- Los acreedores en pánico
- El deudor solitario
- En la resaca
- Al mediodía empezó la historia
- Un continente sin brújula
- Subdesarrollo de los trópicos
- El libro del desarrollo
- Un mundo globalizado
- Desempleo y crecimiento
- Entre el fisco y la moneda
- La dolarización y el peso latino
- Equidad económica y desarrollo
- Aquí y ahora
Los acreedores en pánico
El lunes, 21 de marzo de 1983 Cinco de la tarde en la Ciudad de Panamá, Hotel Marriot.
Y el orador dijo:
Debemos sepultar al liberalismo del siglo pasado, al liberalismo manchesteriano. Que un nuevo liberalismo nazca, un liberalismo moderno, un neoliberalismo. Con esas palabras culminaba el discurso del banquero que allí representaba a uno de los 100 bancos que, entre 1974 y 1982, se habían convertido en los principales acreedores de América Latina. El agudo silencio que inmediatamente inundó el salón, parecía revelar que esa era la primera vez que la mayoría de los allí presentes oíamos pronunciar la palabra neoliberalismo.
La modernidad que el orador atribuía a la nueva palabra tenía por objeto confrontarla con el liberalismo tradicional que aún prevalecía en el mundo financiero.
Expresaba su urgente avidez por encontrar algún camino que le permitiese seguir cobrando las deudas de los países de América Latina que ya habían confesado que no podían continuar pagando. México había sido el primer país en confesar públicamente que ya no tenía recursos para continuar pagando su deuda externa.
El anuncio fue hecho el 13 de agosto de 1982, inaugurándose así la modalidad que desde entonces ha sido tan popular entre nuestros gobernantes de anunciarnos las debacles financieras justo en la víspera de días feriados.
La deuda alcanzaba los 80 mil millones de dólares, alrededor de una quinta parte de la deuda total de América Latina. Dos semanas después del anuncio de México, publicó las declaraciones de Walter Wriston, presidente del Citicorp, en las cuales ese alto funcionario no otorgaba mayor importancia al anuncio mexicano bajo el argumento de que ese país solo era uno de los tantos deudores que tenía el Citicorp y que, además, ningún país puede quebrar.
No obstante, unos días después también Brasil se declaraba en quiebra, y así uno a uno y en seguidilla fueron colapsando los demás países: Chile, Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Venezuela, Costa Rica, la República Dominicana y casi toda Centroamérica, también confesaban su insolvencia.
Pero el colapso financiero no se había iniciado ese viernes 13 en que México confesó su insolvencia, sino que la crisis se había engendrado una década antes. Concretamente el 6 de octubre de 1973, el día de acción de gracias o fiesta del Yom Kipur, fecha profundamente rememorada por el pueblo judío.
Fue precisamente en ese día de fiesta religiosa, que originó la Batalla del Yom Kipur que culminó con el triunfo de Israel y la anexión de algunos territorios árabes el triunfo de Israel en el plano bélico significó una derrota en el campo comercial para Estados Unidos y para los países que habían apoyado militarmente a Israel, contra los cuales el mundo árabe impuso un embargo en sus ventas de petróleo. El embargo que sería respaldado por la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP inició la gran escalada en los precios del petróleo que perduró hasta el año de 1980.
Criticas: en la década de los 80 por la crisis que se género en la baja de los precios del petróleo que origino la batalla del Yom kipuer con el triunfo de Israel significo una derrota en el campo comercial para los estados unidos. Debido al embargo que impuso el mundo árabe respaldada por la OPEP.
El precio internacional del petróleo se había mantenido alrededor de dos dólares por barril por mucho tiempo. No obstante, a raíz del embargo y en pocos meses, su precio trepó hasta colocarse en un nivel cuatro veces superior. Al principio se creía que el incremento solo sería un fenómeno temporal; creencia que se apoyaba en la certeza de que ningún embargo en la venta de productos primarios podía tener éxito. El embargo del petróleo logró multiplicar su precio 20 veces, hasta alcanzar una cotización de cuarenta dólares por barril en los mercados internacionales.
Petrodólares
La acumulación de petrodólares comenzó a manifestarse de manera discreta en 1974, pero en 1975 se tornó agresivamente visible. Los saldos depositados en los bancos transnacionales crecieron desde 82 mil millones a principios de 1975 hasta 440 mil millones en 1980. Es decir, los depósitos de petrodólares se quintuplicaron en apenas cinco años.
Se empezó a presionar para que los gobiernos no solo incentiven la libre entrada de los petrodólares, sino que también legalicen su libre salida en calidad de préstamos. Estados Unidos impuso la Ley de Tratamiento Nacional, la misma que faculta que la banca extranjera pueda invertir en territorio norteamericano. En la actualidad principios del Siglo XXI más de la tercera parte de los activos bancarios en Norteamérica son propiedad de extranjeros; y, finalmente, en 1979 el hermético Japón aprobó el Estatuto Gensaki, el cual autoriza que los extranjeros puedan poseer activos financieros dentro del Japón y en Yenes.
Oficialmente se empezó a proteger el dinero de todos aquellos que intervenían en el mercado, Es decir, el sistema financiero pasaba a garantizar el funcionamiento de una gran caja fuerte, en la cual se podría custodiar los petrodólares hasta que sus dueños aprendieran a gastarlos.
En la década de los 70, más de 400 bancos privados del primer mundo otorgaron préstamos al tercer mundo. Adicionalmente, los gobiernos de América Latina podían financiar su déficit fiscal y comercial sin tener que cobrar nuevos impuestos, emitir dinero o crear aranceles. Desde luego, el monto de los préstamos no se establecía por la necesidad de financiamiento del deudor, sino por su capacidad de pago. Los tres países que tenían una mayor capacidad de pago en virtud de sus exportaciones de petróleo Venezuela, México y Ecuador, mientras que para el resto de América Latina esa tasa no superó el 15 por ciento anual.
Consumismo
El recién adquirido deseo de los gobiernos árabes por dotar a sus desnudos territorios de una adecuada infraestructura productiva; el muy humano afán por satisfacer las necesidades de vivienda, salud y educación de su gente, tratar de satisfacerlos provocó una estampida en las necesidades de inversión, consumo y gasto de los países árabes. Para finales de los años 70, los gobiernos árabes habían aprendido técnicas muy ágiles para poder gastar rápidamente su dinero. Tan ágiles que, en 1981, varios gobiernos de los países petroleros alcanzaron su primer déficit en más de una década.
Así, al empezar los 80, la banca internacional constató que los petrodólares estaban fluyendo en dirección inversa: los países petroleros gastaban más; los países industrializados consumían menos; los depósitos decrecían; las arcas bancarias se secaban y el sistema financiero se hundía en una fuerte depresión.
Para salir de esa depresión la teoría económica recomienda subir las tasas de interés. En efecto, entre 1981 y principios de 1982, las tasas de interés lograron superarla. Pero contra esa política conspiraba el hecho de que, si bien las altas tasas de interés restringen la demanda de nueva deuda, también pueden impedir recuperar la deuda vieja, Esto último debido a que en la mayoría de contratos el pago de la deuda se pacta con tasas de interés variable. Es decir, el interés que se paga no es el que rige a la fecha en que se otorga el préstamo, sino el que rige el día en que se lo cancela.
Ese déficit permaneció escondido hasta aquel viernes 13 de agosto de 1982 en el que México confesó que no podría pagar su deuda; confesión que en la práctica involucraba no solo a los deudores del sector público y privado, sino que también forzaba a que algunos prestamistas, incluyendo varios de los bancos más grandes del planeta, tengan que ser legalmente declarados en quiebra.
Temor
La conformación de ese embrionario cartel de acreedores tenía dos objetivos, ambos igual de urgentes. El primer objetivo era el de agrupar los principales bancos y entidades acreedoras bajo un solo paraguas, comité o club, ante el cual tendrían que comparecer los deudores mexicanos. El segundo objetivo era el de lograr que el gobierno mexicano garantice los pagos de la totalidad de la deuda mexicana, tanto la del sector público como la del sector privado.
El obtener que el gobierno mexicano incluya bajo la garantía del Estado la deuda del sector privado tenia una importancia vital para los acreedores.
Esos problemas, podrían ser fácilmente resueltos si el gobierno se comprometía a garantizar el pago total de la deuda privada, con lo cual esta quedaría sólidamente respaldada por los ingresos de las solventes empresas estatales, por el oportuno incremento de los impuestos, aranceles y tarifas, así como por la explotación más acelerada de las enormes reservas de petróleo del subsuelo mexicano.
Finanzas
Los bancos transnacionales raramente otorgan sus préstamos directamente a las personas, familias o empresas que solicitan el dinero, sino que el crédito es concedido a través de un banco local que en calidad de intermediario financiero negocia con el potencial cliente, analiza su solicitud y su capacidad de pago, examina las garantías y, en definitiva, se responsabiliza de recuperar el préstamo. Ese procedimiento ofrece claras ventajas al prestamista transnacional. Por un lado, permite obviar su incapacidad para calificar la solvencia de pago del deudor; capacidad que si tiene el agente o banco local. Por otro lado, en la eventualidad de que el deudor quiebre o se declare insolvente, el banco local se encuentra en una posición mucho más idónea para realizar las acciones legales pertinentes a la recuperación del dinero.
En 1981, el promedio de ese límite legal mínimo en los países de América Latina, incluyendo México, podía cubrir apenas el 8 por ciento del total del crédito entregado al sector privado. El restante 92 por ciento, debía concederse utilizando el dinero del público depositante o acudiendo a los créditos otorgados por la banca internacional.
Con ese temor en mente, los acreedores contrataron un selecto grupo de funcionarios y ex-funcionarios públicos y privados, cuya misión consistía en ensamblar una serie de argumentos destinados a demostrar la conveniencia y los potenciales beneficios que todos lograrían obtener si es que el gobierno mexicano aceptaba garantizar o asumir el pago de la deuda externa privada.
Revolución
En efecto, en la tarde del martes 31 de agosto de 1982 y sin utilizar innecesarias sutilezas, el Presidente José López Portillo decretó la nacionalización de los bancos privados. Se dice que en el mundo aún no se ha logrado inventar una medida de política económica que pueda satisfacer a todos. No obstante, con el decreto de nacionalizar los bancos mexicanos todo el mundo estaba feliz: primero, los dueños de los bancos locales, segundo, el Gobierno había logrado progresar por el camino de la revolución nacional estatizando deudas privadas; tercero, los bancos extranjeros de un solo plumazo habían logrado que sus pérdidas originadas en préstamos libremente concedidos al sector privado sean asumidas por el Estado y el petróleo mexicano; y, finalmente, aunque nadie supiera el motivo, el pueblo mexicano también estaba feliz.
El juez
A lo largo de los noventa días transcurridos entre el baile del Zócalo y la reunión de Itamaraty, en los corrillos financieros se había comentado a gritos que antes de que expire el próximo pagaré, el General Figueredo tendría que confesar que igual que México y Brasil tampoco podría pagar su deuda externa. Además, entre los funcionarios del FMI, del Banco Mundial, del BID y de otras instituciones internacionales, se susurraba que Argentina y Chile también se declararían insolventes antes de la navidad de ese año, 1982. Por lo tanto, había llegado la hora de solicitar y, de ser necesario, exigir la ayuda soberana de los gobiernos y de los pueblos de América Latina. El general recomendó tres sencillos consejos: el primero sugería al gobierno del Brasil y a los otros gobiernos de América Latina- que acudan al FMI, cuyos funcionarios ya habían recibido las debidas ordenes de otorgar a los países deudores, en calidad de nuevos préstamos, en los recursos necesarios para que puedan continuar pagando su deuda externa.
Desde luego ningún presidente norteamericano se tomaría la molestia de visitar un país sudamericano con el único fin de enumerar tres consejos, pero calificarlos de otra manera sería machacar en el poder de quien los emitía.
No obstante, desde la perspectiva bancaria, el nombramiento del FMI como juez supremo hacia peligrar la posibilidad de volver a utilizar la nacionalización a la mexicana para salvar a los acreedores de algún otro país.
Bandos
En el primer bando que entonces se denominaba bloque oficialista se alinearon las fuerzas opuestas a nacionalizar la banca. Ocupando el liderazgo se encontraban los organismos financieros que tienen su sede en Washington.
Se ubicaron los gobiernos de Brasil, Argentina y Chile, probablemente tratando de justificar el hecho de que las tres dictaduras habían tomado el poder y permanecido en él, blandiendo una bandera de lucha contra los grupos de tendencia socialista.
En el segundo bando se congregaban los grupos económicos cuyas ganancias podían desaparecer si no se nacionalizaban los bancos.
Debido a la influencia económica y política que ejercían cada uno de los dos bandos, la disyuntiva de nacionalizar o no los bancos locales había dejado de ser un problema doméstico para transformarse en un problema continental.
El deudor solitario
La unión de los acreedores alrededor de un objetivo común se facilitaba por el hecho de que, desde hace varios años, entre ellos ya habían logrado organizar algunos gremios, incluyendo los siguientes: el Club de París, que representa a los 17 países acreedores que tienen el mayor grado de bienestar y riqueza a nivel mundial; el Club de Londres, que protege los intereses de los principales bancos transnacionales y que actualmente ya no se reúne en Londres sino en Nueva York; y, el Grupo Multilateral, que aglutina al FMI, al Banco Mundial y a los principales bancos regionales, incluyendo al BID.
El club de parís
Este club se funda en 1956 con el único objetivo de gestionar el cobro de la deuda de 700 millones de dólares que Argentina había contraído con varios países europeos.
El origen de esa deuda se remonta a 1946, año en el que Juan Domingo Perón gana las elecciones presidenciales. Una vez que asume el poder, Perón encuentra que Inglaterra adeudaba a la Argentina 500 millones de libras esterlinas por concepto de las toneladas de carne y de granos que habían sido entregadas a Inglaterra por Argentina durante la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado Argentina se había endeudado en una cantidad similar pero en dólares por maquinarias y equipos comprados a Norteamérica.
En vista de que Argentina tenía que pagar intereses por el monto adeudado a los Estados Unidos, mientras que no recibía ningún interés por su préstamo a Inglaterra, Perón solicitó consolidar los créditos entre los tres países con el objeto de que Inglaterra pague directamente a los Estados Unidos el correspondiente valor de la deuda que debía a la Argentina.
Inglaterra dictaminó que pagaría su deuda únicamente con bonos denominados en libras esterlinas y, por otro lado, Estados Unidos dictaminó que solo aceptaría los pagos que sus deudores realicen en dólares. Además, con los ingresos generados por las tarifas de los servicios nacionalizados, empieza a cancelar su deuda a los Estados Unidos..
El club de londres
Este Club comienza a estarse el 31 de octubre de 1968, Día en el cual se plasmó uno de los más fastuosos matrimonios del jet set financiero: el efectuado entre el Citibank y su principal accionista, el Citicorp. La criatura que nació de ese matrimonio fue, a su vez, el primer Steering Committee o comité para la gestión de cobro que tuvieron los acreedores.
La criatura encargó de cobrar solamente los préstamos del Citibank. Pero en virtud de su visible éxito, pronto se le unieron otras entidades bancarias. Cuando la crisis financiera se destapó con la declaración de México, el Steering Committee ya era un ser independiente y maduro, con capacidad para reaccionar ágil y eficientemente ante cualquier circunstancia.
El grupo multilateral
Este grupo está conformado por el FMI y el Banco Mundial en calidad de fundadores y socios principales. Actualmente se han integrado también los tres bancos regionales más importantes: el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Africano de Desarrollo y el Banco Asiático de Desarrollo.
Su crecimiento ha sido financiado por los mismos bolsillos. Y los dos, el Fondo y el Banco, comparten los mismos 182 países miembros que tienen en la actualidad. No obstante, a partir del anuncio efectuado por el presidente Reagan en Itamaraty, los dos hermanos convergieron en una sola estrategia para enfrentar la crisis de la deuda. . Para lograrlo, establecieron un efectivo reparto de tareas: mientras el FMI, por intermedio de los préstamos estructurale, se encarga de fijar las tasas de interés, las tasas de cambio y el financiamiento presupuestario de los países deudores.
El sindicato de acreedores
La alianza conformada por el Club de París, el Club de Londres y el Grupo Multilateral, tiene como objetivo fundamental el de persuadir a los gobiernos de los países deudores a adoptar las políticas necesarias para asegurar una suficiente disponibilidad de divisas con las cuales continuar pagando la deuda externa. Suele asumirse que la formación de este sindicato fue una acción cuidadosamente planificada entre los gobiernos de los países acreedores, los bancos prestamistas y los organismos multilaterales.
En consecuencia, no parece lógico que este Club que en ese entonces era el acreedor de casi 7 de cada 10 dólares de la deuda hubiese estado dispuesto a supeditar sus propios intereses a las políticas oficialistas del Club de Paris y del Grupo Multilateral. Además, los préstamos otorgados por los miembros del Club de Londres tenían tasas de interés flotante y vencían en el corto plazo.
Por lo tanto, al Club de Londres en su calidad de acreedor mayoritario no le convenía promediar las condiciones de alta rentabilidad que tenían sus préstamos, con las condiciones menos rentables que tenían los préstamos de las instituciones oficiales.
Mientras que los miembros del Grupo Multilateral rechazaban de plano la idea de nacionalizar más bancos, los miembros del Club de Londres creían que ese era el único camino disponible para recuperar el dinero adeudado por el sector privado.
El club de deudores
En consecuencia, los argumentos a favor de una estrategia conjunta debían concentrarse en las ventajas financieras y de estabilidad monetaria que podrían obtenerse para cada país. Conformidad al tamaño de la deuda de cada país se podían diferenciar cuatro grupos: el primero integrado por México, con una deuda superior a los 80 mil millones de dólares, Brasil con 83 mil millones, Argentina con 43 mil millones y Venezuela con 32 mil millones. Un segundo grupo podría formarse con Chile, Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia, Uruguay y Costa Rica, países que tenían deudas de tamaño intermedio, entre los tres mil y los quince mil millones de dólares. Un tercer grupo formado por Paraguay, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Panamá y la República Dominicana, con deudas de alrededor de 2 mil millones de dólares cada uno. Y, un cuarto grupo, el formado por aquellos países que, no obstante su ubicación geográfica, sus gobiernos preferían excluirlos de la geopolítica de América Latina, tales como Belice, las Guayanas holandesa, inglesa y francesa, Haití y las colonias caribeñas. Cuba no constaba en la información financiera entregada por el FMI, el Banco Mundial o el BID. Por otro lado, quizás precisamente por esa falta de información, se presumía que Cuba no tenía ninguna deuda pendiente con la banca internacional.
Al principio creímos que los 4 países ubicados en el primer grupo México, Brasil, Argentina y Venezuela serían los más entusiastas en apoyar una negociación conjunta. Al tener las deudas más grandes, en una acción global cosecharían los mayores beneficios. En el caso de México, la nacionalización había convertido a su gobierno en la vedette mimada por la banca internacional. En el caso de los regímenes militares de Brasil y Argentina, estos se encontraban en franca retirada y, es de suponer, preferían que sean sus sucesores quienes asuman la responsabilidad de unirse con otros gobiernos civiles. Por último, en el caso de Venezuela, a pesar del gran tamaño de su deuda, esta podía ser fácilmente amortizada con sus abultados ingresos petroleros.
La propuesta
El primer argumento puntualizaba la eficiencia que podría obtenerse al concentrar las negociaciones en una sola entidad administrativa, en lugar de que cada país tenga que organizar sus propias oficinas y cuerpos burocráticos.
En efecto, a partir de la moratoria declarada por México, los acreedores es decir, los bancos transnacionales asociados en el Club de Londres, los gobiernos agrupados en el Club de Paris y los organismos financieros integrantes del Grupo Multilateral habían justificado su accionar monopólico arguyendo que si cada prestamista comenzaba a renegociar individualmente con los deudores se produciría una caótica mezcolanza de tasas de interés, plazos de amortización y condiciones de pago, que podría quebrantar el equilibrio existente en los mercados financieros y de capitales.
El propósito de planificar las acciones necesarias para que los bancos, en lugar de competir entre sí tratando de ser los primeros en cobrar las deudas, más bien puedan negociar y enfrentar juntos la poca capacidad de pago de los países deudores.
El segundo argumento también se inspiró en el accionar de los propios bancos. Así, en nuestro segundo argumento aceptábamos como un hecho consumado la decisión de los acreedores de no negociar individualmente con nosotros los deudores; pero concluíamos que los deudores tampoco debíamos negociar individualmente con los acreedores.
En el tercer argumento rebatíamos la tesis expuesta por los acreedores, para quienes el unificar las gestiones del Club de Paris, del Club de Londres y del Grupo Multilateral bajo un solo cartel o sindicato, tenia como único propósito el de posibilitar una negociación de suma positiva.
La reunión
La noticia deformaba la verdad debido a dos hechos: en primer lugar, era imposible que el Gobierno hubiese tenido tiempo para propiciar la formación de un club cuya necesidad recién se había evidenciado tres días antes. En segundo lugar, cualquier patrocinio de ser el caso habría sido canalizado a través de algún funcionario del gobierno y no por intermedio de un profesional independiente. Por otro lado, la utilización de la palabra Club en la edición de los periódicos en idioma español, no concordaba ni con la noticia en idioma inglés originalmente ubicada por The Wall Street Journal, ni con los argumentos que habíamos expuesto en Panamá.
En la resaca
La misma congoja invadió otros países de América Latina una vez que esa gran parranda de préstamos que por una década fue alimentada con abundantes petrodólares, finalmente concluyó. Así, tras la cruda mexicana vinieron la ressaca brasileña, la cañamala chilena, el ratonado venezolano, la chaqui boliviana, la encurda argentina, la kaù koè paraguaya, el chuchaque ecuatoriano, el guayabo colombiano, la resaca peruana y uruguaya, y la mona, el ratón y el bolo centroamericanos. Los acreedores habían logrado aglutinarse alrededor de una sola tesis: aquella que sostenía que los gobiernos de América Latina, además de pagar la deuda pública, también debían cubrir o solventar el pago de la deuda del sector privado.
Así, a partir del mes de abril de 1983, tanto los funcionarios de los países deudores como los de la banca acreedora y de las instituciones multilaterales especialmente del FMI y del Banco Mundial emprendieron una frenética cadena de viajes de ida y vuelta entre las capitales de América Latina y Washington, ya sea para recibir instrucciones o ya sea para impartirlas.
La capitalización chilena; la chucuta venezolana; la sucretización ecuatoriana; y, la desdolarización argentina. Comparémoslos:
La capitalización chilena
Por un lado, a diferencia de los otros países latinoamericanos, en Chile la mayor parte de la deuda externa había sido contratada por el sector privado; y, por otro lado, el equipo económico del gobierno estaba firme y genuinamente cohesionado alrededor de la tesis de que tanto las ganancias como las pérdidas de los negocios privados, debían pertenecer exclusivamente a quien los conciba y los ejecute. Pero en una sociedad como la chilena que para entonces ya poseía una amplia cultura económica resultaba difícil tratar de beneficiar solo a un grupo de la sociedad, sin que los otros grupos se sientan estafados.
Al final, el mecanismo consistió en fusionar tres grupos de deudores clasificados con base a las siguientes características: un primer grupo conformado por aquellos cuya deuda estaba contabilizada en dólares; un segundo grupo conformado por aquellos cuya deuda estaba registrada en pesos chilenos; y, un tercer grupo, conformado por aquellos bancos domésticos que mantenían deudas pendientes con los acreedores externos.
Una vez establecidas esas tres clases de deudores, se decretó que el Banco Central financie un fondo destinado a subsidiar las tres siguientes operaciones: la primera, la venta de dólares a los individuos del primer grupo, aplicando un tipo de cambio preferencial y en montos suficientes para cubrir todas sus deudas externas; la segunda, la concesión de préstamos en condiciones blandas y a un interés altamente subsidiado a los miembros del segundo grupo; y, la tercera, la compra por parte del Banco Central de toda la cartera que los bancos del tercer grupo voluntariamente quisiesen vender al Estado.
La chucuta venezolana
En Venezuela, el gobierno también decidió repartir a precios bajos los dólares del Banco Central, pero sin establecer grupos de deudores como se hizo en Chile sino desmembrando el mercado en cuatro segmentos y en cuatro precios: el precio más bajo se fijó para el primer segmento, destinado para aquellos que necesitaban dólares para pagar deudas o para importar bienes y servicios calificados como esenciales; el segundo segmento estaba destinado a cubrir la demanda de aquellos que deseaban importar bienes y servicios calificados como no esenciales; el tercer segmento estaba limitado a varios rubros que obligatoriamente debía cubrir el Banco Central; y, el cuarto segmento denominado el segmento del mercado libre en el cual debían efectuarse, a precios de mercado, las operaciones no contempladas en los tres segmentos anteriores.
La sucretización ecuatoriana
En Ecuador, a diferencia de Venezuela, la estatización de la deuda privada no benefició a un número relativamente amplio de individuos, sino que se concentró en apenas 410 deudores.
El mecanismo, además, hizo gala de una inaudita sencillez: el gobierno bonachonamente se auto impuso la obligación de pagar a los bancos extranjeros la totalidad de la deuda externa de los deudores privados y, en tímida contraparte, los 410 deudores se comprometían a entregar al Banco Central una cierta cantidad de sucres la moneda oficial del Ecuador la misma que eventualmente alcanzó un máximo de 100 sucres por cada dólar adeudado.
Como el plazo para entregar los sucres fue pactado en 7 años plazo en el cual el dólar ya costaba alrededor de 1.000 sucresel gobierno en la práctica regaló a cada deudor privado, nueve dólares por cada diez que adeudasen. Devaluó hasta convertir en pomada los salarios en sucres, para después transmutarlos a su mínimo valor en dólares, la nueva moneda nacional.
La desdolarización argentina
A diferencia de lo que sucede en Chile, Venezuela y Ecuador, donde las empresas estatales son las que generan las principales exportaciones, en Argentina son las empresas privadas las que controlan los dólares necesarios para pagar la deuda externa.
Esa diferencia impidió al gobierno argentino utilizar alguno de los artificios de subsidio, venta barata o entrega directa de dólares que se aplicaron en los otros tres países. Para esquivar ese obstáculo, se legalizó un mecanismo llamado Seguros de Cambio, con el cual el Estado se comprometía a cubrir con pesos argentinos, cualquier incremento en el precio del dólar que se produzca, en que las empresas e individuos del sector privado debían pagar su deuda externa.
Pero en Argentina las consecuencias de la estatización de la deuda privada, tuvieron un efecto mucho más profundo que en el Ecuador, Chile o Venezuela, por cuanto la falta de una fuente propia de divisas, obligó al gobierno a incrementar de manera permanente la emisión e impresión de pesos argentinos. Este incremento, a su vez, generó un aumento también permanente en el déficit fiscal y en la inflación.
Rentabilizando
El rebautizó con el nombre de neoliberalismo y que en definitiva demanda que el Estado asuma las perdidas de los negocios privados, no solo que fueron entusiastamente aplaudidos sino que a la postre fueron abiertamente practicados. Para cumplir este propósito, los bancos entregaron los pagarés de la deuda del tercer mundo y a cambio recibieron los denominados Bonos Brady que estaban garantizados por el Tesoro Norteamericano y, sobre la base de esa garantía, podían ser libremente negociados en los mercados de capitales.
Al mediodía empezó la historia
Al mediodía del martes 8 de junio de 1982, sus muros eran testigos de un nuevo episodio que se forjaba con las siguientes palabras16: „Señor Presidente, desde antes de que usted asuma el cargo ya sabíamos que era un amigo en quien podíamos confiar en épocas de peligro, alguien que no mancillará los valores del mundo libre, alguien. que reforzará la paz mundial, alguien que hará lo posible para incentivar la iniciativa y la empresa privada, alguien que desea que el ser humano prospere en libertad, justicia y paz. Usted a tenido ese espíritu. Esa es una inapreciable garantía para la causa que nosotros dos compartimos.
Las anteriores palabras eran declamadas por la Primer Ministro Margaret Thatcher, al dar la bienvenida al Presidente Ronald Reagan en su primera visita oficial a Inglaterra.
La trascendencia geopolítica que alcanzaba esa coincidencia fue resaltada por el propio Presidente Reagan, quien respondió a la Primer Ministro con las siguientes palabras:
Son días difíciles para nuestros pueblos. Presionados por la recesión e inestabilidad mundial, no podemos depender solo en la marcha de nuestras economías. Juntos y de manera independiente debemos renovar la libertad en nuestro modo de vida. Ya hemos restaurado incentivos y oportunidades en nuestros mercados al reducir los excesivos impuestos y regulaciones.
Al atenuar la pesada mano del gobierno, estamos demostrando nuestra fe en los hombres y mujeres de Gran Bretaña y de los Estados Unidos.
Esa respuesta no solo que reflejaba la coincidencia y simpatía existente entre los dos personajes, sino que además resumía la política que ya había aplicado Ronald Reagan desde los inicios de su gestión en 1981.
Impuestos
Para rebajar los impuestos se dictaminó que la tasa impositiva máxima se reduzca del 60 al 28 por ciento. Desde luego, esa acción estaba respaldada por la afirmación teórica de que al rebajar impuestos se estimula la actividad económica; los empresarios dejan de sentir ese innato deseo por producir. Así, los impuestos muy altos no producirían más ingresos para el fisco, sino que en un extraño giro más bien generarían el efecto inverso.
El cual permite deducir que las utilidades de las empresas comienzan a decaer una vez que su producción ha superado ciertos límites. En consecuencia, si las empresas están cerca de esos limites, los empresarios preferirán trabajar menos. Pero si trabajan menos, producirán menos. Si producen menos, ganarán menos. Y si ganan menos, el fisco recibirá menos impuestos.
Privatizaciones
En el proceso de gratificación empresarial una variante de su propia inspiración: la privatización de las empresas públicas. En la implantación de ese proceso y en su condición de pionera, el principal obstáculo que tuvo que vencer fue la férrea oposición inicial de los poderosos sindicatos públicos. Ese guante lo utilizó a lo largo de su gobierno, pero de manera especial en los principales experimentos de privatización.
El primero fue la privatización de la Corporación Nacional de Transporte de Carga, una de las empresas más grandes del sector público, cuyo capital fue renovado en acciones que en un 82 por ciento fueron vendidas a los propios empleados de dicha Corporación.
Un segundo experimento fue la venta a los arrendatarios de una serie de edificios de propiedad del Estado y cuya renta, que había permanecido congelada desde la II Guerra Mundial, no permitía cubrir ni siquiera los costos de mantenimiento.
El tercer experimento se realizó institución pública encargada de operar los aeropuertos de Heathrow y Gatwick en Londres. En este caso, simplemente se modificó –y gratis- los estatutos de la empresa. La privatizada BAA continuó operando con sus mismos y antiguos empleados, a pesar de lo cual una vez libre de las regulaciones y limitaciones burocráticas logró reducir en una tercera parte sus costos administrativos.
.Goteras
Que puede ser traducida como economía del goteo o economía del chorreo, de acuerdo al nivel de optimismo del traductor se fundamenta en un dogma generosamente patrocinado, el cual asevera que el dinero que se coloque en el segmento superior de la pirámide económica, tarde o temprano fluirá hacia los niveles inferiores.
Tasas
El motivo de esa pugna era fácil de entender: los bancos podían medrar buena parte de la diferencia de 10 puntos entre la tasa que pagaban al Fed y la tasa que podían cobrar a sus clientes. Esa pugna y el objetivo de reducir la inflación, señalaban la necesidad de elevar la tasa de descuento.
No obstante, ni los fiscalistas ni los monetaristas ofrecían una formula adecuada para curar la economía norteamericana que había sido atacada simultáneamente por ambos virus: el de la inflación y el del estancamiento. Esa enfermedad, que alguien la bautizó como estanflación, ya había sido detectada en los años 70 en América Latina, pero Norteamérica no se había contagiado sino hasta principios de los años.
Siete gordos
Primero, en cada uno de esos siete años gordos el Producto Interno Bruto creció 3.2 por ciento en promedio anual. Este porcentaje sobrepasa con nitidez al 2.8 por ciento registrado en los 7 años previos y mucho más al 2.1 por ciento registrado en los 7 años posteriores;
Segundo, la visible generación de nuevas fuentes de trabajo. La tasa de desempleo que en 1981 alcanzaba el 7.6 por ciento, para 1989 se había reducido al 5.5 por ciento.
Tercero, el nivel inflacionario decayó desde el 13.5 por ciento en 1980, hasta apenas el 4.1 por ciento en el último año del gobierno de Reagan.
Cuarto, la tasa de interés que entre 1981 y 1982 sobrepasó el 21 por ciento –el nivel más alto en el Siglo XX- paulatinamente fue bajando hasta colocarse en el 8 por ciento y,
Quinto, el ingreso promedio por persona creció en dólares de valor constante desde US $ 10.716 en 1981, hasta US $ 13.071en 1989. Es decir, el ingreso tuvo un incrementó en valor real de alrededor del 22 por ciento.
Tercer camino
Cuando Bill Clinton asumió la presidencia, el déficit fiscal de los Estados Unidos superaba los 290 billones de dólares, cifra que equivalía al 4.9 por ciento del PIB. Por definición, un déficit fiscal se produce cuando el gobierno gasta más que lo que recibe.
Bill Clinton tenía que enfrentar la disyuntiva de contrariar a quienes creían poder beneficiarse del gasto público o, alternativamente, a quienes creían que por culpa del gasto del Estado debían pagar más impuestos.
Es decir, tendría que escoger entre uno de los dos grupos que juntos acoplan la totalidad del electorado. Pero Clinton como buen estratega político- aprovechó la disyuntiva para contentar a todos sin favorecer a nadie con las siguientes palabras:
Hemos logrado colocarnos por encima de la estéril discusión que mantienen aquellos que consideran que el Gobierno es el enemigo con aquellos que consideran que el Gobierno es la respuesta. A ustedes, ciudadanos americanos, les digo que nosotros hemos encontrado un tercer camino.
Como es fácil de suponer, el hecho de que un presidente de los Estados Unidos anuncie que ha encontrado un tercer camino, provocó una oleada de especulaciones que trataban de descifrar en que lugar podría estar localizado ese tercer camino.
Una segunda interpretación fue avalada por Tony Blair, Primer Ministro de Inglaterra, quien en visita oficial en los Estados Unidos manifestó lo siguiente:
El tercer camino nos conduce a una renovada y moderna democracia social. No es simplemente un compromiso entre izquierda y derecha, sino que toma valores esenciales y los aplica a un mundo cambiante; y logra hacerlo liberándose de ideologías caducas. El tercer camino práctica una economía que no es la de laissez-faire, pero tampoco la del Estado interventor.
A pesar de que se logró evitar que esas plagas contagien la economía norteamericana y de que las estadísticas señalaban que Clinton había logrado superar el crecimiento alcanzado en los siete años gordos del neoliberalismo,
Globalización
La frase en toda su extensión decía lo siguiente:
Reduciremos los impuestos, para que la economía recobre su impulso y para incentivar la capacidad empresarial y los esfuerzos de los norteamericanos que
Trabajan. Desde luego, el retorno se producirá si es que la campaña electoral no se circunscribe a debatir ante el elector el derecho o no que tiene Estados Unidos para declarar unilateralmente la guerra a otro país, sino si también se analiza la economía. Es decir, si es que algún comedido ha tenido suficiente olfato para guardar aquel pequeño letrerito que antes ya fue exhibido en la ciudad.
Un continente sin brújula
Pudimos notar que este autor habla de muchos temas sobre el mundo. Nombras muchos libros que han sido publicados en casi todos los países. Hay cosas que no se pueden entender con mucha claridad debido a la variedad de temas y algunos no tienen como una continuación De la lectura de esos títulos, habla de que ninguno de los cinco libros puede tener algún tipo de coherencia con los otros cuatro.
En los modelos cepalinos entendimos que era el de unir mercados y sustituir o suprimir algunos de los productos industrializados, importados desde centro y este fue exhibido a lo largo de América latina bajo la promesa que se había descubierto el sendero para salir del subdesarrollo
Subdesarrollo de los trópicos
Trata de las entidades regionales y nacionales. Su principal objetivo es el de apoyar el desarrollo de América latina, pero ninguna de ellas en si no a logrado definir como tal el verdadero significado de la palabra desarrollo, en cambio con la sonrisa de la mona lisa la palabra desarrollo han tenido infinitos significado.Existen dos agrupaciones escogidas que tenían y aún tienen un gran prestigio internacional las cuales fueron la American Economic Association y la Royal Economic Society.
La primera fue fundada en 1885 y actualmente tiene alrededor de 23.000 miembros, La segunda organización, la Royal Economic Society, fue fundada en Inglaterra en 1890 y tiene más de 3.300 miembros.
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