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Psicología y Martirio I. El testimonio de fe del s. I – IV d. J.C. en el Imperio Romano (página 2)


Partes: 1, 2

El enfoque teológico de Josef Weismayer.

De este modo, se establece la línea de trabajo: el testimonio de fe de los mártires cristianos en la Iglesia primitiva, modelo y ejemplo para el mundo entero, testigos que fueron sacrificados en aras del orden público establecido pero a mayor gloria de Dios.

Sobre la cuestión derivada de esta propuesta inicial, es necesario el enfoque histórico y filosófico, así como antropológico y teológico. Es decir, el contexto en situación de la persona y los valores que encarna y por los cuales es capaz de entregar su vida por el Reino de Dios.

La visión cristiana del dolor y el sufrimiento.

El tema de la visión dolorista de la religión en la Iglesia Católica, está magistralmente ilustrado por el teólogo, Josef Weismayer, de quien encontrarán un esbozo clarificador sobre el sufrimiento en la Biblia, y el dolor en la Sagrada Escritura en ¨Vida Cristiana en plenitud¨, en la Col. Pastoral Aplicada de Promoción Popular Cristiana (Madrid, 1990).

La cuestión principal es puntualizar el sacrificio de la cruz como valor supremo del cristianismo y que es motivo de escarnio para la sociedad.

Cap. I. La Biblia: Antiguo y Nuevo Testamento.

El judío Filón, rabino y doctor de la Ley de la Torah, que fundó en Alejandría un ¨didascalio¨ o escuela de sabiduría, y que marcó el comienzo de lo que se ha dado en llamar la ¨Doctrina del Logos¨ enraizando en un método de explicación escrituraria el pensamiento helénico y la tradición judaica, fue una tentativa de reconciliar la tradición de Israel y los temas filosóficos griegos.

Los filósofos habían esbozado en múltiples aproximaciones esta grandiosa concepción del Logos, del pensamiento de Dios. Platón había reconocido en ella el origen de las ideas. Pero San Juan Evangelista consolidó en una certidumbre todos esos sentidos del vocablo, el Verbo de Dios. Y así, todos los principios justos descubiertos y expresados por los filósofos los alcanzaron éstos merced a una participación en el Verbo, y este Logos que había encendido progresivamente la inteligencia humana, era Cristo, por quien hallaron su verdadera significación la razón y la fe.

Una concepción cristiana de la historia que se concretará en San Juan y el Logos del IV Evangelio en quien reconocerá la Doctrina del ¨Verbo de Dios¨, que junto a San Pablo y la elección de los 27 textos canónicos que constituyen el Canon del Nuevo Testamento en la Sagrada Escritura inspirados por el Espíritu Santo completará la tradición de Israel recogida en los 46 libros del Antiguo Testamento, y que conformarán los 73 libros sagrados de la Biblia de Jerusalén.

Los primeros capítulos del Génesis demuestran la sublime dignidad de las personas humanas. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor por el Hijo, se manifiesta plenamente al hombre mismo y le descubre la sublimidad de su vocación.

En el pasaje de Abel, la víctima mártir asesinada, el hombre justo, que recoge el fruto de su trabajo y lo ofrece en acción de gracias a Dios, se muestra a un Caín, el victimario homicida, el hombre indigno, que ofrece su vil sacrificio con un corazón ruin.

En el Éxodo, la sangre colocada en los dinteles y las jambas de las puertas de los israelitas lo que los protegió aquella horrible noche en Egipto del exterminio del ángel de la muerte (Ex. 12,7.12), sólo era una anticipación de otra sangre, la de Cristo, portadora de la santidad y salvación definitiva.

En la historia de Jonás: "No se dará ningún signo que no sea el signo de Jonás", Cristo crucificado. El ¨Cántico de Ezequías¨, las meditaciones sobre Job, y el libro de Jeremías, nos muestran al profeta sufriente del Antiguo Testamento entregado a la voluntad de Dios hasta su martirio y asesinato.

Del martirio del mayor de los profetas de la Biblia, San Juan Bautista, de quien anuncia en el Nuevo Testamento la llegada del Mesías y la necesidad que tiene el cristiano de vivir la coherencia incluso ante los sufrimientos, destaca que si relativamente pocos están llamados al heroico sacrificio supremo, existe sin embargo, "un testimonio coherente que todos los cristianos deben estar dispuestos a dar cada día, incluso a costa del sufrimiento y grandes sacrificios".

"Se requiere en efecto un compromiso muchas veces heroico para no ceder, incluso en la vida cotidiana, a las dificultades que presionan al comprometido y para vivir el Evangelio ‘sine glossa’ (sin atenuantes)", existen aún hoy mártires que entregan su vida por la fe en el mundo, y "nos hace pensar en los mártires de la fe que a lo largo de los siglos han seguido valerosamente sus huellas", los creyentes siguen sometidos a duras pruebas por su adhesión a Cristo y a la Iglesia".

Cap. II. La Iglesia Primitiva (s. I – IV d. J.C.).

Desde los primeros tiempos de la Iglesia Primitiva, se ha reconocido que la sanguis martyrum est semen Christianorum (la sangre de los mártires es la semilla de los cristianos). "En la Iglesia antigua, el martirio era considerado una verdadera celebración eucarística: realización extrema de la contemporaneidad con Cristo, del ser una cosa sola con Él" (Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Introduzione allo spirito della liturgia, 55).

A partir de finales del siglo segundo, la fecha de la muerte del mártir se celebraba en su tumba como una natividad en los cielos, lo que llevó a la construcción de iglesias encima de estos lugares. De la misma forma, en la liturgia romana, los mártires están ubicados en las primeras filas, antes de todos los demás santos, vestidos con el color rojo de la liturgia que pone de manifiesto la naturaleza sangrienta de su sacrificio.

1) Jesús de Nazareth.

" … Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros … ".

La Pascua Judía y Cristiana.

Por aquel entonces en Jerusalén se preparaba la fiesta de la Pascua que celebraba la libertad de los judíos que escaparon del yugo de la esclavitud en Egipto en tiempos de Moisés y conmemoraba la noche en que los esclavos hebreos marcaron sus casas con la sangre de un cordero para que la venganza del ángel de Dios no alcanzara a los primogénitos de Israel.

¡ Dios de Abraham, Isaac y Jacob ! , ¡ Dios Justo ! , ¡ Dios Santo !, ¡ Dios Inmortal ! , ¡Dios Universal !, ¡ Dios Padre Omnipotente !, ¡ Dios Padre Piadoso!, ¡ Dios Padre Eterno !, cuanto hemos esperado que llegara el día de nuestra liberación, como Moisés que escapando de la espada del Faraón se convirtió en el libertador de los hebreos que huyeron del cautiverio de Egipto.

Ya habían transcurrido generaciones desde el primer enfrentamiento de Sansón y los israelitas contra los filisteos hasta su derrota definitiva con la unción del gran Rey David, origen del linaje y ascendiente directo del libertador de la casa de Israel que tanto esperaban los judíos, como en la época del exilio en tierras de Babilonia que tan amargamente profetizó Jeremías, y que ahora bajo la dominación del Imperio Romano el pueblo israelita sentía en su propia tierra.

¡ Alegraos !, ¡ regocijaos !, porque nuestro cautiverio ha terminado, Cristo ¨El Ungido¨ está entre nosotros, es de la estirpe de David y de sus descendientes nos ha venido la salvación, de Belén de Judea es el hijo de Dios.

El ¨Rabí¨ o maestro como le llamaban, era hijo natal de Belén, de un ¨nagar¨ o carpintero del pueblo de Nazareth en Galilea que se llamaba José y que había hecho voto de nazareno o de consagrarse a Dios, y de una muchacha llamada María que era la madre virginal de Jesús. Había llegado a Judea a la casa de su amigo Lázaro, que convivía con sus hermanas Marta y María de Betania, un pueblo muy cercano a Jerusalén, venía de predicar por Galilea y del lugar a orillas del río Jordán en Perea donde su primo Juan, el mayor de los profetas de la Biblia, había estado al principio bautizando y anunciando la llegada del Mesías. Con sus discípulos, Simón Pedro o Cefas y su hermano Andrés, Juan y su hermano Santiago el Mayor o Zebedeo, Judas Tadeo, Santiago el Menor o Alfeo, así como Simón el Zelote o Cananeo, Mateo el publicano, Tomás al que llamaban el gemelo, Bartolomé o Natanael, y Felipe, … hacían su entrada triunfal en Jerusalén.

¡ Oh Jerusalén !, proclama la gloria del Señor porque hoy es el día de tu liberación.

El Rey Herodes Antipas, tetrarca de Perea y Galilea, había hecho encarcelar y decapitar en su fortaleza de Maqueronte a Juan el Bautista, porque consideraba a Jesús de Nazareth como a un usurpador. La clase dirigente judía de los ¨haberim¨ o pertenecientes al ¨Sanedrín¨, o Supremo Consejo, también veían con recelo a Jesucristo porque el pueblo lo aclamaba y proclamaba como el Rey de los Judíos que les traería la libertad. La secta de los fariseos y saduceos que tenían la autoridad nacional y religiosa, los ¨soferim¨o maestros de la Ley y estudiosos de las Escrituras, lo consideraban como a un perturbador que ponía en entredicho sus enseñanzas.

¡ Oh Señor !. ¡ Rey de Reyes !, que amas a tu pueblo y que escapaste de la espada de la casa de Herodes has venido para liberar a los oprimidos.

Que humilde condición la de aquellas gentes que como era habitual cada año se reunían procedentes de todas partes para dar gloria al Señor, eran ¨amhaares¨ de toda índole despreciados por los escribas y fariseos, ¨goims¨ o paganos, con ¨cuttonas¨, túnicas por vestido, y ¨simlahs¨, mantas de abrigo, desgastadas por el tiempo, en contraposición con aquellos que se distinguían por las ¨zizith¨, borlas o franjas que los israelitas llevaban en los vestidos para recordar los mandamientos de la Ley de Dios, con las ¨cufiehs¨, prendas para la cabeza, o ¨taliss¨, que caían sobre sus hombros, y que solían llevar cuando oraban en la sinagoga.

¡ Santo !, ¡ Santo !, ¡ Santo !, es el Señor, Dios del Universo, llenos están el Cielo y la Tierra de tu Gloria, ¡Hosanna! en el Cielo, bendito el que viene en nombre del Señor, ¡Hosanna! en el Cielo.

El poder del César, el Emperador de Roma, era omnisciente, y divinizado por el paganismo del Imperio, el politeísmo era la religión oficial. Y Judea era una provincia romana que por el pasado histórico monoteísta de la tradición judaica, depositaria de las tablas de la Ley que Moisés en el monte Sinaí recibió del mismo Dios, la convertía en caldo de cultivo de insurrecciones y sublevaciones por su reticencia a adoptar las costumbres y usos de sus conquistadores. Especialmente en estas fechas las guarniciones romanas de la Torre Antonia de la ciudad estaban en estado de alerta permanente, pues los judíos alentados por su exaltado sentido del nacionalismo y exacerbados por la convicción de ser el pueblo elegido de Dios, hacía ya largo tiempo que consideraban al ejército de ocupación como al opresor. El Gobernador romano, el procurador Poncio Pilato, alertado por los disturbios y motines ocasionados por miembros de fanáticas y agresivas sectas judías como la de los zelotes o los sicarios, con un tal Barrabás al frente que había sido encarcelado, también juzgaba la fama que precedía al galileo como un signo de inestabilidad para lograr imponer en su provincia la voluntad del César Tiberio retirado en Capri y cuyo regente era Calígula, y porque ponía en peligro su soberanía y era un estorbo para sus fines en aras del orden público establecido.

¡Escucha Oh Israel !. No endurezcas tu corazón como hicieron nuestros antepasados junto a la montaña sagrada del Sinaí, porque tuvieron que vagar por el desierto durante una generación hasta encontrar la tierra prometida de Canaan.

Se acercaba el día de los panes ácimos cuando había que sacrificar el cordero pascual, y Jesús se dirigió al Templo de Jerusalén para orar al Señor, y encontrando en sus atrios a cambistas y mercaderes que negociaban con el precio de las ofrendas que se habían de entregar a la casta de los sacerdotes para llenar sus arcas del tesoro, arremetió contra sus puestos derribándolos y desparramando las monedas por el suelo, y a latigazos les expulsó del Templo.

¡ Pídeme ! y te daré las naciones en herencia y extenderé tus dominios hasta los límites de la tierra. Los regirás con vara de hierro y como vaso de alfarero los romperás.

Y buscando la manera de quitarlo de en medio sin que la gente se enterara, dos días antes del día de los panes sin levadura se había tramado una traición contra Él, entre un tal Judas Iscariote, habitual entre sus allegados que administraba los ases de cobre que recibían de las gentes para atender sus necesidades y había decidido entregarle a cambio de dinero, y el Sumo Sacerdote, Caifás, que para apresarle había acordado una recompensa de 30 siclos de plata, única moneda nacional judía en circulación.

Llegó el día en que se celebraba la noche de la pascua judía, y hacia el atardecer cuando empezó a cesar el bullicio de las gentes por las calles, Jesús después de predicar en el Templo se retiró con sus discípulos a un cenáculo de la ciudad .

El Señor es mi vara y mi cayado, ¡ nada temeré !. El Señor es mi pastor, ¡ nada me falta !…

El lugar de encuentro con la Guardia del Templo donde habían acordado prenderlo sería durante la noche después de la cena pascual en el huerto de los olivos, llamado Getsemaní, con el fin de llevarle acto seguido a juicio y condenarlo a pena de muerte. Los cargos de que se le acusaría serían de sedición y blasfemia, y antes de despuntar el alba sería llevado ante Poncio Pilato para su crucifixión porque el poder romano se reservaba el ¨jus gladii¨, es decir, tenía la última palabra para decidir entre la vida o el suplicio en cruz de un reo.

¡ Ay de ti Jerusalén ! que matas a tus profetas, destruye este Templo y Sagrario del Espíritu Santo y en tres días lo reconstruiré, porque la piedra del fundamento que desechasteis será la piedra angular. Creemos que el mejor modo de enfocar la cuestión de la asunción del sacrificio de la cruz por Nuestro Señor Jesucristo es ser conscientes de la limitada capacidad de entendimiento del ser humano sobre el sentido mesiánico de su misión salvífica.

Queremos decir que es necesario un ejercicio de humildad que nos permita comprender que aunque nada se esconde al saber divino, si es al hombre a quien no le alcanza el discernimiento para entender en su total y verdadera dimensión el significado de la entrega del hijo de Dios por la salvación del hombre.

En el pasaje del Evangelio después de la última cena en el que Jesús de Nazareth en el huerto de los olivos de Getsemaní, en orante diálogo con Dios Padre, le implora no ser crucificado, y acto seguido por su amor filial, afirma: ¨hágase tu voluntad y no la mía¨, está reafirmando en su condición de salvador y mesías, un acto de oblación pura, de total entrega a su inmolación, conteniendo el verdadero sentido del martirio, en contra de su voluntad y a causa de la iniquidad de los hombres, asumiendo el sacrificio por el valor supremo de su misión salvadora, donde encuentran verdadero significado las palabras: ¨… no hay mayor amor que el que entrega su vida por los demás…¨, ¨… es necesario que el hijo del hombre muera para que sea ensalzado…¨, … porque la voluntad de Dios es salvar al género humano aunque deberá sufrir por ello su propio hijo el martirio por la maldad del hombre.

El sufrimiento vicario de Cristo.

" Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo. Voluntad ciertamente misteriosa, pero que nos pone violentamente, cara a cara, con el gran amor que Dios tiene al hombre, haciendo que un Dios encarnado, en carne humana sufra por él.

El cristiano, imitador de Cristo, seguidor de los pasos de su Maestro, ¿se extrañará si en su camino aparece el sufrimiento?. El convencimiento de que Dios es mi Padre y quiere lo mejor para mi, aunque no lo entienda, le hará clamar también : " no se haga mi voluntad, sino la Tuya".

…..Pavor. Angustia. Tristeza hasta el punto de morir. Sudor como gotas espesas de sangre…… Y los discípulos, tu y yo, dormidos por la tristeza.

¿Cómo debía de ser ese dolor de Cristo transformado en sufrimiento, que le lleva a sudar gotas de sangre?. ¡Qué bien se refleja aquí la ruptura que el dolor produce en el alma. ¡Cómo éste, el sufrimiento, ha pasado de los sentidos al alma, al yo, al espíritu, a la persona!.

Abrazar como Cristo, la cruz, el sufrimiento, aceptando, queriendo, amando la Voluntad divina, no es de extrañar que un cristiano, aún en el martirio, sea feliz, alegre por ser corredentor, ya que colabora a restaurar con Cristo la naturaleza humana, la creación, a su origen primitivo antes de que entrase, por el pecado original, el mal en el mundo.

Esta es la respuesta, la esperanza del cristiano a la pregunta sobre el sentido del sufrimiento. Al morir Jesús, el mismo Dios, bajo figura finita, destruye los efectos del pecado original y todos los personales, produciendo una nueva creación.

…porque eres inocente y vas a morir por nosotros, que somos los únicos culpables…..para qué…….viviésemos al fin " in libertatem gloriae filiorum Dei ", en la libertad y gloria de los hijos de Dios.

De este modo, adquiere pleno sentido una de las obras cumbres del historiador Daniel Rops: Muerte, ¿ dónde está tu victoria ? ; la vida del cristiano es la historia de la asunción del sacrificio de la cruz y de su propio martirio para salvación de su alma humana y resurección a la vida eterna. Esta aspiración de la humanidad por los valores espirituales recibió su confirmación con la pelicula La Pasión de Cristo de Mel Gibson (2004).

Jesús de Nazareth fue martirizado… y lo dicen profesionales en psicología y teología, opinar lo contrario, es decir, que se suicidó, es de un reduccionismo y una autosuficiencia que se parece a los opinólogos … como la dramática posición de Pilatos cuando se pregunta "¿ Qué es la verdad ?" y actúa como si no existiese estando ante Cristo; el victimario sumerge a la víctima en una cultura de la muerte, del relativismo y la negación de la verdad.

Realmente, estamos asombrados de que puedan existir profesionales, que puedan afirmar sin lugar a dudas, y sin conciencia del grave sacrilegio que estan cometiendo, que Jesucristo fue sujeto de una autoinmolación, debe existir alguna explicación plausible a una interpretación de este tipo, a nuestro entender, sea resultado de una mala traducción, o bien, porque en origen se pretendió que así fuera, nos encontramos con el mismo problema, un error doctrinal en las bases de la psiquiatría y la psicología.

Los Apóstoles y protomártires:

Un ejemplo que podemos traer a colación y que existió ya en sus lejanos orígenes, con nuestro protomártir San Esteban, es como hubo de brillar luego en toda su evidencia en aquellas dramáticas horas en que, frente a los verdugos de Roma, millares de cristianos prefirieron la muerte a apostatar de la fe, entregando su vida en un acto sublime de oblación a Dios.

Otros dedicaron sus últimas palabras precisamente a la misericordia y al perdón, en imitación del ejemplo dado por Cristo en la cruz y seguido ya por el primer mártir, San Esteban que fue lapidado.

La religión cristiana se difundió muy rápida desde Jerusalén hasta Antioquia, antes de llegar al Occidente, en Roma. El Cristianismo llegó a las costas de India, donde San Tómas Apóstol predicó y fue martirizado, mientras San Judas Tadeo y San Bartolomeo predicaron el Evangelio en Armenia. Gracias a sus martirios, Armenia se convirtió en el primer país cristiano.

Por voluntad de Cristo, Juan sería el único de los 12 apóstoles que no moriría de muerte violenta, y a excepción de Judas Iscariote que se suicidó, el resto sufriría el calvario del martirio.

  1. Los Evangelios. Juan. ¨En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todo fue hecho por Él y sin Él nada se hizo de cuanto ha sido hecho¨ (Jn 1, 1-3). "El buen pastor da su vida por las ovejas" (Jn 10,11), y el testimonio de los cristianos se asemeja siempre con el misterio del grano de trigo: "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si cae en tierra buena y muere da mucho fruto" (Jn 12,24). Cristo, en la víspera de su pasión, anuncia su glorificación a través de la muerte. Los mártires, recorren "El Camino" (así se llamaban a si mismos los cristianos) de Jesús al decir de sí mismo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14, 6). El martirio toma parte directamente en la obra de Cristo, permaneciendo unidos a Él que salva y santifica (Jn 15,5). "Dado que Jesús, el Hijo de Dios, manifestó su amor entregando su vida por nosotros, nadie tiene mayor amor que el que entrega su vida por Él y sus hermanos" (Jn 15,13). Jesús al dirigirse a Pedro: "En verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras". Y el evangelista agrega: "Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios" (Jn 21,18-19).
  2. Marcos. Refiriéndose Jesús a Pedro: "Tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres" (Mc 8,32). Luego, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?…quien pierda su vida por mi y por el Evangelio, la salvará" (Mc 8,36). La prueba era necesaria para el cumplimiento de la misión, el martirio. Mateo. "Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y suplicaba así: Padre mío, si es posible, que pase de mi esta copa, pero que no sea como yo quiero, sino como quieras Tu" (Mt 26, 37-39). "Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad" (Mt 26,42). La orden del Señor "vayan y hagan discípulos de todos los pueblos" (Mt 28,19) es anuncio como el martirio de la semilla de nuevos cristianos. Lucas. También enseñó a sus padres a obedecer al orden en la obediencia: " ¿ No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre ?" (Lc 2, 49). Cristo obedeció a Dios Padre, su Padre, nuestro Padre, hasta la muerte y muerte de cruz. Obediente a sus padres " bajó con ellos y vino a Nazareth, y vivía sujeto a ellos." (Lc. 2, 51). "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame" (Lc 9, 23). "Os digo que si uno se declara a mi favor delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará a favor suyo delante de los ángeles de Dios" (Lc 12,8). " ¿Es que no temes a Dios, tu que sufres la misma condena?. Y nosotros, con razón, porque nos la hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho. Y decía San Dimas: Jesús, acuérdate de mi cuando vengas con tu Reino. Jesús le dijo: Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso." (Lc 23, 40-43). b) Los Hechos de los Apóstoles. En el sacrificio vemos la inspiración del Espíritu Santo que Jesús prometió a los Apóstoles como la facultad mediante la cual serían sus testigos, sus mártires, hasta el fin de los días (Hch 1:8). La antigua tradición de la Iglesia presenta el relato de los Hechos de los Apóstoles en referencia a su identificación con el testimonio del Señor, sufrir la "humillación por el bien de su nombre" (Hch 5:40), en cuanto está estrechamente relacionada con el sufrimiento y la muerte por la fe (Hech 1:8 y 22). c) Las Epístolas. La vida de San Pablo y su misión está en relación con el sufrimiento y el dolor, con su comunión con la pasión de Cristo (1 Cor 2,1 ss.; Gal 4,12-14), fue decapitado. La nube de testigos (Hb 12,1), ha completado "lo que falta a la Pasión de Cristo". "Me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo lo que falta a las tribulaciones de Cristo en mi carne, en favor de su cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1,24). La cruz es un escándalo y una locura (1 Cor, 22-25) para el mundo, el valor del cristiano se expresa en las palabras del apóstol Santiago: "Vosotros que no sabéis qué será de vuestra vida el día de mañana … ¡Sois vapor de agua que aparece un momento y después desaparece" (St. 4,14), y en las vibrantes afirmaciones de San Ignacio de Antioquía: "De nada me serviría todo el mundo y todos los reinos de aquí abajo; para mi es mejor morir por Cristo Jesús que ser rey sino en los confines de la tierra. Yo busco a Aquel que murió por nosotros; yo quiero a Aquel que por nosotros resucitó", ante su inminente martirio (Epistola ad Romanos, 4,1): "Dejad que me devoren las bestias, que es mi manera de llegar a Dios. Soy el trigo de Dios, y debo ser molido por los dientes de las bestias salvajes, para que pueda llegar a ser el pan puro de Cristo". 3) Los Padres Apostólicos y Apologistas Cristianos. Así como la exégesis, o ciencia de la Escritura, de los primeros autores de letras cristianas, los Padres Apostólicos, de aquellos que aún eran testigos directos de las enseñanzas de los apóstoles, de entre los más conocidos encontramos a los obispos: San Ignacio de Antioquía y San Policarpo de Esmirna; a los que siguió una nueva literatura cristiana, que se denominará de los Apologistas Cristianos, el más célebre, San Justino. Las etapas que se habían esbozado desde los discípulos inmediatos al mensaje de Cristo, la de los Padres Apostólicos y Apologistas Cristianos, derivaría en una filosofía cristiana que llegaría a la elaboración de un sistema de pensamiento religioso que tendría en el Obispo de Lyon, su máximo exponente, San Ireneo, que reafirmaría el primado de la Iglesia de Roma, la síntesis de la tradición de los profetas veterotestamentarios, los evangelios sinópticos y textos canónicos, y de la historia del pueblo de Dios en la Biblia. Los dos focos del pensamiento cristiano contemporáneos al de Roma, fueron los de la escuela Alejandrina, un ¨didascalio¨ cristiano, de servidores del Verbo, didáscalos (o doctores), y el de Cartago. En todos los períodos de la historia de la Iglesia se ha vuelto a verificar la palabra de Tertuliano, que escribía en el año 197: "La sangre [de los mártires] es semilla de los cristianos" (Apologético, 50). Encontramos la misma idea ya a mitad del siglo II, en el discurso de autor desconocido dirigido al pagano Diogneto: "¿No ves que [los cristianos], arrojados a las fieras con el fin de que renieguen del Señor, no se dejan vencer?. ¿No ves que, cuanto más se los castiga, en mayor cantidad aparecen otros?" (7, 7-8). Hipólito Romano escribía, durante la persecución de Septimio Severo de la que hablaremos más adelante, que un gran número de hombres, atraídos a la fe por medio de los mártires, se convertían a su vez en mártires (Comentario sobre Daniel, II, 38). La motivación teológica: "la gloria de Dios es el hombre vivo" (gloria Dei vivens homo), de carácter antropológico: la "visión de Dios es la vida del hombre" (vita hominis visio Dei), es el tremendo grito de San Ireneo en respuesta a los gnósticos: Caro capax dei; ¡carne con capacidad para Dios!. Como decía San Ambrosio, refiriéndose a su tiempo, cuando ya los cristianos salían de las catacumbas y las persecuciones exteriores habían acabado: "¡Cuántos hoy son mártires en secreto y dan testimonio al Señor Jesús!" (Comentario al Salmo, 118).

Conclusión

El contexto histórico de Jules Charles Henri Petiot.

Daniel Rops, su nombre literario, es a nuestro modo de ver, uno de los historiadores del cristianismo más prolíficos que ha tenido la Iglesia, fue fundador de la revista Ecclesia , ocupó el sillón 7 en 1955 de la Academia de la Lengua, y como miembro Comendador de la Legión de Honor, una de las personalidades más respetadas en el campo de la Literatura y la sociedad en Francia, un dato anecdótico, es que fue el profesor de universidad más joven del país, que se convirtió en uno de los conferenciantes más prestigiosos y valorados por los círculos académicos. Que podemos decir más a su favor, que el agradecimiento por su labor historiográfica, fue reconocida por el mismo Santo Padre, Pío XII, por mediación de su Secretario de Estado, el futuro Cardenal Montini, y Papa Pablo VI.

Las actas martiriales que se describen en su libro "La Iglesia de los Apóstoles y los Mártires", estan corroboradas ampliamente por documentos históricos de gran rigor científico, y no cabe lugar a dudas, de que su intención fue siempre honorable. En este punto, apoyamos la disyuntiva de mostrar toda la verdadera dimensión de los hechos ocurridos entre los ss. I a IV d. J.C. en que las persecuciones de los cristianos, fueron las más atroces, sanguinarias, crueles y salvajes que hayan podido nunca existir en la historia de las civilizaciones humanas.

El acto de inmolación u oblación.

Con el debido respeto y consideración a su labor profesional, planteando un nuevo problema que se suma al ya discutido conflicto con K. Menninger sobre la confusión observada y la discutida así como necesaria diferenciación entre el concepto de suicidio y martirio.

Un acto de oblación, o en términos antropológicos de inmolación, y según los arquetipos de la cultura, de sacrificio, que se pueden identificar en los actos de un suicida, no son los que identificamos en un mártir. Contrariamente a la afirmación sobre el acto de suicidio de un mártir por un ideal que acostumbramos a ver en la prensa escrita, tenemos que diferenciar, que un suicida es sujeto de suicidio y un mártir de martirio, dos conceptos distintos que no deben confundirse.

Cuando de la existencia de un homicidio inflingido por el propio sujeto en si mismo o por mandato a su voluntad mediante terceras personas se deriva la muerte, tenemos que hablar de suicidio.

Cuando del acto de privar de vida a una persona por causa de muerte se deriva un asesinato contra la voluntad del sujeto a causa de su honor por negarse a aceptar el mandato de renuncia a un ideal, y que ha asumido su sacrificio a cambio de su vida en un acto sacramental de inmolación u oblación pura, debemos hablar de martirio.

Volvemos a encontrar en la base del conocimiento doctrinal psicológico y psiquiátrico, y en este caso, psicoanalítico, una grave confusión de conceptos para el desarrollo de nuestra disciplina, puesto que no hace distinciones entre ambos términos y si las tiene: el martirio no es un acto suicida por un ideal como pretende K. Menninger, puesto que el mártir no es un suicida, podemos decir que en el martirio, el mártir es la víctima que rehusa aceptar el mandato de su renuncia, y por contra en el suicidio, el suicida es el victimario homicida por mandato a su voluntad.

Este argumento se desarrolla en extenso en la siguiente parte de la Conferencia: Psicología del Martirio (II); perteneciente al área de Psiquiatría Social del VI CVP – Interpsiquis 2005.

Documentación.

Los siguientes datos históricos y el cuadro cronológico sobre el Imperio Romano y el Martirio Cristiano, son un extracto refundido del libro: ¨La Iglesia de los Apóstoles y los Mártires¨ de Jules Charles Henri Petiot (o Daniel Rops).

Las Actas Martiriales. Archivos oficiales y no oficiales.

Según el cronista Orígenes, se pretendía: ¨exterminar por doquier el nombre mismo de Cristo¨. Podemos enumerar esas víctimas de las grandes persecuciones en todos los países, en todas las clases sociales, en todas las edades y en todas las condiciones. No hay ninguna de las viejas diócesis de Europa, del Asia Menor o del África que no haya contado con ellas. Pero, debemos abstenernos de enumerar en sus detalles las horribles formas con que era aplicado de diversos modos su martirio, y conviene que imitemos la moderación de los narradores y evitar de hacer comentarios porque no existe medio alguno imaginable de torturar seres humanos que no fuese aplicado en los cristianos. Digamos solamente que la decapitación aparecía como medida de clemencia: ¡Seré humano – decía el magistrado de Roma – y te condenaré a que te degüellen!, refiriéndose a la espantosa costumbre de ser entregado a las fieras como espectáculo en el circo para embriagar con el sádico placer de la tortura a las muchedumbres sedientas de sangre cristiana, el motín del pueblo impulsado al crimen y la caza de cristianos.

14-37. Tiberio (dinastía Julio-Claudia). 37-41. Calígula. Persecución de Herodes Agripa: 41. 41-64. Nerón. Incendio de Roma: 64. 81-96. Domiciano. Edicto de persecución: 92-96.

Crucifixión de Cristo: 30. Protomartirio de San Esteban: 36. Evangelio arameo de Mateo: 50-55. Evangelio griego de Marcos: 55-62. Evangelio griego de Lucas: 63. Los Hechos de los Apóstoles: 63-64. Epístolas de San Pablo: 52 -66. Martirio de San Pedro y San Pablo: 66-67. San Juan escribe el Apocalipsis: 82-96.

96-98. Nerva (dinastía de los Antoninos). 98-117. Trajano. 138-161. Antonino. 161-180. Marco-Aurelio.

San Juan escribe su Evangelio. Martirio de San Ignacio de Antioquía: 107. Martirio de San Policarpo de Esmirna: 155. Martirio de San Justino: 163. Mártires de Lyon: 177.

193-249. Septimio Severo (dinastía de los Severos). Comienzo de la persecución sistemática: 202; y de la anarquía militar: 235. Felipe el Árabe: 244-249.

Martirio de Santa Perpetua y Santa Felicitas: 203, …

La persecución de Septimio Severo fue la más dura, vasta e inexorable de cuantas la precedieron, si hasta ese momento hombres y mujeres cristianos eran llevados ante los jueces, condenados y ejecutados, porque habían sido denunciados, el rescripto de 202, ordenaba la persecución sistemática y metódica de los cristianos: redadas y tandas de víctimas en los anfiteatros de Roma y sus provincias, atestados de mártires de todo el mundo romano, presos de las fieras y las hogueras, habían sido acusados de pertenecer a una secta proscrita, según narra la leyenda acusados de antropofagia en sus liturgias rituales, de incesto entre sus hermanos fieles, de infanticidio y otras peores atrocidades, etc…

En las Galias, la muerte de San Ireneo, San Andeol, patrono de la Iglesia de Viviers, fue ejecutado ante el mismo Emperador; San Alejandro, Epipodio, Marcelo, Valentín y Sinforiano, cuya memoria se venera en Chalons, Tournus y Autun, … pero debemos recuperar de entre las muchas historias que forman parte de la herencia de la Iglesia y el martirologio de los santos, la narración de los siguientes hechos:

Santa Perpetua, fue encadenada con Felicitas y Revocato, esclavos, y arrojados al calabozo de Cartago, entre los diáconos y catecúmenos, se hallaba Saturnino y Secundulo, y su santo catequista Saturio; en la mazmorra de los fosos entraron en éxtasis místico envueltos en visiones celestiales y entregados a las fieras; pasado el invierno llegó el interrogatorio de Perpetua que reza del siguiente modo: ¡Apiádate de las canas de tu padre y de la niñez de tu hijo !, ¡ Sacrifica ! – No sacrifico. – ¿ Eres cristiana ? – ¡ Soy cristiana !. Santa Felicitas había llegado al octavo mes de embarazo y llegó al parto, el guardián se mofó: ¨Si ahora te quejas, ¿ qué vas a hacer delante de las fieras?; y respondió: ¨Mi sufrimiento actual, soy yo quien lo padezco, mientras que allí habrá otro en mí, y yo sufriré por él¨. Su martirio el 7 de marzo de 203 en las arenas del anfiteatro fue una carnicería salvaje que se repetía hacía 150 años y en las que hombres, mujeres y niños fueron presas de los leones … en cuanto a las dos santas aun vivas de ser devoradas por un oso, un leopardo, un jabalí, etc … se recurrió a la espada, y encargóse a un gladiador que las degollara. Las actas de los mártires, fueron redactadas en su mayor parte por Santa Perpetua: ¨Todos los que fuisteis testigos de estos hechos os acordaréis de la gloria del Señor – escribe el cronista -, y quienes los conozcáis por este relato, os sentiréis en comunión con los santos mártires y, por ellos, con Jesucristo, nuestro Señor, para quien son la gloria y el honor¨.

En Alejandría, la escuela de Clemente fue perseguida, llevaron al suplicio a varios catecúmenos, y Potamiana, muchacha cristiana, a la que arrojaron junto a su madre a una caldera de betún ardiente. Durante los últimos meses del reinado de Felipe, la muchedumbre reaccionó brutalmente, y los cristianos fueron agredidos en las calles o en sus casas, apaleados y lapidados. Apolonia, una joven cristiana, fue golpeada hasta romperle la mandíbula y luego la quemaron viva. Serapio, precipitado desde lo alto de su casa, … continuando el motín con pillaje de las casas cristianas. 250-260. Edictos de persecución de Decio: 250 – 253; y Valeriano: 257 y 258 – 260.

Martirio de San Cipriano: 258, … y los mártires de Europa, Asia Menor y África.

Fue en la época de Decio que la incertidumbre de los regímenes en plena decadencia, sin el sentimiento de culpabilidad y de debilidad que el heroismo de los mártires inscribiría en sus perseguidores, lo que hizo se promulgara el edicto de persecución de 250 seguido por los de Valeriano en el mes de agosto de 257 dictando un edicto imperial contra la Iglesia, que prohibía el culto y la visita a los cementerios cristianos obligando a sacrificar a los ídolos, reforzando estas medidas de persecución con el nuevo edicto de 258.

El primero fue el Papa Sixto II, en Roma, sorprendido con su clero en una cámara del cementerio del Pretextato, fue decapitado allí mismo, en la catedral episcopal donde estaba sentado; su diácono Lorenzo, fue torturado hasta la agonía y muerte, colocado en una parrilla lo asaron vivo a fuego lento… En esta época se trasladaron los cuerpos de San Pedro y San Pablo, del cementerio Vaticano y la cripta de Lucina, en la Vía Ostiense, y fueron depositados ad catacumbas en la Vía Appia para su seguridad.

Los cristianos, sacerdotes y laicos fueron deportados a las minas, las celebraciones litúrgicas severamente castigadas, como la historia del acólito en la catacumba de Calixto que fue ejecutado inmediatamente, también las jóvenes Rufina y Secunda, de la alta aristocracia, o la del grupo de fieles de la cripta de la Vía Salaria que fueron sepultados vivos, etc…

En Pérgamo, el Obispo Carpo y sus compañeros fueron quemados en el anfiteatro, y durante el martirio, una mujer del público, Agatónica, se levantó de repente, gritó su fe cristiana e, inmediatamente, fue arrojada a la misma hoguera.

San Dionisio, obispo de París, fue decapitado, con sus compañeros Rústico y Eleuterio; San Saturnino, en Toulouse, fue atado a un toro furioso al que se precipitó desde lo alto del Capitolio; … En las Galias, San Victoriano,en Puy de Dôme; San Privato, en Javols; San Patroclo, en Troyes; San Poncio, en Cimiez; el sacerdote Hipólito, en Porto … En España, del Obispo de Tarragona, San Fructuoso, se conoce el siguiente diálogo ante el gobernador de la provincia: ¿ Eres Obispo ? – Lo soy; – Lo fuiste; y sin más fue llevado a la hoguera.

En Asia, los tres cristianos de Cesarea de Palestina: Malco, Alejandro y Prisco, que se entregaron a los magistrados. En Lycia, Paregorio y el asceta León. En Capadocia, el niño San Cirilo, … En Cartago, los cristianos eran llevados a las piras de fuego de aceite ardiendo, sino eran muertos por linchamiento; San Lucio y San Montano fueron decapitados por ser clérigos. En Utica, la massa candida, el Obispo Cuadrato y sus fieles, que fueron arrojados a un horno de cal viva, incluyó a toda la comunidad cristiana, con el clero al frente.

Esmirna, el gran puerto de Asia, había de ser duramente castigado. El sacerdote Pionio fue detenido con sus fieles, y después de increparles, zanjó: ¡Sí, ya sé que la vida es dulce, pero nosotros esperamos otra vida!. ¡Sí, la luz es bella, pero nosotros soñamos con tener la verdadera luz!… Tu consigna es covencer o castigar. No me puedes convencer, ¡castígame entonces!. El encarcelamiento en el más infecto de los calabozos precedió a su suplicio, tendido sobre un caballete lo desgarraron con garfios de hierro, y en la arena del estadio clavado en un poste fue quemado entre gritos: ¡Tengo prisa de morir para despertarme cuanto antes en la resurección!.

Egipto y Palestina fueron especialmente castigadas por las persecuciones, fue entonces cuando se produjo el episodio de Marino, oficial de las tropas palestinianas aspirante a centurión, que obligado a sacrificar a los emperadores, se negó y fue decapitado.

San Cipriano, el gran Obispo de Cartago, en África, dejó una narración de penosos hechos, fue desterrado a Curube, y al año siguiente el Estado Mayor del procónsul lo devolvió a Cartago. ¨Tu sabes – dijo el magistrado – que los santísimos emperadores han ordenado que sacrifiques. – Sí – respondió el obispo-, pero no lo haré.- ¡Ten cuidado!, ¡reflexiona!. Haz, pues, lo que se te ha ordenado, pues es un asunto tan sencillo, verdaderamente que no hay necesidad de deliberación. El acta martirial describe que el magistrado inscribió en sus tabletas: Ordenamos que Tascio Cipriano sea degollado, y la respuesta: ¡ Gracias a Dios !. La ejecución ordenada en 258 llevóse a cabo en el campo de Sextio, y la multitud increpaba: ¡ Queremos morir con él !, ¡Somos de Tascio Cipriano!, lo enterraron después de decapitado en el cementerio de Mappala, en Piscinas.

En los archivos no oficiales tenemos la impresión de que los verdugos actuaron días y días liquidando a los mártires por hornadas; así debió suceder según se observa en las cartas de San Montano de África y sus compañeros mártires, que según relata el cronista después de la pasión, las madres cristianas exclamaban: ¡Gloria!, ¡Gloria!, ¡Nadie tuvo un martirio tan hermoso!; o las de Santiago y Mariano de Lambesa, cuyo relator se mostraba en estos términos: ¿Qué pensáis de todo eso, paganos?. ¿Todavía creéis que los sufrimientos de la prisión hagan sufrir de veras a los cristianos y que basten las tinieblas de un calabozo para espantar a quienes les aguarda la dicha de las luces eternas?. ¡Un alma sostenida por la esperanza de la próxima gracia y que vive ya en el Cielo por el espíritu, ni siquiera se percata de los suplicios con los que vosotros la aniquiláis!. Nuestros hermanos consagrados a Dios, tienen, día y noche, un apoyo: Cristo. Les siguieron tantos otros, el tendero de Éfeso, que fue Máximo, el jardinero Conon, … Las actas martiriales muestran a multitudes turbadas por el espectáculo de las torturas de los cristianos en Cirta y otras muchas ciudades. 284-311. Diocleciano. Terrible y suprema persecución: 293-305. Galerio, moribundo (311) renueva las medidas de persecución. Constantino gobierna el Occidente. Persecución de Maximino Daia en Oriente.

Martirios de Santa Inés, San Sebastián, San Cosme y San Damián, Santa Catalina, San Ginés, San Mauricio y la legión tebana, …

Preparóse el Edicto de Nicomedia que ordenaba el cese de las asambleas cristianas, la demolición de las Iglesias, la destrucción de los libros sagrados y la abjuración. Fue la última de las grandes persecuciones, pero también la peor. En Arabia, mataban a hachazos. En Capadocia, cortaban las piernas. En Mesopotamia, colgaban de los pies, cabeza abajo, y los quemaban con hogueras, les cortaban la nariz, las orejas y la lengua. En el Ponto, hundían bajo las uñas cañas afiladas o les vertían plomo fundido. En Frigia y Palestina, hasta los posos del suplicio a las cristianas por ser vírgenes se las martirizaba, y pueblos cristianos fueron exterminados íntegros….

En Italia, Santa Inés, virgen y mártir adolescente, condenada a ser encerrada en un lupanar y decapitada; San Sebastián, tribuno de una cohorte pretoriana acribillado por flechas; En Roma, el Papa Marcelino; y en Sicilia, en Siracusa, Santa Lucía, cuya sangre derramada aún se venera hoy en Nápoles …

El Obispo de Sirmium, sobre el río Danubio, cuando fue detenido y mientras le torturaban en el potro, el gobernador le repitió: ¡ Sacrifica de una vez !, y en medio de sus espantosos sufrimientos , respondió: ¿…Sacrificar…?. Estoy sacrificando a mi Dios, a quien siempre lo sacrificaré todo; mientras la multitud le gritaba : ¡ Apiádate de tu juventud !. Con la persecución de Diocleciano que prendió a su chambelán cristiano, Doroteo, al Obispo Antino y a muchos sacerdotes y fieles que perecieron entre horrorosas torturas, se enlazan tres nombres de mártires que figuran en el canon de la Misa, los de San Cosme y Damián, médicos de origen árabe, martirizados en Palestina, y el de Crisógono, que pereció en Aquilea. Y también San Jorge, cristiano que la tradición afirma rasgó el edicto de Nicomedia, proclamado patrón de los soldados; San Blas, Obispo de Armenia; San Erasmo, ermitaño del Líbano, martirizado en Campania; San Pantaleón, patrono de los médicos. Santa Margarita de Antioquía, venerada por los Cruzados; y Santa Catalina, joven estudiante de Alejandría, que la hicieron despedazar por unas ruedas armadas de espadas, cuyo cuerpo fue transportado al Sinaí donde se yergue el convento que lleva su nombre.

Otros episodios de esta terrible y suprema persecución han arraigado, tal sucede con la historia del martirio de la cristiana de Egea de Cilicia cuando gritaba al gobernador: ¡… Deshonras a tu madre y a tu esposa, tratándome así …!; o con la tortura y muerte de San Ginés.

En Palestina, de Cesarea, Afianos y Eclesios, dos estudiantes de la Universidad de Beirut, cuando el gobernador iba a proceder al sacrificio, Afianos le impidió derramar las libaciones rituales, fueron detenidos, empapados en aceite ardiendo y arrojados al mar.

El Obispo africano Félix, intimidado a entregar los Libros Sagrados, respondió al Juez: ¨Prefiero abrasarme, a dejar que quemen las Sagradas Escrituras¨, y el diácono Hermes de Heraclea dijo: ¨Si el éxito coronase tus despiadadas búsquedas, juez, si incluso llegases a hacerte entregar todos nuestros Santos Libros y ya no quedase la menor huella escrita de nuestra Santa Tradición en todo el Universo, sabe que nuestros hijos, fieles a la memoria de sus padres y animados del celo de su propia salvación, reharían pronto en mayor número sus volúmenes y enseñarían con redoblado entusiasmo el respeto y el temor del Señor¨. En Salónica, la joven Santa Irene, cuyas dos hermanas habían sido ya martirizadas, declaró: ¨Preferimos ser quemadas vivas, o sufrir todo lo que queráis, a entregar los Libros¨.

Aún se conserva el archivo oficial de interrogatorio de las tres hermanas Agapé, Chionia e Irene y de las otras cristianas de Salónica que les acompañaron en el trance: ¿ Qué contestas tu, Agapé ? – Que creo en Dios vivo y que no abandonaré el camino verdadero. – Y tú, Irene, ¿ por qué desobedeces a los Emperadores ? – Por temor de Dios. – ¿ Y tú, Chionia, qué dices tú ? – Que creo en el Dios vivo y que no he cometido ninguna impiedad. – ¿ Y tú, Casia ? – Que quiero salvar mi alma. – ¿ No quieres, pues, sacrificar ? – No. – ¿ Y tú, Felipa ? – Lo mismo. – ¿ Qué quieres decir con ¨lo mismo¨? – Que prefiero morir a comer víctimas ofrecidas a los ídolos. El interrogatorio continúa así durante tres páginas.

En cuanto al célebre episodio de San Mauricio, de sus compañeros y de sus soldados de la Legión Tebana, reclutada en su mayoría en Egipto, y acampada en el Valais, en el alto Ródano, recibió la orden de ir a ejecutar a unos cristianos de las Galias. Y como ella misma estaba compuesta, en su mayoría, de cristianos, exhortada por sus jefes, Mauricio, Exuperio y Cándido, negóse a obedecer. Fue diezmada por dos veces, pero perseveró en su rebeldía y fue enteramente aniquilada. Y también como los ¨cuarenta soldados mártires¨ que murieron en Armenia tras haberlos expuesto en pleno invierno sobre un lago helado, y cuya suprema carta colectiva poseemos.

Galerio ordenó la depuración de los mandos cristianos. En Tevesta, allá en Numidia, el recluta Maximiliano, se había proclamado objetor de conciencia; en Tánger, el Centurión Marcelo, en medio del banquete de aniversario del Emperador, arrojó su cinturón e insultó a los ídolos; ambos fueron ejecutados.

Con Maximino Daia, en Palestina, la pasión de San Pánfilo, sacerdote y doctor; en Egipto, la muerte del Obispo Fileas, de muchos jóvenes y doncellas que también eran marcados con hierro candente y llevados a las canteras tebanas o entregadas a la prostitución, y de Filoromo, oficial convicto de las tropas romanas que fue decapitado por orden del Prefecto; Metodio, Obispo de Patarea; el Obispo Silvano, de Emesis; y el exégeta Luciano, de Antioquía; etc …

306-337. Fundación de Constantinopla. Edicto de Milan (313). Teodosio: 378-395. Decreto de 380 que convierte al Cristianismo en la religión oficial. ¿Cuántas historias seguirán en el anonimato hasta que – como leemos en el Apocalipsis – el Cordero rompa el quinto sello? (Ap 6:9).

Palabras Clave. Dolor: Experiencia sensitiva y emocional desagradable asociada con una lesión real o potencial de un tejido. Sufrimiento: Paciencia, conformidad, tolerancia con que se sufre una cosa. Padecimiento, dolor, pena. Vicario: Que tiene las veces, poder y facultades de otro o le sustituye.

Notas y Textos.

Actas selectas de los mártires. Ed. Apostolado Mariano. C/ Recaredo 44, 41003 Sevilla. 1991. Biblia Latinoamericana. Verbo Divino. 1989. España. Cardenal Carlo María Martini, Arzobispo de Milán. Habéis perseverado en mis pruebas: Meditaciones sobre Job. Edizioni Piemme S.p.A. (Italia) en 1989, traducido al español por EDICEP C.B. Valencia (España) en 1990. Daniel Rops. La Iglesia de los Apóstoles y los Mártires (1992). Ediciones Palabra. Madrid (España). La versión original de este libro apareció con el título: L´Église des Apôtres et des Martyrs. Librairie Arthème Fayard. James Bridge. Transcrito por Douglas J. Potter (Dedicado al Sagrado Corazón de Jesucristo. Traducido por José Luis Anastasio). The Catholic Encyclopedia, Volume I Copyright © 1907 by Robert Appleton Company Online Edition Copyright © 1999 by Kevin Knight. Enciclopedia Católica Copyright © ACI-PRENSA. Josef Weismayer. Facultad de Teología de la Universidad de Viena (Austria). Título original ¨Leben in Fülle¨, en Verlaganstalt Tyrolia, Innsbruck, 1983; y ¨Vida Cristiana en plenitud¨, por Promoción Popular Cristiana (PPC) en la Colección Pastoral Aplicada, Madrid, 1990. XXIX Videoconferencia Teológica Internacional, que tiene por tema: "El martirio y los nuevos mártires". Prefectura de la Congregación para el Clero – S. Em. Revma. Cardenal Darío Castrillón Hoyos (Ciudad del Vaticano, 28 mayo 2004): Roma: Jean Galot, Bruno Forte, Antonio Miralles y Paolo Scarafoni; Manila: José Vidamor Yu; Taiwán: Louis Aldrich; Johannesburgo: Graham Rose; Bogotá: Prof. Silvio Cajiao; Sydney: Julian Porteous; Moscú: Ivan Kowalewsky.

 

 

José María Amenós Vidal

Psicólogo Clínico y Social (docencia e investigación desde 1984) por la Universidad Central de Barcelona (España). Miembro Fundador y Administrador de la FPC.

Marcelo Alejandro Correa

Agente Pastoral de Salud, impulsor y promotor de grupos de prevención del suicidio en Argentina, y de duelo por suicidio en la Asociación Civil Estaciones del Alma (ACEDA) de Bahía Blanca.

Javier Mandingorra Giménez

Máster de Orientación familiar por la Universidad de Navarra, y de Sexualidad por el Instituto Pontificio Juan Pablo II de estudios para el matrimonio y la familia (Valencia). España. Fundación Psicología y Cristianismo. c/ Museo, 26 – 1º 1ª. 08912. Badalona (Barcelona). España

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