Pero Tocqueville no anuncia el retorno al despotismo tradicional, en cambio, señala el alumbramiento de un nuevo despotismo por parte de la sociedad democrática, el Despotismo Blando. Cuando todos son iguales, librados a sus propias y limitadas fuerzas, sólo el Estado está capacitado para contener y supervisar la resignación de la libertad. Tocqueville advertirá el riesgo para la libertad que conlleva la irrefrenable tendencia hacia la centralización de los Estados y la formación de enormes poderes tutelares sobre los individuos.
Tocqueville comprendió observando a la sociedad norteamericana, descubre que la opinión pública fundada en el orden de los hechos aproxima a los individuos a un estado común, creando entre ellos una suerte de "igualdad imaginaria", a pesar de las desigualdades sociales existentes.
Schmitt intenta esclarecer la confusión contemporánea entre liberalismo y democracia. La democracia debe ser definida en tanto eliminación de la heterogeneidad. "El poder político de la democracia estriba en saber eliminar o alejar lo extraño y desigual, lo que amenaza la homogeneidad". De esta manera, la democracia se basa en la identidad de gobernantes y gobernados. Es la igualdad la que impera en ella, rasgo que remite a la concepción toquevilleana del estado social democrático. Ahora bien, una universalización de la igualdad humana no sólo anularía el concepto de igualdad política al devenir indiferente, sino que anularía la política misma. Esto "…no es propio de la democracia sino de un determinado tipo de liberalismo; no es una forma de Estado sino una moral y una concepción del mundo individualista-humanitaria."
Según su teoría, la democracia solo se puede llevar adelante en una sociedad homogénea, que tiene un solo interés y no con una sociedad heterogénea que apunta a intereses privados.
". Una sociedad así es incompatible con la democracia liberal puesto que el enfrentamiento de intereses conduciría siempre al dominio político de una clase sobre otra." (Manuel Aragón, Estudio Preliminar en Sobre el parlamentarismo, Pág. XVIII).
La situación del parlamentarismo para Schmitt es hoy tan crítica porque la evolución de la moderna democracia de masas ha convertido la discusión pública que argumenta en una formalidad vacía. Algunas normas de derecho parlamentario actual, especialmente las relativas a la independencia de los diputados y de los debates, dan, a consecuencia de ello, la impresión de ser un decorado superfluo, inútil e, incluso, vergonzoso. Los partidos ya no se enfrentan entre ellos como opiniones que discuten, sino como poderosos grupos de poder social o económico, calculando los mutuos intereses y sus posibilidades de alcanzar el poder y llevando a cabo desde esta base fáctica compromisos y coaliciones. Se gana a las masas mediante un aparato propagandístico cuyo mayor efecto está basado en una apelación a las pasiones y a los intereses cercanos. El argumento, en el real sentido de la palabra, que es característico de una discusión auténtica, desaparece, y en las negociaciones entre los partidos se pone en su lugar, como objetivo consciente, el cálculo de intereses y las oportunidades de poder; en lo tocante a las masas, en el lugar de la discusión aparece la sugestión persuasiva. Todo el mundo sabe que ya no se trata de convencer al adversario de lo correcto y verdadero, sino de conseguir la mayoría para gobernar con ella.
En consecuencia se puede decir que el parlamento no representa los intereses de todos sino los de la mayoría que se imponga, lo que lleva a concluir que la democracia no es conciliable con el pluralismo sino con la homogeneidad.
¿Qué sucede cuando se impone esta mayoría? Se sobreviene la dictadura de la mayoría. Será el despotismo de una mayoría triunfante frente a una minoría vencida.
La igualdad universal es la única igualdad que Schmitt concibe como útil, pero sabe que esta no es posible. Cree que el derecho de igualdad política y jurídica que otorga al ciudadano el voto es una igualdad sustancial que solo se reconoce dentro de un circulo de iguales y esto solo tiene sentido si esta sociedad es totalmente homogénea. Pero lo que en realidad esta igualdad es restringida a los seres humanos, adultos, responsables.
"..la tierra esta dividida en Estados, en su mayoría estados nacionales homogéneos que intentan llevar a cabo, con el fundamento de una homogeneidad nacional, una democracia, pero sin tratar en ningún caso a toda persona como un ciudadano emancipado. También el estado más democrático se halla lejos de dejar participar a extraños en su poder o en su riqueza."(Sobre el parlamentarismo, Pág. 14).
Schmitt dice que esta igualdad universal no puede llevarse a cabo por dos motivos:
* Cada área posee específicas igualdades y desigualdades, lo que quiere decir que reconociendo la igualdad en un ámbito puede privar de valor a otros.
* No se debe desatender la dignidad de cada individuo como ser único y particular.
La historia de la modernidad ha sido representada por Schmitt como una tragedia; la considera una época de decadencia y de ruina, como el momento en que lo político se desdibuja frustrando la promesa del orden. Así, la valentía de su miedo, hizo que descubriera la fragilidad de las estructuras liberales, dotándonos con ello de elementos en contra de la despolitización. En su obra es posible distinguir una aguda preocupación por la desaparición de lo político y, en su afán de persecución, por recuperarlo, nos hereda un modelo que permite imaginar nuevas formas de identificación y sobrevivencia de lo político.
El planteamiento teórico de Carl Schmitt inevitablemente obliga a volver la mirada hacia la historia y reflexionar sobre la función que ha tenido el Estado en relación con lo político.
*Estado Absolutista: S. XVII y XVIII, tenia el monopolio de la fuerza.
*Estado Liberal: S. XIX, el Estado no se inmiscuye en la economía, en lo personal, etc. Es un Estado Mínimo. Evita el conflicto. No tiene concepción de lo político.
*Estado Total: S. XX. Centralizador. La sociedad no se separa de lo político. Todo es político. Absorbe a la sociedad civil, no da lugar a la esfera privada.
El Estado neutral es impensable para Carl Schmitt, por cuanto el concepto de Estado presupone el de lo político. Si la distinción entre amigo y enemigo desaparece, lo hace también la vida política. Para Schmitt, el liberalismo no es una teoría política ya que "…tan sólo ha procurado vincular lo político a una ética y someterlo a lo económico; ha creado una doctrina de la división y equilibrio de los poderes, esto es, un sistema de trabas y controles del Estado que no es posible de calificar de teoría del Estado o de principio de construcción política". El pensamiento liberal se mueve entre dos esferas heterogéneas: la de la ética y la de la economía. De esta manera, la lucha, el antagonismo amigo-enemigo deviene desde el punto de vista económico en competencia y desde el punto de vista "espiritual" en discusión.
Schmitt también critica al liberalismo por afirmar sus bases teóricas sobre la primera tradición que, como antes mencionábamos, se inicia con Locke y ve al Estado como un garante del derecho y por esto declara: "La ley da autoridad". Schmitt, en cambio, ve el mandato personal como la única forma capaz de resolver el problema de la competencia. La pregunta ¿quién decide? no puede ser respondida por la propia Constitución. La soberanía es un concepto que no puede ni debe ser eliminado.
Otro problema del liberalismo tiene que ver con su visión respecto a que para este el pueblo solo puede expresar su voluntad en secreto, de esta manera los votos son contabilizados de manera aritmética y sale triunfante la mayoría. Esto ocasiona una dura critica por parte de Schimitt:
".Pueblo es un concepto perteneciente al Derecho Publico. El pueblo existe solo en la esfera de lo público. La opinión unánime cien millones de particulares no es ni la voluntad del pueblo ni la opinión publica. Cabe expresar la voluntad del pueblo mediante aclamación.Frente a una democracia no solo técnica, sino también, en un sentido vital, directa, el parlamento, generado a partir de un encadenamiento de ideas liberales, parece como una maquinaria artificial, mientras que los métodos dictatoriales y cesaristas no solo pueden ser mantenidos por la acclamatio del pueblo, sino que, asimismo, pueden ser la expresión directa de la sustancia y la fuerza democrática." (Sobre el parlamentarismo, Pág. 22)
Schmitt ha entendido que sólo hay dos sujetos que pueden ser soberanos: el monarca o el pueblo. Ningún régimen político puede fundamentarse ya en un principio trascendente, lo que impide que la legitimidad monárquica funcione como sustento de un orden político; pensar lo político en las sociedades contemporáneas obliga reflexionar sobre la legitimidad democrática. Si para Schmitt la democracia es igualdad, aquella sólo puede desenvolverse en un medio homogéneo. Es por esta razón que dictadura y democracia no son términos antitéticos. Para Schmitt la dictadura es el reverso del parlamentarismo. Si la primera es sinónimo de concentración de poder, el segundo se construye sobre la base de la división de poderes. Por su parte la democracia no requiere, en términos schmittianos, de división de poderes; la legitimidad democrática no es más que la soberanía del pueblo y la soberanía es por definición indivisible. "Schmitt se manifiesta a favor de la identidad democrática sustancial, capaz de decretar el extrañamiento del desigual, del que amenaza la homogeneidad, con ello quedaría abierta a una voluntad dictatorial, en cuanto distinga entre amigos y enemigos, el contenido de la igualdad democrática. La teoría schmittiana de la identidad-homogeneidad permite legitimar como democrática la dictadura sin trabas."
El nuevo desencuentro entre la democracia y el liberalismo
La crisis del Estado de Bienestar y el ascenso del neoliberalismo
Desde la segunda posguerra se abrió un prolongado proceso de crecimiento económico que permitió la mayor conciliación histórica entre liberalismo y democracia: la democracia pluralista de equilibrio y el desarrollo del Estado de bienestar convergieron asegurando, al menos en los países centrales, libertades políticas y niveles de vida superiores para sus sociedades.
Los procesos de redistribución económica y social encarnados en el Estado de Bienestar, brindaron las bases para una relación más equilibrada entre las distintas fuerzas sociopolíticas, lo que en términos teóricos satisfacía el presupuesto, inherente al pluralismo, de que una distribución más amplia de poder económico contribuiría a lograr un mismo efecto al nivel del poder político.
Cabe preguntarse si la concentración de la riqueza y la desigualdad social que, como veremos, resultan de las políticas neoliberales, no terminarán afectando necesariamente las bases del pluralismo político. Planteada la cuestión en estos términos, nuestra época podría estar asistiendo al comienzo de un desencuentro de largo plazo entre democracia y liberalismo.
Un poco de historia
El "Estado de bienestar", que es la época comprendida desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la década de 1970, implicó para el trabajador, alcanzar una serie de beneficios cuyo origen tenían distintas fuentes, las que de manera sumaria pueden consignarse: La nueva conformación del mapa político mundial desde el final de la segunda guerra mundial; la asistencia brindada por los gobiernos de distintos países a los ex combatientes y sus familias en la forma de pensiones, subsidios, atención sanitaria y otros; agregado a esto, los antecedentes emanados de la consigna principal de la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad, fraternidad, que fue revalorizada; los beneficios introducidos por Bismarck en Alemania, -como paliativo para la situación de desborde social- consistente en garantizar la atención sanitaria a los problemas de salud derivados de la actividad laboral, a la mujer embarazada; y un sistema previsional que garantizaba una retribución a los ancianos; la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establecieron entre otras cosas, el derecho al trabajo, un salario digno, el derecho al descanso, condiciones laborales dignas, etc.
Todos estos antecedentes con intereses subjetivos, dieron lugar al fortalecimiento de las organizaciones gremiales que actuaron con fuerza en la defensa de tales derechos.
". a la luz de la doctrina keynesiana de la planificación económica, el Estado de Bienestar llegó a concebirse no tanto como una carga impuesta a la economía, sino como un estabilizador interno de tipo económico político, que ayudaba a regenerar las fuerzas del crecimiento económico y evitaba que la economía cayese en espirales descendentes hacia profundas recesiones." (Contradicciones en el Estado de Bienestar, Claus Offe, Pág. 137).
Cabe aclara antes de comenzar con la etapa de la crisis que Ernesto Isuani hace la distinción entre Estado de Bienestar y Estado Keynesiano.
El primero surge como respuesta a problemas político-sociales antes de la gran depresión y esta caracterizado por su rigidez, ya que crea derechos garantizados jurídicamente e incorporados a la conciencia de la población. El segundo surgió como respuesta a la crisis como ruptura con el pensamiento liberal, respondió a problemas de índole económica y además sus instrumento son flexibles para poder ser utilizados anticiclicamente.
Pero lo que mas hay que destacar de su teoría es que el opina que lo que entro en crisis en la década del ´70 fue el Estado Keynesiano y no tanto el Estado benefactor.
Acerca de la crisis
Desde mediados de los setenta comienzan a decaer el crecimiento capitalista que había caracterizado a los años de pos- guerra. Desde entonces comenzaron a observarse caídas en materia de producción y productividad, incremento en los niveles de desempleo e inflación creciente. El shock petrolero de los setenta señaló el hecho desencadenante de la crisis: su fuerte impacto sobre los costos potenció tensiones inflacionarias que ya se venían acumulando; además, significaba el fin del acceso fácil a la materia prima clave que había sustentado el modelo de desarrollo.
El aumento del gasto social benefició a los trabajadores. Sin embargo, lo que no resulta tan evidente es quién financiaba esta expansión constante del gasto social. Claus Offe ha sostenido que, al haber sido el gasto social financiado en gran medida por los propios trabajadores, el Estado de bienestar habría operado una redistribución al interior de los propios asalariados antes que entre el capital y el trabajo. Los programas sociales del Estado de bienestar se convirtieron en el principal mecanismo que buscaba contrarrestar, mediante un incremento permanente del "salario social", la presión laboral sobre el salario directo que afectaba en forma inmediata la ganancia empresaria. Sin embargo, si bien esta estrategia permitía transferir al conjunto social el financiamiento del bienestar, en el mediano plazo tendría un fuerte impacto en términos de déficit fiscal, cuyo creciente peso perturbaría la marcha de la economía.
En el trasfondo de la crisis se halla, entonces, el desproporcionado incremento de demandas igualitaristas alentadas por el Estado de bienestar, la excesiva participación democrática y una exagerada politización de los temas y conflictos de la sociedad civil. La lógica de la democracia alimenta la inflación de expectativas, "espiraliza" ofertas y demandas sociopolíticas que vuelven ingobernable la sociedad. La crítica neoliberal a la ingobernabilidad de las democracias distribuye responsabilidades compartidas entre gobernados y gobernantes: a los primeros, por la sobrecarga de demandas, a los segundos, porque motivados por la maximización del poder no hacen más que reconocer exigencias que no podrán satisfacer.
Y son, en definitiva, las ideas del neo liberalismo, que propone retomar aquella concepción original de que el Estado no debe participar con su autoridad arbitraria en economía, sino solamente asumir el rol de proteger la seguridad nacional y de propiciar leyes que garanticen libertad para producir, competir, crear y desarrollarse a todos los individuos por igual. Las corporaciones gremiales -progresivamente- fueron perdiendo su influencia y su poder.
Las ideas de Tocqueville y Schmitt en este periodo
Parecen haber acordado su irreconciabilidad. Mientras que en Tocqueville el Estado de Bienestar se puede identificar con su "Despotismo blando", en Schmitt puede hacérselo con su "Estado Total". A esta altura ya tenemos claro que las connotaciones que le dan cada uno a estos términos son claramente antagónicas. El primero negativo, el segundo positivo.
Veamos cual es la definición de Despotismo Blando en Tocqueville:
".Sobre estos (los hombres) se eleva un poder inmenso y tutelar que se encarga solo de asegurar sus goces y vigilar su suerte. Absoluto, minucioso, regular, advertido y benigno, se asemejaría al poder paterno, si como el tuviese por objeto prepara a los hombres para la edad viril, pero, al contrario, no trata sino de fijarlos irrevocablemente en la infancia y quiere que los ciudadanos gocen, con tal de que no piensen sino en gozar. Trabaja en su felicidad, mas pretende ser el único agente y el único arbitro de ella, prevee a su seguridad y a sus necesidades, facilita sus placeres, conduce sus principales negocios, dirige su industria, arregla sus sucesiones, divide sus herencias y se lamenta de no poder evitarles el trabajo de pensar el la pena de vivir." (La Democracia en América, IV Parte, VI Capitulo, Pág. 633).
¿Cuál seria entonces el defecto del estado de Bienestar para Tocqueville?
Eso sucede, advirtió Tocqueville, cuando el avance de la democracia es acompañada por exigencias de que sean niveladas las condiciones sociales. El peligro es la obsesión de alcanzar la igualdad a través del aumento y centralización del poder estatal. Nivelar las condiciones sociales, observaba Tocqueville, implica utilizar al estado para destruir aquellas asociaciones intermedias que reflejan las diferencias sociales y que, al mismo tiempo, limitan el poder del gobierno.
Ese despotismo blando corrompe a los ciudadanos y al estado democrático. Los ciudadanos votan por los políticos que prometen usar al estado para suministrarles cualquier cosa que ellos quieren. La clase política cumple siempre y cuando los ciudadanos hacen lo que sea necesario para complacer a todos.
Y como ya dije mas arriba Tocqueville percibía el componente igualitario inherente a la democracia propenso a expandirse hacia el campo social y económico y, por ende, como principal amenaza a la libertad.
Veamos ahora la definición de Estado Total de Schmitt:
".La equiparación estatal y político es incorrecta y errónea en la misma medida en la que Estado y sociedad se compenetran recíprocamente; y todos los asuntos hasta entonces solo sociales se convierten estatales , como ocurre necesariamente en una comunidad organizada de modo democrático."( El concepto de lo político, pag. 19)
La democracia de masas del siglo veinte ha provocado así un completo cambio de escenario y el surgimiento de un Estado total en el que todo, absolutamente todo, es al menos potencialmente político.
¿Por qué es algo deseable este Estado de Bienestar para Schmitt?
Para Schmitt lo político es la distinción entre amigo y enemigo. Se puede llegar a una definición conceptual de lo político sólo mediante el descubrimiento y la fijación de las categorías específicamente políticas. Lo político debe por esto contener y alguna distinción de fondo a la cual pueda ser remitido todo el actuar político en sentido específico. Para Schmitt lo político es la distinción entre amigo y enemigo.
El liberalismo es la sistematización de una doctrina que trata de "vencer" al poder estatal aportando diversos recursos para la protección de la libertad individual y la propiedad privada. La idea de derechos inalienables niega la de derecho de guerra y por lo tanto anula el de la soberanía. Esta doctrina ha despolitizado a la sociedad, a la economía, lo que pretende es un estado neutro.
El liberalismo propone la lucha o la competencia en lugar de la posibilidad de enfrentamiento y eliminación física. La guerra sí tiene, sin embargo, el doble carácter de presupuesto último y de caso excepcional que desvela, más allá de las ilusiones legitimistas y normativistas de los liberales, la esencia de lo político. O como concluye Schmitt: "es por referencia a esta posibilidad extrema como la vida del hombre adquiere su tensión específicamente política".
Hasta tal punto esto es así, que si el pacifismo quiere adquirir una dimensión política tiene que reconocer paradójicamente la eventualidad del enfrentamiento bélico, de una guerra contra la guerra. De hecho –admite Schmitt- "ésta se ha convertido en una de las más prometedoras maneras de justificar la guerra. Cada guerra adopta así la forma de "la guerra última de la humanidad". Y esta clase de guerras son necesariamente de intensidad e inhumanidad insólitas, ya que van más allá de lo político y degradan al enemigo al mismo tiempo por medio de categorías morales y de otros tipos, convirtiéndolo así en el horror inhumano que no sólo hay que rechazar sino que hay que aniquilar definitivamente; el enemigo ya no es aquel que debe ser rechazado al interior de sus propias fronteras".
Creo que con esto queda claro porque la preferencia de Schmitt por este tipo de Estado y el rechazo a la doctrina liberal.
Estado de bienestar y crisis en Argentina
El Estado de Bienestar en Argentina hace su aparición durante las dos presidencias de Juan Domingo Perón.
El índice de desempleo era bajo, la redistribución del ingreso era bastante equitativa, la clase trabajadora recibió variados beneficios sociales desde salud, educación hasta seguridad laboral.
Impuso una serie de medidas laborales:
Limito la jornada laboral a 8 horas diarias o 42 horas semanales; derecho a día franco semanal; pago de horas extras; bonificaciones especiales por buen desempeño o perfecto presentismo; días de permiso por fallecimiento de familiares; bonificación por turismo social, o sea, un importe de dinero para que el trabajador -si lo deseaba- saliese de vacaciones; bonificaciones en dinero por nacimiento de un hijo y/o matrimonio, etc.
Por su parte, las asociaciones sindicales, con el aporte económico de cada trabajador, tenían su propia organización interna a través de la cual prestaban una serie de beneficios para sus afiliados:
Una obra social con coberturas sanitarias de todo tipo; turismo, poniendo a disposición de los afiliados hoteles en distintos lugares del país, equivalentes a la categoría de tres y cuatro estrellas a los que se accedía pagando en cuotas, las bajas tarifas establecidas; préstamos personales sin interés; becas para los hijos de trabajadores que cursaban estudios universitarios; la provisión de útiles escolares cada año, para hijos de trabajadores que cursaran estudios primarios o secundarios, etc.
El avance del neo liberalismo en otros lugares del mundo, llega a la Argentina, estableciendo con su estrategia la desarticulación del estado de bienestar lo cual afectó a la clase trabajadora de distintas maneras, pero una muy usual fue la siguiente:
En primer lugar, el estado favoreció la privatización de las empresas que había creado varias décadas antes. Las empresas privatizadas rápidamente se reestructuraron en varios sentidos: Incorporando nuevas tecnologías y por lo tanto requiriendo personal especializado, pero también apuntando a mejorar el rendimiento tanto de los empleados como de los tiempos de ejecución de tareas, entre otras cosas, con lo cual los lugares de trabajo se presentaron superpoblados de trabajadores.
Ante esta situación, las empresas empezaron a ofrecer "retiros voluntarios" a los trabajadores, lo cual significaba aceptar una indemnización y renunciar a la empresa.
El paso siguiente consistió en ofrecer a los ex empleados un puesto de trabajo, firmando contratos por dos años en condiciones sumamente diferentes a las anteriores, o en otros casos, a través de la conformación de sociedades de responsabilidad limitada o cooperativas que implicaron una forma de encubrir la precarización.
Otra desventaja que experimentaron los trabajadores consistió en la desvinculación del gremio al cual pertenecían anteriormente y por ende, quedaron indefensos también en ese aspecto.
Como consecuencia, el desempleo fue alcanzando niveles históricos. El empobrecimiento conllevó al descuido y el deterioro en la salud tanto del desocupado como de su familia. En este mismo sentido las repercusiones en el seno familiar tuvieron distintas manifestaciones porque mientras algunas familias fortalecieron su unión, otras desembocaron en la disolución. La autoestima de los ex empleados descendió porque se sintieron inútiles, engañados, estafados, etc. Por supuesto, sin ingresos como los anteriores, hubo pérdida del poder adquisitivo, pérdida de la posibilidad de hacer estudiar a sus hijos y un sinnúmero de otras consecuencias, pero todas desfavorables para millones de personas.
Puede advertirse sin lugar a dudas, que las épocas anteriores a la que se identifica como Estado de bienestar, estuvieron caracterizadas por la opresión del trabajador, la dominación de las minorías y la existencia de una gran cantidad de enfermos, pobres, indigentes, analfabetos y otras condiciones tan desfavorables como estas, para la gran mayoría de la gente. Con el advenimiento del Estado de bienestar, una gran mayoría de seres humanos miembros de la clase media de nuestro país vivió en condiciones mucho mejores. Y posteriormente, cuando se recurrió a la implementación de políticas alternativas, pero relacionadas con aquellas dominantes y opresoras de otras épocas pasadas, las condiciones de esos mismos tiempos han vuelto también a instalarse, aunque con sus variantes.
Conclusión
Las nuevas condiciones históricas redefinen el rol de la democracia, restringiéndolo casi exclusivamente a su capacidad de gobernar el sistema político y la sociedad civil, quedando relegado su aspecto de instrumento idóneo para la construcción de la "buena sociedad". La democracia es cada vez más identificada como un método para elegir autoridades, con una trama de instituciones y procedimientos, desapareciendo del horizonte colectivo la idea de democracia social y de participación.
Luego de más de dos décadas de experiencias neoliberales en varios países desarrollados, cabe preguntarse si esas democracias se asientan ahora en estructuras sociales más compatibles con un régimen democrático: desde la tradición de la teoría democrática la respuesta difícilmente puede ser afirmativa. Sociedades más desiguales, más integradas en lo precario y con fuertes concentraciones de poder económico y social, no parecen ser la mejor garantía para la estabilidad política en el largo plazo. Los tributos neoliberales a la gobernabilidad constituyen gravosas hipotecas para el futuro.
Creo que la democracia no puede solucionar todos los problemas de la sociedad y para esto no debe prometer cosas que no puede hacer.
Creo el dilema de la democracia radica en que no todos tienen una misma concepción de ella, por lo tanto se ve colmada de demandas que suelen ser hasta contradictorias. El máximo ejemplo con el que nos encontramos es el de la distinción entre democracia formal y democracia sustancial. El problema es elegir entre una u otra, pues todavía no ha sido creada una idea mejor.
Estrella de nueve puntas. |
«El Más Grande Nombre», en referencia a Bahá'u'lláh. |
|
|
Una invocación en árabe «Ya Bahá'uI-Abhá» («Oh Gloria del Más Glorioso»). |
Autor:
Betsabe Zamer
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |