Dar a conocer los cambios que implican el envejecimiento, los cuales van a determinar la adaptación de las personas a estos mismos.
Comprender en la actualidad la realidad de los adultos mayores.
Al conocer las implicancias del envejecimiento comenzar a desarrollar actividades de prevención e impulsar el envejecimiento activo como medida para prevenir la soledad y evitar o retrasar la situación de dependencia.
CAPITULO I
El proceso de envejecimiento
El envejecimiento es un proceso universal que afecta a todos los seres vivos. Desde el mismo momento de nacer se inicia un proceso continuo, denominado senescencia, que presenta una serie de modificaciones orgánicas y funcionales. Éstas se manifiestan gradualmente a lo largo de la vida y con variaciones en su aparición, según el medio ambiente en el que se desarrolle el individuo y sus condiciones y calidad de vida. Es decir, el envejecimiento es un fenómeno individual, que, aunque conocido, sorprende cuando se evidencia en uno mismo, porque nadie envejece por otro.
La concepción popular de la vejez suele asumir de forma indiscriminada la relación entre este proceso y la muerte, la enfermedad, la dependencia, la soledad, una menor capacidad adquisitiva y la pérdida de estatus, todo ello directamente asociado a una situación de vida totalmente negativa y contrapuesta a todos los valores considerados como positivos: juventud, trabajo, riqueza, etc. Por tanto, y desde esta perspectiva, el envejecer iría en contra de la "felicidad" del hombre. Evidentemente, la alternativa a este planteamiento debe partir de la propia sociedad: los individuos componentes de los grupos sociales deben diseñar y resolver proyectos de vida más amplios en los que tengan cabida diferentes concepciones de los valores y de la propia vida, para ser capaces de desarrollar nuevos códigos relacionales y, por tanto, para que cada uno de estos individuos tenga oportunidad de vivir pudiendo satisfacer sus aspiraciones y necesidades.
El proceso de envejecimiento no puede plantearse de forma comparativa con otras fases del desarrollo del hombre. Es importante tener en cuenta que las diferencias intrageneracionales cambiarán las características del colectivo de ancianos en épocas distintas. Las fórmulas que son válidas para los ancianos actuales pueden no serlo para los ancianos futuros ya que las condiciones y características de vida de unos y otros diferirán enormemente (valores culturales, alimentación, ambiente, enfermedades, etc.).
El envejecimiento es un proceso de transformación progresiva e irreversible y, debe considerarse tanto un acontecimiento individual como un fenómeno colectivo.
La concepción de la salud que plantea una visión sistémica, considera al individuo como un elemento integrante de un todo y, a la vez, como un conjunto de elementos que interactúan para conseguir un objetivo común: el equilibrio. Este "todo" no es más que la suma de los elementos, y la interacción armónica de todos ellos permitirá al individuo mantenerse en salud.
En el hombre, a lo largo del proceso de envejecimiento y debido a la propia evolución biológica, se producen unos cambios considerados "normales", que será preciso conocer para diferenciarlos de cualquier proceso capaz de alterar su salud. Estas modificaciones constituyen uno de los principales motivos de atención de las personas que cuidan a los ancianos, ya que cualquier pequeña causa es capaz de romper "el equilibrio funcional" individual, dejando al anciano en una situación de inestabilidad o fragilidad.
Los cambios anatomofisiológica que se producen a lo largo del desarrollo del hombre se inician al mismo tiempo que la propia vida y se hacen palpables de forma muy notable en los primeros años de existencia. Sin embargo, los cambios asociados al envejecimiento se inician de forma poco aparente, para exteriorizarse poco a poco. Todo esto requiere un ajuste y adaptación orgánica de cada individuo que le permita mantenerse en salud, lo que determinará, respectivamente, su capacidad de resistencia y adaptación. Los requerimientos individuales para resolver las necesidades de la vida cotidiana son distintos y están sujetos a las incapacidades o limitaciones personales para funcionar de forma independiente. Se puede hablar entonces del nivel funcional óptimo como aquel que permite al anciano ser lo más independiente posible.
Atendiendo a este planteamiento, es preceptivo analizar los cambios que se producen en el envejecimiento para que su conocimiento permita identificar las posibles limitaciones consecuentes, responsables de la disminución de las capacidades funcionales, y diferenciarlas de situaciones de enfermedad. Así, se puede definir al anciano sano como "aquel sujeto con alteraciones funcionales, al límite entre lo normal y lo patológico, en equilibrio inestable y con adaptación de los trabajos funcionales a sus posibilidades reales de rendimiento".
Todas las modificaciones que acompañan al organismo humano a lo largo de este proceso repercuten en la expresión de las necesidades individuales, que, aunque, como hemos dicho, son las mismas en esencia que en el adulto, difieren en su forma de expresión y especialmente en la forma de satisfacerlas, ya que el autoconcepto, los hábitos de vida y los conocimientos que el anciano tenga sobre su salud serán premisas fundamentales que condicionarán su capacidad de respuesta.
La conciencia y posterior aceptación de esta mutación orgánica y funcional, inherente al proceso de envejecimiento, ayudará al individuo a asumir su déficit y a no plantearse expectativas de respuesta más allá de sus capacidades funcionales.
Las conductas que desarrolla el anciano para desenvolverse en las actividades de la vida cotidiana generan una demanda específica y diferente de la expresada por el mismo individuo en cualquier otra etapa de su vida. La relatividad de lo "necesario" alcanza en geriatría una dimensión distinta y hace que requiera profundizar en el conocimiento del individuo anciano en toda su expresión. Así, la dualidad carencia/demanda de cuidados se convierte en una cuestión extremadamente delicada y en la que intervendrán tres factores básicos: las aptitudes individuales, el entorno y el nivel de desarrollo alcanzado por el individuo, determinando el aceptar o no el proceso de envejecimiento como una nueva etapa del ciclo vital, por tanto podemos afirmar que la relación dependencia/independencia está condicionada a los recursos individuales.
Se considerará "anciano independiente" aquel que es capaz de solucionar las dificultades que le presentan las actividades de la vida cotidiana, y "anciano dependiente" aquel que es incapaz de resolver las dificultades que le genera la actividad cotidiana. Así, el anciano independiente utilizará los recursos de que disponga o que tenga a su alcance (propios o comunitarios), para satisfacer sus necesidades vitales, mientras que el anciano dependiente no será capaz de ello.
La consideración biopsicosocial del hombre y la influencia que el paso del tiempo tiene sobre él nos llevan a plantear los cambios que se producen a lo largo del proceso de envejecimiento desde tres perspectivas: cambios biológicos, cambios psíquicos y cambios sociales; éstos en su conjunto caracterizarán el perfil del anciano e influirán en la satisfacción de sus necesidades. Por ello, el proceso seguido para abordar el tema parte de la explicación somera de tales cambios, y de la influencia de éstos en las necesidades básicas.
Cambios biológicos. Desde esta perspectiva se analizan los cambios en la estructura anatomofisiológica del organismo: el envejecimiento de las capacidades físicas y sus limitaciones asociadas.
Cambios psíquicos. Incluyen los cambios de comportamiento, la autopercepción y las reacciones frente al fenómeno del envejecer propio y ajeno, los problemas de la relación con los demás y los conflictos, creencias y valores del propio individuo y de su visión de la vida y de la muerte. Anciano sano/anciano enfermo. Recuperado el 25 de setiembre del 2009 de http://club.telepolis.com/torrefdz/enfermero_y_licenciado6.htm
Cambios físicos o biológicos
Con el paso del tiempo en los sistemas y aparatos que componen el organismo se producen una serie de modificaciones, que afectan tanto a la estructura como a la función corporal.
Hay una serie de modificaciones que podemos considerar globales o generales:
A. Tendencia a la atrofia:
Es observable por: disminución del peso y volumen en los órganos, disminución del contenido hídrico, aumento de tejido conectivo y reducción de la vascularización capilar.
B. Disminución de la eficacia funcional:
A nivel celular se produce:
Un descenso del número de células, que en el caso de algunos sistemas, como el nervioso, se considera que puede producirse en un rango de pérdida de unas 100.000 por día. Aunque este valor pueda parecer muy grande, hay que indicar que el número aproximado de neuronas que puede contener el sistema nervioso central es de billones.
Un aumento del tamaño celular, la pérdida de elementos celulares provoca un intento de contrarrestar la carencia mediante el crecimiento de las células restantes. Por otro lado, las células hipertrofiadas suelen presentar dentro del tejido una distribución menos regular.
A nivel tisular:
Los tejidos que pierden células no recambiables suplen la pérdida incrementando el tejido de relleno, el tejido conectivo ocupa espacios que ahora son no funcionales.
A nivel sistémico
Sistema músculo-esquelético
i. Articulaciones
Cambios macroscópicos a nivel del cartílago articular. Cambia la proporción de sus componentes, aumentando la rigidez del colágeno. Así se observa: fibrosis local periférica, pérdida de elasticidad y artrosis en el 80% de mayores de 55 años, en los que se pueden apreciar cambios radiológicos debido a:
A. Desciende el riego sanguíneo del hueso subcondral
Menor remodelación ósea
Cambios en la geometría de la articulación
Cambios en la distribución de las fuerzas en la articulación
B. Micro fracturas en el hueso subcondral
Articulaciones vertebrales: Las articulaciones vertebrales sufren una serie de cambios a nivel del disco intervertebral que van a causar una serie de transformaciones físicas:
Aumento de la densidad por pérdida de agua, se vuelve más duro, consistente y delgado. Estos cambios determinan:
Disminuye la estatura: ¼ parte de la longitud de la columna vertebral es discal.
Disminuye la flexibilidad del raquis.
La atrofia de los discos, juntamente con la artrosis a nivel articular en las vértebras, produce el desplazamiento de las apófisis espinosas hacia arriba dando una línea media espinal más huesuda.
Articulaciones de los miembros: Las articulaciones del miembro superior son las que presentan menos alteraciones, se mantiene la envergadura de los brazos que sirve para estimar la estatura de la persona.
Las articulaciones del miembro inferior son las que soportan mayor presión y desgaste, y por lo tanto mayores cambios. Esta zona, menos resistente por sí misma, se torna más frágil y quebradiza, lo que explica las frecuentes fracturas de cuello y trocánter en la ancianidad.
Con el envejecimiento, la pérdida de fuerza en los músculos y ligamentos dan lugar a un pie plano con un giro hacia afuera (valgus) y los centros de presión se desplazan al borde interno del pie, los arcos de la bóveda plantar se desequilibran dando lugar a la aparición de callosidades y a la dificultad en el equilibrio corporal, la alineación y la marcha.
ii. Hueso
Pérdida de masa ósea: Disminución del peso del esqueleto con la edad.
Desmineralización: Mineral y matriz orgánica.
Osteoporosis.
Adelgazamiento de las trabéculas en el hueso esponjoso. Trama ósea más delgada.
Aumento de las lagunas de reabsorción y aumento de esponjosidad en las zonas del endostio en el hueso compacto.
Sexo y diferencias raciales:
Las mujeres pierden, en 30 años, el 25% unos 700 gramos de los 3000 de su esqueleto
Los hombres pierden 12% unos 450 gramos de sus 4000 de esqueleto
La razón de pérdida Mujeres/Hombres es de 3:2
Las mujeres de raza negra presentan una pérdida inferior, de carácter genético
Consecuencias derivadas de las alteraciones osteoarticulares
Modificaciones de la silueta:
Disminución de estatura: 1 cm/10 años al disminuir la longitud de la columna vertebral.
Cambios en la curvatura de la columna: Cifosis torácica:
Aumenta el diámetro antero posterior.
Disminuye el diámetro transverso.
Cambios en los planos corporales: Inclinación de los planos:
Plano frontal hacia delante.
Plano sagital hacia abajo.
Plano transverso hacia delante.
Desplazamiento del centro de gravedad del ombligo a la sínfisis púbica.
Flexión de caderas y de rodillas.
Inclinación de la cabeza.
Modificación del triángulo de sustentación: Hacia el arco interno del pie.
iii. Músculos
Descenso en el número de fibras musculares.
Aumento extracelular de líquido intersticial, grasa y colágeno.
Densidad de capilares por unidad motora disminuidos.
A nivel celular hay un intenso depósito de lipofuscina.
Función:
Pérdida gradual de fuerza muscular.
Prolongación del tiempo de contracción y de relajación.
Descenso en el desarrollo máximo de tensión.
Cambios en el sistema cardiovascular
i. Cambios anatómicos
a) Cambios anatómicos cardíacos
Hipertrofia miocárdica.
Áreas de fibrosis y aumento del contenido de colágeno endocardio.
Reducción del número de fibras miocárdicas e hipertrofia de las residuales.
Fibras musculares con incremento de lipofuscina.
Engrosamiento y rigidez de las válvulas cardíacas.
Disminución del número de células del sistema de conducción.
b) Cambios anatómicos vasculares
Las paredes arteriales se hacen más rígidas.
Incremento de la relación colágeno/elastina de aorta y grandes vasos.
Disminución de la elasticidad de las fibras colágenas.
Membrana basal endotelial engrosada.
ii. Cambios funcionales
Disminución del gasto cardíaco (1% /Año) en respuesta al estrés o ejercicio.
El gasto cardíaco disminuye con la edad, a los 70 años es inferior en un 25% que a los 20.
Disminución de la frecuencia cardíaca en respuesta al estrés o ejercicio. La menor capacidad de respuesta del sistema simpático explica la reacción alterada del corazón al ejercicio.
Disminución del flujo sanguíneo coronario.
Aumenta la duración de la contracción ventricular con la edad.
Tono vasomotor disminuye.
Respuesta menor a la estimulación beta-adrenérgica.
Aumento de la resistencia periférica (1%/Año). Disminución de la cantidad de elastina y de músculo liso en las paredes arteriales, las paredes se hacen más rígidas.
Aumento de la presión arterial, mayor en la sistólica.
Aumento de la velocidad de la onda de pulso.
Cambios en la sangre y sistema inmunitario
Prácticamente no hay cambios en la sangre y sus componentes con la edad. A pesar del descenso en la masa celular activa del organismo, el volumen sanguíneo no disminuye.
Aunque la anemia en los ancianos es frecuente, no parece ser consecuencia del envejecimiento normal sino más bien de una respuesta al estrés, que con muy poca probabilidad originaría un problema hematológico en el joven. En los neutrófilos de ancianos y jóvenes la secreción enzimática basal es la misma, pero tras la exposición a agentes estimulantes, la velocidad y cantidad total de enzimas liberadas está claramente reducida en el anciano.
La determinación de los efectos de la edad sobre la función inmunitaria es difícil de precisar debido a que existen demasiados factores individuales y externos, aparte de la edad, que son muy influyentes, como la nutrición, la contaminación ambiental, las enfermedades previas, las influencias de los sistemas endocrino y nervioso, etc.
Sistema respiratorio
i. Cambios morfológicos
Disminución en la movilidad de las costillas y contracción parcial de los músculos respiratorios, debido a la cifosis progresiva, la osteoporosis y el colapso vertebral junto con la calcificación de los cartílagos costales.
Se reduce la adaptabilidad de la pared torácica y el pulmón se vuelve más rígido.
Reducción en el número de alvéolos, los restantes son mayores con espesas fibras elásticas. Existe una atrofia de las paredes alveolares.
ii. Cambios funcionales
La elevación de las costillas y el adelgazamiento del diafragma dan lugar a un
aumento del 50% de la capacidad residual funcional entre los 30 y 90 años.
El volumen residual, medida del equilibrio de las fuerzas elásticas del pulmón aumenta el 100%. No cambia la capacidad pulmonar total.
Disminuye el flujo espiratorio forzado.
Disminuye la capacidad respiratoria máxima.
Desciende la presión parcial de oxígeno entre un 10 y un 15%.
Consumo de oxígeno: La cantidad máxima de oxígeno en condiciones de estrés se reduce en un 50% hacia los 80 años, justificándose no por falta de ventilación alveolar sino por fracaso de la perfusión, retraso en la difusión de oxígeno y deterioro en la utilización por parte de los tejidos estresados.
La reducción de la fuerza de los músculos espiratorios disminuye la efectividad propulsiva de la tos, que junto a la disminución de la actividad ciliar en el revestimiento bronquial y el aumento del espacio muerto, pueden dar complicaciones mecánicas e infecciosas ya que se retienen secreciones en tráquea y bronquios.
Cambios en el sistema gastrointestinal
i. Cambios morfológicos
Boca: Disminución de la producción de saliva. Erosión de dentina y esmalte.
Retracción de la encía y reducción de la densidad ósea en el surco alveolar.
Esófago: Descenso en el número de fibras musculares (también a nivel de la faringe) tanto lisas como esqueléticas, las restantes experimentan hipertrofia.
Estómago: Atrofia de la mucosa gástrica, probablemente por aceleración de la muerte celular y por enlentecimiento en la renovación celular.
Intestino grueso: Aumento de tejido conectivo, una cierta atrofia mucosa, hipertrofia de la muscular mucosa. La diverticulosis del colon sigmoide está presente al menos en 1/3 parte de los individuos mayores de 60 años y en los 2/3 de los mayores de 80 años. En la diverticulosis existe un aumento de elastina en la tenia coli, con un aumento del grosor de la tenia y del músculo liso circular. Estos cambios pueden conducir a un acortamiento del colon y a unas presiones intraluminales mayores.
Hígado: Descenso del tamaño hepático.
Páncreas: No hay descenso significativo en el peso del páncreas (95 g), sin embargo la pérdida de tejido funcional puede quedar enmascarada por un aumento de tejido graso.
ii. Cambios funcionales
a) Motilidad:
En personas muy ancianas se han detectado reducciones en la amplitud de las contracciones esofágicas más por debilidad en la contracción del músculo liso que por pérdida de control nervioso sobre el mismo. Función del esfínter esofágico inferior disminuida. Pirosis postprandial, hernia de hiato.
Hay pocas modificaciones descritas en la motilidad gástrica e intestinal, existiendo una disminución del tono muscular intestinal. La incontinencia fecal aumenta con la edad debido a una disminución del tono del esfínter y a las heces semilíquidas.
b) Secreción:
Gástrica
Acido gástrico: La secreción desciende intensamente entre los 40 y 60 años de edad hasta 1/5 parte de sus valores iniciales, después se estabiliza.
La pepsina desciende bruscamente entre los 50 y 60 años.
c) Absorción:
La función más importante del sistema gastrointestinal se mantiene para todos los nutrientes:
Proteínas: Posibles defectos en la absorción de aminoácidos.
Glúcidos: Posible disminución en la velocidad de absorción.
Grasas: No hay diferencias significativas en la absorción de lípidos.
Función hepática: Las enzimas hepáticas de los ancianos pueden ser menos inducibles que las de individuos más jóvenes. La consecuencia más importante respecto al deterioro de la función enzimática hepática es la propensión a contribuir a reacciones farmacológicas adversas en enfermos ancianos, debido a un metabolismo de fármacos enlentecido.
Función vesicular biliar: Los mecanismos de estabilización y absorción de colesterol se vuelven menos eficientes y aparece la litiasis biliar en un 10% de hombres y un 20% de mujeres entre los 55 y 65 años, llegando al 40% a los 80. Aumenta la frecuencia de colelitiasis.
Cambios en el sistema renal
i. Cambios morfológicos
Cada riñón contiene 1 millón de nefronas en el momento del nacimiento, éstas aumentan de tamaño, pero no en número, hasta llegar al estado adulto. Durante la maduración se pierden algunas, pero después la pérdida se acelera de forma que entre los 25 y 85 años el número desciende de un 30 a un 40%. La pérdida de masa renal no es uniforme, siendo mayor en la corteza que en la médula. Las nefronas restantes se hipertrofian, aunque a pesar de ello el peso del riñón disminuye.
ii. Cambios funcionales
La función también se ve disminuida:
Tasa de filtración glomerular, desciende un 40% desde los 20 hasta los 90 años.
Flujo plasmático renal, disminuye en un 53% variando de 600 ml/min a 300 ml/min.
Reabsorción de glucosa máxima, desciende en un 43% (pudiendo aparecer glucosuria).
Secreción máxima de paraaminohipurato, desciende en un 47,6%. – Menor capacidad para reabsorber el Na.
Aumento del nitrógeno urético en plasma, menor capacidad de excreción.
Disminución moderada en la capacidad de concentración de la orina.
Respuesta a las sobrecargas ácidas o básicas retrasadas y prolongadas.
Cambios en el sistema nervioso
i. Cambios morfológicos
El encéfalo se mantiene estable hasta los 50 años (aunque el inicio de la pérdida de peso y volumen comienza a los 30 años) para ir disminuyendo su volumen a razón de un 2% por década. En el proceso se ven implicadas tanto la sustancia gris como la blanca, aunque la sustancia gris se pierde antes que la blanca.
Adelgazamiento de las circunvoluciones cerebrales, en particular las frontales y las parietales. Con la edad hay una tendencia a la atrofia cortical y a la dilatación ventricular. Los surcos corticales se ensanchan.
Reducción neta del flujo sanguíneo cerebral.
Acumulación de proteínas anormales en los cúmulos y placas.
Acumulación intracelular del pigmento lipofuscina, que se produce en vacuolas de almacenamiento y que cuantitativamente está relacionada con la edad.
Diversas lesiones anatómicas guardan una alta correlación con la demencia senil, pese a la edad de inicio. Las más comunes son las placas seniles y los cúmulos neurofibrilares.
Las alteraciones dendríticas son de interés relevante. El hipocampo desempeña un papel crucial en la formación y mantenimiento de la memoria, y de la densidad dendrítica y de las espinas dendríticas depende la entrada de información a las neuronas. En el encéfalo senil (y de dementes) se puede observar pérdida progresiva de entramado dendrítico de las neuronas piramidales.
Velocidad de conducción menor, entre los 50 y los 80 años desciende un 15%.
Órganos de los sentidos
Vista:
Pérdida de elasticidad del músculo orbital, provoca disminución de la movilidad ocular, inversión o eversión del borde del párpado inferior.
Degeneración del músculo elevador y pérdida de grasa orbital dando un exoftalmos o hundimiento de los ojos de la órbita.
Agudeza visual disminuida.
Descenso de la capacidad de acomodación. A medida que la persona envejece los ejes del cristalino se modifican. El continuado crecimiento del cristalino hace que se ensanche hacia adelante reduciendo la cámara anterior del ojo, provoca un cambio que puede hacer aparecer una cierta miopía o astigmatismo.
Aparición del arco senil, un depósito de lípidos que forma un círculo blanco a nivel del borde externo del iris.
Oído
Más de 1/3 de las personas mayores de 75 años experimentan una pérdida auditiva.
El umbral medio para los tonos puros aumenta con la edad para todas las frecuencias y para ambos sexos. La correlación anatómica es la degeneración del órgano de Corti en el extremo basal de la cóclea.
Gusto y olfato
Hay una pequeña disminución en el número de papilas gustativas y atrofia, se pierde la capacidad de detección de sabores salados más que de los dulces. También hay una reducción en la capacidad de identificación olfatoria, aunque no varía la inervación.
Tacto
Reducción en la agudeza del sentido del tacto. En el curso del envejecimiento se producen pérdidas selectivas de sensibilidad vibratoria, discriminación de dos puntos y reconocimiento táctil, mientras que la sensibilidad posicional, el tacto ligero o la presión son normales.
Cambios en el sistema endocrino y reproductor
La característica fundamental del organismo anciano es una reducción progresiva en su capacidad para mantener la homeostasis frente al estrés ambiental. El efecto general de los cambios del envejecimiento sobre el sistema neuroendocrino es una resistencia progresiva a la retroalimentación negativa de los órganos diana. Por tanto, incluso aunque la respuesta inicial a unos estímulos estresantes sea la adecuada, a medida que el organismo envejece hay un aumento de la probabilidad de que la respuesta pueda ser persistente y, finalmente, inapropiada e incluso nociva para el organismo.
a) Cambios estructurales en el aparato reproductor masculino: La disminución de testosterona circulante produce los siguientes efectos:
Disminución en el tamaño de los testículos, perdiendo firmeza.
Degeneración de los túbulos seminíferos haciéndose más tortuosos y gruesos.
Disminución de volumen y viscosidad del líquido seminal.
Hipertrofia prostática, con contracciones más débiles.
b) Cambios estructurales en el aparato reproductor femenino: La disminución de estrógenos en la menopausia concreta más, que en caso del varón, el momento de pérdida de fertilidad.
Atrofia del útero, vagina y resto del aparato genital, con pérdida del soporte
vascular.
Regresión en los caracteres sexuales secundarios, sin embargo se mantienen
prácticamente hasta final de los 60 años.
Aumento en las gonadotropinas.
Cambios en el sistema tegumentario: pile, pelo y uñas
Piel
Adelgazamiento de las capas celulares de la epidermis.
Reproducción celular más lenta, las células son más grandes e irregulares.
Descenso del número de melanocitos, así la función fotoprotectora está disminuida.
Disminución de la inmunidad celular cutánea y la sensibilidad a antígenos.
Dermis adelgazada, mayor tendencia a que la epidermis resbale sobre la dermis. Hay un aumento de la fragilidad vascular. Se reduce el número de capilares dando lugar a la palidez cutánea y dificultando los procesos de cicatrización.
La elastina pierde sus características elásticas, el colágeno se hace más rígido dando lugar a las arrugas y a la flojedad de la piel en el anciano.
Pérdida de grasa subcutánea, desciende el grosor de los pliegues cutáneos.
Las glándulas sudoríparas descienden en tamaño, número y función,
contribuyendo a la sequedad de la piel y a una disminución funcional de la termorregulación.
Disminución de la secreción de las glándulas sebáceas.
Pelo
Disminución en el diámetro del tallo (parte del pelo que emerge de la piel).
Velocidad del crecimiento del pelo disminuida.
Disminución de producción de melanina por parte de los melanocitos.
Uñas
Velocidad de crecimiento de las uñas menor (0,83 mm/semana a los 30 años a
0,52 mm/semana a los 90 años).
Reducción del aporte vascular al lecho ungueal dando lugar a uñas mates, quebradizas, duras y gruesas con estriaciones longitudinales por alteración de la matriz ungueal.
Cambios psíquicos
Para comprender en toda su amplitud los cambios psíquicos atribuibles a la edad hay que considerar la interrelación entre:
Las modificaciones anatómicas y funcionales en las estructuras cerebrales (ya analizadas en el envejecimiento del sistema nervioso y órganos de los sentidos).
Las modificaciones en las funciones cognitivas (inteligencia, memoria, resolución de problemas, creatividad).
Las modificaciones en la efectividad (vivencia de las pérdidas, motivación, personalidad).
Modificación de las funciones cognitivas:
La disminución de las funciones cognitivas durante el envejecimiento es uno de los aspectos que suele vivirse como una gran amenaza para el bienestar e incluso para la integridad personal. Muchas personas ancianas, por ejemplo, refieren la pérdida de memoria con mayor angustia, que un dolor crónico, o toleran peor la falta de relación familiar que un determinado proceso de enfermedad. Ateniéndonos a la estrecha relación entre estos aspectos y a la lenta evolución con que suelen producirse las modificaciones en esta área, resulta difícil generalizar el alcance de las pérdidas ya que la persona anciana irá adaptándose poco a poco e incluso ensayará y pondrá en práctica estrategias sustitutorias para los déficits que van apareciendo.
Hay que considerar que la evaluación del funcionamiento cognitivo está sujeta a dos premisas:
a) La subjetividad en la interpretación de las capacidades intelectuales.
b) La poca familiaridad de las personas ancianas en el uso de los instrumentos utilizados a este fin.
Esto establece posibles limitaciones a la medición de las habilidades mentales, sobre todo si no va acompañada de la observación y conocimiento de las características del proceso de envejecimiento.
i. Inteligencia
La edad, por sí sola, no parece ser un factor que modifique de forma apreciable la utilización de las facultades mentales, aunque las personas mayores suelen utilizar los conocimientos adquiridos a lo largo de su vida para compensar la lentitud de respuesta a distintos estímulos. Esta situación nos permite identificar la estabilidad como una de las principales características de la inteligencia en los mayores.
El enlentecimiento de las capacidades intelectuales es el factor clave que hay que tener presente en los cambios psíquicos, y su traducción en el comportamiento individual se caracteriza por: fatiga intelectual, pérdida de interés, pérdida de atención y/o dificultad en la concentración. A menudo, este cambio de ritmo no es más que un reflejo del enlentecimiento orgánico general, por tanto si consideramos que la persona anciana precisará invertir mayor cantidad de energía para adaptarse a las diferentes situaciones que le plantea su proceso de envejecer, podremos entender la naturaleza de sus respuestas.
La forma de inteligencia que reconocemos como inteligencia fluida guarda relación con el aprendizaje y precisa una base neurofisiológica. En ella se sitúa la creatividad, el comportamiento innovador y permite al individuo la resolución de problemas nuevos. La inteligencia cristalizada, la relacionamos con la experiencia y la reflexión. Está vinculada a los aspectos culturales, educacionales y de experimentación. Permite al individuo dar respuesta a los problemas utilizando las estrategias aplicadas en la resolución de situaciones ya vividas.
Parece fácil deducir pues que la inteligencia fluida, que depende de la capacidad de adaptarse rápida y eficazmente a situaciones nuevas, estará disminuida, mientras que la inteligencia cristalizada se mantendrá e incluso aumentará, al estar directamente relacionada con la experiencia.
El razonamiento verbal no parece sufrir cambios, aunque sí se aprecia una ligera pérdida en la capacidad para la conceptualización y la flexibilidad mental.
Se observa también un declive en la agilidad mental precisa para la coordinación de movimientos, especialmente relacionada con el funcionamiento de la vista y el oído.
Los componentes de la inteligencia humana (percepción, razonamiento, abstracción, formación de conceptos, y resolución de problemas) están influenciados también por múltiples aspectos personales, educacionales, culturales, o del propio entorno, por eso las manifestaciones en el comportamiento individual son diferentes, así como las respuestas a las situaciones de cambio.
ii. Memoria
La pérdida de memoria reciente parece ser el signo general característico de los cambios psíquicos, durante el envejecimiento. A la persona le resulta difícil evocar sucesos recientes y sufre además pequeños olvidos. Diferentes factores se interrelacionan además con esta pérdida de memoria, aunque no se conocen las causas exactas ni tampoco el alcance de esta interacción, abarcan desde los cambios neurológicos y circulatorios que afectan la función cerebral, la oxigenación y la nutrición celular, hasta la motivación, la pérdida de interés por el entorno, los sentimientos de impotencia, los estados depresivos, el desacuerdo con la situación de vida actual, vivencia de duelos, etc.
Las personas ancianas refieren dificultad de para retener informaciones poco significativas, especialmente si deben esforzarse mucho o si en el momento de recibir esa información tienen su foco de atención en alguna otra actividad. También expresan tener problemas en la organización secuencial de la información recién llegada, así como en la capacidad para sintetizar.
La memoria a largo plazo, o memoria remota, parece estar bien conservada, los ancianos recuerdan situaciones y hechos antiguos, pero también acontecimientos nuevos almacenados en su memoria remota. Son capaces de evocar con detalle, hechos que tuvieron lugar en otra época, época por otro lado seguramente significativa en su historia de vida. La memoria remota permite recordar y conservar el vocabulario, las experiencias, los recuerdos y mucha más información útil sobre el mundo que les rodea y sobre sí mismos.
Es importante tener presente que la memoria visual se conserva intacta durante más tiempo que la memoria auditiva o que las relaciones temporo-espaciales.
La memoria sola no tiene ningún significado si no va acompañada del mantenimiento de la actividad mental. Utilizar medios simples como listas, agendas, notas, calendarios, etc., permite recordar a las personas mayores sus ocupaciones, responsabilidades o actividades, sin representar para ellos graves inconvenientes.
iii. Resolución de problemas y creatividad
La dificultad en la organización de la información, la rigidez de pensamiento, junto con la prudencia en la toma de decisiones, puede condicionar la capacidad para resolver los problemas. Si la situación es poco precisa, la decisión se hace difícil, y la capacidad para resolverla disminuye. El elemento condicionador por excelencia, capaz de limitar las respuestas del anciano, será el tiempo. Sin embargo, sus soluciones suelen ser mucho más tácticas y valiosas, cuando ponen en práctica sus experiencias de vida y su sabiduría.
La creatividad es difícil de medir ya que está íntimamente relacionada con lo cognitivo y con la afectividad. No hay límites de edad en la creatividad, ni tampoco está reservada a unos cuantos elegidos. Las personas mayores pueden descubrir su potencial creativo a través de nuevas experiencias o nuevas actividades que, acompañadas de entusiasmo por la vida, les hacen sentirse reconocidos.
Modificaciones en la afectividad
La mayoría de personas ancianas han adquirido una madurez emocional a través de sus experiencias vitales, lo que le permite responder a situaciones de pérdidas afectivas. Sin embargo, su estado de salud física y mental, así como la calidez u hostilidad del medio en el que viven, influirán en la expresión de su emotividad. Con la edad aumentan las crisis, los problemas, los factores estresantes cobran mayor importancia; y se agravan por las difíciles situaciones de vida que presentan muchas personas ancianas, y también a causa de la disminución de las fuerzas físicas para hacer frente a esas dificultades.
i. Motivación
La motivación representa el impulso generador de actividades dirigidas a la satisfacción de un objetivo preciso. No podemos esperar que las mayores ocupen las 24 horas del día con las mismas actividades que otras personas más jóvenes, pero sí debemos procurar que las que realizan sean satisfactorias, les hagan sentir útil y participantes en la sociedad. La imaginación es importante a la hora de pensar cuáles son los intereses de las personas mayores, pero es esencial plantearse que tanto la propuesta como la decisión deben tomarla ellos mismos. Los centros cívicos, las asociaciones, el voluntariado, etc., son recursos hacia los que hay que dirigir a las personas mayores que lo necesiten.
ii. Personalidad
Suele afirmarse que los rasgos de la personalidad del individuo se remarcan con la edad.
Cuando hablamos de personalidad madura, hablamos de personalidad que se mantiene estable si no aparece ningún problema de enfermedad. Ciertamente el individuo no suele presentar cambios espectaculares en su personalidad, aunque si realiza ciertos ajustes según las circunstancias vitales. Así, la personalidad puede verse afectada por diversos factores:
Estado de salud, entorno familiar, pérdidas afectivas, situación de vida, experiencias, etc.
Los análisis de tipologías referidas a personas mayores hacen referencia a la adaptación al envejecimiento. Así se identifican personalidades "adaptadas" y personalidades "mal adaptadas". Entre las primeras, estarían los ancianos realistas, contentos de vivir esta etapa de su vida de forma satisfactoria, que se mantienen activos e interesados por todo lo que les rodea. Y también, los que siendo más pasivos que los anteriores, están contentos de ser jubilados y de no tener ninguna obligación con la sociedad. O los que son estrictos consigo mismos, que han antepuesto el deber al placer, y que creen que serán vulnerables en el momento en que cese su actividad.
Entre las segundas, las mal adaptadas, identificaríamos a las personas coléricas, negativas y hostiles, que siempre están descontentas, que no aceptan envejecer y que tienen miedo a morir. O aquellos cuyo balance de vida es negativo, se sienten culpables de todo y consideran la muerte como única salida a su situación de vida desagradable.
Cambios más frecuentes en relación con la personalidad
Marcada tendencia a la introversión: no opina, se queda callado, se aísla.
Rechazo e inadaptación a la vejez y una inconformidad severa con la imagen corporal.
Pérdida de la autoestima: Es la manera de percibirse, esto permite la propia evaluación; depende la manera que cada uno tiene de enfrentar la vida, valorarse a sí mismo y valorar a los demás, y de ella depende en gran medida también, la manera más o menos airosa, exitosa, que cada uno practica para enfrentarse a los conflictos y dificultades de la vida. Adulto mayor:aspectos psicoafectivos del envejecimiento (1998, 20 de setiembre). Recuperado el 05 de octubre del 2009 de http://www.ubiobio.cl/vitrina/envejecim.htm
Manifestaciones de insatisfacción con la vida: Para ellos la vida ya no tiene sentido, falta de interés en las actividades normalmente placenteras. No se aprecia en personas mayores y ancianas que sean más intelectuales o que permanezcan mentalmente activas. José Luis Ysern de Arce. Adulto mayor:Aspectos psicoafectivos del envejecimiento. Recuperado el 24 de setiembre del 2009 de http://www.ubiobio.cl/vitrina/envejecim.htm
Comportamiento contradictorio: Temen a la soledad pero con frecuencia no aceptan las proposiciones que se les hace para evitarlas como una forma de no enfrentar nuevos abandonos o rechazos en el futuro.
Labilidad emocional y afectiva constantes: Por el menor motivo se entristecen, lloran o exhiben una incontinencia emocional inadecuada.
Quejas continuas: Ya sea en torno a su salud o pérdida de autonomía, sus quejas regularmente detalladas en su expresión, crean irritación en quienes los escuchan con sistematicidad, estas quejas demandan afecto e interés hacia sí mismos, pero suelen testimoniar más bien una disfunción de su sociabilidad y capacidad de amar y una forma de replegarse sobre sí mismos.
Apego a su hábitat (espacio, territorialidad): Se les hace difícil adaptarse a nuevos lugares, necesitan su espacio, su privacidad, exigen respeto a su rincón y sillón favorito, ya sea en hogar o en instituciones donde permanezcan temporalmente o por tiempo indefinido. Perfil psicológico del anciano (2007, 21 de agosto). Recuperado el 28 de setiembre del 2009 de http://www.revistaciencias.com/publicaciones/EElZZFlApyukFuYMNz.php
Cambios sociales
Los cambios sociales que se producen durante el envejecimiento se refieren principalmente al cambio de rol del anciano, tanto en el ámbito individual como en el marco de la propia comunidad. Asimismo considera las diferencias generacionales existentes a nivel de comportamiento social, y la dificultad de adaptación e integración que suele presentar la persona anciana ante estos cambios.
Cada etapa del desarrollo individual tiene su importancia. En el anciano este desarrollo estará sujeto a unas premisas fundamentales, no experimentadas de la misma forma por todos los individuos, ni con la misma secuencia de aparición temporal. Estas premisas están íntimamente ligadas a la vivencia de su envejecimiento y a la capacidad para aceptar y adaptarse a él. Por tanto, el ser consciente de las limitaciones en todas sus facetas permitirá al anciano establecer planes de vida satisfactorios.
Desde la perspectiva del trabajo de enfermería, la "colectivización" de los cuidados afecta negativamente al fomento de la independencia, por lo que se puede caer fácilmente en problemas de desindividualización, pérdida de autoafirmación, daño emocional y aislamiento social. José Noriega Borge, Misericordia García Hernández, Pilar Torres Egea. Proceso de envejecer: cambios físicos, cambios. Recuperado el 15 de octubre del 2009 de
http://www.arrakis.es/~seegg/pdflibro/Cap2.pdf
Cambio en el rol individual
Aunque los límites de la extensión de rol individual son difíciles de medir, a grandes rasgos los cambios en su dinámica se plantean desde tres dimensiones: El proceso de envejecimiento. Recuperado el 05 de octubre del 2009 de http://web.usal.es/~acardoso/temas/envejecimiento.htm
Como individuo único, capaz de decidir, con opiniones, creencias y valores propios, con una historia de personal e influido por un medio externo, con una concepción especial de la vida y de la muerte.
Como integrante de un grupo familiar, sus relaciones con él y el relevo de su papel en el seno de la familia.
Como persona receptora y representante de afecto, capaz de afrontar las pérdidas.
A. El anciano como individuo único
En la última etapa de la vida de las personas se hace patente la conciencia de que la muerte está más cerca y es previsible que ocurra en un futuro más o menos inmediato. La concepción de la vida y de la muerte adquiere en este momento un nuevo sentido. La respuesta individual del anciano frente a la vida y la muerte está condicionada por una serie de factores: creencias religiosas, cultura, factores educacionales, las propias experiencias sobre la muerte vividas a lo largo de su existencia y el estado en que se encuentre.
El temor y la angustia que rodean la muerte, y que el anciano suele verbalizar de modo general, están ligados a la imagen que cada individuo tiene de este trance, siendo la soledad, la oscuridad y el sufrimiento los componentes que más le preocupan.
La ancianidad es también el momento en el que las personas necesitan asumir, reasumir su existencia pasada y efectuar una relectura de su vida, ya que cada uno de nosotros necesita saber que ha conocido momentos épicos en los que afrontó con valor ciertas dificultades; y como en toda epopeya, contándolos, uno los embellece un poco, los aumenta; seguramente por eso los ancianos repiten siempre las mismas cosas. Remover los recuerdos no es siempre experimentar nostalgia, con la amargura de las penas. Puede ser, por el contrario, una reconciliación con la vida pasada, apreciando todo su contenido de gozo y de alegría, y tratando de asumir mejor, con la distancia y perspectiva que permite la edad, las desgracias y las penas, tratando de dominarlas mejor.
B. El anciano como integrante de un grupo familiar
El envejecimiento transforma el rol del individuo en el seno familiar. Las relaciones familiares cambian. El anciano no suele vivir con sus hijos y nietos, ya que ni las características de la estructura familiar ni los problemas de espacio en las viviendas lo facilitan. Este fenómeno es más habitual en las zonas urbanas que en las rurales.
Las relaciones entre el anciano, sus hijos y sus nietos pasan en general por dos etapas diferentes:
Cuando el anciano es independiente y no tiene problemas de salud, es una ayuda para la familia, participa en las tareas del hogar y se encarga del cuidado de los nietos, con los que establece unas relaciones de complicidad.
En el momento en que aparecen problemas de salud y de dependencia, las relaciones suelen invertirse: el anciano pasa de proporcionar ayuda a recibirla, de cuidar a ser cuidado, perdiendo peso específico dentro de la familia. Entonces siente que sus opiniones y decisiones no tienen tanto valor lo que le genera sentimientos de rechazo, inutilidad y abandono.
C. El anciano como persona capaz de afrontar las pérdidas
La ancianidad es una etapa de la vida caracterizada fundamentalmente por las pérdidas (pérdida de facultades físicas, pérdidas afectivas, pérdidas económicas…). Todas estas pérdidas van acompañadas de una serie de sentimientos como tristeza, pesar o dolor, y de una serie de reacciones tanto emotivas como de comportamiento de "duelo". La pérdida afectiva, especialmente relacionada con el cónyuge, es la que adquiere mayor trascendencia.
Las pérdidas afectivas van acompañadas de una gran tensión emocional y de un sentimiento de soledad. Pasa por períodos de pena y de dolor, y por periodos de remordimiento alternativamente unidos a reacciones de cólera, tanto dirigidas hacia el desaparecido por haberlo abandonado, como hacia las personas que le rodean para desplazar sus sentimientos y frustración. Estas pérdidas acarrean, en general, grandes cambios en su vida cotidiana como cambios de domicilio, nuevas responsabilidades…
De estas vivencias, la consecuencia que ocasiona más problemas es la soledad. Este sentimiento es muy difícil de superar. Por ello, algunos ancianos deciden formar nuevas parejas, ya que las necesidades emocionales precisan la misma atención que en otras etapas de la vida. La sociedad, y en particular la familia, suelen poner reparos a estas nuevas uniones, porque no se entiende que el anciano tenga sentimientos y necesite compartir sus emociones y estar acompañado.
La viudez
Una de las duras realidades que se presentan en la 3º edad es la pérdida del ser con el que se ha compartido una larga etapa de la vida. La repercusión por la pérdida del cónyuge dependerá, en gran medida, del grado de dependencia que se valla estableciendo.
La soledad del viudo: desde el punto de vista psicológico, la soledad es más un sentimiento que un concepto objetivo. El sentimiento de soledad es personal e íntimo pero incluye la respuesta de más personas y circunstancias que rodean al individuo que se siente solo. La viudez es la ruptura del eje fundamental de la familia, que es la pareja.
Condiciones de la vida del viudo: la soledad del viudo se ve agravada por la dependencia económica. Si el anciano que queda viudo padece alguna enfermedad, puede tener más dificultades para superar esta estado. Las enfermedades invalidantes agravan la soledad del viudo, pues tras el fallecimiento del cónyuge se encuentra con que no puede desarrollar los mecanismos de relación que puede poner en marcha el viudo sano. Otro problema es la burocracia, el anciano se encuentra en un entramado de gestiones, no siempre comprensibles, como es el arreglo de los papeles para cobrar las pensiones, etc.
Actitud de los hijos: es importante que los hijos comprendan en que soledad queda su padre o su madre y que traten en que soledad queda su padre o su madre y que traten de aliviarla. Estas situaciones tienen distintos aspectos personales. Sería interesante que los hijos organicen la atención de quien ha quedado solo en función de las necesidades de este y no de la propia comodidad. En ocasiones, los hijos toleran mal el sufrimiento de los padres y pretenden evitándolo a toda costa, pero hay que comprender que hay un tipo de sufrimiento completamente. La tercera edad. Recuperada el 12 de octubre del 2009 de
http://html.rincondelvago.com/la-tercera-edad.html
Cambio de rol en la comunidad
La contribución individual del hombre al grupo de pertenencia puede tener amplias perspectivas; sin embargo, la sociedad en general valora tan sólo al hombre activo, al que aporta trabajo y genera riqueza. No obstante, hay que considerar que los ancianos que ya han cumplido con su etapa productiva todavía tienen posibilidades de aportar conocimientos y de realizar tareas de ayuda comunitaria. La dimensión del papel del individuo, dentro de la comunidad, gira entorno a dos grandes ejes: la actividad laboral y la actividad social, caracterizadas por la participación en las tareas comunitarias. El hecho de envejecer modifica el rol que se ha desarrollado, pero no de forma individual, sino en el momento que la sociedad lo incluye dentro del grupo de ancianos, aproximadamente a los 65 años.
A. Rol social
El modelo de sociedad un tanto rígida e inamovible de principios del siglo XX ha sido sustituido por la libre elección de la pertenencia a un grupo. La búsqueda de identidad individual se plantea ahora sobre la base de la comparación con los demás, con lo que resulta inevitable pertenecer a un grupo determinado. Los cambios sociales producen en el anciano la sensación de no pertenencia al grupo escogido, al tiempo que el joven no es capaz de integrarlo en su grupo. Las costumbres, el estilo de vida y la concepción de la propia existencia separan las generaciones e inciden negativamente en el mutuo reconocimiento de los individuos que las componen.
Como consecuencia de este rechazo, se da la proliferación de grupos paralelos formados únicamente por ancianos lo que provoca un mayor distanciamiento intergeneracional. Estos grupos quieren hacer oír su opinión reclamando un mayor protagonismo social y debatir su forma de aportar algo a la sociedad y de canalizar el gran potencial que poseen.
B. Rol laboral: la jubilación:
En el rol laboral, el gran cambio viene dado por el momento de la jubilación, esta nueva situación comporta para el anciano, en ocasiones, una serie de consecuencias negativas que es necesario analizar para poder evitarlas.
La jubilación es la situación de una persona que tiene derecho a una remuneración o pensión, después de haber cesado total o parcialmente en su profesión u oficio. Es un permiso social para desligarse del trabajo, que se obtiene por el hecho de haber cumplido una edad previamente reglamentada o unos años de trabajo preestablecidos.
Consecuencia de la jubilación
En todos los países se ha dado prioridad al aspecto económico, sin tener en cuenta los aspectos físicos, psicológicos y sociales que comporta el hecho de la jubilación, ni tampoco el difícil proceso de adaptación por el que pasan algunas personas. La adaptación es difícil porque la vida social y sus valores están orientados en torno a la actividad y al trabajo que se realiza, de modo que estos proporcionan y condicionan, en la mayoría de las ocasiones, la personalidad, las relaciones, las relaciones y el "rol social". Esta pérdida de rol lleva consigo una serie de consecuencias que repercuten en la situación económica e incluso en la salud física y psíquica.
Las relaciones sociales se reducen de forma importante al dejar el ambiente laboral; los recursos económicos disminuyen en casi todos los casos, siendo en general insuficientes; el exceso de tiempo libre exige una reorganización de la vida cotidiana y una utilización de los recursos personales y culturales para evitar la angustia que produce el "no tener nada que hacer". Además, esta etapa coincide con la pérdida de los seres queridos, y la marcha de los hijos para crear su propia familia.
Diferentes gerontólogos han realizado estudios para medir el impacto que produce la jubilación. Se han descrito tres rupturas fundamentales:
La primera, la constituye la desvalorización que supone el cese del trabajo como una situación injusta de identidad social y de crisis de personalidad.
La segunda, el contar con un excesivo tiempo libre que en muchos casos es difícil de emplear.
La tercera, la ausencia de socialización en esta nueva etapa.
En esta línea también se han descrito repercusiones sobre la salud, como perturbaciones emocionales, por estados depresivos y ansiedad, acompañadas de astenia; trastornos del sueño, y manifestaciones hipocondríacas que pueden influir en la aparición de otro tipo de enfermedades.
Por el contrario, otras teorías mantienen que el empleo del tiempo libre en la jubilación puede constituir satisfacciones personales que evitan que se produzca esta situación de crisis y de falta de identidad. Que el paso a la jubilación sea satisfactorio o no dependerá de la preparación y de la familiarización del individuo con todo lo que conlleve esta nueva etapa.
Preparación para la jubilación
Ante las consecuencias descritas anteriormente, en algunos países desarrollados se están realizando programas de preparación para la jubilación. Los programas que se desarrollarán deben ser impartidos por un equipo multidisciplinar. Los grupos deben ser reducidos en cuanto a número de participantes, con el objeto de favorecer la participación y el intercambio de opiniones. Previamente al diseño del curso, se requiere conocer las características socioculturales del grupo para que su resultado sea más efectivo y realista.
Los tres objetivos básicos de los cursos que preparan para una mejor adaptación a la jubilación deben ser:
Cómo proyectar el futuro financiero (económico).
Cómo ocupar el tiempo libre.
Conocimiento de las alteraciones y/o problemas de salud que se puedan presentar con la edad. José Noriega Borge, Misericordia García Hernández, Pilar Torres Egea. Proceso de envejecer: cambios físicos, cambios. Recuperado el 15 de octubre del 2009 de
http://www.arrakis.es/~seegg/pdflibro/Cap2.pdf
CAPITULO II
Implicancias sociales del envejecimiento
Discriminación y Abandono
El abandono que sufren los ancianos es una problemática que se vive a diario, son innumerables las historias que existen sobre la discriminación que sufren en el núcleo familiar. No se toman medidas para remediar esto, se debe educar a la sociedad para evitar esta problemática social.
Una de las razones más comunes de abandono es cuando el anciano ha cumplido con su vida laboral útil. Entonces es considerado como persona no productiva en la sociedad actual, transformándose en una carga potencial de gastos para la familia a la que pertenece. El anciano es desplazado a un rincón del hogar, reduciéndose su mundo social provocándole aislamiento, soledad, cambios afectivos y variaciones en sus estados de ánimo. Pueden sufrir por parte de su propia familia un apropiamiento del hogar de forma paulatina, siendo desplazado a dependencias donde se ignora su opinión.
Cuando el anciano pertenece a un grupo familiar extenso y nadie se quiere preocupar o hacerse cargo de su cuidado, se le hace sentir que es una carga. Circunstancia que lo lleva a estados de depresión, rechazo, desequilibrio emocional, y su estado anímico decae, llevándolo a cuadros depresivos, deseando que llegue al momento de morir para llegar al término de su calvario. Siendo esta etapa de la vida la más dura y triste para una persona que debería disfrutar y descansar con agrado hasta el término de su vida, instancia que toda persona desea. La soledad que le aflige se ve reflejada muchas veces en el desear la muerte, para no ser carga de nadie y también para no ser una molestia.
En esta sociedad se subestima a los ancianos. No todos están enfermos de la cabeza para que los traten y les hablen como si fueran unos niños, o para que les quiten sus pertenencias. Tener dificultades para desplazarse no significa que no puedan realizar actividades que los hagan sentirse útiles. Muchos ancianos se desconectan del mundo porque están terriblemente solos, porque son marginados de toda actividad familiar. Incluso no somos capaces de tener tiempo para caminar un poco más lentos, ni para escuchar una frase mal articulada de un anciano.
El deterioro sería menos penoso si la familia del anciano comenzara por tratarlo como un igual que tiene cosas que decir; basta un saludo, una sonrisa y no subestimarlo. Por una mera cuestión de interés egoísta los ancianos son a veces desapoderados de la administración de sus bienes por sus propios familiares o instituciones (muchos se ven despojados de sus ahorros, casas o pensiones).
Existen muchas clases de malos tratos a ancianos. Se considera aquel acto cometido contra una persona mayor, que atente contra su vida, integridad física, sobre su seguridad económica, su libertad o comprometa gravemente el desarrollo de su personalidad, dentro del ámbito familiar o institucional. A los ancianos hay que saber escucharlos, oír sus preocupaciones y temores, darles nuestro afecto, que se sientan útiles, y ante todo tratarlos con amor y cariño. El que tengan 80 años no quiere decir que no piensen, o que dejaron de tener sueños. En todo momento realmente merecen ser respetados ya que ellos son los que nos han legado todo, son los guardianes de la sabiduría humana, son auténticos sabios llenos de experiencias en sus largas vidas. Maika Etxarri (2006, 9 de noviembre). Discriminación y abandono en los ancianos. Recuperado el 18 de setiembre del 2009 de http://luzblanca7.espacioblog.com/post/2006/11/09/-discriminacion-y-abandono-ancianos-maika
Maltrato, abuso y violencia
Cualquier acto u omisión que produzca daño, intencionado o no, practicado sobre personas adultas mayores de 60 años ó más, que ocurra en el medio familiar, comunitario o institucional, que vulnere o ponga en peligro su integridad física o psíquica, así como el principio de autonomía o el resto de derechos fundamentales del individuo, constatable objetivamente o percibido subjetivamente.
Caritas del perú. Problemática del abuso y maltrato del adulto mayor en la sociedad. Recuperado el 17 de octubre del 2009 de
http://www.gerontologia.org/portal/archivosUpload/Caritas_Peru_ponencia_maltrato_al_adultomayor.pdf
Tipos de abusos y maltratos
El abuso físico está definido como actos de violencia que causan dolor, daño o lesión, deterioro o enfermedad, e incluye ataduras, empujones, alimentar por la fuerza y uso inapropiado de restricciones físicas o medicación.
El psicológico o emocional es la conducta que causa angustia mental; por ejemplo, amenazas, insultos verbales y no verbales, aislamiento y humillación.
El financiero es el abuso del dinero o bienes de la persona anciana para ganancia personal del abusador; es como actuar como un ladrón (dinero, cheques de seguridad social, pensiones), o también haciendo uso de la coerción (cambio de testamento o concesión de poderes).
El abuso por negligencia es el fallo de la persona que está al cuidado del anciano, para satisfacerle las necesidades básicas de la vida diaria, y esa negligencia puede ser física, emocional o financiera. La física puede ser el fallo para entregarle de los lentes, la dentadura, las medidas de seguridad y la higiene; la negligencia emocional incluye aquellos fallos para proveer al anciano de estimulación social, como por ejemplo, dejarlo solo por largos períodos; y la negligencia financiera se produce con los fallos para usar los recursos disponibles para restaurar o mantener el bienestar del anciano.
El abuso sexual está definido como el contacto íntimo no consensual, o la exposición o alguna otra actividad cuando el anciano es incapaz de dar su consentimiento.
Existe también el llamado abuso por negación, que es una conducta del anciano que compromete su salud y seguridad; puede ser ejemplificado por un adulto viejo que rehúsa la necesidad de ayuda en varias actividades diarias.
En la categoría de misceláneos se incluyen otros tipos de abuso como la violación de los derechos de la persona en cuanto a su dignidad y autonomía, el abuso médico y el abandono.
La prevalencia de casos de abuso en el anciano no es fácil de obtener debido a algunos factores como el miedo al desquite, la vergüenza, el sentimiento de culpa, la incapacidad de responder cuestionarios o la presencia de demencia. En cuanto a la clasificación social, se sabe que ocurre en todas las razas, religiones y nivel socioeconómico. Igualmente, según el sexo, las mujeres son clásicamente las víctimas del abuso, además reportan los hechos más que los hombres, y en ellas la severidad del daño es típicamente mayor. Rita Campillo Motilval (2002, abril). Violencia con el anciano. Recuperado el 19 de octubre del 2009 de
http://bvs.sld.cu/revistas/mgi/vol18_4_02/mgi1542002.htm
La población de adultos mayores, principalmente los que viven en la pobreza, han recibido muy poca atención por parte de investigadores, prestadores de servicios y diseñadores de políticas públicas. Existe un limitado número de estudios que se han enfocado en la relación entre envejecimiento, género y pobreza. Sobre todo la inequidad persistente a nivel mundial en el acceso a oportunidades para una mejor calidad de vida entre las mujeres ancianas que viven en pobreza. Las inequidades del envejecimiento y el género están íntimamente vinculadas con la pobreza a través de una interrelación muy compleja, la cual debe ser entendida como el resultado de una secuencia de acciones y experiencias sociales diferenciadas por sexo que se inicia en edades tempranas y que culminan en la vejez. En el mundo, las mujeres añosas tienden a vivir en pobreza más que los hombres, y el crecimiento de este grupo poblacional con grandes desventajas sociales continúa aumentando de manera importante.
Inequidad de género
El género debe entenderse como una construcción social no natural que permea todos los rincones del tejido de una sociedad y se refiere al conjunto de características, oportunidades y expectativas que un grupo social asigna a las personas y que éstas asumen como propio, basándose en sus características biológicas, en su sexo. Los roles de género se construyen desde la infancia a través de la crianza y la educación escolar y familiar, y determinan las actitudes y conductas de hombres y mujeres en la sociedad. De esta forma, el nivel de bienestar de las mujeres y los hombres en la vejez es resultado de la trayectoria de vida que siguieron, así como del contexto social, económico e institucional que los rodeó. De acuerdo con esto, los hombres y las mujeres en la vejez se encuentran en diferentes estados de vulnerabilidad de acuerdo con el rol social y cultural y el nivel de protección institucional que la sociedad les otorga. Históricamente, la falta de reconocimiento de las relaciones de género como característica fundamental de la jerarquía social ha actuado como una eficiente barrera para abordar adecuadamente los problemas de equidad que enfrentan los hombres y las mujeres, principalmente en la vejez. Las mujeres en edad de la vejez tienden más a vivir sin una pareja que los hombres. Esto se da como resultado parcial de que, como ya se mencionó anteriormente, en promedio las mujeres vivan más años que los hombres.
Además, las mujeres tienden a formar uniones con hombres de mayor edad que ellas, y tienden menos que los hombres a formar nuevas uniones en casos de viudez, separación o divorcio. Por ello, durante la vejez, más mujeres que hombres se encuentran sin pareja, lo que las coloca en una situación vulnerable, tanto desde el punto de vista económico como social. Dicha vulnerabilidad por la falta de una pareja se observa sobre todo en países en desarrollo, donde la participación de las mujeres ancianas en la vida social y económica ha sido sumamente limitada, y su rol social depende, en gran medida, de su situación como hija, esposa o madre a lo largo de su vida. Salud pública de México (2007, abril). Género y pobreza: determinantes de la salud en la vejez. Recuperado el 17 de octubre de http://www.scielosp.org/pdf/spm/v49s4/v49s4a11.pdf
Seguridad social y económica
Dado que la vejez es una etapa de la vida caracterizada por la disminución de actividades en gran medida laborales, implica también una disminución de los ingresos.
En los países en desarrollo sólo una minoría de los ancianos cuenta con los beneficios de un sistema de jubilación. La inseguridad económica es un problema que afecta a todos los ancianos, pero particularmente a aquellos que desarrollaron actividades laborales en el sector informal y que no cotizaron para recibir una jubilación o una pensión en la vejez. Las mujeres ancianas están sobrerepresentadas en este grupo de adultos mayores que no reciben ingresos. Debido a los roles de género tradicionales, las mujeres tienen menos probabilidad de trabajar para generar ingresos y ahorros que les permitan solventar sus necesidades económicas en la vejez. Por ello, las ayudas familiares se hacen necesarias para apoyar a los adultos mayores.
Acceso a los servicios de salud
El difícil acceso de los adultos mayores a los servicios de salud no solo se debe a problemas financieros, sino también a la insuficiente de infraestructura de la comunidad, a las condiciones geográficas, demográficas y socioeconómicas, al poco conocimiento de esta población acerca de la salud, a las particularidades de la cultura dominante, al desconocimiento de la población acerca del envejecimiento, entre otros. La diversidad de temas relacionados con la salud de los adultos mayores indica que las causas de esas desigualdades son multifactoriales. Revista Panamericana de Salud Pública (2006, 6 de junio). Problemas de salud de los adultos mayores en una población de la frontera entre México y los Estados Unidos. Recuperado el 20 de octubre de http://www.scielosp.org/scielo.php?pid=S1020-892006000600010&script=sci_arttext
Así también en muchos países, el acceso a los servicios de atención a la salud está determinado por la participación en el mercado laboral en el sector formal. En los países en desarrollo, las mujeres que han trabajado toda su vida para generar ingresos, generalmente, se incorporan a la economía informal y no cotizan en las instituciones que aseguran una vejez libre de problemas o, por lo menos, que otorgan servicios de la salud en la senectud. Para Además, tradicionalmente, las mujeres usan los servicios de salud con mayor frecuencia que los hombres a lo largo de su vida, debido a las necesidades de atención derivadas por la reproducción y el cuidado de los hijos.
Esta característica puede colocarlas en una posición ventajosa ante los hombres, ya que a edad avanzada, cuando la salud requiere mayor atención, las mujeres pueden estar más familiarizadas con el manejo de su propia enfermedad que los hombres. Salud pública de México (2007, abril). Género y pobreza: determinantes de la salud en la vejez. Recuperado el 17 de octubre de http://www.scielosp.org/pdf/spm/v49s4/v49s4a11.pdf
Institucionalización
El modelo de familia se ha modificado, pero sigue constituyendo el soporte principal de los seres humanos. Sin embargo siempre han existido personas necesitadas de la protección social, bien por la falta de una familia, porque esta no se encuentra en las condiciones de brindarles la atención especial que requieren. Las causas que llevan a una persona a trasladarse a una casa a un asilo o residencia son diferentes: se ha atribuido factores físicos y psicológicos como tener un carácter dependiente o no tener una persona que lo atienda, experimentar pérdidas físicas, económicas o sociales. Sin embrago ciertos estudios han determinado que la decisión de internamiento se da por la interacción de tres variables: a) el creciente deterioro físico, b) la incapacidad o falta de voluntad de las personas con quienes convive para prestarle la debida atención al anciano que los necesita, c) la falta de servicios comunitarios que ayuden a mantener una vida independiente.
No es la falta de salud la variable determinante para la institucionalización de las personas, sino la falta de apoyo social.
Por otro lado, las propias personas ancianas prefieren, en cierto caso, mantener su independencia frente a sus hijos (as), siendo muchas veces la institucionalización la alternativa que hace posible esta decisión. La familia es el primer recurso que utilizan y desean utilizar las personas ancianas cuando por viudez, falta de salud, escasez de recursos, precisan del apoyo ajeno.
En general las familias así como los mismos adultos mayores recurren a la institucionalización cuando la situación resulta difícil de sobrellevar.
Institucionalización de personas ancianas: un reto sociológico. Recurado el 14 de octubre del 2009 de. http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=758587
Ausencia de confidentes:
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