Concepción de la eutanasia en los trabajadores del Amparo de Ancianos San José (página 2)
Enviado por José Fernando Narvaez Gomez
Ante la sentencia, derecho a morir con dignidad, ¿será que es indigna la muerte de quien acepta su sufrimiento, su enfermedad? En tiempos en que la medicina no se había desarrollado tanto, se puede decir que aquellos que murieron por las enfermedades incurables, murieron indignamente. Se deja la cuestión abierta.
La dignidad de la muerte no radica en la evasión del sufrimiento y del dolor. Si así fuera la muerte de Jesús no tendría ningún valor; sería un masoquista que se complace con el sufrimiento. La verdad es que en la obediencia de la fe; el Hijo de Dios aceptó la muerte y una muerte en cruz, cargada de atroces suplicios. En el misterio de su muerte se ha otorgado la salvación para todos los hombres. Este ejemplo ilumina esta realidad y dice que el sufrimiento y el dolor aceptado en la obediencia de la fe y de la confianza plena en Dios traen consigo la salvación inminente.
Todos huyen del dolor hasta tal punto que es asociado con la desgracia, pero no debe olvidarse que por el dolor se previenen enfermedades peores. Cuando acontece un dolor como síntoma es innegable que contribuye eficazmente para combatir un mal mayo y así restablecer la salud. Desde esta perspectiva, se desestigmatiza la sola imagen negativa del dolor humano. No se pretende justificarlo ni mucho menos hacer una apología masoquista, sólo se busca de ver el otro lado diferente.
En los principios de la fe cristiana, la aceptación del dolor tenía que ver con el amor y la fidelidad de los seguidores de Jesús. Por dar testimonio de su mensaje y conversión se sometían, libre y voluntariamente, a todo tipo de torturas. Basta recordar los martirios provocados por Nerón, Decio…
En la Segunda Guerra Mundial se vio otro testimonio en que se aceptó el dolor por amor al hermano; se trata de un Kolbe que ofreció su vida para salvar a un hombre casado, padre de familia. Ahora bien, ¿Estas muertes fueron indignas?; sigue abierta la cuestión.
Al respecto, ¿será menos digna la muerte de quien teniendo una enfermedad terminal, acepta afrontarla naturalmente, que quien solicita lo inyecten para liberarse de todo dolor y sufrimiento?
5. "Tengo derecho a evitarme el sufrimiento"; el sufrimiento no sólo acontece en la enfermedad, también se lo percibe en casi todas las etapas de la vida, por no decir plenamente en todas. El hombre desde que nace, nace sufriendo por eso 105 primeros signos de vida de un niño se los capta por sus fuerte llantos; ha salido de la protección interna de una madre para verse en la abertura del mundo, en el que se siente frio, hambre, sed, soledad, tormento, traición. Con razón en la oración cristiana de la Salve, se califica al mundo como "valle de lágrimas". Es un valle de lágrimas en cuanto en él se expresan todo tipo de tribulaciones y sufrimientos.
Ahora bien, evitarme el sufrimiento como un derecho, implica promover el suicidio colectivo desde la captación consciente del primer dolor. Si todos razonaran de esta manera, verdaderamente la especie humana ya hubiese existido hace ya muchos milenios.
La respuesta al sufrimiento evidentemente no debe ser la petición de la muerte. El enfermo terminal tiene derecho a mitigar su dolor con los cuidados paliativos descubiertos por la ciencia, pero no con el falso derecho de reclamar su muerte. Los enfermos terminales poseen el derecho de solicitar analgésicos eficaces aun cuando éstos tengan efectos secundarios que acorten su vida.
En síntesis, el problema no está en que la persona tenga derecho a evitarse el sufrimiento, sino en la manera como se lo evita, llegando al extremo de solicitar la muerte como única alternativa.
6. "El coraje que supone la supresión de la vida": "El coraje consiste en saber escoger un mal menor, por más horrible que pueda parecer"[17]Stendhal, escritor del siglo XVIII.
Ante un acontecimiento de suicidio surge la siguiente pregunta: ¿Lo hizo porque es valiente o porque es cobarde? Las respuestas son variadas y hasta encontradas.
Algo parecido ocurre con el caso de la eutanasia; si la persona opta por la muerte y esta decisión se la ve como una expresión de coraje, pues mucho mayor es el coraje que se necesita para afrontar la vida con sus dolores y sufrimientos; mayor es el coraje que implica asumir la enfermedad con nobleza y valentía.
Desde esta perspectiva el coraje aparente en el caso de la eutanasia se convierte en la más vil muestra de cobardía y temor por encarar la vida con todos los bienes y males que ella tiene consigo.
7. "La insoportable degradación física": quizá debe aclararse el término "degradación" que no es lo mismo que transformación. Es más oportuno hablar de transformación que emplear el vocablo despectivo, degradación.
Si esta hipótesis fuera verdad, la naturaleza sería el acontecer constante de la degradación. Nada se transforma, todo se degrada. Realmente es una visión muy negativa de lo que verdaderamente ocurre con la naturaleza.
Para que una semilla se convierta en un árbol ineludiblemente, necesita transformarse para iniciarse el proceso de crecimiento y producción. En este proceso chocaría hablar de degeneración de la semilla. Sería muy negativo apreciar algo de esta manera.
8. "El absurdo de una vida sin sentido": el hombre es un ser en continua conquista de sentidos para su vida. Cuando se pierde el sentido viene el absurdo y el absurdo la muerte. En la filosofía existencialista se habla de que el fin del hombre es la muerte; según Albert Camus. Esta visión se somete a las más enraizadas argumentaciones que muestran lo contrario y sencillamente, esta afirmación prevalece cuando el sentido de vida ha desaparecido.
¿Qué se puede esperar de una vida que carezca de sentido?, la respuesta es nada y esa nada se equipara con la muerte. Pero no, el hombre está llamado a no perder el sabor de su existencia a pesar de su enfermedad, dolor y sufrimiento.
Los filósofos antiguos como Platón, Aristóteles, en particular afirmaban que el hombre tiende hacia un fin y ese fin es la felicidad expresada a cada uno según su situación. Así la felicidad del enfermo es conseguir la salud desde el pensamiento aristotélico.
Se generan unas preguntas: ¿Se puede afirmar que un enfermo terminal aspire a la felicidad? ¿Qué tipo de felicidad? ¿Es posible?
La felicidad es el centro de motivación de la persona humana y por eso Kant la definía así: "La felicidad es un estado interior de satisfacción completa y consciente de las aspiraciones fundamentales del ser humano"[18].
Ciertamente, la felicidad ha respondido a todo el proceso de vida de la persona, de su relación consigo mismo, con los otros, con lo otro y con el Gran otro.
Seguramente, el enfermo terminal que ha perdido el sentido de su vida es porque nunca en vida fue feliz y por eso no tiene más respuestas a su situación que buscar la muerte. Puede sonar radical pero en el fondo las decisiones responden al cúmulo de experiencias que a lo largo de la vida se han tenido.
9. "No quiero estar a cargo de nadie". Es innegable que cuando una persona recibe la noticia que tiene una enfermedad terminal reaccione de mil formas; entre ellas se deje llevar por la depresión y fa angustia.
No pocas veces se sienta impotente e inútil frente a esta situación. La primera idea es considerarse en un peso para la familia. Verdaderamente, todo esto responde a los efectos primarios de quien experimenta la enfermedad mortal. Pero esto no es suficiente para opacar el amor, la compañía, la solidaridad, fraternidad de los familiares, amigos y conocidos.
No siempre la familia lo mirará como un peso sino como un hermano necesitado y es allí donde es más valorado y apreciado. Frecuentemente y de manera lamentable se espera que la persona esté en condiciones muerte para preocuparse por ella y para manifestarle el afecto y cariño.
Esto por una parte, pero si es cierto que muchos enfermos son maltratados, abusados, hasta violentados. Nadie se preocupa de ellos aún ante situaciones últimas. Tal vez porque no tiene nada que heredar o porque siempre fue ajeno a su núcleo familiar. También es cierto que no por esto debe caerse en el fango de la lamentación y pedir afanosamente la muerte como la única posibilidad de liberar a los demás de mis males y pesares.
Existen más argumentos para refutar los insistentes asedios de falsos raciocinios que buscan imperar a como dé lugar. Pero lo esencial no es quedarse en apologías sino más bien en ofrecer continuamente gestos de amor y compañía al hermano que sufre y que necesita palabras de aliento. Se puede llenar a la razón de los más bellos razonamientos, pero donde queda e! corazón, lo que se vive, lo que se siente y se experimenta. Con razón Pascal decía que el corazón tiene razones que la razón no comprende.
Pueden elaborarse los tratados más perfectos que argumenten la adversidad a la eutanasia, pero dónde queda la praxis, la acción para que eso que se afirma sea comprensible y tenga un sustento experiencial, basado en el amor, fraternidad, solidaridad y la hermandad.
2.3.2 Cuidados paliativos. En esta parte, el autor pretende abordar el tema de los cuidados paliativos por su pertinencia a la hora de comprender aquellas situaciones que se ven implicadas en el drama de la enfermedad terminal y por consiguiente de la eutanasia.
2.3.2.1 ¿Qué se entiende por medicina paliativa? Se trata de aquella especialidad médica que tiene que ver directamente con el cuidado de los enfermos terminales, es decir, los distintos tratamientos, atenciones, procedimientos que deben tenerse respecto a una enfermedad incurable.
La medicina paliativa "se ha desarrollado a partir de distintas especialidades médicas que han enfrentado la cercanía de /a muerte y el manejo del sufrimiento, como la geriatría, la anestesiología, la medicina interna, la psiquiatría"[19].
Sin duda, la prosperidad de esta medicina se asocia directamente con la eutanasia. Para quienes están a su favor, la ven como la evolución milagrosa para alcanzar la pronta liberación de un mal tan grande, como lo es la enfermedad terminal.
Por otra parte, quienes ponen de manifiesto sus argumentos no la ven como la perfección para lograr un método de muerte más perfecto, sino como un gran avance que contribuya al sano tratamiento de quien padece los fuertes dolores y tormentos. Se percibe como un modo oportuno para mitigar el dolor y aliviar en parte el sufrimiento tanto del enfermo como de sus familiares.
2.3.2.2 ¿Qué son los cuidados paliativos? Se trata de aquellas atenciones que se dan a un paciente con una enfermedad potencialmente mortal, en fase avanzada y al que no afectan los tratamientos curativos.
Según el Instituto de Cáncer de los Estados Unidos los define de la siguiente manera:
"Los cuidados paliativos son un concepto de la atención al paciente que incluye a profesionales de la salud y a voluntarios que proporcionan apoyo médico, psicológico y espiritual a enfermos terminales y a sus seres queridos.
Los cuidados paliativos ponen el énfasis en la calidad de vida, es decir, en la paz, la comodidad y la dignidad. Una de las metas principales de los cuidados paliativos es el control del dolor y de otros síntomas para que el paciente pueda permanecer lo más alerta y cómodo posible.
Los servicios de cuidados paliativos están disponibles para personas que ya no pueden beneficiarse de los tratamientos curativos; el paciente típico de cuidados paliativos tiene un pronóstico de vida de 6 meses o menos.
Los programas de cuidados paliativos proporcionan servicios en varias situaciones: en el hogar, en centros de cuidados paliativos, en hospitales o en establecimientos capacitados para asistir enfermos.
Las familias de los pacientes son también un enfoque importante de los cuidados paliativos, y los servicios están diseñados para proporcionar/es la asistencia y el apoyo que necesitan"[20].
2.3.2.3 Enfermedad terminal. La sociedad española de cuidados paliativos ha definido la situación de enfermedad terminal con cinco criterios[21]
1. Presencia de una enfermedad avanzada, progresiva e incurable.
2. Falta de posibilidades razonables de respuesta al tratamiento específico.
3. Presencia de numerosos problemas y síntomas.
4. El gran impacto emocional de esta situación en el paciente, la familia y el propio equipo terapéutico.
5. Pronóstico de vida inferior a los 6 meses.
Siempre y cuando la enfermedad comporte estos criterios se podrá decir que es una enfermedad terminal y que requiere de cuidados paliativos; se advierte a que no debe confundirse con los llamados tratamientos curativos propios de toda enfermedad.
2.3.3 Posición de la Iglesia católica frente a los cuidados paliativos. Ciertamente, un enfermo sentenciado a muerte por una enfermedad letal se ve acompañado por sus familiares y por el equipo médico. Los médicos procuran aliviarlo y restablecer su salud. La verdad es que se trata de una enfermedad mortal acompañada de terribles dolores. Se debe procurar, por tanto, atenuar el sufrimiento y el dolor por medio de tratamientos eficaces.
Surge una cuestión: ¿La Iglesia Católica está de acuerdo en que se suministren narcóticos para suprimir el dolor, aun cuando se abreviara la vida; es moralmente admitido?
La respuesta la brinda el Papa Pío XlI:"Si no hay otros medios y si, en tales circunstancias, ello no impide el cumplimiento de otros deberes religiosos y morales"[22].
Se ve claramente que no se busca la muerte, sino paliar el dolor de un modo eficaz, con la ayuda de analgésicos a disposición de la medicina. Se sabe que todo medicamento farmacéutico produce efectos colaterales, incluso hasta las aspirinas.
Una enfermedad grave como el cáncer avanzado, requiere de morfina para mitigar el dolor, atenuándolo enormemente, pero al mismo tiempo acorta la vida de la persona. Este efecto, tras el uso de fármacos no puede entrar en la categoría de eutanasia ni mucho menos se puede entender como suicidio u homicidio.
En efecto, los médicos y los familiares gozan de la licitud para actuar en bien del enfermo. Se ha dicho que no se trata de buscar la muerte, sino más bien prestar un servicio oportuno lejos de pretender matar a alguien. Por ende, los médicos no pueden descuidar esta valiosa ayuda de ofrecer medicamentos y tratamientos para paliar los efectos de la enfermedad terminal.
2.3.3.1 Objetivos fundamentales de los cuidados paliativos. Los cuidados paliativos no pretenden evitar que el paciente muera. Por ende, si acontece la muerte en medio de los cuidados no debe verse como un fracaso. Se ha dicho que su fin se ordena a procurar que la muerte se produzca sin sufrimiento o con el menor posible.
Los siguientes objetivos son tomados de la reflexión del profesor Manuel Alves, en su obra "Frente a la vida"[23]:
Reafirmar la importancia de la vida, considerando la muerte como un proceso normal.
Establecer un proceso que no acelere la llegada de la muerte, ni tampoco la prorrogue.
Proporcionar alivio del dolor y los demás síntomas angustiosos.
Integrar los aspectos psicológicos, sociales y espirituales en el tratamiento del paciente.
Ofrecer un sistema de apoyo para ayudar a los pacientes a llevar una vida lo más activa posible hasta que le sobrevenga la muerte.
Ofrecer un sistema de apoyo a la familia para que pueda afrontar la enfermedad del paciente y sobrellevar e período de duelo.
Tal como se han presentado los objetivos, como el fin de los cuidados paliativos, exige por su puesto, un equipo de personas idóneas capaces de brindar todas estas atenciones; se necesita médicos especialistas, psicólogos, psiquiatras, sacerdote, fisioterapeutas, enfermeros… Todos están íntimamente articulados para buscar el bien del paciente y de su familia.
No pocos países promueven la defensa de la vida y eso es algo loable. Aunque ha existido una tendencia fuerte por legitimar acciones criminales como el aborto, y de hecho existen territorios en los que es legalmente admitido, es de destacar que frente a la eutanasia, sólo un país en el año 2004, se atrevió a aceptar la violación de la vida como ley.
Holanda legalizó la eutanasia asistida y lo hizo bajo ciertas condiciones previas por la ley[24]
2.4 FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA
El origen del hombre no se debe sólo a las leyes de la biología, sino directamente a la voluntad creadora de Dios y a su perenne gratuidad con lo creado.
La vida humana es sagrada porque desde su inicio comporta la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término.
La eutanasia dice de la violación directa o indirecta de la vida humana; "Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable"[25].
La Iglesia reconoce el alcance de la gravedad que implica una acción como ésta. Dice que es moralmente inaceptable porque se trata de una ofensa a la dignidad humana y además es una falta de respeto al Dios vivo. Es catalogado como un acto homicida pues se da muerte a una persona inocente.
Las personas disminuidas mencionadas en la cita anterior, pueden ser aquellas que se ven limitadas física o mentalmente y que ante esa situación hay quienes buscan la muerte como una posible solución. Esto vuelve a ratificar el irrespeto a Dios que es creador de la vida.
Las personas enfermas o moribundas, agobiadas por el sufrimiento físico también recurren a la muerte para verse libres de los dolores humanos, con conciencia o sin ella. Peor aún, es cuando los familiares con falso argumento de solidaridad buscan la muerte de sus seres queridos. Todo esto hace ver la falta de adhesión a la persona de Cristo, a su palabra y a su obra.
El Concilio Vaticano II denuncia la eutanasia junto a todo lo que atenta contra la vida humana: "homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado"[26], las considera como prácticas infamantes que degradan la civilización humana y deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador.
"El hombre, rechazando u olvidando su relación fundamental con Dios, cree ser criterio y norma de sí mismo y piensa tener el derecho de pedir incluso a la sociedad que le garantice posibilidades y modos de decidir sobre la propia vida en plena y total autonomía"[27].
Desde esta fundamentación teológica y tras la anterior afirmación debe considerarse profundamente la relación del binomio Dios-Hombre; su rechazo o su olvido es lo que origina, sin duda alguna, la pretensión de verse absolutamente independiente del creador, con la autonomía de decidir sobre la propia vida como propiedad de la que se puede disponer.
"La eutanasia es una grave violación de la ley de Dios"[28] pues, se trata de eliminar deliberadamente, de manera moralmente inaceptable, la vida de una persona humana.
Al respecto, sólo Dios es quien tiene el poder y la autoridad sobre la vida y nadie puede atribuirse tales privilegios, pues si así fuera, se caería en el absurdo y en el egoísmo de proceder irresponsablemente conduciéndose inevitablemente a la muerte.
2.5 FUNDAMENTACIÓN BÍBLICA
Para abordar adecuadamente el problema de la eutanasia como una amenaza contra la vida humana y para encontrar el modo más eficaz para su defensa, se debe, ante todo, recurrir al dato bíblico.
Hay que detenerse reflexivamente en los relatos de la creación. La Biblia define en dos perspectivas al ser humano:
El hombre es creado a imagen y semejanza de Dios (Gen. 1, 26); se trata del segundo relato de la creación en el que se expresa, que es tomado del polvo, lleva en sí el soplo divino de la vida.
El hombre se caracteriza por su relación inmediata con Dios, propia de su ser; el hombre es imagen de Dios y por eso está bajo su protección personal, es algo «sagrado». La vida humana es intocable porque es propiedad divina.
Todos los hombres son un sólo hombre porque provienen de un único padre, Adán, y de una única madre, Eva, «madre de todos los vivientes» (Gn 3, 20).
Esta unicidad del género humano, que implica la igualdad, los mismos derechos fundamentales para todos, es solemnemente repetida y re-inculcada después del diluvio. Para afirmar nuevamente el origen común de todos los hombres.
A partir de los relatos de la creación se pueden extraer dos aspectos fundamentales que aporta la Sagrada Escritura respecto al valor de la vida: dignidad del ser humano en cuanto es creado a imagen y semejanza de Dios y la unicidad de su origen y destino. Aspectos que encuentran confirmación definitiva en la figura del segundo Adán, Cristo: el Hijo de Dios ha muerto por todos, para reunir a todos en la salvación definitiva de la filiación divina. Aparece así con la máxima claridad la común dignidad de todos los hombres: "Ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús"[29].
Este anuncio bíblico, que recorre toda la Biblia se puede considerar como el fundamento de la dignidad y de los derechos humanos. Luego, se percibe un desarrollo de estos elementos traducidos en códigos o normas.
Desde una perspectiva bíblica, la eutanasia nunca encontrará un argumento que se ponga a su favor. En el Decálogo se expresa una ley que quedará impresa en la mente del pueblo y que contribuirá a favorecer y proteger la vida por encima de cualquier cosa.
La vida es don recibido de Dios; de ella nadie puede disponer. Solamente Dios es dueño de la vida y de la muerte. Dios da la muerte y la vida nadie tiene el derecho de intervenir sobre la muerte de su hermano o peor aún, pedirla de manera voluntaria. De allí que se den unas categorías sobre la eutanasia, entendida como homicidio o bien, como suicidio.
Evidentemente, Dios como creador y fuente de vida es el único que tiene el poder sobre la vida y sobre la muerte. El hombre por más creativo e inteligente que sea nunca debe olvidar que es una criatura y por ende, no debe atribuirse los poderes de Dios. Existe una tendencia acendrada en querer presentarse cono dioses y por eso, sintiendo plena autonomía sobre la vida, se llega a un punto extremo y vergonzoso de pedir incluso la propia muerte.
Esto se puede traducir como una intención suicida y quien la posibilite estará contribuyendo para que se realice un suicidio asistido. Muchos se hacen partícipes de este crimen con el pretexto de solidaridad con el sufrimiento ajeno. Es absurdo expresar la solidaridad matando al hermano, sería más oportuno confortar y animar desde la fe y la compañía.
En el Nuevo Testamento, Jesús se presenta como el camino la verdad y la vida. Dios es un Dios de vivos y no de muertos y el Hijo de Dios es quien transparenta al Dios de la vida. Jesús siempre estuvo a favor de la vida; curo a muchos enfermos, resucitó a la hija de Jairo, al hijo de la viuda de Naim y a Lázaro. Obró muchos signos en la comunidad para manifestar la inminente llegada del Reino de Dios.
San Pablo en la carta a los Romanos expresa la profunda obediencia a Dios respecto a la vida y a la muerte: "Ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco nadie muere para sí mismo. Si vivimos, para el señor, vivimos y si morimos, para el Señor morimos"9. Así que, ya vivamos, ya muramos, del Señor somos." Esto significa aceptar la vida y la muerte desde el don de Dios con todo lo que implica; dolor, sufrimiento, alegría, gozo, júbilo…
La carta a los Gálatas muestra la pasión que el cristiano debe tener por Cristo asumiendo las tribulaciones y los tormentos desde la pasión del crucificado. "Estoy crucificado con Cristo. Vivo yo pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí…"10
Desde este horizonte, se puede decir que es Cristo quien da sentido a la vida y a la muerte y vivir la vida con pasión significa vivir como Cristo vivió.
2.6 FUNDAMENTACIÓN PASTORAL
Los seres humanos, hombres y mujeres, no son ajenos a la tentación de de optar por la muerte como solución a los sufrimientos, generados por la enfermedad física, sea en ancianos, adultos, jóvenes, o bien, en niños recién nacidos con mal formaciones físicas. Así, la eutanasia se va justificando erróneamente por el principio de autonomía del sujeto, que tendría derecho a disponer, de manera absoluta, de su propia vida; y la convicción, más o menos explicitada, de la insoportabilidad e inutilidad del dolor que puede a veces acompañar a la muerte.
Desde una perspectiva pastoral se debe buscar la forma más clara y precisa para orientar a las que han perdido su esperanza y que ya no tienen ninguna referencia con el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Es decir, personas que han perdido la fe y sin ella es muy difícil desarrollar un trabajo pastoral. El punto de partida para animar y confortar a una persona que se ve de cara a la muerte por la sentencia de su enfermedad, es sin duda la fe en Dios; que tenga de base plena confianza en Jesús, en su vida, en su muerte y resurrección.
La Iglesia Católica por su parte, no se ha sentido ajena frente al dolor de sus hijos; ella, ora incesantemente por su salvación y su consuelo. No pocas veces se ha pronunciado públicamente para expresar su parecer frente al sufrimiento humano, aborto, suicidio y eutanasia. Conviene presentar algunos escritos importantes que Iluminan el trabajo pastoral:
"Iura et Bona"11
"Cor unum"12
"Evangelium vitae"13
Estos documentos del Magisterio no se limitan a definir la eutanasia como moralmente inaceptable, sino que también ofrecen un itinerario de asistencia al enfermo grave y al moribundo, que se inspire, tanto bajo el aspecto de la ética médica como bajo el espiritual y pastoral, en el respeto a la dignidad de la persona, en el respeto a la vida y a los valores de la fraternidad y la solidaridad, impulsando a las personas y a las instituciones a responder con testimonios concretos a los desafíos actuales de una "cultura de muerte" que se difunde cada vez más.
Las posibles peticiones de muerte por parte de personas que sufren gravemente, casi siempre constituyen la manifestación extrema de una apremiante solicitud del paciente que quiere recibir más atención y cercanía humana, además de cuidados adecuados, ambos elementos que actualmente a veces faltan en los hospitales.
Resulta hoy tan importante crear acciones pastorales que favorezcan a las personas enfermas o moribundas; poder evangelizar a sus familias llevando un mensaje de fe y de esperanza, pues es muy cierto lo que afirma el Consejo Pontificio para la pastoral para la salud:: "El enfermo que se siente rodeado por la presencia amorosa, humana y cristiana, no cae en la depresión y en la angustia de quien, por el contrario, se siente abandonado a su destino de sufrimiento y muerte y pide que acaben con su vida. Por eso la eutanasia es una derrota de quien la teoriza, la decide y la practica"14.
A este respecto, es justo interrogarse si, bajo la justificación de que el dolor del paciente es insoportable, no se esconde más bien la incapacidad de los "sanos" de acompañar al moribundo en la prueba de su sufrimiento, de dar sentido al dolor humano. Tampoco se ha de excluir que detrás de algunas campañas en favor de la eutanasia se ocultan razones de gasto público, considerado insostenible e inútil frente a la prolongación de ciertas enfermedades.
La acción pastoral debe procurar orientar sobre el amor y la solidaridad para con el que sufre la enfermedad y si se trata de algo que es incurable, tiene prelación la compañía cercana, la solidaridad, el apoyo y la fortaleza que brinda la familia. Algunos afirman que el amor de la familia es el mejor remedio para cualquier en enfermedad. Esto es más evangélico y pastoral que ofrecerle al hermano enfermo el "coctel de la muerte"15.
2.6.1 MARCO HISTÓRICO
Ciertamente la eutanasia desde su etimología se muestra como un concepto ambiguo; "buena muerte" pero, el dato evidente es que no todos así la consideran, por eso, hay que ver su historia, mirando los significados que a lo largo de los siglos ha tenido.
1. En el mundo grecorromano, la eutanasia se comprende como un "morir bueno" morir bien, el que ha muerto bien16, Pero estos tres términos han recibido diversos significados a lo largo de la historia; "morir bueno" (sin dolor), se entendió así:
En el mundo grecorromano, ésto significa; "el morir bien", sin dolor, no tiene en cuenta la ayuda al morir. Cicerón le da significado a la palabra como "muerte digna, honesta y gloriosa"17.
2. En la historia Griega:
Hipócrates: (S. V a.C.) en su juramento afirma que no dará medicamento mortal por más que se lo soliciten.
Platón: (427-337 a.C.) dice lo contrario en la república: "Se dejará morir a quienes no sean sanos de cuerpo"18.
En los Romanos, la práctica es múltiple: Muerte sin dolor por miedo a afrontar conscientemente el sufrimiento y la propia destrucción (Tácito en sus Anales)19.
Los Estoicos, (Séneca, Epícteto y Marco Aurelio) ven la eutanasia así:
Séneca: "Es preferible quitarse la vida, a una vida sin sentido y con sufrimiento".
Epícteto: predica la muerte como una afirmación de la libre voluntad.
Después de hacer una aproximación al concepto, dentro de la historia, es necesario presentar diferentes posturas o pensamientos relevantes que se han formulado respecto a la eutanasia.
Juan Pablo II, en su encíclica Evangelium Vitae define la Eutanasia como: "Adueñarse de la muerte, procurándola de modo anticipado y poniendo así fin "dulcemente" a la propia vida o a la de otro"20. Y se considera esto como una "cultura de la muerte" que se ve en las sociedades del bienestar, caracterizadas por una mentalidad eficientista, que va en contra de los ancianos y los más débiles, caracterizadas como algo gravoso e insoportable, aisladas por la familia y la sociedad, según lo cual una vida inhábil no tiene ya valor alguno. Y vuelve a definir la Eutanasia como una "acción o una omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor "situada en la intención y los métodos usados"21.
En términos de una teoría utilitarista de los derechos, la Eutanasia se muestra como una opción más práctica en el caso de que se presente una existencia marcada por el dolor y sin posibilidades de felicidad22. Desde esta perspectiva, la eutanasia es buena dados los dolores que se le quitan a quien los está sufriendo, se disminuyen los daños a la sociedad y se termina con una "carga" para la familia.
En la Utopía de Tomas Moro, aparece el concepto médico y moral de la Eutanasia : "…Cuando a estos males incurables se añaden sufrimientos atroces, los magistrados y sacerdotes, se presentan al paciente para exhortarle, tratan de hacerle ver que está ya privado de los bienes y funciones vitales…y puesto que la vida es un puro tormento, no debe dudar en aceptar la muerte, no debe dudar en liberarse a sí mismo o permitir que otros le liberen… esto es, la muerte no le apartará de las dulzuras de vida sino del suplicio y se realiza una obra …piadosa y santa…este tipo de muerte se considera algo honorable"23.
David Hume, critica la posición eminentemente moralista del suicidio y de paso a la eutanasia así: "nuestro horror a la muerte es tan grande que cuando ésta se presenta bajo cualquier otra forma distinta de la que un hombre se había esforzado en reconciliar con su imaginación, adquiere nuevos aspectos aterradores y resulta abrumadora para sus pocas fuerzas. Y cuando las amenazas de la superstición se añaden a esta natural timidez, no es extraño que consigan privar a los hombres de todo poder sobre sus vidas" y va en contra de un determinismo al decir que " si el disponer de la vida humana fuera algo reservado exclusivamente al todopoderoso, y fuese un infringimiento del derecho divino el que los hombres dispusieran de sus propias vidas, tan criminal sería el que un hombre actuara para conservar la vida, como el que decidiese destruirla"24.
Finalmente justifica la eutanasia en términos prácticos al decir que: " una vez que se admite que la edad, la enfermedad o la desgracia pueden convertir la vida en una carga y hacer de ella algo peor que la aniquilación. Creo que ningún hombre ha renunciado a la vida si esta mereciera conservarse"25.
Quien se retira de la vida no le produce daño a la sociedad, a lo sumo deja de producirle un bien.
En términos de Kant, a él no le importa la singularidad, el suicidio es malo, al contrario de Hume, porque viola deberes para conmigo mismo, el respeto por nosotros mismos. Frente a la eutanasia afirma: "es la potencialidad de ese ser humano que se quita la vida, las posibilidades de desarrollo de sus capacidades. La vida no vale por sí misma, sino en función de un proyecto de vida ligado con una libertad y una autonomía, ésta se justifica si permite la base material para una vida digna"26.
Dentro de este marco histórico no se presentan las posturas de la Iglesia católica porque ya se han abordado en temas precedentes. Hasta aquí, se hizo el intento de ver, de forma global, cuál ha sido el desarrollo y la comprensión de la eutanasia a través de la historia con algunos filósofos, quienes se han preocupado por reflexionar sobre este tema.
LA EUTANASIA DESDE LAS DISCIPLINAS TEOLÓGICAS
Desde la sagrada escritura: "Alma de la sagrada teología" Si las Sagradas Escrituras constituyen el corazón de la teología y en ella se inspiran las reflexiones eclesiales, es preciso abordar el problema de la eutanasia en la revelación presentada en el Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, con una mayor amplitud y profundización.
La Constitución apostólica, "Dei Verbum" resalta la prelación que tiene la Sagrada Escritura y su íntima relación con la teología: "Las Sagradas Escrituras contienen la Palabra de Dios; por consiguiente, el estudio de la Sagrada escritura ha de ser como el alma de la sagrada teología".[30]
La Sagrada Escritura, y la venerable Tradición, muestran claramente el querer de Dios acerca de una situación, que aparentemente se ve ambigua y hasta relativa.
Ella, por su parte, ilumina, orienta y determina algunos criterios de acción. Se pretende dar una mirada al Nuevo y Antiguo Testamento, no para presentar arbitrariamente un concepto o una realidad, que tal vez ni siquiera se emplee de modo directo o literal en las Sagradas Escrituras.
Se debe tener en claro que el hecho, así como el término "eutanasia" no se perciben patentemente en los relatos bíblicos; es más, esta palabra es ajena a las costumbres y tradiciones judías. Sólo, después del surgimiento del cristianismo, se ve la necesidad de afrontar tal situación manifiesta en la cultura grecorromana y que es defendida por la filosofía antigua.
Por ende, desde las sagradas escrituras, sólo se busca apoyarse de algunos elementos, que si bien no aparecen directamente, al menos de forma indirecta, puedan ofrecer algunas luces y criterios, referentes al tema de estudio. Ciertamente, desde una visión global, en la Sagrada Escritura, se encuentran temas de mucha pertinencia para la comprensión de un pensamiento, que se evidencia con más ahínco en la defensa constante de la vida humana.
Ahora bien, después de ofrecer este comentario previo, se prosigue a la presentación de un recorrido bíblico cargado de una valiosa riqueza, a la hora de comprender la problemática de la eutanasia respecto a verdades irrefutables.
Antiguo Testamento. En principio, el presupuesto bíblico, preeminente, que avala la vida humana como creación de Dios, lo presenta el libro del Génesis cuando afirma el siguiente postulado: "Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente[31]
Este versículo trata de revelar una verdad primaria y tiene que ver con el origen del primer hombre, en su sentido genérico. Un hombre, que sin duda, es criatura, pero portadora del aliento vital de Dios; un ser animado por el soplo de vida que procede de su Creador.
En efecto, se puede apreciar de modo claro, que el hombre no adquiere su vida de modo propio y autónomo. Es Dios quien crea libre y gratuitamente. De allí, nace la afirmación, por todos sabida, que nadie es dueño de la vida, sino Dios quien la hizo. Además, se manifiesta la soberanía de Dios sobre ella.
En suma, se puede decir que el hombre no puede disponer de ella, a su libre albedrío. No tiene potestad para quitarla cuando a él le satisfaga. Es un don y en sus manos está el cuidarla y protegerla hasta que Dios pida cuenta de ella. Este principio, desde la fe de un pueblo, es innegable e indiscutible. El pueblo israelita, así lo siente y así lo experimenta en su más profunda reflexión y lo lega como criterio sagrado para todas las generaciones.
Así pues, si la vida es un don de Dios y de ella nadie puede disponer, sólo su Creador, se torna ineludible establecer normas que la preserven contra abusos y arbitrariedades.
Efectivamente, el libro del éxodo presenta un decálogo en el que se expresa el querer de Dios sobre la conducta de los hombres. Dentro de esas leyes aparece una que se puede considerar como eje de apoyo respecto a la violación del don inalienable de la vida: "Dios pronunció estas palabras:… No matarás"[32]
No obstante, el mandato de Dios frente a la vida es puntual. No advierte otra cosa, sino la defensa y promoción de aquello, que libre y gratuitamente se ha recibido; la vida. Por lo demás, el hagiógrafo revela el deseo indeleble de Dios, el de salvaguardar la vida, que para el hombre debe ser lo más sagrado.
Respecto a tal mandato, nadie está autorizado para quitar la vida de su hermano, sea por asentimiento o sin él. Se trata de un imperativo divino que pretende tutelar la vida humana, hasta los últimos días de su existencia.
Sólo se acepta a Dios como dueño y señor de la vida. Por lo menos, así lo ratifican muchos pasajes bíblicos: "Ved ahora que yo soy yo, y que no hay otro Dios junto a mí. Yo hago morir y hago vivir, yo hiero y yo sano"[33].
Este relato hace ver que tanto la vida como la muerte le pertenecen a Dios. Es decir, Dios tiene potestad incluso sobre aquello que se escapa de las manos de los hombres, o si al menos el hombre pretende gobernar sobre su muerte, ingenuamente cae en transgresión por suicidio u homicidio, pues él no dispone de su muerte. El hombre, en cuanto a su relación con Dios, desde esta perspectiva, está sometido a depender de él como su único creador. Por ende, su vida se torna como un tesoro, puesto en sus manos, para ser administrado de la mejor manera. "Dios en su mano retiene el hálito de los vivientes, el espíritu de todo ser humano."[34]
La expresión en su mano, retiene el hálito de los vivientes, por un lado el verbo retener está asociado con la acción de disponer. Es Dios quien dispone de la vida de los seres vivientes. Luego, el autor sagrado, se remite a Génesis 2,7 para significar la estrecha relación con aquel momento en el que Dios insufla en las narices del hombre el soplo de vida. Se trata de recordar nuevamente una verdad ineludible; Dios es creador y el hombre es criatura. Su vida viene de Dios y a El debe dirigirse.
Así pues, se vuelve a corroborar que Dios el único ser capaz de intervenir tanto en la vida, como en la muerte. Justamente, el primer libro de Samuel enuncia claramente la potestad de Dios en proporción al don que ha dado al hombre "Yahave da muerte y vida"[35]. Sin más el hombre debe aceptar el querer de Dios: reconocer humildemente, que posee un Creador y que de Él depende.
Necedad es ignorarlo o peor aún, tratar de negarlo para establecerse él, como dueño y señor de su propia vida. El hombre cuando olvida a Dios está condenado a suplantar su puesto y atribuirse los derechos que sólo a Él le pertenecen.
El libro bíblico citado anteriormente pone de manifiesto una escena que no responde a este principio y deseo de Dios: "Dijo Saúl a su escudero: saca tu espada y traspásame, no sea que lleguen esos incircuncisos y hagan mofa de mí. Pero el escudero no quiso, pues estaba lleno de temor. Entonces Saúl tomó la espada y se arrojó sobre ella. Viendo el escudero que Saúl había muerto, se arrojó también sobre su espada y así murió con él"[36].
Ciertamente, este relato hace notar el deseo de Dios sobre la vida y sobre la muerte. Aunque algunos se atreven a decir que, evidentemente, corresponden a un contexto propio, deben saber que la muerte es muerte y no existen contextos que la justifiquen, aun cuando se trate de la propia muerte.
Esta acción de Saúl no es ningún ejemplo de eutanasia, aún cuando contiene elementos por los cuales muchos tratan de justificarla. Así por ejemplo, Saúl se quita la vida para verse libre de la mofa del enemigo y quien argumenta a favor de la eutanasia lo hace para verse o ver libre a la persona del sufrimiento y el dolor en los últimos días de su existencia.
Si ya se dijo que no corresponde a una eutanasia, entonces, ¿qué es? Es un suicidio; Saúl ha buscado su propia muerte para no enfrentar una situación que trae consigo la inminente aparición de sus efectos.
La verdad es que la Sagrada escritura no pronuncia ningún juicio sobre la muerte de Saúl ni de su escudero. Previamente, se ve en el pasaje bíblico la petición que hace Saúl a su escudero, saca tu espada y traspásame. El escudero siente temor y no se explica de qué temor se trata. Algunos exegetas hablan del temor a matar al ungido de Yahavé; situación que implica el inevitable castigo divino. Otros, por su parte, se atreven a decir que se teme a violar el precepto de Dios, "No matarás[37]
En efecto, si se pudiera poner en juego la imaginación y se admitiría que el escudero acepta la petición de Saúl, ya no se hablaría ni de eutanasia ni de suicidio. Ahora entra en escena el pecado de Caín contra su hermano Abel. Es decir, se trataría de un homicidio; acto aborrecido por Dios y que no se exime de severas sentencias.
Esta primera distinción terminológica se hace pertinente, a la hora de adentrarse en el estudio de los siguientes capítulos, en los que es preciso tener criterio claro cuando se trate de una acción suicida, homicida o eutanásica.
Otro pasaje que presenta tanto el suicidio como el homicidio, es la escena en que Sansón hala, con todas sus fuerzas, las columnas del edificio, dando fin a su vida y a la de muchos de sus enemigos[38]Sin desfigurar el sentido e intención del texto, parece una escena de triunfo y de victoria; aquí, el suicidio de Sansón no es visto con pesar, puesto que se compensa con la muerte de miles de filisteos, que también provocan alegría y gozo.
La narración, con su forma expresiva y llena de matices vivos y dramáticos, se aleja de cualquier juicio moral; lo importante es el triunfo y la victoria de un nasir de Dios. Su muerte, vista con alegría, no da pie a pensar de que se trata de un suicidio y la muerte de los filisteos como un homicidio. Estos son los casos en donde la muerte violenta de las personas no se valora, ni se juzga; obviamente, responden a un contexto propio a tal punto de llama a Dios, "YahavéShebaofo Dios guerrero. Porque se piensa que es Dios quien pelea por su pueblo y entrega en sus manos la vida de los pueblos enemigos.
Nuevo Testamento. Reconociendo el valor literario con que se revisten los escritos neotestamentarios y atendiendo a sus intenciones teológicas, se buscará presentar algunas aplicaciones respecto al tema tratado.
De esta manera, se puede decir que Dios está a favor de la vida, la protege y busca salvaguardarla de sus enemigos; "Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estáte allí hasta que te diga. Porque Herodes va a buscar el niño para matarle[39]
Una sana comprensión del verso permite ver el querer de Dios frente a la vida; Dios no desea la muerte ni la quiere para sus hijos. La prevención que El hace a la familia de Nazareth, por medio del ángel, tiene que ver con el cuidado y la atenta vigilancia ante la amenaza de muerte. Ciertamente, Dios es un apasionado por la vida, la ama y busca su bien.
El evangelio según san Mateo ofrece un programa de vida en las muy conocidas bienaventuranzas. Para acercarse un tanto al tema, basta reflexionar una de ellas: "Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados[40]
Otras traducciones, prefieren decir, bienaventurados los que sufren. Ahora bien, los que lloran o los que sufren no son sino aquellos que aceptan la voluntad y el querer de Dios, inclusive, con los tormentos, aflicciones y angustias que esto implica.
La eutanasia busca, arbitrariamente, liberarse del sufrimiento y del dolor como una amenaza insoportable. Esta actitud, verdaderamente, está muy lejos de la proclamación de felicidad expresada por el evangelio según san Mateo. No se trata pues, de ser masoquistas; sufrir por sufrir o peor aún de sentir felicidad por el sufrimiento. Significa que a pesar de los dolores y sufrimientos, acontecidos voluntaria o involuntariamente, en la naturaleza humana, el verdadero cristiano , por fidelidad al mensaje de Cristo, los acepta y en ellos encuentra una felicidad que hasta tal punto es causa de polémica y de contrariedad constante a un mundo hedonista que proclama el placer por el placer.
Esta bienaventuranza asegura la promesa de Dios, de consolar a los que sufren. Los enfermos terminales e incluso los mismos familiares y cercanos suyos, pueden encontrar en esta fuente bíblica, esperanza y fortaleza para confiar en Dios aún en la desesperanza e impotencia humanas.
Esta explicación no debe llevar al conformismo frente a la enfermedad ya la dolor. Recuérdese que Dios es el eterno apasionado de la vida y busca para sus hijos el bien y la salud. Muestra de ello son los innumerables signos de Jesús. En los evangelios, Jesús es contemplado como el verdadero taumaturgo. Es decir, como aquel que tiene el poder de curar las enfermedades. De hecho, la proclamación de su mensaje está acompañado de milagros y curaciones.
Jesús se mueve a compasión por los que sufren, por aquellos que padecen enfermedades y por eso obra y manifiesta su poder: cura a la suegra de Pedro[41]a un paralítico[42]curación de una hemorroísa y resurrección de la hija de Jairo[43]etc.
La acción de Jesús invita a los enfermos a no conformarse con su enfermedad, sino a buscar los medios posibles para restablecer la salud. Jesús ama a los enfermos pero no a la enfermedad; él busca el bien de la persona y no su degeneración.
En efecto, no deben descartarse las posibilidades de recurrir en la búsqueda de la salud. Los enfermos terminales, aun cuando las esperanzas parecen haberse agotado por completo, no deben desanimarse, pues Dios obra de mil maneras y son miles los casos en los que El ha concedido la sanación. Optar por la eutanasia es abandonar radicalmente la fe y la esperanza de la acción de Dios en la persona enferma.
Un caso particular que se presenta en el evangelio según san Mateo es la muerte de Judas. Este sí que es un verdadero suicidio. Se trata de uno de los doce discípulos de Jesús. Se supone que vivió junto a él; aprendió de su predicación; contemplo los prodigios y maravillas realizadas en la vida pública de Jesús, pero termina en el suicidio.
No es de extrañarse ante las posibles reacciones de los lectores. Unos sentirán aborrecimiento por su traición, otros, lástima, en fin. El dato preciso es que se ahorcó y cabe preguntarse; ¿Por qué lo hizo?
Realmente, se generarían muchas respuestas, pero eso no es lo importante. Se trata de ver una acción que puede iluminar el tema puesto en evidencia. Es decir, el suicidio visto desde esta perspectiva parece ser un subterfugio al sufrimiento y dolor provocados por la traición. Nada ajeno a la realidad de la eutanasia cuando se busca acortar la vida para evadir los sufrimientos y dolores, no de una traición, sino de una enfermedad que desestabiliza a la persona y la sumerge en el fango del desespero y el sinsentido de vida.
Luego, los evangelistas presentan la pasión y muerte del Señor. Todo se expresa en un escenario de terrible crueldad y martirio. Jesús, el Hijo de Dios, acepta con pasión los sufrimientos y dolores para dar plenitud a la obediencia al Padre. Ciertamente, se percibe un fuerte sufrimiento pero vivido en la esperanza.
Jesús no opta por la muerte ni fue tampoco una representación al margen del dolor. No se alegra de morir crucificado como si fuera un masoquista. El se aflige y sabe que ella es consecuencia de la integridad de Vida. Ella obedece a la absoluta obediencia al Padre; a la consumación de su obra y misión.
Por otro lado, Dios no se alegra de la muerte de su Hijo, pues si así fuera, se diría que Dios es sádico y esta designación es completamente contraria a su bondad y misericordia eternas.
Frente a la eutanasia deben considerarse claramente estas afirmaciones. Dios ni es sádico ni quiere que sus hijos sean masoquistas. Con la muerte de su Hijo enseña, en aquella pedagogía de la fe, que se debe aceptar el sufrimiento y el dolor desde una perspectiva cristiana. Sólo así es posible esperar y acompañar a un familiar que padece una enfermedad mortal. Por ende, desde este aspecto, Dios no es indiferente al dolor de los hombres ni se complace con su sufrimiento. Ellos, sin duda, poseen una dimensión salvífica. Es verdad que cuando el hombre cae en la enfermedad acontece un encuentro más cercano con Dios y un profundo deseo de arrepentimiento, necesario para la salvación
Desde la teología moral. La Iglesia siempre ha estado a favor de la vida; lucha incansablemente por su promoción y para que le sean respetados sus derechos inviolables. Toda forma de muerte y degeneración de la persona es inmediatamente censurada por la Iglesia que, como madre sabia y prudente, enseña a sus hijos el verdadero camino.
En efecto, no son pocos los que reconocen su papel, dentro de la sociedad, en la defensa de la vida. "Difícilmente podrá encontrarse otra organización religiosa que haya defendido la vida y rechazado con más empeño y constancia como la Iglesia Católica"[44]. Así pues, la Congregación de la Doctrina de la Fe, aborda el tema de la eutanasia desde una perspectiva en la que expone lúcidamente la posición moral respecto a dicha problemática.
El 5 de mayo de 1980, se publicó el documento "lura et Bona"; allí se concentran reflexiones que dejan en claro la posición moral de la Iglesia frente a la eutanasia. Ofrece su postura a partir del valor de la vida humana como fundamento de todos los bienes, fuente y condición necesaria de toda actividad humana y de toda convivencia social.
En principio, todos coinciden en que la vida se reviste de un carácter sacro, es decir, se trata de un don de Dios y que no puede disponerse al arbitrio humano. Las consecuencias inmediatas que el documento presenta son las siguientes:
"Nadie puede atentar contra la vida de un inocente sin oponerse a Dios y sin violar un derecho fundamental, irrenunciable e inalienable, sin cometer, por ello, un crimen de extrema gravedad.
Todo hombre debe conformar su vida con el designio de Dios. Esta le ha sido encomendada como un bien que debe dar sus frutos ya aquí en la tierra, pero que encuentra su plena perfección solamente en la vida eterna.
La muerte voluntaria o sea el suicidio es, por consiguiente, tan inaceptable como el homicidio; semejante acción constituye en efecto, por parte del hombre, el rechazo de la soberanía de Dios y de su designio de amor. Además, el suicidio es a menudo un rechazo del amor hacia sí mismo, una negación de la natural aspiración de la vida, una renuncia frente a los deberes de justicia y caridad hacia el prójimo, hacia las diversas comunidades y hacia la sociedad entera, aunque a veces intervengan, como se sabe, factores psicológicos que pueden atenuar o incluso quitar la responsabilidad"[45].
Considerando la decisión expuesta en estas afirmaciones, el documento sobre la eutanasia, vuelve a ratificar de manera categórica la inviolabilidad de un derecho que es sagrado para el hombre; "nadie ni nada puede autorizarla muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie además puede pedir gesto homicida para sí mismo, o para otros confiados a su responsabilidad, ni puede consentirlo explícita o implícitamente. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo. Se trata en efecto, de una violación de la ley divina, de una ofensa a la dignidad de la persona, de un crimen contra la vida, de un atentado con la humanidad"[46].
La postura de la Iglesia siempre ha sido bastante rígida en este aspecto, a la vez que ha sido bastante clara con ese postulado. Siendo así una postura que en extremo se encuentra cerrada a toda posibilidad de que pueda aprobar la práctica de la eutanasia.
Desde una perspectiva moral se puede decir que estos principios son ante todo una respuesta a Dios; toda decisión moral es una respuesta a Dios. Se le responde a su ser creador, a sus deseos y en miras a buscar lo que a El le agrada.
También, el Papa Juan Pablo II, presentó su posición moral en su encíclica "Evagelium Vitae"; afirmó. "De acuerdo con el Magisterio de mis Predecesores y en comunión con los Obispos de la Iglesia católica, confirmo que la eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana"[47].
Con estas posiciones se puede deducir, claramente, que la eutanasia es, sin duda alguna, una violación al derecho fundamental de la vida y abuso arbitrario del don divino. Por tanto, es moralmente inadmisible; se rechaza firmemente y se condena su práctica como una grave violación de la ley de Dios.
Visto de esta manera, no pocos llegan a considerar a la eutanasia como un suicidio por quien la pide y un homicidio por quien la practica. Además, se ve como un rechazo directo a la soberanía de Dios sobre la vida y la negación del carácter purificador y redentor del sufrimiento.
No hay ninguna duda, en la moral, para percibir su posición contraria a la praxiseutanásica. La moral como respuesta a Dios siempre salvaguardará el valorinexorable de la vida y propiciará su promoción, condenando todo abuso e intentosde violación, al don más grande que el hombre ha recibido de Dios. La moral, nopor verse cuestionada y hasta rechazada, debe perder su propio horizonte en ladefensa y promoción de la vida.
Marciano Vidal, moralista representativo en nuestra época, ofrece un gran aporte en orden a la afirmación general del principio del valor moral de la vida humana. Lo hace poniendo de manifiesto tres núcleos fundamentales[48]
La vida humana es un bien personal: quitarse la vida propia o quitar la vida a otro es ofender la caridad (Caridad hacia uno mismo o caridad hacia el prójimo). Respecto al suicidio, Santo Tomás, señala: "todo ser se ama naturalmente a sí mismo, y a esto se debe el que todo el ser se conserve naturalmente en la existencia y resista cuanto sea capaz lo que podría destruirle. Por tal motivo, el que se de muerte a sí mismo es contrario a la inclinación natural y a la caridad por la que uno debe amarse a sí mismo".
La vida humana es un don de la comunidad: atentar contra la propia vida o contra la vida de un semejante supone una ofensa a la justicia. Dice Santo Tomás: "cada parte, en cuanto tal, es algo del todo; y un hombre cualquiera es parte de la comunidad, y, por lo tanto, todo lo que él es pertenece a la sociedad".
La vida humana es un don recibido de Dios y que a Dios pertenece: disponer de la vida propia o ajena, es usurpar un derecho que sólo a Dios le pertenece. La vida es un don dado al hombre por Dios y sujeto a su divina potestad, que mata y hace vivir.
La moral tradicional se ha valido de estas argumentaciones para afirmar el valor moral de la vida humana. Es cierto que habrá más razones y posiciones, pero éstas han sido las bases nucleares para mantener su postura y su defensa absoluta frente a la vida.
Ahora bien, se ha presentado una valoración moral de la vida humana y tocada desde sus categoría irrevocables, permite pisar el terreno moral sobre la eutanasia.
Desde una valoración moral se pueden presentar las siguientes posiciones:
Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente: anciano, enfermo incurable o agonizante.
Se debe atender a la inviolabilidad de la vida humana[49]
Otros valores sin sentido no deben tener prelación sobre el valor primario de la vida humana.[50]
Autoridad, técnicos y demás, no deben disponer arbitrariamente de la vida humana.[51]
La vida humana no se debe valorar desde su función utilitarista en la sociedad[52]
Es grave violación de la ley de Dios, en cuanto es la eliminación deliberada de una persona humana.
Es una ofensa a la dignidad de la persona humana.
Es un crimen contra la vida; es un atentado contra la humanidad.
Es moralmente inaceptable, poner fin a la vida de las personas disminuidas, enfermas o moribundas[53]
Quienes la propician son considerados homicidas y quienes la solicitan deben ser considerados como suicidas.
Estas afirmaciones, sin duda, han originado muchas y variadas controversias para quienes piensan que la eutanasia debe reconocerse como un legítimo derecho a morir con dignidad.
No por esto, se pueden valorar las posiciones morales como masoquistas o sádicas. La moral, no por verse cuestionada y hasta rechazada, debe perder su propio horizonte; la defensa y promoción de la vida humana.
Desde la cristología. Si se pretende ofrecer unas líneas desde la cristología que permitan ratificar el valor de la vida humana y su postura frente a la eutanasia, sin duda, habrá que poner de manifiesto la vida de Jesús como Evangelio de la vida.
La existencia terrena de Jesús, su vida, su misión, su mensaje son, evidentemente, certificación del anuncio del valor de la vida. Desde el anuncio del Ángel Gabriel a María santísima y a los pastores de Belén se presenta el gozo inmensurable del nacimiento de la vida. Se anuncia con alegría el nacimiento del Hijo de Dios.[54] Los términos gozo y vida se conjugan y van íntimamente relacionados. La vida no está hecha para la tristeza sino para la alegría. Si los pastores al igual que los reyes magos se dirigen con gozo a ver al niño, sin duda, se está expresando la alegría de la vida, del nacimiento, de la nueva existencia humana, de la nueva creación.
Jesús, cuando comienza su vida pública anuncia la vida para los hombres: Jesús da una respuesta a quien pregunta sobre la vida: Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?[55] Y, Jesús le responde: 'Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos"[56].
Se pone de relación directa, vida y mandamientos; la vida eterna tiene su realización después de la muerte pero con sus raíces en la vida terrena. Jesús comprendía que el valor de la vida no se ciñe a la simple arbitrariedad humana sino que se rige por aquellos mandatos que regulan la vida frente a la relación conmigo mismo, con Dios y con los otros.
Allí se encuentra el sabor de la vida; cuando la persona se ama a sí mismo, ama y respeta su vida; cuando ama y respeta la vida de los otros y cuando ama y respeta a Dios.
Por otro lado, Jesús mismo se define como la vida: "Yo soy el camino la verdad y la vida"[57]Si él es la vida, anuncia su mensaje que es vida, no proclama algo en contra de la vida sino por el contrario la promueve y la defiende. Los evangelios dan testimonio de actuar de Jesús; un actuar marcado netamente por la preocupación de defender la vida de los enfermos, marginados y excluidos de la comunidad.
Jesús dedicó gran parte de su vida a recorrer los pueblos, anunciando su mensaje de liberación ante los más frágiles y rechazados de la sociedad. Es hermoso ver las distintas escenas en la que realiza innumerables curaciones y no lo hace con intereses lucrativos o personales de adquirir fama o popularidad.
Con relación a la eutanasia, se puede aducir que Jesús ante los enfermos no asumió técnicas homicidas, sino por el contario acompañó, fortaleció, curó y liberó a quienes se encontraban en situaciones que los hacían impuros y despreciados por la comunidad.
Jesús cuando fue a curar a la suegra de Pedro, a la hija de Jairo y a otros, no optó por ninguna práctica eutanásica; qué tal si hubiera dicho a Pedro o a Jairo; no, esta mujer no tiene cura; dadle el coctel de la muerte, porque su vida no tiene reversa; liberadla del sufrimiento y de la agonía prolongada; concededle el derecho de morir dignamente.
Inmediatamente, su proyecto de vida se hubiese frustrado, malogrado y estropeado irrevocablemente. Pero, Jesús hizo lo que tenía que hacer; sanar, rescatar y promover la vida, pues él es el Evangelio de la vida.
Jesús ha venido al mundo para que los hombres tengan vida y la tengan en abundancia[58]Su vida en la historia y su resurrección dan fe de ello. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Ni siquiera su muerte oscurece su anuncio solemne sobre la vida. Jesús fue capaz de dar su propia vida para la salvación desde los hombres.
Desde la antropología teológica. Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, le hizo imagen de su misma naturaleza; más por envidia del diablo entró la muerte en el mundo[59]
Dios concede al hombre una vida superior, auténtica y original, distinta a las demás criaturas, aunque no deja de ser criatura suya. La dignidad que recibe el hombre de Dios se expresa claramente en la realidad de ser imagen y semejanza suya. Por esta razón en los relatos de la creación, en el libro del génesis, se pone al hombre como la cima de lo que Dios ha hecho, hasta el punto de otorgarle el poder de dominar sobre la creación misma.
No se trata de una dominación arbitraria de lo que Dios le ha concedido para su desarrollo y progreso; se trata de la sana administración de los bienes y por eso no puede abusar o disponer a su antojo. Todo esto, hace ver la superioridad del hombre y de la mujer respecto a la demás creación.
Cuando se habla del hombre, imagen y semejanza de Dios, se habla del hombre que es partícipe de la vida de Dios; o bien, el hombre y la mujer comparten algo de la vida de Dios. Aquí, se subraya la dimensión relacional entre Dios y el hombre, en su sentido genérico.
El hombre se encuentra en una estrecha relación con Dios; posee inteligencia, libertad, responsabilidad, voluntad, discernimiento de sus actos, búsqueda del bien, deseos de realización personal y colectiva…
El hombre y la mujer, dotados de estos privilegios por parte de Dios, están en la obligación de reconocer a su Creador como único señor de la vida humana. En efecto, si se reconoce este principio, se deduce que el hombre no posee el derecho de disponer de su vida a su propio arbitrio.
Si la vida humana es creación de Dios, el hombre no puede disponer ni de su vida ni de la de los demás a su propio antojo. La vida, por ser don de Dios se reviste se sacralidad y respeto y por ende, nadie puede atentar contra ella ante ninguna situación y argumentos habidos y por haber.
Si el hombre es imagen y semejanza de Dios, sin duda, debe estar al servicio de la vida. Su actuar en el mundo debe ceñirse a la defensa, promoción y al respeto de la vida humana. El hombre tiene la responsabilidad de preservar la vida humana y participa en la obra creadora de Dios como instrumento de vida, en la procreación. Allí, hombre y mujer expresan claramente el querer de Dios sobre la historia; generar vida, promover a la vida, defender a la vida. Tales insinuaciones no son abstracciones inválidas; son reales en cuanto se contemplen con fe y singular respeto a Dios, creador y único señor de la vida.
Así pues, la participación en la obra creadora, por parte de los padres, es también la posibilidad de reproducir la imagen y semejanza de Dios a la nueva generación; por supuesto, como obra del mismo Dios, porque el hombre en sí mismo no puede ser generador de aquella parte espiritual y trascendental en la persona; aun cuando el hombre es una unidad multidimensional, su dimensión trascendental tiene que ver con el don de Dios impreso en su existencia.
Si bien es cierto, los progenitores poseen protagonismo en la donación de su ser psíquico-somático a la nueva generación, incidencia biológica, cultural, histórica, terrestre y física, también es cierto que la dimensión trascendental está íntimamente ligada con la acción de Dios sobre el hombre; allí tiene lugar la búsqueda incesante de Dios; el deseo inmensurable de la perfecta felicidad y el anhelo de la plena realización.
Desde estos presupuestos antropológicos, se puede afirmar claramente que frente a la eutanasia, el hombre no puede intervenir en la muerte de la persona humana. No posee el derecho de "solicitar su propia muerte ni la de su prójimo. Sólo Dios goza de tal soberanía sobre la vida y sobre la muerte. Ejercer prácticas eutanásicas sobre sí mismo o sobre otro, deben considerarse severamente desde la moral y desde la perspectiva jurídica.
Desde la moral se ha declarado como un gran pecado; violación grave de la dignidad humana y desde la parte jurídica debe considerarse como un crimen al que debe hacerse justicia. El hombre y la mujer, según estas posiciones, no deben perder de vista su dimensión criatural, es decir, el reconocimiento humilde y sincero Dios como su único Creador y Señor.
Además, los privilegios de los que goza no son sino dones de Dios que lo pone como administrador de su creación. A él le corresponde, desde la responsabilidad, actuar conforme los mandatos del Señor y nunca abusar de su poder ni en contra de la naturaleza, plantas y animales, ni de su prójimo, que es su hermano y a quien debe respetar como así mismo.
Desde el derecho canónico. El Código de Derecho Canónico no aborda directamente el problema de la eutanasia. Lo que se puede apreciar es que la Iglesia, ante su postura clara y decidida, no está a favor de la muerte. Así pues, la eutanasia como un delito grave en contra de la vida, se la valora desde el punto de vista penal.
Sólo desde este enfoque y comprensión entra en escenario el canon 1397, aunque no se refiere a la eutanasia, sí se expresa claramente respecto al homicidio, estudiando los delitos graves contra la vida y la libertad del hombre.
Quien comete homicidio, o rapta o retiene a un ser humano con violencia o fraude, o le mutila o hiere gravemente, debe ser castigado, según la gravedad del delito, con las privaciones y prohibiciones del can. 1336; el homicidio de las personas indicadas en el can. 1370 se castiga con las penas allí establecidas.[60]
Desde esta perspectiva, si la eutanasia es designada por la Iglesia como un delito grave se deduce que se debe castigar con penas, privaciones y prohibiciones pertinentes.
El Papa Juan Pablo II, fue muy claro en presentar su posición frente a la eutanasia: "es una grave violación de la ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana"[61]
Si esta afirmación se comprende desde el suicidio, indistintamente, merece el mismo juicio moral que el homicidio. No pocas veces la acción de la eutanasia se configura con la del homicidio. Es verdad, porque se da muerte a una persona inocente aun cuando éste no la pidió de ningún modo y nunca dio su consentimiento.
El canon 1397, no habla tampoco del suicidio y por eso la asociación que se ha hecho entre suicidio, homicidio y eutanasia se elabora desde la deducción y no desde la fuente literal.
Se sabe que el suicidio, desde el punto de vista subjetivo se ve influido por condicionamientos psicológicos, sociales, familiares, afectivos, que pueden atenuar o anular la responsabilidad subjetiva. Pero desde el punto objetivo es un rechazo directo al amor de Dios, a su don inmensurable expresado en la vida del ser humano.
En efecto, desde el Derecho Canónico, no se puede confundir entre suicidio y homicidio. El canon 1397," habla del delito del homicidio y establece las penas y sanciones para tal delito.
Teniendo presente esta aclaración: cometen ciertamente el delito del homicidio cuantos practican la eutanasia contra la voluntad de la persona enferma anciana o sufriente y todos los cooperadores.[62]
Así pues, la eutanasia así comprendida se equipara al homicidio, porque es la muerte de una persona que ha sido violentada en su realidad más sagrada que es la vida; en contra de su voluntad y consentimiento y por ende, se debe considerar con las penas y sanciones que le son propias a tal delito.
Además, si bien es cierto se equipara al homicidio en tal situación, también es cierto que se equipara al suicidio cuando el paciente pide libre y voluntariamente, expresando su rechazo definitivo a la bondad de Dios en su vida.
Diseño metodológico
3.1 IDENTIFICACIÓN DE VARIABLES: INDICADORES – CATEGORÍAS
En esta investigación se toman tres dimensiones que, según el autor, son necesarias para descubrir los respectivos elementos y posiciones que en la realidad se manejan en orden al problema de la eutanasia.
Así pues, se vale de la dimensión académica, religiosa y moral de las personas para poder elaborar un trabajo útil y necesario para promover la defensa de la vida en la fase última de la existencia humana.
3.1.1 Dimensión académica: el área académica es un espacio fundamental en la persona humana. En ella se contienen las distintas comprensiones y aprehensiones de la realidad, traducidas todas ellas, en el mosaico de conceptos que dan significación a las relaciones interpersonales.
El lenguaje es el instrumento eficaz que posee el hombre para expresar la comprensión de su vida y todo aquello que en ella se genera. Es justo afirmar que el lenguaje es la revelación del propio ser. Si existe alguna manera para tener acceso a la realidad del otro, a su experiencia, conocimientos, a su mundo, es sin duda, a través del lenguaje.
Concepto de Eutanasia: se trata de una aproximación directa y espontánea respecto a la definición y conocimiento que los entrevistados posean acerca de la palabra, eutanasia.
Concepto de libertad: se pretende identificar qué tipo de concepción tienen los entrevistados en la diversidad de comprensiones que subyacen en el término libertad.
3.1.2 Dimensión religiosa: si bien es cierto, la persona se comprende desde varias dimensiones, también es cierto que existen algunas de ellas, que son determinantes, a la hora de acercarse a la realidad del otro. Así, la dimensión religiosa permite apreciar la relación del hombre con el ser Absoluto y trascendente, y al mismo tiempo establece su compromiso con él, como respuesta a la vocación, a la que él mismo se siente llamado.
Vida espiritual: se trata de apreciar la relación del hombre con Dios; percibir hasta qué punto se deja iluminar por su espiritualidad, es decir, como actúa y decide, sobre su vida según el Espíritu de Dios. Además, permite identificar la apertura y la acción de Dios en su vida y sobre su muerte.
Compromiso cristiano: tiene que ver con su respuesta y compromiso frente a la vivencia de su vida cristiana. Es decir, la manera como sus creencias afectan y a la vez generan actitudes concretas en la expresión de su fe; manifestadas en la ayuda y promoción del otro que es su hermano.
3.1.3 Dimensión moral: si la persona posee unas bases conceptuales y éstas, muchas veces, orientadas por su estilo de vida religioso, no obstante, las decisiones que se tomen nunca estarán lejos de ser afectadas por estas dimensiones. Así pues, en lo referente a decisiones que impliquen el discernimiento sobre si tal acción es buena o es mala, sin duda, se presentarán muchos argumentos personales, subjetivos, emocionales, culturales, así como también, posiciones objetivas, claras y contundentes que se apoyan en reflexiones por expertos ya analizadas, que argumenten dicha decisión. Es aquí donde la moral entra en escena; ella debe orientar sobre la bondad o malicia de las acciones humanas en orden al objeto, fin o intención de la acción y a sus circunstancias específicas.
Valoración personal: hace referencia a la posición moral que la persona tiene sobre la eutanasia, atendiendo solamente a su parecer y criterio particular. Es decir, cómo la persona percibe el problema y cuál es su valoración moral; es buena o es mala; está o no de acuerdo con ella.
Valoración eclesial: se trata de escrutar en la persona, si goza de conocimientos y de capacidad, para juzgar el problema de la eutanasia desde una perspectiva doctrinal, atendiendo a las orientaciones de la moral católica, a la enseñanza cristológica, a la iluminación bíblica o al Magisterio de la Iglesia católica.
3.2 TIPO DE INVESTIGACION
Para este trabajo de investigación se utilizará la metodología cualitativa que permite al investigador explorar y a la vez interpretar los distintos fenómenos encontrados, formas de interacción, patrones de acción, conductas no verbales y ejes que articulan el comportamiento.
Se le dará un enfoque etnográfico, como camino investigativo que ofrece estrategias, métodos, recursos y técnicas pertinentes a la hora de acceder a la recolección de información.
3.3 POBLACIÓN Y MUESTRA.
3.3.1. Características de la población: para obtener la información requerida, se hace necesario realizar entrevistas a los diferentes profesionales del Amparo de Ancianos San José, para poder obtener una visión general del pensamiento académico, religioso y moral.
3.3.2. Características de la muestra: Se opta por entrevistar a 6 personas, específicamente a los profesionales, Gerontólogo, Fisioterapeuta, Terapeuta ocupacional, Enfermera Jefe, Trabajadora social y Congregación de Hermanas Franciscanas Siervas de María, encargadas de la Institución, que diariamente atienden a los 150 adultos mayores de la Institución.
Por ser una obra de la Diócesis de Pasto, con tendencia evangélica y cristiana, el personal que labora en el Ancianato, debe gozar de una formación sólida y pertinente que le permita trabajar con un sentido humano y cristiano.
De este modo, la recolección de la información responderá a un grupo heterogéneo en edad, experiencia y formación académica. Es posible que de esta manera se pueda ser más objetivo y preciso, a la hora de valorar la información que los entrevistados ofrezcan.
3.4 TÉCNICAS E INSTRUMENTOS PARA RECOLECCIÓN DE LA INFORMACIÓN.
Para recoger los datos que se requerían, se determinó la siguiente técnica: LA ENTREVISTA, la más adecuada para recopilar acertadamente la información requerida para la investigación.
3.4.1. La entrevista: Entre las estrategias a utilizar está la entrevista, la observación y la historia personal de vida. La entrevista que consiste en un diálogo desarrollado entre dos o más personas que ayudados por unas preguntas orientadoras permitirá generar parte de la información deseada. La observación, que involucra la atención y el análisis de las distintas conductas manifestadas espontáneamente en el lugar de la investigación. La historia de vida que puede ser uno de los testimonios de quienes participan en el trabajo de investigación, como experiencia recogida a lo largo de la jornada investigativa.
para alcanzar la información deseada se emplea la técnica de la entrevista que consiste en la búsqueda de opiniones y conocimientos, mediante la formulación de interrogantes que orientan y a la vez determinan la información pretendida.
La técnica de la entrevista, es sin duda alguna, la más común y frecuente en el ámbito de la comunicación social para ampliar un tema, un acontecimiento o un suceso que al momento no se ha revelado totalmente.
Con la entrevista se pretende conocer qué conceptos, qué estilo de vida religiosa y qué tipo de formación moral-doctrinal, poseen los profesionales del Amparo de Ancianos San José. De tal manera, que al disponer de estos presupuestos se pueda elaborar una propuesta pastoral objetiva y con pertinencia en la vida real.
3.5 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE DATOS
Conforme se indicó anteriormente, luego de organizar la información se hace la presentación textual de lo expresado por los informantes de acuerdo a la categoría correspondiente, diversificada en variables de análisis.
Después de haberse realizado las respectivas entrevistas se procede al análisis de los datos que los distintos interrogantes han generado en los entrevistados.
Se pretende sistematizar la información, articulándola de acuerdo a cada dimensión y espacio concreto, para facilitar la comprensión general que se tiene respecto a los conceptos, implicación de la vida cristiana y formación moral-doctrinal.
Entrevista a trabajadores de la Institución
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |