- El grupo de presión se propone la defensa de los intereses particulares específicos comunes a sus miembros, mientras que el partido se inspira en una ideología política en general, pretende determinar la orientación de la política del Estado.
- El grupo de presión solamente se encamina a que sus intereses sean favorecidos por las decisiones de los órganos estatales, pero en caso alguno se propone la conquista del poder, en tanto que el partido político busca específicamente alcanzar el gobierno mediante el triunfo en las elecciones, para convertir su programa partidario en el programa del Estado.
Hay distintos tipos de relación entre los partidos políticos y los grupos de presión: los grupos pueden actuar directamente sobre los partidos; pueden estar sometidos; o pueden coincidir con algunos de los objetivos y/o mantenerse independientes respecto de otros.
El sistema de partidos tiene una relación directa con los grupos de presión. Los grupos de presión están más desarrollados cuando existe falta de cohesión en el seno de los grandes partidos. La Ciencia política norteamericana destaca la ausencia de una dirección política estable en los dos partidos mayoritarios, ya que en el interior de los mismos se produce un conglomerado de intereses sumamente heterogéneos. Ello se refleja también en los programas partidarios en los cuales es difícil distinguir una continuidad de posiciones políticas; en cambio en los partidos políticos europeos se ve una conducta completamente diferente, son más disciplinados y coherentes y tienen programas muchos más precisos y que defienden con mayor consecuencia en el curso de muchas campañas electorales. De ello resulta que éstos partidos estén ligados a clases, sectores o grupos sociales determinados. En razón de esta situación ellos resisten mejor a la presión de los grupos de intereses particulares, grupos que los partidos mismos pueden directamente representar. Por lo tanto, no encontramos en Europa una actividad de los grupos de presión tan fuerte como en los Estados Unidos.
En Argentina, cada día se afirma más la idea que al no cumplir los partidos políticos una gran medida de sus funciones esenciales, van siendo sustituidos , por grupos que defienden los intereses particulares de sus miembros. Los partidos así debilitados tienen problemas para recibir las influencias de éstos sectores particulares que defienden sus intereses de grupo para canalizarlas y armonizarlas con los demás intereses parciales y generales de la nación, a través de su programa o plataforma partidaria.
El éxito o fracaso de los grupos de presión depende entre otras cosas, de tener una estrategia capaz de mantener o de poner en sintonía sus intereses particulares con aquellos más generales que se desprenden de las normas culturales de una sociedad dada. Cada grupo intentará maximizar sus oportunidades de éxito manejando los recursos a los que tiene más fácil acceso y utilizando los canales de comunicación y de presión sobre el poder político que le resulten más adecuados y más favorables, y por último, cada grupo tratará de identificar con precisión el nivel político en que se toman las decisiones que le afectan. Además de los recursos es probable que el éxito de un grupo de presión se vea favorecido por el origen de sus miembros y sobre todo de sus dirigentes, si son de los mismos estratos sociales que el grupo de los que deban tomar las decisiones (y por lo tanto, de la previa legitimidad que se concede a sus demandas y preferencias).
A veces, a un grupo de presión no le resulta necesario ni una gran masa de afiliados, ni una gran representatividad, ni una gran disponibilidad de dinero y ni siquiera conocimientos exclusivos y de gran calidad. Para perseguir y alcanzar sus objetivos puede bastarle una ubicación estratégica en el proceso productivo o en todo caso, en el sistema político nacional o local (2). Así, por ejemplo, es el caso de los piqueteros en la Argentina que pueden paralizar el tráfico en rutas y autopistas.
La ubicación y la cohesión de grupos de trabajadores son recursos poderosos en la política de presión y no es raro que se utilicen con eficacia. Los ámbitos, los canales, los destinatarios serán en cada caso aquellos a quienes corresponda tomar las decisiones o bien los más sensibles a los efectos de la presión. En la política de presión, los grupos pueden adoptar concientemente la vía de creación de un malestar intolerable para los ciudadanos (incluso con un calendario que se adapta a períodos especialmente propicios, como las vacaciones o feriados) a fin de que éstos dirijan sus presiones sobre los que toman las decisiones.
Los individuos que representan los intereses de determinados grupos o los suyos propios no se limitan por lo general, a transmitir información. Desean articular sus intereses con los de las elites encargadas de tomar las decisiones relacionadas con éstos y presentarlas de manera tal que puedan obtener una respuesta favorable. Por ello, los grupos de intereses procuran hallar canales de articulación especiales para sus demandas y medios para convencer a quienes deciden, de manera que sus planteos merezcan la atención de éstos y obtengan una respuesta (3).
Entre los medios empleados para articular las demandas figuran las demostraciones físicas y la violencia. La misma se convierte en un medio regular empleado para presionar a las elites gobernantes, amenazando su estabilidad en el poder sino son satisfechas las demandas de importantes sectores populares.
La conexión personal constituye un importante medio de acceso a las elites políticas. Por canales de conexión personal entendemos la utilización de la familia, la escuela y los lazos locales y sociales como intermediarios.
La representación de la elite en nombre de un grupo constituye un canal de acceso utilizado con gran eficacia por algunos intereses. En lugar de usar las conexiones personales o los canales formales para lograr el acceso, el grupo que tiene una representación de elite puede confiar en la articulación directa y permanente de sus intereses a través de un miembro que participe en la estructura de decisiones.
Finalmente vamos a considerar los diversos canales formales e institucionales de acceso que existen en un sistema político moderno. Los medios de comunicación constituyen un canal de ese tipo; en una sociedad abierta el uso de tales medios para transmitir las demandas políticas permite un contacto más directo con quienes tienen a su cargo la adopción de las decisiones políticas. Los partidos políticos son un segundo e importante canal de acceso institucional, así también como lo son las legislaturas, burocracias y gabinetes.
NUEVAS FORMAS DE PARTICIPACION SOCIAL
Sociedad civil en su conjunto
Durante los últimos años comenzaron a manifestarse nuevos grupos dentro de la sociedad civil que obtuvieron importantes mejoras sociales utilizando sus propios esfuerzos. Están impulsados por el hecho de que los gobiernos no se interesan por muchos problemas de la comunidad.
Estos ciudadanos unidos por inquietudes comunes incorporan mecanismos de responsabilidad y de solidaridad formando una sociedad activa y eficaz.
Las características distintivas de estos grupos son las siguientes:
Sus voluntarios se organizan de tal manera que obtienen mejores resultados con pocos recursos .
Tratan el cambio como una oportunidad.
Ponen en marcha innovaciones y técnicas no tradicionales.
Capacitan a sus representantes.
Desarrollan vínculos comunitarios.
Ofrecen un ámbito de realización personal.
Transforman las inquietudes colectivas en energía cívica.
Generan acciones complementarias con otras asociaciones.
No pretenden cambiar gobiernos sino cambiar a la comunidad para que ésta pueda elegir mejores gobiernos.
Fortalecen la composición política de una comunidad.
Se distinguen por su concepto de legitimidad, que implica inclusión, no representación.
No son necesariamente numerosas, pero son abiertas.
Intentan crear individuos comunitarios (4).
Estas asociaciones son mediadoras entre los ciudadanos y el gobierno, y proponen una forma de participación diferente, llenando el vacío político producido por las tradicionales estructuras partidarias y los nuevos reclamos sociales.
Asambleas Barriales:
Un enfoque teórico
La asamblea es un medio que sirve para mantener informados a todos los miembros de una organización, para implicarlos como parte de la misma y para que participen efectivamente en la marcha general de la institución. En definitiva, la asamblea es imprescindible para el funcionamiento democrático de un grupo u organización (5).
En la asamblea se informa acerca de temas que afectan a la organización; se decide sobre la gestión y actuaciones del grupo y sus órganos ejecutivos y se elige a los compañeros que tendrán la responsabilidad de realizar determinadas tareas ejecutivas.
Las limitaciones de la asamblea tienen que ver con la tendencia a la pasividad en la mayoría de los componentes o miembros que participan en ella. El dominio y buen manejo técnico de una asamblea tiene como finalidad evitar esta tendencia, fomentar y estimular la participación de la mayoría de la gente y evitar los intentos de manipulación encubiertos que casi siempre aparecen por parte de miembros con intereses ajenos a los de la organización. También se debe saber desarrollar ciertas actitudes personales y de grupo que ayuden a trabajar en equipo, que permitan que las asambleas sean eficaces, gratificantes y placenteras. Si el objetivo de la asamblea es dialogar sobre cuestiones de interés para los miembros o adoptar alguna decisión o resolución, es necesario que participe el mayor número de personas posibles. Ello garantiza que las conclusiones o acuerdos sean expresión democrática de la voluntad de la mayoría, ayuda a fortalecer y consolidar la organización, mejora el funcionamiento interno y permite llegar a acuerdos más amplios y representativos entre los participantes; es necesario además, que la gente participe y se exprese en el transcurso de la asamblea para que ésta pueda lograr los objetivos antes expuestos. Facilitar que la gente participe y se exprese no es garantía de éxito. Las intervenciones largas, poco concretas, las discusiones personales, , la pérdida de tiempo, la mala conducción y comunicación, etc. son algunos de los hechos que contribuyen a que nuestras asambleas no sean eficaces, sean tediosas y que por tal motivo la gente participe poco.
Funcionamiento de una asamblea en Buenos Aires
El auge de las asambleas barriales resurgió con mayor intensidad después de la insurrección del 19 y 20 de diciembre de 2001, que terminó con la dimisión del gobierno de Fernando De La Rúa .
Estas se realizan al aire libre, en plazas, parques o esquinas. Al comenzar la asamblea se eligen dos personas para combinarlas y a veces otras dos para tomar notas que pueden ser revocadas durante la asamblea si no se respetan las normas democráticas de funcionamiento. Los coordinadores solo se limitan a controlar que cada orador no sobrepase su tiempo (en general tres minutos), toman notas de las propuestas y llaman la atención sobre los límites horarios. Una vez definido su temario tienen una hora para finalizar y evitar que los debates se alarguen y queden solo los militantes de los partidos.
Los coordinadores y los delegados (dos o tres) que se nombran para participar en la interbarrial (consiste en una asamblea general que agrupa a todas las asambleas barriales) de los domingos son rotativos. Las asambleas llevan sus propuestas a la interbarrial y allí aprueban las líneas de acción que deben volver a las asambleas para su aprobación definitiva. Los vecinos al comenzar a hablar se presentan: nombre, actividades y otros datos. Muchas asambleas dividen las horas de reunión en tres temas: problemas del barrio, cuestiones generales del país, y propuestas concretas que son votadas al final.
Las asambleas se dividen en comisiones, por ejemplo, de desocupados, salud, educación, etc., para evitar el debate en conjunto que es más politizado. La comisión de salud tiene como objetivo inmediato asegurar el abastecimiento de medicamentos en hospitales públicos y para esto buscan requisar los laboratorios y expropiar el stock para su entrega a los hospitales. De esta manera buscan que los trabajadores sean aquellos que controlen la industria farmacéutica. De esta manera se demuestra el descontento de la sociedad ante la falta de transparencia y eficacia en el manejo de las instituciones sociales , por parte de lo funcionarios del gobierno. Se intenta que las cuestiones públicas no sean más monopolios de políticos, sino que los ciudadanos sean los que ejerzan el debido control sobre el manejo de las mismas
Las asambleas combinan demandas globales: no pago de la deuda externa, reclamo de trabajo, anulación de las leyes de impunidad, renovación total de la burocracia sindical y los partidos políticos, nacionalización de las empresas públicas, etc.; con demandas locales: compras comunitarias, apertura de comedores para desocupados, cuestiones relacionadas con la educación, y la salud de cada uno de sus barrios, etc.
Los mecanismos de acción que utilizan para llevar a cabo sus proyectos son:
- cacerolazos,
- escraches a políticos,
- marchas hacia empresas privatizadas,
- abrazos a hospitales públicos,
- festivales donde se populariza la asamblea entre vecinos y en los cuales se recaudan fondos para guarderías, escuelas o grupos de jubilados.
A partir de esta serie de demandas podemos reconocer la existencia de dos dimensiones de la noción de ciudadanía, por un lado tenemos una dimensión política – económica, que toma como referencia el sistema político y a la representación política, y por otro lado, una dimensión ético – democrática que hace referencia a las ideas de solidaridad y comunidad incluyendo la participación política.
A menudo estas asambleas tienen problemas con los partidos de izquierda (Partido Obrero, el Movimiento Socialista de los Trabajadores, y el Partido Comunista), a los que se les pidió que acudieran si banderas ni pancartas, pero así mismo se puede observar que en todos los actos de las asambleas barriales no cumplen con dicho pedido. La convivencia entre éstos y los vecinos se torna cada vez más tensa cuando los partidos tratan de imponer sus propuestas o hablar más del tiempo convenido. La asistencia a las asambleas fue decreciendo y algunos sostienen que fue precisamente por la manipulación de los aparatos partidarios.
Estas asambleas buscan instalar nuevos valores y prácticas democráticas en la Argentina, donde todos puedan participar y ser escuchados (ejerciendo una democracia más inclusiva), rechazando a los partidos políticos como estructuras verticales que no consideran las opiniones de sus electores. Están constituidas en base a una estructura horizontal permitiendo la participación de todos sus miembros, intentando construir identidades colectivas de la sociedad en su conjunto, a pesar de que muchos de los que participan en ellas tienen por función satisfacer expectativas individuales y dar un marco a la necesidad de pertenencia.
Movimiento piquetero
Nace de una necesidad de la clase obrera trabajadora argentina (no solo de los desocupados en particular); por la lucha contra el desempleo y por las reivindicaciones de los desocupados. Este movimiento fue protagonista excluyente de las grandes luchas populares, movilizando a miles de trabajadores que revolucionaron la vida interna de los sindicatos intentando promover una nueva generación de dirigentes de obreros y populares.
Las puebladas, los cortes de ruta y las luchas sindicales de los últimos años se han desarrollado con la oposición de las direcciones oficiales de los sindicatos. Los sindicatos argentinos se aliaron desde sus comienzos con cada uno de los gobiernos en el poder y culpan por su pérdida de protagonismo a la desaparición de desempleos industriales. Los sindicatos organizan huelgas generales y utilizan una retórica populista, pero solo presionan al gobierno en asuntos de importancia relativa a sus propios intereses y negocian a espaldas de los obreros. Las tres federaciones sindicales argentinas Confederación General de Trabajadores (CGT), la CGT- Disidente y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) tienen una trayectoria basada en lealtades personales hacia los burócratas de más alto rango. Las tres se concentran en sus líderes, no en la clase obrera en su conjunto; todas mantienen lazos estrechos con los dos partidos principales: el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical.
Para los piqueteros el piquete es la acción coactiva y colectiva de los "explotados", lo toman como un símbolo de su lucha popular. Consideran que es un instrumento de educación política para la masa popular.
El movimiento comienza a organizarse a comienzos de 1995 (época en que se preparaba la reelección de Menem), bajo la forma de comisiones de desocupados en el ámbito municipal, o incluso a nivel barrial en particular en la provincia de Neuquén. Su desarrollo está ligado al derrumbe del peronismo.
Con el surgimiento de la Alianza (1997-1999) el movimiento fue parcialmente confiscado por los partidos y tendencias que actuaban en su nombre. Pero esta idea de canalizar la demanda implicaba abortar las posibilidades del desarrollo independiente del movimiento piquetero.
Con el fracaso de la Alianza, los piquetes vuelven a un primer plano, pero ahora con una inusitada proyección política nacional.
Había pasado de ser un movimiento exclusivamente reivindicativo y de reclamos de asistencialismo social, a formular programas políticos, por ejemplo la reestatización de empresas como YPF, planteando la transformación social de la Argentina e incluso abogando por un gobierno de los trabajadores.
El movimiento pasó de los cortes de ruta aislados, a una huelga general y a un plan de lucha nacional.
Su composición va desde los obreros industriales desocupados que pasaron por la experiencia sindical a una gran cantidad de jóvenes y amas de casa de barrios empobrecidos. En esta mezcla radica su riqueza y vitalidad pero también su heterogeneidad. Los sujetos de este movimiento son trabajadores desocupados que conservan su sentido de pertenencia a la clase obrera y sus métodos de lucha, como así también pequeños productores agropecuarios, comerciantes y estudiantes. En lugar de parar la producción al interior de la fábrica, ahora se corta la circulación a través del corte de las arterias viales intentando frenar el proceso de realización de los productos. Los cortes de ruta desplazaron a las huelgas como expresión de la protesta social, y de reclamo de los sindicalistas.
En el seno del movimiento actúan las más variadas tendencias políticas: un ala revolucionaria, que lucha por la independencia política del movimiento, por la fusión de trabajadores ocupados y desocupados y por la unión de la lucha reivindicativa y política para darle una salida de conjunto a toda la clase obrera; y una tendencia burocrática subordinada a los partidos de izquierda y partidaria de la integración al Estado.
Si bien el movimiento fue una creación voluntaria de los trabajadores desocupados, estos no empezaron de cero sino que traían consigo la experiencia que habían ganado en el movimiento sindical; pero el funcionamiento por asambleas y la revocabilidad de los mandatos y los métodos de acción directa, demostraron un marcado distanciamiento de los primeros organizadores respecto de la burocracia sindical y sus métodos.
A partir de 1995 comienza a extenderse la organización de los desocupados en todo el país. En el Gran Buenos Aires la situación social era tan crítica como en el interior del país, pero el gobierno consiente del peso político del conurbano había montado una amplia red asistencialista – punteril como lo fueron en su momento las manzaneras, por citar un ejemplo.
Sin embargo el gobierno en manos del peronismo estaba perdiendo su control político sobre las masas, es más, el hecho de que se vieran obligados a montar esta organización asistencialista por fuera de las estructuras tradicionales del justicialismo estaba revelando el agotamiento del mismo como dirección política popular.
En el gran Buenos Aires convivían diferentes tendencias políticas: FREPASO, CTA, PTP-PCR, Polo Obrero, entre las cuales se debatió la estrategia a seguir del movimiento. Algunos abogaban por el reclamo de un subsidio de $500 para todos los desocupados y el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario; otros por el contrario sostenían que el eje del programa debía tener un punto irrenunciable: comida, y a partir de allí un programa que reclamara puestos de trabajo, la reactivación de las industrias y planes del Estado.
Objetivos y Reivindicaciones del Movimiento :
- Aumento salarial del 50%.
- Salario mínimo de $600 por una jornada de 8 horas.
- Subsidio al desocupado de $500.
- Reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario.
- Derogación de la reforma laboral y de la ley de "flexibilización laboral".
- Convenios colectivos con paritarios electos en asamblea.
- Suspensión de todos los desalojos; censo de las casas desocupadas e investigación de la propiedad de éstas y de inquilinatos y conventillos, ante supuestos fraudes de las inmobiliarias
- Viviendas sociales para trabajadores ocupados y desocupados que las necesiten.
- Abolición del trabajo en negro mediante el control de comisiones obreras fiscalizadoras, y condena penal a los empleadores evasores y que integren el sistema del trabajo en negro.
- Efectivización, sindicalización e inclusión en convenio de todos los trabajadores transitorios.
- Administración de todo plan de empleo y de asistencia social por las organizaciones de trabajadores, sin ninguna injerencia del Estado (6).
- Libertad a los presos protagonistas de las diferentes protestas y cortes de ruta y su desprocesamiento.
- Urbanización de las villas con garantía de acceso a la vivienda para todos sus habitantes; documentación inmediata y gratuita para todos los extranjeros que los soliciten, al igual que el libre acceso a un plan de viviendas.
- Defensa de la salud y el Hospital Público, producción y provisión estatal y gratuita de medicamentos (7).
Si bien "los piqueteros" no tenían desarrollado un programa general frente a la crisis, desde sus inicios los sectores más consientes del movimiento entendían que las reivindicaciones se obtendrían como el fruto de la movilización política y de la organización independiente del Estado.
El movimiento piquetero enfrenta una nueva perspectiva política : definir una estrategia de profundización de sus reclamos mediante la huelga general y trabajar por convertirse en una salida para los desocupados a escala nacional, superando las burocracias sindicales oficiales y desarrollándose como una alternativa de poder para la clase obrera (desocupada, subocupada y ocupada) frente al Estado. Esto le plantea la necesidad de discutir y establecer una salida política de conjunto frente a la crisis; esta perspectiva aboga por la constitución de una Asamblea Constituyente a nivel nacional, provincial y municipal con el objetivo de reorganizar política y socialmente al país. Para esto deberá intentar no renunciar a su rol de factor político independiente.
A modo de síntesis
Luego de haber desarrollado las características y funciones de las Asambleas Barriales y Piqueteros podemos afirmar que se corresponden con las características que hacen a los grupos de presión.
En primer lugar estos grupos tienen el objetivo de satisfacer sus propios intereses, para esto ejercen una presión sobre los órganos estatales, los partidos políticos y la opinión pública, y por otro lado mantienen la idea de ser independientes con respecto al Estado y a la estructura tradicional de los partidos políticos.
En cuanto a la relación entre los partidos y estos grupos se puede observar que muchas veces los segundos actúan directamente sobre los primeros planteando demandas que luego los mismos utilizan en su plataforma electoral; en otros casos, son los partidos los que intentan someter y cooptar a los grupos para engrosar sus filas partidarias, como sucede con los partidos de izquierda y las asambleas barriales; y con la Alianza en sus inicios, el PJ, organizaciones sindicales y también los partidos de izquierda en los comienzos del movimiento piquetero.
La ubicación y la cohesión de grupos de trabajadores son recursos poderosos en la política de presión, y no es raro que estos grupos utilicen esto con eficacia. Por ejemplo los piqueteros notaron desde que comenzaron con sus movilizaciones los efectos que tenía la presión que ejercían , sobre las decisiones que tomaba el gobierno. Conocen fehacientemente como crear un malestar incluso para todos los ciudadanos eligiendo lugares y fechas estratégicas, con el fin de dirigir sus presiones sobre los encargados de tomar decisiones . Estos grupos lograron encontrar sus propios canales para ser oír sus demandas y conocen los medios para convencer a quienes deciden y obtener de esta manera una respuesta favorable.
Los piqueteros podrían entrar en la descripción de los movimientos sociales realizada por Alberto Melucci (8), el cual sostiene que: los que se sublevan no son los grupos marginados, sino aquellos que sufren una contradicción entre un sentimiento de pertenencia a un determinado grupo y las nuevas relaciones sociales impuestas por el cambio. Estos grupos tienen mayor capacidad de movilización porque tienen experiencia de participación, conocen los procedimientos y los métodos de lucha; ya tienen sus propios lideres y mínimos recursos organizativos, que provienen de vínculos preexistentes; pueden utilizar redes de comunicación ya existentes para hacer circular nuevos mensajes y consignas; pueden reconocer con mayor facilidad intereses comunes.
Las asambleas barriales por su parte se podrían corresponder con la teoría que Alain Toureine (9) realiza de los movimientos sociales, en la cual el autor afirma que los movimientos sociales basados en modelos culturales generales solo se transforman en organizaciones después de haber pasado por un conflicto social central. La acción conflictiva origina que las orientaciones culturales se conviertan en organizaciones sociales. El conflicto social producto de la crisis política, social y económica que se originó en Argentina en diciembre de 2001, propició el resurgimiento de las asambleas barriales como una alternativa a los partidos políticos.
A pesar de haber disminuido la cantidad de voluntarios , de que no cuenten con una gran disponibilidad de dinero (sus recursos los obtienen mediante la colaboración a voluntad de sus miembros) y de que no hayan tenido durante años acceso a la información política, las asambleas aún se mantienen como grupo de presión.
Sin embargo tanto las asambleas, como el movimiento piquetero analizado no logran identificarse con el conjunto de conflictos sociales, ya que el campo de su lucha se vuelve cada vez más autónomo, sin poder mantener un interés nacional multidimensional.
¿PARTICIPACION VS. REPRESENTACION POLITICA?
Evolución de la participación política (breve reseña histórica).
La cuestión de la participación nos lleva a revisar las formas de representación y los mecanismos de toma de decisiones.
Las características de los procesos históricos en la construcción de la ciudadanía de nuestro país imprimió rasgos particulares en la cultura cívica de la sociedad.
Si bien los derechos civiles fueron reconocidos por el Estado desde su formación, la teoría no se tradujo fielmente en la práctica efectiva de esos derechos. Tales derechos les eran reconocidos a unos pocos y el sistema político era accesible a una estrecha franja del espectro social.
La ley Sáenz Peña de 1912 implica la culminación del proceso de incorporación de los sectores medios a la vida política, iniciado por la Unión Cívica Radical y el partido Socialista.
El régimen democrático inaugurado por esta ley es interrumpido en 1930 por el golpe de estado que puso al general Uriburu en la Presidencia de la Nación. Comienza un gobierno de exclusión, período en el cual se alternan gobiernos autoritarios y democráticos. Los derechos políticos no alcanzan a las mujeres hasta el año 1951.
Recién en la década del cuarenta, la esfera de los derechos ciudadanos se incorpora a los sectores bajos en la vida política. De esta manera tales circunstancias sumadas a la discontinuidad de los regímenes democráticos desde 1930 dificultaron la construcción de una cultura cívica-participativa sólida.
El Estado tuvo un importante papel en el proceso de creación de la ciudadanía pero en diversas situaciones no hizo efectivo el respeto del ejercicio de los derechos ciudadanos, y como consecuencia se produjo una situación que se hizo manifiesta con el retorno a la democracia en 1983, y que sigue presente en la actualidad a saber:
- escasa información sobre procesos electorales.
- escasa información sobre los derechos individuales.
- desconocimiento por parte de la sociedad de los derechos ciudadanos
- poca o casi nula atención de los reclamos de la sociedad en su conjunto (10).
Históricamente el Estado no ha fomentado el ejercicio de los derechos ciudadanos; la recurrencia a regímenes autoritarios a minado su capacidad para garantizar el reconocimiento de éstos derechos, y en lugar de constituir el espacio de discusión de políticas para favorecer el pleno ejercicio de los derechos, se convirtió en instrumento de los gobiernos de turno para llevar a cabo sus respectivos proyectos políticos.
Los diferentes grupos políticos e institucionales que tuvieron peso en la política Argentina fueron colonizando el estado privándolo de su rol como garante del ejercicio de los derechos civiles, políticos y sociales.
Tanto es así que en la Argentina hubo una época en que la noción de la democracia como mero ejercicio de la voluntad general corporizada en la mayoría tendía a diluir la posibilidad de participación de las minorías en el sistema político; y a reducir la diversidad política propia de una democracia pluralista y necesaria para el eficaz funcionamiento de la comunidad política.
El peronismo ( desde 1946 hasta 1955) tuvo lugar en ésta modalidad de democracia. Se produce una progresiva identificación entre la voluntad de mayoría y la "voluntad nacional"; la doctrina de la mayoría tendía a ser considerada como la doctrina nacional (11).
El margen de respeto de los derechos de las minorías políticas y de alguna de las libertades fundamentales, (establecidos en la Constitución de 1853 y reafirmados en la de 1949) se fue estrechando perceptiblemente.
Junto con el peronismo los sindicatos tuvieron proliferación en la década del ‘40, mediante un rol activo en la defensa de los derechos sociales sobretodo en aquellos relacionados con el trabajador. Sin embargo, al haber sido creados desde el Estado no han adquirido la independencia necesaria para permanecer igualmente activos en la defensa de los derechos a través del tiempo; y en los últimos años han perdido protagonismo en pos de su gran politización, hecho que ha reducido su rol de defensores de los reclamos sociales, convirtiéndose en un grupo de presión político.
Se da una incongruencia entre las formas legales de representación y toma de decisiones, y la modalidad de participación directa; sobre éste tema el artículo 22 de la Constitución Argentina establece que: "el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución". Constitucionalmente el pueblo participa en la toma de decisiones sólo eligiendo a sus representantes, pero no en forma directa.
Es decir que los mecanismos legales establecidos en diferentes momentos de nuestra historia permiten formas de participación muy restringidas, que no están a la altura de las necesidades de participar de la sociedad.
En los ochenta surgió un debate acerca de las formas de participación política y los canales institucionales a través de los que se manifiesta, y su relación con la viabilidad de un régimen político que sea a la vez estable y democrático.
Era una etapa de acelerado ascenso de la participación política de la sociedad. Lo específicamente político se presentaba relacionado con otras expresiones representativas, tales como los sindicatos, organizaciones de profesionales, barriales, culturales y otras organizaciones voluntarias y de derechos humanos.
La expresión "participación política" hace referencia a una participación personal en los asuntos políticos, en un contexto democrático, mediante diversas formas: opinar, ser consultado, decidir, evitar que decidan por uno como no sea en consecuencia del correcto funcionamiento de las reglas del juego compartidas, y tomar parte en le proceso de elaboración de opciones y decisiones "…participar alude a ser, protagonista de nuestros propios asuntos…" (12)
Se trata de que las fuerzas políticas incorporen la participación como un valor central del estilo de hacer política. Cada ciudadano que toma parte activa en la vida política deberá prestar atención a las formas organizativas internas de la estructura política que integra, y contrastar dichas formas con los ideales que ésta alienta.
Profundizar la participación implica institucionalizarla legalmente, porque la posibilidad y el derecho a participar no pueden depender de la aceptación de ninguna autoridad política sino que deben estar en manos de los ciudadanos independientemente de sus opiniones y alineamientos. El tema es que la sociedad política argentina sea capaz de crear nuevas formas participativas libres, directas y profundas en el marco de la democracia; lo que no significa descuidar el mejoramiento de las formas representativas de la participación.
Crisis de Representación
Terminado el debate de los ochenta se percibe en la actualidad un malestar creciente en la sociedad respecto del funcionamiento del sistema político. La brecha entre representantes y representados es cada vez mayor. Esta situación se la puede definir como crisis de representación: como pérdida de confiabilidad en los partidos, el parlamento y en las grandes estructuras de mediación, pero no así en la democracia. Los partidos y los sindicatos son los que ven más debilitado su liderazgo, lo cual se traduce en un profundo desencantamiento de las bases y una escasa credibilidad en la política. Actualmente se debilita el lazo representativo que posibilitaba el Estado de Bienestar.
Las causas de la crisis de representación son varias: la exclusión social provocada por los ajustes, la movilidad social de unos pocos, los incumplimientos programáticos y el doble discurso; una democracia caracterizada por transacciones entre elites que se apartan de sus electores. Esta crisis conlleva a la declinación de una ética pública; el estado benefactor entra también en declinación por la falta de credibilidad sobre las garantías de éxito colectivo y promesas de una nueva sociedad. La importancia de lo colectivo generaba compromiso y a la vez temor a la sanción del grupo. Sin embargo, caídas las ideologías y en marco de una sociedad de consumo, el individuo se ha liberado de esa normatividad y se relaciona con una cultura de autointerés. No es lucha de clases sino de movilidad individual.
En ausencia de una definición de un bien público compartido la política se transforma en relaciones de fuerza.
Otras consecuencias de esta crisis son la subordinación de la política a la economía producto de que la globalización económica lleva a la reducción de los márgenes de autonomía del Estado; a la rigidez institucional y a la profesionalización. Hoy se observa la necesidad de recuperar mayor electividad y peso de los votantes, pero para lograr esto parece requerirse una mayor personalización del voto y una responsabilidad y control de la clase política. Se buscan mecanismos de control social efectivos para lograr una vinculación más efectiva entre gobernantes y gobernados.
"El riesgo que enfrenta la democracia no es tanto el del regreso de un régimen autoritario, como el de que, en el marco democrático liberal, aumente la resignación, la apatía y el distanciamiento ciudadano; de que crezcan nuevas formas de dominación o poderes económicos con alto control sobre el poder político y una primacía legitimada de intereses particulares sobre el bien común" (13).
Los motivos de la crisis de representación actual en la Argentina tiene sus antecedentes en nuestra historia política, sus causas no son problemas nuevos sino cuestiones históricas hoy agudizadas: la recurrente dificultad para articular los requerimientos del desarrollo económico y de la democracia de masas, y la crónica y creciente división entre lo político y lo social, consideradas como causas de la pérdida de autoridad y legitimidad de los gobiernos y los partidos.
Como se mencionó anteriormente la integración de las masas a la vida política en términos populistas bloqueó la institucionalización de un sistema sólido de representación partidaria y parlamentaria.
Esta incapacidad de los movimientos populistas para combinar con éxito la representación política con la participación social, la ausencia de mecanismos democráticos y eficaces para procesar conflictos y la distribución clientelar de recursos públicos, que deriva en el debilitamiento del Estado, de la competencia entre partidos y en la pérdida de independencia de las organizaciones sociales originaron el fracaso de gobiernos nacionales y provinciales. Llegándose así a una situación en que la representación de intereses es conflictiva y los partidos son cada vez más incompetentes para canalizarla; convirtiendo al conjunto del sistema en un instrumento sumamente frágil ante el incremento de la movilización social o el empeoramiento de la situación económica.
Esta nueva crisis de representación no fue acompañada como en otras veces por una presión militar o sindical, sino todo lo contrario. El debilitamiento de lealtades e identidades partidarias tradicionales permitió la rápida emergencia de nuevos liderazgos que intentaron canalizar la demanda y encarar reformas estructurales. La crisis implicó un profundo descreimiento en amplios sectores de la población, el debilitamiento de las organizaciones de masas (partidos y sindicatos) y la desactivación de los mecanismos de traducción de demandas, de debate y resolución de conflictos (14). Es por estos motivos que se originó una frustración en las expectativas depositadas en los gobiernos democráticos generándose una baja o casi nula movilización social; y prefiriéndose apoyar ciertas reformas económicas, políticas e institucionales, lo cual explicaría el porque la estabilidad del régimen político no corrió peligro pese a la gravedad de la situación y la diversidad de intereses afectados por la crisis.
De esta manera vemos que se dio un nuevo estilo de representación donde la articulación de identidades colectivas no suponía la agregación de intereses ni la movilización de grupos sociales organizados, sino más bien su desactivación y dispersión ; anulando o relativisando las mediaciones institucionales. Lo que a su vez provocó mayor anomia social y formas degradadas de sociabilidad.
Muchos analistas esperaban que esta crisis de los representantes habilite en un futuro próximo la extensión de prácticas sociales y políticas más autónomas, posibilitando un mayor reconocimiento de la diversidad de expresiones de la sociedad civil. Es más, se pensaba que la frustración de las expectativas depositadas en los partidos mayoritarios, el descrédito de los líderes tradicionales y el relajamiento de las identidades de pertenencia favorecerían el surgimiento de demandas de participación, una sociedad más "autogobernada" y un modelo de gestión pública más pluralista.
En la Argentina de los ´90 y hasta el inicio del nuevo milenio, lo que resultó de una crisis de representación, no fue un aumento de la participación o de reclamos participativos, sino en todo caso una crisis de las formas de participación y de identificación tradicionales, y su lenta sustitución por otras nuevas; y estas últimas no parecen ir en la dirección de un incremento de la presencia directa de los representados en la gestión de intereses colectivos. Mientras se esperaba que el fracaso de los políticos tradicionales y la desconfianza generada derivasen en un reclamo de la sociedad y en una mayor capacidad de respuesta por parte de los gobernantes a las promesas realizadas; encontramos reformas que no propagan una mayor participación, ni un fortalecimiento de los mecanismos de control de los actos de gobierno, sino que una gran parte de los ciudadanos se inclinó por fortalecer la capacidad de decisión de la clase dirigente sin exigirles compromisos explícitos ni imponerles controles.
Esto se puede interpretar como una expresión de insuficiente cultura democrática.
La idea de una crisis de representación supone, no solo una mera cuestión de demandas insatisfechas ni de mecanismos desacreditados, sino una profunda modificación en las formas de participación y de la idea de comunidad. Frente a esta situación, hay dos respuestas principales desde la ciudadanía.
Una es la de desmovilización, la privatización y la apatía política que podemos encontrar en amplios sectores de la sociedad y otra respuesta es la participación en espacios públicos, vinculada tanto a la dimensión social como a la dimensión política. Encontramos aquí a los movimientos sociales y asociaciones de acción ciudadana. Estos nuevos movimientos ponen en juego cuestiones que no tienen que ver necesariamente con este malestar de la representación, pues no adscriben a la idea de que la representación cubre la totalidad del vínculo ciudadano- Estado. Por otra parte, al cuestionar los contenidos del sistema, apuntan a desbordar sus límites y redefinirlos.
Cuando no hay participación, el ciudadano se queda solo frente al aparato estatal burocrático, lo cual genera una desmotivación que a su vez incentiva la alienación en la esfera pública y la pérdida de dignidad del ciudadano. Este contexto estaría dando cuenta del vuelco hacia las asociaciones de acción ciudadana.
Es por estos motivos que la sociedad civil en su conjunto deberá construir un modelo de espacio público que recupere una dimensión más comunitaria de la política, que permita al ciudadano redescubrir el sentido de la vida cívica, y que se convierta en un lugar de constitución de múltiples formas asociativas que generen prácticas solidarias y espacios plurales de deliberación y control. Sin que ésta idea implique desplazar a los partidos y al Estado como constructores del orden social. Se trata de mostrar la relevancia que puede adquirir ese modelo de esfera pública como lugar de repolitización del ciudadano, en un momento de degradación de la política institucional y de crisis de representación.
Esta idea apunta a atenuar los rasgos representativos de la democracia , pero sin alentar una idea de democracia sin partidos profesionales. Como bien nos muestra la historia de nuestro país una separación completa del ciudadano de la política, daría lugar a una riesgosa despolitización de la sociedad.
A lo largo del trabajo se intentó demostrar que una de las consecuencias de la crisis de legitimidad institucional y de representatividad en la Argentina está asociada a las formas de participación tradicionales. La sociedad civil se acostumbró a vivir con instituciones políticas y partidarias que no organizaron adecuadamente la mediación política y la relación entre las diferentes estructuras de la sociedad entre sí.
La crisis de representación en nuestro país trae aparejada un debilitamiento en los vínculos de identificación y confianza entre gobernantes y gobernados y la creciente despolitización del ciudadano, produciendo un sistema político sin legitimidad ni capacidad representativa.
Es por este motivo que los diferentes sectores sociales decidieron mediante la formación de sus propios grupos sociales dirimir cuestiones de forma más directa e inclusiva, en lugar de valerse de la representatividad y de la intermediación de los partidos políticos tradicionales y de las distintas instituciones estatales.
De esta manera nos encontramos con un rápido e inusitado crecimiento de participación social , la cual se enfrenta a un alicaído sistema político, que no puede canalizarla fácilmente sin correr el riesgo de desmoronarse; tampoco el panorama económico y social ayuda para compatibilizar las demandas de los diferentes sectores, dando como resultado un interés aislado y particular por parte de estos nuevos actores.
Pero estos nuevos grupos, sólo responden a un acción individual y no colectiva (se movilizan cuando sienten comprometidos sus propios beneficios; teniendo en cuenta este punto, no se encuentran grandes diferencias con el negativo y tan criticado accionar de los partidos y sindicatos. Sin embargo , contribuyen a la consolidación del sistema democrático ampliando los canales de participación y permitiendo que aquellos ciudadanos que no se sienten identificados con los representantes tradicionales puedan encontrar un marco de pertenencia.
De todos modos sería importante que estos grupos logren desarrollarse independientemente del clientelismo, favoritismo y corrupción que caracteriza a los representantes tradicionales y que obtengan cambios aún dentro de sus limitaciones como grupo, por ejemplo estableciendo reglas de control y mediación por parte de la ciudadanía o desarrollando un sentido comunitario y de compromiso social.
Durante décadas "los sistemas de protección social" han producido una relación Estado-sociedad que reflejaron la existencia de una ciudadanía débil y de una democracia restringida a la participación.
Es por eso que la construcción de una sociedad igualitaria y democrática debe implicar movilización, organización e intervención en las decisiones públicas, alimentando procesos deliberativos sobre los contenidos, alcances e impactos de las mismas.
De esta manera se estaría reforzando los movimientos y acciones cívicas, reconceptualizando la relación de todos con la política, como un ejercicio de responsabilidad colectiva, y no como un mero interés sectorial o de grupo; superando las fallas del desempeño de los gobiernos y de sus representantes y planteando un verdadero funcionamiento democrático por parte de la ciudadanía.
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NOTAS AL PIE:
1- Linares Quintana V. Segundo: Grupos de Presión y Partidos Políticos, en "Escritos de Filosofía" N° 17-18, Buenos Aires 1986, pág. 199.
2- Pasquino Gianfranco: Participación Política, Grupos y Movimientos en "Manual de Ciencia Política", cap. 5, Ed. Alianza.
3- Almond y Powwell: "Política Comparada, una concepción evolutiva", cap. 4, Ed. Paidós Buenos Aires.
4- Oyhanarte, Martha: "Derechos y Responsabilidades de los Ciudadanos, Requisitos indispensables para un Nuevo Desarrollo Democrático".
5- Aguilar, María José -Auder Egg, Ezequiel: "Cómo dirigir una asamblea, participación eficaz", Ed. Humanitas, Buenos Aires 1988.
6- Oviedo, Luis: "De las primeras coordinadoras a las asambleas nacionales. Una historia del movimiento piquetero". Ediciones Rumbos, Buenos Aires, 2001.
7- Oviedo, Luis: Op.Cit, pág. 171.
8- Melucci, A.: "Ssitema político, partido y movimineto social", Milán, Feltrinelli, 1997, pág. 109.
9- Toureine, Alain: "Los movimientos sociales", Editorial Almagesto, Buenos Aires, 1991.
10- Martini, María Rosa: "Derechos ciudadanos y sociedad civil", en Conjuntos/Sociedad Civil en Argentina, Editorial Edilab, 1998.
11- Palermo, Vicente: Problemas de la participación política en la Argentina Contemporánea, en "Participación Política y Pluralismo en la Argentina Contemporánea", Biblioteca política Argentina N° 108. Centro Editor de América Latina.
12- Palermo, Vicente: Op.Cit, pág, 98.
13- García Delgado, Daniel: Crisis de representación y reconstitución de una Ética Política, en Ética y Capitalismo", Cuadernos del INCAPE.
14- Novaro. Marcos: "Pilotos de Tromenta", Crisis de representación y personalización de la política en Argentina (1989-1993), Editorial Letra Buena.
María Soledad Gianello
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