- Economía de América Latina. Panorama actual y perspectivas
- El consenso de Washington. Una nueva política económica
- Las transiciones incompletas
- Desafíos para completar las reformas
- Panorama de la economía latinoamericana
- Argentina. La primera crisis económica del siglo XXI
- Los procesos de integración económica en américa latina. Del panamericanismo al ALCA. Implicaciones para la unión europea y España
- Conclusiones
- Una década de inversiones españolas en América Latina (1990-2000)
- Conclusiones
- Bibliografía
PARTE I
Economía de América Latina. Panorama actual y perspectivas
I. EL PASADO RECIENTE Y LA EVOLUCIÓN ACONTECIDA
1. El pasado reciente
En la mañana del 9 de diciembre de 1824, dos ejércitos se enfrentaron en un pequeño valle de los Andes Peruanos. La acción militar duró apenas una hora y, a su término, las tropas patriotas conducidas por el general Antonio Sucre, habían aniquilado al ejército realista dirigido por el virrey La Serna. La batalla de Ayacucho, constituyó la culminación de la lucha por la independencia latinoamericana. Quince años de guerra y revolución, marcaron el fin de tres siglos de dominio imperial sobre un vasto territorio que se extendía desde Colorado y California, hasta Tierra del Fuego.
La conquista de la independencia política no implicaba el logro de la independencia económica, pues si bien Latinoamérica rompió sus antiguos lazos con las monarquías ibérica vínculos comerciales con el mundo exterior.
2. La evolución acontecida
La demanda de exportaciones y las entradas de capital tuvieron un impacto profundo en las diversas estructuras económicas, sociales y políticas de América
Latina durante este periodo. Influyeron asimismo tanto la «lotería de los productos básicos»5 como el tamaño, por lo que se entiende la dimensión económica efectiva de un país en función de la población, el ingreso y la extensión territorial.
La geografía, el legado político y las características sociopolíticas subyacentes fueron otros aspectos importantes respecto a las naciones europeas, la rápida expansión del comercio mundial también resultó una de las características de la aceleración del crecimiento económico de estos países, cuya industrialización fue intensa durante el siglo XIX.
Uno de los rasgos más destacables durante todo este período, es la alta proporción de materias primas, como una de las constantes del comercio mundial.
Hasta la Primera Guerra Mundial, otra característica notable fue el predominio de
Europa Occidental, sobre todo de Gran Bretaña, aunque el equilibrio se fue desplazando gradualmente hacia Estados Unidos.
De los países pequeños, tanto Uruguay, que se benefició de la inversión extranjera al mismo tiempo que Argentina, aunque no en igual medida, como los países abiertos a la inversión de Estados Unidos en la actividad azucarera, a saber, Cuba, Puerto Rico y República Dominicana, son las excepciones a la regla.
En otras palabras, el tamaño de por sí no determinó el interés del inversionista. La geografía, las relaciones y la estabilidad política también influyeron; los países que acababan de salir de las turbulencias del siglo XIX quedaron al final de la lista.
TABLA I. EXPORTACIONES Y TASA DE CRECIMIENTO DEL PIB: 1900-1929
(Promedios Anuales, en Porcentajes)
Nota: Exportaciones: Las cifras se expresan en millones de dólares de Estados Unidos, a los precios de 1970. PIB: Las cifras se expresan en millones de dólares constantes de Estados Unidos, a los precios de 1970. Fuente: Progreso, Pobreza y Exclusión. BID. 1998.
3. Del crecimiento hacia fuera al crecimiento hacia dentro
Se ha descrito habitualmente la depresión de 1929 como el momento decisivo de la transición de América Latina desde un crecimiento económico hacia fuera, basado en la exportación, hacia un desarrollo hacia dentro, sustentado en el modelo conocido como Industrialización mediante la Sustitución de Importaciones
(ISI).Tanto los «estructuralistas», que generalmente consideran este cambio favorablemente, como los «neoliberales», consideran los años treinta como una década en la cual América Latina extravió el camino.
Es indudable que a lo largo de estos años, surgieron en muchos países nuevas fuerzas económicas, sociales y políticas, que en última instancia darían un perfil muy diferente al modelo latinoamericano de desarrollo económico.
Los años setenta llegaron con una acusada inestabilidad de la economía mundial, intensificada por el primer aumento considerable del precio del petróleo
(1973) y con ello, la necesidad del reciclaje de los abundantes recursos financieros
(que aumentaron por las repetidas subidas), los cuales se dirigieron en gran medida hacia América Latina, que proporcionados a un bajo coste, supusieron un amplio endeudamiento de los diferentes países.
A lo largo de dicho período en América Latina, los acontecimientos resultaron más prometedores que lo previsto para el sector externo: la expansión en los años cincuenta, con la recuperación europea en marcha, permitió a la región crecer y enriquecerse, convirtiéndose en suministradora de materias primas para todo el mundo, en tanto que Europa se reconstruía tras la Segunda Guerra Mundial.
TABLA II. CRECIMIENTO DEL PIB:
MUNDO Y MAYORES REGIONES, 1820-1998
(Tasas de crecimiento anual promedio ponderado)
Fuente: Cálculos de la CEPAL, sobre la base de Maddison (2001)
Los años ochenta se caracterizaron por acontecimientos que resultaron muy perjudiciales para las economías latinoamericanas, destacando los cambios en la política económica de Estados Unidos. Estas adversas circunstancias influyeron directamente en una contracción del comercio internacional, importantes aumentos en la tasa de interés y el deterioro en los precios de las materias primas, lo que provocó la subsiguiente escasez generalizada de divisas.
En síntesis, el efecto combinado de las crisis externas comercial y financiera, ocasionó un descenso del 7 por 100 en el promedio del PIB per cápita entre 1980-1981 y durante 1983-1990, un descenso del 15 por 100 en la absorción interna.
Esto contrasta notoriamente con el dinamismo de los años setenta, dondeel promedio anual del crecimiento del PIB era del 5.6 por 100, el consumo aumentaba en el 6.1 por 100 y la inversión crecía al 7.3 anual, frente a un crecimiento demográfico del 2.4 por 1000. Por su parte, la CEPAL, así como el
Banco Mundial, estimaron que durante los años ochenta la producción per cápita disminuyó en un 8 por ciento y durante el período 1983-1990 se obtuvo un crecimiento del cero por ciento, estimándose que los ingresos per cápita a finales de los ochenta fueron un 11 %inferiores a los alcanzados al comenzar la década.
El desarrollo industrial realizado en América Latina adoleció de tres fallos fundamentales que debilitaron su contribución al mejoramiento del nivel de crecimiento. Éstos han sido:
a) Toda la actividad industrializadora se ha dirigido hacia el mercado interno.
b) La elección de las industrias se ha hecho por razones circunstanciales, más que por consideraciones de economicidad.
c) La industrialización no ha corregido la vulnerabilidad exterior de los países latinoamericanos.
Los mencionados acontecimientos, junto con las transformaciones en la economía mundial, exigieron un cambio en el rumbo de la política de desarrollo de la región. Se comenzó pues, de manera unívoca, el abandono de un modelo de crecimiento hacia dentro, caracterizado por el proteccionismo y la fuerte intervención estatal en la economía. Los países iniciaron una transición hacia una economía más abierta, desregulada y competitiva, junto con un Estado de menor tamaño, pero más eficiente.
Desde este nuevo modelo comenzó la última década del siglo XX y con ella, también aparecieron las primeras señales de recuperación. La reanimación del crecimiento económico estuvo asociada con la primera entrada neta positiva de capitales procedentes del resto del mundo desde 1981, resultado de un mejor acceso a la financiación privada externa, como de un drástico descenso de los tipos de interés en el mercado estadounidense.
GRÁFICO. CICLO ECONÓMICO EN AMÉRICA LATINA 1997-2001
(PIB desestacionalización, variación trimestral anualizada)
*Incluye: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Venezuela.
Fuente: BBVA.
El modesto crecimiento de los noventa, permitió elevar el ingreso promedio de los latinoamericanos sólo un 1.5% anual, menos que en los países desarrollados, donde aumentó un 2% anual, o que en algunos grupos de países de Asia, donde creció a tasas cercanas al 3.5%. Pero América Latina no es una región uniforme, y las brechas de ingreso entre países ricos y pobres dentro de la región también están aumentando. Mientras que en los ocho países más ricos, el ingreso per cápita aumentó cerca del 2% anual en los noventa, en los ocho más pobres apenas creció un 0.7%.
De una activa intervención en la asignación de recursos y las actividades productivas directas hasta los años setenta, el Estado pasó a centrarse en la política macroeconómica, la construcción de infraestructuras y los programas sociales. Se necesitaba un Estado con más músculo y menos grasa, cediendo su protagonismo en el desarrollo económico, reconociendo así el papel central que juega para el crecimiento la iniciativa privada, siendo la empresa motor del desarrollo económico y social.
En este nuevo acontecer económico, tuvieron vital importancia las propuestas elaboradas en el «Consenso de Washington», aplicadas con distinta firmeza y amplitud por cada uno de los gobiernos del continente.
TABLA III. AMÉRICA LATINA. PRODUCTO INTERIOR BRUTO 1970-1999
(En porcentajes)
Fuente: Cálculos de Ricardo Ffrench-Davis sobre las bases oficiales de CEPAL.
El consenso de Washington. Una nueva política económica
1. El Consenso de Washington
El agotamiento del modelo de ISI promulgó las bases para emprender las reformas estructurales necesarias que permitiesen cambiar el rumbo económico del continente. Al mismo tiempo que se delineaba este giro económico, algo histórico sucedió en la región entre 1982 y 1990, una quincena de países logró realizar la transición política desde la dictadura a la democracia, adoptando todos la «economía de mercado» como modelo económico.
El Consenso, se elaboró para encontrar soluciones útiles sobre la forma de afrontar en la región la crisis de la deuda externa, y establecer un ambiente de transparencia y estabilidad económica. Se explicara en primer lugar el contenido y los objetivos de dicho Consenso; veremos los efectos de la aplicación de dichas medidas, y después los principales problemas que se derivaron de la puesta en práctica de estas políticas de reformas, para, finalmente, estudiar en qué medida un «Nuevo Consenso» que reforme y amplíe dichas reformas podría mejorar la situación actual y posibilitar un crecimiento enconó-mico estable y sostenido.
A. LAS FORMULACIONES DEL CONSENSO DE WASHINGTON
1. Disciplina presupuestaria
La disciplina presupuestaria es un elemento esencial en los programas negociados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) con los miembros que desean pedirle préstamos. También tuvo notable importancia en Washington, lo cual condujo al restablecimiento de un presupuesto equilibrado mediante la aprobación de la Ley Gramm-Rudman- Hollings en 1993.
Sin embargo, y a pesar de las diferencias significativas en la interpretación de la disciplina presupuestaria en Washington, la mayoría de los miembros coincidió en que los grandes y persistentes déficits fiscales constituían una fuente básica de trastornos macroeconómicos en forma de inflación, desequilibrios en la balanza de pagos y evasión de capitales.
2. Cambios en las prioridades del gasto público
Washington optó por reducir los gastos más que por aumentar la recaudación tributaria. Existen tres categorías principales de gastos, esto es, las subvenciones, la educación y la sanidad, y la inversión pública. El objetivo de la reforma política respecto al gasto público fué tratar de desviar el gasto improductivo de los subsidios hacia actividades como la sanidad, la educación o las infraestructuras, para poder combatir más eficazmente la pobreza en beneficio de los menos favorecidos.
3. La reforma fiscal
A pesar de la existencia de un importante contraste de actitudes por parte de los miembros del Consenso, la mayor recaudación fue considerada por Washington como una alternativa inferior para remediar al déficit presupuestario en comparación con la reducción del gasto público.
4. Los tipos de interés
Los tipos de interés debían seguir dos principios fundamentales. En primer lugar, tenían que ser determinados por el mercado de modo a evitar una asignación inadecuada de los recursos.
5. El tipo de cambio
En Washington se propuso que los tipos de cambio fueran determinados por las fuerzas del mercado, sin embargo la opinión dominante era que, más que debatir sobre la forma de determinar el tipo de cambio, resultaba más importante tratar de que éste sea competitivo.
6. Liberalización comercial
Para Washington, otro elemento importante para una política económica orientada hacia el sector exterior era la liberalización de las importaciones. El acceso a las importaciones de factores de producción intermedios a precios competitivos se consideraba importante para la promoción de las exportaciones, mientras que una política de protección de las industrias nacionales frente a la competencia extranjera se interpretaba como creadora de distorsiones costosas que acababan penalizando las exportaciones y empobreciendo la economía nacional.
7. Política de apertura respecto a la inversión extranjera directa
La liberalización de los flujos financieros extranjeros no fue una prioridad importante en el Consenso de Washington, aunque una actitud restrictiva, limitadora de la entrada de la inversión extranjera directa (IED), fuera considerada como una insensatez.
Se pensaba que dicha inversión podía aportar capital, tecnología y experiencia mediante la producción de bienes necesarios en el mercado nacional o contribuyendo a nuevas exportaciones.
8. Política de privatizaciones
La privatización puede ayudar a la reducción de la presión en el presupuesto del gobierno, tanto a corto plazo, gracias a los ingresos derivados de la venta de la empresa, como a largo plazo, puesto que el gobierno ya no tiene que financiar la inversión necesaria. Por otra parte, el fundamento de la idea de privatización se basa en que la industria privada está gestionada más eficientemente que las empresas estatales.
9. Política desreguladora.
La desregulación también se consideró como un modo de fomentar la competencia, y en particular en América Latina, donde se hallaban las economías de mercado más reguladas del mundo, pero éstas estaban principalmente gestionadas por administradores mal pagados y fácilmente corruptibles.
Es interesante anotar que la actividad productiva estaba regulada de varios modos, mediante la legislación vigente, por medio de decretos del gobierno, o la vía de toma de decisiones sobre casos puntuales. Esta práctica era la más difundida en Latinoamérica, lo cual fomentó oportunidades de corrupción a la vez que discriminaba a las pequeñas y medianas empresas, importantes generadoras de empleo y de estabilidad social.
10. Derechos de propiedad
A finales de la década de los 80, en América Latina, los derechos de propiedad eran muy inseguros, lo cual contrastaba con el que estuvieran tan firmemente implantados en Estados Unidos; por ello, Washington optó por implantar unos derechos firmemente establecidos y garantizados.
B. APLICACIÓN DE LAS REFORMAS ECONÓMICAS DEL CONSENSO DE
WASHINGTON
Durante los años 90, la dirigencia tecnócrata y política de América Latina aplicó con firmeza el paquete de reformas económicas del Consenso de Washington. Los cambios de política en la región recibieron un vigoroso respaldo de las instituciones financieras internacionales, y se reforzaron con créditos «vinculados a las reformas» y condicionados a su aplicación, lo cual alimentó la esperanza de los líderes, de hacer retornar el capital privado a la región después de los desastrosos años 80 (mientras tanto las políticas económicas comunistas fracasaban estrepitosamente, y el fin de la historia parecía próximo).
La cara adversa fueron los resultados desalentadores en términos de crecimiento económico, reducción de la pobreza, redistribución del ingreso y condiciones sociales. En los años 90, el aumento real del PIB en la región fue escaso; 1 por ciento anual durante toda la década, esto es, un porcentaje ligeramente superior a las alarmantes cifras registradas en los años 80, pero muy por debajo de las tasas del 5 por ciento, o más, que se alcanzaron en los años 60 y 70.
Se suele culpar a las reformas económicas por el lento crecimiento y el decepcionante progreso social de los años 90. Pero esto es difícilmente justificable. Varios análisis minuciosos demuestran que sin las reformas, la situación hubiera sido aún peor.
Ciertamente, el ingreso per cápita y la producción en América Latina hubiesen sido inferiores, mayor la inestabilidad, y agravadas la pobreza y la desigualdad de ingresos. De manera que debería perdurar un importante núcleo de la sabiduría económica contenida y contrastada en el Consenso de Washington.
C. LOS FALLOS DEL CONSENSO DE WASHINGTON
Los años 90 en América Latina pusieron en evidencia las importantes deficiencias del Consenso de Washington. La primera de las carencias concierne claramente el tema de la equidad como objetivo, buscado a través de la distribución de la renta. Esto no fue parte del Consenso de Washington en contraposición con la lucha contra la pobreza que sí lo fue, gracias al establecimiento de prioridades del gasto público, dirigidas en gran parte a sectores como la educación, la sanidad y a otros de gran interés para las capas más bajas de la sociedad.
Se excluyeron otros temas como el crecimiento o el medio ambiente, a la vez que el carácter de las propuestas era más bien liberalizador o anti-estatalista, además de hacer escasas referencias a la necesaria tarea gubernamental de luchar para mantener condiciones auténticas de competencia en los mercados.
2. Ampliar las reformas
La interpretación neoliberal, adoptada en las propuestas del Consenso, ha demostrado su incapacidad para resolver los problemas económicos y sociales del continente, de modo que es necesario seguir una nueva senda, basada en reducir la gran inestabilidad social que impide la confianza de los mercados financieros, confianza que a su vez limita las posibilidades de mejora.
Ya en las reuniones cumbre celebradas en 1994 y 199828, los Jefes de Estado, en sus declaraciones formales, decidieron incorporar como metas fundamentales la disminución de la pobreza, la educación y el buen gobierno.
Ello supone una significativa extensión que va más allá del ajuste y el crecimiento plasmados en el Consenso de Washington y demuestra que la reducción de la pobreza y la equidad han pasado al primer plano en la agenda del desarrollo, desplazando así al crecimiento, aunque sin desecharlo del todo.
3. Conclusión
Podemos decir que las amplias reformas económicas derivadas del Consenso de Washington, aplicadas en los países de América Latina durante la década de los 90, advierten hoy una «sensación generalizada de insatisfacción entre la población, y los actores sociales» y se impone la búsqueda de opciones que garanticen un mayor crecimiento, sustentable y con equidad. La principal razón de esta desilusión reside en que la distribución de los ingresos y las oportunidades han empeorado y al hecho, de que existe un significativo potencial de inestabilidad, como lo demuestran las crisis sucesivas.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, los equilibrios alcanzados se produjeron a costa de otros desequilibrios en variables macroeconómicas (particularmente referidas al sector externo) o bien descuidando aspectos esenciales para lograr la equidad o la competitividad sistémica como la inversión en capital humano y nuevas tecnologías.
Las transiciones incompletas
No hubo, ni hay un proceso único de transición en América Latina. Fueron muchos los procesos de transición que, a pesar de tener características comunes, se diferenciaron sustancialmente entre uno y otro país, tanto por el año en que comenzaron como por el nivel de profundidad de las reformas instrumentadas.
El cambio en el crecimiento y en la estructura de la población, la reforma del
Estado, el comercio intrarregional, los ajustes macroeconómicos, el cambio en las políticas comerciales y la apertura comercial y financiera fueron las principales reestructuraciones ocurridas en el proceso de transición en casi todos los países de América Latina. Los aspectos más generales de este cambio se pueden dividir en:
1. La transformación demográfica
La población de América Latina se triplicó en los últimos 50 años, pasando de menos de 170 millones de habitantes en 1950 a un total calculado en más de 500 millones en el 2000. En el grafico se muestra la tasa de crecimiento de la población ha caído sistemáticamente desde los años 60 debido principalmente a la disminución de las tasas de fecundidad. La población de la región está creciendo actualmente a un ritmo de 1,4% al año, es decir, la mitad del crecimiento (2,8%) registrado a finales del decenio de 1950.
GRÁFICO DE POBLACIÓN TOTAL Y TASA DE CRECIMIENTO
1950-2000
Fuente: Banco Mundial.
La conjunción de estos dos cambios ha tenido un impacto importante en la composición por edad de la población y, por consiguiente, en el crecimiento de la oferta de trabajo (aumento de la población económicamente activa).
En lo que se refiere a la composición por edad de la población, la participación relativa de la población joven (0-14 años), que aumentó en términos relativos hasta mediados del decenio de 1960 comenzó a disminuir, llegando amenos de 32% este año.
De la misma forma, la población de más de 45 años también amplió su participación relativa en el total de la población en las últimas décadas, pasando de menos de 17% en 1950 a casi 20% en el 2000.Todo ello se puede observar en el Gráfico IV.
GRÁFICO DE ESTRUCTURA DE EDADES DE LA POBLACIÓN 1950-2000
La combinación de más mujeres y más jóvenes en el total de la población económicamente activa es un factor que ejerce presión en el mercado de trabajo y, seguramente, tiene como resultado un impacto negativo en las tasas de desempleo y en los niveles de salario real. Para las próximas décadas, se pronostican tasas más bajas de crecimiento de la población económicamente activa. Sin embargo, el ajuste de la oferta de trabajo sólo deberá completarse durante el decenio del 2010.
2. La reforma del Estado
La reforma del Estado constituye un área de cambios estructurales paradigmáticos en la región. La liberalización de mercados y precios, junto al papel prominente asumido por el sector privado en el campo económico, significaron un cambio correlativo y fundamental en la dimensión y funciones del
Estado.
El Estado cambió su carácter de agente central y rector del funcionamiento de las economías, que lo realizaba desde la Gran Depresión, como ente subsidiario de la actividad pública. Sucesivamente, gran cantidad de empresas estatales fueron privatizadas, así como numerosos mecanismos de control y regulación desmantelados.
3. La integración económica.
La apertura de las economías regionales integró a América Latina de manera más profunda en la economía mundial, llevando a los productores internos a aumentar sus niveles de competitividad. Mientras la apertura de los mercados financieros facilitaba la entrada del capital extranjero necesario para el crecimiento de las inversiones.
La integración económica regional también avanzó de manera considerable en este período como lo demuestra el crecimiento del flujo de exportaciones en la región. Las exportaciones intrarregionales crecieron del 11,1% de las exportaciones totales en 1985 hasta más del 21% en 1999.
4. Reestructuración industrial
La creciente y más rápida incorporación tecnológica y la reestructuración del proceso productivo, representan otros cambios importantes que se registraron en muchas de las economías latinoamericanas desde las últimas décadas.
Los cambios en la composición del PIB ocurrieron no sólo en América Latina sino también en la economía mundial en su totalidad. Sin embargo, la región ha experimentado cambios más extremos que el resto del mundo en los últimos 20 años, lo cual es una buena señal de que Latinoamérica se suma a la corriente de industrialización.
GRÁFICO DE COMPOSICIÓN DEL PIB DEL MUNDO Y DE AMÉRICA LATINA
Fuente: Banco Mundial.
Nota: Las líneas, leídas de arriba abajo en su extremo derecho, representan los siguientes componentes del PIB: Servicios latinoamericanos, Servicios mundiales, Industria mundial, Industria latinoamericana, Agricultura latinoamericana, Agricultura mundial.
Es importante tener en cuenta que el mayor nivel de integración en la economía mundial, principalmente como consecuencia de la integración regional, dio como resultado la redistribución espacial de algunas actividades.
5. Ajustes macroeconómicos
La crisis económica que se generalizó en la región como consecuencia del agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, se caracterizó por crecientes déficit fiscales, hiperinflación y desequilibrios de las cuentas externas, lo cual exigió grandes esfuerzos de ajuste macroeconómico en las últimas dos décadas, y especialmente a lo largo de los años 90. Por otra parte, el crecimiento bajo e inestable, muchas veces con tasas negativas, ha fomentado el incremento observado en las tasas de desempleo abierto, y en el empleo informal de baja productividad y remuneración.
6. Apertura comercial y cambiaria.
Los países de la región emprendieron la liberalización comercial en función de decisiones unilaterales.
La liberalización del mercado cambiario constituyó el complemento natural de la reforma comercial. Actualmente, la gran mayoría de países han liberalizado el movimiento de capitales con el exterior, el tipo de cambio flexible pasó a ser el sistema predominante en la mayor parte de estos, ya sea mediante un régimen de tasas flotantes dentro de unas bandas acotadas por la autoridad monetaria o bien con tasas fluctuantes, independientemente de dicha autoridad.
7. Apertura Arancelaria.
Junto con la reducción y la racionalización de las estructuras arancelarias, los gobiernos eliminaron la mayor parte de las medidas no arancelarias, tales como licencias previas, licencias no automáticas, restricciones de control de cambios, prohibiciones sobre las importaciones, cuotas y contingentes de importación.
8. El comercio Intrarregional.
Cabe destacar el papel significativo que durante la década de los años noventa ha jugado el comercio intrarregional. A las ventajas que ello implicaba para el comercio exterior y la eficiencia productiva, se suma el hecho de que se trataba de un pilar básico para actividades manufactureras de mayor contenido tecnológico y creador de empleos de mayor calidad.
9. Regionalismo abierto.
La expresión regionalismo abierto, califica las acciones que apuntan a incrementar la interdependencia entre los países de una zona determinada, en el marco de una tendencia hacia el libre flujo de comercio, capital, trabajo y conocimiento.
Cabe destacar que Un referente básico, para los procesos de integración regional, ha sido el modelo de integración federativo europeo, que ha transitado desde la formación de los mercados nacionales hasta la creación de un espacio único y de una Unión Económica y Monetaria, mediante el establecimiento de reglas, políticas e instituciones comunes.
En América Latina, este proceso, basado generalmente en acuerdos políticos intergubernamentales, evolucionó hacia una integración mayormente de facto, merced a vínculos comerciales y de inversión entre empresas. Se puede medir cuán cerca o cuán lejos está el regionalismo del proceso multilateral por medio de dos parámetros:
La profundidad del proceso, es decir, la extensión y la amplitud de las normas acordadas entre los miembros del grupo.
La capacidad de incorporar nuevos miembros. Los conceptos de regionalismo profundo y regionalismo abierto reflejan los desafíos que se plantean a los países para lograr una mejor inserción internacional.
Desafíos para completar las reformas
El gran desafío al que se enfrenta América Latina, es complementar la transición en la estrategia general de desarrollo interrumpida por la crisis financiera asiática (1998), conciliando la eficiencia económica con mayor justicia social.
La priorización de las inversiones y un esfuerzo social conjunto de incorporación de una gran parte de la población actualmente marginada del proceso productivo, igualmente pueden y deben dar como resultado una mejor distribución del ingreso y una reducción de la pobreza en la región. El crecimiento con mayor justicia es un problema antiguo que exige soluciones nuevas y creativas.
1. Eficiencia, productividad, equidad
La equidad como objetivo, medido principalmente a través de la distribución de la renta, no es, como se ha expuesto, parte integrante del Consenso de Washington. El hecho de que dicho Consenso estuviera pensado para América
Latina y que en ésta, la lucha directa contra la pobreza sea ya una prioridad (claramente aceptada por el Banco Mundial y el BID), explicaría que la equidad, como movimiento más amplio a favor de una mejor distribución de la renta, no figure en el Consenso. Sin embargo, es razonable pensar que la lucha directa contra la pobreza y las políticas de fomento de una mejor distribución de la renta son dos frentes de una misma batalla.
2. Política fiscal
Dentro del contexto macroeconómico, es fundamental la continuidad de políticas monetarias y cambiarias realistas y transparentes con el fin de reducir los niveles de incertidumbre relacionados con la estabilidad económica, creando incentivos a la inversión a largo plazo. Sin embargo, la política fiscal tal vez mantenga el papel más destacado en la reanudación del crecimiento económico y en los avances de la eficiencia del Estado y de la economía de manera general.
3. Política monetaria
La tendencia a una cierta normalización de los mercados financieros internacionales percibida desde finales de 1999, permitió durante el 2000, apoyar una política más expansiva en los países que habían sufrido una recesión el año anterior y deseaban complementar la reactivación con un nivel adecuado de liquidez.
GRÁFICO DE LA DEUDA DE ARGENTINA (millones de dólares)
Fuente: Secretaría de Finanzas del Gobierno Argentino, junio 2002.
4. Educación y tecnología
El hecho de que la informática se encuentre aún en su etapa de difusión, ofrece la oportunidad de comprobar la relevancia de estas variables y de comprender de forma más general, las causas del atraso tecnológico de la región. Subsidiar los ordenadores o la creación de puntos de conexión de Internet no apunta en solucionar este atraso.
5. Integración económica
La continuidad de una política comercial abierta y el fortalecimiento del proceso de integración económica regional son dos principios básicos en la búsqueda del mejoramiento de los niveles de competitividad de los países de la región.
Los avances potenciales de la integración económica a través de la instrumentación de los diferentes acuerdos de libre comercio, unión aduanera y mercado común existentes en América Latina son enormes.
6. Mercado de trabajo
En contra de la creencia común, América Latina no tiene abundancia de trabajo sin cualificación, lo que implicaría concentrarse en la producción de bienes intensivos en mano de obra no especializada, y donde la competitividad internacional depende ante todo del costo de la mano de obra. Sin embargo, no ha alcanzado una estructura educativa comparable a la de los países líderes del Sudeste Asiático o los desarrollados, donde la producción está orientada a actividades intensivas en conocimiento y desarrollo tecnológico.
Ningún sector productivo, puede pretender que su competitividad se base en reducir el bienestar de sus trabajadores. Incluso en los sectores más intensivos en mano de obra, la posibilidad de competir y expandirse no depende del salario de los trabajadores, sino de los costos laborales unitarios, es decir la combinación del costo efectivo por trabajador y la productividad del trabajo.
La prioridad fundamental debe ser la universalización de la educación secundaria mediante una mezcla de incentivos de oferta y demanda. Una mejor educación es esencial para mejorar las posibilidades futuras de los sistemas de capacitación laboral.
Una mayor participación del sector privado, la separación de funciones de regulación y previsión, junto a la competencia por los fondos públicos son algunos de los elementos del éxito de los nuevos sistemas de formación profesional de algunos países.
7. El ambiente empresarial
En el mundo empresarial, reciben gran atención las comparaciones de tamaño de las grandes firmas de cada país y de cada sector, porque reflejan en una forma sencilla la capacidad de crecimiento de unas empresas frente a otras. No es sorprendente que cuanto mayor es el tamaño de una economía, más grandes son sus empresas.
Estas deficiencias, representan barreras aún mayores para el desarrollo de las empresas medianas y pequeñas dado que cuentan con menos vinculaciones a los mercados financieros nacionales o externos, y que tienen menor escala para sufragar inversiones que les ayuden a compensar las deficiencias de las infraestructuras públicas.
8. Las reformas estructurales y el crecimiento
Desde el punto de vista microeconómico se necesitan la consolidación y la profundización de las reformas estructurales para aumentar la eficiencia del mercado. Entre otras reformas, es importante hacer hincapié en la importancia de que se apliquen incentivos reales para el aumento del ahorro interno y su inversión productiva.
Para lo cual, se impone solidificar el sistema financiero para que éste actúe de manera eficiente en la captación de ahorros internos y externos y en la distribución de estos recursos al sector privado en la forma de inversiones sólidas, productivas y rentables.
El retorno a tasas más altas de crecimiento está vinculado a una aceleración de los niveles de inversión, que a su vez depende del aumento del ahorro interno y de las condiciones «favorables» para la captación del ahorro externo. No obstante, el crecimiento por sí solo no tendrá necesariamente como resultado una mejor distribución del ingreso y una reducción de los niveles de pobreza en la región. Las políticas más agresivas de «bienestar social», que tienen un impacto paliativo y transitorio en los efectos negativos de la extrema desigualdad económica en la región.
9. Riesgos a corto, medio y largo plazo
Las reformas aplicadas en la región, así como la necesidad de consolidar y fortalecer este proceso de transición en el futuro, presentan riesgos que se deben analizar y resolver.
En el corto y medio plazo, uno de los riegos más evidentes de la mayor inserción de los países latinoamericanos en la economía mundial, lo constituye la mayor vulnerabilidad ante las crisis internacionales. Sin embargo, el fortalecimiento de los sistemas financieros nacionales asociado a una política macroeconómica sólida podrá, si no evitar completamente los peligros del contagio, reducir los impactos negativos que éstos conlleven.
En el largo plazo, el riesgo está vinculado a la exclusión social y la concentración del ingreso. Antes que nada, es importante resaltar que el crecimiento económico mundial sustentable es condición necesaria, aunque no suficiente, para la reducción de la pobreza y para una mayor justicia social en la región.
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