Tradiciones de origen celta
La mitología celta nos es conocida por una serie de relatos de la aparente religión de los celtas durante la edad de hierro. Al igual que otras culturas indoeuropeas durante este periodo, los primeros celtas mantuvieron una mitología politeísta y una estructura religiosa. Entre el pueblo celta en estrecho contacto con Roma, como los galos y los celtíberos, esta mitología no sobrevivió al imperio romano, debido a su subsecuente conversión al cristianismo y a la pérdida de sus idiomas originales, aunque irónicamente fue a través de fuentes romanas y cristianas, contemporáneas, que conocemos detalles sobre sus creencias.
En contraste, la comunidad celta que mantuvo sus identidades políticas o lingüísticas (tales como las tribus de escotos y bretones de las Islas Británicas) transmitió por lo menos vestigios remanentes de las mitologías de la edad de hierro, las cuales fueron registradas a menudo en forma escrita durante la Edad Media.
Épica medieval
La epopeya medieval refleja el afán de los pueblos europeos por crearse una identidad nacional, simbolizada por los héroes antiguos. Las biografías fabulosas y conflictos de honor de los héroes son los temas de los cantares de gesta, que también servían para reforzar la estructura social feudal, al ensalzar a la nobleza dominante. Los cantares épicos, anónimos, son difundidos de forma oral por los juglares, por lo que no tenían una forma fija, y cada juglar los alteraba a su manera. Estas recitaciones gustaban tanto a los nobles, que veían reflejados en los héroes épicos sus propias virtudes, como al pueblo, pues suponían sus únicos ratos de diversión. Además, eran un medio de difusión popular de la Historia ya que, aunque con muchos elementos fantásticos, solían tener el punto de partida en algún hecho o personaje histórico, incluso sus datos se incorporaban a las crónicas históricas en prosa. Muchos poemas se han perdido y las versiones que conocemos son las que se pusieron por escrito, generalmente mucho después de su aparición.
EPICA MEDIEVAL ALEMANA
Esta literatura, también llamada germánica, está ligada a los pueblos germánicos, de los que se sabe muy poco en relación con lo que se sabe de otros pueblos; lo poco que se sabe se conoce a través de la obra de Tácito Germania, del primer siglo; en esta obra se detallan unas costumbres semi-bárbaras (bárbaro = extranjero, término griego) que se reflejan en la literatura, es muy importante la lealtad al rey, incluso más que el amor familiar.
Esta obra es, además, muy importante porque en ella el autor proporciona datos sobre la literatura de la época: poesía belicosa, mezcla de héroes y dioses (a veces asimilados), politeísta y pagana, etc.
De todos los pueblos germanos, el más destacado por su inclinación más intelectual, menos belicosa, fue el pueblo godo. Este pueblo se dividió en dos ramas: ostrogodos Ostgoten y visigodos Westgoten.
Dentro del pueblo godo fue fundamental la traducción que hizo de la Biblia el Obispo Wulfila (s. IV) al gótico. Con esta traducción Wulfila creó una escritura gótica, con mezcla de escritura latina, griega y runas. Así este pueblo pudo contar con lengua escrita además de oral.
Estos pueblos germanos, muy divididos en tribus y estirpes, habían iniciado sus movimientos migratorios en el s.II y con ellos produjeron una modificación del mapa de entonces.
Hay restos literarios de gran importancia.
Con el transcurrir de la historia surgió un problema entre las distintas tribus germánicas: el idioma. Así los francos y otras tribus que se establecieron en la Galia, hablaban galo; mientras que las tribus germanas que permanecieron en la parte oriental del Rin, siguieron halando diversos dialectos germanos.
Entonces las tribus germanas dejan de tener una lengua común. Los que se quedaron en la parte oriental, de dialecto germano, denominaron a su lengua diutisc (lengua popular) para diferenciarlo del latín y de ahí deriva el término deutsch.
Así, un término que nació para designar un dialecto, se convierte en adjetivo para denominar un pueblo; el diutisc se convierte en la lengua hablada por los germanos orientales, durante el imperio otónico.
El «Cantar de Hildebrando».
Teodorico el Grande (muerto en 526), rey de los ostrogodos y conquistador de Italia, la presa más codiciada por los pueblos del norte, se convirtió entre los germanos en una figura gloriosa, representativa de la fuerza y la esencia de su raza, que llegó a transformarse en un personaje fabuloso, llamado Teodorico de Bern (o sea Verona), que aparece celebrado en cantos consagrados a su propia leyenda y que interviene en otros ciclos heroicos.
Poemas de tema religioso.
Del siglo IX se conservan algunas muestras de poesía narrativa que revelan un curioso cruce entre los temas cristianos y la tradición épica germánica, como ocurre en el extenso poema El Salvador (Heliand), escrito en antiguo sajón por un monje de Fulda entre los años 822 y 840, poetización popular de partes del Evangelio, a veces con dilatadas amplificaciones y con cierta adaptación a la mentalidad de un público acostumbrado a oír relatos heroicos; y en el breve Muspilli (palabra enigmática, que tal vez significa «el fin del mundo»), escrito en alto alemán hacia el año 825, que trata del día del Juicio inspirándose en el Apocalipsis y mezclando elementos paganos y germánicos con los cristianos.
El «Cantar de Ludovico».
El Cantar de Ludovico (Ludwigslied), en dialecto francorrenano, es el primer poema histórico de lengua alemana y celebra la victoria que el 3 de agosto de 881 obtuvo el rey franco Luis III contra los invasores normandos en la batalla de Saucourt. El poema, que revela conocer la épica culta en latín de los carolingios, constituye una glorificación del rey y una acción de gracias a Dios por la victoria, y fue escrito a raíz de la batalla. Es de notar que esta victoria de Luis III sobre los normandos se cargó de elementos legendarios que aparecen en el cantar de gesta francés llamado Gormont e lsembart, que más adelante será mencionado.
El «Beowulf».
Las leyendas germánicas se manifestaron también en la Inglaterra anglosajona. Un rey histórico de los godos, Beovulfo, que luchó en el siglo VI contra los francos, fue convertido en personaje legendario, al que se atribuyeron singulares proezas que se situaban entre los daneses de la Suecia meridional. La leyenda de este rey llegó a Inglaterra, donde se escribió, hacia el año 800, el poema Beowulf, en cuatro mil versos. Beovulfo, guerrero godo, vence a Grendel, hombre monstruo que raptaba y devoraba a los guerreros daneses; luego, coronado rey, muere heroicamente tras luchar con un dragón que infestaba el país y matarlo, sacrificándose por sus vasallos. Beowulf es una especie de versión erudita de leyendas tradicionales con inclusión de elementos moralizadores y cristianos. La poesía narrativa anglosajona tiene un buen cultivador en Cynewulf que trata temas cristianos.
Los «Edda».
Las leyendas germánicas ofrecen una notable riqueza y gran variedad en tierras de Islandia y en la península escandinava, donde hallamos versiones primitivas de temas desarrollados luego en alemán y una larga serie de narraciones de carácter heroico y fantástico.
Los escaldas.
Más reciente es la actividad de los escaldas (o sea «poetas»), escritores que vivían en las cortes noruegas, que seguían a los reyes, y cuya producción se caracteriza por un rebuscado y artificioso refinamiento, propio para complacer aun público minoritario, y por cierto influjo de la literatura céltica.
Las sagas.
Simultáneamente a la producción de los edda y de los escaldas, en Islandia y en Noruega ciertos narradores profesionales, llamados sagnamenn, conservaban oralmente una serie de relatos tradicionales, denominados sagas, que a partir del siglo XIII fueron confiados a la escritura.
La «Saga de Teodorico».
Mención especial merece la Saga de Teodorico (Thidhreks saga), escrita a mediados del siglo XIII. Se basa en leyendas alemanas, cuyo núcleo ya parece formado en el siglo VIII, como demuestra el Cantar de Hildebrando, antes citado, y tiene por teatro tierras de Italia, Hungría y Rusia.
Los «Nibelungos».
La leyenda de los Nibelungos y de Sigfrido constituye la creación más considerable de la epopeya germánica, y, gracias a la ópera de Wagner, es hoy día universalmente conocida. Los núcleos originarios de esta leyenda parecen derivar de tradiciones antiquísimas de tipo mitológico, que adquirieron la primera forma literaria a que podemos remontamos en cantos del edda posiblemente creados en los siglos VIII a XI, transmitidos oralmente y luego confiados a la escritura en el XII. o el XIII.
El «Cantar de Gudrún».
A los Nibelungos sigue en importancia el Cantar de Gudrún (Kudrun), cuya redacción orgánica se debe a un poeta austríaco que lo compuso entre 1230 y 1240, inspirándose en la técnica narrativa y en la versificación de aquél. El Cantar de Gudrún recoge elementos tradicionales primitivos, que conocemos por versiones populares de cantos tradicionales, y divide la materia en tres partes, en cada una de las cuales se relatan asuntos distintos sólo enlazados por el parentesco existente entre los héroes, el rey Hagen y la princesa Hilde, abuelo y madre de la hermosa Gudrún y del joven Ortwin. Gudrún es hecha prisionera por el príncipe Hartmut de Normandía, al que antes la doncella había rehusado como esposo porque estaba enamorada de Herwig de Zelandia.
4.4.2. LA ÉPICA MEDIEVAL EN ESPAÑA
El género épico gozó de una gran producción en la Edad Media. Sin embargo, las características del mismo son distintas en España que en el resto de Europa.
Si bien el origen de la literatura española se halla en el fondo de la Edad Media, un siglo antes de lo que se creía para 1948 con la aparición del corpus de jarchas descubiertas por el hebraísta, Samuel M. Stern, en tiempos anteriores encontramos al Cantar del Mío Cid como punto de partida de lo español en la literatura.
Generalidades de la épica española
Existen tres características fundamentales en la épica tradicional:
1) Narración heroica en verso, a excepción de las sagas nórdicas que se escriben en prosa.
2) Línea temática basada en la búsqueda del honor a través del riesgo; el héroe, que pierde o ve atacado su honor, realiza una serie de proezas para recuperarlo.
3) El carácter asertivo de describir la defensa y el triunfo de valores colectivamente reconocidos; estos valores son representados en el argumento por el héroe en su carga positiva (como lo apunta Bowra en su libro, "La poesía heroica", de 1952) y por los enemigos en su carga negativa.
Para la Edad Media, el nombre del género épico cambia al de Cantar de gesta, debido a su difusión, cantada por los juglares.
Diferencias entre los cantares de gesta españoles y los del resto de Europa
La primera gran y notoria diferencia entre la épica medieval española y las del resto de Europa es el tamaño del corpus: Son muchas menos las obras que se conservan en España que las que sobrevivieron en otras partes del viejo continente. De hecho, los poemas épicos que, de alguna manera, han sobrevivido en España, son poemas incompletos y reconstruidos.
Otra diferencia significativa entre el género épico español y la épica del resto de Europa es el ámbito en el que se desarrollan los argumentos: no encontramos en éstos grandes acontecimientos entre reinos, sino hechos más locales que involucran promesas rotas, deshonras, envidias, pasiones, etc.
Tomando como parámetro los textos épicos más representativos del corpus español, El Cantar de Mío Cid, por ser el de mayor extensión y el que se encuentra en mejor estado, y el Cantar de los siete infantes de Lara, por ser el mejor reconstruido, mencionaré algunas de sus características principales.
4.4.3. EPICA MEDIEVAL FRANCESA
En lengua francesa se conservan el mayor número y los más antiguos cantares de gesta románicos, que se pueden cifrar en un centenar. A principios del siglo XIII era creencia que la epopeya francesa se podía reducir a tres grandes ciclos de cantares: el de los reyes de Francia o de Carlomagno, el de Doon de Mayence y el Garín de Monglane. Tal distribución, aunque no muy exacta ni acertadamente designada con estos nombres, es útil porque intenta poner orden en tan vasta materia, pero conviene no olvidar que la agrupación cíclica encadena uno tras otro cantares de estilos muy distintos y de épocas muy diversas, y no es raro que los que narran los acontecimientos más antiguos sean más modernos que los dedicados a hechos centrales y posteriores.
Siguiendo más o menos un orden argumental o presuntamente histórico de acontecimientos, se halla en los principios del ciclo de los reyes de Francia, prescindiendo de los que se remontan demasiado, los cantares de las mocedades de Carlomagno, como el de Berta la de los grandes pies (Bertrte aus grans pies) y el Mainet, este último basado en la leyenda castellana de Alfonso VI de León y la mora Zaida. Ya emperador, vemos al héroe emprender una fabulosa peregrinación a Jerusalén y Constantinopla (Pélerinage Charlemagne), de donde trae a Occidente preciosas reliquias de la pasión de Cristo. Luego los sarracenos invaden Italia, adonde acude presuroso Carlomagno; y entre sus tropas se encuentra su sobrino Roldán, casi un niño, que realiza sus primeras hazañas (Aspremont), si bien unas preciosas reliquias quedan en poder de los sarracenos, los cuales, derrotados en Italia, se trasladan con ellas a España (Fierabrás), tierra en que tienen lugar numerosas campañas de los francos, que acaban con la famosa batalla de Roncesvalles (Cantar de Roldán). Después del desastre en los desfiladeros pirenaicos y la inmediata derrota de los moros de España, a ésta emprenden otra expedición los hijos de los guerreros de Carlomagno (Gui de Borgogne), y finalmente, en el cantar de Anseis de Cartage (tal vez de la Cartaginense), inspirado en la leyenda castellana de don Rodrigo, el último godo, la península queda finalmente pacificada por los francos. El lector habrá advertido la constante desfiguración histórica que suponen estos cantares en su conjunto, que nos llevan a una España toda ella hecha cristiana por los francos por lo menos dos siglos antes de que ellos, con la conquista de Granada, fuera una realidad en la que nada tuvieron que ver los franceses. La epopeya es, en gran medida, un curiosísimo ejemplo medieval de lo que ha venido a llamarse «historia ficción».
La muerte de Carlomagno y el advenimiento al trono de su hijo Ludovico enlaza en cierto modo el ciclo de los reyes de Francia o carolingio con el denominado de Garin de Monglane. Se hace de éste el tronco de un famoso linaje de héroes altivos y fieros que aparecen como defensores del decaído poder real, aunque siempre sean mal recompensados por sus soberanos. Hijo de Garín es Girart de Vienne (así se intitula el cantar a él dedicado), señor feudal que, ofendido por Carlomagno, se desnaturaliza de él y se hace fuerte en Vienne, en el Delfinado, contra los ejércitos reales, y no se llega a la paz hasta que un ángel del Señor se interpone entre Roldán y Oliveros, paladines de ambos bandos, que desde entonces quedarán unidos en entrañable camaradería caballeresca. Al regreso de Roncesvalles, Aymerí, sobrino de Girart, es investido por Carlomagno del peligroso feudo de Narbona, donde el caballero fija su residencia (Aymeri de Narbonne). Tiempo después los siete hijos de Aymerí son enviados a ganarse tierras en países sarracenos, pero todos ellos acuden al lado del padre cuando éste se ve cercado por el enemigo (Les Narbonnais). Muerto Aymeri, hereda la primacía heroica su hijo Guillermo, llamado «el de la nariz aguileña» (luego «de la nariz corta»), el cual defiende la debilidad del rey Ludovico frente a turbulentos nobles que quieren despojarle de la corona de su padre, Carlomagno (Li coronemenz Loois); pero no recibe galardón alguno por su fidelidad (Lecharroi de Nimes), y se adueña del feudo de Orange conquistándolo a los sarracenos (La prise d'Orange). Ya viejo, Guillermo realiza sus mayores hazañas luchando en una feroz batalla contra los mahometanos (Chançun de Willelme y Aliscans), y finalmente se retira a un monasterio, hasta que Dios lo llama al paraíso (Le moniage Guillaume). Este ciclo es denominado, tal vez con acierto, el ciclo de Guillermo.
El llamado ciclo de Doon de Mayence, o Maguncia, pretende agrupar una serie de cantares cuyo tema es la rebelión de señores feudales contra el poder de los reyes de Francia. Cantares como los de Gormont e Lsembart, Girart de Rossilhó, Raoul de Cambrai, Les quatre fils Aymon, Ogier de Danemarche, etc., aunque no unidos temáticamente los unos a los otros, tienen de común el carácter rebelde de sus héroes.
Esta mezcla de fantasía y de historia, este elevar a la categoría de héroes a personajes de escaso relieve histórico, juntamente con la fabulosa geografía en que transcurre este cúmulo de aventuras, de lances, de expediciones, de batallas, de sublevaciones y de amores, dan a los cantares de gesta franceses el mérito de traducir una potente imaginación literaria.
El paso de la historia a la gesta, o sea de lo que realmente ocurrió en Roncesvalles al más antiguo de los textos del Cantar de Roldán, nos brinda un excelente ejemplo del nacimiento de una epopeya, y por ello vale la pena de dar una sintética versión de lo que aquí entra en juego. Sabemos que al proclamarse 'Abd al-Rabmán, en Córdoba, emir independiente de los lejanos califas abasidas de Damasco, no todos los musulmanes españoles aceptaron la nueva señoría, y en el norte de la península algunos gobernadores o reyezuelos se opusieron a Abd al-Rabmán, incluso con las armas, y la ciudad de Zaragoza se mantuvo fiel a Damasco. Algunos de estos gobernadores irreductibles, entre ellos al- Arabi, señor de Barcelona y de Gerona, emprendieron un largo viaje a Paderborn (Westfalia), donde conferenciaron con Carlos, rey de los francos, y lo convencieron de que los apoyara enviando una expedición militar a España, en lo que éste vio la posibilidad de establecer al sur de los Pirineos una especie de protectorado que defendería sus extensos dominios de presuntos ataques por parte de Abd al-Rabmán. Carlos convocó un poderoso ejército, que dividió en dos columnas, las cuales atravesaron los Pirineos por Navarra y por Cataluña y convergieron en Zaragoza, ciudad que, mientras tanto, se había sometido al emir de Córdoba y por ello se cerró a los francos, que no pudieron conquistarla. Carlos, convencido de que había sido traicionado por los moros que fueron a verle a Paderborn, aprisionó a varios de ellos, entre ellos a al-Arabi, y emprendió el regreso a Francia en una sola columna. En la baja Navarra el ejército franco sufrió un golpe de mano de los moros, que consiguieron libertar a al- Arabi; y al llegar a la cumbre de los Pirineos la retaguardia, en la que figuraba Roldán, gobernador o marqués de Bretaña, fue aniquilada por los vascos, que cayeron inopinadamente sobre los francos desde las altas cumbres y los mataron a todos, acción que tuvo efecto el 15 de agosto del año 778.
Humanismo
Dentro del contexto anteriormente descrito surge el humanismo, el cual es un movimiento desarrollado en Europa desde el siglo XVI que rompió con las tradiciones escolásticas medievales y exaltó las cualidades humanas, por lo que comenzó a dar sentido racional a la vida. Es decir, se pone énfasis en la responsabilidad del propio hombre para darle sentido a su vida, sin recurrir a la existencia de un mundo trascendental o un dios y como consecuencia se considera al hombre como centro y medida de todas las cosas que vendría siendo un pensamiento antropocentrista.
Desde un punto de vista filosófico el humanismo es una actitud que hace hincapié en la dignidad y el valor de la persona ya que uno de sus principios básicos es que las personas son seres racionales que poseen en si mismas capacidad para hallar la verdad y practicar el bien.
El término humanismo se utiliza también con gran frecuencia para describir el movimiento literario y cultural, ya que una persona que se dedica al estudio de las letras y las artes es considerado un humanista. Este renacimiento de los estudios griegos y romanos subrayaba el valor que tiene lo clásico por sí mismo, mas que por su importancia en el marco del cristianismo.
La recopilación y traducción de manuscritos clásicos se generalizó, de modo muy significativo, entre el alto clero y la nobleza pues la invención de la imprenta, a mediados del siglo XV, otorgó un nuevo impulso al humanismo mediante la difusión de ediciones de los clásicos. Aunque en Italia el humanismo se desarrolló sobre todo en campos como la literatura y el arte, en Europa central, donde fue introducido por los estudiosos alemanes, el movimiento penetró en ámbitos como la teología y la educación.
Una característica muy notable del humanismo es que en vez de valorar el conocimiento en función de la realidad, lo hace, por su utilidad o educación. Humanistas y pragmatistas confunden la verdad con la utilidad, por esta razón, el conocimiento conserva para ellos un valor instrumental. Es innegable que no hay un momento de la vida intelectual que no obedezca a un fin, y que todo fin debe estar en relación con la naturaleza humana, pero los fines humanos forman series complejas subordínales a un sistema cultural, que es la plena realización del ideal humano.
Este movimiento va a traer aparejado un cambio de actitud que llevará a los europeos a expresar su extroversión hacia ultramar, y estos entrarán en contacto con otros mundos y con otras civilizaciones, pero no siempre con un alma dialogante, sino con la pretensión de imponer sus formas de civilización.
Por conclusión los humanistas compartían que la razón y la ciencia son suficientes para la comprensión del mundo.
Los debates intelectuales, las transformaciones en el pensamiento, y las nuevas formas de piedad y las demandas de reforma, constituyen una parte de los cambios de actitud en la concepción del hombre y la visión del mundo a los que podemos denominar Humanismo. Lejos del concepto de Humanismo como fenómeno renacentista, antagónico de lo medieval, el Humanismo es tan medieval como lo son los siglos XIV y XV, aunque su interés, orientación y ámbito de desarrollo sea diferente de conceptos que podemos llamar medievales. El Humanismo nace en ambientes burgueses y urbanos como respuesta a inquietudes culturales no satisfechas por la cultura clerical y el método escolástico; responde a una mentalidad que se niega a la aceptación, sin más, de autoridades, que gusta de la observación, y que busca en las obras de la Antigüedad clásica un modelo y una fuente de inspiración. El Humanismo italiano es el movimiento literario, cultural, artístico e ideológico que se desarrolló en Italia entre los últimos decenios del siglo XIV y los primeros años del siglo XVI, y se caracterizó como una vuelta al estudio de la Antigüedad clásica, en oposición a la filosofía escolástica, la lógica y la teología dominantes en las universidades del norte de Europa, París y Oxford especialmente. Como principal precursor tenemos a Francesco Petrarca y sus primeros exponentes fueron los humanistas florentinos de la primera mitad del siglo XV, como Coluccio Salutati, Leonardo Bruni o Poggio Bracciolini. En cierto sentido, toda esta mirada retrospectiva tiene un paralelo en la búsqueda de una pretendida simplicidad y pureza en el Cristianismo primitivo; también el espíritu que demanda reformas aboga por un retorno a la Antigüedad clásica, a los orígenes del Cristianismo. No se trata solamente de una vuelta admirada hacia el pasado clásico: hay un cambio sustancial en la concepción de la vida del hombre como algo no simplemente fugaz, un mero transito, sino como una etapa destinada a dejar memoria, y, en consecuencia, una diferente forma de entender la muerte como una dolorosa ruptura con un mundo placentero. A diferencia de la concepción cíclica de la Historia que poseen los clásicos, los humanistas conciben la Historia en una dirección rectilínea y cada temporalidad es distinta. El tiempo de cada hombre es distinto, valido y único para sí.
El Humanismo es, esencialmente, una forma de entender la vida y el hombre, que pasa a ser el centro de una sociedad menos teocéntrica de lo que ha venido siendo hasta ahora; el Humanismo es, a veces, crítico con algunas posiciones eclesiásticas, como lo fueron los movimientos reformadores, pero no ha de confundirse una actitud que, generalmente, no es contraria a la fe, sino anticlerical. Son hechos muy distintos, hasta el punto que cierto anticlericalismo puede actuar, en ocasiones, como eficaz defensa de la fe. El Humanismo considera el éxito como una manifestación de la virtud. La riqueza honestamente adquirida es una prueba de superioridad y base, a su vez, de virtud, ya que permite al hombre hacer bien a los demás. Es el Humanismo una actitud cultural que busca en el estudio de los clásicos una incorporación de sus concepciones, no un simple aprendizaje; un nuevo modo de cultura, con el rechazo del anquilosado método escolástico. Su postura puede ser antiescolástica, pero el estudio de los clásicos se hace a través de los códices amorosamente custodiados en las bibliotecas monásticas, evidente aportación medieval. Se desarrolla al margen de la universidad, dominada por la escolástica, pero, ya en el siglo XV, los humanistas se incorporan a los claustros universitarios. Los inicios de la concepción humanista pueden ser hallados en un autor y en obras tan medievales como Dante Alighieri y su "Divina Comedia" y "De Monarchia". El hombre como centro, el amor plenamente humano y la pasión política constituyen líneas conductoras de la primera de las obras. La segunda expone una concepción plenamente medieval del Imperio, pero también de una Monarquía absolutamente laica al margen de la jerarquía eclesiástica, es decir, un ideal plenamente humanista. En Francesco Petrarca (1304-1374) hallamos muchos de los rasgos definitorios del Humanismo, dentro del más estricto respeto a la Iglesia y a las verdades de la fe, sin perder de vista las inquietudes del momento y los ideales políticos; el gusto naturalista por el paisaje, la preocupación por la gloria personal, el recuerdo de la grandeza de Roma, y también la concepción del estado religioso como la máxima perfección, sin que se hallen ausentes graves contradicciones con ese estado religioso. Estos rasgos componen algunas de las características esenciales de la época. Petrarca estudia los clásicos y lee habitualmente a san Agustín, cuyas "Confesiones" constituyeron una lectura casi diaria; vibrante en su patriotismo italiano, residió gran parte de su vida en Aviñón al servicio del Pontificado, y recorrió Francia y Alemania, lo que le permitió acceder a importantes bibliotecas y mantener contactos con numerosos intelectuales. Ejerció un gran influjo en la difusión de los valores humanísticos y en la orientación de la producción literaria y del nuevo estilo poético. Relacionado estrechamente con él, Giovanni Bocaccio (1313-1375) aparece también como una síntesis de concepciones humanísticas y medievales; inmoral en su forma y moralizante en sus objetivos, anticlerical, pero también satírico con los defectos de la burguesía, y ensalzador de los valores caballerescos. La proliferación de copias de su "Decamerón" demuestra su sintonía con los valores de una época a la que incorpora temas desarrollados por la literatura medieval, y también la novedad de sus planteamientos. Durante el medio siglo que, casi simétricamente, compone el último cuarto del siglo XIV y el primero del siglo XV, los humanistas recopilan los textos clásicos y realizan su estudio, no sólo de las obras latinas ya conocidas, y de otros autores latinos poco conocidos u olvidados, sino de muchas obras griegas, que dan el tono de intima unidad de la cultura clásica. La situación del Imperio bizantino y la consiguiente huida de intelectuales griegos hacia Occidente, así como los contactos entre la Iglesia latina y la griega, en especial en los concilios de Constanza y Basilea, impulsaron decisivamente el conocimiento de la lengua y de los autores griegos. Instrumento esencial de ese estudio crítico es la formación de bibliotecas que llegan a alcanzar un número extraordinario para la época, como la que van formando los Médici; entre todas ellas ninguna tiene el volumen que la Vaticana, fundada por Nicolás V. Lo más interesante es la dimensión de estas bibliotecas como instrumento de adquisición del saber, al servicio de los estudiosos, evidentemente un círculo muy restringido.
El Humanismo era recuperación de textos y autores, pero no para su utilización como autoridades aceptadas sin más, al modo escolástico, sino como medio de ampliar la formación del estudioso, elevar su capacidad intelectual y su virtud, y, por tanto, desarrollar la capacidad creadora del hombre. Había ahí otra característica esencial: el Humanismo pretende formar minorías dirigentes, no clérigos. Una aristocratización de la cultura, como propia únicamente de selectos círculos, es inherente al Humanismo. Es también una pedagogía que propone un distinto sistema de valores; la enseñanza de las lenguas clásicas es, en fin, imprescindible medio para el conocimiento directo de los autores y vehículo de expresión de los nuevos valores y el estilo humanístico. Humanistas de esta época fueron Coluccio Salutati, Guarino de Verona, Vittorino de Feltre, Niccolo Niccolini, Leonardo Bruni y León Battista Alberti, cuya obra se prolonga en el tercer cuarto del siglo XV, por citar algunos de los nombres más relevantes. La tercera fase del Humanismo alcanza la plena madurez, especialmente en la segunda mitad del siglo XV, al tiempo que se incrementa la llegada de intelectuales griegos, ya antes de la caída del Imperio, como, evidentemente, tras sucumbir Constantinopla. El Humanismo se difunde desde determinados centros, habitualmente cortes principescas, que, protegiendo a los intelectuales, se convierten en focos culturales. Todas las ciudades italianas lo son en gran manera, pero destacan considerablemente Florencia, Roma y Nápoles. Florencia ofrece una nueva generación de humanistas tales como Poggio Bracciolini, autor de una historia de Florencia; Francesco Filelfo y Gianozzo Manetti. El impulso humanista de la Corte pontificia romana les atrajo hacia allí: Nicolás V encargó a Filelfo una traducción de la "Ilíada" y la "Odisea", que no pudo concluir antes de la muerte de su protector, y nombró a Manetti su secretario. La escuela florentina ejercerá indiscutida hegemonía a finales del siglo XV, durante el gobierno de Lorenzo de Médicis.
La llegada al solio pontificio de Tomas Parentucelli, Nicolás V, y de Eneas Silvio Piccolomini, Pío II, convierte a Roma en otro de los grandes focos del Humanismo. En ella descuellan figuras como las de los propios Pontífices: Pío II, creador del término europeo, en su reflexión "De Europa", sobre el concepto de civilización; la de Nicolás de Cusa, hombre de ciencia, expositor del heliocentrismo, bastante tiempo antes que Galileo, y también crítico del conciliarismo radical, a pesar de su inicial defensa de la idea conciliar; también Flavio Biondo, innovador de la metodología histórica. La Corte napolitana de Alfonso V constituye un gran centro humanista, indudablemente por las propias convicciones de un monarca de cultura tan notable como el soberano aragonés, el hombre que, todavía muy joven, causó sensación en los embajadores alemanes, cuando, a causa de la grave enfermedad de su padre, hubo de llevar personalmente las negociaciones de Perpiñán, que abren el paso hacia la retirada de obediencia a Benedicto XIII. Las difíciles relaciones de Alfonso V con Martín V y Eugenio IV, perfectamente explicables en el contexto general de la política, justifican la desconfianza con que en la Curia romana fue visto el Humanismo, y los esfuerzos que hubieron de desarrollar los mismos Pontífices, casos de Calixto III y Pío II, para suavizar la resistencia de los sectores más tradicionales y romper la identificación de los humanistas con los enemigos del Cristianismo y de la Iglesia. Figura esencial del Humanismo en la Corte napolitana es Lorenzo Valla, cuya labor no se limita solamente a este centro: trabajó en Pavía, luego en Nápoles y, finalmente, en la Roma de Nicolás V. Sus estudios filológicos, por ejemplo sus "Elegantiae linguae latinae", extraordinariamente difundida, y la aplicación de sus conclusiones al análisis de los textos, le llevó no solamente a una mayor matización de su pensamiento en lo filosófico y teológico, sino a una demoledora critica textual que para muchos resultaba escandalosa. En "De falso credita et ementita Constantini donatione declamatio", se venía a demostrar la falsedad de la llamada "Donación de Constantino", y, en consecuencia, se reclamaba la necesaria renuncia al poder temporal del Pontificado. Aunque su crítica es la lógica conclusión de sus postulados, es conveniente entenderla en el contexto del enfrentamiento entre Alfonso V y Eugenio IV, y, por tanto, no se trata simplemente de un debate meramente intelectual.
En su "De professione religiosorum" se hacían muy duras críticas a la indisciplina e inmoralidad que realmente se habían difundido entre los clérigos; a pesar de la veracidad de sus acusaciones era muy difícil que Valla no fuese considerado un enemigo de la Iglesia, y que ese recelo se extendiese hacia los humanistas en general: su admiración por la cultura clásica y muchas de sus expresiones les hacen aparecer como nuevos paganos. Por esta razón, se produce una reacción en la Curia pontificia contra los humanistas, reacción que se consolida con la elección de Paulo II y que significa el cierre de Roma al Humanismo; el fenómeno es coincidente con la muerte de Alfonso V, que significa también cierto retroceso del Humanismo napolitano. Todo ello contribuye a que Florencia, especialmente bajo el gobierno de Lorenzo el Magnífico, alcance la culminación del Humanismo. En Florencia, protegido por los Médici, trabajará durante años Marsilio Ficino, que orientará a la escuela florentina hacia el neoplatonismo, abandonando definitivamente el aristotelismo. Traductor de las obras de Platón, intentó Ficino una conciliación entre las teorías platónicas y la religión cristiana, que, en muchos aspectos, ofrecían similitudes; a pesar de ello hubo de confesar, en "De christiana religione", el fracaso de su propósito. No obstante, no dejó de recibir acusaciones de peligroso sincretismo. Culmina la escuela florentina con Giovanni Pico della Mirandola, discípulo de Ficino; su obra, no muy amplia debido a la brevedad de su vida, incorpora al pensamiento humanista la "Cábala" y la interpretación simbólica de la escritura; la influencia judía se reforzó con la instalación en Florencia del grupo de intelectuales judíos expulsados de Castilla, en particular el circulo de Isaac Abarbanel.
La filosofía platónica está basada en la existencia del mundo de las Ideas y el mundo del Ser, contrapuestos al mundo de las Apariencias. La formación del mundo se debe a una inteligencia, a un demiurgo, que desarrolla las apariencias (no ser) tomando las ideas como punto de partida. El individuo está formado de cuerpo y alma, siendo ésta inmortal. Existe un número limitado de almas por lo que es necesaria la reencarnación. Esta unión de alma y cuerpo es accidental y violenta. Estos planteamientos están recogidos en sus principales obras como "El banquete", "La república", "Timeo" o "Fedón", estructuradas en forma de diálogos donde el protagonista es Sócrates hablando con sus discípulos.
Lorenzo el Magnífico pertenecía a una de las familias más importantes de Florencia: los Médicis, estirpe de banqueros que había ocupado importantes puestos en la dirección política de la ciudad. Ya desde joven Lorenzo manifestó interesantes dotes para los asuntos de gobierno. Tras el fallecimiento de su padre, Pedro de Médicis, ocupó con su hermano Julian la dirección de la República de Florencia, continuando el esquema de gobierno iniciado por su abuelo, Cosme el Viejo, enfocado a la consecución del equilibrio necesario para el desarrollo de la república. Para ello realizó una serie de campañas encaminadas a evitar el excesivo protagonismo de otros territorios del norte italiano. Así se alió con Milán y Venecia contra el papado y Nápoles, lo que provocó la conspiración de los Pazzi en 1478 que acabó con la vida de Juliano. El pueblo florentino apoyó a los Médicis y Lorenzo vio reforzada su autoridad. Paulatinamente realizó una política de amistad con los territorios vecinos, culminada con la alianza con el papado y Nápoles, obteniendo el capelo cardenalicio para su hijo Juan que alcanzará el papado con el nombre de León X. La labor como promotor artístico y mecenazgo de Lorenzo será fundamental para el desarrollo del humanismo en el Renacimiento, rodeándose de importantes colaboradores como Pico della Mirandola, Marsilio Ficino, Botticelli, Ghirlandaio o Verrocchio, participando en esas labores literarias con la publicación de sus rimas, sonetos y sus "Selve d´Amore".
5.1. CARACTERISTICAS DEL HUMANISMO
Ideal Antropocéntrico: El Humanismo le otorga al hombre un papel central en el universo. Se considera que es el vínculo entre lo material y lo espiritual, el microcosmos de un universo compuesto de ambas cosas. Se restauró la fe en la capacidad del ser humano. Frente al Geocentrismo Medieval, que se manifestaba en el estudio casi exclusivo de temas relacionados a la Iglesia, el Humanismo propone los "estudia humanitatis", estudios centrados en el ser humano, sobre la base de la formación clásica greco latina.
Respeto a la Mujer: Surge el respeto a la mujer de una manera más clara, en abierta oposición con la postura medieval, que la postergaba y censuraba, identificándola con el modelo de pecado que presentaba el Génesis. Se vuelve a ver en Venus, el ideal de la belleza.
Preocupación por la religión: Hubo marcada religiosidad en el Humanismo del siglo XVI, aunque el tema de a inmortalidad del alma causó controversia entre los humanistas italianos de fines del siglo XV. A pesar de que el sentimiento religioso no desaparece, surgen modelos paganos, contrapuestos a los ideales ascéticos propuestos por la Iglesia en épocas pasadas.
Importancia de la Filosofía: Platón fue el filósofo por excelencia, estudiado durante el Renacimiento, una especie de "divino Moisés", descubridor de muchos sombríos secretos, ocultos durante la Edad Media.
Curiosidad por lo oculto: Famosos humanistas creyeron en la Astrología, otros, aprendían hebreo para saber manejar la Cábala.
Desarrollo Intelectual: Los hombres del Humanismo, mezclaban en su intelectualismo las tradiciones de la cultura popular medieval. Se desarrollo fuertemente la Dialéctica, que se convirtió en una base para la interpretación del conocimiento de la época. Frente al dogmatismo teológico de la Edad Media, el Humanismo propone el desarrollo del Diálogo y la Epístola, géneros literarios propios del Humanismo.
Ideal Renacentista: Desarrollaron un criterio estético influenciado por el clasicismo renacentista. Ésta se plasmó, por ejemplo, en un nuevo tipo de letra, la redonda conocida como letra humanística, imitada de la letra uncial latina antigua, que vino a sustituir poco a poco a los incómodos palotes de la letra gótica medieval.
Imitación de modelos greco latinos: Sobre todo de la lengua greco latina, bajo la forma de mimesis o copia.
Optimismo :Surgió un sentimiento de optimismo en clara oposición con el pesimismo de épocas anteriores.
Autores representativos del Humanismo
Los principales autores del humanismo fueron
LEONARDO DA VINCI
Prototipo absoluto del hombre humanista del Renacimiento, Leonardo da Vinci ejercerá de pintor, escultor, ingeniero, músico, geómetra, teórico…un visionario cuya realidad no será marco adecuado para el desarrollo completo de su capacidad, siendo quizá ese el motivo por el que su figura ha llegado a la actualidad envuelta en un halo de misterio.
A lo largo de su vida, como se ha señalado ya, su interés se centrará en materias diversas, pero será a la pintura a la que dedique sus mayores esfuerzos. A pesar de que su obra se puede considerar perteneciente a comienzos del Cinquecento, el espíritu de Leonardo es atemporal, no existiendo límites capaces de encorsetar la definición de su arte.
Sin embargo, sí es posible establecer algunas aportaciones de Leonardo da Vinci al mundo de la pintura concretadas en el valor otorgado a paisajes y atmósferas (que se constituyen en un elemento más de importancia a añadir al conjunto de la obra), la creación de la técnica del esfumato, la simetría clásica de sus composiciones, encuadradas geométricamente, además de un amor por el detalle y la veracidad responsables de la enorme importancia que concederá al conocimiento de la naturaleza y a la preparación previa a la ejecución de la pieza.
Leonardo di Ser Piero da Vinci nació en la pequeña localidad de Anchiano en 1452, a las afueras de Florencia. Se induce a pensar que era hijo ilegítimo ya que firmaba sus trabajos como Leonardo, sin emplear el nombre de su padre. Falleció en Cloux, Francia, en 1519 en los brazos del Rey Francisco I, siendo enterrado en la capilla de Saint-Hubert en el Castillo de Amboise.
Desde temprana edad se destacó en la pintura, la geometría, la mecánica, la ingeniería militar, las ciencias naturales y la música, entre otras artes. Según constancias documentales, preconcibió el avión, el carro de combate, la escafandra de buceo, el paracaídas y un artefacto parecido al helicóptero entre otros. Sus primeros bocetos eran de tal calidad que tan pronto como su padre los mostró al pintor Andrea del Verrocchio, éste tomó al joven de catorce años como aprendiz. Posteriormente Leonardo montó su propio taller como pintor independiente en Florencia.
Vivió en una época en la que el humanismo y el estudio de los clásicos estaban de plena vigencia; sin embargo, parece que tuvo dificultades intentando aprender latín y griego, los idiomas cultos. Leonardo escribió la mayor parte de sus escritos en toscano, un dialecto florentino, y en una de las primeras formas básicas de encriptación, escribía al revés, especularmente, de manera que había que leer sus escritos a través de un espejo.
En su faceta socio-afectiva, toda su vida estuvo rodeado de jóvenes atractivos, reflejando en su arte, principalmente, la belleza masculina, lo que unido a la ausencia de relaciones duraderas con mujeres, así como registros históricos, han llevado a concluir a algunos historiadores que Leonardo tenía un fuerte interés erótico, enfocado casi exclusivamente hacia lo masculino. A lo largo de su vida, Leonardo se mantuvo como vegetariano por razones éticas.
Después de su muerte, su discípulo Francesco Melzi, ordenó y catalogó las miles de hojas con anotaciones y dibujos de diversa índole, escritas por ambas caras, salpicadas de numerosas ideas, dibujos y bocetos, que Leonardo le había dejado en su testamento. De lo recopilado, el resultado más coherente y terminado fue su "Tratado de la pintura".
FRANCESCO PETRACA
(Arezzo, actual Italia, 1304-Arqua, id., 1374) Poeta y humanista italiano. Durante su niñez y su primera adolescencia residió en distintas ciudades italianas y francesas, debido a las persecuciones políticas de que fue objeto su padre, adherido al partido negro güelfo. Cursó estudios de leyes en Carpentras, Montpellier, Bolonia y Aviñón, si bien nunca consiguió graduarse.
Según relata en su autobiografía y en el Cancionero, el 6 de abril de 1327 vio en la iglesia de Santa Clara de Aviñón a Laura, de quien se enamoró profundamente. Se han hecho numerosos intentos por establecer la identidad de Laura, e incluso sus contemporáneos llegaron a poner en duda su existencia, considerándola una creación para el juego literario. Petrarca defendió siempre, sin embargo, su existencia real, aunque sin revelar su identidad, lo que ha inducido a pensar que quizá se tratara de una mujer casada. Sí está comprobado, en cambio, que mantuvo relaciones con otras mujeres y que dos de ellas, cuyos nombres se desconocen, le dieron dos hijos: Giovanni y Francesca.
La lectura de las Confesiones de san Agustín en 1333 lo sumió en la primera de las crisis religiosas que le habrían de acompañar toda la vida, y que a menudo se reflejan en su obra, al enfrentarse su apego por lo terreno a sus aspiraciones espirituales. Durante su estancia en Aviñón coincidió con Giacomo Colonna, amistad que le permitió entrar al servicio del cardenal Giovanni Colonna. Para este último realizó varios viajes por países europeos, que aprovechó para rescatar antiguos códices latinos de varias bibliotecas, como el Pro archia de Cicerón, obra de la que se tenían referencias pero que se consideraba perdida.
Con el fin de poder dedicarse en mayor medida a la literatura, intentó reducir sus misiones diplomáticas, y para ello consiguió una canonjía en Parma (1348) que le permitió disfrutar de beneficios eclesiásticos. Posteriormente se trasladó a Milán, donde estuvo al servicio de los Visconti (1353-1361), a Venecia (1362-1368) y a Padua, donde los Carrara le regalaron una villa en la cercana población de Arqua, en la cual transcurrieron sus últimos años.
Su producción puede dividirse en dos grupos: obras en latín y obras en lengua vulgar. Las primeras fueron las que le reportaron mayor éxito en vida, y en ellas cifraba Petrarca sus aspiraciones a la fama. Cabe destacar en este apartado el poema en hexámetros África, que dejó inacabado y en el que rescata el estilo de Tito Livio, las doce églogas que componen el Bucolicum carmen y la serie de biografías de personajes clásicos titulada De viris illustribus. Reflejo de sus inquietudes espirituales son los diálogos ficticios con san Agustín recogidos en el Secretum.
Petrarca logró en vida una importante fama como autor latino y humanista, tal como prueba su coronación en Roma como poeta, en 1341. Sin embargo, sus poemas en lengua vulgar recogidos en el Cancionero fueron los que le dieron fama inmortal. Aunque él los llamaba nugae (pasatiempos), lo cierto es que nunca dejó de retocarlos, y preocuparse por su articulación en una obra conjunta, lo cual denota una voluntad de estilo que por otra parte resulta evidente en cada una de las composiciones, de técnica perfecta y que contribuyeron grandemente a revalorizar la lengua vulgar como lengua poética.
En la primera parte del Cancionero, las poesías reflejan la sensualidad y el tormento apasionado del poeta, mientras que tras la muerte de Laura, acontecida según declara el poeta en 1348, su amor resulta sublimado en una adoración espiritual. Petrarca supo escapar a la retórica cortés del amor, transmitiendo un aliento más sincero a sus versos, sobre todo gracias a sus imágenes, de gran fuerza y originalidad. Su influencia se tradujo en la vasta corriente del petrarquismo.
DANTE ALIGHIERI
Dante (o Durante) Alighieri fue hijo del primer matrimonio del prestamista o comerciante Bellincione d'Alighiero con Gabriella o Bella (probablemente perteneciente a la familia Abati). Tenía una hermana mayor y, tras la temprana muerte de su madre (h. 1270) y las segundas nupcias de su progenitor con Lapa di Chiarissimo Cialuffi, gozó también de la compañía de dos hermanastros Francesco y Gaetana.
Nació en Florencia bajo el signo de Géminis, entre el 15 de mayo y el 15 de junio de 1265; él mismo remonta su linaje hasta su tatarabuelo Cacciaguida, ennoblecido por Conrado III y muerto en la segunda cruzada a Tierra Santa en 1147. Pero se tiene por más seguro que perteneciera a una familia de la nobleza urbana, con pocas propiedades, dedicada desde antiguo al comercio. De hecho, tanto su padre como su abuelo Bellincione tenían fama de usureros.
A finales del siglo XIII, concretamente el mismo año del nacimiento de Dante, Florencia perdió su talante de ciudad liberal, sometida hasta entonces a la égida de los gibelinos (partidarios del poder imperial contra el papado), y comenzó un período de cruentas luchas con los güelfos, a su vez divididos en facciones que, si bien reconocían su sumisión al papado, entablaban entre sí guerras tan abiertas como aquellas que los enfrentaban con el enemigo común. Según algunos cronistas, el padre de Dante había sido gibelino. Otros adscriben la familia a los güelfos. Es seguro, sin embargo, que Dante perteneció al partido güelfo, y, dentro de éste, a la facción de los «blancos» moderados.
Sus años de infancia y juventud coincidieron con los más pacíficos que conoció Florencia en la época, sobre todo hasta la ascensión en 1295 de Bonifacio VIII al trono de San Pedro. A partir de entonces, Dante, que ya había participado, como soldado güelfo, en el sitio de Poggio di Santa Cecilia contra los aretinos (1285) y había sido jinete en la batalla de Campaldino (1289), también contra los gibelinos, se adhirió abiertamente a los ideales políticos de democracia e independencia comunal de los güelfos.
Beatriz y La vida nueva
En 1274, a los nueve años, Dante había encontrado por primera vez a Beatriz, probablemente hija de Folco Portinari. A los dieciocho tuvo lugar el segundo encuentro; ambos están consignados en La vida nueva una obra de juventud de originalísima forma, consistente en una colección de treinta y un poemas engarzados por una prosa entre conceptual y autobiográfica. Su argumento recorre los dieciocho años a partir del primer encuentro con Beatriz; los treinta y un poemas constituyen la cumbre del dulce stil nouvo (denominación acuñada por el mismo Dante en un verso del Purgatorio), practicado previamente por los poetas Guido Guinizelli y Guido Cavalcanti bajo la influencia directa de la poesía provenzal de los trovadores.
Según costumbre de la época, con once años de edad el joven poeta vio concertado su matrimonio con Gemma Donati, con quien se casó, probablemente entre 1285 y 1293, y de la que tuvo al menos cuatro hijos: Giovanni, Pietro, Jacopo y Antonia. Esta última le sobrevivió y tras la muerte de su insigne padre ingresó en un convento con el nombre de Beatriz. Pero muy poco se sabe de la vida familiar y conyugal de Dante; él se ocupó en cambio de consignar para la posteridad los datos fundamentales de su verdadera vida espiritual y amorosa ligada a Beatriz.
No menos importante que los encuentros con Beatriz fueron los lazos intelectuales con el humanista Brunetto Latini, retornado desde el exilio a Florencia en 1266, y el gran Guido Cavalcanti. Del primero de ellos, Dante aprendió tanto los secretos de la retórica latina como los placeres de la escritura en lengua romance; fue Latini quien le proporcionó los modelos para obras de juventud como ll fiore (1295-1300), en las que Dante adaptó al verso italiano el Roman de la Rose. La poesía en lengua romance contaba con sólo cincuenta años de vida en Italia cuando Guinizelli y Cavalcanti, bajo el influjo un poco más lejano del pionero Guittone d'Arezzo, fundaron la escuela de los fedeli d'amore ('fieles del amor'), inventaron la figura de la «mujer angélica» (en la que se aunaban la belleza física y la pureza celestial) y plasmaron la gran poesía lírica italiana que culminaría en Dante y Petrarca. De allí surgió la imagen de Beatriz, que asumiría en la Divina Comedia dimensiones teológicas y filosóficas impensadas.
GIOVANNI BOCACIO
Poeta y humanista italiano, uno de los más grandes escritores de todos los tiempos. Boccaccio probablemente nació en París aunque sea un hecho muy discutido, hijo ilegítimo de un comerciante florentino y una noble francesa. Criado en Florencia, fue enviado a estudiar el arte del comercio a Nápoles, hacia el 1323. Abandonó la contabilidad por el Derecho Canónico y éste por los estudios clásicos y científicos. Formó parte de la corte de Roberto de Anjou, rey de Nápoles. Se suponía que el rey tenía una hija ilegítima, Maria dei Conti d"Aquino. Aunque no se han encontrado pruebas concluyentes de su existencia, se ha dicho que fue amante de Boccaccio y que inspiró gran parte de su obra. Puede incluso que sea la Fiammetta immortalizada en sus escritos.
A su regreso a Florencia, hacia 1340, Boccaccio desempeñó varios cargos diplomáticos con el gobierno de la ciudad, y en 1350 conoció al gran poeta y humanista Petrarca, con el que mantuvo una estrecha amistad hasta la muerte de Petrarca en 1374. En 1362, un amigo invitó a Boccaccio para que fuera a Nápoles, prometiéndole el patronazgo de la reina Juana. Una fría recepción por parte de la corte de la reina le llevó a buscar la hospitalidad de Pretarca, que entonces estaba en Venecia (1363). Sin embargo, rechazó la oferta que le hizo Petrarca de una casa y regresó a su propiedad de Certaldo (cerca de Florencia). Los años finales de Boccaccio, en los que se dedicó a la meditación religiosa, tuvieron la alegría de su nombramiento en 1373 como lector oficial de Dante. Su serie de lecturas quedó interrumpida por una enfermedad en 1374, y murió el año siguiente.
La obra más importante de Boccaccio es El Decamerón, que empezó en 1348 y terminó en 1353. Esta colección de cien relatos ingeniosos, alegres, se desarrolla en un marco concreto: un grupo de amigos educados, afortunados y discretos, siete mujeres y tres hombres, para escapar a un brote de peste se refugian en una villa de las afueras de Florencia. Allí se entretienen unos a otros durante un periodo de diez días (de ahí el título) con una serie de relatos contados por cada uno de ellos por turno. El relato de cada día termina con una canzone, una canción para bailar entonada por uno de los narradores; estas canciones representan algunas de las muestras más exquisitas de la poesía lírica de Boccaccio. Al terminar el cuento número cien, los amigos vuelven a sus casas de la ciudad. El Decamerón es la primera obra plenamente renacentista ya que se ocupa sólo de aspectos humanos y sin hacer mención a temas religiosos y teológicos. Es notable por la riqueza y variedad de los cuentos, que alternan entre la solemnidad y el humor; por la brillantez de su escritura, y por su penetrante análisis de los personajes. En esta obra Boccaccio reunió material de muchas fuentes: fabliaux franceses, clásicos griegos y latinos, relatos populares y observaciones de la vida italiana de su época. El Decamerón rompió con la tradición literaria y, por primera vez en la edad media, Boccaccio presentó al hombre como artífice de su destino, más que como un ser a merced de la gracia divina.
Entre los otros escritos de Boccaccio se cuentan tres obras que se cree fueron inspiradas por Fiammetta: su primer y extenso romance en prosa Il Filocolo (1336), Elegía de Madonna Fiammetta (1344), las dos referidas a amantes desdeñados e Il Corbaccio (1354). Su Filostrato (1338) y la Teseida (1340-1341) son poemas en octava rima, una forma métrica que Boccaccio llevó a la perfección. También escribió una vida de Dante, con un comentario de la Divina Comedia, y varias obras eruditas, científicas y poéticas en latín, entre ellas De Claris Mulieribus (1360-1374). La obra de Boccaccio influyó en muchos escritores de toda Europa como Margarita de Navarra, Michel de Montaigne, Geoffrey Chaucer, Shakespeare y John Dryden.
GEOFFREY CHAUCER
Geoffrey Chaucer filósofo, poeta y escritor de los conocidos Cuentos de Canterbury, fue uno de los autores más admirados de la época. Una amplísima cultura clásica y un gran conocimiento de su literatura influyeron en una extensa obra que abarca temas de gran interés para la mayor parte de la sociedad. Utilizó un lenguaje apropiado a la audiencia a la que iban dirigidos y legitimó el uso del inglés en la literatura profana.
El presente volumen recoge El libro de la duquesa, la Casa de la Fama, el Parlamento de las aves y la Leyenda de las buenas mujeres, siendo la primera vez que esta última aparece traducida al español y que se presentan juntas. Una interesante introducción y una importante bibliografía comienzan y cierran el trabajo.
En el camino hacia un humanismo renacentista, con un brillante y extenso bagaje de cultura clásica, tropezó con la Alegoría quien le acompañó durante toda su obra y junto a la Mitología, la Simbología, la Metáfora, la Ironía, la Sátira y la Comparación, crearon múltiples personificaciones, antropomorfismos y endiosamientos de conceptos cuya abstracción y poca concreción permite excesos literarios, ofreciendo una materialización de la idea a la manera convencional de la época, actuando como agente sintetizador entre el mundo antiguo y la sociedad medieval.
Es común a todas estas obras que el autor se presente como un personaje más, soñando y narrando lo que soñaba, creando su propio álter ego en un mundo onírico con acentuados temperamentos mitológicos. Adelantándose a Freud y a Jung, y continuando la línea de algunos clásicos como Ovidio y Virgilio, contribuyó literariamente a la presentación artística de los sueños y sus significados; sueños en los que se presentan dimensiones paralelas a la realidad en una relación privilegiada entre el inconsciente humano y el divino mitológico, en un estado ambivalente de reposo y acción onírica.
Estos cuatro libros dejan una magnífica constancia escrita de la sociedad medieval del siglo XIV y de algunos de los temas que más le preocupaban como es el caso del amor. Desde el amor sensual al espiritual, pasando por el amor cortés y el alegórico, quien se muestra en ocasiones con los ojos vendados no por su falta de visión sino por la irracionalidad y la oscuridad de algunos comportamientos en su nombre; todos esos amores constituyen un vínculo común explícito o implícito a las cuatro obras.
Entre el blanco de la pureza y el negro de la caótica oscuridad, se presenta el amor arrebatado por la ambivalente Fortuna en El Libro de la duquesa . A través de una desesperación rayando la demencia y una desmesurada pena por la muerte de su amada, el caballero llora la pérdida y detalla sus extremas virtudes a partir de un educado lenguaje, cargado de una moral propia del medioevo.
La unilateral visión masculina con ausencia de la voz femenina, presenta una excéntrica obediencia y un exuberante sentimiento que sólo tienen sentido en el decoro y grandilocuencia del lenguaje del amor cortés, forma de hablar, sentir y actuar que dignifica al señor convirtiéndole en vasallo en el amor.
Frente a esta presentación del sentimiento, en El Parlamento de las aves la jueza Naturaleza dirime sobre la legitimación del consentimiento y, diferentes voces adornadas de irónicas alegorías y sarcásticas metáforas, muestran su amor en un paradisíaco vergel aromático y musical.
En un onírico, fantástico y alegórico juicio, se presenta Chaucer ante el Amor, en La leyenda de las buenas mujeres. Defendido por la superioridad racional de la dama y a modo de penitencia, comienza Chaucer a escribir un inacabado libro con forma didáctica a modo de exempla, en honor a esas mujeres que han confiado y honrado el amor con sus pensamientos, actos y omisiones, alabando su fidelidad y condenando la falta de legitimidad e ingenuas creencias en determinados juramentos.
No es el Amor el único personaje alegórico que juega un papel importante en la obra de Chaucer. En La casa de la Fama bajo lujosos y austeros decorados oníricos, diserta sobre las apariencias y razona sobre el conocimiento, la sabiduría y la ciencia . En un punto estratégico donde todos los sonidos y sus armónicos se expanden en progresión geométrica y son audibles independientemente de su veracidad, la diosa Fama concede su cualidad con aleatoriedad.
Conclusiones
Mis conclusiones son que gracias a este trabajo tuve la oportunidad de recordar temas vistos en años anteriores, y además no solo eso sino también cabe mencionar que aprendí, temas nuevos que realmente son de cultura general acerca de la literatura medieval como un movimiento muy importante durante la edad media, generado en Europa durante mas del mil años , que se caracterizo principalmente por ser una época en la que se escribieron principalmente libros de tipo religioso destacando las obras de don Gonzalo de berceo con su obra los milagros de nuestra señora, o con las obras escritas por don juan manuel como el conde Lucanor o la obra escrita por Fernando de Rojas llamada la Celestina y es que durante el periodo medieval hubo hermosas manifestaciones como los cantares de gesta, en los cuales se destacaron los juglares, que iban de pueblo en pueblo contando mientras cantaban las hazañas de los héroes, y los trovadores que cantaban sus poemas en las altas cortes y reuniones publicas, todo lo relacionado con estos temas me parecio muy importante ya que en la época medieval predomino lo religioso y en el periodo del humanismo predomino el hombre como centro de todo, y sus pensamientos también fueron elementales, este trabajo me sirvió mucho para reflexionar acerca de todo lo que implica realizar una investigación como esta, ya que hay que consultar, y la verdad pienso que lo que consulte realmente puede llegar a ser poco refiriéndome a lo que en realidad puede abarcar todos estos temas.
Bibliografía
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Autor:
Maria Fernanda Gomez Camacho
Trabajo de español entregado
a el Licenciado Alejandro Ibarra
Quintero como nota final del
segundo periodo académico.
ASESOR
ALEJANDRO IBARRA QUINTERO
UNIDAD EDUCATIVA TECNICA MUNICIPAL
TEODORO AYA VILLAVECES
AREA: ESPAÑOL
FUSAGASUGA
2012
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