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M. Foucault (página 2)

Enviado por di1950


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El cómo concibe la historia, es una de las piedras angulares de su pensamiento. Allí surge una de las rupturas que introduce con la tradición surgida en el siglo XVIII, que aún se encuentra muy arraigada en el campo de las ciencias sociales. Mientras la continuidad histórica, la racionalidad creciente, fue adoptada de un modo casi natural, definiendo lo que se agrupa bajo la denominación de modernidad, los pasos de Foucault se encaminan con otro rumbo.

En este punto no es totalmente original, sino que se nota en particular la influencia del pensamiento científico contemporáneo, así como los aportes de los filósofos Nietzsche y Heidegger.

Estos, ubicados en la antesala de lo que puede denominarse postmodernismo, sientan las bases de una nueva concepción de la sociedad y del devenir del hombre en general. Del primero, quien marca una influencia mayor, tomará, prioritariamente, la genealogía como método de construcción de lo histórico y del segundo la imagen del "ser situado". Pese a ello no puede reducirse las influencias recibidas a las mencionadas. El pensamiento de Marx, en particular a partir de la visión de Althusser, también puede ser rastreado. El discurso elaborado sobre el poder es en buena medida una respuesta a la elaboración althusseriana de los Aparatos Ideológicos de Estado (AIE). Estos no representan, a juicio de Foucault, sino un aspecto parcial de las relaciones de poder que se presentan en el desenvolvimiento social. Su estructura y contenidos, no pueden ser referenciados exclusivamente a la estructura económico-política. Sí acuerda que instituciones presentadas como espacios neutros dentro de la sociedad, en realidad manejaban dimensiones ideológicas y ejercen formas de poder que se proyectaban sobre los individuos. Hasta ahora la organización escolar era ubicada por los teóricos marxistas como formando parte de un modo vago de la superestructura. Pero la escuela y la cultura en general necesita nuevos caminos de abordaje. Tienen un rol dentro del funcionamiento social muy diferente al de receptáculo pasivo de determinaciones externas.

De modo de llenar el vacío que se produce, recurre al aporte de Weber, si bien curiosamente no es mencionado en sus obras. La importancia de las construcciones culturales para explicar el comportamiento humano de un determinado período, está presente en toda la reflexión de Foucault. Desde que el poder no es concebido bajo una forma única, sino plural y presente en el comportamiento cotidiano del individuo, la cultura, tomando la mayor extensión del concepto, debe ser analizada.

Dado que el componente simbólico es cardinal dentro del funcionamiento cultural, el discurso, la articulación de símbolos de modo de presentar determinados sentidos y significados, debe ser particularmente tenido en cuenta. La violencia simbólica es uno de los puntos que atraen la atención del autor, coincidiendo en esto con los trabajos contemporáneos de Bourdieu – Passeron y del propio Althusser.

Esas influencias contradictorias que se reflejan en la obra llevaron a que Jean Paul Sartre, por ejemplo, lo acusara de ser un ecléctico, buscando por esa vía descalificarlo.

En lo personal considero que el aporte efectuado es digno atención, más allá de una cierta "moda" que ha cobrado. Quizás resulte válido afirmar que la importancia radica más en los temas que puso sobre la mesa que lo que dijo en concreto sobre cada uno. Esa acción de atraer la mirada hacia aspectos laterales de la discusión y ponerlos en el centro de la misma, es uno de sus principales aportes.

El marcar la existencia de campos de luchas laterales, como la libertad sexual, el ecologismo, el feminismo, los movimientos de homosexuales, etc, contribuye a revalorarlos dentro de un cuestionamiento global al sistema. Presentarlos como campos concretos donde se manifiesta los conflictos que sacuden la sociedad y donde no resulta válido reducirlos a un solo plano, a una sola forma, supone cuestionar el conjunto social.

La ruptura con el racionalismo iluminista.

Las diferentes corrientes iluministas tendieron a construir una línea continua de evolución que mostraba el desenvolvimiento progresivo de la razón. Cada etapa, período, forma o estructura que sucedía a otra señalaba un avance, un salto cualitativo en un proceso de evolución continua. Evolución que, a la vez, señalaba un origen y un destino o meta. Esa línea, construida desde el hoy hacia el ayer, dejaba una sola ruta posible a recorrer cuando se enfocaba desde el otro extremo. La humanidad había recorrido esa ruta y no otra, cada paso es una suerte de absoluto en ese andar y no una decisión entre un abanico de posibles. Queda elaborado así un campo de legitimidad para sus construcciones teóricas en el cual los vacíos son obviados planteando una falsa continuidad. Funciona como una suerte de axioma a partir del cual se construía todo el edificio teórico.

Herederas de esa postura son las propuestas tanto de Comte como del propio Marx, fundadores del pensamiento sociológico moderno, si bien ambos se ubican en las antípodas de la reflexión social. Cuando Conte nos plantea la "ley de los Tres Estados", piedra angular de su obra, está trazando una línea por la cual ha transitado el ser humano a lo largo de su historia, más allá de las particularidades que adquiriera en cada espacio concreto. La humanidad en su conjunto recorre ese camino inexorablemente.

En el caso de C. Marx hay un punto de partida diferente y un rigor mayor en la construcción teórica. Toma como base no el comportamiento de la razón abstracta, sino el desenvolvimiento de la economía y de la reproducción material de la vida. Todo atravesado por el enfrentamiento de las clases fundamentales de cada modo de producción. Cuando el modo de producción esclavista es sustituido por el feudal y este por el capitalista, queda trazada una línea de continuidad. Marca un origen y un destino. Entremedio tiende un puente consistente en el conjunto de su propuesta.

Mientras en el primero la meta era el triunfo de la razón, vía por la cual se alcanzaría la felicidad, en Marx la instauración del comunismo, triunfo también de la racionalidad en el uso y distribución de los recursos, sería capaz de superar los conflictos históricos que caracterizaran el desarrollo humano.

Foucault rompe con esa tradición. Para ello se nos muestra como un continuador del pensamiento de Nietzsche de quien recoge aspectos fundamentales.

Cuando aquel afirmara que "Dios ha muerto" señalaba la desaparición de la esencia y su sustitución por la apariencia. La razón y el humanismo en ella asentado, son los cadáveres que exhibe aquella muerte.

Conceptos tales como evolución y superación, presentes en el discurso filosófico desde Platón, son borrados de un plumazo. El pasado nada nos puede aportar y el futuro no existe en cuanto una perspectiva de crecimiento, de mejoramiento axiológico de la humanidad. Ahora nos encontramos en un presente permanente. Cada individuo busca en su propia subjetividad los caminos de edificar su placer, su dimensión dionisíaca, abandonando el carácter apolíneo. Lo colectivo se diluye en lo individual, en su subjetividad. En el artículo "Nietzsche, la genealogía, la historia", primero de los trabajos agrupados bajo el título de Microfísica del Poder (1971), establece lo absurdo que resulta buscar el origen. Citando al filósofo alemán, transcribe lo siguiente: toda cosa y la razón misma "nacieron de un modo perfectamente razonable, del azar" (2)

No existe una esencia "pura" y verdadera. No existe un punto inicial a partir de la cual podamos trazar una línea evolutiva que, a través de un tránsito ordenado por cada una de las estaciones, nos conduzcan a nuestro presente. Aceptar otra posibilidad es caer en aceptar la presencia de un pre – conocimiento que negaría toda posibilidad positiva. Rechazar la idea de la evolución, del tránsito, de estadios menos evolucionados a otros más elevados, o como quiera llamárselos, deja de lado una de las ideas fundamentales que han regido el pensamiento a partir del Siglo XVIII y genera un vacío. La Historia global, la que reconoce etapas por las que han transitado todos los seres humanos, con prescindencia del espacio, tambalea. Aparece entonces la idea de discontinuidad la que se constituye en una clave de primer orden. Tomando como ejemplo el desarrollo de una función lineal puede afirmarse que la historia presenta una serie de discontinuidades, de tramos en los que no está definida, y de inflexiones, cambios de rumbo positivos o negativos, donde la aceleración puede ser mayor o menor. Esta función presenta tendencias parciales en diferentes tramos los que no pueden absolutizar. Por otra parte no resulta válido tomar la asíntota como representación de la función misma, ya que estaríamos sustituyendo la cosa, con su riqueza de comportamientos, por una construcción a la cual se le impone una determinada lógica y un discurso externo a ella misma. Crearíamos de este modo una meta – realidad a la que sólo la metafísica podría acceder.

"Procedencia" y "emergencia" como conceptos articuladores de la historia.

Al no aceptar un encadenamiento único, finito o infinito, de causas y efectos, que definen un proceso evolutivo, ¿cómo podemos alcanzar el conocimiento? ; ¿cómo podemos analizar los diferentes hechos que nos rodean? Para llenar ese espacio introduce dos conceptos complementarios la procedencia y la emergencia.

El primero apunta a "… encontrar bajo el aspecto único de un carácter, o de un concepto, la proliferación de sucesos a través de los cuales (gracias a los que, contra los que) se ha formado" (3).

El conocimiento consolidado no puede ser concebido como un logro que se obtiene, de una vez y para siempre, en todo espacio y todo tiempo. Es un "posible" que permite elaborar una serie, más o menos extensa, con un referente espacio – temporal concreto. Esto introduce el relativismo, en una concepción muy personal del mismo, en la concepción del conocimiento. Esto es particularmente válido en áreas en las que no es posible simplificar y controlar variables. Tal el ejemplo de las ciencias que atienden al comportamiento de lo humano.

La procedencia apunta a mostrar como los conceptos y las cosas presentan una gama muy grande de pliegues y fisuras que lo transforman en una construcción inestable. Tiene además la particularidad de transmitir dicho carácter a todo lo que sobre ella se apoye. Referido concretamente a la sociedad lo anterior, podemos deducir que cualquier tema que se aborde, deberá reunir la mayor información posible sobre él y su entorno, pero la construcción resultante será inestable. Deberá explicitar de un modo exhaustivo la constelación de fenómenos, profundos o superficiales que contribuyen a definirlo. La construcción estará limitada en el espacio y el tiempo. El autor nos cierra el paso al intento de comparar. Tampoco sería válido extrapolar situaciones o modelos de un contexto a otro dado que los mismos responden a combinaciones particulares. Aun cuando intervengan los mismos componentes, nada asegura que tengan igual significado. Al no existir la pretendida esencia, ambos fenómenos más allá de la palabra que los identifica, no tienen nada que ver entre sí, por pertenecer a series diferentes.

El concepto de procedencia tiene pues dos dimensiones complementarias. Por una parte hace referencia a la necesidad de determinar con la mayor exactitud posible, las condiciones y sucesos que posibilitaron la aparición de un hecho. Dado que en esta enumeración se manejan las tres categorías básicas, general, particular e individual, el mismo es producto de una combinación única de las mismas.

La segunda dimensión hace referencia al manejo del concepto construido el cual debe ser empleado de un modo relativo evitando extrapolaciones y generalizaciones. El campo de validez en que se gestara debe ser siempre explicitado e integrado a la serie, inestable, que genera y de la que forma parte.

Estos dos aspectos permiten a Foucault sortear con relativo éxito y bastante artificialidad, la dificultad de explicar la historia. En efecto. A todo lo expresado hasta aquí no se trata de decretar el fin de la historia en el sentido en que lo planteara Fukuyama, sino de romper con una visión eurocentrista que predominara hasta entonces y de la cual aún se conservan resabios. Esta reacción del autor es compartida por su generación, núcleo donde nacieran las formas que se identificaran como corrientes contraculturales.

El segundo concepto, la emergencia, podría definirse como el punto de surgimiento del concepto o de la "cosa". Constituye un escenario cruzado por fuerzas que se combinan y oponen y dan como resultado la "posibilidad" de que emerjan determinados conceptos y hechos. Estas no surgen en cualquier unidad espacio temporal, sino en aquella que la constelación de fuerzas en juego lo permiten.

Esto significa una ruptura total con la tradición histórica global heredera de una visión eurocentrista, transformada en universal. Manejarse dentro de las coordenadas de aquella tradición histórica es introducir una distorsión total en la identidad del individuo, sustituyéndola por una creación artificial que lo pone con relación a las coordenadas de poder dominantes.

Siguiendo a Nietzsche llega a la conclusión de que toda la historia de la humanidad, no avanza sucesivamente a planos de mayor racionalidad, como lo postulara el positivismo, sino que refleja relaciones de poder. Poder que deja su huella en el propio individuo. El impacto de dichas formas que se proyectan hacia el individuo, pasa a formar parte del propio ser y lo transforman en singular.

Del mismo modo que el médico debe examinar a cada paciente para poder diagnosticar, ha de proceder el historiador. Se podría argumentar que el médico basa su análisis en el conocimiento anatómico – fisiológico característico del ser humano. Pero este argumento no resultaría válido porque lo que el cuerpo y la fisiología que nos define no es sino producto de una serie de cambios, en la que intervinieron mecanismos adaptativos y hereditarios entre otros. Cada cuerpo tiene una dimensión histórica personal. El cuerpo de conocimiento a partir de la cual se diagnostica ha variado y ello debe estar presente en el análisis. El funcionamiento orgánico y la propia anatomía no han sido siempre igual, ha cambiado.

No debe dejarse de lado ni un momento la convicción de que, por exhaustivo que sea un análisis, la construcción estará acotada a un espacio – tiempo concreto y será de gran inestabilidad.

El papel del discurso.

Acá necesariamente debemos relacionar la historia, y el conocimiento en general, con el papel que desempeña el discurso en su propia conformación. Frente a la discontinuidad que presenta la realidad, el discurso plantea una articulación que se introduce desde el exterior.

El discurso, tanto del sociólogo, del historiador o cualquiera de los científicos, es una creación de los mismos. Elaborada tanto partir de un contexto exterior que define su entorno, como también de su historia interior. Esas "historias" lo llevan a escuchar determinadas voces y a silenciar otras; a emplear determinadas construcciones, determinados esquemas, presentes en su mente más allá de su propia conciencia. En este punto hay una confluencia general con el planteo de Khun y su teoría de los paradigmas. Pero Foucault intenta ir más lejos que aquel. No se limita a considerar el pensamiento y el conocimiento como dependiente del paradigma dominante, sino que la propia realidad es generada por aquel. Es importante su afirmación de que el propio cuerpo no es sino el resultado de las huellas de la historia. Desde el elemento fisiológico hasta la elaboración más sofisticada todo queda comprendido en ese marco. Huellas que no son el resultado de un impacto unidireccional, sino fruto de la lucha que desarrolla el individuo. Lo que nos alimenta, los hábitos de sueño, el ocio, la forma en que organizamos nuestra vida cotidiana, todo ello impacta sobre nuestra capacidad de construir la realidad. Esto que lo ve claramente el saber popular se "extraña" de sí mismo en los planos académicos. En estos últimos la realidad se vive a partir de una meta – realidad elaborada y sostenida a partir de un determinado discurso que tiene la capacidad de autolegitimación.

Dicho discurso es resultado de su propia descripción ya sea con vuelo de águila o a través de ese sistemático acallamiento voces a que hacíamos referencia anteriormente. Podemos señalar como ejemplo del silenciamiento de voces la ausencia de la mujer en la historia. Si recordamos los textos tradicionales en los que nos formamos cada uno de nosotros, encontramos que despliegan una historia de hombres con total ausencia de la mujer. ¿La mujer se limitó exclusivamente a la reproducción? ¿Incidió en los diferentes procesos? Esas son preguntas que no son respondidas por los textos aludidos, elaborados en consonancia con determinado discurso.

Foucault resalta así el rol articulador que ejerce las formulaciones discursivas. Ellas deben ser consideradas elaboraciones de segundo nivel ya que están preexistentes en las redes de poder en que se mueve. Más allá de que estén generadas en experiencias de laboratorio, ajustadas a todas las reglas positivas, la visión estará mediado por un sistema preestablecido. El resultado final también estará sometido a la necesidad de respetar una jerarquización y en general una estructuración previa. Tomando en cuenta esto es que se puede comprender la postura foucaultiana respecto a que el discurso es el que conforma el objeto y posibilita su emergencia en determinado contexto.

Cuando se genera una ruptura, tal el caso de Giordano Bruno, Galileo, o del propio Mendel, o la lucha más cercana en el tiempo de Teyllard de Chardín, se debe enfrentar los mecanismos de poder que se sustentan y sirven de esas estructuras. Modernamente el destino no está marcado por la hoguera de la Inquisición, pero se han ideado otros instrumentos, más sutil de sanción y silenciamiento.

Sólo cuando se aceptan los axiomas extracientíficos es posible hablar genéricamente de familia, locura, sociedad o cualquiera de los conceptos que podamos elegir. Sólo cuando se aceptan esos axiomas se puede ingresar al universo del "saber" y legitimarse con el mismo. Cada "familia conceptual" en coordenadas precisas espacio – temporales, es una realidad singular. Cuando seleccionamos, en el marco del axioma, determinados elementos dejamos en las sombras otros, podemos trazar una línea continua de evolución. Sobre esa línea se levanta posteriormente una teoría interpretativa que se articula con determinados códigos y formas. Cuando nos enfrentamos a tal resultado, estamos frente a una meta-teoría, a una "máscara" que distorsiona nuestra identidad y nuestra capacidad de comprender.

No existe en relacionamiento directo sujeto – objeto. Dicha relación se encuentra mediada por el conjunto de la cultura, introyectándose en el individuo aún antes de ser consciente de ello. Al estar la cultura cruzada de relaciones de poder, vemos que estas están presentes en el acto de conocer.

En el comienzo de "Las palabras y las cosas" (1964) establece al respecto: " Los códigos fundamentales de una cultura – los que rigen su lenguaje, sus esquemas perceptivos, sus cambios, sus técnicas, sus valores, la jerarquía de sus prácticas – fijan de antemano para cada hombre los órdenes empíricos con los cuales tendrá algo que ver" (4). El parentesco con el pensamiento de Weber es evidente. Para superar esa limitante es necesario desarticular el discurso, la historia global, para hacer crecer la historia general, tal como lo plantea concretamente Foucault en "Arqueología del Saber". Al respecto afirma: " … el tema y la posibilidad de una historia global comienzan a borrarse, y se ve esbozarse los lineamientos, muy distintos, de lo que podría llamar una historia general" (5)

La necesidad de la construcción de un nuevo discurso.

Se le impone la necesidad de una nueva visión de la historia. Para ello se plantea la necesidad de crear un nuevo discurso capaz de establecer nuevas pautas de integración – exclusión. Precisamente este juego de integración – exclusión, es una de las funciones claves del discurso, proyectándose hacia el propio desenvolvimiento del individuo en la sociedad. Dentro de acontecimientos de un área espaciotemporal bien definida es posible establecer una " red de causalidad que permita derivación de cada uno de ellos, relaciones de analogía que muestren como se simbolizan los unos a los otros, o cómo expresan todos un mismo y único núcleo central"(6). Este aspecto permite evitar la dispersión de los hechos y la conformación de conjuntos con procesos particulares. Resulta absurdo en determinadas ramas de las ciencias físico naturales negar la existencia de relaciones de causa – efecto. Si combinamos en determinadas circunstancias dos átomos de hidrógeno con uno de oxígeno obtendremos agua. Pero como se ha demostrado, dos modelos meteorológicos construidos artificialmente y puestos en funcionamiento no han producido los mismos fenómenos. Ello a pesar de estar conformados por los mismos elementos.

En campos complejos como en el social, en donde inciden una gama muy extensa de variables, no es posible establecer una causalidad lineal, mecánica, sino que en todos los casos estaremos señalando un determinado grupo de ellas. Por tanto la construcción deberá ser entendida como un "posible", no como un "absoluto".

Esta postura lo lleva negar las grandes construcciones adoptando en cambio una actitud relativa. Las construcciones de carácter macro pueden mantener determinados niveles de validez, pero mientras las consideremos sólo como tendencias más o menos permanentes en un período concreto. Tomemos como ejemplo el modelo ideado por Marx, uno de los más influyentes en nuestro siglo. La serie construida a partir del desenvolvimiento económico, no es sino un pliegue dentro de la historia general, que de acuerdo a la coyuntura específica de un momento tendrá mayor o menor fuerza proyectiva hacia otros campos. En esto se acerca a los neomarxistas de la Escuela de Francfort, los cuales concedieron a la cultura y la ideología un papel mucho más importante que el que originariamente les reservara Marx. Lo simbólico tiene una gran trascendencia. Como ya lo señalara Weber a comienzos del siglo y lo reafirmara en la actualidad B. Bernstein, cuando en la obra: Clases, códigos y control (1971), el lenguaje es un sistema que a la vez de articular las experiencias del individuo, conlleva determinada manera de "leer la realidad. Esto ya lo había adelantado Leybniz cuando estableciera que la lengua de un pueblo resume su propia historia y determina una forma de concebir el mundo.

La historia debe ser entendida entonces como un conjunto de pliegues en donde se combinan diferentes series de hechos. Combinación en donde las líneas de fuerza de cada una de ellas se retroalimentan, se complementan o se oponen entre sí. Por esta razón es que se producen los quiebres. Cuando una determinada combinación de series comienza a oponerse al "orden" instituido, en equilibrio inestable, cuando la fuerza que conjugan en una determinada dirección, entonces se produce la discontinuidad y la aparición de un "nuevo orden".

El discurso en tanto que articulador y vehículo de las relaciones de poder debe ser desmontado por aquel que aspira a cambiar la relación existente. Mientras este hecho no se verifique es imposible hablar de sustitución o anulación de una determinada forma de poder. Cuando el preso comienza a expresar su sentir sobre la prisión, cuando progresivamente va articulando una

determinada visión del universo carcelario, en esa medida está ideando un contradiscurso capaz de entrar a disputarle el terreno al hegemónico.

Esta postura tiene dos consecuencias inmediatas. En primer lugar, el problema de la superación de formas de poder se instala en el plano individual y no en el colectivo. A este sólo se llegará cuando un conjunto de soluciones individuales se acumulen, creen una nueva unidad sígnica y procedan a ocupar la posición hegemónica. Cabe señalar que Foucault no desarrolló la menera en que se pasa de lo individual a lo colectivo.

En segundo lugar, el escenario donde en la sociedad moderna se define el poder es el correspondiente a la creación discusivo-sígnica. Dado que este es condición sine qua non para que el mismo alcance los niveles de la cultura, entendida como forma de vida, el que ejerza hegemonía en este terreno dispondrá del poder de imponerlo a los demás. Cuando tratemos el problema de la escuela este aspecto resultará claro. En efecto la educación en general y la escuela en particular, al manejar determinados códigos, propicia la reproducción de un determinado discurso que en definitiva reproduce relaciones de poder intrínsecas.

El concepto de Poder.

Este es un concepto capital dentro de la obra de Foucault. Quizás sea el que ocupara mayor espacio en su reflexión aún cuando desarrollara temáticas particulares, constituyéndose en una suerte de factor común. A pesar de ello es significativo el hecho de que encontramos una serie de "huecos" de importancia en su análisis.

Quizás la principal ruptura introducida por Foucault lo constituya el abandono de la línea tradicional de análisis del problema del poder. La reflexión sobre el poder es un área que surge a partir del siglo XVI, en donde se sistematiza la temática del buen gobierno. Anteriormente se encuentran consejos sobre el comportamiento del príncipe. Incluso un papiro del Antiguo Egipto, atribuido a Ptah-hotep visir del Alto Egipto, registra una serie de recomendaciones a su hijo sobre cómo ejercer el poder.

" Para exponer las cosas muy esquemáticamente, el arte de gobernar se encuentra a finales del siglo XVI y comienzos del XVII una primera forma de cristalización, forma que se organiza en torno al tema de la razón de Estado entendida no en el sentido negativo y peyorativo que se le da hoy (infringir los principios del derecho, de la equidad o de la humanidad por el solo interés del Estado) sino en un sentido positivo y pleno…" (7) Foucault en la cita nos acota la construcción de la serie histórica, marcando un quiebre significativo producido en el pasaje del siglo XVI al XVII.

El tema, en su desarrollo, es sacado del exclusivo campo político para ser instalado en la cotidianidad. Sin dejar de reconocer que los intereses hegemónicos de diferente grupos sociales se encuentran detrás de situaciones de poder generalizadas, considera que no es la única manifestación de aquel. Del mismo modo considera situaciones como las planteadas por obras como "El Miedo a la Libertad" de E. Fromm, que buscan explicar comportamientos sociales a partir de pulsiones del inconsciente.

En ambos casos no tenemos ante nosotros sino una parte del problema. El poder es mucho más complejo que lo derivado de las posiciones marxistas o freudianas. Es en esencia un personaje que atraviesa todos los escenarios en los que se despliega la vida humana. "Quiero decir esto: en una sociedad como la nuestra, pero en el fondo de cualquier sociedad, relaciones de poder múltiples atraviesan, caracterizan, constituyen el cuerpo social; y estas relaciones de poder no pueden disociarse, ni funcionar sin una producción, una acumulación, una circulación, un funcionamiento del discurso. No hay ejercicio de poder posible sin una cierta economía de los discursos de verdad que funcionen en, y a partir de esta pareja." (8)

Su naturaleza última no puede ser aprehendida sino allí donde su intención está totalmente investida; en el interior de prácticas reales y efectivas y en relación directa con su blanco y campo de aplicación. Resulta lógico entonces no tomar el nivel macro como punto de partida para su análisis sino la multitud de actos que a diario son protagonizados por el individuo. No es algo que se precipita sobre el individuo y que se encuentra institucionalizado en formaciones sociales. No importa la legitimidad del mismo, si emana de los intereses de un grupo hegemónico o si es producto de la voluntad de la mayoría.

El planteo parte de que el poder se genera y materializa en una extensa gama de relaciones interpersonales desde las cuales se eleva hasta constituir estructuras impersonales.

En este punto encontramos uno de los "huecos" teóricos a que hacíamos referencia. Preguntas tales como el modo en que se relacionan entre sí diferentes formas de poder, cómo unas pueden ser apropiadas por sectores sociales o cómo pueden cambiar o ser abandonadas no es respondido con claridad. Si como vimos al analizar el discurso existen normas que rigen nuestra percepción, debe existir, a su vez, mecanismos que posibiliten que se estructuren y se reproduzcan. A la vez su permanencia implica una determinada materialización en las prácticas cotidianas. ¿Cuáles son los elementos legitimadores, cuáles los que permiten su sustitución circunstancial o permanente? Parece faltar la respuesta y sólo es posible alcanzarla a través de caminos laterales. Por otra parte no podemos dejar de reconocer la presencia de por lo menos dos grandes planos donde se agrupan las diferentes manifestaciones de poder tomando como criterio la extensión de las mismas. Uno estaría constituido por las relaciones interpersonales que no alcanzan a la totalidad de integrantes de un grupo y otro caracterizado por formas institucionalizadas que operan como espacios cerrados. En estos ya no es el poder de un individuo sobre otro sino de un grupo sobre otro, con las características que sus integrantes quiéranlo o no, quedan presos de su ejercicio. Los dos planos en los que habría que considerar el Poder, tienen dinámicas diferentes y generan formas de perpetuación y defensa diferentes.

Consideramos, el planteo de Foucault resulta posible si es viable relacionar dialécticamente las categorías de lo individual, lo particular y lo general, para conformar una imagen del punto. Mas ello supone ir más allá de lo expresamente establecido por el autor. Se debe admitir entre las categorías apuntadas, incluso, recorridos disimiles en el corto plazo. Hemos de admitir, así mismo, que deben existir relaciones entre las mismas y sus componentes, dado que las mismas son parte de una misma realidad. ¿Cómo formas generalizadas de poder se combinan con otras de menor alcance social? He aquí una de las interrogantes que no responde acabadamente el autor. No es la única. Si admitimos que el poder está presente en todas las aciones, bajo diferentes formas y dinámicas, qué sucede cuando encontramos una constelación de fuerzas contradictorias? La conclusión sería que el conflicto sería lo permanente dependiendo de su extensión e intensidad, la importancia que cobrará dentro del conjunto social. A pesar de ello nada nos aporta sobre posibles caminos de superación. ¿Puede ser que determinadas formas de poder sean como la luz de esas estrellas que ya extinguidas, nos sigue llegando y puebla nuestro cielo? La pregunta anterior nos conduce directamente a una interrogante clave. ¿Puede sustentarse una relación de poder, alejada de la situación que le diera origen? En caso de respuesta positiva, cuánto más puede sostenerse por una suerte de inercia histórica?

Dos esferas donde se construye y reproduce el poder.

Foucault parte de la base de que existen dos esferas donde se consolidan las prácticas, cada una de ellas tiene sus propios mecanismos de legitimación, actúan como "centros" de poder y elaboran su discurso y su legitimación.

Una de dichas esferas está constituida por la ciencia, la otra por el contrario está conformada por todos los demás elementos que pueden definirse como integrantes de la cultura. Lo ideológico, las diferenciaciones de género, las prácticas discriminatorias, las normas y los criterios de normalidad, están dentro de esta segunda esfera. Tanto una como otra con una referencia notoria a un tiempo y un espacio determinado.

En medio de las dos esferas referidas queda una zona intermedia que es donde la cultura puede desprenderse de sus códigos primarios y mostrar lo consolidado como un "posible" entre otros.

Utilizando la genealogía como sistema Foucault llega a la conclusión de que la instauración de la sociedad moderna supuso una transformación sustantiva en la consagración de nuevos instrumentos a través de los cuales canalizar el poder. De manera paralela se construyó un conjunto extenso de discursos que confirieron fuerza y capacidad de expandirse a esas nuevas formas de poder. Este ya no se basa como en el pasado en la fuerza y su legitimación religiosa. Dado que como afirma el hombre, en su actual dimensión es una creación reciente, el poder debe materializarse a través de diferentes formas de disciplinamiento. Es necesario que pase a formar parte del propio ser de cada individuo. Al decir de Paulo Freire el mismo debe alojarse en la cabeza del dominado y a considerar como natural lo que desde el nacimiento se le está imponiendo.

Para alcanzar esta meta debe estructurarse una retícula de poderes entrecruzados que van conformando en su tránsito a los individuos. " El poder tiene que ser analizado como algo que circula, o más bien, como algo que no funciona sino en cadena. No está nunca localizado aquí o allí, no está nunca en las manos de algunos, no es un atributo como la riqueza o un bien. El poder funciona, se ejercita a través de una organización reticular. Y en sus redes no sólo circulan los individuos, sino que además están siempre en situación de sufrir o de ejercitar ese poder, no son nunca el blanco inerte o consintiente del poder ni son siempre los elementos de conexión. En otros términos, transita transversalmente, no está quieto en los individuos". (9)

Desde el momento que es una forma histórica de relación de los individuos y dado que consiste en una red intrincada tiene la facultad de definir el cuerpo social. Así mientras Marx dividía la historia de la sociedad de acuerdo al modo de producción dominante, en Foucault, tal división debería efectuarse a partir de series particulares, de acuerdo a las características que asumen las relaciones de poder existentes. Con la particularidad de que cada uno de los períodos no se encadena a los demás sobre una línea de evolución sino que es una serie independiente de la que no puede deducirse otra cosa que su propio carácter de tal.

Dimensiones y cotidianidad del poder.

El poder no tiene una única fuente ni una única manifestación. "…por dominación no entiendo el hecho macizo de una dominación global de uno sobre los otros, o de un grupo sobre otro, sino las múltiples formas de dominación que pueden ejercerse en el interior de la sociedad". (10) Tiene, por el contrario, una extensa gama de formas y naturaleza. Cuando un grupo social es capaz de apoderarse de los mecanismos que regulan una de dichas manifestaciones, lo pone a su servicio y elabora una superestructura que se aplica a los potenciales dominados. " No hay ejercicio de poder posible sin una cierta economía de los discursos de la verdad que funcionen en, y a partir de esta pareja". (11)

Se crea, así, un discurso que lo presenta como un hecho "natural" y procura bloquear las posibilidades de aparición de otros discursos que tengan capacidad cuestionadora. Aparece en escena la disciplina en su doble acepción que mantiene desde su origen, apuntando tanto al conjunto de conocimientos como al control.

Esa necesidad de contar con un discurso de "respaldo", con una determinada forma de verdad, lleva necesariamente a establecer una relación entre poder y saber. Esta relación será clave a partir de la cual interpretar la labor de la escuela como espacio cerrado. Espacio en el que funciona uno de los panópticos que conforman la sociedad.

Refiriéndose al surgimiento de la prisión en su concepción moderna afirma: "El sueño arquitectónico de Bentham se convirtió en una realidad jurídica e institucional en el Estado napoleónico, que sirvió por otra parte de modelo a todos los Estados del siglo XIX. Diría que el verdadero cambio ha sido la invención del panóptico. Vivimos en una sociedad panóptica. Tenemos unas estructuras de vigilancia absolutamente generalizadas, de las que el sistema penal, el sistema judicial es una pieza, y de las que la prisión es a su vez una pieza, de la que la psicología, la psiquiatría, la criminología, la sociología, la psicología social, son sus efectos. (12)

A partir de esta postura sobre la naturaleza y funcionamiento del poder todos actuamos como víctimas y victimarios del poder. Por tanto nos movemos en una situación ambivalente con respecto al poder, participando de él y estando sometidos al mismo.

Este es uno de los puntos débiles, que a mi juicio presenta el conjunto del análisis.

No es posible dimensionar de igual modo las diferentes manifestaciones de poder que se producen en el seno de la sociedad. Aún admitiendo las premisas de reflexión de Foucault hemos de admitir determinadas combinaciones dentro de coordenadas espacio – temporales concretas que son capaces de someter a otras de menor fuerza. Si muchas pueden considerarse herencias de otras situaciones pasadas, hay en el presente elementos capaces de revitalizarlas y reproducir.

Con todo el pensamiento de Foucault no nos presenta un universo cerrado, un individuo preso en una telaraña de líneas de poder. A cada paso se elaboran mecanismos de defensa que van constituyendo la individualidad y abren la puerta a la transformación, más allá de que no surja con claridad la manera en que podrá asociarse con otros para imponerse como detentor del poder. En esto se aparta doblemente de su mentor, L. Althusser, y su teoría de los Aparatos Ideológicos de Estado. Aparece en cambio más cercano al pensamiento de Gramsci en cuanto al manejo del concepto de hegemonía en sustitución al empleo de dominio absoluto.

El papel de la educación formal en la construcción y reproducción del poder.

El ejercicio del poder, en nuestras coordenadas histórico – temporales, necesita desplegar una acción disciplinaria de modo de obtener los resultados esperados de un modo eficiente. Para ello es que se han creado los espacios cerrados en donde el poder se manifiesta de modo directo. El ejército, el hospicio, la cárcel, la fábrica y la escuela son esos espacios presentes en toda sociedad. Cuando nos referimos a fábrica y escuela, ambas expresiones, deben ser tomadas en sentido genérico, como representantes de la actividad asalariada en general y de la enseñanza formal.

Ante la pregunta si puede establecerse una analogía entre la escuela, el cuartel, la fábrica y la cárcel, como formas de encierro destinadas al disciplinamiento, la respuesta de Foucault es por demás clara. "Creo que en el fondo la estructura de poder propia de estas instituciones la que es exactamente la misma. Y verdaderamente, no se puede decir que haya analogía, hay identidad. Es el mismo tipo de poder, se ejerce el mismo poder." Diálogo sobre el poder. (13)

Para desarrollar este juicio, que para los que hemos sido formados en una visión positiva, positivista y "rosa" de todo lo que se refiere a la educación tiene un efecto traumático, debemos seguir los pasos señalados por el autor. Los mismos son los siguientes. En primer lugar significa la ruptura con una concepción humanista dominante a partir del siglo XVIII y el enfrentarnos a una construcción postmoderna de la escuela como institución y la educación en general.

Para analizar la escuela desde la particular óptica de Foucault debemos en primer lugar ver como se integra dentro de los procesos diferenciadores existentes en la sociedad. Estos crean espacios básicos en los que se definen situaciones de poder. Tomando en cuenta trabajos como los realizados por B. Berstein en Inglaterra referentes a la adquisición del conocimiento de los alumnos de acuerdo con su extracción social, es posible establecer una correlación entre los resultados académicos y los niveles alcanzados. También los trabajos de M. Apple en Estados Unidos apuntan a remarcar la misma situación. En un mismo sentido están los informes producidos por CEPAL en nuestro país. La conclusión de todos estos informes es que existe una vinculación directa entre los resultados alcanzados y la ubicación social de los examinados. La escuela lejos de servir de mecanismo de compensación acentúa esas diferencias. En todos los casos la escuela parte de un mensaje único frente al cual determinados sectores y extractos sociales no se identifican. Uno de los mecanismos de resistencia primarios consiste en un rechazo de los contenidos y de los valores que están. El "fracaso" académico es el resultado lógico de esta situación.

Cuando hablamos de sistemas diferenciadores no sólo hemos de prestar atención a aquellos que se derivan de la situación económica, sino también hemos de hacer lugar a la tradición, las leyes, la cultura. Nuestra educación funciona sobre la base de la universalidad, por tanto maneja un mensaje único. Un universo cultural único al que necesariamente deben integrarse los alumnos, no dejando lugar alguno para formas alternativas. Tal como lo señalan los diferentes trabajos que se ocupan del currículo oculto, las englobadas bajo la denominación de reproductivistas o las corrientes pedagógicas críticas, el campo de la enseñanza dista mucho de ser neutro. En el mismo existe un interés manifiesto de mantener determinadas formas dentro de un status quo permanente.

La posición de Foucault se alinea con estas ideas y propone que la escuela al ejercer el mismo tipo de poder que la fábrica, la cárcel, el cuartel o el hospicio, busca disciplinar el cuerpo y la mente de los individuos para desenvolverse dentro de determinadas coordenadas de poder. En el caso de la enseñanza el instrumento del examen es una de las estrategias de reproducción de las relaciones de poder. En la medida en que el estudiante se encuentra a merced del examinador y que no tiene otra alternativa que moverse dentro de los parámetros establecidos por aquel, está siendo sometido a un poder manifiesto. En el acto de examen la relación poder – saber alcanza su esplendor supremo. Eso combinado con las prácticas cotidianas de enseñanza nos llevan a que "Las disciplinas encierran ciertas visiones del hombre en cuanto agente moral, ser sexuado, aprendiz o cualesquiera otra. Mediante los procedimientos normalizadores del examen y la "confesión", las personas se clasifican como objetos, "revelándoles" la verdad sobre sí mismos. Al construir de este modo a los sujetos, el poder moderno produce individuos gobernables." (14)

Un segundo aspecto que hemos de tomar en cuenta es el referente a los objetivos, implícitos y explícitos, perseguidos por la institución en su accionar. A este respecto hemos de considerar el aporte efectuado por las corrientes reproductivistas y en especial los trabajos de Bourdieu con su teoría del habitus. Como ha sido descripto desde los trabajos iniciales de Althusser, Bourdieu, Paseron, Establet y otros en Europa, así como Gintis en EE.UU, la escuela debe ser analizada profundamente de manera de poner en evidencia lo que se ha denominado el currículo oculto. Es decir toda una serie de actitudes y valores que si bien de modo indirecto se busca matrizar en cada alumno que pasa por las aulas.

En este punto Bourdieu y Passeron, son quizás los que en la obra La Reproducción, los que han presentado un desarrollo más completo. La tesis central de estos autores apunta a establecer que la escuela como institución es un instrumento clave en la reproducción de las relaciones de dominación existentes en la sociedad. Esta dominación, a diferencia de lo que aconteciera en la antigüedad no se verifica por el empleo de la fuerza, aunque esta no se elimina, sino por la implantación de lo que ellos denominan habitus. El mismo es definido por los autores del siguiente modo: "produit de l’intériosation des principes d’un arbitraire culturel capable de se perpétuer après la cessation de l’AP et par là de perpétuer dans les pratiques les principes de l’arbitraire intériorisé" (*)

Existe una correspondencia clara entre el pensamiento de Foucault y el de estos autores. La implantación del hábitus traduce una práctica de poder que busca reproducir relaciones de dominio más intensa. Esta visión de la escuela si bien tiene una cuota parte de verdad, no es adecuada para definir la institución. Toda la educación tiene una dimensión reproductiva en la medida en que uno de sus objetivos esenciales es la conservación de un determinado patrinomio cultural. Qué se incluye dentro de esa reproducción, qué medios son puestos en juego, qué contenidos específicos son privilegiados son harina de otro costal. Pero junto a la reproducción se manejan conductas de resistencia. Resistencia que comprende diferentes planos que va desde el abandono, la negatividad sobre todo lo que en ello se expresa, la indiferencia, la violencia hacia sus representantes, hasta la elaboración de mensajes paralelos o formas de contracultura.

A modo de síntesis podemos decir que la escuela, en la concepción foucaultiana, como representante genérica de la educación formal, es el gran aparato disciplinador de la sociedad. Si analizamos los instrumentos tradicionales: el ejército, el hospicio, la cárcel y la escuela, esta última cuenta con la ventaja de ser el espacio por el que pasan todas las personas. Todos de una manera u otra llevamos impresas en nuestro cuerpo y mente las huellas dejadas por la escuela. El modo de hablar de pensar, de leer el mundo, empleando la terminología freireana, es fruto del papel disciplinador desplegado por la escuela. "… la disciplina ejercida sobre la persona, con el fin de producir cuerpos dóciles (es interesante señalar que dócil tiene su propia connotación educativa, pues proviene del latín docilis que significa enseñable), se deriva de las prácticas reducidas o micro-tecnologías. Estas en la organización del espacio y del tiempo siguiendo líneas ordenadas, de manera que faciliten formas constantes de vigilancia y puesta en acción de evaluación y el juicio" (15)

Citas incluidas en el trabajo.

  1. M. Foucault. (1984). Citado por James D. Marshall, "Foucault y la investigación educativa" pág 15. Morata España 1990.
  2. M. Foucault. Microfísica del poder. 3ra Edición. Ediciones de La Piqueta. España 1991. Página 10
  3. M. Foucaul. Microfísica… ob citada Página 13
  4. M. Foucault. Las palabras y las cosas. Planeta Agostini, España 1985. Página 5
  5. M. Foucault. La arqueología del saber. 18va Edición. Siglo XXI. Méjico. 1997. Pagina 15
  6. Arqueología. Ob citada página 15
  7. M. Foucault. Espacios de poder. Ediciones La Piqueta. España 1991. Página 19
  8. Microfísica… Obra citada páginas 139 – 140.
  9. Microfísica… Obra citada página 142
  10. Microfísica…. ob cit. Página 142
  11. Microfísica… ob cit. Página 140
  12. M. Foucault. Un diálogo sobre el poder. 5ta Edición. Alianza Editorial. España 1995. Página 63
  13. Un diálogo … ob. Citada. Página 65
  14. James D. Marshall. Obra citada. Pág 29.
  15. Keith Hoskin. Foucault a examen. El criptoteórico de la educación desenmascarado. Morata. España. 1993. Página 35.

 

 

M. Insp. Mag. Douglas Ifrán

Partes: 1, 2
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