_Hacemos algo que quizás sea la clave.
_¿Qué cosa, Zulema?
_El se siente joven como si estuviera en los cuarenta. En su mente reina esa idea. Yo actúo muchas veces con él como si fuera una adolescente soñadora. Todo lo hacemos con mucho entusiasmo.
_¿Crees en verdad que esa es una buena solución, Zulema?
_Si, mi niña. La vida me lo ha demostrado.
Zulema hablaba y Charito podía leer en sus ojos la sinceridad y profundidad en todo lo que decía.
Richard salió del baño y fue a la cama. Al instante estaba dormido. La charla entre ambas continuó.
_ ¿Y tu novio? Por fin…
_He dicho que rompimos, pero en realidad nos vemos a escondidas por ahí. El está muy enamorado de mi y nos queremos pero por su posición y la mía…
_Charito, esa relación puede perjudicarlo a él y a su padre. El aspira a estudiar en una escuela militar y su padre es un alto oficial. Tú te vas del país. Tu familia lo hará muy pronto. Se que es muy duro, pero eso puede echar a perder las cosas. Nosotras tenemos que irnos. Tus padres…
Charito interrumpió.
_ ¿Mis padres?
_Bueno es como si lo fueran. Han hecho ese papel.
En el rostro de Charito apareció la tristeza. Por instantes su rostro estuvo inexpresivo.
_En estos tiempos tu historia no es única. Eso no determina la verdadera esencia de la vida.
Con voz apacible y hondo pesar dijo algo que hizo sentir mal a Zulema.
_A veces pienso que nunca tendré a mi verdadera familia.
_No digas eso. Tu familia somos nosotros. Tienes una madre natural que algún día encontraremos. Y tienes a los que te criaron como si hubieras sido hija de ellos.
_Esto es duro para mí. Ahora tengo la meta de encontrar a mi madre donde quiera que esté. Tú me ayudarás.
_! Claro, hija!
Lo dijo y se acercó a Charito abrazándola. Los ojos de la bailarina se humedecieron.
_Tengo también el dilema de Iván en mi mente. Estará siempre en mi corazón por muchas razones, pero tienes razón…habrá que terminar. Aunque…
Zulema vio en los ojos de Charito que ocultaba algo muy importante.
_¿De qué se trata? Ten confianza en mí.
_Mejor dejemos eso así.
_Charito, confía en mi.
_Voy a confiar en ti. Esto solo lo sabemos Iván y yo.
Se quedó unos instantes en silencio. Zulema la notó nerviosa.
_Me entregué a él.
Zulema se estremeció. La miró sorprendida. Eso no lo esperaba. Había lágrimas en los ojos de Charito.
_!Charito! ¿Qué haz hecho? ¿Cómo fue?
_El me enseñó muchas cosas. Con el conocí la sensación de los besos. La verdadera cara del amor. Salimos en el carro de su padre y nos fuimos para la playa, Allí, en una cabaña, nos desnudamos y no pudimos controlarnos.
_Me lo imagino.
Charito dejó de lagrimear y ahora hablaba pausado y en su rostro se reflejaba que no había arrepentimiento alguno por lo que había hecho con su novio Iván.
_Se volvió como loco cuando me vio desnuda. Yo también. Me hizo sentir sensaciones que me nublaron los sentidos y perdí totalmente el control de mi misma. Me dejé hacer todo lo que quiso.
_Si tu padre se entera de esto…
_Te pido de todo corazón que no se lo digas. Esto debe quedar entre tú y yo, Zulema. Prométemelo.
Zulema se quedó pensando unos instantes.
_Te lo prometo. Es mejor no estropearle a Richard estos pocos días que va a estar con nosotras. ¿Cuándo fue eso?
_Hace dos semanas más o menos.
_Me preocupas que hayas quedado embarazada, Charito.
_No te preocupes, ya tuve la menstruación. El me dijo que se quiere casar conmigo pero tú sabes que eso ahora no puede ser. Iván está loco por mí. Te lo aseguro.
_Bueno ahora no debes seguir haciéndolo. Cuando tus padres se vayan tenemos que concentrarnos en otras cosas muy importantes. En cuanto a tus relaciones a escondidas con ese muchacho debes terminarlas. Luego te diré lo que vamos a hacer.
_Una idea revoletea en mi cabeza, pero se que eso es un imposible.
Zulema la miró intrigada.
_¿Qué estás pensando?
_No; para qué, eso no puede ser nunca.
_Pero dímelo, Charito.
_Yo estaba pensando que a lo mejor un día él pueda irse también. Mejor no me hago ilusiones.
_Nada es imposible. A lo mejor él cambia de idea. Otros más grandes que él han torcido el rumbo en este país. El todavía es un joven y no tiene esa solidez de conciencia que tiene su padre. En la vida y en la política todo es posible, muchacha._las palabras de Zulema encerraban verdades pero también aliento.
_Dejémoselo a Dios, Zulema. No todo para mi va a ser problemas y más problemas.
_Bueno ve y acuéstate con tu papá. Yo dormiré en el segundo cuarto. Mañana temprano te vas con él y después nos veremos para salir por ahí. A lo mejor te llevo a los estudios de la televisión.
_Me gustaría, nunca he visto un estudio de esos. Bueno, me voy a la cama ya que tengo un poco de sueño.
Charito salió rumbo a la habitación donde dormía Richard y Zulema fue hasta la cocina para fregar algunas vasijas. Por entre las tablillas de la persiana observaba el fragmentado paisaje nocturno de la adormitada ciudad bañada por una espléndida luna llena que amalgamaba luz y sombras e intentaba deshacer penumbras.
10
Es la primavera del 77. Hacía tres años que la familia de Charito se había marchado a los Estados Unidos y todavía los trámites para que Zulema y ella se fueran estaban en marcha sin aparente resultados inmediatos.
En Miami, Richard vivía de la renta de unos apartamentos y una clínica que tenía en Miami. Recién llegados, Cristina se fue a vivir con su hermano Armando, él cowboy de la familia, en Texas. Después se fue para Atlanta. Ellos llamaban frecuentemente a Charito y Richard lo hacía semanalmente con ambas.
La bailarina, devenida en coreógrafa, dejó de trabajar en la televisión debido a varios problemas que tuvo con quienes dirigían esa actividad. El motivo fue su manera de pensar y su pronta salida del país. La madre de Zulema hacía dos años que había fallecido en los Estados Unidos a causa de un infarto cardíaco. Zulema vendió el apartamento donde vivía y se fue a vivir con Charito, que estaba acompañada por Alicia. Mónica, hija de Richard, se marchó para Santiago de Cuba con su pareja; una compañera de trabajo con la que, según ella, era muy feliz.
En la primavera del 77; con sus fuertes aguaceros, sus truenos y relámpagos y su calidez, la vida económica y política del país marchaba como siempre: mucho trabajo, escaceses, disidencias notables, y la acostumbrada polémica entre los americanos y Cuba; aunque en ese período, _ cuando gobernaba los Estados Unidos el Presidente Cárter_ había menguado la guerrita entre el gato y el ratón.
La situación económica era dura y difícil. Miles de cubanos se iban clandestinamente en balsas para los Estados Unidos. Otros legalmente, porque los trámites para viajar a los Estados Unidos eran tediosos y dilatados.
La corrupción, los desvíos de recursos y el bandidaje con que muchos administrativos inescrupulosos actuaban en el escenario económico y comercial; el derroche y la fanfarronería, le hacían mas daño al país que los propios norteamericanos.
Cárter recién había llegado a la Casa Blanca por cinco años, Fidel llevaba dieciocho. Carter prometió enfriar un poco las controversias entre Cuba y Estados Unidos. Muy poco se logró. Las amenazas y los desafíos continuaron.
Los meses pasaron y los días invernales de diciembre llegaron. El día 15 Charito cumplió sus 19 años. Era toda una mujer. Sus relaciones con Iván habían terminado. Zulema, por su parte, estaba enfrascada en los trámites para irse junto con ella y encontrarse con Richard.
Los estados místicos en la muchacha continuaron, aunque menos frecuentes. Charito continuó escuchando en su mente las palabras de quien ella un día, en su infancia, bautizara como su "Príncipe".
Las imágenes repentinas que veía en las espaldas de las personas a manera de premonición eran cada vez menos frecuentes, aunque solían ocurrir cuando ella menos se lo esperaba. Charito le rogaba a su virgen de la Caridad del Cobre y a Dios que aquello terminara, pues había notado que cuando sucedían aquellas cosas se ponía muy mal. Realmente ya no lo deseaba.
Esa tarde ella y Zulema visitaron a Sara, la Mora, amiga íntima de Cristina y Richard; y desde hacía alrededor de un año de Zulema.
Desde el primer momento Sara había simpatizado con la bailarina. Cuando se reunían hablaban sobre Richard, la familia y recordaban el pasado. Sara andaba por los sesenta y cuatro años. A pesar de eso, su figura atractiva se mantenía y su carácter jovial y jaranero era el mismo. Quería mucho a Charito. Su hermano Esteban, que se había hecho cargo de los negocios de su padre, había muerto del corazón hacía tres años. Como costurera era muy buena y de eso vivía.
_! Que dolor tengo en las piernas, Zulema! Hoy he caminado no se cuantas cuadras._dijo la Mora sobándose una de sus piernas.
_Tía, ya tú tienes sesenta y cuatro años y no debes caminar tanto.
_Si Charito, pero es que tengo clientas que viven lejos y además uno tiene que salir a guapear la comida, mi vida.
La Mora se quedó unos instantes pensativa mirándola.
_¿Por qué me miras así? ¿Ha pasado algo?
_No te voy a andar con muchos rodeos. Ayer me sucedió algo que me tiene preocupada. Te iba a llamar por teléfono pero no he tenido tiempo para nada._hizo un breve silencio y continuó sobándose su pierna derecha.
Zulema la miraba atenta y en su rostro se notaba cierta curiosidad.
_Pero acaba de decirme, tía.
_¿Ves ese vestidito corto que está sobre la máquina de coser?
Lo decía e indicaba con el índice derecho. Charito lo tomó en sus manos y lo examinó.
_Está muy bonito.
Zulema observaba a ambas.
_Cuando esa muchacha vino a traerme la tela para que se lo hiciera yo me quedé muerta. Cuando tocó: abrí la puerta, la besé y usé una jarana con ella pensando que eras tú Charito.
Con el entrecejo arrugado Zulema intervino.
_ ¿Y se parecían tanto, Sara?
_Es idéntica a Charito. Ni que fueran gemelas. La misma estatura; la misma cara, los mismos modales, aunque es mas expresiva que tú Charito y sobre todo, lo más terrible…
Charito estaba ansiosa.
_¿Qué cosa, tía?
_Cuando le miré la frente y vi el lunar que tiene, me horroricé. ¡Tiene tú mismo lunar!
Zulema y Charito se estremecieron. Tantas similitudes no podían ser casuales. Charito cerró sus ojos y por unos instantes se quedó petrificada, no sabía qué decir, algo le decía que aquella muchacha podía ser hermana suya y además gemela con ella. Zulema respiró profundo dos o tres veces y no esperó para preguntar.
_¿Quién es esa muchacha y donde vive, Sara?
_Creo que vive en Lawton.
_¿Cual es su nombre?_preguntó Charito.
_Bueno, alcánzame esa libreta que está sobre la mesa. Ahí están anotados todos los nombres de mis clientes.
Charito le alcanzó la libreta, la hojeó y encontró la hoja donde estaba anotado el nombre de la misma las medidas de su cuerpo.
_Mira es este. Se llama Vitia. O por lo menos fue el nombre que ella me dijo.
_ ¿Y la dirección?_preguntó Zulema.
_No, solamente escribí como dirección Lawton. Estuvimos conversando y me dijo que era hija de un artesano que vendía sus obras de artesanales en la Catedral. Su padre parece que tiene mucho dinero porque andaba bien vestida y con ella vino un hombre de unos treinta años. No pude saber si era novio, marido o familia. Andaban en un carro americano de color negro.
Cuando Sara habló del padre de la muchacha nombrada Vitia, Zulema pensó que podía ser el padre de Charito, si fueran hermanas, pero Charito no pensaba igual. Algo le decía que no, que ese hombre no era su padre. Estaba segura que el artesano no era su padre, pero no estaba segura que Vitia fuera su hermana.
_Lo que no me explico es cómo es posible que no te dijera la dirección exacta donde vive._comentó Charito.
_Bueno, cuando conversó conmigo, ella dijo que era en la calle catorce, si mi memoria no me falla. Algo así como que su casa estaba…entre B y C o entre… no, no recuerdo bien._dijo Sara haciendo mímicas.
_Sara, tengo que encontrar esa muchacha. Cuando venga a buscar el trabajo que le hiciste, me llamas. No le comentes nada del asunto._Le indicó Zulema.
_Si, tía. Nos llamas enseguida.
Estuvieron en casa de Sara, la Mora, hasta por la noche. Sara las invitó a comer, lo hicieron y luego se fueron.
Pasaron tres, cuatro días y la muchacha nombrada Vitia no había ido a recoger las costuras que Sara le había hecho. Todos los días Zulema la llamaba para saber de la misma infructuosamente.
Con los pocos datos ofrecidos por la Mora, Zulema fue hasta Lawton para averiguar el paradero de la tal Vitia. Eso no era difícil en este país donde todos los ciudadanos están relacionados en múltiples lugares. En Calle 14 llegó a una bodega y le preguntó al administrador si allí compraba alguna persona con ese nombre y no dio en el blanco. Luego fue hasta otra. Uno de los dependientes le dijo que si, que allí compraba Vitia, ya que estaba en la relación de consumidores que ellos tenían. Ella inventó una excusa que el dependiente creyó, y éste le dio la dirección, no sin antes éste mirarla varias veces de arriba abajo y elogiar su cuerpo.
Zulema se encaminó al lugar. Se detuvo en el número indicado de la casa. Era una buena casa de mampostería y placa; enrejada en puertas y ventanas de marcos de aluminio y cristal, un garaje al costado. La misma estaba cercada por columnas de mampostería y mayas metálicas. A simple vista, el inmueble indicaba que su dueño era un hombre de mucho dinero; o por lo menos de muchos negocios, porque en este país un simple obrero ni en sueños podía tener una casa igual.
La casa de al lado era de arquitectura colonial con arcadas en las paredes enmohecidas, balaustres en todas las puertas y ventanas y una verja de hierro a la entrada. La puerta principal era alta, de dos piezas, con una estrecha ventana en el centro de una de las piezas donde estaba asomada una anciana de unos setenta y cinco años; de pelo cano y rostro enjuto que desde hacía ratos la observaba.
Zulema la ve y entonces le pregunta:
_ ¿Señora, hay alguien es esta casa?
_No. Salieron desde hace tres o cuatro días.
Dijo la anciana y abrió la puerta. Luego salió al amplio portal. Vestía un largo vestido blanco que cubría su cuerpo delgado. Al parecer guardaba luto por algún familiar fallecido.
__¿Eres familia de Enrique o Ángela?_preguntó la anciana recostada a la verja.
Zulema intuyó que fueran los padres de la muchacha.
_No. Simplemente deseo ver a Vitia.
_Anda con ellos.
Zulema notó que la anciana la examinaba atentamente. A pesar de todo, , la anciana no mostraba desconfianza.
_ ¿Usted no sabe cuando regresan?
_Ni siquiera se por donde andan. Siempre que salen, mi ahijada Vitia me dice dónde van, pero esta vez no.
A Zulema le llamó mucho la atención lo de "Ahijada". La anciana sacó un manojo de llaves de uno de los bolsillos de su vestido y con una de ella abrió el candado de la verja la abrió.
_Pasa, me inspiras confianza.
_Gracias.
La anciana marchó delante y entraron en la amplia sala de la casa antigua donde todo estaba acomodado y adornado impecablemente. La sala la componía un juego de muebles de madera y mimbre antiguo. En las paredes, fotos de familiares y cuadros de paisajes cubanos de valiosa factura. En una de las esquinas un televisor General Electric en blanco y negro que aun funcionaba y en la otra un radio RCA. Victor. Dos muros de madera dividían la sala del comedor, y sobre los mismos había plantas ornamentales en diferentes tiestos. En el comedor había una amplia mesa circular con cuatro sillas coloniales; una vitrina de madera y cristal llena de copas de cristal de Bacará, lujosos vasos, una bien surtida vajilla y otros objetos de plata como cuchillos, cucharas, tenedores etc. En un costado de la sala había una amplia biblioteca. A pesar de lo radiante de la mañana, en el interior de la casa había cierta oscuridad. Tuvo, momentáneamente, la impresión de que estaba en una de esas viejas casas donde habitan fantasmas o se arrastran cadenas a medianoche. Poco después pudo comprobar que no era así,
_Pero, siéntate…
_Zulema, me llamo Zulema._dijo y se sentó en unos de los amplios y cómodos balances.
_Ni nombre es Isabel, pero todos me dicen Chela. Así que tú me llamas Chela.
Ambas sonrieron. Chela era jovial, de muy buen carácter y en su rostro, a pesar de la edad, no imperaban las arrugas. Sus ojos grises, su andar lento, pero gracioso y su cuerpo delgado pero aun bien formado indicaban que en sus años de juventud debió ser una mujer muy hermosa.
_Zulema, si quieres hago un poquito de café.
_No, no se moleste. No soy muy tomadora de café.
_Bueno, pues te traigo un refresco.
_Está bien. Hace calor.
Chela fue hasta el refrigerador sacó un refresco lo vertió en un vaso y se lo trajo. Zulema tomó una parte del líquido.
_Sabes una cosa, yo te he visto en alguna parte. No se…tu rostro me es conocido Zulema.
_Bueno quizás en la televisión. Soy bailarina pero ahora coreógrafa.
_! Ahhh! Yo sabía. Te he visto no se si en una entrevista o algo así. Bueno, pues mira si el mundo es chiquito, somos colegas._Dijo Chela sonriendo.
Zulema se tomó el resto del refresco y puso el baso sobre una mesita de centro que había en la sala.
_ ¿Usted, fue artista?
_Fui de todo un poco. Cuando se es de todo, uno no se especializa en nada. Mi historia es larga. Mi esposo era ingeniero eléctrico y fue uno de los que instaló los equipos y la red de alumbrado en Radiócentro cuando los Mestres fundaron la televisión. Goar Mestre, uno de los propietarios, fue muy buen amigo nuestro. Muchas de las grandes figuras de la televisión que ya no existen compartieron con nosotros aquí en casa. Entonces la televisión daba los primeros pasos. Comencé trabajando de secretaria; luego maquillista, trabajé en vestuario, trabajé como relleno en las novelas y aventuras, y por último, hice algunos personajes secundarios. ¿Qué te parece?
_Pues me parece muy bien. Nunca me imaginé que encontraría aquí una veterana, colega del medio. _dijo Zulema sonriente.
_Bueno, perdóname tanta perorata. ¿Qué te trae por aquí? Digo, si se puede saber.
_Si, como no. Me interesa hablar con esa muchacha nombrada Vitia. Según usted me dijo es su ahijada.
_Vitia es mi ahijada. Yo la quiero mucho. Ella es medio alocada pero es muy buena. Alocada no quiere decir que sea de la calle, que ande en malos pasos, no. Ella es muy buena. Lo que no me gustó fue que dejó los estudios.
_¿Y por qué los dejó?
_Bueno, ella se hizo novia de un muchacho que a su papá no le gustaba porque, según él, César, el muchacho, es hijo de un empachado. Dice que su padre es un comunista come candela, y como él no quiere saber de esto…
Zulema se preguntó cómo era posible que a esta muchacha le pasara algo parecido a lo sucedido con Charito. Recordó entonces lo que le explicó un especialista en genética, amigo suyo, a quien ella consultó sobre las personas gemelas.
_Mire Chela le voy a mostrar una foto.
Zulema sacó de su cartera de mano una foto de Charito y se la mostró.
_Esta es Vitia. ¿Dónde se hizo esta foto?
_No, esa muchacha es hija de crianza de mi esposo. Se llama Charito.
Chela se quedó asombrada. El parecido era idéntico.
_! Ni que fueran hermanas gemelas!
_Ese es el motivo de mi visita. Estas dos muchachas pueden ser hermanas. Charito fue encontrada abandonada hace diecinueve años y no se sabe de quien es hija o si tiene hermanos o no. Yo estuve consultando con un especialista en estas cosas y me explicó que podían ser gemelas monocigóticas, o sea, que un embrión originado en una fecundación a partir de un único óvulo y un único espermatozoide de esos gemelos que son idénticos y coinciden en casi todos sus rasgos.
_Así mismo es. En mi familia hay mellizos pero gemelos no._dijo Chela y no dejaba de contemplar la foto de Charito.
_El amigo mío me explicó que estos gemelos cuando son criados por las mismas personas y en el mismo ambiente son menos distinguibles y casi siempre comparten el mismo sexo.
_Te voy a mostrar una foto de Vitia.
Chela fue hasta su cuarto y extrajo un cofrecito donde guardaba fotos de la familia y amigos más íntimos y extrajo la foto de Vitia. Fue de nuevo a la sala y se la mostró a Zulema.
_! Son como dos gotas de agua! ¡Son idénticas! ¡Tienen que se hermanas, Chela!
El parecido era asombroso. Había un detalle en el que las dos no se habían dado de cuenta. La foto tomada a Vitia fue cuando ella tenía dieciséis años y la ropa que usaba era igual a la que Charito usaba mucho.
__! Chela! ¡Esto es tremendo! Esa ropa que Vitia tiene puesta en esta foto. Charito tiene un pantalón pitusa igual y una blusa del mismo color que se la pone muy a menudo. Es verdad lo que dicen que los gemelos tienen los mismos gustos.
_También se dice que muchos padecen las mismas dolencias y hasta su manera de pensar es muy parecida._comentó Chela.
_Tengo que dar con esta muchacha. ¿Cuándo volverán?_Zulema preguntó desconcertada, pero a la vez segura, algo le decía que Charito y Lucero eran hermanas.
_No. Ni siquiera se dónde están. Déjame guardar la foto.
Chela guardó la foto en el cofrecito y lo llevó a su cuarto. Por la mente de Zulema pasaron muchas interrogantes sin respuestas. Lo que más la desconcertaba era la paternidad de ambas. Ella conocía la historia que le hicieron sobre la posible muerte del padre de Charito, lo cual no estaba confirmado pues todo lo que se supo fue por vías espirituales y en esas cosas ella no tenía mucha fe. Entonces le hizo a Chela la historia del encuentro de Charito en una Ceiba, lo cual asombró mucho a la anciana.
_ ¿Desde cuando Usted conoce a esta familia, Chela?
_Bueno, ellos se mudaron para la antigua casa que había ahí hace unos quince años. Poco a poco hicieron esa que debe haberle costado a Enrique miles de pesos. Todo lo que tienen dentro es lujoso. Ese hombre ha hecho muchos negocios y en eso tiene mucha suerte. Aunque él dirigía obras de la construcción y tuvo problemas. Por fin lo sustituyeron. Bueno lo sustituyeron del cargo que tenía para no meterlo preso, según dicen.
_ ¿Chela, cuántos hijos tiene ese matrimonio?
_Chica, sólo tienen a Vitia. Ángela es una mujer enfermiza. Ella puede tener hijos, pero perdió dos barrigas. En cuanto a Vitia no se…
_El círculo se va cerrando, Chela. Tantas cosas no pueden coincidir accidentalmente. Estamos cerca de la verdad. No se si son mis instintos o una corazonada pero estoy segura que Vitia es hermana gemela de Charito. Debo dar con ella donde esté. ¿Dónde se habrá metido esta gente? ¿Ellos tienen familia en el interior?
_Si. En Oriente.
_¿Dónde?
_Bueno en un pueblo que se llama Puerto Padre. Está en Oriente. Ellos van muy a menudo por allá a casa de los hermanos de Enrique. Y mira te voy a decir una cosa, lo de esta gente es irse del país y por la vía legal no han podido. Los padres de Ángela viven en Miami.
_¿Usted me puede anotar el nombre y apellidos de ellos en un papel? _Si. Enseguida.
La anciana se puso de pie y fue hasta su cuarto. En una hoja de papel anotó todos los datos que le solicitó Zulema y luego se lo entregó.
_¿Que piensas hacer?
_Tengo que dar con ellos antes que sea tarde. Iré a ese lugar y los buscaré.
A pesar de todo el rostro de Zulema reflejó optimismo. Con movimientos ágiles se puso de pie y salió al portal acompañada de Chela para despedirse.
_Muchas gracias, mi amiga. Luego la llamo y le informo cómo van las cosas.
_No dejes de hacerlo. Te ayudaré en los que pueda. Tráeme a Charito por acá para conocerla.
_Lo haré. Bueno, hasta luego.
Ambas se besaron a manera de despedida y Zulema se retiró,
En la casa, Zulema le contó todo lo ocurrido a charito y ésta se quedó perpleja. No sabía si era una corazonada; presentimiento, intuición, o un mensaje del "Príncipe", pero estaba segura que aquella muchacha nombrada Vitia era Hermana suya. ¿Se encontrarían? Nadie lo sabía. Ahora su posible hermana estaba lejos, en Oriente, quizá a punto de irse del país o quizás fuera de él, en los Estados Unidos hacia donde ella también tenía que partir. La idea de ir tras ellos no le gustaba mucho. A lo mejor era tarde para hacerlo. De todas formas la idea de buscarla se sembró en su mente y pensar en un posible fracaso en el intento la angustiaba; creaba un vacío en su interior. No sabía si era esa misteriosa atracción que está presente en los gemelos pero una fuerza extraña, un magnetismo del que no podía escapar se había convertido en sentimientos y debía ir tras ella en busca de la verdad.
_Chela quiere conocerte. Es una señora muy buena y de gran corazón. Siempre tiene buen ánimo e inspira respeto. Hace años trabajó en la televisión. Su esposo fue uno de los ingenieros que instalaron la televisión en Cuba.
_Iremos muy pronto por su casa.
_Debemos ir a Puerto Padre. A lo mejor los encontramos.
__Yo quisiera, Zulema, pero no creo que sea inteligente ir para ese lugar.__lo dijo y se rascó la cabeza en señal de desconcierto
__Tienes que ser optimista. Se trata de tú…bueno de tu posible hermana.
__Vitia no sabe que, a lo mejor, es parte de un secreto, que es el mío también. A veces pienso que esto es un sueño que se va a desvanecer cuando choque con la realidad._dijo Charito e hizo un breve silencio. Miró a Zulema a los ojos como queriendo decirle cuánto deseaba que llegara el desenlace en esa historia,
Zulema tomó sus manos y las oprimió con cariño. El rostro de la muchacha evidenciaba cierto escepticismo.
_Tú verás que todo esto se va a aclarar. Eres muy joven y por eso piensas así. Piensa que de todas maneras te encontrarás con ella. Y por Vitia a lo mejor damos con tu verdadera madre. ¿Quién sabe?
_Esta noche voy a pensar sobre ese viaje a Puerto Padre. Mañana te digo si vamos o no. Me voy a mi cuarto.
_Yo voy a darme un baño y luego a la cama.
Presurosa entró en su cuarto y cerró la puerta. Como de costumbre, antes de ir a la cama se arrodilló frente a su imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre y le contó sus deseos de encontrar a su posible hermana gemela por lo que le pidió ayuda en eso a la madre de crucificado Jesús. Rezó un Ave María y luego se puso de pie y se acostó. Bocarriba, su mirada estaba clavada en el techo de la habitación y sus pensamientos en todo lo sucedido últimamente. Tuvo la sensación de que alguien foráneo invadía su mente poco a poco; y una, dos, tres, palabras y una frase aparecieron en su cabeza y no tenía dominio sobre aquellos pensamientos, que de manera involuntaria habían desplazados los suyos. Entonces comprendió una vez más que era un mensaje del Príncipe" y no hizo resistencia alguna.
Asintiendo con la cabeza monologó.
¨Se que eres tú, mi Príncipe¨
Tras un ligero vacío que se produjo en su interior llegó el breve mensaje.
"La encontrarás" "Todo saldrá bien" "La encontrarás" "Habrá contratiempos, pero todo saldrá bien". Los pensamientos se fueron difuminando y ella pensó que a lo mejor ¨él¨ se había marchado y quiso comprobarlo.
_Quiero saber más, mucho más, sobre ésto.
Silencio total dentro de su cabeza.
__Contéstame. Usa mi mente…
Su ¨Príncipe¨ no respondió. Entonces comprendió que no debía ponerlo a prueba y dejó de insistir. Esbozó una ligera sonrisa y entonces decidió conquistar el sueño que tanto le hacía falta. Instantes después dormía plácidamente.
Al día siguiente, en la mañana, después del desayuno, se sentaron en la sala a conversar sobre el asunto. El teléfono sonó y Zulema cogió el auricular..
_! Oigo!
Del otro lado estaba Chela.
_!Ah! Buenos días, Chela. Cuanto me alegro que sea usted. Si, si, ella está aquí conmigo. Dígame…! Cómo, se fueron! Si, si como no…bueno ahora….
Charito escuchaba ansiosa.
_Si, Chela. Así que los de inmigración sellaron la casa. Está bien, mi amiga. Bueno Charito y yo iremos por allá. Ahora seguro que la casa la dan a algún jefazo. Si…si…claro. Mire se la voy a poner.
Zulema le entrega el auricular a Charito.
_Buenos días, Chela. Me da mucho placer hablar con usted. Si, si, ojalá. Bueno pronto nos conocernos. Si, Chela, no pude encontrarme con ella aquí en Cuba, pero le aseguro que la encontraré allá. Claro que si. Bueno estoy ansiosa por conocerla… Bueno, cuando usted tenga noticias de ellos nos llama enseguida, se lo agradeceremos mucho. ..Bien, hasta luego.
Charito colgó.
__! Ya se fueron! Bueno, todavía no sabemos si han llegado._lo dijo entusiasmada.
__Pienso que a lo mejor ya están en Miami. La distancia no es tan larga y en una buena embarcación…
__Si, Zulema, pero tú sabes que estos viajes…
_No seas ave de mal agüero, charito.
_Chela parece una mujer buena y es agradable, Zulema._dijo y se sentó.
_Si. Es muy buena. Ya verás la clase casa que dejaron. ¡Tremendo Chalet!
Se hizo un silencio repentino. Charito arqueó las cejas y dijo con voz pausada, casi en susurro:
_Se me fue._ Zulema la miró también en silencio y comprendió lo que estaba sintiendo la muchacha.
_Entonces la buscaremos allá _ dijo Zulema con el rostro desencajado.
_Donde sea, como si es debajo de la tierra. ! La encontraremos!
Charito hizo una ademán indicando que lo más lógico era irse lo antes posible para los Estados Unidos donde estaba Cristina, Richard y su posible familia carnal. Era intensa la tentación que sentía por hacerlo. Quería convertirse en un pájaro y volar hasta allá.
_Zulema, tenemos que irnos cuanto antes. Si mi padre no nos saca pronto, nos iremos clandestinamente.
_! Estás loca!_exclamó Zulema.
_Si estuvieras en mi lugar, sentirías lo mismo. ¡Nos iremos como sea! Vamos a tratar de avisarle a papá para que nos mande dinero para eso. Por la vía legal quien sabe cuando podemos irnos. El gobierno americano demora mucho la cosa. Yo tengo valor para irme en una balsa o en un barco. Muchos de los que han muerto ahogados y han ido a parar al vientre de los tiburones, es porque el gobierno americano hace muy lentos los trámites o simplemente van a sus oficinas y les dicen que no.
_ ¿Cómo lo haríamos? _preguntó Zulema encogiéndose de hombros.
_Iremos esta tarde a ver un amigo de papá que tiene mucho dinero para que nos ayude en eso. El tiene buenas relaciones y nos puede dar una buena mano en lo de la salida. Luego mi papá le envía el dinero que gaste en nosotras. Es posible que él tenga algún contacto con gente que se dedique a eso.
__ ¿Tú crees?
__Si. El nos puede ayudar.
__Después de comida, iremos. ¿Dónde vive?
__En Miramar.
El teléfono sonó y Zulema lo descolgó y con desgano llevó el auricular al oído.
__! Oigo!
Del otro lado hablaba Chela. El tono de sus palabras reflejaba un acentuado nerviosismo en la anciana.
__Contrólese. Chela. ¿Qué sucede?…!Cómo!…!Que desgracia!..
Charito, ansiosa, quiso interrumpir, pero Zulema se lo impidió.
__! Espérate, chica, déjame escuchar!
Charito presentía que se trataba de Vitia. Respiró profundo e intentó controlarse.
__! Ay, Dios mío! ¿Cómo pudo suceder?
Charito intuyó que algo grave había sucedido. Los latidos de su corazón se aceleraron. Intentó apaciguarse a si misma.
Zulema consternada continuó:
__Así que sólo se salvó ella. ¿Dónde la tienen? Si…si. Usted, Chela, calme sus nervios. Nosotras vamos luego por allá. Si…si. Bueno, tómese una pastillita de diazepán y acuéstese.
Charito había cogido en sus manos la medalla de la Virgen de la Caridad del Cobre, que prendía en su cadena de oro y sus labios se movían al compás de la petición que hacía por Vitia.
__Bueno Chela, haga lo que le dije. Si…anjá. Bueno, hasta luego.__colgó.
_Cuéntame qué sucedió.
Zulema se dejó caer de golpe en el sofá.
__Acaba de decirme, me tienes nerviosa. —insistió Charito.
__El barco en que se fue Vitia con sus padres y otros amigos hizo agua y se hundió.
Charito estupefacta y con evidente nerviosismo preguntó:
__ ¿Y ella?
__Cálmate. _Ella fue la única persona que pudo salvar su vida. Se aferró a un madero y flotó. Otros cubanos que se iban en una embarcación la recogieron. Cuando llegaron a Miami la llevaron par aun hospital. Ella les dio el número del teléfono para que le avisaran a Chela y por eso lo sabemos. Chela está muy nerviosa.
__! Dios mío, cómo pudo haber pasado! ¡Cuánta gente ha ido a parar al fondo del mar! Los pobres no tuvieron suerte. Zulema, ahora si tenemos que irnos y buscarla donde quiera que se encuentre.
Lo dijo y quedó en silencio. Sintió que se sangre se helaba. Su mente se llenó de imágenes horribles. El mar oscuro y revuelto, la embarcación que se hundía, los tripulantes de la misma en el agua gritando desespeadamente y tratando de salir a flote y salvarse inútilmente, Vitia aferrada al madero salvador y la muerte apagando las voces cargadas de desespero, horror, arrepentimiento y muerte. Después, los tiburones del Mar Caribe harían la otra tétrica parte de la película llevando a sus vientres los cuerpos despedazados; anhelos, esperanzas y frustraciones. Podía visualizar aquellos momentos horribles. Pero ni ella, ni nadie es capaz de imaginar o tener una idea exacta de cuanto horror, miedo intenso y desesperación sienten los que naufragan antes de morir.
Charito se esforzaba en vencer la angustia, pero era imposible. El desconcierto había aflorado en su mente. Intentó una vez más controlarse y lo logró a medias.
Zulema rompió el silencio.
_Menos mal que ella salvó su vida. Dios lo quiso así.
__Si, pero sus padres murieron. Los vio ahogarse, eso es horrible. Ahora se quedó sola. Debe estar traumatizada. Ahora es que necesita de nosotras.
__Bueno, Chela me dijo que Ángela, su mamá, tiene los padres en los Estados Unidos.
__Pero a lo mejor esa gente no saben nada.
__Eso no lo podemos asegurar, Charito.
__Y pensar que nosotras muy pronto arriesgaremos nuestras vidas en ese maldito mar que tanta gente se ha tragado. _ en sus palabras había de todo menos arrepentimiento por lo del viaje.
__Así es Charito. Yo le tengo miedo al mar.
__Llénate de valor, porque lo haremos cueste lo que cueste.
De nuevo el tono de voz de Charito se convirtió en susurro.
_Lo haremos y llegaremos. Estoy segura que llegaremos.
_ ¿Qué dices?
__Nada, no me hagas caso. Iremos ahora mismo a ver al amigo de Papá para lo del viaje. Le pediré que mueva el dominó con energía, que lo haga lo más rápido posible. Y no tengas miedo Zulema. A nosotras no nos va a pasar lo mismo que a ellos. Nosotras llegaremos. Te lo prometo.
__Ojalá sea así. Voy a vestirme. Cuando salgamos de su casa vamos para casa de Chela.
__Enseguida salimos._se vistieron y salieron rumbo a Miramar.
11
Fueron a casa de Roque, amigo de Richard en Miramar, y trataron con él lo del viaje y éste les prometió ayudarlas. Luego se dirigieron a casa de Chela en Lawton. Tocaron a la puerta y la anciana abrió.
__! Cuanto me alegro que hayan venido! Pasen y siéntense.
Entraron y se sentaron en la sala. Entonces Chela se quedó mirando Charito y exclamó:
__! Ay, pero si son idénticas! Ven acá, mi niña.
Ella sonriendo fue hasta la anciana que la abrazó fuerte y la besó en la frente.
__Mucho gusto en conocerla, Chela.
__.Me parece que estoy frente a Vitia, mi ahijada. Pobrecita. Las que estará pasando. Siéntate.
Ella también lo hizo.
__ ¿Ha recibido alguna otra llamada?_preguntó Zulema.
__No. Estoy impaciente. ¡Es horrible todo lo que ha ocurrido! Ángela era una persona muy buena, Enrique también; aunque él algunas veces se le corría con alguna por ahí, pero nunca dejó a su mujer. Criaron a Vitia con esmero y le amaron todos gustos. Aunque les voy a decir una cosa; Vitia no es malcriada. Es muy alegre, pero respetuosa.
_Pobre gente. Me imagino la que pasaron. Tiene usted los ojos enrojecidos, Chela._comentó Zulema. Charito escuchaba y la observaba atentamente.
__Si, hija. Anoche apenas dormí y he llorado mucho. Para mi eran como si hubieran sido parte de mi familia. Esa niña debe estar sufriendo mucho por la pérdida de sus padres…bueno sus padres de crianza. Se que la criaron, pero no se si la adoptaron ni de que manera llegó a ellos.
Los ojos de Charito brillaron cuando escuchó lo dicho por la anciana sobre la paternidad de Vitia.
__Quizás le sucedió como a mí.
__Eso es increíble. ¿Y quién te encontró?_preguntó Chela asombrada.
__Es una historia larga que contar. Sólo le diré que me abandonaron en un árbol y mamá Cristina me recogió y me crió como si me hubiera parido. Ahora está muy enferma en los Estados Unidos y estoy loca por verla._las últimas palabras de Charito estuvieron acompañadas por lágrimas que inundaron sus ojos repentinamente.
_Todo esto es muy triste. Yo nunca tuve hijos. No conozco ese amor. Debe ser muy hermoso. Pero bueno, Zulema, ve a la cocina y cuela un poco de café. O prefieren tomar un refresco bien frío.
__Mejor un refresco, Chela. __comentó Zulema.
__Anda tú misma al refrigerador y trae dos refrescos. En la cocina hay vasos y un abridor de botellas. Para mi no traigas.
Zulema fue a cumplir lo indicado por Chela. La anciana se puso de pie para ir a su cuarto.
__Voy a buscar las fotos donde está Vitia para que las veas.
Salió y en unos instantes retornó con ellas.
__Ahí las tienes.
Charito las cogió y las fue mirando despacio. Cuando tuvo en sus manos la foto donde estaba Vitia la miró alelada. Examinó a la muchacha de arriba abajo. Estaba impresionada con el parecido. Algo le decía que era su hermana. Mirándola lo aseguraba. ¨Tiene que ser mi hermana; estoy segura¨_pensó.
__Es igualita a mí. No me cabe la menor duda de que es hermana mía._suspiró profundo. Estaba emocionada y contenta a la vez.
Zulema retornó con los vasos conteniendo los refrescos. Charito cogió el suyo. Miraba las fotos y tomaba del líquido gaseoso.
_ ¿Que te pareció, Charito?_preguntó Zulema llevándose el vaso con el refresco a la boca.
__Somos idénticas. Creo que estamos en lo cierto.
Chela se le acercó y puso su dedo índice en uno de los personajes de una de las fotos.
__Mira, esa es Ángela, su madre. __luego le señaló otro de los personajes__,y ese es Enrique.
Charito los observó atentamente. Luego tomó de nuevo la foto en la que estaba Vitia sola a cuerpo completo.
__Si quieres te la regalo. Está dedicada a mí. Llévatela.
_Se lo agradeceré siempre, Chela. Gracias.
Charito viró la foto y leyó.
¨Para mi madrina Chela, con todo el cariño de quien nunca la olvidará. Vitia.¨
Terminó de tomarse el refresco. Zulema cogió los vasos vacíos y los llevó para la cocina.
__Le prometo que un día le enseñaré esta foto a Vitia. Le diré que nos conocimos en unos momentos muy duros para ella.
__Le tengo mucho cariño a esa muchacha. A lo mejor no la vuelvo a ver jamás._lo dijo asintiendo con su cabeza en cuyo rostro apareció la tristeza.
_No diga eso, vieja. Usted va a durar muchos años. Y seguro la volverá a ver un día._comentó Zulema consolándola.
_Tiene que ser que este gobierno se caiga, y eso lo veo muy difícil. Aunque no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista.
Zulema y Charito sonrieron.
__Bueno, ella puede venir de visita a Cuba.
__Tienes razón Zulema. Ojalá venga un día antes de que yo me muera.
_Cuando la encontremos, le hablaremos de usted. Seguro le va a gustar mucho._dijo Charito.
_Te lo agradeceré. Dile que la extraño mucho y que me escriba.
_Le prometo que lo haré. Además, quién sabe si un día viene a Cuba con nosotras.
_Ojalá, Zulema. Bueno, ustedes se encargan de eso.
Conversaron un rato más y luego se despidieron con la promesa de volver a visitarla. Chela les rogó que volvieran.
12
En poco menos de una semana las cosas cambiaron. No fue necesario que abandonaran el país a escondidas como hacían muchos pues fueron citadas a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en la Habana; y al parecer, debido algún tipo de gestión o negocio hecho por Richard desde Miami con ellos, les comunicaron que muy pronto, quizás en una semana, viajarían a los Estados Unidos.
La entrevista de rigor que hacen a los que pretenden viajar a ese país apenas la hicieron. Todo se redujo a instrucciones. Al país que viajarían primeramente se les comunicaría en esas oficinas el mismo día del viaje.
Charito y Zulema estaban contentas. Ella podría ver a su mamá Cristina, ahora muy enferma; a Richard, su padre, y a su posible hermana Vitia. Encontrándola se podían aclarar muchas cosas, muchos secretos de sus vidas. Zulema se encontraría con su amado y comenzaría una nueva vida.
Habían transcurrido tres días desde que se les comunicó los del viaje y Charito se dedicó a visitar a sus amigas para despedirse de ellas. Zulema esa tarde estaba sentada en la sala esperando una llamada de Richard cuando tocaron a la puerta.
Se puso de pie y abrió. De pie, frente a ella, estaba la virulenta figura de Zoilo, jefe de zona de los CDR. Alto; de piel morena atesada, bigote blanquinegro, ojos saltones y ostensible arrogancia; quizás por el carguito que ocupaba. Como siempre, venía con su babosería acostumbrada.
Traía una agenda debajo de su brazo derecho con la que pretendía parecer más interesante aunque ni eso, ni la colección de lapiceros que portaba en uno de los bolsillos de su camisa de mezclilla deslavada, lograban nada. A Zulema no le quedó otro remedio que mandarlo a pasar.
__Buenas tardes, Zulema.__saludó y recorrió con sus ojos de camaleón toda la anatomía de la anfitriona.
__Buenas tardes. Pase y siéntese.
Entró y se sentó en una de las butacas y cruzó las piernas. Ella lo imitó. ´¨Qué se traerá entre manos este chivatón?¨ _pensó la hermosa bailarina.
__¿Qué le trae por aquí?
__Estamos haciendo un censo y necesito que me de unos datos._dijo el repudiado personaje y sonrió dejando ver en su dentadura un diente de oro poco brilloso.
__ ¿Ustedes no se cansan de pedir datos? Tienen a una metida en miles de papeles. Además para qué le vamos a dar nada; nosotras nos vamos del país dentro de pocos días._dijo visiblemente molesta.
__Lo sabemos._después que lo dijo hizo un reconocimiento con la mirada de todo cuanto estaba a su alrededor. Entonces Zulema se percató que las intenciones de Zoilo no eran hacer censo alguno.
__Ustedes lo saben todo; y lo que no, se lo imaginan.
Zoilo sonrió.
__No te pongas así. Eres una mujer muy bella y no te asienta ponerte brava.
__Vaya al grano, Zoilo. ¿De qué me chivatearon ahora?
__No te alteres. Todo tiene solución.
Zulema arrugó el entrecejo.
__¿A qué solución se refiere, Zoilo?
__A ti los de inmigración te hicieron un inventario. ¿No es así?
Lo dicho por Zoilo le preocupó. Entonces optó por apaciguarse y manipular al hombre. Sonrió. ¨Ya sé por donde viene este ¨_pensó.
__Si. Me hicieron un inventario. Se lo hacen a todos los que nos vamos. ¿Por qué?
__Sacaste el televisor y un colchón. Y la información es cierta porque no está el aparato en esta sala.
Zulema pensó que la sangre se le helaba en las venas. Eso era algo muy serio. De surgir un problema por el televisor soviético y el colchón que le había regalado a una vecina, no se podría ir hasta que no los repusiera. ¨A este desgraciado tengo que envolverlo¨_calculó. Ella sabía como hacerlo porque conocía las debilidades del rojizo vivitante.
Vaciló unos instantes, luego reaccionó.
__Es cierto, Zoilo. Usted sabe, una tiene amistades que están en desgracia y quiere ayudarlos. Yo se los regalé a una vecina que les hacía mucha falta. Ella tiene un niño y éste anda por el barrio viendo los muñequitos donde se los dejaban ver. Tampoco tenía colchón donde dormir. A mi me daba mucha lástima y…
__Pero no se puede hacer. Si quiero, te puedes buscar un problema.
__Tú no eres de inmigración, Zoilo._lo dijo y lo miró con picardía fingida.
__Pero se lo puedo informar; digo, si tú no rectificas.__lo dijo con picardía. Zulema entendió el mensaje.
¨¡Qué tipo más descarado, Dios mío¨. ¨Tengo que trajinarlo. A éste no le importa que se cumpla lo que está establecido, ni mucho menos. Lo que le interesa es otra cosa¨ ¨Algún día se arrepentirá de hacer tanto daño¨
__Si quieres te cuelo café. Bueno, en el termo hay. ¿Quieres?
__Bueno, si tú insistes.
Zulema se puso de pie y salió rumbo a la cocina. Caminó moviéndolo todo. Zoilo la devoró con la mirada. El cuerpo bien formado de la bailarina le encantaba. Al instante ella retornó con la taza conteniendo el líquido todavía caliente como si estuviera acabadito de colar. El lo absorbió de un golpe.
_Está muy rico tu café.
__Gracias. Todo lo hago así.
__Si. Me lo imagino. ¿Has sabido algo del viejo ese que tienes en los Estados Unidos?
Zulema suspiró profundo. Hizo un gran esfuerzo por no demostrar la indignación que sentía.
__¿Te refieres a mi marido Richard?
__Si. A lo mejor allá tiene otra y tú aquí perdiendo el tiempo.
__Siempre me ha sido fiel. Pero si lo ha hecho, cuando nos veamos…
__Lo perdonas o lo condenas. Es una lástima. Sabes cuales son mis intenciones contigo.__la disoluta sonrisa del moreno bronceado le hizo sentir más desprecio.
__ A lo mejor lo perdono. Con él voy a vivir muy bien. Te aseguro que mil veces mejor que aquí.
_A lo mejor conmigo…
Las carcajadas de Zulema detuvieron la frase.
__No me vayas a decir que tú me puedes dar lo que me dará Richard__hablaba y reía__Eso es una locura, Zoilo, Que yo sepa con ese carguito que tú tienes; por el que no te pagan, y el trabajito que tienes tampoco. Mira si te ha ido bien, que apenas tienes un cacharro en que moverte. Siempre te veo en esa bicicleta vieja, que vive rota. ¡Abre los ojos hombre!
__Lo material no es todo. _lo dijo con seriedad.
Zulema comprendido que lo había llevado muy recio y flexibilizó sus expresiones.
__Bueno, en parte tienes razón. Hay cosas de mayor importancia.º
Dijo y se dejó saborear, con las miradas, del detestable visitante.
__Me interesas. Me gustas mucho, Zulema. Por ti hago lo que tenga que hacer.
__¿Aunque vaya en contra de tu carguito y tu conciencia revolucionaria?
Zoilo estaba a punto de desbocarse.
__Por ti mando todo eso al carajo. ¡Te lo juro!
Zulema pensó que era el momento de trajinarlo. Le costaba mucho trabajo hacerlo, pero pensaba en el niño de la vecina que no tenía televisor ni colchón donde dormir.
__Sabes que las cosas hay que pensarlas muy bien. __lo dijo haciendo uso de la mirada pícara de la Mona Lisa. ¨Dios mio, tú sabes que lo hago por el niño de mi vecina¨_pensó.
__Piénsalo bien, pero no tardes mucho porque a lo mejor…
_Eso de la salida tarda unos días…quizás un mes o algo así.__le mintió piadosamente.
Zoilo se sentía victorioso. Respiraba profundo. Tenía el aire de los conquistadores, de los donjuanes mujeriegos…y no era más que un estúpido engañado de sí mismo, y con principios vulnerables y carcomidos.
__Mañana nos vamos para una Escuela de Cuadros que está en Pinar del Río pero regresamos dentro de diez días. Cuando venga me das tú decisión. Espero que sea a mi favor…no te vas a arrepentir nunca.
__Y el error que cometí?
__No te preocupes, no pasará nada. La gente de inmigración no se va a enterar nunca.
__Gracias. Y ojalá te vaya muy bien por allá.
Zoilo miró su reloj.
__Bueno tengo que irme.
_Es temprano.
_Tengo una reunión. Espero que pienses en lo que hablamos.
_Lo haré.
Se puso de pie. Ella fue hasta la puerta con él y éste se marchó. Zulema cerró y se sentó en la misma butaca que estaba antes.
Indignada monologó.
_Qué tipo más sínico. Cuando venga de Pinar del Río ya nosotras estamos en los Estados Unidos y se quedará con las ganas. Como éste, cuántos habrá. __río a carcajadas.
– – – –
Una semana después el aviso de salida del país les llegó. Sólo tuvieron tiempo de visitar a Sara, la Mora, y algunas buenas amistades para despedirse. Ese domingo el día había amanecido lluvioso. Antes de las siete de la mañana llegaron al Aeropuerto Internacional ¨José Martí¨.
Cuando viajaron en el taxi que recorrió los dieciocho kilómetros, desde la ciudad hasta la Terminal Aérea, apenas pronunciaron palabra alguna. Pensaron que quizás no volverían a ver jamás a su Habana y a sus buenos amigos. Un sentimiento de nostalgia se apoderó de ambas. Charito miraba a los ojos húmedos de Zulema y ella hacía lo mismo. Veloz, el auto se deslizó por el pavimento húmedo y en unos veinte minutos llegó a su destino.
Hubieran querido hacer el viaje en una nave de la Empresa Continental Airlines directo de Habana-Miami, pero el trato que Richard había hecho, desde allá con funcionarios de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en la Habana, era que tenían que viajar a Ciudad México y de ahí a Miami. Richard las esperaría en el Aeropuerto mexicano. No era lo acostumbrado, era parte de un buen negocio que ellos tienen ahí.
En la sala E del Aeropuerto esperaron hasta que fue anunciado el vuelo de Aeroméxico. A las 11.30, tras un tranquilo y apacible viaje, la nave aérea tocó pista y momentos después se detuvo frente al edificio principal del aeropuerto ¨Benito Juárez¨ de la capital mexicana. Richard, ansioso, atisbaba la fila de pasajeros que lentamente bajaban la escalerilla del avión. Su corazón quiso estallar y se le hizo un nudo en la garganta cuando vio a Zulema y Charito
En el edificio, después de revisados los documentos, los tres se encontraron. El encuentro fue muy emotivo. Richard abrazó, primero a una, luego a la otra y por últimos los tres se fundieron en un fuerte abrazo. Nudos en las gargantas, pechos apretados, lágrimas, y palabras llenas de emoción matizaron el encuentro.
El alboroto fue con frenesí. Parecía como si a ellos les hubieran devuelto la felicidad, la dicha y la alegría de vivir. El, en Miami, sin ellas, carecía de todo eso; ellas en Cuba también. Pasadas las primeras reacciones efusivas por el encuentro, hubo una andanada de preguntas en las que estaban mezclados todos lo acontecimientos concernientes a los tres durante la ausencia.
__Me parecía que hacía un siglo que no las veía._dijo Richard con sus ojos todavía humedecidos y contemplándolas con placer.
__! Mi cielo, cuánto te he extrañado!__le dijo Zulema.
_Y yo a ti. Ahora soy feliz.
__! Papá, te quiero mucho! Estaba loca por verte.__dijo Charito y se abrazó fuerte a su padre. O por lo menos al que la crió.
__Yo también, mi niña.
Un funcionario mejicano interrumpió el diálogo y ambas tuvieron que acompañarlo a una oficina ubicada en la segunda planta del edificio. Luego fue solicitada la presencia de Richard. Puesto todo en orden, bajaron a la planta baja y se dirigieron a la Sala 1, donde estában los pasajeros que viajarían a Norteamérica. Las emociones del encuentro no habían sido sofocadas y, de vez en vez, volvían los abrazos y los besos. A la 1.PM, el enorme Boeing despegó y ¡Adios, México lindo!
En pleno vuelo, la azafata les ofreció el almuerzo y luego una cerveza bien fría a cada uno. Zulema y Charito comieron opíparamente. Desde que salieron de su casa, en la Habana, no habían ingerido alimento alguno, pues en el vuelo Habana-México, la nostalgia y el nerviosismo les había anulado los deseos de comer.
__! Coman todo lo que quieran; ésto no está racionalizado como allá en Cuba!_les dijo Richard y todos sonrieron. Un señor que iba en el asiento donde viajaba Charito rió a carcajadas. El también era cubano pero mucho antes del 59 abandonó Cuba. Andaba por los sesenta años, de estatura alta y fuerte complexión, a pesar de la edad, cabello canoso y ojos grises muy vivaces. Vestía con elegancia y su aspecto era de hombre de negocios. En su porte y sus modales demostraba ser un individuo de mucha educación y sobretodo muy refinado.
El hombre dijo sonriendo:
__Tendrán que acostumbrarse a una nueva vida. Es como nacer de nuevo.
__Si, Señor. ¿Usted es cubano?_le preguntó Charito.
__Si. Aun tengo familia en Cuba, pero desde mediados del 59 vivo en los Estados Unidos. En Chicago. Mi nombre es Ronald. Ahora vuelo a Miami para visitar unos negocios que tengo por allá.
__Entonces, Usted Ronald, no se comió el cable que nosotras nos comimos. Usted no ha estado dentro de una libreta de abastecimientos.__dijo Zulema y todos rieron a carcajadas.
_Nunca tuve ese privilegio _ dijo Ronald con sarcasmo. Movió las manos con soltura y delicadeza tal que ellas se miraron y pesaron lo mismo. Su hablar era el de los hombres afeminados.
__El que vive en Cuba en estos tiempos está preparado para vivir donde quiera. Hasta en esos lugares de África donde dicen que no hay ni agua ni comida._comentó Richard
__He estado en Somalia. Allí si es triste la cosa. Esos africanos no tienen nada. Andan con los huesos de fuera. _dijo Ronald.
_Los pobres, parecen espectros. Me da mucha lástima verlos en los noticieros. En Cuba todavía no se ha llegado a eso._comentó Zulema.
_Físicamente no, pero son espectros políticos._dijo Ronald y como Zulema y Charito no lo entendieron bien y no comentaron sobre ese asunto.
La conversación continuó, y sin percatarse del tiempo transcurrido, la nave aérea se acercó a la Florida. Por el sistema de audio fue anunciado el aterrizaje en breves instantes por lo que los pasajeros debían ajustarse los cinturones de seguridad. Ya volaban sobre Miami.
Algunos pegaron su rostro al cristal de la ventanilla para ver la bella ciudad desde el aire. Muchos, por primera vez, otros tras múltiples ocasiones. Los había que, a pesar de haber viajado en avión varias veces, temían hacerlo.
Miami, es la principal ciudad del Condado Date, en el suroeste de la Florida. Ciudad hermosa, bautizada por muchos como ¨La capital del sol¨. Tierra codiciada por inmigrantes de todas las naciones. Antro de millonarios; célebres artistas, famosos banqueros, prósperos negocios, buenas playas, y diversiones de todo tipo. Ciudad que no duerme. Miami es Miami, a toda hora. Miami es la segunda patria de los cubanos. Miami es símbolo de deserción, de riesgos, de liberación y de búsqueda para los inmigrantes.
Miami es Templo de la Salvación y de la Perdición. Salvación, sobre todo, para los asesinos; los esbirros del ejército de Batista allí refugiados desde el mismo primero de enero del 59, y para los cubanos que han triunfado en el mundo de la política negociando los destinos de su tierra natal. A esos no les conviene que Fidel Castro sucumba, pues se les cae el negocio.
Miami es templo de la Perdición para los cubanos, que una vez llegados allí, se dedicaron al mercado de la droga, los negocios sucios y el crimen organizado. Y para otros que, trajinados por los que envían conejillos de indias a Cuba y ellos no van, salen en una embarcación para la isla y no retornan. Simplemente son apresados y condenados.
Después del 59, sólo en una década, un millón de cubanos cruzó el Estrecho de la Florida en busca de ¨una buena vida y fortuna¨. Eso mismo hicieron en el pasado los gallegos y los moros que vinieron a Cuba, y a otros países latinos, huyendo de las tristes realidades existentes en sus terruños. Ahora sus descendientes se lanzaban al agua en balsas y embarcaciones de mala muerte, proa a Miami, por los mismos motivos.
En 1980, por el Mariel, en cuatro meses más de 125000 cubanos abandonaron la isla asentándose en las zonas aledañas a la Calle 8, en Hialeah, Pequeña Habana, y otras ciudades norteamericanas, pero preferentemente Miami.
Una vez hecho los trámites de rigor, fueron hasta el parqueo y abordaron el Mercedes Benz color vino de Richard que estaba guardado en un garaje cercano y se trasladaron, desde el Aeropuerto Internacional de Miami hasta el apartamento de éste en la calle 121.
Durante el recorrido, Charito y Zulema le contaron a Richard muchas cosas ocurridas en Cuba durante su ausencia y, sobre todo, situaciones relacionadas con ambas. Cuando le contaron lo relacionado con Vitia, Richard apenas lo creía. Lo sorprendió sobremanera y le prometió a Charito que ayudaría a encontrarla. Zulema le preguntó por su hijo Ricardito y el rostro de Richard cambió.
_Por la cara que has puesto parece que le ocurrió algo malo.
Richard suspiró.
__¿Qué sucede, Papá?_preguntó Charito medio desconcertada.
__Está preso.
__! Preso! ¿Por qué, Papá?
__Se metió en el negocio de las drogas y lo cogieron. Está cumpliendo una condena de ocho años.
Zulema le reprochó el desconocimiento de ambas sobre el problema de su hijo Ricardito.
_Debiste informárnoslo. Me imagino cuánto hayas sufrido este problema, mi amor.
_Zulema, no quise preocuparlas a ustedes con eso. Ese muchacho no tiene remedio. Cuando que llegó a este país se reunió con lo peor. Yo traté de encausarlo pero me fue imposible. Nunca quiso trabajar. A veces pienso que le hacía falta un buen escarmiento.
__Siempre pensé, Papá, que el final de Ricardito no iba a ser bueno. Allá en Cuba era incorregible. Cuántos dolores de cabeza te produjo. Te soy sincera, después que me hizo lo que me hizo, no simpatizo mucho con él, pero me duele que esté preso._comentó Charito recordando el intento de violación que Ricardito practicó con ella.
Entre un tema y otro, la distancia se fue acortando hasta que llegaron al edificio donde vivía Richard. El auto entró en el garaje y por la escalera lateral subieron hasta el segundo piso donde estaba el apartamento del médico.
Mientras él sacaba las llaves de sus bolsillos les comentó:
__Ahora van a conocer a Rita. A Doña Rita.
En el rostro de Zulema apareció de súbito el fantasma de los celos.
__¿De qué Rita tú hablas, Richard?
__Cambia esa cara, Zulema. Ya verás.__Charito miraba a Zulema y sonreía.
Dentro del lujoso apartamento apareció Doña Rita.
__Rita, te presento a mis dos amores.
La dominicana de setenta y ocho años hacía dos años que laboraba en el apartamento de Richard. De mediana estatura; pelo blanco recogido en dos largas tranzas, de tez trigueña, medio pasadita de peso, ojos grises debajo de sus cejas tupidas y labios medio gruesos, risueña, de buen corazón y muy trabajadora, saludó a ambas con el abrazo y el beso acostumbrado y después de mirarlas de arriba abajo dijo lo que tenía que decir.
__! Pero si son dos reinas! Y tú, muchachita…Charito, sé que te llamas Charito, eres muy bonita y tienes cara de buena persona. Tú padre me ha hablado mucho de ti. Y de ti también…Zulema. El dice que tú eres su faraona.
Todos rieron. A Zulema le agradó Rita. Comprendió que había sido una tonta al sentir celos cuando Richard la mencionó.
Entre anécdotas, historias y planes futuros, las horas fueron pasando y la tarde cayó Acomodaron sus cosas en las habitaciones que ocuparían ambas y luego se fueron al baño.
Después los cuatro- se incluyó Rita- se sentaron a la mesa de vidrio y metal de cuatro plazas para comer la exquisita cena que la dominicana había preparado para ellas. Todo fue a lo cubano. Arroz congrí, Bistec de cerdo, plátanos chatinos, ensalada de tomates y lechuga, y de postre tocinillo del cielo con queso amarillo. Comieron opíparamente. Cada una tenía frente a si una Coca-Cola bien fría.
__Todo está muy sabroso, Rita. Te felicito. Cocinas muy bien. __comentó Zulema entre uno y otro trago del refresco más vendido en el mundo y que es un símbolo de Norteamérica como lo es Miki Mouse.
__Gracias. Lo cociné especialmente para ustedes.
__Papá, tenía unos deseos tremendos de tomar Coca-Cola. Cuando estábamos en el Aeropuerto de México, en espera del vuelo para Miami, yo miraba unos anuncios de Coca-Cola que había allí y pensaba: Cuándo esté en Miami voy a matar los deseos de tomarla.
Charito tomaba y visualizaba los anuncios del refresco, y el eslogan de moda, en el Aeropuerto Internacional ¨Bénito Juárez¨
¨ Coca-Cola da más vida¨ ¨Coke Adds Life¨.
¨Coca-Cola¨ ¨La chispa de la vida¨. ¨It´s the Real Thing¨
__Ya te cansarás de tomarla. Lo que pasa es que acabaste de llegar y nunca la habías tomado.__comentó Rita sonriendo.
Una vez ingerido el menú y su postre se quedaron un rato charlando en la mesa.
Rita les preguntó:
__¿Han oído hablar de la Coca-Cola del olvido?
_Si. Muchos cubanos que están aquí se la han tomado._dijo Zulema.
Richard puntó:
__Si. Es cierto. Muchos vinieron para acá, hicieron buenos negocios, abundante dinero y luego se olvidaron de los suyos alegando que no mandan dinero a Cuba porque va a parar a las manos de Fidel Castro.
__Richard, comentó Rita, tengo paisanos dominicanos que lo han hecho también. Algunos se acuerdan de los suyos y los ayudan, otros no. Son malos.
__Aunque es bueno que ustedes sepan_ Richard se dirigía a las recién llegadas_ que aquí la cosa no es como la pintan allá. Aquí nadie regala nada. Hay que trabajar muy duro. Hay que luchar. Muchos allá piden y piden y no saben cuanto hay que sudar el dólar que uno se gana. Este dilema de la familia dividida; unos aquí y otros allá, ha traído muchos problemas. Para muchos allá sólo valemos los que estamos aquí.
__Así es, Richard. Nosotras nunca cometimos ese pecado, pero en muchas familias en Cuba pasa eso._dijo Zulema.
__Vivamos como vivamos, siempre añoraremos Cuba. A mi no me falta nada, pero cuánto daría por andar por las calles de la Habana. Por escuchar nuestra Guantanamera en Tropicana. Pasear por las calles de la Habana Vieja. Tomarme una botella de Carta Blanca en la sala de mi casa con algún amigo escuchando buena música. Ir a la Bodeguita del Medio, como lo hacía con mis amigos, a tomarme un mojito en la barra del bar.
Richard continuaba con la mirada perdida entre los recuerdos y las añoranzas:
_Luego, comerme un buen plato de lechón asado con congrí, o unos saladitos de chicharrones entre uno y otro trago. Allí en la Bodeguita conocí un día al escritor Hemingway. Después lo vi en el Floridita donde iba a tomar daiquiri como yo. Sueño con estar de nuevo en mi casa, en Marianao, y levantarme temprano; leer el periódico, aunque diga lo que diga; caminar por los terrenos donde está mi casa y contemplar los árboles; mirar el cielo azul despejado, y escuchar el canto de los pájaros, oler el perfume de las flores. Añoro estar en el estadium del Cerro y ver un buen juego de pelota; y hasta contemplar los habaneros en su ir y venir por las calles; llenos de preocupaciones y necesidades. Ir a una de esas colas en la bodega, donde todo se comenta y donde la gente irritada da rienda sueltas a sus opiniones sin tener en cuenta quien los escucha, ni las consecuencias.
__Si, papá, pero hay muchos motivos por los que estamos aquí.
__Lo se. Es evidente, pero no nacimos aquí sino allá. Llevamos la isla por dentro. Todo el que está aquí desea estar allá. Y todo por el dichoso comunismo incapaz de levantar a mi país. ! Cuba es un imán! Cuando ustedes lleven un tiempo aquí lo comprobarán.
Charito lo sacó de la nostalgia en la que había caído.
__Papá, mañana mismo tienes que llevarme para Atlanta. Tengo muchos deseos de ver a Mamá Cristina. ¿Cómo está?
__Está mal. Tienes que estar preparada para lo peor. Mañana en la mañana saldremos para allá en mi carro.
Charito se puso triste y sus ojos se inundaron de lágrimas. Rita trató de hacerle recobrar el estado anterior.
__No te pongas así. A lo mejor rebasa. Dios hace muchos milagros.
Zulema se mantenía en silencio. Prefirió no hablar del asunto.
__Estoy loca por verla. Me quedaré con ella unos días.
__Está bien. Quédate el tiempo que quieras. A Rosita le gustará tu compañía.
Conversaron un rato más y luego salieron a dar unas vueltas por la ciudad. Deslumbradas, contemplaron la nocturna Miami. A Zulema le pareció que paseaba con Richard por la Habana del 58 y recordó muchas cosas. El estropeo de sus cuerpos las obligó a pedirle a Richard que retornara a la casa.
Rita se había retirado a su apartamento en la planta baja del edificio. Charito fue a su nuevo cuarto y Zulema al cuarto de Richard en su compañía.
Estaban de nuevo a solas después de tanto tiempo. De pie; frente al espejo con bordes dorados, pegado a la pared, la abrazó por el talle palpándole los senos. Le susurró al oído palabras románticas, como en los primeros tiempos. Le besó el cuello donde aún latía el buen perfume; lamió los lóbulos de sus orejas y luego la viró.
De frente a él, sus labios se encontraron con los de su bailarina y los saboreó. Ansiosa, y olvidando el cansancio, esperó porque él la desnudara y la tirara a la cama. El lo hizo poco a poco. Luego ella lo desnudó. Los dos cuerpos cayeron sobre la cama y dieron rienda suelta a sus viejos y añorados deseos. En el clímax de los placeres perdieron la noción del tiempo y de todo cuanto había a su alrededor. Hicieron el amor con el ímpetu y las energías de la primera vez. Repitieron. La segunda pelea fue menos intensa, pero también ardiente y agotadora. Una vez recobradas las energías, merendaron ligeramente, se acostaron y se durmieron.
12
Richard y Charito llegaron a Atlanta al mediodía. El cielo estaba encapotado como si fuera un día otoñal moscovita. Ella estaba loca por ver a su madre, pero le atormentaba saber el estado en que ésta se encontraba.
Richard la observaba. Veía como las lágrimas corrían por sus mejillas y se mantenía en silencio.
_Tienes que dominarte. Ella no debe ver en ti tristeza ni preocupación por su estado. Trata de comportarte lo más natural posible. Disimula._le sugirió su padre.
__Si, papá. Trataré de controlar mis sentimientos, aunque es difícil._lo dijo entre sollozos.
__Es mejor para ella.
__Si._asintió con la cabeza._dejó de lagrimear y se secó los ojos.
Llegaron a casa de Rosa donde vivía Cristina. El esposo de ésta, Henry, los recibió en el portal. Tras los saludos y la presentación de Charito al mismo, entraron.
Rosa estaba en la habitación con Cristina y salió a saludarlos. Ella conoció a Charito de apenas meses de nacida en Cuba. Después la vio en fotografías hechas a la familia en cumpleaños, nochebuenas pasadas en Cuba y alguno que otro motivo especial en que la familia se reunía.
En la sala, ella y Rosa se abrazaron. Luego Rosa lo hizo con Richard.
__ ¿Cómo está mi mamá?_la pregunta estuvo dirigida a su prima.
Rosa miró a Richard como consultando la respuesta.
__Cuéntanos sin reservas. –indicó Richard.
__Está muy mal. Ahora está dormida. Te llama mucho, Charito. Y a ti también, tío.
Todos se sentaron.
__¿Qué dicen los médicos que la atienden?_preguntó Richard.
Rosa, visiblemente angustiada, respondió.
__El Doctor Vergara, oncólogo cubano muy bueno, dice que ella está en la fase terminal de su enfermedad y no hay nada que hacer.
Charito se llevó su diestra a la cara y lloró. Estaba destrozada.
__Por poco no la veo viva. Eso no me lo hubiera perdonado nunca.
__No digas eso, mi niña. Tienes que ponerte fuerte._dijo Richard acariciándole los cabellos.
__Si, papá. Trataré de ponerme fuerte. Es que ella significa mucho para mí.
Richard le dio su pañuelo y ella se secó las mejillas y los ojos.
__Yo quiero mucho a mi tía. Henry y yo hemos hecho todo lo que se ha podido por ella.
Charito la miró y con breves palabras y gestos llenos de cariño le demostró el agradecimiento que sentía por ellos.
_Me alegra todo lo que ustedes han hecho por ella. Se lo agradeceré toda la vida.
__Cristina es una gran mujer. Es muy buena. Yo le quiero como si fuera mi familia._dijo Henry.
Richard corroboró lo dicho por él.
__Eso que dices, Henry, es muy cierto. Fue mi esposa y nos llevábamos como buenos amigos. Ella quiso venir para acá, aunque yo le insistí que se quedara en Miami. Le prometí comprarle una casa, pero no la pude convencer. Miami no le asentó ni tampoco le gustó.
Charito se puso de pie, luego Richard.
__Vamos para el cuarto.
Todos salieron rumbo a la habitación donde estaba Cristina. Charito se sentó al borde de la cama y la contempló emocionada. Su corazón palpitó como si quisiera salirse de su pecho. Había mucha angustia en su alma, pero no en su rostro. A Rosa y Henry se les hizo un nudo en la garganta, y con lágrimas en los ojos, salieron de la habitación y se sentaron en la sala en completo silencio. Luego, Rosa se repuso y fue para la cocina a preparar el almuerzo.
Richard se paseó de un lado para otro. El pecho se le oprimió y sintió que sus ojos se le humedecieron. Respiró profundo y se volvió a sentar al borde de la cama. Estaba asombrado por el deterioro de Cristina; su extrema delgadez, la respiración fatigosa, la palidez que cubría sus mejillas y las ojeras pronunciadas. Dormía con los brazos cruzados sobre su pecho.
Cristina despertó. Fue como si un Ángel venido del cielo le dijera: ¨Despierta, ya están a tu lado¨. Abrió sus ojos y lo primero que vio fue su hija. Por segundos pensó que su corazón iba a dejar de latir. La emoción fue inmensa. Sonrió ligeramente y sus ojos se inundaron de lágrimas. Enre sollozos le apretó las manos a Charito.
__! Dios escuchó mis peticiones, mi niña!_lo dijo emocionada. Habló bajo y con pocas fuerzas. Hizo un gran esfuerzo para demostrar la alegría que sentía por la presencia de Charito y Richard.
Ella acercó a Cristina. la abrazó y la colmó de besos.
__´! Cuánto te extrañé, mamá Cristina! Estaba loca por estar aquí contigo.
__Yo también te extrañé mucho. Tenía tantos de deseos de verte.
Cristina viró su cabeza y miró fijo a los ojos de Richard. El le dio un beso en la frente.
__Gracias por venir, Richard. A ti te he echado de menos también.
__Ya estamos aquí contigo. Ahora te sentirás mejor._dijo él tratando de darle ánimos en aquellos tensos momentos.
__Me siento muy mal. Creo de esto no me…
Su vida es prácticamente un sol eclipsado.
__No digas nada, mamá. Tú te vas a curar. Ya verás.
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