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El suicidio y el sistema capitalista


  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Conclusiones
  5. Notas
  6. Referencias Bibliográficas

Resumen

El suicidio es la acción de quitarse la vida de forma voluntaria. Con este trabajo se pretende establecer una relación causal entre el sistema capitalista de producción y este fenómeno que en el siglo XXI ha alcanzado cifras alarmantes y afecta, incluso, a los niños y adolescentes. La propiedad privada, la alienación, la pérdida de valores de la sociedad y la influencia de los medios de comunicación provocan inestabilidad emocional y actitudes autodestructivas que terminan en el suicidio. La organización del trabajo adoptado por el capital transnacional ha producido la aparición del suicidio en el trabajo como un fenómeno social que afecta a más de un país. Propiciar factores como la autoestima, las relaciones sociales ricas con familiares y amigos, una relación estable de pareja, el apoyo social, el respeto a las creencias religiosas y la rápida identificación y tratamiento de las enfermedades mentales brinda un accionar práctico a nivel micro que no llega a la profundización de las causas primaria de este fenómeno.

Introducción

Según datos de prensa, cada segundo algún ser humano trata de suicidarse en algún país del mundo, y cada 40 segundos, un suicida cumple su propósito. En el año 2000, unas 815.000 personas murieron a causa del suicidio en todo el mundo. Esto representa una tasa mundial de mortalidad anual de cerca de 14,5 por 100.000 habitantes. El suicidio es la decimotercera causa principal de muerte en el mundo, un millón de personas, entre 15 a 44 años de edad, por año, se quitan la vida; esta cifra aumentará al millón y medio para 2020 (Organización Mundial de la Salud, 2009).

El término suicidio proviene del latín sui caedere, "matar a uno mismo". Es la acción de quitarse la vida de forma voluntaria. Para considerarse suicidio, la muerte debe ser un elemento carnal y el motivo del acto, y no sólo una consecuencia casi ineludible: los mártires no son considerados suicidas, dado que se sacrifican en nombre de una creencia; tampoco son suicidas los que se sacrifican por otros en caso de emergencias ni los soldados que mueren en una guerra.

A lo largo de la historia este fenómeno se ha observado a través del prisma de cada época y cultura. En la época clásica, el suicidio se consideró como un acto de honor con el que algunas personas optaron por determinar su futuro, bien fuera para elegir su propia muerte o para no continuar sus días de una forma humillante. El Catolicismo condena el suicidio como pecado; también es condenado por las religiones islámica y judía. En la literatura fue considerado un acto romántico. Con la llegada del capitalismo y de los medios masivos de comunicación, el suicidio se oculta.

Hasta 1897, con la obra El Suicidio de Émile Durkheim 1, no se postuló que el suicidio era un fenómeno sociológico más que un puro acto individualista; por ende, priman las causas sociales a las psicológicas. Durkheim vislumbró que las comunidades judías, con mayor cohesión y responsabilidad social, tenían una menor tasa de suicidios que los católicos y que, a su vez, en las comunidades católicas había menos suicidios que en las protestantes

Desde el enfoque histórico-cultural asumido por los psicólogos en Cuba, cuyos postulados se basan en el modelo epistemológico materialista-dialéctico, el suicidio es una forma compleja de conducta, que tiene causas biológicas, psicológicas y sociales. Las causas sociales pueden contextualizarse en dos niveles: micro (familia, vecindario, escuela, centro laboral) y macro (contexto nacional e internacional). Con frecuencia determinadas condiciones sociales adversas provocan un aumento considerable del número de suicidios. Esto sucedió, por ejemplo, entre la población joven de Alemania después de la Primera Guerra Mundial y en Estados Unidos en el punto álgido de la gran depresión de 1929. Algunos psicólogos consideran que los sentimientos crecientes de soledad, desarraigo y falta de sentido en la vida contribuyen al aumento del número de suicidios en los países industrializados.

Desarrollo

Marx, quien se consagró a descubrir las leyes que rigen el funcionamiento de la sociedad capitalista y demostró que eran incompatibles con la aspiración de hacer de las personas seres libres, plantea la cuestión de la sociedad civil desde la economía política, ya que en la producción social de sus vidas los hombres entran en determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad.

Dentro de la sociedad capitalista existen dos clases sociales, que nunca se dan en estado puro, y están definidas por la posición dentro del sistema de producción y por la propiedad o no de los medios de producción: 1) la burguesía, posee la propiedad de los medios de producción , los controla y compra fuerza de trabajo, esta clase no puede garantizar a sus esclavos la existencia ni aún dentro de su esclavitud; 2) el proletariado, obreros o trabajadores libres dueños de su fuerza de trabajo que venden a cambio de un salario que solo le permite la subsistencia, el obrero es una mercancía más sujeta a los cambios en el mercado y se convierte en un simple resorte de la máquina.

El modo de producción por su parte está formado por:

• Fuerzas productivas: donde se hayan los medios de producción y las fuerzas de trabajo (condiciones físicas y psíquicas del trabajador para intervenir en el proceso productivo).

• Relaciones sociales de producción: vínculos entre las personas dentro del proceso productivo.

El conjunto de estas relaciones de producción forman la estructura económica base material de toda sociedad, de la cual emana la superestructura política, jurídica e ideológica. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material hará valer sus intereses a través del Estado que le garantiza el derecho de propiedad.

Marx afirma que la propiedad privada aliena al hombre porque no lo trata como un fin en sí mismo, sino como un mero medio o instrumento para la producción (se convierte en mercancía), por lo tanto se entiende como enajenación a la circunstancia donde toda persona no es dueña de sí misma ni la responsable última de sus acciones y pensamientos. El capitalismo impide que el hombre pueda realizar sus deseos dado que debe ser productivo y seguir los dictados de la cultura consumista.

Frente a la omnipresente influencia enajenante de las empresas multinacionales, peligran cada vez más valores de identidad y ética humana. "El capital no pregunta por el límite de vida de la fuerza de trabajo que puede movilizarse y ponerse en acción durante una jornada. Y para adquirir este rendimiento máximo no tiene inconveniente en abreviar la vida de la fuerza de trabajo". (Marx, K. (1975), 1: 208).

En el mercado capitalista el hombre mismo se ha transformado en mercancía y siente su vida como un capital que debe invertir provechosamente. Si lo consigue, es un "hombre de éxito", y su vida tiene sentido para él; en caso contrario, es un "fracasado". El sentido de su valor depende de factores externos, depende de los demás, y su seguridad está en el conformismo, en no apartarse un centímetro del rebaño. Para funcionar bien, el capitalismo, necesita hombres con los que se pueda cooperar fácilmente en grupos grandes, que quieran consumir cada vez más y que tengan gustos normalizados, fáciles de prever e influir. Necesita hombres que se crean libres e independientes, no sometidos a ninguna autoridad, ni principio, ni moral, pero que estén dispuestos a recibir órdenes, que hagan lo que se espera de ellos y que encajen sin estridencias en la maquinaria social; hombres gobernables sin el empleo de la fuerza, obedientes sin jefes y empujados sin más meta que la de seguir en marcha, funcionar, continuar….. [2].

Hasta el contenido del empleo del tiempo libre se concibe como una mercancía más que emana de la llamada "industria del ocio", detrás de la cual se encuentran todos los monopolios que dirigen los medios de distracción, propaganda y cultura, y cuya finalidad no es otra que la obtención de ganancias, tanto económicas como ideológicas, al contribuir con el manejo del contenido de tales medios, a perpetuar el modo de vida capitalista y neutralizar todo intento de cambio social que ponga en peligro el status quo.

Hablamos de una sociedad individualista y materialista. Las modas irrumpen en la debilitada personalidad del individuo del sistema. Buena parte de la sociedad no trabaja sólo para obtener una vida digna, sino para poder acceder a los requisitos de la felicidad del capitalismo, de la opulencia, del lujo y el derroche.

En este siglo, la orientación caracterológica del hombre muestra una enajenación considerable y una identificación con los valores del mercado. Es el eterno consumidor: se embute bebida, comida, tabaco, turismo, conferencias, libros, películas…, todo lo consume, todo lo traga. Y cuando no es consumidor, es mercader [2]. Este es el tipo de hombre que ha conseguido producir el industrialismo moderno: un autómata, un hombre enajenado de su trabajo, cuyas energías vitales se transforman en cosas e instituciones que no son percibidas como resultado de su propio esfuerzo, sino como algo que es independiente de él, a lo que adora  y a lo cual se somete. El obrero ha llegado a ser un átomo económico que baila al son de una dirección automatizada, que consume más por los anuncios que por sus necesidades reales.

Lejos de ser el sistema racional que describen sus apologistas, la sociedad basada en "el mercado" está marcada por una profunda irracionalidad; tan profunda que incluso conlleva su auto-destrucción. Una sociedad puede haber destruido su "civilización", entendida como el fundamento de su "vivir-conjuntamente", mucho tiempo antes de que el proceso de autodestrucción llegue a afectar las condiciones de reproducción de la vida de todos sus miembros [3].

En las sociedades industriales más desarrolladas, el hombre está cada vez más enamorado de los aparatos técnicos que de la vida y de los seres vivientes. Siente más orgullo por haber inventado los coches y las armas atómicas que aversión e indignación ante la guerra y la destrucción del medio ambiente. En la segunda mitad del siglo XX las tasas más altas de suicidio y alcoholismo las ostentaban los países más prósperos y adelantados, como Suecia y Suiza; y el país más rico del mundo, Estados Unidos, era la mejor muestra de la "era de la angustia".

Los adolescentes son la imagen perfecta de la alienación; son víctimas de fobias sociales, del miedo al fracaso y a la opinión de los demás hasta el punto de que necesitan actuar y estar siempre bien, lo que evidentemente es imposible. Cada año se suicidan miles de adolescentes, la causa principal es la depresión; el joven entra en un terrible proceso de autodestrucción y empieza a concebir la vida como un sufrimiento continuado. En los últimos 10 años el suicidio en niños y menores de edad ha ido creciendo hasta niveles alarmantes. En Japón son los jóvenes los que más se suicidan. Entre los chicos de 19 años o menos, la tasa ha aumentado a un 22%. Sin embargo, el incremento más importante se ha producido entre los escolares, situándose en casi el 60%.

El capital, gracias a los métodos elaborados por Frederick Winslow Taylor 4, reforzó su control y hegemonía sobre los procesos de producción y sobre los trabajadores; y los ha ido generalizando y extendiendo a nivel planetario, por encima de las fronteras y de los continentes. El nuevo taylorismo, o "management" a la americana, se despliega en dos ámbitos: el de la intensificación de la producción y la conquista de nuevos mercados para hacer frente a sus competidores, por un lado; y, por el otro, el del control y sometimiento total del trabajador arrebatándole su capacidad de resistencia. Está concebido además para romper, a través de diversos métodos científicos, las antiguas formas de solidaridad que tejen entre sí los trabajadores.

La palabra inglesa más utilizada para indicar el motivo que habilita despedir a los asalariados de una empresa, es que son "redundant", cuya traducción exacta es superfluos. Esta palabra muestra la realidad del capitalismo contemporáneo: en ningún lugar del mundo los asalariados pueden considerarse a salvo de procesos que los conviertan en superfluos. El capitalismo tiene necesidad de asalariados. Sin ellos no puede funcionar. Tiene necesidad de su fuerza de trabajo, puesto que del valor de uso de esta fuerza de trabajo nace el excedente que está en la base de la ganancia. Los salarios que perciben los hacen también consumidores, sus compras permiten vender las mercancías a muchas empresas y cerrar el ciclo de la valorización del capital. Sin embargo, las empresas no ven en los asalariados más que un costo, que deben reducir [3].

Las nuevas formas de organización del trabajo que adopta el capital transnacional, con ritmos de trabajo más intensos, objetivos cada vez más difíciles de alcanzar, un clima de reto permanente y de competición interpersonal, originan trastornos de orden psicológico y el suicidio como consecuencia extrema. Los suicidios en el trabajo no son un fenómeno social que afecta a un país en particular.

Francia es un país «líder» en materia de suicidios relacionados con problemas laborales. A partir del año 2007, los suicidios se multiplicaron en las grandes empresas como Renault, Electricité de France (E.D.F.), y sobre todo en France-Télécom (uno de los gigantes mundiales de la telefonía móvil). Esta empresa, con más de 100.000 empleados, mayoritariamente funcionarios, fue privatizada en 1991 y lanzada a una competencia feroz por su dirección, que impuso cambios drásticos en su organización. De un concepto tradicional de empresa de servicio al público, pasó sin transición a un modelo de competencia a ultranza, basado en la comercialización de sus productos y en una movilidad y un cambio permanente – tanto interno como geográfico – de su personal (cada tres años para los ejecutivos y cada cinco para los técnicos). En 1990, su Presidente Director General se refirió públicamente a "la moda" de los suicidios. Cuatro días después de esta declaración, un empleado se tiró por la ventana de su despacho. En el año 2000 se suicidaron allí 28 trabajadores, en el 2002, 29; en el 2008, 17; en el 2009, 18 y en el 2010, 23, muchos de ellos calificados de "accidentes de trabajo" [4].

En España podemos evocar la lucha de los trabajadores de Sintel 5 que tuvo, al margen de la pérdida de sus puestos de trabajo, un final dramático. Once trabajadores perdieron la vida: siete por suicidio y cuatro a causa del estrés provocado por mantener la ciudad que improvisaron en el centro de Madrid.

En las plantas industriales que fabrican los componentes electrónicos destinados a las empresas Appel, Dell, Sony, Havlett-Packard entre otras, pertenecientes a un grupo taiwanés en Shenzhen (centro industrial situado a 40 km de Hong Kong, 420.000 trabajadores) las condiciones de vida y los ritmos de trabajo impuestos por las multinacionales condujeron a una ola de conflictos sociales y suicidios. La mayoría de los empleados de Foxcom (todos con edades entre 18 y 24 años), trabajaban sometidos a una presión insoportable, seis días a la semana, en jornadas de 16 horas y cobraban salarios que inicialmente eran de 100 euros al mes [10].

Más de 34.000 japoneses acabaron con su vida en 2003 (27 de cada 100.000 personas, una de las tasas más altas del mundo), los principales motivos se encuentran en problemas relacionados con la salud seguidos por la presión económica. Tres cuartas partes de las personas que acabaron con su vida eran hombres y un tercio superaba los 60 años. Los problemas de salud se relacionan con casi el 45% de los suicidios, sin embargo una cuarta parte de los casos fueron debidos a problemas económicos o financieros. En el año 2009 se registraron un total de 269 suicidios en el trabajo, oficialmente reconocidos como "enfermedades profesionales". El gobierno japonés, púdicamente, se comprometió a combatir ese fenómeno "luchando contra el paro y controlando los métodos de trabajo de las empresas" [7].

Enfrentadas a un movimiento tendencial de caída de la tasa o cuota de ganancia cuyas causas desconoce, así como a la competencia de sus rivales, las empresas buscan su salvación en dos direcciones: la "reducción de personal" y el acceso a mercados externos [3].

Los países subdesarrollados, se convierten en consumidores obligados de los productos de las grandes transnacionales. En algunas regiones el resultado de la acción combinada de mecanismos considerados "económicos" y de fenómenos llamados "ecológicos" impide cada día más, que millones de chicos, mujeres y hombres accedan a condiciones elementales de vida.

En las últimas dos décadas, las reformas económicas – que incluían la eliminación de los subsidios agrícolas y la apertura de la agricultura india al mercado global– ha incrementado los costos, al tiempo que se reducen los rendimientos y la ganancias para muchos agricultores, creando dificultades de financiación. Como resultado, los pequeños agricultores se encuentran atrapados en un ciclo de deudas del que no pueden salir. El paquete tecnológico de la revolución verde de la empresa transnacional Monsanto en India provocó la fuerte salinización de los suelos, el agotamiento y sobrexplotación de acuíferos y una intensa contaminación con plaguicidas de todo tipo; lo más grave es que sembró la semilla de la crisis económica, social y ambiental en la vida de campesinos pobres que cobra más vidas cada año.

Los agricultores solicitan préstamos para la compra de semillas (semilla de algodón Bt modificada genéticamente) que requiere de gran cantidad de recursos, que ya de por sí son escasos para los agricultores: dinero y agua. Cuando la cosecha se pierde debido a la falta de agua, se endeudan. Muchos se suicidan consumiendo los plaguicidas con los que se han endeudado al comprarlos. El suicidio de estos campesinos tiene un efecto dominó, la difusión de la deuda y la desesperación. A menudo, la familia del agricultor hereda la deuda, los niños tienen que abandonar la escuela para convertirse en peones, y los miembros que quedan de la familia pueden suicidarse debido a la creciente desesperación. Las mujeres, los agricultores dalit (los intocables) y adivasi (miembros de una comunidad tribal) se suicidan a menudo porque no tienen títulos formales sobre la tierra.

El Ministerio de Agricultura reconoce que entre 1993 y 2006 se produjeron alrededor de 150 mil suicidios de campesinos (puede representarse como 30 diarios durante 13 años, lo que convierte a Monsanto en el peor asesino serial de la historia). El Gobierno indio ha fallado en proporcionar un alivio a esta situación por el limitado alcance de los programas de compensación a los agricultores, insuficientes para reparar los daños financieros. También ha hecho muy poco para abordar los factores subyacentes que han contribuido a la crisis, cómo la falta de acceso al agua y el crédito rural. Peor aún, no ha regulado la conducta de la empresas multinacionales, que han gozado de plena libertad para llevar a cabo negocios en el país [8].

La aguda pobreza, la falta de empleo o el subempleo, son causa forzosa para que miles de personas abandonen su país en busca de nuevas oportunidades. La migración provoca el abandono de los hijos. Durante los últimos quince años más de dos millones de rumanos han emigrado fuera de sus fronteras en busca de un futuro mejor para ellos y sus familias. El grueso de la emigración procede de las zonas rurales y más atrasadas económicamente. Según el último informe de la "Autoridad Nacional para la Protección de los Derechos del Niño", en Rumanía existen en la actualidad 50.000 menores con uno de sus progenitores en el extranjero y otros 35.000 con ambos padres emigrados. La gran mayoría de estos últimos permanecen al cuidado de parientes más o menos cercanos, pero existen también casos de niños dejados al cuidado de vecinos o incluso conocidos. Existen múltiples estudios sobre la influencia económica y social que dicha emigración ha tenido sobre las sociedades receptoras (Italia, España y Alemania fundamentalmente), así como estadísticas que hablan sobre los efectos positivos en la sociedad rumana (envío de remesas, cambio de mentalidades o disminución del paro), pero se suelen pasar por alto los efectos negativos. Uno de esos efectos negativos, desconocido e incluso obviado conscientemente por las autoridades, es el de los múltiples casos de depresión y suicidio infantil, derivado del sentimiento de abandono que la emigración de los padres provoca sobre estos niños, conocidos periodísticamente como "Huérfanos con parientes". El número oficial de niños o adolescentes que se han quitado la vida en Rumanía durante los últimos ocho años es de 22 casos (el número real es con toda seguridad superior) [6].

En Ecuador, los suicidios se producen de manera permanente y tienden a aumentar principalmente entre los niños y jóvenes, así lo establece una estadística del hospital Vicente Corral Moscoso entre 1999 a 2003, que da cuenta, que los intentos de suicidio de esta población llegaron al 65,74%. Es decir de 680 pacientes atendidos en emergencia por esta causa, 447 fueron adolescentes. En el año 2005 existieron más de 500 intentos de suicidio de adolescentes, de los cuales 55 se consumaron [9].

Los suicidios adolescentes son un fenómeno que ya lleva años en las dos regiones más pobres de Argentina (Noroeste y Nordeste argentino). Los suicidios y demás "males sociales" como la prostitución, el incremento de enfermedades como el VIH/SIDA y la drogadicción son causa directa de la desindustrialización de las últimas décadas y de la falta de trabajo digno en consecuencia; así como de la degradación de derechos sociales básicos como salud y educación públicas, o el transporte. Regiones "desérticas" como la Puna y La Quebrada en Jujuy han visto decenas de cuerpitos colgados de árboles… ¡no sólo de adolescentes sino incluso de niños en edad de ir a la primaria! Lo mismo ocurrió en Rosario de la Frontera: la "nada", la falta de cualquier futuro lleva a los jóvenes y niños a esta tremenda "decisión". Explotación, desocupación, miseria, degradación social (machismo, alcoholismo): son el pan diario para el pueblo trabajador. Las familias obreras y populares en las regiones más pobres perciben una vida sin futuro. Con esa tristeza cursan sus estudios sin saber para qué, o trabajan (ultraprecarizados) en supermercados provinciales o negocios [5].

En un marco internacional en que la distancia entre los países se amplían cada vez más, algunos países y determinados grupos sociales pueden mantenerse a salvo bastante tiempo, mientras otros caen inexorablemente en la miseria. Por este camino marcha la sociedad capitalista mundializada contemporánea. Se convierten en guetos las ciudades del suburbio parisino y los cordones que rodean a las ciudades de provincia en vías de desindustrialización, el futuro es radicalmente cerrado para la mayoría de quienes allí nacen, y los jóvenes devenidos "extranjeros" reaccionan a veces de manera violenta [3].

Según los números que pueden leerse en las estadísticas, en el capitalismo liberalizado, desreglamentado y mundializado, hay un continuo aumento de la desocupación, tanto en los países industrializados como en los provenientes del área de las economías burocratizadas, desocupación acompañada con un aumento cualitativo en la precarización de los asalariados vendedores de su fuerza de trabajo o postulantes a venderla [3].

El suicidio aumenta en tiempos de crisis, en tiempos de desprotección social, que es igual a decir que aumenta en tiempos de Neoliberalismo. La ciencia, puesta en función de la legitimización del sistema capitalista, mediante instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone como explicación de los mismos "factores culturales, religiosos, legales, históricos, filosóficos y tradicionales"; "aconsejó reducir el acceso a los medios para hacerlo (pesticidas, medicamentos, armas de fuego)" y "tratar a las personas con trastornos mentales y, en particular a quienes padecen depresión, alcoholismo o esquizofrenia".

La OMS pretende hacer creer que el suicidio se puede evitar con las medidas preventivas adecuadas, como disminuir el acceso a los medios necesarios para consumarlo, una menor atención del tema en los medios de comunicación o un correcto tratamiento de las enfermedades que influyen. Entre los factores que cita para la protección contra el suicidio destacan la autoestima, las relaciones sociales ricas con familiares y amigos, el apoyo social, una relación estable de pareja y las creencias religiosas, así como la rápida identificación y tratamiento de las enfermedades mentales. Sin embargo, nadie parece preguntarse sobre las causas y el resultado que se obtendría si se incidiera sobre éstas directamente. Sin un cambio de sistema, sin que el hombre deje de estar sometido a una sociedad que promueve la competitividad y produce millones de fracasados, todas estas medidas servirán de bien poco.

Conclusiones

El suicidio en el siglo XXI es una de las consecuenciaa del sistema capitalista que impide que el hombre pueda realizar sus deseos dado que debe ser productivo y seguir los dictados de la cultura consumista. La propiedad privada aliena al hombre porque no lo trata como un fin en sí mismo, sino como un mero medio o instrumento para la producción, margina y aparta a los individuos que no encajan en la sociedad materialista.

La pérdida de valores de la sociedad y la influencia de los medios de comunicación que difunden programas cargados de violencia, drogadicción y racismo conducen a una inestabilidad emocional y a actitudes autodestructivas que terminan en el suicidio, siendo los niños y adolescentes los más propensos a tomar esta determinación.

El neo-taylorismo, adoptado por el capital transnacional, ha originado trastornos de orden psicológico y el suicidio en el trabajo como un fenómeno social que afecta a más de un país. La realidad es que en ningún lugar del mundo los asalariados pueden considerarse a salvo de procesos que los conviertan en superfluos. El suicidio aumenta en tiempos de Neoliberalismo. Los mecanismos las grandes transnacionales, en acción combinada con fenómenos ecológicos y la no regulación por parte del gobierno de la conducta de las empresas multinacionales, impiden que millones de personas, fundamentalmente de países subdesarrollados, accedan a condiciones elementales de vida. La aguda pobreza, la falta de empleo o el subempleo provocan la migración y, con ella, la aparición de casos de depresión y suicidio infantil.

La industrialización en cuanto tal no es el inconveniente. Por el contrario, sin ella el género humano no logrará las bases materiales necesarias para una vida humana digna significativa. La cuestión está en la forma que tenga el sistema industrial: la del industrialismo burocrático, en el que el individuo se convierte en un pequeño e insignificante engranaje de la maquinaria social; o la del industrialismo humanístico, en el que la enajenación y la sensación de impotencia quedan vencidas por la participación activa y responsable del individuo en la vida económica y social. La producción económica  no debe ser un fin en sí mismo, sino solamente un medio para una vida humanamente más rica.

Notas

  • 1. Émile Durkheim (1858 –1917) político, economista y sociólogo francés, creador de la sociología moderna, junto a Max Weber y Karl Marx. Fundador de la primera revista dedicada a la sociología, el Année Sociologique

  • 2. Erich Fromm (1900 -1980) psicólogo social, psicoanalista, filósofo y humanista alemán que intentó sintetizar en una sola disciplina el Psicoanálisis y los postulados del Marxismo. Fue uno de los principales renovadores de la teoría y práctica psicoanalítica a mediados del siglo XX.

  • 3. Chesnais, François. Profesor emérito en la Universidad de París 13-Villetaneuse. Destacado marxista, es parte del Consejo científico de ATTAC-Francia, director de Carré rouge, y miembro del Consejo asesor de Herramienta, con la que colabora asiduamente. Es autor de La Mondialisation du capital y coordinador de La finance mondialisée, racines sociales et politiques, configuration, conséquences.

  • 4. Frederick Winslow Taylor (fines del siglo XIX) elaboró un sistema de organización racional del trabajo. El taylorismo bajó los costos de producción porque se tenían que pagar menos salarios, las empresas llegaron a pagar menos dinero por cada pieza para que los obreros se diesen más prisa. Para que este sistema funcionase correctamente era imprescindible que los trabajadores estuvieran supervisados y así surgió un grupo especial de empleados, que se encargaba de la supervisión, organización y dirección del trabajo. Los trabajadores sufrieron las consecuencias de la parcelación de los procesos de fabricación y su división en tareas repetitivas. Estos nuevos métodos reflejaban la voluntad del capital, no sólo de desposeer a los trabajadores del fruto de su esfuerzo sino también de su energía física y mental y de sus conocimientos.

  • 5. Sistemas de Instalaciones de Telecomunicaciones, S.A. (Sintel), empresa española especializada en el montaje de sistemas de telefonía, fundada en 1975 con filiales en España, América Latina, norte de África y Sudáfrica. Fue vendida en 1996 a la empresa MasTec (una empresa privada participada por la familia Mas Canosa, familia del exilio cubano afincada en Miami). Esta polémica operación, fue seguida por un deterioro económico de la empresa. El incremento de la conflictividad laboral desembocó en la suspensión de la actividad de la empresa en la primavera del 2000. Los sindicatos y trabajadores ocuparon durante varios meses el madrileño Paseo de la Castellana, una de las principales vías de la ciudad, con el llamado "Campamento de la Esperanza". El conflicto social forzó finalmente la intervención en 2001 del Gobierno.

Referencias Bibliográficas

  • 1. Wikipedia, la enciclopedia libre. Recuperado de www.wikipedia.org

  • 2. Fromm, E. Problemas psicológicos del hombre en la sociedad moderna. Conferencia que forma parte del libro "El humanismo como utopía real – La fe en el hombre " de Erich Fromm, publicado por  Editorial Paidós. Los escritos de este volumen – con el que concluye la publicación de las obras póstumas del autor- proceden de los últimos veinte años de la vida de su autor.

  • 3. Chesnais, François (2006) Mundialización: extrema pobreza, destrucción del medio ambiente y guerras Artículo publicado en Carré Rouge nº 37, noviembre de 2006, presentado como aporte al debate en el marco del proyecto "Pensar el comunismo, el socialismo, hoy". Traducido para Herramienta por Aldo Casas.

  • 4. Antona, D. G. (2011) Los suicidios en el trabajo. Otra cara oscura del capitalismo. Recuperado de www.portaloaca.com; http://rebelion.org/noticia.php/id=122434 (Fecha de publicación: 15 de Febrero de 2011)

  • 5. Paredes, D. (2010) Un crimen más de este sistema de explotación y miseria. Suicidios adolescentes: "instigados" por el sistema capitalista. Recuperado de http://www.pts.org.ar.spip.php (Fecha de publicación: 8 de julio de 2010)

  • 6. Lo que les Cuesta el Capitalismo a los Niños Rumanos, el Suicidio (Fecha de publicación: 3 marzo de 2010)

  • 7. Lah, K. El suicidio en Japón: un problema social que crece (Fecha de publicación: 14 de mayo de 2010 )

  • 8.  Nadal, A. Monsanto y los suicidios agrarios en india (Fecha de publicación: 20.12.06) Recuperado de La Jornada

  • 9. David Peña Pérez (2004) El capitalismo: una fábrica de suicidio. Fecha de publicación: 18/11/04

  • 10. El suicidio es ya la mayor causa de muerte no natural en el Estado español. Fecha de publicación: Viernes, 11 de Noviembre de 2011 Recuperado de inSurGente.org Salud

 

 

Autor:

Diana Rosa Rodríguez González

Facultad de Psicología

Segundo año

Universidad Central de Las Villas, Santa Clara,

edu.red

Villa Clara, Cuba

2012