Aunque las persecuciones fueron el cumplimiento de una profecía dada por el mismo Señor, que buscaba con esto la purificación de la Iglesia (su Cuerpo), se manifestaron por las acusaciones en su contra de "sacrilegio" y delitos de "lesa majestad". Todo se derivaba de la negativa de los creyentes de rendirles adoración al emperador y a sus dioses. Esto explica la crueldad en los castigos que les aplicaban. Los torturaban hasta la saciedad para obtener la abjuración. Así, quedaban bajo la benignidad o crueldad de cada juez. En realidad, todo se inició cuando Nerón (54 a 68) incendió 10 de los 14 barrios de Roma, delito del cual acusó a los seguidores de Cristo. Si bien todas estas persecuciones fueron implacables, las más crueles fueron las emprendidas por Decio, la de Galo y la de Diocleciano que alcanzó en el año 305 su mayor dureza, a tal punto que ese año se conoció como la era de los mártires. No obstante, estas persecuciones en vez de acabar con el cristianismo sólo lo fortalecieron; creció como la espuma. Muy acertadamente, alguien dijo que la sangre de los evangélicos es simiente de evangélicos. Fueron incontables los cristianos (judíos o no) que pagaron con sus preciosas vidas su creencia en Dios.
Desde ahora, Israel seguiría su vida como pueblo; pero adquiría supremo rango el Nuevo Israel: la Iglesia de Jesucristo, la cual pese a ser perseguida por todos, aún se mantiene y sigue creciendo y fortaleciéndose sobremanera. Su historia se aleja marcadamente del estudio que llevamos, por lo que dejo el seguir escribiendo sobre ella a otros santos hombres que el Todopoderoso mantiene en pie de lucha contra Satanás, enseñando las innegables verdades de la Santa Biblia.
——————–
1 En efecto, la Iglesia de Cristo fue creada por él mismo en el siglo primero de esta era, en Jerusalén, mientras que la Iglesia Católica fue creada tres siglos después en Roma. Ambas se parecen en que predican de Cristo; pero su doctrina es completamente diferente. Ninguna tiene nada que ver con la otra. Juzguen ustedes.
Capítulo XX
(Imperios paganos)
Época romana (37 A.C.-324 D.C.)
Desde la intrusión de Jerusalén por los romanos el 37 A.C., los judíos no dejaron de sentirse invadidos, teniendo mucho que sufrir del cruel mandato romano. Desde el año 4 A.C. hasta el 70 D.C., se desarrolló el periodo de los procuradores romanos (encargados de mantener la paz y de recaudar los impuestos), durante el cual hubo unos quince, a saber: Coponio (4 A.C.-9 D.C.), Ambíbulo (9-12), Rufo (12-15), Valerio Grato (15-26), Poncio Pilato (26-36), Marcelo (36), Marulo (37-41), Cuspio Fado (44-46), Tiberio Alehandro (46-48), Ventidio Cumano (48-52), Antoniao Félix (52-60), Porcio Festo (60-62), Lucceio Albino (62-64), Gesio Floro (64-66) y Tito Vespasiano (67-69). Estaban residenciados en Cesarea e iban a Jerusalén solamente en ocasiones especiales.
Luego de la muerte de Herodes el Grande, el patriotismo hebreo empezó a manifestarse. Durante el reinado de Antipas, un rebelde llamado Teudas, probablemente nacionalista judío, reunió algunos partidarios con los que quiso liberar a su pueblo del yugo romano, pero fue muerto y sus secuaces dispersados y aniquilados. Teudas fue tenido como un mesías, cuya falsedad se puso de manifiesto por su fracaso. Después, el año 6 un judío llamado Judas apellidado "el galileo" o el "Gaulonita", que se consideraba el sucesor espiritual de los Macabeos, en compañía de un tal Sadoc, y apoyados por los zelotes intentó promover una rebelión entre el pueblo, pero fue delatado por el gobernador sirio Cirenio. Fueron atacados por Arquelao, quien asesinó a miles de estos patriotas dentro del Templo. Luego de esto, los zelotes quedaron como el ala extremista de los fariseos, dispuestos a recurrir a las armas.
Después del gobierno aplicado por el gobernador Poncio Pilato, Sosio puso a los judíos bajo el dominio de Roma, y Judea pasó a formar parte de la provincia romana de Siria. Pilato acuñó una moneda con el símbolo de un bastón doblado, el emblema del augur romano, un adivino que predecía el futuro. Este símbolo descaradamente pagano, supuso una afrenta para el pueblo judío y sería uno de los detonantes de la primera rebelión judía contra Roma.
Siguiendo esta misma línea, durante el mandato del procurador Cuspio Fado se levantaría otro Teudas, un mago que valiéndose de un ejército particular, también encabezó una rebelión contra los intrusos de Roma. Pero ni éste ni sus secuaces sobrevivieron. Las diferentes facciones judías, aún las irreconciliables coincidían en una abierta oposición contra Roma y sus procuradores. Pero el clímax del descontento estalló en el año 66. Sería este el inicio de una serie de enfrentamientos armados entre los hebreos y los invasores romanos, que se conocerían como las guerras judeo-romanas.
Primera rebelión judía. Destrucción del Templo (66-73)
En efecto, el año 66 explotó la que sería la primera insurrección de los judíos (o la primera guerra judeo-romana), quienes bajo la dirección de los zelotes, aunque con desconocimiento de tácticas en guerra de guerrillas, se levantaron contra el régimen opresor desconociendo su autoridad y amenazando con derrocarla. Esta rebelión se inició en Cesarea el año 64, cuando a instigación del procurador Gesio Floro, el emperador Nerón revocó la ciudadanía de los hebreos de la ciudad. Los griegos no tardaron en iniciar un masivo pogromo que costó la vida a miles de judíos, ante la mirada complaciente de los soldados romanos, lo que provocó un gran éxodo de aquéllos hacia Jerusalén. A esto se sumó el robo del tesoro del Templo perpetrado por Gesio. El hijo del sumo sacerdote, Eleazar ben Ananías, mandó a atacar la guarnición romana de Jerusalén. Herodes Agripa II huyó mientras Cestio Galo reunía una importante fuerza en Acre para someter a los sublevados. Pasó a Jope la cual arrasó. Por su parte, los judíos tomaron Sebaste y la quemaron. Los habitantes de Damasco aprovecharon esta coyuntura y mataron a miles de judíos que habitaban en esa ciudad. Igual cosa sucedió en Alejandría, donde fueron masacrados unos 50.000. Como arma de guerra, los zelotes emitieron una moneda. Se trataba de un siclo de plata, que en una cara mostraba tres granadas y llevaba la inscripción en hebreo, "Jerusalén es Santa". En la otra había un cáliz con las palabras, "siclo de Israel. Año Dos" (67-68). Los hebreos repelieron las fuerzas de Cestio Galo en Beth Horon, matando a unos 6.000 legionarios de la Legión XII Fulminata. Este suceso hizo que el emperador Nerón encargara al general Vespasiano dominar la situación en Judea y erradicar el nacionalismo judío. Vespasiano concentró en Judea cuatro legiones (la V, X, XII y XV; unos 70.000 hombres), comenzando las operaciones militares. El año 68, se logró aplastar la rebelión en el norte, pudiendo escapar a Jerusalén el líder zelote Juan de Giscala, y Simón bar Giora. Pero ese año Nerón, habiendo caído en desgracia se suicidó, e inesperadamente el sitio es levantado, lo cual da a los evangélicos, es decir a los discípulos del Señor Jesucristo oportunidad de retirarse a Pella, más allá del Jordán.
Al otro año Vespasiano fue elegido como emperador, y encomendó su tarea a su hijo Tito. Sus ejércitos sitiaron Jerusalén, en la cual habían 25.000 combatientes divididos en zelotes, al mando de Eleazar ben Simón (ocupaban la fortaleza Antonia y el Templo), los sicarios, al mando de Giora (dominando la ciudad alta), idumeos y otros, a las ordenes de Giscala. La superioridad militar romana tuvo como resultado que, cuatro años después de haber comenzado la rebelión, el mes de mayo del año 70 los ejércitos de Vespasiano hicieron una brecha en las murallas y asaltaron Jerusalén. Atacaron la fortaleza Antonia, y seguidamente ocuparon el Templo. Este fue incendiado y destruido el día 9 de julio de ese año 70. Al mes siguiente cayó la ciudadela de Herodes. Sólo quedaron en pie tres torres y una parte del muro occidental del Templo. Cumplíanse así las profecías que sobre el respecto emitió el Señor Jesucristo: "Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo: En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida." (Lucas, 21:5,6)
Habiendo sido destruidas al otro año las fortalezas de Herodium y Maqueronte. Quedaba sólo la fortaleza de Masada, donde se habían refugiado un millar de judíos, entre hombres, mujeres y niños. El año 73, los romanos sitiaron dicha fortaleza. El jefe de los refugiados, Eleazar ben Fair, al explicarle a su gente las humillaciones que sufrirían a manos de los soldados romanos si se entregaban, convenció a todos de que se suicidaran. Unánimes aceptaron, y entonces las muy pocas pertenencias que tenían las colocaron en el centro de la sala y les prendieron fuego. De seguido eligieron a 10 hombres para que mataran a todos. Después uno de ellos se encargó de quitarle la vida a los otros nueve, y finalmente se suicidó. Cuando los romanos asaltaron la fortaleza, quedaron profundamente impactados al ver el dantesco cuadro: hombres, mujeres y niños muertos sobre galones y galones de sangre. Cuando revisaron la fortaleza sólo encontraron con vida a dos mujeres y tres niños, que se habían escondido. Pasando este suceso a la historia como el drama más conmovedor de la humanidad. Ese año 73, luego de siete largos y cruentos años de sangrienta guerra contra la mayor potencia militar del planeta, la Tierra Santa quedó devastada, y Jerusalén y su Templo destruidos.
La Caída de Jerusalén dio inicio a la segunda diáspora del pueblo hebreo. Una dura disciplina del Dios que los había sustentado. Cumplimiento también la profecía divina: "He aquí, vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no me veréis, hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor." (Lucas, 13:35)
Lo ocurrido esa fecha causó un hondo pesar al pueblo judío, y el día 10 de Ab, 5º mes del año judío (nuestros julio y agosto), se celebra este día como recordatorio perpetuo. En este asalto fueron muertos más de un millón de hebreos, por la espada, el fuego y la crucifixión, así como muchos otros miles en otras partes de Judea. Los sobrevivientes fueron reducidos a la esclavitud, y enviados a todas las provincias del Imperio. Además, se les prohibió la entrada a la ciudad; aunque este decreto nunca fue aplicado en su totalidad, lo que hizo posible que siempre vivieran judíos en Jerusalén, y en Judea en general, imperando siempre en ellos un espíritu de rebelión. Para celebrar este triunfo, Vespasiano creó una medalla en memoria de la captura de Jerusalén. En esta medalla aparecen dos imágenes, la de la izquierda representa al emperador, y la derecha, una mujer humillada. Y para hacer ostentación de su victoria y entrada triunfal a Roma, fueron llevados a esa ciudad muchos prisioneros, juntamente con varios de los utensilios sagrados, entre los cuales eran de notarse la mesa de oro para los panes de la proposición, el candelero sagrado, el velo del Lugar Santísimo y el libro de la Ley, objetos todos que pueden verse grabados en bajo relieve en el arco de Tito, en Roma.
Pretendiendo en vano Vespasiano borrar la memoria del pueblo hebreo, dispersó a los prisioneros por Italia, Grecia y, principalmente, Noráfrica y Asia Menor. Una guarnición de 800 soldados romanos ocupó las ruinas de Jerusalén para evitar su reconstrucción por el celo religioso de sus anteriores habitantes y, para eliminar cualquier posible pretendiente al Trono Judío o a la dignidad Mesiánica, se hizo un estricto seguimiento a todos aquellos que se decían descendientes reales de David. Roma estableció un protectorado sobre Palestina, que siguió dividida en cinco provincias: Galilea, Samaria, Judea, Perea e Idumea. Judea sería gobernada por un legado senatorial residente en Siria. Las ciudades y los pueblos fueron reconstruidos lentamente y la vida comercial e intelectual recomenzó mientras en Jerusalén la Legión X Fretensis mantenía la Pax Romana. Poco a poco el latín se fue imponiendo como el nuevo idioma. En Jammia, localidad de Gaza, funcionaba desde el 68 y con permiso de Vespasiano, una academia de doctores y escribas judíos, fundada por el rabí Yojanán Ben Zakai. Disuelto el Sanedrín el año 70, la academia de Jammia constituyó durante tres siglos y medio la máxima autoridad del judaísmo; su labor fundamental fue la definición de cuáles libros se consideraban autoritativos (Canon del Antiguo Testamento), y la recopilación de la traducción que se fijó en la Mishnah y el Talmud, roca espiritual del judaísmo posterior. Esta academia trabajaría ininterrumpidamente hasta el 425, cuando la suprimiría Teodosio II.
Pero los romanos sólo continuarían gobernando Judea hasta el año 93, cuando los sirios sometieron este territorio, integrándolo en la provincia de Siria.
Pese a la destrucción del Templo al final de la primera sublevación, la fe religiosa judía no feneció. Las escuelas rabínicas crecieron tanto en Tierra Santa como en la diáspora. La vida religiosa se concentró alrededor de la sinagoga. Y pese a que los judíos ya no podían vivir libremente en Jerusalén, nacieron otros centros judaicos en otros lugares.
La Guerra de Kitos o Rebelión del exilio (115-117)
Este es el nombre dado a la segunda guerra judeo-romana, que tuvo lugar en Mesopotamia. El año 113, Trajano inició su campaña contra el Imperio Parto, y como medida estratégica tomó el reino de los nabateos (edomitas). Para protegerse de algún levantamiento en Judea, les prohibió a los hebreos practicar algunas observancias del judaísmo. Lo cual causó una fuerte ofensa en la población, tanto dentro como fuera del territorio de Judea. Dos años después, el ejército romano inició su ataque contra los partos, logrando conquistar Mesopotamia, incluidas las ciudades de Babilonia y Susa, sedes de grandes academias hebreas. Viendo los judíos de estas localidades que serían perseguidos también, combatieron al lado de los partos.
Paralelamente a esto, las comunidades griegas de Cirenaica (Libia) y de Chipre, de fuerte tradición antijudía, se volvieron contra los hebreos. Estos últimos se organizaron bajo el mando de uno llamado Lucas y atacaron a su vez los barrios griegos, destruyendo numerosos templos dedicados a dioses paganos (Júpiter, Apolo, Artemisa e Isis), así como edificios que significaban el poder romano. Por estos ataques, perecieron muchos miles de romanos. El ejército liderado por Lucas pasó seguidamente a Alejandría. Al llegar encontraron la ciudad abandonada por las tropas romanas, comandadas por el gobernador Marco Rutilio Lupo. Incendiaron algunos barrios y también destruyeron templos paganos, así como la tumba de Pompeyo. Ante este duro golpe para el espíritu romano, Trajano envió nuevas tropas al mando de Quinto Marcio Turbo para pacificar las provinicas de Egipto y Cirenaica. Lo cual finalmente lograron el año 117.
Ese mismo año, los hebreos comandados por Artemión se hicieron con el control total de la isla de Chipre. Trajano envió contra ellos la legión VII Claudia, mandada por el general Lucio Quieto, la cual restauró el orden asesinando a todos los judíos sublevados. Prohibiendo, además, a los hebreos residir en el futuro en la isla, so pena de muerte. Incluyendo a los supervivientes de naufragios, si eran encontrados en la playa. Lucio Quieto sería nombrado gobernador de Judea. Lo apoyaba la legión VI Ferrata. Muerto Trajano, su sucesor Publio Elio Adriano, para controlar las revueltas que se habían trasladado a Judea, promulgó un edicto prohibiendo la circuncisión, la lectura de la Ley y la observancia del sábado. Por su parte el procurador Quieto apresó a los hermanos Julián y Papo, líderes de los judíos. No contento con esto, Adriano puso en marcha en el 129 un plan para la reconstrucción de Jerusalén como centro pagano, con templos dedicados a los dioses romanos. Para colmo, Adriano cambió el nombre del país de Judea a Siria-Palestina o simplemente Palestina. Palabra al parecer derivada de "pelishtim", es decir "filisteos".
Segunda rebelión judía en Judea (132-34)
Como ya se vio, a partir del año 116 hubo numerosos levantamientos contra el poder imperial en las comunidades judías mediterráneas, especialmente en Alejandría, Cirene y Chipre, y éstas encontraron eco en Palestina. El año 131, luego de la ceremonia de comienzo del cargo del gobernador Rufo, iniciáronse las obras la ciudad Aelia capitolina. Al otro año también se acuño una moneda romana con la inscripción "Aelia Capitolina". Así mismo se comenzó a hacer un templo dedicado a Júpiter en el lugar del antiguo Templo de Jerusalén. Esta acción pagana e irreverente hizo que ese año 132 estallara la segunda rebelión contra el dominio romano en Tierra Santa. Sería esta la tercera guerra judeo-romana. La revuelta estuvo encabezada por un líder mesiánico, Simón Bar Kokba (Barcochebas), que prometió la redención del pueblo judío, y fue aceptado como tal por el rabí Akivá ben Josef, el gran doctor talmúdico, quien incitó al pueblo a aceptar a este Simón como el Mesías. En su principio la rebelión se centró en Judea, para desplazarse rápidamente hasta las ciudades de Meaux, Modín y Lida, derrotando a la legión romana que estaba en Jerusalén y destruyendo a la legión XXII que había acudido desde Egipto. Tal como hicieran en la primera sublevación, los rebeldes acuñaron monedas de cobre y de plata como símbolos. Esta moneda era un tetradracma que tenía grabado el Templo de Jerusalén y una hoja de palma; el texto decía: "Año uno de la redención de Israel". Con su mensaje, Barcochebas convenció a muchos judíos que se agruparan bajo su estandarte, y durante dos largos años dirigió una insurrección. Se formó así un estado judío independiente. Simón Bar Kojba asumió el poder con el título de Nasí (Príncipe o Presidente de Israel). Como pudieron, los hebreos celebraban los servicios religiosos y se reanudaron los sacrificios rituales de animales y otras ofrendas.
Esta derrota avergonzó a Adriano quien encomendó la tarea de revertir las cosas al general Sexto Julio Severo. De esta forma, los romanos lograron dar un fin sangriento a esta revolución. El año 134, habiendo perdido Jerusalén, Bar Kojba y los restos de su ejército se retiraron a la fortaleza Betar o Bither, que siendo sitiada y tomada fue destruida por completo. Al parecer, Barcochebas con algunos pocos pudieron huir y se atrincheraron en unas cavernas al sur de Jerusalén. Pero todos fueron aplastados. De esta forma Barcochebas y muchísimos de sus seguidores fueron asesinados. Los romanos no permitieron que fueran enterrados sino después de una semana.
Si bien como resultado de esta guerra, murieron muchísimos romanos, las pérdidas de los hebreos fueron enormes. Unos 580.000 muertos, 50 ciudades y 985 aldeas judías arrasadas completamente. Judea fue desolada de nuevo; los pocos sobrevivientes formaron parte del floreciente mercado de esclavos de la época. De los fugitivos que consiguieron escapar, muchos huyeron a Arabia, donde se quedarían formando así una población judía. Tiempo después, el rabí Akivá fue hecho prisionero y cruelmente ejecutado, pudiendo sus discípulos huir. Esta vez los romanos volvieron a destruir Jerusalén y establecieron en sus ruinas la colonia que ideara Adriano, a la que dieron el nombre de Aelia Capitolina, reduciendo su tamaño, especialmente al lado sur. En el lugar del Templo, el emperador Adriano mandó a instalar dos estatuas, una del dios romano Júpiter y otra de él mismo. Igualmente, al lado del Gólgota, donde fue crucificado el Señor Jesucristo colocó una estatua de Afrodita. De igual manera se prohibió a los judíos entrar en ella, so pena de muerte. Desde ese tiempo, Jerusalén sería llamada como tal sólo por los judíos. Retomaría su nombre cuando Constantino, y los hebreos volverían a entrar en Jerusalén (la Ciudad del Gran Rey).
Bajo el reinado de Antonio Pío (138-161), fueron revocadas las leyes de Adriano, terminando la persecución activa contra los judíos. El Sanedrín fue organizado en Galilea, bajo la presidencia de Simón II. Pero el siguiente emperador, Marco Aurelio (161-180), motivado a las constantes revueltas, restableció las severas leyes de Adriano. Bajo Caracalla (211-217), los hebreos recibieron los derechos de ciudadano y pudieron vivir en paz, habiendo sido eliminadas las restricciones en su contra.
Rebelión judeo-samaritana (251)
Pero el año 251, siendo emperador de Roma Treboniano Galo, los judíos, aliados a los samaritanos, iniciaron una sublevación contra los gobernantes romanos, la cuarta guerra judeo-romana. Desafortunadamente para estos patriotas, los ejércitos de Roma reprimieron con la acostumbrada crueldad el levantamiento. Los implicados fueron salvajemente torturados y luego condenados a penosa muerte. Como medida política para evitar otra situación similar, Galo reprimió aún más a la endeble comunidad hebrea con nuevas leyes.
Época bizantina (324-640)
(el Catolicismo)
El emperador romano Constantino sostuvo guerra contra su cuñado y antiguo aliado Licinio Liciniano, al cual venció el año 324. Constantino fundó en el emplazamiento de Bizancio, la ciudad de Constantinopla, que sería rival de Roma. Una ciudad estratégica para controlar a los persas. La vida general e infraestructural de Judea cambió notoriamente. Las localidades y santuarios vinculados al recuerdo del Señor Jesucristo (cueva de Belén, Nazareth, monte Tabor, Cenáculo, Calvario, Santo Sepulcro, cueva de la Asunción, tumba de María) fueron denominados Santos Lugares. Constantino, junto con su madre Elena mandaron fabricar suntuosas iglesias en dichos lugares. Así, en 335 se consagró la iglesia del Santo Sepulcro. Construida en el sitio donde depositaron el cuerpo del Señor Jesucristo, así como la iglesia de la Natividad, en Belén, en el lugar donde estuvo la casa donde nació el Señor. Una clara evidencia de que el judaísmo, como religión mayoritaria, había desparecido en Judea.
Así, la ciudad de Jerusalén se convirtió en lugar de peregrinación de católicos que "colaborarían" para el ornamento de la ciudad. En 358, Palestina fue nuevamente dividida en tres distritos administrativos. Sistema este que imperaría hasta el 429:
Palaestina Prima, que incluía Judea, Samaria, la llanura costera, Idumea y Perea, con capital en Cesárea.
Palaestina Seconda, contenía Galilea, el Golán, la Decápolis (Betsán, la capital y otras nueve ciudades de Transjordania).
Palaestina Tertia, incluía gran parte del Neguev. Su capital era Petra.
Constantino estableció leyes restrictivas con los judíos, que fueron más severas durante el reinado de Constancio I (337-50), quien añadió la pena de muerte a los matrimonios entre judíos y católicos.
Rebelión de Diocesarea (351-52)
Esta sería la quinta guerra judeo-romana. Tuvo lugar en esta localidad palestina, durante el reinado de Constancio Galo. Comenzó probablemente antes de la elevación de Galo y se cebó con la población griega y samaritana. La rebelión fue cruelmente reprimida por el general Ursicino, que ordenó la ejecución de todos los rebeldes. Diocesarea fue arrasada hasta los cimientos, y Tiberíades, Diospolis y otras ciudades, saqueadas e incendiadas.
Y pese a que Juliano el Apóstata (361-63) intentaría restablecer el paganismo, el catolicismo se convirtió en la religión de la gran mayoría. Ese 363, este emperador abandonó la religión romana e intentó reedificar el Templo de Jerusalén para sus fines políticos, buscando obtener el apoyo de los hebreos de Mesopotamia en su expedición contra los persas; pero tanto él como los judíos que lo apoyaban no pudieron, por un temblor de tierra y por bolas de fuego que salían de la tierra entre los operarios. Si bien, Joviano (363-64) volvió a la política de Constancio, los emperadores Valente y Valentiniano devolvieron a los hebreos sus antiguos derechos. Así fue hasta el reinado de Arcadio.
A la muerte de Teodosio, en el reparto del Imperio Romano en 395, Palestina tocó al Imperio de Oriente (Bizancio). Se intensificaron las peregrinaciones y se difundió ampliamente el monarquismo católico en su territorio. Justiniano, por su parte, embellecería y restauraría las basílicas católicas.
Cerca del año 480, en Antioquía (ciudad que asumió en el Este la importancia de Alejandría) facciones enfrentadas (los azules y los verdes) terminaron por masacrar judíos e incendiar la sinagoga de Daphne junto con los huesos de las víctimas. El emperador Zenón se limitó a comentar entonces que "hubiera sido preferible quemar a los judíos vivos".
Rebeliones samaritanas
La división territorial antes vista logró circunscribir más aún la vida social y religiosa de los judíos. De esta manera, en el año 485 los samaritanos se rebelaron contra la opresión bizantina. A partir de 518, Justino I reforzó las leyes contra los hebreos, que cercenaban sus derechos básicos, desapareciendo con esto su vida intelectual y su antigua jurisdicción en Judea. El año 529, reinando ya Justiniano, los samaritanos de nuevo se sublevaron. Reacción esta alimentada por la promesa de ayuda por parte de los persas. Esta segunda sublevación logró que los samaritanos tuvieran un efímero estado que fue arrasado ese mismo año.
Última rebelión judía (613)
Nuevamente la población judía de Palestina se levantó contra los bizantinos el 613, durante el reinado de Heraclio I. Sería la última guerra judeo-romana. Ese año los hebreos se aliaron a los persas, para librarse de la opresión que sufrían, iniciándose la revuelta en Tiberíades. El año anterior, ya los ejércitos de Cosroes II habían tomado Damasco. En el 615 se hicieron de Galilea, Cesárea y Jerusalén. Cosroes mandó degollar a 90.000 personas y demolió todo lo que pudo aquello que veneraban los católicos. Muchas iglesias quedaron destruidas, y la "Vera Cruz" fue enviada a Persia como botín de guerra. Cosroes la puso bajo los pies de su trono, como símbolo de su desprecio a la religión de los católicos.
Por el apoyo prestado a Persia, los judíos lograron tener un mediano control de la Ciudad Santa. Pero al cabo de tres años, los persas cambiaron de opinión y tomaron el poder total de la ciudad. Finalmente, en 627, bajo la amenaza de Heraclio I los persas se retiraron de Jerusalén. Sufriendo los judíos todo tipo de persecuciones, y fueron obligados a irse de la ciudad. Pero los controles bizantinos no sirvieron de mucho y en el trienio 637-40, el califa Omar asedió largamente la ciudad de Jerusalén, tomándola y quitándosela a los católicos bizantinos.
Durante esta época bizantina, reinaron once reyes, siendo el último el citado Heraclio. En los siglos de dominación de los bizantinos, en la Tierra de promisión se construyeron incontables monasterios. En esta época había en Jerusalén 43 comunidades judías distintas. Con la época anterior y ésta, el judaísmo fue proscrito. No obstante, nunca se apagó entre aquellos judíos que tenían el Antiguo Pacto como vigente aún. Ahora, una nueva época pagana comenzaría para los residentes jerosolimitanos. En medio de un baño de sangre, los árabes cambiarían su lengua e intentarían cambiar su religión.
Primera época árabe (640-1099)
(el Islamismo)
En el siglo VII aparecería en escena el profeta del pueblo árabe: Mahoma (570-632). Nacido en Arabia, en la ciudad de La Meca, y a quien se le atribuye el Alcorán o Corán. Compilación de leyes religiosas, sociales y políticas de los mahometanos. Y no fue sino luego de su muerte, que la campaña de los árabes por conquistar Jerusalén comenzó, estando ya la Meca y casi toda Arabia islamizada. Los califas que sucedieron a Mahoma, tomaron de buena gana la "recomendación" de Mahoma de hacerles la guerra a los infieles (los no musulmanes), y así empezaron a expandir __a filo de alfanje__ lo que en poco tiempo se convertiría en una religión y un imperio nuevos. Campaña esta que iniciarían desde el sur de Asia. Fue un proceso largo y fragmentado, y entre los años 633-34, el ejército bizantino había perdido el control de gran parte de la zona rural y se había retirado a las ciudades y pueblos fortificados. Betsán fue la primera ciudad abandonada por las fuerzas bizantinas. Estos califas (desde Omar, el segundo) establecieron en los territorios dominados el Islam como religión obligatoria, so pena de cruel muerte. Así lo hicieron en 637 en Jerusalén, que se rindió después de un asedio de dos años. Lo cual solo pudo lograrse mediante a un acuerdo entre Omar y el patriarca Sofronio, en el que se garantizaban las vidas y los bienes de los palestinos así como su libertad de culto? Cesárea cayó en 640 y Ascalón el año siguiente, quedando esta tierra sujeta a Bagdad, hasta 868, cuando la Ciudad Santa sería ocupada por Ahmet, turco soberano de Egipto.
Los árabes se instalaron como agricultores en la zona rural, y se fundaron colonias en las ciudades del litoral para defenderlas de una posible reconquista por parte de los bizantinos. Jerusalén, ciudad santa para los musulmanes debido al fantástico viaje nocturno de Mahoma, dependía directamente del califa. En el área del antiguo templo se edificaron el 691 dos mezquitas sacratísimas para los creyentes mahometanos, la llamada "de Omar" (la Cúpula de la Roca) y la del al-Aqsa, buscando infructuosamente con esto suprimir la memoria religiosa de los hebreos.
Si bien el árabe se convirtió en el idioma mayoritario, la población de las ciudades seguía siendo en su mayor parte católicas. La única ciudad de predominio árabe era Ramla (fundada por el califa Solimán en 715). Los musulmanes establecieron una serie de leyes por demás severas, que coartaban todo tipo de libertad, especialmente religiosa entre los habitantes de Tierra Santa. Estos fueron denominados dhimmi, cuya presencia era tolerada, tal y como establece la sharia (ley musulmana), a cambio del pago de ciertos impuestos y de la aceptación de una posición social inferior. Siendo llamados genéricamente de acuerdo a la dhimma "pueblo del Libro". Ley esta que en la práctica era violada por los árabes. Y para seducir a sus habitantes a abrazar la nueva religión les ofrecieron los beneficios que obtendrían: la libertad que concedía la ciudadanía musulmana, el pago de menores impuestos y demás consideraciones y a los hombres la posibilidad de casarse con varias mujeres. Salía el catolicismo y entraba el islamismo o musulmanismo. Si bien éste se fracturaría, religiosamente hablando, en dos grupos: los sunnitas y los chiítas. Aquéllos son seguidores del musulmanismo ortodoxo, mientras que éstos consideran a Alí como el único califa legal con la exclusión de los otros sucesores de Mahoma.
La dinastía fatimita de chiítas musulmanes egipcios conquistó Palestina en 969. Luego la situación cambió pasados dos años y casi todo el país pasó a manos de los qarmatas. Pero éstos fueron expulsados tres años después por los fatimíes, aunque lograron volver al cabo de unos meses. Como resultado de esta inestabilidad, las fuerzas bizantinas pudieron invadir el país. Luego, en los que se conoce como la "Cruzada Bizantina" conquistaron Betsán en 975. Los bizantinos fueron derrotados y los qarmatas atacaron de nuevo. Al cabo de dos años tuvieron que rendirse a los fatimíes. Pero nunca tuvieron todo el control de las zonas rurales, ya que gran parte estaba en manos de los beduinos o árabes nómadas.
El Imperio árabe o musulmán se dividiría en tres califatos:
El Califato de Oriente: Fundado por Abubeker en La Meca, y que sería trasladado a Bagdad por los Abasidas (640).
El Califato de Egipto: Creado por los Fatimíes (909-1171).
El Califato de Córdoba: Fundado por Abderrán II (928-1031).
Pero sería en Bagdad donde esta civilización musulmana alcanzaría mayor alcance. Será, pues, el Califato de Oriente el que incidiría en la vida de Judea. Como se dijo antes, la base económica del país era la agricultura, si bien esta muy debilitada por los años de desórdenes y por el declive del comercio en toda la zona este del Mediterráneo. En general, las minorías católica, samaritana y judía eran toleradas, aunque hubo la excepción de las restricciones impuestas por al-Hakim, un califa fatimí fanático de los años 1009-13, que hizo cumplir las normas en cuanto a la vestimenta distintiva exigida a los no-musulmanes, y que ordenó la destrucción de iglesias y sinagogas. La Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén quedó arrasada. Hacia la mitad del siglo XI, los Selyúcidas turcos se valieron de la débil posición de la dinastía fatimí y en 1071 se apoderaron de Jerusalén y de otras partes del país, aunque los fatimíes conservaron el poder en las ciudades costeras, y en 1098 reconquistaron Jerusalén, pero sólo por unos meses.
Si bien el islamismo se extendió por Asia, África y Europa, la batalla de Poitiers, ganada por Carlos Martel, detuvo los progresos de esta religión en Europa, y en 1492, bajo el reinado de los Reyes Católicos, los musulmanes fueron arrojados de España. Durante unos 220 años, Jerusalén estuvo bajo el dominio de varios déspotas turcos y sarracenos. Hasta que fueron desplazados por los nuevos dueños de la tierra.
Época de los Cruzados (1099-1291)
A fines del siglo XI se iniciaron las cruzadas como respuesta a un llamamiento realizado en 1095 por el Papa Urbano II para rescatar Tierra Santa del Islam. Para lo cual se organizaron expediciones armadas. Las cruzadas (un total de ocho), fueron grandes expediciones de carácter religioso y militar, que tuvieron por objeto arrancar del poder de los infieles los Santos Lugares, al mismo tiempo que impedir la invasión de Europa por los musulmanes. La cruzada se caracterizaba por el bando papal (una cruz de tela cosida en el pecho, de donde se deriva el nombre de Cruzados), la formulación de cada Cruzado de un voto inviolable bajo pena de excomunión, las indulgencias concedidas por la Iglesia Católica y la intangibilidad de los bienes suyos y de sus familiares. Fueron la prueba indubitable del poder de persuasión que tenía en esa época el pontificado sobre la sociedad que se decía cristiana. Este espíritu de rescatar los lugares de adoración creció por factores tales como los testimonios que daban quienes hacían constantes peregrinaciones a Jerusalén, las gracias espirituales que los pontífices prometían a quienes participaran en las cruzadas, y por otra, el carácter aventurero de aquellas gentes guiadas por un falso concepto del verdadero cristianismo; amén de los objetivos comerciales de Italia, que perseguía introducirse en los mercados de Oriente. Hubo de todo. Sin embargo, el mayor argumento que se sostenía era la profanación de los lugares de adoración y la proximidad de una guerra con los turcos. Así lo expuso el Papa en el Concilio de Plascencia, celebrado en el año 1094. Al siguiente año, en el Concilio de Clermont de Auvernia se decretó la primera de estas expediciones, que fue acogida con alegría por los asistentes: 200 obispos, 4.000 eclesiásticos y más de 30.000 seglares.
Primera cruzada (1096-99) Consistió en dos expediciones, la primera, popular, dirigida por Pedro de Amiens el Ermitaño, y Gualteiro Sin Haber. Miles de hombres enardecidos marcharon hacia Oriente, divididos en tres grupos, al parecer sin disciplina ni organización, y dos sacerdotes más. Fueron fácilmente derrotados por los turcos; en la segunda participaron los nobles feudatarios. Un ejército regular formado por franceses y alemanes, al mando de Godofredo de Bouillion. Los Cruzados tomaron Nicea, en 1097; conquistaron Tarso y Antioquía, al año siguiente; y, finalmente, tomaron Laodicea y Jerusalén, el 15 de julio de 1099 y masacraron a todos los judíos y musulmanes que encontraron (entre 20.000 y 30.000). Hallaron a los judíos agolpados en sus sinagogas y procedieron a incendiarlas. Los pocos supervivientes fueron vendidos como esclavos, algunos de los cuales fueron eventualmente redimidos por comunidades judías de Italia. Habiendo los Cruzados creado el principado de Antioquia y el condado de Edesa, fundaron en la Ciudad de David, el Reino Latino de Jerusalén, siendo proclamado rey el citado Godofredo.
Reino Latino de Jerusalén (1099-1187)
Godofredo de Bouillion (1099-1100) Muchos de los grandes feudatarios establecieron sus feudos particulares y se repartieron entre sí los altos cargos gubernamentales y administrativos de las regiones conquistadas. El éxito de esta invasión radicó no sólo en el fanatismo de los Cruzados, sino también por las divisiones socio-políticas de Siria, dividida en dos califatos: el ábbäsí de Bagdad y el de los fätimíes de El Cairo.
Balduino I (1100-18) Hermano del anterior. En este tiempo fue creado el condado de Trípoli, entre 1102 y 1109.
Balduino II (1118-31) En 1119, en la ciudad de Jerusalén se creó la Orden de los Templarios o los Caballeros del Temple o del Templo. Una Orden de caballería, y de carácter militar y religioso para resguardar el Santo Sepulcro y proteger a los peregrinos. Allí en Palestina adquirieron grandes riquezas y poder, convirtiéndose en banqueros del Papa y de numerosos príncipes. Felipe IV el Hermoso, deseando apoderarse de sus bienes y destruir su poderío, hizo detener a Jacobo de Molay, gran maestre de la Orden, y a todos los caballeros que se hallaban en Francia, y tras un inicuo juicio, los condenó a morir en la hoguera. Por instigación del rey, el Papa Clemente V suprimiría esta orden, pasando sus inmensos bienes a manos de la Corona (cosa común en el clero y los poderosos de la tierra).
Fulco de Anjou (1131-44)
Balduino III (1144-63) Pronto el poder de los Cruzados se debilitó debido a múltiples factores, y Zengï, gobernador turco de Alepo y Mosul, sometió el condado de Edesa en 1146.
Amaury (1163-73)
Balduino IV (1173-82)
Balduino V (1182-86) Reinó bajo la tutela de Guido de Lusiñán.
Sibila y Guido de Lusiñán (1186-87) En octubre de ese 1187, el sultán curdo de Egipto y de Siria Saladino (fundador de la dinastía Ayubí), conquistó San Juan de Acre, Jaifa, Beirut y Jerusalén, poniendo así fin en esta ciudad al reino fundado por los Cruzados. Lusiñán, destronado y hecho prisionero, abdicó la corona a cambio del trono de Chipre. Pasados dos años, esto provocaría una tercera expedición.
La tercera cruzada (1189-92) no pudo recuperar Jerusalén, y los Cruzados terminaron haciendo la paz con el musulmán Saladino, en septiembre de 1192, en virtud de la cual Jerusalén quedaba en poder de los musulmanes, y este reino, si bien manteniendo algún poder, establecía su capital en la ciudad marítima de San Juan de Acre.
Durante la quinta expedición (1217-21), ordenada por el Papa Inocencio III, y comandada por el rey de Hungría, los Cruzados se lanzaron sobre la ciudad egipcia de Damieta, uno de los puntales del sultanato fundado por Saladino sobre las ruinas del califato fätimí y gobernado por sus descendientes. No obstante, la toma de Damieta no sirvió de mucho, ya que las operaciones militares que se siguieron fueron obstruidas por las inundaciones del Nilo, que sorprendieron a los Cruzados. Estos aplicaron una cruenta persecución sobre los sarracenos. Desde ese 1217, los papas confiaron la protección de dichos lugares tenidos como santos a la llamada "Custodia de Tierra Santa" formada por los franciscanos.
La sexta cruzada (1228-29) Ordenada por el Papa Honorio III, y dirigida por Federico II de Hohenstaufen, heredero del trono de Jerusalén. Trajo como consecuencia que los Cruzados entraran de nuevo en posesión de Jerusalén, Belén y Nazareth, gracias a un tratado con el sultán cariota al-Kämil. Pero tampoco este expediente diplomático tuvo efectos duraderos, ya que en junio de 1244 la Ciudad del Gran Rey fue asaltada y conquistada por tribus turcas, a las que el avance mongol había empujado desde el este de Persia hacia el Asia Menor.
La campaña final, dirigida por el egipcio Baybars, comenzó en 1265. Pasados tres años, Antioquía (capital del principado del mismo nombre) había caído ante los mamelucos, lo que obligó a la que sería la última expedición.
La octava cruzada (1270). Los Cruzados sitiaron Túnez, presentándose de improviso el descalabro de la muerte por peste del infeliz rey francés Luís IX. En mayo de 1291, Acre fue derrotada. El último puerto Atlit, cayó en agosto, y al cabo de dos siglos en Tierra Santa, los últimos europeos se vieron obligados a regresar a su patria ya sin ánimos de emprender nuevas cruzadas. Luego, las ciudades palestinas dominadas por ellos cayeron una a una en poder de los mamelucos.
Luego de esto no volvieron a preparase verdaderas cruzadas y se permitió a los sultanes mamelucos de El Cairo (reemplazantes por la violencia de los descendientes de Saladino) eliminar lo poco que quedaba de la Siria franca. Y si bien hubo dos intentos de hacer una nueva cruzada, no se llevaron a acabo.
Se deben distinguir las cruzadas de los otros movimientos peregrinos armados que se formaron en estos siglos con el objetivo de conquistar la Tierra Santa. Es propicio explicar que las cruzadas vistas causaron miles de víctimas. Fueron grupos invasores mal llamados santos Cruzados que mataron y saquearon a diestra y siniestra. Y lo más vergonzoso es que la Iglesia Católica (que reclama la tenencia de la Verdad) los apoyó. Así como apoyó otros movimientos similares en otras épocas, tal como la invasión a la ciudad asiática de Esmirna, en 1334. Este espíritu guerrero era incentivado por algunas obras literarias escritas para la época, donde sus autores daban consejos para efectuar las cruzadas de la mejor manera. Ramón Llull, Jacques de Molay y Emmanuele Piloto, fueron algunos de ellos.
Época de los mamelucos (1291-1517)
Los mamelucos eran la milicia turco-egipcia, formada en un principio con esclavos reclutados en el Cáucaso y en la Circasia. Elegía su propio jefe, y en breve tiempo llegó a ser tan poderosa que acabó posesionándose de Egipto. País este que dominó hasta las expediciones de Napoleón Bonaparte, y de estos mamelucos salieron varios beys, que era el título de los altos jefes. Los mamelucos invadieron Palestina, cambiaron la organización político-administrativa establecida por el régimen saliente, y dividieron el país en cuatro distritos administrativos llamados sanjaks, Jerusalén, Gaza, Nablus y Sabed. Si bien Palestina formaba parte de Damasco, una provincia más extensa. Sabed pasó a ser el centro principal para los judíos.
Palestina se convirtió en un remanso de paz durante la época de los mamelucos. Muchos de los edificios de los Cruzados en Jerusalén se convirtieron en instituciones religiosas musulmanas. Jaffa, Acre y otras ciudades costeras fueron destruidas para evitar otra invasión de los Cruzados. Gran parte de Jerusalén eran sólo ruinas y se cree que apenas tenía 4.000 habitantes. Los centros de población se habían traslado a Ramla, Nablus y Gaza. A los católicos y a los judíos se les garantizó derechos limitados, recibiendo los católicos georgianos y etiopes concesiones especiales. En 1335 regresarían los franciscanos. Jerusalén continúa siendo una ciudad sin murallas. Se fundan muchas instituciones religiosas islámicas y la arquitectura mameluca de la ciudad refleja esta época. En 1811, los mamelucos en Egipto serían degollados.
Los sultanes de Egipto conservaron la ciudad hasta 1382. Selim subyugó Egipto y Siria. Pero al final, la dinastía buryí perdió el poder en Palestina y Siria, con la derrota sufrida en 1516 a manos de los otomanos, que serían los nuevos usurpadores de la Tierra Prometida.
Época otomana (1517-1917)
(Reconstrucción de las murallas)
Los turcos, un pueblo de raza mongólica, descendieron del Turquestán (al norte) al Califato de Bagdad, donde constituyeron la guardia personal de los sultanes turcos. Poco a poco se hicieron de tanto poder que en 1038 derrocaron la dinastía Abasida, y fundaron la suya propia: la de los Selyúcidas, dirigidos por Otmán I el Victorioso, de quien el pueblo turco tomó el nombre de otomano.
Para 1517 la región fue sometida por el Imperio otomano. Palestina pasó a ser parte del vilayato Damasco-Siria, una de las muchas provincias otomanas. Pese a todo, siempre se mantuvo en Palestina una exigua comunidad judía, que varió considerablemente durante los siglos. Solimán, hijo de Selim edificó o reconstruyó en 1542 las actuales murallas de Jerusalén. Cumpliéndose así lo dicho por Isaías: "Y extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te servirán; porque en mi ira te castigué, mas en mi buena voluntad tendré de ti misericordia." (Isaías 60:10). En ese tiempo se calculaba que vivían allí unos 100.000 judíos, los cuales eran sometidos por los beduinos a pesados impuestos. En 1577, los hebreos pudieron editar su primer periódico. A mediados del siglo XVIII, Zahir al-Omar había logrado el control sobre gran parte del país antes de ser asesinado por su propio ejército en 1775. Año este en que el norte del país pasó a ser dominio de Ahmad Pachá al-Jazzar el carnicero. Conocido así por la costumbre de cortar la nariz o las orejas de quienes lo contrariaban. Jazzar detuvo también la marcha hacia el norte de Napoleón en 1779 cuando, con la ayuda de la flota británica, evitó el asedio de Acre, y Napoleón y su ejército tuvieron que retirarse a Egipto. Dos años luego de esto, Jazzar construyó la Gran Mezquita de Acre.
Durante el reinado de Mohammed Alí de Egipto (1832-1840), Tierra Santa se abre a consulados, misioneros, exploradores y consejeros. Para entonces la población judía es mayoritaria. Pero en 1833, por medio del Convenio de Kutaich, los turcos hubieron de ceder Palestina a los egipcios. Pero la recobraron siete años después por el Tratado de Londres. En 1860, con la tolerancia de las autoridades turcas, la antigua comunidad hebrea de Jerusalén comenzó a construir barrios de viviendas fuera de los muros de la Ciudad Vieja. En 1878 se fundó el primer asentamiento agrícola moderno en Petaj Tikva. Para 1881, respecto a una población estimada de 470.000 habitantes, vivían en la zona de 20.000 a 25.000 judíos, principalmente en Jerusalén, donde hacia 1884 eran de las comunidades mayoritarias, hasta llegar a ser en 1896 mayoría absoluta. A pesar de esta dominación extranjera, la misericordia de Dios permitía que siempre hubiera allí un remanente judío, que crecía indeteniblemente.
A partir de 1870, la comunidad judía se fue convirtiendo en una entidad debido a las aliyá o aliot, para lo cual se creó un sistema de seguridad que garantizara la vida y bienes de sus habitantes. La protección era necesaria contra ladrones árabes locales, individuales o bandas. Las organizaciones judías de seguridad se desarrollaron en varias fases. En principio se contrataron guardias civiles, que algunas veces eran árabes. Luego, en asentamientos como Zijrón Yaacov se formó un pequeño grupo de jóvenes voluntarios que vigilaban principalmente de noche, denominado los Guideonitas. Para 1878 se creó Petah Tikvah, la "madre de los asentamientos judíos". En 1907 nació la organización Bar Giora, en la casa de Yitzaj Ben-Zvi, quien posteriormente llegaría a ser el segundo presidente de Israel. Después, en 1909 se construyó la nueva ciudad de Tel-Aviv, en las arenas al norte de Haifa. Fue la primera ciudad enteramente judía. Ese mismo año se formó el Hashomer, bajo la dirección de Israel Shohat, que se definió como una organización nacional que asumiría la seguridad de la mayor cantidad de los asentamientos judíos posible. En 1913, el liderazgo de Hashomer estableció relaciones con la Organización Sionista de Europa, las cuales se interrumpieron al iniciarse la Primera Guerra Mundial. Hashomer continuó con sus labores de vigilancia y seguridad en Palestina, como siempre evitando a la vez no dar motivo alguno para que las autoridades otomanas la proscribieran. En ese tiempo nació otra organización similar: el Grupo Yafo, dirigida por Eliahu Golomb, que proporcionaba seguridad a Tel Aviv y a la comunidad judía de Yafo. Todos estos grupos serían desbandados poco después.
Cuatro siglos pervivió este dominio turco en Tierra Santa. En el bienio 1917-18, luego de su desdichada participación en la Primera Guerra Mundial, al lado de las potencias de Europa central (Alemania, Austria-Hungría) y Turquía y Bulgaria, contra los Aliados (Francia, Imperio Británico, Rusia, Bélgica, Servia, Japón, Rumania, Estados Unidos, Gracia, Portugal y otros países), el sultán Mahomet IV capituló ante el poderío aliado. La Tierra Prometida tendría otro indebido dueño (el último).
Época británica (1917-1948)
Dirigidos por el general Edmund Allenby, los británicos tomaron la región ocupando Jaifa y Jerusalén, Damasco y Alepo. La Sociedad de Naciones (S.D.N.) le confió al trono británico el mandato de Palestina, que estipulaba el establecimiento en la región de un estado judío. Finalizada la guerra, en noviembre de 1918 los británicos licenciaron a todos los regimientos militares que participaron. Aquellos de Gran Bretaña y Palestina regresaron a sus países y los que provenían de Noráfrica se establecieron en Palestina para cumplir con sus convicciones sionistas. Representantes del Ejecutivo Sionista en Gran Bretaña y Palestina persuadieron a las autoridades británicas a crear un regimiento voluntario judío (comandado por el teniente coronel Eliezer Margolin), como parte de las fuerzas armadas apostadas en Palestina. Este regimiento conocido como los "Primeros de Judea" se organizó en 1919 en Sarafand (hoy Tzrifín), pero los británicos no le permitieron participar ni en los incidentes de Tel Jai y Jerusalén en 1920 ni durante los disturbios árabes de 1921. Pese a esto, al estallar la violencia en el límite entre Yafo y Tel Aviv, Margolin envió a parte del regimiento a actuar por cuenta propia. En respuesta, los británicos lo desbandaron. Esto dio razón a los sionistas que se oponían a basarse en el patrocinio británico para el desarrollo de una fuerza militar.
El 10 de agosto de 1920, luego del armisticio de Múdrhos, el Imperio Otomano fue desmembrado por los aliados, quienes impusieron el Tratado de Sévres. Entre 1916 y 1929, se sucedieron varios ataques de los árabes contra las comunidades judías y católicas residentes y contra los peregrinos de Tierra Santa. Siendo los más importantes los de 1920 y los de 1929 en Safed ("Masacre de Safed") y Hebrón ("Matanza de Hebrón"), instigadas por los líderes palestinos Amín al-Husayni y Aref el Aref. Ya antes de 1919, los católicos habían sido acosados por los árabes, furiosos por la venta de terrenos de la parte católica de Jerusalén a compradores judíos. Ese 1920 los ataques árabes se encontraron con la sorpresiva respuesta, no de los británicos que ignoraron las intensiones de los árabes de atacar la comunidad judía, sino de los grupos de defensa hebreos fundados por Ze´ev Jabotinsky, entre otros.
La Haganá: Voz hebrea que significa defensa. Organización paramilitar judía creada en 1920, con los "Primeros de Judea". Si bien era considerada como ilegal ante los británicos y los árabes, para el pueblo era una organización militar "popular", subordinada a un liderazgo político electo y autorizada a emplear su potencial militar en la defensa de los intereses de las comunidades hebreas.
Como consecuencia de los disturbios de 1929, y luego de dos años de discusiones entre los líderes de los partidos sionistas de todo el espectro político, la Haganá fue transferida a la autoridad conjunta del ejecutivo de la Agencia Judía y del Vaad Leumi (Consejo Nacional). En 1931 la Haganá fue colocada bajo la autoridad de un comité paritario. Un Alto Comando compuesto por seis figuras políticas, tres en representación de la "izquierda" y tres de la "derecha". Debido a esto, un grupo de miembros de la Haganá se escindió de la organización, negándose a aceptar la autoridad del comité paritario. Al siguiente año, el grupo separado pasó a ser conocido como la Organización Militar Nacional (Irgan Tzevaí Leumí) o por su acrónimo, Etzel. Recibió todo el apoyo del partido revisionista de Zeev Jabotinsky.
Durante los disturbios del trienio 1936-39 __llamados por los árabes el "levantamiento árabe"__, intereses estratégicos persuadieron a los gobiernos británicos en Jerusalén y en Londres a permitir cierto grado de colaboración militar entre el ejército y la policía británicos y la Haganá. Lo que dio a ésta cierta legalidad durante ese tiempo. En 1938, se nombró un Estado Mayor Militar profesional que comandara todos los componentes militares y las operaciones de los diversos entes de la Haganá, siendo su primer jefe Yaakov Dori (Dostrovsky).
Para ese 1939, la Haganá ya había creado un Cuerpo de Campaña, un Servicio Médico, un Cuerpo de Señales, un Servicio de Inteligencia, la Aliá Bet (ocupada de la inmigración ilegal), una industria de armas y servicios para la consecución y el almacenamiento de las armas. El país se dividió en distritos operativos, y apareció una publicación militar profesional llamada Maarajot (Campañas).
Al año siguiente, los británicos abandonaron el compromiso de favorecer la creación de un Estado judío, así como la de la partición de Palestina, abogando por un único Estado en la región. Además, tomaron medidas para limitar la inmigración judía y restringieron la compra de tierras por parte de los hebreos. Pese a ello, al estallar la Segunda Guerra Mundial los líderes sionistas apoyaron decididamente a Gran Bretaña. Pese a esto, los ingleses mantuvieron la prohibición de inmigración a Palestina durante el tiempo que duró este conflicto. Muchos judíos fueron interceptados y devueltos a la Europa dominada por los nazi (abreviatura de nacionalsocialista), si bien un gran número pudo entrar de forma clandestina en el país.
Por su parte el Etzel, al iniciarse los disturbios árabes sufrió una crisis, cuando la mitad de sus miembros (unos 1.500) dirigidos personalmente por Abraham Tehomi, lo abandonaron y regresaron a la Haganá. La otra mitad continuó en el Etzel que ahora respondía a la autoridad política de la Organización Sionista Revisionista. El Etzel rechazó la política moderada de la Haganá, y adoptó una política defensiva.
Esta rebelión fue sofocada por las fuerzas británicas y la Haganá, que movilizó más de 20.000 policías suplementarios judíos más las Tropas de Campaña de Itzjak Sadé y las escuelas Nocturnas Especiales del capitán Orde Wingate. Sin embargo, el 17 de mayo de ese 1939 los británicos establecieron el llamado Libro Blanco patrocinado por el Ministro de Colonias MacDonal, cuya política restringía seriamente la inmigración judía y la adquisición de tierras, hasta que no se hiciese efectiva la independencia. El texto desecha la idea de dividir el Mandato en dos estados a favor de una sola Palestina independiente, gobernada en común por árabes y judíos, manteniendo su mayoría demográfica. Con todo eso, el liderazgo sionista consideró que la lucha contra los británicos no tenía razón de ser. David Ben Gurión, presidente del Ejecutivo Sionista, determinó que el movimiento sionista y el Yishuv cooperarían con los británicos contra los nazi a nivel militar, pero continuando la resistencia contra el Libro Blanco en asuntos de inmigración y asentamiento.
El Etzel, en cambio, estaba sumido en la controversia. El liderazgo revisionista estuvo de acuerdo con Gurión. Así, un pequeño grupo, dirigido por Abraham (Fair) Stern, consideraba a Gran Bretaña como el amargo enemigo del Sionismo, y debía ser combatido por medio de acciones guerrilleras y terroristas. Después de la muerte de Jabotinsky en 1940, este grupo se separó del Etzel y comenzó a actuar independientemente bajo el nombre de "Etzel en Israel" (popularmente conocido como el Grupo Stern). Luego del asesinato de Stern por parte de los británicos en febrero de 1942, los nuevos líderes del grupo (Natán Yellin-Mor, Itzjak Shamir e Israel Eldad) reorganizaron su grupo bajo el nombre de Lojamé Jerut Israel (Combatientes por la Libertad de Israel) y su acrónimo Leji.
En el año 1941 se fundaron los "Regimientos Juveniles" (Gadná) y la Fuerza de Choque (Palmaj). Ese mismo año fueron formulados los principios de la Haganá, que subrayaban su carácter nacional y sionista, y como la única fuerza militar de la empresa sionista y del estado judío en construcción. Sus funciones serían las siguientes: 1) Defensa de la comunidad judía en Palestina de ataques contra su gente, su propiedad y su dignidad; 2) Defensa de la empresa sionista y de los derechos políticos del pueblo hebreo en la Tierra de Israel; 3) Defender la tierra de Israel ante acciones enemigas desde más allá de sus fronteras, de acuerdo a sus capacidades y las circunstancia políticas.
Finalmente, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, la Haganá luchó junto a los británicos. De suma importancia para el desarrollo de la defensa judía armada en Palestina fueron los más de 30.000 judíos de Palestina, que se enrolaron en el ejército británico durante la Guerra. En las últimas etapas del conflicto se organizó la Brigada Judía y actuó contra los nazi en el norte de Italia. Los hebreos de Palestina en el ejército y la fuerza aérea británicos aprendieron una amplia gama de temas militares __combate, administración, tecnología y logística de un ejército moderno__, y transfirieron esas experiencias a las fuerzas de defensivas judías de Palestina.
Al final de la guerra, entre octubre de 1945 y el comienzo de la Guerra de Independencia en diciembre de 1947, la Haganá había cambiado su política conciliatoria, y ahora era la mayor y más importante fuerza militar judía que operaba contra los británicos. Llevó a acabo operaciones militares antibritánicas, como la liberación de inmigrantes recluidos en el campamento de Atlit; bombardeo de la red de ferrocarriles del país ("La Noche de los Trenes"); sabotaje a instalaciones de radar y bases de la fuerza de policía móvil británica; sabotaje de barcos británicos dedicados a la deportación de inmigrantes clandestinos, y destrucción de todos los puentes camineros y de ferrocarriles en las fronteras ("La Noche de los Puentes"). Fue también la Haganá, bajo la dirección de Shaul Avigur (Meirov), quien dirigió la masiva operación de inmigrantes clandestinos de Europa y Noráfrica en 1944-48 por las rutas marítimas de huida (Berijá), así como por tierra desde los países del Medio Oriente. Más aún, la Haganá brindaba protección militar a la empresa de asentamiento judío en todo el país, que tenía lugar desafiando las restricciones impuestas por las leyes británicas sobre la posesión de tierras. Una de esas operaciones fue el establecimiento de once asentamientos en el Neguev la noche después de Yom Kipur de 1946, bajo el mando del sub jefe de Estado Mayor de la Haganá, Yosef Avidar (Rokhel). Ese año de 1947, el barco de la Haganá "el Éxodo" llegó a las costas de Haifa, cargado de judíos que huían del Holocausto. Pero los ingleses lo obligaron a regresar a Europa, provocando una gran protesta internacional.
El Etzel y el Leji, por supuesto, también fueron activos en el movimiento de resistencia, sus múltiples acciones se centraban principalmente en el terrorismo individual y la guerra de guerrillas contra los británicos. Ejemplos de esto son la explosión de la sede del gobierno y del cuartel general militar británico en el Hotel David en Jerusalén, provocando la muerte de 200 soldados. Sus acciones continuarían hasta la proclamación del Estado de Israel. También atacaron las bases de la fuerza aérea británica en Kastina y cerca de Kfar Sirkin, la liberación de prisioneros judíos de la prisión de Acre y el sabotaje al taller de reparaciones de la vía férrea cerca de Haifa.
Finalmente, en 1948 las unidades de la Haganá constituirían el núcleo del ejército del nuevo estado de Israel.
Capítulo XXI
Segunda y total diáspora judía (70-1948)
SEGÚN las perfectas predicciones del Señor Jesucristo, Jerusalén fue sitiada y tomada por los romanos, el año 70. Esto aconteció cuando el pueblo se reunió para celebrar la Pascua. Sucedió así otro un genocidio contra el pueblo hebreo. Dios es amor, pero también es fuego consumidor. En su amor les dio la Tierra Prometida, y en furor, si bien por un tiempo, se las quitó.
Y de cierto los judíos fueron repudiados en los países adonde fueron esparcidos. Desde entones el ser judío era equivalente a ser despreciado: "Y pereceréis entre las naciones, y la tierra de vuestros enemigos os consumirá." (Levítico, 26:38). Nacía así un sentimiento de odio hacia los hebreos (judeofobia), que marcaría su existencia. No obstante, pese a ser cruelmente perseguidos durante siglos, los hebreos continuaron siendo un pueblo distinto. Algunos se dedicaron en Alejandría, en Roma y en las grandes ciudades del Mediterráneo al comercio del dinero. Practicando en todo lugar las observancias religiosas que les son peculiares, tales como la circuncisión, ejecutada según la ley de sus padres, el gran día de expiación, la guarda del día de descanso (sábado). Han conservado también la observancia de la Pascua, si bien no siempre en la misma forma. Cumpliéndose las profecías bíblicas, han vivido casi siempre en zonas separadas de los demás; barrios aislados, que en Europa tomaron el nombre de ghettos, y en España aljamas. Sea cual fuere el país donde estén, consideran a Judea como su patria, y a Jerusalén como su metrópoli. Por muchas que fueran las comodidades de que gozaran en el país donde residían, esperaron ver revivir a Sion y a Jerusalén de en medio de sus cenizas. Los hebreos se han distinguido en casi todos los oficios y carreras, y muchos grandes hombres de estado, artistas, literatos y científicos, han salido de entre ellos. Incluso han sido consejeros de reyes, como lo fue Samuel ha-Leví, el tesorero mayor del rey de Castilla Pedro I, que llegó a ser superior que todos los demás príncipes del reino, y con permiso del rey, en 1357 impulsó la construcción de la Sinagoga del Tránsito en Toledo. Es de destacar que todos los judíos que han disfrutado de cargos importantes en las cortes y gobiernos, han contribuido a mantener la libertad religiosa y el bienestar social de sus correligionarios. Los hebreos se han destacado como los banqueros del mundo, han acumulado riquezas y el poder que da. Llegando a amistarse con financistas y gobernantes, a los cuales les han dado préstamos cuantiosos. Y por todo esto son también envidiados por gobiernos y pueblos.
El hecho de que continuaron manteniendo su identidad racial y religiosa en Asia, se debió a que se formaron dos grandes comunidades, correspondiente con las dos grandes divisiones del mundo de aquella época. La primera de ellas comprendía a todos los judíos que vivían al occidente del Éufrates. Reconocieron la autoridad de un nuevo Sanedrín, que estaba constituido en Jammia, bajo la dirección del rabí Jochanan ben Sakkai, el cual ostentaba el título de "Patriarca de Occidente". Este inculcaba la Ley oral (concretamente la Halaká), transmitida de padres a hijos, y leía la Hagadá. A Sakkai y a sus sucesores se le rindió obediencia y reverencia. La otra comunidad comprendía a las familias judías del este del Éufrates. El jefe de esta comunidad de Babilonia asumío el título de Resh-Galutha o exilarca (príncipe de la Cautividad o del Exilio). Era de descendencia davídica, y coronado como tal en una suntuosa ceremonia por las máximas autoridades religiosas de las Academias talmúdicas de Susa y Pumbedita. El exilarca controlaba todos los asuntos civiles y criminales. Las principales zonas bajo su jurisdicción fueron las de Nares, Susa, Pumbedita, Nahardea, Vahar-Paked, y Machuzza.
A partir del año 70, las comunidades judías se desarrollaron en la costa levantina y en el sur de la Península Ibérica. El concilio de Elvira (303-09) ofrece la primera regulación en Hispania de las relaciones de convivencia entre católicos y judíos. En el siglo VII sufrieron una creciente persecución por parte de las autoridades visigodas, que alcanzó su momento culminante con Egica (687-702), quien luego de prohibirles que tuvieran tierras y casas, los esclavizó, ordenando la confiscación de todas sus propiedades y la retirada a los padres de la custodia de sus hijos para educarlos en el catolicismo.
Debido a las cruentas persecuciones de los reyes persas Yazdgard (440-57) y Firuz (457-83), hubo una gran emigración de colonos hebreos por el sur hasta Arabia y por el este hasta la India. Pero quienes permanecieron en Persia fueron objeto de persecuciones por los reyes que los sucedieron.
Reino Judío de Mahuza
El año 483, el guerrero judío Mar Zutra II, a la edad de 15 años, fue coronado como exilarca de la comunidad judía de Babilonia. Debido a la opresión del rey sasánida Kavad I, el año 495 Mar Zutra capitaneó una rebelión militar que tuvo éxito, logrando la independencia política de lo hebreos, y fundó sobre la orilla izquierda del Tigris, al noroeste de Susa, el reino independiente de Mahuza, siendo rey Mar Zutra sobre sus congéneres judíos. Pero este reino sólo duraría siete años, cuando sería aniquilado por los persas, y Mar Zutra crucificado en el puente de la ciudad. Temiendo un nuevo levantamiento, los sasánidas pusieron fin al exilarcado. Su hijo Mar Zutra III heredó el exilarcado, pero huyó a Tierra Santa, donde fue cabeza de la Academia de Tiberias, bajo el título de "Resh Pirka". Cuando los árabes musulmanes conquistaron la región en el siglo VII, el título de exilarca recobró su nobleza e importancia. El exilarcado perviviría hasta el siglo XI cuando sería definitivamente suprimido.
Para cuando nació Mahoma, ya había una pequeña población hebrea en La Meca, siendo Medina el centro principal de los judíos de Arabia. Por motivos políticos, Mahoma les concedió distintas concesiones a su religión. Pero cuando no los necesitó entonces expulsó a los de Medina y, luego en el 628, a los de las comarcas de Khaibar y de Wadi al-Hura los sometió a un impuesto anual equivalente a la mitad de la producción de la tierra.
Reino Judío de Khazaria
Khazaria era una región del Asia Central, enclavada entre Caucasia, la actual Georgia y Bulgaria. El año 618, Tong Yabghu creó un reino, cuyos gobernantes llevarían el título de khagan. Hacia el año 700, el khagan de Khazaria, Bulan, se convirtió al judaísmo, seguido por la mayoría de su pueblo en que convivían musulmanes, católicos, bárbaros sin religión conocida y la nueva masa judía, expulsada de varias naciones. Se formó así el reino judío de Khazaria que perviviría por tres siglos. Obadía, uno de sus khaganes, atrajo muchos rabinos que consolidaron la nueva religión, construyendo muchas sinagogas. Aunque toleraron las creencias religiosas de sus habitantes. Se intensificó la urbanización y se fomentó la economía basada en la pesca, la ganaderia y la agricultura. Lograron una importante expansión por la cuenca del Danubio hasta Panonia y comerciaron por todo el Mediterráneo y Europa central. Este reino era asediado por bizantinos y musulmanes, que codiciaban su poderío y riquezas. El emperador bizantino León III (717-41) casó a su hijo Constantino (más tarde Constantino V Coprónico) con la princesa Tzitzak, hija del khagan Bihar, como parte de una alianza entre ambos imperios. Fue tanto el esplendor del reino, que el emperador bizantino Constantino Porfirogeneta (913-59) se esforzó en relacionarse con ellos. A inicios del siglo XI fue destruido por un gran ejército formado por rusos y bizantinos, dirigido por Oleg de Nóvgorod. Khazaria representó el más significativo esfuerzo en la búsqueda del establecimiento de un estado judío independiente en la Diáspora.
Principado Judío de Cranganore
Aunque es imprecisa la fecha de llegada de hebreos a la India, el siglo X marca su entrada al estado de Kerala, en la costa de Malabar, al sur del país. Al inicio, la comunidad se habría concentrado en Cranganore donde, con la autorización de un rajá de la dinastía chera, fundaron un principado independiente. Quizá un agradecimiento por la ayuda militar prestada en su resistencia contra el creciente poder de sus vecinos chola. Autorización esta que fue escrita en una placa de cobre, conservada en la sinagoga judía de Kochi. Las inscripciones están fechadas entre 974 y 1020. La comunidad judía de Kerala se dedicó al comercio, especialmente a la venta de pimienta, que sólo se producía en la costa de Malabar. Al igual que en el resto del país, esta sociedad hebrea mantenía una sociedad de castas. A saber tres: la de los judíos negros (casta dominante), la de los meshchrain, los libertos, y la de los judíos blancos. Al parecer, alrededor de 1070, la comunidad la formaban unos 1.000 individuos, que observaban la Torá; aunque con escaso conocimiento de la ley oral judía.
Este pequeño principado perviviría hasta 1524, cuando los musulmanes venidos de Nueva Delhi invadieron la región; les reprochaban a los judíos su intervención en el comercio de la pimienta. Los hebreos se instalaron entonces cerca de Kochi, en Mattancheri, sobre tierras contiguas al palacio del rajá, en las que construyeron una sinagoga. Mostrarían a este rajá la misma lealtad que ya habían probado al de Cranganore.
El 27 de noviembre del 1095, antes de que se iniciara la primera cruzada, quienes participarían en ella optaron por iniciar la purga de los "infieles locales", y acometieron con ferocidad contra los hebreos de Lorena y Alsacia, matando a todos los que se negaban a bautizarse. Corrió el rumor de que el líder Godofredo había jurado no poner en marcha la cruzada hasta tanto no se vengara la crucifixión con sangre judía, y que no toleraría más la existencia de judíos, incluyendo los niños. Los hebreos franceses advirtieron del peligro a sus hermanos alemanes, pero infructuosamente. A lo largo del valle del Rhin, las tropas, incitadas por predicadores como Pedro el Ermitaño, ofrecieron a cada una de las comunidades judías la opción de la muerte o el bautismo. En Speyer, mientras los Cruzados rodeaban la sinagoga, en donde se había refugiado la comunidad presa del pánico. Cientos de judíos se suicidaron y algunos aun sacrificaban primero a sus propios hijos. En Ratisbon, los Cruzados sumergieron a la comunidad judía entera en el río Danubio a modo de bautismo colectivo. Las matanzas se sucedían en Treves y Neuss, en las aldeas a lo largo del Rhin y el Danubio, Worms, Mainz, Bohemia y Praga.
En el 1146 el monje Radulph exhortó a los Cruzados a vengarse en "los que crucificaron a Jesús". Centenares de judíos del Rhineland cayeron ante las hordas incitadas que los aplastaban al grito de ¡Hep, Hep! (esta consigna, que probablemente era la abreviatura del latín Jerusalén se ha perdido, fue un lema judeofóbico muy popular en Alemania, y así se denominarían los tumultos contra judíos alemanes en 1819).
Brutalidades se perpetraron en la ciudad francesa de Sully. Pedro de Cluny (llamado el Venerable) solicitó que el rey de Francia castigara a los judíos por "macular el cristianismo". No matándolos sino haciéndolos sufrir tormentos espantosos y prepararlos para una existencia peor que la muerte. En 1171, los judíos de Blois fueron quemados bajo la acusación de haber utilizado sangre de católicos para celebrar la Pascua. Cuando Saladino puso fin al reino cruzado en Jerusalén en 1187, una tercera cruzada fue lanzada, a la que se sumaron con entusiasmo el emperador de Alemania Federico II, el rey inglés Ricardo de León y el rey Felipe Augusto de Francia, quien ya había hecho quemar a cien judíos en Bray, como castigo por el ahorcamiento de uno de sus oficiales que había asesinado a un hebreo. Al resto privó de sus bienes y los expulsó.
La novedad de esta tercera cruzada repercutió más en Inglaterra, que en las dos primeras había tenido un rol menor. El día de coronación de Ricardo I, el 3 de septiembre de ese 1189, las comunidades judías de Lynn, Norwich y Stamford, fueron íntegramente destruidas. En York, se refugiaron en el castillo, al que se le puso sitio, y en el que se autoinmolaron a comienzo de la Pascua hebrea. Una situación igual se presentó dos años después. La teología ayudaba. El Papa Inocencio III proclamó la "servidumbre perpetua de los judíos" y el jurista Enrique de Bracton definió que "el judío no puede tener nada de su propiedad.
En Italia, ya en el año 855, Luís II ordenó la deportación de todos los hebreos italianos.
La Inquisición (1199-1834)
La lastimosa situación de los hebreos y de otros grupos tales como los valdenses y los cátaros o albigenses, se agravó sobremanera a partir del año 1183. Este año, el Concilio de Verona (dirigido por el Papa Lucio III) ordenó a los obispos lombardos que entregasen a la justicia a los herejes que no se convirtieran al catolicismo. Su objeto era investigar y castigar públicamente los delitos contra la fe (con competencia en los casos de herejía, limpieza de sangre, brujería, bigamia, blasfemia, posesión de libros prohibidos, etcétera). Se echaban así las bases de la Inquisición. La cual fue establecida en 1199, con la ascensión del Papa Inocencio III un año antes, creador de este fatídico tribunal eclesiástico. Como su nombre lo indicaba, su función era inquirir, preguntar, averiguar todo lo concerniente a las prácticas heréticas en contra de los dogmas de la Iglesia Católica. El escudo de este tribunal consistía en una cruz latina sobre tres escalones, flanqueada por una espada y por un ramo de olivo. La Inquisición pasó de Francia a Italia, Alemania, España y finalmente a Portugal. Lo formaban frailes llamados inquisidores, y estaba exento de toda jurisdicción episcopal. La Inquisición era intocable. Contaba con su propia cárcel (denominada con el mismo nombre) y utilizaba los acostumbrados métodos de tortura de la época, y cualquier otro que podían experimentar los inquisidores. La confesión obtenida así era válida. La sola mención de su nombre hacía temblar de miedo a cualquiera. Una vez acusado de herejía, la única forma de salvar la vida era aceptando las condiciones del tribunal. El procedimiento de la Inquisición era secreto. El dinero de las multas impuestas a los reos y el producto de las confiscaciones pertenecían al rey, pero se destinaban al financiamiento de este tribunal. De aquí que se derivaran abusos por el deseo de obtener ganancias. A muchas personas que poseían fortunas las acusaban de herejes, y por medio de torturas los obligaban a confesarse culpables, con lo que sus bienes iban a parar a manos de estos inquisidores. Este tribunal no ejecutaba los castigos por sí mismo, sino que confiaba su cumplimiento al brazo secular. Los métodos más usados para dar muerte a los "culpables" eran la horca y más aún la hoguera, la cual aplicaba a fuego normal y fuego lento o a distancia. Otras penas eran los azotes, la obligación de portar sambenitos (unos escapularios infamantes) y la prisión, algunas veces a perpetuidad. Los condenados eran llevados al lugar de ejecución con un gorro cónico o coroza y el sambenito donde se escribía el delito de que eran acusados. En breve tiempo, los países antes anotados suministraron millares de víctimas. La Inquisición no atacó la Reforma, excepto en España.
Históricamente la Inquisición tuvo dos manifestaciones distintas. La Inquisición medieval, directamente vinculada al pontificado, dirigida principalmente por dominicos, y la Inquisición española o Santo Oficio, establecida a partir de 1482 por los Reyes Católicos (Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla), gracias a una bula expedida en 1478 por el Papa Sixto IV. Especialmente para investigar a los judíos conversos, que practicaban el judaísmo secretamente. Los primeros inquisidores fueron fray Miguel de Morillo y fray Juan de San Martín. Con el establecimiento de este tribunal en Sevilla, huyeron unas 3.000 familias a otras regiones. Lo mismo sucedería luego en otras ciudades con la llegada de los inquisidores. Los cuales a partir de mayo de ese 1482 daban, por medio del "edicto de gracia", un periodo de treinta días, para que los conversos confesaran sus faltas. Los reos eran recluidos en el castillo de Triana usado como prisión. Al otro año se creó el Consejo de la suprema y general Inquisición, con autoridad sobre todos los tribunales provinciales (posteriormente, en 1570, también sería establecido en las futuras posesiones españolas de ultramar). El día 17 de octubre fue nombrado como inquisidor general el confesor de la reina fray Tomás de Torquemada, quien establecería las estrictas "Instrucciones Inquisitoriales", que serían las que regirían la actuación de este tribunal. Durante su gobierno de una década, el "santo" Torquemada condenó a la hoguera a unas 3.000 personas. Los mudéjares (musulmanes moros) fueron convertidos a la fuerza, y los judíos perseguidos y acosados. Los que escaparon de ser quemados, fueron desterrados de España, y, por supuesto, de sus muchas posesiones extranjeras. Según el inquisidor del Tribunal de Sevilla, Diego López, entre 1481 y 1524 hubo 5.000 quemados en la ciudad y su distrito.
Los abusos de estos temibles frailes inquisidores en los Países Bajos, hizo que se formara el llamado "Compromiso de Breda", en 1556. Se trataba de un texto por el que relevantes personajes flamencos, calvinistas y católicos, reclamaban del rey español Felipe II cesaran dichos abusos, concediéndoles una efectiva tolerancia religiosa.
Habiendo sido eliminada la Inquisición en las demás naciones en el siglo XVIII, en España fue suprimida en 1808. Las Cortes de Cádiz de 1813 también la abolieron. Y aunque el tirano español Fernando VII lo reimplantó al ser repuesto en el trono, muchos tribunales no volvieron a funcionar y las pocas causas sustanciadas lo fueron de manera moderada. Después se eliminó en 1820. Y finalmente, la voluble política española hizo posible la abolición definitiva del "Santo Oficio" por un decreto del 15 de julio de 1834.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |