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La Perla de Asia (La Higuera de DIOS) (página 3)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

Era Jericó una rica y fuerte ciudad del valle del Jordán, y sin duda una de las ciudades más antiguas del mundo. Ubicada a unos 23 kilómetros de Jerusalén, ya asignada a la tribu de Benjamín.

Por órdenes divinas, todos los hombres de guerra rodearon los muros de la ciudad, junto con los sacerdotes llevando el Arca. De éstos, siete tenían bocinas de cuernos de carnero. Los hombres armados iban delante de los sacerdotes, y la retaguardia detrás. Esto hicieron una vez durante seis días, regresando luego al campamento. El séptimo día, en el mismo orden rodearon la ciudad siete veces, y los sacerdotes sonaron las bocinas también siete veces. En este momento, Josué mandó al pueblo gritar con fuerza y así lo hicieron. Entonces ocurrió el portentoso milagro que hizo derrumbar los altos y gruesos muros, siendo luego fácil la toma y destrucción de dicha ciudad. Josué ordenó a los espías que sacaran de la ciudad a Rahab y su familia. Pese a su condición, Rahab es un digno ejemplo de fe. Esta no sólo salvó a su familia y su propia vida, sino que llegó a ser antepasado del rey David y por ende, del Señor Jesucristo.

Fueron muertos las personas y los animales, y la ciudad fue puesta a fuego. Conforme a la orden divina, de ella solamente dejaron la plata, el oro y los utensilios de bronce y de hierro; todo lo que resistiera el fuego. Entonces Josué juró que sería maldito el que reedificara la ciudad; que los cimientos los echaría sobre la vida de su primogénito, y sobre la de su hijo menor asentaría sus puertas.

Violando la orden de Dios, un hombre tomó unas cosas de la ciudad y las escondió, por lo que junto con su familia sería apedreado por toda la congregación.

Toma del resto del país

Continuando con su campaña, los hebreos se aprestaron a tomar la ciudad de Hai, la segunda en la ruta. Colocaron 5.000 hombres entre Betel y Hai, al occidente. Entonces Josué, con parte de su ejército avanzó en la noche hasta el valle, y también lo hizo el rey de Hai con el suyo. Usando tácticas de guerra, los israelitas se retiraron y sus enemigos los siguieron, aconteciendo que al quedar sola la ciudad, los apostados guerreros hebreos la atacaron y asaltaron destruyéndola. Igual cosa sucedió con el ejército y el rey. Luego, en el monte Ebal, Josué edificó un altar a Jehová su Dios, donde ofreció holocaustos y sacrificó ofrendas de paz. También escribió sobre las piedras una copia de la ley. Después leyó cada una de las palabras escritas por Moisés delante de todo el pueblo, y de los extranjeros que moraban entre ellos. Bendiciones y maldiciones.

Habiéndose enterado de la toma y destrucción de Hai, los habitantes de Gabaón enviaron un grupo a pactar con los hebreos, y mediante astucia logaron que éstos les perdonaran la vida y sus bienes. Al descubrir Josué la astucia usada por ellos, los condenó a ser leñadores y aguadores para el altar de Jehová, y así quedaron para siempre. Este trato hecho por los gabonitas fue visto como traición por Adonisedec, rey de Jerusalén, e hizo una alianza con otros cuatro reyes cananeos y ferezeos: Haham rey de Hebrón, Piream rey de Jarmut, Jafia rey de Laquis, y Debir rey de Eglón. Todos tenían mucha gente de caballería y multitud de carros herrados (con guadañas y garfios a los costados) tirados por briosos caballos. Con esta fuerza Adonisedec atacó Gabaón, y sus habitantes pidieron ayuda a los hebreos, los cuales, debido al tratado hecho acudieron en su auxilio. Josué subió de Gilgal, y sabiendo que Dios lo protegería, no se intimidó y ordenó el ataque. En Gabaón se libró una gran batalla. Los amorreos huyeron a la bajada de Bet-horon, y el Señor prestó aliento a su pueblo y el auxilio de una fortísima granizada, y de una milagrosa prolongación del día. Los reyes aliados fueron completamente derrotados, y se ocultaron en una cueva en Maceda; pero fueron apresados por Josué y condenados a muerte y sepultados en la misma cueva, cuya entrada fue tapiada con piedras.

Luego los hebreos atacaron Maceda. De allí pasaron a Libna, la cual corrió la misma suerte. Después tocó a Laquis, y Horam rey de Gezer, subió en ayuda de Laquis, pero él y su pueblo también fueron asolados. Seguidamente los hebreos hicieron igual cosa con Eglón. Después atacaron a Hebrón. Aquí vencieron a los anaceos, una raza de gigantes, descendientes de Arba, fundador de Hebrón. Luego atacaron Debir.

Al oír estas cosas, Jabín rey de Hazor (que era cabeza de todos los demás reinos) hizo alianza con Jobab rey de Madón, con el rey de Simrón, con el rey de Acsaf, y con los reyes de la región norteña en las montañas y en el Arabá al sur de Cineret, en los llanos y en las regiones de Dor al occidente; también con el cananeo, que estaba al oriente y al occidente, con el amorreo, el heteo, el ferezeo, el jebuseo y el heveo al pie de Hermón en tierra de Mizpa. Formaron así un gran ejército, y vinieron y acamparon junto al río Merom, para pelear contra Israel. Una multitud como la arena que está a la orilla del mar, con numerosísimos caballos y carros de guerra. Pero en la certeza de que su Dios era más poderoso que los ídolos de ellos, los hebreos no se amilanaron y atacaron esta fuerza, y los hirieron, siguiéndolos hasta Sidón la grande y hasta Misrefot-meraim, y hasta el llano de Mizpa al este, no dejando a ninguno con vida. De allí pasaron a las ciudades y las hirieron a filo de espada, y a la ciudad de Hazor la quemaron, lo mismo hicieron con las demás ciudades, excepto las que estaban sobre colinas, que no las destruyeron. Esta vez, el botín que tomaron fue repartido entre todos.

Pero faltando todavía poseer mucha tierra, entonces Judá apoyado por Simeón subieron contra el cananeo, a tomar el territorio que le tocara en suerte. Así lo hicieron y mataron a 10.000 hombres, y a su rey Adoni-bezec lo apresaron y lo llevaron a Jerusalén. Combatieron esta ciudad, tomándola y prendiéndole fuego. De allí, los hijos de Judá descendieron y pelearon contra los cananeos que habitaban en las montañas, en el Neguev y en los llanos. Atacaron a Hebrón, que se llamaba antes Quiriat-arba, e hirieron a Sesai, a Ahimán y a Talmai. Después pasaron a los que habitaban Debir, que antes se llamaba Quiriat-sefer.

Luego de esto, Judá acompañó a su hermano Simeón, y derrotaron a los cananeos de Sefat, y asolaron el lugar. Tomó también Judá a Gaza y Ecrón con sus territorios; pero no pudieron arrojar a los cananeos de los llanos, porque éstos tenían carros herrados. A los jebuseos que habitaban Jerusalén, tampoco los arrojaron los benjamitas. Pero cuando Judá de fortaleció los hizo tributarios.

También la casa de José subió contra Betel, y Jehová estaba con ellos. Colocaron espías en esta ciudad, e hicieron algo parecido como con Rahab; un hombre que le sirvió de aliado, fue salvado junto con su familia. Tampoco Manasés arrojó a los de Bet-sán, ni a los de las aldeas, ni a los de Taanac, ni a los de Dor, tampoco a los de Ibleam, ni a los de Meguido. De igual forma, los efraimitas no pudieron arrojar al cananeo de Gezer, sino que al igual que en los demás territorios habitaron junto a los israelitas.

Zabulón tampoco arrojó a los que habitaban en Quitrón, ni a los de Naalal. Tampoco Aser pudo con los de Aco, ni con los de Sidón, en Ahlab, en Aczib, en Helba, en Afec y en Rehob. Tampoco Neptalí expulsó a los que moraban en Bet-semes, ni a los de Bet-anat, aunque le fueron tributarios.

Por su parte, los amorreos acosaron a los danitas hasta el monte de Heres, en Ajalón y en Saalbim, quedando el límite del amorreo desde la subida de Acrabim, desde Sela hacia arriba.

Capítulo IX

Repartimiento de la tierra

CON la fuerza de Jehová Dios de Israel, Josué condujo al pueblo al otro lado del Jordán, y en seis años subyugó la tierra. Las montañas, el Neguev, los llanos y las laderas, y a todos sus reyes y príncipes, sin dejar nada. Todos los reyes cananeos fueron ajusticiados (31 en total). Siendo la tribu de Judá la que llevó el estandarte en esta conquista. Por ser la tribu elegida por Dios, y por su superioridad numérica. Desde Cades-barnea y Gaza, al sur, hasta Sidón y el Monte Líbano, al norte, si bien tal comarca quedó todavía en poder de los cananeos. Con todo, recorriendo el país como conquistador, él y Eleazar lo dividieron casi todo entre las doce tribus. En esta tarea, también se asignó uno por cada tribu: De la tribu de Judá, Caleb; de la tribu de Simeón, Semuel; de la tribu de Benjamín, Elidad; de la tribu de Dan, el príncipe Buqui; de la tribu de Manasés, el príncipe Haniel; de la tribu de Efraín, el príncipe Kemuel; de la tribu de Zabulón, el príncipe Elizafán; de la tribu de Isacar, el príncipe Paltiel; de la tribu de Aser, el príncipe Ahiud, y de la tribu de Neftalí, el príncipe Pedael.

Límites de Canaán

Al lado sur desde el desierto de Zin hasta la frontera de Edom; y el límite del sur el extremo del Mar Salado hacia el oriente. Este límite rodeaba desde el sur hasta la subida de Acrabim, y pasaba hasta Zin; y se extendía desde el sur de Cades-barnea, y continuaba a Hasar-adar, pasando hasta Asmón. Rodeaba este límite desde Asmón hasta el torrente de Egipto, y sus remates eran al occidente. Su límite occidental era el Mar Grande. El límite del norte era éste: desde el Mar Grande trazaba al monte de Hor. Del monte de Hor trazaba a la entrada de Hamat, y seguía aquel límite hasta Zedad; y seguía este límite hasta Zifrón, terminando en Hazar-enán. Por el límite oriental trazaba desde Hazar-enán hasta Sefam; y bajaba desde Sefam a Ribla, al oriente de Aín; y descendía el límite, llegando a la costa del mar de Cineret, al oriente. Luego descendía este límite al Jordán, y terminará en el Mar Salado.

No obstante, los límites de lo que era la Tierra Prometida eran más amplios. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar (el Mediterráneo) donde se pone el sol. "Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio." (Josué, 1:1-4)

Por cuanto los dos hijos de José fueron adoptados por Jacob en su lecho de muerte, en lugar de doce tribus, hubo entonces trece, por ser dos las que correspondían a José; pero en la repartición de las tierras que hizo Josué por orden de Dios, solamente se tomaron en cuenta doce tribus y se formaron doce lotes o heredades, pues la tribu de Leví, por haber sido escogida para el servicio divino, no tuvo parte en esa distribución. Por su parte, los descendientes de Dina no recibieron heredad alguna, sino que habitaron entre sus hermanos. Habiendo concluido el reparto de Canaán entre las doce tribus, el territorio quedó dividido así:

Rubén (Se hallaba entre el Arnón al S. y Gad al N., y se extendía desde el Mar Salado y el Jordán, hasta perderse en las soledades del desierto. Incluía una parte del valle bajo del Jordán, las montañas de su borde oriental, y la ondulosa mesa que había más allá, y estaba bien regado y con abundantes pastos. Como sabemos, los israelitas lo tomaron de Sehón rey de los amorreos).

Simeón (Parte del territorio de Judá, y que incluía 18 ciudades con sus salidas en el sur. Hizo su capital en Gerizim. Sus ciudades se hallaban también clasificadas entre las de Manasés, Efraín y Neftalí, como para dar a entender que una parte de esa tribu había sido esparcida en el reino septentrional).

Leví (No recibió heredad alguna. Serían quienes ministrarían el rito de adoración a Dios, y por tanto, vivirían de las primicias, diezmos y ofrendas. Les fueron entregadas 48 ciudades para vivir diseminadas por todo el país, y designando 6 como lugares de refugio1 (Cedes, en Galilea, en el monte de Neftalí; Siquem, en el monte de Efraín; Quiriat-arba, que es Hebrón, en territorio de Judá; Beser, en el desierto, en la llanura de Rubén; Ramot, en Galaad de Gad; Golán, en Basán de la tribu de Manasés). Los hijos de Coat según sus familias recibieron de las tribus de Judá, de Simeón y de Benjamín, 13 ciudades; de Efraín, de Dan y de la media de Manasés, 10 ciudades más. En total 23 ciudades. Los hijos de Gersón según sus familias obtuvieron de las tribus de Isacar, de Aser, de Neftalí y de la media de Manasés en Basán, 13 ciudades. Los hijos de Merari recibieron de las tribus de Rubén, de Gad y de Zabulón, 12 ciudades. Dieron pues los hijos de Israel todas estas ciudades con sus ejidos, como había mandado Moisés).

Judá (Casi todo el sur de Palestina. Su territorio era un plano elevado. Una tierra sana, agradable y fértil. En la frontera septentrional de su territorio estaba Jerusalén, que luego sería el centro del culto judaico. Situada sobre una serie de colinas en la cordillera central. Con una altura de 700 m. sobre el nivel del mar Mediterráneo (50 km. al O.) y 1.145 m. sobre el mar Muerto (32 km. al E.), que dominaba los caminos desde Siquem hasta Hebrón y desde el valle del Jordán hasta el Mediterráneo. Serían la tribu de Judá y la de Benjamín las que siempre __si bien defectuosamente__ adorarían a Jehová, en cuanto que las otras diez tribus se abandonaron a la idolatría. Los judaítas tuvieron más cien ciudades con sus aldeas).

Zabulón (Su porción fue profetizada por Jacob. Se extendía entre el mar de Galilea y el Mediterráneo, en la base del Monte Carmelo, hasta el lago de Genezaret, entre los confines de Isacar por el lado sur, y los de Neftalí y Aser por el norte y noreste. Una de las regiones más ricas de la Palestina Occidental, y ofrecía los "sacrificios de santidad", tomándolos de entre sus numerosos rebaños; se regocijaba en la "salida" de su tierra hacia el mar de Acre, por darle esta ocasión de absorber la abundancia de él en la bahía de Haifa, así como los "tesoros escondidos en las arenas". Tuvo 12 ciudades con sus aldeas. Estuvo en el monte Ebal cundo fueron pronunciadas las bendiciones y maldiciones).

Isacar (Tuvo al Jordán al E., a Manasés al O., a Zabulón al N., y a Efraín al S., incluía una parte considerable de la hermosa llanura de Esdrelón, la más fértil del país. Sus miembros eran agricultores laboriosos, y se hace honrosa mención de ellos por su valor y patriotismo. Tuvo 16 ciudades con sus aldeas. Estuvo con Judá en el monte Gerizim, cuando se pronunciaron las bendiciones y las maldiciones. Tola, el juez, sería de esa tribu; y dos de los reyes de Israel, el usurpador Baasa y su hijo Ela. Varios miembros de esta tribu asistirían a la gran pascua de Ezequías).

Dan (Se le asignó una porción que se extendía al SE. de la costa más cercana a Jopa. Lindaba con la tierra de los filisteos, con quienes la tribu de Dan tendría mucho que hacer. Su territorio era fértil pero pequeño, y sus nativos eran poderosos. Una parte de esa tribu, por lo mismo, buscó y conquistó otra residencia en Lais. Tuvo 18 ciudades con sus aldeas. Su nombre no parece en las crónicas, ni entre los que fueron sellados por el ángel en la visión del apóstol Juan, debido a la idolatría en que cayeron en Lais).

Gad (Entre Manasés al N., Rubén al S., el Jordán al O. y los amonitas al E. El extremo noroeste se extendía hasta el mar de Galilea. Territorio este que había sido asignado por Moisés, de los despojados a Sehón y a Og. Hermosa región de pastos. Sus principales ciudades se llamaban ciudades de Galaad).

Aser (El extremo NO. de Palestina, teniendo al Líbano y a Sidón al N.; al Monte Carmelo y la tribu de Isacar al S., incluyendo Dor; y a Zabulón y Neftalí al E. Parte también de la costa de Fenicia. Tuvo 22 ciudades con sus aldeas. Pero los aseritas no pudieron echar de allí a los cananeos y vivían con ellos, con grave perjuicio __como luego se vería__ de su piedad y patriotismo. La profetiza Ana pertenecería a esta tribu.

Neftalí (Su territorio, al N. de Palestina, llamado el Occidente y el Mediodía, literalmente "el mar y el circuito", estaba en una región rica y fértil, teniendo a Aser al O., el Alto Jordán y una gran parte del mar de Tiberias al E., y se extendía al norte de la cordillera del Líbano. Algunos bajos ramales de ésta, que se prolongan hacia el sur, forman las montañas de Neftalí. Tuvo 19 ciudades con sus aldeas. Este territorio sería azotado con frecuencia por las huestes que invadían a Palestina por el valle del Líbano. Asistirían en masa a la coronación de David, y serían mencionados con honra en la guerra de los Jueces; también como diezmados por los sirios, y como entre los primeros cautivos llevados a Asiria. Barac fue su jefe más notable. El Señor Jesucristo estuvo en la parte norte de esta tierra, con lo que se cumplió en parte lo dicho por el profeta Isaías).

Benjamín (Su territorio lindaba con Judá y la Tierra Santa por el lado sur, teniendo por límite E. el Jordán, a Efraín por el N., y a Dan por el O. Tuvo 16 ciudades con sus aldeas. Betel, Gabaón, Ramá y Jericó, eran algunas de las ciudades principales, y Jerusalén quedaba dentro de los límites que se le habían asignado, que abrazaba una región de unas 250 millas cuadradas. Cuando se rebelaron las tribus del norte, se mantuvo al lado de Judá. Al principio pequeña, esta tribu sería casi exterminada en tiempos de los Jueces, pero luego crecería sobremanera. El rey Saúl y Saulo de Tarso eran benjamitas. Benjamín fue valiente y "amado del Señor").

Efraín (Su porción era grande y central, y abrazaba algunas de las tierras más fértiles de todo Canaán. Significaba esto más riquezas y mucho poder, según la predicción de Jacob. Se extendía desde el Mediterráneo a través del Jordán, al norte de las posesiones de Dan y Benjamín, e incluía a Siloé, Siquem y más. Una cordillera formada por el terreno montañoso que se extiende por esa porción, entre la llanura de Sarón al O. y el Valle del Jordán al E., ha recibido el nombre de "las montañas de Efraín" o "Monte de Efraín". Esta cordillera se extiende también más hacia el sur, entrando a la porción de Judá, y allí se llama "las montañas de Judá").

Manasés (Recibió una porción doble: La mitad de la tribu se radicó al E. del Jordán y del mar de Galilea; la otra mitad, en la orilla O. del Jordán, entre Efraín e Isacar, hasta el Mediterráneo. Heredad esta ya asignada por Moisés, de los territorios quitados a Sehón y a Og.).

Luego Josué estableció su residencia en la ciudad de Timnat-sera, un pueblo situado en el monte Efraín en el lado septentrional del cerro Gaas. Allí el caudillo hebreo halló hogar, bienes y sepultura. Cumplió logradamente su labor de juzgar entre las tribus. Fue uno de los hombres más respetados, aún más que su predecesor. Ningún otro siervo del Señor presenció más milagros que Josué. La última convocación que hizo de todo Israel en Siquem, y los solemnes discursos que le dirigió al pueblo, amonestándole con respecto a los ídolos del corazón, e instándole a que hiciesen un nuevo pacto con Dios, forman el digno término de una vida que no tiene mancha alguna en los anales sagrados. Josué es autor del libro que lleva su nombre. Escrito por el año 1427 A.C., poco antes de morir. Es el primero de los libros históricos del Antiguo Testamento. Contiene la narración de todos esos acontecimientos: la conquista de Canaán, la repartición de la tierra, finalizando con exhortaciones al pueblo. Lo contenido desde el capítulo 24:27 en adelante, fue anexado luego, pero todo fue hecho por inspiración del Espíritu Santo. Josué murió a los 110 años, y fue sepultado en su heredad de Timnat-sera. También enterraron los huesos de José, en la heredad en Siquem que Jacob comprara, la cual pasó a ser posesión de los hijos de José.

También murió el sumo sacerdote Eleazar, y fue enterrado en el collado de Finees, que le fue dado en el monte de Efraín.

Con todo, los israelitas sólo cumplieron a medias las órdenes de desalojar la tierra de cananeos, puesto que muchos de ellos huyeron a otras tierras. Y como vimos, en Canaán quedaron fragmentos de casi todas las naciones sometidas a los israelitas ("como cepos para los pies y espinas para los costados"), aunque con el tiempo, esta gente sería sometida a tributos. En tiempo breve, los contaminaron con su idolatría. Pecado este que __como veremos luego__ pagarían con divisiones, dispersiones, esclavitud y muerte.

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1 Las ciudades de refugio eran utilizadas para ofrecer un asilo a quienes hirieran o mataran a alguna persona por error, hasta que fuera presentado a la congregación, y se decidiera su suerte. Así se evitaría que fueran víctimas de venganza, por parte de algún pariente cercano.

Capítulo X

Jueces de Israel (la Teocracia)

(1405-1096 A.C.)

UNA vez hecha la distribución territorial de Canaán, antes de su muerte Josué estableció los Jueces. Fueron estos los libertadores-gobernantes que lo sucedieron en el liderazgo de las doce tribus descendientes de Jacob. Este periodo, que se conoce como la Teocracia, se prolongó hasta el establecimiento de la monarquía. Durante este tiempo, cada tribu tenía sus propias leyes. Se entienden leyes sociales, puesto que todo el pueblo llevaba una existencia enmarcada dentro del contexto de la Ley Mosaica. A los jefes de las tribus se los designaba con diversos nombres: príncipes, capitanes, jefes.

La dignidad de juez era vitalicia; pero la sucesión no era constante. Y se presentaron anarquías e interregnos. Tiempo este en que la república quedaba acéfala. También largos periodos de despotismo y opresión extranjera, y entonces gemían los hebreos sin tener quien los salvara. Era entonces que Dios, movido a misericordia, designaba a alguien que pudiera libertarlos. No existía gobierno central, sino que cada juez sólo era apoyado por aquella parte del pueblo a quien liberaban. Así, por ejemplo, la tierra que quedaba al E. del Jordán fue las que Aod, Elón, y Jair libertaron y gobernaron; Débora y Tola gobernaron las tribus del norte; Abdón la central; Ibzán y Sansón las del sur. La autoridad de los Jueces era inferior en muy poco a los de los Reyes; aquellos eran jueces en tiempos de paz y de guerra; decidían causas con absoluta autoridad; eran guardianes de las leyes, defensores de la religión, y castigadores de los crímenes, especialmente de la idolatría. No gozaban de salario, pompa o esplendor, ni tenían comitivas o convoy, que los que con sus propios recursos podían pagarse. Sus restos mortales eran enterrados como a una milla al norte de Jerusalén.

Al inicio de este periodo se presentó el caso de Micaía el levita, y el crimen de Gabaa que condujo a una guerra de exterminio contra los benjamitas. Esto manifestó cuan pronto comenzó Israel a apartarse de su Creador. Para castigarlo, Dios permitió que el pueblo de Mesopotamia y de Moab, los cananeos, madianitas, amonitas y filisteos, oprimiesen alternativamente con sus exacciones a una parte de las tribus, y algunas veces a toda la nación. Estos extranjeros esperaban el tiempo de la cosecha para asolar sus sembradíos, asaltaban sus casas, teniendo los pocos que esconderse en las cuevas y madrigueras, hasta que los enemigos se retiraban. Pero en breve tiempo, compadecido de sus sufrimientos, el Todopoderoso les deparaba uno de los dictadores militares de que antes se ha hablado.

El tiempo transcurrido desde Otoniel, el primer juez (1405), hasta Saúl, el primer rey (1096), sería cosa de 309 años, de los cuales unos 133 fueron de opresión extranjera (sin contar el tiempo del primer dominio de los filisteos), verificadas en seis subyugaciones (Mesopotamia, Moab, Filistea, Hazor, Madián, Amón), que en realidad deben contarse ocho, puesto que los filisteos oprimieron a los hebreos en tres oportunidades. Sin embargo, de acuerdo a la cronología bíblica, existieron 14 jueces que gobernaron 351 años (sin contar el tiempo de Samgar). Si les sumamos los 133 años de opresión tenemos 484 años, que excede el lapso de 309. La explicación a esta aparente discrepancia es que los gobiernos y sometimientos extranjeros fueron en algunos casos simultáneos.

La tradición judaica registrada en el Talmud por el año 500 D.C. atribuye a Samuel los libros de los Jueces y de Rut. En el Libro de los Jueces se pone de manifiesto el cuidado que Dios ejerció sobre su pueblo, mezclando su tolerancia con oportunos castigos.

A continuación los Jueces hebreos y los extranjeros que temporalmente sometieron dicho pueblo:

Otoniel (1405-1365 A.C.) Hijo de Cenes y sobrino de Caleb. Capturó Debir, liberando a los israelitas del yugo del rey de Mesopotamia Cusan-risataim, el primer opresor de este tiempo. Como recompensa a Otoniel por haber tomado dicha ciudad, su tío Caleb le dio a su hija Acsa como esposa, con quien tuvo a Hatal. Otoniel juzgó por 40 años, durante los cuales los hebreos fueron fieles a Dios, y prosperaron. Al morir este juez, el pueblo sería dominado por los moabitas.

** Bajo Eglón (18 años) **

Rey de Moab, que con la ayuda de Amón y de Amalec subyugó a las tribus de Israel del sur y del este. Hizo a la ciudad de Jericó asiento de su gobierno.

Aod o Ehud (1348-1268 A.C.) Hijo de Gera, de la tribu de Benjamín. Zurdo que de una certera cuchillada mató al rey moabita Eglón. Más tarde, en 1336 levantó un ejército y destruyó a este pueblo, al O. del Jordán. Juzgó a Israel con honra por 80 años. Tuvo un hijo que llamó como su padre. Después del deceso de Aod, los hebreos incurrieron de nuevo en sus violaciones a la Ley, por lo que fueron sometidos por los filisteos.

** Bajo los filisteos (no se sabe) **

Filistea estaba incluida en la tierra prometida a Israel, y se había asignado a Judá y a Dan. Provenían de Caftor (Creta). Formaba una confederación bajo los señores de sus cinco ciudades principales: Gaza, Ascalón, Asdod, Accarón y Gat. Luego de la muerte de Josué, Judá había tomado Gaza, Ascalón y Accarón; pero por poco tiempo. Por esto los filisteos se vengaron de los hebreos oprimiéndolos en gran manera.

Samgar (no se sabe) Hijo de Anat. Llamado por Dios para que liberara su pueblo de los filisteos, que les causaban miseria y aflicción. Mató a 600 de ellos con una quijada de buey. Habiendo muerto Samgar, los hebreos serían sometidos por el rey de Hazor, una ciudad al norte de Canaán. Sometida por Josué; pero libre ahora.

** Bajo Jabín (20 años) **

Poderoso rey de Hazor, que afligió en gran manera a Israel, especialmente a las tribus del norte. Jabín contaba con un poderoso ejército formado por 300.000 hombres de a pie, 10.000 de a caballo y 900 carros. En 1296 A.C. la profetiza Débora y el general Barac se levantaron como libertadores de los hebreos y se les enfrentaron.

Débora 1 (1296-1256 A.C.) Esposa de Lapidot. Habitó bajo una célebre y acaso solitaria palmera entre Ramá y Betel. Debiéndose su nombramiento a la irresponsabilidad de Barac de pelear con los opresores cananeos, quien pasó a ser subalterno suyo. Bajo su mando, el ejército hebreo luchó contra el general Sísara, venciéndolo. Esta victoria fue celebrada por Débora con un cántico que fue registrado en las Sagradas Escrituras (Jueces, capítulo 5). Débora gobernó por 40 años.

** Bajo Madián (7 años) **

Muerta Débora, los madianitas sometieron a las tribus. Si bien en sus tierras encontró refugió Moisés, ahora oprimía a los hebreos. Los madianitas eran gente idólatra y cruel. Cuando los hebreos habían sembrado y estaban próximos a recolectar las cosechas, aliados a los amalecitas (hijos del desierto oriental), bajaban en incontables bandadas, con sus ganados y tiendas y camellos, a devorar y llevarse los frutos del terreno, y no sólo a robar, sino también a exterminar a sus propietarios.

Gedeón o Jerobaal (1249-1209 A.C.) Hijo de Joás, de la tribu de Manasés. Vivió en Ofra, donde el Ángel de Jehová se le apareció, encomendándole la misión de liberar a su pueblo del yugo de los madianitas. Gedeón llamó en su ayuda a las tribus. Derribó el altar de Baal hecho por su padre, y la imagen de Asera. Así mismo taló el bosque sagrado. Por una serie de pruebas redujo sus fuerzas a 300 hombres, que serían conocidos como los "Gedeones", con los cuales venció a los opresores de Madián, mandando a decapitar a su rey Zeba y al príncipe Zeeb. Igualmente mandó ejecutar al príncipe Oreb. De esta forma, Gedeón vengó el asesinato de sus hermanos, y el pueblo lo eligió juez. Lo cual fue por 40 años. Tuvo unos 70 hijos. Los cuales, luego de su deceso, serían asesinados por su hermano Abimelec.

Abimelec (1209-1206 A.C.) Hijo del anterior con una concubina. Luego de hacer degollar a sus 70 hermanos, exceptuando a Joatam, el menor de todos, se hizo proclamar rey en Siquem. Reinó durante tres años. Nombró gobernador de la ciudad a Zebul. Joatam vituperó a los siquemitas en su célebre fábula de los árboles dicha en el monte Gerizim. Abimelec murió en el sitio de Tebes.

Tola (1206-1218 A.C.) De la tribu de Isacar. Habitante de Samir, aldea de Efraín. Impartió justicia a las tribus hebreas durante 23 años. Aparte de esto se desconocen otros datos de su vida.

Jair (1218-1188 A.C.) Galaadita de Manasés. Fue juez por 22 años. Tuvo 30 hijos, gobernadores de 30 ciudades. Después de que Jair murió, el pueblo se corrompió adorando los dioses de sus enemigos, por lo que fue sometido por los hijos de Amón. No pudiendo ninguno de los descendientes de Jair seguir sus pasos.

** Bajo los amonitas (18 años) **

Los amonitas destruyeron a una antigua raza de gigantes llamados Zomzommeos, y se apoderaron de su país, que se hallaba al E. de Judá. Su territorio se extendía desde el Arnón hasta el Jaboc, y desde el Jordán un trecho considerable internándose en la Arabia. Su capital era Rabbah, llamada también Rabbah Amón, y después Filadelfia. Sin embargo, en tiempos de Moisés, ya habían sido arrojados de esta región hacia el E. por los amorreos. A Moisés le fue prohibido atacarlos. Eran gente idólatra, grosera y violenta, cuyo dios principal era Moloc. Los amonitas también serían derrotados por Saúl y por David. Y conforme a lo profetizado por Jeremías y Ezequiel, serían totalmente subyugados por Judas Macabeo.

Jefté (1266-1260 A.C.) Sus hermanos lo expulsaron de su casa por ser hijo ilegítimo. Pero luego lo llamaron pidiéndole ayuda. Jefté derrotó a los amonitas. Tomó 20 de sus ciudades, y castigó a los envidiosos e invasores efraimitas. Debido a una apresurada promesa hecha a Dios hubo de sacrificar a su hija 2. Gobernó durante seis años. Jefté figura entre los héroes de la fe.

Ibzán (1260-1253 A.C.) Nació en Belén de Zabulón. Engendró 30 hijos y 30 hijas. Juzgó a sus tribus por espacio de siete años, y fue notable por lo numeroso y próspero de su familia.

Elón (1253-1243 A.C.) De la tribu de Zabulón, llamado "el zabulonita". Gobernó durante 10 años. Al morir fue enterrado en Ajalón, en la tierra de Zabulón.

Abdón (1243-1203 A.C.) De la tribu de Efraín, habitante de Piratón. Tuvo 40 hijos. Juzgó a Israel por ocho años. Murió Abdón, y al entregarse su pueblo al pecado, los filisteos sometieron el territorio por muchos días.

** De nuevo bajo Filistea (40 años) **

Sansón (1137-1117 A.C.) Hijo de Manoa, de la tribu de Dan. Nació de forma providencial. Gobernó a Israel por 20 años. Célebre por su tremenda fuerza (que residía en sus cabellos), que le permitió hacer hazañas, como la de la ciudad de Lehi, donde mató a mil filisteos con una quijada de asno, y donde por petición suya brotó una fuente para que mitigara su sed. A esta fuente llamó Enhaccore, "la fuente de aquel que oró". Con la final aceptación de su padre, se unió a Dalila, una filistea del Valle de Sorec, que lo traicionaría por una recompensa de 5.500 siclos de plata. La cual lo indujo a decirle que su fuerza radicaba en su cabellera. Despojado de sus cabellos, Sansón fue apresado por los filisteos, quienes le sacaron sus ojos, obligándolo después a trabajar forzadamente moviendo una piedra de moler __labor propia de las mujeres, para humillarlo más aún__. Pero por cuanto Sansón había sido elegido como libertador de su pueblo y habiendo ya sufrido la disciplina por su pecado, en ese tiempo su pelo creció de nuevo y recuperó su fuerza (mas no la vista), pero supo disimular. Durante una ceremonia religiosa realizada en el templo de Dagón 3, en Gaza, pidió que lo acercaran a la columna principal, logrando derrumbar el templo, muriendo con todos sus ocupantes (unos 3.000 filisteos). El pueblo hebreo quedaría libre.

Elí (1177-1137 A.C.) Descendiente de Aarón. Actuó en su doble tarea de Juez y Sacerdote. No pudo disciplinar a sus hijos Ofni y Finees, quienes se comportaban de manera inmoral corrompiendo a otros sacerdotes. Elí fue un hombre piadoso, pero débil en lo atinente del buen gobierno de su familia. Dios le envió un profeta, quien lo reprendió diciéndole que honraba a sus hijos más que a Dios, por lo que ellos morirían y su familia sufriría mucho, además de que perdería el sacerdocio; pero Elí no hizo caso. Razón por la cual los juicios divinos cayeron después sobre su casa. En una batalla que mantuvieran los hebreos contra los filisteos, éstos se llevaron el Arca, y los hijos de Elí fueron muertos. Pero la captura del Arca le desgarró aún más el corazón. De todos los daños sufridos por los extranjeros que invadían la tierra, este era el mayor de todos. Fue un golpe muy doloroso para el pueblo hebreo, puesto que nada tenían de mayor valor. Pasarían muchos años privada de ella, hasta que volvieran a tenerla consigo.

Cuando Elí supo la noticia cayó hacia atrás y se golpeó muriendo. Habiéndose cumplido esta parte del juicio, luego la amenaza divina se cumpliría plenamente en tiempos de Abiatar (150 años después), quien perdería el sumo sacerdocio. Elí juzgó a su pueblo por 40 años. Su muerte fue el inicio de un nuevo dominio de tres décadas por los filisteos.

** Nuevamente bajo los filisteos (30 años) **

Samuel (1107-1095 A.C.) Nacido en Ramá. Hijo providencial de Elcana y de Ana, a quien llevaron a Silo, donde fue consagrado a Jehová. Fue criado en el Tabernáculo bajo el cuidado del sacerdote Elí. Samuel fue profeta y último de los Jueces. Capturó en batalla a Agag, rey de los amalecitas, y le dio muerte. Cuando Samuel envejeció y no pudo seguir gobernando, delegó la autoridad a sus dos hijos, Joel y Abías. Pero ellos no siguieron los caminos de su padre, y entonces el pueblo pidió a Samuel que les eligiera un rey. Lo cual era una abierta rebelión contra Dios. La labor de Samuel concluyó con la consagración (unción) que hizo de Saúl, quien gobernaría como rey. Como prueba de la desaprobación de Dios por esta elección del pueblo, Samuel oró a Jehová, y pronto se precipitó una fuerte tormenta. Se iniciaba así el periodo monárquico del pueblo hebreo. Si bien, luego Samuel ungiría a David como sustituto de Saúl. Samuel juzgó por 12 años.

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1 La enseñanza que deja el hecho de que Débora gobernara al pueblo en vez de hacerlo Barac, es la de que la obra de Dios continuará, y si los varones no tienen el valor de asumir su rol, el Todopoderoso usará a las varonas, para vergüenza de ellos.

2 Importante enseñanza que muestra la gran responsabilidad que el servidor de Dios adquiere por las promesas hechas a El. De ninguna manera debe pensarse que Jefté sacrificó a su hija sobre algún altar, es indudable que este sacrificio significó que ella se quedara sin casarse. La prueba es que el apóstol Pablo presenta a Jefté como un siervo de Dios. Cosa que nunca hubiera hecho si fuera lo contrario.

3 Deidad pagana de los filisteos con cuerpo de pez y cabeza y manos de hombre, adorado en Mesopotamia y Canaán. Probablemente dios de la Agricultura.

Capítulo XI

Reino Integrado de Israel (1096-975 A.C.)

EN las Escrituras la palabra "rey" no implica siempre ni un alto grado de poder, ni una grande extensión de territorio. Muchas ciudades solas, o ciudades con sus poblaciones circunvecinas, se dice que han tenido "reyes", y a muchas personas a quienes en la Biblia se les llama reyes, nosotros les daríamos más bien el nombre de jefes o de caudillos. Por ejemplo, se dice que Moisés fue un rey en Jerusún o Israel; él fue el jefe, el caudillo, el guía de su pueblo, aunque no rey en el mismo sentido que David o Salomón.

Un país tan pequeño como el de Canaán, contenía 31 reyes que fueron conquistados, además de muchos que seguramente escaparon de caer ante la fuerza hebrea. Adonizebec, que no era muy poderoso, sometió a 70 reyes, a quienes mutiló. En muchos casos estos reyes eran, sin duda, semejantes a los Sheikhs de las tribus árabes de la actualidad. En el Nuevo Testamento, se aplica el título de rey también a los emperadores romanos y a los gobernadores, y a Herodes Antipas el Tetrarca.

La dignidad de rey era hereditaria, excepto cuando Dios determinaba lo contrario. Eran monarcas absolutos, aunque en muchos casos el respeto a la religión, a las leyes y a las costumbres, el deseo de ser estimados, y el temor a la revolución los hacían ejercer el poder con templanza. Sus personas eran tenidas como sagradas por ser los ungidos del Señor. Contaban con numerosos empleados, tales como historiadores o cronologistas, escribas, despenseros, amigos y consejeros, guardarropas, capitanes de la guardia, varios tesoreros, y el jefe del ejército. Sus rentas provenían de las tierras reales, de los rebaños y ganados, de los diezmos, impuestos y derechos, algunas veces del comercio, y en gran parte de los "presentes" obligatorios que se les hacían. Empleaban las diferentes insignias de la dignidad real, y tenían palacios, cortesanos, tronos, vestiduras reales, y utensilios de oro; coronas y cetros, anillos con sellos y un séquito complaciente. Tenían un cementerio particular, como media milla al norte de Jerusalén.

Fueron estos los monarcas del Reino Unido

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Saúl (1096-1056 A.C.) Benjamita hijo de Cis, que fue ungido por Samuel para sucederlo en el mando (como rey). Saúl pronto se libró de la tutela que Samuel tenía sobre él. Combatió a los enemigos de su pueblo: los amonitas, a cuyo rey Nahas venció; los filisteos, los moabitas, los amalecitas. Su derrota ante los filisteos puso en peligro su autoridad. Saúl se llenó de envidia y rabia al oír la canción que entonaba el pueblo, con motivo de la victoria de David sobre Goliat: "Saúl venció a sus miles y David a sus diez miles". Esta envidia hacia David lo hizo perseguirlo, y mandó matar al sacerdote Ahimelec por haber ayudado a éste, y a todos los habitantes de la ciudad de Nob. Siendo comisionado para esta matanza al edomita Doeg. Saúl dio a David su hija Mical como esposa. Así mismo combatió Saúl contra los agarenos, descendientes de Ismael. También fue un tirano que oprimió a su pueblo, tal como lo predijera Samuel. Por haber consultado a una pitonisa, Saúl fue desechado por Dios. Los hijos del rey Saúl perecieron en el monte Gilboa luchando contra los filisteos. Saúl intentó suicidarse sin lograrlo, y finalmente fue muerto por un sirviente. Durante todo su reinado nunca se interesó por el Arca del Pacto, que luego de estar siete meses entre los filisteos, fue enviada a Bet-semes, y de allí a casa de Abinadab.

Es-baal o Isboset (1056-1054 A.C.) Hijo del anterior, que fuera de la voluntad perfecta de Dios fue coronado como sucesor de su padre, en Mahanaim, por el general Abner, primo de Saúl y comandante en jefe de su ejército. Mientras tanto, David reinaba en Hebrón sobre Judá. Esto dio lugar a una guerra civil (la segunda) entre David y él. Is-boset reinó sólo 2 años. Este rey usurpador fue muerto por los hermanos benjamitas Recab y Baana, hombres de David. Abner luego se uniría a David, pero fue muerto por Joab.

David (1056-1016 A.C.) Judaíta. El menor de los hijos de Isaí. Era pastor y músico. Legítimo sucesor de Saúl, ungido también por Samuel, en Efrata. Tocó el arpa para Saúl. Venció a los filisteos en Efes-damín, matando a su jefe el gigante Goliat. Celoso de su fama, Saúl lo declaró fuera de la ley y lo persiguió, por lo que hubo David de huir a la ciudad filistea de Gat, y luego al desierto, a la cueva de Adulam. Muerto Saúl, David fue declarado rey de Judá. Todo el pueblo de Israel lo proclamó como tal, logrando así unir a las doce tribus. Formó un grupo de 30 valientes que lo acompañaron en todas sus guerras. Tomó la fortaleza jebusea de Jerusalén, la cual convirtió en capital de su reino. Luego hizo llevar el Arca de casa de Abinadab a casa de Obed-edom. Pasados tres meses, la trasladó a Jerusalén, colocándola adentro de una tienda. Esto fue todo un acontecimiento, puesto que ella significaba la presencia de Dios entre el pueblo, y había estado en manos paganas por mucho tiempo. Por esto la ciudad pasó a llamarse "la ciudad de David". Una ciudad por demás estratégica, puesto que al estar ubicada en la frontera de las posesiones de ambas tribus, evitaba enemistad y ayudaba a unificar el país. David se encargó de organizar el culto y la música que se ejecutaría en la alabanza a Dios. David tomó a varias esposas. Sus primeros hijos los tuvo en Hebrón: Su primogénito fue Amnón, luego Quileab, Absalón, Tamar, Adonías, Sefatías e Itream. Luego tuvo otros en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Ibhar, Elisúa, Nefeg, Elisama, Eliada y Elifelet. Pero Amnón violaría a su media hermana Tamar, por lo que Absalón lo mataría. Por cuanto la unión de David con Betsabé era pecaminosa, su primer hijo murió.

David fue hombre de guerra, venció a los filisteos; a Hadad-ezer, rey de Soba, importante reino arameo al N. de Damasco, enemigo de Israel. Doce mil hombres del reino de Is-tob se unieron a los amonitas en la guerra contra David, y fueron derrotados. Así mismo derrotó a los sirios y a los amonitas, extendiendo con esto sus dominios y tomando exagerado botín. Su ocupación en la guerra impidió que hiciera grandes construcciones. Sólo su palacio cerca del extremo sur de la colina. Los amalecitas raptaron a su mujer Ahinoam, en Sicelag; pero pudo rescatarla de sus manos.

David ordenó al general Joab que censara todo el pueblo, desde Dan hasta Beerseba. Aunque desagradado por esta orden, Joab acompañado de sus capitanes recorrieron la tierra, y luego de nueve meses y veinte días regresaron a Jerusalén. Había en todo Israel un millón cien mil hombres de guerra, y en Judá cuatrocientos setenta mil guerreros. Pero no fueron contados los levitas ni los de Benjamín. Por haber hecho esto fuera de la voluntad de Dios, el pueblo fue castigado con una peste que duró tres días, y donde murieron unas 70.000 personas. Casi mil cada hora.

Los últimos años de David se vieron turbados por la rebelión de su hijo Absalón, que se levantó en su contra desconociendo su autoridad y se hizo coronar como rey por muchos judíos; pero fue muerto en combate por el general Joab. Luego de reinar 40 años, David (el rey más amado por los judíos) abdicó en su hijo Salomón; el segundo que tuvo con Betsabé. La vida de David es un ejemplo de los aciertos y desaciertos que puede cometer cualquier siervo de Dios, así como las dádivas y disciplinas que Este en su amor les da.

Salomón (1015-975 A.C.) Fue ungido como rey en Gihón, por el sacerdote Sadoc, el profeta Natán y Benaía el hijo de Joiada. Al año de estar reinando, su hermano Adonías le disputó el trono, por lo que fue condenado a muerte. Por amor a su Dios ordenó edificar el Templo y amuralló la ciudad de Jerusalén, cuyo proyecto hiciera David. Se cumplía así la profecía de Natán a David:"Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino." (2 Samuel, 7:12,13). Fue padre de Roboam y de Tafat. También se vengó de Abiatar, de Joab y de Simei. Dotó el ejército de armas, carros herrados y caballos. Pese a que les estaba prohibido por la Ley usarlos, tuvo hasta 1.400. Sus sucesores en el trono seguirían esta línea armamentista. La sabiduría de Salomón fue conocida en el mundo antiguo. Cultivó las ciencias y las artes, siendo considerado uno de los mejores escritores de la antigüedad. Escribió tres libros sagrados del Antiguo Testamento: Los Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares. Luego, por los pecados cometidos (entre los que estuvo la introducción de la adoración al dios Quemos, para satisfacer a una de sus esposas extranjeras), el Reino se dividiría en dos partes; el Reino del Norte y el Reino del Sur.

El Templo

Durante este periodo que estudiamos, el reino estuvo unido y el pueblo hebreo alcanzó su mayor prosperidad, David y Salomón aumentaron los límites del territorio de Israel. Lo cual hizo que las naciones extranjeras más reconocieran la gloria de este reino. Más aún en tiempos de Salomón. Resaltando la construcción del Templo en Jerusalén. Dios le reveló a David que Jerusalén era la ciudad que El había escogido para su habitación. Bajo la dirección divina, David ordenó la perimetría del que sería el centro de adoración del pueblo hebreo. Conocido también como "el Palacio de Jehová", "el Santuario" y "la Casa de Dios". Pero sería su hijo y sucesor Salomón quien lo edificaría. Lo hizo sobre el monte Moriah, en la extensa explanada que está al nordeste de Jerusalén, y que ahora se conoce como Sharif-esh Haram o "noble santuario", donde fueron construidas dos mezquitas por los árabes en el siglo VII D.C. Salomón lo hizo con la ayuda de Hiram, rey de Tiro, quien le suministró toda la madera que necesitó. Madera de cedro y de ciprés y piedras de cantera. A su vez Salomón dio a Hiram veinte mil coros de trigo (740.000 litros) y veinte coros de aceite puro (7.400 litros) cada año.

Salomón inició la construcción del Templo el cuarto año de su reinado, en el mes segundo, el de Zif, y sería concluido en el año undécimo, en el mes de Bul, que es el octavo. Siete años y seis meses por todo (1011-1004 A.C.). Para esto, Salomón decretó leva en todo Israel, de treinta mil hombres. Eran enviados al Líbano de diez mil en diez mil, cada mes por turno. De esta forma estaban un mes en el Líbano, y dos meses en sus casas. Sobre ellos estaba Adoniram. Contaba también el rey con setenta mil que llevaban las cargas, y ochenta mil cortadores en el monte; además, estaban los principales oficiales reales que vigilaban la obra, que eran tres mil trescientos.

El rey David había comprado la era de Arauna el jebuseo y construyó allí un altar. Al parecer compró la era y los bueyes por 50 siclos de plata y todo el cerro por 600 siclos de oro. En este lugar consagrado fue donde su hijo Salomón edificó el templo. El sitio preciso se ha identificado con la extensa explanada que está al nordeste de Jerusalén y que se conoce como Sharif-Haram esh o noble santuario. También David hizo grandes esfuerzos para reunir considerables cantidades de oro, plata, cobre, hierro y otros materiales para su construcción. El valor del oro y de la plata reunida, ascendía a la enorme suma millones de dólares (precio actual).

El templo propiamente dicho tenía setenta codos de longitud; el pórtico tenía diez codos, el Lugar Santo o Santuario (hecal), 40 codos y el Lugar Santísimo (debir), que era un cubo de veinte codos, estaba cubierto de oro purísimo que ascendía a seiscientos talentos. Y el peso de los clavos era de uno hasta cincuenta siclos de oro.

A lo largo de los costados norte, sur y oeste del Templo, pero sin llegar a las paredes del vestíbulo, había adosada una estructura de tres pisos en la que estaban las habitaciones de los sacerdotes y donde se guardaban los utensilios del culto. Por encima de la tercera planta una serie de ventanas daban luz al vestíbulo y al Lugar Santo, pero el Lugar Santísimo permanecía en perfecta oscuridad, ya que era iluminada por la gloria de Jehová de los ejércitos. Las tres secciones del Templo estaban revestidas interiormente de madera de cedro con excepción del piso que era de madera de ciprés, y recubiertas de oro puro. Las paredes interiores estaban colmadas de tallados de querubines, flores, palmas y otros motivos decorativos.

Para llegar al templo había que pasar por un extenso patio exterior donde se alzaba el altar de los holocaustos, de 20 codos de longitud, 20 codos de anchura, y 10 codos de altura, cubierto de gruesas planchas de bronce. Frecuentemente se llamaba "el altar de bronce". En el mismo patio se encontraba el mar de bronce. Era redondo, de un palmo de espesor y en forma de cáliz. Tenía diez codos de un borde al otro, y cinco codos de alto, y un cordón de treinta codos lo ceñía alrededor. Descansaba sobre doce bueyes, tres de los cuales veían a cada punto cardinal. Tenía capacidad de tres mil batos de agua. Sería utilizado por los sacerdotes para lavarse. También habían diez fuentes, que se colocaron cinco a la derecha y cinco a la izquierda. Se usarían para lavar y limpiar a ellas lo que se ofrecía en holocausto. El altar de bronce medía veinte codos de longitud, veinte de anchura y veinte de altura. También habían cien tazones de oro y demás utensilios para la presentación de los holocaustos. En el Lugar Santo se encontraba el altar del incienso hecho de oro, la mesa de los panes de la proposición, hecha de cedro, y diez candelabros de oro. En el Lugar Santísimo, envuelta en misteriosa penumbra, se colocaría el Arca del Pacto. El Lugar Santísimo estaba separado del Lugar Santo por un velo de azul, púrpura, carmesí y lino, adornado con dos querubines. Rodeando el atrio había otro atrio exterior para Israel. El Templo no sólo era perfectamente diseñado y adornado, sino que su excelencia y divinidad estaba en que era el único Templo donde se manifestaba el Dios Vivo.

Cuando fue dedicado, los sacerdotes llevaron el Arca de la Alianza y la introdujeron en el Lugar Santísimo, debajo de las alas de los querubines que estaban dentro. Así mismo llevaron todos los utensilios del Tabernáculo al Templo. Cuando terminaron esta tarea, y los sacerdotes salieron del santuario, la gloria de Jehová de los ejércitos llenó el Templo. Salomón reunió a los ancianos y a todos los príncipes de las doce tribus, y al pueblo en general. Luego de hacer una larga oración dándole gracias a Jehová por todas las bondades que había tenido para con el pueblo, ofreció cuantioso holocausto y ofrenda, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Después hubo una gran celebración por catorce días, desde Hamat hasta el río de Egipto. Desde ese momento la adoración se haría en Templo, ya no sería el Tabernáculo el utilizado para esto.

Un cierto número de levitas estaba siempre de guardia ante las puertas del Templo, para evitar que ningún inmundo entrara. Todos los hombres, a partir de los doce años, tenían la obligación de asistir al Templo, durante la celebración de las tres grandes tres grandes festividades: Pascua, Pentecostés y Tabernáculos: "Tres veces cada año aparecerá todo varón tuyo delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere; en la fiesta solemne de los panes sin levadura, y en la fiesta solemne de las semanas, y en la fiesta solemne de los tabernáculos. Y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías." (Deuteronomio, 16:16)

Capítulo XII

División del Reino Integrado (975 A.C.)

DURANTE su vida nómada en el desierto, los hebreos nunca pagaron tributo alguno. Una vez establecida la Teocracia, comenzaron a pagar impuestos (medio siclo para el mantenimiento del Tabernáculo). Pero estos tributos se multiplicaron en la época monárquica. Para el tiempo de Salomón eran considerables. Esto motivaría durante el inicio del reinado de Roboam una revuelta entre las diez tribus del norte, que desconocieron su autoridad. Fue el resultado lógico de la necedad de Roboam y de la ambición de Efraín, tribu principal entre las diez, que vino a ser prominente a causa de las bendiciones que le otorgaron Jacob y Moisés, de las hazañas de su gran caudillo Josué, de su céntrico y fértil territorio, y de su larga custodia del Arca en Silo. Reducida a una posición secundaria por la elección que Dios hizo de Judá como la tribu real, y de Jerusalén como la ciudad del Templo. Las tribus eligieron a Jeroboam como rey, quien gobernaría con el nombre de Jeroboam I. Un enviado de Roboam llamado Adoniram intentó convencer a las tribus rebeldes de que volvieran, pero fue lapidado. Luego Roboam lo intentaría por medio de las armas; pero le fue prohibido por un profeta. Inexorablemente el reino se dividiría.

Reino del Norte (Israel)

Con capital en Siquem, Tirsa y luego en Samaria, siendo Jezreel una residencia real favorita. Formado por las diez tribus que eligieron como rey a Jeroboam. El área del reino de Israel varió en diferentes épocas. Al principio fue estimada cerca de 9.000 millas cuadradas, con una población de 3.000.000. Al principio abarcaba todo el territorio de las diez tribus, tanto al E. como al O. del Jordán; luego se reduciría mucho por las conquistas de los reyes asirios.

Sería un reino caracterizado por la multiplicidad de pecados cometidos por sus gobernantes y gobernados. Su primer rey indujo al pueblo a la adoración de unos becerros. Por esto, todos los levitas que habitaban en el reino emigraron a Judá. El culto a estos becerros sería piedra de tropiezo para el reino, puesto que sus sucesores lo llevarían en su corazón siempre. Por su parte, el culto de Baal fue establecido por Acab, el séptimo rey. La idolatría y la corrupción de Israel fueron censuradas por una serie de profetas, y castigadas con severidad. Los profetas Elías y Eliseo lograron efectuar algunas reformas parciales y provisionales; pero la idolatría nunca fue desarraigada.

Jeroboam fue el instrumento con el cual Dios cumplió sus juicios contra Judá y Salomón, predichos por Ahías: "Y tomando Ahías la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce pedazos, y dijo a Jeroboam: Toma para ti diez pedazos; porque así dijo Jehová Dios de Israel: He aquí que yo rompo el reino de mano de Salomón, y a ti te daré diez tribus." (1 Reyes, 11:30,31). Como se dijo, la adoración de estos becerros sería piedra de tropiezo sobre el reino durante toda su historia. Pero ellos y los becerros serían destruidos por los asirios. Hubo dos periodos de anarquía (784-773; 738-729) durante los cuales el pecado y el desconocimiento de Dios imperaron, si bien no faltaron profetas que los reprendieron.

Habiendo sido enemigos, las relaciones entre Israel y Judá mejoraron sustancialmente durante el reinado de Joram en Judá, puesto que éste se casó con Atalía, la hija de Acab. Luego de esto, hubo guerras entre ambos reinos.

Este reino fue el primero en sufrir los castigos divinos, cuando los ejércitos asirios atacaron el territorio. Sargón II invadió Samaria y llevó cautivas a las tribus que estaban al E. del Jordán, con partes del las de Zabulón y Neptalí, dejando tan sólo un escasísimo remanente. Veinte años después, Salmanasar se llevó el resto de los habitantes, y los colocó en distintas ciudades del área, ocupando las tierras por colonos de Babilonia y de Persia. Para enseñarles a éstos la lengua y los aspectos religiosos y culturales convenientes, fueron enviados sacerdotes israelitas. Estos extranjeros traerían la idolatría de sus imágenes, que sería tropiezo para el remanente quedado, ya que muchos cayeron en prácticas paganas, reñidas de fondo con los principios religiosos contenidos en los Sagrados Libros Judíos.

El reino existió por 254 años (975-721 A.C.), cuando fue destruido tal como predijera Ahías y otros profetas. Hubo 19 monarcas, de 9 dinastías diferentes. De éstos, siete usurparon el trono con derramamiento de sangre.

Reino del Sur (Judá)

Con Jerusalén como capital. Integrado por las dos tribus restantes: Benjamín y Judá. Con esta división, el Reino del Sur incluía el territorio de las tribus de Judá y Benjamín, con parte de las de Simeón y Dan. Comprendía toda la porción meridional de Palestina, mientras que la parte del norte era llamada Galilea, y la de en medio, Samaria. Su población en sus mejores tiempos, debe haber sido grande, a juzgar por el número de soldados que tenían sus ejércitos; y su riqueza forzosamente fue considerable, si se tiene en cuenta la suma gastada en el Templo, y los despojos tomados sucesivamente por sus conquistadores. Su área era como de 4.000 millas cuadradas. Aunque es difícil determinar la extensión de Jerusalén durante este periodo. Las murallas en el Templo de Salomón seguramente encerraron solo las colinas del sudeste y del nordeste.

Durante el reinado de Joram, hubo alianzas entre Judá e Israel, por haberse casado Joram con Atalía la hija de Acab, de la casa de Omri. Alianza esta que introdujo la desmoralización en Judá.

El reino tuvo una vida de 397 años (975-588 A.C.). Gobernarían 19 reyes sucesivos de la línea de David, con excepción de la usurpadora Atalía. Todo por la promesa de hecha a David, de que siempre tendría lámpara encendida en el trono de Judá. En el siglo VII, el reino sufrió ataques de los reyes asirios Senaquerib y de su hijo Esarhadón, quien llevó cautivo a Manasés. El Reino del Sur, si bien mantuvo en el trono una misma dinastía, sufrió tres deportaciones, esta vez de manos de los babilonios. La primera el 605 A.C., durante el reinado de Joacim, cuando muchas personas, incluyendo al profeta Daniel fueron deportados a Babilonia. La segunda vez, fue en el año 598, en el reinado del infeliz Joaquín. Fueron deportados más de 3.000 israelitas, incluyendo al rey mismo. Y la tercera y última deportación, pocos años después, en el 588 (132 años después de la deportación final del Reino del Norte), Nabucodonosor aplastó la sedición de Sedecías y se llevó cautivos al resto de las tribus de Judá y Benjamín, siendo la ciudad y el Templo arrasados. Sólo quedó un reducido remanente, especialmente de gente paria y pacífica, que quedarían bajo el poder de un gobernador puesto por el rey babilonio. Finalmente, las pocas personas que quedaran fueron llevadas a la fuerza a Egipto por Johanán hijo de Carea.

Estas tres últimas cautividades fueron cumplimiento de la profecía de Jeremías sobre los 70 años de cautividad por pago de sus múltiples pecados: "Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años." (Jeremías, 25:11). El cumplimiento de esta predicción se comienza a contar desde la primera de dichas cautividades (605-536). En los Libros de los Reyes, también se mencionan otras cautividades y deportaciones, aunque menores.

Capítulo XIII

Reino del Norte o de Israel (975-721 A.C.)

Jeroboam I (975-954 A.C.) Efraimita, nacido en Sereda. Hijo de Nabat y de Zerúa. Fue padre de Nadab. Trabajaba como jefe de Obras Públicas en el reinado de Salomón. En el último año del reinado de éste conspiró en su contra, por lo que debió huir a Egipto, donde el rey Sesac le dio asilo. Al morir Salomón, Jeroboam fue llamado y elegido como rey por las diez tribus del norte, que no aceptaron la autoridad de Roboam, tal como le predijera Ahías. Roboam intentó restaurarla su autoridad; pero todo fue en vano, el reino se dividió. Jeroboam reinaría 22 años. Estableció la capital en Siquem, y edificó centros de adoración con becerros de oro en Dan y Betel, colocando uno en cada extremo, para que el pueblo los adoraran como representación de Jehová. Y así evitar que las tribus fuesen a Jerusalén, y se relacionaran con los benjamitas y judaítas. Creó todo un sistema religioso con sacerdotes elegidos de entre lo más bajo del pueblo. Mantuvo una sostenida lucha contra Roboam, y luego con el hijo de éste. Ni siquiera la prematura muerte de su hijo Abías hizo reflexionar a Jeroboam. Este rey sería recordado como "el hombre que hizo pecar a Israel".

Nadab (954-953 A.C.) Hijo y sucesor del anterior, a quien imitó con su conducta. Gobernó menos de dos años. Cuando sitiaba a Gebbetón, que estaba entonces en poder de los filisteos, murió a manos de Baasa, quien usurpó su trono. Nadab, sus hijos y la raza de Jeroboam perecieron, como Dios había predicho también por conducto de Ahías.

Baasa (953-930 A.C.) De la casa de Isacar. Hijo de un cierto Ahías, y comandante del rey Nadab. Puso fin a la dinastía de Jeroboam I, matando a Nadab y a toda su familia. Baasa estableció la segunda dinastía. Reinó 24 años. Fue un rey idólatra que siguió el camino de Jeroboam. A mediados de su reinado hizo la guerra a Asa de Judá. Pero éste pudo vencerlo con el auxilio del Benadad I de Damasco, quien asoló gran parte de Neftalí. Finalmente, Baasa mandó asesinar al profeta Jehú, que lo reprendía por sus crueldades. Dos años después, lo predicho por este profeta se cumplió con el extermino de la familia de Baasa.

Ela (930-929 A.C.) Hijo y sucesor del precedente. Durante los dos años que gobernó fue un rey desobediente a Dios, que anduvo en los caminos de Jeroboam. El comandante de la mitad de su caballería era Zimri. Pero se rebeló en su contra en una orgía, en la capital Tirsa y lo mató. Reinó en su lugar e hizo perecer a toda la familia de Ela, tal cual había sido profetizado contra Baasa.

Zambri, Zamri o Zimri (929 A.C.) Una vez en el trono, el ahora rey Zimri exterminó a toda la casa de Baasa, conforme predijera Jehú. Zimri intentó establecer la tercera dinastía; pero reinó sólo 7 días, pues el ejército eligió como rey al general Omri, estando en Gibbeton. Viendo Zimri que el ejército de Omri sitió Tirsa, se encerró en el palacio, prendiéndole fuego. Murió con todas sus riquezas.

Omri o Amri (929-918 A.C.) General del asesinado Ela. Sitiando Gebbetón, y habiéndose enterado de la noticia del magnicidio por parte de Zimri, fue nombrado rey por su ejército y marchó contra Zimri. Lo obligó a él y a su familia a encerrarse en el palacio y prenderse fuego. Fundador de la cuarta dinastía. Reinó 12 años. Fundó la ciudad de Samaria, donde estableció la capitalidad, en sustitución de Siquem y Tirsa. Mantuvo una guerra civil por seis años con Tibni, que le disputó el trono. Omri fue vencido en una guerra contra Benadad.

Acab o Ajab (918-897 A.C.) Hijo y sucesor del anterior. Gobernó 22 años. Se casó con Jezabel, hija de Et-baal, sacerdote de Astarot 1, rey de Tiro y de Sidón, quien influyó funestamente sobre él, y a quien el profeta Elías reprendió. Llegando Acab a construir un templo a Baal, en Samaria. El mayordomo de Acab, Abdías, libró de la crueldad de Jezabel a 100 profetas. A éste le salió al paso Elías, quien mandó con él recado a Acab de su llegada. También Micaías reprendió a Acab y predijo su muerte. Lo cual sucedería en el tercer enfrentamiento que tuvo con el rey de Siria Benadad, quien había tomado ya la ciudad efrata. Jezabel sobreviviría a Acab, 14 años, hasta que fue lanzada desde lo alto de la muralla de Jezreel, y su carne fue comida por los perros, tal como predijera Elías.

Ocozías (897-896 A.C.) Hijo y sucesor del precedente. Reinó dos años. Tan idólatra como fueron sus padres, adorando dioses extraños. Debido a una caída que sufrió mandó consultar a un dios de los filisteos en cuanto a su alivio. Elías predijo a sus mensajeros la muerte de este rey, y ante el rey mismo, por lo que éste ordenó su captura, mandando a dos compañías de 50 soldados. El profeta hizo bajar fuego que los consumió. Ocozías fue asesinado, cumpliéndose la profecía de Elías, dicha antes de su traslación al Cielo.

Joram (896-883 A.C.) Hermano del anterior. Gobernó 12 años. Suspendió en todo el reino la adoración de Baal; pero continuó adorando los becerros de Jeroboam. Combatió en Zair, al E. del Mar Muerto, contra Mesa rey de Moab, quienes se rebelaron, y los venció con la ayuda del Josafat, rey de Judá. También contra los reyes sirios Benadad y su sucesor Hazael. En este tiempo sucedieron varios milagros de Eliseo, incluyendo la curación de Naamán. Joram fue herido en una batalla contra Hazael. Luego halló la muerte en los suburbios de Ramot de Galaat, a manos de Jehú su general, quien había sido ungido como rey por Eliseo. En su gobierno, Joram fue reprendido también por el profeta Azarías. Con su muerte pereció la raza de Acab, ya predicha.

Jehú (883-856 A.C.) Hijo de Nimsi y fundador de la quinta dinastía. Cumpliendo los designios divinos mató a Joram y al impío rey de Judá Ocozías, y luego a Jezabel. En la Casa de Esquileo mató a 82 miembros de la familia real, extirpando así la descendencia de Acab. Fue el brazo ejecutor de la profecía contra Jezabel dicha por Elías. Jehú fue rey por 28 años. Suprimió el culto que se le rendía a Baal, matando a sus sacerdotes, siendo ayudado en esta tarea por el ceneo Jonadab. También destruyó el templo que Acab había erigido a Baal en Samaria. Sin embargo, Jehú también continuó con la adoración de los becerros. Perdió así el favor de Dios, por lo que pagó tributo al rey de Siria Salmanasar III, y perdió Transjordania a manos de Hazael. Por su desobediencia, su dinastía dominaría sólo hasta la cuarta generación. Es decir, reinarían sólo cuatro descendientes suyos.

Joacaz (856-840 A.C.) Hijo y sucesor del precedente. Su reinado duró 17 años. Mantuvo la adoración a los becerros instaurada por Jeroboam. Fue derrotado por los sirios Benadad y Hazael. El rey se humilló ante Dios, y obtuvo ayuda por medio de Joás, su hijo.

Joás (840-825 A.C.) Hijo y sucesor del anterior. Joás ya gobernaba junto con su padre, reinando por 16 años. Logró la supremacía sobre el rey de Judá Amasías. Recuperó las poblaciones tomadas por Hazael, quien vendía a los judíos como esclavos a los griegos. Joás protegió al profeta Eliseo y lo visitó en su lecho de muerte, quien le predijo tres victorias sobre los sirios. Venció también a Amasías, y entonces derribó la muralla septentrional de Jerusalén, y despojó el Templo. Pero siguió la idolatría de sus antecesores. Con todo, se le considera uno de los mejores monarcas del reino.

Jeroboam II (825-784 A.C.) Hijo y sucesor del precedente. Gobernó 41 años. Tuvo suerte en las guerras que mantuvo, llegando a extender el territorio. Venció a los sirios, tomó Hamat y Damasco. Restableció los límites de Israel, conforme a la palabra de Jehová por medio de Jonás, desde la entrada de Hamat hasta el mar de Arabá. Elevó su reinado a su mayor importancia, si bien, paralelamente el vicio, el pecado y la idolatría prevalecieron. Fueron profetas en este tiempo: Oseas, Joel y especialmente Amós. Los cuales le hablaron palabra de Jehová; a ninguno escuchó. A su muerte, en menos de un año su familia fue exterminada tal cual lo dijera Jonás. Vendría un interregno de 12 años.

Zacarías (772 A.C.) Hijo y sucesor del anterior. Último de la casa de Jehú. Pasado el ínterin de 12 años, reinó seis meses. Fue malvado e idólatra. En su tiempo los profetas Oseas y Amós combatieron el sincretismo en su reinado. El rey Zacarías murió a manos de Salum. Se cumplió así lo dicho por Dios, que luego de él su dinastía terminaría.

Salum (771 A.C.) Hijo de Jabes. Inició una nueva dinastía (la 6ª), pero solamente por un mes. Manahem que había sido general del rey asesinado partió de Tirsa, sitió Samaria, y lo mató, reinando en su lugar.

Manahem (771-760 A.C.) Hijo de Gadi. General del asesinado Zacarías. Fundó la séptima dinastía. Padre de Pekaía. Manahem reinó 10 años. Fue un rey idólatra, desobediente y cruel. Desoyó a los profetas Oseas y Amós. Su reino fue invadido por el rey asirio Pul; pero éste se retiró mediante un pago que le hizo Manahem de 1.000 talentos de plata que reunió imponiendo a todos sus súbditos ricos un impuesto de 50 siclos por cada uno. También le pagó tributo a Tiglat-pileser. Por no haberle abierto las puertas de Tifsa, destruyó la ciudad. Al parecer, Manahem murió de muerte natural.

Pekaía o Faceía (760-758 A.C.) Hijo y sucesor del precedente, que reinaría dos años. Fue malvado e idólatra como lo había sido su padre. Durante su gobierno, Galaad, Galilea y Neftalí fueron devastados por los asirios. Su capitán Peka conspiró contra él y al mando de 50 hombres de Galaad lo mató adentro del palacio, y reinó en su lugar.

Peka (758-738 A.C.) Hijo de Remalías, quien intentaría fundar la octava dinastía. Gobernó 20 años. Debido a sus idolatrías, Jehová entregó el reino en manos de los asirios, quienes llevaron muchos prisioneros a Damasco. En la última parte de su reinado hizo una alianza con Damasco contra Judá, y en los primeros del de Acaz, Peka y Rezín, invadieron a Judá; aunque no pudieron ocupar a Jerusalén, si bien en un solo día, Peka mató a 120.000 hombres valientes de Judá. También fueron tomados muchos prisioneros; pero a los israelitas Dios le ordenó que los restituyeran. Habiendo conseguido Acaz el auxilio de Asiria, Tiglat-pileser derrotó a Siria y a Israel, despojó a Peka del país más allá del Mar de Galilea y llevó cautivos a sus habitantes. Poco después Peka fue muerto por Oseas, también en el palacio, quien, después de un interregno de nueve años, pudo usurpar el trono.

Oseas (729-721 A.C.) Con él llegaría la novena y última dinastía. Gobernó nueve años. Cuando su tierra fue invadida por Salmanasar, se hizo tributario de Asiria. Pero se negó hacerlo con el sucesor de éste, Salmanasar V e hizo una alianza secreta con So el rey de Egipto, lo cual provocó la ira de Asiria. El profeta Oseas le predijo el fin del reino. Sargón II sitió la ciudad por tres años, hasta que la tomó destruyéndola (Caída de Samaria). Unos 27.000 israelitas serían llevados al exilio, entre los que iba el rey Oseas. Todos morirían en tierra extraña.

Los deportados fueron llevados a Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos. El territorio de Israel quedó en manos del rey de Asiria, el cual envió colonias a habitar la tierra, de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim. Entonces Jehová envió contar ellos leones que eran muy comunes allí, y que los mataban. Para evitar que siguiera esta matanza, el rey asirio envió un sacerdote de los hebreos para que les enseñara la Ley del Dios de la Tierra. Este sacerdote habitó en Betel, y los instruyó en la Ley. Pero cada nación hizo sus dioses y los pusieron en los templos de los lugares altos que se habían hecho los habitantes de Samaria. Los de Babilonia hicieron a Sucot-benot, los de Cuta a Nergal, y los de Hamat a Asima. Los aveos hicieron a Nibhas y a Tartac, y los de Sefarvaim quemaban sus hijos en el fuego para adorar a Adramelec y a Anamelec. De esta forma, combinaban la adoración del Dios Único y Verdadero con la de sus ídolos. Siglos después, en el año 333, Alejandro Magno la colonizaría con siromacedonios. Estos paganos con los que habían quedado de los israelitas, fueron los progenitores de los samaritanos del tiempo del Mesías.

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1 Astarot, llamada por los griegos Astarté y por los hebreos Asera, una diosa de los fenicios, cuyo culto también fue introducido entre los israelitas y los filisteos, siendo muy antiguo y bastante propagado. Comúnmente se le nombra en conexión con Baal.

Capítulo XIV

Reino del Sur o de Judá (975-588 A.C.)

Roboam (975-958 A.C.) Esposo de Maaca y de Abihaíl. Padre de Abías, Atai y Zaham. Reinó 17 años. El primer año, las diez tribus del norte llamaron a Jeroboam (refugiado en Egipto) y lo eligieron rey. Roboam siguió gobernando sólo sobre las tribus de Judá y de Benjamín. Mientras se preparaba para atacar a Israel le fue prohibido por el profeta Semeías. Pero Roboam fue un idólatra, y aunque fortificó el reino, cinco años después el rey de Egipto Sisac (protector de Jeroboam), con 1.200 carros, y con 60.000 hombres de a caballo, además de muchos libios, suquienos y etíopes invadió su reino, tomó ciudades fortificadas y se presentó ante Jerusalén, y obligó a Roboam a cederle los tesoros del Templo y del palacio real, incluyendo los escudos de oro hechos por su padre Salomón. Si bien por este ataque Roboam mostró arrepentimiento, en general nunca oyó consejo alguno de los profetas.

Abías o Abiam (958-955 A.C.) Hijo de Micaías, hija de Uril de Gabaa. Gobernó por espacio de tres años. Enfrentó al ejército de Jeroboam de 800.000 hombres con otro de 400.000, logrando una memorable victoria en el monte Zemaraim. Medio millón de los hombres de Jeroboam perdieron la vida. Además le tomaron algunas ciudades. Sin embargo, Abías siguió los pasos de su padre. Este rey tuvo 14 mujeres, y engendró 22 hijos y 16 hijas.

Asa (955-914 A.C.) Reinó 41 años. Restableció el culto puro de Dios; expelió a los que se prostituían en honor de sus falsos dioses; purificó a Jerusalén de sus infames prácticas que acompañaban el culto de los ídolos, y privó a su madre de su cargo y dignidad de reina, por haber erigido un ídolo a Astarot. Venció en una guerra a los madianitas. En el año undécimo de su reinado, el rey cusita Zera invadió Judá, con un ejército numeroso que contaba 1.000.000 hombres de Cus y de Lublim, y 300 carros de guerra. Siendo derrotado por especial ayuda del Señor, este pagano se retiró siguiendo la vía de Gerar. La solemne apelación hecha a Dios por Asa, es una enseñanza para fortalecer la esperanza de quienes cuentan con el socorro divino. El profeta Azarías lo estimuló a seguir su obra de reforma. Convocó a la nación y renovó su pacto con Jehová. Pero cuando Baasa de Israel se opuso a esta reforma, no buscó la ayuda de Dios, sino que se alió con la pagana Siria, al juntarse con Benadad, por lo que sería reprendido por Hananí. En la última parte de su reinado, Asa enfermó de los pies, y la Escritura le reprocha que haya buscado a los médicos y no a Dios. Con todo, su reinado fue uno de los más felices. Asa fue sepultado con la mayor magnificencia.

Josafat (914-889 A.C.) Subió al trono a los 35 años, y reinó 25. Se distinguió por su piedad y celo por la verdadera religión, y su firme confianza en Dios. Limpió enteramente el país de la idolatría, quitando los lugares altos. También restableció las ordenanzas divinas. Los puestos más elevados del Templo y del estado los puso en manos de los mejores hombres, fomentando también la instrucción religiosa. Para lo cual comisionó al levita Zebadías. Josafat fue censurado por aliarse con el impío Acab, cuya infame hija Atalía comenzó desde un principio a afligir a Judá, del cual fue reina mediante su casamiento con Joram, el hijo mayor de Josafat. Con Acab se alió en una guerra, y fue reprendido por un vidente. Su alianza comercial con Ocozías tampoco prosperó, siendo amonestado por el profeta Eliezer. Con el sucesor de Acab hizo una guerra a Moab, siendo atacado por huestes de moabitas, amonitas, idumeos y sirios. Dio aliento a su pueblo con un ayuno y el haber orado en el Templo.

Joram (889-885 A.C.) Se casó con Atalía, hija de Acab y Jezabel. Asesinó a sus propios hermanos, que eran cinco y se apoderó de sus bienes. Introdujo en Judá los ídolos fenicios y su culto. Elías lo reprendió por esto. Pronto la ira de Dios vino sobre Joram al dejarlo sin auxilio en una rebelión de los idumeos, y en las repetidas invasiones que le hicieron los filisteos y los árabes. Su país, su ciudad y su propia casa fueron saqueados; y su cuerpo fue afligido de una espantosa disentería que lo mató, y lo sepultaron en la ciudad de David, mas no en el sepulcro de los reyes. Gobernó ocho años, cuatro junto a su padre, y cuatro solo.

Ocozías (885 A.C.) Hermano del anterior, que reinó un año. Ocozías también es conocido como Ozías, Joacaz y Azarías. Tenía 22 años cuando ascendió al trono, y reinó solamente un año. Fue un rey idólatra, que siguió a la casa de Acab, a la que estaba aliado por su madre. Para pelear contra Hazael hizo una alianza con Joram de Israel. Jehú lo atacó, pero pudo escaparse ocultándose en Samaria. Luego fue capturado en Gur al NE. y llevado ante Jehú. Debido a sus heridas, Ocozías expiró allí en Meguido.

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