La gestión cultural a través del posgrado a distancia en la Universidad de Granma
Enviado por Maikel
- Resumen
- Introducción
- Caracterización epistemológica de la formación en gestión cultural a través de la educación a distancia
- Análisis histórico tendencial del proceso de formación de gestores culturales en la modalidad a distancia
- Caracterización del estado actual de la dinámica de la formación como gestores culturales a distancia en los Licenciados en Estudios Socioculturales en el contexto de la universidad de Granma
- Conclusiones
- Bibliografía
Resumen
En el presente artículo se exponen los fundamentos teóricos y metodológicos relacionados con el proceso de formación de posgrado en gestión cultural a través de la educación a distancia, para ello, se presenta un análisis histórico tendencial de proceso de formación de gestores culturales a distancia, lo que permitió delimitar las principales etapas de su devenir histórico, revelando así las tendencias que las tipifican. Finalmente se realiza una caracterización del estado actual de los egresados de Estudios Socioculturales en la Universidad de Granma, quienes constituyen el objeto de investigación, lo que arrojó como principales resultados deficiencias relacionadas con la formación de estos profesionales como gestores culturales.
Palabras claves: empoderamiento, posgrado, gestor cultural, educación a distancia.
Introducción
La Educación Superior enfrenta varios desafíos, uno de ellos es transformarse a efecto de ser parte de la sociedad mundial del conocimiento y la información; esta transformación tendrá que contar con un enfoque basado en una visión innovadora y un nuevo paradigma para la formación de los profesionales. Tal paradigma incluirá, entre otros elementos, la educación a lo largo de la vida, el aprendizaje autodirigido, donde el avance científico técnico se erige en la directriz de la necesaria y permanente renovación de los conocimientos científicos, desde la práctica y la teoría con el fin de lograr una formación integral partiendo de una visión humanista y una fuerte responsabilidad ante el desarrollo sustentable y sostenible, a partir de que el movimiento del proceso cognoscitivo sigue un camino dialéctico, que tiene como fundamento la propia realidad objetiva y cuya síntesis teórica se realiza con ayuda de métodos que se complementan entre si y de los cuales deberán armarse los profesionales para enfrentar los retos de la era contemporánea.
Al respecto, Horruitinier (2009) refiere:" la pretensión de las universidades(…) implica la necesidad de lograr un profesional creativo, independiente, preparado para asumir la autoeducación para toda la vida y que sea capaz de mantenerse constantemente actualizado(…) Se trata además de la importancia de estar preparados para trabajar en colectivo, en equipos multidisciplinarios, participando activamente en la construcción social del conocimiento.
Por su parte (Soler(2007) sostiene que la Educación Superior tiene que expandirse y diversificarse continuamente, para de forma apremiante convertirse en un proceso continuo y permanente, donde los estudios de postgrado se convierten en estrategia ineludible. Al asumir la Educación Superior en este siglo XXI el reto del vertiginoso desarrollo de las ciencias y las tecnologías, deberá enfatizar en una sólida formación profesional como consecuencia de priorizar los procesos de aprendizaje con un carácter eminentemente productivo, de forma que la educación de postgrado se sustente en un egresado que esté dotado de los recursos intelectuales y humanos que le garanticen educarse durante toda su vida profesional.
La sociedad cubana contemporánea requiere cada vez más de un universitario que conjugue una alta especialización con la capacidad científico técnica y condiciones ciudadanas pertinentes. Se puede afirmar que la universidad del futuro será juzgada esencialmente por la calidad de egreso de sus estudiantes, esta realidad se ve influida fundamentalmente por el desarrollo de los estudios avanzados. (Salgado, 2007; MES, 2009).
Indispensablemente la Educación Superior vive un proceso de transformación y renovación continua por lo que se hace imprescindible un continuo aprendizaje para poder enfrentar los desafíos que los procesos económicos, políticos, culturales, hacen hoy a los profesionales, por estas razones se han rediseñado modelos y planes de estudio. Estos cambios en la formación de los profesionales es centro de análisis del debate científico en la Isla, partiendo de la necesidad de formar hombres y mujeres cada vez más competentes y dotados de habilidades para modificar de forma creativa la sociedad.
Esas nuevas y profundas transformaciones consisten en brindar una formación general con un repertorio más amplio de cursos, que al ser seleccionados facilitan la formación de un profesional de perfil amplio, capaz de resolver en la base, de modo activo, independiente y creador los problemas más generales que se le presenten, adaptarse al mundo de hoy tan cambiante en aras de garantizar la educación para toda la vida, con lo cual se ha contribuido a la proliferación de los conocimientos, la formación de una cultura general integral de la población y con ello, un incremento gradual de los niveles de equidad, justicia social y por ende el desarrollo local.
En el campo de las Humanidades se incrementan las matrículas en las carreras de: Psicología, Derecho, Comunicación Social y Estudios Socioculturales las mismas, dan respuesta a las necesidades sociales de los territorios en alguna medida, dotando a los graduados de una preparación básica según los modos de actuación de cada carrera que le permite resolver con independencia y creatividad las problemáticas más generales que se presentan en su objeto de trabajo; sin embargo, no se puede decir que todo ha sido perfecto pues por la misma fragua donde se ha ido erigiendo este proceso, se han producido algunas fallas de marcada influencia en la formación eficiente y eficaz de los egresados las que necesitan ser superadas a partir de nuevos saberes necesarios para una mayor profesionalización.
En el caso específico de los graduados en Estudios Socioculturales se evidencian deficiencias en el empoderamiento como gestores socioculturales, las que desde el punto de vista epistemológico todavía quedan por resolver desde la educación de posgrado por la necesaria incidencia de estos profesionales en el desarrollo local.
Al considerar este proceso de formación a partir de los modos de actuación, los amplios conocimientos que deben adquirir en cuanto a la vida sociocultural tanto en instituciones como en comunidades y advertir las insuficiencias que en este sentido se evidencian y que están incidiendo en esta problemática, se llega a una valoración causal, dada en:
– No existencia de cursos de posgrado dirigidas a los egresados de la carrera de Estudios Socioculturales, lo que limita el empoderamiento como gestores culturales.
-Insuficiencias en el proceso de sistematización de la formación postgraduada de los profesionales que contribuya a resignificar la pertinencia social de la universidad.
-Limitada sistematización de las acciones de posgrado utilizadas, lo que trae consigo un débil tratamiento a la superación postgraduada.
Estas deficiencias se constituyen en la particularidad esencial de este proceso de investigación científica, por lo que se revela como problema de investigación: Insuficiencias en el empoderamiento como gestores culturales de los graduados de Estudios Socioculturales de la Universidad de Granma, en función del desarrollo local.
Por lo antes expuesto nos trazamos como objetivo general de la investigación: Valorar el estado actual del proceso de formación de posgrado a distancia de los egresados en Estudios Socioculturales como gestores culturales en la Universidad de Granma.
Objetivos específicos:
-Caracterizar epistemológicamente el proceso de formación en gestión cultural a través de la educación a distancia.
-Analizar desde el punto de vista histórico-tendencial el proceso de formación de gestores culturales e la educación a distancia.
Se emplearon métodos teóricos y empíricos (análisis-síntesis e inducción–deducción, histórico-lógico y el dialéctico, observación científica), además de algunas técnicas de investigación (entrevista y cuestionario).
Como principal aporte de la investigación se presenta una valoración de posgrado a distancia para contribuir al empoderamiento como gestores culturales en los graduados de Estudios Socioculturales en la Universidad de Granma, con la finalidad de perfeccionar el desempeño profesional y por consiguiente el desarrollo local.
DESARROLLO.
Caracterización epistemológica de la formación en gestión cultural a través de la educación a distancia
El profundo giro civilizatorio iniciado en los albores del siglo XXI con un nuevo marco de relaciones y tensiones socioculturales, conlleva a que la gestión cultural, como disciplina, afronte nuevos retos. Entre ellos destaca la globalización, pérdida de identidad, sobresaturación de imágenes y símbolos, cultura de consumo, hibridaciones culturales, transculturaciones; entre otras.
Es preciso entonces adquirir nuevas habilidades, destrezas para una mejor comprensión y adecuación a la realidad actual y futura, por ende, la formación de estos profesionales ha de convertirse en un vehículo de innovación y reflexión aportando espacios para la transmisión de nuevos conocimientos, a partir del uso de nuevas tecnologías, el contacto con experiencias, prácticas novedosas y la existencia de canales de información y conocimiento a distancia.
El término de gestión cultural constituye una palanca del desarrollo humano, fundamentado como un concepto abierto y operativo de cultura a partir de los rasgos identitarios de las sociedades en que se ejerce.
Por tanto, para poder comprender con claridad el concepto de gestión cultural, se hace necesario comenzar por el significado de Gestar: dar origen, generar, producir hechos. Su raíz latina, gerere, significa conducir, llevar a cabo (gestiones), mostrar actitudes. Corominas (2000)
De esta forma la gestión podría verse como el proceso por el cual se da origen a algo lo que, de por sí, implica movimiento, crecimiento, transformación creadora, relaciones de todo tipo.
Por otra parte es notorio tener en cuenta que todo lo que el ser humano hace está impregnado de la cultura en que lo hace, por ende es imposible "no culturar" dado que desde el gesto más pequeño hasta el objeto más simple están culturalmente "entrampados", al igual que las más diversas formas de nacer, estar en el mundo y morir. Por tanto podemos decir que, en un punto, culturar y gestionar se asimilan: el ser humano gestiona el alimento, la vivienda, la fiesta, el juego, las ceremonias, todo el aprendizaje… es decir: se siguen ciertos pasos en principio ordenados por la memoria colectiva aunque luego se los transgreda para lograr la satisfacción de las necesidades vitales, materiales y espirituales (ético – simbólicas). En este sentido se puede afirmar que: es imposible no gestionar (se) (nos) por el simple hecho de que es, de por sí, inherente a la dinámica de toda cultura en tanto forma de vida. Holmos y Santillan (2003).
Interesantes resultan también los conceptos que emite Gutiérrez Menéndez (2008) al considerar que Gestión es generar ideas para lograr resultados medibles, contables, que impacten. Es un proceso que presupone planificar, organizar, dirigir, controlar y evaluar, que no puede ser reducido a la mera administración como muchos presuponen y en la práctica hacen. Es proyectar, desde hoy, el futuro deseado y diseñar con objetividad cómo alcanzarlo sorteando con inteligencia y valentía todos los escollos que la contemporaneidad nos impone.
Es prever y decidir en cada momento lo que es necesario, e identificar alternativas posibles ante los constantes cambios de los entornos en que se desarrollan las organizaciones, interpretando y asumiendo el cambio y la incertidumbre como oportunidades y no como amenazas. Es identificar los recursos necesarios (humanos, financieros y materiales) para el logro de los objetivos propuestos y utilizarlos con eficiencia y eficacia.
Es involucrar, comprometer, motivar, desde un liderazgo real que incentive el trabajo en equipos, con sentido integrador tanto de las personas como de los procesos y sistemas que identifican a la organización. Es escuchar, dialogar, negociar en beneficio de los integrantes de la organización con independencia de sus roles, funciones y ubicación en la estructura de la organización. Es crear condiciones, las necesarias, para el logro de las metas compartidas. De hecho gestionamos el capital humano, los procesos culturales, el conocimiento, el medio ambiente, las finanzas, las economías, el patrimonio, las comunicaciones, la información y otros intangibles.
Según Martínez-Tena(2008) La gestión cultural puede ser considerada también un campo del saber en construcción, basado en la acción práctica desde donde construye referentes y estrategias para hacer de las políticas culturales, conductos de comunicación; con debates interdisciplinares y controversias axiológicas en torno a los conceptos de cultura, identidad, región, territorio, globalización, modernidad y posmodernidad, lo privado y lo público, prácticas culturales y espacios de socialización, diversidad y cultura, industrias y consumos culturales y un quehacer que recoge todos los conflictos y cambios sociales del espacio desde donde administra y hace prácticas culturales.
Por su parte R, Bayardo (2009) considera que la gestión cultural, es la mediación de formas simbólicas y materiales, actividades creativas y organizativas, disciplinas artísticas, humanísticas y científicas, fases y técnicas productivas, agentes e instituciones diversas, la cual opera en un rico campo de acción paulatinamente profesionalizado. Esta labor integra una familia de ocupaciones preexistentes, como son la animación, promoción, administración y planificación culturales, entre otras. De igual modo, implica marcados cambios de perspectivas y nuevas definiciones conceptuales, metodológicas y prácticas.
Por otro lado compartimos la posición del antropólogo Néstor García Canclini al considerar que "la expresión Gestión Cultural está ligada, fundamentalmente, a cuatro transformaciones contemporáneas de la dimensión cultural:
a) La extensión de la noción de cultura por motivos filosóficos, políticos, sociales y jurídicos.
b) La crisis de las nociones de política y desarrollo a partir de la década de los setenta.
c) La necesidad de políticas culturales que gestionen ámbitos más allá de la cultura artística, la cultura tradicional y el patrimonio.
d) La aceptación e importancia de repensar rigurosamente las interrelaciones entre economía y cultura."
Según el propio García Canclini "en un inicio la Gestión Cultural pretendió ser una propuesta distinta de "actividad cultural" a la realizada por los llamados: "animadores y promotores culturales"; "administradores y gerentes culturales" o "trabajadores culturales" en Iberoamérica, a diferencia de otras regiones donde se utilizaron denominaciones como "mediadores culturales", "ingenieros culturales" o "científicos culturales"".
En fin, son disímiles las definiciones dadas por distintos autores a este término, el que ha gravitado en diversos actos de la vida cotidiana, el mundo industrial, el empresarial y cultural desde su aparición a finales de la 2da guerra mundial, su posterior connotación a partir de la década de los 70 y luego su relevancia en las décadas del 80 y 90 del siglo XX.
A nuestro juicio, la Gestión Cultural es un complejo proceso de relación y transformación de la dinámica cultural en el contexto de las prácticas creativas integrales donde las potencialidades transformadoras de la cultura generan proyecciones desarrolladoras, a fin de satisfacer las necesidades culturales de la población y por ende, una transformación social.
En sentido general la Gestión Cultural como proceso de dirección en función de la creación de condiciones para el desarrollo de la cultura, demanda una nueva epistemología, metodología y praxiología, aún cuando no están claramente definidas sus funciones, competencias, y por ende, las de la figura que le da vida: el gestor cultural quien se convierte en un agente de cambio, ya que tiene que generar políticas que nacen a partir de la investigación del medio cultural en el cual se emplaza por ende debe poseer: talento, iniciativa, creatividad, un alto sentido de pertenencia, disposición para dar lo mejor de sí en función del desarrollo social.
Sin duda, la función del gestor cultural ha existido desde hace varios siglos. A lo largo de la historia ha habido personajes en diversas comunidades, responsables de idear y poner en marcha una serie de acciones para la realización de actividades culturales, ya sean artísticas, como los productores de obras de teatro; o de la cultura popular, por ejemplo, el mayordomo de una fiesta tradicional, quien es el que coordina, gestiona recursos, sostiene relaciones públicas, difunde, entre otras acciones. Mariscal Orozco (2009).
La particularidad del gestor está en que debe construir su propio modelo de gestión a partir del conocimiento, del análisis de las condiciones en las que han surgido, desarrollando las diversas manifestaciones culturales, las que implícitamente se relacionan con el orden político y social vigente.
Al decir de Ernesto Ottone (2005) el gestor asume como atributos el saber armar equipos de trabajo capacitados y polifuncionales, la creatividad para sustentar proyectos, el trabajar desde y para la institución y no como etapa de transición o trampolín para obtener beneficios. Por esto, no es menor en las cualidades del gestor; la ética como principio básico para todo el quehacer.
Su rol es facilitar y fortalecer el desarrollo cultural en su calidad de mediador entre los fenómenos expresivos y creativos y los distintos públicos, cada vez más solicitados y múltiples. Su objetivo fundamental es crear canales que promuevan la participación activa de la comunidad en la dinámica cultural territorial- lo que a su vez retroalimenta y estimula los fenómenos creativos y los hábitos culturales de la comunidad -, además de buscar un equilibrio con ciertas lógicas del mercado que le permitan administrar eficientemente su proyecto cultural, algo imprescindible para su crecimiento y desarrollo sustentable en el tiempo.
El filósofo y antropólogo argentino Rodolfo Kusch (2004) incluye al concepto la idea de creación extendiendo aún más el sentido del concepto:
"(…) El gestor cultural no es totalmente un personaje, sino más bien la fórmula en la cual se encuadra el auténtico creador, (…) por eso da el sentido exacto de lo que pasa en general con la creación. Un creador no es más que un gestor del sentido dentro de un horizonte simbólico local, en una dimensión que afecta a todos, o sea que es popular".
"Lo que el gestor cultural recoge es la voluntad cultural. Esta, por su parte, puede cristalizarse de muchas maneras, ya sea en política, en costumbre o en expresión artística.
Por otra parte existen distintas denominaciones genéricas dadas a los profesionales de la gestión cultural. En una vista a otros lares hemos podido significar que: mientras en España posee una importante tradición la noción de animadores y promotores culturales, en Estados Unidos y Francia la noción de administradores y gerentes culturales, acentúa la posibilidad y necesidad de organizar la actividad cultural con principios y criterios empresariales. En tanto la denominación de trabajadores culturales es característica y bastante difundida en América Latina.
Ariel Olmos (2008) pone a consideración las cualidades imprescindibles para que el gestor cultural pueda cumplir su rol con eficiencia y eficacia, las mismas son compartidas por esta investigación:
– sensibilidad: para percibir al otro, al destinatario de su acción;
– formación: el carácter pluridisciplanario de las tareas hace imprescindible un grado elevado de formación tanto en alguna disciplina humanística como en gestión;
– apertura intelectual: para estar dispuesto al cambio y a la innovación, a las propuestas diferentes, las posiciones cerradas son lo peor para una gestión en cultura;
– "oído": se vincula a la sensibilidad y apertura intelectual, y es la disposición a escuchar al otro para lograr objetivos comunes;
– reflejos: para reaccionar ante lo inesperado, lo sorpresivo, lo impensado, que es bastante común en el campo de la cultura; para improvisar;
– capacidad de adaptación y organización: indispensable para adecuarse a realidades cambiantes, a equipos de trabajo (los gestores individualistas se agotan rápido);
– paciencia: a menudo, los resultados tardan bastantes en llegar, los procesos son lentos…
– actitud de servicio: se trabaja por un proyecto y para la gente, no para la satisfacción del propio ego (no está mal que el trabajo nos satisfaga, pero no es ese el fin)
– creatividad: indispensable para resolver situaciones nuevas, para generar acciones;
– comprensión de lo administrativo: el gestor ha de lidiar con burocracias de toda índole, oficial y privada, y tiene que estar preparado para hacerlo con, habilidad… y paciencia.
Desde otra mirada, González (2007) sostiene que es importante el pensamiento cibercultural que implique el desarrollo de tres culturas: cultivo de la información; cultivo de la investigación; y cultivo de la comunicación, como herramientas para entender y transformar el entorno, además de conocimiento y manejo de ambientes virtuales de colaboración en línea (groupware).
La gran mayoría de los gestores culturales se enfrentan a problemáticas y retos que son resueltos a partir de las vivencias personales, sin contar con un acervo de conocimientos y habilidades suficientes para hacerlo de manera profesional.
Por ende (…) precisan de formación eficaz, renovados aprendizajes, conocimientos, competencias, destrezas, sensibilidades y disposiciones relacionales, cultivados y perfeccionados desde distintas modalidades de educación e investigación. Rubens Bayardo (2009).
La realidad de la formación de los gestores culturales ,según Martinell (2006) es que existe una diversidad y expansión de las ofertas formativas de acuerdo con los diferentes contextos educacionales, poniendo al descubierto la necesidad de avanzar en un proceso de autoafirmación de formadores que refuerce el sector con un incremento del capital humano para la gestión cultural el cual viene en ascenso, pero con desarrollos desiguales. También considera que es impostergable tener en cuenta las necesidades locales de cada uno de los países de acuerdo a sus antecedentes y realidades, puesto que la circulación de reflexiones, manuales y saberes en el campo de la gestión cultural es aun incipiente y tiene a favor insumos importantes que se encuentran desordenados y desestructurados por la forma en que se ha desarrollado el sector.
Por otro lado, Mariscal Orozco (2008)expone que la formación va a estar condicionada también al concepto (o conceptos) de cultura que cada institución establezca explícita o implícitamente, ya que ello conlleva referentes teóricos, metodológicos y políticos de lo que debe ser la gestión cultural y sus respectivos perfiles de egreso.
Este mismo autor enuncia cuatro modelos de conceptualización-formación de relevante significado:
1. La cultura como un elemento de refinamiento social accesible sólo a ciertos grupos sociales, en él los contenidos van encaminados a formar especialistas en las identificaciones culturales, en su mayoría relacionadas con el arte académico: su historia, promoción y comercialización.
2. La cultura como un repertorio de manifestaciones socialmente construido y de valor patrimonial, por lo que la formación va encaminada a formar especialistas en políticas culturales encaminadas a la conservación, preservación y difusión de ese patrimonio cultural e históricamente constituido.
3. La cultura como mercancías (en su mayoría mediáticas) cuyos contenidos simbólicos y materiales hacen referencia a manifestaciones de grupos o movimientos sociales concretos. La importancia de esta tendencia es la producción, circulación y consumo de dichas mercancías, por lo que sus perfiles de egreso están dirigidos a ellos.
4. La cultura como una dimensión estratégica para el desarrollo de las naciones. En este sentido la formación académica está dirigida a formar especialistas en políticas culturales encaminadas a la conformación de acciones que tengan un impacto a la vez social y económico dentro de las comunidades donde se desarrollan, acorde a un modelo de desarrollo económico.
Las características de los programas académicos de formación de gestores culturales: posgrados, especialidades y maestrías constituye otro aspecto a tener en cuenta, en la formación de estos profesionales puesto que , los mismos han estado dirigidos a la formación de estos, en activo, y tienden a acercar a los científicos y humanistas (antropólogos, sociólogos, economistas, pedagogos, normalistas) a la gestión cultural (instruyéndolos en las áreas administrativa y la artística) y a los administradores y artistas a las disciplinas sociales (enseñándoles elementos y metodologías, por ejemplo para hacer "diagnósticos culturales, investigación cultural, o evaluación"). Así, más que la formación integral de un profesionista en gestión cultural, en realidad lo que se realiza es un proceso de homologación de elementos comunes a partir de estudios de posgrados en distintas áreas que atraviesan la gestión cultural.
Estas ofertas de capacitación han brindado (en mayor o menor medida) herramientas conceptuales y operativas a los gestores culturales; sin embargo, se vislumbran limitantes:
• En el orden epistemológico, los contenidos se centran en las manifestaciones culturales y en su investigación y promoción.
• La cultura es vista como un producto y no como un proceso.
• Poca validez curricular, al ser sólo una oferta de educación continua, que en su gran mayoría carece de categoría de grado.
• Limitante geográfica, al centrar la oferta sólo en las ciudades capitales de los estados y, aunque se han desarrollado programas a distancia, éstos dependen de una infraestructura y organización centralizada y con horarios establecidos y rígidos.
• Falta de un rigor metodológico y conceptual.
• Ausencia de un trabajo colegiado en el diseño y actualización de los contenidos temáticos.
• Carencia de investigación científica en los procesos de gestión cultural que, a su vez, repercute en procesos de formación académica reflexiva, teórica y práctica.
Por tanto se hace necesario una formación consciente y sólida de estos profesionales, que sientan la necesidad de estar preparados para enfrentar la realidad que se le impone como profesionales de la cultura lo que conduce a un proceso: el empoderamiento sociociudadano al enriquecerse la fortaleza espiritual de estos profesionales en función de poner en práctica la dinámica cultural, desarrollar la capacidad para asumir responsabilidades transformadoras con un profundo sentido de compromiso y autonomía personal para impulsar cambios positivos en las situaciones en que viven en las comunidades desde el punto de vista sociocultural, sobre la base de una confianza en sus propias capacidades de liderazgo, comunicación, haciendo de la participación de todos y cada uno de los individuos parte activa del control con el fin de fomentar la riqueza cultural, gestar proyectos, ser creativos e innovadores, asumir riesgos, y sentirse responsables de sus actos y decisiones.
Resulta muy interesante en este sentido, el concepto emitido por, Healy (2001) "El empoderamiento se refiere al hecho de que una persona o grupo posea la capacidad para realizar elecciones efectivas. Dicha capacidad está influenciada primariamente por dos factores interrelacionados: la agencia y la estructura de oportunidades. Podemos definir la agencia como la habilidad que posee el actor para realizar elecciones significativas, es decir, cuando el actor es capaz de prever y elegir intencionalmente entre diferentes opciones. Los recursos de la capacidad de agencia incluyen los de carácter psicológico, informacionales, organizacionales, materiales y humanos.
Este proceso de empoderamiento ocurre en los espacios socio formativos diseñados para la formación de los gestores culturales; en estos espacios se singulariza otro proceso el de Transposición Cultural (Ponce 2011) que constituye la relación y transformación de los imaginarios socioculturales de los participantes. En el ámbito de la educación a distancia, que tiene una impronta tecnológica y gravita en la formación, esta dinámica transpositiva presupone que a partir de la gestión de recursos tecnológicos de la informática y las comunicaciones en función de la formación se propicien espacios interactivos de relación entre docentes y profesionales en formación.
Desde otra mirada, Martinell (2002) sostiene la necesidad de formar gestores culturales con nuevas competencias que le permitan un desempeño profesional basado en el intercambio y la cooperación a través del trabajo en red. Ello obliga a dominar sistemas informáticos y de comunicación a tenor de las necesidades actuales de estos gestores. Si bien es cierto que esta proposición es bastante lógica y necesaria en los actuales contextos globales, conlleva implicaciones de carácter curricular, y también de formación con el empleo de tecnología educativa.
Además se manifiestan aplicaciones y tendencias que muestran como las TICs dan pasos importantes en la modelación de prácticas culturales en las cuales las dinámicas participativas se dan desde la interrelación de los sujetos con estas tecnologías, ejemplo de ello son el empleo de los audiovisuales como opción recreativa y de animación sociocultural, los Cyber-café, los museos o galerías digitales, etc.
Entonces, podemos considerar que en lo referente al vector tecnológico, en el campo de la formación y capacitación de la gestión cultural se han desarrollado diferentes entornos digitales que, básicamente, han tenido los siguientes usos:
Difusión y comunicación: se han diseñado portales y páginas web para la difusión de información, como pueden ser publicaciones electrónicas, agendas culturales, directorios, entre otros. Con fines de comunicación se usan correos electrónicos, foros, chats y toda una serie de herramientas que facilitan el intercambio de ideas, proyectos, insumos, etcétera.
Producción y organización: principalmente software, ya sea básico de ofimática (procesador de textos y de hojas de cálculo, creador de diapositivas, entre otros); o bien, programas de diseño gráfico, edición de video y audio, o de gestión de proyectos.
Creación de archivos y bibliotecas digitales, las bases de datos y los sistemas de información geográfica.
Utilización de los sistemas de gestión del aprendizaje (LMS), también existen experiencias de capacitación con el uso de newgroups (como Google groups y Yahoo! Grupos). Mariscal Orosco ( 2010).
Estos sistemas ofrecen la modalidad escolarizada a distancia y tienen como base la formación de comunidades de conocimiento especializadas en gestión cultural, las cuales pretenden dar respuesta no sólo a las necesidades de formación de los gestores culturales en Iberoamérica, sino también al desarrollo de nuevas competencias de los profesionales para que afronten los retos de la globalización y la diversidad cultural.
En el propio campo de las Artes, Internet reduce la distancia entre lugares con recursos artísticos limitados (museos, galerías, salas de conciertos, etc) y los cientos de museos y discotecas que tienen un espacio virtual. Esto ha estado provocando en los individuos una inigualable necesidad de asimilar una nueva dimensión comunicacional-cultural que es el Ciber espacio. Existe, además, la posibilidad de publicar las creaciones realizadas en el lugar de residencia de los estudiantes estableciendo una verdadera integración cultural de ámbito universal.
Estas aplicaciones asumen modelos comunicacionales que en la mayoría de los casos han quedado en los llamados Libros Electrónicos, se emplean los E-learnig en los procesos de aprendizaje de materias como las de patrimonio, el turismo y la gestión de ambos, además se desarrollan Hiper-entornos educacionales a partir del desarrollo de multimedia para el aprendizaje de temas relativos a la gestión cultural y social.
Tal como refiere Rodríguez (2009) con referencia a la educación virtual, "… no cabe duda de que eso que denominamos genéricamente como "tecnologías" transforma nuestra relación con los contenidos educativos (y con el resto de la realidad) de una manera constante y profunda, hasta el punto de que no sería posible concebir la vida cotidiana y la sociedad misma sin ellas".
Otra posición a tener en cuenta es la de (Antunez (2009) quien considera que a través de la educación virtual y en especial la modalidad a distancia, el hombre como individuo satisface sus propias necesidades personales de superación y también sociales, sin moverse de su puesto de trabajo, donde el nivel de motivación es elevado ya que el interés que despierta el uso de las técnicas de la información por su novedad, hace que su conducta sea la de esforzarse por alcanzar habilidades no adquiridas por muchos, para lograr esta meta. Un recurso importante que eleva la motivación del estudiante en la EaD es la forma en que se estructure el curso y la atención individualizada, a pesar de ser una modalidad dirigida a muchos.
Teniendo en cuenta el amplio espectro de criterios relacionados con la gestión cultural, su práctica a través de los gestores culturales y la diversidad en cuanto a la formación a distancia resumimos como características esenciales que tipifican su dinámica, las siguientes:
-Desarrollo de procesos culturales.
– Manejo de temáticas artísticas.
– Formación transdisciplinar.
– Activación de los procesos de difusión, promoción, preservación de la cultura.
– Movimiento entre distintas esferas de actuación.
– Potenciación de manifestaciones artísticas.
-Aproximación profesional.
– Desempeño en instituciones y comunidades.
-Ejecución de proyectos.
-Trasformación social.
-Creatividad.
En fin se hace muy evidente la necesaria formación en aras de un óptimo empoderamiento de los gestores culturales fortaleciendo el empleo de la modalidad a distancia para su superación permanente por el carácter intrínsecamente democratizador, capaz de transmitir saberes y habilidades sin restricciones espacio-temporales, sobre la base de diseños específicos que permiten el acceso del estudiante a los contenidos (impresos, audiovisuales, en plataformas web, etc.) especialmente construidos en función didáctica y de consulta con docentes tutores previstos como capaces de ayudar al estudiante a comprender textos y contextos, salvar obstáculos y aclarar dudas a través de un diálogo didáctico mediatizado (por plataformas web, teléfono, e mail, correo postal, etc.), por lo que se marca un reto para la educación superior del presente siglo.
Análisis histórico tendencial del proceso de formación de gestores culturales en la modalidad a distancia
En el plano internacional, fue en la década de los sesenta cuando comenzaron a surgir las primeras ofertas educativas a manera de especialización en gestión de las artes (arts management) dentro de posgrados, como es el caso de la Universidad de Yale en 1966, la City University de Inglaterra en 1967, así como la Academia de Teatro de San Petersburgo en Rusia en 1968 (Cuadrado, 2007).
En esa misma década, en Francia se va consolidando otra visión del campo potencializado, en gran medida por la política cultural impulsada por Malraux (basada sobre todo en la difusión cultural y desarrollo de infraestructura) que facilitaría el surgimiento de lo que se denominó animación sociocultura,l basada en las experiencias de los círculos recreativos juveniles de finales del siglo XIX, así como en las vivencias y decreto sobre educación popular de la primera mitad del siglo XX Gillet 2006).
Durante la década de los sesenta, las asociaciones civiles fueron tomando cada vez más importancia en el diseño y desarrollo de acciones culturales comunitarias; sin embargo, en los setenta "el movimiento asociativo inicia un fuerte proceso de descapitalización de sus cuadros responsables y se queda materialmente sin líderes, al pasar en bloque a trabajar en Departamentos Municipales de Cultura, Juventud, Educación o Servicios Sociales" Ventosa, (2006).
A finales de los setenta, se impartieron de manera no formal los primeros cursos en "técnicas de gestión de una casa de cultura" y "técnicas de gestión de una sala de posiciones", basadas en la sistematización de las experiencias Pinotti( 2007).
Mientras tanto, en diversos países de Latinoamérica se impusieron dictaduras y en otros surgieron movimientos sociales de corte revolucionario y civil. No obstante, en cualquiera de los casos, el Estado tuvo un predominio y control de las políticas culturales nacionales y, por lo tanto, de la infraestructura y dinámica del campo cultural (…) Es prudente señalar que los estudios académicos en Iberoamérica durante esta primera etapa eran análisis estéticos e históricos de los bienes culturales (principalmente patrimoniales) y algunos estudios españoles sobre audiencias de ofertas culturales Cuadrado (2007).
En esta década de los ochenta e inicios de los noventa se enmarca la segunda etapa, donde se comenzó a consolidar una visión de que la cultura es un elemento estratégico para el desarrollo social. Dando lugar a la redacción de documentos directores de la política cultural por organismos internacionales, como la Declaración de México sobre las Políticas Culturales de la UNESCO, los que han servido como guía a los estados nación para el diseño y operación de la acción cultural; por lo tanto, se hizo necesario la formación de dirigentes que dieran respuesta a los retos y compromisos; en el orden internacional se fueron consolidando programas formativos ya no sólo en términos de art managament, sino hacia una visión más amplia de la cultura, pero ligados al ámbito económico con miras al desarrollo de competencias en la gestión institucional y empresarial.
Surge la necesidad de formalización del nuevo campo disciplinar en el ámbito de lo laboral, ya sea hacia el desarrollo de competencias laborales por parte de los gestores y en la búsqueda del reconocimiento como agente profesional dentro del espacio social de la cultura.
En este periodo se produjo un intercambio con otros países europeos lo que dio lugar a que se reformularan las políticas culturales, reformulándose así, la visión de la cultura como eje de desarrollo social, lo cual implicó una interrelación más estrecha entre el diseño de la acción cultural y las políticas económicas y sociales en general (Schargorodsky, (2003).
Asimismo, empezaron a ofrecerse programas de educación continua, como cursos, talleres y diplomados, que buscaban capacitar a los trabajadores de la cultura para que pudieran tener un mejor desempeño laboral.
Estas acciones de formación fueron la semilla para que los gestores culturales comenzaran a reflexionar, discutir y a poner en claro sus necesidades. Hasta la fecha, han ido en dos sentidos: por una parte, contar con una formación y capacitación que les permita hacer mejor su labor basada en las modalidades más eficaces al alcance de la mayoría; y por otra, la búsqueda de reconocimiento como profesión por parte de otros agentes sociales en el espacio laboral. Estas ofertas de capacitación han brindado (en mayor o menor medida) herramientas conceptuales y operativas.
Se fundaron las primeras escuelas formales de animadores socioculturales por lo que Pinotti (2007) considera que se dio una "proliferación de prácticas e iniciativas socioculturales que progresivamente se van diferenciando a través de los espacios de encuentro y debates de experiencias".
En América Latina inician los programas de formación cultural, generalmente realizados desde y para trabajadores de dependencias gubernamentales, con un carácter más de capacitación para el trabajo que de formación profesional.
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