Vida y Obra del general en Jefe Manuel Carlos Piar y Gómez, El Libertador de Guayana (página 3)
Enviado por León Morales
Déjense de guebonadas ustedes y olvídense de eso; de que si mi primo hermano el cura Juan Félix Xeréz y Aristigüieta profetizó tal vaina o tal mariquera. No, no, y no, olvídense de eso; ese curita lo que fue un gran cabrón y marico, para eso fue lo que sirvió él, nojoda.
Y que Dios me perdone por lo que estoy diciendo de él, ya que ese vagabundito era mi primo hermano.
María Antonia Bolívar y Palacios de Clemente Francia "La Loca Rumbera de la Caracas del Mantuanismo Colonial"
Oigan bien lo que les voy a decir ahorita, ese pedazo de mierda no pudo profetizar eso, de que mi adorado hermanito Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios llegase a ser El Libertador en estas tierras meridionales de la América hispánica. Yo no sé de donde coño ustedes han inventado esa vaina, val.
Quien verdaderamente dijo esas palabras en el bautizo de mi ya difunto hermano Simón, fue el presbítero VALDESPEÑA, y les digo esto porque el muy pajuo del marqués del Toro estaba allí cuando bautizaron a mi hermano.
Y esa vaina tú ya la sabes muy bien Francisco Rodríguez del Toro. Así que no andes inventando vainas nuevas, manflórico de mierda; para ir enalteciendo a una serie de guebones familiares nuestros, como el tal canónigo Juan Félix Xeréz Aristigüieta y Lovera Bolívar quien en verdad es el verdadero asesino del general Manuel Carlos Piar, nuestro pariente.
Y no sigas hablando más paja, porque te voy a dejar mal aquí. Así que cállate la boca, pazguato de mierda.
Ante eso intervino el Marqués del Toro, diciéndole a doña María Antonia lo siguiente:
Está bien María Antonia, sabría agradecerte que no te sigas vulgarizando, espero que respetes a los aquí presentes, ya que tus palabras dichas hoy son de muy mal gusto para todos.
Doña María Antonia algo encolerizada les gritó: ¿Cómo es que no voy a ser grosera con ustedes, coño e madres?
Cuando mi hermano Simoncito lo dio todo por la libertad de ustedes y de toda Venezuela del yugo español, luchas en la que yo nunca creí, porque siempre he sido goda y oligarca de corazón, y nunca he perdido mi condición de mantuana fina y refinada en estas
tierras heredadas por posesión de mis antiguos familiares y ustedes malparidos.
¿Dónde coño estaban ustedes, pues?
¡Díganmelo, díganmelo carajo!
Francisco, tu sabes muy bien que yo te conozco tu larga historia de marico en estas tierras y mejor me callo la boca, para no pajearte, vale. Porque aquí hay muchos que se la dan de héroes y libertadores y esos te han cogió a ti por ese baulote que tienes atrás, pedazo de gandul empelucado; recuerda bien que cuando mi hermano se estaba jodiendo en esas guerras, tú andabas mariqueando por la isla de Trinidad.
¿Qué tal, ah?
¿O es qué ya se te ha olvidado la vaina, ah?
Yo aún no comprendo cómo carajo han inventado ustedes esas mariquerías de que el presbítero Aristigüieta y que dijo estas palabras: " Ha nacido el Simón Macabeo de las Américas.".
Esa vaina no se la creen ni ustedes mismos, nojoda.
En eso el marqués del Toro en voz muy baja le dijo a su pariente el general Diego Ibarra Toro estas palabras:
¡Caraá vale, si sacó el propio carácter y el mismito temperamento de su hermano Simón, así era él Diego!
Doña María Teresa Alayza y del Toro, Esposa del Libertador Simón Bolívar
Pero el general Diego Ibarra Toro algo molesto por la actitud de María Antonia Bolívar y Palacios de Clemente Francia, se le acercó a ella diciéndole estas palabras:
María Antonia, María Antonia, déjate de tonterías, déjate de eso mijita; recuerda que somos familia, vale. Ya que el que le tira a su familia se arruina. Cónfiro vale, ya tú no quieres ni respetar a mi tío Francisco Rodríguez del Toro.
¿O se te ha olvidado qué tú inmaculado hermano Simón a quien le serví como edecán en la batalla de Carabobo el año 1.821, acaso no era casado con mi ya fallecida prima María Teresa Alaiza y del Toro, hija de mi ilustre tío don Bernardo Rodríguez del Toro, ah?".
Mira María Antonia, hay que ver que tú sigues siendo una loca y una vieja muy puta, y nadie da ya nada por ti; excepto ese, el chulito de Pedrón; recuérdate que muchas cosas si sabemos nosotros de ti; ya que no puedes ver a ningún jovencito falta de burra, porque más rápido que un rayo sale a desvirgarlo.
María Antonia, María Antonia, te digo esta vaina para que tú misma veas cómo son las cosas, ja, ja, ja, ja.
Y doña María Antonia Bolívar y Palacios que no se quedaban con una de esas pingujerías, dirigiéndose al general Diego Ibarra Toro, le dijo esto:
Mira Diego, tú sabes muy bien que quien te llevó a general del ejército fue mi hermano Simón; porque tú eres una serpiente rastrera que vivía pegado a sus cojones, no lo olvides, vale; que con esas palabras no me ofendes en ningún momento, en verdad tú eres una basura.
Ya que casasteis a una de tus hijas con el hijo del vagabundo y ladrón de Antonio José Zacarías Guzmán García, apodado el "Locadio", que digo: "Leocadio".
Si Diego, el mismito hijo de la "Tiñosa". Ella se ganaba la vida en sus afanes de putería en Puerto Cabello y a quien recogió el perverso sargentón español Juan de Mata Guzmán, abuelo del "Saludante y Manganzoncito" de Antoñito Guzmán Blanco, a quien están educando.
¡Y que para ser presidente de Venezuela, ja, ja, ja, ja!
Y pensar que yo y el general Pedro Briceño Méndez fuimos los padrinos de boda del matrimonio que Antonio su padre sostuvo con mi parienta Carlota Blanco, nieta de mi primo hermano Miguel Xeréz y Aristigüieta; quien como una buena puta de las Aristigüieta se casó preñada y fue así como Antoñito nació prematuramente a los 5 meses.
Y pensar que mi sobrinita Benigna Palacios Bolívar es la madrina de bautizo de
Manganzoncito. Coño vale, así todo queda en casa, ja, ja, ja, verdad Diego.
Dieguito, hay Dieguito; a lo mejor ya se te olvidó que el presbítero Juan Félix Xeréz Aristigüieta y Lovera Bolívar, mi primo hermano carnal, en fecha 8 de Diciembre del año 1.784, con todos sus bienes fundó el Vinculo de la Concepción.
General Pedro Briceño Méndez "El cazador de fortunas"
Simón.
Carajo chico, donde él le dio todas sus posesiones y bienes a mi querido hermano
¡O ya se te olvidó qué él es el único y verdadero Libertador de Venezuela, ah!
De pronto el general Diego Ibarra Toro le respondió de esta manera a doña María
Antonia Bolívar y Palacios de Clemente:
María Antonia, María Antonia; tú siempre has sido una mujer cruel, eres mala y perversa, es tan así que tus esclavos no te quieren ver ni en pinta, porque muchos han muertos víctimas de los azotes que tú misma les ha propinado; o es que se te olvida que cuando los españoles te confiscaron tu hacienda de Macareo encontraron en ellas cepos, grillos, cadenas y instrumentos de torturas.
¿O se te olvida cuando tú propio hermano Simón le envió aquella misiva al general
Pedro Briceño Méndez?
Diciéndole el Libertador Simón Bolívar al general Diego Ibarra estas palabras:
Parece que María Antonia está empeñada en enredar todo, por si acaso me muero poder quedarse ella con las minas de Aroa.
Prof. Víctor Juvenal Aguinagalde
Juvenal, ya oíste parte de esa historia poco conocida en los orígenes de nuestro Libertador Simón Bolívar. Pero tampoco podemos olvidar su pasado negroide, ya que él descendía de la negra doña María de Ponte y Andrade quien era conocida como la "negra de calidad.
Además de ser ella la esposa de don Pedro Domingo de Ponte y Andrade
Montenegro y Marín de Narváez.
Mira vale, como podrás comprender; para analizar la historia debemos hacerlo ubicándonos en el espacio y tiempo; esta historia es importante que se conozca con la mayor brevedad posible, para poder sacar del olvido a este gran patriota, a mi paisano Manuel Carlos Piar.
Ese gran adalid en la libertad de Guayana, quién fue fusilado por órdenes estrictas del general de brigada Carlos Soublette Piar Xeréz y Aristigüieta, general en jefe y Libertador Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, y por el clérigo apostata y tonsurado coronel José Félix Blanco. Todos miembros de su propio "linaje, sangre y familia". El general en jefe Manuel Carlos Miguel Piar y Gómez nació en La Guaira en 1.774.
Yo tuve la dicha de conocer la casa donde él nació, la cual estaba ubicada en un lugar muy cercano al templo donde funcionó la antigua logia masónica "La Guaira Unanimidad", hoy "Unanimidad" Nº 3.
Casualmente, cerca de la casa de la Cruz Roja y en el solar donde nació el Dr. José María Vargas Ponce; casi en las inmediaciones donde actualmente se encuentra la Sanidad y el ya desaparecido Teatro "Lamas".
El Cardonal – Logia "Unanimidad" Nº 3 en La Guaira
Justamente, donde funcionó el antiguo Nuevo Circo, en donde hoy está el edificio Centro La Guaira. Mejor dicho, en El Cardonal, conocido como el "Rincón de la Patria". Ya que esa era la zona residencial donde los mantuanos caraqueños tenían sus casas de retiro en este litoral; porque ellos decían que "La Guaira era el patio trasero o Puerto de Caracas".
Cabe decir, que el propio Dr. José María Vargas en uno de sus diarios antes de viajar por vez primera a Europa, dice lo siguiente:
" Pasé las Pascuas al primer día bailando en casa de Julián Aristeigüieta y en los amores con C.M.; el dos bailando en casa del padre Liendo en La Guaira; el tercero y el día de los inocentes en Maiquetía, bailando " "El de 1.808 lo pasé en iguales diversiones en La Guaira y en Caracas. El segundo día bailando en casa de Teresa Aristeigüieta y el de Reyes en la casa de don Luís Rosales ".
Estos datos nos indican que en verdad la familia Aristeigüieta tenía propiedades en el puerto de La Guaira, que es lo que le da veracidad a los planteamientos que se hacen sobre los orígenes del general en jefe Manuel Carlos Miguel Piar y Gómez, por haber nacido en el
procero solar de El Cardonal y que fueron muy bien investigados por el filosofo guaireño Gilberto Colmenares, quién se ha desempeñado como bibliotecólogo por muchos años en este litoral central y en la Biblioteca Nacional en Caracas.
Mira vale, El Cardonal fue llamado así por la gran cantidad de cardones, tunas, guanábanas, trompillos, magueyes, cujíes y matorrales que en esa zona costera existían, de allí proviene su nombre, muy cercano a un lugar llamado Güirigüire, donde había un pozo a la cual iban las personas a bañarse en sus horas de descanso o distracción.
Entrada a El Cardonal de La Guaira
Figúrate Juvenal, que El Cardonal y Punta de Mulatos conjuntamente en otrora tiempos conformaban la Parroquia Libertad en jurisdicción al puerto de La Guaira.
Ciertamente, El Cardonal limita:
Por el Norte, con la antigua Calle Real de La Guaira.
Por el Sur, con el piedemonte de los cerros San Telmo y Perro Seco. Por el Este, con la quebrada de Cariaco.
Y por el Oeste, colinda con la quebrada de Germán.
En ese lugar, por lo solitario del mismo, decían los antiguos ancianos de este litoral, que allí eran donde fusilaron a los 518 españoles y canarios en los tiempos del decreto de Guerra a Muerte en 1.813, el cual fue dictado por el propio Libertador Simón Bolívar. Específicamente, en el paraje en donde estuvo el castillo de El Cantón de El Cardonal.
Puerto de La Guaira en 1.788
Carajo Juvenal, las otras parroquias de La Guaira eran: Sucre, en la parte alta, y Bolívar, en la parte baja. Siendo La Guaira como tal, la capital del Distrito Vargas del Gran Estado Bolívar.
Yo creo que así era la división territorial de La Guaira en los tiempos del general Antonio Guzmán Blanco.
Y no debemos olvidar que el viejo mercado de La Guaira funcionó donde hoy está la Unidad Sanitaria de Vargas, conocida también como: La Sanidad.
Carajo Juvenal, fíjate si la vaina es tan seria en relación al nacimiento del general Manuel Carlos Miguel Piar y Gómez, que mi amiga Nieves Elena Blanco, viuda de mi entrañable amigo y prominente francmasón guaireño, capitán de navío Ramón Rivero, en su obra histórica titulada: "La Guaira, Viento Veloz del Fuego", en el artículo denominado: "El Cardonal de La Guaira".
En su página 171, sobre los orígenes del adalid guaireño de la libertad en tierras de Guayana, dijo lo siguiente: " En el Cardonal vivió María Isabel Gómez con su hijo, Manuel Carlos Piar, quién después fue fusilado por haberse rebelado contra nuestro Libertador, en Ciudad Bolívar ".
Juvenal, también debo decirte que El Cardonal es totalmente plano y que desde aquellos tiempos contaba con cuatro calles principales: la de Adelante, la del Medio y la de Atrás, y otra más, la cual no recuerdo su nombre en este momento.
Y para más vaina vale, por la parte de atrás de la Escuela Graduada República de Panamá está la capilla de Nuestra Señora de la Soledad de María de El Cardonal.
En el entendido que la primera capilla que funcionó allí estuvo ubicada en la cúspide del Cerro Cariaco, de la cual quedan algunas ruinas. Ya que fue destruida por el terremoto que devastó a Caracas y a La Guaira en 1.812, según contaba mi difunta madre Catalina Aranguren Bravo de Sánchez Jiménez.
Claro está, la actual capilla fue construida en el año 1.857. Pero es curiosa la cosa, ya que la verdadera madre del general Manuel Piar se llamaba Soledad y el nombre que adoptó cuando la convirtieron en monja fue el de Sor María de la Concepción.
¡Qué paradoja de la vida, vale!
Aguinagalde, allí en ese mismito lugar nacieron algunos guaireños ilustres, tales como: el médico Benjamín Chávez, Enrique Chávez, el abogado Sebastián Artiles y el músico Luís Santana, y la casa solariega de la familia Chávez aún existe en ese lugar. Allí funcionó la famosa Panadería "Chávez".
Puerto de La Guaira en 1.808
Aguinagalde, quizás uno de los personajes más pintoresco de El Cardonal fue el difunto Guillermo Enrique Sanz, quien era sastre y a su vez era el encargado de organizar los pintorescos carnavales que allí se dieron por muchos años.
A Guillermo Enrique Sanz lo conocí por mucho tiempo. Él era oriundo del Edo. Lara, si más no recuerdo. Ya que yo fui maestro por muchos años en la Escuela República de Panamá y debo acotar que su hijo adoptivo Guillermo Enrique Sanz fue mi alumno en esos años en que ejercí el magisterio por esos lares.
Pero también debo aclarar que este ex-alumno es tío de mis hijos León Manuel, Juan Francisco y Edgar Eduardo Morales. Debido a que él es el último de los hermanos de mi ex – compañera María Hilaria Morales, con sus padres el curandero Manuel Morales (nativo de San Diego de los Altos) y la comadrona o partera Carmen González (nativa de la hacienda "Casupo González" en Santa Teresa del Tuy).
Maestro Guillermo Enrique Sanz Tío materno del historiador popular
León Manuel Morales
En verdad, Guillermo Enrique Sanz se graduó de maestro de escuela en el Edo.
Táchira y me parece que está ejerciendo la docencia en el pueblo de Carayaca.
Juvenal, para aquel entonces, La Guaira en los tiempos en que nació el general Manuel Carlos Piar tenía una población entre los cinco o seis mil almas; el mar era muy agitado y el puerto era más bien una rada que puerto mismo, ya que el trabajo portuario requería de una mano de obra de gran fuerza.
Sin embargo, el negro Nicanor León Mayora quien es un año mayor que yo, natural de la Hacienda "La Florida" y descendiente de los esclavizados de las haciendas circunvecinas de Uricao, Chichiriviche, La Florida, Mayita, Maya y Puerto Cruz o Cagua que es su nombre verdadero.
Ya que sus antepasados Isidoro y Antonio Josef se rebelaron en esas costas de sotavento entre los años 1.813 y 1.814, en contra de sus amos don Francisco de Mayora y don Lucas Ladera. Enarbolando ellos, las banderas de la libertad y la justicia social que a los cuatros vientos proclamaba el Taita don José Tomás Boves.
Ellos sucumbieron y fueron asesinados a garrote vil; siendo sus cuerpos enterrados en
lugar no sacro en las orillas de las playas de Chichiriviche. Eso me lo contó su tío Panchón
Mayora. Por allá por el año 1.946, cuando yo era un joven maestro en la Escuela Federal Rural Tarma, ahora mal llamada Pío Rengifo.
Camino Nuevo a La Guaira
Ya que él era hijo del difunto Manuel María Mayora o Santamaría Mayora, quienes eran buenos artesanos en la construcción y elaboración de bolas criollas hechas de guayacán. Nicanor León Mayora, es hijo de Juan de Jesús León y Juana Onofre Mayora de León, de quien yo creo tiene una excelente memoria, él aún debe vivir por esas comarcas y parajes.
En una oportunidad, él me dijo que el general Manuel Carlos Piar nació en una de las casas antiguas de El Cardonal en La Guaira. Mejor dicho, en una de las casas que están frente a la playa o Mar Caribe.
Él presumía que el héroe de San Félix nació justamente en la casa que por muchos años fue la Panadería Chávez, la misma que está muy cerca de la casa solariega del difunto Juan Sabás Pacheco, hoy abandonada por sus descendientes.
Ya que por la parte de atrás se encuentran las quebradas de Cariaco y Germán, y las casas solariegas de las familias Sillie Delgado y Sillie Ortega, en donde también está la sede de la prefectura del antiguo Departamento Vargas.
En su parte frontal existe un patio que en otrora tiempos parece llegó a ser una mansión de gran raigambre colonial, que es justamente el verdadero lugar en donde nació el general Manuel Carlos Piar y Gómez.
Desde remotos tiempos siempre ha existido una gran rivalidad entre los pueblos de Caracas y La Guaira, hoy en día ya no es así.
Figúrate que esa serranía está formada por los picos Ávila, Naiguatá y Bompland, mejor conocida como la Silla de Caracas, y que en lengua nativa le dicen Warayra Repano; si la ves desde el pueblo de Carayaca notarás que es la figura de una mujer acostada, donde sobresalen sus piernas encogidas, sus senos bien pronunciados y su larga cabellera extendiéndose hacia el este de Caracas.
Alcabala de El Peñón, de La Guaira a Maiquetía, año 1.843
Lo que te he descrito antes, está relacionado con una historia de amor que se dio hace muchos siglos atrás, tal vez milenios, en el valle de la nación de los indios Caracas.
Resulta que una hermosa hija del cacique de la nación indígena se enamoró de un indio de otra aldea sin el previo consentimiento de su padre y éste muy molesto llamó a una bruja llamada Murmucumí y le dijo:
¡Murmucumí, quiero que conviertas a mi bella hija en el Guaraira Repano, para que proteja a nuestro valle y nación de los vientos, las tempestades y las aguas!
Y así fue como tan bella doncella quedó convertida en la cordillera que hoy tenemos a nuestra vista. En cuanto a la palabra Guaira, debo decirte que significa para unos: "Viento Veloz del Fuego"; para otros significa: "Canoa o Amigo", pero lo cierto es que dicha palabra es una voz tarmeña.
En un intervalo de la conversación, el profesor Juvenal Aguinagalde le cuenta la siguiente leyenda de su tierra al maestro Santiago Francisco Sánchez Aranguren:
Maestro Sánchez, quiero decirle que en mi tierra hay una historia de amor casi parecida. Resulta que en el valle del Yocoima, en la misma cuenca del Río Yuruari, existió un jefe aborigen llamado Yocoima, de allí es que proviene el nombre de ese hermoso valle.
Este cacique tuvo una hija llamada Upata quien se enamoró frenéticamente de un aventurero español. Pero cuenta la leyenda que otro aborigen de la misma aldea embargado por los celos y al ver a la bella Upata en brazos de su amado hispánico, usurpador de sus tierras; tomando en sus manos su arco, lanzó con certeza un flechazo que partió en dos el corazón de tan hermosa doncella de la selva guayanesa.
Luego con el correr de los tiempos y de las edades fue cuando arribaron a esas tierras los monjes capuchinos y cristianizaron esas comarcas con el nombre de la villa de San Antonio de Upata.
Yo creo y si más no recuerdo que ese acto impuesto a través de la espada y la cruz se dieron el 7 de julio de 1.762.
Afro-descendiente Nicanor León Mayora
Apreciado amigo, los orígenes del general Manuel Carlos Miguel Piar y Gómez son trágicos como la tierra misma que lo vio nacer.
Ahora bien, si se quiere esta es una historia triste y muy melancólica. Juvenal, en esa época vinieron a estas tierras muchos viajeros y en todas las comarcas y pueblos aledaños que faldeaban el Ávila eran recordados con mucho énfasis.
Entre los años 1.772 y 1.773, arribaron por estas tierras don Luís Alexander Berthier, el conde Louis Philippe Paúl de Segur e incógnitamente el príncipe José Carlos Francisco de Braganza y Braganza.
Este último era miembro de la Casa Real de Portugal y heredero universal de las coronas imperiales portuguesa y brasileña". El príncipe de Braganza era hijo de la Reina María II y del Rey Pedro III de Portugal.
Aunque los dos primeros viajeros aparecen que vinieron años después, mis antepasados decían que esos señores estuvieron antes por estas tierras; ellos ya conocían de nuestra geografía, costumbres, pueblos y por supuesto de sus mujeres.
Esos tipos eran como los bonachones de hoy en día; que van a un lugar determinado con fines filantrópicos, hacen sus fechorías o resuelven en parte sus problemas sicosexuales; desaparecen del mapa y años después aparecen en el escenario nuevamente·.
Dichos viajeros en sus andares atravesaron la serranía y quedaron encantados con la belleza de esos sitios y parajes; como de la amabilidad y cordialidad de sus genuinos habitantes, y maravillados con los grandes sembradíos de cacao, café, caña de azúcar y añil, y de las vastas extensiones de hortalizas y frutos que allí se daban, y que eran desconocidas por ellos en Europa.
Puerto de La Guaira, año 1.850
Una vez que arriban a la ciudad de Santiago de León de Caracas fueron recibidos muy fraternalmente por la familia Xeréz y Aristigüieta con todo el abolengo que se merecían y caracterizaban a tan ilustres viajeros.
Esas cosas se comentaban en aquellos hermosos lugares del Guaraira Repano hasta hace pocos años atrás, cuando aún habían agricultores en esas serranías, como las familias: Baute, Hernández, Martínez, González, Ojeda, y la mía.
Ya que a la gran mayoría de ellos los sacó de sus tierras originarias el Dr. Diego Arría Salicetti. Justamente, en el primer gobierno del señor Carlos Andrés Pérez Rodríguez, con el cuento de declarar el Ávila o Guaraira Repano como zona protectora del área metropolitana.
Esos ilustres viajeros fueron tratados con mucha distinción por la familia Xeréz y Aristigüieta, de costumbres arcaicas muy severas, donde le fueron presentadas las familias de más hidalguía y nobleza existentes en el valle de Caracas para aquel entonces y en su honor se realizó una fiesta de salón con música clásica de la época, donde se oyeron deleitosas notas musicales al compás de la danza y la contra danza.
Maestro Santiago Francisco Sánchez Aranguren Escuela Federal Rural Nacional "Tarmas", año 1.946
Lo cierto fue que esa gente no quería ni hablar castellano, lo hacían en un francés muy a la venezolana, con acentos picarescos criollos. Ellos se creían unos "europeos" nacidos en estas tierras.
Después de las tertulias de salón, en su honor se hizo un banquete en el cual degustaron de una exquisita comida, propia de los oligarcas y aristócratas coloniales, donde bebieron suculentas tazas de chocolate sacado del mejor cacao producido en las haciendas de la familia en los valles del Tuy; fumaron en pipas y cachimbos del mejor tabaco producido en
estas tierras y después de disfrutar de tan grata tertulia se embriagaron consumiendo los mejores vinos traídos desde los puertos marítimos de España, Portugal y Francia en los bergantines de correo de la Compañía Guipuzcoana y Ultramar.
Pero en uno de esos cruciales momentos don Miguel Xeréz Aristigüieta y Lovera Bolívar tomando por su mano izquierda la mano derecha de su señora esposa doña Josefa Blanco Infante de Herrera Liendo, le dijo a los allí presentes estas amabilísimas palabras:
Señoras, señores; me siento muy honrado con la visita de tan ilustres huéspedes, miembros connotados de la realeza europea, quienes hoy se encuentran presente entre nosotros.
En nombre de mis invitados, mis familiares y en el mío propio le doy la más cordial bienvenida en estas tierras a su Alteza Real el príncipe Carlos de Braganza, virtual heredero de la corona de Portugal y a su ilustre acompañante el conde Louis Philippe Paúl de Segur. Siéntanse ustedes en este mayorazgo como si estuvieran realmente en sus propios palacios.
A continuación se oyeron los aplausos de los invitados y amigos, allí presentes en tan magno evento. En un previo de la reunión, doña Josefa María Blanco Infante y Herrera Liendo, dirigiéndose a los invitados en tan gran recinto del mantuanismo caraqueño, anunció lo siguiente:
Respetados visitantes, hoy tengo el honor de presentarle a mi sobrina María de la Concepción Palacios y Blanco de Bolívar y Ponte, hija de mi hermana doña Francisca Blanco Infante y Herrera Liendo, y quien tendrá el altísimo honor de complacerlos con una bella música clásica tocada por su maravillosa flauta y con su delirante arpa, instrumentos estos, de la cual es una virtuosa y gran ejecutora; ven acá mija, te lo sabría agradecer, ven pues".
Doña María de la Concepción Palacios y Sojo de Bolívar y Ponte era una mujer de ojos candorosos y humildes, grandes y negros, de suave fulgor místico a la sombra de pequeñas pestañas, cabello negro, boca de dulzura y gracia, donde es luz la sonrisa, la bondad miel y música el acento.
Comelona de los mantuanos en la época colonial
Doña María de la Concepción Palacios se puso de pie al oír el llamado de su honorable tía maternal, recibiendo de antemano una estruendosa ovación por parte de las "honorables invitados" allí presentes.
Diciéndole don José Carlos Francisco de Braganza y Braganza, príncipe del Brasil, sobrino de don Juan VI, Rey de Portugal, estas dulcineas palabras a don Miguel Xeréz Aristigüieta y Lovera Bolívar:
¿Quién sería el cristiano que tendría el altísimo honor de besar los pies de tan hermosa y espléndida dama caraqueña, don Miguel?
En eso don Miguel le respondió en estos términos:
Cuidado, cuidadito don Carlos; esa bella diva que usted ve allí, es nada más y nada menos que la esposa de mi tío el coronel Juan Vicente Bolívar y Ponte. Mire usted, que ese hombre es muy celoso; le agradezco altamente que usted sea muy prudente con lo que pretende hacer, cuidadito pues.
Y el príncipe Carlos de Braganza observando a tan bellas divas en tan alegre y festivo lugar le dijo a don Miguel lo siguiente: ¿Qué bellos rosales alfombrados de albahacas y hierbabuenas tiene usted, y de niñas bellas e hidalgas como lo son sus moldeadas hijas, don Miguel?
Fiesta en los patios de las casas mantuanas
hogar?
¿Y qué decir de sus nueve hijas o hermosas musas que engalanan su honorable
Don Miguel, de aquí no provoca irse, la vida en estas tierras es arte y se enseñorea en
bellas mujeres como los son sus notables hijas: María Antonia, Mercedes, Rosa María, Manuela, Francisca, Teresa, Josefa María, Begonia y Belén. Ciertamente, que son unas verdaderas musas del Olimpo.
Caramba y esas bellas ninfas viven como a 30 varas de la casa de doña María Concepción Palacios de Bolívar y de su tío el presbítero Juan Félix Xeréz y Aristigüieta. Además, que está muy cerca de allí la Casa del Vinculo. Me parece que todo este vecindario está formado por la gente de más renombre venida de España en otrora tiempo.
El príncipe Carlos de Braganza con silente voz a muy bajos decibeles, decía: ¡yo no me voy de aquí, si no me cojo a una de esas ricuras encarnadas en mujer caraqueña, ja, ja, ja!
La ciudad portuguesa de Braganza
Con gran elegancia y prestancia, doña María Concepción Palacios y Blanco en compañía de su prima hermana Soledad Aristigüieta se dirige con voz sublime al príncipe don Carlos de Braganza, haciéndole la siguiente pregunta:
Don Carlos, dispense y perdóneme usted mi modestia: ¿De dónde es el apellido que orgulloso y ostentosamente lleva usted?
El príncipe Carlos de Braganza le respondió con estas palabras:
Oh, bella diva salida del vestal del Dios Zeus en el Olimpo. Mi apellido Braganza es el nombre que lleva una ciudad en el norte del Reino de Portugal. Lugar ese, muy cercano a España.
Esta dinastía la comenzó don Alfonso, quién fue el primer duque de Braganza, hijo natural de don Juan de Portugal; siendo él mi más remoto antepasado desde el año de 1.492, en el Reino de Portugal de la era de nuestro Señor Jesucristo.
En eso el viejo coronel Juan Vicente Bolívar y Ponte a susurras le dijo en el oído a su sobrino el canónigo don Juan Félix Xeréz y Aristigüieta, lo siguiente:
¡Ah, caramba tocayo, como que nos salió muy bastardo el príncipe Carlos, ja, ja, ja, ja! Una vez oída las palabras del príncipe don Carlos de Braganza; doña María de la
Concepción Palacios y Sojo de Bolívar y Ponte tomando en sus manos la guitarra y su flauta, y dirigiéndose a los invitados dijo estas palabras:
Gracias, gracias; una vez más les doy las gracias…, en verdad yo fui introducida en la música clásica por mi tío paternal el presbítero Pedro Palacios y Sojo, quien después de su arribo desde Europa introdujo la música clásica en esta capitanía general.
Ahora yo le pido a mi tío que se ponga de pie y que me acompañe en el piano, ya que les voy a complacer a ustedes con algunas piezas de los grandes maestros de la música clásica. Para ustedes, "La Flauta Mágica", de Wolfang Amadeus Mozart, el genio de la música.
Una vez oída tan magistral música y de un largo y apoteósico aplauso, doña María de la Concepción con el arpa en sus prodigiosas manos tocó espléndidamente "El Stábat Máter" del maestro italiano Giovanni Battista Pergolesi, y así sucesivamente.
Continuando luego con la "Sinfonía de Londres Nº 93 – 104" del maestro húngaro Franz Joseph Haydin, y finalmente cerró con "La Reina Hechizada", del maestro Henry Purcell.
Realmente, ese día sucedió una anécdota muy importante y fue que don Martín Xeréz Aristigüieta y Bolívar a escondidas logró introducir en el salón de música clásica a la negra
liberta María de la O, con quien hacía vida marital desde hacía mucho tiempo atrás.
Esta había sido esclava en la Hacienda Chichiriviche, propiedad de don Juan de Mayora, a quien se la compró por muy pocos maravedíes para luego ponerla bajo sus apetitos sexuales; tratando de culturizarla bajo los modales mantuanos de la época.
Don Pedro Palacios y Sojo
Tío abuelo maternal de Simón Bolívar
Una vez que ocuparon sus asientos dentro del recinto, la negra María de la "O", muy bien engalanada y muy parecida a una bella princesa de ébano se echó hacia atrás en su butaca y algo fastidiada comenzó a dormirse, recostándose del hombro de don Martín, su voluptuoso amante y exhalando un ronquido que perturbaba los oídos (¿y qué musicales?) de quienes oían tan armoniosa música, la cual era muy bien ejecutada y tocada por doña María Concepción Palacios Sojo y Blanco".
Pero de pronto la negra María de la "O" se levantó algo aletargada por esos extraños y desconocidos ruidos musicales, diciendo estas palabras: ¡Martín, Martín, ya se terminó la mamaguebada esa!
Hay que destacar, que según palabras del señor Lino Infante quien vivió por los lados de Cataure en la Parroquia Carayaca del antiguo Departamento Vargas; manifestaba él que entre los muy muérganos mantuanos criollos quienes fundaron el Real Consulado de Caracas estaban las siguientes personas:
Como prior, fue designado el conde de Tovar; y por teniente suyo, don Manuel Martín Blanco; como primer cónsul, don Juan José Mintegui; y como teniente, don Manuel Clemente y Francia; para segundo cónsul, don José de Escorihuela; y como teniente, don Nicolás del Toro; para Conciliarios, el conde de San Xavier, don José Cocho de Iriarte, don Feliciano Palacios y Sojo, don Andrés Ibarra, don Francisco García de Quintana, don Francisco Longa, don Marcos de Rivas, don Juan Bautista Echezuría y don Isidro Méndez; y como tenientes, a don Santiago de Ponte, don Antonio Barreto, el sádico de don Martín Xeréz y Aristigüieta, don Fernando Ascanio, don Manuel Monserrate, don Ignacio Xedler, don Juan Benítez, don José Joaquín de Anza y don Blas del Castillo; como sindico, fue nombrado don Manuel Felipe Tovar; y como teniente, don Juan José Echenique; para secretario, don Antonio Soublette; como contador, don Gervasio de Navas; tesorero, don Jaime Bolet; Asesor, doctor Agustín de la Torre; y como escribano, don Pedro del Río.
¡Caraá vale, esos bichos "cocaineros", que digo "grandes cacaoteros", no fueron los más genuinos representantes del pueblo, ya que ellos representaban los intereses de su clase social y económica!
Esos funcionarios oligárquicos de la Real Audiencia de Caracas fueron los perseguidores del zambo José Leonardo Chirino, José María España Rodríguez y Manuel Gual Curbelo, Francisco Xavier Pírela y del General Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez.
Esos carajos son los Alfredo Peña, Teodoro Petkoff, Andrés Velásquez, Américo Martín, Pastor Heydra, Freddy Varela, Carlos Melo, Pablo Medina, Carlos Raúl Hernández, Luís Miquelena, entre otros, de hoy día.
Pero en el ayer fue tan así que el capitán general con relación a la conspiración de Gual y España aceptó la oferta que los mantuanos le ofrecieron en la creación de dos compañías del cuerpo de nobles de la ciudad, las cuales montarían guardias frente a la sala capitular para mayor seguridad del orden.
Camino nuevo a La Guaira
Esto se llevó a efecto por temor a que la gesta de Gual y España se desarrollase por todo el centro de Venezuela en pro de la liberación nacional.
Habiendo sido los siguientes oligarcas mantuanos quienes acordaron tales medidas: el conde de la Granja, el marqués del Toro, el conde de San Xavier, el conde de Tovar, don Manuel Felipe Tovar, don Martín Eugenio de Herrera, don Diego de Tovar, don Vicente Blanco Uribe, don Santiago de Vegas y Mendoza, don Joaquín de Ibarra y Galindo, don Lorenzo Mixares y Ponte, don José María Blanco y Liendo, don Ignacio Mixares y Tovar, don Gabriel Bolívar, don Cristóbal de Ponte y Blanco, don Fernando de Monteverde y Molina, don Joseph María Blanco y Mixares.
Quienes haciéndose llamar "humildes vasallos del Rey" persiguieron a aquellos héroes y mártires del pasado; siendo el Oidor Honorario de la Real Audiencia de Caracas, nada más y nada menos que el Marqués de Casa de León, quienes luego les instruyeron expedientes a cada uno de los insurrectos; encarcelándolos, persiguiéndolos y asesinándolos; todos eran familias.
Pero continuando con el agasajo que le hicieron a los ilustres visitantes, al día siguiente toda la familia Xeréz Aristigüieta y Lovera, acompañados de tan honorables visitantes se fueron a pasar un día campestre que disfrutaron entre saraos y al compás melodioso del arpa, bandola, maracas y cuatro, resonando en el patio apisonado un joropo que "partía en dos el alma de los enamorados".
Esa era la música alegre de los esclavos que a diario rendían sus sudores en el trabajo agotador en las zafras y trapiches de caña de azúcar, era el deseo colectivo de demostrar que la libertad es un derecho elemental y natural del hombre y el ciudadano.
Los visitantes estaban impresionados por la riqueza cultural que tenían las castas sociales en esos tiempos. En los días que pasaron en el mayorazgo de los Xeréz y Aristigüieta, comieron y degustaron de un suculento sancocho de gallina y carne, carne de res en vara condimentada en sal y puesta al fuego, cachapa de jojoto, arepa de maíz, casabe, dulce de lechosa y toronja; bebieron chocolate, horchata de almendras, guarapo de piña fuerte y sé apapelonaron de espuma, producto de la destilación de la caña de azúcar en los trapiches.
Pero la situación llegó a extremos muy alarmantes, ya que don Miguel Xeréz Aristigüieta y Lovera Bolívar estando bajo el dominio del Dios Baco. Mejor dicho, bajo una "gran borrachera" y montándose en una de las mesas, tambaleante y muy groseramente ofendiendo a los presentes en dicha fiesta, gritó: "Carajo nojoda, en mi casa mis pantalones y los del conde Louis Philippe Paúl de Segur".
¿Y por qué no los del Príncipe Don Carlos de Braganza, ja, ja, ja?
Juvenal, yo creo que el gran dilema en la vida del general en jefe Manuel Carlos Piar comenzó desde ese mismito momento; esa es la mismísima verdad, vale.
Pero lo cierto fue que en la familia Xeréz y Aristigüieta había "Nueve Bellas Ninfas", salidas todas del vestal del Dios Apolo, conocidas como las "Nueve Musas de Caracas".
Ellas eran mujeres llenas del mayor embrujo caribe, vasco y cantábrico; quienes con su inmensa cultura y belleza engalanaban tan campestre lugar. La verdad Juvenal, era que esas damiselas se robaban el corazón de quienes disfrutaban de tan grandiosa fiesta en honor de tan ilustres huéspedes.
Es tan así que entre esas "Nueve Musas" estaban: María Antonia, María de las Mercedes, Rosa María de Jesús, María Begoña, Francisca Fulgencia, y las más niñas como Teresa de Jesús, María Belén y Josefa María; estando presentes su prima hermana doña María de la Concepción Palacios y Blanco y sus hermanas María de Jesús, Ana Rufina, María Paula, Josefa e Ignacia, y también se encontraba allí la siempre bella prima Rafaelita Hemenegilda.
Con tan monumental séquito de distinguidas y exquisitas damas, todas al compás de una buena música de cuerda fueron muy gallardas y señorialmente invitadas al salón de baile por tan ilustres invitados, quienes estaban acompañados por los hermanos Pedro, Juan y Pedro Martín de Iriarte y Echeverría nacidos en Navarra, España y quienes fueron comerciantes en el puerto de La Guaira; don José de Castro y Araos, subteniente de artillería del Batallón de Veteranos nativo de Sevilla; don Antonio Soublette y Piar; don Antonio de Sausa natural de Galicia; y don Agustín de Zuasnavar.
Una de ellas llamada María Soledad Xeréz y Aristigüieta Bolívar y Ponte se enamoró perdida, loca y plácidamente del príncipe Carlos de Braganza; fue pues un amor platónico y muy placentero, sin llegarse a medir las consecuencias de tan romántico e idílico torbellino.
Lo cierto del caso fue que el "príncipe de bragueta, que digo de Braganza", era muy mujeriego y con su acento galaico portugués era una persona muy divertida.
Figúrate Juvenal, que así sería la rasca que tenía don Miguel Xeréz Aristigüieta y Lovera Bolívar, que le dijo a tan afamado príncipe, estas palabras:
Mi príncipe, mi príncipe: ¿Qué les parece esas muchachas que tengo?
Generalísimo don Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez Reo de la corona española en la Carraca de Cádiz en España
Y don Carlos de Braganza no tenía manera de cómo responderle a su agasajador. Ya que él se sentía apenado de ver a tan "ilustre mantuano" en esa facha y condición etílica, quien a entero pulmón le gritaba:
Príncipe, mi príncipe; venga conmigo a ver a mis amigos, espabilícese don Carlos, vamos pues, rápido nojoda. Seguro estoy yo, que con usted nos entenderemos a las mil maravillas, ja, ja, ja, ja.
Príncipe, yo espero que cuando se vaya no sea un adiós definitivo, ja, ja, ja; y le recalco que en su próxima visita a estas tierras nos visite en nuestra hacienda; allá cerca del lago que está en las inmediaciones de la ciudad de La Nueva Valencia del Rey.
Mejor dicho, en El Palmar de Bolívar, para que conozca los trapiches de caña de azúcar de mi cuñada doña Adriana Blanco y Herrera, la cual se encuentran en el lugar llamado Villegas, en honor al capitán Juan de Villegas, adelantado y conquistador de estas tierras y antepasado nuestro.
Don Miguel Xeréz y Aristigüieta cayéndose de bruces por la tremenda pea que tenía, hablando tantas guebonadas le gritaba a los invitados estas palabras:
Ustedes pueden cogerse a todas esas muchachas, menos a Soledad; porque ella tiene que pagar su noviciado en el Convento de las Madres Concepciones en Caracas, échenle bolas pues.
El príncipe de Braganza haciéndose el guebón se le fue acercando a la joven Soledad y le dijo en el oído estas palabras:
¿Me puedes complacer en esta pieza, Soledad?
Ella muy prendida de amor y placer, aceptó la invitación entre tragos y diretes palaciegos, se fueron haciendo los tontos hasta que se retiraron de la fiesta hacia un cambural, y allí entre abrazos y besos, el príncipe la tiró en un matorral, quitándole parte de sus prendas íntimas le hizo la siguiente pregunta:
¿Quién ha derrotado al "General Machete" en alguna batalla, Soledad?
Ella le respondió de esta manera: "Carlos, no sé porque me haces esa pregunta. Yo no conozco a ningún general llamado Machete".
Y él con el guebo parado en su mano derecha, le dijo lo siguiente: "Soledad, el General Machete jamás ha sido derrotado en ninguna batalla. Fijate, que hasta los manflóricos se desviven por él, ja, ja, ja".
La cogida que le echó el príncipe Carlos de Braganza a Soledad fue tan arrecha que ella sintió tanto temor de lo que había hecho, que le dijo a su novel amante estas palabras:
Carlos, se que te vas a ir muy pronto, cuidadito yo vaya a quedar preñada de ti, porque me moriría de pesar, al saber que nunca más te veré y a1quí quedaría para siempre un vástago tuyo.
Mi temor Carlos es que tengo que convertirme muy pronto en religiosa en Caracas y esa vaina no me gusta para nada, ya que es muy sabroso singar con un hombre. Allá lo que hay es una cuerda de torteras de casabe, ancianas que singan entre ellas mismas, muchas de ellas son familia mía.
El príncipe Carlos de Braganza después de haber satisfecho sus amoríos con una de las nueve musas de Caracas, se fue muy contento y orondo, sacudiendo su guerrera entorchada y haciendo su espada con la mano izquierda, avanzó hacia su cuarto a preparar sus bagajes para salir al puerto de La Guayra a tomar el buque que lo llevaría de regreso a su tierra, Portugal.
El conde Louis Philippe Paúl de Segur y el príncipe Carlos de Braganza una vez disfrutada su estadía en estas tierras, abandonan para siempre la provincia de Caracas. No sin antes decirse el uno al otro estas palabras:
¿No te tiraste uno de esos culos que don Miguel tiene en su hacienda, Carlos? Y él contestó:
Claro Luís, me tiré a Soledad, que rica está esa mujer; es una dulzura; tira bien la condenada; cuando nos vayamos no mires para atrás, para nada. Porque a estas tierras no regreso nunca más.
Comenzando de esta manera el más triste y desconsolador drama de la bella María Soledad Xeréz Aristigüieta Bolívar y Ponte, hija de don Miguel Xeréz Aristigüieta y Lovera Bolívar, "mantuano y gran cacao esclavista" descendientes de los "Beneméritos Amos del Valle" quienes eran de " cornajuda extirpe española" y de larga tradición caraqueña; hoy le decimos así a los escuálidos adinerados y con influencias dentro de la política venezolana.
La bella María Soledad había quedado preñada.
¡Qué dilema, vale!
Como era costumbre en la época, los primogénitos o primogénitas de las familias mantuanas tenían que ser ordenados sacerdotes o convertidas en monjas. María Soledad tenía que hacer el derecho de noviciado o "derecho de piso".
Motivo este, por la cual María Soledad Xeréz Aristigüieta Bolívar y Ponte tenía que ser enclaustrada en el Convento de las Madres Concepciones de Caracas. Caso contrario, quedaría a merced del Santo Oficio del Tribunal de la Inquisición.
El C0conde Louis Alexandre Berthier en su diario cuando visitó a Caracas escribió lo siguiente: " En cuanto a las mujeres, ellas sólo piensan en dos cosas: Dios y los hombres. El primero por costumbre y lo segundo por placer ".
¿Qué ironías del destino?
Ante esto, la madre de María Soledad como toda madre alcahueta al fin, no encontraba la forma de darle tan ingrata noticia a su necio e inmoral marido, lo sucedido era de hecho una gran calamidad familiar.
¿Qué pensaría la aristocracia colonial sobre lo acaecido en esos días en el seno de la familia Xeréz y Aristigüieta?
Ante esto, la entristecida madre doña Josefa María Blanco Infante y Herrera Liendo
se dirigió a su esposo, en este caso a don Miguel Xeréz Aristigüieta y Lovera Bolívar, diciéndole lo siguiente: "Miguel, si te digo algo no te pones bravo, dime la verdad; si no, no te digo nada".
Y don Miguel le respondió: ¡Que va mujer, que vá!
Dime, lo que me vas a decir ya, porque tengo que ir a ojear al ganado, los sembradíos y las plantaciones de nuestras haciendas. Y además, a ver como están y van las cosas por allá con mis esclavos y esclavas.
Y tan honorable y beatuca damisela comenzó a contarle lo siguiente:
Miguel, como sabrás; María Antonia, tú hija primera a quien cariñosamente llamamos María Soledad, fruto de tu matrimonio con mi difunta prima María Petronila Bolívar y Ponte, hermana de padre y madre de tu señora madre doña Luisa Bolívar y Ponte de Lovera y de tú tío el coronel Juan Vicente Bolívar y Ponte, esposo de mi prima hermana doña María de la Concepción Palacios Sojo y Blanco, hija de mi tía Francisca Blanco Infante y Herrera Liendo.
Soledad, tú pobre hija, si María Soledad; nos salió barrigona de don Carlos de Braganza, ya me lo ha confesado y yo he tenido mucho miedo en decírtelo; porque a pesar de que no soy su madre la he criado y educado como si fuera mi propia hija, temo que la jodas bien jodida y le metas unos chaparrazos, caraá.
Miguel, porque como te conozco muy bien y sé que eres capaz hasta de matarla con tus propias manos, he tenido temor en decírtelo.
Inmediatamente, don Miguel se encolerizó de tal manera, que dijo estas palabras:
¿Cómo, mujer?
¿Qué don Carlos nos ha echado esa vaina?
¡No lo creo, no puede ser verdad lo que me estás diciendo!
¡Verdad que no, dímelo ya, nojoda!
¡Estoy arrechísimo, coño!
Después, don Miguel mandó a llamar a su hija María Soledad, y muy arrechamente le preguntó: "María Soledad, que hicisteis nojoda; tenías la cuca tan caliente así, dime que no es verdad lo que pasó, dímelo, dímelo".
¿Cómo te has dejado espelucar de esa manera?
Y María Soledad en su laberinto generaba desconsuelo en su seno familiar y muy sublimemente le respondió a su progenitor con estas palabras:
Padre, en verdad me enamoré apasionadamente de don Carlos de Braganza, y me dejé gustantear por él desenfrenadamente, y como muestra del profundo amor que le profeso, debo decirte que verdaderamente estoy en estado y no sé qué hacer en estos momentos, amadísimo padre.
Don Miguel Xeréz Aristigüieta y Lovera Bolívar analizaba durante largas horas la gravedad del problema, que en carne propia bajo el más profundo sufrimiento vivía su bella hija. Considerando él que lo sucedido era una vil afrenta a la honorabilidad de su familia.
Acto seguido, don Miguel se dirigió a casa de su hermanito don Juan Félix Xeréz Aristigüieta y Lovera Bolívar, quien era presbítero en la Catedral Metropolitana de Caracas. Además de ser el hombre más rico en aquellas provincias.
Ya que era el administrador del mayorazgo y jefezuelo monacal de la familia, ávido de la riqueza ajena, lo que le dio un cruel y maquiavélico aprovechamiento del poder civil, militar y eclesiástico en estas tierras.
Cuando el presbítero don Juan Félix vio llegar a su hermano Miguel, le preguntó: Miguel: ¿Qué coño de madre te está pasando, vale?
Hermano mío, tú me tienes consternado, ya que te veo muy preocupado, contristado y hasta apesadumbrado, nojoda.
Y éste le respondió a su "ensotanado y sinvergüenza" hermano, de la siguiente manera:
Juan, hoy he recurrido a ti para que me ayudes a resolver un hecho que nos acongoja en el seno de mi familia, y nos tiene muy avergonzado a todos. Que de saberse en esta provincia, seguro estoy manchará para siempre el honor de nuestra ilustre, patricia e inmaculada familia, el cual nos produciría daños morales, que de por sí serían irreparables.
Ante esto, el "tonsurado sacerdote" le volvió a preguntar a su hermano: ¿Dime la verdad, Miguel?
¿Dime la verdad y sin mucho tapujo, vamos al grano pues?
¿Qué vaina es lo que está pasando realmente en el seno de tú familia?
Con voz baja y taciturna, don Miguel le respondió a su demoníaco hermanito, pero de esta forma:
Juan, tú sabes muy bien que mi hija María Soledad por ser mi primera hija debe tomar los hábitos monacales en el convento de las Religiosas Madres Concepciones de Caracas, en donde tenemos una larga tradición por generaciones. Pero ahora María Soledad, tú pobre sobrina, se encuentra en profundo estado de gravidez.
Mejor dicho, vale:
¡Está preñada carajo , y va a tener un hijo!
El tonsurado Santo Tomás de Aquino Tiene su cabeza rapada
Y el cura dirigiéndose nuevamente a su hermano, le hizo la siguiente pregunta: Miguel:
¿No será que me estás metiendo una mentira piadosa, ah?
"Miguel, coño nojoda; no puedo creer lo que me estás diciendo, Miguel.
¿Cómo es qué María Soledad va a tener un hijo, Miguel?
¿Y quién es el cobarde que ha osado mancillar así el honor de nuestra hidalga familia? Miguel, vamos pues; déjate de ese runruneo conmigo, vale.
Sobre estas últimas palabras, don Miguel cabizbajamente y con la cabeza agachada le respondió a su hermano don Juan Félix, de esta forma:
Juan, mi hija salió preñada de don Carlos de Braganza. Él fue uno de esos viajeros que
recibimos en nuestro mayorazgo y que en días pasados partió hacia la isla de Curazao, con destino al reino de Portugal.
¿Qué vaina es esa, Miguel?
¿Qué vil infamia has dicho, Miguel?
¿Qué don Carlos de Braganza, el príncipe heredero de la Casa Real del Reino de Portugal preñó a mi sobrina Soledad?
¿No puede ser?
¿No lo puedo creer, vale?
Y desesperadamente, don Miguel le contestó: "Sí, él mismísimo príncipe de Braganza, Juan Félix".
¿Y qué haremos ahora, Juan?
Juan, por el amor de Dios y de la Santísima Virgen del Carmen, ayúdame vale.
Juan, no me dejes sólo en esta vaina, te lo sabría agradecer siempre. Por la santa memoria de nuestros padres, ayúdame hermanito mío.
Inmediatamente, el profesor Aguinagalde haciendo un previo en las conversaciones con el maestro Sánchez, le preguntó lo siguiente:
Maestro Sánchez, yo oí en este relato que usted mencionó la palabra "tonsurado presbítero" y en verdad deseo que a su vez usted nos pueda explicar su real significado, antes de continuar con este ensayo histórico, el cual creo está lleno del más verdadero realismo, que de por sí lo hace más interesante al oído del pueblo piarista de Venezuela.
A continuación, el maestro Sánchez Aranguren dio la siguiente explicación a la pregunta formulada por el preceptor de instrucción pública, don Víctor Juvenal Aguinagalde:
Amigo Aguinagalde, desde los de la edad media, en tiempos del Papa Urbano II, cuando se hicieron las guerras de las cruzadas en aras de rescatar los santos lugares en Palestina, los cuales estaban en manos de los musulmanes.
El Salto en las serranías del Ávila
La santa iglesia católica romana desde esos mismos momento se convirtió en la depositaria de la cultura y la instrucción pública.
Esa era la ideología dominante que dominó al mundo conocido y que hoy llamamos civilización occidental, y que podemos decir a los cuatro puntos cardinales del orbe, que aún sigue imperando su reinado imperial con sus políticas de dominación, desde esos nefastos
momentos hasta nuestros actuales días, y que actualmente se traduce en el neoliberalismo encubierto en una extraña globalización.
Juvenal, cuando uso la palabra "tonsurado" es debido a que siguiendo los preceptos monásticos, esos hediondos y sacrílegos frailes, clérigos, monjes y sacerdotes se raspaban con navajas los cabellos ubicados en la parte central de sus cabezas, y para aquel entonces, don Juan Félix Xeréz Aristigüieta y Lovera Bolívar era uno de esos maricos y tonsurados curas.
Continuando con los orígenes del general Manuel Carlos Piar expresó lo siguiente:
De pronto, pero de pronto; como saliendo del propio reino de las tinieblas llegó un rayo de luz fulgurante al cerebro de don Juan Félix Xeréz Aristigüieta y Lovera Bolívar, diciéndole a su hermano Miguel con un tono muy airado estas palabras:
Miguel, esa vaina tiene que resolverla en un ambiente doméstico al estilo de los Aristigüieta, en plena intimidad clerical hogareña, sí se quiere, ya que esa pinguja de mujer, tu inmaculada hija, se ha atrevido, osado y ha aplebeyado nuestro linaje de esa vil manera.
Miguel, recuerda que nuestra sagrada simiente proviene de nuestro inmaculado antepasado don Juan de Aristigüieta, quien más bien era un regordete y gentil hombre del país vasco. Además, de ser capitán de caballos de coraza.
Miguel, en este caso haremos uso del inmenso poder doctrinal que nos da el papa y la santa iglesia católica, apostólica y romana, porque como sabrás carajo; y que nunca se te olvide lo que hoy te voy a decir ahora, yo tengo poder para disponer de la vida de cualquier ser humano, como de sus bienes terrenales en estas provincias; guarda las palabras que te voy a decir como si fuera un secreto de confesión, nojoda.
Así que no te preocupes, que a esta vaina le buscaremos solución y una salida honorable; ya verás, ya verás, Miguel.
Miguel, ay Miguelito; recuerda en todo momento y bajo confesión jurada, que en nuestra santa y apostólica iglesia desde lo más alto de su jerarquía hasta el más humilde fraile o monje, despreciamos el amor y no creemos en la justicia, tampoco defendemos a los pobres; que va vale, que va.
Calle antigua de La Guaira a finales del siglo XVIII
Miguel, aquí bajo el nombre de Jesucristo preferimos robar al pueblo, despojar de sus bienes y riquezas a los más poderosos y ricos de estas tierras y asesinar o matar a quienes nos contraríen o traten de desconocer nuestro inmenso poder; el cual adquirimos desde los tiempos del Emperador Constantino, después del Santo Concilio de Nicea en el año 326 de nuestra vulgar era.
Donde adquirimos el derecho para joder a todos los pueblos del mundo con dogmas, nuevos santos y mentiras como el purgatorio, el infierno y el cielo, ja, ja, ja. Así son las vainas de la vida, Miguel.
Mira Miguel, yo tengo 9 casas de veraneo y retiro en una zona retirada, muy cercana al puerto de la Guaira, mejor dicho, en El Cardonal; arreglemos una de esas y procedamos a esconder a María Soledad; pero eso sí, nadie tiene que saber lo que vamos hacer con ella.
Caraá Juvenal, la mayoría de las familias de las casas solariegas del pueblo de La Guaira eran de orígenes vascos; así como los comerciantes y los oficiales del puerto y la aduana. Ya que esos mantuanos mal educados y explotadores de los pardos, y de las castas más onerosas vivían como verdaderos pachá en las casas construidas por los guipuzcoanos en los alrededores de El Cardonal, donde tenían hasta su propio cementerio.
Pero en el casco histórico de ese puerto que para aquella época era una caleta amurallada, también moraban en las calles León, La Caleta, Los Granados y San Francisco.
En esta última calle fue donde nació don José María España Rodríguez en 1.760.
Siendo su verdadero nombre: José Jesús de los Dolores España y Rodríguez.
Cónchale vale, los pobres, si los pobres negros y pardos vivían en ranchos de mala muerte en los barrios trepadores de Palma Sola, El Guamacho, El Caracol y El Pájaro. Así son las vainas de la vida, vale.
Mira Juvenal, en esos tiempos La Guaira era un pueblo muy bonito; eso era lo que contaba mi abuela maternal doña Dolores Bravo de Aranguren, cuando ella decía que era un pueblo para vivir.
Ya que el Río Osorio bajaba desde El Palmar de Cariaco y Todo Flores, arremansándose luego al pie de La Cabrería, donde se formaba un gran pozo llamado de Quita Calzón, el cual era como un baño público.
Se entraba a la ciudad a través del Puente de Jesús, Caja de Agua, San Juan de Dios y Las Trincheras, desembocando a la bahía por la punta de mar de la muralla.
Juvenal, había que ir a ver la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, con su plazoleta y alta puerta mirando hacia el mar, que hoy día mira hacia otro lugar. Y aquellos castillos, como el de El Colorado, Gavilán y El Polvorín; la gente caminaba a lo largo de la muralla entre Maiquetía y Macuto a tomar brisas o en algunas ocasiones iban a El Cardonal a ver el juego de pelota vasca, y si buscaban el camino de Maiquetía al Peñón, entonces saciaban su sed con guarapo, jugo de caña y de horchata.
¿Qué tiempos aquellos, vale?
Ante esto, don Miguel, le vuelve a preguntar nuevamente a su hermano: ¿Qué vamos hacer con María Soledad, agorita Juan?
Y éste le respondió: ¿Qué más vamos a hacer, Miguel?
Carajo Miguel, se te ha olvidado lo jodido que fuiste en el año de 1.754, de la Era de Nuestro Señor Jesucristo, cuando eras el Alcalde Ordinario de Santiago de León de Caracas y azotabas a esos asquerosos negros, zambos e indios de mierda, ah.
¿Ya se te olvidó Miguel, hermano mío?
Bueno Miguel, adorado hermano; a María Soledad la esconderemos por nueve meses
más o menos. Ya que desapercibidamente iremos al puerto y allí contrataremos los servicios de una partera, para que la atienda y asista en su embarazo. Mejor dicho, se haga cargo de ella.
Miguel, Miguelito del alma; durante ese tiempo pensaremos como salir de esa criatura, quizás lo tengamos que dejar botado en las puertas de un convento como cualquier "expósito bastardo.
¿O tal vez lo matemos?
Y si no se lo damos de regalo a cualquier mujer que pase por ahí. Miguel, recuerda siempre estas palabras: pase lo que pase en esta vaina, estamos en el sagrado deber de salvar el honor de nuestra ancestral familia.
Ya que para esa vaina cuento con el apoyo de muchas personas que tienen mucho poder dentro de nuestra santa e inmaculada iglesia católica en estas tierras de nuestra capitanía general.
Miguel, lo siento por ti, ya que ese niño es nieto tuyo y no mío. Pero por el honor inquebrantable de nuestro mayorazgo y solar, a como dé lugar, tendremos que salir prontamente de ese bastardo párvulo.
Ante tan "pontificias, seculares, sacras, crueles e inquisitoriales católicas palabras", manifiestas por tan honorable presbítero colonial. Don Miguel, al respecto le dijo lo siguiente:
"Excelente idea, querido hermano, excelente idea. Yo soy quien trabaja la tierra en nuestra familia, pero tú eres el hombre de las ideas".
S.S.I. Dr. Don Mariano Martí y Estadella
Por eso eres casi un medio obispo en la Catedral de Caracas, y con gran esfuerzo has llegado a dónde estás hoy. En verdad eres un genio hermanito mío, esa es la pura verdad.
¡Ojalá todos los curas fueran como tú, Juan Félix!
Apreciado Juan, en estos momentos tú eres el hombre más rico en estas comarcas y
poblados, tú palabra es ley y se cumple sin objeción alguna.
Pero Juan: ¿Quiénes es esa gente de nuestra iglesia que apoyarían lo que estamos haciendo?
El presbítero inquisidor y muy tridentino en sus modales manflóricos, viéndole el rostro a su hermano Miguel, sarcásticamente y con una risa maquiavélica y muy burlona, le dijo estas palabras: ¡Maldita sea la madre que nos parió, Miguel!
Coño Miguel, tú sigue con tus guebonadas, deja la paja vale.
¿Será que tienes dudas en lo que vamos hacer o es que no has entendido el inmenso poder que yo tengo en esta vaina, ah?
Miguel, aún no te has dado cuenta que la iglesia toda se mueve aquí a mi derredor, que nada se hace sin que yo lo consienta, porque soy el que tengo el poder y las riquezas para comprar los dictados de la gente que me rodean, carajo.
Miguel, hermano mío, en mis padres y en nuestro señor Jesucristo. Por favor, mijito; en esta vaina está metido mi amigo el presbítero Salvador José Bello Medina, quién es el capellán del Convento de las Madres Concepciones y párroco de la iglesia de La Divina Pastora, aquí en Caracas.
Miguel, fíjate que a este cabeza de guebo, yo le di unos reales para que se fuera por las tierras de Carayaca y Tarmas y se pusiera en una vaina por allá.
El muy muérgano y que tiene algunos esclavos en su posesión de Guare en las cercanías del pueblo de Tarmas, como a unos cincuenta y dos miserables africanos y además el muy pajuo hace como cuatro años atrás hizo una iglesia para jalarle mecate a nuestro inmaculado y bendito obispo Mariano Martí y Estadella en Tarmas, ja, ja, ja.
Miguel, dicen que en esa hacienda y que tienen un oratorio público adonde frecuentan religiosas a tortearse unas a otras, y a dejarse coger a escondidas con esos negros mandingas que él tiene allá como esclavos.
Miguel, tú me conoces hasta los tuétanos y sabes muy bien que yo soy marico, que no ando encapillado, que todo el mundo lo sabe. Pero el curita ese de Salvador José Bello Medina cree que yo no sé que él le anda dando el culo al negro Trinidad Bello, allá en las cercanías del pueblo de Tarmas.
Ese curita de mierda es tan bastardo que en el año 1.741, construyó una hospedaría que le sirve de asiento en sus afanes mariconoides a Su Señoría Ilustrísima Diez y Madroñero; decían los viejos de antes que ese fue el lugar predilecto de ese pajuo Obispo.
La Catedral de Caracas
Miguel, recuerda que ese sapo ensotanado no es de nuestra clase. Él es de los blancos de orilla y es tan jala bolas que cuando muera lo vamos a santificar en el Vaticano.
¿Ya vas a ver la vaina, Miguel?
El muy bandido se lo ha creído, ja, ja, ja.
Al otro que enredé en esta vaina es al padre Joseph Antonio García Mohedano. Él me debe un favor que le hice cuando lo propusieron para ir de cura propio en el pueblo de Tarmas.
Mira que ese bobilandio y pazguato curita vino llorando como un perfecto Judas Iscariote y me dijo que no quería ir a esos lugares lejanos de Caracas porque temía que lo picasen las serpientes y los zancudos, y podía pelar bolas, ja, ja, ja.
Ya que él muy baboso siempre estuvo de sirviente del señor obispo quién era su tío, hoy difunto y sepultado por mí en el cementerio de La Catedral.
¿Qué tal hermanito?
Y yo le dije, José Antonio no temas por esos cambios. Para allá enviaremos a don Sebastián Bueno quién es un cura catalán borracho, estúpido y babieco, y hay quienes dicen que es medio sadicón o maricón.
Si vale, el cura catalán ese de Sebastián Bueno, por allá va a gozar un puyero, ya que a ese le gustan las indiecitas como de 12 años para desvirgarla y aunque se tira a las negras, dice que son muy hediondas, ja, ja, ja.
Hay Miguel: ¿Y quién menos tú te lo imaginas?
Nada más y nada menos que nuestro primo el presbítero Fernando Xeréz y Aristigüieta quién es el Vicerrector del Seminario Tridentino en Caracas. Con él de aliado en estas vainas estamos muy seguros de lo que vamos hacer, porque está de acuerdo en que tú hija Soledad no vaya a parir a su bastardo hijo.
Pero de todos modos debemos tener cuidado. Ya que un error que podamos cometer nos puede salir muy caro. Hermano mío, no quiero ir a parar a esa prisión eclesiástica que construyeron los obispos en Caracas en 1.713, al lado de la catedral.
Miguel, ese sitio es muy tétrico y siniestro, y recuerda que soy muy conocido y no me gustaría ir a parar allá por atentar en contra de las buenas costumbres, la moral y la religión nuestra.
¡Lo siento por tú hija y nieto, Miguel!
Miguel, viendo tú cara puedo notar el sufrimiento que llevas encima y te está embargando en estos momentos.
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