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Bajo el mismo cielo (Novela) (página 5)

Enviado por Ernest Brandy


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

Ambos eran fanáticos a la pelota de las Grandes Ligas. En la serie del 68 discutían el campeonato mundial Los Tigres del Detroit y los Cardenales de San Luís. La serie había sido ganada por los Tigres.

__Chico escuché a un comentarista deportivo por La Voz de los Estados Unidos cuando dijo que le parecía curioso que los Tigres del Detroit no tuvieran en su equipo a ningún latino habiendo tan buenos jugadores en las Américas, y sobre todo cubanos._dijo su amigo.

__Bueno, mi equipo favorito es Los Yankis de Nueva York. Me gustaría ver jugar a Orestes Miñoso, Willi Miranda, a Luís Aparicio, Juan Marichal, Camilo Pascual y otros. ¡Esos sin son peloteros! Pero para eso había que estar allá._argumentó Richard.

Ramiro miró su reloj y se puso de pie.

__Es un poco tarde y tengo que irme. Me saludas a Cristina y a ella también. Cuando vuelva hablaré con ella. Me ha causado interés este asunto, Richard. Me voy.

Salieron al portal y se despidieron. El un Chevrolet del 55 se desplazó por la congestionada avenida y desapareció.

3

__¡Charito!, ¡Charito!_gritó Cristina.

Charito estaba en su cuarto preparándose para salir con ella a casa de la Mora.

_! Ya voy! ¡Enseguida, mamá!

Estaba dispuesta a salir cuando escuchó un ligero rumor en sus oídos. Al principio se quedó confundida, pero cuando agudizó su atención pudo percibir el mensaje: "no vayas".

_¿Qué?_preguntó bajito, pues sabía de donde venía el mensaje.

No hubo respuesta.

Cristina había hecho el compromiso con su amiga la Mora de ir por la tarde a su casa ya que ésta estaba enferma y necesitaba de su ayuda. Charito no sabía qué hacer. No podía contarle lo sucedido a su madre, pero tampoco quería desobedecer al mensaje, nunca lo había hecho. "Fingiré que estoy enferma", fue lo que se le ocurrió.

__! Apúrate, niña!

__! Mamá, no voy a poder ir! ¡Me siento mal!_gritó ella desde el cuarto.

Cristina, preocupada, fue hasta el cuarto de Charito y la encontró acostada en su cama. Fingió estar enferma.

__¿Qué te sientes, Charito?

__No se, me siento el cuerpo malo como si me fuera a dar fiebre.

Cristina le palpó la frente y encontró normal su temperatura.

__¿Quieres que te de una aspirina?

__Si, mamá, dámela. Si quieres, anda tú a casa de la Mora.

Tomándose el medicamento acentuaba aún más su mentira piadosa.

__Déjeme buscártela.

Cristina salió y al instante ya estaba de vuelta con la aspirina en una mano y el vaso con agua en la otra. Charito se la tomó y siguió acostada.

__A lo mejor es un capricho tuyo. Bueno ojalá. Te quedas acostada. Yo iré a casa de la Mora y vendré temprano. Le diré a Alicia que te cuide. Me voy.

Cristina se le acercó y la besó en la frente. Charito la besó en la cara. Salió fue hasta la cocina y le dio instrucciones a Alicia de que la volteara.

Charito se quedó en su cuarto leyendo el libro "El Principito" del autor Antoine de Saint-Exupéry que se lo había regalado su maestra. Era su libro predilecto y lo leía una y otra vez.

Le parecía maravillosa la aparición del Principito al piloto del avión que había caído en el desierto del Sahara. El piloto del libro sintió al amanecer una vocecita en sus oídos que le decía: "_Por favor…, dibújame una oveja". Era la voz del "caballerito extraordinario" que lo observada. Así comienza la historia. Y la suya era algo parecida. Escuchaba la voz de un caballero también extraordinario que no veía, pero que le pedía cosas. Le indicaba muchas cosas y ella se acostumbró a eso y le era fiel, lo respetaba como a un padre y le obedecía. Le sucedió como al piloto de la historia del Principito, "que el misterio era tan impresionante, que no se atrevía a desobedecer."

Ella, como el piloto, tenía confusión de dónde venía la voz que le indicaba muchas cosas. El piloto pensaba que el Principito podía ser de un planeta lejano, ella también.

El piloto pensaba que el Principito existía "porque era maravilloso, reía, y quería una oveja. Y cuando uno quiere una oveja es prueba de que uno existe". Ella, por su parte, pensaba también que el de la voz en sus oídos existía también porque reía, le pedía cosas, y también era maravilloso.

En el capítulo donde se hablaba de que las flores tienen espinas el Principito se pregunta: ¿para qué sirven las espinas? El piloto le respondió: "Las espinas no sirven para nada, las flores las tienen por pura maldad". Entonces ella pensó que era injusto lo que le había contestado el piloto al Principito porque ellas no pidieron esas espinas, alguien se las puso. Tampoco le gustó que el autor dijera que las flores se creen terribles a causa de las espinas.

En sus reflexiones, creyó que en el jardín de su casa – su familia– había flores y espinas. Sus padres, Frank y Cristina eran muy buenos, sus hermanos eran las espinas de la familia.

Leía cuando escuchó de nuevo la voz. Volvió a vivir una realidad que estaba más allá de su conciencia:" Ve al capítulo de la zorra" "Ve a la página 96". Ella ojeó con rapidez y llegó a la página indicada.

__¿Que leo?__preguntó.

__"Lee el penúltimo párrafo"

Ella comenzó a leer. Leía en voz baja.

_"Hay que ser muy paciente _ contestó la zorra-. Primero, te sentarás un poco lejos de mi, como ahora, sobre la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada, porque la palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca…"·

Charito leyó varias veces el párrafo. Le pareció maravilloso. "Tendré que ser como la zorra"-pensaba. No debo decir lo que me indican. Eso en entre él y yo. A no ser que me lo ordene. Es verdad lo que me dice sobre los malentendidos".

De nuevo se escuchó la voz: "Ve a la página 99 y lee el segundo párrafo". Ella ojeó el libro y se detuvo en la página indicada. Leyó para si.

_"Adios -respondió la zorra-. Oye mi secreto. Es muy simple. Sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible para los ojos"

Leyó varias veces la frase:"Lo esencial es invisible para los ojos". Reflexionó. Se dio cuenta de muchas cosas.

Alicia interrumpió sus pensamientos profundos.

__Charito, tómate este jugo de naranjas que te hice. ¿Cómo te sientes?

__Me siento bien. Estaba leyendo.

Charito cogió el vaso y se tomó su contenido.

__Ricardito llegó con uno de sus amigotes…el pelú ese de Tony. Me cae como una patada en el estómago. Menos mal que vinieron a buscar unos discos de los Beatles y se fueron. Ese muchacho anda muy mal. Apenas va a la escuela y con esos amigos que tiene ahora, lo veo…

__Papá se lo ha dicho, pero él se gobierna. A mi ni me mira. Y la otra con esa marimacho que anda…__dijo Alicia refiriéndose a Mónica.

Alicia se sentó a los pies de Charito.

__Te voy a contar algo, pero no lo comentes. El otro día el jefe del Sector de la PNR vino a hablar con Richard y le dijo de las malas compañías de Ricardito y las manifestaciones que hace en contra del gobierno. Este malcriado dice que Julio, el jefe del Sector, es un chivato y lo que hay que hacer es ahorcarlo. ¡Está loco!

_Ojalá no lo metan preso un día porque mi papá se vuelve loco.

_Bueno, tú papá ha hablado muy mal de la Revolución delante de él y eso fue lo que aprendió._dijo Alicia.

_Mi papá me dice que Fidel es un dictador y que nos está matando de hambre._cuando lo dijo Charito río.

_No digas esas cosas, niña. Los niños no se meten en política. Tú nunca has dejado de comer. Aquí también hay cosas buenas.

_Yo te digo lo que él me dice._comentó la niña.

_Es verdad que esto está duro, pero no se puede hablar. Si lo comentas por ahí dicen que eres contrarrevolucionaria y hasta te meten presa. ¡Jesús!_Alicia terminó la frase y se persignó.

_¿Alicia, desde cuándo tú trabajas en esta casa?

La pregunta le pareció muy extraña.

_Desde hace muchos años, Charito.

_¿Yo había nacido?

Alicia respiró profundo. No le había gustado nada la pregunta.

__Desde hace más de veinte años.

__Entonces me vistes nacer.

Alicia se estremeció.

__Niña, tengo que terminar la comida…después seguimos conversando. A Charito le pareció muy extraña la actitud de Alicia después que ella le hizo la pregunta. Pensó que esta le ocultaba algo pero no hizo comentario alguno.

Cuando Alicia se disponía a salir de la habitación Charito gritó:

_! Ay! ¡Alicia, espera!_Charito se asustó con lo que vio.

Alicia también asustada fue hasta ella.

__¿Qué te pasa, Charito? ¿Te sientes mal?

Se sentó en el borde de la cama con los ojos cerrados. Otras veces había visto cosas en las espaldas de la gentes, pero esta vez lo que vio la puso muy nerviosa.

_Vi en tu espalda como un accidente, gente discutiendo,…alguien sangrando. Estoy confundida.

__Esas son tontería tuyas; ideas que tú te haces, Charito. Olvida eso, mira que…

Alicia trató de desviarla del lo sucedido pero fue en vano.

_Olvida eso, niña. Acuéstate y trata de dormir un poco. Te traeré una pastilla por si estás nerviosa.

__No. No me traigas nada. Ya se me está pasando.

_Está bien.

Alicia salió de la habitación preocupada por lo sucedido aunque no se lo demostró a Charito.

Ella por su parte, una vez soslayado el incidente, miró hacia el techo y dijo:

_Desde hoy te llamaré mi Príncipe. ¿Estás de acuerdo, mi Príncipe?

No hubo respuesta.

_Ojalá nunca pierda esa fuerza que tienen mis pensamientos de buscarte y escucharte. ¿Estás aquí?

El silencio por respuesta. Ella lo tomó como aceptación. Cerró sus ojos y se quedó dormida.

4Era diciembre de 1971. Charito ya había cumplido los trece años. Estudiaba en la Secundaria Básica el séptimo grado. Era linda una adolescente. Su pelo castaño claro y lacio había crecido una cuarta más abajo de los hombros. Sus ojos color café; vivos, brillantes, encendidos, su cara angelical adornada por un pequeño lunar en medio de la frente la endiosan. Charito era bella, angelical y tierna.

En su cuerpo bien formadito habían aparecido dos hermosos senos. Estos empinados limoncitos abultaban su blusa a la altura de su pecho. Su andar era gracioso. Era inteligente; dominaba sus impulsos, a pesar de su edad, y le gustaba mucho la lectura, a la que dedica horas y más horas. Su temperamento era el de una persona adulta. En ese tiempo comenzó a pensar y a sentir lo que nunca había pensado ni sentido.

Todas las noches, antes de dormir conversaba con su Virgen. A ella, y a su "Príncipe", del cual solo conoce su voz y sus intenciones, les contaba lo ocurrido durante el día. A ella, y a él, le narraba sus penas y sus alegrías.

Ricardito; su hermano; terco, egoísta, parásito, de mala conducta social y política se desvió totalmente del camino correcto. Abandonó los estudios en una beca, se agenció unas muy malas amistades y su única ocupación eran las fiestas constantes; la bebida, las relaciones sexuales sin fronteras ni escrúpulos y la malacrianza. En realidad era la otra oveja negra de la familia. El la odiaba. Sentía envidia por ella.

Mónica, la otra nota discordante, continuaba rechazándola. Con su compañera de trabajo; de cuarto, y su media naranja vivía en su mundo lleno de erotismo, diversiones, y pasiones sin límites. Tenía una escasa virtud: cumplía con su trabajo.

Richard, embelezado con su bailarina, muchas veces no presenciaba las cosas que pasaban en su casa. Discusiones, altercados y faltas al respeto entre sus hijos deformados eran muy frecuentes en su ausencia. A pesar de todas las guaperías y malacrianzas de ambos, aun respetaban el genio de su padres.

Zulema lo convirtió en su Romeo y a apenas lo dejaba en libertad para atender su hogar. Dos o tres veces en la semana dormía en el apartamento de su bailarina devenida en jefa de un grupo de coreógrafas.

Richard se lo permitía todo, menos una posible militancia comunista que era probable, debido a sus méritos laborales. El soñaba con vivir en el Norte. A ella también, aunque estaba enamorada de su trabajo en el que había tenido buenos frutos, incluso fuera de Cuba.

Ese día de diciembre el frío había menguado. En realidad ese invierno no había sido tan crudo como otros. Un diciembre más sin tradiciones. Muchos, los más viejos, lo bautizaron como un diciembre sin sentido.

El cubano es soñador, le gustan todas esas cosas. La nochebuena; las Pascuas, los Reyes Magos, las peleas de gallos, los dados, la lotería etc. Esas cosas corren por sus venas. La ausencia de esas motivaciones, añoradas y la carencia de alimentos y ropa de vestir amargaban su vida, estuvieran concientes o no del problema. "Para vivir no hacen mucha falta esas cosas, pero la vida sin ellas…no es completa." Así piensan la mayoría de los que viven en esta isla rodeada de agua por todas partes y carente de sal en los comercios. Una isla con un océano verde por la dulce gramínea y una escasez de azúcar en hogares y comercios que muchos no entienden. Los motivos…bueno los motivos todos los conocemos.

Sin embargo una cubana vestida con una falda hecha con saco de harina, zapatos plásticos; made in casa, aretes fabricados con alambre de cobre y el aroma de un perfume barato no deja de ser cubana. De la sabrosa cubanía se encargan su belleza física, su alegría de vivir, su típico andar caribeño y los inmensos deseos de que todo cambie.

Con indumentarias fuera de época escucha los tambores de Pello el Afrocán; los acordes de la Aragón y el caliente guaguancó de los Papines y se deshace bailando y moviendo su cintura sobre la cual hay un estómago mal alimentado. Así, en medio de las frustraciones y esperanzas; va al trabajo voluntario, hace guardia en la cuadra, asiste a la jornada laboral y atiende los quehaceres del hogar.

El tiempo va pasando y no lo percibe hasta que un día mirándose al espejo se da cuenta que tiene canas salteadas y arrugas implacables. Es entonces cuando reflexiona sobre el tiempo que le queda por vivir de esa manera y respira profundo; se humedecen sus ojos y se rompe su tranquilidad.

Richard dormía la siesta y fue la oportunidad que aprovechó Ricardito, su hijo, y dos de sus mejores amigos-corrompidos como él- para robarle el carro a su padre y salir de fiesta con tres muchachas de igual calaña. Los seis estaban medios embriagados.

Pensaban ir para Guanabo. Ricardito, dándosela de experto chofer, conducía el carro a alta velocidad por las avenidas de la Capital. Entre risas, tragos, música, y cuentos llenos de obscenidades iban por el Malecón cuando otro carro, donde viajaban cuatro jóvenes tan alocados como ellos, obra de la casualidad, trató de adelantarse y provocó el choque entre ambos vehículos.

El tránsito se detuvo en el lugar de los hechos y los tripulalantes de ambos carros se bajaron de los mismos y se formó la bronca. Los insultos llenaron el ambiente salitroso del Malecón. Una de las muchachas del carro que conducía Ricardito, su novia, estaba herida en la cabeza y sangraba. En otro vehículo que circulaba por el lugar fue trasladada hacia un hospital. Al instante llegó un carro patrullero con cuatro policías e intervinieron en la bronca pudiendo aplacar la situación.

El muchacho el carro que impactó al de Ricardito empujó a éste y le faltó al respeto del teniente de la patrulla.

__! Oye, cabezón! ¡Contrólate! __gritó el teniente.

__! Cabezón serás tú, so…!

__Ten cuidado como hablas, no me faltes al respeto porque te puede ir muy mal. Dame tu licencia de conducción.

__No te voy a dar nada, chico.__dijo el muchacho en tono burlón. El aliento etílico invadió el olfato del Teniente.

_Dame tu licencia de conducción._ dijo de nuevo el policía.

__Enséñala, Roly.- le indicó una de las muchachas que viajaban con él. Alta, pelilarga, con tatuajes en los brazos y una faldita corta que dejaba al descubierto una buena sus nalgas. Otro de los muchachos del grupo de Roly dijo:

__! Vámonos!

__! De aquí no se va nadie!__gritó el teniente.

Ricardito se había puesto de pie y trató de agredir al nombrado Roly. Uno de los policías lo sujetó. Luego le puso las esposas. Cuando fue a ponérselas a Roly éste se apartó y le dijo:

__! Atrévete a ponerme esas porquerías!

El policía indignado sintió deseos de romperle la boca, pero se contuvo.

__Tienen que acompañarnos a la Unidad. Todos tienen que ir. —dijo el policía que fungía como jefe del grupo.

__!Oye, cegato, tú no estás viendo que este carro que yo trigo tiene microonda!

Los policías, en medio de la bronca y la palabrería, no se habían percatado de ese detalle muy importante. Uno de ellos con los grados de sargento abrió la puerta delantera derecha y comprobó que era cierto.

_Sánchez, es cierto, aquí hay una microonda.

__¿De quién tú eres hijo, so malcriado?

El muchacho fue hasta el carro hizo funcionar la microonda y se comunicó con el padre, que de inmediato pidió explicaciones de lo que estaba sucediendo. El oficial de la policía se introdujo en el carro y tomó el micrófono. Le explicó al alto oficial, padre del muchacho responsable de los hechos, lo que había sucedido y luego de una breve charla con su interlocutor salió y le orientó al hijo del alto oficial y sus amigos que montaran en su vehículo y se fueran a su casa.

Ricardito y sus amigos protestaron y dijeron una andanada de insultos, pero fue inútil.

El rostro del jefe patrullero había cambiado. Los otros arrancaron el auto y se marcharon. Llamó a Ricardito.

_Mira, te pones dichoso que no te voy a poner una multa porque andas conduciendo sin licencia de conducción. Toma esta dirección y mañana llevas este carro a ese taller donde lo van a chapistear y no le costará nada a tú padre.

Todos rieron.

_Se ve bien, oficial, que nosotros no somos hijos de un "jefazo grande"._dijo Ricardito en tono burlón.

__! Qué descaro! Pueden hacer lo que les de la gana y no pasa nada. Se creen los dueños de Cuba.

Una de las muchachas amigas de Ricardito medio borracha, con una botella de ron en las manos, en tono de burla y dando tumbos comenzó a cantar con voz de niño:

¨Barquito de papal, mi amigo fiel,

Llévame a navegar por el ancho mar,

Quiero conocer amigos de aquí y de allá

En tierra americana, muy lejos de Fidel¨.

El policía indignado terminó con el show.

__! Cállate, so descarada. Tú no eres ninguna niña. Bueno, arriba. Monten y piérdanse._ordenó malhumoradamente el uniformado.

Entre risas y comentarios comprometedores se montaron en el auto de Richard y se marcharon.

Ricardito llevó sus amigos a sus casas y luego él fue a la suya y sostuvo una acalorada discusión son su padre que estuvo a punto de irle encima y pegarle si no hubiera sido porque Cristina y Alicia intervinieron en el problema.

Al día siguiente Richard llevó su carro al taller señalado en la dirección que el policía le dio a Ricardito y dos días después el carro ya estaba reparado. En eso hubo absoluta seriedad. ¿Cuánto le costó? Ni un centavo.

Cuando Charito y Alicia se enteraron del problema ambas recordaron lo que la niña había visto en las espaldas de Alicia, pero eso no lo comentaron con nadie. Afortunadamente las heridas que sufrió la novia de Ricardito fueron leves y no contó en el hospital cómo fueron las cosas.

5

¡Algo insólito!

Cristina andaba por la bodega y Richard aun no había llegado de una actividad a la que había sido invitado en el hospital. Alicia había ido a su casa. Charito estaba en su cuarto arreglándose para ir a casa de una de sus amigas y compañeras de la Secundaria.

Se veía muy bonita con un pantalón pitusa ajustado a su cuerpo bien formado y una blusa azul escotada y sin mangas. Se pasaba una y otra vez el peine alisando su larga cabellera.

Ricardito acababa de llegar. Venía borracho y traía una botella de ron es sus manos. Caminaba dando tumbos y apenas podía sostenerse. Cuando pasó frente a la puerta del cuarto de Charito se detuvo y comenzó a mirarla de arriba abajo con ojos llenos de codicia. En ellos apareció la miraba morbosa donde la maldad y el deseo son evidentes.

El inescrupuloso Ricardito entró. Puso la botella de ron sobre la mesita de noche y se acercó a Charito por detrás. Ella lo vio por el espejo, no pensó en las malas intenciones del mismo. Sin pensarlo mucho la tomó por la cintura y trató de besarla en el cuello. Ella forcejeó tratando de apartarse de él, pero a pesar de la borrachera, éste era más fuerte.

_! Suéltame! ¡Suéltame, desgraciado! ¡Suéltame, Ricardidto!

_! Te has convertido en una mujercita muy riquita, chica ¡.!Déjate, tu verás que rico es!_le dijo y trató de lanzarla a la cama, pero Charito se lo impedió. Ella lo abofeteó y trató de quitárselo de encima, pero no pudo.

_¡Déjame, o pido auxilio! !Suéltame, te lo ruego!_gritó Charito asustada y sollozando. Nunca pensó que su presunto hermano se atrevería a tal cosa.

Ricardito logró tirarla en la cama y se le echó encima. La besada dislocadamente. Ella hacía uso de sus puños pero él no cedía. Su deseo era incontrolable y había perdido la cabeza. Estaba dispuesto a violarla. De un tirón logró romperle la blusa y luego intentó quitarle los ajustadores. Charito sacó fuerzas de donde no tenía. Gritó; sollozo , pidió auxilio, pero estaban solos.

_! Nadie te podrá defender, privilegiada! ¡Verás que rico es todo lo que te voy a hacer!

_! Auxilio! ¡Auxilio!_Charito gritaba desesperadamente.

_! Cállate! ¡Cállate, coño!__le decía él y le trataba de tapar la boca con una de sus manos.

__!So maldito, suéltame! ¡Virgen de la Caridad, ayúdame!

_! A ella también se lo hicieron, bobita!_dijo desfachatadamente.

Cuando estuvo a punto de desnudarla Richard llegó. Cuando escuchó los gritos de Charito corrió hasta su cuarto, entró y cogió a su hijo por el pelo con rabia y se lo quitó de encima.

_! Suéltala, degenerado!_dijo abalanzándose sobre él y lo tiró contra el piso. Charito lloraba aterrada en la cama. Richard lo levantó y lo golpeó fuerte en el rostro, Ricardito calló de bruces en el piso. Richard estaba frenético. Le dio otros golpes más.

_! Desgraciado, como vas a hacerle eso a tu hermana, so degenerado!_dijo enfurecido Richard y lo volvió a golpear.

__! Déjame, no, me des más! ¡Déjame! ¡Abusador! ¡Coño, me las vas a pagar!

_ ¿Que dices? ¡Mira, para que me respetes, so borracho asqueroso y sin escrúpulos!_dijo Richard endiablado y lo golpeó varias veces. Lo paró y sujetándolo por la camisa hecha jirones por él y Charito en su defensa, le dio dos tapabocas fuertes. Se tambaleaba. Los miró a los dos con miradas furtivas, llenas de desprecio.

_! Parásito! ¡Que sea la primera y última vez que tú le hagas eso a tu hermana!

Ricardito, en tono burlón y con una expresión de derrota le dijo:

_¿Mi hermana…?

_¿Que dices?

Cuando el vio el aspecto que tenía nuevamente el rostro de su padre optó por no decir lo que había pensado.

Charito lo miraba muy asustada. Nunca pensó que eso podía suceder. Ahora sentía desprecio por él. Le costaba trabajo creer lo que había pasado, a pesar de los malos sentimientos del muchacho hacia ella.

_! Oyeme bien, coño, me tienes cansado! ¡Un día…!

_¿Qué, me vas a matar?

_Tú sabes muy bien el genio que tengo. Ganas no me faltan.

_! Hazlo! ¡Hazlo, cojone!

_! Cállate la boca! ¡Cállate, coño! Le dio otra bofetada.

_Papá, no le de más!_le pidió Charito.

_Oyeme bien coño, ya tuviste un descalabro con lo del carro y te puse la mano encima, ahora metes la pata con Charito…, me vas a sacar de mis cabales cualquier día. Voy a buscar la manera de mandarte para los Estados Unidos aunque tengas que irte a nado y te coman los tiburones._el rostro de su padre estaba enrojecido por la cólera.

_Hazlo cuanto antes. Sabes que quiero irme de este infierno para vivir bien en la yuma.

_! Parásito! ¡Allá vas a tener que doblas el lomo! ¡Vete!_le dijo Richard y le dio un empujón. Dando tumbos fue hasta la puerta y salió. Charito se puso de pie y se abrazó llorando a Richard. Aun estaba asustada.

_! Me voy a ir de esta casa!__gritó el muchacho desde el portal antes de irse.

_! Vete al carajo!_gritó Richard.

Fue hasta Charito y la abrazó.

_No llores, ya todo pasó._ dijo Richard acariciándole su cabeza.

__Estoy nerviosa, papá. Nunca pensé que mi hermano tratara de hacerme daño._dijo sollozando.

_Contrólate. No te imaginas lo que sería capaz de hacerle si te vuelve a tocar.

_Cámbiate de blusa. Yo voy a bañarme.

Richard salió del cuarto y Charito se cambió de blusa. Ella se sentó sobre la cama y lloró amargamente. En medio de sus lágrimas reflexionaba una y otra vez sobre lo ocurrido. "Cómo Ricardito era capaz de intentar violarla siendo su hermana" "¿Por qué no se lo había hecho a Mónica?" "No me gustó la forma en que él le dijo a su padre: ¨mi hermana". Se había percatado de esos detalles, pero no la condujeron a conclusión alguna.

Una vez bañado, Richard fue hasta su cuarto y desde allí llamó por teléfono a Zulema y le contó lo ocurrido. Ya estaba más tranquilo y controlado.

_"Mi cielo, no sé como no perdí la cabeza", "si, si, tuve que hacerlo". "Parecía que estaba como endrogado, te lo juro" "Si, Zulema, la pobre estaba muy nerviosa". "Si esa muchacha sufre mucho" "Bueno…a veces me dan ganas de contarle toda la verdad sobre su vida, pero…si…si…es verdad…es mejor que lo descubra un día". "Bueno, mañana voy por allá" "Cuídate"."Adios"__después de sentirse el chasquido del acostumbrado beso telefónico, colgó.

Cuando Cristina regresó, Charito y Richard le contaron lo sucedido y quiso perder el control en medio de su grado de indignación. Estaba enfurecida y quería salir a buscarlo Después de decir mil improperios y unas cuantas maldiciones, de esas que no llegan al cielo dijo lo que quizás hubiera hecho en un momento como aquel:

_Si yo hubiera estado aquí, lo hubiera matado.

_Bueno, dejemos este asunto. Yo le di una buena tanda de golpes y estoy seguro de que no lo va a hacer otra vez.

_Ojalá. Para mi está muerto y sepultado._dijo Cristina.

Ricardito retornó dos días después y apenas le habló a ambas. Richard hacía gestiones para ver de que forma lo podía mandar para los Estados Unidos.

– – –

Era 1973. Charito había cumplido los catorce años en diciembre del año pasado. En ese año comenzó a estudiar en el Pre-Universitario. Ese día era el cumpleaños de Richard y dos amigos suyos, compañeros de trabajo en el hospital: Gabriel, médico como él y ex_compañero de trabajo, y Mario, jerarca de uno de los ministerios del país, charlaban y se tomaban una botella de ron Caney.

A Richard, por su cumpleaños, Mónica le compró un regalo. Charito y Cristina otro. Ricardito solo lo felicitó. Alicia preparó una buena comida: fricasé de pollo. Zulema lo esperaba en su casa sobre las diez de la noche porque tenía trabajo en Radiocentro.

_Sesenta y tres años no es ser tan viejo, como dicen algunos. Además tú estás muy bien de salud y sobre todo físicamente fuerte. Todavía te quedan muchas horas de vuelo__le dijo Gabriel y todos sonrieron.

_Si, Señor. Richard puede decir que tiene cincuenta y se lo creen. ¿Cuántos tiene tu bailarina?_preguntó en voz baja Mario, el mayimbe.

_Zulema tiene cuarenta años. A esa los años no la ponen vieja. Es cada vez más linda._dijo Richard asistiendo con su cabeza y luego tomó ron de su vaso.

Mario, medio entonado, tarareó la vieja melodía "Happy Bherthey, do you". En el radio, se escuchaba un sabroso cha-cha-chá interpretado por la orquesta Aragón. Los tres se imaginaron a Bacallao, cantante de la orquesta, bailando magistralmente.

_Esto hay que celebrarlo en grande mañana sábado. Nos iremos para Varadero. Todo va por mi.__dijo Mario y se tomó otro trago,

_Es buena idea, pero no vamos a dejar que tú lo pongas todo; nosotros…

_Oiga, Richard, ya dije que la cosa va por mi._corroboró Mario.

_Bueno, si tu insistes…

_Yo llevaré a una secretaria que tengo ahora que es un primor.Tiene veintidós años y es una rubia que vuelve loco a cualquiera. Ya me he buscado dos o tres broncas con mi mujer por ella._dijo el jefecito con aires de gente grande.

__Bueno yo invitaré a Zulema._dijo Richard.

_Por su puesto que si, viejo. Hazlo._dijo Mario.

__Bueno, a mi no me queda otro remedio que llevar a mi esposa. Yo no quiero más problemas en mi matrimonio. Estoy sentenciado. Otro lío más y me planta el divorcio._comentó Gabriel y provocó una prolongada sonrisa

_¿Dónde nos alojaremos, Mario?-

_Richard, el Ministerio nuestro tiene varias casas allí. Además varias cabañas. Pero si lo desean mando a alquilar tres habitaciones en Internacional de Varadero. Cojo el teléfono y llamo para allá y enseguida los guatacones que tengo allí me hacen el favor.-una vez que lo dijo río a carcajadas.

Lo de ¨guatacón¨ eso es una cadena en forma de pirámide invertida. A él le guataqueban sus subordinados, él le guataqueaba a sus jefes superiores, aquellos a los suyos, y así era la cosa.

Mario era de mediana estatura; gordo, de pelo rizado, tez sonrosada _ por la buena alimentación_ ojos grises; bigote a lo Charles Chaplin, en el que habían asomado las cana a pesar de sus cincuenta y tres años, sagaz, oportunista y aprovechado.

Cuando Mario se imaginó que por su edad podía ir a cumplir el Servicio Militar Obligatorio, se fue para una beca de estudios tecnológicos, en la capital, en la que aguantó un año y medio. Después de esto, entre cabezazos y traspieses, fue escalando posiciones con la astucia del reptil hambriento de cargo. De Oriente se fue a la Habana y triunfó.

En la capital se casó con la hija de otro camaján bien acomodado y tuvo una hija que en diciembre de ese año 1973 cumpliría los quince años. Allá en su terruño oriental; con la ayuda de sus subordinados de provincia; esos que cuando ven al jefe de nación se desmoronan, les hizo una buena casa a sus padres. Su padre fue un viejo luchador. Fue miembro del PSP_Partido Socialista Popular.

La conversación en torno al viaje a Varadero continuó.

_Bueno, a mi me gusta más en una cabaña._dijo Gabriel.

_A mi también, Mario._dijo Richard.

__Bueno, Señores, mañana por la mañana vengo a buscarlos. Nos iremos y retornaremos el domingo.

__Bueno, Richard, cuándo vas por mi casa?_le preguntó el mayimbe.

__No se, a lo mejor la próxima semana. Primero tengo que tratar de resolver un problema familiar que tengo.

__¿Es grave?_preguntó Gabriel. Mario frunció el entrecejo y lo miró con el rostro serio.

_Se trata de mi hijo, Ricardito. Anda muy mal. Tengo que mandarlo para afuera cuanto antes. Necesito buscar un conecto para mandarlo para el norte.

_ ¿Y tú crees que esa es la única solución? A lo mejor el remedio es peor que la enfermedad. Allá hay mucha corrupción, Richard. Bueno, eso es asunto tuyo. Si tú crees que es lo mejor._señaló Mario y luego se sirvió otro trago.

_Se lo voy a mandar a mi cuñado. Ese lo mete en cintura. Este muchacho es un parásito y…

_Mejor no hablemos de ese asunto ahora, puedes estropear el día de tu cumpleaños, Richard. Allá en Varadero hablaremos de eso. A lo mejor yo puedo darte una mano._dijo Mario. Gabriel opinó lo mismo y el tema sucumbió. Luego hablaron asuntos relacionados con el ambiente nacional.

_ Esto se va a poner bueno…ya hay por ahí algunos gobiernos que quieren hacer relaciones con Cuba._comentó Mario.

Se refería a una reunión que había efectuado la OEA, organización de la que fue expulsada Cuba. En la misma, algunos países como Perú votaron a favor de normalizar las relaciones con la isla.

__Los americanos son poderosos e inteligentes. Miren señores; como los paises latinoamericanos quieren relaciones y ha cambiado su opinión sobre nosotros, ahora resulta que el gobierno de Estados Unidos piensa darle licencias a algunas filiales yanquis para que hagan convenios comerciales con Cuba._comentó Mario.

_Bueno, en Enero, doce representantes hicieron un informe en el que piden que se quite el bloqueo. A lo mejor…

_No seas bobo, Gabriel, ellos no van a quitar nada. Mientras esté Fidel en el poder, ni lo sueñes. Yo estoy al pensar que esa gente le tiene miedo a Fidel Castró _ expuso Richard y sonrió.

_Cuando Fidel se para en la Plaza les habla como si fuera el presidente de una gran potencia y ellos se lo creen._dijo Mario entre risas.

Richard opinó:

_Cuando la gente llena la Plaza, Fidel les dice lo que a ellos les gusta que le digan. El tiene algo que no tiene todo el mundo y es un magnetismo personal que atrae multitudes.

_Chico, me he dado cuenta que cuando él ataca duramente a los dirigentes que están haciendo de las suyas, la gente disfruta eso. A la gente le satisface que Fidel los haga trizas en público._argumentó Gabriel y Mario se dio por aludido.

La conversación en torno al tema político fue interrumpida por Charito que fue a la sala y los saludó y luego salió al portal.

_Es muy bonita tu hija, Richard._comentó Mario.

_En diciembre cumplirá los quince años._apuntó Richard.

_! Que casualidad, Lurdita, mi hija, también cumplirá los quince en diciembre! Pienso celebrárselo en Tropicana, vamos a ver…

__Bueno, tú puedes hacerlo, nosotros trataremos de hacer lo que esté a nuestro alcance. Quizás mi cuñado…

El teléfono sonó y Richard fue hasta el aparato y descolgó.

_! Oigo! Ah, eres tú, mi amor…si…gracias…Bueno iré a esa hora. Oye, tengo que darte una sorpresa. ¿Eh?…si…si…Bueno allá te cuento. Yo te recojo en Radiocentro. Si, si. Bueno.__del otro lado se sintió el chasquido de beso al que él respondió de igual manera. Era Zulema, su faraona.

_ ¿Por fin, irás por casa?_le preguntó Mario a Richard.

_Si. La próxima semana. Quizás el miércoles. Recojo a Gabriel y vamos para allá.

_Oye, Richard, ya verás la clase casona que tiene éste. Eso tiene hasta piscina. Los cuartos tienen aire acondicionado. Dentro de esa casa, a uno le parece que está viviendo en otro país. Allí hay de todo. Y de comer y tomar, ya tú sabes… y bueno. La mujer de éste nunca ha ido a una bodega a comprar con la libreta de abastecimientos._comentó Gabriel.

_No seas exagerado, compadre. Yo tengo lo que tienen muchos como yo. Además nunca me ha gustado vivir mal. Todo lo que tengo es mío. Lo he luchado duro.

Richard y Gabriel se miraron. La ligera sonrisa en el rostro de ambos lo dijo todo.

Estuvieron un rato más charlando y haciendo historias y luego fueron a la mesa en compañía de Cristina, Charito, Mónica, Alicia y Ricardito, que esta vez se portó bien. Al menos no estaba borracho. Después de comida Gabriel y Mario se retiraron. Richard salió en su carro a llevar a Mónica a su trabajo, pues tenía una reunión, y luego iría en busca de Zulema.

Ricardito se acostó y Cristina le ayudó a Alicia en los trajines del fregado en la cocina. Charito fue a su cuarto y se encerró. Estudió un rato y luego de rezar ante la imagen de la Virgen de la Caridad, se acostó. Leyó El Principito y se quedó dormida.

6

Charito dormía muy mal. Estaba inquieta. Movía la cabeza a un lado y otro nerviosamente. Se viraba a un lado; luego al otro. Movía sus manos expresando una mímica ininteligible. Gemía, sollozaba y pronunciaba monosílabos y frases incoherentes. Charito era víctima de una pesadilla.

La escena onírica sucedía en medio de la noche; fría, brumosa y húmeda. Veía una mujer con una niña envuelta en pañales la cual dejaba abandonada entre las raíces de un árbol frondoso. La mujer lloraba y la criaturita también. Como en todos los sueños; las novelas y la vida misma, el tiempo pasó volando y aquella niña creció y su parecido con ella era casi exacto. En el sueño ella hubiera jurado que aquella niña era ella.

En ese proceso de la mente humana en que la ficción soñada y la realidad se funden, como el cielo y el horizonte, ella estaba desesperada y confundida. Momentos antes de despertar, vio a la madre de la niña que se suicidaba lanzándose por un abismo que había cerca de allí. Cuando sintió el grito aterrador de la infeliz al caer al vacío, ella entonces gritó y despertó asustada.

_¡Aaay!—una vez que despertó se sentó en la cama. Su respiración era fatigosa, temblaba; en su rostro se dibujada el miedo y la confusión.

_! Mamá! ¡Mamá!. ¡Ven rápido!

Cristina se despertó asustada y corrió para el cuarto de Charito. Cuando la madre se le acercó se abrazó a ella llorando.

_¿Qué te sucedió, mi niña?_le preguntó asustada.

A penas podía hablar. Trataba de controlarse pero le era difícil. Sollozaba.

__Cálmate, hija. Serénate y dime qué te pasó. Cuéntame.

__Tuve un sueño terrible, mamá. Vi a una mujer que dejaba a una niña en un árbol y luego se lanzaba por un abismo. La niña lloraba y el grito aterrador de la madre todavía lo tengo en mis oídos.

Cristina se insultó cuando escuchó aquello. ¿Cómo era posible?

__Los sueños, sueños son, Charito. Eso…

_Lo más terrible vino después.

__¿Qué pasó después?

Aun estaba nerviosa. Sus manos y sus labios temblaban.

__Cálmate, mi niña. ¿Qué pasó después, dime?

__Ay, mamá algo terrible. Cuando la niña creció entonces…

_¿Entonces qué ?__preguntó ansiosa Cristina.

__La niña se convirtió en mi…era yo, mamá.

Cuando Cristina escuchó aquellas palabras se estremeció. No podía creerlo. Cómo era posible que en un sueño Charito viera todo lo que le pasó. No lo comprendía. La única conclusión que de inmediato sacó fue que todo aquello era "un asunto espiritual". Uno sueña cosas que piensa cuando está despierto, pero la muchacha desconocía totalmente su pasado, eso no podía estar almacenado en su subconsciente.

__Trata de olvidar esas imágenes. Esas son cosas del cerebro. No pienses que eso pueda suceder. Voy a buscarte una pastillita que te hará dormir. Mañana tienes que levantarte temprano para ir a la escuela y necesitas dormir, mi cielo.

_Si, mamá._dijo asustada y confundida.

_Eso que soñaste no tiene nada que ver contigo.

_Está bien, mamá.

Cristina se levantó y fue a su cuarto. Luego retornó con un somnífero y un vaso con agua. Charito ingirió la pastilla y luego se acostó bocarriba. Cristina la cubrió con la sábana y le besó en la frente.

_No pienses más en eso y trata de dormirte. _le dijo pasándole una de sus manos por la cabeza una y otra vez.

_Si. Haré lo que tú me dices.

Cristina observó los ojos de su hija y se percató que el sueño la estaba venciendo producto del medicamento que le dio.

Al día siguiente Charito no dejaba de pensar en las imágenes soñadas. Unas tras otras pasaban por su mente. Se sentó en el borde de en la cama. Estaba cabizbaja; callada, ausente, como quien está muy lejos en sus pensamientos.

Ella no era una niña común y corriente como las demás. Tenía virtudes espìrituales que muchos quisieran tener. Oía y veía acontecimientos que luego sucederían. Ella tenía un Príncipe incorpóreo, que no la abandona, que cuando menos se lo esperaba, ahí estaba él con sus sabias indicaciones.

El monólogo empezó:

_"¿Por qué me sucedió esto? ¿Tendrá que ver conmigo?"

Como la respuesta no le llegó de inmediato su curiosidad aumentó.

__"Antes de este sueño no, pero ahora me doy cuenta de que hay cosas que no están claras"

Asentía con la cabeza y hablaba despacio y en tono bajo. Ella sabía que su Príncipe, su amigo espiritual, la escuchaba.

_"Mis hermanos extrañamente me desprecian. Ahora…"

Tiró por la borda toda su imaginación y su poder de síntesis y fue en vano. No llegó a conclusión alguna. Entonces levantó su cabeza y clavó su mirada en el techo de la habitación como quien mira al cielo buscando a Dios. Cerró sus ojos y rezó. Luego hizo una pregunta.

_¿Estás aquí, Príncipe?

No hubo respuesta alguna.

_Dime… ¿estás conmigo?

De súbito sintió como si su mente se quedara vacía. Sus pensamientos habían sido desplazados. Quería hilvanar una idea pero no podía. Nadie siente su cerebro, pero ella tenía la sensación de que su cráneo estaba vacío. Poco a poco fueron apareciendo pensamientos involuntarios que salían de lo más profundo de su mente.

_"Nunca has estado sola" "Las cosas que pasan son necesarias" "Te ocurrirán otras, para las que tienes que estar preparada"

Los pensamientos cesaron. Entonces ella percibió que podía hacer uso de la mente que Dios le dio y pensó:

_"Creí que me habías abandonado en este momento." "¿Dime, tú vistes el sueño?"

Después de la pregunta, el vacío mental de nuevo. Entonces los pensamientos involuntarios.

_"Yo lo sé todo".

Ella entonces pudo de nuevo pensar.

_"¿Tú piensas? ¿Tú sientes? Dime, Príncipe, ¿tú sueñas como yo?"

Tras el vacío que cada vez era menos intenso y prolongado, los pensamientos afloraron.

_"Siento, pienso, y sueño, pero de manera diferente." "Eso algún día lo entenderás, ahora no"

_"Está bien, tú lo dispones y yo obedezco"

_"Pasarán cosas muy importantes, pero tendrás que tener mucho control" "Evitarás ciertos impulsos y remordimientos."

Como ya no había vacío mental alguno las cosas se tornaron naturales.

_"¿De qué me hablas?"

__"Ya lo sabrás" "Todo a su debido tiempo"

_¨Que sea pronto¨

No hubo más pensamientos ni voluntarios ni involuntarios, ni sueños o pesadillas. Se levantó.

7

Como toda adolescente , Charito se había enamoró en la escuela. Iván, como otros de su aula, había sido conquistado por el carácter dulce, la simpatía y la sonrisa seductora de Charito.

Iván era uno de los muchachos más codiciados de su aula. Alto fuerte, de ojos verdes, pelo negro muy lacio y carácter jovial e inteligente, había logrado adueñarse de los sentimientos de Rosario.

Tenía otra gran ventaja sobre sus compañeros de aula: era hijo de un alto oficial. Eso, desde luego, no podía ser aceptado por su familia. A diferencia de los demás, a Iván lo llevaba a la escuela todos los días el chofer de su padre en un carro moderno que le había sido asignado para su trabajo. Su padre apenas usaba su carro particular.

El abuelo de Iván, fue oficial del ejército y había muerto en una misión militar en el extranjero. Reynaldo, padre de Iván, desde muy joven se había incorporado a la Revolución. Peleó en Girón; se destacó en la Crisis de los Mísiles, fue jefe de una compañía en el Escambray, y había ocupado varios cargos en el gobierno. Era Coronel. Con tal expediente era absolutamente ilógico pensar que este hombre y su hijo pudieran ganarse la simpatía de la familia de Charito. Las aspiraciones de Iván eran ingresar un día en las Escuelas Militares "Camilo Cienfuegos". La madre de Iván era Profesora de Historia en un Pedagógico de la capital.

Charito se había enamorado locamente del muchacho. El también. Una de sus amigas se lo había contado a Mónica y ésta se lo informó a Richard, su padre. Ahí comenzaron sus problemas por el muchacho.

La primera vez que su padre y su madre le pelearon por el asunto del "noviecito comunista", ella rompió a llorar. Luego, en otro encontronazo con sus padres por Iván les prometió, con mucha amargura, que rompería con él; pero donde manda el corazón…Siguió con él. Estaba a punto de cumplir sus dieciséis años.

Una noche el muchacho fue a visitarlos en compañía del chofer de su padre y "el sujeto más bruto y más descarado del mundo", como ella le llamaba a Ricardito su hermano, ofendió a Iván y le dirigió palabras ofensivas a las cuales él muchacho no respondió pero su acompañante, que lo cuidaba, cogió por el cuello a Ricardito y le dio dos buenas sacudidas. El muy cobarde salió huyendo.

Esa noche Charito sufrió por la pena que su hermano le había hecho pasar. Richard estaba en casa de Zulema y no supo nada del asunto.

Charito estaba sola en su cuarto. Después de hacer algunas tareas de la escuela, fue ante la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre y le rezó un poco. Luego le confesó sus penas y peticiones.

Tenía su cabeza inclinada, sus ojos cerrados y las palmas de sus manos unidas en gesto de reverencia. Al monólogo se unieron sus lágrimas.

"Virgencita, nunca he hecho mal a nadie"."Mis hermanos no me quieren, ahora tampoco aceptan a Iván como mi novio porque es de una familia revolucionaria" "Ricardito trató de violarme" "Mónica me odia, siempre me ha despreciado" "Ayúdame".

Estuvo unos instantes en silencio y luego continuó el monólogo.

"Si mi vida va a ser siempre así, prefiero morir" "Hasta mi padre está enojado conmigo por Iván". Luego digo otras cosas más, rezó un Ave María y un Padrenuestro y se puso de pie. Acomodó sus libros, preparó su cama y se acostó. No podía conciliar el sueño. Se viraba a un lado luego al otro y se quedaba bocarriba. Estaba desvelada. En el cuatro de al lado Cristina y Richard, cada cual en su cama, charlaban y ella solo escuchaba un ininteligible murmullo.

Le parecía extraño que tan tarde en la noche sus padres estuvieran conversando. Pensó que a lo mejor podía ser un problema relacionado con Ricardito, pero no estaba segura. Ansiosa trataba de adivinar, pero no encontraba la razón. Fue entonces que escuchó en su mente la voz acostumbrada de alguien a quien ella había bautizado como su "Príncipe".

"Levántate, y ve hasta la puerta de su cuarto. Escucha lo que dicen".

Ella nunca lo había hecho. Pensaba que era algo muy feo hacerlo, pero siempre obedecía a aquella voz que nunca la había engañado. Se levantó y fue en puntillas de pie hasta la puerta del cuarto de sus padres y se puso a escuchar.

Escuchó cuando mentaron su nombre. Discutían. Richard no quería que ella continuara sus relaciones de noviazgo con Ivan.

_"Eso no nos conviene, Cristina." "Tú sabes muy bien que pensamos irnos, y si el gobierno americano se entera de que esta muchacha es novia del hijo de un comunista del Ministerio de Interior y nos van a negar las visas para entrar en Estados Unidos"

-"Pero, Richard, eso yo no se lo puede prohibir. Ella es joven y tú sabes que…"

_"No me interesa, eso hay que terminarlo. Además, no puede ponerse brava con nosotros; se lo hemos dado todo, la hemos criado como si fuera hija legítima."

Hay hechos; palabras, descubrimientos que estremecen a cualquiera, pero las últimas palabras de Richard llegaron a sus oídos desgarrando todo su interior. De súbito, sintió como si su pecho iba a estallar. Su corazón se dislocó y sus ojos se inundaron de lágrimas. Se le hizo un nudo en la garganta. De pie, junto a la puerta, continuó escuchando.

-"Cállate, ella nunca lo puede saber". "Nos quiere y para mi es como si la hubiera parido en aquella Ceiba"

_"Algún día tendrá que saberlo, Cristina." "Tú sabes que entre cielo, mar y tierra no hay nada oculto"

Estaba congelada. El tormento se multiplicó cuando escuchó lo relacionado con la Ceiba. Entonces se dio de cuenta que Cristina la había encontrado allí. Era terrible. No necesitaba escuchar más. Abstraída, se alejó de allí y entró en su cuarto. No sabía que hacer. Las palabras de sus padres la daban vuelta en su cabeza. Entonces recordó la pesadilla que le había dado. La consideró profética.

Estába confundida, atormentada. Le costaba trabajo pensar que todo aquello era verdad. Que ella no era hija de Cristina y Richard. ¿Quién era su madre entonces? ¿Quién era su padre? ¿Por qué la abandonaron en aquel lugar? Esas y otras interrogantes más le daban vueltas en su cabeza. Entonces escuchó de nuevo la voz:

"Te dije que estuvieras preparada." "En tu alma no puede haber remordimiento alguno, te criaron, te quieren" "No te sientas engañada"

Charito no le respondió. Lloraba en silencio. Sintió como si el cielo se hubiera despedazado y le hubiera caído encima. ¿Qué hago ahora? ¿Qué hago, Dios mío?

De nuevo la voz.

"No dirás nada. Ahora el secreto es tuyo" "Agradece, no condenes"

La voz dejó de escucharse.

_Debo callar. Me resultará difícil fingir, pero tengo que hacerlo. Además debo agradecerle todo lo que han hecho por mí. Creo que nadie lo hubiera hecho como ellos.

Le costaba trabajo imaginar la escena de una mujer desesperada quizás dejando una niña en el tronco de un árbol. ¿Por qué lo hizo? Había interrogantes que se iban abriendo poco a poco en su mente.

_¨¿Quiénes serán mis padres? ¿Vivirán? ¿Los conoceré algún día?¨. Pensaba.

Solo los que han pasado por situaciones como estas han sentido ese grado de incertidumbre y curiosidad que la vida no le tiene reservado a todo el mundo. Son interrogantes duras. Inundan la mente… y también el corazón.

Se puso de pie y fue ante la imagen de la Virgen de la Caridad y se arrodilló. Las lágrimas corrían por sus mejillas y sus manos se juntaron en la acostumbrada pose de reverencia.

"Virgencita, dame fuerzas para enfrentar esta realidad. Ayúdame. Dame control. Tengo que fingir, eso perdónamelo. No me abandones nunca. Te pido de todo corazón que hagas posible que yo un día pueda conocer a mis verdaderos padres."

El monólogo fue largo y triste. Luego se incorporó y ya amaneciendo se acostó.

A partir de esa noche su vida cambió. Una nueva lucha surgió en su interior y un nuevo propósito, una meta difícil ocupó sus pensamientos: encontrar sus padres.

"Cueste lo que cueste, los encontraré."

Estuvo un rato pensando en el escabroso asunto. Se tiró en la cama y sin proponérselo, logró conciliar el sueño.

_

8

Tras varios intentos, le fue imposible hacer el amor como de costumbre. Deseos y preocupaciones son incompatibles. Estaba ansioso. Su mente estaba congestionada de problemas. Richard se bajó de Zulema, respiró profundo y se quedó bocarriba. A ella no le quedó otro remedio que pedirle serenidad y control.

_No te preocupes, mi amor, eso es muy normal cuando hay serias preocupaciones. Tú, como hombre, estás completo pero…

_Tienes razón. Sabes que me gustas mucho. No puedo verte desnuda porque me éxito demasiado pero hay muchas cosas dando vuelta en mi cabeza.

Zulema se puso la bata de dormir. El, por su parte, el calzoncillo y continuaron charlando.

_¿Quieres tomar algo?

_¿Qué hay ?- preguntó él y culminó el cigarro.

_Quedan cervezas de las que trajiste ayer. También hay carta blanca.

_Tráeme carta.

Zulema fue hasta el refrigerador y al momento estaba junto a él con dos vasos y la botella a la cual le quedaba más de la mitad del líquido.

Se acostó junto a él recostada a la cabecera de la cama.

_No me gusta verte así, Richard. Me desespera…

_No puedo estar de otra manera. Lo de Ricardito, la salida para los Estados Unidos mía y de Cristina; Charito, mi ausencia temporal de ti, todas esas cosas se juntan en mi mente.

_¿Has sabido de ese muchacho?

Zulema se refería a su hijo que en compañía de tres amigos se habían robado una embarcación y se habían ido clandestinamente para la Florida.

_Eso debe haber sido horrible. El barco comenzó a llenarse de agua y se viró. Ellos llevaban una cámara y parece que algo pasó porque dos se ahogaron. El y uno de sus amigos fueron rescatados cerca de las costas de la Miami._narró Richard, suspiró y tomó del vaso conteniendo el licor.

_¿Y en que estado llegaron?

_Estaban medio deshidratados. Menos mal que iba pasando cerca un barco pesquero y los recogió._dijo Richard.

_Dios los protegió, aunque los otros dos…

_A esos, seguro se los comieron los tiburones._comentó él encendiendo un cigarro.

_Pobre muchachos. Los padres deben estar locos. Este maldito comunismo es culpable de todo eso. Los americanos por otro lado demoran mucho los trámites de salidas y niegan a mucha gente la entrada a su país.

_Así mismo, Zulema. Yo lo aconsejé varias veces, pero no me hizo caso. Además, si no lo hacía, lo iban a meter preso aquí porque hablaba muy mal del gobierno y de los jefes descarados estos que hay aquí que están viviendo la dulce vida.

_Ni el Rey de España vive como algunos de estos camajanes que no hicieron nada por este gobierno. Richard, yo no le veo solución a esto.

_Esos descarados tienen sus buenas casas, más las de visita y sus almacenes de los que desvían recursos. Viven robando. Andan en buenos carros y qué les importa cómo vive uno. Los hay que tienen su buena casa y una queridita con otra buena casita también. Son unos corruptos.

_Lo más bonito del caso es que todo lo paga el gobierno.-dijo Zulema y sonrió.

_Fidel lo sabe todo. Aunque no tiene omnipresencia, se le sobran los mecanismos para saber como viven esos descarados, Zulema.

_No los puede meter presos a todos. Los hay que saben hacer las cosas, son más discretos. Hay muchos corrompidos de estos que se les va la mano y entonces van a parar a la cárcel. Tienen sus añejadas esposas y sus queriditas jóvenes que pueden ser hijas o nietas de ellos. En el 62 cuando nos invadieron los apestosos rusos, estos descarados hablaban español pero pensaban en ruso. Ahora siguen hablando español pero piensan como los príncipes de las más rancias monarquías.

_Hasta en la cárcel tienen suerte. Siempre aparece un socio que los trata bien. Como son presos comunes… Después que se han hecho ricos, que han hecho todos los pesos que han querido, se lo quitan todo y terminan viviendo como los demás._dijo Richard y en su rostro había indignación.

_Esos son los culpables de que mucha gente se vaya de Cuba y de que este país no progrese. Le hacen más daño a Cuba que los Estados Unidos, que la peor plaga que de las tantas que han introducido aquí. Yo los desprecio. Conozco uno que quería, de todas maneras, que su hija fuera bailarina de la televisión; una muchacha medio estúpida, que no sabía moverse. Fue a verme y trató de persuadirme. _comentó Zulema.

_¿Y cómo terminó la cosa?

_Nada. Yo no acepté. Hasta me amenazaron los guatacones que me dirigen, pero no me dio la gana y no la acepté. Algunos dicen que esa descarada era lesbiana, pero eso a mi no me interesa. Cada cual hace con su cuerpo lo que le de la gana, además yo no discrimino a los homosexuales.

_Eso te puede traer problemas, Zulema.

_No me importa. Ya lo hice y no me arrepiento. Yo respeto mi trabajo.

_Estoy de acuerdo contigo en eso de no discriminar a los homosexuales. Son personas como los demás y tienen los mismos derechos. Yo tengo amistades que lo son. Además, los maricones y las tortilleras les hacen menos daño a Cuba que los camajanes estos. Al menos ellos comen, visten y fiestan con su denero como nosotros.

_ Y apartándonos del tema; ¿Por fin Charito rompió su noviazgo con Ivan?

_! Si no lo ha hecho tiene que hacerlo!

_No es fácil. Ella está enamorada de ese muchacho y cuando uno está enamorada de un hombre…

_Zulema, eso no nos conviene. Ese muchacho es hijo de un oficial comunista y nosotros nos vamos. Me pueden tumbar la salida. Tú sabes como son los americanos._dijo Richard molesto.

_No se puede sacar un amor del corazón así como así. Como arrancar una flor en un jardín. Es duro. Yo como mujer la comprendo.

_Se lo he dado todo. Como hija mía que es, nunca le ha faltado nada. Además…

_¿Como hija…?

_Bueno, es como si fuera hija mía. Tú sabes la historia.

_Un día sabrá la verdad, Richard.

_Pienso que ya es hora de que lo sepa, pero Cristina no está de acuerdo en decírselo.

Zulema dijo algo que le gustó mucho a él.

_Quiero ser su amiga. Quiero convertirme en su mejor amiga. Además ustedes se van y ella por ahora tiene que esperar. Después se irá conmigo, si es posible.

_He pensado en eso. El mes próximo Cristina y yo vamos. Mañana es tu cumpleaños y la voy a traer. Ella me lo ha pedido varias veces. La salida de ustedes es lo que me preocupa. ¿Tú, Zulema, llamaste a tu mamá y le hablaste del asunto?

_Si, ella está haciendo los trámites hace varios meses. Ahora tenemos que ver lo de Charito.

_Yo, lo de Charito lo voy a agilizar por allá. Yo no estoy tranquilo hasta que esa muchacha no esté Miami.

_No te preocupes, Richard, todo se resolverá. Y apartándonos un poco de los problemas, mañana cumpliré cuarenta años. ! Me estoy poniendo vieja!

__No digas eso, mujer. Tú estás cada vez más joven. Además_la acurrucó _ eres la mujer más linda del mundo.

_No seas exagerado, amor._ dijo y suspiró.

En la cara de Zulema se asomó la tristeza. El no lo esperaba.

_¿Por qué te pones así?

_No me hagas caso._cuando Zulema lo dijo el advirtió que sus ojos estaban inundados de lágrimas.

_Ven acá._la atrajo para si y la besó de nuevo.

Ella se abrazó fuerte a él.

_Quise darte un hijo pero no pude. Ya tengo cuarenta años y no se lo que es eso.

Biológicamente estaba imposibilitada de tener hijos. Ese asunto siempre había sido una tragedia en su vida. Amaba a Richard, lo consideraba el hombre ideal, quiso siempre premiarlo haciendo padre de un hijo suyo, pero su naturaleza corporal no se lo permitió. Le pasó como a Cristina.

_Eso no importa. Yo te quiero mucho. No por eso te quiero menos. Ahora tendrás a Charito y tendrás que convertirte en una madre para ella._comentó Richard.

_Lo haré. La ayudaré todo lo que pueda. Andaremos juntas y la cuidaré como si fuera mi hija. Te prometo que la llevaré a tus manos y te la entregaré allá. No escatimaré esfuerzo alguno. Cueste lo que cueste.

_Yo te mandaré dinero y todo lo que haga falta. A las dos no les va a faltar nada, Zulema.

_Tu tienes que cuidarte mucho. Sobretodo no quiero que hagas trabajos que puedan afectar tu salud. Yo te necesito Richard.

_Yo también te necesito, mi amor. ¿Bueno, qué haremos mañana?

_Lo que tú quieras. Yo invitaré a dos o tres amigos míos y tú haces lo mismo. Por la mañana te traeré lo que vas a cocinar y un poco de bebida. Esa será mi fiesta de despedida.

_No me lo digas más, eso me pone triste.

_Bueno, me voy. Esta tarde estoy citado para lo de la salida.

_A lo mejor…

_No se. Luego te cuento.

Se pusieron de pie, terminaron de vestirse y salieron de la habitación. Ella apagó el aire acondicionado y luego despidió a Richard.

9

Es sábado y es el cumpleaños de Zulema. Era el año 1974 y cumplía cuarenta años de edad. Temprano en la mañana varios de sus compañeros de trabajo, en especial del cuerpo de baile del que era coreógrafa, la llamaron para felicitarle. Richard llegó avanzada la mañana. Junto a su regalo: un vestido azul oscuro muy bello y un frasco de perfume, llevó los abastecimientos para la actividad en horas de la tarde.

Con él fue Charito que por fin pudo conocer a la mujer que su padre amaba y de la cual le había hablado muchas veces. A Charito le pareció Zulema muy simpática, amable y sincera. A ella, por su parte, le cayó muy bien la muchacha. Para ambas, los pronósticos de lograr una sólida amistad eran seguros.

Ese día Richard tuvo que asistir a una entrevista que le hicieron en la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en la Habana, donde le comunicaron la gran noticia que ese día le dio a Zulema.

_Zuly, tengo que darte una noticia que no te va a agradar mucho, pero que nos conviene a todos.

_Dime, amor.

_Fui a la entrevista de la cual te hablé.

_¿Y?

_Pues volamos dentro de veinte días para el Norte. Hoy estamos a cinco de Agosto…el veinticinco me voy._dijo Richard y fue hasta ella que ya tenía los ojos llenos de lágrimas y la abrazó.

_Me da tristeza, pero a la vez me alegro. No se como me las voy a arreglar sin ti._dijo con su cabeza hundida en el pecho del médico.

Charito contemplaba la escena emocionada. Veía de cuanto se amaban y pensaba en Ivan.

_Tendrás a Charito. Ella será tu compañía también. Se tienen que convertir en grandes amigas.

__ ¿Y tu otra hija, Mónica?

_Tiene que esperar. Aunque ella, prácticamente, vive en casa de esa amiguita que tiene y que…mejor no hablo de eso.__lo dijo visiblemente enojado.

_Si, mejor no hablemos de eso. ¿Richard, aclaraste lo relacionado con la casa?

_ ¿Qué te dijeron, Papá?

_Mientras Charito y Mónica estén aquí no la perdemos, pero cuando ellas se marchen…se la coge el Estado.

_Esa seguro la cogen para hacer oficinas. O se la dan a algún jefe. _comentó Zulema con sarcasmo.

_Realmente lo que más nos debe interesar es que Tú, Charito y Mónica se vayan pronto.

_A mi me pasará igual con este apartamento. Bueno, que se lo cogan. Total, aquí todo es del Estado._dijo Zulema e hizo una mueca como demostrando que le importaba poco ese asunto.

_Yo no soy de ningún gobierno, yo soy mía…y de mis padres._dijo Charito y sonrió. Ellos también.

_Bueno, de lo del viaje y otras cosas hablamos luego con mas detenimiento. Ahora dime qué vas a hacer. ¿A cuanta gente invitaste?

_Chico, yo sólo invité a dos amigas mías del cuerpo de baile. Mis dos mejores amigas en la televisión. ¿Y tú?

_Yo solamente invité a tres amigos. Uno de ellos tú lo conoces, es Gabriel, médico que trabajó conmigo mucho tiempo. En todas mis cumbanchas esta él.

_Ya se, él que despidió el año 1958 con nosotros en…

_Ese mismo. Los otros son Eduardo, periodista recién siquitrillado por decir lo que no tenía que decir, y Alberto, un jefecito que tiene que venir casi escondido, porque si se enteran que comparte con nosotros…tilín tilán, _cuando lo dijo hizo un gesto de degüello con el dedo índice al rededor de su cuello, mensaje que ella y Charito comprendieron enseguida. En realidad ese pecado en Cuba es letal.

_Pues debe cuidarse. Si se enteran que comparte con nosotros; ¨la gusanera que se va para el Norte¨ no lo salva nadie.

_Habla mucho, pero es buena gente. Hace poco me resolvió un problema, y esas cervezas que traje él te las mandó de regalo.

_¿Viene con su esposa?

_Bueno…no se. Tú sabes que esos tipos…

_Si, ya se.

_A lo mejor trae otra._dijo Charito con picardía.

_¿Bueno, por fin, qué vas a cocinar? Traje unos pollos congelados y carne de cerdo.

Charito interrumpió.

_A mi me gusta más el pollo, Zulema.

_Bueno, si a ti te gusta más el pollo eso se hará. Esto es asunto, mío y de Charito, Richard, nosotras nos encargamos de todo.

Ambas cogieron los paquetes traídos por Richard y salieron rumbo a la cocina. Richard las contemplaba contento y satisfecho de que ambas se entendieran tan bien.

– – –

La tarde estaba calurosa. Entre tragos; música, cuentos y anécdotas de todo tipo, se divertían. Zulema, Charito, Natacha, y Rossy, compañeras suyas de trabajo; y Gabriel, Eduardo-el periodista-, Alberto, que estaba allí a escondidas, y Richard festejaban el cumpleaños cuarenta de la bailarina.

Después de haber picado el kake que Natacha le regaló a Zulema se hizo el brindis. Luego vinieron los bocaditos de jamón y queso amarillo y las correspondientes cervezas bien frías. El ambiente se había puesto bueno y se formaron las parejas para bailar. Algunos se vieron muy apurados pues estaban bailando con profesionales.

A pesar de eso, Eduardo bailó muy bien con Natacha. Hacían buena pareja y al compás de un bolero. El hizo las primeras descargas que ella ripostó por tener compromiso. Eduardo insistió, pero fue imposible. Por su parte, Rossy y Alberto se veían entusiasmados, lo que provocó ciertas señas y murmullos entre los demás. A Gabriel no lo quedó otro remedio que bailar con Charito a quien le tenía mucho cariño. Zulema y Richard bailaron dos veces solamente.

Después de haber movido las cinturas un buen rato, los hombres decidieron ir para la terraza y las mujeres se quedaron en la sala.

Natacha no perdió tiempo en abordar a Rossy.

_Oye, me parece que te gustó el socio ese._lo dijo y sonrió. Luego se llevó el vaso con cerveza a la boca y tomó.

_No me cae mal. Si tú supieras, baila bien. De todas formas vale la pena porque a lo mejor no la pasaría muy mal. El hombre tiene pegada. Es mira…_no completó la frase sino que hizo un gesto con dos de sus dedos golpeando uno de sus hombros. Con ese gesto le dijo que era un jefe.

_Si. Pero no me gusta eso de que seas tan interesada. A lo mejor este lo que quiere es llevarte para una de esas casas de visita de su ministerio y comerte dos o tres veces; luego te hace un cuento y…

Rossy la interrumpió.

_No te creas Natacha que yo no soy tan tonta. Tú sabes que yo tengo unas cuantas horas de vuelo. Este no sabe para eso._dijo, sonrió y encendió un cigarro.

De todas maneras, Rossy, te lo aconsejo por experiencia propia. En una ocasión viví de ilusiones y morí de desengaños._dijo Natacha.

Natacha era una mujer hermosa, interesante. De tez blanca; alta, cuerpo bien formado, pelo castaño y largo hasta la cintura, muslos esculturales, ojos claros, grandes, brillantes y boca de labios carnosos que cualquier hombre codicia. Andaba por los cuarenta y cinco. Su madre era de origen ruso, su padre, polaco. Ella nació en Moscú. Su madre fue actriz de teatro y su padre bailarín. Sus padres se fueron de gira por Europa y murieron en un accidente aéreo. Natacha, que entonces tenía 15 años, se fue a vivir con su abuela paterna en Polonia.

En el 56 ingresó en una escuela de baile y en el 57 conoció a un cubano por accidente en un estudio de televisión en España, por donde andaba de gira y se enamoró. En vez de retornar a Polonia vino para Cuba y fue a parar a la CMQ por influencias de un amigo de Goar Mestre, uno de los dueños. En el cuerpo de baile del programa "El Casino de la Alegría fue compañera de Zulema. De todas las bailarinas de CMQ ella era la más experimentada y además, la de mayor edad en esos años.

Un director de programas se enamoró de ella y lo aceptó. Se casó con él y no tuvieron hijos. El hombre conoció a una linda jovencita que llegó un día desde el interior del país en busca de futuro, en el mundo de la actuación, y la infeliz calló en sus manos. La provinciana logró actuar varias veces pero para eso tuvo que hacerse su amante. Eso le costó a Natacha el matrimonio y, tras un embarazo no deseado por el "Señor Director", la muchacha por poco pierde la vida en la interrupción del mismo. A la infeliz no le quedó otro remedio que pasar de mano en mano entre actuación y actuación hasta que un día se encontró con un actor viudo, mucho mayor que ella, que vivía solo en el Vedado y por fin estabilizó su vida.

Rossy era la más joven del grupo de baile que dirigía Zulema. Tenía veintiséis años; delgada, pero equilibradamente, trigueña de ojos negros, cara bonita y temperamento muy alegre. Era camagüeyana. Se había casado dos veces y tenía mucha experiencia en materia de relaciones amorosas. Como Natacha, era gran amiga suya.

_Alberto dice que puede ayudarme con lo de mi casa y…

_!Ahh!… pero hasta ahí llegó la cosa en tan poco tiempo. Bailas con él tres o cuatro veces y ya te está prometiendo ayuda para terminarte la casa. Pues mira, le gustaste tremendamente. Aunque eso a él no le va a costar nada. Eso lo paga el gobierno; para eso es jefe. Aprovéchalo entonces._dijo Natacha.

_Habla bajito, Nati, que están conversando en la terraza y te pueden escuchar._le indicó Zulema a Natacha.

Charito se había acostado porque se sentía dolor de cabeza y se quedó dormida.

En la terraza Richard, Gabriel, Alberto y Eduardo conversaban de diferentes temas sobre todo de la actualidad nacional y los problemas existentes.

_Bueno vamos a ver qué pasa ahora con Gerald Ford, a lo mejor nos trata diferente que Nixon. _dijo Gabriel.

_No seas tonto, Gabriel, no te enteraste de lo que dijo Ford en la conferencia de prensa. El hace lo que la OEA haga. Además ellos cambian su política si Cuba hace ciertos cambios que Fidel no va a hacer._alegó Alberto.

_Fidel hace lo que le de la gana, chico. Yo estoy al pensar que estos yanquis le tienen miedo. Además te voy a decir una cosa, últimamente las están perdiendo todas. Mira lo que pasó en Vietnam._comentó Eduardo el periodista.

_Es cierto lo que dice Eduardo, de allí tuvieron que irse con el rabo entre las patas._comentó Richard sonriendo.

_El problemas es que aquí la cosa es diferente. Ellos tienen miedo que le dejen caer un cohetico en su tierra. Piensan que aquí los hay. Si no fuera por eso…además ellos respetan a los rusos. —expuso Alberto, el pincho y se llevó el vaso de cerveza a la boca tomándola toda. Luego encendió un tabaco Partagás de exportación.

_La cuestión es que aquí los derechos humanos se violan y ellos…

_De eso no vamos a hablar, vamos a dejar ese tema a un lado, Eduardo, porque eso se viola en todo el mundo._comentó Richard.

_Buena breva, Alberto._dijo Gabriel.

_Ahh, y tú crees que yo fumo de las porquerías esas que venden en las tiendas. Gabriel, si quieres uno, yo tengo más._dijo mientras disfrutaba con la vista el humo que salí de su boca.

_No, yo fumo cigarro. Y si fumara tabacos no tendría ese privilegio que tienes tú de fumarte esos habanos de exportación sin que te cuesten un centavo.

_Caballeros, este Agosto está insoportable. ¡Que calor! Anoche apenas pude dormir. El ventilador lo que te hecha a uno encima es aire caliente.__comentó Richard inteligentemente para dejar a un lado el asunto de los tabacos.

La charlatanería de Alberto no se hizo esperar.

_Como tengo aire acondicionado en todas las habitaciones yo no sufro esos calores Además en mi oficina y en el carro igual, así que válgame eso._lo dijo y suspiró. A los demás, como a todo el que no tiene esos privilegios gratuitos, les pareció mal lo dicho por Alberto.

_ ¿Y tú carro dónde está?_preguntó Gabriel.

_Lo dejé en un parqueo que está en la otra cuadra, porque si lo ven aquí y descubren que estoy compartiendo con Richard que se va del pais…

_Nada, que entonces tendrás que andar en bicicleta y dormir con ventilador._dijo Eduardo el periodista y todos rieron.

_Bueno, Eduardo, ya tú sabes que sabor tiene la siquitrilla. A ti te siquitrillaron hace poco. Creo que dijiste más de lo que podías decir._comentó Gabriel.

_Aquí la fórmula de la permanencia en paz es ver, oir, y no decir todo lo que veas u escuches…bueno eso depende de cómo lo digas. Yo quise decir muchas cosas que se hacen mal hechas y como yo las valoraba, pero…me costó caro_dijo con profundo pesar Eduardo.

_Por falta de advertencias no fue…estoy seguro que te lo advirtieron. _le dijo Gabriel.

_A mi me sucedió lo que yo le llamo "efecto de bola de billar"_dijo Eduardo.

Todos se miraron entre si y sonrieron. No sabían lo que había querido decir el periodista.

_ ¿Qué es eso, compadre?_preguntó Gabriel.

_Mis ideas chocaron con las ideas de otros y con ellas mismas y luego fueron al hueco.

Provocó risas.

_Y por qué te apartaron?__preguntó Alberto.

__Fue muy simple. Hice unas entrevistas en la calle y un señor me dijo que ¨él quería tener el privilegio de votar por su Presidente, aunque fuera Fidel Castro, pero en unas elecciones. También me dijo que él, como todo el mundo, disfrutaba cuando Fidel criticaba o abochornada a algún descarado de estos en público. Yo llevé el reportaje al periódico, no me lo aceptaron; les dije que era la voz de un ciudadano, no la mía y discutí con ellos. Dos días después me lanzaron.

__Te doy mi más sentido pésame, compadre. Debiste ser más inteligente._dijo Richard.

El periodista se dirigió a Alberto:

_Y tú, Alberto, pon la barba en remojos porque si ven como tú vives y donde vives…

_No, compay, mientras no meta la pata, no me pasará nada. Ellos saben todo eso; pero cumplo bien mis funciones y eso es lo que les interesa.

La conversación continuó un rato más hasta que cada cual decidió marcharse. Ya las mujeres lo habían hecho.

Charito había despertado y estaba sentada en la sala con Zulema. Richard se sentó en una de las butacas.

_Tengo tremendo dolor de cabeza, Riqui._dijo la anfitriona con la palma de una de sus manos cubriéndose la frente.

_Es debido al ajetreo de tantas cosas que has hecho por tu cumpleaños.

_Tómate una aspirina, Zulema._ le indicó Charito.

_Voy a bañarme. ¡Qué charlatán es el Alberto ese, Zuly!_comentó Richard.

_A mí me cayó muy mal. Nada más era: "mi carro pa´quí", "mi carro pa´cá", como si ese carro fuera suyo. Y luego alardeando por sus aires acondicionados y las gomas bandiblancas de su carrito. Es tremendo alardoso y comemierda. ¡Ojalá lo truenen! __dijo Zulema y en su rostro había total desagrado por el amigo de Richard.

Charito se había despertado y fue a la sala.

_Pienso como ustedes. Ese tipo no sirve para nada. Desde que llegó me cayó mal. Tú sabes lo que es decir, sin más acá y sin más allá, que le va a celebrar los quince a su hija en Tropicana. ¡Es un alardoso!_dijo Charito.

_Bueno, Charito él alardoso ese puede hacerlo, nosotros no. A él no le cuesta un centavo de sus bolsillos.

_Por eso estamos como estamos, Zulema.

Richard fue al baño y ambas se quedaron charlando. Antes de salir, el médico hizo uso de su cariño con su amada.

Una vez solas intercambiaron opiniones.

_¿Qué haz hecho para que mi papá te quiera tanto?

_Nada, mucha comprensión y cariño, Charito. Tú padre es una buen hombre. Es capaz de hacer feliz a cualquier mujer. El llegó a mi vida en momentos muy difíles para mí y me ayudó mucho. Yo a él también. Jamás hemos discutido y todo lo analizamos teniendo en cuenta nuestros puntos de vista. Entre nosotros no existen las imposiciones.

_Eso es muy bonito. Yo quisiera en el futuro, cuando me case, ser igual._sonrió. Sus ojos se alegraron y su figura femenina, plena de juventud y belleza, fue observada por la bailarina que ahora recordaba sus años juveniles como los de Charito.

_¿Qué hacen para lograr eso?

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