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Ciclo vital humano

Enviado por dantemucciolo


     

    Indice1. Introducción 2. Ancianidad: Una Cuestión De Edad 3. Envejecimiento Y Muerte 4. Las Enfermedades En La Vejez 5. Etica Médica En La Enfermedad 6. Aspectos Psicológicos 7. Asistencia A Los Ancianos 8. Epílogo 9. Bibliografía

    1. Introducción

    El siguiente estudio se acerca a la ancianidad desde una perspectiva un tanto profunda en el tema salud y otro tanto inquisidora en el tema social. No quiere, sin embargo, poner de manifiesto lo ajeno de la sociedad con respecto a esta importantísima parte de la misma, sino que trata de dar una breve descripción de las causas, medios y consecuencias de la invaluable y desconocida vida de los ancianos. La multitud no envejece ni adquiere sabiduría: siempre permanece en la infancia. Johann Wolfgang von Goethe Se es viejo cuando se tiene más alegría por el pasado que por el futuro. John Knittel La iniciativa de la juventud vale lo que la experiencia de los viejos. Madame de Knorr Una vida lograda es un sueño de adolescente realizado en la edad madura. Alfred de Vigny Entenderás más tarde que uno sigue olvidando la vejez hasta el mismo umbral de la muerte. Colette En los rostros de aquellos que conocimos de jóvenes reconocemos lo viejos que nos hemos vuelto. Heinrich Bóll Teme a la vejez porque nunca viene sola. Canas, argumento son de edad y no de prudencia. Platón La felicidad suprime la vejez. Frank Kafka Se echa en cara la juventud el creer que el mundo empieza con ella. Cierto, pero la vejez cree aún más a menudo que el mundo acaba con ella. ¿Qué es peor? Friedrich Hebbel Cuando se es joven se vive creyendo que uno es lo más importante en la Tierra; cuando nos desengañamos de eso a base de golpes, estamos preparados para vivir el resto de la vida. Emma Thompson Todo lo débil es viejo, todo lo fuerte es joven. Cristina de Suecia La juventud quiere ser estimada más que ser instruida. Si la juventud es un defecto, uno se corrige muy pronto de él. Johann W. von Goethe En cuanto el alma pierde la aureola juvenil, los generosos torneos por el aplauso son sustituidos por las egoístas competencias por el dinero. Santiago Ramón y Cajal Juventud y adolescencia no son sino exceso e ignorancia. François Villon La juventud es la edad de los sacrificios desinteresados, de la ausencia de egoísmo, de los excesos superfluos. Vicente Blasco Ibáñez En la boca del viejo todo lo bueno fue, y todo lo malo es. Baltasar Gracián Los hombres son como los vinos: la edad agria los malos y mejora los buenos. Marco Tulio Cicerón A medida que un hombre entra en años, quiere vivir profundamente. Un sentimiento de triste dignidad invade su alma, y esto es fatal para un cómico. Charles Chaplin, Charlot Los ancianos gustan de darnos buenos preceptos para consolarse de no poder darnos malos ejemplos. François Alexandre, duque de La Rochefoucauld La vejez no mejora el corazón: lo endurece. Lord Chesterfield Los árboles más viejos dan los frutos más dulces. Proverbio Alemán La juventud es sólo un momento, pero encierra una chispa que se lleva en el corazón para siempre. Raisa Gorbachov La vejez no es una vergüenza… el hombre y la mujer cuyo amor, como el vino, ha adquirido la calidad con los años, han obtenido de la vida lo que puede dar de más intenso, de más delicioso y de más embriagador. Auclair La vejez es mala porque priva al hombre de todos los placeres dejándole los apetitos. Giacomo Leopardi Gran libro es la vejez. ¡Lástima que el hombre tenga que morirse cuando comienza a leerlo con provecho! José María de Pereda Una bella ancianidad es, ordinariamente, la recompensa de una bella vida. Pitágoras La vejez conduce a una tranquilidad indiferente que asegura la paz interior y exterior. Anatole France La vejez no significa nada más que dejar de sufrir por el pasado. Stefan Zweig Cuando un anciano fallece, una biblioteca se quema. Proverbio africano

    2. Ancianidad: Una Cuestión De Edad

    Durante el imperio romano el límite de la vida oscilaba alrededor de los 23 años; en el siglo pasado, una mujer de 30 años se hallaba en los umbrales de la vejez, y a comienzos del siglo XX el promedio de vida no pasaba de los 47 años. Sin embargo, durante los últimos años esa cifra ha ido en un aumento progresivo y notable: hacia 1930 la expectativa media para los varones sobrepasaba los 60 años, en 1940 los 63 y en 1970 los 70. En nuestros días, la esperanza de vida media ha llegado a 81 años en la mujer y 75 años en el varón. La finitud de la vida humana es probablemente su carácter más universal. Entre las metas de la medicina, especialmente a partir del siglo XIX, siempre se ha encontrado su superación; y en el deseo del hombre se encuentra a lo largo de toda su historia. Los relatos bíblicos permiten concluir que en una remota y supuesta época áurea, sin guerras ni enfermedades, se concibieron longevidades como Adán de 930 años, Matusalén 969, o Noé 950; aunque ya en los últimos libros del Antiguo Testamento se citan cifras marcadamente disminuidas (Moisés 120 años). Para el mundo científico prolongar la vida humana ha traído aparejado mantener su salud y ha debido tener presente el principio ético por el cual dicho desafío no sea una conquista en sí misma. La población mayor de 85 años ha crecido en los últimos 30 años un 231%; mientras que las tasas de natalidad caen abruptamente, la longevidad creciente tiene exigencias propias que no pueden desconocerse y debemos asegurarnos que el alto costo necesario para llegar a viejo se vea compensado con una calidad de vida adecuada. Existen varios motivos para que la idea ancestral de una vida ilimitada y en buenas condiciones de salud no sea factible. En primer lugar, el límite biológico de la especie humana debido a su historia evolutiva. En segundo, la modernidad, si bien parece producir vidas más placenteras que en el pasado, no conduce necesariamente a una longevidad feliz; el progreso técnico se asocia a numerosos peligros y amenazas: polución ambiental, dietas malsanas, sedentarismo. En tercer lugar, aunque el desarrollo tecnológico permite condiciones favorables para la prolongación de la vida, ellas no son accesibles a segmentos amplios de la población mundial por oportunidad y costo. Uno de los hechos que más preocupa a los especialistas es que, para el año 2020, siete de los 10 países más viejos estarán aún en vías de desarrollo. La Organización Mundial de la Salud ha llamado la atención sobre el envejecimiento progresivo de la población y nos insiste en que debemos asumir esa transición sin dramatismos. En abril de 1995 la OMS asumió el reto de concienciar al mundo acerca de los problemas que podrían surgir si la población mundial se hacía cada vez más vieja. Elaboró un programa llamado Envejecimiento y Salud que enfatizaba el hecho de que si este sector gozaba de buena salud, podría contribuir a un mejor funcionamiento de las sociedades modernas e insiste en que para lograr una vejez saludable y tener en este ciclo una buena calidad de vida, lo más importante es el cuidado de la salud desde la niñez, aunque también deben intensificarse los esfuerzos por mejorar la calidad de atención sanitaria destinada a la tercera edad, un punto que suele descuidarse en favor de los cuidados médicos de los más jóvenes.

    3. Envejecimiento Y Muerte

    La asociación entre envejecimiento y la muerte en tan natural que casi es consubstancial a la cultura. El proceso de "desvalimiento" en tanto obsolescencia individual y social caracteriza el "reloj cultural": a medida que se envejece se espera que cambien las obligaciones, los papeles y las expectativas. Las limitaciones físicas e intelectuales hacer sentir su peso. Así, el proceso de envejecer es aludido ambiguamente: por un lado como fuente de respeto y aprecio; por otro, como factor de marginación: se pone de manifiesto el "rechazo a los viejos". Esta actitud no es nueva: entre los Shilluks de Nilo Blanco, los jefes ancianos son matados al primer síntoma de debilidad. Entre los Dinka, en el sur de Sudán, algunos viejos que tuvieron un rol importante son enterrados vivos en una ceremonia ritual. Los Koryak, de Siberia del Norte, matan a los viejos en presencia de toda la comunidad después de complicadas ceremonias. Los Chukchee, estrangulan a los viejos con una anillo en una gran fiesta donde se bebe, se canta, se baila y se toca el tambor. Hoy por hoy, aún en las sociedades con estructuras familiares más cohesionadas, los ancianos significan una carga no siempre deseada. Al igual que los niños, los ancianos constituyen un grupo vulnerable que obliga a que se les dé un trato preferencial, ¿supone esto que también se les dé un trato paternalista tratándose de su salud?. El grandioso Gabriel García Márquez nos dice refiriéndose al Dr. Juvenal Urbino en un pasaje de su vida diaria: "Ya para entonces se bastaba muy mal de sí mismo, y un resbalón en el baño que pudo ser fatal lo puso en guardia contra la ducha. La casa, con ser de las modernas, carecía de la bañera de peltre con patas de león que era de uso ordinario en las mansiones de la ciudad antigua. Él la había hecho quitar con un argumento higiénico: la bañera era una de las tantas porquerías de los europeos que sólo se bañaban el último viernes de cada mes, y lo hacían además dentro del caldo ensuciado por la misma suciedad que pretendían sacarse del cuerpo. De modo que mandaron a hacer una batea grande sobre medidas, de guayacán macizo, donde Fermina Daza bañaba al esposo con el mismo ritual de los hijos recién nacidos. El baño se prolongaba más de una hora, con aguas terciadas en las que habían hervido hojas de malva y cáscaras de naranjas, y tenía para él un efecto tan sedante que a veces se quedaba dormido dentro de la infusión perfumada. Después de bañarlo, Fermina Daza lo ayudaba a vestirse, le echaba polvos de talco entre las piernas, le untaba manteca de cacao en las escaldaduras, le ponía los calzoncillos con tanto amor como si fueran un pañal, y seguía vistiéndolo pieza por pieza, desde las medias hasta el nudo de la corbata con el prendedor de topacio. Los amaneceres conyugales se apaciguaron, porque él volvió a asumir la niñez que le habían quitado sus hijos. Ella, por su parte, terminó en consonancia con el horario familiar, porque también para ella pasaban los años: dormía cada vez menos, y antes de cumplir los setenta despertaba primero que el esposo". Por supuesto que no todas las personas de la tercera o de la cuarta edad regresan a la época infantil. Algunas mantienen lucidez mental y pueden valerse por sí mismas, es decir, conservan sus capacidad de autodeterminación. Con ellas el médico no tendrá mayores dificultades. En cambio, con otras, con las que han llegado a la situación del Dr. Juvenal Urbino, la relación médico-paciente y médico-familia podrá ser conflictiva. No por el hecho de ser viejo, y por falta de paciencia de quienes lo rodean, debe ser segregado de su entorno familiar para confinarlo en un desván, como se hace con las cosas inservibles e insensibles, para que se las coman las polillas y el olvido. Sin duda, el problema de la vejez, más que un problema de salud pública, es un asunto de carácter social y como tal debe ser encarado. Corresponde, pues, no tanto al personal de salud como sí a la sociedad y al Estado propiciar los mecanismos que brinden seguridad social a los ancianos y les permitan que la etapa final de la existencia transcurra de un manera tranquila, ojalá viviendo de manera útil, gratificante. "Si el envejecimiento es un proceso, la vejez es una situación social". Las notas que caracterizan el envejecer son:

    • Deterioro de los sistemas y las funciones: originados por el desgaste de los años vividos.
    • Menor adaptabilidad: por disminución de los mecanismos de reserva de los órganos.
    • Mayor enfermabilidad: favorecida por la incrementada vulnerabilidad orgánica y psíquica.
    • Disminución del valimiento personal: causado por la reducción en la capacidad de ser autónomo.
    • Tendencia al aislamiento: al no disponer de suficientes recursos psicofísicos para permanecer en la corriente social dominante.
    • Sensación de acabamiento: sostenido por la menor vitalidad y disponibilidad personal y la amenaza que representa la última edad.

    En las personas ancianas suele observarse una declinación de las funciones físicas y cognitivas. Muchos de estos cambios se deben al proceso de envejecimiento en sí mismo, pero otros se deben a la presencia de enfermedad y/o a factores psicosociales. En muchos casos, el envejecimiento y la patología pueden interactuar. Evans escribía: " dibujar la distinción entre el envejecimiento normal y el patológico es como separar lo indecible de lo inefable". Cuando un fenómeno es universal, progresivo e intrínseco (no está influenciado por el ambiente o por la auto limitación), puede ser considerado un efecto directamente relacionado con el envejecimiento. El proceso de envejecimiento normal es relativamente benigno, ya que se caracteriza por una declinación gradual de la función de órganos que mantienen una notable capacidad de reserva. La tasa de declinación suele variar enormemente entre individuos y aun entre distintos órganos del mismo individuo. Por ello, si bien las funciones básicas se encuentran preservadas, esta homeostasis puede ser fácil y seriamente perturbada como resultado del stress o de las enfermedades. Esto ocurre especialmente en sistemas que requieren una integración compleja, como por ejemplo las funciones cognitivas. La aptitud intelectual de los ancianos sanos tiende a conservarse en forma adecuada hasta la octava década de la vida. Las funciones atencionales no muestran cambios significativos. Tanto la atención sostenida (la vigilancia) como la atención selectiva (la capacidad de discriminar los estímulos relevantes de los irrelevantes) se encuentran relativamente preservadas. Los aspectos fonológico y semántico del lenguaje no presentan alteraciones. Sin embargo, el procesamiento del material de sintaxis compleja resulta afectado, aunque en forma leve. Podemos observar, además, cambios mínimos en la memoria sensorial y de corto plazo y cambios evidentes en la memoria de largo plazo más reciente. Estos últimos obedecerían a dificultades en la búsqueda de la información y no a problemas en su almacenamiento. Por último, existe evidencia de que las praxias constructivas y la capacidad de análisis visuoespacial declinan con la edad. Es interesante destacar la influencia de la educación sobre el grado de deterioro cognitivo. La prevalencia de déficits cognitivos significativos es mayor en grupos de ancianos con escaso nivel de educación formal que en aquellos con más años de estudio. La educación aumentaría el número y la complejidad de las conexiones sinápticas, y por ende los sujetos más instruidos tendrían mayor reserva funcional. En la población de edad avanzada, el déficit de las funciones mentales superiores está entre los más temidos porque se asocia con la pérdida de autonomía, de la misma manera que las situaciones de incapacidad física. Estas condiciones pueden provocar vivencias de desamparo, impotencia y depresión. El bienestar y la calidad de vida se encuentran intrínsecamente relacionados con la salud, los factores socioeconómicos y el grado de interacción social. La percepción subjetiva de la calidad de vida es una característica estable asociada con la personalidad de los sujetos. En la mayor parte de los estudios se ha observado que si se controlan los factores antes mencionados, no hay cambios entre la sensación subjetiva de bienestar y la edad. La influencia de otros factores ambientales, así como la de factores genéticos y constitucionales, es objeto de un renovado interés en el área de investigación de la gerontoneuropsiquiatría.

    4. Las Enfermedades En La Vejez

    Según la evolución, la enfermedad en el anciano, lo mismo que en otras edades, puede clasificarse en: – Enfermedad aguda, de corta duración, con un incremento en sus atenciones, y que dará lugar, en ocasiones, el internamiento hospitalario. – Enfermedad crónica, de larga duración, con curso estable o con frecuentes descompensaciones, y que pone a prueba al medio asistencial, tanto al enfermo, como a la familia y a los recursos sanitarios. Algunas de estas enfermedades se convierten en invalidantes, con reducción o pérdida de las capacidades para la movilización o el cuidado personal. Son numerosas en esta edad, y precisan de un prolongado esfuerzo asistencial. Una buena proporción de estos enfermos incapacitados han de ingresar en Centros Residenciales para dependientes, las Residencias Asistidas. – Enfermedad terminal, de naturaleza irreversible, con previsible corto final, aunque a veces prolongado. Son enfermedades que obligan a planteamientos asistenciales específicos, tanto en los domicilios y residencias como en las Unidades de Paliativos. No hay enfermedades exclusivas de la vejez, pero sí existen ciertas enfermedades y procesos que aparecen de modo prevalente en esta edad y con unas características diferenciales bien definidas. Resulta obligado destacar al Complejo en O de la Geriatría, tal y como lo señalaba hace dos décadas Cape. Este lo constituyen la incontinencia, la confusión mental, los deterioros de la homeostasis, las caídas y los trastornos iatrogénicos. También Isaacs denominaba los Gigantes de la Geriatría a la inmovilidad, a la inestabilidad, a la incontinencia y al deterioro cognitivo. Y sostenía que poseían de común el que tenían una causalidad múltiple, un curso crónico, una privación de la independencia y una terapéutica compleja. Un simple examen de estos cuadros permite reconocer el hecho básico de que su presentación se hace principalmente en la edad avanzada y que su desarrollo, tratamiento y cuidados son distintos a cuando suceden en otra época de la vida. Como ejemplo tómense tres de ellos: la incontinencia, las caídas y la confusión mental. Cualquiera de ellos pueden ser considerados procesos edad-dependientes, y su prevalencia en la patología geriátrica es muy elevada. La incontinencia, a partir de los 80 años, en la mujer, la padecen una cuarta parte de la población, más en la institucionalizada. Las caídas, de intrincada etiología, donde se añaden a trastornos intrínsecos los del entorno, son el origen de las fracturas y de la mayor parte de la hospitalización traumatológica junto a los accidentes de automóvil. La confusión mental o delirium es un proceso que acompaña comúnmente a los ancianos cuando se encuentran hospitalizados por cualquier motivo, y condicionan un notable incremento en las medidas terapéuticas y en su cuidado. Las enfermedades que poseen una más frecuente presentación en los ancianos son las degenerativas, las tumorales, las infecciosas, las autoinmunitarias, las disregulativas, las traumáticas y las iatrogénicas. Las degenerativas tienen por base principalmente la ateroesclerosis y buena parte de las cardiocirculatorias pertenecen a este grupo. Han cobrado gran importancia en las últimas décadas las enfermedades degenerativas cerebrales. De ellas la enfermedad de Alzheimer es la más conocida, aunque hay que situar entre ellas a la demencia frontal, la demencia por cuerpos de Lewy, la enfermedad de Parkinson y a los procesos degenerativos multisistémicos encefálicos. Cuando se examinan por órganos, sistemas y aparatos, los cuadros patológicos que más a menudo aparecen en el anciano son: – Aparato digestivo: reflujo gastroesofágico, ulcera gastroduodenal, colecistopatía calculosa, colecistitis, cáncer de colon. – Aparato respiratorio: neumonía, gripe, bronquitis crónica, enfisema, EPOC, cáncer de pulmón. – Aparato cardiocirculatorio; infarto de miocardio, angina de pecho, insuficiencia cardíaca, enfermedad embólica, hipertensión, hipotensión ortostática, arterioesclerosis obliterante, tromboflebitis, síndrome varicoso. – Sistema Nervioso: síndrome demencial, enfermedad de Parkinson, ictus cerebrales con hemiplejías, epilepsia, neuropatías periféricas. – Aparato sensorial: cataratas, glaucoma, sordera, síndrome vertiginoso. – Aparato urinario: hiperplasia prostática, incontinencia urinaria, infecciones urinarias, cáncer de próstata, litiasis urinaria, cáncer de vejiga, insuficiencia renal. – Sistema osteoarticular: Artrosis, fracturas, osteoporosis, artritis metabólicas, enfermedad de Paget. – Enfermedades endocrinas y metabólicas: Diabetes, hipotiroidismo, deshidratación, hipokalemia, obesidad, malnutrición. – Sistema psíquico: depresión, ansiedad, síndromes delirantes.

    5. Etica Médica En La Enfermedad

    El principio de beneficencia, que obliga al médico, hace relación al servicio que debe prestarle al paciente para favorecer SUS mejores intereses que son, sin duda, su vida, su salud y su felicidad. Sucede, no obstante, que esos, que son bienes preciados para el individuo y valores morales para el médico, pierden valencia y sentido para el anciano, a tal punto que los desdeña, que los mira con indiferencia, o no los quiere conservar. Una enfermedad insoportable, o el simple hastío de vivir, son factores que afectan el ánimo del viejo y conspiran desfavorablemente para que el médico cumpla con éxito su labor beneficiosa. Se trata de pacientes en plena lucidez mental, con absoluto conocimiento de causa, que se niegan a colaborar con su curador y, mejor, imploran que éste les facilite los medios para alcanzar su deseo, que no es otro que precipitar el final. Aquí entra en juego el discutido "paternalismo", pues si el médico acatara el principio de autonomía, es decir, la autodeterminación de su paciente, no le quedaría otro camino que complacerlo, bien mediante la eutanasia o bien mediante el suicidio asistido, procedimientos ambos que unos defienden y otros rechazan. Lo cierto es que frente a este dilema, el médico debe optar por acercarse espiritualmente a su paciente, ser amigo antes que médico, o, mejor, ser amigo-médico, y compartir con él su angustia existencial. Esa forma de amistad tiene mucho de paternalismo, lo cual puede ser muy útil, pues el sentir la compañía y el apoyo de "alguien" en momentos tan difíciles, es sentirse amparado, protegido, como se siente el niño cuando su padre lo abraza. Es probable que esta actitud paternalista haga reflexionar al paciente acerca de su deseo fatalista y le incline por otra determinación menos radical. Mitigar el dolor espiritual y hacer cambiar así la decisión, es, ciertamente, una actitud humanitaria, paternalista. No creo que pueda descalificarse tal proceder, no obstante aparente reñir con el derecho de autonomía, interpretado como un principio categórico, apodíctico. Dice Jay Katz que "el derecho a la autodeterminación es el derecho del individuo a tomar sus propias decisiones sin que otros se entremetan". En circunstancias como las que pueden contemplarse, podría defenderse la actitud paternalista aduciendo que una persona adolorida física y espiritualmente carece de autonomía psicológica, la cual es indispensable para reflexionar de manera correcta. El entremetimiento, entonces, tendría validez moral. Pero, si ese entremetimiento fracasa y el paciente persiste en su deseo de morir, ¿qué debe hacer el médico? No sería correcto abandonarlo a su propia suerte. Habría entonces que buscar el apoyo de otro profesional (psicólogo, psiquiatra, sacerdote) o de varios a la vez, si se cuenta con recursos para ello. Asimismo, sería prudente la permanencia del enfermo en el sitio más adecuado a su situación, donde encuentre apoyo médico y calor humano. El manejo del dolor -del dolor físico- se ha convertido hoy en una especialidad, de gran ayuda en los estados terminales de una enfermedad. Puede advertirse que en situaciones tales el humanitarismo médico desempeña un papel trascendental. Razón existe para que se lo tenga como la principal virtud de las muchas que debe poseer el personal sanitario.

    6. Aspectos Psicológicos

    El anciano debe realizar un trabajo interno que le permita aceptar la propia historia como la única posible y comienza a comprender más profundamente la vida; comprende "lo que soy yo" y "lo que son los demás", adquiriendo un nuevo grado de madurez psicológica. El grado de desarrollo de la personalidad influye en cómo el individuo enfrenta los cambios de la vejez (declinación física, jubilación, pérdida de status, de las relaciones sociales) y un yo fortalecido permitiría una buena vejez; dejando entrever los procesos de duelo característicos. La identidad debe reestructurarse nuevamente en medio de una crisis abatidora: integridad vs. Desesperanza (respecto a la muerte). Aquí se ponen en juego dos percepciones de la misma: la correcta dejaría ver a la muerte como el final del camino recorrido, mientras que una percepción errónea la vería como una interrupción en el camino, como algo que todavía se puede cambiar. Siendo conscientes de los cambios biológicos sucedidos y de la menor capacidad de reacción, los ancianos comienzan a responder a los estímulos más lentamente para evitar errores; sin que esto provoque que les importe el éxito, la fama ni la efectividad de los actos. Estos cambios biológicos captan su atención y pierden a conexión con el mundo externo: se concentran en los cambios a los que está sometido su cuerpo. La sexualidad comienza a vivirse de otra manera: mientras que en la mujer aparece la menopausia, trayendo aparejado varios cambios hormonales, le aparecen manchas, más arrugas y diminuye la lubricación vaginal (lo que trae como consecuencia relaciones sexuales más dolorosas); en el hombre disminuye la testosterona, pierde pelos; la eyaculación se vuelve más lenta y distanciada y disminuye el impulso sexual. A pesar de todo esto, igual viven su sexualidad (nunca somos seres asexuados, pero la sexualidad se va modificando a lo largo de la vida) Los cambios se producen rápidamente y hay poco tiempo para asimilarlos. Se confronta con la realidad biológica y la acepta. La aceptación significa asumirla responsablemente, lo que implica autocuidado. Abuelidad: última fase de la parentalidad. Aquí se pone en juego el sentido de trascendencia. El rol de abuelo es el más importante en la ancianidad, va a modificar la personalidad del anciano. Las características sobresalientes que se ven del abuelo lo enumeran como: sabio, respetuoso, representante del pasado de la familia. Es un educador, pero no de la misma manera que el padre, sino que en una relación más libre y los niños tienden a la idealización con el abuelo, quienes son portadores del mundo ético. Generacionalmente se da una alianza nieto-abuelo, desplazando a los padres a veces con un poco de hostilidad; el sentido de trascendencia se hace mucho más notorio en los nietos que en los hijos. Funciones de la abuelidad:

    • Gratificadora: por la idealización del nieto aún ante tanta pérdida. Hay consentimiento mutuo ® no hay hostilidad.

    El nieto colabora en el sentido de trascendencia, de dejar algo en este mundo. El tener un nieto los ayuda a mantenerse vinculados con la realidad. Además, pasa a ser su rol en la ancianidad (ser abuelos).

    • Reparadora: pueden reparar con los nietos aspectos negativos que cometieron con los hijos. Ej: tolerancia (no es sólo por sabiduría). Se puede compensar entre el rol parental y de ancianidad.
    • De continuidad: (de trascendencia)

    El nieto representa el sentido de la vida y también la muerte cercana. Representa la trascendencia (fuente de descendencia). Para aceptar a muerte se debe reconocer que la existencia de hijos y nietos es totalmente diferente a la muerte, que existen no para evitarla, sino para trascender. Relación de pareja: están juntos, compartieron toda una historia y ya no les queda mucho. Aparece el fantasma de la viudez, y sienten que ya no les queda mucho por compartir. Se logra una mejor adaptación a todos los cambios si han logrado una diferenciación (intimidad), una identidad de pareja. La convivencia diaria aumenta considerablemente, lo que obliga a que la rutina diaria debe sufrir un cambio importante, se tiene que crear espacios mutuos y para lograrlo la pareja necesita pasar por discusiones, que los ayude a resolver los conflictos sobre la privacidad que aparecieron en este etapa. Las restricciones económicas implican un cambio de vida bastante brusco ® desesperanza, angustia, temor, sentimiento de vulnerabilidad física y económica ® fuerte sentimiento de dependencia Comienzan a dejarse de lado las relaciones sociales y se vuelcan sobre la familia y el barrio. Con respecto a la sexualidad en la pareja, se persigue el contacto con el otro más que el sexo. Prefieren un encuentro cercano con el otro mediante otras maneras. Y aunque los impulsos agresivos son más fuertes porque hay manejo de la expresión de la agresividad como algo constructivo, ya que se sabe que el amor persiste. La tarea principal de la relación de pareja es la preparación para la muerte cercana. El duelo con la muerte de un par es el más doloroso y largo. Si son muy unidos, la mitad que ha quedado viva muere al año siguiente. Logro de identidad: aceptar el logro de pareja como la única posible. Implica aceptar aspectos positivos y negativos, recordarlo como una historia, con satisfacción.

    7. Asistencia A Los Ancianos

    Es importante considerar la asistencia a los ancianos, ya sea un familiar o un asistente profesional. Es correcto destacar algunas formas para promover la salud mental en los ancianos, como por ejemplo:

    • Motivar el contacto social con amigos y familiares a través de visitas, llamadas telefónicas o cartas
    • Organizar momentos alegres como fiestas o excursiones
    • Ayudarle a iniciarse en un nuevo hobby o revivir viejos pasatiempos favoritos
    • Escuchar, hablar, y compartir sentimientos
    • Asegurarle su privacidad
    • Tratarle con respeto, no como un pequeño niño que no puede pensar por sí mismo
    • Motivarle a ejercitarse y moverse
    • Encontrar maneras en que pueda ser útil a otros
    • Tratar de mantener abiertas las líneas de comunicación

    Hay estudios que muestran que el tiempo de reacción de las personas mayores puede ser lento, pero que aún pueden aprender. Los familiares y amigos tienen que tener paciencia al esperar respuestas. Es importante recordar que la memoria temporal puede no ser lo que fue un día. El cerebro ayuda a conectarse al mundo exterior. Nuestras experiencias pueden tener mayor significado si podemos procesar y comprender lo que vemos, oímos y absorbemos a través de nuestros sentidos. Algunas veces a las personas mayores se les etiqueta incorrectamente como "seniles"; el malentendido es que ya no pueden pensar por sí mismos. Sin embargo, generalmente, las personas mayores continúan haciendo buen uso de sus poderes creativos, y de la misma forma que sucede con otras partes del cuerpo, el cerebro funciona mejor si se le usa regularmente. El aprendizaje continuado es el proceso de explorar nuevas ideas, ya sea a través de la lectura, escuchando radio o televisión, intentando un nuevo hobby o pasatiempo, o probando una nueva receta de cocina. Puede incluir conversación estimulante con amigos y la familia. En resumen, es la disposición de seguir explorando las tantas aventuras que la vida puede ofrecer. Los beneficios del aprendizaje continuado incluyen un mayor entusiasmo por la vida, menos aburrimiento y depresión, un mayor sentimiento de estima y respeto propios, más interés en el mundo que nos rodea, y nuevas ideas que compartir con la familia y amigos. Las siguientes actividades son especialmente indicadas para aquellos ancianos que viven en casa:

    • coser o tejer
    • llamar a amigos por teléfono
    • cuidar de un niño por un tiempo
    • escribirse con personas en otros lugares
    • leer a grupos de niños en escuelas elementales
    • guardar sellos de correo para otros coleccionistas
    • escribir sus recetas favoritas en tarjetas y compartirlas con otros
    • leer libros, revistas, periódicos
    • resolver acertijos, crucigramas, hacer rompecabezas
    • intentar algún arte: caligrafía, pintura, dibujo
    • escribir o grabar sus memorias, poemas o pensamientos
    • mantener un libro de chistes
    • cuidar de alguna mascota o plantas
    • escuchar música suave
    • tomar cursos por correspondencia
    • tocar un instrumento musical
    • empezar o re-acondicionar un álbum familiar de fotografías
    • servir como voluntario en bibliotecas, hospitales, museos, escuelas
    • hornear pasteles o pan para sí mismo y para otros
    • planificar una comida por contribución en su casa
    • visitar o servir como tutor a niños y jóvenes
    • pasar documentos a máquina para sí mismo y para otros
    • participar por teléfono en programas de radio
    • aprender a usar una computadora

    8. Epílogo

    En estos días tumultuosos pensar en la ancianidad como un real problema social se hace bastante difícil; nuestra sociedad anda errabunda llegando a los puertos de todos los conflictos sociales, y, como era de esperarse, los pobres viejos no escapan del martirio de una implacable mano injusta que dicta sentencia a cuatro voces: LOS VIEJOS NO TIENEN ATENCIÓN MEDICA. Una vez más, la economía y la política son causa directa de una vida miserable para tantos ancianos como da a lugar nuestro país. En el noticiero de las 00 hs. vi a un señor muy mayor, apenas si podía hablar. Estaba con su señora, ambos esperando por la atención de un médico que curara sus males. Este hombre tenía un ojo vendado desde hacía ya mucho tiempo y casi resignado decía al periodista: "Cada vez que voy al médico pienso que me van a sacar la venda y me van a dar los remedios, pero el Dr. nunca está, nunca me atienden. Y bueno, qué v’ hacer: paciencia". Si, paciencia para soportar la injusticia de nuestra propia gente. Sólo me queda una pregunta por hacer: todos estos políticos y economistas que dejan a todos nuestros viejos desamparados, ¿se darán cuenta de que pronto serán ellos los viejos? Una vez más, la bellísima pluma del Sr. García Márquez: "Lo despertó la tristeza. No la que había sentido en la mañana ante el cadáver del amigo, sino la niebla invisible que le saturaba el alma después de la siesta, y que él interpretaba como una notificación divina de que estaba viviendo sus últimos atardeceres. Hasta los cincuenta años no había sido consciente del tamaño y el peso y el estado de sus vísceras. Poco a poco, mientras yacía con los ojos cerrados después de la siesta diaria había ido sintiéndolas dentro, una a una, sintiendo hasta la forma de su corazón insomne, su hígado misterioso, su páncreas hermético, y había ido descubriendo que hasta las personas más viejas eran menores que él, y que había terminado por ser el único sobreviviente de los legendarios retratos de grupo de su generación. Cuando se dio cuenta de sus primeros olvidos, apeló a un recurso que le había oído a uno de sus maestros en la Escuela de Medicina: «El que no tiene memoria se hace una de papel». Sin embargo, fue una ilusión efímera, pues había llegado al extremo de olvidar lo que querían decir las notas recordatorias que se metía en los bolsillos, recorría la casa buscando los lentes que tenía puestos, volvía a darle vueltas a la llave después de haber cerrado las puertas, y perdía el hilo de la lectura porque olvidaba las premisas de los argumentos o la filiación de los personajes. Pero lo que más le inquietaba era la desconfianza que tenía en su propia razón: poco a poco, en un naufragio ineluctable, sentía que iba perdiendo el sentido de la justicia. Por pura experiencia, aunque sin fundamento científico, el doctor Juvenal Urbino sabía que la mayoría de las enfermedades mortales tenían un olor propio, pero ninguno tan específico como el de la vejez. Lo percibía en los cadáveres abiertos en canal en la mesa de disección, lo reconocía hasta en los pacientes que mejor disimulaban la edad, y en el sudor de su propia ropa y en la respiración inerme de su esposa dormida. De no ser lo que era en esencia, un cristiano a la antigua, tal vez hubiera estado de acuerdo con Jeremlah de Saint-Amour en que la vejez era un estado indecente que debía impedirse a tiempo. El único consuelo, aun para alguien como él que había sido un buen hombre de cama, era la extinción lenta y piadosa del apetito venéreo: la paz sexual. A los ochenta y un años tenía bastante lucidez para darse cuenta de que estaba prendido a este mundo por unas hilachas tenues que podían romperse sin dolor con un simple cambio de posición durante el sueño, y si hacía lo posible para mantenerlas era por el terror de no encontrar a Dios en la oscuridad de la muerte".

    9. Bibliografía

    • Materazzi, M. A. – Salud Mental. Enfoque transdisciplinario
    • Guijarro, J. L. – Las enfermedades en la ancianidad
    • Fernández Cruz, A. – El libro de la salud
    • Lolas Stepke, Fernando – Bioética del cuidado en la ancianidad
    • Astudillo Alarcón, W. – El cuidado paliativo en los ancianos
    • Dr. Vicario, A. y Dr. Taragano, F. – Sobre la vejez, el corazón y el cerebro
    • La Nación digital
    • Monografías.com
    • Rodríguez, A. – Geriatría
    • Ética médica y ancianidad
    • Páginas varias de Internet
    • García Márquez, G. – El amor en los tiempos de cólera

     

     

     

     

    Autor:

    Doormann Bermúdez, Flavia Sandra Selene