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Caracterización del adolescente con baja autoestima (página 2)


Partes: 1, 2, 3

La obesidad puede generar aislamiento social, depresión e inseguridad y se asocia a problemas tales como: inadaptación escolar, disfunción familiar, confusión del rol sexual, sentimientos de inferioridad y rechazo de los coetáneos.

En este caso, será importante el empleo de una dieta adecuada y la práctica sistemática de ejercicios. También es necesario apuntar que la desnutrición puede tener efectos dañinos para la salud del adolescente, retardando el estirón y la maduración sexual. Por tal motivo no debe descuidarse la alimentación en esta etapa, en la que debe primar una cierta medida.

El acné juvenil se considera un resultado de la excesiva segregación de andrógenos. Este fenómeno tiene un condicionamiento hormonal y es por ello que no basta para su solución la dieta y determinadas medidas higiénicas, sino que es necesario el tratamiento médico. Este fenómeno influye desfavorablemente en la autoestima del adolescente por la extraordinaria significación que tiene en esta edad la apariencia física.

Otro elemento de importante repercusión psicológica lo constituye el problema de la maduración temprana o tardía. Los varones acelerados son aceptados y tratados como adultos en mayor medida que los retardados, lo que refuerza en el caso de los primeros su independencia, mientras que en los segundos provoca una tendencia de ser más dependientes de la opinión social y en ocasiones su deseo de llamar la atención a través de conductas indisciplinadas y agresivas.

Aunque la maduración sexual influye con menor fuerza en las hembras, pues el estereotipo social de fuerza física y disposición atlética se refiere esencialmente a los varones, las hembras de maduración temprana se enfrentan desde los comienzos de esta etapa y por un período de tiempo más prolongado al acoso por parte del sexo opuesto.

La maduración sexual estimula la atracción sexual y sirve de base a la consumación de relaciones sexuales entre los adolescentes. Estas tienden a ser inestables y a veces promiscuas por la elevada necesidad del adolescente de explorar su cuerpo y tener experiencia con el otro en este terreno.

1.2 La autoestima: sus peculiaridades en la adolescencia

La actividad afectiva de la personalidad implica tanto los aspectos relativos a la esfera motivacional (incluye las formaciones motivacionales) como sus formas de expresión subjetiva en las vivencias afectivas.

Las formaciones motivacionales, aunque conscientes por su modo de expresión (concepciones, valoraciones, autoestima, objetivos, proyectos) articulan también contenidos no conscientes, que si bien no definen la orientación general de la formación si dinamizan el sistema regulador al cual se integran. Entre ellas se encuentran: la concepción del mundo, los ideales, el sentido de la vida, las intenciones, la autovaloración, la autoestima, todas las cuales se interrelacionan y dan lugar a una compleja configuración subjetiva.

La influencia de la compleja relación entre la autovaloración y la autoestima se refleja en la regulación de la actividad del sujeto al brindar un sentido a sus acciones, inducirlas y orientarlas.

La autovaloración posee una función subjetivo – valorativa y otra reguladora. La primera de ellas se desarrolla más tempranamente que la segunda, pero en el caso de la adolescencia ambas tienden a integrarse en una unidad, en la cual continúan desarrollándose de manera armónica.

La función valorativa se refiere a la posibilidad que adquiere el hombre en el curso de su vida de enjuiciar su comportamiento, su manera de ser y cualidades personales, con un sentido positivo o negativo, mientras la función reguladora se refiere a la incidencia del contenido autovalorativo en el dinamismo y direccionalidad de la autovaloración y la conducta del hombre en el planteamiento de metas, nivel de aspiración y en su autoestimación.

La Dra. Silvia Colunga Santos (2000), en su Tesis en opción al grado científico de Doctora en Ciencias Pedagógicas hace referencia a que autores como F. González,

I. S. Kon, V. Satir, G. Roloff, J. Lafarga, B. Young, N. Branden y otros, enfatizan el punto de vista acerca del cual la autovaloración y la autoestima son formaciones motivacionales y que por ende su papel principal en la regulación consiste en brindar un sentido a las acciones del hombre, inducirlas y orientarlas.

La autovaloración y la autoestima se complementan, conforman una unidad. Pudiéramos decir que la autoestima es el sentimiento resultante de sentirnos a gusto con nosotros mismos, de aceptarnos como somos, lo cual está íntimamente relacionado con la valoración que nos hacemos a nosotros mismos, con nuestro autoconocimiento.

El estudio de la autoestima deviene en un tema necesario, interesante, pero a la vez complejo. Múltiples son las definiciones que sobre ella se han brindado, una de las más difundidas es la de Stanley Coopersmith (1997):

¨La Autoestima es la evaluación que efectúa y generalmente mantiene el individuo con respecto a sí mismo. Expresa una actitud de aprobación o desaprobación e indica en qué medida el individuo se cree capaz, importante, digno y exitoso. En resumen, la autoestima es un juicio personal de dignidad, que se expresa en las actitudes del individuo hacia sí mismo.¨

(p. 32)

Por su parte Zaldívar Pérez (2003) la considera como:

¨ la valoración que tenemos de nosotros mismos, de nuestra valía como persona, y se construye a partir de los pensamientos, sentimientos y experiencias que hemos acumulado en el transcurso de nuestra vida. El conjunto de experiencias y evaluaciones realizadas se constituyen en un sentimiento de descontento, por no percibirnos como realmente deseamos.¨

(p. 4)

(Gutiérrez Baró,) 2004 ha planteado:

¨La autoestima se forma en el proceso de aprender ¿Quién soy? , del trato que damos y recibimos de otras personas y del ambiente o comunidad que nos rodea.¨ (p. 24)

Según esta autora la autoestima va formándose a través de un orden que establece en esta escala:

VI AUTOESTIMA

V AUTORRESPETO

IV AUTOACEPTACIÓN

III AUTOEVALUACIÓN

II AUTOCONCEPTO

I AUTOCONOCIMIENTO

  • 1- AUTOCONOCIMIENTO: No es fácil para un adolescente hacer un análisis de cómo es, como son sus habilidades y conocer por que actúa y como el actúa y siente, pero una buena reflexión ayuda a comprenderse.

  • 2- AUTOCONCEPTO: Es una serie de creencias acerca de sí mismo. Si alguien se cree tonto actuará como tonto, si se cree inteligente actuará como tal.

  • 3- AUTOEVALUACIÓN: Es la capacidad de analizar cuanto bueno hay en su vida, que lo hace sentirse bien o mal; que lo satisface y que debe desechar.

  • 4- AUTOACEPTACIÓN: Es importante que el individuo se acepte tal cual es. Tiene que apreciarse en su propio valer, ya que esto le permite crecer y alcanzar nuevas metas.

  • 5- AUTORRESPETO: Quien no se respete no puede respetar a los demás. Es necesario expresar y manejar en forma adecuada sentimientos y emociones sin hacerse daño, ni culparse. Es muy bueno sentirse orgulloso de uno mismo.

  • 6- AUTOESTIMA: Es la síntesis de todos los pasos anteriores: es conocerse, tener una autoimagen positiva, aceptarse, analizarse con justeza y respetarse.

(p. 35)

La referida autora asevera que debe verse la inserción de la autoestima en el proceso de crecimiento personal debido a que:

  • La autoestima es considerada la expresión más acabada, suprema, del desarrollo personal.

  • Es la clave del éxito personal.

  • Es una particularidad de nuestra interioridad.

Una de las definiciones más completas y actualizadas (la autora la reconoce como una formación psíquica prevalentemente afectivo-motivacional, pero a la vez conformada por elementos intelectuales, que constituye un fuente de autoafirmación y autorrealización permanentes) es la brindada por la Dra. Silvia Colunga Santos (2000) quien asegura que:

¨La autoestima es una formación psíquica prevalentemente afectivo-motivacional, pero a la vez conformada por elementos intelectuales, (autopercepción y autoconcepto), que constituye una fuente de autoafirmación y autorrealización permanentes para el ser humano. Basada en la percepción evaluativa de sí mismo, la trasciende, e implica una actitud positiva o negativa hacia la propia personalidad y sus actuaciones, expresada en un determinado grado de confianza, respeto, consideración, aceptación y amor incondicional hacia nuestro yo".

(p. 39)

Por lo antes expresado, las autoras de esta investigación asumen la citada definición de la Dra. Colunga Santos.

La autoestima se adquiere primariamente en el seno de la familia en que a cada persona le corresponde crecer. Esta experiencia de aprendizaje de sí mismo va afectando de manera decisiva la existencia del sujeto, en forma constructiva o destructiva y en los diferentes ámbitos en que se desarrolla el sujeto: familia, escuela y entorno social.

Por tanto, la autoestima se forma y de desarrolla, puede decirse que se aprende, que fluctúa y que se puede mejorar. Esto fundamenta el papel de intervenciones educativas y/o programas escolares destinados a incidir sobre la misma.

Para hablar de la autoestima en la adolescencia es necesario recordar que ésta es un período de tránsito entre la posición dependiente del niño y la independencia del adulto, quien adopta actitudes que en ocasiones generan mayores conflictos en su relación con los adolescentes y por supuesto esto influye directamente en la valoración que hagan de sí mismos, por tanto, la vida familiar y el medio social y natural en que se inserta el sujeto, deben ser igualmente considerados.

Padres que no reconocen los talentos de sus hijos, profesores que castigan a los alumnos porque no demuestran capacidad en un área, grupos de amigos que dejan de lado a algunos de sus integrantes son verdaderas "fábricas" de personas que, en un futuro cercano, podrán registrar una muy baja autoestima, disminuyendo sus potencialidades como individuos creativos y capaces.

Cuando los adolescentes sienten que se les presta atención, que son respetados y que se preocupan por ellos, que se les da amor y apoyo, se sienten valorizados y que son "personas especiales", su autoestima aumenta. Cuando sienten que no son importantes o que a nadie le interesa lo que hacen, pueden tener dificultades en la toma de decisiones al hacer sus proyectos de vida, pueden sentirse disminuidos socialmente.

Una buena dosis de autoestima es uno de los recursos más valiosos de que puede disponer un adolescente. La propia vida ha demostrado que un adolescente con alta autoestima aprende más eficazmente, desarrolla relaciones mucho más gratas, está más capacitado para aprovechar las oportunidades que se le presenten para trabajar productivamente y ser autosuficiente, posee una mayor conciencia del rumbo que sigue, actúa independientemente, tolera bien la frustración, está orgulloso de sus logros, demuestra amplitud en sus emociones y sentimientos, tiene una idea de sí bastante real y ajustada, confía en sus posibilidades, suele ser apreciado entre sus amigos y obtiene buenos resultados académicos.

Y lo que es más, si el adolescente termina esta etapa de su vida con una autoestima fuerte y bien desarrollada podrá entrar en la vida adulta con buena parte de los cimientos necesarios para llevar una existencia productiva y satisfactoria.

La adolescencia es uno de los períodos más críticos para el desarrollo de la autoestima; es la etapa en la que la persona necesita hacerse con una firme identidad, es decir, saberse individuo distinto a los demás, conocer sus posibilidades, su talento y sentirse valioso como persona que avanza hacia un futuro.

Son los años en que el chico pasa de la dependencia a la independencia y a la confianza en sus propias fuerzas.

En la "crisis de identidad" el adolescente se cuestiona automáticamente, incluyendo la opinión que de sí mismo ha adquirido en el pasado. Puede rebelarse y rechazar cualquier valoración que le ofrezca otra persona, o puede encontrarse tan confuso e inseguro de sí mismo que no haga más que pedir a los demás aprobación y consejos de todo tipo. Sea cual fuere su aproximación a su nueva identidad, el adolescente pasará inevitablemente por una reorganización crítica de su manera de apreciarse con el consiguiente cambio en su autoestima.

Para el adolescente es una auténtica necesidad fraguar su identidad y sentirse bien consigo mismo. Si puede satisfacer tal necesidad a su debido tiempo podrá seguir adelante y estar listo para asumir la responsabilidad de satisfacer sus necesidades en la vida adulta.

Según Clemes y Bean (2005) La autoestima puede desarrollarse convenientemente cuando los adolescentes experimentan positivamente cuatro aspectos o condiciones bien definidas:

Vinculación: Resultado de la satisfacción que obtiene el adolescente al establecer vínculos que son importantes para él y que los demás también reconocen como importantes.

Singularidad: Resultado del conocimiento y respeto que el adolescente siente por aquellas cualidades o atributos que le hacen especial o diferente, apoyado por el respeto y la aprobación que recibe de los demás por esas cualidades.

Poder: Consecuencia de la disponibilidad de medios, de oportunidades y de capacidad en el adolescente para modificar las circunstancias de su vida de manera significativa.

Modelos o pautas: Puntos de referencia que dotan al adolescente de los ejemplos adecuados, humanos, filosóficos y prácticos, que le sirven para establecer su escala de valores, sus objetivos, ideales y modales propios.

La falta de autoestima generalmente se agudiza durante los primeros años de la adolescencia, luego mejora un poco durante los siguientes a medida que las nuevas identidades se fortalecen y enfocan. Los adolescentes que poseen baja autoestima pueden ser solitarios, torpes en su trato con otras personas y muy sensibles a las críticas sobre lo que ellos piensan son sus insuficiencias.

La adolescencia es una época en la que se ponen sobre el tapete no pocas cuestiones básicas; piénsese en la vocación, en los planes para ganarse la vida, en el matrimonio, en los principios básicos de la existencia, en la independencia de la familia y en la capacidad para relacionarse con el sexo opuesto. Y a estos aspectos hay que sumar todos aquellos conflictos de la niñez que no se hayan resuelto y que surjan de nuevo, conflictos que habrá que afrontar también.

Teniendo en cuenta las dificultades e inseguridades por las que se atraviesa en esta etapa, es totalmente necesario referirse al aspecto de las causas que pueden incidir en la baja autoestima en el adolescente.

Según Clemes y Bean (2005) Se entiende por causa de baja autoestima a todo aquello que altera la autoestima de una persona y como consecuencia daña su bienestar.

Los adolescentes con problemas de autoestima tienden a retener más la información negativa externa que perciben de sí mismos en lugar de retener la positiva, este mecanismo para detectar solo la información negativa que obtenemos de nosotros por medio de los demás puede hacernos comprender la realidad; quienes poseen baja autoestima son más propensos a tomar todo más a pecho y a ver las reacciones de los demás como un ataque personal aunque no sea así.

A menudo problemas simples y típicos de la adolescencia podrían afectar mucho a algunas personas debido a que ven truncada su necesidad de sentirse aceptados y valorados por los demás. Es habitual ver sujetos que tienen problemas de autoestima debido al acné, exceso de peso o porque una determinada persona no los tiene en consideración o cuenta con ellos.

Según los mismos autores entre las causas que originan desequilibrio en la autoestima se encuentran las siguientes:

  • La educación recibida por los padres.

  • Abusos físicos o sexuales.

  • Los traumas.

  • La apariencia física

  • Escasa valoración de sí mismo.

  • Miedo al abandono: creer (exageradamente) que dependemos necesariamente de otros.

  • Perfeccionismo: exigirnos más de lo conseguido.

  • Uso de los mecanismos de defensa: protección ante sentimientos negativos para afrontar indirectamente los problemas.

  • Negación: forma negativa de verse a sí mismo.

  • Represión: defensa contra una amenaza interna.

  • Proyección: pensar que los otros tienen el problema y no reconocer que somos nosotros.

  • Adicciones: ingerir compulsivamente sustancias que distraigan a nuestra mente de una realidad insoportable.

  • Conciencia de los propios sentimientos, necesidades y deseos: influencia de los demás sobre nuestros pensamientos y acciones.

  • Control: la necesidad de querer controlarlo todo dificulta la toma de decisiones.

  • Utilizar adjetivos negativos como tonto, estúpido, flojo.

¿Cómo influye la autoestima en el comportamiento?

Según Clemes y Bean (2005) Tendemos a comportarnos como la persona que creemos que somos, por lo que creemos que somos capaces de hacer. Por ejemplo, si nos vemos a nosotros mismos como poco sociables no nos esforzaremos en intentar relacionarnos con los demás de modo que reforzaremos esa creencia negativa al no darnos la oportunidad de hacer nuevos amigos. Dado que pensamientos, sentimientos y comportamientos se encuentran interrelacionados, y la autoestima de una persona influye en cómo se siente, cómo piensa, aprende y crea, cómo se valora, cómo se relaciona con los demás y cómo se comporta ante problemas y fracasos, porque dispone de la energía necesaria para confiar en superar los obstáculos.

Según Clemes y Bean (2005) Existen actitudes o posturas que indican la presencia de baja autoestima como son:

Autocrítica rigorista y desmesurada que la mantiene en un estado de insatisfacción consigo misma.

Hipersensibilidad a la crítica, por la que se siente exageradamente atacada, herida; echa la culpa de sus fracasos a los demás o a la situación; cultiva resentimientos pertinaces contra sus críticos.

Indecisión crónica, no por falta de información, sino por miedo exagerado a equivocarse.

Deseo innecesario de complacer, por el que no se atreve a decir NO, por miedo a desagradar y a perder la benevolencia o buena opinión del peticionario.

Perfeccionismo, autoexigencia esclavizadora de hacer "perfectamente" todo lo que intenta, que conduce a un desmoronamiento interior cuando las cosas no salen con la perfección exigida.

Culpabilidad neurótica, por la que se acusa y se condena por conductas que no siempre son objetivamente malas, exagera la magnitud de sus errores y delitos y/o los lamenta indefinidamente, sin llegar nunca a perdonarse por completo.

Hostilidad flotante, irritabilidad a flor de piel, siempre a punto de estallar aún por cosas de poca monta, propia del supercrítico a quién todo le sienta mal, todo le disgusta, todo le decepciona, nada le satisface.

Tendencias depresivas, un negativismo generalizado (todo lo ve negro: su vida, su futuro y, sobre todo, su sí mismo) y una inapetencia generalizada del gozo de vivir y de la vida misma.

1.3. La familia y la escuela como agentes mediadores en la adolescencia y su repercusión en la autoestima.

La familia es considerada como un grupo social y como una institución. Como grupo se refiere a un conjunto concreto de personas de diferente sexo y edad, vinculadas entre sí por lazos consanguíneos, jurídicos o consensuales y cuyas relaciones se caracterizan por su intimidad, solidaridad y duración.

Como institución es toda una estructura cultural de normas, valores y partes de comportamiento, organizada por la sociedad para regular la acción colectiva en torno a ciertas necesidades básicas como podrían ser la procreación, el sexo, la aceptación y seguridad afectiva entre personas, la educación de los recién nacidos e incluso, la producción y el consumo de bienes económicos. Es decir que, como institución la familia presenta funciones muy significativas y determinantes para las sociedades y los individuos. Según las Naciones Unidas (2007) la familia suele plantearse como una institución social de origen natural, basada en lazos de relación derivados del matrimonio, de la descendencia o de la adaptación y constituida (en su forma originaria o nuclear) por los padres, normalmente casados, aunque no necesariamente y sus descendientes, los hijos, unidos por lazos familiares fortalecidos por el amor y el respeto mutuo.

Por su parte González Serra (2006) ha expresado:

¨La familia se ha considerado como la institución básica de la sociedad, ya que constituye la unidad de producción y mantenimiento de la especie humana, importantísima forma de organización de la vida cotidiana personal. Para estos propósitos cumple funciones fundamentales en el desarrollo biológico, psicológico y social del hombre, y ha asegurado junto a otros grupos sociales la socialización y educación del individuo para su integración en la vida social así como la transmisión de valores culturales de generación a generación¨.

(p.56)

"La sociedad descansa en la familia, entidad llamada a garantizar la vida organizada y armónica del hombre. (Serra, 2006, p. 46)

La familia está integrada por un grupo de personas interrelacionadas entre sí, cada una de las cuales afecta y beneficia a las otras de manera profunda, y a menudo oculta. Constituye un complejo entramado de sentimientos y un constante ir y venir de la gama completa de las emociones humanas. Representa un apoyo esencial para la vida. Todos sus miembros aportan beneficios valiosos, ninguno sustituye lo que puede aportar el otro. Se distingue por la existencia de relaciones significativas de gran intensidad emocional. Con relación a ello Álvarez Sintes (2001) plantea que:

¨La familia constituye el espacio por excelencia para el desarrollo de la identidad y es el primer grupo de socialización del individuo. Le aporta a este las condiciones para un desarrollo sano de la personalidad o, en su defecto, es la principal fuente de trastornos emocionales¨

(p. 11)

Al referirse al estudio de la familia es imposible dejar de tener en cuenta a la pareja como embrión que da lugar a su surgimiento, sobre ella la Dra. Patricia Arés (2007) ha dicho:

¨es el primer eslabón más importante de cualquier familia que comienza, es la zapata del edificio que luego se va a consolidar. Comienza con el noviazgo y luego de permanecer en el tiempo va formándose en un proyecto de unión duradero que puede o no terminar en matrimonio o en una unión consensual estable¨

(p. 74)

En los tiempos actuales mucho se habla de la crisis de la familia ya que han surgido valores emergentes que tienden a sustituir los de la familia tradicional. La familia a su vez se ha diversificado en su composición, estructura y tipología. Han cambiado las formas de hacer pareja, los estilos de autoridad, las pautas de crianza, los modelos de maternidad y paternidad, las formas de convivencia. Pero nada apunta hacia la desaparición de la familia como grupo humano; por el contrario, la familia ha resistido los impactos de los cambios sociales.

La familia y los centros educativos son las dos instituciones locales más importantes con las que cuenta la civilización humana para satisfacer sus necesidades de educación así como la adquicisión y transmisión de todo el legado histórico cultural de la humanidad.

Ambas son instituciones emblemáticas de nuestra civilización y aún el hombre no ha encontrado espacios sustitutos capaces de satisfacer las necesidades que ellas garantizan.

En nuestro país la familia se reconoce estatal y jurídicamente como la célula principal del funcionamiento social y como la institución básica fundamental responsable de la educación de las nuevas generaciones, lo cual ha quedado refrendado en La Constitución de la República.

Es cierto que a la familia no se le puede normar su funcionamiento, éste queda al arbitrario íntimo de cada hogar, así como su modo de vida, estilo y procedimientos educativos, pero sí se la puede ayudar, y lo que es más importante, marchar junto a ella, no ¨ a pesar de ella¨.

Según Gilberto García en su libro ¨Compendio de Pedagogía¨ (2002) ha significado el papel de la familia al precisar:

¨Como institución social se le considera a la familia ¨ la más estable, duradera y universal de las formas culturales¨ pues a pesar de haber adoptado en su evolución y desarrollo diferentes estilos y formas organizativas ha mantenido su esencia y razón de ser para el hombre¨.

(p. 25)

Hay que señalar el efecto de influencia recíproca que se produce entre la familia y el resto de las instituciones pues por una parte, los miembros de la familia participan en ellas influyendo necesariamente en su concepción, evolución y desarrollo; a la vez dichas instituciones, es decir, la sociedad en su conjunto, influye en la familia. Y es este un rasgo esencial de esta relación que ha sido analizada por diferentes disciplinas dada su trascendencia en diferentes épocas y desde diferentes posiciones teóricas.

A la vez que institución social, la familia es un grupo primario que realiza funciones específicas necesarias para la satisfacción de las necesidades de los miembros que la integran, así como de ella misma como unidad vital de desarrollo. Realiza también una serie de funciones psicosociales sobre la base de principios de complementariedad por sus diferentes miembros, conforme a los recursos y potencialidades de cada uno de ellos y en función de los roles que le son asignados por el resto del grupo familiar en primera instancia, así como por otras instituciones del sistema social dentro del cual se encuentran insertados, es decir, los grupos de amigos, otras familias, así como otras instituciones sociales: educacionales, culturales, etc…

Según Gilberto García (2002) existen dificultades por parte de la familia para enfrentar la educación de los hijos por:

  • Incremento del tiempo destinado a cumplir la función económica.

  • Lejanía de algunos miembros durante períodos más o menos prolongados (misiones internacionalistas).

  • La mujer es la que lleva sobre sí el mayor peso de la sobrecarga doméstica, que unida a las dificultades en la prestación de los servicios, pueden traer como consecuencia la posible existencia de un clima tensionante en las relaciones familiares con el consiguiente deterioro del fondo del tiempo que se dedique a la comunicación y educación de los hijos. Esto demandará de los padres un esfuerzo especial pues la madre estará muy sobrecargada y el padre cubano en general no tiene hábitos ni habilidades desarrolladas para la comunicación y relación más estrecha con los hijos.

  • Los déficit ya identificados en la comunicación en temáticas culturales, orientación sexual de los hijos, de normas de convivencia, etc., pueden incrementarse.

  • Disminución de alternativas recreativas y culturales que pueden tender a mantener e incrementar el relativo déficit del cumplimiento de la función educativa de la familia.

Las dificultades expuestas en ocasiones se tornan más difíciles cuando se trata de la entrada de los hijos a la enseñanza media, ya que este paso coincide generalmente con el inicio de la etapa de la adolescencia, período muy peculiar en la vida del individuo, como es conocido. En este momento el ciclo de vida de la familia sigue teniendo como tarea principal la educación de los hijos, pero sobresale en esta etapa el problema del manejo de la entrada e inicio de la adolescencia, es un momento muy especial, la familia debe prepararse para ¨despedir el niño¨ e ir elaborando ¨la llegada del adolescente¨, proceso que despierta no pocas angustias y ansiedades en todo padre.

En este momento la familia debe enfrentar serias demandas de independencia por parte del hijo, nunca sentidas con tanta intensidad como hasta ahora. Estas demandas requieren de mucha sabiduría y atención para evitar la conocida ¨crisis de la adolescencia¨ y ponerla a salvo de posibles disfunciones propias de estas circunstancias.

La forma en que se haya desarrollado la dinámica familiar en las etapas anteriores, va a determinar en gran medida las características de la presente. El establecimiento adecuado de los límites en el hogar, la definición de la autoridad, de los espacios físicos y psíquicos, así como la flexibilidad en las relaciones y en los límites, determinarán en gran medida cómo se desarrollará esta etapa y el adolescente como uno de sus principales protagonistas.

Como se sabe, los adolescentes prefieren que no se interfiera en los diferentes espacios en que se desenvuelve, exigen mucho respeto a su privacidad y prefieren delimitar claramente los límites a estos espacios físicos y psicológicos. Esto obliga a muchos padres a ejercer un control discreto y a distancia sobre ellos. Otros se desentienden de los asuntos de su hijo en alguna medida y otros lo hacen por completo.

El adulto ya no actúa como mediador con la intensidad que lo hacía en los primeros grados pues el adolescente ha alcanzado un validismo que le hace ser más independiente, lo que limita su dependencia desde el punto de vista económico y material de la familia.

En su libro ¨Compendio de pedagogía¨ (2002) Gilberto García plantea que las manifestaciones de la familia con respecto a la actividad escolar del adolescente son:

  • Se denota un menor control e interés por la vida escolar de los hijos, con posibles diferencias a tomar en cuenta entre niñas y varones.

  • Disminuyen notablemente las visitas y otros contactos de los padres con la escuela.

  • Se observan notables cambios desfavorables en las opiniones mutuas entre padres y maestros, sobre todo de los profesores hacia los padres.

La educación familiar es la base de la autoestima de las personas. Las pautas culturales y sociales que en ella se establezcan influirán sustancialmente en la actitud y la conducta que van a mantener los hijos en la sociedad. Es como que se estructurara un modelo social, que por supuesto va cambiando, pero que en definitiva marcará, en gran medida, los derroteros de la vida del sujeto. Pero no siempre los modelos que se brindan son efectivos, los estilos que se asumen son inadecuados y entorpecen las buenas relaciones familiares, obstruyen la comunicación, la convivencia se torna tensa y desagradable, las exigencias son desmedidas y las presiones desequilibran los estados afectivos.

En Cuba el nivel educacional alcanzado, unido a la difusión de programas educativos, ha permitido que los padres conozcan "lo que se debe" y " lo que no se debe", pero les cuesta trabajo poner en práctica los conocimientos porque otro cúmulo de tensiones y ansiedades entran a ser un obstáculo en su actuar y porque se tiene asignado un rol cultural de madre-padre-familia que dista mucho de ser efectivo en la sociedad cubana actual después de haber vivido un proceso de profundas transformaciones revolucionarias que convocan a la familia a nuevos modelos de relación y pautas educativas.

La actuación cotidiana relacionada con los hijos y sus actividades también está determinada grandemente, no solo por conocimientos, sino por los propios sacrificios que demanda la educación que movilizan muchas tensiones negativas, que conducen a los padres en ocasiones a ¨salirse del paso¨, a subir el tono de voz, a hacer cosas de las cuales a veces se arrepienten y se sienten culpables.

Ser padre, evidentemente, no es tarea fácil, más si se tiene en cuenta que para ello no se pasa escuela, ni universidad, ni nadie se gradúa. Se aprende transitando el camino, a veces con inseguridades, probando, valorando aquellos estilos que permiten buenos resultados y los que no, teniendo en cuenta lo que nuestros propios padres hicieron con nosotros, no haciendo aquello que en la infancia se recuerda que nos hizo sufrir demasiado, escuchando recomendaciones de otros padres y, al final de cuentas, tratando de obtener la mejores experiencias para la vida familiar.

Sin embargo, por difícil que sea la tarea, de lo que se debe tomar clara conciencia es del deber social que se asume cuando se llega a la maternidad o la paternidad, una vez que se conciben los hijos, nada ni nadie exonera de la responsabilidad de ayudarlos a crecer, aunque esto cause ansiedades. Lo único que los hijos no perdonan nunca es el rechazo y el abandono.

El desempeño de los roles de padre y madre está dirigido a cumplir con la demanda social de educar adecuadamente, de preparar a los hijos para la vida, pero no siempre se cumple de esa forma.

No son pocos los casos en que la llegada a la adolescencia de un miembro de la familia es considerada una crisis familiar normativa o ligada al ciclo vital de esta. Los cambios y transformaciones que se dan en el adolescente tienen implicaciones en el sistema familiar, y a la vez están impregnados de las pautas y normas de convivencia que se han desarrollado desde la más temprana infancia en el seno de la familia. El ambiente familiar dotado de una atmósfera de aceptación y afecto propicia la seguridad y confianza básica, tan necesaria en la adolescencia.

Los padres constituyen los mediatizadores por excelencia del proceso educativo y de la apropiación de la cultura de las nuevas generaciones. De ahí la importancia de prepararse para desempeñar este papel, justo en las condiciones difíciles, cambiantes y contradictorias que se dan en la adolescencia.

El contexto psicológico familiar de un adolescente debe acomodarse a los cambios de humor, a las ideas aparentemente irracionales, a conductas a veces extrañas, al nuevo vocabulario y a los nuevos vínculos sociales (amigos y pareja). Todas estas situaciones surgen al tiempo que el adolescente pone en juego su poder, autonomía, dependencia o independencia. Es necesario actuar de manera que permita conservar la dignidad del adolescente, estimular su sentido de autoestima y brindarle lineamientos útiles que posibiliten una mayor madurez social.

Cuando las normas familiares son flexibles, y se producen cambios en los códigos de comunicación entre padres y adolescentes, los padres toman conciencia también de su nueva situación sin rigidez, competitividad, rivalidad, ni temor, además de mantener una actitud comprensiva, comunicativa y amorosa. Entonces esta etapa puede ser una experiencia enriquecedora para toda la familia.

En ocasiones la mayoría de los adolescentes que presentan dificultades en su autoestima proceden de familias incompletas, en sus hogares son frecuentes las riñas, donde se muestra poca tolerancia a la frustración, en los que la violencia verbal y física está presente, en los que las amenazas y los castigos son los métodos comunes, en los que predominan conductas antisociales y falta de dominio. Por otra parte, podemos encontrar conductas de sobreprotección, de rigidez, falta de afecto, agresividad o rechazo, la ausencia real o no de la figura paterna.

Según Zaldívar (2007) Hay condiciones que propician un desarrollo positivo de la autoestima en niños y adolescentes y es deber de los padres, en primer lugar, inculcar a sus hijos:

  • 1. El mantenimiento de vínculos satisfactorios con personas que resultan importantes para el sujeto, y que a su vez también reconocen como importante sus vínculos con él.

  • 2. Ser respetado y aceptado en su singularidad como individuo único e irrepetible.

  • 3. Facilitarle el ejercicio de la toma de sus propias decisiones en lo que compete a su vida.

  • 4. Propiciarle modelos y pautas que le sirvan de referencia para desplegar una identidad que sirva de base a su autoestima.

(p. 4)

Si lo anterior se cumple, estaremos posibilitando que nuestros hijos puedan ser personas que vivan una existencia satisfactoria y productiva, con adecuada autoestima y bienestar psicológico.

Por su parte la escuela constituye el eslabón primario de toda la institución educacional, tiene el encargo social de centralizar y dirigir las influencias educativas intencionales que caracterizan sus funciones de carácter profesional y especializado dentro de la formación de la personalidad de niños, adolescentes y jóvenes, que puede incluso extenderse directa o indirectamente a los adultos y a la comunidad.

Para Pablo Hernández (2001)

¨la escuela constituye una comunidad educativa encargada de impartir la educación sistemática, donde las influencias educativas asumen un carácter ordenado, encaminadas a la preparación del sujeto para el cumplimiento de roles y funciones sociales. En este sentido la escuela se convierte en una salvaguarda de la cultura nacional y de los valores más esenciales, que ella se encarga de transmitir y desarrollar en los adolescentes.

(p. 86)

En el texto ¨Introducción a la sociología de la Educación¨ de Antonio Blanco (2001) se pone de manifiesto que la importancia de la escuela dentro del proceso de educación del individuo reside en que sus influencias se producen en la etapa de la vida caracterizada por la máxima receptividad y plasticidad del sujeto. Dichas influencias, realizadas de manera sistemática por un personal especialmente preparado para ello cuentan, además, con el auxilio de técnicas, procedimientos y medios adecuados a sus fines. Semejantes ventajas han sido en muchos casos el argumento básico para suponer que la escuela puede sustituir las influencias nocivas o contraproducentes de otros agentes socializadores, cuestión que por supuesto es sumamente discutible.

La escuela como institución se caracteriza por una estructura de roles, normas y valores propios. Su misión es educar, transmitir valores, lo cual le imprime un sello distintivo a esta institución y la diferencia de otras, principalmente por la misión que le asigna la sociedad.

Si en la escuela al igual que en el hogar los códigos de comunicación contemplan gritos, insultos, lenguaje vulgar, se está enseñando a los alumnos, a la generación más joven, patrones comportamentales difíciles de cambiar por lo tanto es importante que los métodos que se empleen en la escuela sean para beneficiar al alumno y no para perjudicarlo ya que el mismo es muy receptivo con respecto a lo que le rodea.

Según Lourdes Ibarra (2008) la escuela no es solo el espacio donde se enseña y se aprende sino también un ámbito de convivencia de profesores y alumnos, en el que se promueven y desarrollan los valores de los alumnos. Además representa un espacio irrepetible de experiencias en la conformación de la subjetividad del alumno. Representa un ámbito de aprendizaje de cómo convivir en sociedad, compartir con otros coetáneos y adultos, contener sus deseos de hacer lo que quieren porque no son los únicos y escuchar opiniones divergentes. Es un aprendizaje difícil y complejo.

En la escuela se producen conflictos y se traen tensiones generales de otros ambientes sociales; se ayuda a interpretar la realidad ya comprender su entorno; y a profundizar en lo aprendido por otras vías informales (amigos, televisión, comentarios y conversaciones en la calle, la música)

La diversidad de influjos estimula el desarrollo psicológico del adolescente, sin embargo, la escuela juega un rol protagónico después de la familia. Existen diferentes contextos educativos que intervienen directamente, aunque no siempre en el sentido de la continuidad y complementariedad necesaria para el crecimiento armónico de la personalidad.

Por otra parte maestros y padres, desde sus propias perspectivas, tienen una inmensa tarea: construir puentes para que el adolescente no se sienta desorientado, no pierda el camino bajo el bombardeo de mensajes y propuestas, algunos deslumbrantes y enajenantes, y que reconozcan puntos de convergencia entre la escuela y los demás agentes educativos.

Según la misma autora existen semejanzas entre los contextos educativos de la escuela y de la familia como son:

  • Pertenencia a una misma cultura.

  • Comparten objetivos generales en término de un código moral, normas de conducta y capacidades deseables.

  • Coinciden en la misión educativa de promover el desarrollo integral de los hijos, hembras y varones.

  • Asumen la función de cuidar y proteger a la joven generación.

A pesar de estas semejanzas, existen diferencias entre ambas instituciones que sesgan la interacción. Los elementos que marcan la diferencia son las funciones, la organización espacio – temporal y los participantes.

La escuela es una organización laboral que se caracteriza por su carácter organizativo burocrático, por un sistema de roles desempeñado por profesores y alumnos que se diferencian de las relaciones interpersonales del espacio familiar.

Dentro del sistema de actividades en la escuela las mismas son diseñadas y planificadas en función de los objetivos educativos. Tienen un carácter simbólico, fragmentadas y no integradoras entre si ni del conocimiento académico ni de la realidad. Aparecen distantes de las necesidades e intereses actuales del adolescente y frecuentemente son menos gratificantes.

En el texto ¨Psicología y educación: una relación necesaria¨ de Lourdes Ibarra (2008) se pone de manifiesto que dentro del sistema de relaciones en la escuela la interacción de los maestros con cada alumno es numéricamente menor aunque favorece el aprendizaje social y las normas de convivencia de grupo. Los alumnos suelen manifestarse con mayor independencia y requieren menor nivel de ayuda instrumental que en la familia.

En cuanto a la comunicación y el aprendizaje en la escuela son por el intercambio verbal. La comunicación verbal amplía el vocabulario del alumno, la estructura del discurso difiere del lenguaje empleado en la familia.

En la escuela los aspectos intelectuales y afectivos no siempre se funden, ni la enseñanza se personaliza. El componente afectivo no se enfatiza como el cognitivo, como sucede en la familia.

En el caso de las concepciones sobre la educación y el desarrollo, en la escuela los maestros constituyen un personal especializado, calificado en educación. Mantienen actualizado su formación teórica y experimentan cambios en sus valores y creencias acerca de estos temas. Acumulan una rica experiencia a través de la interacción con alumnos diferentes. El desempeño de los roles de maestros y padres configuran una percepción sobre la educación y el desarrollo e influye en la interacción con los hijos/alumnos.

Los adolescentes permanecen más tiempo en la escuela que en cualquier ámbito, por lo que como escenario social es una agencia de socialización y convivencia en que las etapas del desarrollo humano se asocian con el tránsito a través de los diferentes niveles de enseñanza que en ella se cursan. Cada nivel impone distintos grados de exigencia y complejidad a los niños, adolescentes, jóvenes y adultos que se ven sometidos a cambios frecuentes.

En la escuela primaria como tendencia los estudiantes se identifican con un maestro, representa una figura de actualidad quien interactúa directamente con los escolares. En las enseñanzas superiores la situación cambia porque hay un profesor para cada materia, con menor cantidad de interacciones y centradas en la transmisión de conocimientos.

En la transición de la escuela primaria a la escuela secundaria los adolescentes se sienten confundidos, su autoestima se ¨tambalea¨ y sus calificaciones pueden bajar un poco con respecto a los resultados obtenidos en la primaria; la motivación hacia el estudio, su participación e interés en actividades escolares también decrecen. Los adolescentes pueden sentirse inseguros frente a los cambios que sufren, se sienten vulnerables, quizás prefieren involucrarse lo menos posible y pasar inadvertidos. Si estos ajustes se vinculan a situaciones complejas en el escenario familiar, como divorcio de los padres, mudarse de domicilio, enfermedad o muerte de familiares, pueden ser más difíciles.

En la escuela secundaria cada vez es mayor la presión de los amigos, la influencia de los otros se acrecienta, esto hace que ellos necesiten información y consejos de los expertos. En este caso para los estilos, gustos y relaciones de pareja, los amigos son los expertos.

Es necesario retomar que la personalidad se forma y se desarrolla no solo bajo la influencia de acciones dirigidas hacia una finalidad del sistema educacional en la escuela, sino también y de manera esencial, en un amplio contexto social, puesto que el sujeto vive en una sociedad.

Refiriéndose a esto, Juan Delval (1999) en su libro ¨Los fines de la educación¨ plantea que, ¨la educación es un fenómeno amplio y complejo que es realizado por diferentes factores: padres, adultos en general, maestros, medios de comunicación, instituciones sociales en definitiva que toda la sociedad educa¨. (p. 23)

Entendido en su sentido más amplio, Delval (1999), hace coincidir en cierta medida socialización con educación, pues para él la educación no es más que la interiorización de las conductas, actitudes y valores necesarios para participar en la vida social.

Se considera que el criterio que debe primar en todas las instituciones socializadoras, entre ellas la escuela, para la formación de las nuevas generaciones, es el crear una actitud activa y transformadora ante las dificultades que se presentan en la vida social, es decir, formar personalidades que puedan plantearse y lograr objetivos que respondan al perfeccionismo y demandas de la sociedad en que se desenvuelvan. Es hacer el trabajo educativo de forma concreta, dirigido más directamente a la esfera motivacional individual de modo que posea significación inmediata para la personalidad.

Si se parte de que la formación del hombre depende de la educación que recibe, es determinante entonces establecer la diferencia entre la educación más general y la educación como un proceso planificado, organizado y dirigido, que se lleva a cabo fundamentalmente en la escuela y que persigue un fin único.

En la medida que se prepare mejor al educando, que las actividades que realice alcance mayor significación social, estará en mejores condiciones para enfrentarse a las influencias espontáneas negativas del medio.

El trabajo educacional exige búsqueda de formas superiores de organización de la actividad de los educandos y de las influencias que están presentes en su formación, en correspondencia con las necesidades del desarrollo social. Este está condicionado desde las edades más tempranas por el modo de vida en el que cada individuo esté inmerso lo que lo hace interiorizar normas, valores, actitudes, los rasgos del carácter, convicciones y la moral que demanda la sociedad en que vive.

Para ello, es necesario logar que los alumnos aprendan a proponerse objetivos socialmente valiosos, tomar decisiones adecuadas y oportunas para alcanzarlos y ser capaces de autocontrolar su realización. Esto implica formar en ellos cualidades de la personalidad mediante la interiorización de una jerarquía de valores positivos como motor impulsor para que deseen y necesiten comportarse correctamente y actúen en correspondencia con lo que piensen y sienten.

Esto solo se puede lograr si el modo de vida familiar y escolar crean situaciones que propicien sistemáticamente la vivencia de conductas adecuadas, en correspondencia con lo que se dice, lo que es capaz de experimentar en su vida cotidiana y los ejemplos que les brindan los adultos en general.

Es necesario tener presente que cada individuo aprende a dirigir su conducta, como resultado de su participación activa y consciente en diferentes situaciones, lo que permite al educador poder orientar el proceso de formación de la personalidad; de lo contrario se deja a que se forme espontáneamente, quedando el educando a merced de múltiples influencias contradictorias que lo llevan por el método de ensayo y error, a desarrollar actitudes, conductas y valores muchas veces opuestas a lo que deseamos lograr.

Resulta difícil percibir externamente lo alcanzado en el educando, es complejo comprobar y valorar en períodos cortos, el desarrollo de las cualidades de la personalidad.

Esto no es posible de medir con un simple cuestionario, un dictado, o una pregunta en clase, sino que requiere de otras vías, como es el estudio integral e individual de los alumnos, el penetrar en su mundo interno, y buscar en todo momento las causas que originan conductas inadecuadas. El nivel de desarrollo alcanzado se pone de manifiesto, mediante la aplicación en la vida práctica de los conocimientos, las habilidades y los hábitos de conducta, por las actitudes que asume en diferentes situaciones por el sistema de valores, motivos y necesidades que condicionan su conducta, y sus puntos de vista ante la vida. El proceso educativo está dirigido hacia el futuro, por lo que las tares y el contenido de éstas tienen que proyectarse en base a la determinación de objetivos que estén en concordancia con las tendencias del desarrollo social, de forma tal que cada generación sea capaz de aventajar el nivel de desarrollo alcanzado de la etapa en que vive.

Para Vigotsky (1987) el papel que desempeñan los agentes sociales mediadores del aprendizaje individual y grupal adquiere gran importancia, lo que puede extenderse, de los maestros y padres, a los medios masivos de comunicación e instituciones sociales, entre otros posibles.

De igual manera que el maestro debe cumplir una función de transmisión de normas, pautas, valores y ¨ conocimientos¨ ya hechos, todos los demás agentes sociales deberían propiciar espacios de reflexión, más que de asimilación pasiva, de generación creativa más que de reproductiva, de diálogo para la concertación de puntos de vista diferentes y de aportación de diversas alternativas a la solución de los problemas sociales y de desarrollo de las personas.

A la escuela, le corresponde desempeñar un papel determinante en la formación de valores; para ello es necesario efectuar transformaciones en el trabajo educativo; por lo que resulta fundamental que este se oriente de forma tal que permita potenciar en cada estudiante, aquellos aspectos que le permitan conocer de una manera más significativa, el momento histórico que vive.

Según D´ Ángelo (2000) en su libro ¨Sociedad y educación para el desarrollo Humano¨ pone de manifiesto que resulta necesario que el maestro, con su ejemplo personal y su conducta diaria, se convierta en un modelo a imitar, cuando de adolescentes se trate, pero no siempre es imitado o tomado como patrón a seguir, por lo general es objeto de una crítica a veces despiadada por parte de sus alumnos; sin embargo cuando logra una relación y comunicación lo suficientemente afectiva y efectiva, se convierte en un modelo también positivo.

El valor es algo muy ligado a la propia existencia de la persona, que afecta a su conducta, configura y modela sus ideas y condiciona sus sentimientos, actitudes y sus modos de actuar. Es el significado social que se le atribuye a objetos y fenómenos de la realidad en una sociedad dada, en el proceso de la actividad práctica en unas relaciones sociales concretas.

Además del componente cognoscitivo, resulta necesario trabajar a la par el afectivo, ya que este componente es el que abarca la relación personal con el valor. Es necesario que por ellos mismos lleguen a la valoración de lo importante, útil, agradable, bueno, etc. que resulta lo que hacen, para qué y por qué lo hacen.

¿Cómo entonces educar y formar valores? : Mediante la persuasión, y la participación consciente y activa del sujeto en su propia formación. Donde la realización de toda actividad tenga un significado para sí. Este proceso se facilita mediante una relación interpersonal comprometida, en una comunicación que se caracterice por un diálogo abierto y franco, donde se comporta con autenticidad y congruencia las experiencias y conocimientos de cada uno.

Es además la confianza y el respeto hacia el otro, tomando en consideración, que los otros son parte de nosotros mismos, de la sociedad que es donde se realizan los valores, cobrando significado único y pleno.

Los maestros, para poder ejercer una influencia más directa en sus alumnos, tienen que estar preparados para profundizar e indagar en cuales son las necesidades, intereses e inquietudes de estos; qué es lo que les preocupa; qué aspectos de la vida son los que más le interesan y tratar de canalizarlos directa o indirectamente.

Los educadores no deben perder la oportunidad e utilizar todas las formas y posibilidades de activación de las mentes y de los corazones de sus alumnos como son: las conversaciones individuales y colectivas; el debate grupal, donde tengan que fundamentar y defender sus puntos de vista y decisiones; la realización de tareas que respondan a un objetivo común; de trazar metas alcanzables a veces con un poco más de esfuerzo para algunos; de valorar y analizar en el momento oportuno el por qué y para qué se efectúan las diferentes actividades, qué obtuvo éxito y qué no,.

En ocasiones alumnos con dificultades, como en este caso con baja autoestima están expuestos a la inconsistencia en los métodos educativos, relaciones de doble lazo, actitudes ambivalentes, falta de consecuencia, es decir, en dependencia del estado de ánimo se toman las decisiones.

Como consecuencia se puede encontrar que esos alumnos no logren un ajuste satisfactorio y un lugar en el grupo de coetáneos, por lo que tratarán de buscar una de las cuatro metas siguientes:

  • Atención

  • Poder

  • Venganza

  • Manifestación de inferioridad

Por su parte Silvia Colunga (2000) pone como ejemplo condiciones educativas favorables para un buen desarrollo de la autoestima como son:

  • Un modelo de padres y educadores caracterizado por una autoestima elevada.

  • Estilo educativo orientado más al éxito que al fracaso.

  • Creencia en el potencial de las personas. Expectativas favorables relativas al educando.

  • Disciplina y control, sin amenazas ni exposición al ridículo.

  • Propiciar libertad de elección y libertad para cometer errores.

  • Respeto a la individualidad y autenticidad de cada ser humano.

  • Asertividad, empatía. Saber escuchar. Mostrar atención e interés por la persona. Dialogicidad.

  • Uso de elogios, estímulos, exhortaciones.

  • Reto. Proponer metas altas, pero alcanzables.

Al mismo tiempo que existen influencias educativas nocivas para el desarrollo de la autoestima:

  • Ambientes educativos permisivos, rechazantes, rígidos, sobreprotectores, inconscientes.

  • Educación culpabilizante.

  • Expectativas negativas, pesimismo, desconfianza.

  • Uso excesivo de sanciones y castigos. Exceso de prohibiciones y regaños. Crítica inobjetiva.

  • Favoritismo. Uso de etiquetas. Comparaciones.

  • Sarcasmo, burla, ironía.

  • Posesividad, limitación del espacio individual, carácter dogmático de las reglas, estilos ¨aplastadores de ideas.

  • Énfasis en el cultivo de cualidades para gustar a los otros.

  • Cultivo de la obediencia robótica más que de la responsabilidad.

CAPITULO II

Diseño metodológico y análisis de los resultados

En este capítulo se expresan el diseño metodológico que sustenta la investigación, y el análisis de los resultados de los métodos y técnicas aplicadas para caracterizar el comportamiento de los adolescentes en las áreas personal, familiar y escolar.

2.1- Diseño metodológico.

En esta investigación se realizó un estudio descriptivo transversal para caracterizar al adolescente con baja autoestima en las áreas personal, familiar y escolar. Se llevó a cabo en la Escuela Secundaria Básica "Javier de la Vega Basulto " del municipio de Camagüey, en el período de enero hasta abril de 2010.

Universo y Muestra.

El universo estuvo conformado por 32 alumnos de noveno grado con autoestima baja de la Escuela Secundaria Básica Javier de la Vega Basulto, incluidos en el banco de problemas y seleccionados por los profesores-guías.

La muestra final quedó integrada por 10 alumnos, los cuales fueron seleccionados luego de aplicar la Escala de Autoestima de Coopersmith y realizar una entrevista a los 32 propuestos por los profesores-guías. El procedimiento utilizado permite afirmar que es una muestra intencional pura, no probabilística según los siguientes criterios de inclusión.

Criterios de inclusión.

Consentimiento informado.

Noveno grado.

Autoestima baja, previamente avalada por la aplicación de la Escala de Autoestima de Coopersmith y la entrevista.

Para el estudio se definieron las variables según las áreas personal, familiar y escolar.

Variables

Área personal

  • Estado de salud físico – psicológico.

  • Relaciones con los coetáneos.

Área familiar

  • Tipo de familia y relaciones familiares.

  • Métodos y estilos educativos.

  • Relaciones de los familiares con el adolescente.

Área escolar

  • Rendimiento académico.

  • Dificultades en el aprendizaje.

  • Relaciones con los profesores.

Métodos empíricos y técnicas.

La entrevista: Es una conversación que sostiene una persona con otra u otras con un propósito determinado, es un medio de comunicación en el que se manifiestan diferentes elementos: la palabra hablada, los ademanes, las expresiones, las inflexiones de la voz, entre otros.

Los objetivos esenciales de la entrevista son los siguientes:

– Obtener información relacionada con el tema que se investiga.

– Suministrar información relacionada con el tema que se investiga

– Orientar y persuadir al sujeto hacia la necesidad de modificar su conducta

Esta técnica es una de las más utilizadas en todas las ramas y especialidades de la sociedad por ser uno de los medios más directos de llegar a los objetivos que se desean y además porque está basada en uno de los aspectos más importantes del desarrollo de la sociedad que son las relaciones humanas. Esto la convierte en una técnica compleja, que requiere el cumplimiento de principios y normas durante su realización.

En esta investigación se utilizó el tipo de entrevista estructurada con el propósito de obtener información sobre los aspectos referidos al comportamiento de los adolescentes con baja autoestima. Fue elaborada por las autoras y realizada de forma individual a profesores, estudiantes y padres, por lo que se confeccionaron tres cuestionarios (Anexos # 3, 4 y 5)

Inventario de autoestima:

Este cuestionario fue elaborado por Stanley Coopersmith a partir de estudios realizados en el área de la autoestima. Tiene como objetivo conocer el nivel de autoestima de los individuos y está conformado por 25 proposiciones (ítems) donde el sujeto debe responder de manera afirmativa o negativa. (Anexo # 6)

Calificación: Se califica otorgando 1 punto en aquellos ítems que están redactados en sentido positivo y a los cuales el sujeto responde afirmativamente, estos ítems son: 1, 4, 5, 8, 9, 14, 19, 20. Cuando el sujeto contesta "no" en alguno de ellos, se le da 0 en la puntuación de ese ítem. Cuando el sujeto contesta "no" en alguno de los restantes ítems se le asigna 1 punto. Al final son sumados estos puntajes obteniéndose una puntuación total.

Este resultado se interpreta a partir de una norma de percentiles confeccionada para clasificar a los sujetos en función de tres niveles:

Nivel alto de autoestima: Los sujetos que se clasifican en este nivel alcanzan un puntaje entre 19 y 24 puntos. Los mismos obtienen puntos en la mayoría de los ítems que indagan felicidad, eficiencia, confianza en sí mismo, autonomía, estabilidad emocional, relaciones interpersonales favorables, expresando una conducta desinhibida en grupo, sin centrarse en sí mismos ni en sus propios problemas.

Nivel medio de autoestima: Los sujetos que se clasifican en este nivel son los que puntúan entre 13 y 18 puntos. Los que presentan características de los niveles alto y bajo, sin que exista predominio de un nivel sobre otro.

Nivel bajo de autoestima: Los sujetos que se ubican en este grupo alcanzan un puntaje inferior a 12 puntos. Obtienen pocos puntos en los ítems que indican una adecuada autoestima y que fueron descritos anteriormente. En este sentido los sujetos de este nivel se perciben infelices, inseguros, centrados en sí mismos y en sus problemas particulares, temerosos de expresarse en grupos, donde su estado emocional depende de los valores y exigencias externas.

Se aplicó con el objetivo de conocer el nivel de autoestima de los adolescentes que conformaron el universo y determinar la muestra de estudio.

Inventario de Problemas Juveniles: Técnica proyectiva destinada a la búsqueda de peculiaridades de la población infanto – juvenil. Tiene como objetivo conocer la valoración individual que el sujeto hace de sí mismo y acerca de los diferentes contextos que le rodean, incluyendo su estilo de interrelación social y sus modos habituales de enfrentamiento. (Anexo # 7)

La observación: Es una forma de recoger información que generalmente se lleva a cabo en el contexto natural donde tienen lugar los acontecimientos. El investigador observa lo acontecido, lo registra y después analiza la información y elabora unas conclusiones sobre la base de los principios de la constancia, el control y la orientación.

Como método científico es una percepción atenta, racional, planificada y sistémica, de los fenómenos relacionados con los objetivos de la investigación, en sus condiciones naturales, habituales, es decir, sin provocarlos, con vistas a ofrecer una explicación científica de la naturaleza interna de estos.

Se realizó con el objetivo de observar la conducta de adolescentes y padres y sus relaciones en diferentes actividades dentro del hogar y la escuela. La guía de observación utilizada fue elaborada por las autoras para los efectos de esta investigación. (Anexo # 2)

Procedimientos estadísticos.

Se trabajó para la dimensión descriptiva con test de frecuencias y porcientos.

2.2- Análisis de los resultados.

En la fase inicial de la investigación se realizó una entrevista individual a los profesores-guías de los adolescentes de noveno grado de la escuela donde se realizó el estudio con el objetivo de obtener la información sobre los adolescentes considerados por ellos con baja autoestima, identificados en el banco de problemas del centro.

Conociendo ya específicamente los adolescentes con los cuales se iba a trabajar se les realizó la entrevista estructurada individual combinada con la observación directa en diferentes actividades, tanto en la escuela como en el hogar. De igual forma se les realizó una entrevista a los padres para conocer el comportamiento de estos adolescentes en su hogar, así como también corroborar lo planteado por los mismos en su entrevista.

En otro momento se les aplicó a los referidos adolescentes la Escala de autoestima de Coopersmith para conocer su nivel de autoestima y a partir de allí comenzar la selección de la muestra.

Por último se procedió a aplicar la técnica Inventario de Problemas Juveniles (IPJ) con la intención de encontrar los problemas que están afectando a estos adolescentes en su estado físico, las relaciones con los coetáneos, con la escuela, su autovaloración, las relaciones con la familia.

La observación directa se utilizó con el propósito de obtener información primaria acerca de los adolescentes y sus relaciones con padres y profesores.

Los métodos y las técnicas aplicadas aportaron los siguientes resultados a partir de las variables declaradas en cada área estudiada:

Área personal

Existen 5 estudiantes (50%) que tienen seguridad en la realización de las técnicas ya que presentaron desenvolvimiento, independencia en la aplicación de las mismas, no le preguntaron a nadie qué debían responder y 5 (50%) que tienen inseguridad, lo cual se pudo comprobar mediante la observación debido a su constante dependencia de sus compañeros o de las investigadoras, para poder responder cada pregunta.

Durante la entrevista a los profesores-guías se les pregunta como se manifiesta el estado psicológico de estos adolescentes, donde hay coincidencia por parte de los 5 profesores (100%) al decir que prevalece el sentimiento de soledad, necesidad de apoyo y la necesidad de afecto paterno, sentimientos de inferioridad, en ocasiones están llorando o aislados todo el tiempo .

La entrevista a los adolescentes fue realizada a toda la muestra y en ella se constató que al preguntarles lo que opinan de sí mismos 7 estudiantes (70%) se subvaloran porque se sienten inferiores a sus compañeros y 3 (30%) se autovaloran adecuadamente ya que no se sienten mal ni inferiores con respecto a los demás y están conscientes de sus virtudes y deficiencias y plantean que así se sienten bien.

Al preguntarles si sabían lo que era la autoestima 8 (80%) no supieron decir nada al respecto y 2 estudiantes (20%) se esforzaron por tratar de decir que era y en que consistía, como por ejemplo plantearon que era estar contentos con ellos mismos, que era estar orgullosos de lo que hacían, no sentirse menos que los demás. Al preguntarles qué les gustaba sobre ellos mismos los 10 estudiantes (100%) centraron sus respuestas en lo buenos que eran con sus hermanos menores, primos u otros familiares pequeños, también los 8 (80%) varones de la muestra hablaron sobre su físico y potencialidades para la realización de actividades físicas o deportivas.

Cuando se les preguntó si querían parecerse a alguien en específico, 2 estudiantes (20%) mencionaron al padre, debido a que como son médicos salvan vidas; 1 (10%) al hermano mayor porque es piloto y muy inteligente, y 1 (10%) a la madre porque es abogada y siempre está trabajando, el resto 6 estudiantes (60%) no mencionaron a nadie.

Al indagar si existía algo que quisieran cambiar en ellos, los 10 estudiantes (100%) mencionaron aspectos relacionados con la interrelación con sus compañeros de aula y comunidad; 4 (40%) ganar en seguridad y autoconfianza; además 3 estudiantes (30%) poder expresar lo que sentían, tanto en clases como con sus familiares y con el sexo contrario; 3 adolescentes (30%) no refieren nada.

Al preguntarles si había sucedido algo que les había hecho sentir muy tristes o molestos por mucho tiempo 3 estudiantes (30%) hicieron referencia a la muerte de un miembro de la familia: madre, padre y abuelo; 1 (10%) mencionó el hecho de que la madre estuvo presa cuando ella era pequeña y tuvo que comenzar a vivir con su papá. El resto de los estudiantes 6 (60%) no mencionan ningún hecho de este tipo.

Cuando se les preguntó cómo reaccionan ante las discusiones 10 (100%) dicen que a ellos no les gusta discutir por nada, que no vale la pena, porque casi siempre la otra persona tiene la razón. En el caso de discusiones en la casa 4 estudiantes (40%) dicen que se van y demoran bastante en regresar, incluso uno de ellos expresa que cuando esto ocurre duerme en casa de su abuela, para no tener problemas con su padrastro.

Al preguntarles que es lo que más les gustaba hacer, 4 estudiantes (40%) dicen que no hacer nada, estar solos, oír música o ver TV; 2 (20%) que jugar en la computadora o videos juegos; 1 (10%) que ayudar a un familiar en la mecánica y 3 (30%) dicen que pintar o pasear respectivamente. Lo cual se pudo corroborar en la entrevista realizada a los mismos.

Cuando se les preguntó por los temores, 1 (10%) expresó que a la muerte, 2 (20%) que a la oscuridad, 1 (10%) a la madrastra y el resto 6 estudiantes (60%) que a la soledad.

Las relaciones con los coetáneos en cuanto a la observación se comportaron de la siguiente forma: en 3 estudiantes (30%) existe una comunicación fluida, ya que se pudo observar el entendimiento satisfactorio entre ellos, en 7 (70%), la misma se comporta de manera contraria, ya que mediante la observación se comprueban las manifestaciones comportamentales, como son el aislamiento entre ellos, discusiones constantemente, a veces se dan golpes, lo cual también se comprobó por lo planteado por los profesores-guías.

Se pudo comprobar en el Inventario de Problemas Juveniles (IPJ) y en la observación que existen 7 adolescentes (70%) con sentimientos de subvaloración, ya que plantean expresiones avaladas en los ítems de la técnica como son ¨no soy popular entre amigas y amigos¨, ¨creo que no soy tan listo como otras personas¨, ¨creo que soy diferente a los demás muchachos¨; 5 (50%) presentan desmotivación general, necesidad de apoyo y comprensión, timidez, inseguridad, aislamiento, negativismo, lo que se puede corroborar con la respuesta de los mismos en ítems como: ¨a menudo me siento solo¨, ¨no tengo confianza o seguridad en mi mismo¨, ¨siento que no me quieren¨ , ¨todo me sale mal¨. También aparecen 8 (80%) con preocupación acerca de su estado físico, lo cual es plasmado en ítems como: ¨tengo algún defecto físico que me incapacita¨, ¨me preocupa mi salud¨, ¨me siento sin ánimo o energía¨ ; en 5 (50%) se denota la impulsividad, ya que plantean que se alteran fácilmente ; 2 (20%) refleja evasión sobre las demás esferas exploradas y necesidad de afecto materno. Se pudo encontrar además que existen 5 adolescentes(50%) con necesidad de afecto paterno, sentimientos de soledad y de inferioridad. Se encontró además que 8 (80%) presenta nerviosismo, ya que plantean que son nerviosos en uno de los ítems de la técnica, 4 (40%) hacen referencia a que padecen de estados de decaimiento y trastornos del sueño, 2 (20%) manifiestan sentimientos de culpa y 1 (10%) señala intranquilidad, En los 10 (100%) se expresa la necesidad de independencia, autodeterminación y voluntariedad.

Área familiar:

Las familias de los 10 adolescentes (100 %) son de tipo nuclear reensamblada y las relaciones entre familia – adolescente en el (100%) presentan dificultades, algo que se pudo comprobar en la observación ya que entre los familiares y los adolescentes existe poca comunicación, agresividad entre ambas partes, son padres autoritarios.

Al preguntarles a los profesores-guías sobre si existe alguna relación, según su conocimiento, entre los problemas de autoestima y la vida familiar en la que se desarrollan estos adolescentes los 5 (100%) dicen que si hay una estrecha relación entre ambos aspectos e incluso tienen el conocimiento de cuales son esos problemas: discusiones frecuentes entre los miembros adultos de la familia, agresividad familiar en la comunicación, ausencia de la figura paterna en los 10 estudiantes (100%).

Lo expresado pudiera ser la causa de que durante la entrevista realizada a los adolescentes la pregunta que hace referencia a las relaciones con la familia fue la que con mayor cautela los estudiantes respondieron, incluso 3 (30%) se negaron a dar una opinión sobre el tema, sin embargo, estos 3 son los que mayores problemas familiares afrontan; planteado por los profesores-guías; 5 (50%) expresaron que el divorcio de sus padres y la entrada a la familia de una nueva pareja para sus padres era el mayor problema para ellos por las incomprensiones que se ponían de manifiesto de forma casi diaria.

El resto de los estudiantes 2 (20%) mencionó que estas eran adecuadas, que no había ningún tipo de problemas, la convivencia familiar era correcta, estos hechos se comprobaron que eran inciertos, porque en estos casos, también según los profesores-guías, existían grandes problemas familiares.

En el caso de 7 adolescentes (70%) viven con la mamá, el padrastro y hermanos, 2 el (20%) conviven con el papá y madrastra, un (10%) con la mamá y un hermano.

La entrevista a los familiares fue aplicada a la familia de los 10 adolescentes, (100%) entre ellas madres, padres, madrastras y padrastros, en ella se pudo constatar que los 10 familiares (100%) dicen que las relaciones en el hogar son armónicas, que existe una fluida comunicación entre los miembros de la familia, estos aspectos se contradicen con los datos aportados por los profesores-guías y sus propios hijos.

En las preguntas 2 y 3 los familiares expresan que no existen dificultades en cuanto a discusiones familiares o de otra índole. Es significativo que incluso no hacen referencia a la muerte de cónyuges u otro familiar allegado, aunque estos son recordados y mencionados como hechos significativos por sus hijos.

En cuanto al conocimiento que tienen los familiares sobre el comportamiento fuera del hogar de sus hijos, 4 familiares (40%) expresaron que todo marchaba bien, pues sus respectivos hijos se comunicaban de forma correcta con todas las personas. El resto de ellos 6 (60%) dicen que sus respectivos hijos se muestran aislados, indecisos, porque son algo diferentes a los otros y que ellos hacen todo lo posible por ayudarlos pero no lo logran.

Al preguntarles sobre los problemas o preocupaciones que tienen sus hijos los 10 familiares (100%) expresaron que solo tienen conocimientos de estos en ocasiones cuando ellos se los comunican porque saben que alguna persona, vecino o profesor lo sabe y se los va a informar, además plantean que es normal que los adolescentes tengan algunas preocupaciones que son comunes de la etapa y que siempre tratan de ayudarlos cuando se enteran. Esto nos demuestra que las relaciones y la comunicación de los padres con los adolescentes tienen dificultades, pero lo que sigue constituyendo una gran preocupación para estas investigadoras es el hecho de que tanto unos como otros encubren la información, la ocultan.

Se pudo comprobar en el Inventario de Problemas Juveniles (IPJ) que 5 adolescentes (50%), presentan conflictos familiares, lo que se demuestra por lo expresado por estos adolescentes en ítems como: ¨hay discusiones y peleas constantes en mi casa¨, ¨me siento que no formo parte de mi familia¨, ¨mis padres me regañan mucho para que estudie¨; 3 (30%) presentan rechazo al hogar, deficiente comunicación familiar, lo que se pone de manifiesto cuando ellos plantean frases como: ¨siento deseos de irme de mi casa¨, ¨temo decirles a mis padres que he cometido una falta¨, ¨mis padres no contestan a mis preguntas¨; 2, (20%) tienen padres autoritarios, lo que se puede afirmar mediante la frase plasmada por los adolescentes como es : ¨mi padres es muy dominante y autoritario¨

Área escolar:

Durante las observaciones realizadas durante algunas clases se conoció que las relaciones profesor-alumno se comportaron de la siguiente forma: en 6 estudiantes (60%) existe un respeto , disciplina, los alumnos no le gritan a los profesores al dirigirse a ellos y estos a su vez tratan a sus alumnos de forma agradable, con buenos modales y con respeto; en 4 estudiantes (40%), sucede todo lo contrario lo cual fue corroborado por la actitud entre los mismos, no existe respeto por parte de los alumnos hacia sus profesores, no hacen caso, no quieren copiar en clase.

Los profesores-guías entrevistados describieron el comportamiento de estos adolescentes con niveles bajos de autoestima y coinciden en expresiones como las siguientes: están aislados, participan poco en clases, les cuesta mucho trabajo expresar coherentemente las respuestas, alegan que no pueden como los otros, que ellos no son tan inteligentes, que están allí obligados, tienen poca motivación por las actividades docentes, no son perseverantes ante las dificultades, en ocasiones se muestran indisciplinados, poco cooperativos, el aprovechamiento docente es deficiente.

Al indagar sobre la realización de un trabajo pedagógico diferenciado con estos adolescentes, los profesores (100%) afirman que sí se realiza, e incluso mencionan algunas de las actividades que se incluyen de forma individual con estos estudiantes, por ejemplo: ejercicios diferenciados en las clases, trabajos en equipos, lo mandan a sentar en las primeras mesas, visitar museos con otros alumnos, pero durante las observaciones de las actividades docentes no se pudo constatar que las mismas lograran una mejoría con respecto a las deficiencias académicas.

Al preguntar a los referidos profesores-guías sobre la preocupación y ocupación de los padres por sus hijos los 5 (100%) expresaron que estos estaban dentro del grupo de padres o familiares con muy poca preocupación por el desempeño docente de los hijos y lo demuestra el hecho de que no revisan sus libretas de actividades, no asisten a las reuniones y tampoco visitan el centro escolar para entrevistarse con los profesores e indagar sobre la vida escolar de sus hijos.

Partes: 1, 2, 3
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