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Chile – Politica exterior e interior y su historia


Partes: 1, 2, 3, 4, 5

  1. Introducción
  2. Antecedentes históricos generales del país
  3. Sistema político y económico
  4. Política exterior de la última década por administración
  5. La política interna y sus desafíos
  6. Política exterior período 2010 – 2011
  7. Crisis financiera internacional
  8. Conclusiones preliminares "A"
  9. Síntesis de las teorías consideradas. Preguntas resultantes
  10. Conclusiones finales "B"

"Nada más tradicional ni más conmovido por la herencia del pasado que la diplomacia de un Estado, su modo de percibir el mundo internacional y su idea de concebir cuál debe ser su participación."

Aron, Raymond

Introducción

El presente trabajo se plantea con el propósito de desarrollar un detallado análisis de la política interna y externa de Chile, llevando adelante un exhaustivo estudio de los "hechos de carácter permanente que inciden en las distintas situaciones históricas (demográficas, geográficas, económicas o institucionales, sean, políticas, religiosas o culturales)"[1], con el fin de comprender la situación en que se halla inmerso el país dentro del sistema internacional, conceptualizado por Ana Mirka Seitz como el "conjunto de interacciones externas de unidades políticas entre sí, de un modo estable y permanente sin que exista un poder organizador que las obligue"[2].

Como expresa el autor Panebianco "el objetivo principal de las ciencias sociales no es en efecto contribuir a la acumulabilidad del saber científico social, sino comprender fenómenos que son percibidos como culturalmente relevantes"[3].

Asimismo, Mirka Seitz también hace hincapié en que todo este análisis no sería posible si no concibiéramos al hombre como un ser político y a la política como actividad ordenadora de las comunidades humanas[4]

Dentro de este marco inicial de ideas, el trabajo se estructura con la presente Introducción y nueve puntos de desarrollo del análisis, los cuales irán moldeando la conclusión final sobre Chile en el punto diez. Todo ello, utilizando el material bibliográfico de los tres grupos de científicos políticos: ideográficos; teóricos y comparatistas[5]

En el primer punto se presenta la sección de antecedentes históricos, donde se describirán las causas históricas de Chile, volcando el análisis de las principales situaciones históricas de los eventos[6]El punto de partida debe necesariamente comenzar desde la historia del surgimiento de Chile como país. Duroselle acertadamente describe diciendo: "No hay historia sin acontecimientos. La historia no se ocupa más que de acontecimientos"[7]. Temporalmente, este capítulo abarca el periodo desde el comienzo del siglo XIX, hasta mediados del siglo XX.

En el segundo apartado se plantea por un lado, un detalle del sistema electoral y político de Chile, y por otro un análisis de los indicadores estadísticos del país, realizando una descripción de las diversas variables económicas, sociales, demográficas, políticas, entre otras, para así obtener información importante a la hora de poder entender a Chile estructuralmente.

El tercer punto está enfocado en el estudio de la política exterior de la última década de Chile. Aquí se aborda la política exterior de los gobiernos de la última década respecto del mundo, del hemisferio, de la región como así también de los distintos Organismos Internacionales.

En la cuarta sección del trabajo, ahondaremos en la política interna de Chile desde el año 2009 al 2011, con sus consecuentes desafíos. Es uno de los puntos más interesantes ya que se utilizara como base de datos tanto fuentes oficiales como periodísticas.

Llegamos al quinto punto, uno de los puntos principales para entender qué lugar ocupa Chile en la actualidad dentro del sistema internacional. Para ello se abordara la política exterior de Chile desde el año 2010 al 2011, a nivel global, hemisférico, regional y respecto de los Organismos Internacionales.

El sexto punto hace referencia a la crisis financiera mundial y cómo ésta afectó, o no, a Chile. Asimismo, se plante la crisis a nivel regional. Y dejando para los últimos párrafos de éste punto algunas consideraciones sobre la actual crisis político-económica europea.

El séptimo punto contiene las conclusiones generales "A" derivadas del análisis de los anteriores seis puntos.

La octava sección tendrá el objetivo de cruzar los datos y hechos descriptos anteriormente en el trabajo con las teorías aplicadas en la bibliografía de la cátedra. Este punto es importante ya que como planteó Carl Friedrich "la teoría, si la diferenciamos de la filosofía y de la opinión, es el conjunto más o menos sistematizado, de generalizaciones demostrables -o al menos coherentes argüibles- basadas en el análisis riguroso de hechos comprobables"[8]. Es decir, los hechos deben ser comprobados con la teoría y viceversa. A su vez, aquí se generaran nuevas preguntas resultantes del presente trabajo.

En el noveno apartado retomaremos el parcial de preguntas elaborado al comienzo de la cursada 2009 para así llegar a responder esos interrogantes.

Y finalmente en el punto diez se abordaran las conclusiones generales "B" que surgen del cruce de los tres ítems anteriores: las conclusiones generales "A", las teorías vistas durante la cátedra y el parcial de preguntas elaborado al comienzo de la cursada.

En el punto once se deja constancia de la bibliografía citada y en el doce se detallan los artículos periodísticos y documentos oficiales más importantes.

Antecedentes históricos generales del país

"El territorio que ahora conocemos como Chile fue uno de los dominios más distantes del imperio español en América, de hecho durante la etapa colonial había desempeñado un papel relativamente secundario en la economía hispanoamericana. Del periodo colonial surgió una población relativamente homogénea, mestiza, aunque pocos de los habitantes "europeos" deseaban admitir el hecho de que sus antepasados españoles se hubieran mezclado con indios"[9].

A comienzos del siglo XIX, Chile formaba parte de las colonias que el Reino de España mantenía en América, época en que éstas organizaban gobiernos autónomos, en la forma de Juntas de Gobierno. El 18 de septiembre de 1810, se formaba en Chile la primera Junta de Gobierno.

Durante las invasiones napoleónicas en España los chilenos tomaron cartas en el asunto y encabezados por José Miguel Carrera celebraron un golpe contras las autoridades realistas, pero las circunstancias políticas y militares, marcadas por el enfrentamiento entre patriotas y realistas impidieron una victoria definitiva contra las fuerzas realistas que en 1814 recobraron el control sobre el territorio chileno.

Fue Bernardo O"Higgins quien finalmente en 1818 logró la independencia del país a través de la formación de un ejército con el que venció a sus oponentes. Desde principios de 1817, con el triunfo militar se comienza a consolidar, finalmente, la idea y el sentimiento de independencia, la cual es proclamada por Bernardo O"Higgins el 12 de febrero de 1818. Ese mismo año se redacta la Constitución de 1818, la cual establece un ejecutivo unipersonal en la forma de Director Supremo, a quien se asignan amplias atribuciones, y dado que no se fija la duración del mandato, éste cuenta con un plazo indefinido para ejercer sus funciones. Sin embargo su poder es limitado por la existencia de otros dos poderes del Estado, que son claramente establecidos por la Constitución. En materia legislativa, se nombra un Senado de cinco miembros permanentes e igual número de suplentes, nombrados todos por el Director Supremo. Otros aspectos importantes de esta Constitución, entre otros, es que establece los derechos y deberes del hombre en la sociedad; determina las facultades y límites del ejecutivo; establece una autoridad judicial, creando un Tribunal Superior; establece una administración provincial de tres provincias (Coquimbo, Santiago, y Concepción), y fija como religión del Estado la Religión Católica[10]

De esta forma, O'Higgins es proclamado Director Supremo de la flamante República. "Resultó ser un dirigente decisivo pero autocrático"[11]. La inestabilidad del país producto de los efectos económicos y sociales de la lucha por la independencia, el asesinato de patriotas destacados como José Miguel Carrera y Manuel Rodríguez, y el fuerte gasto militar provocado por campañas como la liberación del Perú, entre otros, determinaron la promulgación, después de cuatro años de vigencia de la Constitución de 1818, de una nueva ley fundamental en el año 1822. Esta Constitución tiene el mérito de haber declarado expresamente la independencia de los tres poderes del Estado, de fijar un plazo para la duración del mandato presidencial, de proponer un sistema legislativo, y crear los ministerios de Relaciones Exteriores, Hacienda, y Guerra y Marina. Sin embargo, la Constitución de 1822 fue vista por la ciudadanía como un intento de prolongar la permanencia de O"Higgins en el poder, lo que provoca finalmente la inestabilidad del gobierno y en 1823 O"Higgins se ve obligado a dimitir[12]

En los años siguientes el contexto fue de inestabilidad política debido a las luchas entre liberales y conservadores por cómo organizar y consolidar el nuevo Estado. Los conservadores se erigieron vencedores y fue así que a partir de 1830 dirigieron lo que se conoció como la "República Conservadora" con Diego Portales como figura clave de este régimen manejando los hilos del gobierno desde diferentes ministerios, y consolidando un gobierno central fuerte que dejaba el poder económico en manos de los terratenientes. En 1831 se llevó a cabo una Asamblea Constituyente en la que se gestó dos años más tarde la Constitución de 1833, y que regirá, aunque con modificaciones, hasta el año 1925. Terminaba así una prolongada etapa de inestabilidad política caracterizada por variados ensayos de organización constitucional.

Portales gobernó sin oposición, en parte porque el gobierno controlaba la maquinaria electoral, y en parte porque los latifundistas dejaban que este ejerciera este poder en su beneficio. Sin embargo, había circunstancias que se escapaban de las manos de Portales, una de ellas era que comenzaba a gestarse la Confederación Peruano-Boliviana, a la cual Portales se oponía profundamente porque la percibía como una amenaza para Chile: Valparaíso era el puerto más importante del Pacífico en Sudamérica y la Confederación podría ser una competencia comercial nacida tras la búsqueda de hegemonía de los puertos de ambas naciones. Lo cierto es que Chile entabló una guerra contra Perú y Bolivia en 1836, saliendo victoriosa de la contienda en 1839 y con la consiguiente disolución de la Confederación, pero dejando como consecuencia el saldo de la muerte del mismo Diego Portales. Surge aquí la figura de Manuel Bulnes, como héroe de guerra, quien ocuparía la presidencia desde 1841.

Uno de los temas de agenda para ese entonces era el rol que debía cumplir la Iglesia. Un ala de la elite latifundista quería que el Estado ejerciera un control mayor sobre la Iglesia, especialmente en la educación y las finanzas. Sus oponentes defendían todos los privilegios eclesiásticos. El partido liberal anticlerical suavizó su postura y de este clivaje surgió el Partido Radical, que a partir de aquí tendría un papel persistente en la arena política chilena.

Durante la administración de Bulnes, Chile tomó posesión del Estrecho de Magallanes, con lo que se inició una batalla territorial con Argentina que no se solucionaría hasta 1984.

Asimismo, inicia el auge de la minería. La burguesía minera se transformará en un importante centro de poder en las décadas siguientes. "Entre mediados de la década de 1840 y mediados de 1850, la producción de plata se cuadruplicó o quintuplicó. Se aceleró la producción de cobre y en 1870 Chile ya controlaba alrededor de un cuarto del mercado mundial de este producto"[13]. Durante sus altibajos comerciales fueron los nitratos los que se convirtieron en la primera exportación del país. Los inversores extranjeros, en particular británicos, afluyeron de inmediato.

Todo esto fue consecuencia de una comisión exploradora que Bulnes había decidido enviar a las zonas desérticas del norte donde se habían descubierto ricas potencialidades para la minería y empezaron a instalarse cateadores y empresarios chilenos. Pero en 1847 las autoridades bolivianas resolvieron interrumpir tales faenas y expulsaron a empresarios y obreros chilenos de allí enviando tropas a ocupar Mejillones. Pero, estas medidas de fuerza no lograron detener un proceso ya en marcha que en pocos años daría lugar a un fuerte litigio entre ambos países: la guerra del Pacífico. 

El desarrollo de la minería chilena durante el siglo XIX trajo aparejados sustanciales cambios en la estructura social del país. En primer lugar, se dió el surgimiento de propietarios de minas del norte y comerciantes de los pueblos y ciudades en crecimiento. Aunque no había una verdadera rivalidad entre estos grupos ya que había una cierta mezcla lograda a través de vínculos familiares. En segundo lugar, se propició una importante urbanización en ciudades y pueblos de Chile y se generó un éxodo poblacional del campo a la ciudad. En tercer lugar, el desarrollo de la minería chilena generó la clase obrera nativa. Es decir, Chile no necesitó importar mano de obra como en otros países de América Latina. Esta misma clase obrera se sindicalizó por primera vez en los campos de nitratos del Norte, lo que les permitiría desde entonces tener acceso directo a la arena política. Asimismo, había una clase media emergente en crecimiento.

La configuración de la vida nacional siguió transformándose a través de la industria del cobre y más aún después de 1900, cuando la misma sufrió una revolución tecnológica debido a la invención de un nuevo proceso de fundido. Las inversiones requirieron sumas muy grandes de capital, que llegaron de aportes estadounidenses, las cuales, a su vez, concentraron la industria en muy pocas manos, creando un enclave extranjero y gran dependencia de capital foráneo. A su vez, la mayor parte de los beneficios volvían a las compañías centrales de Estados Unidos, en lugar de invertirse en Chile. Es así como la industria del cobre acabo dominando la economía chilena. "A menudo se decía que según fuera el cobre, así iba la economía chilena"[14].

La elección de Manuel Montt como tercer presidente decenal desata la guerra civil de 1851, entre las provincias del sur y el norte contra el centralismo de Santiago. Los sublevados, apoyados por Lastarria, Bilbao y otros miembros de la Sociedad de la Igualdad son derrotados por el general Bulnes. La Cuestión del Sacristán da inicio a un conflicto entre el Estado y la Iglesia Católica, que terminaría por provocar la división del Partido Conservador en una facción laicizante y otra ultracatólica, lo que posibilitará su derrota en las futuras elecciones de 1861, tras treinta años de gobierno conservador[15]

Así, cuando Manuel Montt, intentó poner como candidato a Antonio Varas para dichas elecciones, los liberales y conservadores intransigentes se unieron en contra de esto, incomodando al gobierno en el parlamento y con manifestaciones callejeras. Manuel Montt aplicó el estado de sitio, cerrando los diarios opositores y enviando a sus líderes al destierro en Punta Arenas. Antonio Varas decidió renunciar a la candidatura, entregándosela Montt a José Joaquín Pérez, más moderado, quien fue elegido como presidente por diez años desde 1861 dando apertura a la era de la "República Liberal" que duró hasta 1891.

A nivel doméstico, esta etapa se basó en dos temas: la estructura de la Constitución y el rol de la Iglesia. En cuanto a la Constitución, en 1871 se enmendó la misma para prohibir a los presidentes estar en el poder durante más de 2 mandatos; y sobre la Iglesia los liberales continuaron su campaña por la igualdad de religión. Asimismo, el Congreso extendió el voto a todos los varones que supieran leer y escribir de más de veinticinco años.

En 1865, Chile entró en guerra contra España, que había reconocido la independencia chilena el 24 de abril de 1844. El 31 de marzo de 1866, la escuadra española, al mando del almirante Casto Méndez Núñez, bombardeó por tres horas la ciudad de Valparaíso. El conflicto fue exclusivamente marítimo y terminó formalmente en 1883 con la firma del Tratado de Paz y Amistad entre ambas naciones.

En el ámbito regional, Pérez recibía cada vez más reiterados reclamos diplomáticos por parte de Bolivia que aducía que el límite entre ambos países se hallaba en el paralelo 25" y no en el 23", debido a la instalación cada vez más evidente de empresas chilenas en territorio boliviano. De modo que en 1866, los Gobiernos de Pérez y Melgarejo, de Bolivia, suscriben un Tratado de Límites, en el que se fijaba como frontera entre ambos países, el paralelo 24" (no el 23", que quería Chile, ni el 25", que postulaba Bolivia). Además, se establecía la creación de una zona económica compartida, entre los paralelos 23" y 25". Y los impuestos provenientes de la explotación del guano y minerales, se repartirían por partes iguales entre ambos países.

Pero el acuerdo no sirvió de mucho, el desierto cada vez estaba más "chilenizado" y estratégicamente en 1873 Bolivia y Perú concretaron una alianza secreta como corolario de una creciente reacción anti chilena que tenían ambos países. Todo empeoró en 1878, el gobierno del Presidente boliviano Daza decretó, vulnerando lo dispuesto en el Tratado, establecer un nuevo impuesto a la exportación de salitre. Por ello, durante el gobierno de Aníbal Pinto, el 14 de febrero de 1879, desembarcaron dos Divisiones del Ejército chileno en la zona de Antofagasta dando origen a la guerra del Pacífico. En poco más de un mes el Ejército chileno lograba ocupar Antofagasta, Mejillones, Caracoles, Cobija, Tocopilla y Calama; vale decir, toda la zona comprendida en la actual II Región. El 1°de marzo de 1879, Bolivia declaraba la guerra a Chile, arrastrando a Perú, en virtud del acuerdo de asistencia recíproca firmado en 1873.

La guerra concluiría oficialmente el 20 de octubre de 1883 con la firma del Tratado de Ancón, mediante el cual el Departamento de Tarapacá pasa a manos chilenas permanentemente y las provincias de Arica y Tacna quedaron bajo administración chilena por un lapso de 10 años, al cabo del cual un plebiscito decidiría si quedaban bajo soberanía de Chile, o si volvían al Perú.

A la firma de este Tratado, el Departamento de Tacna contaba con tres provincias: Tacna, Arica y Tarata. El plebiscito previsto en el Tratado de Ancón nunca se llevó a cabo y no fue hasta 1929 que se firmó el Tratado de Lima, que contó con la mediación de Estados Unidos, y por el cual se decidió que gran parte de la provincia de Tacna fuese devuelta al Perú mientras que Arica y el resto quedara definitivamente en manos de Chile. Sin embargo, el tratado entre ambas naciones, en el cual Bolivia reconocía la permanente soberanía chilena sobre el territorio previamente en disputa, ha sido origen constante de tensiones diplomáticas entre ambos países hasta el día de hoy, por cuanto Bolivia perdió toda posibilidad de salida al mar. "Esta conclusión tuvo dos importantes efectos: aumentar la autoestima de los chilenos y hacer surgir un profundo resentimiento entre peruanos y bolivianos"[16].

La segunda mitad de esta década trajo consigo la presidencia de José Balmaceda, 1886-1891, un liberal que se tuvo que enfrentar con el reciente Partido Demócrata, fundado en 1887, por una agria batalla sobre la política alimentaria. El tema surgió cuando los ganaderos chilenos propusieron un arancel sobre la carne argentina. El flamante partido de la clase media, ayudado por artesanos y comerciantes, salió triunfante en contra del arancel y este primer triunfo señaló el inicio de una tendencia. "El partido Demócrata fue precursor de políticas populistas, propugnando leyes que ayudarían a los obreros, mientras que a la vez presentaban las clásicas demandas liberales por asuntos como la educación obligatoria y gratuita y procedimientos democráticos en elecciones gubernamentales"[17].

El destino de la presidencia de Balmaceda fue sellado por la guerra civil de 1891, generado tras una serie de disputas entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo por la discusión sobre el presupuesto de ese año. "La revolución de 1891 apuntaba a la restitución de la autonomía de los poderosos intereses regionales"[18]. Mientras las fuerzas del ejército de Chile se dividieron, apoyando ambos bandos, la Armada se unió a los congresistas. Desde Iquique los revolucionarios iniciaron, con apoyo de material británico, una serie de campañas con el fin de derrocar a Balmaceda, que estableció una férrea dictadura y opresión sobre sus opositores. Tras la batalla de Concón y la batalla de Placilla, las fuerzas leales al presidente fueron derrotadas. Balmaceda entregó el poder a Manuel Baquedano, Jefe de la Junta Provisional de Iquique, y se refugió en la embajada argentina, suicidándose el 19 de septiembre de 1891, un día después de que expirara su período constitucional como Presidente. La victoria de las fuerzas congresistas marcó un importante hito en la historia de Chile, y su sociedad debió enfrentar una gran división tras el conflicto bélico, que dejara miles de muertos. La caída de Balmaceda cambió la estructura constitucional de Chile, dando fin a la llamada "República Liberal" con su fuerte presidencialismo y dando inicio al Régimen Parlamentario que imperaría en Chile hasta 1925. 

En menos de un mes se eligió un nuevo presidente: Jorge Montt. Pero su poder estaba seriamente circunscrito, puesto que Chile abrazó el sistema parlamentario. La concentración del poder siguió en manos de una oligarquía que representaba los intereses agrícolas. Debido a un aumento de precios y, por ende, a un encarecimiento del costo de vida, los obreros, que aún no estaban organizados como partido político, se levantaron haciendo sentir su peso con una serie de protestas confrontando a los miembros armados de la oligarquía. A pesar del auge económico, estos años se caracterizaron por una profunda inestabilidad política y por el inicio del movimiento proletario de la llamada Cuestión Social: por aquel entonces existía una marcada desigual distribución de la riqueza la cual se fue haciendo insostenible a medida que pasaba el tiempo.

"Desde 1910 los obreros se volvieron aún más militantes. Los organizadores más importantes eran los anarcosindicalistas, quienes consiguieron importantes mejoras en los salarios y en las condiciones laborales. Los sindicatos crecieron de modo uniforme, a pesar de que la ley chilena no los reconociera. Si bien preocupaba a la oligarquía política y a los sectores medios, estos no representaban una amenaza básica para el sistema político"[19].

El que supo ver la oportunidad de captar las masas obreras y urbanas urgidas por ser representadas fue Arturo Alessandri, quien hizo campaña incluyendo a dichos sectores. Así fue como ganó. Al principio su gobierno intervino en varias huelgas favoreciendo a los obreros. Pero los conflictos cada vez se agravaban más y Alessandri sufría serias presiones por parte del ala conservadora, que dominaba el Congreso, por ser tan blando con los trabajadores, yendo en contra de los intereses de ellos. Finalmente terminó optando por los empresarios y reprimiendo de forma sistemática el movimiento obrero. Esta encrucijada entre el presidente liberal y el congreso conservador duro hasta 1924, donde la Junta Militar tomó el control del gobierno.

Alessandri, vuelto a llamar por los militares, regresó demostrando otra vez su vulnerabilidad frente a las demandas de los trabajadores. Y finalmente decide renunciar. Quien surge de la inestabilidad política reinante como presidente es el coronel Carlos Ibáñez en 1925. En mayo de 1927, fue formalmente elegido presidente por el Congreso y procedió a consolidar una dictadura que duró hasta 1931. Ibáñez, aprovechando la favorable coyuntura económica y apoyado por una fuerte financiación foránea, impulsó inversiones tales como la construcción de carreteras, ferrocarriles e instalaciones eléctricas. Pero todo acabó con la crisis de Wall Street de 1929. A partir de este suceso, las inversiones externas se redujeron y las exportaciones minerales cayeron sustancialmente. En menos de tres años, el producto interno bruto cayó a menos de la mitad y el país fue considerado como el más afectado por la crisis mundial. Consiguientemente, las protestas, no solo de obreros sino también de profesionales, contra el gobierno aumentaron hasta lograr que Ibáñez en julio de 1931 dimita. "Después del periodo 1924-1931 las Fuerzas Armadas no intervinieron directamente en la determinación de la suerte de los gobiernos. Incluso entonces gobernaron directamente solo durante un brevísimo tiempo"[20].

 A partir de aquí, Chile careció de un gobierno estable. Durante este intervalo se dio la "República socialista" encabezados por Juan Esteban Montero, Marmaduke Grove, entre otros, "que duraron trece días"[21]. Lo significativo de este contexto fue, precisamente, el surgimiento de la institución del partido socialista.

El próximo presidente electo en 1932 fue una figura ya conocida: Arturo Alessandri. Gobernó con dureza frente a la oposición, reprimiendo a los partidos de izquierda, proclamando el estado de sitio, clausurando el Congreso y enviando al exilio a figuras sindicales. En el área económica tuvo un éxito importante a partir de la recuperación de la demanda mundial de exportaciones chilenas, secundado por medidas de reducción de gastos del sector público, desmantelando varias entidades estatales que Ibáñez había creado.

En 1936 se creó el "Frente Popular" en un principio gestado por comunistas y radicales y que para 1938 ya incluía un espectro de partidos socialistas, demócratas y una nueva confederación de trabajadores chilenos. Es aquí donde surge la figura de Pedro Aguirre Cerda quien fuera electo presidente en 1938 por este abanico de sectores. Pero el Frente sufrió pronto las tensiones de una coalición tan heterogénea. Cada sector del frente estaba disociado del mismo: los radicales eran la porción dominante y los socialistas y comunistas eran antagonistas naturales. A su vez, el Congreso estaba controlado por la derecha. Desafortunadamente, por serios problemas de salud, Aguirre Cerda debe renunciar en 1941.

Sobre esta etapa, es importante destacar lo que plantean los autores Skidmore y Smith en su libro "Historia Contemporánea de América Latina" con respecto a un dato saliente de la realidad política vigente por entonces: la existencia de muchos y diferentes partidos, por lo que era raro que uno de ellos recibiera más de un cuarto de la votación total con lo que los partidos tenían que formar coaliciones, trayendo consigo su fragilidad. Tal fue el caso del Frente Popular[22]

Quien se encontró en la presidencia en tiempos de la segunda guerra mundial fue el radical Juan Antonio Ríos, que desde su gestión en 1942 luchó por mantener a Chile neutral durante dicho conflicto. Si bien temía el posible ataque japonés a sus cercanas costas, en enero de 1943 rompió relaciones con el Eje, principalmente por la presión que Estados Unidos ejercía sobre Chile para unirse a los aliados.

La próxima presidencia también fue radical, de la mano de Gabriel González Videla quien estuvo ejerciendo su cargo desde 1946 hasta 1952. Su gestión sufrió desde el inicio una serie de huelgas violentas por lo que González Videla declaró estado de sitio y suspendió libertades civiles. No obstante, las huelgas continuaron hasta el año siguiente. Por lo que la administración de González Videla decidió usar todos los medios legales para eliminar del espacio político a sus adversarios de izquierda, proscribiendo el partido comunista en 1948. El gobierno actuaba alineado a la política macarthista de "cacería de brujas" de Estados Unidos, del cual tenía su apoyo pleno para hacerlo.

Otra vez la arena política trajo como protagonista en 1952 una figura del pasado: el general Carlos Ibáñez. Pero su administración no fue capaz de cumplir sus metas y se enfrentó a un importante déficit en la balanza de pagos que, a pesar de buscar ayuda económica en el exterior, no pudo ser resuelto.

En 1958 fue electo Jorge Alessandri, el hijo del ex presidente Arturo Alessandri. El nuevo presidente era un representante auténtico del pensamiento político y económico conservador de Chile. Creía con firmeza en la economía de libre empresa, que incluía la ortodoxia monetaria y la puerta abierta a las inversiones extranjeras. Su gobierno atacó la seria inflación con una política de estabilización ortodoxa al estilo del FMI: recortes presupuestarios, devaluación y solicitud de nuevas inversiones extranjeras. Pero las inversiones no aumentaron y los controles de importación llevaron a un déficit comercial. El mandatario creó en 1958 y 1962 reformas electorales, las cuales produjeron un importante vuelco en la movilización electoral. Se trataba de substituir la inscripción periódica por una inscripción electoral obligatoria. Otra medida importante que realizó Jorge Alessandri fue que estableció por primera vez el proyecto de la Reforma Agraria en Chile con la promulgación de la Ley N° 15.020 en el año 1962. Esta ley surgió debido a que al comenzar la década de 1960 la presión en la sociedad chilena por una Reforma Agraria se manifestaba fuertemente. Y este pedido contó con el respaldo de la Iglesia Católica que repartió sus propias tierras entre los campesinos y con el apoyo de Estados Unidos a través de la "Alianza para el Progreso". Una vez asumida y decidida la implementación de la Reforma Agraria, el gobierno de Alessandri debió realizar una modificación constitucional que redefiniera el derecho de propiedad. Los dueños de las haciendas que fueran calificadas como "improductivas" y que por ello serían expropiadas, contaban con la posibilidad legal de impugnar las decisiones de las comisiones técnicas ante los tribunales de justicia.

Sin embargo, dicha Reforma Agraria no tuvo mayor éxito. En primer lugar, por la tibieza y liviandad con que esta transformación fue aplicada por el gobierno de Alessandri. Y en segundo lugar, el fracaso de la Reforma Agraria impulsada a la fuerza por Alessandri fue confirmado al constatarse un brusco descenso en la producción de alimentos, lo que en gran parte se debía a que el 70% de las tierras expropiadas y reasignadas eran de propiedad fiscal, y el 30% restante provenía de tierras vendida al Estado por sus propios dueños. Al concluir la primera etapa de la Reforma Agraria solamente unas 5.000 hectáreas habían sido redistribuidas[23]

Además, Alessandri debió sufrir durante su gestión uno de los peores terremotos en la historia de Chile, fue en el año 1960 en la zona de Valdivia y gran parte del sur de Chile, que dejó pérdidas irreparables y su reparación costaría más de U$S 400 millones.

Como ya se mencionara anteriormente, para llegar al poder los partidos debían unirse en frentes, y el sistema político estaba cada vez más polarizado. De hecho, para entonces, existían cuatro agrupaciones importantes e ideológicamente distantes: 1) la derecha, que incluía los partidos liberal y conservador; 2) los radicales centristas; 3) la izquierda marxista, que incluía comunistas y socialistas; y 4) los demócratas cristianos, que representaban el centro. "Los investigadores de la política latinoamericana destacan el hecho de que Chile, a comienzos de los años sesenta, habría ocupado el primer lugar en América Latina en términos de estabilidad política; sin embargo, en términos de participación electoral se ubicaron en decimocuarto lugar"[24].  

Así fue como estratégicamente la derecha, que incluía liberales y conservadores, se vio obligada a aliarse con los demócratas cristianos como única medida para sustentarse en el poder. Alineados tras la candidatura de Eduardo Frei Montalva, la derecha logra su objetivo: Frei logra un triunfo aplastante con el 56% sobre el total de los sufragios en 1964. El otro candidato era Salvador Allende, quien era el candidato por el ala comunista y socialista. La Democracia Cristiana se presentó como una alternativa entre el capitalismo liberal y el socialismo marxista. Desde esta perspectiva se propuso poner fin a la polarización de la política chilena mediante la conquista del centro y su transformación en una nueva fuerza mayoritaria. Es imperante aquí resaltar la intervención de Estados Unidos en la elección de 1964: la Agencia Central de Inteligencia gastó más de 2,6 millones de dólares en apoyar al candidato demócrata cristiano para prevenir el ascenso a la presidencia del marxista Salvador Allende sobre quien llevaron a cabo una "Campaña del terror" que pretendía mostrar a Allende como un régimen represivo y sangriento. En éste contexto estaba en su máxima expresión la "Alianza para el Progreso" que, encubierta tras una ayuda económica de Estados Unidos a América Latina, tenía como principal objetivo contrarrestar la influencia de la Unión Soviética en el hemisferio. "Estados Unidos veía a la Democracia Cristiana como el movimiento más capaz de realizar reformas preventivas destinadas a socavar la amenaza de la izquierda mediante la demostración de otro modelo de desarrollo"[25].

 Durante su mandato se encargó de la industria más importante del país, es decir el cobre, buscando una solución centrista: se llevó a cabo la chilenización del mineral que permitió al Estado participar en las empresas extranjeras y obtener un 50% de las ganancias y los ingresos serían reinvertidos por éstas en aumentar las instalaciones. Si bien los ingresos por exportación se duplicaron, esto fue en razón a un aumento del precio de este mineral y no por su nivel de producción. En su administración la economía no solo estuvo relativamente mejor, sino que tanto la recaudación tributaria como el gasto fiscal aumentaron notablemente. Esto le proporcionó al Estado la posibilidad de ampliar los servicios públicos y mejorar los niveles de capital e inversión superando con creces lo realizado por gobiernos anteriores. "Estados Unidos se interesó mucho por la fortuna del gobierno de Frei, ya que presentaba todos los rasgos del régimen reformista que la Alianza para el Progreso debía apoyar. Por ello, al igual que las entidades multinacionales como el Banco de Desarrollo Interamericano y en Banco Mundial, concedió a Chile una financiación muy generosa. A corto plazo esto ayudo a su balanza de pagos anual, pero a la larga se añadió a su deuda externa"[26]. Asimismo, durante el gobierno de Frei se promulgó una ley que subía de grado la clasificación de varias especialidades de "obrero" a "empleado" lo que implicaba un aumento de status y beneficios sociales para los mismos. Lo que género que los sindicatos aumentaran considerablemente durante la gestión de Frei. "Esto representó un desarrollo sin precedentes en la historia chilena, indicando un cambio notable en la movilización de la clase urbana"[27].

A su vez, durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva se impulsó una Reforma Agraria más amplia y operativa que la que implementó el gobierno de Alessandri, capaz de hacer más expedito el proceso de las expropiaciones. El 26 de abril de 1966 fueron promulgadas dos nueva leyes sobre la materia: las leyes N° 16.640 y N° 16.625. La primera ley permitía la incorporación de los campesinos a la propiedad de la tierra que trabajan, el mejoramiento de la productividad agrícola en todos sus niveles, la reforma del sistema de manejo y aprovechamiento de las aguas, y la reestructuración de los organismos públicos que cumplían funciones relacionadas con la agricultura. La segunda, Ley N° 16.625 de 1967 del Ministerio del Trabajo y Previsión Social, permitió la asociación de los campesinos, también fue conocida como la sindicación campesina. Entre 1965 y 1970 fueron expropiados en todo el país 1.400 predios con un total de 3.408.788,3 hectáreas[28]

Pero en las siguientes elecciones fue el turno de la izquierda: comunistas y socialistas, ahora unidos bajo la denominación "Unidad Popular" postularon a Salvador Allende como presidente. Y así fue como en las elecciones de 1970 Allende tuvo su revancha, logrando así que Chile tenga por primera vez en su historia un presidente de la izquierda. "El triunfo de Allende captó la atención internacional, no solo porque representaba la primera elección libre de un jefe marxista de gobierno, sino también porque el nuevo gobierno prometía realizar transformaciones revolucionarias dentro del marco constitucional y legal chileno. De hecho, Allende se refería a su experimento como uno de igual importancia a la revolución rusa"[29]. Preponderante es resaltar que el Congreso estaba controlado por la Democracia Cristiana y la derecha, lo que generaba en dicha institución un punto de fuerte confrontación.

Durante el gobierno de Salvador Allende, el proceso de expropiaciones de tierras a latifundistas se aceleró bruscamente utilizando los instrumentos legales promulgados por el anterior gobierno, con el fin de expropiar todos los latifundios y traspasarlos a la administración estatal, cooperativas agrícolas o asentamientos campesinos. Este proceso estuvo acompañado en paralelo por una gran efervescencia campesina que se expresó a través de tomas directas de predios, lo cual desencadenó en un contexto de violencia y crisis económica en el mundo campesino. Al producirse el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, la Unidad Popular había expropiado cerca de 4.400 predios agrícolas, que sumaban más de 6,4 millones de hectáreas. El viejo orden latifundista había llegado a su fin[30]

En términos económicos, Allende congeló los precios y subió los salarios. Lo que creó un auge inmediato de las compras de consumidores, generando a corto plazo una redistribución significativa de la renta. Asimismo, nacionalizó el carbón, el acero y los bancos privados, entre otras firmas más. "Las empresas extranjeras eran el blanco favorito y de ellas fueron víctimas nombres tan conocidos con ITT y Ford"[31]. De hecho Allende sostuvo que no se debía indemnizar a las compañías debido a los altos beneficios que habían percibido de gestiones anteriores. No obstante, resulta significativo que al nacionalizar las compañías de cobre tuvo apoyo unánime en el Congreso. Esta postura agravó las tensiones con el presidente norteamericano Nixon, quien trabajó persistentemente para desestabilizar el gobierno de Allende enviando dólares a grupos conservadores y subvencionando huelgas contra el gobierno. Así también, organizó un bloqueo invisible contra Chile, incluyendo la retención de todo préstamo del Banco Mundial o del Banco de Desarrollo Interamericano. Si bien las dificultades económicas de Chile no pueden atribuirse únicamente al bloqueo económico internacional, ese bloqueo sí contribuyó a la espiral de crecientes dificultades económicas. El resultado económico deplorable no tardó en llegar, dejando a Chile preso de una inflación galopante, con enormes déficits presupuestarios, bajísimos precios del cobre a exportar, y sin financiación externa. Para el año 1972 se veía con claridad como las políticas económicas imperantes estaban afectando seriamente la clase media y alta. Un indicador de este hecho fue cuando en diciembre de 1971 un grupo de mujeres de clase media protagonizó una marcha de las cacerolas. El principal problema insoluble para el gobierno de Allende claramente lo constituía la crisis económica.

"Como se trataba de un gobierno legal en un sistema de poderes constitucionales limitados, el régimen de Allende no resultaba efectivo para combatir la floreciente economía sumergida. En segundo lugar, estaba el extendido sabotaje de productores, latifundistas y comerciantes que querían que el experimento de la UP fracase u obtener beneficios rápidos, o ambas cosas. Por último estaba la ineficiencia de un gobierno sin experiencia que trataba de controlar y gestionar sectores enormes de la economía"[32].

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