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Seres y entidades anómalas en el imaginario contemporáneo. Liminalidad y fronteras (página 2)


Partes: 1, 2

Hoy sabemos que la gente tenía un acceso a lo escrito mucho más amplio de lo que se creía hasta hace poco[18]Por ello es posible arriesgar que, la difusión de los textos arriba indicados, sirvió de plataforma a creencias, gestos y actos que en la actualidad se nos pueden antojar como inverosímiles.

El poder de los libros era múltiple.

Por un lado, la palabra escrita se encontraba rodeada de una mística que hacía de la lectura un acto cuasi-religioso, en donde el temor y el respeto se confundían dando vía libre a la credulidad más absoluta, permitiendo la convivencia con los aspectos maravillosos o soportando los temores que generaba lo sobrenatural.

La interacción entre lo imaginario y lo real -esa mezcla sin solución racional entre dos realidades distintas, la del lector y la del texto– no cesaba una vez cerrado el libro. El compromiso emocional que se le imprimía a la lectura (ya sea en voz alto o en voz baja), prolongaba y alimentaba la secular concepción mágico-religiosa del universo. Por otro lado, la conjunción de la palabra escrita y el dibujo (los grabados) se constituyó en un instrumento muy influyente de propaganda contra los conventículos satanistas, que invocaban (dentro del delirio tremendistas de muchos) a los muertos, en ceremonias necrofílicas. Las posibilidades técnicas de reproducir imágenes en el interior -o tapas- de los libros, permitieron que la credulidad supersticiosa exacerbara aún más el temor ya presente en la sociedad. Esos libros, que referían sucesos fuera de lo común, explotaron el poder que la imagen y el texto encerraban; materializando gráficamente, ante los ojos sorprendidos de lectores u oyentes, peligros físicos, riesgos morales, prejuicios y miedos.

Como hemos visto, una lectura emocionalmente comprometida volvía muy poco factible la duda, y casi nadie criticaba a las sabias autoridades que publicaban esos trabajos. La necesidad de comprobar a través de la experiencia todo aquello que se sostenía por escrito no estaba considerado un paso obligatorio. No obstante, esta situación recién empezaría a cambiar hacia fines del siglo XVII, aunque conservando muchas conductas que impedirían el asentamiento de la duda y la incredulidad en el seno profundo de la sociedad[19]

Es evidente que no leían de la misma forma que nosotros, ni la actitud ante lo escrito era idéntica[20]Sus ideales, supuestos y nociones básicas los conducían a interpretaciones que hoy rechazaríamos de plano. Como bien escribe Robert Darnton:

"Los esquemas interpretativos dependen de las cambiantes configuraciones culturales, a lo largo del tiempo. Mundos diferentes, leen diferente".[21]

Y fueron esas lecturas modernas, esa nueva manera de acceder a lo escrito, lo que terminó por rodear a los seres sobrenaturales y duendes de las características negativas que conservarían por siglos.

En América, la Iglesia y su ejército de evangelizadores, convirtieron al Diablo en el padre de todas las idolatrías. Los Andes pos-coloniales absorbieron la imagen del Satanás perfectamente definida desde los días de San Agustín, quien es considerado uno de los principales responsables de los rasgos modernos de Satán. De ser un personaje inmaterial en los textos del Antiguo Testamento, el diablo se fue tornando más y más concreto con el paso de los siglos, y actuante en el mundo de los hombres.

Ángel caído, Príncipe de las Tinieblas, celoso del poder de Dios, enemigo de los hombres; Satanás, guiado por su deseo de ser adorado, usurpó mediante el engaño el culto que sólo se debía al Supremo. Y por eso fue combatido con todas las armas de las que se disponía, especialmente en suelo americano; ya que, como escribió Duviols,

"no hay duda de que la demonología fue la ciencia teológica más generalizada entre los conquistadores y colonizadores del Perú".[22]

Según el padre Acosta,

"(…) después de la llegada de Cristo y de la expansión de la Iglesia en el Viejo Mundo, el demonio se refugió en las Indias, donde ha reinado como dueño absoluto hasta la llegada de los españoles".[23]

Con sentencias como estas, la Iglesia puso énfasis en la necesidad de la sistemática destrucción de las religiones autóctonas, por considerarlas idolatrías y claras manifestaciones rituales de adoración al Maligno.

La desacreditación de los dioses locales y de los sacerdotes aborígenes se puso en marcha. Los espíritus, que según las tradiciones precolombinas moraban en los ídolos que reverenciaban, empezaron a ser definidos como demonios y las apariciones del Diablo más que comunes.

Satanás afloraba siempre con formas horrorosas que iban desde indios enanos, negros e incluso con aspecto animal. Las piedras y los árboles también eran susceptibles de quedar poseídas por Lucifer.

El diablo estaba en todos lados, pero la noche era su ámbito favorito; dominando especialmente los sueños y las alucinaciones. Su poder onírico lo llevó a convertirse -desde el siglo XVII- en un ser sexualmente depravado, deviniendo en demonio erótico (súcubo o íncubo). Por éste y otros motivos, se convirtió en el principal enemigo de los evangelizadores y extirpadores que luchaban contra su poder adoptando el rol de exorcistas. A tal punto que todas las órdenes religiosas se creían la más temida por Satán.

Pero, ¿existía en las religiones andinas un equivalente al Diablo europeo?

Según los cronistas, la repuesta es contundentemente positiva: los incas tenían un diablo y lo llamaban Zupay (Supay, Cupay); que, como señalamos más arriba, es uno de los tantos nombres con los que se conoce al TÍO.

Pierre Duvoils nos informa que la referencia más antigua del Zupay data de 1550 y que si bien el personaje existía en las creencias precolombinas, no era él único demonio, duende o fantasma del imaginario aborigen con características negativas. Los Hapunuñus y los Humapurick, entre otros, son claros ejemplos del extraño aluvión de monstruos que, según los españoles, azotaban el Nuevo Mundo. Pero a pesar del elevado número de criaturas sobrenaturales con las que se toparon, los peninsulares eligieron a Zupay como el mejor candidato para encarnar a Satanás.

Desde entontes, Zupay es el Diablo, incluso fuera del ámbito de la cultura quechua o aymará. El criollo absorbió esa identificación y las leyendas populares de Argentina, por ejemplo, muestran al Zupay como un gaucho engalanado y bien vestido con ropa fina y negra, chiripá del mismo color, puñal, espuelas y rebenque de plata y oro. Además, monta un caballo oscuro, muy enjaezado. Sus cualidades son las de ser un eximio payador, que desafía en las perdidas pulperías de la pampa, a los mas duchos exponentes del arte de payar.

Adolfo Colombres en Seres Sobrenaturales de la Cultura Popular Argentina, dice:

"Suele presentarse asimismo con la forma de una animal conocido, o más comúnmente como un híbrido de macho cabrío y hombre, con cuernos de chivo, rostro de sátiro de larga pera, bigotes, cuerpo muy velludo y piernas de chivo con impresionantes pezuñas, y con capa negra. Con frecuencia se presenta también como remolino, y hasta como un árbol".[24]

Como puede apreciarse, de idéntica forma, el TÍO comparte algunas de la maravillosa cualidad de metamorfosearse en animal, y el aspecto físico del demonio católico (al menos a la hora de ser representado artísticamente). Por otro lado, el ámbito de subterráneo también queda ligado al nombre de Zupay.

"Su templo es la Salamanca, gran cueva en las entrañas de los cerros o subterránea en la que se dan cita las brujas y acuden otros iniciados en las prácticas del maleficio. Es que funciona allí la Universidad de las Tinieblas, donde se enseña toda suerte de maña, destreza o habilidades, y sobre todo el arte de dañar al prójimo y arrastra su alma a la perdición".[25]

Pero para los aborígenes que habitaban América antes de la conquista, el Zupay no era un espíritu exclusivamente maléfico. Sólo con los españoles y la evangelización llegó a encarnar el mal en persona; no antes.

Al respecto, escribió Carlos D. Valcárcel:

"Supay se presenta en realidad en formas múltiples, tiene una serie de encarnaciones; una multitud de diferencias. Ya es genio protector como destructor. Supay es aquel a quien se le teme y a la vez venera. Pero cualquiera sea su forma, es siempre, ante todo, un dios del mundo".[26]

En síntesis: "[…] desde los primeros tiempos, los evangelizadores se esforzaron en convencer a los indios de que una de sus divinidades y el demonio eran la misma cosa; pero también los adoctrinaron, por medio de sus sermones, para que incluyeran dentro del espíritu general de Supay a cada una de sus huacas diabólicas".[27]

En el folclore andino contemporáneo existen innumerables demonios y espíritus malignos, pero todos ellos se distinguen muy bien del Diablo católico, que también ocupa un lugar destacado en sus creencias. Hasta hoy, el Supay es -entre ese campesinado heredero de la cosmovisión andina- un espíritu más entre los muchos otros que hay.

Por eso, no tenemos que confundirnos (como me confundí yo cuando entré en aquel socavón potosino en 1986): lo mineros que adoran al TÍO a través de la imagen de un Diablo, no reverencian el Lucifer de la Biblia, sino a una mezcla aculturada de Supay prehispánico con influencias católicas producto de la conquista. No son satanistas ni mucho menos, sino el producto de una historia de sincretismo e inconsciente resistencia cultural.

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El Zupay

Lugar de encuentro de tres culturas, la mina fue el crisol en donde europeos, aborígenes americanos y negros traídos de África, recrearon el universo mestizo del Nuevo Mundo intercambiando fluidos corporales, mitos y creencias. De todos estos lugares, las minas de Potosí fue uno de los más importantes debido a la enorme cantidad de seres humanos que congregó en sus socavones.

Espacio de contacto, pero también de sufrimiento y miedo, esperanza y resignación, en sus galerías la baraja ibérica y la chicha incaica compartieron la misma mesa, y se influenciaron mutuamente. Mixturaron las herencias culturales que arrastraban y, desde entonces, nada fue igual a lo que antes era. En las minas se inventó gran parte de lo hoy es América.

Uno de los campos que más cambios experimentó fue el de la religión.

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Anónimo Virgen-Cerro c.1730

Museo de la Casa Nacional de la Moneda

El catolicismo rampante modificó y se vio modificado al mismo tiempo. La necesidad de difundir el nuevo dogma en un contexto cultural con miles de años de historia previa -como el americano-, obligó a moldear rituales y creencias. Incluso el aspecto y cualidades intrínsecas de muchos personajes del panteón católico, debieron camuflarse a la americana para poder encontrar inserción en los millones de almas que, según la visión española, reclamaban dejar las idolatrías para abrazar la verdadera religión.

Como señaló Silvia Caumeda Madrigal, así es como surgieron "las bases del primer y más importante símbolo sincrético del continente: las vírgenes criollas".[28] Con ellas se dio el paso inicial para conseguir la simbiosis entre las culturas.

Vírgenes de todas las pigmentaciones imaginables poblaron América, adaptadas a la sensibilidad india con sólo objetivo: eliminar las creencias de las etnias autóctonas. Pero los viejos dioses se resistieron a morir; y aún hoy -inicios del siglo XXI-subsisten, muchos de ellos injertados en el trono del catolicismo.

El mestizaje artístico acercó al indio a la imaginería católica. Fue un instrumento de aculturación y propaganda sumamente eficaz; y una forma de ver claramente las mezclas surgidas. Es importante observar que muchas vírgenes criollas visten como princesas incas y que, en la arquitectura religiosa, se conservaron símbolos precolombinos con el objeto de llevar a la gente de la vieja a la nueva religión. En Potosí, la virgen mestiza típica y más adorada es la Virgen del Socavón, representada con su típica forma triangular, que remite –e imita- al Cerro Rico. Una excelente manera de visualizar dos elementos de adoración en uno: por un lado la Madre del Salvador; por la otra un cerro que simboliza a los viejos dioses de las alturas y, a su vez, a la propia Madre Tierra, Pachamama.

Otras de las formas con las que extirpadores y doctrineros españoles pretendieron evangelizar al indio fue, como ya hemos visto en el apartado anterior, usando la herramienta más eficaz que tenían a mano: el miedo. Y de todas las armas ideológicas, la imagen del infierno fue una de las más efectivas.

Ya en 1551 los Concilios celebrados en el Perú sugerían a los curas ofrecer a los aborígenes -y con sumo detalle- los terribles horrores del infierno. La pedagogía del miedo se ponía en marcha y la residencia del diablo se convirtió en el destino obligado de todo aquel que renegara de la nueva religión, no fuera bautizado, blasfemara, no cumpliera con los mandamientos o persistiera en sus creencias ancestrales.

En el infierno los desdichados encontrarían el tormento y el dolor eterno. Un dolor infinito, esclavizados por el Maligno y sin posibilidad alguna de gozar del amor de Dios. Incluso se propagó la idea -terrible para los "indios"- de que todos sus antepasados se pudrían en él. Un castigo retroactivo a las generaciones anteriores de quechuas y aimaraes. Un golpe más a la ya desestructurada mentalidad autóctona.

¿Cómo se sentiría usted, lector, sabiendo que su padre, su abuelo y aún bisabuelo, se están quemando de dolor en el fuego eterno con Satanás (y cree fervientemente en eso)?

Según la tradición europea, el infierno estaba en las profundidades de la tierra, en el mundo subterráneo; ese mundo material y concreto al que se podría acceder por el socavón de una mina. De allí la carga negativa que empezaron a tener. Se convirtieron en el escenario ideal para la celebración de pactos secretos -e imaginarios- con el Malo. La leyenda de la Salamanca es un claro ejemplo de eso.

En la cosmovisión incaica, sin embargo -y es lícito recalcarlo-, no existía la concepción del infierno, ni la imagen moderna del diablo.

Para los incas el universo se dividía en tres regiones claramente delimitadas. El Hanan Pacha, o Mundo de Arriba, en donde vivían los dioses creadores. El Kay Pacha, o Mundo del Aquí, en el que habitaban los seres humanos. Y, finalmente, el Uku Pacha, o Mundo de Abajo, que era el lugar de residencia de los muertos y antepasados sagrados.

Para ellos esta división tripartita no significaba que cada región estuviera separada de la otra como si fueran compartimentos estancos. La comunicación entre ellos era factible y se lograba en determinados lugares denominados Pacarinas, especies de puertas sagradas que permitían el acceso de un mundo a otro.

Un cerro, un lago, una piedra, una gruta, podía ser una Pacarina; y en ellas solían congregarse los miembros de las comunidades para practicar rituales de reciprocidad con los dioses y antepasados (considerados divinos).

Entonces, ¿no sería posible considerar a las minas como residuales pacarinas de una cosmovisión vencida?

Los mineros de hoy en día hablan -y creen- en las cotidianas apariciones del TÍO. Apariciones bien concretas que quedan plasmadas en las descripciones que ya hemos hecho de la divinidad en cuestión.

El TÍO se deja ver. Se les aparece a los mineros -raras veces a los ingenieros, jefes del socavón- para cumplirles o recibir respuesta a sus promesas de riqueza y poder. De ahí las ofrendas que se le dan a diario, y el respeto temeroso que el personaje despierta. Nadie que trabaje en la mina ingresa a ella sin antes entregar un buen k"uyuna (cigarrillo), hojitas de coca, aguardiente ("trago"), flores, caramelos, animalitos, ciertos polvos minerales de color amarillo o azul e, incluso, en casos extraordinarios cuenta la tradición oral, una wawa (bebé) en sacrificio.

Con el TÍO se pacta. Se establecen promesas y es ahí cuando la ofrenda andina se convierte -a ojos europeos- en un signo más del contacto con Satanás y la detestable idolatría americana.

Pactar con el diablo es entregarle su alma y convertirse en su acólito militante contra la iglesia. De ahí la persecución y quemas de herejes (satanistas) que -desplegadas en el furor de una Europa delirante de temor- se reeditaron en suelo americano.

Los doctrineros coloniales, con su maestría intelectual para resaltar las sutilezas más morbosas, definieron así dos tipos diferentes de pactos: los explícitos y los implícitos.

En los primeros, el idólatra firmaba -literalmente hablando- un compromiso escrito con Satanás, obligándose a servirlo, difundir su culto y llevar a cabo sacrificios humanos (uno de los tabúes más fuerte de occidente). De los dos tipos de pactos, éste era el peor.

En los implícitos, el satanista-hereje no rubricaba ningún documento; sólo se comprometía a mantener los sortilegios y hechicerías que había heredado de sus abuelos, a pesar de las prohibiciones impuestas por los evangelizadores. En otras palabras, se resistían al nuevo orden; y por ello, los "rebeldes", debían ser erradicados.

¿Cuánto de todo lo dicho se mantiene en el culto minero del TÍO?

¿Cuánto de la herencia precolombina se conserva?

¿Cuánta culpa implantada se arrastra cada vez que se le rinden respetos?

¿Cuánto de europeo y cuánto de indio tiene ese TÍO del socavón?

¿Cuántas tradiciones se mezclan para que esta divinidad mestiza tomara forma? Porque, más allá de la influencia católica, otras vertientes paganas vinieron en los barcos de la conquista americana; contribuyendo a alimentar el imaginario de estas tierras allende los mares.

La investigadora Salazar-Soler hace hincapié en el aporte de duendes y gnomos mineros del paganismo europeo.[29] Es lícito recordar que demonios, espíritus y seres pequeños -guardianes de minas- proliferaron en el folclore del Viejo Mundo y es más que lógico pensar que esa influencia se instaló también en los socavones bolivianos, ayudando a recrear la imagen del TÍO.

¡Qué combinación tan fantástica!…

Diablos, dioses prehispánicos, duendes y gnomos europeos, demonios católicos, pacarinas, sensación de temor y necesidades insatisfechas. Un cóctel cultural más que interesante, amalgamado en un ser, vigente en el imaginario colectivo de las minas altiplánicas.

PARTE 2

El reino de lo ambiguo

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El crepúsculo de la razón

No sólo los mineros del altiplano comparten su realidad con seres extraños. Nuestra propia sociedad contemporánea ?urbana, occidental, tecnificada, en principio racionalista? tiene los propios. Y mucho más presentes de lo que podría parecer a primera vista.

Más allá de los socavones de las minas de Potosí, decenas de otros "TÍOS" irrumpen en la vida cotidiana de miles de personas, que juran y perjuran haber sido testigos directos de sus apariciones.

Con diferentes nombres ?y adaptados a variados contextos histórico-culturales? los seres daimónicos, como los llama Patrick Harpur en sus libros, se niegan a perder la guerra que el racionalismo cartesiano les declaró desde el siglo XVIII.[30] Y así, alimentando la perdurabilidad de una realidad maravillada y maravillosa que se resiste a descartar la idea de un mundo inacabado, dominado por el materialismo positivista (denostado abiertamente desde el siglo XIX por el romanticismo), las criaturas daimónicas de centenares de relatos ?supuestamente ciertos y objetivos? siguen impactando en nuestra concepción construida de lo real a través de artículos sensacionalistas en periódicos, conferencias, libros y programas de televisión.

Hadas, elfos, enanos y duendes, Yetis, Pie Grandes, extraterrestres, Hombres-Polilla e intraterrestres, milenarias criaturas lacustres (como Nessie o Nahuelito), fantasmas, Hombres-Sombra, vampiros, secuestradores alienígenas y entes salvajes de los bosques (como el Ucumar salteño), ángeles, perros negros, seres interdimensionales y muchos otros personajes provenientes del universo mitológico de las llamadas culturas tradicionales, tienen hoy en día una vigencia y presencia tan fuerte en la cultura popular (y pseudo-académica) que ?como dije en otras ocasiones? deberían hacer que nos replanteemos el concepto mismo de modernidad; e indagar críticamente la mirada cientificista que estamos teniendo del mundo.

Estamos en un proceso de transición. Hay muchos síntomas que así lo indican. El antropocentrismo ?inaugurado tímidamente por los griegos en los siglo IV y V a.C. y dominante desde la Ilustración del siglo XVIII? pierde terreno, sumergiendo a gran parte de la humanidad en un renovado teocentrismo de base holística que, a no dudarlo, nunca dejó de estar. Agazapada y expectante, la cosmovisión teocéntrica busca dominar parte de un escenario del que creíamos haberla expulsado para siempre.

Una nueva crisis.

Un nuevo contexto para el cambio y el conflicto.

Una transición que se nos anuncia apocalíptica y negativa para unos; estimulante y positiva para otros.

Un nuevo combate, aderezado por un punto de vista mágico. Animista. Orientalizado y holístico.

En pocas palabras: el imperio de la New Age, con todo lo que ello implica.

Pero definamos, antes de seguir, algunos conceptos claves que nos serán de mucha utilidad a la hora de entender este extraordinario fenómeno cultural y sociológico que e esconde detrás de las criaturas anómalas antes nombradas.

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Fronteras – Demarcaciones

Seres imprecisos y ambiguos han desfilado a lo largo de los siglos en centenares de mitos y leyendas. Criaturas difíciles de catalogar. Evasivas, pero al mismo tiempo celosas de reconocimiento y atenciones. Los antiguos griegos tenían una palabra para designarlas: daimones. Término que hacía eferencia a dioses primitivos, divinidades de poco rango, muchas veces representadas como mitad bestias y mitad humanas. Genios protectores, guardianes de espacios sagrados. Seres sobrenaturales que irrumpían en la vida de los hombres premiando o castigando ciertos actos; pero siempre cumpliendo el rol de intermediarios entre los simples mortales y las divinidades más altas y poderosas. Ese fue el motivo por el cual el cristianismo primero, y la ciencia más tarde, los erradicaron, marginándolos al universo de la demonología y las supersticiones.[31] Quitándole así sentido a las apariciones y visiones insólitas (que nunca dejaron de estar).

Patrick Harpur afirma que los seres daimónicos siguen existiendo hoy en día, aunque recluidos tanto en el inconciente colectivo y los sueños, como en las historias que siguen circulando, referidas a monstruos y seres misteriosos de las hoy llamadas leyendas urbanas (y de las cuales todos las criaturas arriba nombradas son claros ejemplos); aunque en estos últimos casos, denotando la necesidad de materializarlos, tan propia de nuestra época.

Pero, a no confundirnos. Esa materialización, esa tendencia a volverlos físicos y fijos ?concretos? está revirtiéndose; y lo que hasta hace sólo unas pocas décadas podía catalogarse (en un esfuerzo enorme de imaginación) como algo palpable, material, objetivo, está en camino de espiritualizarse de nuevo, retomando el sendero que nos conduce a lo sobrenatural. Un claro ejemplo de ello se evidencia en el caso de los ovnis (platos voladores) de la localidad de Capilla del Monte (Córdoba, Argentina) en donde las "viejas" naves extraterrestres (metálicas) han mutado en "entidades de energía pura". Hermanos Superiores que han alcanzado una desconocida evolución "álmica" y espiritual, al punto de adquirir los mismos rasgos que tenían los antiguos daimones en las sociedades de antaño (y en las sociedades tradicionales ?mal llamadas "primitivas"? de hoy en día).[32] La hipótesis extraterrestre (aquella que sostiene que son seres concretos provenientes de planetas concretos, aunque desconocidos) está "en baja" y las esotéricas e interdimensionales hipótesis de ufólogos como Jacques Vallée[33]o John Keel[34](décadas atrás rechazadas por la mayoría de los investigadores "clásicos" del fenómeno ovni) están ganando un espacio inaudito; aún en el campo de una antropología New Age de origen norteamericano, abierta a interpretaciones bastante sui generis y un tanto forzadas, en las que se entreveran drogas alucinógenas, chamanismo, parapsicología, creencias tradicionales del folclore y, por supuesto, mucha imaginación.[35]

De todos modos, muy a pesar del esfuerzo invertido por este renovado academicismo neo-romántico y antirracionalista, las criaturas que nos convocan siguen siendo mayormente relegadas. Hechas a un lado. Desplazadas a "islas daimónicas" rodeadas de un mar de racionalismo.[36]

Lo que no les impide, de tanto en tanto, asaltar nuestra profana y aburrida "realidad".

La invención del Purgatorio ?en el último tercio siglo XII? por parte de la iglesia, abrió, en las concepciones espirituales del cristianismo medieval, la posibilidad de darle a las entidades del Otro Mundo (apariciones) una gradual autonomía respecto de los poderes de Dios para retenerlas, ya sea en el Paraíso o en el Infierno.

Como era de esperar, este proceso ?explicado a la perfección por el historiador Jacques Le Goff? exacerbó la presencia del mundo espectral en la cultura occidental; retomando ?sin proponérselo? muchas de las antiguas creencias y tradiciones paganas, a las que la iglesia tanto había combatido (y combatiría).[37]

La geografía de ultratumba, antes cerrada una vez consumada la muerte [ya que ni del Paraíso ni del Infierno era posible regresar], experimentó una mutación muy profunda, permitiéndole a las almas de los muertos negociar con Dios el arrepentimiento y la expiación de culpas, aún después del óbito.[38]

El Purgatorio alteró el tablero. Los antiguos límites del Más Allá se volvieron más laxos. "El nuevo espacio de ultratumba, era ?desde entonces?un lugar abierto (…) cuyas fronteras no se ven. (…) Un lugar del que se sale y escapa".[39]

Y es justamente esta idea de "entrar y salir" de un mundo a otro trasvasando una frontera mal marcada, endeble y móvil, la que nos conduce al tema de la liminalidad. Tan útil ?y controvertida? a la hora de analizar las características del imaginario actual, responsable de haber dado origen a las múltiples criaturas anómalas de las que me he ocupado en los últimos 20 años.

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Espacios liminales internos en el arte

La noción de liminalidad fue presentada por primera vez por Arnold Van Gennep (1873-1957), un folklorista y etnógrafo de origen alemán (criado y educado en Francia), utilizándola al estudiar los ritos de transición en las llamadas sociedades tradicionales actuales. Lo que Van Gennep pretendió definir con ese término fue el estado de apertura y ambigüedad que caracteriza a todo aquel que participa en un ritual de paso, es decir, de iniciación; por medio del cual un miembro de la comunidad deja de ser niño para convertirse en hombre, pasando (antes de concretarse como tal) por un estado indefinido, de transición, en el que no es una cosa ni la otra. Una especie de limbo que hay que atravesar ritualmente para poder transformar el estado ontológico original en uno totalmente diferente.[40]

Pero no fue Gennep quien desarrolló por completo la idea de liminalidad. Ese privilegio lo tuvo el antropólogo cultural escosés Víctor Turner (1920-1983), quien terminó de darle muchas de las características señaladas. Desde entonces, lo liminal (o liminar) se asoció a una experiencia simbólica, necesaria en muchas sociedades, y ligada a un individuo en particular (aquel que transita de un estado a otro, de niño a adulto, por ejemplo) y que, al momento de vivir la transformación, no puede ser clasificado con claridad.[41] Es un neófito. Un sujeto atrapado entre dos estados. No es chicha ni limonada, como reza el refrán popular. Y esa indefinición temporal, esa ambigüedad, hace que ?mientras atraviesa ese estado liminal? sea considerado contaminante y hasta peligroso para la comunidad. Por ese motivo el ritual de paso exige la invisibilización del sujeto en tanto se reconstruye en algo nuevo. De ahí el aislamiento al que suele ser sometido.

Años más tarde, el escritor y ensayista británico Patrick Harpur tomará la noción y la ampliará en su libro Realidad Daimónica; aplicándola no sólo a personas reales en situaciones rituales, sino a los seres anómalos del imaginario. Los mismos que pueblan miles de leyendas y mitos. Como, por ejemplo, el TÍO de las minas altiplánicas. Pero Harpur no se detiene en esas criaturas. También extiende el concepto a lugares, tiempos y situaciones internas liminales.

Y esta "vocación imperialista" que el autor le da a lo liminal es la que nos permitirá analizar muchos de los viejos artículos publicados referidos al tema.

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Lugares liminales

Puentes, cementerios, bosques y regiones salvajes; cruces de caminos, encrucijadas y murallas; umbrales, entradas, fronteras y orillas son ?a criterio de Patrick Harpur? lugares idóneos en los que lo daimónico y toda su hueste de seres sobrenaturales se manifiestan; reclamando atención, ofrendas y/o permiso para hacer algo.[42]

Sitios de encuentro con "lo oculto"[43] y en donde las líneas demarcatorias con "el Otro lado" se vuelven poco nítidas, permeables; conllevando el traslado de entidades extrañas de un mundo a otro y desarticulando las pautas aprendidas de lo que entendemos por realidad.

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Orillas

Así son los lugares liminales. Emergentes de lo imposible. Escenarios en los que se representan una y otra vez los dramas imaginarios que arrastramos desde hace milenios y en donde podemos captar la estructura durable de las fantasías, muy a pesar del tiempo transcurrido. Regiones de paso, común en el folklore de todas las épocas y vigentes en la actual cultura popular y la moderna leyenda urbana.

El cine, la televisión, la literatura y los medios masivos (en especial Internet) se alimentan de liminalidad. La divulgan de a ratos. La mantienen presente. La enriquecen con nuevas historias, como las que se siguen contando a la luz de un fogón (hoy electrónico).

Los seres daimónicos se sienten cómodos con la noción; tanto como ciertas situaciones (momentos) también liminales (que comparten con esos seres las mismas características antes aludidas, en especial, la ambigüedad). Así pues, siguiendo este criterio, el crepúsculo y la medianoche, las festividades del año nuevo y ciertas fechas consideradas sagradas (el Día de los Muertos, por ejemplo), los solsticios y equinoccios, bien podrían llamarse de la misma manera.

Pero lo liminal es también generador de temor y respeto. La desestabilización (crisis) que genera suele ser interpretada como un mal augurio. Anuncio de desastres por venir; especialmente dentro de las comunidades más conservadores. Aquellas que rechazan los cambios y que ven en ellos sólo aspectos negativos, extraños, generadores de ansiedad.

Las coyunturas liminales ?tan bien explotadas por los medios? se camuflan en noticias sensacionalistas, retroalimentando el imaginario colectivo y dándole al mismo un viso de realidad que, de otro modo, no sería concebido como tal. [44]

Por último, la liminalidad también se expresa en el interior de los hombres, especialmente en el mundo del chamanismo, en el cual el uso de alucinógenos naturales (ayahuasca, cactus de San Pedro, etc.) le permite al "brujo" viajar al Otro Mundo alterando su estado de conciencia, buscando solución a problemas terrenales, pedir autorización a los dioses o simplemente reclamar la cura a una enfermedad a los espíritus.

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Chamanismo: liminalidad interior

En pocas palabras, lo liminal se asocia casi siempre con el caos. Con el desorden que se genera cuando un cosmos (orden) previo se ve modificado por algún motivo y lo desconocido copa el panorama. Es entonces cuando la razón se desorienta y los seres daimónicos entran en escena.

PARTE 3

Otros encuentros con lo liminal

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Seres daimónicos de la cultura contemporánea

"Cuando la ambigüedad es poderosa

más viva es la excitación."

Milan Kundera

"En la incertidumbre encontramos la libertad

para crear cualquier cosa que deseemos."

Deepak Chopra

¿Qué aspectos de la tan mentada liminalidad aparecen en los personajes que hemos estado analizando en los últimos años?

¿Qué tienen en común el Hombre Polilla (Mothman), el monstruo lacustre del Nahuel Huapi (Nahuelito), la pilosa criatura que atemoriza a los lugareños de la yunga salteña (Ucumar), los vampiros serbios del siglo XVIII y del actual siglo XXI o el misterioso homínido que vaga por las altas montañas de Afganistán (Barmanu)? ¿Qué comparten con las naves anómalas que supuestamente visitan la zona de cerro Uritorco y que ?de acuerdo con algunas opiniones? provendrían de la ciudad intraterrena de ERKS? ¿Y qué decir de las experiencias que algunos testigos dicen haber tenido con el Hombre Pájaro del pueblo cordobés de Quilino? ¿Cuánto de liminal hay en las apariciones del barco fantasma que se observa desde la costa de la localidad bonaerense de Punta Indio o en los buques espectrales que ?se sostiene? atraviesan en silencio los mares del mundo? ¿O de los espíritus que deambulan, según la tradición local, por los lúgubres pasillos del Gran Hotel Viena de Miramar y del Eden Hotel de la ciudad de La Falda (ambos en la provincia de Córdoba)?

Sobre estos temas trataremos en la siguiente y última parte del trabajo.

MOTHMAN[45]

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El Hombre-Polilla (Mothman)

Desde noviembre de 1966 la pequeña ciudad de Point Pleasant (West Virginia, EE.UU.) arrastra una historia por demás extraña; que ha crecido con el paso del tiempo ?condimentada según las épocas? hasta convertirse en un atractivo turístico de primer orden y convocar a miles de visitantes todos los años, especialmente durante el ya famoso Mothman Festival.

El pueblo también tiene su propio museo en honor a la bestia que le quitó el sueño por espacio de un año: The Mothman Museum. Un repositorio de fotos, artículos y objetos con los que se pretende mantener viva la memoria local respecto de los extraños sucesos ocurridos a mediados de la década de 1960.

En aquella oportunidad, una extravagante entidad nocturna persiguió a dos parejas que transitaban por una región boscosa, vecina al pueblo, conocida por entonces como el Área TNT. Según esos testigos (y los muchos otros que se acoplaron a las denuncias posteriores, generadas por un claro fenómeno de histeria colectiva) ese ser semejante a una polilla, de más de dos metros de altura, de aspecto humanoide, alado y con fieros ojos rojos, los sorprendió sobrevolando el coche en el que los testigos estaban e infundiéndoles a todos un terror visceral.

La declaración testimonial que hicieron ante la policía regional le imprimió a la historia una seriedad inusitada. El resto lo hizo la prensa estadounidense y algunos escritores dedicados a la ufología y los temas misteriosos.

De este modo Mothman encalló en el imaginario local. Se enquistó en la zona, mezclándose con los intereses económicos de West Virginia.

Hoy el Hombre Polilla es un fenómeno de alcance mundial. Incluso muchos juran y perjuran haberlo visto en Chile, Argentina, Uruguay, Rusia y demás países. Siempre ?según se sindica? anunciando catástrofe. Trayendo malos augurios.

Poco importa si esto último es cierto o falso. El relato se acomoda según las circunstancias. Exacerbando ciertos eventos. Escondiendo otros. Pero lo que no puede ocultarse ?leyendo los testimonios en artículos periodísticos y libros "especializados" ? es el carácter liminal del tan mentado ser. Que se advierte en los siguientes ítems:

  • Es una entidad difícil de catalogar. Un híbrido. No es por completo humano, ni tampoco un descomunal insecto.

  • Sus apariciones coinciden con épocas de crisis y tensión. Los primeros reportes (1966-1967) con la Guerra Fría y la constante amenaza de catástrofe nuclear. Los últimos (abril-mayo 2017), con el marco de inestabilidad económica generada por el neoliberalismo, el pánico al terrorismo internacional y los síntomas de un cambio climático que no pareciera augurar buenos tiempos futuros.

  • Es un típico ser daimónico. Elusivo. Ambiguo. De comportamiento misterioso. Desconocido. No se sabe qué busca o pretende (a no ser, claro, la supuesta función agorera que le atribuyeron oportunamente algunos escritores).

  • Con el paso de los años, adquirió características claramente paranormales, dejando atrás las notas criptozoológicas clásicas, que lo veían como un simple animal sin catalogar. Lo que, claro está, aumentó su carácter liminal.

  • El lugar de sus apariciones es de por sí típico en el universo de la liminalidad: una zona aislada, boscosa, abandonada. En las inmediaciones de una fábrica y planta de energía en ruinas, que ya no cumplen las viejas funciones, ni terminan de desparecer por completo.

  • Las pocas señales transmitidas de su apariencia repiten dos rasgos típicos de las entidades daimónica en decenas de leyendas y mitos antiguos: sus fulgurantes ojos rojos y las enormes alas (que lo acercan a los demonios de los tratados de demonología de fines de la Edad Media).

  • La liminalidad del mismísimo Estado de West Virginia (patria de Mothman), del cual el imaginativo John Keel llegó a decir era una "región ventana". Una frontera entre lo indio y lo europeo. Un portal dimensional entre lo normal y lo paranormal. Es pocas palabras, una zona tabú que era evitada hasta por los pueblos originarios, mucho antes de la conquista. Incluso se llegó a especular (siguiendo las ideas de Jacques Vallée) de una influencia exterior inexplicable.

  • La supuesta responsabilidad (o al menos anuncio cual Ángel de la Muerte) del Hombre Polilla en la caída del Silver Bridge (el 25 de diciembre de 1967) es otro dato que nos acerca a la noción de lo liminal. Los puentes son símbolos de ello en sí mismos y mucho más el mencionado, por atravesar el río Ohio, frontera (límite) entre el estado homónimo y West Virginia. El borde, la orilla, el cambio, también están presentes en la historia.

  • Finalmente, los notables cambios que ha experimentado el imaginario de Point Pleasant en los últimos años indican que las guías turísticas y un par de documentales realizados en torno a las leyendas locales parecen relacionar a Mothman con un cacique traicionado y vengativo, aún después de la muerte. Una forma autóctona de explicar los móviles de tan extraña criatura a través de la venganza y un trampolín para poblar a toda la región con mansiones, hoteles y encrucijadas encantadas. Las historias paranormales se diversificaron, intentando convertir al pueblo en una nueva meca de turismo alternativo.[46]

NAHUELITO[47]

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Nahuelito, el monstruo lacustre del lago Nahuel Huapi

Esa "otra realidad" tan pregonada por el pensamiento mágico, esotérico y hermético, tan repleta de simbolismos y alteridades ?siempre dispuestas a marcar límites sólidos a fin de asentarnos firmemente en los propios?, en ocasiones asalta el espacio y el tiempo profano en que vivimos, quitándonos de la aburrida rutina y sumergiéndonos en un universo de posibilidades ilimitadas. Claro que en el caso que ahora nos interesa resumir lo importante no es lo que se sumerge, sino lo que emerge sorpresivamente de un lago ?el Nahuel Huapi? quebrando el sentido de realidad que hemos organizado a partir de la razón, la observación y la ciencia. Y son, una vez más los llamados lugares liminales y sus seres correspondientes los más idóneos para que ello ocurra.

Esta vez a orillas de un lago sureño de Argentina. Hogar de un supuesto monstruo prehistórico. Más concretamente, un plesiosauro que, sin pruebas contundentes (claro), la gente dice ver desde hace unos 39 años. Incluso lo han bautizado. Nahuelito lo llaman. Y ya es parte del neo-folklore local.

Ojeando parte de la bibliografía orientada a la temática "monstruos lacustres", veremos que hay decenas de ellos en casi todos los lagos del mundo. Nessie, el habitante del Lago Ness (Escocia) es el más famoso de todos. Pero sólo unos pocos tienen la suerte de trascender. La mayoría de ellos no traspasan los límites locales, siendo conocidos únicamente por los vecinos de la región. Otros, en cambio, al ser considerados interesantes para la prensa, saltan a la fama y se "viralizan", convirtiéndose en monstruos con proyecciones internacionales.

Nahuelito es uno de ellos. Concretamente desde 1978. Pero como criatura extraña, se mueve en los márgenes de la realidad, validando así su carácter liminal y daimónico.

Desde la década de 1920, cuando el famoso director del Zoológico de Buenos Aires, Clemente Onelli, organizó una expedición en pos de un supuesto animal del pleistoceno (que nada tenía que ver con el plesiosaurio de las historias actuales), los rumores sobre monstruos se han mantenido vigentes hasta el día de hoy. Por tal motivo, de tanto en tanto y cuando las noticias escasean, los medios suelen reflotar la historia de Nahuelito, satisfaciendo la necesidad de magia y maravillas de la población.

¿Qué notas serían, entonces, las que hacen de Nahuelito una entidad liminal?

  • En primer lugar habría que referirse a la inmensa y fría región en la que se ubica: la Patagonia. Tierra que desde el siglo XVI fue vista (y lo sigue siendo) como lejana, exótica, inabarcable. Un sitio inhóspito. Una frontera que nos separa de "otro mundo" poblado de duendes, enanos, gigantes, monstruos y criaturas nacidas al calor de los fogones tehuelches y mapuches, entre otros. Una zona liminal predispuesta a albergar ?incluso? a presuntos caballeros templarios protectores del Santo Grial (la más preciada reliquia de la cristiandad). Un espacio que la derecha reaccionaria y nacional siempre vio como transformadora de hombres. Extrema. Capaz de iniciarse en ella el cambio soñado hacia un Nuevo Orden Mundial, recurriendo a otro tipo de monstruos más peligrosos que Nahuelito: los nazis fugados tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Refugio de Hitler y sus compinches, así como de otros engendros biológicos y morales. Tierra ambigua y extraña que se pobló de habitantes también extraños. Estereotipo imaginario de lo "Otro". Núcleo caótico de un mundo renovado y cruel.

  • Quien dice Patagonia habla de lagos. De murallas heladas, de glaciares. De fronteras inconquistables hasta hace muy poco. Una inmensidad misteriosa incorporada a la fuerza por la acción de los remington de Julio A. Roca en 1880. Jalonada antaño por una línea de fortines endebles, incapaces de frenar el avance del indio o de esos otros seres liminales: los gauchos. Criaturas bípedas ?según Sarmiento? que no encuadraban en las racistas taxonomías del siglo XIX. Seres a caballo entre la civilización y la barbarie. De alguna forma, Nahuelito es el heredero de estas ambigüedades.

  • Un ente que prefiere las horas crepusculares para asomar su cabeza. Horas neblinosas. Propicias para la emergencia de todo aquello que se oculta y no se deja ver; especialmente en lugares liminales como los lagos "sin fondo", "interconectados con otros lagos o el mar", "fenómenos luminosos anómalos" e impenetrablemente oscuros (sin importar que sean en realidad poco profundos, se sequen de tanto en tanto o no dispongan de la vida subacuatica necesaria para alimentar monstruos prehistóricos).[48]

  • La liminalidad de Nahuelito no suele publicitarse en los diarios de manera explícita. Los periódicos suelen seguir los poco fiables lineamientos de los criptozoólogos clásicos (que afirman es una bestia desconocida, material, objetiva y concreta, aunque nunca encontrada). La interpretación sobrenatural queda para los viejos mitos aborígenes (la mayoría inventados en tiempos modernos) o para los más espiritualistas investigadores de lo oculto. En estos casos, la criatura se asocia con espíritus autóctonos. Casi fantasmas. Una manifestación más del animismo antiguo y de una cosmovisión teocéntrica.

  • Monstruo daimónico. Protector. Reclamante. Manifestación del Otro Lado. Caballo subacuático capaz de relacionar las dos realidades, compartiendo elementos de ambas.

  • Finalmente, la reaparición moderna de Nahuelito en 1978, en plena dictaduravico-militar, momento de crisis por antonomasia (la peor sufrida en el siglo XX), puede ser leída también en clave típicamente liminal.

EL UCUMAR[49]

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El Ucumar: la versión norteña del Pie Grande de Estados Unidos y Canadá

Ya sea bajo el nombre de Sasquatch, Pie Grande, Barmanu, Almasti, Yeti o Ucumar, prácticamente no hay selva o cordón montañoso del mundo que no tenga en su haber una criatura liminal de rasgos parecidos al que ahora describiremos.[50]

Por lo general velluda, primitiva, bípeda, de estatura variable (que puede ir de los 3 metros al metro y medio de alto) y con claros signos de ser un homínido no clasificado, esos Hombres Salvajes han venido protagonizando historias desde la Antigüedad y la Edad Media, pero alcanzaron popularidad desde la década de 1950 cuando los principales diarios del mundo los colocaron en sus primeras planas.

Son sin duda los animales extraños (críptidos) más conocidos y la popularidad de la que gozan tal vez se deba a las "pruebas" materiales que se han conseguido de ellos: huellas (muchas huellas) y algún que otro manojo de pelos. Claro que siempre resultaron ser insuficientes a la hora de certificar su existencia objetiva. Siempre falta algo. Nunca alcanzan. O las huellas se corresponden a otros animales efectivamente conocidos por la ciencia o el ADN de los cabellos es poco para sacar ellos un resultado definitivo. Por otra parte ?como con Nahuelito, Nessie y otras criaturas lacustres? las fotos nunca son claras. Siempre falla algo. Por lo tanto, seguimos apoyándonos únicamente en testimonios, dimes y diretes de los supuestos testigos que, como el lector podrá imaginar, no sirven como pruebas excluyentes de nada. Al menos la ciencia funciona (hasta ahora) de ese modo. Hasta tanto no tengamos un yeti en una mesa de disección, la bestia seguirá perteneciendo al mundo del folklore y el rumor. Y es posible que así como desean muchos que permanezca.

En Argentina tenemos nuestro propio Hombre Salvaje. Se lo conoce con el nombre de Ucumar y ha estado en boca de miles de personas desde hace más tiempo del que podamos imaginar. Gente del común. Cazadores, amas de casa, niños, respetables vecinos, incluso funcionarios públicos han dado testimonio de sus apariciones por el noroeste del país, especialmente en la provincia de Salta. Los diarios locales lo sacan a relucir de a ratos y sus incursiones no dejan de generar un profundo terror en todos aquellos que se internan en la yunga salteña. Para ellos es tan real como los árboles o las rocas, y sus características liminales son las que consignamos a continuación.

  • En primerísimo lugar, como siempre, está la yunga (la selva de montaña), caracterizada como salvaje, inmensa e imposible a aprehender. Paisaje dominante del área andina que, amén de las criaturas nombradas, es el imaginario repositorio de ciudades perdidas y antiguos centros ceremoniales aborígenes, abandonados y olvidados. En zonas como éstas, se vio nacer la leyenda del Paititi y de El Dorado hace poco más de 400 años. Zona liminal por antonomasia, la selva es una protagonista permanente en este tipo de historias.

  • En muchos de los relatos recogidos por periodistas locales, el Ucumar, además de personificar a esa criatura ambivalente, de la que no se sabe si es hombre o es bestia, adopta ciertos rasgos paranormales por el sólo hecho de habitar una región que las tradiciones y el folklore creen está habitada por duendes. Un límite claro entre el pensamiento premoderno y aquel propio de la modernidad. Lo racional convive a pasos de la irracionalidad, sin aparente contradicciones.

  • Las apariciones de la criatura están, muchas veces, relacionadas con testimonios que nos hablan de ovnis, extraterrestres, enanos del bosque y chupacabras. Condimento que le da a la leyenda un claro tinte daimónico.

  • Los sucesos reportados en la provincia de Santiago del Estero hablan de las relaciones directas del Ucumar con espejos de agua, ríos, arroyos y riberas (vinculados también con historias de aparecidos y fantasmas).

  • El salvaje hombre de los bosques arrastra también comportamientos semejantes al de las viejas hadas. Personajes que, lejos de ser las "Campanitas" buenas de Peter Pan, eran tenidas como entidades crueles, capaces de secuestrar (como el Ucumar) a personas que se internan en sus dominios. Muchas son las historias que hablan de mujeres secuestradas por el liminal Hombre del Bosque, con intensiones aviesamente sexuales. Estos raptos (abducciones en lenguaje de los ufólogos) es otro nexo que liga la mitología extraterrestre con el antiguo folklore local.

  • La palabra Ucumar también nos remite a la liminalidad propia de los lugares subterráneos. Según algunos autores el vocablo derivaría del quechua: Uku, "profundo"/ "región interior" y Mari, "primitivo"/ "antiguo". Las relaciones con el Tío de las minas de Potosí vuelven a aparecer. El Ucumar es un "bicho" que vive en cuevas oscuras, profundas. Casi una metáfora del inconciente, según las teorías más psicologistas.

LOS ESPIRITUALIZADOS EXTRATERRESTRES DEL CERRO URITORCO[51]

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La ciudad liminal de la provincia de Córdoba

Si el Cerro Rico de Potosí es capaz de albergar a su famoso Tío del socavón, adorado y respetado por miles de mineros; en el norte de la provincia de Córdoba ?concretamente en el valle de Punilla? el Cerro Uritorco puede jactarse de nuclear un número mucho más elevado de entidades anómalas y liminales. Seres daimónicos que alimentan el nutrido turismo esotérico que desde hace 30 años sostiene económicamente a la ciudad que se levanta a sus pies: Capilla del Monte.

Extraterrestres, intraterrestres, hombres-alados y vampiros-humanos, duendes, fantasmas, legendarios templarios y hasta una ciudad entera escondida bajo a superficie de la tierra (ERKS) son algunos de los atractivos que fueron naciendo alrededor de la supuesta huella dejada por un ovni, en las laderas del cerro El Pajarillo, en enero de 1986.

Poco importó si esa extraña marca había sido creada por una centella o rayo, o si el incendio que se generó fue de neto origen natural. Los funcionarios de entonces quisieron ver otra cosa. Desearon creer y lanzaron una comunicado oficial con el fin de darle fuerza institucional al misterioso evento. Arrojada la piedra fue imposible frenar su recorrido. La trayectoria ganó altura y velocidad. Capilla se llenó de sabios especializados en cuestiones esotéricas, chamanes new-age, gemoterapistas, doctores de almas, curanderos y, naturalmente, ufólogos y contactados y a tres décadas de aquel suceso fundacional, la ciudad se convirtió en la meca nacional de lo extraño. En un sitio, claramente, liminal.

  • Las bases del cerro Uritorco se han transformado en un verdadero laboratorio de especulaciones. En un epicentro de explicaciones fantásticas que reniegan del sentido común y las evidencias. Alambicados delirios teóricos, heredados de los escritos de autores como Jacques Vallée o John Keel, han encantado a toda la zona; roto la noción de aquello considerado imposible y desarrollado una concepción de realidad en el que lo absurdo cobra seriedad. La Navaja de Occam, a la sombra del Uritorco, se desafiló al punto ya de no cortar nada. Las indefiniciones ganaron espacio. Lo liminal impera. Cuanto más oscuras, inentendibles, extrañas y bizarras sean las hipótesis sobre los fenómenos que (dicen) se dan en la región, más aceptación parecen tener entre las desesperadas mayorías que buscan algo trascendente.

  • Capilla del Monte es hoy vista como una "zona ventana". Algo parecido al estado norteamericano de West Virginia, cuna del Mothman. Una región abierta a otras dimensiones, desde donde provendrían las entidades anómalas que pueblan el imaginario local y las páginas de los periódicos sensacionalistas. A ella llegan y de ella salen "cosas raras". Sus cielos están poblados de naves de todo tipo. Los turistas, hambrientos de maravillas ven lo que desean ver. Fotos borrosas y llenas de reflejos o manchas inidentificables cobran el status de testimonios irrefutables. Todo es posible en la dimensión desconocida. Aún un rito de paso (colectivo) en el que una inmensa mayoría oscila entre la razón y las fantasías más descabelladas.

  • Los antiguos mitos movilizadores de fronteras, tan propios de la época de la conquista ?que impulsaron el avance de los europeos sobre territorio aborigen en pos ce quiméricas ciudades repletas de oro y plata, esmeraldas y especias; incluso la mismísima Fuente de la Juventud? en Capilla del Monte han mutado influidos por las doctrinas esotéricas de la Teosofía y la prédica de la para-ufología (que mezcla al fenómeno ovni con las prácticas parapsicológicas). Así, míticas ciudades como el Paititi transmutaron en urbes subterráneas como ERKS (Encuentro de Remanentes Kósmicos Siderales), habitadas por Hermanos Superiores super-evolucionados espiritualmente y poseedores de una tecnología desconocida por el ser humano, capaces (además) de entrar en contacto directo con algún que otro iluminado de la raza humana.

  • Bajo la sombra del Uritorco incluso las "verdades aceptadas" por la ufología clásica (vigentes, muy especialmente, entre fines de la década de 1940 y mediados de la de 1970) entraron en un cono de sombra que terminó alterando la esencia misma del fenómeno ovni. La incertidumbre ?propia de lo liminal? se ensañó con el materialismo latente detrás de cada supuesta nave extraterrestre. Y no faltaron, por ende, los demiurgos de escritorio que, lápiz y papel en mano (hoy una PC, lógicamente) se lanzaron a elucubrar sesudas hipótesis espiritualistas, al punto de convertir a los objetos voladores anómalos en "entidades energéticas inteligentes". Seres superiores, como dijimos antes, a los que se les despojaron sus trajes, sus armas de rayos, sus tentáculos, brazos o piernas y se los transformó en simples y a la vez complejas "luces inteligentes" con voluntad propia y ?siempre? con un mensaje cursi que transmitir. Desmaterializados, no resultó entonces imposible ingresar en la ciudad de ERKS sin la necesidad de que se abriera alguna puerta física. Ahora podían atravesar las laderas rocosas del Uritorco como si éstas fueran de aire. La irrupción de Jacques Vallée en el gran juego, con su hipótesis del sistema de control espiritual de la conciencia humana ?en la que especula acerca de la existencia de una "voluntad sobre-humana que quiere enseñarnos algo"? retrotrajo todo a una enorme sesión de espiritismo en la que los viejos seres daimónicos inmateriales (fantasmas, espectros de los muertos) adoptaban la forma de extraterrestres provenientes de un multiverso (universo con distintas dimensiones conectadas). ERKS sería parte de esa otra dimensión. De ahí el carácter de "ventana" atribuido a toda la región. Si lo que se pretendía era recrear un ámbito liminal, con Vallée se consiguió con creces. Mucho después vinieron los gurús locales a hacer sus propios negocios.

  • Pero no sólo de inmateriales alienígenas está poblado el invisible universo uritorqueano. También nos encontramos en la zona a otras criaturas daimónicas del folklore (amerindio y europeo): los duendes. Como ya hemos dicho en otros trabajos previos, éstos compiten con los maléficos enanos grises de ojos almendrados y terribles intensiones (puestos de moda en 1961 tras la supuesta abducción de Betty y Barney Hill y lanzados al estrellato en la década de 1980 cuando los secuestros extraterrestres se viralizaron en el imaginario a partir de ciertos libros y filmes). Basta con recorrer el centro de Capilla del Monte para ver cómo las representaciones icónicas de la "gente pequeña" están por todas partes. Los diminutos seres elementales de la naturaleza protagonizan también numerosos relatos locales y, como las hadas de antaño, imitan a los ETs apareciendo y desapareciendo sin causa aparente alguna.

  • Lo cierto es que la zona de Punilla también refiere historias de vampiros, Hombres Pájaros (en la localidad de Quilino a pocos kilómetros de Capilla del Monte), misteriosos Hombres-Sombra e, incluso, el propio Mothman (de acuerdo al parecer de un autor regional, en un librito tan mal escrito como peor documentado).

El universo liminal copó la región del Uritorco y sus inmediaciones. Ya no es posible distinguir fácilmente la verdad de la mentira y aquellos que la denuncian corren el riesgo de ser tratados de ignorantes, "mentes-cerradas", aguafiestas o positivistas arcaicos y perimidos.

La apertura mental que tanto reclaman a los científicos brilla por su ausencia. Tiene un límite: la crítica y la exigencia de pruebas concretas

En un "mundo líquido" como el nuestro, lo liminal está en su salsa.

FJSR

JULIO 2017

 

 

Autor:

Fernando Jorge Soto Roland*

 

[1] Recordar que desde el 9 de enero de 1986 la Huella del Pajarillo se convirti? en el catalizador que transform? ?al por entones casi olvidado pueblo del Valle de Punilla? en uno de los polos de turismo alternativo y m?stico m?s importantes del mundo entero. As? como en un privilegiado centro de avistamientos de ovnis (entendiendo con este vocablo no un mero objeto volador no identificado, sino una ?nave alien?gena tripulada?). V?ase mi art?culo al respecto: 30 A?os Conviviendo con Extraterrestres. Disponible en Web: /trabajos107/30-anos-conviviendo-extraterrestres-sierras-cordoba/30-anos-conviviendo-extraterrestres-sierras-cordoba

[2] Archivo personal del autor.

[3] V?ase: Ansi?n, Juan (1987): Desde el rinc?n de los muertos. El pensamiento m?tico en Ayacucho, Lima: Gredes. Ansi?n, Juan ed. (1989): Pishtacos de verdugos a sacaojos, Lima: Tarea. Arana, Marie (2001): American Chica: Two Worlds, One Childhood, Dell Publishing Company,. Arguedas, Jos? Mar?a (1953): ?Folklore del valle del Mantaro. Cuentos m?gico-realistas y canciones de fiesta tradicional del valle del Mantaro, provincia de Jauja y Concepci?n?, Folklore Americano 1: 101-293, Lima. Arguedas, Jos? Mar?a y Francisco Izquierdo (1947):? Mitos, leyendas y cuentos peruanos, Lima: Ministerio de Educaci?n. Ayala Leonardi, Flor de Mar?a (1994): Contribuci?n a un diccionario mitol?gico andino. Tesis para optar el grado de Magister en Literaturas Hispanicas, Lima: Pontificia Universidad Cat?lica, p. 26. Garc?a Miranda, Juan Jos? (1993): ?Mito y violencia en el Per??? en Ricardo Melgar Bao y Ma Teresa Bosque Lastra (compiladores), Per? contempor?neo: el espejo de las identidades, M?xico: UNAM. Guaman Poma de Ayala, Felipe (1613):? El primer nueva cronica y buen gobierno.? Edici?n cr?tica de John Murra y Rolena Adorno, M?xico: Siglo XXI, 1980. Mej?a Xesspe, Toribio (1952): ?Mitolog?a del Norte Andino del Per??, Am?rica Ind?gena 3, vol. 12, Lima. Molina, Crist?bal de [?El Cuzque?o?] (1574): F?bulas y ritos de los Incas, en Loayza, F. A. ed. (1943):? Las cr?nicas de los Molinas, Peque?os grandes libros de historia americana, Serie I, tomo IV, Lima. Morote Best, Efra?n? (1952): ?El degollador (Nakaq)?, Tradici?n, Revista Peruana de Cultura 11, A?o II Vol. IV, Cuzco, pp. 67-91. Morote Best, Efra?n (1989): Aldeas sumergidas. Cultura popular y sociedad en los Andes, Cusco: Centro Bartolom? de las Casas . Ortiz Rescaniere, Alejandro (1973):? De Adaneva a Inkarri, Lima: Retablo de papel. Pantoja Ramos, Santiago (1974): Cuentos y relatos en el quechua de Huaraz, escritos bajo la direcci?n de Jos? Ripkens, Huaraz: Estudios Culturales Benedictianos, Huaraz. Portocarrero, Gonzalo, Isidro Valent?n y Soraya Irigoyen (1991): Sacaojos: crisis social y fantasmas coloniales,? Lima: Tarea. Szeminski, Jan (1983): La utop?a tupamarista, Lima: PUCP. Vargas Llosa, Mario (1993): Lituma en los Andes, Bogot?: Planeta. Vergara, Abilio y Freddy Ferr?a (1987): "Ayacucho, de nuevo los degolladoreo", Quehacer (nov. 1987): 69.

[4] Caillois, Roger, ?Del cuento de hadas a la ciencia Ficci?n?, en Im?genes, Im?genes…Ensayos sobre la funci?n y los poderes de la Imaginaci?n. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1970, pp. 9-47.

[5] V?ase: Febvre, Lucien, El Problema de la Incredulidad en el Siglo XVI. La Religi?n de Rabelais, Editorial UTHEA, M?xico, 1959, pp.379-383.

[6] Le Goff, Jacques, Lo Maravilloso y lo Cotidiano en el Occidente Medieval, Editorial Gedisa, Barcelona, 1994, pp.9-25.

[7] V?ase: Soto Roland, Fernando Jorge, Visitantes de la Noche, editorial mart?n, Mar del Plata, 1997.

[8] V?ase: Duvoils, Pierre, La Destrucci?n de las religiones andinas, Universidad nacional Aut?noma de M?xico, 1977.

[9] Reci?n en los ?ltimos a?os un porcentaje bajo pero significativo de mujeres est?n empezando a participar en las tareas mineras de extracci?n de metal. No excede el 6 % aproximadamente, pero constituye un s?ntoma de que una larga creencia tradicional ha empezado a dar se?ales de agon?a.

[10] Caillois, Roger, Im?genes, im?genes. Ensayos sobre la funci?n y los poderes de la imaginaci?n, Ed. Sudamericana, 1970

[11] V?ase: Delumeau, Jean, El Miedo en Occidente, Ed. Taurus, 1978.

[12] V?ase: Salazar-Soler, Carmen, La Divinidad de las Tinieblas, Bulletin de l?Institut Francais d??tudes Andines, N? sp?cial: ?Tradici?n oral y mitolog?a andinas?, Lima, 1997, tomo 26, N?3.

[13] El nombre Arrierito se debe a la creencia de que el T?O ?como los arrieros? lleva el mineral de un lugar a otro por el interior de las minas; d?ndoselos a los que lo respetan o quit?ndoselo a los que lo ignoran. La tradici?n dice que sigue caminos subterr?neos que s?lo ?l conoce.

[14] V?ase, Cohn, Norman, Los Demonios Familiares de Europa, Editorial Alianza, Madrid, 1975.

[15] V?ase, Gruzinski, Serge, La Colonizaci?n del Imaginario. Sociedades Ind?genas y Occidentalizaci?n en el M?xico Espa?ol. Siglos XVI-XVII, Editorial Fondo de Cultura Econ?mica, M?xico, 1991.

[16] Delumeau, J., op.cit., pp.398, 572, 618 y 638.

[17] Vax, Louis, Arte y Literatura Fant?stica, Eudeba, Buenos Aires, 1963, p?g. 39.

[18] Chartier, Roger, ?Las Pr?cticas de lo escrito? en Historia de la Vida Privada, Tomo 5, Editorial Taurus, Madrid, 1992, pp. 129-131.

[19] V?ase, Wootton, David, Lucien Febvre y el Problema de la Incredulidad Moderna, Editorial Biblos, 1991.

[20] V?ase Chartier, Roger, ?Historia del libro e historia de la lectura? en El Mundo como representaci?n, Editorial Gedisa, Barcelona, 1995.

[21] Darnton, Robert, ?Historia de la lectura? en Formas de Hacer la historia?, Editorial Alianza, Madrid, p?g.178-179.

[22] Duviols, op.cit. p?g.25

[23] Acosta, P. Jos? de, Historia Natural y Moral de las Indias, 1590. P?g. 140.

[24] Colombres, Adolfo, Seres Sobrenaturales de la Cultura Popular Argentina, Ediciones del Sol, 1984, pp.125.

[25] Ib?d, p?g.126.

[26] Valc?rcel, Carlos D., ?Supay, sentido de la manera aut?ctona?, art?culo publicado en RMN t. XI, Lima, 1942, pp.32-39.

[27] Duvoils, P. Op.cit. p?g.40

[28] Caunedo Madrigal. Silvia, ?De las hijas del sol a las v?rgenes criollas?, en Las Entra?as M?gicas de Am?rica, Editorial Plural, Madrid, 1992.

[29] Salazar-Soler, C. Op.cit. P?g. 24-27.

[30] Al respecto v?ase: Harpur Patrick, Realidad Daim?nica, Editorial Atalaya, Espa?a, 2997. Asimismo, del autor citado v?ase: El Fuego Secreto de los Fil?sofos. Una historia de la imaginaci?n, Editorial Atalaya, Espa?a, 2010.

[31] V?ase: Harpur, Patrick, Realidad Daim?nica, op.cit., P?g. 102.

[32] V?ase del autor: Bajo la Sombra del Uritorco. Disponible en Web: http://www.academia.edu/23776194/BAJO_LA_SOMBRA_DEL_URITORCO

[33] Vall?e, Jacques, Pasaporte a Magonia, Plaza & Janes, Espa?a, 1972. Para una buena s?ntesis de sus enfoques v?ase en Wikipedia. Disponible en Web: https://es.wikipedia.org/wiki/Jacques_Vall%C3%A9e

[34] Keel, John A., Gu?a completa de los seres misteriosos, Edivisi?n, M?xico, edici?n en espa?ol 1997 (primera edici?n en ingl?s de 1970). Adem?s leer: V?ase el excelente reportaje que le hicieron en 1977: Entrevista con John Keel realizada por Peter Bloom. Revista Saga UFO Report, noviembre 1977. disponible en Web: http://arcanamundiblog.blogspot.com.ar/2012/12/entrevista-con-john-keel-por-peter-blum.html

[35] V?ase: Viegas, Diego (editor), Antropolog?a Transpersonal. Sociedad, cultura, realidad y conciencia, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2016.

[36] Harpur, P. op.cit.

[37] Le Goff, Jacques, El Nacimiento del Purgatorio, Editorial Taurus, Madrid, 1981. pp. 336 y siguientes.

[38] Es sintom?tico que este gran cambio se diera en plena ?revoluci?n comercial? (siglos XI al XIII), germen primero del futuro sistema capitalista.

[39] Le Goff, Jacques, Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente Medieval, Editorial Gedisa, Barcelona, 1994, p?g. 44

[40] Van Gennep, Arnold, Los Ritos de Paso. Disponible en Web (PDF): http://ebiblioteca.org/?/ver/53844

[41] Turner, V?ctor, El Proceso Ritual. Disponible en Web (PDF): https://monoskop.org/File:Turner_Victor_El_proceso_ritual_Estructura_y_antiestructura.pdf

[42] Harpur, Patrick, Realidad Daim?nica, Editorial Atalaya, Espa?a, p?g. 99-100.

[43] Viegas, Diego, Antropolog?a Transpersonal, Editorial Biblos, Buenos Aires, p?g. 377.

[44] Soto Roland, Fernando Jorge, Portales del imaginario: diarios, monstruos y extraterrestres. Disponible en Web: /docs113/diarios-monstruos-extraterrestres/diarios-monstruos-extraterrestres

[45] V?ase del autor: El Hombre Polilla (Mothman) 1966-2016. 50 a?os sobrevolando el imaginario. Disponible en Web: https://www.academia.edu/29821073/EL_HOMBRE_POLILLA_MOTHMAN_1966_2016_._50_A%C3%91OS_SOBREVOLANDO_EL_IMAGINARIO y Regreso a Point Pleasante. La restauraci?n de la leyenda. Disponible en Web: http://www.academia.edu/33214332/REGRESO_A_POINT_PLEASANT._MOTHMAN_LA_RESTAURACI%C3%93N_DE_LA_LEYENDA

[46] V?ase: Haunted Places in Point Pleasant, West Virginia. Disponible en Web: http://www.hauntedplaces.org/point-pleasant-wv/

[47] V?ase del autor: Jorobas, cuellos largos y fantas?as. La leyenda de Nahuelito. La bestia lacustre del lago Nahuel Huapi. Disponible en Web: https://www.revistalarazonhistorica.com/31-7/

[48] Harpur, P., op.cit. p?g. 201.

[49] V?ase del autor: El viejo hombre del Bosque. El Ucumar. Realidad y ficci?n. Disponible en Web: http://factorelblog.com/2016/11/08/ucumar-1/

[50] V?ase del autor: Criptozoolog?a: El Hombre de Hielo de Minnesota y la b?squeda de Jordi Magraner. Disponible en Web: /docs110/criptozoologia-hombre-hielo-minnesota-y-busqueda-jordi-magraner/criptozoologia-hombre-hielo-minnesota-y-busqueda-jordi-magraner

[51] V?ase Del autor: Nuevas historias secretas del Uritorco. Disponible en Web: /docs113/nuevas-historias-secretas-del-uritorco-cordoba-agentina/nuevas-historias-secretas-del-uritorco-cordoba-agentina // Cr?nicas marcianas de Capilla del Monte. Disponible en Web: /trabajos109/cronicas-marcianas-capilla-del-monte-cordoba-argentina/cronicas-marcianas-capilla-del-monte-cordoba-argentina // La Teosof?a y el universo uritorqueano. Disponible en Web: /trabajos109/teosofia-y-universo-uritorqueano/teosofia-y-universo-uritorqueano // ERKSperiencias en el Uritorco. Disponible en Web: /trabajos107/erksperiencias-uritorco/erksperiencias-uritorco

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