6) Aceptación: las personas aceptan a sus parejas tal y como son. Estar cerca de la otra persona pero también darle independencia son signos de una buena relación. El tiempo que comparten juntos se disfruta al máximo, pero también se debe aceptar la necesidad del otro de tener cierta libertad y espacio.
Ciertas necesidades que son importantes para ti pueden estar interfiriendo en tu relación de pareja. Por este motivo, tener claro cuáles son es muy importante para poder tener una relación sana y satisfactoria. Por ejemplo, tal vez necesites que tu pareja esté muy pendiente de ti y lo comparta todo contigo, o puede que necesites libertad, independencia y ciertas dosis de soledad. O quizás sientes inseguridad y necesitas que te diga a menudo que te quiere. O bien, puedes necesitar tener tu propia vida, con amistades y actividades que ambos hagáis de manera independiente.
Muchas de estas necesidades serán totalmente sanas y razonables; otras pueden reflejar problemas en tu modo de relacionarte, miedos y ansiedades, pero todas ellas van a influir de un modo u otro en tu relación. Si las conoces, podrás explicárselas a tu pareja para que te entienda mejor y podrás trabajar en aquellas necesidades que no son demasiado sanas (como puede ser la necesidad de que tu pareja esté pendiente de ti en todo momento) para comenzar a cambiar.
Los miedos pueden interferir y sabotear el éxito de una relación o dar lugar a relaciones insatisfactorias. Por ejemplo, el miedo a estar solo (sin nadie que te quiera) puede hacer que acabes en una relación con alguien a quien no amas, y el miedo al compromiso puede hacer que pierdas para siempre a alguien a quien sí amas de verdad. El miedo a que te hagan daño puede hacer que no llegues a abrirte del todo a tu pareja y mantengas una distancia que impida el desarrollo de una verdadera intimidad y conexión con tu pareja. El miedo a ser traicionado puede convertirte en una persona celosa y malhumorada. Y así sucesivamente. Ser consciente de estos miedos te ayudará a enfrentarlos y superarlos.
Conoce las características de una buena relación de pareja.
La comunicación es la regla básica. No se puede desarrollar una buena relación, de ningún tipo, cuando alguien se niega a la comunicación, se trate el tema que se trate (incluido el sexo).
La empatía, es decir, el poder ponernos en el puesto de la otra persona, nos va a dejar salir de nuestro punto de vista para, al menos, comprender el del contrario. Cuanto más empática es una persona, más capacidad tiene para desarrollar cualquier tipo de relación personal, sobre todo íntima.
La pareja se compone de dos personas iguales que actúan con reciprocidad. Esto quiere decir que yo cuido a mi pareja y mi pareja me ha de cuidar a mí.
Los sentimientos han de ser expresados, nunca se demoran o se ocultan. En los dos últimos casos llevan a la confusión, a la frustración y, en definitiva, al malestar en la pareja.
Hay que ver a la pareja como una persona, no como nuestra pareja. Apreciar objetivamente tanto sus cualidades como sus defectos, nunca mirándole a través del filtro de nuestros sentimientos.
Damos a nuestra pareja y nuestra pareja nos da el mismo apoyo que sentimos recibir de nuestros grandes amigos. El sentimiento de confianza debe crearse.
Cuando no obtenemos lo que necesitamos no esperamos a que lo adivinen. Es preciso contarlo. La gente no lee la mente por muy obvias que pensemos que son las cosas.
Hay que divertirse con la pareja. Del mismo modo en que buscamos esto con nuestras amistades, hay que trabajarlo con ella.
Ninguno hace nada que realmente no quiera hacer aunque el otro lo demande con insistencia. Existe el respeto.
No debemos dedicar nuestra vida exclusivamente a nuestra pareja (ni está a nosotros). Otras facetas de nuestra vida quedan desatendidas. Las amistades han sido y no deben de dejar de ser atendidas.
Nadie puede negarnos el expresar nuestras opiniones, gustos u otro tipo de sentimientos o valores. Debemos respetar también las expresiones de nuestra pareja.
Conoce tus expectativas?
¿Qué esperas de tu relación y qué tipo de relación deseas?. ¿Qué esperas de tu pareja y cómo esperas que se comporte contigo?. ¿Qué es para ti inadmisible dentro de una relación de pareja?. Conocer tus expectativas te ayudará a saber con más facilidad si la relación que has iniciado es la más adecuada para ti. Así mismo, podrás analizar si tus expectativas son realistas. Por ejemplo, esperar que tu pareja esté siempre bien contigo puede ser poco realista, porque todas las personas tienen un mal día de vez en cuando y están de mal humor con todo el mundo (y eso te incluye a ti). Esperar que tu pareja y tú hagan todo juntos, también puede ser poco realista, pues tu pareja puede desear tener sus momentos de independencia. Igual que puede ser poco realista esperar que todo sea siempre maravilloso, que siempre recuerde todo lo que le dices, que siempre sepa lo que necesitas o que nunca jamás discutan.
Aprende y cambia.
Una relación de pareja puede ser una gran oportunidad para aprender muchas cosas acerca de ti, de tu forma de relacionarte, de tus problemas, creencias, valores y metas. Ese aprendizaje no solo te aportará una valiosa información acerca de quién eres, sino que te servirá para conocer mejor en qué aspectos necesitas cambiar o mejorar o qué características necesitas pulir un poco. En ese sentido, las quejas o críticas de tu pareja pueden ser constructivas si estás dispuesto a tenerlas en cuenta. Por supuesto, tu pareja no siempre tendrá razón al quejarse de algo o pretender que cambies algo, pero en otras ocasiones sí tendrá razón o parte de razón, y si eso te empuja a cambiar y ser mejor, la relación puede ser muy enriquecedora.
Si, además, tú y tu pareja hablan de vuestras necesidades, miedos y expectativas, empezarán a conocerse mucho mejor, podrán hacer ciertos ajustes que consideren necesarios y construir una relación mucho más sana y satisfactoria.
Conductas que destruyen una relación de pareja[19]
El psicólogo John Mordecai Gottman, uno de los principales investigadores sobre el matrimonio y las relaciones de pareja, afirma que es capaz de predecir el divorcio con más de un 90% de exactitud con tan solo observar la interacción de una pareja durante unos minutos.
Pero esta habilidad no es mera intuición, sino el resultado de una gran cantidad de investigaciones desarrolladas durante dos décadas que le han llevado a identificar lo que él llama los cuatro jinetes del apocalipsis de las relaciones: crítica, desprecio, defensividad y retirada emocional.
Encontramos que podíamos predecir con una exactitud mayor al 90% lo que iba a pasar con una relación en los siguientes tres años al examinar la psicología y la conducta de una pareja durante una conversación sobre un tema en el que no estaban de acuerdo y entrevistándolos sobre su pasado. En las parejas que duraron, la tasa de afirmaciones positivas frente a negativas durante una conversación conflictiva fue de 5 a 1. En las relaciones que terminaron, la tasa fue de alrededor de 1 a 1.
En sus investigaciones encontró también que hay personas que son especialmente buenas para mantener relaciones. Se trata de personas que buscan cosas que apreciar, viendo lo bueno en los demás, mientras que las personas que son especialmente desastrosas en sus relaciones hacen todo lo contrario, centrándose en los errores y defectos de su pareja.
Por supuesto, las críticas o ponerse a la defensiva es algo que puede suceder en cualquier pareja. La diferencia es que las personas que saben relacionarse bien se dan cuenta de que algo marcha mal y tratan de repararlo. Pero lo más importante no es si alguien trata de reparar un daño, sino que la otra persona acepte ese intento de reparación o, por el contrario, reaccione liberando a uno de los cuatro jinetes contra su pareja.
1) Críticas: Hay que tener en cuenta que criticar a tu pareja no es lo mismo que expresar una queja o hacer una crítica de un determinado comportamiento o situación. En el primer caso, estás atacando a tu pareja como persona, mientras que en el segundo te estás dirigiendo hacia una conducta o hecho específico. Es decir, no es lo mismo decir a tu pareja: "Me molesta cuando haces tal cosa porque me hace sentir mal" que decirle, "Eres un egoísta por hacer eso". Igualmente, no es lo mismo decir: "Me preocupé cuando vi que no aparecías y no me llamaste. Pensé que estábamos de acuerdo en que nos llamaríamos en un caso así", que decir: "Eres un egoísta, no piensas en cómo se pueden sentir los demás, no te importo". Por tanto, es bueno expresar las quejas o críticas, pero siempre de un modo que no suponga un ataque a tu pareja como persona.
Cuando las críticas destructivas se dan con frecuencia, hacen que sea más fácil la aparición de los otros tres jinetes destructores de relaciones porque hacen que la otra persona se sienta atacada, rechazada y herida y pueden llevar a la pareja a caer en una dinámica en la que las críticas se producen cada vez con más frecuencia.
2) Desprecio: El desprecio es una de las conductas más destructivas en una relación. Puede verse en las burlas, los comentarios para ridiculizar a la otra persona o hacer que se sienta estúpida o inferior, los insultos, las imitaciones en forma de burla, los comentarios que transmiten la idea de que eres superior a tu pareja o ciertos gestos que indican rechazo, como desviar la mirada con desprecio. En realidad, no hace falta decir nada para transmitir desprecio a tu pareja; puede bastar una simple mirada.
En sus investigaciones, Gottman encontró también que las parejas que se tratan con desprecio entre ellos tienen más probabilidades de padecer enfermedades infecciosas, como resfriados o gripes, ya que su sistema inmunitario es más débil. El desprecio es el principal predictor de ruptura en una pareja.
3) Defensividad: La defensividad consiste en buscar excusas y no aceptar la responsabilidad de nuestra conducta. Las excusas transmiten a la otra persona el mensaje de que no la tomas en serio, intentando hacer que crea algo que no es cierto. Por ejemplo, cuando no haces una tarea que te correspondía hacer y reaccionas de un modo defensivo diciendo que has tenido mucho trabajo durante toda la semana o incluso tratas de darle la vuelta a la situación y pretender que es tu pareja quien tiene la culpa: "No he podido hacerlo porque he tenido demasiado trabajo. Podrías haberlo hecho tú, pues sabes perfectamente que tengo mucho trabajo estos días". Una respuesta más apropiada podría haber sido: "Tienes razón, lo siento, tendría que haberte dicho que me sería imposible hacerlo y preguntarte si podrías hacerlo tú, pero se me olvidó por completo".
La persona que está a la defensiva no reconoce su parte de culpa, ni pide perdón, sino que trata de culpar a la otra persona e incluso se enfada y actúa como si fuera la víctima inocente ante cualquier queja de su pareja, por muy razonable que sea. A veces, puede ser que tengas una buena explicación para haber actuado así, como es el caso del ejemplo (tienes demasiado trabajo, se te olvida, cometes un error), pues todos somos humanos y nos equivocamos. El problema no es que suceda, sino cómo reaccionas ante las quejas de tu pareja. Pero siempre puedes reconocer tu parte de culpa, pedir perdón y explicar por qué ha sucedido como un modo de informar a tu pareja de lo que ha pasado y no como una excusa ni utilizándolo para culpar a la otra persona de lo sucedido.
4) Retirada emocional: Implica retirarse de la interacción con tu pareja, dejar de responder, dejar de escucharle, mirar hacia otro lado y levantar un muro entre ambos. En vez de afrontar el problema, se recurre a maniobras evasivas como dar la espalda, desconectar de la interacción, actuar como si estuvieras ocupado o implicarte en comportamientos obsesivos. Suele aparecer cuando ya hace tiempo que los otros tres jinetes se han instalado en la relación y resulta lo bastante abrumadora como para necesitar escaparse de este modo de ella. Pero una vez que aparece, suele convertirse en un hábito que impide solucionar los problemas.
Cuando la interacción con tu pareja ha llegado a un punto en el que necesitas recurrir a la retirada, es preferible que le digas que necesitas parar un poco porque te sientes muy abrumado y pases media hora haciendo algo relajante, como leer o escuchar música, sin pensar en la discusión. Si después seguís la conversación, ambos os habréis relajado y la interacción será más positiva.
La familia
Ya lo hemos dejado expresado que desde que nacemos los seres humanos vivimos rodeados de muchas personas. El primer grupo humano al que pertenecemos es la familia, célula fundamental de la sociedad. Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el elemento natural, universal y fundamental de la sociedad, tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado[20]Los lazos principales que definen una familia son de dos tipos: vínculos de afinidad derivados del establecimiento de un esposo fijo; por otra parte, el lazo entre una mujer y un hombre podía ser roto con la negativa de la mujer a recibir en su casa al hombre. La familia nuclear, fundada en la unión entre hombre y mujer, es el modelo principal de familia como tal, y la estructura difundida mayormente en la actualidad. Las formas de vida familiar son muy diversas, dependiendo de factores sociales, culturales, económicos y afectivos. La familia, como cualquier institución social, tiende a adaptarse al contexto de una sociedad.
Antropólogos y sociólogos han desarrollado diferentes teorías sobre la evolución de las estructuras familiares y sus funciones. Según éstas, en las sociedades más primitivas existían dos o tres núcleos familiares, a menudo unidos por vínculos de parentesco, que se desplazaban juntos parte del año pero que se dispersaban en las estaciones con escasez de alimentos.
La familia era una unidad económica: los hombres cazaban mientras que las mujeres recogían y preparaban los alimentos y cuidaban de los niños. En este tipo de sociedad era normal el infanticidio (muerte dada violentamente a un niño de corta edad) y la expulsión del núcleo familiar de los enfermos que no podían trabajar.
Después de la Reforma protestante en el siglo XVI, el carácter religioso de los lazos familiares fue sustituido en parte por el carácter civil. La mayor parte de los países occidentales actuales reconocen la relación de familia fundamentalmente en el ámbito del derecho civil, y no es sino hasta el siglo XVIII que incorporan el concepto de infancia actual[21]
Estos cambios se producen en el contexto de la Revolución industrial. Por un lado, las nuevas tecnologías hacen posible el trabajo de niños y jóvenes y, por otro, los cambios en la esperanza de vida hacen que los menores adquieran un mayor valor en términos de protección a los adultos mayores. De esta forma la familia, que era entendida como una sociedad que aseguraba la supervivencia de sus miembros y no como un espacio de afecto, comienza a tomar el concepto actual, principalmente por la acción de educadores cristianos[22]
Por su parte, otros autores contemporáneos sostienen que el esquema de familia predominante en las sociedades industrializadas tiene también una base utilitaria, al permitir la transmisión de capitales económicos, simbólicos y sociales. Según estos autores, la familia que se tiende a considerar como "natural" es un constructo de invención reciente y que puede desaparecer en forma más o menos rápida. El fenómeno subyacente en este razonamiento es que las palabras no sólo hablan de la "realidad" sino que le otorgan significado y, por tanto, el definir algo como "normal" es un proceso no neutral que fomenta lo que se define como tal.
Una hipótesis similar había sido realizada por Engels, quien sostuvo que lo que la sociedad llama "civilización" es un proceso centrado en la organización de las familias, la que evolucionó desde los primitivos gens hasta la forma moderna como manera de acumular riquezas, pero no por parte de la sociedad sino en forma individual. En su concepto, el fenómeno obedece a la lucha de clases, genera injusticias y es insostenible[23]
Los estudios históricos muestran que la estructura familiar ha sufrido pocos cambios a causa de la emigración a las ciudades y de la industrialización. El núcleo familiar era la unidad más común en la época preindustrial y aún sigue siendo la unidad básica de organización social en la mayor parte de las sociedades industrializadas modernas. Sin embargo, la familia moderna ha variado, con respecto a su forma más tradicional, en cuanto a funciones, composición, ciclo de vida y rol de los padres.
Otras funciones que antes desempeñaba la familia rural, tales como el trabajo, la educación, la formación religiosa, las actividades de recreo y la socialización de los hijos, en la familia occidental moderna son realizadas, en gran parte, por instituciones especializadas. El trabajo se realiza normalmente fuera del grupo familiar y sus miembros suelen trabajar en ocupaciones diferentes lejos del hogar. La educación, por lo general, la proporcionan el Estado o grupos privados. Finalmente, la familia todavía es la responsable de la socialización de los hijos, aunque en esta actividad los amigos y los medios de comunicación han asumido un papel muy importante.
Funciones de la familia.
La familia en la sociedad tiene importantes tareas, que tienen relación directa con la preservación de la vida humana como su desarrollo y bienestar. Las funciones de la familia son:
? Función biológica: se satisface el apetito sexual del hombre y la mujer, además de la reproducción humana.
? Función educativa: tempranamente se socializa a los niños en cuanto a hábitos, sentimientos, valores, conductas, etc.
? Función económica: se satisfacen las necesidades básicas, como el alimento, techo, salud, ropa.
? Función solidaria: se desarrollan afectos que permiten valorar el socorro mutuo y la ayuda al prójimo.
? Función protectora: se da seguridad y cuidados a los niños, los inválidos y los ancianos.
Origen y evolución histórica.
Difícil es dar una fecha exacta de cuándo se creó la familia. Ésta, tal como la conocemos hoy, tuvo un desarrollo histórico que se inicia con la horda; la primera, al parecer, forma de vínculo consanguíneo. Con el correr del tiempo, las personas se unen por vínculos de parentesco y forman agrupaciones como las bandas y tribus.
Las actividades de la agricultura obligan contar con muchos brazos, de allí entonces la necesidad de tener muchos hijos e integrar el núcleo familiar a parientes, todos bajo un mismo techo.
Con la industrialización las personas y sus familias se trasladan a las ciudades, se divide y especializa el trabajo, los matrimonios ya no necesitan muchos hijos y económicamente no pueden mantenerlos; surge la familia nuclear o conyugal que contempla al padre, la madre y los hijos.
Algunas características de vínculos de parentesco que se han dado en la historia:
? La horda: Hombre y mujer se unen con fines de procreación, búsqueda de alimentos y defensa. Sus miembros no tienen conciencia de vínculos familiares y la paternidad de los hijos es desconocida.
? El matriarcado: El parentesco se da por la vía materna. La mujer-madre es el centro de la vida familiar y única autoridad. Su labor es cuidar a los niños y recolectar frutos y raíces para la subsistencia; en tanto el hombre se dedica a la caza y pesca. La vida que llevan es nómade.
? El patriarcado: La autoridad pasa paulatinamente de la madre al padre y el parentesco se reconoce por la línea paterna. Se asocia con el inicio de la agricultura y por consecuencia con el sedentarismo. El hombre deja de andar cazando animales y la mujer se dedica a la siembra y cosecha de frutas y verduras. Se establecen todos juntos en un lugar, hombres, mujeres y niños. Estando asegurada la subsistencia, la vida se hace menos riesgosa y más tranquila. El grupo humano se estabiliza y crece. Se practica la poligamia, es decir, la posibilidad de que el hombre tenga varias esposas, lo que conlleva a un aumento de la población.
? Familia extendida: Está basada en los vínculos consanguíneos de una gran cantidad de personas incluyendo a los padres, niños, abuelos, tíos, tías, sobrinos, primos y demás. En la residencia donde todos habitan, el hombre más viejo es la autoridad y toma las decisiones importantes de la familia, dando además su apellido y herencia a sus descendientes. La mujer por lo general no realiza labores fuera de la casa o que descuiden la crianza de sus hijos. Al interior del grupo familiar, se cumple con todas las necesidades básicas de sus integrantes, como también la función de educación de los hijos. Los ancianos traspasan su experiencia y sabiduría a los hijos y nietos. Se practica la monogamia, es decir, el hombre tiene sólo una esposa, particularmente en la cultura cristiana occidental.
? Familia nuclear: También llamada "conyugal", está compuesta por padre, madre e hijos. Los lazos familiares están dados por sangre, por afinidad y por adopción. Habitualmente ambos padres trabajan fuera del hogar. Tanto el hombre como la mujer buscan realizarse como personas integrales. Los ancianos por falta de lugar en la vivienda y tiempo de sus hijos, se derivan a hogares dedicados a su cuidado. El rol educador de la familia se traspasa en parte o totalmente a la escuela o colegio de los niños y la función de entregar valores, actitudes y hábitos no siempre es asumida por los padres por falta de tiempo, por escasez de recursos económicos, por ignorancia y por apatía; siendo los niños y jóvenes en muchos casos, influenciados valóricamente por los amigos, los medios de comunicación y la escuela.
Vínculos de parentesco.
El parentesco es la unión al interior de una familia. Los vínculos que se generan entre sus miembros están dados por tres fuentes de origen:
? Consanguínea: es decir, el vínculo que existe entre descendientes de un progenitor común (padre, hijos, nietos, bisnietos, tataranietos, etc.)
? Afinidad: es el nexo que nace con el matrimonio y las relaciones con los parientes del cónyuge (suegra, nuera, cuñada, etc.)
? Adopción: vínculo que se origina entre el adoptado y los adoptantes. En cada país se regula este acto jurídico con sus propias leyes.
El parentesco se mide por grados, es decir, el número de generaciones que separa a los parientes, siendo cada generación un grado. Además la serie de grados conforman una línea, vale decir, la serie de parientes que descienden los unos de los otros o de un tronco común.
Hay dos tipos de líneas:
? Recta: se compone de una serie de grados que se establecen entre personas que descienden unas de otras como padre?hijo?nieta.
? Colateral o transversal: se forma de una serie de grados que se establece entre personas que sin descender unas de otras, tienen un progenitor común como son los tíos, sobrinos, primos etc.
La comunicación en la familia.
¿Cómo generar un ambiente de confianza y vínculos comunicativos efectivos?, ¿de qué manera la familia contribuye en la formación de actitudes positivas a través del diálogo y el silencio?
La relaciones familiares, debido al ambiente de seguridad y confianza y a los lazos emocionales y psicológicos que logran desarrollar entre sus miembros, se convierten en un medio natural para que sus integrantes descubran formas para ayudarse y complementarse, satisfaciendo muchas de sus necesidades, especialmente las más profundas y complejas como las emocionales y afectivas.
Cuando los miembros de una familia aprenden a comunicarse identificando el: cómo, cuándo, dónde y en que tono hablarse; de tal forma que logran construir una relación positiva y sólida, han dado un paso vital, contribuyendo a que la familia cumpla con su misión al crear condiciones para que todos los involucrados se sientan: queridos, apoyados, tomados en cuenta y con posibilidades reales de ser mejores personas.
Para aprender a comunicarse con efectividad dentro de la familia se requiere: tomar en cuenta las diferencias interpersonales, adecuar las formas de comunicación de acuerdo a personas, edades y circunstancias, emplear enfoques específicos para comunicarse con los hijos en sus diferentes etapas de desarrollo, principalmente en la edad adolescente, tener conciencia de los errores y fallas que pueden afectar negativamente el proceso, y saber aprovechar la comunicación como medio para transmitir valores y dar dirección y rumbo a la vida familiar.
La comunicación y el desarrollo de la relación.
Así como hay evidencia de que las relaciones entre las personas son responsables en gran parte de la felicidad que experimentan los seres humanos, también está demostrado que las relaciones no se dan en forma automática e instantánea.
Toda relación humana es el resultado de un proceso, es decir, de una serie de: acciones, situaciones, elementos y decisiones, que al irse sumando, van llevando a un resultado. El resultado logrado conforme se avanza en ese proceso, puede ser positivo y favorable, o destructivo e insatisfactorio.
Las acciones que se realizan en el día a día, en cualquier tipo de relación, y de manera especial en las relaciones familiares, llevan a los involucrados a una serie de resultados que los hace sentirse más humanos, comprendidos, apoyados, alegres y satisfechos; o por el contrario, los lleva a experimentar frustración y vacío.
Las relaciones familiares no pueden dejarse al azar. Si los integrantes de una familia realmente quieren lograr que la convivencia entre ellos sea un medio que les ayude a complementarse, apoyarse y crecer como personas, es decir, a lograr que predominen los aspectos positivos, deben actuar de manera enfocada, propiciando los aspectos que nutren y refuerzan la relación y evitando las situaciones que la afectan negativamente, o la destruyen.
Si se parte de la base de que la formación de la familia comienza con la integración y el desarrollo de la pareja, todo lo que se haga para lograr el entendimiento mutuo entre los integrantes de la pareja va a influir en la totalidad de la familia. Por lo mismo, es importante que los esfuerzos enfocados a lograr una comunicación positiva y enfocada a nivel familiar, comiencen en la propia pareja.
Elementos básicos para la comunicación dentro de la familia.
La sabiduría popular utiliza ejemplos y expresiones muy ilustrativos para facilitar la comprensión de situaciones complejas. Por ejemplo, se dice que se está llevando a cabo un "Diálogo de sordos", cuando dos personas se tratan de comunicar, pero ninguna de ellas tiene la apertura suficiente para ponerse en el lugar del otro y tratar de comprenderlo.
La idea contenida en la expresión "Diálogo de sordos" pone en evidencia el hecho de que la comunicación implica un proceso completo, en el que interviene, por parte de todos los involucrados, tanto el hablar como el escuchar y tratar de comprender lo que se está comunicando. No se trata pues de un simple acto de mandar información.
Con frecuencia se considera que hablar es sinónimo de comunicación, sin embargo, el mero hecho de pronunciar palabras y transmitir sonidos no cumple con el verdadero propósito de la comunicación, que se centra en: establecer un lazo entre el que envía un mensaje y aquel que lo recibe.
Un ejemplo de esta situación se puede observar en los discursos de algunos políticos, a través de los cuales ponen en evidencia que es posible hablar, hablar y hablar, pero no obstante la avalancha de palabras que se emplean, en realidad no se está transmitiendo ningún mensaje, ni se está haciendo verdadero contacto con quienes escuchan.
Ese papel que juegan los mensajes entre las personas que se relacionan entre sí, ha sido analizado con mucha profundidad por expertos, que se han enfocado a analizar la forma como evolucionan los procesos de integración en equipos de trabajo dentro de las empresas, llegando a la conclusión de que cuando las personas reciben mensajes que les hacen sentirse valiosas, importantes, respetadas y apreciadas, tienden a tomar una actitud receptiva y abierta, facilitando la integración y el desarrollo de la relación.
Los retos de la comunicación en la pareja.
Existe un juego divertido y revelador, que se utiliza como entretenimiento en algunas reuniones, se trata del "teléfono descompuesto".
En dicho juego los participantes, entre más mejor, se colocan formando un amplio círculo y alguien transmite un mensaje en voz baja, al oído de alguno de los jugadores; éste a su vez, pasa el mensaje al siguiente jugador, en secreto, cuidando que nadie más lo escuche; el segundo pasa el mensaje al tercero, bajo las mismas condiciones y así sucesivamente, hasta que el mensaje ha llegado al último jugador.
Cuando el último jugador recibe el mensaje, tiene que decirlo en voz alta a todo el grupo y… ¡Oh sorpresa!, es común que el mensaje que se expresa al aire, no tiene nada que ver, e incluso, en muchas ocasiones es hasta contradictorio con el mensaje original.
El juego sirve como una ejemplificación de lo que ocurre en la vida real, cuando se transmiten mensajes orales. Las personas creen decir una cosa y en realidad dicen otra. Hay quienes creen escuchar algo, cuando en realidad no están escuchando con atención y tienden a interpretar, adaptar o hasta cambiar lo que se les dijo. Otros, ya están pensando en lo que van a decir, cuando todavía no se les ha terminado de transmitir el mensaje[24]
La comunicación y la transmisión de valores.
Las noticias que se transmiten a diario a través de los medios, nos llevan a tomar conciencia de situaciones alarmantes: guerras, genocidios, asesinatos, suicidios, robos, violación de derechos. Todo eso pone en evidencia una falta de claridad en relación a lo que es realmente importante y una crisis de valores en la sociedad.
Los cambios en el entorno y sus impactos en la sociedad son evidentes. Se ha pasado de una ética del esfuerzo a una de la diversión. Se promueve la ley del menor esfuerzo, el recibir sin aportar, disfrutar sin compromiso, en tanto que las fórmulas de "hágase rico sin esfuerzo" y "disfrute sin preocupaciones", han llevado a muchas personas a convencerse de que se merecen todo y que por lo mismo tienen derecho a recibir sin aportar nada a cambio.
Esa manera de pensar provoca que las personas vean como normal dejarse llevar por sus sensaciones y emociones, teniendo como meta lo instantáneo y el placer por el placer, utilizando como argumento el que "todos lo hacen" y si todos lo hacen ¿qué tiene de malo?
Los Valores familiares entre los miembros de una familia se establecen relaciones personales que entrañan afinidad de sentimientos, de afectos e intereses que se basan en el respeto mutuo de las personas.
La familia es la comunidad donde desde la infancia se enseñan los valores y el adecuado uso de la libertad. Las relaciones personales y la estabilidad familiar son los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad en el seno de la sociedad. Es por esto que en la familia se inicia a la vida social.
Es en la familia donde se enseñan los primeros valores; valores que serán sustento para la vida en sociedad y a lo largo de la vida de la persona.
Entre otros destacan los siguientes los siguientes valores:
La alegría:
La alegría es un valor que se siembra primeramente en el seno familiar. Es en el núcleo familiar donde se procura que los miembros se ayuden unos a otros en sus necesidades, en la superación de obstáculos y dificultades, así como el compartir los logros y éxitos de los demás.
En el fondo lo que se fomenta es dejar el egoísmo a un lado, buscando el bien y compartir con el otro. Cuando nos centramos en nuestras preocupaciones y no estamos dispuestos a ayudar a los que nos rodean somos egoístas. El egoísta no suele ser una persona alegre. Es en este darse a los demás miembros de la familia donde se obtiene la alegría.
La alegría no depende de las circunstancias o de las facilidades que puede presentar la vida y tampoco consiste en tener cosas. Este valor tiene su fundamento en lo profundo de la persona, no es sino la consecuencia de una vida equilibrada, de una coherencia entre lo que pensamos y lo que hacemos, el tener una mente y un cuerpo sanos.
La generosidad:
La generosidad es uno de los valores que se fomentan en la vida familiar. Entendiendo por generosidad el actuar en favor de otras personas desinteresadamente y con alegría. Hacer algo por otras personas puede traducirse de diferentes maneras, por ejemplo, dar cosas, prestar juguetes, dar tiempo para escuchar y atender a otro miembro de la familia, saludar, perdonar.
Se notará una actitud generosa en una persona que se esfuerza por hacer la vida agradable a los demás miembros de la familiar.
El respeto:
El respeto hacia los demás miembros es otro de los valores que se fomentan dentro de la familia, no sólo respeto a la persona misma, sino también a sus opiniones y sentimientos. Respeto hacia las cosas de los demás miembros, respeto a su privacidad, respeto a sus decisiones, éstas, por supuesto, adecuadas a la edad de la persona. Es en la familia donde el niño aprende que tanto él o ella como sus ideas y sentimientos merecen respeto y son valorados.
La justicia:
La justicia se fomenta en el seno de la familia al establecerse lo que corresponde a cada miembro de la misma. Recordemos que la justicia consiste en dar a cada uno lo que les corresponde. Una persona que se esfuerza constantemente por respetar los derechos de los demás y le da a cada uno lo que debe, tiene la virtud de la justicia.
La responsabilidad:
La responsabilidad supone asumir las consecuencias de los propios actos, no solo ante uno mismo sino ante los demás. Para que una persona pueda ser responsable tiene que ser consciente de sus deberes y obligaciones, es por ello, de gran importancia que los hijos tengan sus responsabilidades y obligaciones muy claras. Por ejemplo, el niño debe tener claro que es su responsabilidad la calidad y el esfuerzo en sus estudios, que debe poner el mayor trabajo y empeño en esta actividad, en beneficio propio y en respuesta a la oportunidad que le brindan sus padres.
El desarrollo de la responsabilidad en los hijos es parte del proceso educativo, esto con vistas a la participación de los hijos en la vida familiar primero, y a la vida en sociedad después, de una manera responsable y autónoma.
La lealtad:
La lealtad surge cuando se reconocen y aceptan vínculos que nos unen a otros, de tal manera que se busca fortalecer y salvaguardar dichos vínculos así como los valores que representan. La aceptación y el reconocimiento de este vínculo no se centran hacia el futuro, como una posibilidad, sino que es una realidad actual. Este vínculo no pasa con el tiempo, es profundo, suele madurar y fortalecerse a la larga.
Es en la familia donde surgen y se fortalecen este tipo de vínculos, por ejemplo, un niño pequeño aprende a ser leal al esforzarse por ayudar a los demás, al procurar hacer todo lo que pueda para cumplir con lo que sus padres le dicen que es bueno. Se muestra lealtad entre los hermanos al apoyarse, defenderse y ayudarse ante las dificultades, ante la amenaza de personas o circunstancias ajenas a la familia.
Conviene aclarar que ser leal a los papás, por ejemplo, no significa aprobar una conducta errónea de los mismos, sino el respetar y cuidar su buen nombre, se trata de ser sincero con ellos, además de ayudarlos a superar las dificultades.
Lo mismo ocurre al ser leal a la patria, esto no supone ocultar o negar los males y deficiencias que en ella puedan existir, sino el proteger, reforzar y participar en la vivencia de los valores de la misma.
La autoestima:
La autoestima es uno de los valores fundamentales para el ser humano maduro, equilibrado y sano. Este valor tiene sus raíces y fundamentos en el núcleo familiar.
Se entiende por autoestima la visión más profunda que cada persona tiene de sí misma, influye de modo decisivo en las elecciones y en la toma de decisiones, en consecuencia conforma el tipo de vida, las actividades y los valores que elegimos.
Desde niños vamos construyendo el concepto de nosotros mismos de acuerdo a los mensajes recibidos de nuestros padres, hermanos, familiares, amigos y maestros. Es la suma de la autoconfianza, el sentimiento de nuestra valía personal y de nuestra capacidad. Ésta se basa en la variedad de pensamientos, sentimientos, experiencias y sensaciones que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida, pero principalmente a lo largo de nuestra infancia y adolescencia.
Si queremos construir una personalidad fuerte y equilibrada, es de vital importancia que como padres hagamos sentir a nuestros hijos que son dignos de ser queridos con un amor incondicional, es decir, no condicionado a su comportamiento, calificaciones o actitudes.
Elevar la autoestima de nuestros hijos es de vital importancia, ya que contribuimos a que desarrolle la convicción de que es estimado y valorado, que es competente para enfrentarse a la vida con confianza y optimismo, y que es merecedor de la felicidad.
Los hijos
Los hijos, ¿propiedad o misión?
Estamos acostumbrados a hablar de los hijos como si se tratase de algo propio, de una "posesión". Tenemos un coche, tenemos una casa, tenemos un libro, tenemos un perro y?,… "tenemos cuatro hijos".
Gracias a Dios, el coche no va a exigir sus derechos, ni va a gritar que no nos quiere. Si no arranca, lo llevamos al taller. Si después de dos semanas de arreglos no funciona, lo vendemos al chatarrero. En cambio, si el niño "no arranca" en la escuela.
Es cierto que los niños nacen dentro de una familia, por lo que resulta natural que la familia asuma la responsabilidad de esa vida que empieza. Pero el niño tiene un corazón, un alma, y eso no es propiedad de nadie. La filosofía nos enseña que el alma, lo más profundo de cada uno, no puede venir de los padres, sino que viene de Dios. Los padres dan a su hijo el permiso para la vida y asumen la hermosa tarea de ayudarle, pero no pueden dominarlo como al coche o al perro.
Entonces, ¿cuál es la actitud más correcta ante el hijo que hoy "camina" a gatas por el pasillo y que pronto empezará a darse coscorrones en la cabeza? ¿Le dejamos hacer lo que quiera?.
Primero enseñamos al niño normas de "seguridad": no asomarse por la ventana, no meterse en la boca objetos peligrosos, no tocar animales extraños. Después, la búsqueda de la salud nos hace pedirle que tenga las manos limpias, que no se llene el estómago con caprichos, que no se rasque las heridas.
Simultáneamente enseñamos al hijo a hablar. Sus ojos cada día brillan de un modo distinto, y pronto su mundo interior, su corazón, se nos abre no sólo con las miradas, las manos y la sonrisa, sino con esas primeras y temblorosas palabras que empieza a decir con la confianza de ser acogido. Los padres que escuchan por vez primera "mamá", "papá", sienten muchas veces un vuelco en el corazón. El niño crece, y habla, y habla, y habla,… Cuando ya ha aprendido un vocabulario básico, impresiona por su hambre de saber, de comunicar, de decir que nos quiere, o que ha dibujado un avión, o que ha visto una lagartija, o que acaba de encontrar un amigo de su edad.
Alguno podría pensar que la misión de los padres termina aquí, y que el resto le toca a la escuela. Sin embargo, el hijo todavía tiene que aprender detalles de educación que van mucho más allá de las normas de supervivencia o del usar bien las palabras del propio idioma. Dar las gracias, pedir permiso, saludar a un maestro, prestarle un juguete al amigo, hacer los deberes en vez de contemplar lo que pasan por la tele.
La educación moral es uno de los grandes retos de toda la vida familiar. La mayor alegría que pueden sentir unos padres es ver que sus hijos son, realmente, buenos ciudadanos. El dolor de cualquier padre es darse cuenta de que su hijo hace lo que quiere y que empieza a engañar a los maestros, a robar del monedero de mamá, a golpear a los compañeros o hermanos más pequeños, e, incluso, a levantar la voz en casa contra sus mismos padres.
San Agustín se quejaba de que sus educadores le regañaban más por un error de ortografía que por una falta de comportamiento. La queja tiene una triste actualidad en quienes se preocupan más por el 20 de sus hijos en inglés, en el caso peruano, en otros países es en base a 10; entonces, más se preocupan que por la pornografía que vean en internet o por las primeras drogas que puedan tomar con los amigos. Si somos sinceros, es mucho mejor tener un hijo agradecido y bueno, aunque no sepa alta matemática, en vez de tener un hijo ingeniero que ni siquiera es capaz de interesarse por lo que les ocurra a sus padres ancianos.
Los hijos no son propiedad de nadie, ni de la familia, ni de la escuela, ni del Estado. Pero todos, especialmente en casa, estamos llamados a ayudar a los niños y adolescentes a crecer en su vida como buenos ciudadanos y como hombres de bien. Esa es la misión que reciben los padres cuando inicia el embarazo de cada niño. Quienes hemos tenido la dicha de tener unos padres que nos han ayudado a respetar a los demás, a amar a Dios y a vivir de un modo honesto y justo, nunca seremos capaces de darles las gracias como se merecen. Quienes no han tenido esta dicha pueden, al menos, preguntar cómo se puede enseñar a los hijos a ser, de verdad, buenos, no sólo en la formación científica, sino en los principios éticos más elevados.
Esa es la misión que reciben los esposos cuando su amor culmina en la llegada de un hijo. Cumplirla puede ser difícil, pero la alegría de un hijo bueno no se puede comprar ni con todo el dinero del Banco Mundial.
Educación de los hijos.
Si usted es un padre de familia, recibe muchas sugerencias sobre cómo debe criarlos. Desde los expertos hasta otros padres, las personas están siempre dispuestas a darle consejos. Consejos sobre la crianza de los hijos, guías de supervivencia para padres, cosas que se deben y no se deben hacer – aparecen cosas nuevas todos los días.
La verdad es que hay más de una manera "correcta" de ser buenos padres. Ser buenos padres incluye:
? Mantener a sus hijo sanos y seguros.
? Demostrarles afecto y escucharlos
? Contemplar el orden y su consistencia
? Determinar y hacer cumplir los límites
? Pasar tiempo con sus hijos
? Supervisar las amistades y las actividades de sus hijos
? Darles el ejemplo
Las relaciones de hijos con los padres
En la actualidad existe poca comunicación entre los padres y sus hijos adolescentes.
Existen distintos tipos de comunicación, desde la verbal, que puede ser en forma oral por medio de la palabra o teléfonos y celulares, y puede ser escrita por medio de cartas, e-mail, mensajes de texto, etc. El otro tipo es NO verbal, esta es por medio de gestos, tono de voz, etc. Siempre hubo distintos estilos de comunicación, el agresivo, el pasivo y el asertivo.
A Pesar de existir tantos métodos, formas y estilos de comunicación, en la actualidad los adolescentes con sus padres tiene poca comunicación, las palabras u oraciones más utilizadas en un dialogo entre ambos son "Buenos días", "¿Quieres comer?", "Me voy a estudiar" o "Adiós". Esta poca comunicación puede provocar daños o que el joven se revele contra sus padres, es decir, desobedezca las órdenes, entre otras consecuencias. Obviamente esta poca comunicación entre padres y adolescentes no es solo culpa del joven o del padre, sino también por las nuevas tecnologías (celulares, televisión, computadora, notebooks, etc.) y por las frustraciones laborales que a veces los padres sufren y esto provoca no se tenga ganas de hablar. No digo que durante la adolescencia no es raro que el joven hable menos o que no quiera contar su intimidad, a los adolescentes les gusta estar solos y tener su espacio privado. Pero eso no quiere decir que no necesiten el diálogo. La comunicación entre padres e hijos es imprescindible para entenderse, para estar a gusto en casa y La incomunicación conduce a no entenderse, a malentendidos y a una sensación de soledad que invita a hablar cada vez menos.
La adolescencia es una etapa con características particulares, por ejemplo la mayoría de los adolescentes desean afirmar su autonomía de pensamiento y de acción y, por eso, sostienen con sus padres la opinión contraria, para mostrar que son diferentes.
Además hay algunos errores frecuentes que se suelen cometer en un dialogo entre padres e hijos, y esto provoca que los jóvenes no quieran dialogar con sus padres, estos son:
? No escuchar.
? No prestar atención.
? No escuchar positivamente (tiene que ver con rechazar ideas nuevas o sólo ven lo malo de lo que les cuentan los adolescentes a los padres)
? Menospreciar las ideas de los adolescentes.
? Tomar la manera de discutir del adolescente como algo personal
? Ponerse a la altura del adolescente.
Conflictos familiares ? Adolescencia.
La adolescencia es una etapa de la vida difícil en la que se padece una crisis decrecimiento en todos los aspectos. Con frecuencia padres e hijos se ven obligados a rediseñar su propia vida y a adaptarse a las nuevas relaciones que provocan estos cambios de sus hijos adolescentes. Tanto padres como hijos difieren en la manera de concebir sus relaciones.
La autoridad parenteral-
La autoridad de los padres ha sido objeto de investigación más precisa. Las concepciones de la autoridad parental de padres y adolescentes. Tras realizar un estudio sobre este tema se llegó a la conclusión de que: Todos consideran que los asuntos morales y convencionales caen con mayor legitimidad bajo la jurisdicción parental que los personales y multidimensionales. A medida que la edad de los hijos aumenta, los padres prestan menos atención a las dimensiones convencionales y los adolescentes reclaman su dependencia contingente dela autoridad parental. Los adolescentes tienden a juzgar transgresiones familiares hipotéticas con independencia de la autoridad parental y a tomárselas como asuntos personales. Autoridad parental y jurisdicción personal. Se realizó un estudio para examinar los límites entre la legítima autoridad parental y la jurisdicción personal de los adolescentes. Se llegó a obtener los siguientes resultados: Ambos están de acuerdo en que los padres deberían ejercer su autoridad sobre asuntos morales y convencionales. Los padres tratan los asuntos multidimensionales, de amistad, prudenciales y personales como más contingentes a la autoridad parental que los adolescentes. A medida que pasan los años, las consideraciones y razonamientos personales se incrementan con la edad Los conflictos morales y convencionales resultan más intensos que los demás. Autoridad parental y estructura familiar. Tras realizarse un estudio sobre las concepciones de la autoridad en madres divorciadas frente a casadas y en sus hijas adolescentes se llegaron a las siguientes conclusiones: Según la clase de acto que se esté considerando la concepción que los hijos tienen de la autoridad parental cambia. Las madres casadas dan mayor legitimidad a la autoridad parental sobre todas las reglas que sus hijos en tanto que no aparecen diferencias de juicio entre madres divorciadas y sus hijos. Los preadolescentes de familias casadas ponen mayor énfasis en mantener la apariencia exterior y conductual que los de familias divorciadas. Con la edad se alcanza una mayor conflictividad en las familias casadas que en las divorciadas.
El sentido de las discrepancias.
Se realizaron diversos estudios al respecto de este tema llegando a las siguientes discusiones: Las madres piensan que la argumentación convencional es la más conflictiva mientras que los hijos entienden que son los argumentos prudenciales y pragmáticos los que generan mayor conflicto. Ambos están de acuerdo en que a medida que los adolescentes crecen las justificaciones se vuelven más eficaces mientras que los argumento de autoridad y castigo pierden eficacia. Los adolescentes infravaloran la eficacia de sus apelaciones pragmático/prudenciales. La eficacia de la argumentación que realizan los adolescentes dependerá mucho del tema del que se trate. Se produce un aumento con la edad de los adolescentes en la apelación a la jurisdicción personal. Tiene mayor eficacia que la que los hijos creen el utilizar con sus madres argumentos quesean pragmáticos-prudenciales y convenciones. Que los padres apelen al castigo y a la autoridad puede ser efectivo hasta la primera adolescencia. Ser padre de adolescentes es una tarea que produce stress y frecuentemente crisis. En una persona la idea de privacidad ya puede ser identificable a los cinco años. Ahora bien, los conflictos entre padres y adolescentes están relacionados con dos factores: cambios en los roles sociales y desarrollo socio-cognitivo.
Asuntos que provocan discrepancias entre padres e hijos adolescentes.
Entre padres e hijos adolescentes con frecuencia aparecen discrepancias y discusiones sobre temas, entre los que caben destacar: las tareas domésticas, la imagen, la forma de ser o modo de comportarse, deberes escolares, rendimiento académico, relaciones interpersonales, regulación de actividades interpersonales, vuelta a casa, horas de dormir, salud e higiene, regulación de las actividades economía…Se realizó un estudio sobre los asuntos que consideraban padres e hijos que suscitaban conflictos y se llegó a las conclusiones de: Las disputas familiares se centran principalmente en los asuntos menores de la vida cotidiana. Normalmente tienen que ver más con las expectativas paternas que con normas explícitamente formuladas .Padres y adolescentes coinciden en la identificación de los asuntos que suscitan conflicto. Los temas que originan conflictos no cambian sustancialmente desde la pre adolescencia a la última adolescencia. Tanto padres como hijos interpretan de diferente manera el significado de los conflictos. Ambos entienden pero no asumen el punto de vista contrario. Los conflictos dan una excelente oportunidad para dialogar. Los modos de razonar de los adolescentes se mantienen constantes desde la primera hasta la última adolescencia.
Las relaciones entre padres e hijos casados[25]
La primera conclusión es la proximidad entre la residencia de los padres y los hijos casados. Sobre una muestra nacional más del 75 % de éstos habitan a menos de 20 Km. de sus padres. Así, la sociedad industrial no induce necesariamente a la movilidad que hace estallar geográficamente la fa.
A través del estudio de la transmisión de bienes, ocasiones de encuentro y de servicios (ayuda financiera, cuidado de los hijos en caso de dificultad temporal o de modo regular, etc.) se desprende un modelo coherente: la proximidad residencial permite la frecuencia de la interacción a condición de que sea preservada la independencia de la joven fa. De una y otra parte, se desea el mantenimiento de la libertad.
Las relaciones entre hijos casados y sus padres se intensifican cuando éstos alcanzan la edad de la jubilación.
Se ha intentado también discernir la continuidad cultural de una generación a otra. Se trataba de ver si los mismos modelos familiares eran trasmitidos de padres a hijos o si los padres adoptaban los modelos de los hijos. Se pudieron observan tres situaciones:
a) transmisión de un modelo familiar caracterizado por una cierta jerarquía de los cónyuges, por una distinción acusada de roles, por una reserva en relación a la sexualidad.
b) Convergencia de opiniones relativa, por una parte, a la transmisión de ciertas ideas, y por otra, a la adhesión más o menos activa de los padres a posiciones de los hijos.
c) Distancia, si no oposición entre las ideas, pero sin enfrentamiento con elusión sistemática de estos temas con el fin de evitar los conflictos.
La fa aparece como un refugio, sobre todo para las clases medias, que son las más sensibles al cambio.
Una ascensión social reciente, el acceso a un bienestar que no conoció la generación precedente parecen frágiles, y su protección parece asegurada por el mantenimiento de relaciones familiares densas entre las generaciones. Cuando el matrimonio conoce un semifracaso se vuelven hacia sus padres.
La investigación clínica confirma la importancia de la afectividad, que es asimétrica los padres son cada vez más dependientes del afecto de los hijos. Sus múltiples regalos, préstamos, servicios sería para ellos la manera de conseguir este afecto. Aunque esta situación sea percibida así por ambas partes, no debe ser manifestada.
Tomando en cuenta los bienes y servicios que se intercambian dentro de las redes familiares, volvemos a encontrar la articulación entre el grupo doméstico, los ascendientes y otros miembros del parentesco.
Estas conclusiones tienen un doble interés:
1) abordan el campo de las relaciones familiares no bajo el ángulo de la afectividad sino de su funcionalidad en las estrategias sociales.
2) Las relaciones descritas ponen en evidencia el papel de la fratria en el campo familiar extenso y respaldado por la red de amistad.
Para ello se ha medido la proximidad de las residencias, las frecuencias de las relaciones, la importancia de los servicios, las modalidades de la transmisión de bienes.
¿Cuáles son los límites adecuado de una relación padre e hijo?
La relación ideal entre un padre y un hijo consiste en dedicación, formación, confianza, perseverancia y sobre todo, acompañamiento. Eso sí, dependiendo de la cultura, crianza y diversos factores que puedan alterar dichos lazos.
Pero, ¿qué pasa cuando no se establecen los límites adecuados a tiempo y el comportamiento del hijo se convierte en una de las principales preocupaciones o dolores de cabeza de sus padres? O bien, cuando el padre desea ponerle límites, y ya sea demasiado tarde.
O por otro lado, ¿qué sucede cuando existe una relación "amistosa" entre el padre y su hijo y no es más que una excusa para que este haga lo que se le antoje? —suponiendo que el menor ve en la figura paterna o materna un ser que "alcahuetea" sus ideas y no le dice "no" a ninguna de ellas—.
¡Límites! Una palabra que cambia el sentido de todo y demarca lineamientos importantes en las relaciones y acciones del ser humano. ¿Cuáles son los adecuados en una relación padre e hijo?
María Patricia Serpa, psicóloga clínica de la Universidad del Norte y psicoterapeuta de la Fundación Nuestra Casa, asegura que "justo para evitar problemáticas e incomprensiones dentro y fuera del hogar, se debe ejercer la autoridad al menor de una forma adecuada y con acciones preventivas y correctivas. Lo importante es que se haga a tiempo, porque ya después, cuando el hijo se acostumbra a no tener una figura materna o paterna que le exija o lo modere —que este se sienta supervisado de una u otra forma— va a ser mucho más complicado que este cambie o se corrija".[26]
De igual forma la especialista manifiesta que en el caso de que haya mucha permisividad por parte de los padres, es necesario saber limitar a los hijos en ciertas situaciones, ya que "estos se preguntarán ¿por qué me quieren retener ahora si antes no lo hacían?, y empezarán a mentir para quedar bien con los padres siendo que de igual forma están haciendo algo indebido".
Asimismo esta menciona el caso de cuando los padres se confían de que su hijo es "un ángel" y no necesita tanta supervisión.
"La sorpresa viene cuando sus hijos no son tan sanos como ellos imaginan y sus comportamientos se les salen de las manos", asegura Serpa agregando que es mejor evitar que lamentar, implementando acciones correctivas.[27]
"Eso sí, sin excederse en regaños y castigos, porque hay menores que no ven esto como un acto en pro de su disciplina, sino para hacerle un mal, por lo que buscan respuestas en personas externas, en ocasiones de dudosa procedencia. Se trata de ejercer la autoridad, poniendo límites, sin afectar al menor en su parte emocional", dice.[28]
Si va a decirle "no", sepa hacerlo. Cuando el padre deba decir "no", es no. "Tenga presente que al decirle no a su hijo, en cualquier situación, es necesario darle las explicaciones correspondientes para que este no infiera que se le dijo "no" por decisión propia y no por una razón específica", agrega María Patricia.[29]
Por otro lado, asegura que de acuerdo con la etapa evolutiva, el menor "va a querer razones de por qué le dicen "no", siendo este un posible motivo de inconcordancia en el hogar". "Esta negación podría desencadenar rebeldías y actitudes negativas", explica la psicóloga.[30]
En cuanto al límite de hasta cuanto se le debe dar confianza al hijo, desde el papel de padre, Serpa manifiesta que no es ni una cifra, ni un porcentaje, ni algo cuantitativo.
"Esto no se logra de la noche a la mañana y depende de la manera como el padre ejerce el rol de orientación a su hijo", culmina diciendo.[31]
Cómo lograr una comunicación efectiva y positiva con los hijos.
Ya se ha enfatizado el hecho de que el desarrollo de una verdadera comunicación entre los miembros de una familia, es uno de los medios que más contribuyen a desarrollar relaciones interpersonales positivas.
Partiendo de ese principio, los padres deben establecer como una de sus prioridades el lograr crear condiciones que les ayuden a comunicarse efectivamente con sus hijos.
En ocasiones no se da importancia a la creación de un ambiente que propicie la comunicación franca y abierta, hasta que se presentan los momentos de crisis, o las épocas particularmente difíciles, como la pre adolescencia o la adolescencia.
Esperar a que aparezcan las crisis para tratar de iniciar procesos de comunicación es algo muy arriesgado y poco eficaz. Por lo mismo, los padres deben estar conscientes de que es necesario sembrar para poder cosechar, y esa siembra se tiene que realizar, en forma continua, desde las primeras etapas del desarrollo de sus hijos.
La disfunción familiar
Una familia disfuncional es una familia en la que los conflictos, la mala conducta, y muchas veces el abuso por parte de los miembros individuales se produce continua y regularmente, lo que lleva a otros miembros a acomodarse a tales acciones. A veces los niños crecen en tales familias con el entendimiento de que tal disposición es normal. Las familias disfuncionales son principalmente el resultado de adultos codependientes, y también pueden verse afectados por las adicciones, como el abuso de sustancias (alcohol, drogas, etc.). Otros orígenes son las enfermedades mentales no tratadas, y padres que emulan o intentan corregir excesivamente a sus propios padres disfuncionales. En algunos casos, un padre inmaduro permitirá que el padre dominante abuse de sus hijos[32]
Un error común de las familias disfuncionales es la creencia errónea de que los padres están al borde de la separación y el divorcio. Si bien esto es cierto en algunos casos, a menudo el vínculo matrimonial es muy fuerte ya que las faltas de los padres en realidad se complementan entre sí. En resumen, no tienen otro lugar a dónde ir. Sin embargo, esto no significa necesariamente que la situación familiar es estable. Cualquier factor de estrés importante, como un traslado, el desempleo, una enfermedad, desastres naturales, la inflación, etc, puede causar que los conflictos existentes que afectan a los niños empeoren mucho[33]
Las familias disfuncionales no tienen ningún límite social, ni financiero, ni intelectual. Sin embargo, hasta décadas recientes, el concepto de una familia disfuncional no fue tomada en serio por los profesionales (terapeutas, trabajadores sociales, maestros, consejeros, clérigos, etc), especialmente entre las clases media y alta. Cualquier intervención habría sido vista como una violación de la santidad del matrimonio y un aumento en la probabilidad de divorcio (que era socialmente inaceptable en la época). Se esperaba que los niños obedecieran a sus padres (en última instancia, al padre), e hicieran frente a la situación solos, históricamente[34]
Miembros de una familia disfuncional tienen síntomas comunes y pautas de comportamiento como resultado de sus experiencias dentro de la estructura familiar. Esto tiende a reforzar el comportamiento disfuncional, ya sea a través de la habilitación o perpetuación. La unidad familiar puede verse afectada por una variedad de factores[35]
Características comunes.
Las siguientes características se presentan en las familias más disfuncionales:
? La falta de empatía, comprensión y sensibilidad hacia ciertos miembros de la familia, mientras que, por otra parte, la expresión de empatía extrema hacia uno o más miembros de la familia (o incluso mascotas) que tienen "necesidades especiales" (reales o percibidas).
? Negación (la negativa a reconocer el comportamiento abusivo, también conocida como el "elefante en la habitación").
? Inadecuados o inexistentes límites para uno mismo (por ejemplo, tolerar el tratamiento inadecuado de los demás, fallar en expresar lo que es un tratamiento aceptable e inaceptable, tolerancia de abuso emocional o sexual, o físico).
? La falta de respeto de los límites de los otros (por ejemplo, deshacerse de objetos personales que pertenecen a otros, el contacto físico que no le gusta a otra persona, romper promesas importantes sin causa justificada, violar a propósito un límite que otra persona ha expresado).
? Extremos en conflicto (ya sea demasiada lucha o argumentación insuficiente entre los miembros de la familia).
? Desigualdad o trato injusto de uno o más miembros de la familia debido a su sexo, edad (por ejemplo, las personas mayores, niños), habilidades, raza, posición económica, etc. (puede incluir frecuente actitud de apaciguamiento de un miembro a expensas de otros, o una desigual aplicación de las normas).
Aunque no universales, los siguientes síntomas son típicos de las familias disfuncionales.
? Niveles anormalmente altos de celos u otros comportamientos controladores.
? Padres divorciados o separados en conflicto permanente, o padres que se deben separar, pero no lo hacen (en detrimento de sus hijos).
? Falta de tiempo compartido, sobre todo en actividades recreativas y eventos sociales ("Nunca hacemos nada como una familia").
? Anormal comportamiento sexual como el adulterio, la promiscuidad, o incesto.
? Los niños tienen miedo de hablar de lo que está sucediendo en el hogar (dentro o fuera de la familia), o tienen de otra manera miedo de sus padres.
Miembros de la familia (incluyendo a los niños) que reniegan unos de los otros, y/o se niegan a ser vistos juntos en público (ya sea unilateral o bilateralmente).
Dinámica de las familias disfuncionales.
? El miembro aislado de la familia (ya sea un padre o un hijo contra el resto de la familia de otros modos unidos).
? Padre versus padre (peleas frecuentes entre los adultos, casados, divorciados o separados, llevada sin atención a los niños).
? La familia polarizada (un padre y uno o más hijos a cada lado del conflicto).
? Los padres versus los niños (brecha generacional o disfunción choque cultural).
? La familia balcanizada (nombrado en referencia a la guerra triangular de los Balcanes, donde las alianzas iban y venían).
? Todos contra toda (una familia que lucha en un estilo todos contra todos, aunque puede llegar a ser polarizada cuando el rango de opciones posibles es limitado).
Signos no saludables de crianza.
Lista de los signos de crianza insalubre que podrían llevar a una familia a convertirse en disfuncional:[36]
? Expectativas poco realistas.
? La ridiculización.
? Amor condicional.
? Falta de respeto, especialmente el desprecio.
? Intolerancia emocional (miembros de la familia imposibilitados de expresar las "malas" emociones).
? Disfunción social o aislamiento (por ejemplo, los padres no quieren acercarse a otras familias, especialmente las que tienen hijos del mismo sexo y edad aproximada, o no hacen nada para ayudar a sus hijos que no tienen amigos).
? Discurso de ahogado (a los niños no se les permite cuestionar o estar en disidencia con la autoridad).
? Negación de una "vida interior" (a los niños no se les permite desarrollar su propio sistema de valores).
? Ser sobreprotector, o lo contrario.
? Preferir a un hijo sobre el otro (es decir, tener a un hijo "favorito", ignorando al otro).
? Ser apático "¡No me importa!".
? Menospreciar "¡¿No puedes hacer NADA bien?!".
? Vergüenza "¡Debería darte vergüenza!".
? Amargura (independientemente de lo que se diga, se dice con un tono amargo de la voz).
? Ser hipócrita "Haz lo que digo, no lo que hago".
? Ser implacable "¡Pedir perdón no ayuda nada!".
? Declaraciones de juicio o demonización "¡Eres un mentiroso!".
? Ya sea carencia de crítica, o crítica excesiva; sin embargo, los entendidos en esta materia dicen que la "crítica constructiva" es la más saludable.
"Mensajes mixtos" por tener un doble sistema de valores (es decir, un juego para el mundo exterior, otro en privado, o la enseñanza de valores divergentes para cada niño).
? Padre ausente (rara vez disponible para sus hijos debido a la sobrecarga de trabajo, abuso de alcohol / drogas, el juego u otras adicciones).
? Proyectos, actividades, y promesas incumplidos que afectan a los niños "Vamos a hacerlo más adelante".
? Dar a un niño lo que por derecho pertenece al otro.
? Los prejuicios de género (trata a un género de los niños con justicia, y al otro injustamente).
? Debate y exposición a la sexualidad: ya sea con demasía, demasiado pronto, demasiado poco, o demasiado tarde.
?Disciplina defectuosa (es decir, el castigo por "sorpresa"), basada más en emociones o en políticas arbitrarias de familia que en reglas establecidas.
?Tener un estado emocional impredecible debido al abuso de sustancias, trastorno de personalidad, o estrés.
? Chivos expiatorios y triangulaciones (a sabiendas o imprudentemente culpar a un niño por las fechorías de otro).
? Un hermano más mayor recibe ya sea excesiva o ninguna autoridad sobre sus hermanos menores con respecto a su diferencia de edad y el nivel de madurez.
? El "sabelotodo" (no tiene necesidad de obtener la versión de la historia del niño cuando acusa, o la necesidad de escuchar las opiniones del niño sobre las cuestiones que en gran medida le afectan).
? Regularmente forzar a los niños a realizar actividades para las que están calificados muy por encima o muy por debajo de lo necesario (por ejemplo, utilizando un niño del preescolar para cuidar a un niño típico de nueve años de edad, llevar a un niño de corta edad a los
(del tipo egoísta, miserable) insatisfaciendo en su totalidad o de forma selectiva las juegos de póker, etc.).
? Ser un avaro necesidades de los niños (por ejemplo, el padre no va a comprar una bicicleta para su hijo porque quiere ahorrar dinero para la jubilación o "algo importante").
? Retención frecuente del consentimiento ("bendición") del padre para con el hijo, que quiere tomar parte en actividades comunes, legítimas y apropiadas para la edad.
? Naturaleza frente a crianza (padres, a menudo no biológicos, culpan de problemas comunes a la herencia del niño, mientras que la tutela defectuosa puede ser la causa real).
Conclusiones y recomendaciones
9.1. Conclusiones.
Conflictos familiares, qué hacer?
En todas las familias es frecuente que se vivan problemas o dificultades; esto hasta cierto punto es normal, lo importante es cómo se enfrentan y resuelven. Las dificultades pueden ayudar a aclarar malos entendidos, a reconocer errores y fortalecer los lazos afectivos y de comunicación entre los integrantes de una familia. Describe alguna dificultad que haya tenido tu familia:¿Cómo se resolvió? Cada grupo familiar se adapta a las circunstancias que le toca vivir, dependiendo de la personalidad de sus miembros, la época en que se viva, sus valores, su propia historia. Por ejemplo, el nacimiento de un nuevo integrante; el primo que se queda un tiempo; la muerte de alguno de ellos, etcétera .Los integrantes de una familia reaccionamos de diferente forma frente a las dificultades. A algunos nos pueden dar ganas de gritar, a otros de hablar; también podemos hacer como que no pasa nada o evitar hablar de lo que sucede. Cuando no se resuelven las dificultades familiares, se puede ocasionar un ambiente de tensión, enojo o violencia, que afecte el estado de ánimo de sus miembros. Esto puede llevarlos a buscar sus propias soluciones, que muchas veces pueden exponerlos a diversos riesgos. Por eso es tan necesario que juntos analicemos y busquemos posibles salidas a los problemas. ¿Cómo enfrentar diversas situaciones difíciles?. Puede suceder que frente a las dificultades familiares, a veces no sepamos qué hacer y esto nos cause mucho enojo, frustración o impotencia. También llegamos a sentir que no podemos cambiar a los demás, que no nos escuchan. ¿Cómo enfrentar estas situaciones?. ¿Qué opciones tenemos? ¿Cómo saber cuándo tenemos la razón y cuándo no?. ¿Cuándo nos conviene ceder y cuándo no? ¿Cómo distinguir si es responsabilidad de nosotros o dela otra persona?¿Recuerdas alguna dificultad familiar?¿Con quién fue?¿Por qué fue?¿Qué sentiste?¿Se llegó a alguna solución?. Sí. ¿Quién y qué facilitó la solución?. No ¿Qué obstáculos impidieron llegar a una solución?. Ahora que ya pasó el tiempo, ¿crees que esa dificultad hubiera tenido otras alternativas de solución?. Sí, No ¿Cuáles?. Si volvieras a vivir esta dificultad, ¿qué cambiarías de tu actitud? Trata de ilustrarlo dibujándolo en una hoja de papel en blanco. Aprender a manejar los conflictos no es una tarea fácil, se necesita más que buena voluntad para hacerlo.
La comunicación en la familia.
Ya sabemos que el diálogo es uno de los factores más importantes en las relaciones interpersonales, pero lo es todavía más en la relación de la familia. Lee cómo afecta la comunicación en casa.
El lenguaje es el medio más importante que utiliza el bebé cuando quiere relacionarse con su alrededor. Ya hacia los nueve meses, el niño sabe si sus padres están enfadados, contentos o si le muestran afecto o no. El aprendizaje del lenguaje es muy importante para la posterior comunicación en la familia. Los gestos, las miradas, la expresión de la cara, son elementos que pueden ayudar a manifestar las actitudes, los sentimientos, las motivaciones que favorecen un clima familiar acogedor.
Lenguajes verbal y gestual.
Desde el momento en que nace, el bebé es capaz de captar la intensidad del afecto, es capaz de notar si se le abraza o si se le sostiene sin más. Es capaz de valorar la mirada de un adulto. Esto también pasa con las personas adultas y entre los miembros de una familia. Hay mil maneras de utilizar el lenguaje pero todas ellas tienen un mismo fin: la comunicación.
El lenguaje es social y está limitado por los conocimientos de cada uno. Los símbolos son personales e inagotables y la posibilidad de combinar ambos lenguajes (verbal y gestual) implica comunicación. ¿Qué mejor que usarla en familia?
Bases de la comunicación.
La comunicación se basa en los sentimientos, información tanto objetiva como subjetiva que transmitimos, recibimos y comprendemos. Nos sirve para establecer contacto con las personas cercanas a nuestro entorno, con la familia, para expresar y comprender lo que pensamos y lo que escuchamos, para unirnos, vincularnos por el afecto.
Cuando existe comunicación en una familia, es muy probable que exista un compañerismo, complicidad y un buen ambiente de unión y afecto en la casa. Sin embargo, crear este clima y este ambiente de comunicación en la familia no resulta fácil. Es importante que ayudes a tus hijos a favorecer este clima; es decir, hay que introducir elementos y costumbres que favorezcan el buen ambiente en la familia.
Comunicación entre padres e hijos
La mayoría de problemas del día a día de la convivencia familiar se resolverían, si nos esforzáramos por tener una buena comunicación con nuestros hijos. Hay muchas formas de hacerlo. Se puede hacer con un gesto, se puede hacer con una mirada de complicidad, se puede hacer con la palabra, escuchando música, leyendo, haciendo deporte…También nos podemos comunicar silenciosamente. Sólo contemplando unos padres junto a la cama de un hijo enfermo, mimándolo o dándole la mano vemos el máximo de comunicación. El silencio se hace necesario por el reposo de su hijo, pero la comunicación no debe faltar.
Ya se ve que para comunicarse no se necesitan palabras, sino que se necesita afecto y que haya un clima de confianza y, ¿cómo conseguimos este clima? Podemos reflexionarlo, puesto que se hace muy difícil recibir la confianza de nuestros hijos si no hacemos un esfuerzo para ser acogedores y estar tranquilos y de buen humor a la hora de comunicarnos. Es imprescindible comprender a nuestros hijos; saber intuir qué les preocupa, qué nos quieren decir o qué necesitan. La base de la comunicación, es amar, interesarse por sus cosas y ayudar a que ellos solos vayan resolviendo sus dificultades. Cuando hay confianza se actúa con calma, no se improvisa y se da paz.
Hay muchas virtudes que pueden ser útiles para ayudar a la comunicación, con el clima de confianza adecuado, que favorece el diálogo, base de la comunicación, pero yo destacaría dos: la sinceridad y la discreción.
a) La Sinceridad: es decir siempre con claridad lo que se hace, lo que se piensa, lo que se vive. Nuestros hijos tienen que ver que nosotros somos sinceros siempre. Por esto debemos reflexionar y preguntarnos: ¿Cuántas veces hemos dejado incompleta una promesa o una reprimenda que habíamos anunciado a nuestros hijos?. ¿Cuántas veces nos han telefoneado y, por comodidad, hemos hecho decir que no estábamos en casa? ¿Cuántas veces hemos asustado a los pequeños diciendo "que viene el hombre del saco" y lógicamente aún lo esperan?. O otras medias verdades, que no dejan de ser mentiras que malogran la confianza.
Nuestra sinceridad tiene que ser ejemplar, la verdad tiene que ser objetiva, clara. Por ejemplo, si nos equivoquemos, pedimos perdón y lo reconocemos; esto es más educativo para el hijo que muchos sermones y consejos repetitivos. A veces los hijos no son lo suficiente sinceros con nosotros por no quedar mal o porque tienen miedo de que tengamos una reacción desmesuradamente enfadada con lo que nos dicen.
Sobre todo en la adolescencia tenemos que ser pacientes y estar preparados para que nos expliquen lo más impensable sin perder los nervios. Lo que es más importante siempre es que los hijos nos digan la verdad, aunque del susto recibido nos quedáramos sin aliento. Con todos los datos reales del problema, no nos equivocaremos a la hora de buscar soluciones juntos y reforzaremos la confianza mutua.
b) La discreción: hoy, más que nunca, se hace evidente que los padres debemos profundizar en esta virtud, que no es frecuente en el ambiente actual.
Muchos hijos se quejan de que los padres, o bien para vanagloriarse, o bien para quejarse explican las confidencias que ellos les han hecho. Ya se ve que este sería un defecto que influiría en la confianza que nos habrían dado los hijos; nada más y nada menos sería "ventilar" sus emociones; tampoco los hijos entienden las ironías ni bromas sobre sus "cosas", por lo tanto no conviene decir lo que nos confían y tenemos que considerar que para ellos aquello es muy importante, aunque a los mayores nos pareciera de poco valor.
Con la virtud de la discreción nace el discernimiento, para saber cuándo es prudente preguntar, o cuando hace falta esperar para hacerlo, puesto que hace falta respetar la intimidad del hijo y tener paciencia para recibir la confidencia. También distinguir el momento en que es conveniente dar el consejo oportuno. Pienso que cuando un niño pequeño tiene una pataleta, ¿verdad que es muy difícil corregirlo sí nos ponemos a gritar como él y perdemos los nervios?. Con los hijos mayores tenemos que hacer lo mismo, es sencillamente pasar por alto el momento de ofuscación y buscar el tiempo para dialogar con calma y serenidad. Una persona discreta no impone, no coacciona sino que observa y ayuda a mejorar reconociendo que ella también tiene defectos; por lo tanto, no se sobresalta por nada, y, con esta comprensión anima a su hijo a la sinceridad.
Para concluir, podríamos decir que el objetivo de procurar fijarnos en la sinceridad y la discreción, es ayudar a que haya el clima de confianza adecuada que haga de los padres buenos amigos de los hijos, a quienes los hijos pueden explicar sus ideales, sus problemas, sus alegrías. Empecemos a interesarnos por lo que les preocupa de bien pequeños y así fundamentaremos la franqueza del mañana.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |