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Lectura Funcional y Rendimiento Académico en Estudiantes de Educación de la Universidad del Zulia. Venezuela (página 2)

Enviado por Nibaldo M. Parra A.


Partes: 1, 2, 3

En cuanto al análisis estadístico, este se realizó a través de la "t" de Student para muestras independientes. Se encontró que los estudiantes con alta necesidad de logro, quienes obtuvieron mayores puntajes en la Escala AESTIGE, con un promedio de calificaciones mayor que los estudiantes con baja necesidad de logro y bajo puntaje en dicha escala. Las autoras indican, sobre las calificaciones de los estudiantes, tanto con alto como bajo rendimiento académico, fueron equivalentes en AESTIGE.

En relación a los resultados, estos fueron interpretados en términos de la pobreza motivacional característica del estudiantado venezolano, lo cual evidencia, que la necesidad de logro (factor motivacional) tiene poder discriminador para diferenciar los estudiantes con alto y bajo rendimiento académico y con alta y baja autoestima, pues ésta última no se ve afectada por el fracaso, actuando esta variable como un mecanismo de protección (o mecanismo de defensa del yo), permitiendo al estudiante venezolano sentirse bien a pesar de su bajo rendimiento académico, quien tiende a ser conformista, e incluso en oportunidades, justifica su pobre desempeño académico.

Para Romero (1.985), los estudios y las diversas investigaciones llevadas a cabo por el Centro de Investigaciones Psicológicas (C.I.P.) de la Universidad de los Andes (U.L.A.), en Mérida, le permitieron participar en una Conferencia llevada a cabo en el Instituto Politécnico de Barquisimeto, hoy Universidad Nacional Experimental Politécnica "Antonio José de Sucre", Núcleo Lara, que luego publicase bajo el título de "Motivación y Rendimiento del Estudiante y Evaluación al Profesor", exponiendo la necesidad de identificar los patrones motivacionales prevalecientes tanto en el profesorado como en los estudiantes venezolanos, con la finalidad de evaluar el impacto sobre sus propias ejecuciones y actuaciones.

Arapé y Guillén (1.992), evidenciaron que aquellos alumnos cuyos maestros les motivaban frecuentemente a través de palabras y expresiones consideradas motivacionales y estimuladoras obtenían promedios de calificaciones significativamente más altos con respecto aquellos cuyos docentes no estimulaban a sus alumnos a través del diálogo diario en el aula. Ambos autores, de la Escuela de Psicología de la U.C.V., presentaron un trabajo titulado "Importancia de las Palabras Estimuladoras e Incentivantes en el Discurso Diario de los Docentes en relación al Rendimiento Académico en Niños de Sexto Grado".

Las mencionadas investigadoras, aplicaron el Programa de Atención al Niño (P.A.N.) diseñado por el extinto Consejo Venezolano del Niño (C.V.N.) y promovido por el Ministerio de la Familia durante el Gobierno de Luis Herrera Campins (1.979), donde se capacita a los docentes en el manejo del vocabulario utilizando palabras y expresiones alentadoras, motivantes, gratificantes, las cuales de una u otra manera incentiven el trabajo en el aula, lo cual implica mayor y mejor rendimiento académico.

Asimismo, el programa fue aplicado a tres docentes de una escuela de Maracay, Estado Aragua, quienes durante el segundo lapso pusieron en práctica las estrategias sugeridas. El promedio académico aumentó significativamente: de 13.6 a 14.9, de 14.2 a 15.3 y de 13.8 a 16.4, en los tres cursos respectivamente. En cuanto a los postulados para el manejo de la variable motivación, estos se centraron en los planteamientos de Maslow (1970).

Barboza (1.992), de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello (U.C.A.B.), Caracas, presentó un trabajo titulado "Necesidad de Logro, Necesidad de Poder y Rasgos de la Personalidad", con la intención de descubrir si es atribuible o no al rendimiento académico, la relación existente entre necesidad de poder, necesidad de logro y rasgos de la personalidad. Dicha investigación estudió una población de 199 estudiantes de la Escuela Militar de Venezuela, cursantes del 2do. y 3er. Año, cuyas edades oscilaban entre 19 y 25 años, de sexo masculino, solteros, venezolanos y bachilleres.

Debido a este trabajo, el investigador concluyó que las necesidades de logro, poder y rasgos de la personalidad no pueden ser considerados como predictores del rendimiento académico; no obstante, cabe señalar de estos estudiantes, que en los ítems del instrumento aplicado, el Cuestionario Mogollón y Pérez (1.975), medidores de las motivaciones intrínsecas como autorrealización y expectativas, obtuvieron puntajes levemente mayores, coincidencialmente, el 56% de ellos tienen un rendimiento académico ligeramente superior al promedio. Sin embargo, este hecho no comprueba ni demuestra que, en este caso, la necesidad de logro pueda considerarse como un elemento clave en el rendimiento académico del estudiantado. Esta investigación centró sus bases teóricas en los postulados de McClelland.

Walter (1986), realizó una investigación titulada "Influencia de la Disposición Positiva hacia la Lectura y la destreza en la misma en el Rendimiento Académico", para lo cual se tomó una muestra de 231 estudiantes cursantes de la asignatura Estudio y Comprensión del Hombre, del ciclo general del Núcleo Cabimas, de la Universidad del Zulia. Este estudio destacó, a pesar de no tener suficientes evidencias, las cuales permitieran sostener, la inexistencia de una disposición positiva hacia la lectura, se demostró que los alumnos "leen más" por exigencias internas que por motivación propia.

En conclusión, la disposición positiva hacia la lectura y la destreza hacia la misma influyen en el rendimiento de los estudiantes. Para corroborar este punto la investigadora conformó dos grupos a partir de una evaluación diagnóstica: un primer grupo de 133 alumnos cuyos resultados en el test inicial respondieron correctamente en término promedio el 83% de los ítemes propuestos; el segundo grupo constituido por 98 estudiantes obtuvieron en la misma evaluación un promedio del 42% de respuestas correctas. A partir de estas primeras identificaciones se prosiguieron con las actividades planificadas para la asignatura, y llevando debido registros de las evaluaciones de cada grupo.

Por último, es conveniente mencionar las conclusiones presentadas por Schiefelbein, Valenzuela y Vélez (2001) en su informe sobre los Factores que Afectan el Rendimiento Académico en la Educación Primaria; si bien es cierto que este informe no abordó el nivel superior de la educación, tanto este nivel como la educación primaria en América Latina, son un reflejo de las sociedades actuales y de sus respectivos sistemas socio-políticos, de allí que se considere pertinente en esta parte de la investigación citar ese estudio. En palabras de los autores mencionados, las conclusiones específicas, en términos de los doce factores alterables relacionados con el rendimiento, son las siguientes:

1. Los métodos de enseñanza activos son más efectivos que los métodos pasivos.

2. El acceso a libros de texto y otro material instruccional es importante para incrementar el rendimiento académico.

3. La educación formal que recibe el maestro, previa a su incorporación al servicio profesional, es más efectiva que la capacitación y/o actualización tradicional de profesores en servicio.

4. La provisión de infraestructura básica (por ejemplo, electricidad, agua y mobiliario) está asociada con el rendimiento, en un tercio de los estudios revisados.

5. La experiencia de los profesores y el conocimiento de los temas de la materia están relacionados positivamente con el rendimiento.

6. El período escolar y la cobertura del currículo están asociados positivamente con el rendimiento, mientras que el ausentismo de los profesores está relacionado negativamente.

7. Las actitudes de los estudiantes hacia los estudios son importantes para incrementar el rendimiento.

8. La atención preescolar está asociada positivamente con el rendimiento.

9. La repetición de grado escolar y el ser de mayor edad están relacionados negativamente con el rendimiento.

10. La distancia entre el lugar de residencia y la escuela está asociada con el rendimiento, entre más cerca mayor rendimiento.

11. El tamaño del grupo parece no tener efecto en el aprendizaje, pero el tamaño de la escuela está relacionado positivamente con el rendimiento.

12. La práctica de tareas en casa que incluye la participación de los padres está relacionada con el rendimiento.

El segundo de los factores mencionados por Schiefelbein, Valenzuela y Vélez (2001), están vinculados a la lectura, y las limitaciones que representa para el estudiante el acceso al material bibliográfico necesario para su formación.

Sin duda alguna, existen innumerables factores que pueden incidir en el rendimiento académico de cualquier grupo de estudiantes, las primeras investigaciones citadas se orientaron a descubrir los factores intrínsecos e inherentes al estudiante, mientras el último estudio abordó los factores exógenos y relacionados al medio o contexto, fuera de la realidad del estudiante; en este sentido, la presente investigación trata sobre la lectura funcional, un aspecto estrechamente relacionado con el estudiante, dada la necesidad de comprensión lectora del alumno, cuyo objeto de análisis parte de su mundo exterior: el texto.

Para finalizar es conveniente señalar, que en la revisión de antecedentes realizada para la presente investigación, no se hallaron estudios directamente vinculados con la lectura funcional, lo que permite afirmar que este tipo de lectura no ha sido debidamente abordada, ya sea por desconocimiento, desinterés o desinformación, por tratarse sólo de un tipo específico de lectura, mientras que existen numerosos proyectos e investigaciones cuyo alcance, en relación a la lectura, es mayor, al abordar otros importantes aspectos de este tema.

  • 2. Bases Teóricas.

2.1. Lectura. Definiciones y Tipos.

Para Freinet, cuyos estudios y teorías se consolidan en 1957, y hoy por hoy continúan vigentes, leer es buscar el sentido de lo leído, de allí su interés en indagar y profundizar sobre las técnicas y las teorías de Decroly (1963), para quien la percepción del texto no es sintética, es decir, letra tras letra, sino global, como lo establece la psicología de la forma. Por consiguiente, en el aprendizaje de la lectura es preciso utilizar la propiedad natural de ésta percepción; el aprendizaje que va de las palabras, percibidas y reconocidas globalmente, a la sílabas, producto de la descomposición de las palabras mediante el reconocimiento de las similitudes, hasta llegar a los sonidos descubiertos de la misma manera analítica.

A partir de ésta percepción de la lectura, llamada global en palabras de Freinet, puede pasarse a la composición de palabras nuevas y a la escritura. Definiéndose el método analítico-sintético que Freinet descubre y en el cual se inspiró, superando la perspectiva original. El acceso al texto escrito debe ser, ante todo, la búsqueda de su sentido. Siguiendo en esto las intuiciones de Rousseau, Freinet considera que el texto es ante todo el producto de una voluntad de comunicación. Y éste es precisamente el punto de consenso de los mencionados autores la lectura es un acto comunicativo entre el texto y su lector.

En este sentido, la lectura se hace inseparable de la escritura, siempre y cuando este escrito de palabras y frases tenga un significado y no sonidos abstractos. Por esta razón, Freinet y posteriormente Rousseau, utilizaron el método global desde su propia perspectiva, donde el texto libre o funcional figura, de manera más primitiva, como expresión oral libre: los niños cuentan y el maestro escribe de manera sencilla lo contado, en la pizarra se lee la narración, la cual se copia y se resume en fichas que se guardan para ser utilizadas al preparar otras narraciones. En este caso aparece también la oposición fundamental que Freinet hacía entre el aprendizaje sistemático construido abstractamente y el aprendizaje espontáneo, práctico y funcional a base de pruebas, ensayos y errores rectificados para alcanzar el objetivo.

Si bien Freinet empleó el término funcional, hay que destacar que no lo hizo bajo la perspectiva de esta investigación; quise acuñar con ese término la propiedad que tiene la lectura de ser transferible al medio, de la practicidad de la misma, e incluso, de la aplicación que el lector puede hacer de la lectura y, sobre todo, la importancia que debe dársele a estos aspectos al momento de iniciar al niño en la lectura, que él sienta y perciba la lectura como un medio que funciona para satisfacer, entre otras, sus necesidades comunicativas y afectivas.

Considerando los principios antes señalados, Eveline Charmeux (1992), en su libro titulado "Cómo fomentar los hábitos de lectura", distingue dos tipos o clases de lectura: una, denominada lectura funcional y, otra denominada lectura de placer. De acuerdo a tal clasificación, mediante la primera, los lectores obtienen información, solventan situaciones. Es la lectura necesaria para resolver un problema, para conocer las reglas de un juego o un deporte, o para saber cómo se instala, por ejemplo, una máquina, estrechamente relacionada a la practicidad y funcionalidad de las cosas. Mediante la segunda, se lee para entretenerse o divertirse, para pasar el rato, para explorar nuevos mundos. Es el tipo de lectura en la que el lector se deja llevar por las palabras, sin ningún tipo de propósito concreto que no sea el puro placer de sumergirse en un libro, disfrutar del carácter o sentido estético del texto y de la lectura misma.

Ahora bien, en cuanto a los tipos de lectura, existe diversidad de clasificaciones, muchas de ellas dependen, obviamente, de la posición teórico-conceptual, del contexto, e incluso de los intereses que cada autor desea expresar. Para la presente investigación se consideró la clasificación presentada en el Foro Mundial de Alfabetización celebrado en Montevideo, Uruguay, en marzo de 1996, pues ésta resume la clasificación que hacen varios autores.

  • Lectura funcional.

Es aquella que tiene, como objetivo básico, permitir al sujeto acceder al contenido de mensajes elementales, mínimos, necesarios o imprescindibles para su propia utilidad, interés o seguridad. Existe una lectura de estas características cuando la persona lectora sólo es capaz de llegar a la interpretación de palabras o cortas frases de uso común en señales y letreros colocados en la vía o lugares públicos. Estos mensajes, además, suelen estar representados por caracteres sencillos, de grandes dimensiones y de fácil lectura, sin las complicaciones, como es obvio, de estructuras gramaticales. También está presente en cuadros, esquemas, mapas conceptuales. Se estima que aún en personas con poca destreza lectora, este tipo de mensajes, a la larga, resultan rápida y fácilmente descifrables por su estructura, ubicación y proximidad a iconos referidos al contenido de los mismos. Algunos autores sostienen que la lectura funcional conlleva un cierto aspecto de "pasividad", puesto que los mensajes se muestran al lector sin que este tenga una intencionalidad de buscarlos.

  • Lectura consultiva.

Representa un modo de leer más activo e intencional, tendiente a buscar mensajes cuyos contenidos son puntualmente necesarios o conllevan un cierto interés o curiosidad, y por medio de los cuales el lector intenta recabar una información mayor que la que posee sobre algo. Sin embargo, la consulta, casi siempre, precisar  sólo frases cortas, mensajes escuetos, datos sencillos y un tiempo de dedicación generalmente corto. Ejemplos de este tipo de lectura se pueden encontrar en la consulta de saldos bancarios, tarjetas de visita, definiciones en el Diccionario, etc. El lector precisa un nivel mayor de destrezas lectoras que en el apartado anterior.

  • Lectura complementaria o de ampliación.

Se lleva a cabo cuando en el desenvolvimiento ordinario, en el trabajo o en el estudio, se precisa buscar fuentes adicionales o aclaratorias de alguna información. Generalmente, tiene lugar siempre que se hace uso de citas, referencias bibliográficas, listados, relaciones, etc. No representa la lectura habitual ni en el tiempo que se le dedica ni en la extensión de los textos que se leen. Dentro de las denominaciones empleadas, podría catalogarse de lectura intensiva, aunque no extensiva.

  • Lectura habitual.

Podríamos calificarla de extensiva o prolongada. Es aquella con la que accedernos de manera rápida, fácil y cómoda al contenido de textos y mensajes amplios. Como algunas opiniones afirman, en la lectura habitual todos los esfuerzos se encaminan no para el descifrado de los signos, sino para la comprensión de los mensajes. Precisa, por tanto, una velocidad adecuada. Otros autores señalan que, una vez adquiridas las habilidades y destrezas necesarias, la lectura habitual puede llegar a considerarse lectura  natural.

Cabe señalar que esta clasificación obedece, fundamentalmente a los tipos de lectura de acuerdo al propósito del lector, no obstante si se hiciera un recorrido por la diversidad de definiciones que aparecen en innumerables publicaciones de diferentes autores, podría concluirse que, "tras aquellas que definen la lectoescritura como un proceso de simbolización, de representación y de expresión-comprensión, casi todas ellas podrían coincidir en que significa un eslabón importante en las relaciones sociales, a través de la comunicación" (Foro Mundial de Alfabetización). Es decir, los símbolos gráficos, los grafemas, los sonidos articulados, todos los aspectos inherentes al proceso lector sólo justifican su existencia en la medida que éste sirven para intercambiar mensajes comprensibles y, por lo consiguiente, para establecer pautas de relación en el comportamiento y desarrollo humanos, bajo esta perspectiva la función social del lenguaje es la más importante. Sin embrago para efectos del presente estudio, este relevante aspecto queda en un segundo plano considerando que se ha de estudiar la lectura como medio o vehículo de aprendizaje por parte del lector, en este caso, estudiantes universitarios.

Ahora bien, la presente investigación se centra en la lectura funcional, dado que ésta permite al estudiante captar toda aquella información que se presenta de una manera menos convencional que la palabra escrita, y considerando, el uso cada día más recurrente que hacen los medios y los docentes a la hora de exponer algunas ideas por escrito, deseando a su vez, sintetizar gran parte de la información, o condensar la misma para su utilidad práctica.

2. 2. Lectura Funcional

Es necesario, en primer término, mencionar a Célestin Freinet, cuyos postulados inician en gran parte de lo que hoy se define como lectura funcional. La definición de lectura funcional, en su concepción actual mantiene las aportaciones originales de este pedagogo francés, destacando que si bien Freinet no establece el término de lectura funcional, fueron sus investigaciones y planteamientos la base que hoy por hoy permite conocer tal término.

Es indudable la importancia de la lectura funcional y su aplicación en el medio escolar y fuera de él, señalan Rodríguez Trujillo y Salazar; desde luego, las técnicas de lectura rápida y las aportaciones de la psicolingüística, al destacar, por ejemplo, la importancia del movimiento ocular como vector de la anticipación semántica, han permitido profundizar las intuiciones del ya antes mencionado Decroly, médico, psicólogo y pedagogo belga, padre de la llamada escuela racionalista que inspiró a Freinet; pero la idea de situar la lectura, desde el momento de su aprendizaje, en un flujo de comunicación, al igual que la idea de utilizar la lectura documental en todos los actos de la vida escolar, se deben directamente a Freinet, quien sostenía que con ello hacía de la lectura una realidad funcional.

Josefina Peña de Barboza (1993), define la lectura, en general, como un "proceso que debe comenzar con un texto en forma gráfica; el texto debe ser procesado como lenguaje, y el proceso debe terminar con la construcción del significado. Sin significado no hay lectura, y los lectores no pueden lograr significados sin utilizar el proceso." Pese a que la definición de Peña de Barboza, no pretende esbozar una definición específica de lectura funcional, es indudable como bajo su perspectiva un concepto de forma gráfica, va más allá de los grafemas, pues plantea el texto como una forma gráfica en general.

Más recientemente, Salvia, J. y Hughes, Ch. (1990) definieron a la lectura como el proceso de transición de símbolos escritos a palabras y obtener significado de la secuencia de esas palabras. Los mismos autores afirman que la lectura funcional ha sido reconocida como un objetivo educativo por todas las organizaciones que han promulgado objetivos de educación, y que es considerada como la más importante área curricular. En tal sentido, la ejecución académica de un alumno dependerá en gran medida de sus capacidades para la lectura, similarmente, la eficiencia social de cada persona estará determinada por su nivel funcional de lectura. Esa ejecución académica se ve reflejada, entre otros aspectos, por la modificación de la conducta del estudiante y en particular por su rendimiento académico. Ambos autores conciben a la lectura, en general, como un proceso interactivo que, sin embargo requiere analizarse en tres aspectos centrales: la habilidad de formar palabras a través del uso de las letras, el reconocimiento de palabras y la comprensión de la lectura. Para cada aspecto brindan guías de análisis de errores y destrezas, que permiten decidir si la lectura es funcional en cada estudiante y si un currículum determinado está logrando sus objetivos en esta área.

La lectura, entonces, considerando lo expuesto por Salvia y Huhges está -obviamente- supeditada a los procesos cognitivos o cognoscitivos de cada lector, no puede existir una lectura sin el lector y sin los debidos procesos mentales que implica la decodificación y ubicación, comprensión, interpretación y transformación de la información, aspectos considerados por Rodríguez Trujillo y Salazar al elaborar el la Prueba de Lectura Funcional (PLF12) empleada en este trabajo. La secuencia y/o combinación de tales procesos, definida como metacognición, supone el logro del lector al leer, es decir, en la medida que el lector construye su propia esquema de información partiendo de lo leído, habrá entonces una completa información o un verdadero aprendizaje a través de la lectura.

2. 2. 1. Proceso Cognitivo de Lectura Funcional.

Ahora bien, tanto Salvia y Hugges (1990), como Trujillo y Salazar (1995), consideran que las etapas del proceso cognitivo involucrado directamente con la lectura funcional, son las siguientes:

  • Ubicación de la Información.

Proceso que implica precisar los datos, dígitos, palabras claves, números, códigos, entre otros elementos que puedan o no estar contenidos en un texto, en especial, en una ilustración gráfico-visual, son los aspectos básicos que definen este proceso cognitivo; para ello se requiere evidenciar rapidez en la obtención de la información, así como certeza en la misma; una estrechamente relacionada con la otra, pues de nada vale una información rápida e imprecisa, o una que es precisa pero que demoro mucho en obtenerse.

El principal aspecto a considerar en la lectura funcional es precisamente la ubicación de la información contenida y el medio empleado para ello; la ubicación de la información opera como un interruptor que inicia la secuencia de análisis y procesamiento de la información. La ubicación de la información está vinculada estrechamente a la ejecución del lector, la ejecución de la lectura funcional.

  • Comprensión de la Información.

La comprensión de la lectura por si, para el lector, no resulta un reto, lo que realmente puede constituir un verdadero reto es el uso de la información que se lee, pues ello constituye la evidencia clara de que lo leído fue realmente comprendido. En la medida que los estudiantes, por ejemplo, progresan en sus carreras, los requerimientos sobre el lenguaje tienden a incrementarse significativamente, surgen mas abstracciones y también mucha mas información, tanto del texto mismo como de otros medios y fuentes, y la necesidad de depender mas en destrezas de orden metalingüísticos, que permitan analizar y aplicar la información que el medio o contexto nos ofrece, crece. La comprensión se percibe en la medida que el sujeto lector no solo infiere y predice determinada información, sino como también logra transferirla a otras situaciones, logra confrontarla, debatirla, reconstruirla; para lo cual es necesario utilizar los conocimientos y las experiencias de las que se dispone anteriormente, y que conllevarán a entender aún mejor lo leído. Comprender la información es, obviamente, que haya comprensión lectora por parte del sujeto lector.

  • Interpretación de la Información.

La interpretación de cualquier lectura, ya sea comprensiva o funcional, implica un análisis de la misma, es decir, el lector ha de ser capaz de ir más allá del registro de la información, ya sea que se concrete a través de la observación directa o a través de materiales específicos. Comprender una realidad a partir de un texto y de su lectura implica la construcción de un modo de elaborar esa realidad. Esto significa utilizar la información de manera que se pueda distinguir entre, por ejemplo, un dato objetivo, un juicio de valor, una opinión y/o un prejuicio. Para la debida interpretación de la información, debe considerarse la actividad lectora como medio o vehículo que permite la transferencia de la información del texto al cerebro, a través de mecanismos perceptivos y sensoriales que se dan durante la lectura.

En cuanto a la lectura funcional, y particularmente a la lectura que puede hacerse a textos que parten de una representación gráfica, puede afirmarse que tales representaciones constituyen una de las herramientas más útiles en el estudio de la mayoría de las disciplinas, ya que permite una visión de conjunto del fenómeno sometido a investigación, más rápidamente perceptible que la observación directa de los datos numéricos o simbólicos. No sólo es conveniente o necesario ubicar y comprender la información, el paso más significativo en la lectura funcional lo representa, precisamente, la interpretación dada por el lector a la misma, pues este tipo de lectura trata de transmitir un unívoco mensaje, una interpretación de carácter prácticamente lineal, unidireccional, y conveniente al momento de estandarizar la información.

  • Transformación de la Información.

Adquirir y generar conocimientos son en realidad aspectos inherentes a la información, no se puede dar ninguna de estas dos situaciones si no se tiene un acceso fluido a la información, pero más allá de la adquisición y/o generación del conocimiento, está al aplicación del mismo, y con él, el de la información obtenida. La transformación como proceso cognitivo en el individuo se percibe cuando éste logra modificar, cambiar, adaptar conocimientos ya adquiridos y/o experiencias ya desarrolladas, en conocimientos útiles y prácticos. Para ello requiere la capacidad que le permita, por ejemplo, no producir (repetir) conocimientos ya existentes, sino más bien tomarlos y adecuarlos a determinadas necesidades específicas y a los requerimientos que le surgen bajo determinadas circunstancias. La capacidad lectora se evidencia o se manifiesta a través de la transformación que el lector hace de la información, dándole utilidad y practicidad a la misma.

Transformar la información equivale a procesar la información obtenida, discriminar lo útil y lo que no lo es, y aplicar a una situación ese mismo conocimiento, esa información, esa experiencia. Como afirma Jarbas Novelino "los aprendizajes significativos sólo ocurren cuando los alumnos transforman informaciones disponibles en conocimiento adecuado para la solución de un problema o la creación de un nuevo producto".

Finalmente, plantean Salvia, J. y Hughes, Ch. (1990) que la lectura funcional brinda la posibilidad, no solo de capacitar al estudiante para el contexto actual, si no que éste logra potenciar sus habilidades comunicativas, a partir de la integración mental de los elementos que componen o integran una representación constituida en unidad informativa y, aplicar, la información allí contenida. La debida aplicación de la información en aquellos ámbitos que el lector considere necesarios, evidencian la comprensión de lo leído, fin último de la lectura.

En este sentido se define como lectura funcional aquella que tiene, como propósito permitir al lector acceder al contenido de mensajes elementales, mínimos, necesarios y/o imprescindibles para su propia utilidad, interés o seguridad. Existe una lectura con estas características cuando la persona lectora sólo es capaz de llegar a la interpretación de palabras o cortas frases de uso común en señales y letreros colocados en la vía o lugares públicos. Pero también incluye esta definición a aquellos mensajes, que suelen estar representados por caracteres sencillos, de grandes dimensiones y de fácil lectura, sin las complicaciones, como es obvio, de estructuras gramaticales. También está presente en cuadros, esquemas, mapas conceptuales, flujogramas, tablas, y otras representaciones gráficas y visuales que requieren de complejos procesos metacognitivos para una acertada, adecuada y provechosa comprensión de los mismos.

Al procesar la información, partiendo de la definición dada a la lectura funcional, el lector debe poner en práctica una serie de conductas, que incluyen:

a) La percepción de la simbología impresa, y con ella la interpretación de un determinado código.

b) Dicha interpretación se ejecuta sobre la base de conocimientos previos y de esquemas cognoscitivos.

c) La integración a la matriz conceptual.

d) La transformación del mensaje en una nueva forma de información.

e) La determinación de su aplicación inmediata o no a la solución de un problema o a una situación potencialmente conflictiva cuya evitación o resolución depende de la oportuna aplicación de lo leído.

Rodríguez Trujillo y Salazar (1995), investigadores y autores del instrumento utilizado en la presente investigación, afirman que tales conductas implican a su vez una serie de procesos metacognitivos, dichos procesos exigen, como es natural, una serie de habilidades, que no son obvias de manera inmediata; por ejemplo, interpretar la información contenida en una tabla de doble entrada, exige que el lector analice, en principio, un estímulo visual, gráfico, y posterior a ello, pero inmediato, establezca bajo qué condiciones se encuentra organizada la información en cada una de las variables y en el cuerpo completo de la tabla; luego debe ponderar lo que significa esa organización para aplicarla a una determinada situación. Para que la lectura sea práctica, útil y funcional debe permitirle al lector ubicar, comprender, interpretar y transformar la información que en sí contiene, dando por obvio que tales procesos son inherentes al sujeto lector.

Kaufman y Rodríguez (1993) elaboraron una clasificación sobre los textos de mayor circulación social considerando, a partir del tipo de texto, dos (2) aspectos básicos de los mismos: función del lenguaje predominante y trama discursiva predominante; consideran a la primera, a la función del lenguaje, la principal finalidad comunicativa del texto, dicha finalidad puede ser informativa, expresiva, literaria o apelativa; mientras que la segunda, la trama discursiva, se refiere a la forma en que se haya organizado el discurso, destacando sus características lingüísticas dominantes, a saber: descriptiva, narrativa, argumentativa y conversacional. (Ver Anexo 1).

Esta clasificación presenta siete (7) tipos de textos: literarios, periodísticos, de información científica, instruccionales, epistolares, humorísticos y publicitarios.

Cabe preguntarse ¿qué relación puede haber entre la mencionada tipología de textos y la lectura funcional? Dadas las definiciones anteriores y considerando los aspectos antes tratados, toda lectura funcional está estrechamente relacionada a la función informativa y apelativa del lenguaje, independientemente de la trama discursiva, que en el caso de la lectura funcional tiende a ser narrativa y descriptiva, coincidiendo con las definiciones utilizadas por Kaufman y Rodríguez (1993) en su clasificación del texto.

De acuerdo a esta afirmación los textos de mayor circulación social son los textos de información científica, los literarios y los periodísticos; del material impreso, los textos de información científica y los periodísticos, representan el 41,6% de la producción (Kaufman y Rodríguez, 1993), que si a ello sumamos el porcentaje que representan los textos instruccionales, será entonces un 54.16%, es decir, que más de la mitad de la producción impresa de textos está orientada a satisfacer las necesidades específicas del lector en cuanto a contenidos de carácter científico y/o técnico, noticioso o de estudio, y seguramente este porcentaje será mucho mayor si se considerase el medio electrónico, la internet.

Sobre estos datos, la presente investigación, no sólo se justifica una vez más, sino que permite abrir y explorar nuevas posibilidades sobre la lectura, los tipos de lectura, el material disponible en los mercados, y muchos otros aspectos de sumo interés para quienes laboran y se desenvuelven en el medio académico particularmente.

2. 2. 2. Habilidad en el uso de la Lectura Funcional.

Partiendo de que la Real Academia define como habilidad a la capacidad o disposición para algo; gracia y destreza en ejecutar algo que sirve de adorno a la persona (…); cada una de las cosas que una persona ejecuta con gracia y destreza; en la presenta investigación, el término habilidad de lectura funcional se define como la destreza intelectual del lector para ubicar, decodificar, comprender y aplicar la información de carácter visual que le es presentada a través de textos y representaciones gráficas de distinto tipo, dándole funcionalidad a la lectura. Esta habilidad o destreza implica la posibilidad de transformar la información obtenida para adecuarla a nuevas situaciones, resolver problemas o plantear distintas y/o nuevas soluciones a situaciones conflictivas.

Dentro de la lectura funcional, cualquier representación gráfica puede ser leída. No obstante, para efectos de este estudio se consideran representaciones gráficas aquellas cuyo contenido informativo está orientado a satisfacer necesidades o deseos de ubicación en un tiempo y espacio, las que contienen datos referenciales, escalas y/o equivalencias de alguna naturaleza o tipo, esquemas, instrucciones y todas aquellas con propósitos didácticos específicos.

No se consideran las representaciones gráficas simples como avisos de emergencia; las únicamente visuales, como las señales de tránsito, ni las de carácter meramente estético/comercial, como las vallas publicitarias o anuncios particulares.

Desde una perspectiva interactiva se asume que leer "es el proceso mediante el cual se comprende el lenguaje escrito. En esta comprensión intervienen tanto el texto, su forma y su contenido, como el lector, sus expectativas y sus conocimientos previos. Para leer necesitamos, simultáneamente, manejar con soltura las habilidades de decodificación y aportar al texto nuestros objetivos, ideas y experiencias previas; necesitamos implicarnos en un proceso de predicción e inferencia continua, que se apoya en la información que aporta el texto y en nuestro propio bagaje, y en un proceso que permita encontrar evidencia o rechazar las predicciones o inferencias de que se hablaba." (Solé, 1992). La lectura funcional no difiere para nada de esta definición, la única variante es el objeto de lectura o texto, que se presenta ante el lector a través de diversas representaciones gráficas.

La lectura funcional como proceso metacognitivo que ejecuta un lector, es una habilidad intelectual que permite la decodificación y comprensión de la información de carácter visual, presentada en forma de textos o de representaciones gráficas de distinto tipo y la obtención de información considerada necesaria para que el sujeto lector pueda orientarse y desenvolverse exitosamente en el contexto, y bajos las condiciones, que corresponda.

A manera de síntesis de las definiciones anteriores, es oportuno señalar a Marielsa Ortiz Flores (2004), reconocida especialista en lectura y escritura en nuestro país, quien afirma que "la lectura es un proceso activo de construcción del sentido del texto y no una simple actividad decodificadora. El lector no es un mero receptor pasivo, sino que juega un papel activo en el proceso de comprensión" Parafraseando a Ortiz, la comprensión de un texto implica que el lector interprete lo que va leyendo, lo que el otro dice, sus intenciones; dicha interpretación estará sujeta a determinados aspectos inherentes tanto al lector como al proceso, tales como: bagaje socio-cultural, experiencias previas y conocimientos lingüísticos (en relación al lector) y otros como características del texto (relacionados con el material de lectura) e incluso, el contexto.

Ahora bien, partiendo de las anteriores definiciones sobre lectura, es conveniente señalar otras breves definiciones que permitirán comprender otros aspectos estrechamente relacionados con ella, y en especial con el concepto de habilidad en el uso de este tipo de lectura; tales como: capacidad lectora, fines de la lectura o comprensión lectora, actividad lectora y ejecución lectora.

La capacidad lectora, como cualquier otra capacidad cognitiva, es la transformación de representaciones (llamadas de entrada) en otras representaciones (llamadas de salida). En el caso de la capacidad lectora específicamente, la representación de entrada es un patrón visual, el cual corresponde, por ejemplo, a una palabra escrita o a un enunciado. La representación de salida es una representación fonológica. Cada palabra que se conoce es una forma fonológica, una pronunciación. La forma ortográfica de una palabra puede definirse como una secuencia ordenada de grafemas. Es abstracta, en el sentido de que es independiente del hecho de que la palabra se escriba con mayúscula o con minúscula, con letra cursiva o imprenta, y con tal o cual clase de tipo de letra.

La relativa capacidad de un lector en particular es obviamente importante para el uso exitoso del proceso, pero también lo es el propósito o el fin del lector, así como otros aspectos, tales como las experiencias previas, la cultura social, los esquemas conceptuales, entre otros. "Descuidar o subestimar los agentes intrínsecos al lector que hacen que éste lea, es desconocer el aspecto motivacional que la lectura implica. Leo lo que deseo leer." (Lexus, 1997).

Los objetivos o fines de la lectura están centrados en la comprensión lectora del texto escrito y/o en el logro de una impresión estética, placentera incluso. Ahora bien, el objetivo de los procesos específicos de lectura es representar el material escrito de tal manera que sea utilizable por el resto del sistema cognitivo. La capacidad lectora puede ser definida, en consecuencia, como el conjunto de procesos perceptivos que permiten que la forma física de la señal gráfica ya no constituya un obstáculo para la comprensión del mensaje escrito; como se señaló anteriormente, se reconocen los grafemas independientemente de que estén en mayúscula, minúsculas o un tipo en particular de tipografía.

      La ejecución lectora es el resultado, el grado de éxito de la actividad lectora; dicha actividad es el conjunto de sucesos que ocurren en el cerebro y en el sistema cognitivo que apoya el cerebro, así como en los órganos sensoriales y motores, entendiendo como sistema cognitivo a un sistema complejo de procesamiento de la información que comprende conocimientos (representaciones) y los medios para operar tales conocimientos (procesos).

Ahora bien, existen dos definiciones o términos que deben ser, en este punto de la investigación, considerados. El primero es el texto, considerando éste como el conjunto coherente de enunciados orales y escritos; y el segundo término es el contexto, que presenta dos acepciones estrechamente vinculadas a la lectura.

Una primera acepción, define al contexto como el entorno lingüístico del cual depende el sentido y el valor de una palabra, frase o fragmento considerados; mientras que la segunda acepción hace referencia al contexto como entorno físico o de situación, ya sea político, histórico, cultural o de cualquier otra índole, en el cual se considera un hecho.

La lectura es un acto que depende, obviamente de algo que leer, es decir, del texto, y éste tendrá un valor, un uso o una aplicación, dependiendo del contexto y las circunstancias que rodeen al lector. En este punto, no sólo se retoma a Ortiz Flores, sino que además es necesario citar a Smith (1992), quien define al texto como una muestra significativa, o potencialmente significativa del lenguaje escrito, y que puede variar desde una simple frase hasta un libro completo. No obstante, esta definición limita el texto a la expresión meramente escrita, dejando por fuera a aquellos textos cuya organización y presentación gráfica y visual van más allá de las palabras u oraciones que contiene, pero que al fin y al cabo, pueden ser leídos.

Ambos términos atañen a esta investigación, dado que las representaciones gráficas constituyen un texto a leer, y cuya función está definida y/o limitada por el contexto, cuando se pretende establecer mensajes lineales, unidireccionales; diseñados o escritos con un propósito claramente definido y cuyo uso, salvo las variantes de idioma, sea el mismo en diferentes contextos.

Eco ha dicho que "el texto contemporáneo se ofrece como una obra abierta, el lector la recrea con su lectura mediante una comunicación emotiva. Es decir, interpreta libremente según los sentimientos que la lectura le provoca". Bajo esta perspectiva el término texto adquiere el valor de obra infinita de interpretación, pues hace alusión al texto escrito y estructurado en párrafos que permite sempiternas interpretaciones. Por el contrario, aquellos textos cuya función básica es transmitir una sola idea, o cuya comprensión de desea única, literal, y por lo general informativa, más que palabras, sin prescindir de ellas, busca otras opciones de presentar su contenido, de allí que la lectura funcional, en la mayoría de sus casos está pautada por un sentido de unilateralidad del mensaje. Los textos a leer bajo la perspectiva de una lectura funcional, desean ser concisos, precisos, sin menoscabo del lenguaje escrito ni de las posibilidades de interpretación que al fin y al cabo como texto escrito pueda generar.

La posibilidad de que el lector logre ubicar, comprender, transformar y aplicar la información comprendida en un texto, en especial, a partir de representaciones gráficas, donde necesitará demostrar una determinada capacidad lectora, establecer los fines de la lectura que lleva a cabo, precisar aspectos inherentes al contexto donde la información sea aplicable, entre otros aspectos, son los que evidencia la habilidad del lector en el uso de la lectura funcional.

2. 2. 3. Evaluación de la Habilidad en el uso de la Lectura Funcional.

Con la intención de medir y conocer las habilidades de lectura funcional, se han diseñado diversos instrumentos. Uno de ellos es la PLF-12, diseñado por Feliú y Rodríguez. Este instrumento evalúa las etapas del proceso cognitivo que implica una lectura funcional, y cuya descripción se hace detenidamente más adelante, en el marco metodológico.

El propósito de diseñar instrumentos que permitan evaluar o precisar determinadas habilidades, en este caso las de lectura funcional, es establecer criterios cuantitativos a la lectura, su comprensión, interpretación, utilidad, y otros aspectos estrechamente relacionados con ella, a fin de evaluar logros y avances de un proceso educativo, por ejemplo, o diseñar estrategias orientadas a mejorar los niveles de lectura de un grupo.

Sea cual sea el instrumento o el propósito de una evaluación, ha de establecerse los criterios que permitan cualificar los resultados obtenidos. Dichas normas son convencionalismos psicométricos, donde a un determinado índice o puntuación, se le otorga una apreciación descriptiva y/o cualitativa. Para la PLF-12, esos rasgos son los siguientes:

Excelente

Sujeto y/o grupo con puntajes altos que evidencian un dominio completo o prácticamente completo de lectura funcional; logran ubicar, comprender, interpretar y transformar la información sin mayores inconvenientes, en un tiempo prudencial. (Estimado de un 95 al 100% de respuestas correctas).

Muy Superior

Sujeto y/o grupo, próximo al anterior, con una diferencia mínima significativa de un 5% en actuación y logros. (Estimado de un 85 a un 94% de respuestas correctas).

Superior

Sujeto y/o grupo que supera los estándares medios establecidos en su respectiva norma en comparación con otros sujetos y/o grupos en sus mismas condiciones. (Estimado de un 75 al 84% de respuestas correctas).

Promedio Alto

Grupos que destacan, aun cuando evidencian determinadas limitaciones en aspectos de mayor dificultad de la evaluación. (Estimado de un 65 a 74% de respuestas correctas).

Promedio

Son quienes evidencian en sus resultados los aciertos y las limitaciones comunes que caracteriza a su grupo en cuanto a desempeño. (Estimado de 51 a 64% de respuestas correctas).

Promedio Bajo

Sujeto y/o grupo cuyo desempeño está ligeramente por debajo del esperado. Sus aciertos y limitaciones corresponden aún al rango considerado por lo general común al grupo estándar. (Estimado de 41 al 50%).

Bajo

Sujeto y/o grupo que evidencian debilidades en cuanto a aspectos básicos de la lectura funcional, en especial en su comprensión e interpretación. Por lo general demuestran ciertas competencias en la ubicación de la información. (Estimado 35 a 40% de respuestas correctas).

Muy Bajo

Quienes presentan limitaciones en aspectos más básicos de la lectura funcional; aquellos cuyo desempeño evidencia dificultades para la ubicación de la información. (Estimado de un 26 a 34% de respuestas correctas).

Deficiente

Sujeto y/o grupo con serias limitaciones para cubrir cualquier aspecto de la evaluación de lectura funcional. Su rango está por debajo de la media establecida a su grupo norma. (Estimado por debajo o igual a un 25% de repuestas correctas).

2. 3. Rendimiento Académico.

Numerosas investigaciones han centrado su interés en el rendimiento académico o desempeño escolar; el Centro de Investigaciones Psicológicas (C.I.P.) de la Universidad de los Andes, (U.L.A.), en Mérida, Venezuela, ha sido pionero en el análisis de los diversos y posibles agentes, incidentes en él. Este desempeño estudiantil permite inferir o evaluar determinadas relaciones, correlaciones y yuxtaposiciones en diferentes estudios, pero no ha sido considerado como tema principal u objeto exclusivo de algún estudio, por lo menos, no en el panorama educativo y documental actual del país.

Al establecer y ejecutar el objetivo de alguna actividad escolar, es conveniente preguntarse ¿Hasta qué punto la escuela alcanza los fines para los cuáles fue creada? ¿Es necesario plantearse seriamente el problema del rendimiento en la escuela?

La acepción general del término rendimiento se refiere a la utilidad o producción de una cosa en actividad, es decir, la productividad de una máquina, de un equipo técnico o de algún aparato en cuestión; pero cuando se hace referencias al rendimiento escolar, obviamente no se hace alusión a la escuela como institución, sino al aspecto dinámico y motorizante del proceso educativo, es decir, a los sujetos del aprendizaje.

Zubizarreta (1969) señala que el rendimiento o desempeño escolar puede determinarse en función de varios criterios, pero el más aceptado por pedagogos, psicólogos escolares y otros especialistas en el campo educativo es en función del nivel alcanzado por la masa estudiantil.

En tal sentido Borrego (1985), concibe el rendimiento académico, específicamente, como el logro del aprendizaje obtenido por el alumno a través de las diferentes actividades planificadas por el docente en relación con los objetivos planificados previamente. Por su parte Caraballo (1985), lo definió como la calidad de la actuación del alumno con respecto a un conjunto de conocimientos, habilidades o destrezas en una asignatura determinada como resultado de un proceso instruccional sistémico. Páez (1987) señala, que el rendimiento académico es el grado en que cada estudiante ha alcanzado los objetivos propuestos y las condiciones bajo las cuales se produjo ese logro.

Científicamente, el rendimiento es un concepto físico donde se ponen en relación la energía producida por una máquina y la energía realmente utilizable de esa fuente. El desempeño escolar es concebido como un problema que sólo se resolverá en forma científica, cuando se determine la relación existente entre el trabajo realizado por los docentes en interacción con sus alumnos y la educación impartida, es decir, la perfección intelectual y moral lograda por éstos.

Para puntualizar y sustentar legalmente el término rendimiento académico, el Reglamento General de la Ley Orgánica de Educación (1986, aún vigente), lo explica como el proceso alcanzado por los alumnos en función de los objetivos programáticos previstos, y que puede ser medido mediante la realización de actividades de evaluación, para lo cual es necesario considerar dos aspectos fundamentales en el proceso educativo: aprendizaje y conducta.

Si bien, el aprendizaje de un alumno puede manifestarse cuando el docente lo convenga, por el contrario, la conducta es algo que se está exteriorizando constantemente, y su rigurosa observación conllevaría, literalmente al docente, a mantener los ojos puestos en el educando, dispuesto a anotar cada movimiento, cada gesto, cada acto del mismo, cosa sencillamente imposible, sobre todo considerando la masificación de nuestras aulas. Peor aún, cuando el alumno se siente observado se inhibe, se cohíbe, reprime sus movimientos y actos, su conducta adquiere un matiz forzado que, de alguna manera, enmascara el comportamiento natural y espontáneo.

Sustentando en lo anterior, el rendimiento académico es definido como la relación entre lo obtenido, expresado en una apreciación objetiva y cuantitativa (puntaje, calificación) o en una subjetiva y cualitativa (escala de valores, rasgos sobresalientes) y el esfuerzo empleado para obtenerlo, y con ello establecer el nivel de alcance, así como los conocimientos, habilidades y/o destrezas adquiridas, el éxito o no en la escolaridad, en un tiempo determinado. (Zubizarreta, 1.969).

Bajo los lineamientos hasta aquí propuestos, el rendimiento académico es el resultado obtenido del nivel de ejecución manifiesto (aprendizaje) en relación al nivel de ejecución esperado (conducta), acorde con los objetivos planificados previamente y con el desarrollo de estrategias según la naturaleza de cada asignatura o cátedra, o incluso según la naturaleza del mismo contenido programático, considerando que el nivel o índice de ejecución está previamente establecido.

En tal sentido, los avances experimentados por la pedagogía experimental (Lexus, 1.997) permiten llegar a un conocimiento bastante exacto de lo que un alumno aprende; no obstante, midiendo la instrucción, además del aspecto intelectual de la educación, se podrán conocer otros factores volitivos, emocionales, sociales, los cuales influyen en aquella.

De esta manera, la medida de la instrucción dice mucho acerca de la inteligencia de los alumnos, así como también de sus habilidades y destrezas, de su voluntad, motivación, sentimientos, capacidades e incluso, de las condiciones sociales y culturales en las cuales se desenvuelven. Puede distinguirse entonces, dos facetas en el aprendizaje, como indicador o índice del rendimiento académico e intelectual del estudiante: los conocimientos adquiridos y los hábitos que le permiten ejecutar con facilidad operaciones, por lo general, de carácter intelectual.

Ejemplificando lo anterior, en la enseñanza de las matemáticas se atiende tanto a que el aprendiz adquiera las ideas fundamentales o nociones de una operación, por ejemplo sumar, como también a la rapidez y corrección demostrada durante una ejecución o práctica. Que el aprendiz conozca cómo se llaman los datos, sus propiedades y reglas, son un conjunto de conocimientos aprendidos, mientras que sumar con rapidez y corrección es el fruto de un hábito adquirido; de allí se deduce que la inteligencia se manifiesta en el saber y en la aptitud para ejecutar trabajos intelectuales, en términos de rendimiento, habrá que referirse a conocimientos y hábitos mentales, es decir, a un aprendizaje.

Ahora bien, Romero (1.985) expone que rendimiento es ejecución, actuación y establece la relación entre este concepto y el aprendizaje. Para él, un estudiante debe aprender contenidos científicos, desarrollar destrezas profesionales y una determinada forma de percibir y concebir el mundo, propio de su área, de su especialización. Para lograr ese cometido, el estudiante debe sufrir su aprendizaje, pues este requiere de esfuerzo, constancia, tolerancia al fracaso y, en cierto modo, no ser inmediatamente recompensado. Es inútil pensar que podemos aprender sin esfuerzo. Para aprender se debe trabajar duro en la comprensión del conocimiento y en su uso, único camino hacía la maestría de una disciplina o profesión. Aprendizaje y rendimiento, sostiene el autor mencionado, es lo mismo cuando la medida de este último representa válidamente aquel.

Asimismo, refiere Romero (1980), el producto del sistema evaluativo es la relación inevitable entre el término rendimiento y evaluación en la vida escolar, lo cual permite visualizar el rendimiento de los alumnos. El problema de la evaluación, justa y objetiva, representa un gran reto para los especialistas en materia educativa, actualmente y con todas las limitaciones inevitables, las calificaciones escolares no hacen justicia a lo aprendido ni a los conocimientos teóricos o prácticos adquiridos por los estudiantes, pero tienen una significativa relevancia social.

Algunos docentes, psicólogos, pedagogos, y otros especialistas, afirman que existe una relación entre el rendimiento académico y las habilidades intelectuales de los aprendices; estos sostienen que quien obtiene mejores calificaciones es considerado el inteligente, el que más sabe; contrariamente, quien tiene bajas calificaciones sencillamente es tildado de flojo, e incluso, de escaso mental. No obstante, diferentes investigaciones, como las de Romero (1.980), Bustamante (1.981), Irureta (1.990), han determinado que no existe relación directa entre el cociente intelectual de los estudiantes y las calificaciones obtenidas por éstos en algunos cursos, asignaturas o actividades.

Hay quienes relacionan el rendimiento con otros factores, como los socioeconómicos, familiares, y hasta lingüístico-culturales, que pueden ser considerados agentes intervinientes, de hecho, existen estudios e investigaciones que demuestran tales relaciones; pero no se ha logrado evidenciar que el control de alguno de esos factores pueda predecir el rendimiento escolar por alcanzar. Los factores de índole psicológica han sido los más aceptados, y entre ellos destaca el factor motivacional.

Partiendo de las definiciones antes dadas, así como de los planteamientos realizados a lo largo de este capítulo, y para efectos de la presente investigación, el rendimiento académico será delimitado por la presente definición: Resultado obtenido del nivel de ejecución manifiesto en relación al nivel de ejecución esperado, acorde con los objetivos planificados previamente y con el desarrollo de estrategias según la naturaleza de cada asignatura; considerando que el nivel o índice de ejecución esperado está previamente establecido por una norma externa. Dicha norma está constituida por la Calificación, que es el puntaje (o medida cuantitativa) alcanzado en una escala dada, en este caso un puntaje porcentual, del 1 al 100%, y su equivalente en una tabla de conversión, con los valores del 1 al 20, ambos inclusive. En tal sentido, puede determinarse el rendimiento académico del participante por asignatura, y su promedio en general.

En síntesis, el rendimiento académico es el resultado obtenido del nivel de ejecución manifiesto en relación al nivel de ejecución esperado, acorde con los objetivos planificados previamente y con el desarrollo de estrategias según la naturaleza de cada asignatura; considerando que el nivel o índice de ejecución esperado está previamente establecido.

2. 4. Relación entre Lectura y Rendimiento Académico.

Cabe preguntarse ¿Cuál podrá ser el rendimiento académico de un estudiante que evidencia dificultades en su lectura? ¿Podrá obtener un rendimiento satisfactorio aquel estudiante que presenta dificultades para comprender un texto escrito? Las respuestas parecen ser obvias, innumerables estudios han demostrado la relación existente entre la lectura y su incidencia en el rendimiento académico, no obstante cuando un determinado grupo presenta calificaciones consideradas altas o buenas, y aún así se evidencian dificultades en la lectura, cabe preguntarse: ¿qué estrategias utilizó para comprender lo que debía leer?

Independientemente de las estrategias que un estudiante pueda tener para estudiar, éstas están estrechamente relacionadas con los procesos de leer y escribir la información que debe asimilar, entender o aplicar. La lectura funcional facilita determinados procesos al recurrir a medios más gráficos y menos convencionales pero que igualmente transmiten un mensaje, cifrado bajo determinados códigos o presentados en determinadas representaciones gráficas.

Varios investigadores han examinado el fenómeno del estudio y han propuesto teorías y modelos sobre los diferentes aspectos relacionados con el proceso de estudiar. En una revisión de tales investigaciones, William Rohwer (1984), señala que la relación entre las actividades del estudio y el rendimiento académico varía de acuerdo a las características del curso y las características del alumno. Es decir, el éxito académico depende en parte de características individuales, así como de la habilidad intelectual, la motivación y las experiencias previas del estudio. Las características del alumno toman mayor importancia mientras más autonomía se requiere en la selección, organización, transformación e integración de la información. Aquellos alumnos que saben formular hipótesis, generar soluciones y comparar y analizar información, obtendrán mejor rendimiento académico que aquellos otros que se acostumbran a memorizar y reproducir detalles. La adquisición de estas habilidades depende de la calidad de su preparación escolar, que como bien se sabe rara vez se exige que los alumnos piensen en forma crítica en los niveles más básicos del sistema educativo, pues se supone que este tipo de conducta se desea propiciar en educación media y sobre todo en superior.

Conscientes de la relación existente entre la lectura como medio fundamental para el estudio y, por ende, como garante de un buen rendimiento académico, muchas instituciones de educación media y superior ofrecen cursos, talleres y programas dirigidos a quienes presentan dificultades o limitaciones académicas; estas actividades de formación se enfocan en los hábitos de estudios, la organización de los recursos y, sobre todo, en la comprensión del material, con énfasis en la ubicación de la información ,comprensión, interpretación y transformación o síntesis de la misma, todo ello orientado a mejorar la capacidad de los alumnos a través de la comprensión de la lectura.

Necesariamente, el rendimiento es producto de los hábitos de estudio, y estos en su mayoría dependen de la calidad de lectura del estudiante, lo que establece un nexo directo entre la lectura y el desempeño evidenciado por el alumno, sin dejar de mencionar, la calidad del material a leer y la manera de cómo éste se encuentra, donde es importante el uso de la forma gráfica.

3. Marco Conceptual/Operacional de las Variables.

Para el presente estudio se consideró, en función de su propósito y las características propias del mismo, el manejo de una única variable identificada como: "Nivel de rendimiento académico aplicando lectura funcional". De acuerdo con Hernández. Fernández y Baptista (1998), las variables adquieren valor para la investigación cuando pueden ser relacionadas con otras.

3. 1. Lectura Funcional.

Es aquella que tiene, como objetivo primordial, permitir al lector acceder al contenido de mensajes elementales, mínimos, necesarios o imprescindibles para su propia utilidad, aplicación, interés o seguridad. Dichos mensajes han de estar representados por caracteres sencillos, de grandes dimensiones y de fácil lectura, en especial en forma de cuadros, esquemas, flujogramas, mapas conceptuales y demás representaciones gráficas; recurre al uso de siglas, abreviaturas, signos y/o símbolos que permitan de una u otra manera sintetizar información. Siendo de vital importancia la habilidad intelectual del lector para decodificar, comprender y aplicar la información de carácter visual que le es presentada a través de textos y representaciones gráficas de distinto tipo, dándole funcionalidad a la lectura (Rodríguez Trujillo y Feliu, 1995).

3. 2. Rendimiento Académico.

Es la calidad de la actuación o desempeño del alumno con respecto a un conjunto de conocimientos, habilidades o destrezas en una asignatura determinada, como resultado de un proceso instruccional sistémico. (Caraballo, 1985).

3. 3. Cuadro de Operacionalización de las Variables.

Se presenta, en la página siguiente, el cuadro de las variables consideradas en la presente investigación: Nivel de Lectura Funcional y Rendimiento Académico.

4. Hipótesis.

4.1. Hipótesis Afirmativa.

Los estudiantes que poseen un nivel de lectura funcional superior obtienen mejores calificaciones y, por ende, poseen un mayor rendimiento académico, que aquellos estudiantes que evidencian un nivel de lectura funcional promedio, cuyo rendimiento académico es bajo.

4.2. Hipótesis Negativa o Nula.

Los estudiantes que poseen un nivel de lectura funcional superior no necesariamente obtienen mejores calificaciones ni poseen un mayor rendimiento académico, que aquellos estudiantes que evidencian un nivel de lectura funcional promedio.

CAPÍTULO III

Marco metodológico

1. Tipo de Investigación.

El presente trabajo, tiene objeto establecer la posible correlación entre dos variables: la lectura funcional y el rendimiento académico de un grupo de estudiantes, de allí que la investigación se considere de tipo correlacional. En tal sentido, Hernández Sampieri y otros (1.995) sostienen que una investigación correlacional tiene como propósito medir el grado de relación que existe entre dos o más conceptos o variables en un contexto particular y que pretende ver si están o no relacionadas en los mismos sujetos y, después, analizar la correlación.

La principal utilidad de este tipo de estudio, en opinión de los citados autores, es precisar el comportamiento de una variable o concepto conociendo el comportamiento de otra u otras variables relacionadas con la primera. Cabe destacar que los estudios correlacionales evalúan el grado de relación existente entre las variables consideradas, lo que hace que este tipo de investigación adquiera cierto valor explicativo, pues, al determinar la correlación entre dos o más variables, se aporta cierta información o explicación, dando respuesta a las causas de la correlación, las características que la definen y las posibles consecuencias de la misma.

1.1. Diseño de la Investigación.

La investigación no experimental es la que se realiza sin manipular deliberadamente las variables, se basa en variables que ya ocurrieron o se dieron en la realidad sin la intervención directa del investigador; es un enfoque retrospectivo. (Hernández S., 1.991). Bajo esta concepción, la presente investigación posee un diseño no experimental. Este tipo de investigación también es conocida como investigación expost-facto, es decir, que los hechos o sucesos y las variables ya ocurrieron, y observa variables y relaciones entre éstas en su contexto natural, que posteriormente podrán ser analizadas. (Kerlinger, 1.979; citado por Hernández S. 1.991).

Ahora bien, dentro de los lineamientos establecidos por Hernández y otros autores en relación a las investigaciones no experimentales está el diseño transeccional, que puede ser, a su vez, descriptivo o correlacional y/o causal.

Los diseños transeccionales realizan observaciones en un momento único en el tiempo; cuando se describen las relaciones existentes entre las variables se habla de diseños transeccionales correlacionales; ahora bien, como se planteará la descripción de las variables por asociación de las mismas, se puede hablar entonces de un diseño descriptivo-correlacional. La presente investigación abarcará, para la aplicación del instrumento que permitirá la recolección de datos, un lapso de tiempo determinado: marzo hasta septiembre de 2005, cubriendo el primer período académico del año 2005, y en ese lapso evaluará a un determinado grupo: estudiantes del primer semestre de educación; en ese mismo lapso de tiempo se pretende asociar la relación entre las variables: lectura funcional y rendimiento académico; es por ello, que el presente estudio es un considerado un diseño transeccional descriptivo-correlacional.

Los diseños transeccionales descriptivos tienen como objetivo indagar la incidencia y los valores en que se manifiesta una o más variables; estos estudios presentan un panorama del estado de una o más variables en uno o más grupos de personas, objetos o indicadores, en determinado momento. Por su parte, los diseños transeccionales correlacionales/causales tienen como finalidad describir relaciones entre dos o más variables en un momento determinado. Se trata también de descripciones, pero no de variables individuales sino de sus relaciones, sean éstas puramente correlacionales o relaciones causales. (Hernández S., 1.991)

Los diseños correlacionales/causales pueden limitarse a establecer relaciones entre variables sin precisar sentido de causalidad, que es el caso del presente estudio.

2. Sujetos: Población y Muestra.

Tamayo y Tamayo (1991) señala que la población de una investigación es la totalidad del fenómeno a estudiar, donde las unidades de población poseen al menos una característica en común, la cual se estudia y da origen a los datos de la investigación. Egg (1971) denomina población al conjunto de individuos u objetos que poseen características susceptibles de ser observadas. Considerando ambas definiciones la población estuvo representada por los estudiantes de la escuela de educación, cursantes del primer semestre de la carrera y que para el año de estudio cursaron Taller de Lengua.

Hernández Sampiri y otros (1991) definen como muestra a un subgrupo de la población, en este caso, ese subgrupo estuvo conformado por sesenta (60) estudiantes de las escuela de educación, específicamente estudiantes de las menciones básica integral y matemática y física, treinta (30) alumnos de cada mención y todos ellos cursantes del primer y segundo semestre de la carrera y que para el momento de la realización del presente estudio cursaban Taller de Lengua.

Para este estudio la población puede considerarse relativamente homogénea, en especial la muestra seleccionada. Esta homogeneidad se sustenta en varios punto de vista; por ejemplo, edad promedio, interés vocacional, período y año de ingreso a la universidad (exceptuando un caso) y coinciden en la mayoría de los casos el nivel socioeconómico, y que la mayoría se encuentran residenciados en los municipios Maracaibo y San Francisco (el 96.67%),

Ahora bien, para el presente estudio se consideraron los estudiantes del primer semestre, durante el primer período del año 2005, cursantes de la carrera de educación, sólo en las menciones de Educación Básica Integral y Matemática y Física, todos estudiantes del primer semestre de la carrera, y cursantes para el momento de la investigación, del Taller de Lengua (cátedra obligatoria en sus respectivos planes de estudios), puede afirmarse, bajo estas condiciones, que la población y muestra coinciden; lo que define la población/muestra como una de tipo no probabilística o dirigida, que según Hernández Sampieri, éstas suponen un procedimiento de selección informal, dado que la elección de los sujetos no depende de que todos tengan la misma probabilidad de ser elegidos, sino de la decisión del investigador o de las circunstancias fortuitas que los agrupa.

Bajo la explicación anterior, dado que el número de la población/muestra es relativamente pequeña para este tipo de investigación, accesible al investigador y considerada bajo un perfil previamente definido, ésta se estudiará en su totalidad, utilizando, por lo tanto, un censo. Tamayo y Tamayo (1.994), define Censo como la muestra en la cual entran todos y cada uno de los miembros de la población, lo que la hace el tipo de muestra más representativo dentro de cualquier investigación.

3. Instrumentos para la Recolección de Datos.

Los instrumentos utilizados para la recolección de datos en la presente investigación fueron dos, los cuales se mencionan y describen a continuación.

3.1. Instrumento para medir la variable Lectura: Prueba de Lectura Funcional (PLF-12)

3.1.1. Descripción.

Variable a medir: lectura

Nombre: PLF – 12

Autores Nelson Rodríguez Trujillo y Pedro Feliú Salazar.

Editor: Psico Consult, C. A. (Caracas, Venezuela)

Año: 1994 (tercera edición)

Forma de Aplicación: Individual o colectiva.

Tipo de prueba: prueba escrita de carácter cognoscitivo que mide la habilidad para buscar, comprender, utilizar y transformar información presentada en textos o en forma gráfica.

Duración de la prueba: treinta y cinco (35) minutos de ejecución. Si se estima el tiempo dedicado a instrucciones y ejecución se requiere de diez (10) minutos adicionales, lo que significan cuarenta y cinco (45) minutos.

Rango de Aplicación: se recomienda su aplicación a personas con un nivel educativo de noveno grado, aunque puede ser utilizada en personas con menor o mayor nivel académico.

Puntuación: el puntaje bruto es el resultado de sumar las respuestas correctas a los ítems de la prueba. El puntaje convertido es el resultado de comparar el puntaje bruto con el comportamiento normativo de un grupo de sujetos, para ello se elaboraron tablas de acuerdo a determinados grupos.

El instrumento está diseñado para trabajar con cuatro (4) procesos cognitivos:

  • a) Ubicar información

  • b) Comprender información

  • c) Interpretar información

  • d) Transformar información

La PLF tiene diversas normas, de acuerdo a cada uno de los sujetos y/o grupos a los cuales se les aplicará el instrumento, donde se señalan el puntaje bruto, los percentiles (p%), los puntajes en la escala H (media 100 y D. T. 20) y las estaminas o escalas de medida, que para esta prueba son del uno (1) al nueve (9), puntuación cuantitativa con la que se trabajará en esta investigación.

Para interpretar el resultado obtenido por una persona, basta con establecer el porcentaje bruto, y compararlo con el puntaje transformado en la norma del grupo que mas se asemeja al sujeto y/o grupo cuyos resultados se desea interpretar.

Así como también, se informa en las normas las características del grupo, las medidas de tendencia central; así como los resultados de confiabilidad, error de medición y error estándar de la diferencia de puntajes. (Ver Anexo 2).

3.1.2. Confiabilidad.

En estudios realizados con esta prueba se estableció la confiabilidad mediante el método de análisis de varianza de Hoyt. Los resultados pueden observarse en los anexos, específicamente el número 3. Un estudio realizado en 1993 sobre la base de cincuenta (50) estudiantes de psicología de la Universidad Central de Venezuela (UCV) mostró una confiabilidad de consistencia interna de 0.83. Otro estudio realizado en 1998 basándose en cien (100) mecánicos automotores, mostró una confiabilidad de 0.825. La recolección de datos de aspirantes al cargo de vendedor y promotor desde 1993 a 1995, en una empresa comercializadora de productos alimenticios de consumo masivo, permitió establecer una confiabilidad de consistencia interna de 0.863. Otros estudios han mostrado valores similares.

El error estándar de medición (Sem) se puede establecer basándose en los puntajes brutos o derivados mediante la fórmula 1, en donde D.T. es la desviación típica y rtt es la confiabilidad de la prueba.

edu.red

Para valores transformados a la escala H (media 100 y D. T. 20), el error estándar de medición es de 8,24 puntos, y el error estándar de la diferencia es de 11.66 puntos.

3.1.3. Validez.

El proceso de construcción de la PLF incluyó la preparación de tablas de especificaciones exhaustivas, la elaboración de los ítems y la revisión por expertos para determinar la calidad y la ubicación de los mismos en la tabla de especificaciones, proceso que garantiza la validez de contenido de la PLF-12, cuyos ítems son representativos de las variables consideradas.

Aunado a ello, se realizó un estudio de validez predictiva, en 1988, realizado sobre la base de cien (100) mecánicos automotores que permitió establecer una correlación de 0.45 entre la PLF y el rendimiento en cursos de mecánica automotriz en su área de trabajo preferida. Ese mismo estudio permitió también establecer la correlación múltiple con la PLF y la Prueba de Habilidades Básicas (PHB) como predictores, y el rendimiento en cursos como variable predicha; se obtuvo un coeficiente de correlación múltiple de 0.51. En este sentido, puede considerarse un buen predictor de la capacitación del personal.

En 1990, otro estudio realizado, donde participaron cuarenta y ocho (48) secretarias de una empresa agroindustrial venezolana, de diferentes niveles de cargo, que incluían principiantes hasta secretarias ejecutivas bilingües, se evidenció un incremento progresivo de los promedios obtenidos cuando se va de los niveles más bajos a los más altos, coincidiendo con la formación de cada grupo, lo que indica una buena capacidad de la PLF para discriminar entre subgrupos de personas que de acuerdo a la experiencia y a su clasificación, deben tener tales diferencias en su rendimiento.

En 1993, un grupo de docentes de la Universidad Bicentenaria de Aragua, en Maracay, aplicó el instrumento con la finalidad de ofrecer programas de comprensión lectora a aquellos alumnos, que ingresaban a la institución, y cuyos resultados fuesen considerados de promedio bajo a deficientes.

Posterior a estos estudios se han realizado otros a diversos grupos, docentes, estudiantes, aprendices, operarios, profesionales en desarrollo, entre otros, que igual han demostrado la validez del instrumento para medir y predecir las variables que considera.

3.2. Instrumento para medir la variable Rendimiento Académico: MACUR.

Este medio, no es más que un certificado donde se registran las calificaciones definitivas de cada estudiante en la universidad; producto de las diversas estrategias de evaluación aplicadas por los docentes a lo largo de cada semestre, dependiendo de la naturaleza de su asignatura. Quedan en este medio impreso las calificaciones definitivas y por ende, permite conocer el rendimiento académico de cada estudiante por período cursado.

El medio que sirve a todo educador medir el rendimiento académico alcanzado por un alumno o grupo de alumnos durante o al final de un determinado proceso educativo o formativo es la evaluación. Las diferentes evaluaciones, previamente planificadas, debidamente aplicadas y posteriormente corregidas, informan al docente o facilitador de los conocimientos o aprendizajes adquiridos por sus alumnos, y expresados a través de una calificación, puntuación o puntaje. En tal sentido, todo docente lleva un Registro de Calificaciones, que al final del lapso comprendido, llámese período, semestre o año escolar arrojan una sola calificación definitiva como resultado de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje, producto de la aplicación de las diferentes evaluaciones.

La presente investigación considerará para la variable rendimiento académico las calificaciones obtenidas por los participantes en cada una de las asignaturas cursadas, así como el promedio aritmético de las mismas, al ser éstas sumadas y divididas entre el número de asignaturas cursadas, aprobadas o no, por el participante durante el primer período del año 2005, lapso comprendido entre el 09 de febrero y el 15 de julio del citado año, equivalente a un semestre regular. (Veáse Anexo 4)

Las calificaciones quedan registradas, valga la redundancia, en el Registro de Calificaciones Semestrales de cada docente; durante el período de transcripciones, cada profesor descarga las mismas en un sistema que resguarda toda esta información vía electrónica, denominado SACAN, y de allí pueden ser solicitadas por los mismos estudiantes en un formato estándar impreso denominado MACUR, cuyo ámbito de validez es la universidad, si se requiere un documento formal sobre las calificaciones, cada estudiante deberá requerir su debida certificación de notas.

Las escala de calificaciones es la misma establecida por el Reglamento General de la Ley Orgánica de Educación en su artículo N° 108, del uno (01) al veinte (20), ambos inclusive, y la calificación mínima aprobatoria es diez (10) puntos.

3.3. Análisis Estadístico.

Para la interpretación de los datos y la realización del análisis estadístico de los mismos se recurrirá a la Coeficiente de Correlación por Rangos conocida como r de Spearman, la cual es de suma utilidad en las investigaciones correlacionales con referencias ordinales, pues ésta es una medida que nos indica hasta qué punto los mismos individuos o sucesos ocupan la misma relación relativa respecto a dos o más variables, tal como señalan Haber y Runyon (1.972).

La r de Spearman es apropiada cuando una escala constituye una medida ordinal y la escala restante es o bien ordinal o superior. En la presente investigación los datos que se obtengan de los diferentes instrumentos serán cuantificados en medida ordinal, facilitando así la posible correlación de las variables consideradas.

La fórmula que expresa la r de Spearman es la siguiente:

edu.red

(Fuente: Heber, A. y Ruhyon, R. Estadística General. p. 129)

CAPÍTULO IV

Resultados de la investigación

En el presente capítulo se interpretan los resultados obtenidos en la investigación realizada en la Escuela de Educación de la Facultad de Humanidades de La Universidad del Zulia; cada objetivo específico fue analizado, constituyéndose dicho análisis e interpretación en la base para el desarrollo del objetivo general: "Determinar el grado de relación entre la Lectura Funcional y el Rendimiento Académico en estudiantes del primer semestre de Educación, menciones Básica Integral y Matemática y Física de La Universidad del Zulia durante el primer período 2005".

  • 1. Descripción de los Resultados

Partes: 1, 2, 3
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