- Resumen
- Objetivos
- Fundamentos Teóricos
- Metodología
- Análisis de los resultados
- Conclusiones
- Recomendaciones
- Bibliografía
- Anexos
La presente investigación se desarrolló con la finalidad de determinar la percepción que tiene una muestra de adultos mayores del estado de su aprendizaje, sus principales preocupaciones y necesidades en este sentido, así como evaluar la relación existente entre el potencial de aprendizaje y su percepción de este proceso, por la trascendencia social que implica esta etapa de la vida en los momentos actuales. Es importante señalar el valor científico que reviste conocer las particularidades del aprendizaje de este grupo etáreo, lo cual permitirá accionar adecuadamente en los proyectos de atención a la tercera edad. Con este fin se empleó un conjunto de técnicas que permitieron analizar los resultados obtenidos entre ellas: la técnica de los refranes, la encuesta, la memoria de las diez palabras de A. R. Luria y observaciones participativas de las actividades desarrolladas por el adulto mayor en la Universidad, a una muestra de treinta y un sujetos de ambos sexos, mayores de cincuenta y cinco años, con diversidad de nivel cultural, capacidades y características individuales, jubilados del municipio Sagua la Grande, en la provincia de Villa Clara.
De este modo caracterizamos las necesidades de aprendizaje y la percepción de este proceso desde el adulto mayor. Los resultados obtenidos en este estudio indican que no existen pérdidas o deterioros significativos en las capacidades psíquicas del adulto mayor y que sí existen necesidades de aprendizaje en la tercera edad.
También se ofrecen recomendaciones que pueden resultar de utilidad para ofrecer una atención más integral a las personas de la tercera edad y para el desarrollo de futuras investigaciones científicas en este campo.
Palabras Claves: Adulto Mayor, Envejecimiento Poblacional, Educación
Popular, Aprendizaje.
La vejez en el presente siglo como fenómeno especial de la vida humana, evoluciona impetuosamente. El hombre de edad se ha convertido en una figura importante en la estructura social.
Nuestra época se ha caracterizado por los avances de la ciencia y los progresos sociales, que han originado un aumento de la esperanza de vida de la población.
La esperanza de vida de un individuo de hoy, es el doble de lo que era a mediados del siglo xviii. Esto significa que la proporción de ancianos está incrementándose progresivamente, produciéndose al mismo tiempo un envejecimiento de la población. Hablamos no sólo del envejecimiento del individuo, sino también del envejecimiento de la sociedad.
Las tendencias demográficas del desarrollo poblacional muestran un aumento paulatino de la proporción de personas con un notorio envejecimiento en la mayoría de los países del mundo, teniendo consecuencias de largo alcance en la vida social y económica. Esto tiene su razón fundamental en el aumento de la expectativa de vida en los seres humanos y, primordialmente, en la disminución de tasas de natalidad.
El aumento de la longevidad determina que la mayor parte de los países desarrollados y algunos como el nuestro, en vías de desarrollo, exhiban una expectativa de vida al nacer superior a los 60 años, mientras se incrementa una tendencia decreciente a la fecundidad, lo cual ha variado en forma notable la pirámide poblacional en el planeta.
Los importantes avances sociales, técnicos y científicos, han permitido que ese aumento de la esperanza de vida posibilite en un futuro cercano (año 2025) una población de más de 1000 millones de personas de 60 años, y también que por primera vez en la historia de muchos países, los ancianos sean más numerosos que los jóvenes.
El envejecimiento no es un fenómeno exclusivo de las sociedades modernas, sino que ha estado presente en todas las etapas del desarrollo social, siendo de interés para la filosofía, el arte y la medicina de todas las épocas. Sin embargo, durante el presente siglo asistimos a una situación singular, más y más personas sobrepasan las barreras cronológicas que el hombre ha situado como etapa de la vejez, que convierte al envejecimiento poblacional en, quizás, uno de los retos más importantes para las sociedades modernas.
En la realidad demográfica de nuestra nación se pueden apreciar importantes cambios. El 12 % de la población cubana tiene más de 60 años y las proyecciones apuntan a que este grupo poblacional se incrementará al 21 % en el 2025. La esperanza de vida está en 75,48 años para ambos sexos, 73,5 para los hombres y 77.51 para las mujeres, y se pronostica su incremento en los años futuros. (Castro Ruz, 1996)
Estructura porcentual de la población cubana. Años seleccionados.
La provincia de Villa Clara es la más envejecida del país y ha entrado al nuevo milenio con más del 15 % de su población en el grupo de 60 años y más.
El aumento de la población anciana ha derivado en un interés cada vez más creciente por las enfermedades que afectan a las personas de edad avanzada y por el envejecimiento mismo. El estudio del envejecimiento y de sus características se ha ido convirtiendo en objeto de atención prioritaria en el marco del justificado interés actual por la senilidad
En la sociedad moderna los factores que han contribuido a aumentar la duración media de la vida han sido, sobre todo, los progresos de la medicina, con la disminución de enfermedades infecciosas y de la mortalidad infantil, y también el mejoramiento de las condiciones de higiene, de ambiente y de alimentación, así como la prevención, cada vez mayor, de innumerables enfermedades que antaño segaban vidas humanas en este período de la vida.
Como consecuencia del aumento de la duración media de la vida, existe un numeroso grupo de personas de la llamada tercera edad que se enfrentan al proceso de jubilación, y que además de no ser productivas se encuentran aisladas y marginadas desde el punto de vista psicológico, económico y social, a la vez que necesitadas de ayuda. Satisfacer las crecientes demandas de este segmento de la población e identificar sus características y necesidades representa un desafío que es imposible de ignorar.
La actitud no científica hacia la vejez como degradación solo dificulta la organización de su estudio, el progreso de esta importante esfera de nuestra vida y nuestros conocimientos.
En la ciencia actual la vejez es tarea central, concreta y práctica que pretende mantener la vida en un cierto nivel estable real, ampliar los lapsos de la vida individual, retrasar el momento en que aparece la incapacidad laboral de la ancianidad y cambiar su carácter.
Es interesante destacar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone la implementación de estrategias y programas que estimulen la participación activa de la persona mayor en la vida, promuevan un proceso de envejecimiento más saludable mediante cambios en los estilos de vida y a través de contextos que proporcionen apoyo suficiente para satisfacer las necesidades de la tercera edad. Así mismo, reconoce el rol que la integración social y el apoyo social desempeñan en la promoción y mantenimiento del bienestar físico y psicológico de las personas en la tercera edad.
Cada sociedad aporta elementos fundamentales y múltiples enfoques sobre la atención psicológica del anciano, por ser lo psíquico resultado de lo biológico y lo social
Consideramos que a pesar del afán universal de prolongar la vida, la sociedad no conoce los problemas de las personas de edad, las cuestiones vinculadas al envejecimiento, ni las posibilidades que ofrece la vejez, llegando a ser un área prioritaria de investigaciones, necesitándose profundizar en las características psicológicas, pedagógicas y sociológicas de esta etapa de la vida. Estudiar estos elementos permitirá valorar las necesidades reales y el establecimiento de prioridades en la atención psicológica a la tercera edad y delimitar estrategias psicopedagógicas que puedan propiciar un desarrollo de esta etapa de la vida.
No se trata únicamente de prolongar la esperanza de vida, sino de incrementar las expectativas de las personas de continuar siendo miembros activos en la vida social y cultural. Se trata no sólo de añadir años a la vida , sino también de añadir vida a los años.
Nuestra sociedad ha estado preparada para personas jóvenes y en menos de 50 años han cambiado los grupos de edades: debemos entonces cambiar nuestra filosofía; ese es el desafío para el siglo XXI y deben formarse recursos humanos para que no existan barreras de ningún tipo y sí respeto para la ancianidad.
A la luz de estas reflexiones, el presente trabajo pretende estimular el campo de la investigación en esta etapa de la vida y nos hemos propuesto determinar la percepción que tiene una muestra de adultos mayores del estado de su aprendizaje, debido a la tendencia, que en alguna medida existe, de no considerar a esta edad como una auténtica etapa del desarrollo humano y sí con una serie de limitaciones, que en gran medida son provenientes de prejuicios que le ha depositado la cultura.
El incremento de la población mundial en este grupo de edad que rebasa la sexta década, constituye una preocupación universal y resulta evidente la necesidad de investigar, formular sugerencias y establecer políticas para enfrentar a escala mundial este fenómeno demográfico.
General: Determinar la percepción que tiene una muestra de adultos mayores del estado de su aprendizaje.
Específicos:
- Evaluar las principales preocupaciones que tienen los adultos mayores en torno a su aprendizaje.
- Caracterizar las necesidades de aprendizaje de una muestra de adultos mayores.
- Evaluar la relación existente entre el potencial de aprendizaje y la percepción de este proceso en el adulto mayor.
Tareas:
- Aplicación de una encuesta sobre la actividad de aprendizaje.
- Observación participativa de las actividades desarrolladas por el adulto mayor en los diferentes módulos que integran el curso.
- Diagnóstico del funcionamiento psíquico sobre la base del aprendizaje del adulto mayor vinculado a la Universidad.
Idea central:
La percepción que de su aprendizaje tiene el adulto mayor, es coincidente con su desarrollo biopsicosocial.
Ya desde la época de la Comunidad Primitiva comenzó a preocupar a los hombres el misterio de la vida y la muerte, de la juventud y la vejez. Desde la antigüedad se trató de encontrar una correlación entre el período de crecimiento y la duración de la vida. En la civilización moderna, como en otras ya desaparecidas, ha existido gran interés por la longevidad. Pero, ¿conocemos qué es envejecer?
El desconocimiento que aún persiste acerca del envejecimiento ha obligado a plantear una serie de líneas investigativas a fin de contribuir de una u otra forma a esclarecer este problema, que por sus implicaciones bio-sociales se ha convertido en uno de los más candentes de la Medicina y Psicología Modernas.
El problema de la vejez tiene en cada sociedad sus características peculiares y es la adecuada comprensión de las situaciones sociales, psicológicas y biológicas, lo que puede permitirnos ahondar en esta etapa de la vida del hombre y la educación necesaria que la misma lleva implícita.
El envejecimiento de la población es un fenómeno global en las sociedades actuales. Esta tendencia puede caracterizarse en tres factores: a) un crecimiento en el por ciento de personas mayores de 65 años, b) un incremento en el número absoluto de personas mayores, y c) un aumento en la esperanza de vida. (Hugman, 1994)
Son múltiples las consideraciones y enfoques que abordan la vejez, desde los que la presentan como edad aislada y la definen y estigmatizan desde posiciones nada halagüeñas, hasta enfoques que la ven como etapa evolutiva y de desarrollo. Tomando en cuenta ambos criterios haremos uso de manera cronológica de estas conceptualizaciones para definir esta etapa de la vida.
"Vivir es envejecer," decía el biólogo contemporáneo Nathan Shock.
Para Alvin Goldfard (1967) "…el envejecimiento es mejor definido en términos funcionales como un proceso inevitable y progresivo de menoscabo en la capacidad para adaptarse, ajustarse y sobrevivir. La senectud es una condición en la cual la declinación en la capacidad funcional física, mental o ambas se ha hecho manifiesta, mensurable y significativa…"
Stanley (1968) lo define como: modificaciones globales en la estructura del organismo que no dependen de enfermedades susceptibles de prevenirse, ni de otros accidentes manifiestos, que por último aumentan la probabilidad de la muerte del individuo al avanzar la edad."
Según el profesor Fransesco Mario Antonini: "Desde el punto de vista biológico, el envejecimiento empieza al nacer" (1972).
La Organización Mundial de la Salud interpreta la vejez como: "El período de la vida en que el menoscabo de las funciones mentales y físicas se acentúa cada vez más en comparación con épocas anteriores de la existencia." (1972)
Marc Fried (1988): "la vejez carece de límites, excepto el de la muerte y varía no solamente de un individuo a otro, sino de acuerdo con las expectativas sociales y culturales, con la posición social y económica de la persona."
"Envejecer es un fenómeno particular e individual de cada persona. En condiciones normales, se trata de una pérdida o insuficiencia gradual, progresiva e irreversible, pero dialécticamente equilibrada que permite la adaptación a las actividades fundamentales". (Albert Moss, 1988)
"Envejecer no es estar enfermo. La vejez es un período que exige esfuerzos adaptativos especiales sobre la base de los cambios que se experimentan tanto dentro como alrededor del anciano. En el orden físico: la apariencia, el rostro, la tersura de la piel, el color y la cantidad de los cabellos, la vista, el oído, la fuerza muscular, la agilidad y la vitalidad decrecen en esta etapa. (Valdés, Mier, 1997)
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1999): "En nuestro mundo lleno de diversidad y constante cambio, el envejecimiento es una de las pocas características que nos definen y nos unifican a todos. Estamos envejeciendo y esto debe celebrarse. Tenga usted 25 ó 65 años, 10 ó 20, igualmente está envejeciendo".
"El envejecimiento surge como uno de los temas más complejos que enfrenta la ciencia en el siglo xxi. " (Birren, 2000)
"La vejez es una mala costumbre para la que las personas activas no tienen tiempo." (André Maurois, 2001)
Con razón Ramón y Cajal han escrito que lo que debe preocuparnos no son las arrugas del rostro sino las del cerebro y añade "se habla de envejecer cuando se pierde la curiosidad intelectual y cuando junto a la torpeza de las piernas se advierte la torpeza de la palabra y del pensamiento".
El envejecimiento entendido como disminución de la capacidad funcional de un organismo, es un proceso que se da en forma universal en todos los seres multicelulares: en sus células, en sus sistemas y en sus funciones orgánicas.
La vejez no comienza de un día para otro. De cualquier modo, es muy difícil establecer con precisión a qué edad se envejece porque el tiempo biológico no coincide siempre con el cronológico, ni con el espiritual. Y es que, en definitiva, es el hombre el que forja su propia edad. En todas las épocas han existido jóvenes con el corazón envejecido y viejos que conservan perenne la juventud del alma.
En nuestra consideración, uno de los autores que mayor aporte ha realizado al trabajo con la edad en Latinoamérica es el psicogeriatra argentino Leopoldo Salvarezza. Al describir esta etapa de la vida expresa que: "La vejez es un tema conflictivo, no solo para el que la vive en sí mismo, sino también para aquellos que sin ser viejos, aún diariamente la enfrentan desde sus roles profesionales de médico, psicólogo, asistente social, enfermero, o como hijo, como colega, como socio, como vecino, o como un simple participante anónimo de las multitudes que circulan por nuestras grandes ciudades. (Salvarezza, 1988)
El envejecimiento es un proceso que ocurre inevitablemente, durante el transcurso de la vida, en todos los organismos; la época de la existencia denominada vejez equivale a la etapa final de ese proceso de envejecimiento.
Al finalizar la revisión de los trabajos experimentales sobre la vejez realizados por autores tales como Dulcey y Ardila (1976), Finley y Delgado (1981) y Ardila (1986); se observa que coinciden en términos generales, en que la mayoría de la población tiene actitudes negativas hacia la vejez. Dicha percepción desvalorizada o ese estereotipo negativo de la vejez se refleja en que tanto jóvenes como viejos la consideran, ¾ según las conclusiones a las que arribaron Tuckman y Lorge (1952) y Axelrod y Eidorfer (1961) entre otros autores¾ como una etapa de soledad, de disminución de capacidades físicas e intelectuales, de salud precaria, de inseguridad económica, etc.
Para otros la llamada tercera edad, es abordada en la literatura como una fase de involución y no como una auténtica etapa del desarrollo humano. Se ubica alrededor de los 60 años, asociada al evento de la jubilación.
Coincidimos, tal como sostiene Muchinick (1994), en que cuando se habla de vejez se habla de declive, involución, regresión, se enfatizan las pérdidas y nunca las ganancias. Es de hacer notar que la mayor parte de la población desconoce, está mal informada al respecto de diversos aspectos de la vejez, tal como el hecho de que una persona no pierde su inteligencia o lucidez al llegar a una edad avanzada. Es decir, que existe un modelo de respuesta socialmente determinado frente a la vejez, un prejuicio que es necesario modificar, pues siendo la vejez una etapa más de la vida tiene derecho al ejercicio pleno de sus capacidades para lograr un perfecto equilibrio emocional.
Por otra parte, si bien es cierto que en un sentido primario el envejecimiento se refiere a diversos cambios que se dan en el transcurso de la vida individual y que implican declives estructurales y funcionales, ello no significa que tal disminución equivalga forzosamente a alteraciones patológicas. Envejecer no equivale a enfermar, ni la vejez significa enfermedad. El envejecimiento implica una constante dialéctica de ganancias ¾ pérdidas¾ activación durante toda la vida.
En la literatura actual aparecen numerosas investigaciones sobre la edad y coincidimos, tal como plantea Teresa Orosa, enque éstas aún enmascaran criterios que no permiten verla como edad de desarrollo; negando las posibilidades que tiene la edad de producir nuevas formaciones psicológicas.
La edad de una persona mayor no proporciona necesariamente una indicación acerca de su capacidad física o intelectual.
Es conveniente hablar de envejecimiento como un proceso que comienza tempranamente y que a lo largo de la vida adulta se combina con procesos de maduración y desarrollo. Pero en el envejecimiento no sólo tienen lugar ciertos deterioros o pérdidas, sino que también se mantienen e incluso se despliegan ciertas funciones vitales y psicológicas. Por lo que conceptos tales como plasticidad, y el rol activo que los individuos juegan, adquieren cada vez más importancia. Sin negar la realidad del declive ligado al proceso de envejecimiento, se trata de valorar que la vejez puede ser un tiempo propicio para el desarrollo.
El envejecimiento se da de modo diferencial y con características individuales. No todos los organismos envejecen de la misma manera, ni a la misma velocidad. Significa además tomar en cuenta las posibilidades reales de utilización del potencial intelectual, emocional y creador del hombre, lo cual depende de cada individuo y de las condiciones sociales y las circunstancias externas que le permiten un desenvolvimiento y desarrollo de sus capacidades en cualquier área de vida y a cualquier edad.
El grupo científico de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1972) planteó:
"… diversas investigaciones prueban que el envejecimiento puede manifestarse no sólo físicamente, sino también mentalmente en casi cualquier época de la vida, las funciones intelectuales, por ejemplo, cambian a partir de los 20 años poco más o menos. Por otra parte, es sabido que la edad cronológica no siempre guarda relación directa con la conservación de sus funciones psíquicas."
Es importante insistir en que la población anciana no constituye un grupo homogéneo y que sus necesidades son muy diversas y no pueden ser incluidas bajo la etiqueta generalizadora "necesidades de la tercera edad."
El conocimiento acerca de la vejez constituye el paso previo para mejorar actitudes hacia la vejez dado que, tal como opinan Dulcey y Ardila (1976), los esfuerzos de la medicina para prolongar la vida no tendrían sentido por sí solos, si no nos esforzamos por mejorar las actitudes hacia esa vida que se prolonga.
El estudio del envejecimiento cerebral y de sus características se ha ido convirtiendo en objeto de una atención prioritaria en el marco del justificado interés actual por la senilidad.
Los estereotipos suponen que en la vejez se experimenta una desaceleración de los procesos intelectuales, tendencia al olvido, confusión y, en general, senilidad. Mucha gente cree erróneamente que es difícil si no imposible, que un anciano adquiera nuevos conocimientos.
Las investigaciones sobre envejecimiento cognoscitivo hacen énfasis en la rapidez con que se aprende un material nuevo. De acuerdo con Salthouse (1985) una disminución en la velocidad del procesamiento relacionada con la edad afecta la mayoría de los procesos perceptuales y cognoscitivos, y esta lentificación generalizada puede explicar la reducción de la inteligencia en la edad avanzada. Como reflejo de este legado, en las mediciones tradicionales de las ejecuciones cognoscitivas se toma el tiempo y se califica según la rapidez con que se terminan las tareas. Cada una de las tareas que comprende la subescala de ejecución de la tan empleada Escala de Inteligencia Wechsler para adultos revisada (WAIS – R) (Wechsler, 1981) incluye la rapidez en la ejecución. Aun independientemente de la salud física, la rapidez del aprendizaje y los procesos cognoscitivos implicados, se muestran pequeñas pero confiables disminuciones con la edad.
En relación con este aspecto, Botwinick (1977) aportó una interpretación interesante de los datos derivados de la utilización de la batería de Wechsler en ancianos. Se refiere al hecho de que las tareas verbales requieren de la utilización de la información almacenada previamente (a lo largo de la vida) en la memoria y que a menudo es utilizada durante la vida diaria. Las pruebas manipulativas, en cambio, requieren para su solución de la manipulación de materiales nuevos, no familiares y más complejos. En definitiva se trata de una forma de afirmar que, durante el envejecimiento, "la inteligencia cristalizada" ¾ producto del aprendizaje¾ se mantiene intacta, mientras que se produce un deterioro de la "inteligencia fluida."
Las perspectivas actuales, en el ámbito de investigaciones de la inteligencia, tienden a rechazar los análisis globalizados de las Escalas del WAIS a favor de la interpretación minuciosa de cada subtest.
Reciben también atención áreas de funcionamiento cognoscitivo que muestran mejorías a lo largo del curso de la vida, tales como las referentes a la resolución de problemas sociales, encontrándose adultos mayores que hacen interpretaciones más complejas de los problemas y tienen estrategias más flexibles para manejarlos de modo efectivo (Blanchard-Fields, 1994). Los autores aducen que el conocimiento adquirido que se basa en el incremento de la experiencia (más que en la atención, la memoria o la inteligencia) es responsable de la mayor parte de la variabilidad que se observa en el funcionamiento cotidiano.
Por otra parte, se plantea que intelectualmente el anciano es víctima de trastornos de tipo mnésico, sobre todo en los procesos de retención y está limitado tanto en el aprendizaje como en el poder de concentración (Valdés, Mier, 1987); cuestión esta que consideramos promueve una mirada involutiva para la edad y no considera el desarrollo de potencialidades en el envejecimiento.
El desarrollo correcto de la habilidad lingüística requiere de la perfecta correspondencia de al menos cuatro de los aspectos constituyentes del lenguaje: fonología, léxico, sintaxis y semántica. Durante el envejecimiento todos los aspectos fonológicos se hayan bien preservados (combinación y utilización de los diferentes sonidos del lenguaje).
La representación léxica de un objeto corresponde al nombre convencional que este adquiere dentro de una lengua, tampoco en el envejecimiento se aprecian dificultades en tales representaciones.
La representación semántica (significado de las palabras) no constituye una dificultad en los individuos de edad avanzada.
En cuanto al conocimiento sintáctico, que se refiere a la capacidad para combinar las palabras de manera que adquieran un significado, numerosos estudios defienden que la edad tiene muy pocos efectos sobre los aspectos sintácticos del lenguaje y aceptan que las estructuras especialmente complicadas para los individuos de edad avanzada lo son también para los jóvenes.
Podemos plantear que el lenguaje no solo se encuentra relativamente bien preservado en edades avanzadas, sino que incluso algunos aspectos se mejoran a través de los años. Es el caso del vocabulario, que tiende a enriquecerse y aumentar con la edad, o bien de la expresión verbal donde pueden utilizar frases sintácticas fonéticamente más elaboradas que los jóvenes; y podríamos apoyar estos datos recordando que Cervantes escribió la segunda parte de El Quijote (la de mayor complejidad literaria), después de cumplir los 70 años. (Buendía, 1994)
La memoria, como otro elemento integral del aprendizaje, es la función más ampliamente estudiada en el ámbito del envejecimiento normal. La justificación se encuentra, en parte, en el hecho de que también constituye la queja subjetiva más frecuente en las personas de edad avanzada Larrabee Mc. Entee, 1995.
Una de las quejas más frecuentes en las personas de edad es el problema de la memoria. (Larrabee Mc Entee, 1995)
En las tareas clásicamente utilizadas para estudiar la memoria a corto plazo, diferentes autores han anotado que las medidas del volumen de memoria y el efecto de recencia, no evidencian diferencias ligadas con la edad. (Poon, 1985)
El efecto del envejecimiento es, sin duda, más marcado en el dominio de la memoria a largo plazo que en el de la memoria a corto plazo. (Salthouse, 1982)
La tasa de olvido medida en diferentes intervalos, es comparable en jóvenes y viejos. (Bayles Kaszniak, 1987)
Acerca de la memoria implícita en el envejecimiento, tanto las tareas referidas al aprendizaje de procedimientos, como las tareas de facilitación, señalan una conservación de estas habilidades o solo una discreta disminución, ligada a una menor eficacia de las capacidades de organización de la información. Los estudios acerca de la memoria en el envejecimiento resaltan la conservación de este proceso. (Mitchell, 1989 y Ska, 1993)
En relación con este proceso, José Buendía (1994) refiere que el término memoria es amplio, y nos define todo el proceso cognitivo que permite al individuo almacenar experiencias y percepciones para su recuerdo en situaciones posteriores, y si bien es cierto que algunos aspectos de la memoria se deterioran con el paso de los años, también es verdad que no todos los hacen por igual, y que incluso podemos hablar de memorias que se encuentran bien preservadas (la memoria para hechos remotos). El conocimiento de los límites que constituyen la normalidad en el terreno de la memoria es de crucial importancia para el establecimiento de un diagnóstico diferencial preciso.
A pesar de que existen contradicciones en algunos estudios relativos a la memoria a corto plazo (inmediata) en la tercera edad, la mayoría no han hallado diferencias sustanciales entre la capacidad para retener dígitos ni palabras. Un estudio clásico sobre la memoria y la velocidad del procesamiento de la información confirma que lo que se reduce con la edad es la latencia de la respuesta, siendo más lentos en la respuesta.
Por su parte, dentro de la capacidad de retener y consolidar la información podemos distinguir la que se refiere a hechos remotos (a largo plazo) de la retención de información reciente. No existen cambios sustanciales relacionados con el envejecimiento que revelen déficits en la memoria remota. El déficit real que se presenta asociado al envejecimiento radica en la memoria para hechos recientes. Tal deterioro parece reducirse cuando se utilizan "pistas" que ayudan al recuerdo de la información previamente retenida.
Los diferentes intentos de justificar o explicar las alteraciones de la memoria que se presentan en el envejecimiento normal, nos llevan a plantear que, en general, no nos hallamos ante un problema de memoria en sí misma, sino ante una dificultad que se halla en el proceso de codificación de la información y en la falta de organización del material. Podría decirse incluso que el problema está en la estrategia misma que se utiliza ¾ que no se utiliza¾ para lograr retener la información con la misma eficacia que los jóvenes.
La memoria es un área en la cual los modestos déficits relacionados con la edad pueden amplificarse por suposiciones. Aunque ciertos aspectos de la memoria muestran algún declive en la vejez, éste no es usualmente suficiente para perturbar el funcionamiento cotidiano. (Buendía, 1994)
Por otra parte, tomemos en consideración el término de la atención, que nos sirve para describir el proceso mental a través del cual los individuos evitan la distracción que pueden provocar los estímulos irrelevantes en una situación concreta, mientras se centran en aquello que es conductualmente importante. Se trata de un proceso complejo que incluye vigilancia, concentración, focalización y exploración.
Los individuos de edad avanzada no sufren modificaciones en el procesamiento automático (se producen sin conciencia, sin intención y sin interferir en otros procesos en marcha). En cambio, el envejecimiento altera (de manera no muy significativa) los procesos que requieren atención voluntaria (conscientes, controlados y que requieren esfuerzo).
En la medida en que las investigaciones sobre el envejecimiento cognoscitivo tiendan a centrarse en supuestas deficiencias y en ignorar las fortalezas, la información será deficiente.
Hay que destacar que, con los años, con el envejecimiento, no se dan solamente deterioros, sino que se mantienen e incluso se despliegan ciertas funciones vitales y psicológicas. (Buendía. 1994)
No se puede seguir afirmando que la vejez es sinónimo de declive intelectual y cognitivo. Es indudable que hay ciertas pérdidas: la tendencia del sistema cognitivo anciano a sobrecargarse con cierta rapidez ante la información nueva, la lentitud del procesamiento asociado al incremento en edad, son indicadores de que la memoria y la capacidad intelectual constituyen necesidades en esta etapa de la vida. Pero también hay que valorar como cierto, que un aprendizaje extra puede compensarlas y que las habilidades que vamos adquiriendo a lo largo de la vida no son inmutables. Los aprendizajes tempranos pueden ser modificados, e incluso, sustituidos por aprendizajes posteriores.
El aprendizaje se ha considerado como un elemento esencial en el desarrollo humano, para la adquisición de nuevas formas de comportamiento y actuación y es de interés educativo, clínico y social. El Dr. Luis Felipe Herrera plantea que incluso debe verse vinculado con el potencial salutogénico del individuo, es decir con el potencial para movilizar sus fuerzas en aras de lograr la salud.
Desde el punto de vista social las investigaciones sobre el aprendizaje se han considerado valiosas para comprender cambios de actitudes en las personas y cuestiones relacionadas con la regulación de la conducta humana, la aceptación, el rechazo, las preferencias, etc.
Sthefen B. Klein, profesor de la Universidad de Mississippi (1995) planteó: "el aprendizaje es un cambio relativamente permanente de la conducta debido a la experiencia que no puede explicarse por un estado transitorio del organismo, por la maduración o por tendencias de respuestas innatas."
Jospeh Novak y B. Gowin (1988) consideran al aprendizaje como "el proceso mediante el cual un sujeto adquiere destrezas o habilidades, incorpora contenidos informativos, conocimientos y adopta nuevas estrategias de conocimiento y de acción".
El profesor Dale H. Schunk, de la Universidad de Purdue, en Estados Unidos, ha planteado recientemente que el acto de aprender requiere considerar nuevas acciones, la modificación de las acciones existentes y el propio carácter inferencial del aprender.
Schunk define el aprendizaje como el cambio perdurable en la conducta o en la capacidad de conducirse de una manera dada, como resultado de la práctica o de otras formas de experiencia. En este sentido aprender significa la adquisición de conocimientos, habilidades, estrategias, creencias, actitudes y conductas.
Por aprendizaje se entiende el proceso de construcción, formación, desarrollo y consolidación de conocimientos, nexos afectivos, valores, ideales y normas sociales. (L.F. Herrera, 2001)
El aprendizaje para ser eficiente debe ser activo, personalizado. No interesa que el educando aprenda más, sino que aprenda a seleccionar, a atender y reflexionar sobre la información, para luego actuar en direccionalidad motivada y definida. La personalización del aprendizaje asegura que el alumno aprenda el mundo de manera personal y no impuesta, el mejoramiento del clima afectivo permite el aprendizaje por experiencia directa.
Hoy se reconoce el valor del aprendizaje significativo, lo que supone la posibilidad de atribuir significados a lo que se debe aprender a partir de lo que ya se conoce. (Coll, 1991) Por lo que en el proceso de aprendizaje debe tomarse en cuenta que:
– El aprendizaje es más eficaz cuando es una respuesta a una necesidad que siente el que aprende.
– La participación activa por parte del que aprende es indispensable para que exista aprendizaje.
– El aprendizaje se facilita cuando se encuentra significado a lo que se aprende.
En la obra de Vigostky se encuentran ideas relacionadas con las concepciones de aprendizaje. Para él, el aprendizaje es una actividad social, y no solo un proceso de realización individual, una actividad de producción y reproducción del conocimiento mediante la cual el sujeto asimila los modos sociales de actividad y de interacción, los fundamentos del conocimiento científico, bajo condiciones de orientación e interacción social.
Esta concepción de aprendizaje pone en el centro de atención al sujeto activo, consciente, orientado hacia un objetivo, su interacción con otros sujetos, sus acciones con el objeto, con la utilización de diversos medios en condiciones sociohistóricas determinadas.
Vigostky le asigna una importancia medular a la revelación de las relaciones existentes entre el desarrollo y el aprendizaje, por la repercusión que este problema tiene en el diagnóstico de capacidades intelectuales. Para él lo que las personas pueden hacer con la ayuda de otros puede ser en cierto sentido más indicativo de su desarrollo mental que lo que pueden hacer por sí solas. Resulta imprescindible revelar las capacidades reales del sujeto y sus posibilidades para aprender con ayuda de los demás. La diferencia entre estos dos niveles es lo que denomina zona de desarrollo próximo, que define como la distancia entre el nivel real de desarrollo determinado por la capacidad de resolver un problema y el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en colaboración con otro compañero más capaz.
Aún cuando la tercera edad no fue objeto de estudio de la teoría de L. S. Vigotsky, los postulados desarrollados resultan esclarecedores a la hora de abordar la atención a esta edad, pues lo que no se puede es dudar de que el adulto mayor posee potencialidades que se expresan y desarrollan en su interacción con otros adultos.
La concepción histórico-cultural desarrollada por Vigotsky nos permite tener una visión acertada del adulto mayor y de cómo organizar el proceso de enseñanza-aprendizaje para estas personas.
La utilización conceptual vigostkiana nos ha permitido diferenciar y enjuiciar otras posiciones de la Psicología de la vejez en la actualidad. Nos ha permitido, además, valorar esta etapa de la vida como desarrolladora con necesidades individuales y posibilidades de nuevas formaciones psicológicas que permiten su potenciación como individuo en la última etapa de la vida.
"La concepción histórico-cultural del desarrollo psíquico, se constituye en nuestros días en la construcción más acertada e integradora de la explicación acerca de la estructura, contenido y génesis de la psiquis humana." (G. Arias, 1998)
Particularmente desde los años 1990 se ha constituido en punto de referencia mundial el concepto de aprendizaje durante toda la vida como objetivo global de la educación, por cierto muy relacionado y útil para el logro de metas como las implicadas en el envejecimiento exitoso, el bienestar subjetivo y la planeación efectiva de la vida.
"El aprendizaje durante toda la vida, es el referido al desarrollo social, cultural y económico de personas y grupos mediante la educación y el aprendizaje a lo largo de sus vidas." (Taylor, 2001)
En este sentido, el aprendizaje durante toda la vida coincide con la llamada "educación vitalicia" según el escritor mexicano Carlos Fuentes (1999), la cual trasciende las etapas exclusivas o concluyentes de la enseñanza tradicional. La educación vitalicia diversifica los currículos escolares, los hace accesibles a la comunidad, extiende el concepto de educación a sociedades que aprenden a seguir aprendiendo, a fin de enfrentar nuevos y absolutamente inesperados desafíos. Destaca como responsabilidades fundamentales: la educación vitalicia de los adultos mayores.
Los enfoques que abordan la tercera edad como etapa evolutiva y de desarrollo no trascienden los marcos de la Psicología, la Sociología y las Ciencias de la Salud, prestándose muy poca atención a este tema en las Ciencias de la Educación. En este sentido, el aprendizaje del adulto mayor ha sido una arista casi vedada y que, por supuesto, hasta hace algunos años no tenía cabida en los enfoques de la Psicología y la Pedagogía. De hecho, los hombres y mujeres de la tercera edad constituyen uno de los colectivos que apenas tienen presencia en los contenidos culturales que son objeto de atención en las instituciones escolares.
En nuestro país se han dado pasos de avance al respecto y son múltiples los programas y servicios que incluyen la atención a la tercera edad: círculos de abuelos, casas del abuelo, gabinetes y salas hospitalarias del adulto mayor, la Universidad del adulto mayor, entre otras.
La Universidad del adulto mayor, como interesante iniciativa, surgió a finales de 1999 por el Movimiento de Jubilados y Pensionados de la CTC, tomando en cuenta algunas experiencias que funcionaban en Ciudad de La Habana y Santiago de Cuba, en la impartición de temas gerontológicos a los adultos mayores, se formó una comisión de trabajo para la instrumentación, perfeccionamiento y ampliación de todas estas ideas, solicitándose a la Universidad de La Habana y a la Asociación de Pedagogos de Cuba su contribución. Así surgió la primera cátedra universitaria del adulto mayor, en la Facultad de Psicología de Ciudad de La Habana, con un claustro de profesores en su mayoría jubilados con una alta calificación.
En una de las sesiones del 1er Encuentro Internacional de Universidades del Adulto Mayor, realizado en mayo de 2002 en La Habana, el secretario general de la CTC, compañero Pedro Ross Leal, planteó las ideas de generalizar estos cursos, creándolos en todos los municipios del país, como una modesta contribución al programa para lograr una cultura general integral de nuestra población.
Actualmente hay constituidas en nuestro país 125 cátedras del adulto mayor. Los cursos se desarrollan sobre la base de conferencias, ponencias y debates con temas de salud, estilo de vida, alimentación, psicología, culturales y jurídicos, entre otros; creándose el marco propicio para la búsqueda de alternativas emergentes al currículo que surjan de los procesos de investigación acción educativa, mezclándose alumnos y profesores en los procesos de reflexión.
En este sentido, son valiosas las investigaciones y aportes que ha realizado la Asociación de Pedagogos de Cuba y los estudios realizados por las Dras. Lidia Turner y Antonia Díaz.
Actualmente con la creación de la Universidad para el adulto mayor, hemos apreciado el auge de las corrientes innovadoras de la Pedagogía del adulto, basadas en la participación y cuyo principal exponente es el pedagogo brasileño Paulo Freire, quien desde el mismo inicio de su producción pedagógica aporta un nuevo método que estimula la creatividad, la búsqueda, el cuestionamiento, propicia la acción participativa–transformadora por parte de los educandos, de los sectores oficiales opresores, para que la educación llegue a los barrios pobres, a obreros, campesinos, miembros de partidos políticos, sectores religiosos, o sea, una educación popular. En la Pedagogía de Freire las experiencias de educación parten del conocimiento de la realidad, de su análisis e interpretación para posibilitar la toma de una actitud crítica y de compromiso con la modificación del mismo, como tendencia que promueve la socialización para el cambio y no la simple adaptación.
Esta pedagogía liderada por Freire ha promovido innovaciones curriculares cuyos principios se sustentan en una renovación pedagógica desde la óptica misma del desarrollo curricular.
Algunos teóricos como Luis Serra apuntan que la educación popular es un proceso permanente y organizado que incluye:
– La investigación participativa de la realidad.
– La recuperación de la memoria colectiva.
– La planificación de las acciones educativas y de cambio social.
– La ejecución y desarrollo de planes de acción.
– La elevación y sistematización de los resultados.
– La multiplicación de experiencias y capacidades.
La educación popular tiene una finalidad transformadora de la realidad. Se ha sistematizado su práctica sobre la base de los aspectos siguientes: el educador adopta formas participativas y la dialogicidad debe lograr el diagnóstico de la realidad vivida por el grupo y su interacción con esa realidad; realizar un análisis de las acciones organizadas por el grupo para modificar el medio y su propia actuación, y por último: el descubrimiento colectivo de la intención o modificación que se está realizando. O sea, se enseña a pensar y estimula una acción transformadora, basada en el diálogo, la utilización de palabras y temas "generadores", etc., que adoptan significado en cada barriada o comunidad de base.
Todos aprenden y enseñan recíprocamente en un proceso colectivo de diálogo fraternal. Las relaciones entre el educador y el educando conciben al maestro como un guía, un coordinador que motiva la participación al debate, la reflexión y, por ende, la profundización del saber popular. ¿Cómo? A través del tema de estudio, que conserva su esencia generadora, como problematización que reta la capacidad analítica de los participantes y no la transmisión de un saber "elaborado" por otros "que saben". En otro sentido, este método estimula, además de la creatividad, la buena capacidad de comunicación colectiva, que se logra con el buen uso del lenguaje y las formas de expresión de la cultura popular, siendo requisito indispensable para desarrollar una labor educativa profunda, crítica, así como para que se extienda dicha práctica a sectores más amplios del pueblo.
Los contenidos se determinan a partir de la convergencia de los intereses más particulares de los educandos, pero teniendo en cuenta los intereses más generales. Se trata de contenidos sistemáticos, científicos, que se deben ver y construir siempre relacionados, los de carácter cultural con los de carácter técnico-profesional, con los de carácter ideológico.
La creación de los materiales educativos (con carácter instrumental) es un momento importante en la práctica de la educación popular. La creación de materiales con la participación de los sectores populares permite un encuentro entre el conocimiento científico-teórico y el conocimiento popular, esto ha favorecido la intercomunicación entre las experiencias de la educación popular en América Latina, y transitar hacia experiencias más amplias con cierto nivel de masividad. Estos materiales deben partir de la propia cultura de los grupos que los utilizan y deben adecuarse a los códigos gráficos, lingüísticos y modo de expresión de los participantes, motivando de esta manera el análisis, la discusión y el debate.
En los últimos años con la creación de las universidades para el adulto mayor, como una vía para el paso de una actividad productiva a una forma de actividad creativa socialmente reconocida, queda claro que esta pedagogía innovadora está llamada a jugar un papel esencial en el proceso de aprendizaje en el adulto mayor, encaminado a propiciar el desarrollo de una cultura del envejecimiento desde la óptica de aprender a desempeñarse en un mundo cambiante y de demostrar lo que socialmente puede aportar este grupo etáreo.
La identificación de las necesidades de aprendizaje es un elemento a tomar en cuenta en el proceso de enseñanza, ya que la percepción de las necesidades del aprendizaje que tiene un individuo a veces difiere de los puntos de vista educacionales. Se necesita dar al adulto mayor la oportunidad de formular y expresar sus necesidades.
Teniendo en cuenta la revisión bibliográfica realizada, se consideran indicadores semánticos las categorías siguientes:
– Adulto mayor: individuo que pertenece a la llamada tercera edad, a partir de los sesenta años de edad –¾ etapa post-jubilación¾ y que comúnmente se le identifica como adulto mayor o anciano.
– Envejecimiento poblacional: se expresa en la proporción de la población de edad avanzada en relación con la población total. Por tanto, no es solo el número de ancianos lo que lo define, sino la proporción de los mismos en la estructura poblacional.
– Educación Popular: proceso que propicia que el participante se convierta en sujeto de su propia educación (autoeducación). Parte del hecho de que el conocimiento científico debe ser llevado a las "masas" y que el pueblo "debe ser educado." El papel del educador es proponer las herramientas teóricas y técnicas que faciliten el proceso de reproducción del saber popular para sistematizarlo e incorporarlo, conscientemente, en las acciones educativas, fusionándolo con el conocimiento científico-tecnológico sistematizado.
– Aprendizaje: proceso mediante el cual el individuo adquiere conocimientos, habilidades, actitudes, valores, etc., a partir de su contacto con la realidad, su medio ambiente y otras personas.
En los momentos actuales el problema de la investigación científica se mueve entre dos enfoques o paradigmas, el cuantitativo y el cualitativo. Algunos autores consideran la investigación acción como una conciliación, triangulación o convergencia de paradigmas, es decir aprovechar todo lo positivo de cada uno de ellos, y este criterio se pone de manifiesto en nuestro trabajo, pues se utiliza la cuantificación en algunos momentos, pero el enfoque cualitativo salva la pretensión de cuantificar toda realidad humana, por lo que tenemos en cuenta una concepción múltiple de la realidad, hay interpretaciones y transformaciones de la misma. Además, se sigue el enfoque dialéctico que pone de manifiesto la relación dinámica entre lo cualitativo y cuantitativo.
La presente investigación de tipo descriptivo–analítica, se realizó en el municipio de Sagua la Grande, en el período comprendido entre enero de 2001 a diciembre de 2002. Se trabajó con una muestra de 31 adultos mayores vinculados a la Universidad del adulto mayor, todos jubilados y sin vínculo laboral, con diversidad de nivel cultural, capacidades y características individuales.
Los criterios de selección estuvieron enmarcados en:
– Que estuvieran vinculados a la Universidad del adulto mayor.
– Que fueran mayores de 55 años.
– Que fueran jubilados.
– Que consintieran en colaborar en la investigación.
Instrumentos utilizados en la recogida de información:
– Observación participativa en las actividades de los diferentes módulos de la Universidad del adulto mayor.
– Técnica de los refranes.
– Encuesta.
– 10 palabras de A.R.Luria.
Seguidamente aparecen las descripciones del conjunto de técnicas que se estructuraron para esta investigación.
Encuesta:
La encuesta como método de investigación es una técnica de gran valor, que permite obtener información, puntos de vista, criterios, preocupaciones, a través de un conjunto de preguntas que pueden ser cerradas o abiertas, y que nos conducen a la medición de opiniones sociales.
El objetivo fue buscar información sobre las principales preocupaciones que tienen los adultos mayores en torno a su aprendizaje.
Su finalidad es informar la opinión que tienen los sujetos sobre su aprendizaje, principales potencialidades y dificultades, elementos que interfieren en su aprendizaje, expectativas de aprendizaje, etc.
Memoria de las 10 palabras de A. R. Luria:
Esta técnica fue propuesta por Luria. Los presupuestos teóricos que sustentan esta prueba indican el carácter activo de la memoria. Tiene como objetivo la investigación de la memoria: recuerdo inmediato y mediato.
Esta incluye una lista de 10 palabras sencillas y conocidas que el sujeto debe grabar y reproducir (pan, ventana, hermano, agua, miel, caballo, fuerza, bosque, fuego, silla). Instrucciones: "Ahora te voy a leer una lista de palabras de las cuales vas a tratar de recordar el mayor número que te sea posible, atiende bien para que luego puedas decírmelas".
Esta metódica investiga la actividad sintética de los sujetos y analiza la habilidad para generalizar. Constituyen aquel género del folklore, en el cual la generalización, un juicio general, se transmite a través de la significación de algún hecho particular aislado de una situación concreta. El sentido verdadero de un refrán se torna entonces sólo comprensible cuando la persona se abstrae de aquellos hechos concretos acerca de los cuales se habla en el refrán, cuando los mismos hechos adquieren carácter de generalización. Solo ante esta condición se realiza la transferencia del contenido del refrán a otras situaciones. Esta transferencia es análoga por sus mecanismos a la transferencia del modo de solución de una tarea a otra.
Como método de investigación permite percibir de forma planificada y sistemática la actividad de los sujetos en condiciones naturales de desarrollo para lograr dar una explicación lógica de su evolución, por tanto la información que nos brinda tiene un carácter objetivo. Para realizarla se confecciona un registro de observación tomando en cuenta los elementos en que se precisa profundizar. Consiste en el registro sistemático, válido y confiable de comportamiento o conducta manifiesta. Supone, además, la interacción social entre el investigador y los grupos sociales donde el objetivo es recoger datos, de modo sistemático, a través del contacto directo y en situaciones específicas.
Primeramente se seleccionó la muestra partiendo de la matrícula de adultos mayores incorporados a la Universidad del Adulto Mayor. Inicialmente se solicitó el consentimiento a cada participante (ver anexo 5) y comenzamos con las sesiones de trabajo.
En la primera sesión de trabajo se aplicó una encuesta grupal que duró un tiempo aproximado de 25 minutos.
En la segunda y tercera sesiones de trabajo se aplicaron las técnicas de los Refranes y la Memoria de las diez palabras donde se trabajó en adecuadas condiciones ambientales de iluminación, ventilación y silencio.
Por último se emplearon una cuarta y quinta sesiones de trabajo para llevar a cabo observaciones participativas del grupo.
Al finalizar estas sesiones de trabajo se hizo un análisis de los datos recogidos.
De acuerdo con la estrategia metodológica que nos propusimos, el análisis de los resultados se realizó de forma cualitativa, integrando los resultados arrojados por los sujetos y los diferentes métodos y técnicas empleadas, y desde el punto de vista cuantitativo se procedió a utilizar el cálculo porcentual.
El número de personas estudiadas fue de 31, de ellos el 19.3 % se hallaba en el grupo de edad de 55-60 años; el 51.6 % de 61-65 años; el 19.3 % de 66-70 años; el 3.2 % de 71-75 años y el 6.4 % de 76-80 años.
Gráfico 1
La escolaridad de la muestra fue la siguiente: al 35,4 % con nivel medio, 45,1 % con nivel medio superior y el 19,3 % con nivel superior.
Grafico 2
El 74,2 % de ellos pertenecía al sexo femenino y el 25,8 % al sexo masculino. Aquí hacemos referencia a los trabajos de Orosa Fraíz "La tercera edad y la familia," donde el análisis de género se caracteriza por la desproporción hacia las mujeres que constituyen la mayoría inscrita en la Universidad del Adulto Mayor.
Gráfico 3
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