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Escritos de Juan (página 3)


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Una de las mayores evidencias del trasfondo judío del 4Ev. es su continua referencia al Antiguo Testamento y su utilización de los métodos derásicos típicamente rabínicos. El evangelio de Juan hace una lectura tipológica de todo el AT mostrando como tiene en Cristo su cumplimiento.

Abrahán Antes que Abrahán existiera, Yo soy (8,58).

Isaac El Padre dio a su Hijo único (3,17). Jesús carga con el madero de la cruz (19.17).

Jacob La escala de ángeles que suben y bajan (1,51).

¿Eres tú más que nuestro padre Jacob? (4,12).

José: Haced lo que él os diga (2,5).

La túnica (19,23).

Benjamín El amado que descansa entre los hombros (13,23-25 = Dt 33,12).

Moisés Como Moisés levantó la serpiente… (3,14).

La ley fue dada por Moisés, pero la gracia por Jesucristo (1,17).

Elías ¿Eres tú Elías? 1,21

Eliseo Los panes de cebada multiplicados (6,8).

Daniel Episodio de la adúltera (7,53-8,11).

Adán Soplo de vida (20,22).

Eva ¿Del costado de Adán dormido? (19,34).

¿La pareja primordial en el jardín? (20,11-18).

El profeta El anunciado por Moisés en Dt 18,18 (1,21).

El enviado La piscina tiene este título que a alude a Gn 49,10ss (9,7).

luz verdadera (1,9).

verdadera vid (15,1).

verdadero pan (6,32).

verdadero adorador (4,23).

Buen pastor. Tema de Ez 34, 11-16; Sal 23,1; Za 11,4-17; Jr 3,5; 23,1-6 (Jn 10,11).

Pozo de Jacob (4,12).

Puerta del Templo (10,7).

Maná (6,34).

Roca golpeada Ex 17,6 (Jn 19,34).

Cordero pascual (19,36).

Serpiente de bronce En Nm 21,9 (Jn 3,14).

Escala de Jacob. Sueño de Jacob Gn 28,12 (Jn 1,51).

Morada. La tienda del encuentro Ex 25,8 y Dt 4,7 (Jn 1,14).

Túnica sacerdotal.sin rasgar Lv 21,10 y 1 R 11,30 (Jn 19,23).

Templo de Salomón (2,21).

Paso del mar (6,1).

Realeza de David (12,13).

Sabiduría (1,1).

Fiestas judías: Pascua (2, 13; 6,4; 13,1).

Tabernáculos (7,2).

Sábado (5,17; 9,14).

Huerto del Cantar (20,11-17) ¿?

Ritos purificatorios (2,6).

La Ley (1,17).

Los dos querubines Ex 25,19 (20,12).

Los truenos. Ex 19,16 (12,28). ¿?

La viña. Israel = viña de Dios (15,1).

La columna de fuego Ex 13,21 (Jn 8,12). ¿?

La circuncisión (7,22-23).

La fuente del Templo. Ez 47,1 (Jn 7,38).

El monte: (6,3.15).

La gloria de Dios (1,14).

Las codornices Ex 16,8 (Jn 6,51).

Las murmuraciones. Ex 16,7 (Jn 6,43).

El camino (8,12).

El paso de muerte a vida del Éxodo (5,24; 13,1).

Salir del mundo (Jn 15,19; 17,6).

D) LAS FIESTAS JUDÍAS EN EL EVANGELIO

Juan estructura la actividad de Jesús en torno a seis fiestas. Como en todo su evangelio desea mostrar que la realidad judía ha sido cumplida en el acontecimiento que es Jesús.

Primera Pascua: 2,13. Es el momento de la manifestación mesiánica de Jesús en el Templo, dentro y símbolo de la institución judía. Jesús denuncia el templo corrompido y proclama su sustitución por el nuevo santuario de su persona.

Fiesta innominada: 5,1. Expresa la situación del pueblo oprimido por la institución. Junto al templo hay pobres y enfermos marginados por la institución. En esta fiesta tiene lugar la controversia a propósito del descanso sabático. La fiesta es ante todo una liberación. La observancia de la Ley no puede hacerse de modo que impida el bien del hombre y su vida abundante. Algunos han relacionado esta fiesta con Pentecostés, y esto explicaría las alusiones que se hacen a Moisés en el discurso de 5,46-47, pues la fiesta de las Semanas celebraba la entrega de la Ley a Moisés en el Sinaí.

Segunda Pascua: en esta segunda Pascua Jesús ya no va a estar en Jerusalén, sino que la celebrará con los suyos al margen de la institución judía. Se encuentran en esta sección muchas imágenes relacionadas con el Éxodo: el mar (6,1), el monte (6,3.15), la tentación (6,6), la infidelidad (6,15), el maná (6,31.58), el cordero pascual (carne y sangre 6,51), la mención explícita de Moisés (6,32), las murmuraciones (6,43), la muerte en el desierto (6,49.58), la tierra prometida (6,21).

Quizás muchos de los temas de este capítulo enlazan con lecturas sinagogales de aquellos días. En escritos rabínicos se nos habla de la expectativa de un nuevo éxodo con el milagro del maná (II Baruc 29,8 y Midrashim).

El caminar sobre las aguas puede aludir al paso del mar Rojo, tan íntimamente unido al tema del maná en la haggadá pascual. Otros han visto en el esquema de preguntas y respuestas las cuatro preguntas del niño en la cena de Pascua (Gartner).

Tabernáculos (7,1-8,59). Los símbolos principales de esta fiesta eran el agua (7,37) y la luz (8,52). Jesús los aplica a su persona. El Mesías gritando representa a la Sabiduría que también grita por las plazas (7,37). Se celebra esta fiesta el 15 de Tishri y dura siete días más un octavo complementario.

Parece ser que el texto de Zacarías que se leía entonces en era una elaboración sobre el tema del agua en el Templo y de la fuente. La fiesta de los Tabernáculos es una fiesta de otoño para dar gracias por las cosechas y pedir por la lluvia. El pueblo iba en procesión al manantial del Guijón que vertía sus aguas en la piscina de Siloé; se recogían las aguas con un jarro de oro. La multitud lleva las cuatro especies vegetales, entre ellas el lulab, rama de árbol.

La primera noche se encendían en el atrio de las mujeres cuatro candelabros de oro. Jesús se proclama luz del mundo y abre los ojos al ciego. "Al atardecer seguirá habiendo luz" (Za 14,8).

Dedicación o Hanukká (10,22-39). Celebra la rededicación del Templo por Judas Macabeo después de la profanación de Antíoco IV (1 M 4,41-61). Puede haber una alusión a los sumos sacerdotes traidores Jasón y Menelao (ladrones, bandidos, mercenarios). La lectura sinagogal en esta fiesta recogía las profecías de Ezequiel sobre los pastores. Es posible encontrar cierta conexión entre la consagración del templo y la consagración de Jesús: "Aquel a quien el Padre consagró" (10,36).

Tercera Pascua: (13,1). Ya no se llama "Pascua de los judíos", sino la Pascua de Jesús. En ella se sacrifica el verdadero cordero (18,14), se cumple el éxodo de Jesús (13,1) y se constituye de nuevo el pueblo (19,23-27). La cena está toda llena de alusiones pascuales: nuevo mandamiento, nueva alianza.

Tema VIII

La obra literaria

A) LENGUA Y ESTILO DEL EVANGELIO

1. La lengua

Han discutido los autores sobre la naturaleza del griego utilizado en la composición del 4Ev. Según algunos como Burney, Torrey y Zwaan, el evangelio se escribió en arameo y lo que hoy poseemos es una traducción griega muy semitizante.

Otros como Colwell piensan que se trata de un griego koiné sin influjos arameos. Las posiciones intermedias de Black y Bonsirven se inclinan por un evangelio escrito en un griego suficientemente idiomático pero con ciertos semitismos, de léxico sobre todo.

Quizás estos semitismos pueden provenir de las fuentes de logia utilizadas por el evangelista. K. Beyer defiende que ese sustrato semítico presente en el 4Ev. es más hebreo que arameo, y en su aspecto lingüístico concuerda mucho con el hebreo de los documentos de Qumrán. Hacer la verdad (Jn 3,21 = 1QS 1,6; V,3); la ira de Dios permaneces sobre él (Jn 3,36 = 1QS IV,12); dar testimonio de la verdad (Jn 5,33 = 1QS VIII 6); caminar en las tinieblas (Jn 8,12; 12,35 = 1QS III,21; IV, 11).

¿Qué conclusiones podemos sacar de valoraciones tan contradictorias? Por el colorido semítico del escrito procede del ámbito del judaísmo, pero por su griego correcto hay que postular una permanencia prolongada de su autor en el área helenística. Muestra conocimiento del hebreo y afinidad con el lenguaje de los escritos de Qumrán. Podría ser un nativo de Palestina que vivió mucho tiempo en un ambiente helenístico.

El griego de Juan es correcto, pero pobre. Refleja la koiné hablada, popular, más bien que la koiné escrita. Tiene una gran pobreza de vocabulario: sólo 920 palabras, algunas muy repetidas:

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Se han llegado a aislar unas cincuenta características gramaticales propias de Juan, las cuales se repiten incluso en las partes atribuidas a distintas fuentes, con lo que se corrobora la unidad literaria del evangelio.

2. El estilo

El lenguaje es monótono y solemne, propio de una teología meditativa. Produce fórmulas estereotipadas más intelectuales que emocionales. El autor se distancia de los acontecimientos narrados.

Recurre a menudo al paralelismo, en clara oposición a los clásicos griegos que intentaban variar lo más posible el vocabulario y los giros.

Pueden detectarse los tres tipos de paralelismos:

* Paralelismo sinónimo: "El que viene a mí no tendrá hambre, el que cree en mí no tendrá sed" (6,35).

* Paralelismo antitético: "El que cree en mí no es juzgado. El que no cree en mí ya ha sido juzgado" (3,18).

* Paralelismo sintético: Ver por ejemplo el primer verso del evangelio (1,1).

Utiliza la técnica del quiasmo. El quiasmo es un paralelismo inverso en el que se da una correspondencia entre el primero y el último elemento de una unidad (ABBA).

El quiasmo puede afectar a una sola frase o a toda una perícopa. Cuando en la mitad del quiasmo aparece un elemento central hablamos de estructura concéntrica como por ejemplo 6,36-40, o el proceso ante Pilato con la alternancia de entradas y salidas: A B C D C´ B´ A´.

Otro recurso literario es la inclusión, por la que al final de un determinado pasaje se repite un elemento mencionado al principio, estableciendo así un marco que da unidad a todo lo que está incluido entre la primera y la segunda mención.

Hay claves lingüísticas que se repiten al principio y al final del evangelio y que pueden considerarse como inclusiones que lo enmarcan en su totalidad: vida (1,4 = 20,31); su nombre (1,12 = 20,31); Cristo (1,20 = 20,31); Hijo de Dios (1,34 = 20,31). Pero la inclusión más resaltada es la afirmación de que el Verbo era Dios (1,1) y la confesión de Tomás "Señor mío y Dios mío" con la que se cierra el evangelio (20,28). Igualmente hay inclusiones que enmarcan distintas secciones del evangelio, o perícopas concretas, como por ejemplo las alusiones a los dos milagros de Caná de 2,11 y 4,46.54. (cf. G. Mlakuzhyl, The Christocentric Literary Structure of the Fourth Gospel, Roma 1987, p. 93-97).

Las introducciones también nos proporcionan una clave importante para centrarnos en la estructura del evangelio. Así el prólogo como introducción a todo el evangelio, y simultáneamente a la primera sección narrativa del Bautista y los primeros discípulos. Igualmente hay introducciones a las distintas secciones, como por ejemplo la solemne introducción al libro de la gloria (13,1).

Otras introducciones más breves pueden verse al comienzo de las bodas de Caná (2,1), la multiplicación de los panes (6,3-4), la fiesta de la Dedicación (10,22-24), el juicio ante Pilato (18,28).

Igualmente encontramos conclusiones y recapitulaciones, como las dos conclusiones al evangelio (20,30) y al epílogo (21,25), o las dos conclusiones al libro de los signos (12,37-43 y 12,44-50).

Hay también conclusiones más breves a perícopas concretas, tales como el primer testimonio del Bautista (1,28), el discurso sobre Jesús luz del mundo (8,20), el primer signo en Caná (2,11). Muy a menudo las perícopas concluyen con la constatación de la reacción de fe o incredulidad ante lo que Jesús ha realizado o dicho en la perícopa (8,30; 8,59; 10,39; 10,19-21).

Como transiciones podríamos elencar aquellos versos que sirven para ligar dos episodios separados, haciendo de vínculo con la perícopa anterior y preparándonos para la perícopa siguiente (2,12; 3,22; 4,41-42).

Otros recursos estilísticos, tales como pasajes puente, palabras gancho, técnicas de repetición… pueden hallarse el libro mencionado de Mlakuzhyl, p. 104-111).

La solemnidad del estilo de Juan ha hecho pensar que algunos de sus discursos están en una prosa poética, y que se deberían imprimir de forma que se destacara esta estructura poética.

B) GÉNEROS LITERARIOS

1. Estructura dialogal

La muchedumbre no ocupa un primer lugar en el evangelio; más bien se presenta en sentido negativo en su relación con Jesús. Él no se fiaba de ellos (2,23-24). El entusiasmo que sienten cuando le quieren hacer rey es interpretado por Jesús con escepticismo (6.26). El discurso eucarístico termina con el abandono de muchos (6,60.66).

Quizás esta falta de protagonismo por parte de la muchedumbre explique que el lenguaje del 4Ev. sea menos colorista y contenga menos parábolas y ejemplos que los sinópticos. El 4Ev. tiene un lenguaje más propio para una minoría de iniciados. Por eso cobran importancia los diálogos personales, la relación personal de Jesús con individuos o con pequeños grupos: los dos discípulos (1.35-39), Pedro (1.40-42), Felipe (1,43-44), Natanael (1,45-51); existen también diálogos prolongados con Nicodemo (3.1-21), con la samaritana (4,1-26), los discursos dialogados de la Cena, el largo diálogo con Pilato (18,33-38; 19,8-11).

Los personajes de estos diálogos, teniendo sin duda un valor simbólico, resultan sin embargo personajes vivos, muy bien caracterizados, cada uno con su psicología propia; contrasta por ejemplo el carácter romo y estúpido del paralítico de la piscina con la agudeza chispeante del ciego de nacimiento.

El dramatismo creciente va subiendo hasta alcanzar su clímax, en el uso de los distintos títulos que la samaritana va dando a Jesús: Tú, Señor, Profeta, Mesías; finalmente los samaritanos al final del pasaje le reconocen como Salvador del mundo.

En el episodio del ciego de nacimiento el dramatismo creciente se refuerza por el paralelismo de dos procesos cruzados: el ciego va siendo iluminado y los escribas se van hundiendo en las tinieblas más completas. En el episodio del juicio van jugando sus cartas Pilato y los judíos, embarcándose en una dinámica absurda que llevará a Pilato a tener que humillarse y hocicar, cediendo a los chantajes de los judíos, y a éstos a humillarse reconociendo que no tienen a otro rey que al César. El episodio de Nicodemo va apuntando el camino de éste desde la noche hasta la luz.

Mlakuzhyl nos ha dado una lista de doce técnicas dramáticas usadas por el evangelista (op.cit. p. 112-121). Nos limitaremos a reproducirlas:

* Cambio de escenario, entre un episodio y otro, o al interior del mismo episodio.

* Escenas alternantes, como las siete escenas en el juicio de Pilato.

* Simultaneidad de escenarios: el pozo y el pueblo en el relato de la Samaritana.

* Introducción de los Dramatis personae con alguna pincelada que los caracteriza.

* Entrada y salidas de personajes en el escenario.

* Ley de la dualidad escénica, según la cual, no más de dos personajes o grupos de personajes pueden estar en la escena simultáneamente.

* Técnica de la desaparición de personajes que hacen mutis por el foro sin que se haga notar expresamente.

* Técnica de las siete escenas con un paralelismo quiástico: el juicio de Pilato y la curación del ciego.

* Técnica de los dípticos: a veces dos escenas consecutivas se describen de tal manera que forman un díptico que hay que contemplar simultáneamente. Así por ejemplo los dos testimonios del Bautista, o los encuentros de discípulos con Jesús en dos días consecutivos.

* Secuencia de acción, diálogo, discurso, por ejemplo en Juan 5: curación del paralítico, diálogo entre Jesús y el hombre curado, discurso sobre la autoridad del Hijo..

* Desarrollo dramático que puede observarse en todo el episodio de la curación del ciego, o en los nombres distintos que la samaritana va dando a Jesús a lo largo de la conversación.

* Estructura dramática que tiene paralelos con las tragedias griegas clásicas

Prólogo: 1,1-18.

– Canto de entrada del coro al entrar en la escena (parodos): 1,19-51

Episodios

Stasima o cantos del coro desde la orchestra (Faltan en el evangelio).

Exodos o escena final (la pasión y la resurrección).

2. Los discursos

Hay en el 4Ev. largos discursos, algunos de los cuales están íntimamente asociados a los signos que acompañan: discurso del pan de vida y multiplicación de los panes (6,1-13; 22-71), Jesús luz del mundo y la curación del ciego (8,12; 8,1-41), resurrección de Lázaro y Jesús resurrección y vida (11,1-44; 11,25); discursos de la Cena y desarrollo de la Pasión.

En los discursos se da un proceso circular de exposición. Se enuncia globalmente una idea, que se desglosa en facetas complementarias, las cuales que se van entrecruzando hasta llegar al punto de arranque. Círculos concéntricos, o fugas musicales en las que se van entreverando dos temas diversos, por ejemplo el discurso del pastor y la puerta.

Estos discursos llevan el sello personalísimo del evangelista, aunque en determinados momentos puedan incluir logia del mismo Jesús. El discurso es una elaboración del mensaje de Jesús a la luz de la Pascua, bajo la inspiración del Espíritu que se encarga de recordar (14,26) y guiar hacia la verdad completa, haciendo comprender las realidades nuevas a la luz de los sucesos del pasado y viceversa.

3. Las parábolas

Aunque menos numerosas que en los sinópticos y con menos colorido, es posible detectar en el 4Ev. algunas parábolas, como la de la puerta, el pastor, la viña, la mujer que da a luz. Algunas de estas parábolas revisten la forma de alegorías y están muy elaboradas. Tales serían por ejemplo la del pastor y la viña. En cambio hay otras que son un mero esbozo, una pincelada sugerente; la mujer que da a luz (16,21-22), el grano de trigo (12,24-25), el hijo aprendiz (5,19)…

4. Tratamiento psicológico de los personajes

La trama del evangelio está dividida en una serie de episodios que se repiten a sí mismos una y otra vez, hasta llegar al clímax final de La Hora. Cada episodio es un microcosmos en el cual se condensa el argumento del evangelio global. La venida de la luz al mundo, distintas reacciones que provoca. y consecuencias que tienen éstas reacciones de aceptación o de rechazo: salvación o condena.

El carácter de Jesús es estático y no cambia a lo largo del evangelio, no se da en él una evolución psicológica. Únicamente su carácter se va revelando más y más tras cada una de las olas concéntricas que constituyen los distintos episodios del evangelio.

Aunque algunos episodios, como el del ciego de nacimiento o el proceso de Pilato están muy bien llevados desde el punto de vista narrativo, sin embargo en general el cuarto evangelio no se señala especialmente por este tipo de técnicas literarias.

Algunos de los otros personajes del evangelio evolucionan, pero el único rasgo que se tiene en cuenta en esta evolución es su mayor o menor grado de aceptación de la palabra de Jesús. Pensemos en el caso de Pedro, de Judas o Nicodemo. Podríamos decir que los personajes tienen una sola dimensión, la de su aceptación o rechazo del evangelio.

C) RECURSOS LITERARIO-TEOLÓGICOS

1) El malentendido

El malentendido es un recurso que el 4Ev. utiliza continuamente. Su estructura es siempre la misma: a) Jesús hace una afirmación a base de una palabra que tiene dos sentidos, uno literal y otro espiritual. b) El interlocutor entiende la palabra en sentido literal, se extraña y hace una pregunta. c) Esta pregunta da pie a Jesús para profundizar en su doctrina. Hagamos una lista de los diversos malentendidos que van apareciendo en el evangelio

a) Destruir y levantar (2,19): Jesús habla del templo de su cuerpo, los judíos piensan en el templo de Jerusalén.

b) Nacimiento de lo alto (3,4): Nicodemo entiende que hay que nacer de nuevo, Jesús se refiere a un nacimiento de lo alto, de agua y Espíritu

c) El agua viva (4,11): Jesús se refiere al don de Dios, la samaritana lo entiende del agua natural

d) El alimento (4,33): Los discípulos piensan en la comida, Jesús se refiere al cumplimiento de la voluntad del Padre.

e) Trabajar (6,27): Los judíos piensan en las obras, Jesús en la fe.

f) El pan (6,34): Los judíos piden el pan material, Jesús habla del pan del cielo.

g) Bajado del cielo (6,41):Los judíos piensan que Jesús habla de su nacimiento humano, cuando él está hablando de su origen divino.

h) Comer la carne (6,52): Jesús habla de un comer eucarístico, los judíos lo entienden del comer material.

i) Subir (7,8): Los parientes creen que Jesús habla de subir a Jerusalén a la fiesta, Jesús habla de subir al Padre.

j) Irse (7,36): Jesús se refiere a su muerte, los judíos piensan que se quiere ir a la diáspora.

k) Padre (8,18): Jesús habla de su Padre del cielo, los judíos piensan que se refiere a su padre terreno y le preguntan dónde está.

l) Irse (8,22): Jesús habla de su ida al Padre y los judíos piensan que va a suicidarse.

m) Ser (8,24): Jesús dice YO SOY en términos absolutos y los judíos lo entienden en términos predicativos y se quedan esperando el predicado, por eso le preguntan: "¿Qué eres?"

n) Esclavitud (8,32): Los judíos creen que Jesús habla de la esclavitud material, política, mientras que Jesús se refiere a la esclavitud del pecado.

ñ) Muerte: (8,5,1): Jesús promete que los que creen en él no morirán y los judíos piensan que no padecerán la muerte temporal.

o) Ver mi día (8,56): Jesús dice que Abraham vio su día, y los judíos le acusan de presumir de ser más viejo que Abraham.

p) Sueño (11,12): Los discípulos piensan que Jesús habla del sueño natural, pero Jesús se refiere a la muerte de Lázaro.

q) Ser levantado (12,34): Jesús se refiere a su glorificación, los judíos piensan que habla de su crucifixión.

r) Lavar (13,8): Jesús se refiere a dejarse salvar por el misterio de su muerte, Pedro entiende que se trata sólo de un rito de purificación.

s) Camino (14,15): Tomás piensa que se trata de un itinerario a seguir. Jesús dice que estar con él es estar ya con el Padre.

t) Rey (18,37): Pilato piensa que se trata de un rey terreno. Jesús se refiere al reino de la verdad.

2. La ironía

El fondo de la ironía del Evangelio consiste en que los judíos han rechazado al Mesías al que tanto esperaban y que con tal de deshacerse de él son capaces de aceptar como rey al César de Roma. Podríamos hablar de ironía, pero también de drama. La ironía juánica es acerada, y despiadada. Uno a veces echa de menos en el evangelio ciertos matices de ternura.

Mediante el recurso de la ironía, los adversarios de Jesús hacen observaciones despectivas e incrédulas, o al menos inadecuadas, sobre Jesús o sobre sus palabras. Pero irónicamente resulta que estas afirmaciones son verdaderas en otro sentido distinto del pretendido por sus autores. Los personajes están diciendo mucho más de lo que saben.

* Tú has guardado el vino bueno hasta ahora (2,10).

* ¿Eres tú más que nuestro padre Jacob? 4,12.

* ¡Muéstrate al mundo! 7,3.

* ¿Se irá a los griegos? 7,35.

* ¿No dice que Cristo vendrá de Belén? 7,42.

* Jamás ha hablado un hombre como este hombre: 7,46.

* ¿No irá a matarse? (Entregar su vida): 8,22.

* ¿Eres tú más grande que nuestro padre Abrahán que murió?" 8,53.

* Tú eres discípulo de ese hombre: 9,8.

* No es el mismo. ¿Alusión a un cambio de personalidad del ciego? 9,9.

* Da gloria a Dios: 9,24.

* Si duerme, sanará: 11,12.

* Conviene que uno muera por el pueblo: 11,50.

* Ahí tenéis al hombre: 19,5.

* Ahí tenéis a vuestro Rey: 19,14.

* Inscripción sobre la cruz: 19,19-21.

Otras veces la ironía consiste en que los dirigentes judíos deciden actuar de un determinado modo para conseguir unos fines y es precisamente de este modo como conseguirán exactamente lo que trataban de evitar. Por ejemplo cuando dicen: "Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los Romanos y destruirán nuestro Lugar Santo" (11,48).

El más irónico de todos es siempre el autor, aunque en muchos casos también sus personajes saben ser irónicos, sobre todo Jesús, con sus preguntas sarcásticas

* A Pedro: "¿Darás tu vida por mí?" En verdad, en verdad te digo que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces" (13,38),

* A todos los discípulos: "¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora en que todos os dispersaréis…" (16,31-32).

* A Nicodemo: "¿Tú eres Maestro de Israel e ignoras esas cosas?" (3,10).

* A Natanael: "¿Porque te he dicho que te he visto debajo de la higuera crees? Verás cosas mayores" (1,50).

* A Felipe: "¿Dónde vamos a comprar pan para que coman estos? (6,5). "¿Tanto tiempo estoy con vosotros y no me conoces, Felipe?" (14,9).

* A propósito de Judas: "¿No os he elegido yo a vosotros los Doce, y uno de vosotros es un diablo?" (6,70).

* A los dirigentes judíos: "Muchas obras buenas de parte del Padre os he mostrado, ¿por cuál de ellas queréis apedrearme?" (10,32).

* A Anás: "¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído?" (18,20-21).

* Al sayón que le golpea en la mejilla: "Si he hablado mal, muestra en qué, y si no, ¿por qué me pegas?" (18,23).

Pero también otros personajes saben ser irónicos.

* El ciego hablando con los dirigentes judíos: "¿Queréis haceros discípulos suyos?" (9,27). "Eso es lo extraño, que vosotros no sepáis de dónde es y a mí me haya abierto los ojos?" (9,30).

* La muchedumbre: "¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora que ha bajado del cielo?" (6,42). "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" (6,52). "¿Cómo conoce las Escrituras si no ha estudiado?" (7,15).

La ironía es un recurso del autor para implicar al lector en el círculo de los insiders, de los que poseen una clave más profunda para comprender lo ridículo de ciertas situaciones, lo absurdo de ciertas actitudes, y las contradicciones en que incurren los que se oponen a Jesús.

La ironía de fondo es que "la luz vino al mundo y los hombres amaron las tinieblas más que la luz" (3,19). Se le invita al lector a descubrir también la gran ironía de que, detrás de los personajes que se mueven motivados por intereses bastardos, hay una mano superior que reconduce todo a una finalidad salvífica de revelación de la gloria. Los que se oponen a la luz sólo consiguen que la luz pueda revelarse con más intensidad, porque sólo cuanto más densas son las tinieblas en su satánico designio de asfixiar la luz, es cuando brilla la gloria de la luz de Dios más intensamente.

3. Paisajes psíquicos

Circunstancias externas de lugar, clima, horario se convierten en expresión de actitudes interiores.

a) Nicodemo va a ver a Jesús de noche: 3,2.

b) Cuando la fiesta de la Dedicación era invierno: 10,22.

c) Cuando Judas salió era de noche: 13,30.

d) Cuando las negaciones de Pedro hacía frío: 18,18.

e) Entradas y salidas de Pilato: 18,29.33.38; 19,1.4.9.13.

f) Todavía oscuro en el corazón de Magdalena: 20,1.

g) Magdalena se volvió: 20,14-16.

h) El amanecer en la orilla: 21,4.

4. Aplicación de sentidos

La Palabra se ha hecho carne, se ha hecho sensible y puede ser captada por nuestros sentidos:

a) VER: la luz, la contemplación de la gloria.

b) OÍR: el trueno que viene del cielo (12,28), la voz del Maestro que llama (20,16), la voz del esposo (3,29), la voz del pastor (10,3), la voz del Hijo de Dios (5,28).

c) OLER: el perfume del ungüento que llena la casa (12,3), los aromas excesivos en la escena del entierro (19,39), el hedor de muerte en la tumba de Lázaro (11,39).

d) GUSTAR: la calidad del vino (2,10), el frescor del agua viva (4,10), la acidez del vinagre (19,29).

e) TOCAR: la hierba verde (6,10), el barro en los ojos (9,6), el agua en los pies (13,5), el latido del corazón (13,23), abrazar los pies de Jesús (20,17), las llagas (20,27).

5. Alusiones fugaces

Con mucha frecuencia el autor repite una palabra o una imagen en dos contextos totalmente diversos, de modo que ambos pasajes se iluminen mutuamente. Esta referencia literaria nos invita a buscar una resonancia más profunda a nivel teológico o espiritual.

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Apuntes de clase

para el Seminario Mayor San Luis Gonzaga

jaén (Perú) 2012

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6. Las cifras

Las cifras tienen un sentido simbólico en el evangelio de san Juan, aunque no siempre seamos capaces de comprender exactamente el simbolismo. Para captarlo es necesario entender todos los desarrollos numerológicos de la cultura de la época, y en particular la gematría. La gematría es el arte de dar valores numéricos a las letras de una palabra, y así traducir la palabra en una cifra, que es el equivalente de la suma de los valores numéricos de sus letras. Recordemos que tanto en hebreo, como en griego y latín las cifras son letras, por lo cual una letra puede simultáneamente representar también un número.

En otras ocasiones son los números mismos los que tienen un valor propio, sin ninguna alusión a la gematría.

Veamos algunos ejemplos y sus posibles significados.

Uno: Representa a Dios, Padre, único Dios verdadero (17; 5,44; 20,17). También la unidad del Padre y el Hijo por el Espíritu (10,30; 17,1.21.22.23).

Dos: Para hacer válido un testimonio hacen falta dos testigos (8,17); hay dos discípulos (1,35. 37.41; 20,4; 21,2); dos crucificados (19,18); dos ángeles en el sepulcro (20,12).

Tres: Número de la divinidad en Gn 18,1. Triple negación y confesión de Pedro.

Cuatro: Los cuatro puntos cardinales: los vestidos de Jesús y los soldados (19,23).

Cinco: Cinco maridos de la samaritana, cinco templos idolátricos en Samaría (2 R 17,24-41); cinco libros de la Ley; cinco pórticos en la piscina (5,2), cinco mil hombres y cinco panes (6,9-10). Cincuenta y sus múltiplos representan la comunidad del Espíritu (1R 18,4.13).

Seis: Lo incompleto, lo inacabado =siete menos uno. Seis tinajas (2,6), la hora sexta (19,34), el día sexto (2,1), las seis fiestas (2,13; 5,1; 6,4; 7,1; 10,22; 11,55).

Siete: Totalidad determinada o definida. La hora séptima es la de la curación del hijo del funcionario (4,52); siete es la suma de los cinco panes y los dos peces (6,9). Siete los discípulos presentes en 21,2. Este número por oposición a 12 designa a veces la comunidad helenística en su apertura a los gentiles, a todos los pueblos. Siete signos narrados en el Evangelio (Bodas, régulo, paralítico, multiplicación, camino sobre las aguas, ciego de nacimiento, Lázaro); siete expresiones YO SOY: pan de vida (6,35), luz del mundo (8.12), puerta (10,8), pastor (10,11), resurrección y vida (11,25), camino verdad y vida (14,5), vid verdadera (15,1).

Ocho: El mundo definitivo, el octavo día. Le sirve a Juan para designar el siguiente domingo al de Pascua y subrayar la ocurrencia del domingo en las apariciones de Jesús (20,26).

Diez: La hora décima es cuando los discípulos se quedan a vivir con Jesús (1,39). Si se cuentan las horas a partir de las seis de la mañana, se trata de las cuatro de la tarde. La hora en que termina el día. Quizás el "ereb shabbat, o víspera del sábado.

Doce: Número simbólico de Israel: Los doce (6,67.70.71; 20,24). Se subrayaría la continuidad del nuevo pueblo con el antiguo. Es un tema de los sinópticos pero que en Juan no está subrayado del todo.

Treinta y ocho: tiempo de enfermedad del inválido de Betesda, duración del vagar por el desierto para aquellos que encontraron la muerte (Dt 2,14-16).

Ciento cincuenta y tres: número de los peces en la red. Hay diversas interpretaciones. Puede ser la clasificación de los zoólogos, o la suma de los números del 1 al 17, o un triángulo equilátero con 17 puntos en cada lado. En gematría Simón= 76 + pez = 77.

SEMANAS

Pueden distinguirse en el evangelio al menos tres semanas.

La semana inaugural del ministerio, que guarda relación a la primera semana de la creación: 1,19; al día siguiente: 1,29; al día siguiente: 1,35; al día siguiente: 1,43; tres días después: 2,1.

La semana intermedia de la fiesta de los Tabernáculos: 7,1-9.41.

La última semana: seis días antes de la pascua: 12,1; al día siguiente: 12,2; al día siguiente: 13,1; antes de la Pascua: 19,14.31.32.

Tema IX

Estructura del Evangelio

Prólogo: 1,1-18. Himno juánico programático

LIBRO DE LOS SIGNOS (1,19-12,50)

1ª Parte: Días inaugurales de la revelación de Jesús (1,19-51; 2,1-11)

I. El testimonio del Bautista (1,19-34)

II. Los discípulos del Bautista siguen a Jesús (1,35-51)

Los discípulos creen en Jesús (2,1-11)

(Este relato sirve de fin de la primera parte y comienzo de la segunda)

2ª Parte: De Caná a Caná. Diversas respuestas a Jesús en Galilea, Jerusalén y Samaría

I. El primer signo en Caná de Galilea (2,1-12)

II. Purificación del templo en Jerusalén (2,13-22)

III. Conversación con Nicodemo en Jerusalén (3,1-21)

IV. Testimonio final del Bautista (3,22-36)

V. Conversación con la samaritana y reacciones samaritanas (4,1-45)

VI Segundo signo en Caná (4,46-54)

(Este relato sirve de fin de la segunda parte y comienzo de la tercera)

3ª Parte: Jesús y las principales fiestas judías (5,1-10,42)

I. El Sábado: El paralítico de la piscina y la obra de dar vida (5,1-47)

II. La Pascua: Multiplicación de los panes y discurso sobre el pan (6,1-71)

III. Los Tabernáculos: Ceremonias del agua y de la luz. El ciego (7,1-8,59)

IV. La Dedicación: Jesús consagrado Mesías e Hijo de Dios (10,22-42)

4ª Parte: Jesús avanza hacia su hora (11-12)

I. Jesús da la vida a Lázaro. Los hombres condenan a Jesús (11,1-54)

II. Escenas preparatorias: Unción, entrada solemne, los griegos (12,1-50)

LIBRO DE LA GLORIA (13,1-20,31)

1ª Parte La última Cena, el último discurso y la plegaria de Jesús (13-17)

2ª Parte: Narración de la Pasión (18-19)

3ª Parte Jesús resucitado (20)

Apéndice: (21)

Se han propuesto distintos esquemas para estructurar la totalidad del evangelio. Estos distintos esquemas obedecen a diversos puntos focales de interés.

Bultmann adoptaba como hilo conductor los planteamientos teológicos, y según ellos dividía el evangelio en dos partes principales: Revelación de la gloria de Jesús al mundo (cap. 1-12) y Revelación de la gloria de Jesús a la comunidad (cap. 13-20). Además habría que añadir como en todos los otros esquemas un prólogo y un epílogo.

Boismard adopta una estructura septenario-simbólica en siete semanas. La primera es la del bautismo y el vino nuevo (1,19-2,12). La segunda es la de la primera pascua, nuevo templo, nuevo nacimiento, nuevo culto (2,13-4,54). La tercera semana es la de la obra vivificadora de Cristo: paralítico y pan de vida (5,2-6,71). La cuarta es la de la fiesta de los Tabernáculos: Jesús luz del mundo (7,1-9-41). La quinta es la fiesta de la Dedicación: Jesús buen pastor que devuelve la vida (10,1-11,56). La sexta semana es la de la tercera Pascua: pasión y nacimiento de la nueva vida (12,1-19,42). La última semana es la gloria de la Resurrección como descanso sabático (20,1-31).

Brown adopta una estructura teológico-sustitutiva en dos partes: El libro de los signos (1,19-12,50) y el Libro de la gloria (13,1-20,31). A partir del corte que se da al final del capítulo 12, y basándose en el término "hora" Brown localiza la articulación principal del evangelio. Hasta entonces ha predominado el discurso de Jesús a los de fuera. A partir de ahora Jesús va a volver su actividad hacia los "suyos".

La diferencia entre los de dentro y los de fuera ha sido ya explicitada en el prólogo (1,11-12) donde se ve el contraste entre los que reciben la luz y los que la rechazan.

Los signos del primer libro prefiguran la gloria de Jesús que luego será revelada más tarde plenamente durante la pasión y resurrección. Se distinguen siete signos que estructuran toda la primera parte del evangelio.

Tema X

La teología juánica

A) LA HORA DEL HIJO DEL HOMBRE

1. La Hora

La dinámica del evangelio conduce hacia un momento culminante que se designa como la hora de Jesús. Una hora que todavía no ha llegado en Caná (2,4), aunque de algún modo se adelanta a través del signo (2.11). Por fin llega en el momento de la muerte (13,1). ¿Qué representa esa hora? Es la hora del don de la vida como homenaje de amor al Padre y salvación de los hombres.

Las repetidas afirmaciones de que todavía no ha llegado la hora crean un suspense

2,4: Todavía no ha llegado mi hora.

4,21: Se acerca la hora en que no daréis culto al Padre aquí o allá.

4,23: Se acerca la hora, o mejor dicho, está aquí.

5,25: Se acerca la hora, o mejor, ya ha llegado, en que los muertos escucharán su voz.

5,28: Se acerca la hora en la que escucharán su voz los que están en el sepulcro.

7,30: El arresto de Jesús fracasa, porque todavía no había llegado su hora.

8,20: Nuevamente fracasa el arresto de Jesús por el mismo motivo.

Comienzan las afirmaciones de que la hora ha llegado por fin.

12,23: Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre sea glorificado.

12,27: No te pido que me libres de esta hora.

13,1: Sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre.

16,2: Llegará la hora en la que os matarán creyendo prestar un servicio a Dios.

16,21: La mujer cuando da a luz… ha llegado su hora.

16,32: Se acerca la hora, o ya ha llegado, de que os disperséis.

17,1: Padre, ha llegado la hora, muestra la gloria de tu Hijo.

19,27: Desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.

2. La Gloria

Todo el evangelio nos ha ido preparando para una lectura de la Pasión en clave de gloria. En el momento solemne en que el costado de Cristo es traspasado, se cita a Zacarías: "Mirarán al que atravesaron" (Za 2,10 = Jn 19,37). En esta invitación a mirar se cumple lo que se había anunciado en el prólogo: "Hemos visto su gloria" (1,14).

Esta gloria comenzó ya a manifestarse inicialmente en Caná (2,11) y a través de los distintos signos de la misericordia de Jesús en un contexto de humildad y servicio. Pero hasta el momento de llegar la hora no se revela en plenitud. Es todavía como el sol cuando se filtra entre las nubes. Pero al llegar la hora de su muerte se descorren las nubes, y la gloria del amor de Jesús se revela en todo su esplendor. "Ha llegado la hora en que sea manifestada la gloria del Hijo del hombre" (12,23).

El término "gloria" en su acepción ordinaria significa homenajes, prestigio, privilegios, poder, éxito… Sin embargo en Jesús se va a manifestar su gloria en su muerte infamante. Porque precisamente es en la ignominia donde resplandece la grandeza del amor de Dios "hasta el final". En ningún sitio se revela tan claramente el extremo del amor de Dios como en su capacidad de ser fiel en su amor hacia los que le injurian y torturan.

En el AT "Glorifica tu nombre" significaba "Muestra tu poder de salvación". Por eso la glorificación del Hijo es la manifestación del poder de Dios para la salvación de los hombres.

3. La Exaltación

Ya vimos cómo correspondiendo a las tres predicciones de la pasión en los sinópticos, hay en el 4Ev. tres anuncios de la exaltación. La muerte en cruz da vida a los mordidos por las serpientes (3,13), revela quién es Jesús (8,28), y es principio de atracción universal (12,32).

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El grito del "¡Tolle, tolle!", "¡quita, quita!" (19,15), quiere significar a la vez quitar y ensalzar. Irónicamente lo que la multitud podría estar diciendo es "¡Ensálzalo, ensálzalo!". El nombre hebreo del litóstroto es "Gabbatha" que significa "lugar de exaltación" (19,13).

B) PROCLAMACIÓN E INVITACIÓN

El evangelio no es un simple atestado histórico de unos hechos sucedidos. Es ante todo kerigma, proclamación de unos acontecimientos salvíficos que pretenden no meramente informar, sino invitar, expresar una oferta de vida, que espera una respuesta. Frente a esta proclamación e invitación, el hombre tiene que decidir entre la aceptación y el rechazo. El mero hecho de aceptar o rechazar implica un juicio que supone ya la salvación o la condenación.

La proclamación expone el hecho redentor, el cumplimiento del designio salvífico prometido, anunciado y prefigurado en el AT. Se centra en Cristo, luz y vida de los hombres, y en el inmenso amor de Dios que se ha revelado en él.

La invitación es doble: a creer, a tomar una decisión, librándose de la mentira; y a amar introduciéndose en la comunión de la Trinidad.

Se puede hacer una lectura dramática del 4Ev. desde el punto de vista de la respuesta humana a esta proclamación e invitación, constatando la doble respuesta: rechazo, aceptación:

Prólogo: rechazo (1,5.10.11); aceptación (1,12.14).

Testimonio del Bautista: ante las autoridades: rechazo (1,19-28).

ante los discípulos: aceptación (1,35-51).

Caná: aceptación de los discípulos (2,11). María el Israel fiel (2,5).

Jerusalén: desconfianza (2,18-20); fe imperfecta (2.24).

Tres encuentros:

Nicodemo. Oferta de Jesús y rechazo del mundo que se condena a sí mismo: 3,11.18.21.

Samaritana: Jesús es acogido por los samaritanos como Mesías y Salvador: 4,26.42.

Régulo: respuesta de fe: 4,53.

El signo del pan provoca rechazo: 6,60.66. Pero Pedro confiesa a Jesús.

Tabernáculos: siete grandes declaraciones seguidas por un rechazo.

a) enviado del Padre: 7,20; rechazo en 7,32.

b) Fuente de aguas vivas: 7,37-39; rechazo en 7,43-44.

c) La luz del mundo: 8,12; rechazo en 8,20.

d) Yo soy: 8,24.28; rechazo en 8,30

e) Dador de libertad: 8,31-36; rechazo en 8,37ss.

f) Dador de vida: 8,51-52; rechazo en 8,53ss.

g) Preexistente; 8,58; rechazo en 8,59.

El signo de la luz: el ciego curado cree: 8,38; las autoridades judías rechazan: 9,33-40.

Fiesta de la Dedicación: Jesús el consagrado; rechazo: 10,31.39; aceptación: 10,42.

Resurrección de Lázaro: fe de Marta y María: 11,27, y de muchos (11,45); rechazo: 11,50.

La Pasión: el papel de las tinieblas (rechazo) está representado por Judas, Anás, Caifás y Pilato. El papel de la fe está representado por el discípulo amado y María, y en la resurrección por la fe de los discípulos, especialmente el discípulo amado (20,7), Magdalena (20,11-18) y Tomás (20,28). El evangelio concluye con la fe de Tomás.

C) CRISTOLOGÍA

Reseñaremos los siguientes títulos cristológicos; algunos de ellos son comunes a otros escritos del Nuevo Testamento, otros son elaboraciones juánicas de lo que se ha dado en llamar una cristología alta o desde arriba, que subraya la preexistencia de Cristo.

1. Títulos cristológicos

Todo el evangelio viene puntuado por los distintos títulos critológicos que se le dan a Jesús. Estos títulos son bien explícitos desde el principio. No hay en Juan nada que se parezca remotamente al secreto mesiánico de Marcos. Ya el propio narrador usa en el prólogo los títulos más altos de todos al afirmar que "el Verbo era Dios". Estableciendo así una inclusión entre el incio del evangelio y el final cuando Tomás confiesa la divinidad de Jesús: "Señor mío y Dios mío" (Jn 20,28). En el primer capítulo ya Natanael se dirigirá a Jesús como Hijo de Dos y Rey de Israel (Jn 1,49).

1.- Verbo de Dios: 1,1.

2.- Morada de la gloria, Templo: 1,14; 2,19.

3.- Hijo único: 1,14.18; 3,16.18.

4.- Cordero de Dios que quita el pecado del mundo: 1,29.36; 19,36.

5.- El que bautiza con Espíritu Santo: 1,33; 3,34; 7,38; 19,34.

6.- Elegido de Dios: 1,34.

7.- Rabbí, Maestro: 1,38.49; 3,2.26; 4,31; 6,25; 9,2; 11,18.

8.- Mesías: 1,41; 4,25; 7,26.27.41.42; 11,27; 20,31.

9.- Hijo de Dios: 1,49; 5,25; 10,36; 11,4.27; 20.31.

10.- Rey de Israel: 1,49; 6,15; 12,15.

11.- Rey de los judíos: 18,33.37; 19,3.14.19.

12.- Hijo del Hombre: 1.51; 3.13-14; 5.28; 6.27.53.62; 8,28; 9,35; 12,23.34; 13,31.

13.- El Hijo: 3,17.35.36; 5,19.20.21.23; 6,40; 8,35.36; 14,13; 17,1.

14.- El Novio: 3,29.

15.- Señor: 4,1.11.15.19; 4,49; 5,7; 6,25.34.68; 8,11; 9,38; 11,2.27; 13,13; 20,2.15.28.

16.- Profeta: 4,19; 6,14.

17.- Salvador del mundo: 4,42.

18.- Pan de vida: 6,35.41.48.51.

19.- Santo de Dios: 6,69.

20.- Linaje de David: 7,42.

21.- Luz del mundo: 1,9; 8,12; 9,5; 12,46.

22.- Enviado: 9,7.

23.- Puerta: 10,7.9.

24.- Buen Pastor: 10,11.14.16.

25.- Resurrección y vida: 11,35.

26.- Dador de la nueva ley: 13,34-35.

27.- Camino, verdad y vida: 14,6.

28.- Vid verdadera: 15,1.5.

29.- Sumo sacerdote: 17,19.

30.- Hombre: 19,5.

31.- Justo sufriente: 19,23.30.

32.- Descendencia de la mujer: 19,25-27.

33.- El traspasado: 12,10; 19,37.

34.- Rabbuni, querido Maestro: 20,16.

35.- Señor mío y Dos mío: 20,29.

2. El Hijo

Jesús es ante todo el "enviado" del Padre, y el Padre es correlativamente "el que me ha enviado", fórmula que aparece 26 veces en el evangelio. "Ser enviado" constituye no sólo la misión de Jesús, sino su naturaleza. Jesús es el enviado, el plenipotenciario. Puede ser el enviado a causa de su identidad con el Padre (10,30) y su preexistencia junto a Dios. Sólo él puede ser el enviado, porque solo él es el Hijo

No viene en nombre propio (5,43). No hace nada por su cuenta, sino que habla como el Padre le enseñó (8,28). No busca su propia gloria, sino la gloria del que lo envió (5,41; 7,18; 8,54). Ese Jesús que parecía ser el centro desaparece para dejar el puesto central a otro que es mayor que él (14,28). El cristocentrismo da lugar al teocentrismo. Así expresa el cuarto evangelio el misterio de la kénosis, el vaciamiento de Jesús, que no ha venido a hablar de sí mismo, ni busca su propia gloria, ni tiene más palabra que decir que la que ha escuchado.

Jesús es total desposesión. Nada le pertenece. Todo lo recibe. El Padre es origen y destino: "Salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre" (16,28). Así transcurre toda la vida de Jesús. La hora de la muerte para él es sólo "la hora de pasar de este mundo al Padre" (13,1), el último latido del corazón, el último acto de abandono filial.

Jesús acoge todo lo que es y todo lo que tiene como un don gratuito recibido. No considera que nada sea suyo. Los discípulos son "los que tú me has dado" (17,6); sus palabras son "las palabras que tú me diste" (17,8; 14,24); su doctrina es "lo que he oído a mi Padre" (15,15); su propia pasión es "el cáliz de mi Padre" (18,11). Su vida es un don de amor del que es plenamente consciente. "El Padre me ama" (10,17). Su gloria sólo quiere recibirla del Padre, no de los hombres: "Es mi Padre el que me glorifica" (8,54). Jesús no busca su gloria, la recibe como un don.

Desposeído de todo, nunca cierra el puño sobre nada. Todo le ha sido dado. Su existir es una pura referencia a Otro, al Padre. Jesús es como un pájaro que no fuera más que vuelo. No tiene nada más que lo que recibe. Para Jesús ser es recibir, y por eso ser es dar, sin reservarse nada. Todo lo que recibe lo da sin guardar nada para sí. Ésta es la naturaleza propia del amor. "Como el Padre me amó, así os he amado yo" (15,9). Jesús ha tenido el mejor maestro para enseñarnos a amar.

Nos resulta difícil entender cómo la propia identidad pueda consistir en la referencia a Otro. Normalmente, para nosotros la autoconciencia es ante todo conciencia de nuestro yo; sólo secundariamente aparece un tú en el horizonte. En Dios no ocurre así. Como dice González Faus, si Dios es Amor, la conciencia del Amor es primariamente conciencia del Amado, y no autocontemplación de uno mismo. Lo que hace que Jesús sea divino es precisamente el hecho de que no tenga una conciencia cerrada sobre sí mismo, sino que se viva a sí mismo en procedencia de Dios y en total referencia a Dios. Para explicar lo que sucede en Jesús, González Faus nos da el ejemplo de lo que nos dice la psicología evolutiva sobre el niño que adquiere antes la conciencia de su madre que de sí mismo. Pero la diferencia está en que al niño le pasa esto por defecto de autoconciencia, y a Jesús por sobreabundancia1.

Su pobreza y desposesión radical no son una actitud adoptada transitoriamente para realizar una misión temporal en la tierra. Su pobreza es la traducción en categorías humanas de lo que es el Hijo en el seno de Dios: pura referencia al Padre. Y porque es pura receptividad, puede ser también pura donación. Porque Jesús es sólo de Dios, es por lo que podrá ser también el hombre-para-los-demás.

Lo curioso es que en esa servidumbre radical, el Hijo encuentra su más perfecta libertad. No hay nadie tan libre como Jesús. Libre respecto a los prejuicios, a las modas, al qué dirán, a los convencionalismos, a las racionalizaciones, a las ideologías, a las manipulaciones afectivas y los chantajes, a los miedos, a las leyes y rúbricas, a los intereses mezquinos, a los estados de ánimo. Y porque es libre puede darnos también la libertad a cuantos nos vemos tiranizados por el deseo, la costumbre o el miedo. "Si sois fieles a mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (8,31-32). "Si el Hijo os da la libertad, seréis libres de verdad" (8,36).

El envío del Hijo es la mayor prueba del amor de Dios al mundo (Jn 3,16). Más aún, es porque Dios ama a su Hijo por lo que puede amarnos a nosotros. Un Dios no trinitario sólo podría ser un solterón egoísta incapaz de amar. Sólo un Dios trinitario puede definirse como Dios amor. El evangelista va a conjugar el verbo amar en todos sus tiempos y personas. Es el amor la corriente que circula entre el Padre y el Hijo. Jesús es consciente de ser amado. Nadie se ha sentido nunca tan amado como Jesús. "El Padre ama al Hijo y todo lo pone en sus manos" (3,35). "El Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace" (5,20). "El Padre me ama" (10,17). "Como el Padre me amó así os he amado yo" (15,9). "Les has amado a ellos como me has amado a mí" (17,23). "Me has amado antes de la creación del mundo" (17,24). Y Jesús responde con amor al amor que recibe de su Padre. "El mundo tiene que saber que yo amo al Padre" (14,31).

Este amor trascendente entre el Padre y el Hijo es el que funda las relaciones de amor entre los hombres y Dios. Nosotros somos una oportunidad para que el Padre y el Hijo se muestren su mutuo amor. Ejercitan su amor en nosotros. Por amar a su Hijo es por lo que Dios también puede amarnos a nosotros en él. Es porque capta cuánto nos ama el Padre (16,27) por lo que Jesús vuelca todo su amor en nosotros.

Por haber recibido tanto amor de su Padre es por lo que Jesús puede darnos tanto amor, un amor hasta el final, un amor hasta dar la vida. Y porque Jesús ama tanto a su Padre es por lo que se pone tan totalmente al servicio de su plan de salvación. En el momento de levantarse de la mesa para ir al encuentro de su pasión, Jesús dice: "Para que el mundo sepa que yo amo al Padre y cumplo su encargo, levantaos, vamos de aquí" (14,31). "Cumpliendo el mandamiento de mi Padre es como permanezco en su amor" (15,10). "Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida para recobrarla de nuevo" (10,17).

3. El Revelador

Jesús se nos muestra ante todo como el Revelador. Bultmann fue el primero que cayó en la cuenta de que en el cuarto evangelio Jesús no tiene otra cosa que revelar sino el hecho de ser el Revelador5. Jesús no tiene un conjunto de doctrinas sobre Dios que proponga para nuestra aceptación. No solicita la fe en la doctrina que nos propone, sino la fe en su persona, la fe en el hecho de que él es el enviado del Padre, en la legitimidad de su envío, en el hecho de que en su persona se transparenta el Padre. Creer en Jesús es aceptar que el Padre es veraz (3,33). Lo que está en juego es nada menos que la veracidad de Dios.

La expresión "Yo soy" aparece 33 veces en labios de Jesús. En 23 ocasiones existe un predicado. Yo soy el camino, la verdad y la vida; yo soy la luz del mundo; yo soy la vid verdadera… Pero en cuatro ocasiones aparece usado este término en sentido absoluto, sin predicado y como objeto del verbo creer o conocer. Jesús exhorta a creer que El ES, a conocer que EL ES. Lo lógico sería preguntarnos: "Creer que él es ¿qué?" Sorprende que el evangelio nos hable de creer simplemente que Jesús ES así sin más. Aunque esta declaración puede interpretarse de modos diversos, en cualquier caso es una prueba más de que el objeto de la fe en San Juan no es un enunciado doctrinal, sino la persona de Jesús.

"Si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados" (8,24). "Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que Yo Soy" (8,28). "Antes que Abrahán existiera, Yo Soy" (8,58). "Os lo he dicho antes para que cuando suceda creáis que Yo Soy" (13,19)6.

Jesús justifica su pretensión de SER. No nos invita a una fe ciega, a un salto en el vacío, sino que aduce testimonios a su favor. El testimonio del Bautista: "Vosotros enviasteis enviados donde Juan y él dio testimonio de la verdad" (5,33-34); el testimonio de las Escrituras: "Vosotros escrutáis las Escrituras, ya que creéis tener vida en ellas; ellas dan testimonio de mí" (5,39). De entre las Escrituras Jesús singulariza a Moisés. "Vuestro acusador es Moisés, en quien habéis puesto vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés me creeríais a mí, porque él escribió de mí" (5,45-46). Jesús aduce un testimonio aún más importante: las obras. "Yo tengo un testimonio mayor que el de Juan, porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, ellas dan testimonio de mí" (5,36; 10,25.37; 14,11). Por eso Jesús concluye que es el Padre mismo quien da testimonio de él a través de todas esas mediaciones (5,32.37).

Todos estos testigos han validado la misión y el ser de Jesús durante su ministerio, mas, como veremos en la sección siguiente, queda aún un testigo, que será el decisivo. Se trata del testimonio del Paráclito, del Valedor, que dará testimonio de Jesús a través del testimonio de los propios discípulos (15,26).

Pero hay algo más. Los profetas comunicaban la palabra de Dios que les venía de fuera, que les era exterior. Jesús, en cambio, se nos presenta en el cuarto evangelio no tanto como un profeta, cuanto como la palabra misma, el Logos de Dios. El mensajero se ha convertido en mensaje, las palabras han dejado paso a la Palabra. ¿Cómo se ha producido este cambio radical? ¿Cómo poco a poco la primera comunidad juánica llegó a formular este cambio fundamental de enfoque, que distingue absolutamente a Jesús de todos los profetas y predicadores a quienes el pueblo de Israel estaba acostumbrado?

¿Cómo ha podido llegar a formular el evangelista esta doctrina del Verbo tan novedosa y tan única en el Nuevo Testamento? Algunos han supuesto que el origen de esta doctrina estaría en la filosofía helenista, o en las doctrinas mandeas, o en los escritos herméticos, y se vuelven hacia Egipto, hacia el Irán, hacia la India.

No hay que ir tan lejos. Podemos encontrar el trasfondo de la doctrina sobre el Verbo – logos– primeramente en el Antiguo Testamento, que nos habla ya de la Sabiduría de Dios personificada, que existía junto a Dios desde el principio. Es una emanación de la gloria del Todopoderoso (Sa 7,25), reflejo de la luz eterna de Dios (Sa 7,26); baja del cielo para habitar entre los hombres (Pr 8,31; Si 24,8; Sa 9,10; Ba 3,37). Se sirve de los símbolos de pan y bebida para invitar a los hombres a comer y beber (Pr 9,2-5; Si 24,19-21; Is 55,1-3). Vaga por las calles buscando a los hombres a gritos (Pr 1,20-21; 8,1-4; Sa 6,16). Y al final regresará al cielo para siempre (Henoc 42,2).

Pero sobre todo hay que buscar el trasfondo de la doctrina sobre el Verbo en el propio evangelio y en la predicación apostólica. El Nuevo Testamento comenzó a reservar el término "Verbum Dei" –palabra de Dios- para el acontecimiento que es Jesús y su mensaje.

En un primer paso el "logos" era el contenido de la predicación apostólica que anunciaba a Jesús. El Verbum Dei se fue convirtiendo en Verbum Christi. Pablo ya en algunas ocasiones equipara el misterio que es Cristo con la palabra de Dios (Col 1,25-26). Nos expresa simultáneamente el deseo de que "Cristo habite en vosotros" con el deseo de que "la palabra de Dios habite en vosotros" (Ef 3,16-17). "Cristo" y "Palabra de Dios" empiezan a ser términos equivalentes.

De una manera especial el cuarto evangelio usa el término logos para designar la palabra de Jesús, que es palabra del Padre. Esta palabra debe ser oída y acogida por los discípulos7. Poco a poco se van aplicando a Jesús los mismos verbos y conceptos que se aplicaban anteriormente a la palabra de Dios.

Porque la palabra que Dios nos revela no es un cuerpo doctrinal de verdades que habría que creer, ni una lista de preceptos éticos que habría que cumplir; es ante todo Jesús. Jesús es el contenido de esta revelación. Es a la vez el Revelador y el Revelado. Porque la revelación que Jesús hace de Dios la realiza no sólo con sus palabras, sino sobre todo con su vida y con su persona. Es en su corazón abierto donde se revela el Dios amor. Jesús encarna y vive la palabra de Dios al mismo tiempo que la anuncia. Él mismo es la Palabra de Dios.

Por eso decía San Juan de la Cruz que una vez que Dios había pronunciado su Palabra en su Hijo ya no tenía más que decir. "Pon los ojos sólo en él, porque en él lo tengo todo dicho y revelado, y hallarás en él aun más de lo que pides y deseas… Él es toda mi locución y respuesta"8. En él se expresó de una vez para siempre. Sólo nos queda escuchar esta Palabra y contemplar este icono.

Los que convivieron con Jesús eran conscientes no sólo de que habían escuchado de sus labios la palabra de Dios, la palabra de vida, sino de que esta palabra había sido objeto de contemplación visual, y había sido alcanzable hasta por el tacto (1 Jn 1,1-2). Todo este proceso evolutivo en la primera comunidad cristiana culmina en el prólogo del cuarto evangelio donde se hace la identificación expresa de Jesús con el logos eterno de Dios.

Por eso el acento se ha ido corriendo desde las palabras que predicó Jesús hasta la Palabra que es el mismo. De un modo semejante se ha ido desplazando también el acento del Reino que Jesús anunciaba a la persona del Rey que lo instaura.

Jesús había predicado la instauración del Reinado de Dios. Esta predicación del Reino está continuamente presente en los sinópticos. Juan sólo usa el término "Reino de Dios" en una sola ocasión en 3,3.5; en cambio habla 15 veces de Jesús "rey" (el doble que cualquier otro evangelio). Juan ha desplazado el acento del Reino al Rey, explicitando mejor así la función de Jesús en el Reino que anuncia.

Hay el peligro de insistir tanto en el mensaje de Jesús y en su estilo de vida, que su identidad se convierta en un acontecimiento irrelevante. Según esta tendencia, lo único importante de Jesús sería el mensaje tan bonito que predicó, su profunda comprensión de Dios y del hombre, su respuesta a los grandes interrogantes de la existencia, la autenticidad de su vida totalmente volcada al servicio de los demás, el ejemplo de valor y de audacia evangélica que nos dejó… Lo importante de Jesús sería simplemente su doctrina y su ejemplo a seguir.

Pero no se puede separar la doctrina de Jesús del hecho de su identidad. Lo importante de Jesús es el acontecimiento que él supone, lo que sucedió en él de una vez para siempre. La gran noticia sobre Jesús es que en él ha llegado ya el Reino de Dios. En él Dios ha querido entrar para siempre en una nueva relación con los hombres y que en Jesucristo Dios se ha unido incondicionalmente y para siempre a nuestra humanidad. Lo importante es que en Jesús ha empezado ya una humanidad nueva a la que pertenecemos.

El Reino ya ha empezado en él y en el Espíritu que nos ha dado, que nos permite superar el pecado y vivir como hijos de Dios. El gran don de Dios en Cristo es una vida nueva. Eso sí, la vida nueva es una vida evangélica según la imagen de Dios revelada en Jesús. Una vida nueva es una vida en el estilo de las bienaventuranzas.

4. El Verbo encarnado

Ciertas lecturas sesgadas del evangelio ven al Jesús del cuarto evangelio como un ser tan divino que deja de ser humano. Algunos seguidores del discípulo amado, influidos por la filosofía helenística y el gnosticismo, llegaron a decantarse por esta herejía. Incluso hoy, algún exegeta moderno ha defendido que esto es precisamente lo que el autor pretendió: dibujar a Jesús como un ser divino que camina por el mundo disfrazado de hombre, pero que no es un hombre en realidad.

Las cartas de san Juan salen al paso de esta interpretación incorrecta que algunos estaban haciendo ya entonces, manipulando ciertos textos del evangelio que leían unilateralmente. El autor de las cartas exhorta a los miembros de la comunidad juánica a no dejarse llevar de estas interpretaciones sesgadas, sino volver a la enseñanza "del principio" (1 Jn 1,1; 2,24; 3,11), a la que habían recibido del propio discípulo amado.

"Todo espíritu que confiesa que Jesús vino en carne mortal procede de Dios…" (1 Jn 4,2). "Muchos impostores han venido al mundo diciendo que Jesucristo no ha venido en carne mortal; ellos son el Impostor y el Anticristo" (2 Jn 7). Apoyados en la insistencia del evangelio en la divinidad de Jesús, algunos miembros de la comunidad juánica llegaron al extremo de negar su humanidad.

Al corregir este abuso, las cartas afirman que no están dando una doctrina nueva, sino que simplemente están insistiendo en lo que ya estaba escrito desde el principio en el evangelio, es decir "que el Verbo se hizo carne y plantó su tienda entre nosotros" (Jn 1,14). El evangelio reconoce que Jesús se fatigó y tuvo sed (4,6-7.31), que de su costado herido brotó sangre (19,34) y que murió realmente y fue enterrado.

La filosofía platónica no podía comprender como de la carne pudiese provenir la salvación. La salvación para los griegos consiste en liberarse de este cuerpo mortal. El cuerpo es una tumba para el alma. No podían entender cómo el Hijo de Dios podía haber caído tan bajo asumiendo esta carne nuestra y mucho menos cómo esta encarnación podría aportar la salvación a los hombres. Y sin embargo Jesús afirma: "El pan que yo daré para la vida del mundo es mi carne" (6,51).

La comunidad juánica, heredera del que se reclinó en el pecho de Jesús y escuchó los latidos de su corazón de carne, confiesa que el Verbo de Dios ha podido ser oído, visto y palpado por nuestras manos (1 Jn 1,1). Los discípulos han sentido en sus pies la caricia de las manos de Jesús durante el lavatorio; el ciego sintió en sus ojos el barro fresco mezclado con su saliva; María de Betania pudo acariciar sus pies al ungirlos con su perfume; las manos de Tomás se hundieron en sus heridas; la Magdalena abrazó sus pies tras la resurrección.

El Jesús humano no sólo tuvo un cuerpo mortal, sino que tuvo también una psicología humana propia que le llevó turbarse ante la previsión del sufrimiento que había de padecer (12,27), a llorar por la muerte de su amigo Lázaro y por el sufrimiento de sus hermanas (11,35), y a estremecerse y agitarse en su interior (11,33-34).

El evangelista nos dice que esta carne de Jesús no es una pantalla que nos oculta a Dios, ni siquiera un cuerpo traslúcido que sólo deja pasar un esbozo. La carne de Jesús es plenamente transparente a la divinidad. Deja pasar toda su luz, precisamente porque la vida humana de Jesús es la perfecta traducción a categorías humanas de lo que Dios es. Y es una traducción perfecta por estar tan absolutamente desposeído de sí mismo para ser una pura referencia al Padre.

A Dios no se le podía ver y seguir viviendo (Ex 19,21; 33,20; Lv 16,2). Dios es como el sol que quema las pupilas de todos los que lo miran cara a cara. Su luz es demasiado intensa para nosotros. Cuando queremos mirar un eclipse de sol nos aconsejan usar un cristal ahumado. Este cristal no oculta la forma del sol, pero filtra el fuego de sus rayos de modo que no dañe nuestros ojos. O, por usar otro ejemplo, ese sol que no podemos mirar cara a cara sin quemarnos, puede ser contemplado en su reflejo sobre las aguas de un lago. Algo parecido ocurre con la humanidad de Jesús. En ella podemos ver reflejado a Dios sin velos ni pantallas y sin que se quemen nuestras pupilas. "El que me ve, ve a aquél que me ha enviado" (12,45).

Hay en los laudes del viernes de la primera semana un himno que siempre me ha dado devoción de recitar: "Te necesito de carne y hueso". Expresa poéticamente nuestra profunda necesidad de adorar a Dios visiblemente en la carne sin caer en la idolatría, y el gozo inmenso de ser capaces de hacerlo cuando adoramos a Dios en la carne de su Hijo. No fue idólatra Tomás al adorar las heridas de Jesús y pronunciar "¡Señor mío y Dios mío!" (20,28).

D) TEMA DE LA CREACIÓN

1. En el prólogo

El evangelio se abre con las mismas palabras del principio del Génesis: Bere"shit, en el principio. Se hace un cotejo con la primera obra de la creación: la luz, y el Verbo que era la verdadera luz. La primera semana del ministerio de Jesús encuentra un correlato en la primera semana de la creación vieja. En el capítulo 5 hay una cierta confrontación con la visión habitual de los judíos sobre el descanso sabático. Mi Padre sigue trabajando (5,17). Yo no veo que él descanse ningún día de la semana. Dios sigue a la obra en la creación de una nueva humanidad.

2. El Hombre nuevo

Jesús es cabeza de una nueva Humanidad. "He aquí al hombre", el nuevo Adán, el dador del Espíritu. El antiguo Adán recibió un soplo. El Nuevo Adán transmite él mismo su soplo a los hombres para recrearlos (19,30; 20,22).

Para eso es necesario un nuevo nacimiento, nacer de Dios, nacer de lo alto (1,12-13; 3,5-6).

J. Mateos ha visto alusiones veladas al relato yavista del Génesis en el episodio de la lanzada; del costado de Adán dormido surge la esposa, la Iglesia, prefigurada la mañana de Pascua en una pecadora arrepentida que acompaña a Jesús en el jardín. Los ecos del Cantar dan un clima nupcial a toda la escena.

La doble mención del día primero en las dos apariciones de Jesús a los suyos privilegia este día por encima del sábado, y puede sugerir ya el primer uso cristiano de reuniones litúrgicas en el domingo (20,1.19.26).

3. El tema bautismal

En la curación del ciego hay también abundantes resonancias al Génesis. Todo el relato es una catequesis bautismal. Aparece el tema del barro y de la luz. El Verbo va a iluminar al ciego. Encontramos también el tema del agua en la piscina de Siloé, las aguas primordiales de Gn 1,2.

4. El Logos y la Sabiduría (cf. Pr 8,22, Sb 7,22; Si 24).

La Sabiduría existía junto a Dios desde el principio. Es una emanación de la gloria del Todopoderoso (Sb 7,25), reflejo de la luz eterna de Dios (Sb 7,26). Desciende los cielos para morar con los hombres (Pr 8,31; Si 24,8; Ba 3,37; Sb 9,10). Regresará definitivamente a los cielos (Hen 42,2). Se sirve de símbolos de pan y bebida, invita a los hombres a comer y beber (Pr 9,2-5; Si 24,19-21; Is 55,1-3). Vaga por las calles buscando a los hombres y gritándoles (Pr 1,20-21; 8,1-4; Sb 6,16).

E) TEMA DEL ÉXODO

Muchos de los temas del Éxodo reaparecen en el 4Ev. en torno a la nueva Pascua y la nueva Alianza. La acción salvífica de Jesús se describe en términos de una nueva liberación de Egipto y el establecimiento de una nueva alianza. Continuamente el evangelio acude a la narrativa del éxodo para encontrar en ella signos de lo que ha acontecido en Jesús. Trataremos de resumirlos.

La gloria que brilla en la tienda del encuentro: 1,14; 2,18-21 = Ex 33,7-10; 25,8; 40,34.

El cordero: 1,19; 19,36 = Ex 12,46; Sal 34,21.

El paso del mar: 6,1.16.21.

El monte: 6,3.15.

El maná: 6,31.

Las codornices: 6,51.

Las murmuraciones: 6,43.

La Ley: 1,17; 3,1; 7,19-24.

El nombre de Dios, YO SOY: 8,24.28.58 = Ex 3,14.

La serpiente de bronce: 3,14 = Nm 21,4-9.

Moisés: 6,32; 7,22.

El mundo como tierra de esclavitud: 15,19; 17,6.

El camino: 8,12.

La columna de fuego: 8,12 = Ex 13,21.

La roca herida por la vara de Moisés: 19,34 = Nm 20,7-10.

Los truenos del Sinaí: 12,29 = Ex 19,29.

El agua: Jn 4,14 = Nm 20,8.

El mandamiento nuevo: 13,34.

La liberación: Jn 8,31-32 = Ex 6,6-7; 19,15.

La santificación: Jn 17,17-19 = Ex 28,36-38; Lv 17.

Conclusión y mención de signos: Jn 20,30-31 = Dt 34,10-12.

F) PECADO Y CONVERSIÓN

El evangelista prefiere la forma singular al hablar del pecado, y generalmente con el artículo:

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De este modo el evangelista muestra que el foco de su interés no es una lista de pecados, sino el pecado como tal que subyace a toda la negatividad moral. Es el "pecado del mundo" (1,29). El cordero de Dios ha venido a quitar este pecado, más bien que a perdonar determinados pecados concretos que puedan pesar sobre nuestra conciencia.

Este pecado del mundo es una fuerza hostil a la luz, que se encuentra encarnada en poderosas estructuras, y está cerrada a la trascendencia. Da al hombre la ilusión de ser autosuficiente y de no necesitar de la salvación divina. Deslumbrados por lo que ya poseemos, no reconocemos la verdadera salvación que se nos acerca. La luz de Jesús viene a denunciar rincones oscuros de nuestra existencia que preferiríamos ignorar, esa parte de mí mismo que se enrosca sobre sí misma, y que tiene miedo de la luz. Los niños tienen miedo a las tinieblas, pero ¡cuántos adultos tienen miedo a la luz! No se sienten capaces de descubrir sus propios autoengaños.

El 4Ev. tiene una orientación muy afín a determinados elementos del método psicoanalítico, que detecta detrás de todas las perturbaciones psíquicas un proceso de racionalizaciones y autoengaños que hay que sacar a la luz.

El pecado en Juan es ante todo la incredulidad, la oposición a la verdad y la decisión de vivir dentro del confín de la propia inmanencia y el rechazo de cualquier denuncia. Toda denuncia provoca en el hombre un repliegue a la defensiva, y un deseo de cerrar todas las puertas y ventanas, para vivir incomunicado en la creencia de la propia justicia, de los engaños con los que se justifica a sí mismo, pero paradójicamente es con esta justificación como en realidad se condena. "El juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no viene a la luz" (3,19-20).

El pecado es ante todo mentira. Se inició en el paraíso con una mentira que trajo la desgracia a la humanidad. El diablo "cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira" (8,44).

Estas mentiras esclavizan. "Todo el que comete el pecado es esclavo del pecado, y el esclavo no se queda en casa para siempre" (8,33). Encerrado en este círculo de sus propias mentiras, el hombre no puede salir de él si alguien no le saca desde fuera. "Si el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres". "La verdad os hará libres" (8,32).

Pero la mentira no sólo esclaviza, sino que mata. "Era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él" (8,44). "El ladrón no viene más que a matar, robar y destruir" (10,10). Por eso a la ecuación "luz y vida" (1,4) se enfrenta la ecuación "mentira y muerte".

De esta situación de pecado surgen los pecados individuales, aunque el 4Ev. pocas veces se detiene en ellos. El término "pecado" se usa algunas veces en plural (8,24; 9,34; 20,23). En 8,21.24 hay un doble texto paralelo: "Moriréis en vuestro pecado", "Moriréis en vuestros pecados". Plural y singular aparecen como términos intercambiables.

En el evangelio no hay más pecado que el rechazo de Jesús, y por ello el término pecado no se aplica nunca a los discípulos. En cambio en la primera carta aparece ya el pecado como una realidad referida ante todo a los miembros que se han separado de la comunidad, los anticristos (1 Jn 2,29; 3,4.8) que han rechazado el mensaje tradicional oído desde el principio, pero también referida a los miembros de la comunidad que perseveran dentro de ella.

A este respecto en la literatura juánica hay una afirmación paradójica. De una parte se afirma tajantemente que el cristiano es impecable (5,18), porque lleva en sí una semilla divina (1 Jn 3,9) y una unción divina que le impide pecar (1 Jn 2,27).

Por otra parte se afirma claramente que todos somos pecadores. "Si alguno peca, tenemos un abogado junto al Padre, Jesucristo el Justo" (1 Jn 2,1).

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Efectivamente en el texto 1 Jn 1,7-10 encontramos varias prótasis que comienzan con esta conjunción, y en todas ellas el condicional se puede traducir por "siempre que": "Siempre que uno peque, tenemos un abogado…"

Al paralítico que ha sido curado Jesús le advierte: "No continúes pecando no te suceda algo peor" (5,14). La posibilidad de volver a pecar es una posibilidad real. Más aún, los que afirman que no tienen pecados se engañan a sí mismos (1 Jn 1,8), y lo que es más, le dejan a Dios por mentiroso (1 Jn 1,10). El pecado es una realidad que puede nuevamente hacerse presente en el cristiano, como se deja ver por el hecho de que Juan nos invita a confesar nuestros pecados, porque Dios es justo y fiel para perdonarnos y purificarnos (1 Jn 1,10).

Esta confesión a la que alude es probablemente una confesión pública en algún tipo de rito o ceremonia comunitaria.

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Juan se refiere incluso a una oración que hay que hacer por el hermano que ha pecado (1 Jn 5,16). El contexto nos lleva a pensar en una oración pública en la asamblea, en la que la comunidad ejerce su poder intercesor a favor de los hermanos pecadores. En respuesta a esta oración de la comunidad, los pecados son perdonados.

Para esto la comunidad ha recibido una misión de Jesús y una capacitación: "A quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados, y a quienes se los retengáis les quedan retenidos" (20,23).

En el evangelio no aparece explícitamente la llamada a la conversión.

Faltan en el 4Ev. los verbos clásicos

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que tanto abundan en los sinópticos.

Implícitamente vemos en el evangelio episodios de conversión de personas que pasan de las tinieblas a la luz, Nicodemo, la samaritana, el ciego y también Pedro.

Aunque no se usen los verbos técnicos del lenguaje de la conversión cristiana, se constata que en la acogida a Jesús hay una transformación, una pascua, un paso: "de la muerte a la vida" (5,24). Las obras humanas más que ser una condición para pasar de la muerte a la vida, son sólo la consecuencia, el desarrollo de la vida en la que hemos sido introducidos. "Sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte" (1 Jn 3,14). El amor es la manifestación de que realmente vivimos, más bien que una condición previa para disfrutar de la vida.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11
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