente".

¿Qué manera de hacer preso a un héroe de la guerra de la independencia?

Cónchale, vale, en un libro que escribió el Marqués de Montecarlo hace muchos años atrás sobre la vida y obra del General Manuel Carlos Piar; dándonos a conocer una carta que un familiar del Libertador Simón Bolívar le escribió a su hermana mayor, en este caso, a doña

María Antonia Bolívar y Palacios, en donde le decía esto:

"…María Antonia, tú sabe muy bien que no podemos estar de acuerdo con lo que Simón José Antonio de la Santísima Trinidad le hizo a Manuel Carlos, él sabía que era carne de su propia carne, sangre de su propia sangre…".

¿Cómo la ves Juvenal, eran familia o no?

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Simón y María Antonia Bolívar

En verdad allí estaba encerrado el fin de toda una tragedia familiar, donde el honor de una casta oligárquica estaba por encima de los sentimientos del amor mismo, esa fue la gran tragedia del General Manuel Carlos Piar Gómez, El Libertador de Guayana.

Juvenal, es que esas gentes carecían de honor y honestidad; ya que esos grandes carajos eran unos vulgares inmorales. Fíjate en esta historia contada por Juana Bolívar Palacios de Sojo, hermana del Libertador Simón Bolívar en la víspera de su propia muerte en 1.847, en Caracas.

He aquí su relato:

"Realmente, mi difunto padre don Juan Vicente Bolívar y Ponte quien fuera coronel de las milicias de Aragua, llegó a tener algunos galanteos misteriosos con extrañas damas de nuestra alta sociedad, como también con sus esclavas en sus posesiones y mayorazgos".

En una de esas correrías amorosas le nació un hijo bastardo que después de su muerte se presentó en la casa de nuestra familia en Caracas, llamado Agustín de Bolívar.

Lo cierto fue que en mi casa no se le reconoció como tal; recurriendo él al tribunal del gobernador con el fin de poder probar su filiación paternal con nuestro amadísimo padre, donde el presbítero y Dr. Domingo Briceño y don Juan J. de Barandica.

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Doña María de la Concepción Palacios y Blanco

Este último comandante del resguardo marítimo de Maracaibo, conjuntamente con otras personas se prestaron para poder mancillar el honor de nuestra familia y a su vez probar que don Agustín de Bolívar era hijo de nuestro abnegado padre, y de hecho nuestro medio hermano bastardo.

Pero lo curioso del caso fue que ese señor era hijo de una connotada señorita de la alta alcurnia caraqueña, a la cual se le ocultó su nombre e imagen.

Siendo lo grave de esto, que ese tal hermanastro mío fue reconocido y protegido por mi inmaculada tía doña Luisa Bolívar y Ponte y por su beatífico hijo, nuestro primo hermano el presbítero Juan Félix Xeréz Aristigüieta y Lovera Bolívar.

Lo que me hace pensar, que la madre de mi hermano Agustín tiene que ser pariente nuestra y muy cercana a la familia Xeréz y Aristigüieta, quienes vivieron de escándalo en escándalo; esta es la mismita verdad.

Ciertamente, que el presbítero Juan Félix Xeréz Aristigüieta y Lovera Bolívar, mi primo hermano era un alcahuete, ya que él presenció el matrimonio de mi difunta madre doña María de la Concepción Palacios Sojo y Blanco con mi difunto padre Juan Vicente Bolívar y Ponte, quienes se casaron en la casa del alcalde ordinario, o sea, en la casa de mi tío Feliciano Palacios Sojo y Blanco, en un 1º de Diciembre del año 1.783".

Aguinagalde, verdaderamente no debo alargar más esta narración, ya que lo que vino después en la vida del personaje que hoy mencionamos aquí, en este caso el General Manuel Carlos Piar, El Libertador de Guayana, ya es obra de ustedes".

Yo espero que ustedes disfruten estas palabras y pronto las den a conocer en Guayana y toda Venezuela, para desempolvar los misterios que rodearon la vida de este ilustre guaireño, desconocido aún en nuestros días por sus propios paisanos y lugareños en este litoral central.

Caramba Juvenal, ambos somos educadores de oficio y nuestro deber es enseñar e instruir a los niños en la primera escuela, para luego convertirlos en verdaderos ciudadanos.

Siempre debemos recordar que tenemos un apostolado que ejercer en función del ser humano, las cuales trazó magistralmente el maestro Luís Beltrán Prieto Figueroa en el Humanismo Democrático cuando se enfrentó al Dr. Arturo Uslar Pietri, fiel defensor del Humanismo Renacentista, negador del progreso y desarrollo de los pueblos por su soberanía y libre autodeterminación en 1.937.

Mira Juvenal, en una oportunidad el Libertador Simón Bolívar le escribió a su maestro Simón Rodríguez en Chuquisaca estas palabras: "¡Maestro! "… Usted formó mi corazón para la libertad…".

¿Y sobre los educadores de hoy que me dices, Juvenal?

¿A quienes estamos formando realmente, hoy día?

Aguinagalde, verdaderamente creo que los últimos grandes maestros de la instrucción

pública en Venezuela fueron Fermín Toro, Cecilio Acosta, Manuel Segundo Sánchez, Emilio Gimón Sterling, Juan Aranaga, Miguel Suniaga, Luís Espelosin, Sergio María Recagño, y por supuesto Luís Beltrán Prieto Figueroa; de eso no puede haber dudas, vale.

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Simón Bolívar y Simón Rodríguez

Mira chico, don Simón Rodríguez trabajó para lo grande, para lo hermoso. Carajo, él se ganó al niño más rico de estas tierras, como lo fue Simón Bolívar.

Coño vale, lo bajó al seno del pueblo y nunca más lo dejó subir a su casta social dentro del mantuanismo criollo de su época y tiempo. Convirtiéndolo en Libertador de Venezuela.

Habiendo sido el maestro de su niñez, juventud y en su estado adulto. Llegando a defender a su ilustre discípulo más allá de su muerte misma; porque Bolívar era la copia más exacta del Emilio de Jean Jacques Rousseau.

¿Y a quién nos ganamos nosotros hoy en día, Juvenal?

Mira vale, nosotros como que no nos ganamos a nadie, esa es la mismísima verdad. Ya que hemos perdido el liderazgo que un día tuvimos dentro de la sociedad civil, porque perdimos el amor por el trabajo, convirtiéndonos en unos vulgares reposeros y parias de la educación venezolana.

En verdad hemos dejado de ser unos verdaderos pedagogos, para estar dirigidos por una casta de seudo dirigentes magisteriales, que de por sí son vagos de oficio.

¡Y si no, que lo diga Ronald Golding, quien tiene más de 30 años sin trabajar por la educación de este país, al igual que el saltarín de Aristóbulo Isturíz; ya que ellos aprendieron mucho del delincuente de Isaac Oliveira; todos son unos siniestros sindicaleros enquistados en la educación venezolana!

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Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Juan Jacobo Rousseau

En un momento de descanso, justo cuando nos tomábamos una taza de café, don León Manuel Morales, hijo del maestro Sánchez quién nos recordó que en una ocasión el Libertador Simón Bolívar le escribió una carta al General en Jefe Manuel Carlos Piar el 19 de Junio de 1.817, con relación al impase que sostuvo con el General José Félix Blanco, parientes de ambos, bajo estos términos:

"…General, prefiero un combate con los españoles a estos disgustos entre los patriotas. Ud. sí que está prevenido contra sus compañeros, que debe saber son sus amigos; y de quien no debe separarse para el mejor servicio de la causa. Lo contrario es servir a la de la opresión…".

"…Sí, sí nos dividimos, sí nos anarquizamos, sí nos destrozamos mutuamente, aclaráremos las filas republicanas, haremos fuertes las de los godos, triunfará España y con razón nos titularán vagabundos…".

"…No insista Ud. en separarse de su puesto. Sí Ud. estuviera a la cabeza, yo no lo abandonaría, como no abandonaré al que lo esté mañana, sea quien sea, con tal que tenga legitimidad y lo necesite la patria. La patria lo necesita a Ud. como lo que es, y mañana habrá de necesitarlo como lo que por sus servicios llegue a ser…".

Papá Juvenal, esas palabras del Libertador Simón Bolívar en verdad dejan constancia de que existían diferencias muy profundas entre los hombres a su mando en relación con la conducción de la guerra misma.

Bueno Juvenal, en mis largos años de estudioso de la historia patria, lo cual lo hago autodidactamente, te diré que una de las causas que llevaron a la muerte al General Manuel Carlos Piar Gómez fue lo sucedido en la Casa Fuerte o Casa de la Misericordia de Barcelona "La Nueva", donde muchos de sus detractores lo acusan de ser el culpable de la mortandad que allí hubo.

Ya que antes de su partida hacia Angostura y Guayana La Vieja, le ordenó al general de brigada Pedro María Freites del Bastardo lo siguiente:

"General Freites, sírvase atrincherarse en el convento de San Francisco con 700 de sus hombres de infantería y algunos de artillería, quienes tendrían la responsabilidad de cuidar el parque y otros elementos de guerra, mientras les llegan refuerzos desde el pueblo de Cumaná".

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General Pedro María Freites del Bastardo

Y el General Pedro María Freites del Bastardo como todo buen patriota republicano al fin le respondió:

"Como usted lo ordene, General Piar".

Nuevamente el General de División Manuel Carlos Piar volvió a darle estas nuevas instrucciones:

"General Freites, usted me responde por la seguridad física de las tropas a su mando. Igualmente, por la de los civiles y refugiados, y por todo el material de guerra allí almacenado".

Ante esto el General Freites, le manifiesta a su superior lo siguiente:

"General Piar, las paredes exteriores en esta Casa Fuerte o Casa de la Misericordia, antiguamente llamado convento de los Franciscanos Observantes y Colegio Propaganda "FIDE", han sido acondicionadas con banquetas para nuestros francotiradores y sus correspondientes troneras; seguro estamos que resistiremos hasta el final, hasta tanto usted pueda avanzar hacia los márgenes del Orinoco en la provincia de Guayana".

Pero lo grave de todo esto fue que el Coronel Juan Aldama con un ejército de 4.300 combatientes invade al pueblo de Barcelona "La Nueva" el 5 de Abril de 1.817, atacando a la improvisada ciudad el día 7 del mismo mes.

Dándose allí un cruento combate cuerpo a cuerpo, habitación por habitación; siendo muy numerosas las bajas de los mantuanos republicanos, destacándose la heroicidad de la gran dama oriental doña Eulalia Buróz de Chamberlain.

El General Pedro María Freites del Bastardo con solo 27 años de edad fue herido en este combate y luego fue conducido prisionero a Caracas, habiendo sido fusilado en la plaza mayor el 17 de Abril de 1.817, por órdenes del gobernador don Salvador Moxó, connotado miembro de la francmasonería española.

Caramba vale, el General Pedro María Freites del Bastardo estaba casado con doña María Ignacia Salaverria. Además él era hijo del Mariscal de Campo José Antonio Freites de Guevara con doña María Graciosa del Bastardo y Loaisa, quienes lo iniciaron en esas lides patrióticas oligárquicas a partir de 1.811.

En esa heroica acción de armas que se dio en la Casa Fuerte de Barcelona se batió con gran arrojo y denuedo la familia Gutiérrez de Piñérez quienes eran naturales del pueblo de Mompós en Nueva Granada; muriendo algunos, saliendo heridos otros y sobreviviendo los que pudieron en tan sangrienta jornada militar.

En la toma de la Casa Fuerte el 7 de Abril de 1.817, murieron el Coronel Vicente Celedonio Gutiérrez de Piñérez, su esposa doña María Ignacia Vásquez de Mondragón y su hijo Manuel Gutiérrez de Piñérez y Vásquez, su suegra y su hermano don Gabriel Gutiérrez de Piñérez.

De igual manera, su hermano el Coronel José María Gutiérrez de Piñérez fue hecho prisionero del ejército español en esa ocasión; sobreviviendo sus hermanos el General Antonio Gutiérrez de Piñérez y el Coronel Vicente Gutiérrez de Piñérez.

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Angostura, hoy Ciudad Bolívar, año 1.820

Nuevamente el maestro Sánchez le hizo la siguiente pregunta al profesor Juvenal Aguinagalde:

¿Puedes decirme quien defendió al General Manuel Carlos Piar en el juicio que le hicieron en Angostura el 15 de Octubre de 1.817, Juvenal?

Seguidamente, el profesor Juvenal Aguinagalde procedió a responderle al maestro Francisco Sánchez Aranguren con estas palabras:

Maestro Sánchez, la mejor defensa fue la que le hizo el Teniente Coronel Fernando Galindo, lo cual es un documento para la historia y lo voy a leer para que usted esté al tanto de la injusticia que se cometió en contra del Libertador de Guayana, General Manuel Carlos Piar. He aquí su defensa:

"…Defensa de S.E. el señor General Manuel Piar, acusado de insubordinado a la Suprema Autoridad, de conspirador contra el orden y la tranquilidad pública, y últimamente, de desertor y sedicioso.

Excelentísimo señor Presidente y señores Vocales del Consejo.

Fernando Galindo, de la Orden de Libertadores, Teniente Coronel del Ejército y Ayudante del Estado Mayor General, nombrado defensor por S.E. el General en Jefe de Ejército Manuel Piar, acusado de los crímenes de insubordinado a la Autoridad Suprema, de conspirador contra el orden y tranquilidad pública, de sedicioso, y últimamente de desertor, tiene el honor de exponer a favor de su cliente lo que sigue: Señores: El más solemne y delicado empeño en que jamás se ha encontrado la República de Venezuela, es el que hoy se presenta a nuestros ojos: Un hijo primogénito de la victoria, el terror de los españoles, una de las más sólidas columnas de nuestra Patria, el General Piar, en fin, aparece ante ese respetable Consejo como el más criminal y detestable de nosotros. El es acusado de delitos que hacen estremecer al más pacifico; él es considerado como el más infame de los que componen el Estado; y él es hasta ahora el blanco infeliz donde se dirigen los tiros de sus cohermanos. La naturaleza, la justicia, la razón, la gratitud, las leyes y el honor mismo de la Nación, inspiran un debido respeto, una tierna compasión y sentimientos generosos por un ilustre desgraciado; y forzoso es que sea examinada su causa con todo el pulso y acierto que exigen la rectitud y la prudencia.

La suerte de los mortales es demasiado importante; y una Condenación violenta e

injusta es el crimen más horrendo contra la sociedad. Presentaré, pues, mis razones en su obsequio, de buena fe y con candor, y V. E. se servirá oírlas con el juicio e imparcialidad que preside a los decretos de la Sabiduría. Más fácil es concebir el exterminio total del país que poderse figurar la insubordinación del General Piar. Comencemos por establecer la diferencia que hay entre insubordinación y temor. Aquélla es un acto escandaloso de desobedecimiento y de resolución: éste es un miedo mezclado de confianza y de respeto mismo a la Autoridad, que impele a cometer errores involuntarios, en lo que obra más el carácter personal del individuo, que sus principios o sistema. Tal es el estado en que desgraciadamente se encontraba aquél cuando recibió la intimación del General Bermúdez, comunicada por su edecán Machado, para marchar a presentarse al Supremo Jefe al Cuartel General de Cascarilla. Rodeado por muchas partes de enemigos particulares, advertido de que se le perseguía por los mismos que más le habían apreciado; asestados por émulos o enemigos secretos; instruido falsamente por amigos suyos, residentes en el Cuartel General, que se proyectaba su sacrificio; y dotado de un carácter desconfiad o, al mismo tiempo que violento y tímido, se creyó perdido y se vio fuera de sí desconfiado cuando se le ordenó su ida a Casacoima. ¿Es, pues, de extrañar que en tan empeñado lance, él que no tiene una gran serenidad de ánimo, no busquen un asilo entre sus mismos hermanos, entre los mismos defensores de este suelo venezolano, ausentándose por algunos días para escaparse de la cólera de la autoridad, haciendo tal vez después sacrificios importantes para acreditar su obediencia y su afección?

¿Quién osará censurar de insubordinado al Supremo Jefe en el curso de su vida anterior? ¿No es ésta una serie de acciones fieles y una continuación de acontecimientos los más leales que acreditan subordinación ejemplar al primer Jefe de la Nación?

Cuando los vencedores del Alacrán se hallaban en una lamentable orfandad por la sensible separación de su caro Jefe Supremo, cuando el triunfador de Morales estaba más protegido de la fortuna y más amado de sus súbditos; y cuando todo parecía cometerse a la fuerza de su espada, de su dicha y de su opinión, no se le veía mover los labios sino para proferir las voces de amor, veneración y fidelidad al Supremo Jefe Simón Bolívar. Él logró inspirar este sentimiento universal en su ejército; y más era el dolor que le causaba el que este inmortal Jefe no hubiese sido el héroe del Juncal, que la gloria que podía tener de haber ganado la batalla. Sus primeras medidas fueron mandarlo buscar con el señor intendente Zea; no ahorrar ningún trabajo; no excusar ningún medio para conseguirlo; salvar inconvenientes para procurarlo; y hacer surcar los mares para encontrarlo y declarar públicamente que la República no podía existir sin que viniese. En todo el resto de su campaña, en los llanos y poblaciones de Barcelona, sobre las márgenes del caudaloso Orinoco, frente a las baterías de esa ciudad; en las abundantes misiones del Caroní y en los victoriosos campos de San Félix, siempre este valeroso y feliz General ha sido el más firme y decidido apoyo de a la autoridad. Hablen por él sus proclamas y los papeles públicos; los actos anteriores y las declaraciones determinantes que a la faz de Jefes ilustres ha pronunciado y manifestado con calor por el Gobierno.

Podría extenderme a favor de mi cliente; pero la notoriedad de su conducta pasada, nadie mejor puede justificarla que los mismos Jefes que ahora deponen contra él. Con franqueza declaro que es para mí un enigma inconcebible que un hombre pueda ser fiel y traidor a la vez, subordinado e inobediente, pacifico y conspirador, sumiso a la autoridad constituida y sedicioso. Este es el contraste que se observa de ala causa

seguida contra el benemérito General Piar.

¿Cómo es que puede ser conspirador el que más ha contribuido a sostener al Jefe que hoy por fortuna nuestra nos rige? ¿Cómo será insubordinado un General que ha sido el modelo de obediencia y del respeto al Gobierno? ¿Quién fue sino mi defendido el que en la ausencia de la autoridad suprema se rehusó vigorosamente y despreció con una dignidad heroica las sugestiones y las lisonjeras promesas que le brindaba el General Mariño? ¿Cuándo estaba más convidado que entonces a dividir con otro el poder y dominar a su antojo en Venezuela? ¿A quién de entre nosotros son desconocidos los incentivos con que se le halagaba? ¿Quién ignora el heroísmo incomparable, el ejemplo sublime de constancia y la invencible firmeza con que desde entonces se decidió contra Mariño?

Sus victorias, las circunstancias y los acontecimientos del Jefe Supremo, todo le favorecía, y aún parece que le colocaba en un gran teatro donde pudiese desplegar a su arbitrio los crímenes de que se le acusan, dando al mundo todo un ejemplo de ellos, cohonestado con el favor de la fortuna.

Hay hechos incontestables que están a favor del General Manuel Piar y tan positivos que ninguno los podrá dudar. Las mismas gacetas de los españoles en Caracas son documentos irrefragables que tiene él en su abono. Allí se ven consignados los actos más irrevocables de su subordinación, de fidelidad y de adhesión al Jefe del Estado. Allí se ven estampadas las órdenes más terminantes que hizo circular a todos los que mandaban divisiones para que no obedecieran a Mariño como un General disidente, que desconocía la más legítima autoridad de Venezuela. Allí se ve el fuego y la vehemencia con que el General Piar se entusiasma e inflama a favor del Jefe Supremo; y allí se ven los ejemplos más admirables de consecuencia, respeto y amor al Gobierno que tenemos. Sus contestaciones con el General Arismendi comprueban también esta verdad; y su correspondencia con los Generales Zaraza, Freites y Rojas, solamente, es suficiente para exculparlo de cualquier falta.

Si consideramos su conducta en la más atrevida de las empresas militares de la Costa Firme -la de la salvación de esta Provincia- creo que ningún mortal podrá tildarle en lo mínimo, y que ni aún soñando le ha faltado a la autoridad. Un solo sentimiento era el que constantemente le agitaba -la ausencia del Jefe Supremo y la incertidumbre de su suerte. Ni se pasó un solo día sin que hiciese recuerdos sensibles, y sin que con las lágrimas por una parte y el furor por la otra no se exaltase contra los que creía autores de su adversidad.

"Un solo voto", decía frecuentemente, "un solo voto no más debe haber en Venezuela. Bolívar, Bolívar es el salvador de este país, y yo me tranquilizaré hasta no verle y hasta no acabar de exterminar el último de sus enemigos. A él sólo obedeceré, y me sacrificaré donde me mande con la última obediencia y voluntad. Mientras me quede un soldado, con él solo hará la guerra al mundo entero por sostener su autoridad".

Apelo para testificar esta verdad a algunos miembros de los que componen este respetable Consejo y a los mismos Coroneles que declaran contra él, Hernández, Sánchez y Olivares.

Recordaré yo a estos señores la Junta de guerra celebrada en el Pueblito, y querría me contestasen si jamás han presenciado una escena en que la fidelidad, la subordinación, el decoro y el afecto al Gobierno se hayan mostrado más patentemente, que los que hizo en aquel día el Gral. Piar. Así es que vuelvo a repetir a V.E. que más fácil me es el concebir la disolución de la República, que persuadirme de los crímenes que se acusan al General. Sólo me extiendo a creer que la vehemencia de sus pasiones, la

impetuosidad de su carácter, la indiscreción de algunos individuos, el sentimiento de creerse ofendido y despreciado, el mismo amor y una especie de celo porque creía que el Jefe Supremo no lo distinguía según quería y merecía; hé aquí lo que le habrá hecho expresarse de un modo que ni se acuerda, ni sabe lo que ha dicho. En una fibra tan irritable como la suya, y en un hombre que desgraciadamente se transporta y enfurece hasta el término de perder el juicio, no es de admirar nada de esto. Deploremos su carácter, culpemos más bien a la naturaleza, y no a la inteligencia del infeliz General Piar.

¿Puede ser conspirador el que deja el mando de la primera y más brillante división que nunca ha tenido Venezuela, para retirarse a la triste población de Upata? ¿Pensaría en la destrucción del Gobierno el que dejó las fuerzas de las manos, prefiriendo su tranquilidad y la vida privada? ¿Por qué se separó de aquellos de aquellos que estaban habituados a obedecerle ciegamente, y que lo adoraban y temían? Tan difícil e incomprensible es esto como si se quisiese hacer creer que el que premedita un asesinato comienza por desprenderse de sus armas; o el que quiere ganarse la voz popular se esconde en el último rincón de la tierra.

Si los hombres se considerasen siempre en las mismas circunstancias que un acusado,

¡de qué distinta manera se representarían sus delitos! La conciencia de su inocencia no la puede tener sino el que padece, y los que juzgan u oyen siempre abultan o se preocupan. Los falsos rumores todo lo exageran y muchas veces acontece que a un inocente se empeña el mundo injusto en hacerlo criminal. Hay mucho de esto en la causa de mi defendido. Si con serenidad y sangre fría investigamos el origen del delito no encontraremos sino resentimientos de amistad, expresiones de ninguna importancia vertidas con enrarecimiento e indiscreción, quejas privadas con sus amigos para desahogar su interior, raptos, en fin, de aquellos que todos sabemos padece el General Piar. Calumniado atrozmente por sus perseguidores, hasta el extremo de asegurar que había robado ochenta mil pesos, en alto grado adolorido, ulcerado su corazón de una manera inexplicable, y cansado de recibir avisos de que se intentaba matarlo, este Jefe hoy tan desdichado, todo se desconcertó, habló sin saber lo que decía como un frenético o loco, cargó de imprecaciones a sus enemigos, vomitó quejas terribles y gritó furiosamente contra los que sospechaban le querían perder; pero sin depravada intención y sin proyectos tan criminales como los que se le atribuyen.

¿Dónde están esos planes de conspiración? ¿Dónde el número de los conspiradores?

¿Dónde las proclamas para excitar al tumulto y a la sedición? ¿Dónde los ejecutores de esta enorme empresa? ¿Dónde los soldados a quienes habló para la comisión del atentado? ¿Dónde, por último, los preparativos para una tan colosal y desatinada maquinación? Regístrense como se han registrado ya sus cofres y todo su archivo. Ni el más pequeño papel se encontrará que Condene al General Piar, ni que siquiera dé indicio de los delitos que se le atribuyen. No se verán, por el contrario, sino las instrucciones y positivas órdenes que dejó al General Freites, al partir a la reconquista de esta Provincia, para que no obedeciese a otra autoridad que la suprema, depositada en el General Simón Bolívar. No se hallarán sino proclamas y documentos auténticos y sinceros que no respiran más que orden, subordinación y respeto al Gobierno.

Recuerden los Generales de la República el discurso que el intrépido Piar hizo a la Junta de aquellos, convocada por S.E. el Supremo Jefe frente a esta plaza; en la que a pesar de no ser de sentir que ésta fuese atacada, por las infructuosas tentativas que se habían hecho, hizo una pública declaración al primer jefe, asegurándole de su obediencia y prometiéndole sagradamente que nada temiese de su ejército, donde

ninguno osaría vacilar, ni contradecir. En que mejor ocasión pudo ser sedicioso, conspirador e insubordinado, que cuando Barcelona estaba tomada por los enemigos, y los Generales en choque, el ejército casi disuelto por la escandalosa conducta de Mariño, y él más victorioso que nunca por la gran batalla de San Félix? Más sus procedimientos en aquellas circunstancias son inimitables y le harán enteramente un honor que no se le podrá robar. El fue el paño de lágrimas y el constante consuelo de los miserables que pasaron el Orinoco.

Declare el Teniente Coronel Olivares cuál fue el objeto de su misión a Barcelona: tribute los homenajes debidos a la verdad y no prive a la inocencia de una manifestación que le puede favorecer. Fue enviado para poner el ejército a las órdenes del Supremo Jefe, asegurándole de la más acrisolada obediencia y del último respeto a su persona. Nadie ha estado más satisfecho de los buenos procederes de Piar que el mismo General Bolívar. Cuántas veces en conversaciones públicas y privadas le hemos visto confirmar esta verdad: cuán honoríficos para aquél y tiernos recíprocamente no son los oficios de su correspondencia, y cuántas ocasiones hemos visto al primer Magistrado de la República entusiasmarse con ternura al contemplar la fidelidad y las proezas de Piar!

Pero señores, donde la maledicencia parece que más se ha complacido en difamar a nuestro triste acusado, es en el documento número 6, en que el Crnl. Sánchez dice al Supremo Jefe que el Gral. Piar había hablado a todos los Comandantes de Caballería y a muchos oficiales subalternos, que no dejaron de ser sensibles a sus instrucciones. Ni es cierto que este Jefe haya hablado a todos los Comandantes ni ninguna declaración lo justifica; ni al Sr. Sánchez le consta; ni menos puede comprobarlo. ¿Y cómo es que también envuelve en su fiera y maliciosa acusación a los inocentes jefes y oficiales de la caballería, representándolos como sensibles al crimen y a las sujestiones de Piar?

¿Cómo es que en el primer documento se atreve a llamar serpiente y monstruo de la República al que más ha contribuido a regenerarla, al libertador del Oriente, al héroe de Maturín, al afortunado de los Corocillos, al espanto de los españoles en Cumanacoa, al que con su nombre y su audacia sola fue triunfador en El Juncal, al que pulverizó en San Félix las huestes arrogantes de Morillo, y al que nunca ha sido vencido entre los Generales de Venezuela?

Tan sabida es la enemistad inconciliable que Sánchez profesa al que defiendo, como que el acontecimiento del pueblito de La Pastora es a todos conocidos. Sánchez desde allí juró ser el perseguidor de Piar; y parece que los acontecimientos, la revolución, su saña y su sagacidad, le han procurado el triunfo en esta lid. El Coronel Francisco Sánchez, emprendió allí el repase de nuestro ejército a Barcelona; y sin la firme resolución del General Piar y de otros jefes justos y constantes, no poseeríamos tranquilamente hoy a Guayana. Sánchez fue despedido, como es notorio, del ejército del General Piar, y desde entonces le juró venganza. El que conoce la ninguna elocuencia ni la facilidad que éste posee, al ver la carta de aquél no puede menos que espantarse, porque es tan impropia la arenga de Piar, como exagerada es la acusación de Sánchez.

Son también sus enemigos el Coronel Pedro Hernández y el Teniente Coronel Olivares: el primero, porque en la acción de San Félix fue fuerte y públicamente reprendido por él, declarándose aquél desde entonces en su contra: y el segundo por el suceso de Upata con el Subteniente Arias, en el que Piar le echó toda la culpa a Olivares y éste acabó por no ser más su amigo.

O el General Manuel Piar es el más loco de los hombres, o él no ha intentado tal conspiración. O él perdió el juicio en aquellos días, o no hizo más que prorrumpir

indiscretamente contra los que se imaginaba le querían sacrificar. Nada apoya más esta razón que la pretendida indignación contra los mantuanos, que es el fundamento y origen de toda esta causa. Esta es una clase de hombres que desde el 19 de abril se extinguió junto con la tiranía, y a nadie todavía en Venezuela le ha ocurrido un pretexto semejante para revolucionar. El menos que ninguno otro, podía apelar a un tan diabólico y detestable medio: él, cuyos principios han sido siempre opuestos al desorden y a la anarquía, y que constantemente ha dado pruebas irrefragables de ello. Si mi defendido encerraba en su seno unos planes tan alevosos y homicidas. ¿Por qué se desprendió de su valiente escuadrón todo compuesto de hombres que le idolatraban tanto, y todo de gente de color? ¿Por qué no se opuso a entregarlo? ¿Por qué no los invitó a esta horrorosa ejecución, ni les dijo lo que los testigos que tiene en contra?

¿Por qué no se fue a tomar el mando de su división? Por qué no le escribió a sus oficiales amigos? ¿Por qué no convidó al proyecto a sus predilectos Generales Anzoátegui y Torres? ¿Cómo no declaró sus ideas a su confidente, a su amigo y a su querido Secretario Briceño? ¿Cómo no comprometió, ni se valió de su edecán, el guapo Comandante Mina? ¿Es tan necio mi cliente que para una empresa superior a las de los Catilinas, Desalines, Robespierres, ocurriese a la sencillez y bondad del Coronel Hernández, al ningún genio revolucionario del Teniente Coronel Olivares y al más diestro, y al más culto, y al más terrible de sus enemigos, al Coronel Francisco Sánchez? Esta no es, no ha sido ni puede ser jamás la conducta de un conspirador; puede ser, sí, la de un furioso resentido, con quien es preciso que haya indulgencia, y a quien se debe reputar por loco cuando se transporta e irrita.

¿Y qué diremos al ver a este mismo Jefe llegar a la Ciudad de Maturín, y en la sala del General Rojas decir: "Todas las clases diversas del Estado deben ligarse estrechamente y no formar más que una gran familia que haga la guerra a los españoles. Olvídense de los resentimientos pueriles y seamos todos hermanos, todos libres, todos republicanos"? ¿Qué me contestaran sus adversarios cuando les diga que el primer paso que dio Piar al hacerse cargo del mando del ejército del General Mariño, fue establecer una Comisión Militar; contener los excesos de la tropa; castigar los crímenes de los delincuentes, cortar todo abuso; aterrar a los sediciosos y hacer juzgar y castigar al Capitán León Prado, el más implacable de los enemigos del Jefe Supremo; que es pardo; que tenía estas dos recomendaciones y de quien tanto se podía valer para obtener sus fines? Si en tan corto tiempo logró mi defendido formar una brillante y brava división compuesta de más de quinientos hombres de ciento y pico que sólo le dejó Mariño, ¿por qué no marchó sobre Maturín? ¿Por qué no proclamó sobre este apoyo los principios de conspiración? y ¿por qué no siguió al instante sobre esta Provincia donde dicen que tenía o contaba con algún partido? Le vemos, por el contrario, no contraerse sino a Cumaná, é ignoramos que allí haya declamado o conspirado contra la autoridad. El acto de acogerse al General Mariño, de quien siempre ha sido enemigo, prueba bien claramente que su espíritu no estaba todavía muy tranquilo, ni su juicio muy en su lugar, para refugiarse casa del que más le ha odiado siempre. Piar sencillamente declara que su objeto era irse a las Colonias a gozar de alguna tranquilidad; lo que es bastante verosímil porque este era su antiguo deseo, y por esto fue que exigió el permiso temporal que se le acordó. Tan moderada y diversa ha sido su conducta posterior en la Provincia de Cumaná, como que el mismo General Rojas, que antes había negado los auxilios que le pidió el General Mariño como un Jefe que desconocía la suprema autoridad, le envió a Piar voluntariamente pertrechos para el ejército que estaba mandando: ¿Y cómo se los habría remitido si su

conducta no hubiese sido opuesta a lo que se quiere asegurar contra él? Si el General Piar hubiese desconocido al Supremo Jefe; si hubiese predicado el asesinato; convidado a la anarquía y autorizando la rebelión, ¿es creíble que el General Rojas le hubiese mandado pólvora para hacer la guerra a sus hermanos e incendiar a Venezuela?

Yo voy a persuadir a V.E. señor Presidente, y a U. SS., señores Vocales, de que hay mucho estudio y demasiado animosidad en algunas declaraciones dadas contra el General acusado. Obsérvese atentamente la deposición del Teniente Coronel Olivares, y se verá como no contento con atacar tan duramente a Piar adelante el que le aseguró que contaba con todas las tropas; y que si quería convencerse más de cuanto le decía, el escribiría al General Anzoátegui, y por su contestación vería si tenía fundamento para hablar con esta seguridad. ¿Puede caber esta idea en el más desconcertado cerebro? Escribir al General Anzoátegui sobre semejante materia; contar con él para un tal proyecto; empañar en igual conspiración a un Jefe tan enemigo del desorden y de la insurrección; comunicar este plan y contar para realizarlo con uno de los que por la naturaleza misma de la empresa debía ser comprendido en la proscripción. Al General de la GUARDIA DE HONOR del Gobierno, y al que por todos motivos debía estar más en contradicción con el asesinato de los blancos, y a uno de los Jefes de más confianza de la autoridad, ¿podría dirigirse Piar como instrumento de este horror? Esto no se puede creer ni aún en delirio, y es más ridículo que cierto. No menos lo es el cargo de que contaba con todas las tropas. Y si estaba seguro de esto, si se hallaba cierto de que se sacrificarían por sus designios; si podía emprender cualquier trama satisfecho en su influjo y su autoridad, ¿cómo ha sido tan ignorante y sencillo para venirse solo y desprevenido al Juncal, y no fue al Cuartel General a disponer de las fuerzas y verificar sus intentos? ¿Por qué, si estaba seguro de que el Gral. Anzoátegui y los cuerpos obedecerían sus mandatos, se separa de las Misiones, se desprende de su valiente escuadrón, y se viene solo a hablar para la conspiración a algunos de sus enemigos? En todo esto debe haber un gran misterio que yo no puedo penetrar.

¿Quién dudará que la falta del árbol genealógico que se dice haber sido encontrado en sus papeles, y en el que se le hace descender de los Príncipes de Portugal, sea una invención forjada por sus enemigos? ¿Todo esto no prueba suficientemente que tiene muchos, secretos y poderosos? Sería ensordecerse a los clamores de la Justicia no conocer lo que digo.

Yo creo que es tiempo, Excmo. Señor, de que yo termine mi defensa. Quisiera extenderme más a favor del acusado, pero me parece haber dicho cuanto puedo; que la sabiduría y prudencia de los dignos miembros de este tan augusto Consejo conocerán mejor que el defensor las razones que este no haya podido alegar, y que más amparen al defendido. El y yo nos tranquilizamos al ver que va a ser juzgado por un Tribunal de Jefes rectos que no serán insensibles a sus grandes y continuados servicios, a su mérito, a sus padecimientos y a los laureles que ha recogido en tantos gloriosos campos, cuya ilustre memoria no se puede recordar sin interesar la compasión. Contemple V. E. y U. SS., señores Ministros del Consejo, que éste es el mismo General Piar que tantas veces ha dado la vida a la República, que ha roto las cadenas de tantos venezolanos y que ha libertado Provincias: que su espada es más temible a los españoles que lo que les es la de Napoleón; y que a su presencia han templado todos los tiranos de Venezuela; que sus trabajos y persecuciones serán un triunfo para nuestros verdugos, y los complacerán más que diez batallas; que la República parece que debe ser generosa con uno de sus ínclitos hijos, pues la clemencia bien aplicada es

el mayor bien del universo; que se considere su decaída salud, su delicada naturaleza, sus sufrimientos, su edad, el oprobio que ha padecido, su conocido arrepentimiento y las aflicciones que ahogan su alma; que se le dispense a su calor; que no sea tan fiero con un libertador de Venezuela, y que se recuerde que se creyó dañado y se desahogó con sus quejas, pero sin la intención de hacer mal….

Cuartel General de Angostura, octubre 15 de 1.817. Excmo. Señor.

F. Galindo.

Realmente, venezolanos, guayaneses y guaireños; esta defensa del Capitán Francisco Galindo es una pieza de oratoria de las más dignas y elocuentes en la historia militar de Venezuela. Allí estuvieron enmarcados los alegatos reales que dictaminaban la inocencia del impertérrito General Manuel Carlos Piar, el Libertador de Guayana.

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El general Manuel Piar Rumbo a la gloria según Pedro León Zapata

Piar:

Pero veamos que dice el acta del fusilamiento del General en Jefe Manuel Carlos

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
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