En la explicación de la palabra intermedia se introduce la segunda cita, la de los Profetas: "Todos serán enseñados por Dios" (cita libre de Is 54,13), que le ayuda a desarrollar el tema de la fe.
A. Guilding ha estudiado el ciclo de lecturas continuadas que se hacía en las sinagogas en tiempo de Pascua, y aparecen estos textos utilizados por Jesús en su homilía y otros a los que se alude al largo del capítulo 6 del 4Ev.
2. Interpretación del Pan de vida
El discurso debe ser entendido en clave pascual, como todo el capítulo. Hay un contraste fundamental entre el pan del cielo, el maná que comieron los padres en el desierto, y el verdadero pan del cielo que es Jesús. La diferencia fundamental entre los dos es que el verdadero pan da la vida definitiva, mientras que el maná no era capaz de dar vida duradera. "Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron" (6.49). No se trata sólo de la muerte temporal, sino del fracaso definitivo. De hecho no consiguieron entrar en la tierra prometida y murieron todos en el desierto (Nm 14,21-23; Jos 5,6; Sal 95,7). La vida definitiva, que da Jesús, no se caracteriza sólo por su duración, sino sobre todo por su calidad.
Durante la primera parte del discurso Jesús se define a sí mismo como Pan, en cuanto que él es la revelación del Padre. La invitación no es tanto a comer, cuanto a creer. La recta actitud del hombre ente el pan del cielo es creer en Jesús, venir a Jesús.
Al hablar del agua de vida, recorrimos todas las citas de los libros sapienciales en los que la sabiduría de Dios se presenta como un banquete, la oferta de pan y agua. Jesús se presenta ahora como el Logos que sacia con su palabra el hambre y la sed de los hombres. (cfr. textos citados en p 51 y 85). Sin embargo hay una diferencia fundamental entre el agua y el pan. Jesús nunca se identifica con el agua. Nunca dice: "Yo soy el agua", sino "Yo doy el agua". El agua es un don de Jesús. En cambio al hablar del pan, Jesús dice: "Yo soy el pan", "Mi padre es quien os da el pan". El dador es el Padre y Jesús el don. En cambio al hablar del agua, el dador es Jesús y el don es el Espíritu.
Aunque en esta primera parte del discurso se habla de Jesús como revelador, ya se está insinuando el significado de la segunda parte en que Jesús se ofrece sacramentalmente como comida.
Nunca se deben separar estos dos aspectos desarrollados en la primera y la última parte del sermón: el aspecto sapiencial y el sacramental. No se puede comer sacramentalmente la carne de Jesús sin adherirse a su revelación, sin comulgar con su mensaje. No se puede creer en Jesús sin entrar en comunión con su acto de entrega, con su cuerpo y su sangre ofrecidos por la vida del mundo.
3. El tema de la fe
Paralelamente a la explicación del signo del Pan, se va desarrollando la teología del acto de fe, al hilo de la segunda cita de la homilía.
Creer en Jesús es lo mismo que venir a Jesús. "El que viene a mí no pasará hambre, el que cree en mí, no tendrá sed". La manera de aprovecharse de este pan, de comerlo y beberlo, es creyendo en Jesús, viniendo donde él. Es "viendo al Hijo y creyendo en él" como poseeremos la vida definitiva que nos da este pan (6,40).
Pero para creer en Jesús, para realizar la obra de Dios, tiene uno que "ser atraído por el Padre". En el designio salvador del Padre, los creyentes han sido entregado previamente a Jesús por el Padre (6,36), y experimentan consiguientemente un fuerte tirón hacia Jesús. (6,44) y vienen a él (6,37).
Jesús no rechazará a ninguno de los que vienen a él, porque en este acto de acercarse Jesús reconoce que no vienen por iniciativa propia, sino que es el Padre quien los atrae. Al dar la vida definitiva, al resucitar a los creyentes, Jesús no hace sino realizar la voluntad del Padre y acoger a aquellos que el Padre le ha confiado.
Los que vienen a Jesús han escuchado al Padre, se han hecho discípulos de Dios. Nadie se convierte en discípulo de Jesús si previamente no ha acogido la invitación del Padre a creer en su Hijo. La iniciativa es toda del Padre. Es él quien da el pan y quien da el hambre. La vida que comunica el Padre la da comunicando el Pan del cielo, y simultáneamente dando un tirón que empuje a los hombres hacia Jesús.
Los hombres sólo pueden escuchar esta intimación del Padre a venir a Jesús. Pero no pueden ver al Padre. La escucha se limita sólo a esta palabra que invita a ir a Jesús. Es la única palabra que el Padre pronuncia interiormente. Escuchar esta palabra es constituirnos en discípulos del Padre. Pero ya todo lo demás nos lo enseña Jesús. A partir de ese momento los discípulos del Padre se convierten en discípulos de Jesús, que ha sido declarado camino, verdad y vida. Algo semejante sucedía en la Transfiguración sinóptica. Allí la voz del cielo invitaba a los tres apóstoles a escuchar a Jesús, a hacerse discípulos del Hijo. Acoger esta palabra del Padre nos constituye en discípulos del Hijo.
Si Jesús puede dar la vida es porque ha descendido del cielo. De aquí el problema sobre los orígenes del Jesús. Los judíos entienden la frase "bajado del cielo" en sentido literal, como si Jesús fuera un extraterrestre, sin padre ni madre, ni raíces humanas. Pero Jesús les va a mostrar que es precisamente en la carne humana donde el Espíritu puede vivificar. Es en la carne y la sangre, en su Humanidad nacida de María, donde puede hacer entrar en comunión con la vida de Dios. Los orígenes humanos de Jesús no son un obstáculo para su procedencia divina. Son los que hacen que esa procedencia divina sea salvífica para nuestra carne.
4. El pan de la eucaristía
A partir del último malentendido sobre el comer la carne, se inicia el desarrollo del tema eucarístico. Si anteriormente el pan era Jesús en cuanto revelación del Padre, ahora el pan va a ser el mismo Jesús, en cuanto ofrecido y entregado voluntariamente a la muerte por amor. Hemos pasado del signo del maná al signo del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
La separación de la carne y la sangre significa la muerte. Jesús va a dar la vida muriendo. No se puede dar vida sin dar la vida. El creyente es invitado a entrar en comunión con este amor sacrificial. Comer su sangre y beber su sangre es entrar en comunión con su muerte, para poder entrar en comunión con su vida que recibe del Padre. El comer y beber la sangre de Jesús lleva a vivir la vida de Jesús y a permanecer en él.
Esta última parte del discurso está introducida por una afirmación: "El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo" (6,51). Algunos piensan que ésta sería la fórmula juánica de la institución de la eucaristía, paralela a la forma de Pablo y Lucas (fórmula antioquena). Al no existir en arameo la palabra cuerpo, es más probable que las palabras mismas de Jesús fueran "Esta es mi carne", y que Juan haya conservado de forma más literal que los otros relatos los ipsissima verba de la institución.
Brown sugiere que este fragmento pertenece a la narración juánica de la última Cena, y que el redactor final trasladó estos versículos a este lugar para ponerlos en el contexto del Sermón del Pan de vida.
El primero tiene un sentido más crudo de masticar con los dientes y es menos espiritualizable que el segundo. Pero la eucaristía no es sólo una manducación, sino una comunión con Cristo en la adhesión a su mensaje.
La entrega, la muerte por amor, puede convertirse en alimento para los demás. Comemos la carne de Cristo para comulgar en esa actitud de entrega. Bebemos su sangre para estar nosotros también dispuestos a derramar la nuestra. "El que me come vivirá por mí, lo mismo que yo vivo por el Padre". La comunión nos lleva a vivir de Jesús de un modo semejante a como Jesús vive del Padre.
F. LA REACCIÓN DE LOS DISCÍPULOS
El ministerio de Jesús en Galilea terminó con una crisis según los sinópticos. También en el 4Ev. se produce una crisis en el seno de la comunidad de los discípulos. Con distinto vocabulario y distinta teología, sigue Juan en este capítulo el esquema tradicional que aparece en los sinópticos.
Es verdad que las diferencias son también muchas, pero no debe extrañarnos cuando sabemos la libertad con la que Juan manipula sus fuentes, o los elementos tradicionales, para adaptarlos a sus montajes teológicos. Juan sitúa la confesión de Pedro en Cafarnaúm, mientras que MM la sitúan en Cesarea de Filipo, a unos 60 kms. Pero hay que tener en cuenta que casi todos los elementos de la escena de Cesarea en Mateo aparecen también en otros lugares del evangelio de Juan (Mt 16,16 = Jn 1,41; Mt 16,17 = Jn 6,63.65; Mt 16,18 = Jn 21,15; Mt 16,19 = Jn 20,23.
La mayor parte de los comentaristas piensan que esta escena de las reacciones de los discípulos estaba originalmente situada después del v. 50, y que la última sección del discurso del Pan de vida (sección sobre el comer la carne) ha sido añadida por un redactor en una de las últimas fases de composición del evangelio.
Efectivamente, la sección que ahora estudiamos (vv. 60-71) empalmaría mucho mejor con el v. 50 que con el 59. Los judíos no podían soportar la pretensión de que Jesús había bajado del cielo, y ahora Jesús les pregunta qué sucedería si le viesen ascender al cielo.
Lo que está en juego no es una discusión meramente académica sobre la prehistoria del evangelio, sino la interpretación que hay que dar al versículo "la carne no aprovecha para nada" (v.63). Si consideramos que esta frase venía inmediatamente después del discurso sobre comer la carne eucarística de Jesús, resulta extraño que se nos diga en ese contexto que la carne no sirve para nada.
En cambio si pensamos que nuestra sección 60-71 venía originalmente detrás del v. 50, y que el pasaje sobre la carne eucarística fue añadido después, entonces habría que entender la afirmación despectiva sobre la carne en referencia a la naturaleza humana contrapuesta al espíritu, en el sentido que aparece en la conversación de Nicodemo: "Lo que nace de la carne es carne…" (3,6).
La retirada de muchos de los discípulos contrasta con el entusiasmo que en un principio había provocado el signo de la multiplicación de los panes. La negativa de Jesús a asumir el reinado que le ofrecían, la constatación de que su reinado no es de este mundo, provocará la desbandada general. Es en este momento cuando Pedro confiesa a Jesús y lidera el grupo de los que permanecen fieles a toda costa. Esta fidelidad de Pedro a Jesús contagia a un pequeño grupo que deciden también permanecer fieles, aunque sin haber comprendido el camino de Jesús. En Marcos a renglón seguido de reconocer el origen divino de la confesión de Pedro, Jesús le reprende llamándole Satanás. En Juan la reprensión se aplica a Judas en este momento, pero más tarde en la Cena el evangelista hará ver qué poco había entendido Pedro del misterio de Jesús cuya palabra de vida había decidido seguir.
La confesión de Pedro viene a ser el clímax de todo el capítulo. Ya hemos visto cómo casi todos los pasajes del 4Ev. desembocan en la proclamación de un título cristológico.
El Padre ha santificado (consagrado) al Hijo (10,36) al enviarlo al mundo. Jesús llama a su Padre, Padre santo (17,11). Los discípulos son invitados a entrar también ellos en esta esfera y llegar a ser ellos mismos santificados en la verdad (17,17).
El pasaje de Cesarea de Filipo en Marcos estaba también situado en un momento de crisis. Jesús se había retirado porque la presión contra él se había vuelto demasiado fuerte. En este momento la confesión de Pedro que le reconoce como Mesías será determinante de su decisión de emprender el camino de Jerusalén. No sólo se decide a regresar a Galilea, de donde se había retirado, sino de caminar hacia el centro del conflicto.
DISCURSO DEL BUEN PASTOR
A) ENCUADRAMIENTO
Comienza este discurso de una manera abrupta, sin ser introducido por ninguna frase que lo encuadre. La única indicación que abre el discurso es el solemne Amen, Amen (10,1).
Lo mismo que el episodio del ciego de nacimiento, este pasaje debe situarse en los tres meses que median entre los Tabernáculos y la Dedicación del Templo. La fiesta de la Dedicación o Hanukkáh se llama también fiesta de los Tabernáculos de Kislev, y en ella se celebran las victorias de los Macabeos y la rededicación del templo después de la profanación de Antíoco Epífanes. (167-164 a.C.). La Fiesta de los Tabernáculos celebra la consagración del primer templo de Salomón, de modo que el tema común de ambas fiestas es la consagración del Templo.
A lo largo del discurso del Buen Pastor se recogen alusiones a la curación del ciego de nacimiento que acaba de tener lugar.
Por otra parte la alusión a los ladrones y bandidos puede relacionarse con la fiesta de la Dedicación, en la que se recordaba a los sumos sacerdotes Jasón y Menelao que habían traicionado a su pueblo y a su ministerio sagrado. Según A. Guilding, en el ciclo de lecturas sinagogales, el sábado antes de la Dedicación se leían lecturas relacionadas con el tema del pastor y las ovejas.
B) EL GÉNERO LITERARIO
Se va a usar en este pasaje el género literario parabólico, tan común en los sinópticos, y que también se usa en el 4Ev., aunque de una manera más sobria: la vid verdadera (15,1-6), la siega (4,35-38), el grano de trigo (12,24), el parto (16,21), el aprendiz (5,19-20), el viento (3,8), el camino a oscuras (11,9-10).
Otras están más elaboradas. El género bíblico parabólico (mashal) abarca tanto la parábola como la alegoría, el proverbio, la metáfora. La parábola es una simple comparación en la que el elemento de referencia consiste en un solo punto. En cambio en la alegoría se van encontrando múltiples semejanzas entre los dos términos comparados.
Probablemente la enseñanza de Jesús consistía en parábolas simples, aunque la comunidad luego ha ido transformando las parábolas en alegorías, tratando de encontrar un mayor número de semejanzas en los pequeños detalles. Así por ejemplo en la parábola del buen samaritano, se ha intentado buscar un significado al aceite y al vino, la posada, el posadero, las monedas que el samaritano da al posadero. Todo esto es ya un proceso alegorizador.
En el mismo evangelio encontramos ya los primeros pasos de este proceso alegorizador. En la parábola del sembrador, la comparación inicial bien puede atribuirse al mismo Jesús, pero la amplificación de parábola a todos los detalles puede ser obra de la catequesis de la comunidad.
¿Qué encontramos en el texto del buen pastor, una alegoría o una parábola? En realidad lo que encontramos en una colección de pequeñas parábolas entrecruzada y difícilmente reducibles a un esquema lógico. Resulta muy difícil dividir racionalmente este discurso, porque las ideas se van entrecruzando y se salta de una imagen a la otra con mucha libertad.
Se ha comparado muchas veces el avance de las ideas en Juan con el de las olas de la marea que sube "cabalgando unas sobre otras ganan terreno lentamente, pero de modo continuo" (Durand). "A la ola que acaba de morir sobre la arena le sucede otra que la envuelve y sobrepasa; de un modo parecido Juan expone un tema en una perícopa y luego lo vuelve a repetir en la siguiente, pero para desarrollarlo más o completarlo con otro" (Lacan). Juan analiza, contempla la verdad desde diversos aspectos y estos rayos de luz acaban por convertirse en un haz, en integrarse en una forma definitiva (Lagrange).
Nosotros en este caso vamos a fragmentar el sermón del 4Ev. y luego lo recompondremos en una forma lógica, tratando de reagrupar los fragmentos que pertenecen a una misma imagen.
Sucesivamente Jesús se describe a sí mismo como "el que entra por la puerta", "la puerta", "el pastor que saca las ovejas", "el pastor que da su vida por las ovejas", y finalmente "el que dará unidad al rebaño".
Cada una de estas parábolas tienen su propio valor propio y nos explica un aspecto de la relación de Jesús con los suyos. La imagen de las ovejas da unidad a las diversas parábolas desarrolladas.
C) TRANSFONDO DE LAS PARÁBOLAS
Son muy numerosos los puntos de empalme con los sinópticos en los que repetidamente Jesús hace uso de imágenes pastoriles: la multitud de ovejas sin pastor (Mc 6,34; Mt 9,36), la oveja perdida (Lc 15,3-7; Mt 18,12-14; 10,6), el pequeño rebaño (Lc 12,32), las ovejas en medio de lobos (Mt 10,16), la dispersión de las ovejas tras la herida del pastor (Mt 26,31; Mc 14,27), el pastor que separa las ovejas de las cabras (Mt 25,32-33).
Moisés (Ex 32,1) y David (1 Sm 16) habían sido pastores, y por eso en un pueblo de gran tradición de pastoreo se utilizó la figura del pastor para designar a los jefes del pueblo. Dios mismo se presenta como pastor. "Tú que guías a José como un rebaño" (Sal 80,2). "Sacó a su pueblo como a ovejas, cual rebaño los guió por el desierto" (Sal 78,52). La primera parte del Salmo 23 es una bellísima alegoría sobre el cuidado que Dios tiene por su pueblo, expresado en la imagen del pastor.
Pero el texto principal que hay que buscar como trasfondo al 4Ev. es la profecía de Ezequiel en el capítulo 34. Allí arremete contra los malos dirigentes "que se apacientan a sí mismos" (Ez 34,2). "Habéis sacrificado a las ovejas más pingües" (v.3). "No habéis fortalecido a las ovejas débiles; no habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida; no habéis tornado a la descarriada ni buscado a la que estaba perdida, sino que las habéis dominado con violencia y dureza" (v.4).
Dios promete que va a ser él en persona quien va a cuidar el rebaño y buscará a la oveja perdida, curará la herida y confortará a la enferma (vv. 11.16). En este momento se introduce el tema del pastor escatológico, el descendiente de David. "Yo suscitaré para ponérselo al frente a un solo pastor que las apacentará: mi siervo David. El las apacentará y será su pastor. Yo YHWH seré su Dios y mi siervo David será príncipe en medio de ellos" vv. 23-24).
Esta profecía de Ezequiel encuentra muchos lugares paralelos en el AT. Jeremías dice: "Yo recogeré al resto de mis ovejas de todas las tierras a donde las empujé, las haré tornar a sus estancias; criarán y se multiplicarán. Y pondré al frente de ellas pastores que las apacienten, y nunca estarán medrosas ni asustadas, ni faltará alguna" (Jr 23,3).
D) ANÁLISIS DE LAS PARÁBOLAS
1. La puerta
La primera parte de este sermón versa sobre la imagen de la puerta (10,1-10). La segunda desarrolla la imagen del pastor (10,11-18). Resulta con todo difícil establecer una diferencia nítida entre ambas parábolas, ya que muchos de sus términos se entrecruzan.
En la primera parte Jesús se identifica simultáneamente con la puerta y con el que entra por ella. Para entender esta parábola necesitamos recordar todo lo que hemos ido viendo a lo largo del evangelio. La tarea de Jesús es entrar donde están las ovejas para sacarlas de allí y llevarlas a los buenos pastos.
Es una palabra que antes que designar un aprisco o corral de animales, designa en los LXX el atrio del Templo de Jerusalén (cf. también Ap 11,2).
Las ovejas que estaban en el templo destinadas al sacrificio recuerdan aquella masa de enfermos de la piscina junto a la puerta Ovejera. Es una humanidad doliente secuestrada por los malos dirigentes que no son capaces de aportar salvación, sino que tienen montado su negocio a costa de esa religiosidad legalista que no se preocupa por las necesidades del hombre, sino sólo por sus propios ritos, sábados y demás legalismos.
La palabra puerta tampoco se usa para los rediles, sino para las casas humanas y sobre todo para las puertas del Templo. Para rescatar a las ovejas Jesús tiene primero que entrar en la institución judía. El puede entrar porque es el pastor; sus ovejas escuchan su voz y le reconocen y le siguen. Pensemos en los que han creído en Jesús y le han seguido fuera del Templo para celebrar la segunda Pascua en el descampado, o en el ciego que por seguir a Jesús ha sido expulsado de la sinagoga. En este nuevo éxodo Jesús va delante y sus ovejas le siguen.
Frente a esta imagen de Jesús que entra por la puerta, están las de los ladrones y salteadores. De estos se nos dice que vienen a "robar, matar y destruir" (10,10).
Su utilizó para designar la expulsión de las ovejas fuera del templo. Y en 9,34, cuando expulsan al ciego de la sinagoga. Jesús vendría a decir que no hace falta esperar a que los judíos expulsen a los que creen en él. Es él mismo quien ha venido a sacarlas fuera para llevarlas a buenos pastos, esa hierba verde que había en el lugar donde Jesús multiplica los panes en la segunda pascua (6,16). Allí pueden "recostarse" los que le han seguido "al otro lado del mar". En el salmo 23 YHWH conducía a sus ovejas hacia los prados de hierba tierna.
Los suyos conocen su voz. El ciego de nacimiento acaba de reconocerle y le ha seguido, mientras que no ha escuchado la voz de los sacerdotes (los extraños de 10,5), sino que ha huido de ellos. Jesús supone que hay una afinidad activa entre aquellos que le pertenecen y el mensaje que él proclama. "El que es de Dios escucha las palabras de Dios" (8,47). "Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz" (18,37).
La imagen es la siguiente. En un mismo redil duermen rebaños de distintos pastores. Por la mañana se acerca un pastor, abre la puerta. El portero le deja entrar. Atrae con halagos a sus ovejas y las llama por sus nombres. Estas conocen su voz y le siguen, mientras que las que pertenecen a otros pastores se quedan quietas.
Tras una breve indicación de cómo los fariseos no entendieron estas palabras (10,6), Jesús prosigue su razonamiento dando un salto lírico. Hasta ahora había hablado de sí mismo como el que entra y sale por la puerta. Pero ahora va a referirse a sí mismo como la puerta misma.
Este salto es tan grande, que en algunas versiones (sahídica P75) en lugar de poner puerta, ponen pastor, con lo cual evitan este salto con aparente falta de lógica. Pero esta confusión de términos comparativos es frecuente en Juan. Jesús es a la vez meta y camino (Jn 14,4.5). Ahora se presenta como el que saca y como la puerta: camino y puerta, única vía hacia el Padre.
La expresión "encontrará pastos" (10,9) equivale a "nunca pasará hambre y nunca pasará sed" (6,34) en el discurso del pan de vida. Resuena aquí el eco del Segundo Isaías cuando describe la salida de Babilonia como un nuevo éxodo, utilizando las imágenes del pastor y las ovejas (Is 49,9-11; 40,11) que son utilizadas también en el Apocalipsis para indicar cómo el Cordero será Pastor (Ap 7,16-17). El pasto del que Jesús habla es el pan de vida.
No se desarrolla explícitamente en esta parábola el segundo tema del Salmo 23, el de las aguas tranquilas que aparece también en los textos de Isaías y el Apocalipsis que acabamos de citar. Pero recordemos que justamente en el pasaje anterior Jesús ha enviado al ciego a lavarse con agua en la piscina para recobrar la vista, con lo cual este tema no está del todo ausente.
No hay otra puerta para salir hacia el Padre ni para encontrar los pastos y las aguas de vida abundante. Sólo Jesús promete un agua que bulle (4,14) porque da el Espíritu sin medida (3,34).
2. El Pastor
En la segunda parte del sermón Jesús continúa hablando de su relación con las ovejas, pero ahora con la imagen del pastor, aportando tres paralelos que enriquecen la comparación.
a) El Pastor da la vida por las ovejas
El primer contraste no se establece entre el pastor y el ladrón, sino entre el pastor y el asalariado. El tema del pastor que da la vida por las ovejas es completamente nuevo y no tiene ningún antecedente en todos los textos bíblicos del AT que hemos citado hasta ahora.
Para comunicar vida abundante tiene que poner la suya. No hay vida comunicada sin vida entregada.
Juan subraya cómo en todo momento Jesús va a la Pasión como señor absoluto de todos sus actos, en su libre aceptación de la voluntad del Padre. "Nadie me quita la vida, yo la doy por decisión propia" (10,17). Jesús no sucumbe a ningún tipo de fatalidad, no es víctima inconsciente del juego de los acontecimientos. Nadie puede arrebatarle nada de lo que él no se haya despojado libre y voluntariamente. En la exégesis del lavatorio de pies estudiaremos los verbos utilizados por el evangelista para designar cómo Jesús se quita y se pone los vestidos y veremos cómo son los mismos que se utilizan aquí para el acto de despojarse de su vida y volverla a tomar.
Donde hay amor hasta el extremo hay vida hasta el límite. Dar la vida por aquellos a quienes uno ama es el extremo del amor (15,13) y el extremo de la abundancia de la vida comunicada.
Sólo el que entrega voluntariamente la vida puede recobrarla, porque al entregarla se ha abandonado al Padre cumpliendo su mandamiento. El Hijo muestra su amor al Padre entregando su vida, y por esto mismo el Padre le ama (10,17) y le demuestra su amor devolviéndole la vida.
Además del contraste entre el pastor y el asalariado se da un segundo contraste entre la obra del pastor que da vida abundante y la del lobo que viene a destruir (10,10). El lobo puede identificarse con la figura del ladrón. En un trasfondo se adivina la presencia del diablo que "era homicida desde el principio" (8,44), pero el evangelio se fija en las mediaciones.
Es la misma palabra que utiliza Flavio Josefo para designar a los zelotes rebeldes, y es también la misma palabra con la que el 4Ev. designa a Barrabás (18,40).
Barrabás no era probablemente un simple ladrón, sino un rebelde contra Roma a quien Pilatos tras muchos esfuerzos había conseguido capturar. Un revolucionario que tendría muchos seguidores entre ese pueblo que decepcionado con el mesianismo de Jesús opta por el liderazgo que Barrabás ofrece.
Pilato presenta al pueblo dos tipos de dirigentes para que escojan entre ambos. De un lado el bandido que ocasionará la más grande tragedia para el pueblo judío; el mesianismo político revolucionario. De otra parte el pastor que rehúsa ser rey cuando el pueblo le ofrece la corona, pero que verdaderamente es rey, porque para eso nació, para pastorear en la verdad (19,37).
b) Conocimiento mutuo entre el Pastor y las ovejas
Como hemos visto, este tema ya estaba insinuado en la parábola anterior de la puerta. El pastor conoce a sus ovejas por sus nombres y las llama por sus nombres (10,3). Recordamos el salmo que nos dice que Dios conoce el número de las estrellas y llama a cada una por sus nombres (Sal 147,4). Adán había dado nombre a todos los animales (Gn 2,19-20). Conocer el nombre es establecer una relación de posesión con la cosa nombrada. "Te he llamado por tu nombre, eres mío" (Is 43,1). Magdalena reconocerá a Jesús en el momento en que éste la llame por su nombre: "¡María!" (20,16).
Conocer a Jesús es primeramente sentirse conocido por él, sentirse uno llamado por su nombre. La aspiración última es a llegar a "conocer como soy conocido" (cf. 1 Co 13,12). Por eso el pastor conoce a sus ovejas y correlativamente éstas le conocen a él (10,14). El conocimiento de Dios es una promesa de los profetas del AT para los últimos tiempos. "Yo te desposaré en fidelidad y tú conocerás a YHWH" (Os 2,22). "La tierra estará llena del conocimiento de YHWH como las aguas cubren el mar" (Is 11,9). Un conocimiento tan personal que este verbo es utilizado también para las relaciones sexuales de Adán y Eva (Gn 4,1), Judá y Tamar (Gn 35,26), Elqana y Ana (1 Sm 1,19)…
Pero ahora el 4Ev. remonta el vuelo y compara el conocimiento mutuo entre Pastor y ovejas con el conocimiento mutuo entre el Padre y el Hijo: "Como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre" (10,15). Es un proceso que lleva a la inmanencia mutua, a la unidad profunda del ser.
c) La unidad del rebaño
¿Qué representan las ovejas que aún no pertenecen al redil? Algunos han querido ver aquí a miembros de otras comunidades cristianas distintas de la comunidad juánica, que deberían entrar en esta comunidad para encontrar allí la plenitud de la revelación. Esta visión supone una concepción excesivamente sectaria de la comunidad juánica y se opone a la evidencia que encontramos en otros pasajes sobre el respeto con el que se trata a Pedro, el que recibe el pastoreo de las ovejas de parte de Jesús. Sería contradictorio pensar que las ovejas de Pedro deberían sumarse a la comunidad juánica.
Preferimos pensar con la mayoría de los exegetas que se trata de personas que todavía no conocen a Jesús y que la referencia es a los gentiles y otras personas de buena voluntad, que ya pertenecen a Jesús pero todavía no pertenecen a su rebaño, a su comunidad. Quizás estén aquí incluidos también a otros miembros del pueblo judío que todavía tienen que incorporarse a la comunidad de Jesús.
En realidad estas otras ovejas no se nos representan como agrupadas en otros rebaños, sino sólo a título individual. La imagen utilizada no habla tanto de integración de rebaños, cuanto de integración de ovejas.
El tema de la misión a los gentiles no figuró probablemente de una forma explícita en las palabras de Jesús. De otro modo no se comprenderían los titubeos y los escrúpulos de san Pedro en ir a casa de Cornelio o en bautizar a los que estaban en su casa, y la necesidad de tener que justificar luego su proceder. Es sólo a la luz del Espíritu Santo que va guiando a la verdad plena como los apóstoles pudieron ir viendo la trascendencia de ciertas medias palabras de Jesús que insinuaban su talante universal.
La esperanza escatológica ansiaba la congregación de las doce tribus dispersas (11,52). La perspectiva ahora es más amplia. Los hijos de Dios congregados por Jesús continúan la existencia de Israel. La unidad del rebaño más que una tarea es un don a recibir de Dios y nace fundamentalmente de la unicidad del Pastor.
Necesariamente habría que interpretar estos textos con una referencia obligada al capítulo 21 en el que se concede a Pedro el pastoreo de las ovejas. Este ministerio es una de las formas como Jesús sigue dando unidad al rebaño (21,15-17). Otros símbolos de la unidad de la Iglesia que aparecen en Juan son el de la túnica inconsútil que no fue rasgada (19,23), y la red de peces que no se rasgó a pesar de ser tantos (21,11).
EL LAVATORIO DE LOS PIES
El episodio de la Última Cena incluye en Juan una acción profética, el Lavatorio de los pies, seguida de un discurso en tres secciones. Una vez más encontramos el típico esquema juánico que articula signos y discursos.
A) PARALELOS SINÓPTICOS
Uno de los grandes escollos de los exegetas de todos los tiempos ha sido tratar de sincronizar la narración sinóptica de la Última Cena con la narración de Juan, y sobre todo el problema de la fecha.
Todos están de acuerdo en que Jesús murió un viernes, pero ¿qué día del mes? Según los sinópticos Jesús comió con sus discípulos la Cena pascual, siguiendo los ritos prescritos por la Ley (Lv 23,5), es decir la víspera del 15 de Nisán que era el día grande de la Fiesta.
En cambio según la narración juánica Jesús murió el día 14 de Nisán, el día de la preparación de la Pascua, a la hora en la que sacrificaban los corderos en el templo. Los judíos no quisieron entrar en el Pretorio de Pilatos para no contaminarse y poder comer la Pascua (18,28), lo cual es señal de que no la habían comido todavía. Esto explica las prisas para ejecutar a Jesús y disponer del cadáver antes de que al atardecer empezase la fiesta.
Según este esquema juánico la cena celebrada "antes de la Pascua" no fue una verdadera cena pascual. Efectivamente no hay alusiones a ninguno de los ritos típicos, y ni siquiera se dice que fuera la víspera, sino simplemente "antes de la Pascua" (13,1).
Se han lanzado decenas de hipótesis en los artículos de revistas especializadas intentando explicar esta discordancia. No podemos recogerlos aquí todos. Lo que está en juego no es dar la razón a los sinópticos contra Juan o a Juan contra los sinópticos, sino en saber si la Última Cena fue el seder pascual o no, ya que esto tiene una importancia teológica.
Ha habido intentos de concordar los datos y dar la razón a todos. Hay quien piensa que Jesús celebró la Pascua siguiendo un calendario distinto del calendario oficial judío, por ejemplo un calendario esenio. Según los esenios el día de Pascua caía siempre en miércoles. Siguiendo este calendario Jesús habría celebrado la Pascua la víspera del miércoles, y moriría el viernes, la víspera de la fiesta pascual oficial de los sacerdotes y del Templo. Esta explicación además de concordar los datos de los sinópticos y de Juan ofrece la ventaja de explicar mejor el desarrollo de la Pasión del Señor y dar más tiempo (de martes noche a viernes tarde) para toda la secuencia de idas y venidas y juicios que en la narración actual se aglomeran en un espacio de doce horas. Desgraciadamente no hay ninguna evidencia que pruebe que Jesús seguía el calendario esenio, por lo que esto no pasa de ser una conjetura.
Si nos vemos forzados a escoger habrá que decidirse por la cronología de Juan que adelanta la muerte a la víspera de la Pascua. Es más verosímil. Resulta impensable que en el mismo día de la fiesta se pudiesen realizar tantos trabajos (llevar la cruz, compra de perfumes, preparación de la tumba…). El texto nos dice que Simón de Cirene volvía del campo, cosa insólita en una fiesta en la que no se podía viajar ni trabajar. Entonces se nos presenta otro problema. ¿Por qué adelantó Jesús la cena pascual? Conociendo las costumbres judías es impensable que un particular cambie la fecha de la celebración de una fiesta. ¿Será porque preveía que lo iban a matar? ¿Seguía otro calendario? ¿Será más bien que la última Cena no fue una cena pascual? Pero en este caso, ¿por qué los sinópticos nos dicen de manera inequívoca que lo fue?
Quedan dos soluciones plausibles, o suponer que Jesús por motivos desconocidos adelantó la celebración de la cena pascual, o suponer que la última cena no fue una cena pascual, pero que la proximidad de la pascua llevó a los sinópticos a redondear la situación y forzar el paralelismo teológico presentando aquella cena como una verdadera cena pascual, aunque esto supusiese retrasar in día la muerte de Jesús haciéndola coincidir con el mismo día de la fiesta.
Aunque para Juan la Última Cena no fue una cena pascual, y Jesús murió la víspera de la Pascua, sin embargo es cierto que, día más día menos, hay en Juan múltiples alusiones a la fiesta de aquellos días. De hecho hemos visto cómo Juan es el evangelista que más importancia da a las fiestas judías. La hora de la muerte de Jesús coincide con la hora en que los corderos eran degollados en el templo, y la mención del hisopo tiene también resonancias pascuales. La narración comienza con la fechación explícita de una cena "antes de la Pascua", relacionando todo lo que va a suceder después con aquella fiesta ya tan próxima.
¿Qué parecidos hay entre la cena de los sinópticos y la cena de Juan? Sin duda hay grandes diferencias. Aparte del cambio de fecha, Juan omite los preparativos de la comida (Mc 14,12-26), el relato de la institución de la Eucaristía (Mc 14,23-25), y añade elementos originales como el lavatorio y el largo discurso.
Sin embargo no faltan paralelos aun en detalles muy significativos, sobre todo con Lucas.
1.- El aviso de la traición de Judas se hace en ambos casos durante la comida (Jn 13,18-19; 21-23 = Mc 14,17-21). En ambos casos el traidor aparece como alguien que ha comido con Jesús (Jn 13,18 = Mc 14,18). Se repite también la referencia a mojar en el mismo plato (Jn 13,26-27 = Mc 14,20).
2. El anuncio de la negación de Pedro tiene lugar en ambas tradiciones durante la cena (Jn 13,38 = Lc 22,31-34).
3.- En ambas tradiciones se da durante la cena un anuncio de la dispersión de los discípulos (Jn 16,32 = Mc 14,27).
4. Ambas cenas relatan una lección a los discípulos sobre la humildad (Jn 13,12.17 = Lc 22,24-27).
5. El significado profundo del lavatorio viene a coincidir con el de la Eucaristía en cuanto que ambos son acciones proféticas que revelan la total entrega de Jesús a los suyos.
B) CONTEXTO LITERARIO
Hay buenas razones para pensar que hay una ruptura significativa entre el final del capítulo 12 y el principio del 13:
Con todo otros piensan que el capítulo 13 está muy conectado con las escenas anteriores desde el punto de vista del relato, y que el verdadero corte hay que ponerlo al principio del capítulo 11, con el final del último viaje de Jesús a Jerusalén. La resurrección de Lázaro provoca la condena de los sacerdotes.
Nosotros preferimos ver que el evangelio se divide en dos partes y que la línea divisoria pasa entre el final del capítulo 12 y el principio del 13.
C) ESTRUCTURA DEL PASAJE
Indudablemente el lavatorio de los pies, como toda acción profética, pretende transmitir un significado a los discípulos. Disputan los autores sobre cuál es el significado principal pretendido en este gesto. Se ofrecen varias posibilidades.
a) Sentido moralizante: un ejemplo de humildad abnegada.
b) La purificación de los discípulos en virtud de la palabra de Jesús.
c) Un simbolismo sacramental: alusión a la Eucaristía o al bautismo o a ambos a la vez.
d) Simbolismo de la muerte y resurrección de Jesús.
Sería largo exponer las razones a favor de cada una de estas interpretaciones. Con R. Brown vemos en este pasaje un doble significado. Es frecuente en Juan esta polivalencia simbólica. Ya vimos como el discurso del pan de vida podía leerse en clave sapiencial o sacramental.
En este caso se van a dar en el evangelio dos interpretaciones distintas al hecho, una a continuación de la otra. La primera interpretación (vv. 7-11) se desarrolla en el diálogo mantenido entre Jesús y Pedro. Se trata, según nosotros, de la interpretación primaria y más profunda del lavatorio, aquella que los discípulos sólo pudieron comprender más tarde. Esta referencia primaria es la de una acción profética que simboliza la pasión y muerte de Jesús y su efecto salvífico sobre los discípulos.
La segunda interpretación, que llamaremos moralizante, se desarrolla en el discursito de Jesús después de ponerse sus vestidos y sentarse a la mesa (vv. 12-19). Aquí el lavatorio de los pies se nos propone como un ejemplo de humildad y servicialidad a imitar por los discípulos.
Dentro de la primera interpretación cabría ver ciertas resonancias más implícitas de tipo sacramental, sobre todo al bautismo.
Desde el punto de vista de la historia de redacción del texto, cabría preguntarse cuál de estas dos interpretaciones pertenece a la redacción original del evangelio y cuál ha sido añadida después en otras ediciones. Personalmente no vemos ninguna razón que nos obligue a dar prioridad temporal a ninguna de las dos interpretaciones. ¿Por qué van a tener que pertenecer necesariamente a diversas ediciones? ¿Por qué no pudieron estar presentes ya las dos en la primera edición?
Pasemos ya a exponer la exégesis del pasaje en el curso de la cual haremos ver el sentido de ambas interpretaciones, la cristológica (vv. 6-11) y la moralizante (vv. 12-19).
D) EXÉGESIS DEL TEXTO
v.1 Antes de la fiesta de la Pascua, consciente Jesús de que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el final.
En este pórtico al Libro de la gloria advertimos una gran solemnidad, cargada de profunda emoción. Fuera o no fuera cena pascual la última comida de Jesús con los suyos, no cabe duda de que en los sinópticos y también en Juan la narración tiene como telón de fondo la fiesta de la Pascua.
Recordemos que para Juan se trata de la tercer Pascua. En las dos anteriores Jesús ha realizado signos profundamente significativos de lo que va a representar esta tercera. La llegada de la Pascua había venido preceda por varios clarinazos de atención: "Estaba ya cerca la Pascua" (11,51). "Seis días antes de la Pascua" (12,1). Y ahora al llegar el momento dice: "Antes de la Pascua" (13,1).
Llega la hora esperada; hora que se define como la hora de pasar de este mundo al Padre.
"Quien oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no es sometido a juicio"; "Nosotros sabemos que ehmos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos". En los tres casos significa el paso de la muerte a la vida por amor. Desde Beda el Venerable muchos han visto aquí un juego de palabras con el nombre hebreo de la Pascua, que según algunos, entre ellos la Vulgata, significa en hebreo "paso" (Ex 12,11) o salto (Ex 12,13).
Toda la vida de Jesús es un movimiento pendular que va desde el Padre hacia el Padre. "Salí del Padre y viene al mundo; otra vez dejo el mundo y vuelvo al Padre" (16,22). Jesús va a consumar su éxodo, su salida de este mundo para entrar en la esfera del Padre.
Había amado a los suyos. Este ha sido el tema de la primera parte del evangelio, el libro de los signos. Los signos no han sido sino manifestaciones parciales de este amor, de la gloria de Jesús que equivale a su capacidad de amar.
Este amor mostrado hasta ahora parcialmente por los signos, el agua, la luz, el pan, el vino, la resurrección de Lázaro, va a ser mostrado ahora en toda su perfección. La muerte de Jesús va a ser la revelación insondable del amor de Jesús por los suyos, amor mostrado en obras, pero también en palabras. "Como el Padre me ha amado, así también os he amado yo" (Jn 15,9). Si no hay mayor amor que dar la vida, es lógico que en la muerte de Jesús se muestre la manifestación más cumplida del amor.
Aparece así una inclusión que abarca el relato entero de la Pasión.
Por otra parte Jesús llega a la muerte conscientemente. Nadie le va a quitar la vida. Su muerte no es un accidente. El amor se adelanta a la cita. La muerte no puede quitar nada a Jesús de lo que él no se haya despojado antes previamente por amor.
v.2: Estaban cenando. El enemigo ya le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregar a Jesús.
El texto según los códices Sinaítico y Vaticano puede significar: "El enemigo ya se había metido en su cabeza que Judas traicionase a Jesús.
Tres veces se alude a la traición de Judas a lo largo del lavatorio. Una al principio (13,2), otra al medio (v.11) y otra al final (v.18). La luz va a brillar más en contraste con la tiniebla. Cuanto más densa es la tiniebla, más resalta el triunfo de la luz. Judas-judíos-Judea son un campo semántico de instrumentos del enemigo en aquella coyuntura. Judas se ha hecho servidor del dinero, el dios a quien adoraban las estructuras mercantiles del templo. Pertenece totalmente a la codicia de este mundo que no puede recibir a Jesús (cf. 1 Jn 2,16).
Judas entrega a Jesús.
Todos le entregan. Satanás entrega a Jesús a Judas. Judas le entrega a los sacerdotes (13,2); éstos le entregan a Pilatos (18,30); Pilato a los verdugos (19,16). Pero con ironía Juan nos hace ver que es Jesús el que se ha entregado antes.
v.3: Jesús consciente de que el Padre había puesto todo en sus manos, y sabiendo que de Dios procedía y a Dios volvía
Continúa el estilo solemne y se repite la idea de la plena conciencia de Jesús. Él sabe de dónde viene y a donde va. No es un juguete a merced de un destino ciego. Está seguro de su itinerario y de que su muerte es sólo el tránsito hacia la afirmación total de la vida.
Esas manos en las que reposa todo el poder del Padre, se van a ocupar en el humilde ministerio de lavar los pies. Manos que serán agujereadas y donde Tomás podrá introducir sus dedos (20,20.27).
v.4: Se levantó de la mesa, se quitó el manto, se ciño una toalla.
v.5: echó agua en una jofaina y se puso a lavar los pies de sus discípulos y a secarlos con la toalla que llevaba ceñida.
Después de una solemnísima introducción con largos períodos, se quiebra el estilo literario para dar lugar a una serie sucesiva de verbos que narran con minuciosidad unos detalles aparentemente banales. El contraste tan hábil pretende precisamente llamar la atención de que esa sucesión de pequeñas y humildes acciones encierra un mensaje profundísimo. A la hora de la verdad las grandes frases bonitas se tienen que encarnar en pequeños gestos de servicio.
Jesús se quita la vida y la recobra, lo mismo que depone el manto y se lo vuelve a poner. En este tipo de acciones proféticas como las de Jeremías o Ezequiel, los elementos usados adquieren una dimensión simbólica. El lavatorio de pies significa la muerte y resurrección de Jesús. Antes de que los soldados le despojen de los vestidos, Jesús se ha despojado de ellos voluntariamente. Nadie le quita la vida, él la da (10,17). La sucesión de verbos es semejante a la del relato de la Eucaristía.
Correspondiendo a la doble acción de deponer y tomar el manto, está la acción de levantarse de la mesa y volver a sentarse. ¿Simboliza el momento de volverse a sentar junto al Padre, después de haberse puesto a los pies de los hombres para redimirles?
El amor va a llevar a Jesús a humillarse y adoptar la forma de un siervo. El lavatorio de los pies es una hermosa visualización del himno de Filipenses 2. Además de ser un acto de devoción humilde, lavar los pies significa también un acto de amor. En el relato judío alejandrino de la época de Cristo titulado "José y Asenath", cuando Asenath, prometida de José pretende lavarle los pies, José protesta diciendo que esto puede hacerlo una esclava. Asenath replica llena de devoción: "tus pies son mis pies… Ninguna otra debe lavar tus pies" (20,1: citado por Brown, tomado de Schwank).
En Mekilta Exodus 21.2.82a se dice que el lavado de pies es un servicio humillante que no deben realizar los esclavos judíos, sino los gentiles. En el tratado Pe"a de la Mishnah (1.15c.14) se cuenta que la madre del rabí Ismael quiso lavarle los pies, y éste se negó a consentir en que su madre lo hiciese. Ella en cambio alegó que esto no era una humillación sino un honor, y pidió a un tribunal de rabinos que reprendiesen a su hijo.
v.6: Al llegar a Simón Pedro, éste le dijo:
-Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?
v.7: Jesús contestó:
-Lo que hago no lo entiendes ahora, lo comprenderás más tarde.
Se inicia el diálogo con Pedro que va a ser la clave para el significado primario del pasaje. Vemos a Pedro impulsivo, como siempre, y notamos una vez más la habilidad de Juan para mezclar la psicología y la simbología. Aunque sus personajes representan símbolos, conservan los rasgos psicológicos que nos son conocidos por otras fuentes tradicionales. Marta y María conservan en Juan la misma caracterización psicológica que tenían en Lucas. En modo impulsivo de Pedro en el 4Ev. coincide con lo que sabemos de él por los sinópticos. La vivacidad e ingenio del ciego de nacimiento contrastan con lo torpe y desmañado del paralítico.
La respuesta de Jesús a Pedro nos introduce en un significado misterioso de la acción de Jesús, que sólo podrá ser comprendido más tarde, cuando el Espíritu lleve a los creyentes a la verdad completa (16,13) y les recuerde todo lo que Jesús les dijo (14,26). Evidentemente que tiene que tratarse de algo más profundo que una mera lección de humildad y servicialidad que hubiera podido ser entendida por los discípulos en aquel mismo momento. Son continuas las alusiones juánicas a un momento interpretativo situado en el futuro en contexto postpascual (2,22; 12,16; 20,9).
v.8: Le dijo Pedro:
-"No me lavarás los pies jamás".
Le respondió Jesús:
-"Si no te lavo, no tienes parte conmigo".
Esta frase de Jesús es la clave para comprender el significado cristológico del lavatorio. Hace posible que los discípulos reciban la herencia (literalmente: "tener parte con").
La humillación de Jesús es causa de salvación para quienes se dejan lavar, se dejan salvar por él.
Pedro rechaza la oferta de Jesús no sólo por que le dé apuro ver a Jesús a sus pies, sino porque rechaza la cruz. Esta frase estaría en paralelo con la de Marcos 8,32, cuando Pedro rechaza la primera predicción de la pasión. Como entonces, también ahora Jesús se muestra firme con Pedro, y le dice que si no acepta la salvación que viene de la cruz, no puede tener parte en la herencia.
Pedro debe dejarse salvar. Debe dejar la iniciativa a otro. Debe primero dejarse lavar, porque él no puede salvarse a sí mismo. Pedro se cree capaz de luchar y combatir por Jesús. Se cree capaz de dar la vida por él (13,37). No comprende que a donde Jesús va él no puede seguirle ahora (13,36). Sólo más tarde es cuando podrá seguirle glorificando a Dios en una muerte como la suya (21,19). Sólo Jesús puede ceñirse a sí mismo. Más tarde le tocará a Pedro el turno de dejarse ceñir (21,7.18). Antes que nada Pedro debe experimentar su propia debilidad y sentirse perdonado y amado por Jesús.
v.9: Le dijo Simón Pedro:
-Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.
Reencontramos la técnica del malentendido. Pedro no ha comprendido lo que Jesús quería decirle. Si el lavado permite compartir la herencia, Pedro piensa que cuanto más lavado, más herencia. Desde su mentalidad competitiva, entiende el lavatorio como un rito que admite un más y un menos. Pero por aumentar la extensión de lo lavado, o por repetir más o menos veces las acciones purificatorias no se aumenta la herencia.
La simpleza de Pedro en su malentendido permite que Jesús, tomando de nuevo la palabra, explique el significado profundo de lo que ha realizado.
v. 10: Jesús le dijo:
-El que se ha bañado no necesita lavarse. Está todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.
La primera frase "el que se ha bañado no necesita lavarse" tiene una crítica textual muy difícil. Existen nada menos que siete variantes en los manuscritos. La mas común es aquella que añade "no necesita lavarse sino los pies". Pensamos que es una adición de un copista que no había entendido el significado profundo de la acción evangélica y quiso explicarla enredándola más. La lectura que hemos escogido aquí (la lectura breve) viene atestiguada entre otros por el códice sinaítico y los padres latinos anteriores a san Ambrosio.
El que se ha bañado está todo limpio (también los pies). Vosotros estáis limpios ahora, después de haberos lavado yo. El baño que han recibido es precisamente el lavatorio de pies, entendido no como un rito purificatorio, sino como un rito sacramental. De hecho a Judas le han lavado también los pies, pero no está limpio, porque el lavado no actúa de modo mágico, automático, prescindiendo de las disposiciones interiores. Se disputa si hay que leer en todo este pasaje una alusión al bautismo cristiano. Nosotros pensamos que el bautismo no está en el primer plano de la atención, pero que bien podría estar implicado en el trasfondo.
Jesús trata de evitar que se identifique su acción profética con las abluciones purificatorias judías, las de las hidrias viejas de Caná que tenían que estarse repitiendo continuamente y producían una neurosis de mancha y de limpieza.
Algunos que mantienen la lectura larga del texto han querido ver en ella una alusión a la penitencia. Los que han sido lavados de una vez para siempre en el bautismo, ya sólo necesitan repetir el lavatorio de pies (la penitencia). Cullmannn dice que esta interpretación es luminosamente obvia. Pero nos parece que esta interpretación, basada en la lectura larga, pierde de vista el significado principal del lavatorio como momento de una purificación total e irrepetible que consiste en la inmersión en el misterio de la humillación del Hijo que nos salva de una vez para siempre.
v.11: Es que sabía quién le iba a entregar, por eso dijo: "No estáis todos limpios".
Como hemos insinuado, está exclusión impide tomar la frase de Jesús en un sentido mágico o mecánico. Aunque Judas se ha lavado los pies no está limpio. Es él mismo quien se ha excluido de recibir en sí el efecto del lavatorio.
v.12: Cuando acabó de lavarles los pies, tomó su manto, volvió a ocupar su puesto y les dijo:
-¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
Termina la acción profética con el doble gesto de Jesús que vuelve a tomar el manto (la vida) y vuelve a ocupar su puesto (de donde salió para su humillación). Jesús toma la palabra. El discursito que pronuncia da una segunda interpretación a la acción profética, una explicación que los apóstoles son capaces de comprender en el acto. En la primer interpretación el discípulo tenía una actitud pasiva. Tenía que dejarse hacer, tenía que dejarse salvar. El lavado interior produce en él una configuración con la muerte de Cristo que le permitirá insertarse en su dinámica de humillación salvífica. Ahora ya será él también capaz de actuar como Jesús.
Sin la primera interpretación caeríamos en un simple moralismo, en el que Jesús se limitaría a ser un simple ejemplo de virtudes que nosotros podríamos imitar sin más. Y no es así. Para poder lavar los pies a los demás primero debemos dejarnos lavar de nuestro orgullo, nuestra autosuficiencia. Sólo con un corazón limpio podremos lavar los pies de los otros.
Pero sin la segunda interpretación el lavatorio podría quedarse en un simple rito que no nos cambia interiormente. La pascua de Jesús debe llevarnos a una pascua propia en la que pasemos de la muerte a la vida. Sólo sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida cuando amamos a los hermanos (1 Jn 3,14). En esto sabemos que verdaderamente estamos limpios, si obramos como obró Jesús.
v.13: Vosotros me llamáis "Maestro" y "Señor", y con razón, pues lo soy.
v.14: Pues si yo, el Señor y el Maestro os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros.
Algunos han pensado si la escena del lavatorio sería sólo una dramatización del evangelista para presentar en acción el dicho lucano "Yo estoy en medio de vosotros como quien sirve" (Lc 22,27). No es éste el estilo de Juan. Su genio es precisamente explicitar el sentido profundo teológico no de escenas inventadas por él, sino de escenas que le llegan de la tradición. El núcleo básico de la historia nunca lo inventa, si bien lo manipula con mucha libertad para conseguir unos resultados más efectistas en lo dramático y en lo teológico. Nada nos hace pensar que la escena del lavatorio haya sido inventada por Juan. Jesús realizó este tipo de acciones proféticas en su vida; recordemos cuando se montó en el borrico, o la maldición de la higuera estéril. El lavatorio es una más de estas acciones.
Si bien no podemos reducirnos a un moralismo estrecho, sin embargo sí es cierto que el cristiano debe imitar las acciones de Jesús, el estilo de vida de Jesús, desde el espíritu en el que Jesús actuó. El amor pascual nos pone a los pies los unos de los otros, y los discípulos deben amarse unos a otros "como Jesús les amó" (cf. 13,34). El amor se concretiza en actos de servicio mutuo, que la Iglesia practicó desde el principio, aun a la letra. Las viudas de las primitivas comunidades debían practicar la hospitalidad para con los santos y lavarles los pies (cf. 1 Tm 5,10).
v.15: Porque os dejo un ejemplo para que hagáis igual que yo he hecho con vosotros.
Esta frase hay que entenderla en un sentido amplio. No se limita al mero hecho de lavar los pies. Lo que hay que imitar ante todo es una actitud que florecerá en miles de pequeños y grandes actos de servicio que llegarán hasta dar la vida.
El episodio del lavatorio no es una instancia aislada que haya que imitar, es más bien una clave de lectura y de comprensión de la vida de Jesús.
v.16: En verdad, en verdad os digo que el criado no es más que su amo, ni el enviado más que el que lo envía.
Este verso tiene hondas resonancias sinópticas. "Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo" (Mt 10,24). "Un discípulo no es más que su maestro, aunque cuando haya terminado su aprendizaje llegará a ser como su maestro" (Lc 6,40). Mateo en cambio dice: "Le basta al discípulo ser como su maestro" (Mt 10,25). Probablemente unos y otros dichos se inspiran en diversas colecciones de dichos del Señor. De hecho Jn 12 y 13 son los capítulos que reproducen varios dichos similares a los de Mt 10 (Jn 12,25 = Mt 10,39; Jn 12,26 = Mt 10,38; Jn 12,44 = Mt 10,40; Jn 13,16 = Mt 10,24-25; Jn 13,20 = Mt 10,40; Jn 15,18-16,4 = Mt 10,17-25). Probablemente Jesús estaba citando un proverbio que no era suyo, sino que era un dicho popular de la época.
Es interesante fijarse que también Lucas tiene un discursito sobre la humildad situado en este mismo contexto de después de la Cena. ¿Se habrán dado contactos literarios o será una simple coincidencia?
v.17: ¿Lo entendéis? Pues dichosos vosotros si lo cumplís.
Se ha acusado a Juan de un cierto gnosticismo, es decir, de poner la perfección del hombre en el conocimiento, y de un cierto luteranismo, es decir basar toda la conducta humana en la fe. Sin embargo en Juan no basta el conocer, ni basta sólo el creer. El evangelio no es una gnosis ni un fideísmo. La bienaventuranza de este verso no se refiere a los iniciados en ciencias ocultas para filósofos o místicos. Son bienaventurados los que lo ponen en práctica.
El género literario del macarismo ("Bienaventurados…") es típico del lenguaje bíblico y del lenguaje de Jesús en los sinópticos. Mateo recoge 13 macarismos, Lucas 15. Marcos en cambio curiosamente no tiene ningún macarismo, lo cual revela que este género procede de la fuente Q. Juan sólo tiene dos macarismos, éste del lavatorio, y otro al final del evangelio: "Dichosos los que sin ver creerán" (20,29). El Apocalipsis en cambio contiene 7 macarismos.
v.18: No lo digo por todos vosotros -yo sé bien a quién elegí- sino para que se cumpla la Escritura: "El que come mi pan me ha puesto la zancadilla".
v.19: Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que YO SOY.
Tercera alusión a la traición. Queda claro que Jesús era consciente de lo que estaba pasando. No fue un ingenuo engañado. Ya cuando eligió a Judas sabía qué clase de hombre era. Pero todo sucedió para que se cumpliese la Escritura.
La cita del Salmo 41,10 también está en el transfondo de la afirmación de Mc 14,18: "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar, uno que está comiendo conmigo", si bien Mc cita más conforme al texto de los LXX y Jn conforme al TM.
Se repite la fórmula YO SOY que ya hemos analizado en varias ocasiones.
v.20: En verdad, en verdad, os digo que quien reciba a cualquiera que yo mande, me recibe a mí; y quien me reciba a mí, recibe a quien me envió.
Este dicho de Jesús está emparentado con otro que aparece en Mateo en el capítulo 10,24-25. En Jn aparece totalmente fuera de lugar y no guarda ninguna relación aparente ni con el lavatorio ni con lo que sigue. La única intención del evangelista ha podido ser el conservar este dicho junto con los otros ya precedentes de la misma fuente y que habían sido citados en el contexto de la cena. No teniendo otra oportunidad mejor para incluirlo, el evangelista lo metió aquí de una manera un tanto forzada.
LA PASIÓN SEGÚN SAN JUAN
A) HISTORICIDAD DEL RELATO DE LA PASIÓN
El relato de la pasión es un buen lugar para establecer un buen cotejo entre Juan y los sinópticos, ya que es la parte del evangelio en la que se dan más paralelismos. Sin embargo siguen siendo notables algunas diferencias, bien sea entre Juan y el conjunto de los sinópticos, bien sea entre Juan y cada uno de ellos en particular.
La situación que mencionamos y que describiremos después más en detalle da pie a las siguientes preguntas:
* Para las partes comunes, ¿se apoya Juan en la tradición sinóptica o más bien en otras tradiciones paralelas?
* Para los elementos divergentes ¿hasta qué punto las divergencias se deben a la actividad redaccional del evangelista o a las fuentes usadas por él?
* En caso de divergencia, ¿cuál de las dos presentaciones es más fiable históricamente, la de Juan o la de los sinópticos?
Veremos más adelante un cuadro de conjunto en cuatro partes que contiene los elementos comunes, las omisiones de Juan, sus elementos nuevos y por último los datos divergentes. No podremos hacer aquí una análisis pormenorizado de cada uno de ellos.
Alguna de las particularidades de Juan puede ser fácilmente atribuible a factores redaccionales y no presenta dificulta. Por ejemplo, la conversación entre Jesús y Pilato responde en gran parte a la teología y vocabulario juánico y es claramente una elaboración del evangelista en la que es posible deslindar lo que pertenece al núcleo tradicional y lo que la sido la composición de Juan.
Pertenecería así a la redacción del 4Ev. todo lo referente a la verdad, el reino que no es de este mundo y los orígenes de Jesús. Fácilmente se ven los motivos por los que Juan ha situado los escarnios de los soldados en el centro del juicio y no al final como hacen Mateo y Marcos (en adelante MM). Estos escarnios le dan la oportunidad de mostrar cómo fracasa un intento más de Pilato en sus componendas, y también de resaltar irónicamente la proclamación real de Jesús por los romanos.
Sin embargo, aun aquí, es posible que Juan nos esté transmitiendo elementos tradicionales no sinópticos que en modo alguno tienen origen redaccional, como por ejemplo:
* La explicación de que los judíos no tenían potestad para condenar a muerte (18,31).
* El hecho de que Jesús dialogase con Pilato durante el juicio.
* El chantaje judío de denunciar a Pilato ante el César si no cedía a sus demandas (19,12).
* La mención del lugar de la sentencia: Lithostrotos.
*El relieve que da Juan al juicio romano como el verdadero juicio de Jesús.
Aventurando una evaluación global diríamos que en conjunto Juan nos parece históricamente más fiable que los sinópticos. Por lo tanto en los casos en que las divergencias no puedan ser atribuidas claramente a motivos redaccionales juánicos, la presunción es a favor de Juan.
Juan es más exacto al situar la fecha del Viernes Santo en la víspera de la Pascua; la hora de la condena como hora sexta (recordemos que en Marcos Jesús está ya clavado en la cruz a la hora tercia), la participación de los romanos en el prendimiento de Jesús…
Aparecen en Juan detalles nuevos que no son atribuibles a ningún tipo de intención simbólica, dramática o teológica, ni tienen especial relevancia. El único motivo para consignarlos es el de su historicidad. Por ejemplo el nombre de Malco (18,11), la cercanía entre el lugar de la ejecución y la ciudad (19,20), la contigüidad del calvario y el sepulcro (19,41).
Juan consigna costumbres de la época que pueden ser comprobadas por otros documentos: la costumbre de quebrantar las piernas a los crucificados (19,32), el hecho de que a los judíos no les estuviese permitido aplicar la pena capital (18,31), la costumbre judía de usar muchos perfumes para enterrar (19,39), la repugnancia judía a que los cuerpos quedasen en la cruz el día de la fiesta (19,31).
La escena del interrogatorio en casa de Anás difícilmente puede haber sido inventada ya que no tiene ningún significado simbólico, y Juan sabía muy bien que el sumo sacerdote de aquel año era Caifás (11,49). El interrogatorio ante Anás como poder fáctico encaja muy bien con lo que sabemos sobre su persona por otras fuentes, y con el carácter de marioneta que tenía la figura de Caifás con respecto a su suegro.
No entraremos ahora a discutir las sentencias más extremas que niegan de plano la historicidad de Juan. Utilizarlas como hipótesis de trabajo es sencillamente un prejuicio histórico. La abundancia de comprobaciones históricas de be llevarnos más bien a una presunción a favor de Juan, mientras no se descubran flagrantes contradicciones o motivos redaccionales por los que Juan haya querido modificar sus tradiciones.
Como botón de muestra de las dificultades de concordancia entre los cuatro evangelistas traeremos el caso del juicio judío de Jesús. Resumiremos la situación de los datos en el siguiente cuadro.
MM traen dos procesos judíos, uno por la noche y otro por la mañana, de los cuales el proceso formal solemne es el de la noche con testigos, interrogatorio y sentencia de muerte. A Pilato sólo se le pedirá la ratificación de la sentencia.
Menos solemnidad tiene el juicio judío en el caso de Lucas. Sólo nos narra una sesión del sanedrín, pero sin mencionar a Caifás. Este único proceso judío lucano tiene lugar por la mañana, pero no se mencionan testigos ni sentencia.
Aun menos solemnidad tiene el único juicio juánico, en casa de Anás por la noche que más que un juicio es un atestado judicial. A la mañana llevan a Jesús a Caifás, pero no se menciona que hubiese ningún tipo de juicio allí. Para Juan el único juicio es el de Pilato.
Intentaremos una posible armonización de los datos de los evangelistas como lo hace Benoit.
NOCHE: Investigación preparatoria en casa de Anás (Jn). No estuvo Caifás ni el sanedrín. Recogen datos para formular una acusación en el juicio a la mañana siguiente.
Escarnios de los guardias judíos. No participaron los sacerdotes, como podrían sugerir MM, sino que tuvieron lugar en el patio (Lc). La bofetada en presencia de Anás (Jn) puede representar una tradición distinta a la de MM.
MAÑANA: Sesión del sanedrín presidida por Caifás en el lugar público de las sesiones. Esta sesión es la que MM localizan erróneamente en la noche. Jn y Mt señalan la presencia de Caifás. Es aquí donde se da el veredicto.
Si admitimos esta recomposición habría que explicar por qué las divergencias particulares de cada uno de los evangelistas. Nos interesan ahora las divergencias de Juan. Las principales serían: omisión de los escarnios (puede deberse a motivos redaccionales o a ausencia de noticias). El omitir la descripción de la sesión del sanedrín por la mañana con los detalles de los testigos, veredicto…, se puede deber al hecho de que estos datos han sido ya narrados por Juan de un modo desperdigado a lo largo del evangelio, que es todo él un juicio contra Jesús. La sesión previa de condena nos es narrada en la casa de Caifás en ausencia de Jesús (11,47.53), la frase de Jesús sobre la destrucción del templo aparece en 2,19; la promesa de la futura venida del Hijo del hombre se menciona en 1,51.
A continuación daremos un cuadro sinóptico de cotejo entre Juan y sinópticos, anotando en fichas separadas los elementos comunes, los cambios introducidos por Juan, sus elementos nuevos y sus omisiones.
B) COMPARACIÓN DE MATERIALES
1) Material común a Juan y los sinópticos
(Donde no se señala ningún evangelio, nos referimos a datos comunes a los tres sinópticos).
* Salida de Jesús con los discípulos tras la cena en dirección al monte de los Olivos.
* Jesús solía reunirse allí con sus discípulos (Lc).
* Judas acompañaba a los que prendieron a Jesús. Era de noche.
* Uno de los discípulos sacó una espada e hirió al siervo en la oreja.
* Fue la oreja derecha del siervo la que fue herida (Lc).
* Jesús se dejó prender sin ofrecer resistencia.
* Mención del hecho de que Jesús fue atado (MM).
* Alusión a la pasión como "copa" en relación con el Padre.
* Jesús fue conducido primero a las autoridades judías, donde hubo un interrogatorio.
* Pedro siguió a Jesús, entró en el palacio, negó tres veces a Jesús y después cantó un gallo.
* La primera negación fue ante una criada.
* En el patio del sacerdote habían hecho fuego (MM).
* Jesús fue abofeteado en el palacio del sacerdote.
* El sumo sacerdote en aquellos días se llamaba Caifás (Mt.).
* Por la mañana fue conducido a Pilato.
* Pilato le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?", y Jesús respondió afirmativamente.
* Era costumbre liberar a un preso en la fiesta (MM).
* Dieron a escoger al pueblo entre Jesús y Barrabás y escogieron a Barrabás.
* Pilato quería soltar a Jesús y lo declaró inocente (Lc).
* Los judíos pidieron la muerte de Jesús diciendo: "¡Crucifícale!".
* Al final Pilato se lo entregó para ser crucificado.
* Pilato hizo azotar a Jesús
* La flagelación fue un recurso para evitar la condena (Lc).
* Los soldados le pusieron a Jesús un manto rojo y una corona de espinas (MM).
* El manto era de púrpura (Mc).
* Le golpearon en la cabeza (MM).
* Los soldados en sus burlas llamaron a Jesús rey (MM).
* Jesús guardó silencio ante algunas de las preguntas de Pilato (MM).
* Lo llevaron al lugar de La Calavera.
* La cruz fue transportada en la comitiva.
* Crucificaron junto con Jesús a otros dos. Jesús estaba en el medio.
* Pusieron una inscripción que decía: "Rey de los judíos".
* Se repartieron sus vestidos echando suertes.
* Junto a la cruz había unas mujeres.
* Entre ellas María Magdalena y otra María (MM).
* Y también algún conocido varón (Lc).
* Con una esponja atada a un palo (MM) le dieron a beber vinagre.
* Jesús murió en la cruz un viernes por la tarde.
* José de Arimatea pidió el cuerpo de Jesús y lo enterró en un sepulcro.
* El sepulcro era nuevo (MM).
* Jesús murió entre el mediodía y la puesta del sol.
* Jesús murió el día de Parasceve o preparación (Mc/Lc).
2. Omisiones de Juan
(Omisión de información que aparece al menos en 2 sinópticos)
* El nombre de Getsemaní (MM).
* El hecho de tomar aparte a tres discípulos en el huerto (MM).
* El desarrollo de la oración en el huerto.
* El beso de Judas.
* La fuga de los discípulos (MM).
* Reproche a los que vienen a prenderle.
* Referencia bíblica al prendimiento (MM).
* Proceso ante el sanedrín.
* Falsos testigos (MM).
* Pregunta solemne del sacerdote y confesión de Jesús.
* Sentencia de muerte judía (MM).
* Rasgado de las vestiduras sacerdotales (MM).
* Burlas como a falso profeta. Cubrirle la cabeza.
* Los esputos (MM).
* Los juramentos que acompañaron a las negaciones de Pedro (MM).
* Las lágrimas de Pedro.
* El juicio al amanecer.
* Los sacerdotes incitan al pueblo a pedir a Barrabás (MM).
* Liberación de Barrabás.
* Simón de Cirene.
* Le dieron vino antes de crucificarlo (MM).
* Burlas al pie de la cruz de sacerdotes y de los otros crucificados.
* A los crucificados no les llama ladrones.
* Las tinieblas.
* La cita del salmo 22 y las alusiones a Elías (MM).
* El grito de Jesús al morir.
* El velo del templo rasgado.
* La confesión del centurión.
* El hecho de que el sepulcro estuviese excavado en la roca.
* Alusión a la roca que lo tapaba (MM).
* Participación de las mujeres en entierro y presencia en el sepulcro.
3. Material nuevo de Juan
* Juicio previo, condenación y profecía de Caifás.
* Alusión al torrente Cedrón y al huerto.
* Judas conocía el lugar.
* Presencia del tribuno y soldados romanos en el prendimiento.
* Mención de faroles y linternas.
* Diálogo de Jesús con los guardias.
* Caída en tierra de estos al oír el nombre divino.
* Fue Pedro quien sacó la espada.
* Nombre del siervo de la oreja cortada: Malco.
* Mandato de Jesús: "Dejadlos marchar". Cita bíblica.
* Interrogatorio nocturno ante Anás.
* Anás era suegro de Caifás.
* La bofetada durante el juicio.
* Jesús responde a los insultos.
* Otro discípulo acompañaba a Pedro.
* La primera criada era la portera.
* La tercera negación se hizo a un pariente de Malco.
* Los judíos no quisieron entrar en el Pretorio para poder comer la Pascua.
* Larga conversación con Pilato.
* Explicación de que los judíos no podían condenar a muerte.
* Declaraciones: "He aquí al Hombre", "He aquí a vuestro rey".
* Chantaje a Pilato amenazándole con decir que no era amigo del César.
* Protesta judía: "No tenemos otro rey que al César".
* Mención del Lithostrotos y la hora sexta.
* Jesús mismo carga con la cruz.
* La inscripción estaba escrita en tres lenguas.
* Fue idea de Pilato. Los judíos pidieron un cambio, pero Pilato no quiso.
* El lugar de la crucifixión estaba cerca de la ciudad.
* Se hicieron cuatro lotes con los vestidos. Cuatro soldados.
* La túnica era inconsútil. No fue rota sino sorteada.
* María la madre de Jesús y el discípulo, al pie de la cruz.
* La sed de Jesús. El dicho: "Todo está consumado".
* "Inclinando la cabeza entregó el espíritu".
* Crurifragio.
* Transfixión, testimonio del discípulo.
* Presencia de Nicodemo en la sepultura.
* El cuerpo ungido con una cantidad exorbitante de perfumes.
* El sepulcro estaba junto al Gólgota.
* Autorización de Pilato para retirar el cuerpo de Jesús.
4. Material diverso
La fecha: Jesús muere la víspera de la Pascua (Jn) o el mismo día de la Pascua (sinópticos).
Los juicios judíos
El juicio romano: En MML todo el juicio se realiza fuera en el patio. Hay dos interrogatorios. Jesús apenas responde a las preguntas.
En Jn todos los judíos están fuera, pero el juicio se celebra dentro. Continuas entradas y salidas de Pilato. Diálogos muy elaborados.
Escarnios del juicio romano
En MM: después de la condena de Jesús
En Lc: durante la visita a Herodes.
En Jn: a la mitad del proceso, como recurso.
Negaciones de Pedro
En MM: Introducción, juicio nocturno, tres negaciones.
En Lc: Introducción y tres negaciones seguidas.
En Jn: Introducción, primera negación, juicio nocturno, segunda y tercera negación.
Las mujeres
En Mt: lejos, y citadas después de la muerte de Jesús. María Magdalena, María madre de Santiago y José, y la madre de los hijos del Zebedeo.
En Mc: lejos, y citadas después de la muerte de Jesús. María Magdalena, María, madre de Santiago el menor y Joses, y Salomé.
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