- ¿Ciencia Política?
- Conocimientos y Valores
- El escenario y los actores
- Tic-Tac o Latidos
- El discurso y los medios
Un nuevo cambio de siglo y sus particulares circunstancias obligan a repreguntarse sobre la política y la ciencia política; la necesidad de reflexionar, continuando la inveterada costumbre griega con su polis, es una invitación a encontrarse con viejas y nuevas preguntas.
La pregunta, inquietud tan esencialmente humana, implica duda, un no-conformismo y curiosidad. Y también un deseo de avanzar; de comprender el hilo conductor de los hechos, de nuestro derrotero como individuos y como sociedad. Qué, cómo, cuándo, dónde, por qué, quién, para qué, son aristas del instrumento que nos posibilita conocer y comprender; desatando los nudos de los problemas, disminuyendo nuestra ignorancia y afirmando la certidumbre.
Este instrumento es especialmente importante en materia política, en ella influyen en gran forma: la inteligencia, el honor, la lealtad, los principios, y, a su vez, la sin razón, las pasiones, el olvido, los intereses y el desconcierto. La naturaleza humana con todas sus virtudes y sus vicios, no hay sociedad que no se beneficie ni sufra por lo mismo. Como dijo Plauto, y solía repetir Hobbes, homo homini lupus; pero también como señaló Mario Justo López: homo res sacra hominis. Sea en un sentido u en otro, la política es determinante, de allí que sea objeto de reflexión.
¿Ciencia Política?
¿Existe la ciencia política? ¿Es ciencia? Sí es la respuesta de nuestros manuales, tiene un objeto propio y un método (o varios según las distintas escuelas) para conocerle.
Según Marcel Prélot desde los griegos se ha desarrollado como conocimiento científico (objetividad, método y comunicabilidad), con mayor o menor suerte. Pero desde la segunda mitad del siglo XVIII, su reino comienza a desmoronarse, surge la economía política que pronto reclamará autonomía tanto en el orden práctico como en el intelectual. Otro cisma será el que separará lo político de lo social, surgiendo la sociología en el s. XIX. Hacia fines de éste mismo siglo, será el derecho público a través de su hegemonía en el estudio de la teoría general del Estado. El contenido tradicional de la ciencia política disminuyó hasta desaparecer casi por completo. La Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias brindaron las circunstancias propicias para el renacimiento politológico. "En un mundo extremadamente politizado, la convicción de que la ciencia política no puede ser ignorada oficialmente surge pronto y se extiende de un modo irresistible".
Otros autores, como Duverger, señalan que el conocimiento de la política en tanto que ciencia comienza entre 1890 y 1914, época de su acogida en las universidades de Estados Unidos; en Europa lo hará, en general, después de 1945; la etapa anterior para el citado autor es la "prehistoria" de la ciencia política.
Pero todos ellos coinciden en su franco desarrollo en la segunda mitad del siglo XX, creándose cátedras y hasta facultades de ciencia política. En 1948, la UNESCO y los politólogos circunscriben empíricamente el contenido de la misma en cuatro grandes rubros: teoría política; instituciones políticas; partidos, grupos y opinión pública; y relaciones internacionales. Se ha precisado su objeto.
El politólogo "como otros adeptos de las ciencias humanas, lo que el descubre es la realidad social, pero la considera de un modo diferente, y le concede un interés que es el único en experimentar". En sus estudios sociales no está solo, pero él aporta el análisis de la sociedad a través del poder. Es el elemento vital que da vida a la misma, la sociedad política es un sistema que necesita del poder para ordenarse como medio de transmitir la acción. El poder es orden y es acción. La relación es tan íntima, que como sea el poder será la sociedad, así hablamos, por ej., de democracia, oligocracia, cleptocracia, etc., en donde el sufijo "cracia" (del griego kratía, krátos) es siempre "poder". La ciencia política o politología contribuye a conocer la realidad política como parte de la realidad social, y lo hace desde el poder; sus sistemas, teorías, actores, acciones, todos tienen como elemento primordial el poder, porque la política es lucha e imposición del poder, ya en forma pacífica (relación argumento-contraargumento), ya in extremis por la fuerza.
La pregunta por el "cómo" lleva al método. La ciencia política no podrá ser tal sino tiene método. La etimología nos acerca al concepto: met (más allá) y hodos (camino, viaje), es decir, el camino que nos lleva al objeto de conocer que se encuentra más allá del sujeto cognoscente. Es el camino a recorrer y la meta a alcanzar. López lo define como "el procedimiento o conjunto de procedimientos por cuyo intermedio, en base a un plan fijado y a reglas determinadas, se procura la obtención de un fin propuesto… El método está estrechamente relacionado con la realidad que se pretende conocer".
Las vicisitudes de la ciencia política, en cuanto tal, tiene mucho que ver con las modas científicas; y las ciencias naturales y sus métodos han estado mucho tiempo en el candil. El positivismo propugnando la unidad de la ciencia y la unidad del método, impuso a los objetos culturales el método de las ciencias naturales (biología) y exactas (matemáticas). Implicó un grave atraso para la ciencia política. Recién en 1883 Dilthey demostraría la diferencia radical entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del espíritu ("la naturaleza nos la explicamos, la vida del alma la comprendemos").
La reacción anti-naturalista encuentra hoy seguidores en los comprensivistas que "en general se concentran en el sujeto y su singularidad; apuntan a conocer sus propósitos, el significado de los signos y sentido de lo social y esto lo hace desde un abordaje teleológico, que comprende el dominio de las funciones, finalidades, significados, objetivos e intenciones. El punto central, está en el método y objetivo de la explicación del fenómeno social visto como un proceso de comprensión".
Después de esta crítica, asistimos al desarrollo de un movimiento neopositivista, destacándose los conductivistas: "…el enfoque conductivista se orienta hacia un conocimiento que pretende ser de tipo nomotético y ha acentuado el uso de las metodologías de investigación empíricas".
Esta larga controversia, no terminada aún, es fructífera para la ciencia política. Los politólogos, seguramente, harán una realista aplicación ecléctica de las dos corrientes, afirmándose más en una u otra, según la formación y experiencia de cada investigador.
En esta perspectiva, podemos afirmar que los pasos de todo método científico son: a) formulación del problema, b) tentativa de explicación provisoria, c) aplicación de instrumentos y técnicas para la obtención de datos, d) análisis e interpretación de lo obtenido y e) especulación a partir de ella.
Pero, a su vez, cada ciencia tiene un método que le es propio. En efecto, tiene una cierta realidad a conocer, un objeto o meta que esta más allá y sólo ella puede encontrar el camino para alcanzarlo. Captar la realidad política, el acto político que se desarrolla en la comunidad política (ámbito espacial y temporal, inmerso en una determinada cultura que lo influye), descubriendo los actores políticos (quienes luchan por el poder, quienes influyen en él, y quienes realmente lo ejercen), apreciando su actividad que da sustento a la relación gobernantes-gobernados (Estado y sociedad civil).
Lo que amalgama todos estos aspectos y lo esencial del objeto, sigue siendo el poder. El aporte de la ciencia política a las demás ciencias, que también estudian la realidad social, es, en última instancia, el análisis del poder. Este método, sin dejar de ser único, es complejo, y lo es en la medida que aplica técnicas e instrumentos de otras ciencias sociales: observación, experimentación, comparación, estadísticas, análisis históricos, culturales, inducción y deducción.
Hacia fines de la primera mitad del siglo XX el objeto y el método (s), aún en polémicas, estaban más determinados, influyendo en el desarrollo de la ciencia política. Coincide también con el desarrollo de la política como mecanismo de solución en la interactividad humana, tanto a nivel nacional como en el internacional. Alemania y Francia comienzan a dialogar y sientan las bases del proceso que llevará a la Unión Europea. En Italia, las fuerzas políticas, incluso el partido comunista más poderoso de Occidente, afianza la democracia, muy a la italiana por cierto. Numerosas revoluciones tratan de modificar el mundo o su mundo, llevando a la praxis sus teorías políticas. El enfrentamiento entre la ex URSS y USA hizo de las ideologías los factores dominantes de la Guerra Fría, terminando la misma sin ninguna conflagración final QBR (Química, Bacteriológica, Nuclear). Surge una creencia generalizada de que la política es el ámbito donde se encontrarán las soluciones. En Argentina, en 1983, Alfonsin proclamó que "con la democracia se come, se cura, se educa…."; la sociedad se afilió masivamente a los partidos, las movilizaciones eran colectivas, el deseo de protagonismo, de participación era tangible. Ese fue el clímax. El que hoy muchos pidan el "que se vayan todos", que una ola neofascista recorra Europa (especialmente Italia, Austria, Francia), que el sistema internacional tienda más hacia el imperialismo unipolar que hacia el multilateralismo, la importancia de lo económico sobre lo político, del mercado sobre la sociedad, de las ciencias económicas sobre las ciencias políticas; son todos síntomas de una sociedad en cambio, en crisis.
Nos preguntamos "¿Puede la política cambiar significativamente mi realidad?". La respuesta es afirmativa. Y si nos interrogamos hoy ¿qué significado tiene la ciencia política para la política? ¿para qué estudiar ciencia política? Porque la primer afirmación puede ser negativa o positiva, ese cambio puede ser beneficioso o perjudicial, puede sacar a la sociedad en el marasmo en que se encuentra o hundirla más; por ello, necesitamos de la Politología. Ella debe brindar sus conocimientos para adaptar las instituciones políticas a las nuevas exigencias, a la nueva sociedad del siglo XXI. Mientras existan relaciones de poder entre los hombres y entre los países, ha de ser necesario que se estudie y se propongan formas y acciones que conlleven al mínimo de conflictos, al máximo de beneficios para el mayor número posible; para eso se necesita la Ciencia Política, generando respuestas, interpretando el bien común de una sociedad determinada en su espacio y tiempo.
Conocimientos y Valores:
Si partimos de que la ciencia busca conocer la verdad, conociendo en ese trajinar lo que no lo es, y que quien conoce es un sujeto; un problema central en la ciencia es el de la relación objetividad-subjetividad. Se plantea ¿si el conocimiento al que se llega puede ser cierto y, por lo tanto, comprobable por otros científicos? Ósea, que esa verdad que se percibe y se trasmite, ¿será verdad para otros sujetos?.
El sujeto cognoscente, en tanto que sujeto, está imbuido de su propia subjetividad. Al conocer, conoce desde sí y al comunicar su conocer a otros científicos (sujetos como él), conlleva su subjetividad (creencias, valores, apreciaciones y circunstancias personales) en forma tan consubstanciada con los datos, que es difícil ver al dato desnudo del vestido que lo cubre. Entonces ¿es posible que tal conocimiento sea científico, es decir, verdad?
En primer lugar, el politólogo debe partir de que su objeto de análisis es una parte de la realidad social, la realidad política. De la cual forman parte esencial, además de hechos y datos tangibles, los juicios de valor, es decir valoraciones, que no expresan lo que son los hechos o las cosas, sino la estimación que hacemos de ellos. No se los puede conocer si se prescinde de los mismos, cómo estudiar la ideología nazi o la comunista, si lo hacemos sólo como hecho y no como valor, ¿cómo lo comprenderemos? ¿cómo tratar de aprehender el espíritu que los guiaba, que les daba vida?. Necesitamos penetrar un pensamiento que no es el nuestro; circunscrito a un lugar y tiempo y también algunas veces una cultura extraña, desde otro lugar y tiempo.
La ciencia occidental positivista en su afán de ser objetivista (relegando la magia, el oscurantismo y otras prácticas de la época premoderna, que le precedió), separó al sujeto del objeto, como si fueran entidades totalmente distintas e independientes entre sí, como si la realidad no involucrará al objeto y el sujeto. La ciencia tratando de no ser subjetivista suprimió al sujeto.
Debemos percibir la realidad como fenómeno social y cultural, que contiene ideas de valor que la significan. Es preciso destacar que solo conocerá una fracción de la realidad, no puede pretender que esa parte sea toda la verdad, de lo contrario se acarrearán graves consecuencias para la descripción, análisis y acción política. Así como rechazamos el objetivismo (no el tratar de ser objetivo, de ser veraz consigo mismo, de reconocer una verdad aunque ésta nos sea desfavorable y nos perjudique), con la misma razón y fuerza rechazamos el subjetivismo. Todo totalitarismo surge de un profundo subjetivismo que se pretende a sí mismo como objetivo. El subjetivismo implica no reconocer la verdad que afirma otro o relativizarla en el otro, en política generalmente otro-adversario; pero en este proceso de negación para sostener mi postura (creencias, ideas, sentimientos e intereses) puede desembocar a lo largo en un negarme a mi mismo el acceso a la realidad y a su comprensión. El que yo-sujeto pueda conocer y que el tú-sujeto también, establece las bases para el diálogo, a través del mismo se puede llegar a conocer no sólo la verdad del otro, sino también la verdad de la que formamos partes (el yo y el tú, es decir el nos), o por lo menos acercarnos a su aprehensión.
El diálogo es esencial, sobretodo en el proceso político, implica asumir las existencias de mayorías y minorías, la existencia de distintos actores políticos que confrontan y comparten la gestión política. La palabra griega "diálogo" significa: "dia", alteridad, más de uno, y "logo" que proviene de logoi, que es palabra y, también, conocimiento; es decir, para conocer necesitamos la alteridad del otro a través de la comunicación recíproca.
El positivismo también influyó en lo referente al análisis del objeto, señalando que para conocer es necesario dividirlo, fraccionado la realidad, conociendo sus partes se conocería luego el todo por adición. Lo que exageradamente llevó a ciencias estancas, especializadas, en compartimientos sin comunicación entre ellas. Este exceso se está corrigiendo a través de los estudios interdisciplinarios, que aportan distintos análisis y conocimientos sobre un mismo objeto, pero desde ópticas diferentes. Es evidente que debemos buscar, en una más justa medida, la necesidad de dividir para conocer, y luego compartir y reelaborar; pero evitando una especialización extrema que nos haga perder la unidad de la realidad, una realidad política que es proceso, que es cambio, pero también sistema, y para algunos autores autopiético .
En segundo lugar, el otro aspecto, "¿puede el científico político despojarse de sus propios juicios de valor en la captación de un objeto de conocimiento?". La posición dominante ha sido la de la neutralidad axiológica. Weber ha señalado que el estudio de las ciencias sociales puede estudiar los valores, pero debe excluir sus propias valoraciones y aunque es totalmente imposible, debe advertir a sus oyentes y lectores y así mismo de sus propias valoraciones. "¿Cómo conseguir que por un lado un católico practicante, y por otro un masón, lleguen a la misma valoración en un curso dedicado a la Iglesia, al Estado o a la historia de la religión? Es imposible. Y sin embargo, el profesor universitario debe desear y exigirse a sí mismo ser útil, con sus conocimientos y métodos, tanto al uno como al otro?". Para el maestro alemán se tiene el "…deber de crear una aspiración a la claridad y un sentimiento de responsabilidad; y creo que será tanto más capaz de lograr ese fin cuanto más escrupulosamente se resista a imponer o sugerir su propia opinión a los oyentes".
Pero aun con la gran escrupulosidad weberiana no se puede desconocer que se anda en el mundo "con un sistema ideológico de mochila". Este conjunto de ideas, de valores, esa cosmovisión ha sido siempre parte importante de la ciencia política. El padre de la misma, Aristóteles, recurrió a un concepto ético, el bien común de los gobernados o el bien propio del gobernante (s), para elaborar su clásica división entre las formas de gobierno.
El politólogo no puede huir de la ética, su hacer es también conducta humana y sujeto por lo tanto a la misma. Lo dicho no sólo les cabe a las ciencias del espíritu, sino también a las de la naturaleza o físicas, los científicos deben tener una conducta ética hacia su especie y el medio ambiente.
En cuanto a la técnica política, Maquiavelo reveló en forma tangible la separación cotidiana entre ella y la norma moral; originando un continúo debate sobre si esto es inmoral o sólo amoral. Por ejemplo el florentino afirma "que no debemos dejar nacer un desorden para evitar una guerra, porque acabamos no evitándola; la diferimos únicamente; y no es nunca más que con sumo perjuicio nuestro", lo que bien podría ser aplicado a los Estados Unidos cuando en la guerra para liberar a Kuwait de la invasión de Sadam Hussein, se limitó a ello y no depuso al líder iraki, aun cuando contaba con el apoyo de la comunidad internacional; años después el costo para deponerlo le resultó altísimo, no sólo desde un punto de vista humano, sino también político, estratégico, ambiental y económico. Al explayarnos así pareciera que las técnicas maquiavélicas no son ni buenas ni malas en sí, sino técnicas. Pero adentrémonos más en esta línea de pensamiento, cuando Maquiavelo analiza el uso de la crueldad, afirma:
"Podemos llamar buen uso a los actos de crueldad (si, sin embargo, es lícito hablar bien del mal), que se ejercen de una vez, únicamente por la necesidad de proveer a la propia seguridad, sin continuarlos después, y al mismo tiempo trata uno de dirigirlos, cuanto es posible, hacia la mayor utilidad de los gobernados. Los actos de severidad mal usados son aquellos que, no siendo más que en corto número al principio, van siempre aumentándose, y se multiplican de día en día en vez de disminuirse y de mirar a su fin".
Con esta base, supongamos que somos el Presidente Harry S. Truman, en una fecha cercana al 6 de agosto de 1945, para finalizar la Segunda Guerra Mundial debe rendirse Japón, quien no lo quiere hacer en forma incondicional. La última batalla importante ha sido la campaña de Okinawa, con un saldo de por lo menos 49.000 norteamericanos muertos y/o heridos. Los cálculos para tomar Japón en forma convencional, son más elevados en vidas. Rusia se está preparando para intervenir en Asia, asomándose las sombras de la futura Guerra Fría. Trumann debe decidir entre continuar la guerra convencional, por mucho más tiempo y más vidas, o elegir una opción maquiavélica. Ese 6 de agosto, a las 08.15 hs., el avión Enola Gay (un B-29) soltó una bomba atómica sobre Hiroshima; el 9 de agosto la experiencia se repite sobre Nagasaki y el 15 del mismo mes Japón se rinde incondicionalmente, finalizando la Segunda Guerra Mundial con un salto de 50 millones de muertos. Trumann aplicó una técnica para la toma de decisión, pero cuando lo hizo se convirtió en un acto, una praxis política, y en cuanto tal regido por la ética. Las dos decisiones de Trumann implicaron en un solo acto la muerte 70.000 personas y en el segundo de 40.000 personas, ninguna de ellas norteamericana. La historia todavía discute el resultado ético de las mismas. Este es el límite del pensamiento de Maquiavelo, la técnica al hacerse praxis debe analizarse desde el ámbito moral.
"No hay escapatoria, El problema no puede eludirse. Lo que únicamente puede eludirse es el acatamiento a las normas morales o jurídicas. Pero eludir el acatamiento, es también una forma de demostrar su existencia".
En la Argentina de hoy, la corrupción de la clase política, la crisis de representatividad, la anomia fiscal de los contribuyentes, etc., son muestras del déficit ético de nuestra sociedad que los politólogos tenemos que destacar y analizar.
Ante el problema de los valores subjetivos y los resultados de su investigación, el científico debe recordarse e informar a los demás en qué valores se basa para medir la realidad, si se quiere puede exponer sus ideales, su utopía, pero informando que entonces habla el hombre de sentimiento y no el científico, máxime la importancia que han tenido en la historia de las ideas políticas y su desenvolvimiento fáctico, las teorías políticas.
Debe rechazarse el objetivismo y el subjetivismo, tratando de ser objetivo, acercándose a la verdad o dando los pasos para que otros con su caminar lo logren. Sólo así la ciencia política será verdadera. ¿Qué sentido tendría una ciencia que no diera a conocer la verdad?
La respuesta al ámbito en dónde se desarrolla la política se ha ampliado. El lugar de la interacción política ya no es exclusivamente el territorio del Estado-Nación ni las relaciones entre Estados, la política es más compleja, más rica. Se ha evolucionado hacia el interior y el exterior; abarcando desde el revalorizado ámbito local (el municipio), los estados provinciales, las regiones y el Estado Nacional; pero también el internacional, y un no-espacio físico: Internet y sus comunidades virtuales. Estos ámbitos internos y externos al Estado se relacionan e ínter influyen con el Estado. La modificación del espacio no habría tenido lugar sin una modificación de los actores. El Estado como expresión de la comunidad política mayor esta cediendo espacio a nuevas formas políticas. Por lo que la respuesta al quién, también ha sufrido un proceso inflacionario; organismos multilaterales como la ONU, FMI, BM, desarrollan cada vez más influencias y acciones, también los regionales como la OEA, BID; los procesos de integración han obtenido un alto grado en el caso de la Unión Europea, y fracasos y éxitos en el caso del MERCOSUR; las organizaciones públicas no estatales (ONG) se han multiplicado.
El Estado como la típica organización política de la Edad Moderna, caracterizado por la concentración de poder, exhibe síntomas de debilitamiento. Su historia comenzó cuando los reyes conformaron una burocracia para organizar el ejercicio cotidiano del poder, un ejército para su defensa, imponiendo las normas jurídicas que los rigieron y un sistema impositivo para solventarse, dando por terminado al feudalismo.
Hoy la crisis del Estado-soberano se muestra en muchos aspectos, p.ej. en la capacidad de manejar la moneda, expresión neta del poder estatal. Sin embargo la organización estatal es necesaria; por un lado, la infraestructura que posibilita la movilidad del capital financiero internacional se encuentra en territorios nacionales, y por otro lado, los mismos brindan la estructura jurídica de los contratos y del derecho de propiedad.
El poder del dinero ha influido en las decisiones nacionales, en las más importantes y también en las más diversas, como un actor más. En gran medida, la influencia se debe a la misma evolución de los mercados internacionales, fundamentalmente el financiero. "El mercado de divisas muestra, quizás más claramente que ningún otro mercado financiero, el vertiginoso crecimiento de las operaciones y su progresiva desvinculación de las operaciones de intercambio real. En el año 1960 se calcula que se registraban diariamente operaciones por valor de 15 mil millones de dólares, en 1980 por valor de 60 mil y en 1995 por 1,5 billones; una cantidad que contrasta con los alrededor de 650 mil millones de dólares que en este último año que representaban las reservas en divisas de los países industriales, y que muestra así mismo el grado de desestatización de las operaciones, así como su desvinculación de las operaciones de intercambio de bienes o servicios".
Ha disminuido el poder de los Bancos Centrales como oferentes y reguladores del crédito, ante nuevas formas de financiación y del mercado global, han aparecido los inversores institucionales y los más diversos tipos de fondos de inversión. La conexión entre las diversas bolsas de valores, la creación de mercados a futuros, el fácil acceso de inversores de todo tamaño, la información a tiempo real, hacen difícil cualquier control. Hoy un jubilado italiano puede por Internet leer el Financial Times, consultar un broker neoyorquino, contratar un préstamo con garantía hipotecaria en el mercado europeo (que el acreedor a su vez negociará), comprar bonos argentinos y negociarlos en Hong Kong y terminar comprando en otro mercado su propia garantía.
Este proceso "…ha implicado un nuevo tipo de poder, una forma diferente de gobernar las relaciones económicas, nuevos sujetos decisores, nuevas valores vinculados a él y consecuencias no sólo económicos financiera sino puramente políticas en tanto que cualquiera de las dimensiones del poder, como es la monetaria, condiciona la manera en que se plantean y resuelven todos y cada uno de los problemas sociales, que es lo que de forma más elemental se entiende por política".
Son pocos los Bancos Centrales que pueden resistir un ataque especulativo sobre su moneda y bonos soberanos. Además la banca off shore fomenta la evasión impositiva, particulares y multinacionales se están separando de su país de origen al trasladar recursos y eliminar empleos, erosionando las economías nacionales.
Touraine tiene razón cuando afirma que los estados resisten mal la mundialización (globalización),"porque su autoridad tradicional suponía cierto grado de aislamiento, un control fácil de las fronteras y también de las conductas de los ciudadanos a través de métodos eficientes para imponer el respeto a las leyes y las decisiones del poder ejecutivo. Tal control directo resiste mal la penetración del comercio, de las ideas, de las imágenes, que cruzan fácilmente las fronteras". Las nuevas tecnologías han eliminado la lejanía, modificando la forma de percibir la comunidad, ampliándola hasta formar la aldea global. Las comunicaciones por radio, televisión y teléfono, hoy son posibles por satélites e Internet. A ello se agrega que el tráfico de personas (p.ej, casi 500 mil personas ingresan diariamente a Estados Unidos) y el de mercancías (p.ej., el sistema María en la aduana argentina sólo hace un control selectivo, ante la imposibilidad de controlar todo el tráfico), van aumentando en forma geométrica.
Pero a la par de la corriente globalizadora, corre una corriente fragmentadora en todos los aspectos (social, cultural, religioso, económico y político), producto de la gran crisis de identidad que origina la globalización, de ahí la necesidad de afirmar sus propios ser de individuos, grupos y naciones. La multiplicidad de los espacios, que en algunos casos se superponen, origina identidades múltiples: municipales, regionales, nacionales, estatales y supraestatales. P. ej., se puede vivir en San Sebastián, considerarse dentro del País Vasco, hablar el catalán diariamente, sentirse como un español más, tener ciudadanía de la Unión Europea y ser argentino, y hasta puede que no le guste el fútbol; además de otras identidades religiosas, políticas, etc..
El proceso de vinculaciones supranacionales tiende a encontrar respuestas a problemas que superan a los Estados aislados, como por ejemplo: medioambiente, mercado, tecnologías, etc., por otro lado, se desarrollan los gobiernos regionales que encuentra su razón en la necesidad de identificación, de proximidad con los problemas cotidianos, de cercanía en la relación gobernantes-gobernados.
Ante la reducción del Estado por las políticas neoliberales y el fracaso del socialismo, muchas de las funciones del Estado Nacional han sido asumidas por estados provinciales y, aún, municipales; quienes ante la cercanía del problema no pueden dejar de actuar. Así como los Estados nacionales han descubierto que la cooperación internacional puede acercar ayuda, también las organizaciones políticas inferiores. "De los 50 estados de la Unión americana, casi todos tienen oficinas comerciales en el extranjero (en 1970, sólo eran cuatro), y todas, un representante oficial ante la Organización Mundial del Comercio". El auge de las relaciones internacionales se debe en gran medida a que las soluciones a muchos problemas son internacionales, entre 1972 y 1992 el número de tratados sobre medio ambiente se llevó de pocas docenas a más de 900. En este orden, en 1994, Argentina hizo una recepción importante del derecho internacional como derecho interno en su Constitución Nacional.
También tenemos que mirar el sistema en relación con los que excluye. Se han excluido de los ámbitos decisorios del poder a sectores sociales, que comienzan a identificarse entre sí, son "los marginales".
La marginalidad que les da el sistema los identifica y el deseo de crear espacios de poder alternativos a los desarrollados por los sistemas imperantes. Encontramos ex empleados estatales (científicos, militares, burócratas, etc.), desocupados, agricultores y empresarios empobrecidos, etnias, movimientos ecologistas, organizaciones de deudores, ex militantes de izquierda, grupos de terrorismo–narcotráfico, etc.. Fuera de ello se destacan por su heterogeneidad y la mira en su propia necesidad, lo que impide su unidad.
Aquí aparecen las ONG ante el achique estatal, no siendo cubiertas las necesidades por el mercado, en la sociedad civil surgen las Ong."De esta forma, la Ong constituyen mucho más que una entidad para atender las ‘fallas’ del mercado y del Estado, ya que estarían sirviendo a la sociedad a partir de mecanismos preferenciales como altruismo, relaciones de confianza y lazos comunitarios".
El término "ONG" apareció en la década de 1950 en el ámbito de la ONU, el primer encuentro internacional de Ong tuvo lugar en agosto de 1991 en Río de Janeiro. Funciones políticas básicas: educación, asistencia y contención social y médica, seguridad, alimentación, etc., son llevadas a cabo por las Ong . Cada día más numerosas y poderosas.
En Río de Janeiro, en 1992: "La diminuta nación de Vanuatu puso su delegación en manos de una ong con experiencia en derecho internacional, un grupo con sede en Londres financiado por una fundación estadounidense, con lo que se convirtió, junto con otros estados insulares situados al nivel del mar, en protagonista importante de la lucha para controlar el calentamiento de la Tierra". Pero también padecen de los defectos de cualquier organización, el de financiamiento y el quedar atadas a sus benefactores. No está claro ante quiénes responden; qué ideas políticas, económicas, religiosas y culturales tienen sus dirigentes; si además de un tema específico, p.ej. el medioambiente, qué otro elemento une a sus miembros.
Analicemos, ahora, la unidad básica del régimen político democrático, el ciudadano. El fenómeno que se inicio con el florecimiento de los burgos medievales y la revolución industrial, concentrando grupos humanos en forma cada vez mayor, se consolidará en el s. XXI. En las próximas décadas, casi el 70 por ciento de la población mundial residirá en ciudades medianas y grandes metrópolis. Este proceso no dejará de influir en la política. Hoy ya operan importantes transformaciones en los espacios públicos y los privados, sus significados, el surgimiento de shoppings, countries, clubes de campo, el cerramiento de barrios de clase media, la seguridad privada, las villas miserias con sus normas y lenguajes propios.
Guerrero sostiene que "el resultado sociocultural más llamativo de esas transformaciones es una nueva manera de vivir, y hablamos de vivir en su sentido más amplio: sentir, pensar, actuar, relacionarse, creer, comunicarse y fenecer". Así como se originó la burguesía, una nueva clase social está en gestación.
Los partidos políticos deberán prestarle suma atención, de las ciudades saldrán sus votantes, los reclamos que atender, a ellos se destinarán la mayoría de los recursos, de las ciudades obtendrán los más importantes ingresos públicos. La politología deberá analizar, junto a otras disciplinas (sicología, sociología, geografía, economía, ecología, etc.), a este hombre de la ciudad, que estará en la base de todos los cambios por venir.
Volviendo al actor principal, el Estado, en sus engranajes fundamentales encontramos a los obreros de la clase política. Una pregunta recurrente es: ¿la política ha dejado de canalizarse, exclusivamente, a través de partidos políticos? La respuesta, creo, que es sí, pero también que siguen siendo los actores de los que todos esperan una actuación estelar. Hay que aclarar que la crisis de los políticos es, en realidad, un fracaso de la sociedad que los forma, ella extrae de sí misma su clase dirigente, ella los nutre, los educa, les exige, les perdona, los vota.
También los partidos contribuyen a su propio fin cuando no dan soluciones a los problemas que aquejan a la sociedad. Cuando la sociedad cansada de un plantel de dirigentes que se perpetúan, los partidos no brindan nuevas promociones de dirigentes. Una táctica para enmascarar esta situación, consiste en la cooptación de artistas, deportistas y empresarios exitosos, que tienen un reconocimiento social, pero con muy escasa preparación académica y experiencia política sobre el acontecer general del estado, las necesidades de toda la sociedad y nula experiencia política.
Si a todo ello le agregamos la ineptitud y la corrupción, una clara sensación de tedio y desesperanza nos embriaga.
La sociedad política comienza a ser vista como sociedad de mercado, los ciudadanos son ahora clientes, el cuerpo electoral como los accionistas y los dirigentes los gerentes, el discurso es remplazado por el marketing, la administración por el management. En el empleo de los términos, el lenguaje nos revela la influencia de las ciencias económicas y sus técnicas empresariales sobre la política. Ha surgido un pensamiento único que sostiene que no se pude hacer nada para cambiar el rumbo, lo que es contrario a toda ágora política, es la reducción del papel que debe desempeñar la política y su viejo agente, el Estado, en la regulación de las relaciones sociales. Estaríamos ante el fin de la historia, en los aspectos económicos e institucional.
Los argentinos se preguntan y responden: "¿Por qué reformar la política? Existe una sola respuesta plausible y aceptable a esta pregunta: porque no obtiene los objetivos propuestos".
Han surgido algunas propuestas para solucionar la crisis que padecen casi todas las sociedades modernas, así las ideas del Consenso de Washginton y el nuevo consenso, entre las neoliberales; las críticas a ambos consensos; la Tercera Vía y sus variantes. Nos detendremos en la propuesta de David Osborne y Ted. Gaebler (Estados Unidos), quienes fomentan el aggiornamiento de las instituciones a la nueva época: "el proyecto de reinventar el gobierno, esto es la intención de transformar las burocracias públicas en gobiernos empresariales, productivos y eficientes".
Plantean que el verdadero mal del fracaso estatal se encuentra en los sistemas, estructuras, reglas, procedimientos y leyes; que el problema es instrumental; se trata de afinar los medios, mejorar la operación de las instituciones públicas y erradicar la burocracia. "En el fondo, más que una teoría sobre la gobernabilidad, proponen una micro gerencia pública".
Proponen un gobierno catalizador, competitivo, inspirado por objetivos no por reglas ni presupuestos, orientado hacia los resultados, descentralizador, orientado hacia los clientes (antiguos ciudadanos). Su mérito "consiste en que sintetizan los conceptos, modelos y técnicas gerenciales previamente formuladas por los ‘gurús del management’ y los aplican al sector público con gran creatividad". Su déficit, la eficiencia no es el único valor, en el Gobierno (a diferencia del mercado) recae la equidad y la redistribución de los recursos e ingresos, y la asignación de prioridades que no necesariamente responden a una pura lógica económica.
Los tic-tac o latidos podrían ser la síntesis simplificadora de una clásica controversia de la ciencia política. La discusión entre los mecanicistas y los organicistas, con todas sus variantes, sobre la concepción de la naturaleza de la sociedad y las instituciones políticas.
Para los primeros está es el producto de la razón humana, la ven como una máquina, como un mecanismo que no funciona automáticamente, que necesita del individuo.
Para los organicistas, en cambio, es el desarrollo orgánico y natural de la vida social; el gobierno es el producto de hábitos, necesidades y deseos inconscientes, es un ser vivo, que funciona por sí mismo, como sociedad.
La influencia ideológica ha teñido las dos concepciones. El mecanicismo (fuerte en los s. XVII-XVIII), es sostenido por los contractualistas que ven en el contrato, el mecanismo para formar la comunidad política; protegiendo al individuo y la libertad, constituyendo una ideología del liberalismo. La concepción organicista ha constituido una ideología de tendencias totalitarias, acentuando los puntos de vista en lo social y lo necesario (voz cantante en los s. XIX y XX); ve en la sociedad las etapas de infancia, juventud, madurez y vejez u origen, desarrollo, organización y actividad. Sin embargo, la correspondencia no ha sido total, Hobbes empleo el mecanismo del contrato social para justificar el absolutismo.
Lo cierto es que ambas teorías presentan unilateralidades. El politólogo no solo tiene que ver al individuo o al grupo social, tiene que ver a ambos, ubicar la realidad social en la justa relación. Según el contenido de la mochila de ideas que cargue, se influirá por una de las concepciones en su aventura de conocer, pero no debe excluir ab initio a la otra (y a los elementos que cada una conlleva). Si la mochila es una carga pesada será más bien un obstáculo, no cumplirá su objetivo de llevar los elementos necesarios para avanzar en el conocimiento, y terminará siendo más importante ella que la realidad que se pretende aprehender.
Ambas concepciones seguirán siendo ricas canteras que brindan elementos para la formulación de teorías que permitan comprender la realidad, por ejemplo, un esbozo mínimo de teoría sería: si partimos de que la sociedad como todo otro organismo vivo, nace, se desarrolla y llega a su término; teniendo en cuenta la crisis del hombre moderno y su cultura, la sensación de fracaso de la democracia representativa, la necesidad de burocracias más técnicas y eficientes, los anhelos de mandatos imperativos a las autoridades y de una mayor participación, podríamos decir que está en simientes una nueva forma de democracia (con sistemas semi y directos de participación y a su vez, aunque parezca paradójico, con sistemas delegativos en aspectos técnicos específicos), que modificará a la actual representativa, tal como la entendemos hoy, que llega a su vejez y desaparición.
En Grecia, el discurso político y el efecto buscado se desarrollo en la ágora, en los romanos fue el foro. Hoy los medios de comunicación son el campo de batalla, en una sociedad cada vez más masificada, con ellos se gana el poder. "Con lo cual la política tiene que adaptarse a un lenguaje mediático, que tiene tres reglas: simplificación del mensaje, personalización de la política y predominio de los mensajes negativos de desprestigio del adversario sobre los positivos que tienen poca credibilidad".
La política del escándalo ha mostrado ser tremendamente efectiva. El nazismo y el fascismo habían sido maestros en el uso de la propaganda por los medios masivos. En Argentina se destacó Perón en su uso y abuso. En las democracias más establecidas su empleo como arma decisiva para acceder al poder tuvo su primer momento descollante en 1960, en Estados Unidos, cuando los aparatos de TV mostraron una imagen moderna, vital y joven de Kennedy sobre la descuidada de Nixon. La telecracia mostraba sus lecciones, desde entonces todo político, que se aprecie, tiene en cuenta las técnicas escénicas y estéticas, aun sobre el mismo discurso.
La TV, en menor lugar la radio, solucionan a los políticos la necesidad de audiencia, ya no necesitan que los vallan a ver y escuchar, se les aparece en los hogares. En una seudo intimidad, la pretendida confidencialidad, familiaridad y cercanía del discurso no existe. Todo está preparado por asesores de imagen: gestos, miradas, ropa, el pelo, las frases ha destacar, los rostros no envejecidos.
Importa más la forma que el contenido. La adaptación se produce en forma casi brutal, así como el cine sonoro termino con muchos artistas, hoy sucede lo mismo con los políticos; un ataúd, un discurso excesivamente acalorado de Herminio Iglesias y el fuego, significó la quema de la carrera política del candidato presidencial del Partido Justicialista en 1983 y la perdida de las elecciones para el peronismo. Quien no sabe manejarse frente a las cámaras y los micrófonos pierde.
El objetivo es vender el producto, ganar a la competencia. Si no se sabe cuál será la próxima necesidad pública determinante en la elección se recurre a la sondeocracia. Después se debe construir el mensaje, pensado más en lo que quiere escuchar el destinatario, que sobre lo que la realidad y el moderado juicio imponen (p. ej. "Síganme, no los voy a defraudar", decir una frase sonora sin decir nada; o el "Salariazo" tocar el corazón y el bolsillo de la gente). Será sencillo, breve, directo, claro. "Se trata de crear un código propio basado en el uso sistemático del color, la tipografía, la música, la identificación con el prototipo ideal de votante y una retórica basada en la reiteración obsesiva del mismo mensaje".
A la telecracia y sondeocracia, se le agregan los recursos que brinda la telemática (telecomunicación e informática), todo ello en un gran concentración de los medios en pocas manos. Las primeras experiencias de "voto cibernético" han augurado muchas más. Tal vez pasaremos del citizen (ciudadano) al netizen (votante usuario de la red) como piensan algunos.
Las nuevas tecnologías modifican las concepciones de "pueblo", "comunidad política" y "democracia". La posibilidad de participación se amplían haciendo posible sistemas de democracia semi y/o directa. Se podrá requerir de los ciudadanos en forma, casi, inmediata y permanente, p. ej., decidir la construcción de un hospital, decidir entre otorgar los recursos al mismo o a la construcción de una cárcel, decidir si se extenderá la asistencia médica a los extranjeros o no, o a cuáles si y a cuáles no, y un largo etcétera. Es decir, así como da pie a numerosas posibilidades, encierra grandes peligros.
Estas tecnologías (no sólo materiales, sino también sicológicas y sociológicas, como las de desinformación), la degradación cultural, el quiebre económico de amplios sectores sociales, la concentración del poder mediático, brindan aires renovados al populismo. Quien decida qué, cuándo preguntar a las masas y la redacción de la pregunta, tendrá el poder.
El debilitamiento de la democracia representativa, no nos debe hacer olvidar que posibilitó el acceso de los distintos sectores de la sociedad al diálogo político, concretando la democracia al terminar con los mandatos imperativos y dar lugar a la relación dialéctica argumento-contra argumento, que permitió a las minorías convencer a las mayorías en muchas situaciones críticas.
La ciencia política debe estar alerta, dispuesta a recordar a la sociedad las enseñanzas del pasado, y a su vez extraer nuevos conocimientos de la crisis actual. Un nuevo tipo de ciudadano y una nueva sociedad se avizoran, que requerirán del político y del politólogo. El siglo XXI aparece como un nuevo desafío.
Por
Rolando Esteban Schmid