Una historia de amor, mas alla de la vida y de la muerte (página 2)
Enviado por Héctor Bravo-Iratchet
Cuando llegó la época de rendir el Bachillerato para intentar ingresar a la Universidad, tomamos el acuerdo de dejar de vernos un par de meses, para dedicarme a preparar esa prueba junto a mi hermana. Nos iba a ayudar el pololo de mi hermana; Nano, que ya estaba estudiando en la UTE y nos reuníamos en una escuelita que estaba frente a nuestra casa, donde yo había cursado mis primeros años y conocíamos al cuidador. Mi hermana también debía rendir la prueba, porque pese a que tenía casi dos años más que yo, se había atrasado en sus estudios y estábamos en el mismo curso..
Al principio partimos bien, repasando las materias, pero poco después se le ocurrió a mi hermanita, agregar al grupo a una amiga llamada Viola, que era unos cuantos años mayor y que había rendido varias veces la prueba sin lograr aprobarla. La pícara de mi hermana lo único que pretendía era enganchar a su amiguita conmigo, para poder dedicarse a pololear con su novio, porque, en el fondo, el estudio le importaba un comino.
Según ella, yo estaba "empotado"1 contigo y debía conocer a otras mujeres.
¿Qué sabía ella lo que era el amor verdadero, si nunca en su vida lo conoció?". Bueno, no voy a negar que a poco andar, le seguí el jueguito y empecé a "atracar"2 con la mentada amiga. Sin embargo, el asunto nunca pasó a mayores y cuando en una ocasión estuvo a punto de ocurrir algo, tu recuerdo, tu imagen en mi mente y mi corazón fueron más fuertes y el asunto llegó hasta ahí no más, simplemente rechacé el plato que se me estaba ofreciendo.
Al poco tiempo nos continuamos viendo, pero yo me había enfermado seriamente, estaba con fiebre y me habían salido unos forúnculos en el cuello que me tenían a mal traer. La fiebre apenas me dejaba pensar y pedí a un amigo que te avisara y me fueras a ver. Mi madre, con su infinita delicadeza y diplomacia, decía "¡Se va a morir, le va a pasar lo mismo que a su abuelo!" Bueno, no me morí y rendí el Bachillerato medio enfermo y con fiebre y en la primera oportunidad obtuve solamente diecisiete puntos, el mínimo para aprobar eran dieciocho. Me recordaba de un libro que había leído en francés, de un joven que le había ocurrido algo parecido al rendir "Le bachot (bac)" (El Bachillerato), el libro se llamaba "Les vacances d"un jeune homme sage" (Las vacaciones de un joven sabio). Por su parte, mi hermanita apenas llegó a los doce o trece puntos. La tal "Viola" si lo aprobó, después de rendirlo por enésima vez. Nunca más supe de ella.
Me sentía podrido y lo ocurrido fue una especie de terremoto personal, no quería ni siquiera saber de mis amigos del barrio- que se burlaban- ni de mis compañeros del Liceo, el golpe del fracaso estudiantil había sido muy duro. En todo caso, mi padre nunca me animó a seguir estudios superiores, según él eso era para los ricos, los libros eran caros, todo era imposible, mejor debía trabajar. Me juré que lo iba a lograr por mi propia cuenta. Pero, necesitaba estar contigo para triunfar en la vida y el tiempo me iba a demostrar que esa decisión fue la correcta.
El año 1961, aprobaste quinto año, pese a todos los inconvenientes, por mi parte ya había salido del Liceo e intentaba estudiar por mi cuenta para rendir el bachillerato por segunda vez; trataba de concentrarme, pero un maldito canario que pertenecía a una arrendataria del departamento de mis padres, contiguo a la casa, con sus agudos chillidos lo impedía, además, mis amigos con sus silbidos me venían a buscar y no me dejaban concentrarme. También, la imagen de mi amor llenaba mi mente y mi corazón. Por último, decidí comenzar a trabajar y lo logré al ingresar a una importadora de máquinas de precisión, con el beneplácito de mi padre. "Vas a llegar a ser socio de la empresa", me decía, satisfecho Cuando recibí mi primer sueldo te invité a tomar onces a la "San Camilo", comimos de todo, dulces, helados, confites, golosinas, hasta quedar "tiesos", al ofrecerte una y otra cosa y no te podías negar. Desde esa vez, nunca dejamos de ir a ese salón de té, donde todos nos conocían.
En mi casa habían, como siempre, serios problemas de convivencia entre mis padres, en una oportunidad, por defender a mi madre, me tuve que enfrentar a mi padre. La juventud pudo más y el pobre viejo algo ebrio, salió derrotado, pero yo me sentía muy mal porque ellos después se reconciliaban y yo quedaba como "el malo de la película".
Tomé la decisión de irme de la casa a los dieciocho años, ya que justamente estaba desocupada una casa de un amigo, en Lo Prado y la tenía a mi cargo, porque mi amigo andaba en Perú, así es que me fui a vivir a esa casa, pensando en encontrar un nuevo trabajo, porque el anterior me duró poco.
Tuvimos en esa casa de madera, nuestro nidito de amor, como yo estaba cesante, tú me llevabas alimentos y éramos felices. Siempre me acuerdo del olor de un anafre eléctrico, cuando calentábamos agua o preparábamos algo de comer. A veces se te ocurría afeitarme y me dejabas todo cortado, pero, nuestra felicidad iba afianzándose. Allí fui madurando la idea de que podíamos casarnos realmente.
Lamentablemente, mi amigo volvió y tuve que devolverle su casa y no me quedó más remedio que volver a la casa de mis padres, pero con la decisión de casarnos. Allí comenzó la odisea de pedir la autorización a tu padre, pero esa es otra historia.
En una oportunidad me quedé en tu pieza, a escondidas de todos, allí nos amábamos locamente, con todo el ímpetu y la pasión de que son capaces dos jóvenes enamorados. Generalmente cuando esto ocurría, yo tenía que salir a escondidas antes que despertaran todos, alrededor de las seis de la mañana.
"A escondidas, tengo que amarte, A escondidas " Pero esa vez, nos quedamos dormidos y no hubo otra solución que esconderme adentro de un gran ropero. Creo que entró tu padre buscando una corbata o alguna ropa. Yo me aferraba por dentro a la puerta tratando que no la abriera. Tú al final le pusiste llave y escondiste la llave, después te fuiste al colegio y quedé todo el día encerrado. Cuando regresaste me trajiste algo de comer y estuvimos toda la tarde juntos. Después se nos pasó la hora y nuevamente no pude salir, porque llegó tu padre y así pasaron dos noches seguidas en tu pieza.
El tiempo se detenía para mí, era algo maravilloso poder compartir tu vida, pese al riesgo que ello tenía, tocabas el piano en tu pieza, éramos felices. De mis clases en el Liceo ni siquiera me acordaba
Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas; en una oportunidad cuando yo pasaba frente a tu casa, estaban en la puerta tú y tu hermana, entre las dos me increparon porque cómo se me ocurría molestar en el antejardín llamándolas, cuando tu padre había cambiado las piezas donde dormían y se había instalado en la primera pieza para controlar mejor las entradas y salidas de la casa.
Yo no tenía idea de que se me acusaba, porque no había pensado introducirme a tu casa. En ese momento apareció tu hermano Roberto y me retó también, lanzándome una cachetada a la cara. Eso encendió la chispa y lo agarré a puñetazos, lo boté al suelo "Sacándole la cresta"3, pese a que era varios años mayor que yo. Se armó una batahola de padre y señor mío, apareció tu padre, luego el grupo de mis amigos que me rescataron, prácticamente me llevaron a la fuerza, porque yo estaba enardecido por la injusta acusación.
Llamaron a los carabineros y en ese momento nos arrancamos y nos escondimos en algunas casas del vecindario. Unas vecinas, tías de Raúl nos protegieron y despistaron a los "pacos" 4
Después me enteré que el muy cínico de Mercedes había sido quien se introdujo a tu casa, llamando a tu hermana, la cual seguramente cargó conmigo para salvarlo y yo no tenía nada que ver en el asunto.
Supe después que te burlabas de tu hermano Roberto, que quedó con sus ojos moreteados, diciéndole que era un "metiche, acusete, entrometido y maricón". Le decías "¡Eso te pasa por intruso!"
Cuando decidimos casarnos, luego de cuatro años de pololeo, me atreví a hablar con tu padre, que era muy severo y dictatorial. Anteriormente todas tus hermanas y hermanos mayores se habían arrancado de la casa cuando tenían la mayoría de edad para casarse y tu padre no los aceptaba más, salvo a Roberto que le ayudaba en el negocio de retenes y repuestos y la hermana mayor Raquel que tenía contactos con la familia. Ninguno de los mayores se había atrevido a pedir permiso para casarse, preferían abandonar la casa previamente.
En ese año 1961, yo tenía casi diecinueve años, era un muchacho impetuoso y osado y también el primero que se atrevió a enfrentar al "ogro". En septiembre de 1961, fui a verlo al negocio que tenía en calle San Pablo, me presenté y le dije:
"Mire don Luis, yo soy el pololo de su hija desde hace unos cuatro años y quiero casarme con ella", le dije. El caballero quiso "agarrarme para el fideo" 8 y me preguntó "¿Cuál de todas, mire que yo tengo varias?", pero él sabía perfectamente de quién se trataba.
Después le hice notar que yo sabía que él también se había casado muy joven, ante lo cual me contestó "¡No sea insolente joven, mire que le puedo pegar un fierrazo!". Ante esto intervino tu hermano y calmó las cosas. De repente entre los cajones de herramientas aparecía la cabeza de algún hermano o hermana menor, ya que estaban escondidos escuchando la conversación. Después me dijo que no quería seguir viendo desfilar las ollas por el pasillo hacia la casa del frente, seguramente se refería a otra hermana Marina que siempre vivió cerca de la casa, estando ya casada y con hijos, toda su vida se aprovechó de esta situación.
Me advirtió que si él se enteraba que su esposa sabía de este asunto, se iba a enojar mucho con ella. Yo no le dije que ya había conversado con doña Raquel y que ella nos quería mucho y nos apoyaba. Ella me decía "Martincito", no sé por qué. ¿Sería por esa canción de Antonio Prieto?
"Martín tenía un violín, pero, nunca lo tocaba Pero un día Martín, dominó su violín " Si es por aprender a tocar el violín, harto sabia y astuta era la señora…
Así siguió pasando el tiempo y el caballero postergaba su autorización. Como yo había conseguido un trabajo en la Administración Pública, gracias a una gestión de mi hermana, en una oportunidad lo llamé por teléfono desde mi oficina para que pronto diera la autorización, que hacía meses estaba solicitando, dije algo así que esto era "Como el ladrón detrás del juez" y al parecer se enojó bastante. Como el fruto de nuestro amor continuaba creciendo y yo estaba trabajando, necesitaba su autorización. Por fin, a fines de marzo de 1962 pudimos casarnos y esa fue otra historia.
Yo había comenzado a trabajar en la Administración Pública a contar desde enero de 1962 y me decidí a rendir el Bachillerato por segunda vez. Solicité permiso y me lo dieron y pude rendir todas las pruebas sin problemas. Esta vez si que me fue bien, lo aprobé en la mención Matemáticas y logré ingresar al Pedagógico de la Universidad de Chile, que dictaba cursos vespertinos de pedagogía en matemática y así comenzó mi vida universitaria, paralela a la vida del trabajo y de la familia. Todo esto gracias al apoyo de mi amor, que me impulsaba a luchar y de Dios que estaba de nuestra parte.
Recuerdo el día que nos casamos por el Registro Civil; el veintisiete de marzo de 1962, después de esperar largos meses a que tu padre autorizara nuestro matrimonio, porque eras una linda morena de diecisiete años, todavía menor de edad, ya que en ese tiempo la mayoría de edad era a los veintiuno. Yo por mi parte, que también era menor de edad y tuve que solicitar la autorización a mi padre, quien no puso ningún obstáculo en dármela.
Temprano pasé a buscar a mi padre a su trabajo en la Municipalidad de Quinta Normal, fuimos al Registro Civil y el firmó, después se regresó a su trabajo. Como yo estaba trabajando y había conseguido permiso esa mañana. Estuve desde las 8.30 hrs. esperando en el Registro Civil, porque supuestamente tú llegarías acompañada por tu padre, pero no fue así. Como a las 11.30 hrs. A. M., pregunté si se habría realizado el matrimonio y me dijeron que todavía no porque no habían llegado los contrayentes, pero estaba todo firmado.
Partí urgentemente en un taxi a buscarte y te encontré llorando en casa de tu hermana, pensabas que yo me había arrepentido, te expliqué que todo había sido un malentendido provocado por Roberto, tu hermano, o quizás tu padre. Él me había dicho que tú llegarías con tu padre y yo los estaba esperando. Al parecer, tu señor padre no quiso asistir y sólo se limitó a firmar.
Harto linda te veías amor mío con ese precioso vestido blanco con unas tablas plisadas que no se arrugaban, que yo te había regalado. Después fui a buscar a mi madre porque necesitaba dos testigos, el otro testigo fue el buen señor que manejaba el taxi, quien gustoso aceptó serlo.
Cuando estábamos en el Registro, la funcionaria se sorprendió al verme "¡Ud. era el novio!", "Yo creí que era un testigo", dijo. Luego mi madre se puso a discutir que iba a llegar tarde a su trabajo y se llevó un gran reto de parte de la Oficial del Registro Civil, que en síntesis le dijo; "Mire señora, su hijo se va a casar solamente una vez en la vida y usted debería postergar sus otros compromisos en esta ocasión". Yo le agradecí porque logró dejarla muda, lo cual era bastante difícil.
Después que se efectuó el matrimonio civil, yo estaba feliz y tranquilo ya nadie nos volvería a separar, ofrecí a mi madre llevarla en taxi a su trabajo sin embargo, ella no aceptó y se fue malhumorada y molesta.
Lo divertido fue que después de casarnos, querías volver a tu casa y que nos volveríamos a ver el viernes, como si continuáramos siendo pololos. Yo te dije que tenías que irte conmigo, ya que eras mi esposa. Te costó convencerte de esta nueva realidad.
El día de nuestro matrimonio religioso, nos acompañaron tu hermana Marina, mi padre y todo el grupo de amigos del barrio. Mientras esperábamos la ceremonia, se acercó un joven alto que vestía blue-jeans y nos saludó amablemente diciendo "¡Así que ustedes son los que se casan!" y posteriormente apareció vestido con traje sacerdotal y bajo la sotana se le veían los blue- jeans.
El día de nuestro matrimonio religioso fue el 4 de Abril de 1962, nos acompañaron todos los muchachos del barrio, también estaban mi padre y una hermana tuya, lo maravilloso fue que todos comulgaron, era hermoso ver a esa tropa de malandrines con cara de ángeles, recibiendo el cuerpo de Nuestro Señor, mientras un alma piadosa o quizás un ángel interpretaba música en el órgano en la Iglesia de Lourdes. No hubo fiesta ni nada, pero nuestros corazones estaban de fiesta. Hace poco tuve que hacer un trámite en la Iglesia de Lourdes y solicité un certificado de nuestro matrimonio religioso que lo requería para la "Confirmación" de una nieta y grande fue mi sorpresa al enterarme que el joven cura que nos casó era el mismísimo padre Olivier, sacerdote francés que posteriormente fue muy conocido en la parroquia.
En la tarde de ese día invité a todos mis amigos a la casa de mis padres, les compré, en la pastelería "San Camilo"; tortas, helados, galletas y una rica once. ¡Esa fue nuestra fiesta de matrimonio! Total, yo estaba trabajando, ganaba mis pesitos y quería compartir nuestra felicidad con mis amigos. Tu padre no se pronunció en nada, respecto a conocer a mi familia o hacernos alguna fiesta.
Después que nos casamos el año 1962, se produjo un verdadero contagio o epidemia de matrimonios en el grupo de mis amigos del barrio.
Para empezar, Mercedes; el sabelotodo en cuestiones de amor, enemigo acérrimo del matrimonio, charlatán, consejero e intruso, se casó en a los pocos meses con tu hermana, quien tanto se burlaba de ti cuando estabas embarazada y tu padre no daba el consentimiento, en circunstancias que ella también estaba tan embarazada como tú.
Mi querido amigo Fernando, se casó con Angélica, Agustín se casó con Carmen, Víctor "El peruano", con Betty, Vítoco con Ángela, Héctor con otra dama, Oscar, Raúl, etc. Algunos matrimonios duraron, otros se desarmaron luego. Todo gracias al ejemplo de dos jóvenes enamorados que se atrevieron a enfrentar al mundo y luchar por su amor.
Fuimos un ejemplo para muchos que se dieron cuenta que los jóvenes podíamos decidir acerca de nuestro destino, teníamos derecho a equivocarnos para aprender. En los años sesenta, se produjo una especie de cambio generacional o rebeldía de los jóvenes frente a los adultos, acostumbrados a manejar estas cosas por conveniencia económica, social o familiar.
Me parece escuchar como si fuera hoy a mi madre diciéndole a mi hermana; "No te cases con un hombre pobre o un simple estudiante, aprovecha tu figura y tu estampa para conseguir un hombre rico, que no te pase como yo, que me casé con un primo sin recursos". Al final, mi hermana fue infeliz toda su vida, se metió con su jefe, un hombre casado, tuvo un hijo siendo soltera y murió alcoholizada a los cuarenta y cuatro años. Todo gracias a los lindos consejos de mamá.
Vivimos los primeros meses en casa de mis padres, que nos habían prometido cedernos el departamento y finalmente terminaron por prestarnos una pequeña pieza al lado del lavadero, creo que fue una reacción a la actitud de tu padre, que no manifestó ningún interés por conocer la familia donde estaba su hija. Fueron unos meses de problemas y angustias que no quiero recordar. Allí llegó al mundo nuestro primer hijo Nanito Ellos vivían peleando, mi madre recriminaba a mi padre y él a su vez la insultaba
Después de tantas peripecias, en Junio de 1962, llegó al mundo nuestro primer hijo Nanito. Fue un bebé de casi cuatro Kilos de peso y unos 51 cms. Justo en esa época se estaba desarrollando el Campeonato Mundial de Fútbol del 62, en nuestro país, en que Chile logró la hazaña del Tercer Lugar y en la maternidad del hospital San Juan de Dios, estaba todo el mundo preocupado del partido entre Chile y Rusia, que se jugaba en Arica (Norte de Chile).
Bueno, Nanito llegó al mundo en un ambiente futbolístico, sin embargo, no llegó a ser "pelotero", sino que ingeniero. Era un muchachito vivaracho y le encantaba que papá lo paseara en brazos para quedarse dormido. Yo le cantaba todas las marchas que había aprendido en el Regimiento, cerraba sus ojitos y parecía que dormía en mis brazos, sin embargo, apenas lo dejaba en su cuna, abría sus ojazos y se ponía a berrear. Pagamos el noviciado con la crianza de nuestro primer hijo, hasta que fuimos aprendiendo…
Durante el tiempo que estuvimos viviendo en casa de mis padres, alrededor de un año, mi hermana malvada se confabuló con una empleada cuyo nombre no quiero recordar, en contra tuya, para hacer fracasar nuestro matrimonio. Afortunadamente fuimos más fuertes y logramos superar todas las trampas que nos tendían y no tuvieron éxito en sus torcidas maniobras.
En esa misma época, empecé a comprar el sitio en el sector Ochagavía (actual Ruta 5), todos los días a primera hora de la mañana- entre 6:30 y 8:00 hrs.
– trabajaba en el patio de la casa de tu hermano Roberto, construyendo los paneles nuestra casita de madera y después me iba a trabajar al DAE, donde ingresaba a las 9:00 hrs. Después de mi jornada me iba a clases a la universidad, donde estudiaba para llegar a ser profesor de matemática. ¡Qué vida tan sacrificada, pero no me importaba porque te tenía a ti y a nuestro hijito! Tanto de parte de mi familia como de la tuya en esa época no tuvimos ningún apoyo, lo único que agradezco el corto tiempo que mis padres nos permitieron vivir en su casa. Pronto tomé la decisión de llevar los paneles de nuestra casita de madera, para armarla en nuestro sitio, que sería nuestro hogar durante los tres años siguientes.
Unos meses después, en mayo del sesenta y tres, nos trasladamos a nuestra casita de madera, junto con nuestro pequeño hijo Nanito, donde vivimos los tres años siguientes de nuestro matrimonio, no exentos de problemas, que dos jóvenes casi adolescentes debían enfrentar, para amoldarse a una nueva vida llena de sacrificios y obligaciones. En especial cuando una niña que lo ha tenido todo, comodidades, vacaciones, clases de piano, etc., se ve enfrentada a todo tipo de penurias y obligaciones, por causa del amor. Yo anhelaba llegar a ganar harto dinero, para darte eso y más si era posible.
Me recuerdo que en una oportunidad hubo un gran viento y se nos voló casi todo el techo de fonolita, yo estaba trabajando y unos vecinos te ayudaron, La gente más humilde es más solidaria y colaboradora. Después, cuando regresé en la noche, me puse a reparar el techo, a veces me daban altas horas de la noche, claveteando, aserruchando las maderas y andaba con las manos llenas de ampollas y callosidades, poco dignas de un funcionario público, pero, nada de eso me importaba, porque estaba contigo.
Al poco tiempo nació nuestro segundo hijo Héctor Leonardo (Leíto) y vivíamos en nuestra casita y con nuestros dos pequeños hijitos, éramos tan felices como pueden serlo una niña de dieciocho y un joven de veinte, en la plenitud de sus vidas.
Al cabo de casi un año después, en Julio de 1963, llegó nuestro segundo bebé; Leíto (Héctor Leonardo). Era tan lindo bebé ya que en la maternidad del hospital, se paseaban todas las enfermeras con él, tanto así que por un error, me informaron que era niñita. Cuando en la oficina supieron, me decían "Ahora tienes la parejita". Cuando te trasladaron desde el hospital a la Maternidad "San Pancracio", te vi con el bebé en brazos, me lo mostraste y en realidad era hermoso, yo quedé convencido que era niñita. Después cuando te fui a buscar a la maternidad, me enviaste un mensaje que el niño estaba muy bien y que incluso tu padre los había visitado, parecía que se estaba suavizando la relación y pretendía que te fueras con él, ante lo cual no aceptaste.
Allí recién me di cuenta que era varoncito. El niño pesó unos 3.8 Kg y midió 50 cms. En ese tiempo ya vivíamos independientes en nuestra casita de madera. De vuelta a casa en taxi, pasaste al negocio a visitar a tu padre y le mostraste al niño, yo no me bajé del auto. ¿Quién iba a pensar en ese momento que ese niñito tan lindo llegaría a ser un brillante ingeniero? Sólo Dios lo sabía.
Al poco tiempo falleció tu padre, pero alcanzó a conocer nuestros dos hijitos mayores, parece que le gustaban. El que no le gustaba era el papá de sus nietos. Aunque me contabas que hacía comentarios favorables de mí a tu madre, que yo era responsable, esforzado y trabajador ¿sería esto cierto?, me habría gustado haberlo escuchado para creerlo.
Cuando vivíamos en nuestra casita de madera, se me ocurrió criar pollos, para tener alimentos frescos para nuestros hijos. Pensaba comprar una incubadora y varias veces consulté precios, pero, el dinero no nos alcanzaba para esa empresa, así es que compré una docena de pollitos de un día y los criábamos de manera muy artesanal, en una caja de cartón y los calentábamos con un anafe eléctrico en las frías noches de invierno. Como el maíz chancado era muy caro, compraba maíz entero y lo machacaba con una piedra. Los pollitos estaban creciendo saludables y esperábamos cocinar ricas cazuelas para nuestros retoños.
Una noche especialmente fría, dejamos la caja de los pollitos dentro de nuestro dormitorio, frente al calor del anafe. Yo me quedé dormido estudiando en nuestra cama, cuando, entre sueños siento el piar de los pollitos que caminaban sobre mi cara, la pieza estaba llena de humo y velador incendiándose, desperté medio atontado por el humo y tú, con una entereza y ánimo notable, tomaste una frazada y apagaste el incendiado velador, cuando el fuego amenazaba por extenderse al resto de la pieza de madera, mientras nuestros dos pequeños dormían en la otra cama.
Gracias a tu valerosa acción amorcito mío, nos salvamos de morir quemados los cuatro, junto con los pequeños pollos, que revoloteaban junto a nuestra cama.
Posteriormente encontramos otra manera de calefaccionar a los polluelos, mediante tarros sellados con agua caliente Luego de un tiempo los pollos crecieron y varios terminaron en la olla Así continuaba nuestra vida en la pequeña casita de madera de Ochagavía
En cierta ocasión, cuando ya estábamos casados, tu padre invitó solamente a las hijas recién casadas a pasar unos días en la playa, conjuntamente con el resto de su familia que vivía junto a él. Generalmente él arrendaba una casa en Cartagena, para toda su familia. Tú quisiste que te acompañara, siempre a escondidas, porque todavía le tenías terror al caballero, yo tampoco quería dejar sola a mi linda esposa en la playa. Yo estaba en una pieza jugando en la cama con nuestro pequeño hijo Hernán o "Nanau" como le llamabas, de unos seis meses, cuando escuchaste que venía tu padre. "¡Escóndete bajo la cama!" me dijiste. "¿Por qué? te respondí, "Si ya estamos casados". Pero insististe en que me escondiera.
Te seguí el juego y me metí bajo el catre, cuando veo aparecer una cabeza blanca en canas, con lentes, asomándose bajo el catre que decía "¿Y esta "huevada" 5 que hace aquí?". Mi suegra se esforzaba por convencer al ogro; "No Lucho, si no hay nada, estás soñando, te falla la vista". Al principio me dieron unas ganas de reírme por la situación tragicómica. Después, me indigné, porque yo no era ninguna huevada. "¿Qué se había imaginado el viejo de mierda, que tenía derecho a manejar las vidas de sus hijas, aún estando casadas?". Siempre pensé que fue un soplo de tu hermana para quedar bien con su papá. Así es que nos mudamos a otra pensión y al viejo se le ahumaron sus vacaciones y se volvió indignado a Santiago con el resto de su familia.
Continuamos nuestra vida en la casita de madera y allí estábamos cuando supiste la noticia de que tu padre había enfermado gravemente y había fallecido de un infarto, a los cincuenta y ocho años en forma prematura e intempestiva. Curiosamente- cosas del destino- me tocó a mí hacer todos los trámites de la sepultación de mi suegro, quien no me podía ver ni en pintura. Allí tuve la oportunidad de conocer a un hermano mayor tuyo, Luis a quien le decían "Nono", quien tuvo una actitud muy desagradable hacia mí, diciendo; "Yo no voy a aceptar que ningún extraño se haga cargo del negocio de mi papá". Estos descriteriados estaban muy celosos y pensaban que tu madre me iba a dejar a cargo de todo.
Al poco tiempo después del fallecimiento de tu padre, tu madre nos ofreció vivir con ella, mientras nos estabilizábamos económicamente.
Cuando tu madre nos invitó a vivir con ella durante un año, la envidia de varias de tus hermanas y hermanos era notoria, se imaginaban que ella me daría la administración de sus asuntos o que me dejaría a cargo del negocio que poseían. Hicieron todo lo posible por alejarnos del lado de ella. Al estar en su casa, pudimos vender el sitio y la casita de madera, "El Chalet de Condorito" como le decía mi hermana, irónica y burlona. Con el producto de esa venta pudimos juntar el ahorro previo en una Asociación de Ahorros y Préstamos y comprarnos nuestra propia casita nueva y sólida en Quinta Normal. ¡Qué felices fuimos cuando nos la entregaron! Era la más linda del barrio, pequeñita, de 50 mts ² y un gran sitio de unos cuatrocientos metros cuadrados, una reja de fierro y portón, ubicada en el barrio Carrascal.
El día en que llegamos a nuestra casita nueva, mientras los niños dormían, bailamos en el living con la música de nuestro equipo "Silver" y felices hicimos el amor bailando. El año 1967, cuando teníamos casi 25 y 23 años respectivamente, ya teníamos nuestra casita propia; dos pequeños hijitos de cuatro y cinco años y nuestra hijita que venía en camino, nació en octubre y en casa nueva.
Cuando estábamos en nuestro nuevo hogar, comenzamos a cancelarlo mediante dividendos mensuales durante años, a pesar de que muchos mal pensados (as) de tus hermanos y hermanas andaban diciendo que tu madre nos la había regalado. ¡Ojalá hubiera sido así!…
Por otra parte, siempre hubo una sombra que trataba de empañar nuestra felicidad, esa sombra era mi celosa madre que según sus propias palabras "No puedo entender que de la nada tengan todas sus cosas, solamente trabajando Tito".
"¡Trabajando y con empeño!", le explicaba yo.
Era la envidia más pura que le afloraba, porque ella tuvo que trabajar siempre para apoyar a mi padre mujeriego y bebedor. Mi madre optó por lo material, se dedicó a comprar propiedades, sacrificando la felicidad y la armonía de su familia; por ese motivo me fui de la casa a los dieciocho años, además, porque te encontré a ti, mujercita linda, amor mío que nunca te olvidaré.
Mi padre tuvo una triste vida, siendo muy pequeño su padre los abandonó y tuvo que enfrentarse solo a la vida, sin apoyo; creció sin el apoyo del abuelo y comenzó a trabajar desde muy niño para colaborar en la mantención de su familia. Además era una persona muy sensible, casi un artista que no pudo desarrollar sus aptitudes como pintor, estudió con mucho sacrificio y logró obtener el título de constructor de edificios, especialidad que le sirvió para enfrentarse a las exigencias del mundo. Su madre le exigía diciéndole "¡Tú eres el hombre de la familia y debes apoyar a tu madre y tu hermana! Así se vio obligado a trabajar desde muy joven, casi un niño y no pudo desarrollar sus aptitudes, quizás eso explica muchos errores cometidos, especialmente en la formación de su propia familia. Con el tiempo, siendo ya adulto, se reencontró con su padre.
Cuando en cierta oportunidad le pregunté si alguna vez enfrentó al abuelo por las razones que tuvo para abandonarlos, la respuesta que obtuvo fue la siguiente "¡Harto que te ha servido en la vida porque así te has convertido en todo un hombre!" ¡Qué respuesta más insensata! Pienso yo ¿cómo es posible que un padre se justifique de esa manera su proceder?, sin pensar en el gran daño que causó a su hogar y sus hijos al abandonarlos a su propio destino. Claro, el abuelo fue un niño mimado de una familia pudiente que lo tuvo todo, al ser el menor de los hijos, que dilapidó su fortuna en goces materiales, sin atender a las necesidades de su propia familia ni al daño causado a sus propios hijo e hija.
También aproveché de conversar con mi padre diciéndole que sentía mucho el haberme enfrentado con él, siendo muy joven en defensa de mi madre, a lo cual me contestó "¡Qué bueno me digas eso, porque ese asunto lo tenía como una espina clavada! ", dándome un abrazo agradecido.
A veces justifico las actuaciones de mi padre, porque no tuvo una guía en su propio progenitor. Sin embargo, tuvo la intuición de que Marisita era una buena y honesta mujer y me decía "¡Te casaste con una excelente esposa que te apoyará siempre en tu vida!".
Dios te perdone padre y te tenga en su santo reino.
Ese año 1967, fue grandioso, por fin habíamos logrado tener nuestra casita propia y sólida, ubicada en la comuna de Quinta Normal, barrio Carrascal. Éramos felices.
Yo había egresado de la Universidad, me había retirado de la DAE y ya estaba trabajando como profesor de Matemáticas en el Liceo de Aplicación y en el Liceo Nocturno N ° 7, además de dictar clases en un Liceo particular de Niñas; el Liceo Europeo, donde me permitían llevar a clases a mis dos pequeños hijos mayores ya que los primeros años de ese colegio eran mixtos.
Mis alumnas me querían mucho, a pesar de que las hacía sufrir, tratando de que aprendieran matemáticas. Pero, la felicidad más completa se produjo cuando el 7 de octubre de 1967, nació nuestra linda hijita Ingrid, que llegó a nuestra casita nueva. Todos se la peleaban; mi hermana quería quedarse con ella, cuando yo la iba a buscar su departamento, la hacía esconderse para que no me la llevara.
En una oportunidad tú enfermaste y a nuestra hijita la cuidó una hermana, después costó que me la entregaran, también tu mamá la cuidó un tiempo. Tu salud no era de las mejores, sin embargo, cuando esperabas un bebé te ponías saludable y resistente, parece que la maternidad te asentaba, morenita linda o como tú decías "¡yo soy trigueña y no morena!". Me daba lo mismo, hubieras sido de cualquier color, yo te habría amado igual.
¿Quién te metió en cabecita que las lindas sólo tenían que ser rubias? No, para mí tú eras la más linda del mundo y nunca me gustaron las rubias. Esas tonteras eran propias de tu hermana Betty y de mi madre o de mi hermana, que solamente pretendían molestarte y herirte, nada más que por envidia.
Bueno, nuestra hijita salió medio rubia y tú hacías resaltar más aún su pelito, lavándolo con manzanilla. Lo más importante fue que salió una niña muy especial e inteligente. Era curiosa y muy observadora, se entretenía analizando toda clase de bichos en el jardín. Siempre fue la primera del curso, lo cual muchas veces le atrajo la envidia de sus compañeras. Con el tiempo, logró convertirse en excelente médico cirujano infantil. Tu siempre te sentiste muy orgullosa de nuestra hija, "es una maestra en lo que hace", decías. Estabas equivocada porque la verdadera maestra eras tú.
Actualmente está divorciada y tiene tres hijos.
El 12 de noviembre de 1970, dos días antes de mi cumpleaños, llegó a este mundo nuestro cuarto hijo. Yo te decía que te aguantaras un par de días más, pero la naturaleza sabia lo trajo al mundo antes de esa fecha.
Este hijo llamado Marco, fue desde niño muy regalón y consentido, siempre me esperaba a que yo llegara del trabajo, cuando me veía se ponía muy contento y se subía arriba de la mesa, fue el menor durante bastante tiempo, casi diez años. Le gustaba la música y el deporte, salió aventurero y bohemio, llegó a ser profesor de música.
En su juventud anduvo paseando en Europa; Suiza, Holanda, donde conoció de música, arte y algunos amores, tenía bastante éxito con el sexo opuesto: varios amores y amoríos en Holanda donde pensaban que era italiano, por su pinta de "latin lover", jamás creían que venía de ese lejano país llamado Chile, lo confundían con Sicilia.
Siempre he pensado que este hijo tiene pasta de empresario y que será uno grande. Debe organizar mejor su vida, ya que actualmente está divorciado con cuarenta y tres años y tiene tres hijos; dos niñas y un niño por quienes velar. Los matrimonios de los jóvenes de esta época duran poco, ¡qué distintos a nosotros!
Después de casi diez años, el 31 de marzo de 1980, llegó nuestro quinto y último hijo; Miguel Ángel. Cuando vino al mundo este muchachito, todos sus hermanos tenían una algarabía, la cunita estaba preparada y a los tres meses ya balbuceaba algunas palabritas; "¡Inky!" decía al llamar a su hermana Ingrid de trece años, " Eo" le decía a su hermano Héctor Leonardo (Leo) de dieciséis, que ya estaba en primer año de la universidad. Al hermano mayor Nano lo conoció algunos meses después porque éste estaba estudiando en la universidad en Temuco.
Desde niño fue muy especial, siempre apegado a su mamá; muy estudioso y responsable, le gustaba realizar toda clase de negocios. Cuando niño inventaba ventas de cubos de hielo en la casa y ponía un cartel para venderlos, generalmente yo se lo sacaba, porque no teníamos necesidad de hacer eso, pero a él le gustaban los negocios. Cuando tú fabricabas gorros de lana y bufandas en tu máquina de tejer, él era tu socio y los vendía en el colegio. Este si que es empresario neto.
Además de excelente deportista, practicaba atletismo, pero su pasión fue y sigue siendo el fútbol. Finalmente este muchachito llegó a ser abogado y muy independiente. A los veintisiete años era el único que se mantenía soltero, viviendo independiente en un departamento en el centro y manteniendo su oficina de abogados, su mayor pena es que su querida mamá no llegará a conocer sus futuros hijos. Yo pienso que desde el cielo ella sonreirá cuando lleguen.
A los treinta años anduvo recorriendo el mundo y estuvo viviendo en Nueva Zelandia (NZ), en Auckland, tratando de iniciar negocios en ese país. Ha logrado aprender inglés y se comunica fluidamente en esa lengua. Luego recorrió diversos países asiáticos.
Casi dos años más tarde regresó y está dedicado a su profesión de abogado, permaneciendo aún soltero y vive independiente en un departamento. Actualmente con treinta y cinco años continúa independiente y soltero, pese a que ha tenido varias pololas.6
Dios nos premió con diez lindos nietos y nietas. Lamentablemente uno de ellos; Fabiancito, se fue muy pronto al cielo, casi al cumplir un año, sin embargo, todavía nos quedan nueve; cinco niñas y cuatro varones.
La nieta mayor, Rosanita, llegó al mundo el 24 de Noviembre de 1986. Hija de Leo y Rosana; era una linda nenita de ojos claros. Muy estudiosa y regalona, le gustaba bailar y nos entretenía con las coreografías que inventaba los fines de semana, cuando nos visitaban. De niña, jugaba con nuestro hijo menor unos seis años mayor que ella y más bien parecían hermanos.
Cuando terminó sus estudios obtuvo el título de matrona en la Universidad de Chile (2009), ahora está iniciando su vida profesional en una clínica de Santiago. Actualmente con veintiocho años, se independizó.
El segundo nieto fue Fabián, hijo de Hernán y Cecilia. Era un muchachito muy inquieto y robusto. Lamentablemente se lo llevó Dios casi al cumplir un año, por un desgraciado accidente ocurrido el año 1992. Fue un dolor muy grande para toda la familia, especialmente para su padre.
Dios les concedió un segundo hijo llamado Álvaro, que llegó al mundo el 15 de marzo del año 1995 y actualmente tiene veinte años. Es un muchachito rubio y de ojos claros, copia de su madre. Tiene muchas aptitudes musicales, pero no le gusta mucho el estudio. Grandes habilidades verbales que debe desarrollar y logró ingresar a. la universidad donde estudia medicina veterinaria.
Ese mismo año, el 7 de abril de 1995, también llegó a este mundo Juan Sebastián hijo mayor de nuestra hija Ingrid. También de cabellos y ojos claros, pero, lo más importante es su alma clara y su espíritu recto. Es un muchachito muy inteligente y responsable. Pienso que bien orientado llegará a ser un excelente profesional. Con veinte años cursa el tercer año de medicina en la Universidad Católica.
A fines de 1995, el 26 de diciembre nació Cristina Andrea, hija de Héctor y Rosana, hermana de Rosanita. Es una linda chiquilina morenita clara, muy despierta e inteligente. Me recuerda en algo a mi amada Marisita cuando era niña. Muy estudiosa y responsable, siempre está organizando los juegos con sus amigas. A sus dieciséis años ya demostraba pasta de líder, está creciendo y será una hermosa mujer. Actualmente, a los dieciocho años cursa el segundo año de medicina en la Universidad de Chile.
El 22 de marzo de 1997 llegó a este mundo Anastasia, segunda hija de Ingrid, es también una preciosa chiquita muy seria, estudiosa y responsable. Ella decía que simplemente quería ser mamá. Le gustan las manualidades y será lo que ella y Dios quieran. Actualmente es una chica amorosa, de gran personalidad y muy decidida, excelente nadadora y le colabora mucho a su madre en la casa, ingresó a la universidad y ahora también quiere estudiar medicina como sus padres y hermano.
En Octubre del año 1997, curiosamente el día 15 – que coincide con el cumpleaños de mi madre quien vivió postrada con más de 89 años y falleció para navidad del 2007- nació Bakthi Luna, hija mayor de Marco. Seria, estudiosa, le gusta mucho la matemática como a su abuelo. Recién cumplió diecisiete años. Como premio a su aplicación, recibió un notebook de parte de la presidenta de Chile. El 2 de enero del año 1999 llegó a este mundo Swami, es un muchachito muy vivaz, le gustan los deportes y andar en bicicleta, es una copia de su padre Marco. Actualmente tiene dieciséis años.
El 18 de abril del 2002 nació Ananda, también hija de Marco. Es una linda chiquita si que es copia de la abuela Marisa, quien se veía reflejada en ella; "¡Así era yo cuando niña!", decías. Ella quiere ser artista o bailarina.
El 30 de Diciembre del 2002 llegó Baltasar a este mundo, es hijo de Ingrid. Este niño presenta un grado de autismo, que su madre está tratando de curar con diversas terapias que ella misma, como médico, ha estado investigando. Por ejemplo, ha descubierto que las vacunas traen unos preservantes metálicos – timerosal- que dañan el sistema nervioso de algunos niños. Luego de diversos tratamientos, el niño evidencia algunas mejorías y se puede comunicar. Esperamos que la querida abuela interceda ante Dios y logre su mejoría definitiva. Al menos en sueños, mi hija ha recibido esa promesa de su madre.
El vuelo de un ángel o Recuerdo de Fabiancito
Una fría noche de fines de Julio del año 1991, estábamos todos ansiosos esperando tu llegada. Mi hijo; orgulloso padre, te mostró a través de la ventana de la clínica donde naciste, parecías un pequeño hombrecito muy bien peinadito y serio. ¡Qué hermoso y grande es! exclamaron algunos. "Se parece a su padre" "¡Será un hombre de carácter!" "¿Qué nombre llevará?" decían otros.
Tú nos mirabas entre curioso y grave, al menos parecía que nos mirabas. Nosotros; tus abuelos estábamos gozosos ¿Qué pensabas tú, muchachito llegado desde el cielo? Si, muchachito, porque no parecías un bebé, sino un pequeño y robusto hombrecito que nos observaba con mirada profunda. Poco a poco fuiste adaptándote a esta nueva realidad, casi no llorabas y cuando lo hacías, tu voz era grave como la de un niño mayor.
¡Qué energía desplegabas cuando crecías y cómo crecías! Si a los pocos meses tenías la talla de un niño de un año ¡Será un gigante maravilloso! ¡Qué grandes son sus manitas! ¡Qué fuerza tiene! Exclamábamos .¡Dios lo guarde! Decían las personas que recién te conocían. Hasta un ebrio que caminaba por la calle, perdida su conciencia entre vapores etílicos, repentinamente pareció iluminarse cuando te vio, diciendo "¡Dios lo guarde al angelito! ".
A medida que ibas descubriendo este nuevo mundo, tus manitas deseaban investigarlo todo, eras un torbellino de energía curioseando descubriste como funcionaban los juguetes; desarmándolos. ¡Qué rico era el sabor de las ruedecillas de goma de los pequeños autitos que te regalaba tu tío, que más bien parecía un hermano mayor que tú.
¡Ah! También te gustaba la botánica ya que querías averiguar el contenido de los maceteros con plantas de interior que habían en el departamento de tus padres; hurgueteando la tierra y desprendiendo las hojas. También la música te embelesaba cuando te quedabas tranquilo escuchando a otro tío tocar el saxofón. Quizás te recordaban sonidos del paraíso de donde venías.
¡Qué placer experimentabas con la velocidad, cuando tu pequeño tío te paseaba en el coche! ¡Reías y gozabas, cuando el viento hacía volar tus cabellos! Pero, lo que más te encantaba era la naturaleza, el cielo, los árboles y el canto de los pajarillos ¿Recuerdas cuando tu padre te colocaba sobre la capota del auto amarillo y mirabas el cielo con sus nubes de algodón, cruzando el camino del sol veraniego?…
Tanto crecías que ya tenías talla de un niño de dos años y todavía no cumplías uno; la ropita te quedaba rápidamente estrecha, las chombas que tejía tu abuela debían renovarse a la brevedad.
¡Eras un huracán! Te movías por todos los rincones del pequeño departamento, "Zum-Zum ", te llamaba tu padre. Tu sonrisa contagiosa llenaba el alma de los que te observábamos. Cuántas veces te alcé en mis brazos y te quedaste mirándome como si me preguntaras ¿Quién eres tú? ¿Yo? Soy tu abuelo querido niño de otro mundo, te respondía, sin que entre nosotros mediara palabra alguna.
Acto seguido agarrabas mis anteojos y muerto de la risa intentabas ponerlos de nuevo. A veces yo te engañaba- es decir- trataba de engañarte escondiendo mis lentes en la nuca. Pero tú, niño explorador, te las ingeniabas revolviendo y tironeando mis cabellos, hasta que encontrabas lo que buscabas y reías; ¡Que linda era tu risa !
Pronto cumplirías un año y estabas tratando de caminar, pero te era más fácil gatear, así podías escudriñarlo todo, tironear los pantalones de tu padre para que te sentara en la mesa y luego la golpeabas con tus manitas poderosas.
Diga "Mamá" te pedían algunos, pero respondías con un sonoro "¡Ta tá!", cuando te insistían que pronunciarás el nombre materno, refutabas con un grito enérgico y poderoso "¡Tatá!" En realidad adorabas a tu padre, quién jugaba como un niño escondiéndose ambos en el ropero, cuando regresaba de su trabajo.
Sin embargo, querido niño de otro mundo, algo había en tu mirada que a veces parecía grave y triste, como adivinando que la felicidad no es eterna Esa fría mañana de un miércoles de Julio de 1992, había llovido durante la noche y algo de llovizna aún caía sobre la vereda de la calle. La feria acostumbrada se instalaba en la calle Martínez de Rozas.
En un descuido de tu madre , que te creía dormido- niño aventurero- quisiste conocer el mundo, te deslizaste hasta el piso alfombrado, descubriste la puerta entreabierta que daba al balcón y te abriste paso hacia la claridad exterior, hacia la libertad. Tu madre no escuchó nada ni nada vio, estabas sólo frente a la inmensidad; ora gateando, ora caminando, afirmado en los gruesos hierros paralelos de la terraza; observaste el panorama que se abría ante tus ojos llenos de curiosidad, como un portentoso espectáculo; viste gente que caminaba con sus bolsas de compras, los comerciantes voceaban su mercadería desde sus puestos multicolores, llenos de frutas y verduras, más de alguna comadre comentó sorprendida "¿Qué hace ese niñito en el balcón del tercer piso?" Nadie atinó a nada, solamente observaron Sin saber cómo, perdiste el equilibrio y volaste por los aires ¡qué extraña sensación era esa, una experiencia ya casi olvidada! Durante apenas un segundo, sentiste que eras un ángel nuevamente y de pronto, un golpe seco y miles de lucecitas llenaron tu cabecita, un gran estruendo con campanillas y sonidos nunca antes escuchados.
Quedaste tendido sobre las duras baldosas de la vereda, con el cuello y la preciosa cabeza destrozada, los ojos abiertos, parecías un muñeco desarticulado, mientras la fina llovizna te humedecía el rostro. Manos caritativas te cubrieron con un paraguas. ¡No te mueras niñito! Algunos decían. Tu madre alertada por los gritos de los vecinos, se asomó al balcón y un espejo que traía en sus manos se rompió en mil pedazos, al ver la espantosa escena.
No haber estado yo presente para recibirte en mis brazos y poner mi corazón para amortiguar tu caída. Aciago destino "¿Por qué Dios mío? ¿Por qué nos prestaste un ángel para llevártelo tan luego? Solamente once meses duró nuestra felicidad.
Una loca carrera en camioneta, que una alma caritativa facilitó, te condujo a la clínica ¡Aún vivías! Sólo un milagro podría salvarte. Tu madre desesperada te llevó y los médicos intentaron lo imposible; máquinas, respirador artificial, suero, directo a la unidad de tratamiento intensivo.
Una semana duró tu agonía En cierta ocasión, cuando me dirigía en Metro a la clínica Santa María, donde estabas hospitalizado, sentí unos tirones de manitos pequeñas a mi abrigo. Extrañado miré a mi alrededor, pensando que algún niño pequeño estuviera cerca de mi y nadie había a mi alrededor en un radio de un metro. ¿Sería el espíritu de mi nieto que me acompañaba?, pensé, ya que su cuerpecito está conectado a una máquina.
Conectado a máquinas para ayudarte a respirar, tu cuerpecito parecía el de un muñeco de goma que se inflaba y desinflaba. En cierta ocasión entré a verte y extrañamente comenzaron a sonar distintos pitos y señales de las máquinas de respiración asistida. ¿Habré tocado algo? Pensé. Al parecer era tu corazoncito que se agitaba al sentir la presencia de un ser querido. Algo similar le ocurrió a tu padre, que creía que era la manera de comunicarte con nosotros. Todos esperábamos un milagro que te devolviera a la vida, pero, no ocurrió. Al desconectarte, tu organismo no fue capaz de respirar por si mismo y volaste al cielo
Ocurrió durante el año 1985, mi hermana había regresado a la casa paterna luego de su fracasado "matrimonio", el año 1975, con un hijo de dos años a cuestas y mis padres la recibieron haciéndose cargo del niño enfermo, en especial mi madre ya que mi hermana era incapaz de cuidarlo, debido a su afición por el alcohol, pese a que se sometió a tratamientos que no le sirvieron de gran cosa.
Bueno, mi hermana se fue de este mundo a los 44 años (1985), víctima del alcohol y del fracaso amoroso, dejando al cuidado de la abuela un nieto de 12 años, que creció regalón y consentido gracias a los cuidados de su abuela, que le dio todo lo que a sus propios hijos les negó; automóvil, camioneta, universidad, instituto profesional, etc., en un afán de competencia y superar a los otros nietos- nuestros hijos- que eran exitosos, pese a las carencias económicas, pero apoyados por el gran amor de sus padres. Sin embargo, el nieto regalón- Gabriel Enrique, hijo de mi hermana- fue un ingrato y a poco andar abandonó a su abuela, como a los veinte años, visitándola solamente cuando requería de algún favor de tipo económico.
Lamentablemente este nieto de mi madre, hijo de mi hermana, también falleció joven, poco antes de los cuarenta años, víctima del alcohol y las drogas y de una vida desordenada sufrió un accidente encefálico y se fue de este mundo.
Mi padre se fue a mejor vida al año siguiente de la partida de mi hermana (1986). Mujeriego, bebedor, nunca cumplió realmente con su rol de padre, siempre pensó sólo en si mismo y en su propio beneficio; egoísta, "nada traemos, nada llevamos y nada dejamos" decía y vendió todo lo que poseía; máquinas de proyección de cine, butacas, telones, lentes, no dejó nada, sólo un mal recuerdo. Al parecer tenía otra familia en forma paralela y nunca tuvo la hombría de reconocerlo, hubo otros hijos que también sufrieron la irresponsabilidad de su progenitor.
En alguna oportunidad- cuando yo era adulto- le pregunté directamente si tenía otros hijos fuera del matrimonio, porque a mi me interesaba conocerlos, a lo que me respondió que no, que él había sido muy cuidadoso en ese aspecto. Si ser "cuidadoso" significaba no reconocer a esos hijos, aquello me pareció una cobardía.
Sin embargo, debo reconocer a mi padre que siempre te trató bien, decía "te casaste con una muy buena mujer", a pesar de todos sus defectos, él captó que tu eras una alma honesta y cristalina. También de él heredé, aparte de lo genético, mi interés por las ciencias ocultas, lo cultural y lo esotérico. También él estudió y trabajó desde muy joven, ya que su padre los abandonó siendo muy niño, quizás eso lo afectó en su comportamiento, pero, esa es otra historia que después contaré.
Después de la muerte de mi padre, mi madre vivió por 22 largos años más, entre 1986 y 2007, solamente acompañada por mi hermano Juan, solterón que nunca salió de las polleras de su madre. Se repitió la historia de mi abuela, madre de mi madre, quién también vivió acompañada por un hijo solterón. Ese año 2007 fue penoso para mí y para toda la familia, después de tu partida el 20 de junio, ocurrió la partida de mi madre el 24 de diciembre del mismo año, una fecha muy especial para los cristianos. Después de estar postrada durante más de tres meses, hospitalizada y con la conciencia perdida por un accidente vascular encefálico y un estado infeccioso, sin poder hablar ni tragar, alimentándose mediante una sonda gástrica, falleció mi madre a los 89 años y partió a reunirse con mi padre en el otro mundo. Mi padre se fue de este mundo veintidós años antes. ¡Ojalá encuentren la felicidad que en esta tierra no lograron!
A mi madre le agradezco su ejemplo de trabajo, voluntad y sacrificio. No fue una madre amorosa, comprensiva, consentidora y dulce como tú, amor mío, que supiste mezclar la fuerza y disciplina con la dulzura al educar a nuestros hijos. Ella fue una mujer emprendedora, fuerte, ambiciosa, competitiva y dominante, que templó su espíritu en el trabajo honrado y trató de manejar su hogar con mano de hierro. Lamentablemente, nunca armonizó su relación matrimonial con su esposo y primo, ni supo guiar a su hija por el buen camino y fue tan absorbente con su hijo menor, que no lo dejó realizarse como hombre íntegro ni tampoco comprendió la bondad y el gran corazón de mi amada esposa. Descansa en paz madre y que tu alma encuentre la felicidad y la paz eterna.
Espero que tú, ángel mío, les muestres los caminos celestiales y puedan acercarse poco a poco a la grandeza del Señor, quién perdonará todas sus faltas, premiará sus sacrificios y les dará vida eterna.
Dios quiera que pronto logre reunirme contigo y nuestra felicidad sea completa y eterna. En este mundo no hay mujer que te reemplace.
Durante mi vida laboral con mucho esfuerzo he logrado diversos títulos y grados; profesor de estado en matemáticas, analista de sistemas, estadístico, magíster en informática, un doctorado del cual ya egresé, etc., fundamentalmente porque mi labor académica me obliga a mantenerme siempre actualizado, pero, ello fue posible gracias a tu constante apoyo y amor Pero, ¿de qué valen todos los títulos, diplomas y honores si ahora no estoy contigo?
Muchas veces me siento solo ya que los hijos todos adultos hacen sus propias vidas. ¿Encontraré otra Marisita, tan cristalina como tú? Creo que la respuesta es ¡No!
Que esta historia sirva de ejemplo a mis hijos y nietos y a las futuras generaciones de mi familia, de todo lo que se puede lograr en la vida, cuando hay amor, perseverancia, esfuerzo y sacrificio. ¡El amor es más fuerte! Segunda Parte. Pero, esta historia no termina aquí… Recién empieza…
Tal como lo mencioné en algunos párrafos anteriores, cosas sorprendentes ocurrieron después de tu partida y siguen ocurriendo…
Quise ocupar tu misma pieza que representaba tu mundo, tus libros, tu Biblia, muchas cosas escritas por ti. Quería impregnarme de todo lo que te rodeaba y evitar que manos extrañas se apropiaran de todo lo tuyo. Allí lloré amargamente tu partida, sólo, como un niño perdido en el mundo, sin el apoyo que siempre había sentido junto a tu presencia.
Todas las noches, alrededor de las tres de la mañana sentía ruidos y crujidos en el ventanal y pensaba que eras tú la que me visitaba. Muchas veces sentía tu presencia y un escalofrío recorría mi cuerpo, " Amor mío, si necesitas mi calor, tómalo, yo soy tuyo" pensaba. Innumerables sueños llenaban mis noches de dolor y te veía y te sentía como si nada hubiera pasado, nuestra vida continuaba en el mundo de los sueños. Extraños números aparecían en mi celular que yo llamaba "números mágicos", algunos correspondían a Centros Médicos, algo me querías decir. Llamé a esos números para obtener respuestas y efectivamente aparecías como paciente que había tenido alguna atención dental ¿Qué significaba eso?
Mi hija se comunicaba mediante sueños contigo y obtuvo algunos mensajes, de los cuales solo hemos podido descifrar algunos.
Por ejemplo, a los pocos días de tu partida, mi hija Ingrid soñó contigo y tú le decías "Busquen en el rincón izquierdo del walking-closet". Mi hija, que en ese momento ya se encontraba de regreso a su casa de Antofagasta, donde vive con su familia, me lo contó; busqué, pero no encontré nada. La verdad es que nunca he sido muy curioso con respecto a cosas u objetos materiales, mi curiosidad va más por lo intelectual. Sin embargo, ese fin de semana vinieron a visitarme mis dos hijos menores; Marco y Miguel Ángel y ellos descubrieron que sacando un cajón de sus rieles, ubicado en el rincón izquierdo, había sobre el suelo, debajo una carpeta con una serie de documentos, libreta de ahorros, depósito a plazo, algo de dinero, etc., que eran necesarios para efectuar algunos trámites legales. Días antes, Rosana, mi nuera, había soñado contigo y tú le habías dicho "Banco Estado" y dado un número y resultó que dicha cifra correspondía a tu RUT .Miguel Ángel-nuestro hijo menor- averiguó en el Banco y descubrió que tenías algunos depósitos de dinero, pero, eran necesarios los documentos para retirarlos. Eras muy ordenada, ahorrativa y previsora, mujercita mía, todo lo contrario a lo desordenado que yo soy.
Muchas veces habíamos conversado acerca del fenómeno de las psicofonías que algunos investigadores de asuntos paranormales, como Raudive y Jurgenson habían experimentado y quedaron escritos en la obra de uno de ellos ""Lo inaudible se vuelve audible", publicada en la década de los sesenta del siglo pasado. Como su querida madre había fallecido el año 2000, después de estar postrada en cama durante unos cinco años, habíamos pensado colocar una grabadora en la pieza donde se despidió de este mundo, pero, nunca lo llevamos a cabo, porque había ciertos problemas para ingresar a la casa y se estaban desapareciendo algunas cosas, al parecer, otras personas de la familia también tenían acceso y llaves.
En cierta oportunidad, se me ocurrió dejar grabando el teléfono celular cuando me encontraba en tu dormitorio y lo más sorprendente ocurrió al escuchar una voz profunda de hombre que decía algo así como " Vamos", luego las palabras " Abuela Marisa, Infarto". Posteriormente he analizado con más atención la grabación y con un software adecuado y he captado que dice "Vamos, vamos, abuela Marisa, Infarto", seguida de una respiración entrecortada. ¿No sería que quedó grabado el momento de tu partida? Logré reunir unas tres o cuatro grabaciones que ocuparon la reducida memoria de mi teléfono- celular y no podía continuar grabando sin tener que borrarlas. Conversé con un ingeniero electrónico que trabajaba en el centro de computación de la universidad, para ver la posibilidad de traspasar las grabaciones al computador y dejar el celular libre para captar nuevas grabaciones. "¡Es muy fácil!" me respondió, solamente tienes que tener un cable con conexión USB al computador y un software adecuado. No le expliqué el origen de las grabaciones, solamente que quería conservarlas. Bueno, conseguí los elementos adecuados y el software para salvar mis valiosas grabaciones, de ese modo pude continuar grabando. Posteriormente, compré por Internet un nuevo software más poderoso, que me permitía más funciones.
Lo más notable fue cuando dejé grabando el celular y capté algunas voces, tu voz en forma de susurro que decían "¡Olvidé, cumple el compromiso por favor!", ¿Cuál compromiso? Nunca recibí aclaración, a menos que se trate de un arreglo de muebles que ya solucioné. En otra oportunidad capté la grabación "Is near Iquique" (Está cerca de Iquique) ¿Qué quiere decir? También se escucha una voz pesada de hombre que dice "¿Con quién estás hablando tú?". A veces creo que es la voz de tu celoso padre que trata de impedir nuestra comunicación. En otras oportunidades "Hola, amor" y así son innumerables.
Como algo me había informado acerca de las "Transcomunicaciones o Psicofonías" (Electronic Voice Phenomena; E.V.P), también llamados "Psicofonías" o "Transcomunicaciones", que son fenómenos de voces que se captan sin que haya una fuente emisora visible o alguna explicación lógica y sabía que aquello significaba que tu espíritu seguía viviendo, lo cual era un gran consuelo para mitigar mi pena. ¡Por fin podría comunicarme contigo!
Lo comenté con mis dos hijos mayores ingenieros, algunos escépticos creían que yo estaba perdiendo la razón, o bien trataban de encontrar mil explicaciones físicas al fenómeno. Mi hija médico captó el significado profundo del fenómeno, las mujeres tienen una mayor sensibilidad para estas cosas. Conversé con nuestro amigo Ramón Robles- compañero del Magíster- a quién tu conociste en vida y me aclaró que eran grabaciones reales. Nuestro amigo sabe mucho de estos fenómenos y me invitó que prosiguiera investigando cuidadosamente, orientándome en algunos aspectos.
La verdad es que he continuado mi investigación por mi propia cuenta, ya que Ramón ya no está en la universidad puesto que se acogió a jubilación y lo veo de vez en cuando. Yo también me jubilé en la universidad, pero, continúo haciendo clases en ella.
Descubrí que las voces se producen a una velocidad más rápida de la que nosotros hablamos. Estas voces son entendibles y audibles cambiando a una velocidad mucho menor- hablan muy rápido y con una entonación diferente- y para poder escucharlas y entenderlas, hay que acostumbrar el oído y es preciso utilizar un programa computacional adecuado. El nuevo celular me permite captar grabaciones de hasta diez minutos cada una. Con el software adecuado, que me permite hacer variar la velocidad, el volumen, eliminar los ruidos y tener una representación gráfica de lo grabado.
Al conseguir el software que me permitió traspasar al computador, las grabaciones que yo atesoraba, pude de ese modo podía hacerlas más audibles. Además, podía grabar mi propia voz con algún mensaje, cambiando la velocidad de mi voz- para que fuera entendible en ese mundo- tratando de obtener alguna respuesta, al dejar un espacio en blanco. Me he convertido en experto en el manejo de ese software. Actualmente llevo más de mil quinientas grabaciones que estoy analizando. Es un mundo fascinante donde aparecen las más diversas voces; algunas son burlonas, otras francamente groseras y muchas veces me enfrentado en duros diálogos con ellas, ya que sospecho que pertenecen a los espíritus de tu padre, hermanos ya fallecidos, puesto que poseen su estilo. También podría tratarse de otras entidades que asumen sus personalidades o bien espíritus que todavía no han evolucionado.
Ahora las grabaciones las hago directamente desde el "note-book " ya que así puedo obtener grabaciones de mayor duración y cada vez me es más fácil obtener respuestas dejando parte de la grabación en blanco, con un sonido blanco de fondo u onda portadora, ya que estas voces que son solamente energías y necesitan un sonido de fondo para hacerse audibles, a veces aparecen por sí solas.
En cierta oportunidad grabé la canción "Blue Moon" acompañándome con la guitarra, esa canción que tu interpretabas tan bien en el piano y cantabas con tu linda voz "¿Por qué cantó, amor?" me respondiste, por ahí capté la voz de tu madre- apenas audible- que decía " Marisa cantaba". "Blue moon you saw me standing alone without a dream in my own without a love in my heart …" Canté, como regalo de tu cumpleaños y porque te quiero mucho y tu recuerdo no me abandonará jamás, no existe en este mundo ninguna mujer como tú.
En una oportunidad escuché un coro de voces que me decían con una entonación muy particular; "No tienes que soñar con Arriagada, piénsalo". ¿Por qué esas voces se oponen a que yo te siga amando y recordando? ¿Acaso no está permitido en el mundo en que te encuentras, seguir manteniendo lazos afectivos con nuestro mundo físico?
En otra oportunidad escuché otro coro que decía " Tan, Tán, tienes el tiempo que ha pasao", así tal como suena, "pasao" y no "pasado" ¿qué quieren decir, que debo conformarme solamente con mis recuerdos? ¿Quizás no debo que interrumpir tu nueva vida?
En otras ocasiones han aparecido voces con mensajes groseros, con garabatos e insultos. Esto me ha producido un enorme enojo y les he contestado muy mal, en su mismo lenguaje, amenazándolos. Me han contestado "Raco", "Bélcebu" (así acentuado). No les tengo ningún temor y si logro saber que te han hecho algún daño, algún día los enfrentaré. Al parecer en ese mundo en que te encuentras, también hay espíritus poco desarrollados y burlones ¿Serán algunos de tus hermanos que ya están en ese mundo los que se burlan? ¿Quizás tu propio padre- que fue celoso, egoísta, egocéntrico y avaro- que se interpone entre nosotros? Generalmente, cuando intento comunicarme contigo, se escucha su voz grave característica que se interpone "¿Con quién estás hablando tú?", ha dicho molesto en más de alguna oportunidad. Me parece un carcelero odioso. Algún día lo sabré…
Con tu padre, cuya voz reconozco perfectamente, es gutural e imponente y demuestra mucha odiosidad contra mí, he tenido varios enfrentamientos y le he hecho ver que su actuación en vida dejó a muchas personas dañadas, especialmente a algunos de los hijos e hijas. Parece que no perdona que yo haya sido capaz de enfrentarme a él en su vida física– cuando era un joven de apenas diecinueve años- y también ahora. Creo que es un espíritu celoso y egoísta, que no ha evolucionado ni se ha depurado aún. En una oportunidad me espetó " ¡Deja tranquila a la mujer!" ¿Qué se ha creído, que tú eres su mujer? ¿O es que acaso en ese mundo no se respetan las relaciones de parentesco que han tenido en vida? ¿Acaso él no tiene a su propia mujer, tu madre, en ése mundo?
Como yo siempre invoco la protección del Arcángel Miguel en mis comunicaciones y en una oportunidad- en el colmo de mi enojo contra ellos- les dije que era capaz de aliarme con el mismísimo Diablo para protegerte y evitar que te hicieran daño, en muchas oportunidades me tratan de "Bélcebu", "Satán", "Raco" ¿Tanto es el temor que les infundo?
Como no se sabe el origen de esas voces; a menudo me apoyo con la oración de San Benito como protección ante lo desconocido:
"Crux sacra sit mihi Lux Non Draco sit mihi Dux Vade retro Satana Numcuam suade mihi vana Sunt mala quae libas Ipse venena bibas" Lo que traducido al español significa: "La Cruz sagrada sea mi Luz No sea el demonio mi Guía Retírate Satanás Nunca me persuadas de cosas vanas Sólo la maldad es lo que brindas Bebe tu propio veneno" Me ha llamado mucho la atención es que tú al principio repetías con un susurro de voz la secuencia de los nombres de nuestros hijos; "Nano, Leo, Ingrid, Marco, Milángel". A Miguel Ángel le abrevias su nombre así. Es tan grande tu amor de madre que no quieres olvidar a nuestros hijos. Con mucha frecuencia repites "Ingrid…" varias veces. Era tanta la afinidad que tenías con tu hija y decías "Ella es una maestra", cuando en realidad la verdadera maestra eras tú.
En otra oportunidad me dictaste varios números y te pregunté que significaban " Son proverbios" me dijiste. Revisé los números en la Biblia y algunos no correspondían y me di cuenta que correspondían a los Salmos Penitenciales. De alguna manera me has impulsado a leer la Biblia y muchas veces la tengo entre mis manos y veo que los tienes marcados o subrayados. Tu fe en la Biblia era inquebrantable.
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