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La independencia en Santa Marta – Último bastión realista del caribe colombiano- (página 4)


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Si sabe que el citado Presbítero es uno de los adictos y acérrimos partidario de la Revolución e Independencia, dijo. Que él siempre se ha manifestado ser más adicto a la Independencia a que a la causa justa del Rey.

Si sabe que en las misas cantadas haya dicho en las Colectas pro Reyes Nostro Ferdinando o pro República nostra, y si la ha oído sermones contra nuestro Monarca, dijo: que en las misas cantadas siempre le ha oído pro República nostra, que no le ha oído sermón alguno.

Que sabe acerca de la conducta de dicho Presbítero, y diga acerca de todo cuanto sepa, dijo: que su conducta no ha sido la más arreglada, no propia del carácter sacerdotal y siempre adicto a la causa injusta.

Si ha esparcido papeles y proclamas de los Revolucionarios y si ha tenido comunicación con ellos, dijo: que se hallaba ausente, pero oyó decir de proclamas y no sabe si las esparció.

Si en las Juntas que hicieron para reconocer el Gobierno de (Ilegible) en el año diez concurrió a ellas el dicho Presbítero. Cuando se reunieron el Cabildo con los Cleros: dijo: que no concurrió y por consiguiente que no prestó juramento, que ahí se reunió. Que no tiene que añadir ni quitar, que lo dicho es la verdad bajo del juramento que tienen prestado en el que se afirmó y ratificó leída que le fue esta en su declaración y dijo ser de edad de treinta años. Y lo firmó con dicha señor y presente Notario.

García – José Trinidad Jácome

Lino Castelo, Notario

En el mismo acto, día, mes y año compareció ante mí y presente Notario el cuarto testigo en esta Sumaria Antonio Quintero Peinado a quien se le hizo levantar la mano derecha hecha la señal de la cruz Juraos a Dios y prometéis al Rey decir la verdad a lo que os interrogare, dijo: Juro y prometo.

Si conoce al Presbítero Don Alejo María Buzeta, si le comprenden las Generales de la Ley, y si sabe si ha jurado la Independencia dijo: que le conoce, que no le comprenden las Generales de la Ley, que ignora haya jurado la Independencia por haber estado ausente de la ciudad.

Si sabe que el citado Presbítero es uno de los adictos y acérrimos partidarios de la Revolución e Independencia dijo: que si, que por tal le ha conocido y es temido en la ciudad.

Que sabe acerca de la conducta de dicho Presbítero, y diga acerca de ella cuanto supiere: dijo: que en cuanto a su conducta puede decir que fue de Cura a Cascajal de donde fue despedido por su mal porte, de ahí a Aguachica y le sucedió lo mismo, de este a los pueblos de la Loma, Brotare y San Antonio, donde no fue recibido a causa de las noticias que tenían de su conducta hasta que finalmente se pudo acomodar aquí donde hubo una disputa con Gabriel Peinado, al que dio de palos por lo que fue convocado a Santa Marta e inspenso a Divinis donde no llegó por haber obtenido otra contraorden en el camino.

Si ha esparcido papeles o proclamas de los revolucionarios y si ha tenido correspondencia con ellos, dijo: que si, pues de la correspondencia que tenía con Antonio Morales y los demás partidarios obtuvo proclamas. Las que dirigió al declarante con Luis Cabieles para que este, como Capitán que estaba siendo de las Milicias Urbanas se enterase en ellas, el que no las quise recibir, a lo que le respondió el dicho Luis que si no las recibía correría por las calles la sangre de sus hijos, a lo que respondió el declarante que no las recibía, que correría la suerte que Dios le hubiese destinado.

Si ha contribuido o con su persona, si ha exhortado a la ciudad a que siguiesen la Independencia, dijo: que cuanto a su persona ignora, pero que ha oído decir que ofreció dinero pero que no sabe la cantidad.

Si había asistido a algunos regocijos de los que se hicieron por la noticia que dio el Coronel Don Ramón Correa para la feliz entrada en Cúcuta. Dijo: que el mismo declarante le hizo cargo porque no había concurrido a la función que se hizo en obsequio de tan plausible noticia, a lo que respondió que él no tenía que ver nada en esas funciones que las suyas eran de la Iglesia.

Si había concurrido este sacerdote en la música que dieron por las calles públicas cantando versos a favor de la Independencia y contra nuestro Augusto Monarca, dijo: que había oído decir que los versos eran sacado por él, y para leerlos a los músicos se ponía los anteojos. Igualmente declara que ha oído decir y puede justificar que cuando los Insurgentes hicieron prisionero cuatro de los nuestros en esta ciudad, uno de ellos llamado Juan Caicero se pudo librar por empeños en Mompox, y al regreso a esta lo volvieron a aprender y pasándolo por las plazas se le oyó decir a dicho Cura tírale un balazo o matarle a machete. Que es cuanto puedo decir, que lo dicho es la verdad a cargo del juramento que tiene prestado, en el que se afirmó y ratificó leída que le fue esta su declaración y dijo ser de edad de cincuenta y seis años, y lo firmo con dicho Señor y presente Notario.

García – Antonio Quintero Peinado – Lino Castelo, Notario.

Por concluida esta Sumaria Información contra el Presbítero Don Alejo María Buzeta, y pasen estos autos al Excelentísimo SR General en Jefe para que determine lo que sea de su agregado. Ocaña 27 de Marzo de 1.816.

Francisco García

Capellán

Ilustrísimo SR:

Paso a manos de Vuestra Señoría Ilustrísima la adjunta Sumaria que se ha formado contra el Presbítero Don Alejo María Buzeta, uno de los más exaltados y rebeldes de este país, que ha alterado con su corrompida opinión la tranquilidad pública, proclamando la Independencia en escándalo de su Sagrado Ministerio y notable perjuicio de los habitantes a cuyo fin lo remito, paso a la disposición de Vuestra Señoría Ilustrísima con el expresado Sumario bajo las órdenes del Teniente Coronel Don Valentín Casmany quien lo remitirá desde Mompox a Vuestra .Señoría Ilustrísima para que desde luego y con su presencia de sus hechos y lo perjudicial que es la permanencia en estas tierras disponga de su persona lo que tenga por conveniente.

Dios Guarde a Vuestra Señoría Ilustrísima. Cuartel General de Ocaña, 28 de Marzo de 1.816

Ilustrísimo Señor Pablo Morillo.

Ilustrísimo Señor:

El Ilustrísimo Señor General en Jefe del Ejército expedicionario ha dispuesto siga a las órdenes de Vuestra Señoría Ilustrísima el Presbítero Cura de Ocaña Don Alejo María Buzeta, con el oficio que acompaño que uno y otro entregará el soldado del Batallón Alhuera Pedro Barrios, aquí he auxiliado a dicho Presbítero de Bagaje y demás necesario hasta ponerlo en esta capital, y es conforme a la mente superior de su Excelencia.

Dios Guarde a Vuestra Señoría Ilustrísima. San Juan de la Ciénaga 12 de abril de 1.816.

Antonio Meléndez

Ilustrísimo Señor Obispo de Santa Marta

DR Don Manuel Redondo.

Ilustrísimo Señor:

Don Alejo María Buzeta, Cura Rector de la ciudad de Ocaña, residente en esta Capital de Santa Marta, ante la Superioridad de Vuestra Señorita

Declaración del Presbítero Alejo María

Ilustrísima. en la debida forma que por derecho corresponde, parezco y digo: que por el 12 de Febrero del corriente año de 1.816 se me intimó la Superior Orden de Vuestra Señoría Ilustrísima de la suspensión de la administración de mi Curato y de Celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, previniendo la misma orden, se actuase una información Sumaria, sobre si estaba comprendido en la Insurgencia: habiendo obedecido (Ilegible) sin excepción de mis derechos entregué mi Curato al Comisionado Vicario Don Luis Alvares; resguardado con el escudo de no haber dado motivo que me sujetase a sufrir este bochornoso Vejamen y por consiguiente el perjuicio de mi renta y perdida de mis Bienes, a seguidas de esta Providencia, llegó a aquella ciudad el General Don Pablo Morillo a 25 de Marzo quien me encontró suspenso: Con este motivo llevado del ardor del ánimo Militar, mandó el 28 del nominado mes que me aprontase para las 5 de la mañana siguiente para Santa Marta: yo en vista de una determinación tan violenta, en virtud de hallarme enfermo en cama, y de no haber dado motivo que diese causa a dicha orden, puse inmediatamente al Vicario Don Luis Alvares, a quien requerí en virtud del conocimiento que tenía de mi arreglado proceder y de que por ser realista me suspendió del Curato Don Juan Salvador Narváez, ayudante de Bolívar, según consta de su oficio 3 de Febrero de 1.813 con el que pasó El Vicario en voz acompañará informar al General, y no habiéndolo encontrado volví solo a las 6 y entregué el oficio, y a su contenido me respondió: que lo mandado en vista de este resultado, tuve por conveniente el ponerme en camino el 29 de Marzo, a la hora que se me había asignado: Pero tuve noticia cierta que el Vicario de Pesquiza Villa Villa, dijo que de la Sumaria no resultó nada en mi contra, y ofreció a mi hermana Doña Josefa Buzeta escribiría al SR. Obispo en abono de mi conducta. Mas la Divina Providencia, quiso Ilustrísimo Señor traerme (aunque enfermo) a la presencia de Vuestra Señoría Ilustrísima ante mi Legítimo Superior; quien con pleno conocimiento de mi causa, me juzgue en justicia: bien declarándome libre de todo cargo de Insurgencia (como lo estoy) o haciéndome cargo, si acaso se me acumula algún defecto, por en ese caso indemnizarme, como lo haré en uso de mi natural derecho. Yo estoy pronto a justificar con todo el vecindario de la ciudad de Ocaña que desde el año de 1.810 no me retiré a vivir solitario al Arrabal, que llaman la Carrera, con el fin de no asistir, ni ver, ni oír los asuntos de la Revolución.

El mismo Vicario Don Luis Alvares y el propio Notario Don Ignacio Carballo son testigos que habiéndome convocado para la primera Junta en la casa de Don Antonio Luis Jácome; me denegué a su asistencia, diciendo que yo no me debía mesclar en más asuntos, que eran los de mi Iglesia.

Luego aconteció lo mismo con otra que hicieron en casa de Don Florentino Jácome, para nombrar al Diputado que vino a Santa Marta, en cuyo día me retiré a una estancia que llaman Barbosa.

Al siguiente año, hicieron otra Junta en casa del Alcalde Dimarco Don Joaquín Rizo y habiéndome convocado el Vicario por recado que me pasó con el hijo de José Aniceto Márquez; le contesté, desde mi retiro que me dispensare la asistencia: que si me llamaba para hacerme saber alguna Superior orden del Señor Obispo o su Provisor; estaba pronto a obedecerla y que se me hiciese saber, en mi casa o del Vicario, o en la Santa Iglesia o donde estaba pronto a concurrir, cuya respuesta dio el Mozo en los mismos términos que se le encomendó; habiendo sido testigos todos y entre ellos el Sargento Don Pedro José Zúñiga, vecino y residente en este, a quien siendo necesario desde ahora, lo presento por testigo: después de aquel día hasta al de mi partida a esta capital, permanecí en mi retiro atendiendo solo al cumplimiento de mi obligación ejercitado en devociones en la Iglesia y haciendo obras a mi costa en beneficio del culto divino, como son públicas y justificables a que me remito por el presente inventario, que muestra la cantidad de dos mil pesos antes más que menos.[40]

Es fácil el Ilustrísimo Señor la justificación de todo lo relacionado. Porque es público y notorio, y están existentes las referidas alhajas, con el aditamento de haber costeado las devociones diarias del Rosario por las calles los Miércoles y Sábados, el Frijasio todos los domingos, con música a mi costa, y los jueves la misa de Renovación con solemnidad de música y luces a mi costa, porque la Cofradía no tiene con qué poder sufragar el costo; anotando también el mérito de haber celebrado las Misas en todas los lunes con la procesión de ánimas y los sábados de la Purísima, sin pagarme la limosna de la aplicación del sacrificio, pues hasta el día se me debe la mayor parte por el Cofrade Don Manuel Antonio Lemus, con motivo de haber emigrado a causa de la Revolución.

Todas estas obras, Ilustrísimo Señor, todos estos procederes, y todo este esmero y trabajo personal que aun, estando enfermo, no hacía falta, por sostener el Culto divino, para que por ningún término faltase los ejercicios de Nuestra Religión, en efecto, así fue que desde el año 30 hasta el 12 de Febrero del presente año 36 que fui suspenso, sostuve con todo rigor y esmero la tarea del confesionario, así para los devotos que frecuentan los Santos Sacramentos (que son muchos) como para el cumplimiento del precepto anual, que no hay quien se quede sin cumplir, unos en tiempos, y otros más tarde, según sus indigencias o necesidades, llegando a advertir que confesaba a varios vecinos que no eran de mi Feligresía y obligación, porque eran personas de la Cruz, de Teorama, los pueblos, Fernández, Agua chicas, y Simaña, Parroquias inmediatas y a todos prontamente administraba, ofreciéndome para todos y cuantas veces quisieran, deseoso de no flaquearse en los Divinos Preceptos.

Ya Ilustrísimo Señor he hecho una relación de todas mis obras y Dadivas a la Santa Iglesia, ya he manifestado que he cumplido con mi Pastoral Ministerio por mí y mis tenientes, sujetándome a que se me diese una tercera parte de las obenciones y primicias como es testigo el mismo Vicario Don Luis Alvares con quien hice ese trato. De todo esto, no dudo que esté Vuestra .Señoría .Ilustrísima., informado, es cierto, porque se lo tengo representado desde el mes de Mayor por un Memorial, y hasta Septiembre que hago esta presentación, ha habido suficiente tiempo para explorar la verdad.

A esto se agrega que obligado de la Ley de Caridad mantengo una hermana viuda con toda honestidad y recogimiento con 2 hijas doncellas, y una casada, que haberse invalidado su marido, han recaído 2 niños, una hembra y otro varón. Sobre mi atención, todos estas se hallan sumergidas en las necesidades de la miseria, llenos de trabajos y de hambre, porque aún mi advirtrio y Gobiernos las mantenía y Gobernaba con todo honor, celando y cuidando en el arreglo de sus vidas, pero yo Ilustrísimo Señor que podré remediar ausente de ellos, abatido y constituido en las última miseria, saqueados todos mis bienes, hasta el extremo de haber despojado a mi dicha hermana viuda, Doña Josefa Buzeta, de 2 esclavas que le doné por escritura a ella y a sus hijas, con la condición que no las pudiera enajenar y por qué no tuvo $250 que le echó el alcalde criollo Don Martín Dila, de donativo injusto, que por su pobrera y circunstancia de viuda, no podía contribuir, se las vendió en menos precio de su valor, donándolas por los dichos doscientos y cincuenta pesos como están a la vista en esta Capital en poder de Don Bartolomé Camacho más la notoria caridad de Vuestra. Señoría Ilustrísima, la recta administración de justicia, pondrá en el fiel de la razón, mis obras y el mérito de más de treinta años de cura, para mandar se me restituya a mi curato, a donde aspiro vivir en unión de mi familia como hombre de avanzada edad, y por consiguiente, atendiendo a mis necesidades, suplico tenga la caridad de mandar se me socorra con trescientos pesos a cuenta de la cuenta de 6 años , seis meses, que se me debe en la Tesorería de diezmos, que importa Mil doscientos pesos, poco o más o menos, que los que tengo recibidos cien pesos con que me socorrió su Notoria bondad a mi llegada, y como ya se hace el espacio de 5 meses que estoy en ésta sufriendo los gastos precisos de mantención, vestuario, lavandera y casa, con otras menudencias de luz y cosas semejantes que se hacen precisas, me hayo extremadamente necesitado y en su virtud.

A Vuestra .Señoría .Ilustrísima, humildemente pido y suplico se digne proveer y mandar según el mérito que contiene mi relatado escrito, por ser de justicia que imploro jurando en forma no proceder de malicia.

Otro si digo: que protesto presentar por separado la cuenta de los gastos impendidos de cuenta de la fábrica, la que resulta deberme 260 pesos antes más, que menos de un año y dos meses más o menos que estuvo la fábrica a mi cargo, por necesidad, a causa de la renuncia que hizo Don Pedro Ribon, quien dio sus cuentas claras y legales, con un apunte de dependientes que no pudo cobrar y en están en ser.

Alejo María Buzeta.

CAPÍTULO IV

El Prócer y Mártir Miguel José Díaz Granados y Núñez Dávila

Este notable personaje de la Guerra de Independencia en el Caribe colombiano, nació en Santa Marta el 30 de septiembre de 1772. Sus estudios los cursó en la Universidad del Rosario en Bogotá, habiendo recibido el título de doctor en Ciencias Políticas. Por su aguda inteligencia brilló en altos cargos públicos, entre los que se destacan: Abogado de la Real Audiencia, Ministro del Tribunal de Justicia, comisionado Director de las Fuerzas Navales y Terrestres del Estado, Alcalde de Cartagena en 1810,Senador del Estado y Triunviro del gobierno de la Provincia en 1815.

El Supremo Gobierno del Estado Soberano de Cartagena de Indias, siempre tuvo plena confianza en Miguel José Díaz Granados. En caso de un comportamiento ladino, nunca lo habría distinguido con los cargos de alta dignidad con que fue revestido.

Por lo tanto, rechazo la maledicencia tejida en torno a la figura y honorabilidad del prócer Miguel José Díaz Granados. Las fuentes y las determinaciones de los gobernantes patriotas señalan que, en todo momento hasta la hora de su fusilamiento, exteriorizó un inalterable convencimiento de los ideales que había profesado en favor de la causa emancipadora.

Además, Miguel José estaba ligado a una estrecha amistad heroica con el aguerrido José María García de Toledo, Presidente Gobernador del Estado.

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Prócer Miguel José Díaz Granados y Núñez Dávila, fusilado por Pablo Morillo en Cartagena de Indias, el 24 de febrero de 1816.

Partida de Bautismo del Prócer y Mártir Miguel José Díaz Granados y Núñez Dávila

En el Tomo 401, Folio 2 del Archivo Histórico de la Diócesis de Santa Marta se encuentra una Partida de Bautismo que a la letra dice:

En esta ciudad de Santa Marta, a 1 de octubre de 1772 años, en esta Santa Iglesia de Nuestro señor Padre San Francisco que sirve de parroquia habiéndomelo avisado antes el señor Don Joseph Joaquín Merino, Señor Arcediano Dignidad de esta Santa Iglesia Catedral, bautizó, puso óleo y crisma a un niño que nació el día 30 de septiembre, hijo de Don Gabriel Díaz Granados y de Doña Isabel Agustina Núñez Dávila y Mozo de la Torre, legítimamente casados, naturales vecinos y parroquianos de esta ciudad que actual viven y habitan en ella, al cual se le puso por nombre Miguel Joseph, fue su padrino que lo tuvo el Teniente de Infantería Don Juan Núñez Dávila y Mozo de la Torre, también natural y vecino de esta ciudad,. Sus abuelos paternos Don Josef Díaz Granados y Doña Cecilia Vásquez, maternos don Francisco Núñez Dávila y Doña Ana Teresa y Mozo de la Torre. Y para que conste, yo don Domingo Josef Díaz Granados, Presbítero como Cura de dicha Santa Iglesia lo testifico y firmo.

Domingo Josef Díaz Granados

Pbro.

Partida de Matrimonio de los padres del Prócer y Mártir Miguel Josef Díaz Granados y Núñez Dávila

En el Archivo Histórico de la Diócesis de Santa Marta, en el Tomo 4043, Folio 98, se encuentra una Partida de Matrimonio que a la letra dice:

En la ciudad de Santa Marta, en treinta días del mes de noviembre de 1778 años, yo el infrascrito cura de esta Santa Iglesia Catedral, certifico: que en mi presencia el padre don Francisco de Zúñiga y Peñagos, en la casa de su morada, cazó por palabra de presente a Don Gabriel Díaz Granados con doña Isabel Agustina Núñez Dávila, habiéndose dispensado las proclamas por el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor don Agustín Manuel Camacho, el Obispo, mi señor. Fueron testigos el doctor Don Josef Mozo de la Torre, Abogado de la Real Audiencia y Secretario de Cámara de mi dicho Ilustrísimo Señor, Don Pedro Melchor de la Guerra y Vega, Capitán comandante de esta Plaza y otras muchas personas, y porque conste lo firmo,

Dr. Luis de Robles

Presbítero

Miguel Díaz Granados se estableció en Cartagena de Indias en virtud a la entrañable amistad que lo unía a otro ilustre patriota José María García de Toledo. Juntos personificaron la revolución que dio al traste con el dominio de España en esa provincia.

Cuando se constituyó la Junta de Cartagena Miguel Díaz Granados y García de Toledo engrosaron sus filas con lanza en ristre contra el execrable gobierno monárquico. Luego de reorganizar las instituciones públicas, fue nombrado Ministro del Supremo Tribunal de Justicia hasta el mes de septiembre de 1811.

La contra revolución encabezada por el gobernador de Santa Marta Tomás de Acosta el 25 de junio de 1811, con el patrocinio del obispo Manuel Redondo y Gómez acabó con las esperanzas de romper las cadenas de la opresión.

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Este desacuerdo de ideales entre las dos provincias fue el motivo principal de las hostilidades que más tarde las condujeron al campo de batalla. En vista de la obstinada pasión de los samarios hacia su Rey Fernando VII, la Junta de Cartagena de Indias no tuvo otra alternativa que cerrarle los pasos a la ciudad rival, y con todas las estrategias posibles evitar que, la insurrección realista triunfara en detrimento de la Libertad que se estaba fraguando al cabo de trescientos años de esclavitud.

Los pueblos de las riberas del río Magdalena estaban ocupados por las fuerzas realistas. Para contrarrestar al enemigo, la Junta de Cartagena destinó al jurista y patriota Miguel Díaz Granados,[41] quien antes de abatirse con sus hermanos, tomó la iniciativa de dialogar con los furibundos adeptos del Monarca. Sin embargo, la conducta negativa de los cabecillas samarios impidió un acuerdo, a pesar de las lúcidas tentativas que el comisionado efectuó en reuniones con Pedro Rodríguez, el representante de Santa Marta. Las nobles peticiones de Cartagena se fundamentaron en estos puntos:[42]

  • 1)  Establecer una Junta en Santa Marta en las mismas condiciones de la de Cartagena, para evitar las facciones, y evitar el fracaso del movimiento.

  • 2) Nombra un diputado para el congreso general del reino en Santa Fe.

  • 3) No admitir al Jefe nombrado para el Reino por el gobierno de España.

  • 4) Remitir inmediatamente la correspondencia enviada desde la Península al Reino, a los miembros de la Junta de Cartagena.

  • 5) Expulsar sin dilación a los prófugos enemigos del cambio residenciados en Santa Marta.[43]

Las autoridades de Santa Marta rechazaron la conciliación, hecho que aceleró la disputa entre los dos bandos.

En 1813 Miguel Díaz Granados se desempeñaba en calidad de Senador del Estado, y al poco tiempo, en octubre de 1814, el Presidente del Estado, José María García de Toledo, lo eleva a la categoría de Ministro del Supremo Tribunal de Justicia.

Por desgracia, la felicidad de los patriotas se esfumó con la reivindicación de Fernando VII al trono español. Apenas cobró alientos de su mandato envió tropas a sus dominios de las Indias, y delegó su poder en cabeza de Pablo Morillo.

En agosto de 1815 Pablo Morillo inicia el sitio de Cartagena de Indias, una de las principales ciudades de la Nueva Granada y poderosa plaza fortificada. Sus habitantes la defendieron durante 106 días, al cabo de los cuales se rindieron a causa de los estragos que causó el hambre y la miseria que provocó el sitio. Se dice que murieron 6.000 personas en menos de cuatro meses. Según narra el general O'Leary, uno de los sobrevivientes, para aplacar el hambre, llegaron a comer ratas, gatos, y hasta cuero de vaca remojado en agua salada de mar.

En el mes de febrero de 1816, Morillo hizo fusilar en Cartagena a los 9 primeros líderes patriotas. Empezaba así el "Régimen del Terror", llamado así por la brutal manera como los españoles contuvieron el proceso de Independencia.

En abril de 1816, Cartagena de Indias era la sede del Virrey Francisco Montalvo y Ambulodi. De modo que, en el momento de la condena de los nueve próceres, le correspondió oficializar la sentencia, recogida en una célebre proclama dirigida al pueblo de Cartagena:

CARTAGENEROS

Mañana serán ejecutados Manuel del Castillo, Martín Amador, Pantaleón Germán Ribón, José María Portocarrero, Santiago Stuart, Antonio José de Ayos, José María García de Toledo, Miguel Díaz Granados y Manuel Anguiano.

Las leyes los han condenado, y yo me lisonjeo de haberles dejado usar libremente de todos los medios legítimos de defenderse. La notoriedad de sus crímenes, el derecho de la guerra y la gravedad de sus atentados me autorizaban para haberles hecho morir antes, sin dar lugar a tantas formalidades, si no hubiese querido imitar la real clemencia del más benigno de los soberanos, que aun procediendo lleno de justicia derrama lágrimas sobre sus vasallos delincuentes, objetos de su ternura hasta en el suplicio. Lo son de la mía los súbditos cuya suerte se ha dignado confiarme este Monarca amado de sus pueblos, lo son esos infelices que, a pesar de los auxilios de la caridad, y de gozar de tranquilidad bajo un Gobierno bien sostenido, mueren todavía víctimas del estrago que les causaron las necesidades pasadas.

Más de dos mil personas ha arrebatado el hambre y la peste solamente, todas sacrificadas a la vanidad y ambición insensatas de sus inicuos mandatarios. Ellos no perdonaron medios de perder, extraviar y corromper a los pueblos; opusieron a su sencillez, la intriga; a su credulidad, los prestigios; hicieron se apoderara de sus cabezas una especie de vértigo, para que corrieran sin conocer su error unos contra otros los mismos paisanos a derramar su sangre, como si fueran mortales enemigos, y permitían sin piedad la repetición de esas escenas crueles, en que los habitantes arrebatados de un furor funesto clavaban sus puñales sobre el pecho de sus hermanos sin saber por qué.

Yo les prometí muchas veces el perdón, les abrí y ofrecí caminos para su ingenua reconciliación con la Metrópoli: Yo lo hubiera empeñado todo porque ninguno hubiese sido molestado,

y estoy seguro de que si hubiesen cedido voluntariamente, sin esperar a que la fuerza obrara este efecto, el Rey les habría perdonado; pero sordos a mis persuasiones, negados a los medios pacíficos, emprendieron temerariamente hacer resistencia, y contrarrestar el poder de una Monarquía entero, comprometiéndolo todo por sus fines particulares.

Al fin llegó el momento en que la Providencia ha querido poner término a sus maldades, y la autoridad los envía a servir de público escarmiento para los amigos de novedades de esta naturaleza. Pero Cartageneros, cuidado que las leyes acompañan al delincuente hasta el cadalso: esas bayonetas victoriosas están tan prontas a castigar al que sea osado a insultarles, como a hacer ejecutar su sentencia: compadecedles, guardad en estos momentos la circunspección propia de los pueblos civilizados y dejad que los revoltosos tomen ejemplo y aprendan a temer la suerte que se reserva a los perturbadores de los pueblos.

Cartagena, Febrero 23 de 1816

Francisco de Montalvo y Ambulodi

Virrey del nuevo Reino de Granada

En la Imprenta del Gobierno, por Don. Ramón León del Pozo. Año de 1816.[44]

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Virrey Francisco de Montalvo y Ambulodi

CAPÍTULO V

Pierre Labatut en Santa Marta y su polémica con el Obispo Fray Manuel Redondo y Gómez Toma de la Plaza

Para reprimir la indócil actitud de los samarios contra la Libertad y la Justicia, los republicanos cartageneros elevaron al francés Pierre Labatut al rango de Coronel y lo comisionaron, para que, en el acto saliera rumbo a Santa Marta y apagara el fuego que amenazaba con devorar los florecidos campos de la democracia.

El testimonio de la entrada de Labatut a Santa Marta el 6 de enero de 1813, narrado por Monseñor Luis García Benítez, irradia en cada una de sus líneas el pensamiento realista de Santa Marta, teniendo en cuenta que el obispo Redondo y el Cabildo Eclesiástico seguían al pie de la letra las instrucciones del Papa Pío VII: "No hubo exceso que no cometieran sus soldados indisciplinados, aventureros extranjeros, en gran parte, saqueando, talando y asolando hasta sus templos, llevándose prisioneros a los

españoles. Más que inculcar el amor a la libertad y a los principios republicanos, Labatut los hacía odiosos con sus tropelías y con su apetito desordenado de riquezas. Era enemigo de la propiedad en manos ajenas y persiguió a los que tenían algunos bienes, inclusive a los pocos e ilustrados partidarios de las ideas de la independencia".

En la cita indicada no hay una sola palabra elogiosa por la causa de la Independencia. Estas sentencias expresan el pensamiento y corazón de los samarios en esa época. Labatut no era un amigo que había venido para imponer orden en el desconcierto de las exaltaciones realistas. Al contrario, era un vándalo, un devastador de la tranquilidad que había reinado en esta villa colonial durante trescientos años de obediencia cortesana.

Una nota del gobernador Domingo José Díaz Granados al obispo, sustenta mi exposición, y aclara las confusiones que se han tejido en torno a un infundado patriotismo en Santa Marta: "Debiéndose prestar apoyo a la Junta de Sevilla que combate contra la nación francesa y su Emperador Napoleón Don Fernando VII, en defensa de sus dominios y nuestra sagrada Religión, por la inopinada tiranía y opresión a que alevosamente se ha pretendido sojuzgar por la perfidia de aquella nación, se requieren todos los recursos posibles solicitados por la suprema superioridad del señor Virrey y de este gobierno, a fin de que el Estado Eclesiástico en fuerza de lo dispuesto por la misma Suprema Junta, contribuya por vía de donativo gratuito o de préstamo, y con esto manifestaría su lealtad al Soberano. Espero me conteste la cantidad que hubiese a bien ofrecer y su consignación en Cajas Reales".

El obispo en común acuerdo con el Supremo Consejo de Indias emprende una cruzada en ese mismo año, con el propósito de reunir dineros para enviar a España. El comienzo de una pastoral es la prueba reina de la voluntad realista que presidía la conciencia de las personalidades samarias: "Grandes son mis amados hermanos en el Señor y muy poderosos los motivos que ya en cumplimiento de nuestro pastoral ministerio, y ya como Fiel Vasallo del Rey Nuestro Señor, nos impelen y obligan a tomar las providencias que en este nuestro edicto pastoral se expresan y contienen. En un corto espacio de tiempo, hemos recibido por medio y dirección del Secretario del Supremo consejo de Indias Don Silvestre collar, tres reales cédulas de Su majestad en que nos hace el más estrecho encargo, para con la posible brevedad remitamos una relación exacta de todas las rentas eclesiásticas de esta nuestra diócesis".

¿Se puede concebir más lealtad incondicional?. Y que conste, no es el obispo el autor de la cruzada en favor del Rey y de su estabilidad. Ya vimos que el gobernador de igual modo planteó la desesperada situación peninsular, y la necesidad de socorrerlos como fieles vasallos.

Y continúa Monseñor García Benítez agraviando a Labatut con su encendido verbo: "Para celebrar la aurora de su gobierno, Labatut ordenó al obispo Redondo que en tan críticas circunstancias no había querido abandonar a su rebaño, que preparase la Catedral para cantar un Te Deum". El prelado se negó y no quiso honrar con su presencia la ceremonia. Labatut lo llamó indignado, para que quitara las armas del Rey que adornaban la puerta principal de la Catedral, y poner en su defecto las insignias de la República. El obispo refutó el mandato de Labatut, alegando que, él no reconocía más armas que la del Rey Nuestro Señor, y que no aceptaba otro gobierno, sino el legítimo de Su Majestad.

¿Aún persiste la duda sobre el realismo de la Perla de la América?. En qué cabeza cabe una separación del seno de España?. Mi imaginación me remonta al nacimiento de Roma, y veo en la niebla del tiempo a Rómulo y Remo bebiendo la leche de la loba. Esta comparación es afín a Santa Marta, en la que el Rey se asemeja a un lobezno hambriento amamantado por la madre loba: Santa Marta.

Monseñor García Benítez comenta que los insultos de Labatut contra el obispo no sirvieron de nada, porque el prelado no daba su brazo a torcer. De tal manera que el patriota no tuvo más remedio que apresarlo en compañía de su confesor Fray Andrés Aras. Los soldados agredían al obispo con palabras soeces. Todo el trayecto hasta Cartagena fue una odisea, ya que no le tendieron una estera. Por el contrario, tuvo que dormir sobre el piso de tierra. En Cartagena lo confinaron en una celada en el Convento de San Francisco. Durante su estancia en la celda, el obispo enfermó, más de furia que de malestar físico, al darse cuenta de las voces de los soldados que elogiaban el cambio que se avecinaba en el Virreinato. Alguien que no menciona García Benítez salió en defensa del prelado, y disfrazado de marinero lo embarcaron rumbo a la isla de Jamaica.

Para exaltar la labor del patriota Labatut, el aguerrido Manuel Rodríguez Torices se dirigió a la Cámara de Representantes:

"Convencido de la necesidad de recompensar debidamente los servicios los distinguidos servicios que ha hecho a nuestra Patria, el coronel de ejército, ciudadano Pedro Labatut, que después de haber vencido al enemigo, en sus puntos fortificados del Magdalena, se apoderó de la ciudad de Santa Marta, poniendo un término feliz a la dilatada guerra que hemos sostenido, creo mi deber y tengo la más grata satisfacción en recomendarle a ustedes, para que penetrados de iguales sentimientos, sed sirvan concederle un premio que, al mismo tiempo que sea correspondiente a los méritos de aquel distinguido oficial, sea también una digna demostración de la gratitud del Estado de Cartagena".

Manuel Rodríguez Torices

Cartagena, enero de 1812[45]

La visita de José Miguel Díaz Granados a Santa Marta no fue provechosa. Dentro del Cabildo contaba con un adversario, el samario Esteba Díaz Granados, adicto al Rey. Este tropiezo, causó la toma de Labatut y las medidas que el gobierno de Cartagena de Indias asumió, para contraponerse a la testarudez de los samarios. Un decreto de Manuel Rodríguez Torices, pretende poner punto final a la contienda y ordenar la casa:

"Convencida la Cámara de Representantes de la importancia que el Poder Ejecutivo manifiesta en oficio de 21 de enero sobre la unión de la Provincia de Santa Marta a este Estado, por la seguridad y conservación de las dos, expuestas al peligro de volver a ser invadidas, por antiguos encarnizados opresores, que despechados en el exceso de su rabia y furor, probarán e intentarán el recobro de aquella Plaza, y teniendo en consideración que esta medida es provisional y sin perjuicio del derecho de gobernarse por sí misma, cuando comparados los bienes de la Libertad con los males de la servidumbre,…se asegure por este medio nuestra existencia y representación política…para trabajar de común la grandeza y prosperidad de ambas, la Cámara para dar una prueba de estos sentimientos que la animan, ha decretado y decreta que la forma provisional de

gobierno de Santa Marta y su Distrito, sea por ahora y mientras varían las circunstancias, con sujeción a los artículos siguientes:

Artículo Primero: La Provincia de Santa Marta será regida y gobernada por la Constitución y Leyes del Estado, en cuanto no diga oposición con este reglamento, en su consecuencia:

Artículo Segundo: Todos los ciudadanos de ella, gozarán conforme a la misma Constitución, los derechos, acciones y privilegios que gozan y están concedidos a los de este Estado.

Dado en el Palacio del Supremo Poder Ejecutivo del Estado de Cartagena, a trece días del mes de febrero del año de mil ochocientos y trece, tercero de nuestra Independencia.

Manuel Rodríguez Torices".[46]

Los partidarios de un Acta de Independencia de España, preconizan que fue refrendada por las firmas de reconocidos samarios el 11 de febrero de 1813. En contraposición, vuelvo a plantear esta inquietud:¿Dada la eventualidad de un Acta de ruptura con el gobierno español, por qué la Provincia de Cartagena emite semejantes decretos, en los que se agitan las olas del peligro que podría emerger por la familiaridad de Santa marta con el Viejo Régimen?. El decreto anterior se firmó 13 de febrero de 1813. ¿Por qué un temor de tal magnitud, si Santa Marta ya era patriota?. No, y mil veces no. Santa Marta incursionó a la historia de la República por necesidad, nunca estuvo convencida de la bondad del nuevo régimen, y se doblegó, para no aislarse, para no quedar como una isla en el mar de esta inmensa República. En el plano de la realidad, hoy en día, en los salones de la élite social, como huérfanos, los samarios se lamentan por haber perdido al "Rey Nuestro Señor". En los callejones de la ciudad se respira el olor rancio de los pergaminos, y las damas encumbradas añoran sus mantillas, sus moños y sus peinetones.

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CAPÍTULO VI

La Última Insurrección Realista en Santa Marta Causa penal contra los facciosos realistas Vicente Pujals, Claudio Rodríguez Abello, Francisco de Labarces y otros-[47]

Epistemología sobre la conducta realista de los habitantes de Santa Marta

En la República de Colombia en el año de 1823 se resaltan dos hechos memorables: La instalación del Segundo Congreso de la República, y el juicio ignominioso contra Antonio Nariño. Por unanimidad de votos se le absuelve de todos los cargos que le habían sido formulados para impedir su elección como senador. Pero, por desgracia, el Precursor fallece el 13 de diciembre en Villa de Leiva.

El General Simón Bolívar inspirado por su genio militar y su espíritu democrático, intenta unir esfuerzos con Chile y Argentina, para desterrar al enemigo realista del territorio de América del Sur.

En este mismo año, en Perú se libra una batalla a muerte, cuyo objetivo es destruir el sueño político bolivariano: la unión, libre de partidos políticos. A pesar de sus quebrantos morales, Simón Bolívar se enfrentó a los realistas, y en compañía de Antonio José de Sucre, luego de la Batalla de Ayacucho, concluye la Guerra de Independencia.

A pesar de todos los esfuerzos ingentes de El Libertador, por hermanar a estos pueblos, en esta minúscula ciudad, a orillas del Mar Caribe, sus habitantes del siglo XIX, persisten en ser "fieles y leales" al Rey de España. Como consecuencia de esta persistencia insólita de seguir siendo vasallos, los samarios arman una revuelta, con la ilusión de conservar su dependencia peninsular.

En el archivo histórico de la Corte Suprema de Justicia, se conserva el expediente original de esta causa, y en el interrogatorio planteado a uno de los rebeldes se constata que "hubo una revuelta de indios, más de quinientos, armados con fusiles, lanzas, bayonetas y machetes, sesenta hombres de caballería, conducidos por el indio Jacinto Bustamante, Claudio Rodríguez Abello y por el cienaguero Francisco de Labarcés, que se apoderaron de la Aduana, de la Administración de Tabacos, del almacén de Joaquín de Mier, que tomaron prisionero al Gobernador Coronel Luis Francisco de Rieux y al coronel Francisco Carmona, y eligieron al catalán Vicente Pujals, Gobernador de Santa Marta".

Firmado por el Juez Público del Cantón de Santa Marta, expediente dirigido al General Intendente Mariano Montilla

Uno de los testigos que había estado escondido en una casa situada en la placita "el Pozo de Madrid", observó al catalán Vicente Pujals con un papel en la mano, arengando al pueblo de Santa Marta: "!Abajo el gobierno del General simón Bolívar!".

Eso fue en la noche del cuatro de diciembre de 1823. Saquearon la ciudad al amanecer, por orden del jefe Francisco de Labarcés, quien a petición de los indios y a los otros facciosos, pedían a Vicente Pujals, como gobernador de Santa Marta.

La exaltación del realista Francios de Labarcés quedó formulada en esta breve carta:

"Dios ha querido que en la Ciénaga y en esta se haya expulsado al Gobernador y tropa de guarnición que la ocupaba el Gobierno Republicano y que se haya proclamado en una y otra parte al Rey Nuestro señor Fernando VII, para sostener su dominación en esta Provincia, ínterin vienen auxilios, para que muevan estos pueblos a su antigua lealtad".

La anterior proclama realista en el año de 1823 es un documento de una trascendencia histórica insuperable, para certificar sin dudas de ninguna índole, que Santa Marta, era una fortaleza realista, y esta excepcional conducta, después de muchas cavilaciones, sólo tiene una justificación: la conciencia del pueblo de Santa Marta, tanto la clase de los blancos, como la del pueblo, conformada por pardos, indios, negros y zambos, estaba sujeta a las enseñanzas dogmáticas de la Religión Católica, y la dependencia a la autoridad eclesiástica era tan desmesurada que, no hubo poder humano posible que los convenciera de la necesidad de un gobierno republicano, cuyo fin último, en la mente de Simón Bolívar era la igualdad.

El "Rey Nuestro Señor", es un calificativo con una enorme carga religiosa, que se deduce de la categoría del rey, cuya autoridad era "por mandato divino".

El concepto de Derecho divino incorpora, aunque exagera el antiguo concepto cristiano de "derechos dados al rey por Dios", que sostiene que "el derecho a gobernar es ungido por Dios", aunque esta idea se encuentra en muchas otras culturas, como las tradiciones de los arios y del Antiguo Egipto. En las religiones antiguas el rey suele verse como un hijo de una divinidad, lo que le convierte en un déspota que no puede ser desafiado. En la Conquista de América por los españoles se usaba como arma de convencimiento "la unción del Rey" por disposición del Papa, Vicario, es decir representante de Cristo en la tierra. De modo tal que, desafiar la autoridad del Rey, era desafiar la autoridad de Dios, y los samarios profesaban un respeto inalterable a la autoridad divina, y desobedecer al Rey, significaba correr el peligro de condenarse para toda la eternidad.

Las bases bíblicas del derecho divino de los reyes provienen en parte de la Epístola a los romanos (13, 1–2), donde se dice:

"Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos".

Esta tesis es de mi completa autoría, y es el resultado de una exhaustiva investigación y desvelos, tratando de entender la obstinada conducta realista de los samarios.

Dentro del "Derecho divino" hay una frase en Latín que nos ilustra más en este escabroso tema: Cuius regio, eius religio, que se traduce como: "de tal país tal religión", o en principio, "de tal reino tal religión". Una mejor traducción posible en castellano sería: según sea la del rey, así será la religión del reino. La Monarquía es, por lo tanto, una institución de ordenación divina, los reyes son responsables sólo ante Dios. En este orden de ideas, la obediencia pasiva de los súbditos es una prescripción divina.

En cualquier circunstancia, la resistencia al rey es un pecado y acarrea la condenación eterna. Si ocurre que el rey ordena algo contrario a la ley de Dios, Dios debe ser obedecido con preferencia al hombre; pero debe seguirse el ejemplo de los cristianos primitivos y sufrir con paciencia las penas que corresponden a la infracción de la ley.

Sobre la base de esta explicación epistemológica sobre la problemática que estamos dilucidando, ahora sí es fácil interpretar y comprender estas frases contenidas en el Acta de la Junta provisional del 6 de agosto de 1810, y por qué los samarios NUNCA aceptaron una Guerra de Independencia, pues, para ellos se trataba de una guerra contra el representante del poder divino en la tierra: el Rey.

Para ratificar su poder en la tierra, el papa Bonifacio VIII, en su Bula Unam Sanctam, después de afirmar enfáticamente la unidad de la Iglesia y de todo gobierno, declara que un cuerpo político dotado de dos cabezas es una monstruosidad. Utiliza el símbolo de las dos espadas: dice que el empleo de la espada material no corresponde a la Iglesia, pero que debe ponerse a su servicio. Proclama que el poder temporal debe estar sujeto al espiritual y que las negligencias en que incurra aquél deben ser juzgadas por éste; el poder espiritual es sólo responsable ante Dios. Y concluye la bula invocando las palabras de Jeremías: "quien resista al poder, resiste a la ordenanza de Dios".

A este argumento del Papa, los emperadores y reyes de Occidente determinan buscar también un origen divino de su gobierno temporal. Surgen varios filósofos antipapistas en defensa del derecho divino de la monarquía, entre los que se cuentan Marsilio de Padua,[48] Guillermo de Occam,[49] y nada menos que Dante Alighieri. Todos se esmeran en hallar una razón teológica que sustente el derecho divino del Emperador y de los reyes. El más contundente en sus discursos fue Dante, quien sostuvo que: la monarquía universal es de constitución divina; que la posición que ocupó el imperio romano fue por la gracia de Dios, y que el emperador no deriva su autoridad de la Iglesia sino directamente de Dios.[50]

La misma o semejante posición será adoptada por los escritores franceses a favor de su rey Felipe El hermoso tras el repudio de éste a las pretensiones de Bonifacio VIII. A partir de entonces, la liberación de Francia de toda intervención papal motivará a los escritores gibelinos; y será aquí cuando comience a desarrollarse una teoría del derecho divino de los reyes.

En Inglaterra, el deseo de liberarse de la intervención del papa había sido una aspiración de los estadistas ingleses desde los tiempos de Guillermo el Conquistador y Enrique II. Estos antecedentes, junto al eco de las controversias continentales que hemos esbozado, animaron muchos escritos anticlericales. Mencionaremos el caso del jurista Wycliffe,[51] en tiempos del rey Ricardo II, quien defenderá la soberanía de la corona inglesa por Derecho divino. En su obra De officio Regis, Wycliffe pretendía solamente mostrar la obligación que el soberano tiene de ayudar a la Iglesia privando al clero de sus obligaciones temporales. Pero el caso es que sus exhortaciones están fundadas en una doctrina muy semejante a la proclamada en el Imperio y en Francia. El rey es el verdadero vicario en lo temporal de la misma manera que el sacerdote lo es en lo espiritual. Pero la dignidad del rey es mayor porque refleja la naturaleza divina de Cristo, en tanto que el sacerdote refleja su naturaleza humana. Es necesario que en el Estado sólo exista una cabeza suprema, pues, de lo contrario habrá confusión. Esta cabeza es la potestad temporal, que debe serlo en todo y para todo.

Estas teorías eran defendidas por la Santa Sede mediante sus obispos en todas sus jurisdicciones eclesiásticas de las Indias, y en Santa Marta, tuvieron un eco rotundo, abrumador en la conciencia de sus habitantes. El Cabildo civil y el Gobernador de la Provincia no actuaban sin la previa consulta al obispo, y las determinaciones que se tomaban pasaban primero por la mente del prelado. Es por esta razón que, en el Acta se consignó una sentencia que resume mi exposición, y fundamenta el realismo de Santa Marta:" en defensa de nuestra Religión Católica Apostólica Romana, de nuestro muy amado soberano el señor Don Fernando Séptimo".

Repasemos, el texto completo del Acta del Cabildo, que nos concierne:

¿Juráis a Dios por estos santos evangelios cumplir y desempeñar el encargo de vice- presidente y vocales de la Junta Provincial de Gobierno, velando por la seguridad del pueblo, derramar vuestra sangre y sacrificar vuestras vidas en defensa de nuestra Religión Católica Apostólica Romana, de nuestro muy amado soberano el señor don Fernando Séptimo y defender la libertad y seguridad de la Patria?

"Este pueblo fiel y leal a su rey don Fernando VII, cada día da pruebas de su mayor obediencia y a prevenirse de funestos resultados por las ocurrencias de la Capital del Reino".

"Que V.M. (Vuestra Majestad) se digne como lo suplicamos mirar por este fiel pueblo que no pide ni quiere otra cosa que obediencia a su legítimo y suspirado soberano".

"A los Reales Pies de Vuestra Majestad".

Proclama del catalán Vicente Pujals a los realistas samarios el 16 de enero de 1823

Retomemos la revuelta realista. El catalán Vicente Pujals se infla, y su delirio vano piensa que va a gobernar en nombre del Rey, y gratificando su ego, se dirige a los incautos moradores de esta desventurada ciudad: "Samarios, el enemigo más cruel de la felicidad civil es el desorden. El que habéis experimentado del 3 al 16 de enero del año corriente, provino de la inicua y desesperada resolución de alzarse los españoles americanos, declarando una guerra desoladora y ofreciéndonos una libertad llena de conveniencias, con que alucinados estos pueblos corrieron en busca, y la que encontraron fue la arbitrariedad más inaudita, la opresión más desconocida y la tiranía más cruel, las cadenas y la muerte, la ruina de los pueblos, la pérdida de nuestras haciendas y caudales….Pero os habéis sacudido ya de tanto desastre y habéis restituido vuestro antiguo gobierno, en cuya Constitución Político está cifrada vuestra felicidad espiritual e individual…Debéis uniros todos con firmeza, y os aseguro que gozaremos con nuestras familias de la verdadera felicidad…dentro de poco llegará nuestro auxilio".[52]

No satisfechos aún con la arbitraria y ostentosa proclama, los realistas samarios y cienagueros amenazaron a los ciudadanos de la República: "Advertimos a todos los alistados que inmediatamente este Gobierno los llame han de comparecer so pena de ser tratados enemigos del Rey y de la Nación Española aquellos que no compareciesen".

Firmado por Jacinto Bustamante, Francisco de Labarces, Vicente Pujals.

Durante cuatro días de locura, los enajenados realistas bloquearon las entradas a Santa Marta, y en todas partes, sobre todo Juan de la Rosa Manjarrez en Gaira gritaban: "! Viva el Rey!, ¡Viva el Rey!".

El General Mariano Montilla logró escaparse de las manos de los rebeldes, y con sus diestras habilidades organizó de nuevo el ejército republicano, hasta reprimir la rebelión y poner presos a los conspiradores.

Veintidós días duró la última insurrección realista en Santa Marta.

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Urueta, José P. Los Mártires de Cartagena. Tipografía de A. Araujo L. Cartagena de Indias. 1886.

Colofón

Este libro se terminó de imprimir en la Imprenta Nacional de Colombia para la Gobernación del Magdalena, edición al cuidado de Conexión Cultural Editores. Edición de 1000 ejemplares impresos en papel book cream 59.2 gramos. Se utilizaron caracteres times News Roman y American Typerwriter. Santa Marta, Colombia. Diciembre de 2011.

A mi madre:

Esther Ospino Choperena de Hernández descendiente de la etnia Wayúu de la Guajira, y de los vascos de Navarra (España), por estos tres dones que fluyen en mi sangre: Poesía, Música y Paciencia.

Agradecimientos

A César Bateman Campo, por apoyarme con su elocuente desinterés en la búsqueda de los documentos eclesiásticos relativos a los próceres Miguel José Díaz Granados y Ramón de Zúñiga, y por la transcripción del Decreto del Virrey Francisco de Montalvo y Ambulodi, por medio del cual auxilia a los realistas encarcelados por Pierre Labatut, y sobre todo por alentarme en esta tremenda odisea.

 

 

Autor:

William Hernández Ospino

[1] José P. Urueta. Los Mártires de Cartagena. Tipografía de A. Araujo L. Cartagena, 1886.

[2] Juan Manuel Martínez Fonseca, profesor de la Universidad Pedagógica de Colombia, 30 de agosto de 2010. Autor de: “Santa Marta en la independencia: entre el pragmatismo y la insurrección”. 71 pp.

[3] Aclaro: “mala fama” en estos tiempos en que la Justicia y el aniquilamiento de la inequidad son las constantes de los pensadores contemporáneos. Pero, en el siglo XIX, Simón Bolívar y los otros próceres honrados eran para el “Establishment” unos “revolucionarios”, “sediciosos”, “herejes”, “traidores del poder establecido”.

[4] El enciclopedismo es el movimiento filosófico y pedagógico expresado a través de la Enciclopedia publicada en Francia en el siglo XVIII por Diderot y D'Alembert. A través de este movimiento se buscó desarrollar una obra monumental, que constaba de 28 volúmenes (17 de texto y 11 de láminas), en la que se resumiría el pensamiento ilustrado de la época, es decir, todo el saber de su tiempo, y que se denominó Enciclopedia. El primer volumen, prologado por D'Alembert, apareció en 1751, y el último en 1772. En 1776-1777 se publicó un suplemento de seis tomos. En la Enciclopedia se incluían tanto textos científicos como dibujos de las nuevas máquinas. Es un libro escrito con los pensamientos de los ilustrados de Inglaterra y Francia, que más adelante provocarán tres revoluciones.

[5] La Ilustración fue una época histórica y un movimiento cultural e intelectual europeo que se desarrolló –especialmente en Francia e Inglaterra– desde fines del siglo XVII hasta el inicio de la Revolución francesa, aunque en algunos países se prolongó durante los primeros años del siglo XIX. Fue denominado así por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón. El siglo XVIII es conocido, por este motivo, como el Siglo de las Luces. Los pensadores de la Ilustración sostenían que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía, y construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos económicos, políticos y sociales de la época. La expresión estética de este movimiento intelectual se denominará Neoclasicismo.

[6] José Celestino Bruno Mutis y Bosio; Cádiz, 1732 – Santafé de Bogotá, 1808) Médico y botánico español que figura entre los más destacados iniciadores del conocimiento científico en el Nuevo Mundo. Estudió medicina y cirugía en el Colegio de Cirugía de su ciudad natal, que fue un centro de renovación médica a la vanguardia de la ciencia aplicada en España. Sin embargo, como dicha institución no estaba autorizada a otorgar el grado de bachiller en Artes y Filosofía, Mutis tuvo que terminar su carrera en la Universidad de Sevilla. Una vez concluidos sus estudios, se vinculó, durante cuatro años, al Hospital de Cádiz. José Celestino Mutis partió de España rumbo a América el 7 de septiembre de 1760, y llegó a Santafé el 24 de febrero de 1761. El impacto del trópico fue grande, pues a cada paso se encontraba con una novedad botánica o zoológica.

[7] Antonio Amador José Nariño y Bernardo Álvarez del Casal (Santafé, 9 de abril de 1765 — Villa de Leyva, 13 de diciembre de 1823). Periodista, político y militar neogranadino de destacada actuación en los albores de la independencia del Virreinato de Nueva Granada. Junto a Pedro Fermín de Vargas, Francisco de Miranda, José Cortes Madariaga y Eugenio Espejo se le considera precursor de la emancipación de las colonias neogranadinas del Imperio español.

[8] Carta del Obispo de Santa Marta a Su Majestad del 1 de noviembre de 1809. Archivo de Indias. Estante 117. Cajón 6, Legajo 15. Monseñor Luis García Benítez. Reseña de los Obispos que han regentado la Diócesis de Santa marta. Pág. 292. Archivo Histórico de la Diócesis de Santa Marta.

[9] Carta del Cabildo de Santa Marta al Secretario del Supremo Consejo de Indias de 15 de marzo de 1809. El juramento de los dos cabildos se prestó en enero del mismo año. Archivo de Indias. E. 117. C. 6. L. 14.

[10] Ibídem. Luis García Benítez, pág. 293. Archivo Histórico de la Diócesis.

[11] Castro Tres Palacios, Pedro. Ibídem.

[12] Archivo Histórico. Diócesis de Santa Marta. Tomo 8, folios 42, 49, 50-75.

[13] Archivo Histórico de la Diócesis. Ibídem.

[14] Monseñor Luis García Benítez. Página 293.

[15] Cartas de Fray Miguel, Obispo de Santa Marta. Archivo de Indias. E.119.C.2.L.25. Luis García Benítez. Ibídem. Pág.290-293.

[16] Archivo Histórico de la Diócesis de Santa Marta. Tomo 10, folios 171-212, Pastorales y cartas del obispo Sánchez Cerrudo a sus feligreses. 14 de junio de 1809.

[17] Carta de Fray Miguel, Obispo de Santa Marta al Excmo. Sr. D. Martin de Garay, de 3 de junio de 1809.Archivo de Indias. E.117.C.2. L.23.

[18] Monseñor Luis García Benítez. Ibídem, pág. 296.

[19] Juan Manuel Martínez Fonseca. Santa Marta en la independencia: entre el pragmatismo y la insurrección. Universidad Pedagógica Nacional. 30 de agosto de 2010. 11 Restrepo Tirado. Ibídem. (1929), p. 225.

[20]

[21] Colección Bicentenario. Ministerio de Educación Nacional. Página 32.

[22] Original en el Archivo General de Indias, Santa Fe 746 y Santa Fe 1183. Biblioteca Luis Ángel Arango. Actas de formación de juntas y declaraciones de independencia (1809-1822).

[23] Carta transcrita por Ernesto Restrepo Tirado en “Historia de la Provincia de Santa Marta”. Página 500-501.

[24] Colección Bicentenario. Ministerio de Educación Nacional.

[25] Frases finales del manifiesto de Cartagena por Simón Bolívar. Cartagena de Indias, 15 de diciembre de 1812.

[26] Publicada en el Semanario Ministerial del Gobierno de la capital de Santafé, en el Nuevo Reino de Granada. Nº 4 (Jueves 7 de Marzo de 1811).

[27] Esta proclama fue publicada por Manuel Ezequiel Corrales en sus Documentos para la historia de la Provincia de Cartagena de Indias, hoy Estado Soberano de Bolívar en la Unión Colombiana. Bogotá: Imprenta de Medardo Rivas, 1883; p. 136-142).”

[28] Archivo Histórico de la Diócesis de Santa Marta

[29] Archivo Histórico de la Diócesis de Santa Marta.

[30] Agustín Gutiérrez Moreno nació en Santa Fé el 27 de agosto de 1784 y murió en la misma ciudad el 24 de diciembre de 1835, estando soltero; Abogado de San Bartolomé, recibido por la Real Audiencia; Se estableció en Santa Marta y perteneció a la Junta Suprema de esa provincia y, al caer ésta nuevamente en manos realistas, se trasladó a Cartagena; Viajó a las Antillas a conseguir armas para Cartagena; Embajador en Chile entre 1819 y 1822; ; Embajador en Francia y Guatemala; Miembro del Congreso Admirable y dos veces Presidente del Senado. Antes, con ocasión del suceso en Santa Marta el 2 de septiembre de 1810, viajó a Jamaica en la goleta Fernando VII de propiedad de Miguel María Martínez de Aparicio, con el propósito de traer armas para el movimiento patriota.

[31] Fragmento publicado por don Ignacio Gutiérrez Ponce en su Vida de don Ignacio Gutiérrez Vergara y episodios históricos de su tiempo (1806-1877). Londres: Imprenta de Bradbury, Agnew & Cía. Ltda., 1900. Tomo I, p. 74-75.

[32] Reproducción hecha del archivo del Dr. Francisco Aquilino Jácome, en poder de doña Elisa Jácome, Bogotá, al publicarse la obra José Eusebio Caro y otras vidas, del académico Leonardo Molina Lemus. Biblioteca de Autores ocañeros Vol. 11, 1973), publicada en el libro “La Independencia en la región de Ocaña” de Luis Eduardo Páez García.

[33] Firman esta Acta Esteban Díaz Granados y José de Ujueta, alcaldes ordinarios; cuatro regidores, Rafael de Zúñiga, Síndico Procurador, y el Secretario Francisco A. Linero. En Ernesto Restrepo Tirado: Historia de la Provincia de Santa Marta. Página 525.

[34] Recuérdese que Santa Marta tenía el título de “muy noble y leal”, y además el rango de “Mariscal de Campo”.

[35] Archivo Histórico de la Diócesis de Santa Marta. Tomo 15, páginas 152-154, 1813.

[36] Restrepo Tirado. Ibídem

[37] Juan de Castellanos (Alanís, Sevilla, 9 de marzo de 1522 – † Tunja, Colombia, 27 de noviembre de 1607), poeta, cronista y sacerdote español. En 1541 llegó a la isla de Cubagua o "de las Perlas", donde "con ayuda de los nativos" se dedicó a la industria que le daba nombre. Con el mismo propósito estuvo en Isla Margarita y en Trinidad. En 1544 pisó por primera vez Colombia, en concreto en Cabo de la Vela, donde siguió con el comercio de las perlas y fue padre de una niña Gerónima. Después pasó por Santa Marta, Salinas de Tapé y finalmente llegó a Cartagena de Indias en 1545. Hizo algunas incursiones al interior, a veces con ambiciones mineras, como en Gualacha y Maconchita. Su gran obra es Elegías de Varones Ilustres de Indias que con 113609 versos endecasílabos es uno de los poemas más largos en lengua española. "Elegías" está dividida en cuatro partes: la primera narra los comienzos de la Conquista y la Colonia; la segunda habla sobre Venezuela, el Cabo de la Vela y Santa Marta; la tercera, sobre Cartagena; la cuarta sobre la conquista de Bogotá y Tunja.

[38] Archivo Histórico de la Diócesis de Santa Marta. Tomo I, pp. 221-247, 1779.

[39] Roberto María Tisnés. La Independencia en la costa Atlántica.

[40] El inventario lo he suprimido del documento original para no aburrir al lector, y por no considerarlo de trascendencia en este proceso.

[41] El Escudo de Armas de la familia Díaz Granados fue gentilmente cedido por Don Gilberto Díaz Granados Molina.

[42] Toda la información sobre José Miguel Díaz Granados ha sido tomada del libro “Los Mártires de Cartagena” por José P. Urueta publicado en el año de 1886. Tipografía de Antonio Araujo. Cartagena.

[43] Este punto me recuerda enseguida que en diciembre de 1830, el prófugo Ezequiel Rojas, conspirador y enemigo acérrimo de Simón Bolívar estaba amparado y escondido en Santa Marta, lo que demuestra la pertinaz tendencia realista de esta ciudad en contra de la revolución bolivariana.

[44] Biblioteca Digital. Real Academia de la Historia. C/ León, 21 – 28014 Madrid (España).

[45] José P. Urueta. Los Mártires de Cartagena. Tipografía de A. Araujo L. páginas 60-73. 1886

[46] José P. Urueta. Ibídem.

[47] Archivo de la Corte Suprema de Justicia. Sección: Independencia. Tomo II, Folios 90-280, 1823. Bogotá, d. c.

[48] Marsilio de Padua (1275-80 – 1342-43) fue un filósofo italiano, pensador político, médico y teólogo.

[49] Guillermo de Ockham, también Occam, Ockam, o varias otras grafías (en inglés: William of Ockham) (c. 1280/1288 – 1349) fue un fraile franciscano y filósofo escolástico inglés, oriundo de Ockham, un pequeño pueblo de Surrey, cerca de East Horsley. Como franciscano, Guillermo estuvo dedicado a una vida de pobreza extrema. Ockham murió a causa de la peste negra.

[50] Dante Alighieri: “De Monarchia”.

[51] John Wyclif o Wickliffe, nació en Yorkshire, cerca 1320 – Lutterworth, Leicestershire, 31 de diciembre de 1384) fue un traductor, teólogo y reformista inglés que fundó el movimiento que se conoce como Wycliffismo y es considerado por muchos autores como el padre espiritual de los de los protestantes. También fue una de las primeras personas en realizar una traducción de la Biblia en latín, conocida como la Vulgata, directamente a una lengua vernácula, en este caso, el inglés, en 1382.

[52] Archivo de la Corte Suprema de Justicia. Ibídem.

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