También vi que el corazón del joven se presentaba parcialmente manchado y que las corrientes vibratorias que allí deberían presentar un colorido nuevo, bonito, por el contrario, en la parte que se veía buena, también eran de color apagado, dando la impresión de que el resto del corazón marchaba para la paralización completa.
— Difícilmente – explicó Albino. – el corazón se salva en los excesos sexuales. De manera general, toda emoción negativa también afecta el corazón. Renacerá con esa deficiencia. No es tan fácil recuperar el tejido de los órganos del cuerpo periespiritual, solo el amor verdadero y el servicio desinteresado al prójimo, durante milenios, hará que el Espíritu recupere el órgano del sentimiento. Las repercusiones producidas por la sexualidad en el corazón alcanzan proporciones inimaginables. Sexualidad es Ley Divina, pero dentro del equilibrio – Volvió a repetir Albino.
Diana y Eleuterio, silenciosos, acompañaban las explicaciones del médico. Se mantenían respetuosamente oyendo y con el mismo interés de nosotros
Albino se alejó del local, y nosotros dejamos aquella figura iluminada sobre la mesa.
-¿Qué es lo que él está haciendo allí? – fue nuestra pregunta.
-Está preparado para ser examinado y sometido a impulsos mecánicos que puedan mejorar un poco sus condiciones vibratorias – consideró el médico. – Es nuestro proceso habitual. Ellos aquí son reorientados a renacer de acuerdo con las orientaciones superiores, y nosotros los convencemos de retornar a la tierra, porque la mayoría no quiere reencarnar.. Prefieren este mundo. .Pero la ley es la de la reencarnación
– Usamos diversos sistemas, desde el convencimiento amigable, hasta la reencarnación compulsoria.
– Evidentemente, aquí no es el Ministerio de la Reencarnación. A pesar de todo cooperamos para que humildemente, y en breve, estén ellos en condiciones de aceptar de una manera o de otra, las determinaciones del Ministerio.
– Tenemos diversos aparatos que aplicamos de muchas maneras.
De pronto, colgado del techo de la sala, divisamos enorme burbuja de vidrio, en donde una criatura en posición fetal, dormía profundamente. Era un hombre.
– Ese que está ahí entró en estado de hibernación.—dice Albino. No sabe nada de lo que le rodea. Fuimos obligados a eso, porque aunque allá en el valle demostrase mejoría, llegando aquí, dio demostraciones de locura sexual. Para no perturbar a los otros pacientes nosotros lo metimos en ese recipiente que lo guardará por algunas semanas. Recibió choques que conducen a la inconsciencia completa. Choques electromagnéticos que no producen ningún dolor y también le aplicamos algunos medicamentos. Retornará más calmo. Como pueden observar nuestros procesos son muy parecidos a los aplicados en la Tierra.
Albino sonrió y nosotros también. Y de nuevo observamos a ese hombre que parecía un niño a punto de nacer.
– ¿El que haría? – Me hice la pregunta. No tuve el coraje de interrogar al médico.
Eleuterio, como respondiendo a mi pregunta, esclareció:
— Ese ciudadano, desde la antiguedad Griega y Romana, hasta en los tiempos modernos, mantuvo casas de prostitución y burdeles lujosos. En realidad, siempre reencarnó sin las funciones sexuales, era como se puede decir, eunuco. Mas no era eunuco por el Reino de Dios, pero si por el reino de la tierra. Promocionaba la perversión sexual por dinero. Y servia a reyes y príncipes. Empero también sirvió a la escoria más baja de Paris y del mundo. En verdad hijo, él siempre fue loco.
CAPITULO XX
Interrogando
Eleuterio nos habló y nos encaminamos para espacioso templo que se situaba al lado del laboratorio. El asunto nos interesaba profundamente
El instructor reanudo la narrativa:
– El hombre mantenía en sus negocios las fuerzas asalariadas del mal. Organizaba encuentros clandestinos entre mujeres de la sociedad y hombres malintencionados. Trataba de convencer a personas que nunca se arriesgaban fuera de su matrimonio, y buscaba todos los recursos con el fin de que alguien se perdiese. Durante siglos reencarnó en esas condiciones y fue cayendo hasta llegar al campo incontrolable de la locura y de la inconciencia. Perdido en el valle, mostró los primeros síntomas de mejoramiento, deseando subir de nuevo. Nosotros lo amparamos, y sin embargo, es tan precaria su condición interior que fuimos obligados a tenerlo en ese recipiente. Sirve, por otro lado, de ejemplo para los demás.
– Sexo, hijo mío, es instrumento peligroso que Dios colocó en nuestras manos, así en adelante sea una de las más importantes expresiones de la vida; es también delicado aparato, como usted ya viene aprendiendo.
Mis ojos contemplaban estáticos al hombrecillo que se encontraba en esa capsula como un enorme feto
¡Cómo era la vida de misteriosa y fantástica! Pensé, sumergido en un abismo de interrogantes sin fin. Dios en su omnisciencia aglutinará en su Universo las más variadas e inimaginables expresiones de su sabiduría. ¿Qué estaría ocurriendo con el sueño aparente del paciente?
— Nada – dice Eleuterio – él apenas duerme y sueña. Es la hibernación espiritual. Igualmente que en la Tierra, cuando el hombre es sometido a cualquier proceso de hibernación, bien sea por medicamentos o por lo que fuese; aquí nosotros también aplicamos esos procesos, ¿no es verdad Albino?
El médico confirmó con un movimiento de cabeza.
Un olor fuerte de flor perfumaba ahora el ambiente y ahora una luz verdoso claro oscilaba en el espacio.
— Esas son ondas de inmunización – explicó Albino. – esterilizamos el ambiente a través de la inmunización combinada con vibraciones electromagnéticas de flores cultivadas en nuestros jardines
-¿Flores? – Me extrañé sorprendido.
–Si, flores – reafirmó el instructor – infelizmente, en la Tierra, el hombre todavía no explora ese patrimonio formidable, que son las flores. Ofrecen ellas tesoros maravillosos en el campo de los medicamentos y de la salud. Cuando la humanidad comprenda eso y la ciencia se encamine en ese sentido, tendremos muchas novedades en los tratamientos en el sector de la salud humana, en el combate de muchas dolencias y en la alimentación. Las flores tienen cualidades superiores que el hombre aún no percibe. Poseen vibraciones elevadas que merecen ser aprovechadas. Esperemos el futuro.
La mirada del médico instructor estaba enclavada en el infinito y yo lo acompañaba. Delante de mi delicada visión brillaban las más delicadas y suaves flores, y ese jardín que yo contemplaba se extendía hasta el infinito.
-¿Son las flores? – quise saber.
– No solamente las flores, también las plantas ornamentales.–, explico Albino.
CAPITULO XXI
Flores y plantas
Mi pensamiento oscilaba en el aire. Sorprendido con la revelación, volví a los tiempos de infancia, cuando con profundo amor, cultivaba plantas y jardines. Nadie me comprendía y mi madre me decía:
–No sé con quien ese niño aprendió a plantar! Se aficionó a las flores…
Que sería del mundo sin las plantas y las flores? Jesús en su sabiduría dijera: "En verdad os digo que ni Salomón en toda su gloria se viste como una de ellas.".
También habló de los lirios del campo que ni trabajan ni cosechan.
Ahora venia la revelación de que hay tesoros de medicamentos en las flores y en las plantas ornamentales.
Eleuterio me toma por el brazo y me dice:
– Si – mi hijo – las flores serán el último reducto de las esperanzas humanas en el tratamiento clínico de algunos enfermos. En ellas reposan las posibilidades de la farmacia moderna. El tenor vibratorio de las flores es fuente inagotable de energías, y hay medicamento en ellas para el sistema nervioso de la humanidad, especialmente para el hígado, riñones, estomago, corazón y hasta para el cerebro; el hombre ha pretendido usar las flores con ese fin, mas no ha aprendido a aprovechar de ellas el máximo rendimiento. Apenas algunas flores han merecido su atención.
Eleuterio hizo un descanso y yo le pregunté:
–¿Por qué la espiritualidad no orienta al hombre en ese sentido, diciéndole en qué flores se encuentran los medicamentos?
— El Mundo sigue una marcha cierta dentro de la Ley que lo creó y a nosotros no nos es permitido adelantar o retardar esa marcha. La inteligencia humana sabrá descubrir en el momento en que la humanidad estuviere en condiciones de recibir esos beneficios. Es al hombre a quien le compete encontrar el remedio para sus propios males.
— ¿Y la bondad y la misericordia de Dios? – exclamé..
CAPITULO -XXII
Estudiando
Proseguimos. El sanatorio de vastas proporciones abrigaba a millares de enfermos y a cada paso encontrábamos los más intrincados problemas sexuales en el campo del Espíritu.
– El sexo, en último análisis – explicó Albino, se radica en el Alma. Sexualidad es una condición intrínseca del Espíritu, así como lo es la masculinidad y la feminidad. El Ángel, evidentemente, no posee sexo como nosotros en la tierra lo entendemos. La Angelitud es el escalafón del espíritu que ya alcanzó altísima posibilidad de entendimiento con Dios
Eleuterio, que oía serio, observó.
– En esas condiciones, llega un punto en que el Espíritu ya no puede ser calificado como hombre o como mujer. Entra en una faja de equilibrio donde ya no existe inclinación por ninguno de los dos géneros. Campo neutro del Espíritu. Anuladas las pasiones, dominado el odio y la rebeldía, y establecido el amor, el ser pierde la característica que la animalidad expresa como macho o hembra; en realidad esto es un verdadero ascenso. Las fuerzas que gobiernan al Espíritu son inmensamente poderosas. La contención sexual es apenas medida disciplinaria de defensa del organismo animal, inclusive periespiritual. Es lógico, que se refleje de manera ponderable en el desenvolvimiento espiritual de la criatura. Dios no condena a nadie por el uso inmoderado de las fuerzas sexuales, es el propio ser que se desgasta a sí mismo con el uso inmoderado de sus fuerzas y eso da como resultado el internado, en ocasiones en hospitales como este, o por lo menos el estacionamiento en lugares como el Valle Libre.
El uso inadecuado o inmoderado de esas fuerzas también puede conducir al Espíritu a la locura o a la inconsciencia.
El desgaste alcanza siempre de manera directa al cerebro a través de la corriente periespiritual, que en la tierra estructura la sangre.
Eleuterio se calló y Albino le agradeció la intervención.
De todos modos nosotros contemplábamos a Eleuterio con inmenso respeto. Es cierto que estábamos delante de una elevada entidad espiritual de profundos conocimientos y de gran vivencia espiritual.
Eleuterio sonrió con humildad y leyéndome el pensamiento que expresaba tanta admiración, dice:
–Mi apreciado: Los que en otras épocas cayeron como yo, tienen el deber de retornar para ayudar. El misterio de la vida en El Universo es el misterio de Dios. Tan variadas son las formas por las cuales Dios manifiesta su bondad, que le basta a la criatura observar el cielo estrellado para comprender que el Orden que gobierna al Cosmos, es la Suprema Inteligencia y la Suprema Bondad del Universo Mi hijo, es simple comprender a Dios. Le basta al ser, tener oídos para escuchar y cabeza para razonar.
Vi que Eleuterio se iluminara gradualmente y que un chorro de zafirina luz salía de su corazón de manera radiante.
Todos estábamos contentos y tuvimos la intuición de que un Ángel se encontraba entre nosotros.
CAPITULO XXIII
El regreso
Dejamos el sanatorio. Nuestro grupo se encaminó para otro salón del hospital, y Albino, después de servirnos una bebida que parecía té, se despidió de nosotros. Nos imaginamos que allí habrían otros locales para tratamientos, empero no tuvimos coraje para solicitar inspección.
— Realmente – esclareció Eleuterio. – Hay aquí enfermos en estado gravísimo. A pesar de todo no hablaremos aquí por ahora de ellos. Su viaje, esta vez, mi hermano, tiene por finalidad recibir las primeras informaciones.
Convine con Eleuterio. De hecho, ya había sido avisado de que me seria concedida la oportunidad de ver algunas cosas, y conocer noticias de menor profundidad. El hombre necesita saber que después de la muerte y también en el desprendimiento del cuerpo físico, recorre aquellos lugares, dominados por el pensamiento sensual y que en los planos más allá de la vida física el hambre por el sexo les dominaba la mente con intensidad. Dolencia y desequilibrio nos esperan después de nuestros goces carnales, aunque el sexo sea instrumento de la vida inmortal.
Comprendí la gravedad del asunto y la responsabilidad que se me colocaba sobre mis frágiles hombros. ¿Seria comprendido? Por cierto, no. La humanidad no acepta bien aquello que trata de sus errores, y también comprendí que eso era natural.
Eleuterio me tocó el hombro y Diana me sonrió
– Regresemos de aquí – dijo ella Esta. vez usted no puede pasar. Tenemos que cumplir el reglamento.
Así, retornamos al valle donde los Espíritus que venían de la Tierra con diferentes motivaciones, se encontraban con los desencarnados afines para mitigar el ansia sexual,
Por eso la tesis de que estaban imantados por el pensamiento, lo iríamos a comprobar en breve.
Una brisa fresca nos acariciaba la frente, y un perfume sensual oscilaba en el aire Mi pensamiento de nuevo empezaba a ser dominado por la ansiedad sexual, y mujeres desnudas danzaban por la retina de mis ojos.
Eleuterio, sin embargo, me abrazó. Y Diana hace un gesto en el espacio como lo hacen los hierofantes. Percibí que de nuevo volvía a la realidad. El sueño, allí, envuelve de prisa a los seres menos prevenidos, y el amor sexual es así como el crepitoso vino que nos embriaga insensiblemente.
De hecho, amar es una de las cosas más bellas de la naturaleza.
— En el amor físico – habló Diana, leyéndome el pensamiento – no hay propiamente pecado o crimen, lo que puede suceder es el sumergimiento en la materialización demorada de los sentimientos y la permanencia en la carne por mucho tiempo. La carne permite otras oportunidades de manifestación en el campo físico.. Ya repetimos que sexo no quiere decir acción en los órganos físicos. Sexo es un conjunto de cualidades masculinas y femeninas, negativas como positivas. Lo que caracteriza al Espíritu sexualmente es su modo de ser y no el hecho de poseer órganos de determinado tipo
Diana habló y yo quede nuevamente pensativo. Nos abrazó y dice:
— Hasta aquí mi compañía. Eleuterio les acompañará por más tiempo; sin embargo espero nueva visita en breve tiempo.
De nuevo me abrazó con cariño y me besó en las mejillas. Le correspondí sonrojado, sintiendo también, que ella era un Ángel, aunque ostentaba el aspecto maravilloso de mujer.
Diana sonrió y había en ella una mirada profunda y de comprensiva ternura.
CAPÍTULO XXIV
La tierra
Eleuterio me condujo a las fajas más próximas a nuestro pensamiento en la superficie. Todos los otros habían desaparecido, y solo nosotros caminábamos ahora por entre los edificios de una gran Ciudad. La neblina de la madrugada cubría todo con su lienzo blanco y frió; pocas personas caminaban a esas horas. Uno u otro acostado en los predios denunciaban la presencia de la vida humana. Sabíamos, por lo tanto, que dentro de las casas y en los hogares, personas llenas de problemas vibraban intensamente.
De repente, vimos un hombre que caminaba con lentitud, rodeado de Espíritus femeninos, criaturas livianas con maquillaje sensual y cabelleras fosforescentes. Reían y se carcajeaban, besándolo y abrazándolo de manera desvariada, El les registraba la presencia y hasta los apretones que le daban. No las veía, mas la sensación que experimentaba era normal. Para él, eran mujeres verdaderas. Entró en una casa modesta y le acompañamos. Se quitó la ropa, se acostó en la cama y ellas lo hicieron de igual manera. Una lo abrazó y empezó a sostener relaciones sexuales con el hombre. Contemplamos aquella extraña simbiosis de encarnado con desencarnada, como si fuese un matrimonio normal en el acto más sagrado de la vida. Empero no era así. Allí estaba un hombre que se dejó envolver demasiado por el pensamiento sensual, y mujeres perdidas, que viviendo en el otro lado de la vida sentían la misma necesidad sexual de aquellos que estaban en la carne. Él a su vez, se complacía en sus relaciones. Extraño placer lo dominaba y lo retenía horas allí en la cama, bajo el dominio de las mujeres que se relevaban. Una tras otra lo tomaban para el relacionamiento sexual, con la misma intensidad que algunas parejas lo hacen en la Tierra. Lo besaban, lo abrazaban, en una verdadera orgía como lo hacen en la Tierra, succionándole las energías. Sin embargo, ¡cosa extraordinaria! Percibí que en el intervalo de una y otra, él parecía recuperar las fuerzas perdidas.
Eleuterio me comprendió las indagaciones íntimas, porque me habló en voz baja:
– Ese hombre se sumergió en las corrientes vibratorias del sexo sin esperanza. Retira fuerzas de si mismo y de otras personas.
— ¿De los Espíritus que lo rodean?—exclamé.
–No – respondió el instructor – retira fuerzas de personas que lo rodean, familiares, amigos, etc. y hasta de personas afines que se encuentren a kilómetros de distancia.
-¿Eso puede suceder?
– Sucede. Criaturas que poseen determinado tenor mediumnico- vibratorio pueden extraer fuerzas de otras criaturas. Los grandes mediums lo hacen, especialmente los de psicografía, que son alimentados por la vibración presente o remota de amigos. Para el Espíritu no hay distancia, todo está cerca, y todo está presente.
Miré a Eleuterio con sorpresa. Nuevamente teníamos una enseñanza desconocida para la humanidad.
– Mi amigo, las criaturas se alimentan vibratoriamente unas de otras y los mediumns de cierto potencial retiran inconscientemente energías de sus amigos, de aquellos que se afinen con ellos. Si así no fuese, no tendrían el combustible para la producción de sus obras. Por eso, la aproximación de los buenos y los grandes mediumns no podrá nunca ser permanente. Si lo fuese, uno de ellos quedaría destruido
Evidentemente, la mayor aproximación se pude dar entre los grandes mediumns y personas que en adelante teniendo la energía para disponer y producir, no precisan de ella en el campo de la mediumnidad. Es el alimentador humano de las obras Espiritas. De ahí cierta incomprensión en torno de las amistades de determinados mediumns. Difícilmente, y solamente de manera excepcional, dos grandes mediumns se podrán mantener juntos. Si eso sucede se devorarán mutuamente. Tenemos el poder de devorar energías. La mente humana absorbe y expele fuerzas que serán o no aprovechadas. Eso funciona tanto en el campo superior como en el inferior. La regla es la misma. El caso de este joven es singular más no es el único en la historia espiritual del mundo. Le agrada el funcionamiento de la mediumnidad. Tímido, avergonzado, no teniendo coraje al principio para buscar las mujeres del mundo, pasó a mentalizar las mujeres bonitas que conocía. Y esas le venían al encuentro atraídas por el poder mental, pues ese mozo en otras épocas fue poderoso hipnotizador, a pesar de todo, como no gustaban de él, le huían a la atracción. Por eso, Espíritus como esos, ligados a los burdeles donde por fin él fue en algunas ocasiones, vinieron a buscarlo, y entonces él pasó a verlas a través de la casa mental. Al principio evitaba pensar en ellas, y transfería su pensamiento para las vírgenes y las puras, como las niñas con las que el jugaba, puras e inocentes. Percibiendo que estas no venían más, se entregó al placer de convivir sexual y espiritualmente con esas pobres criaturas que lo quieren a su manera.
Eleuterio se silenció y yo quedé sorprendido con la avalancha de nuevas enseñanzas que fluían de sus labios. Sin embargo el mozo, en el calor de querer no nos percibía la presencia ni las indagaciones. Labios adheridos a los labios de las mujeres, pecho sobre pecho, brazos y piernas entrelazados, era un verdadero fauno en la locura del sexo. Eleuterio me tomó del brazo y me convidó para afuera. Poco a poco clareaba el día en el horizonte y el sol preanunciaba la resurrección de la vida en el Mundo.
CAPITULO XXV
Útiles esclarecimientos
Sorprendido con los hechos que presenciara me preguntaba a mi mismo sobre los terribles problemas espirituales que asolaban a la humanidad. Evidentemente ese joven estaba bajo el dominio de fuerzas irresistibles.
¿Cómo podría él liberarse?
Eleuterio me oyó los pensamientos y aflicciones.
– Mi estimado, ese caso es el peor de las obsesiones, porque tiene la dulzura de la miel. Hay placer en el asunto. Ese individuo difícilmente se liberará de esas y de otras mujeres; se imantó a esos seres porque le dan placeres. Es lógico que muchas de esas entidades se liguen a él por los lazos milenarios del pasado. Criaturas que ya fueron sus amantes o esposas. Empero eso no importa. Lo que importa es que él está prisionero del sexo incontrolado.
¿Él tiene todas las sensaciones con ellas, como un hombre puede tener con una mujer encarnada?
Si! tiene todas las sensaciones inclusive le siente el peso y el calor. Le agrada por eso lña convivencia; son en realidad sus amantes.
_ ¿No serían de cierta manera, vampiros espirituales?
– No dejan de ser porque le roban las fuerzas y las energías. El camino para la liberación sería el autodominio, oraciones y meditaciones, pases y talvez una charla de alguien más elevado con esos Espíritus.
Sin embargo todo eso, dependería del joven. El ya se ha esforzado en ese campo. Más, sucede que en cuanto conscientemente afirma que desea liberarse de ellas, inconscientemente se entusiasma en continuar con su contacto.
– ¿Pero, cómo puede el subconsciente dominarlo contra el deseo del consciente?
– Ese es el problema común y corriente mi amigo. El inconsciente siendo la vasta red de todas las vidas anteriores del Espíritu es en realidad la fuerza mayor. Imaginemos un enorme observatorio constituido de la mayor maquinaria del mundo. Decenas de operadores, cabina de control, computadores, radio etc. etc. y al lado de eso el acto de observación por el lente del telescopio donde el astrónomo coloca la mirada para ver el cielo estrellado. Aquella ventanita que le permite ver el firmamento y las galaxias más distantes es en verdad muy poca cosa comparada con la inmensa maquinaria que la soporta. ¿Entendió ahora?
– Yo nunca había pensado en aquello y mi comprensión se abrió a una visión nueva. De hecho, un observatorio no se constituye solamente con el acto de mirar el firmamento. Cuando se llega a esto, antes había mucho trabajo realizado
– En esa misma relación está el consciente y el inconsciente. El inconsciente de hecho es lo que nosotros somos, el consciente apenas es la ventanita del alma…
Miré a Eleuterio lleno de admiración y respeto. El buen amigo sonrió.
– Mañana estudiaremos mejor el caso que merece estudio más profundo.
El movimiento de la ciudad se tornó más intenso y nosotros buscamos un parque en donde nos pudiésemos abrigar.
Eleuterio me esclareció.
– Es hora de retornar a su vehículo físico. Descansaremos un poco en el bosque y usted después volverá.
Me sentí entristecer. La vuelta al organismo físico era para mí una gran dificultad. A veces retornaba con horror, otras veces con alegría. Por eso, allí me dominaba la satisfacción de la presencia de Eleuterio. Me golpeó amigablemente la espalda.
– Nadie puede huir a la ley. Luego nos reencontraremos.
Escuché sus últimas palabras porque perdí la consciencia. El cuerpo me llamaba con su intenso poder.
CAPT. XXVI
Irradiaciones
Reencontré a Eleuterio en la siguiente noche, en el mismo sitio. Los árboles amigos se esparcían sobre la grama y el Espíritu descansaba sobre un flamboyant gigante.
Era una bella figura de trazos maravillosos. Me abrazó.
Mi pensamiento continuaba ligado al joven que estudiábamos. Eleuterio me tomó del brazo y habló:
–Usted sabe que todos los seres tienen irradiaciones que proceden o no impulsadas por la mente; en el caso del ser espiritual que ya alcanzó el estado humano en esa fase, expide o irradia rayos, vibraciones y ondas. Todo el Universo puede llamarse como vibraciones o irradiaciones. Cada ser emite aquello que posee. Dominado por las cosas espirituales irradia mejores vibraciones, suaves, espirituales. Si es dominado por las cosas materiales, irradia vibraciones más pesadas y materializadas. Y existen entre decenas de tipos diferentes de radiaciones o vibraciones, las radiaciones sexuales. Poderosas e intensas y violentas. Ondas o rayos emitidos por unos alcanzan a otros seres que con ellos se afinan. La afinidad es ley y rige en todos los campos de la existencia humana.
A causa de eso un hombre recibe a veces violento impacto sexual de una mujer que con él tiene afinidad, así sea que ella pueda estar en el medio de una multitud de mujeres bellas. Las otras centenas de mujeres bellas no impresionan a aquel hombre y ni otros hombres impresionan a aquella mujer. Mas las ondas sexuales de uno se confunden con las ondas sexuales de otro y ellos se funden en un mismo ser. Pueden ser criaturas que estuvieron ligadas en otras vidas y como pueden ser apenas Espíritus que se ven por primera vez. A pesar de ser éste último caso muy difícil de ocurrir. Establecida la faja vibratoria que los une es fácil el entendimiento espiritual a través del espacio. Así sea que no se encuentren materialmente, se podrán encontrar espiritualmente. Durante el sueño o igualmente durante el día, despiertos, a través del pensamiento se encontrarán. Basta un encuentro o un reencuentro, una mirada, un gesto o una carta para establecer poderosos lazos de ligazón. Con esas ligazones, el Espíritu busca al otro a través del tiempo y del espacio y pasan a convivir sostenidos por intensa vibración. Se sienten, se perciben, se aman, así se hayan visto solamente una vez, de lejos, o a distancia. Y hasta se pueden buscar sexualmente.
Con ojos fijos en Eleuterio, yo iba de sorpresa en sorpresa, acompañando su exposición.
Yo recibía las nuevas enseñanzas como un coralino en el mar golpeado por las tempestades y los vientos. Lo que decía era totalmente impresionante. En la realidad, yo mismo ya sentía los impactos del sexo. Percibieran las ondas que me envolvían en el valle libre y había pasado por acontecimientos interesantes. Más saber que los Espíritus se pueden ligar vibratoriamente y hasta pueden mantener relaciones sexuales y vivir una vida dentro de la vida, era, de estremecer. Eleuterio me abrazó con cariño.
– Mi hijo, hay cosas peores.
– ¿Que hay cosas peores?
Eleuterio me aconsejó: – Espere un poco. Elmiro luego saldrá y nosotros lo acompañaremos.
– ¿Quien sería Elmiro? Me pregunté.
El buen amigo, por eso, esclareció.
– Elmiro es el joven que vimos hoy y que se imantó a aquellas mujeres.
Comprendí y esperé. No tardó y el joven salió de la casa. Notamos que estaba solitario. Nadie andaba con él. ¿Y las mujeres?
– Las mujeres se fueron, más usted verá que él no tardará en llamarlas
¿Cómo?, ¿es él quien las llama?
– Generalmente, él por el pensamiento les envía dramáticos llamados y ellas vienen. Sin embargo, si alguien hablara con él diciendo esa verdad, él reaccionaría y negará el hecho. Afirmará que su mayor deseo es liberarse de esos espíritus que lo aman. Usted sabrá a pesar de todo, que él sonríe de gusto cuando habla de ellas y se complace en ese extraño apego.
Yo estaba sorprendido.
– Si, mi hijo El considera su caso una enfermedad y quisiera curarse, más su inconsciente prende a esos Espíritus al vehículo de Elmiro, y él, al mismo tiempo se alegra, también sufre porque tiene en el corazón el gran deseo de espiritualizarse y progresar. Evidentemente, los Espíritus de las mujeres también se complacen en esa pasión. Simbiosis perfecta, se aman alocadamente y siempre lo hacen en grupo.
Elmiro se estaba distanciando y nosotros procuramos alcanzarlo. Iba con paso firme y se inclinó por sendero oscuro y fétido donde por poco lo perdemos de vista. En breve se sumergía en extraño tugurio, donde una joven mujer lo esperaba, una de esas mujeres que viven del comercio sexual. Ella lo recibió con cortesía y se le entregó espontáneamente.
Elmiro calmó por un momento su ansia sexual y después salió. Nosotros lo acompañamos y vimos que aún no había dado muchos pasos y una bandada de pensamientos emitidos por su cerebro cortaba el espacio en toda dirección. Parecían gritos de angustia. Buscaban las mujeres amigas que lo querían siempre. .
— Bien, – pregunté respetuoso – mas, ¡ya no se satisfizo?
–No, – respondió Eleuterio – tristemente su hambre sexual es sin límites.
Las vibraciones de esas mujeres lo acompañaban. ¡Observe!.
Presté atención a la orden de Eleuterio y vi que algunos Espíritus de mujeres venían rápidamente hacia Elmiro y lo besaban violentamente; se acoplaron a los órganos sexuales como verdaderos vampiros que lo succionaban, y Elmiro marchó calle afuera conduciéndolas agarradas a su cuerpo como ostras en la peña. Elmiro les sentía el calor y el placer pues se sentía abrasado en todo su cuerpo Los labios sedientos le buscaban la boca y él sentía extraño y sensual calor que le corría por las piernas y por el pecho. Intensa pasión de mujeres lujuriosas lo perturbaban.
–¿Qué hacer con él? – pregunté compadecido.
– Nada – respondió el instructor espiritual En ese estado y en ese caso, nada podemos hacer por él.
–¿y el pase? Interrogué ansioso. .
–El pase aliviará un poco – esclareció Eleuterio – mas en realidad solo la modificación de los pensamientos de Elmiro podrá librarlo. El aparentemente busca la liberación, como ya le dije, pero en el fondo de su alma, en el subconsciente o en el inconsciente, él se complace con esos actos.
Yo no sabría decir ni explicar la avalancha de pensamientos que me dominaron el cerebro, pues aquél caso requería numerosos y complicados estudios, al mismo tiempo que lanzaba luz sobre muchos enigmas espirituales.
Elmiro entró en su casa y nosotros lo acompañamos. Estaba cansado y se acostó. No nos veía ni nos percibía la presencia espiritual. La casa era modesta y los demás miembros de la familia dormían aparentemente serenos.
Se acostó Elmiro y luego las mujeres desencarnadas se acostaron con él. Una lo abrazó cuerpo a cuerpo y sobre su vientre Elmiro respiró profundo.
Intentó orar, pero sus pensamientos no se aquietaban. Recordó a Jesús y la espiritualidad; sin embargo, las fuerzas que emitía en el campo del espíritu eran insignificantes, dada la fijación mental que proyectaba en los dominios del sexo. Jamás vencería la dualidad de pensamientos, pues .estaba en una encrucijada. De un lado el Cristo y del otro lado el sexo. Intentaba aproximarse al Cristo, mas solo lo conseguía intelectualmente. El sexo le dominaba los centros de fuerza y el subconsciente sutilmente lo conducía para el pasado erótico, y él se lanzaba en las fajas vibratorias de la pasión carnal. Era en la realidad terrible batalla.
Eleuterio, compadecido, le aplicó un pase. Pareció calmarse, eso le duró unas dos horas. Ojos abiertos perdidos en el espacio, emitía seguidamente imágenes femeninas que se proyectaban a nuestra vista, luego en el espacio por encima de su cabeza. Veíamos las figuras danzar delante de él. A veces sonreían, y otras entraban en profunda tristeza.
De súbito, apareció en el recinto una jovencita de rara belleza física y de gran belleza espiritual. Elmiro la llamaba con el pensamiento. Vimos de inmediato que era un Espíritu encarnado, que tal vez dejara por momento el involucro carnal atendiendo el poderoso llamado de Elmiro.
– No se olvide que él fue hipnotizador en otra vida – explica Eleuterio – su fuerza mental en ese campo, es grande y eficaz.
La joven resistía violentamente el llamado de Elmiro. Se veía que el Espíritu no se sometía a la insistencia del muchacho.
– No, no! – decía ella. – ¡No sirvo para eso! Lo comprendo espiritualmente.
Elmiro la aseguró de manera espiritual por los brazos, pues su cuerpo acostado había entrado en semi trance y su pensamiento la arrastraba para nuestro plano. Por otro lado, las mujeres que se apasionaban con Elmiro y que aún estaba allí entraron en enorme gritería acusándolo.
– Malo, perverso, ¡traidor!
– Yo la amo a usted – aclamaba. – Ven acá Adelia – ¡no me abandones!
La joven levantó la cabeza y dijo:
– No me arrastre para ese camino. No puedo, ¡no debo! – Así dijo ella y se fue.
Elmiro quedó allí afligido, adormecido, y retornó de nuevo completamente al vehículo físico. Las mujeres corrieron de nuevo para abrazarlo. El no hace ningún gesto más para repelerlas, se les entregó indiferente.
– Me gustaría conocer mejor su drama le dije.
Eleuterio calló y explicó.
– Dramas como ese existen por millares. Ese apenas es un ejemplo de los más escabrosos. Vamos ahora. Después les mostraré el resto y le diré de las causas más profundas que a él lo afligen.
Salimos. Allá afuera, la luna derramaba sus rayos de plata sobre la tierra. Atestiguaba silenciosa los sufrimientos de la humanidad.
La miré y comprendí la marcha inexorable de los siglos que nos arrastran a través de los milenios y de los tiempos.
CAPT. XXVII
El sueño de Elmiro
El sueño de Elmiro era agitado y en las noches subsiguientes nosotros tornamos a visitarlo. A su regreso siempre llegaban los Espíritus sedientos de sexualidad. Le acompañamos los problemas más íntimos y comprendimos que su lucha era grande Los llamados que le nacían en la casa mental atraían a las sorprendentes figuras espirituales. En la vía, en el servicio, en todas partes él se fijaba en alguna mujer que le agradaba y en la noche, mentalizándolas, veía que llegaban arrastradas por su poderoso magnetismo; muchas de ellas rebeldes. Venían espiritualmente, y a todas ellas quería someter a su atracción sensual en el campo del espíritu.
Eleuterio me enseñara muchas cosas. Yo penetraba en el reino fantástico de conocimientos ignorados por la actual humanidad. Saber que Espíritus encarnados extienden rayos y redes de fuerzas para prender a otras criaturas arrastrándolas a la práctica de actos sexuales. Era, en la realidad abrir puertas nunca abiertas.
Elmiro irradiaba fuerzas sexuales y el impacto de esas fuerzas alcanzando a ciertas mujeres, algunas muy respetables, les creaban terrible drama interno, pues al retornar al organismo físico despertando en el mundo de la materia densa, traían vagamente la impresión de los pasos que había dado.
Noche tras noche, le estudiábamos el caso y no teníamos en verdad, ninguna solución para él.
– Elmiro, dice Eleuterio – es un caso que por ahora no tiene solución. Deberá permanecer así hasta que un día, libre de esas mujeres y viviendo en otra faja vibratoria, alcanzará un clima diferente donde su religiosidad crecerá. Por ahora, dejémoslo entregado a sí mismo.
Contemplé a Elmiro acostado en la cama, soñaba con la visión de las mujeres desnudas que venían a acostarse con él como si fuesen criaturas de carne y hueso. Claro que mi entendimiento aún luchaba por entender mejor ese problema. Sin embargo, sentía que en el universo, fuerzas desconocidas y poderosas gobernaban a los Espíritus y comprendí también que el Espíritu, encarnado o no, es centro de profunda atracción, capaz de atraer a distancia a otros seres para mantener con ellos, cuando la ley de afinidad preside sus destinos, actos y relaciones sexuales en el plano de la materia densa. ¿Cómo, pensaba yo, los hombres abrían de recibir las primeras noticias sobre ese asunto? ¿ y qué hacer?
Eleuterio me golpeó el hombro con cariño y dice:
– Mi hijo, Dios que hace los cielos y los planetas del universo, sabe por qué suceden esas cosas. En la ruta infinita de las estrellas los mundos guardan muchos secretos desconocidos para nuestra humanidad, en el gran futuro.
Agradecí las palabras de Eleuterio y partimos.
El caso de Elmiro, entrevisto apenas ahora, guardaría por cierto más profundas revelaciones. Infelizmente, no me sería permitido revelarlas.
Allá afuera la luna brillaba silenciosa y amigable y las estrellas parecían encerrarnos en un campo de trigo.
XXVIII
En el umbral del submundo
El problema de Elmiro aún danzaba en mi mente. De hecho, el descubrimiento de que por la simple mentalización pudiera una criatura establecer espiritualmente vínculos con otras criaturas, al punto de arrastrarlas o traerlas a través del espacio, me causara fuerte impresión. Pensar y luego realizar espiritualmente, en parte, pasaba a ser la pregunta del momento.
Asunto decisivo
Eleuterio me condujo ahora para la zona bohemia de una gran ciudad. Era de noche, y los hombres andaban por el barrio de la diversión, buscando la solución para sus problemas íntimos. Las calles feas y sucias, recordaban algunas regiones espirituales. Mujeres de fisonomía decadente y enflaquecida se exhibían en las puertas, mostrándose humillantemente a la clientela insaciable. Algunas bebían en los bares con sus infelices compañeros. Por lo menos noté una multitud de Espíritus que también deambulaban por allí.
– ¡Cuanta gente! – exclamé.
Es común – respondió el benefactor — esa cantidad de Espíritus en los lugares donde la prostitución prolifera.
– ¿y qué es lo que hacen ahí?
– Se mezclan con los hombres y las mujeres, identificándose con ellos, acompañándoles las sensaciones, se emocionan, gozan de la misma forma que los matrimonios, el placer del acto sexual.
– ¿Y cómo? ¿Ellos asisten a todo?
– Asisten no, se asocian y participan de todos los lances del acto sexual. ¿Usted quiere ver? acompañemos de cerca a esos dos.
Eleuterio me mostró una pareja que conversaba bajito en la esquina del bar, por el lado de afuera.
Nos aproximamos y escuchamos la negociación del hombre y la mujer en el entendimiento carnal. No se decidían por cuestión del precio. Algunas entidades sombrías, obscuras, escuchaban la conversación y esperaban el negociado. Por fin, la mujer aceptó la propuesta de poco valor, y ambos subieron para un segundo piso a través de una escalera de madera antigua, y los mencionados Espíritus también los siguieron. De estos, pude distinguir que dos eran de figura masculina; los otros no los pude identificar, porque su tipología ya no expresaba cualquier aspecto humano. Cabelleras largas, que tanto podían ser de hombres o mujeres. Los seguimos y no nos percibieron la presencia, ya que nos encontrábamos en faja vibratoria diferente, pero nosotros si los podíamos ver perfectamente. Entraron a un cuarto horrible, oscuro y mal oliente. Y luego fueron para la cama, tan pronto se unieron, las dos entidades masculinas saltaron hacia ellos y envolvieron a cada uno, y pasaron a participar del acto sexual en todos los detalles.
– Observen bien – exclamo Eleuterio – los encarnados ejecutan lo que los desencarnados desean. No son los desencarnados los vampirizados, pero si los encarnados.
De hecho verifiqué que el hombre y la mujer seguían a través del pensamiento que les fluía de sus asociados espirituales, todos los gestos y artimañas que estos ejecutaban. En vista de eso, el acto se prolongó exageradamente, mucho más de lo normal y comprendí que cosa tan horrorosa, es el acto sexual realizado entre cuatro.
– Eso es más común de lo que usted está pensando – me enseñó el Instructor Espiritual. No solamente en estos lugares. Personas de bien, pero desprevenidas, dan también lugar a que criaturas de este talante, penetren y hagan estas mismas cosas en su propio hogar
— , Entonces, ¿no hay defensa? – pregunté afligido
— Hay mi hijo, en los hogares bien constituidos donde reina el verdadero amor y el respeto, existen los guardianes, es decir Espíritus amigos, que la espiritualidad superior sitúa allí para impedir la entrada de los vampiros y boyeros, aprovechadores de sensaciones como esas.
Realmente, nosotros ya teníamos información de los guardianes; ahora recordábamos. Eran criaturas que se apostaban a la puerta de los hogares más espiritualizados, o en la puerta de las alcobas de los matrimonios e impedían cualquier intromisión. Todos los hogares cristianos, o no cristianos que se mantengan dentro de una moral pura, reciben ese beneficio y el amor es resguardado con profundo cariño y respeto. Razón por la cual la atmósfera de esos hogares irradia pureza, como si la casa estuviese siempre lavada y limpia.
Salimos.
Un ruido de instrumentos de orquesta nos llamó la atención. Allá afuera encontramos a un Espíritu de elevado porte con quien Eleuterio inmediatamente se puso en contacto.
¿Cómo va todo ahí Crispín? – lo saludó el mensajero.
–Todo bien Eleuterio. Como siempre. Mucha gente, mucha lucha.
Eleuterio me presentó.
–Este es el viejo Crispín, mi hijo. El fiscaliza esta parte del barrio.
– ¿Fiscaliza?—me sorprendí.
– Si fiscaliza. A veces aparecen por aquí Espíritus que deberían seguir otros rumbos y que deben buscar cosas mejores, y Crispín los ayuda. En otras ocasiones, Espíritus que se quieren liberar de esta vida y no tienen fuerzas para hacerlo, y nuestro amigo Crispín les da fuerzas y coraje. Hay mucho servicio, más de lo que se piensa. ..
–¿Cómo está el baile? – interrogó Eleuterio, después de darme la explicación.
— Mucha gente, el personal de la zona inferior está todo allá.
Comprendí luego, que Crispín se refería a Espíritus que observaban a los encarnados en el baile, participando de las sensaciones de los que aún viven como encarnados y se divierten.
–Voy a llevar a mi pupilo hasta allá – manifestó Eleuterio.
— Puedo acompañarlos – manifestó generosamente Crispín.
Entonces vamos.
El salón estaba lleno de gente de las dos dimensiones. El entusiasmo era grande y vimos que los Espíritus bailaban incorporados a las parejas, abrazados con ellos y penetrándolos con sus vibraciones. La ligazón era en algunos casos tan rigurosa, que las personas que bailaban perdían la fisonomía, que era sustituida por la de los acompañantes espirituales como si fuese una mascara perfecta.
Ese hecho se podía comprobar cuando la música barata, arrabalera, se silenciaba y los bailarines se sentaban a descansar y a aplaudir, y se daba un cambio como cuando el agua se retira de la esponja. Así retornaban ellos al juego de la danza. Todas las impresiones que los hombres y mujeres sentían en el abrazo o en el contacto, ellos también los sentían o lo provocaban. Cara con cara, pecho con pecho, piernas con piernas, era una verdadera simbiosis. Me acordé de los Umbandistas, que decían que el médium es el caballo y el desencarnado es el jinete, entendí que la comparación no era tan errada. Efectivamente allí los Espíritus cabalgaban a los hombres. Las parejas bailaban zamba, conduciendo todo a la sensualidad.
— Lo malo del baile, en cualquier circunstancia y en cualquier lugar del mundo, mi hijo – afirmó Eleuterio – es la conducción del pensamiento hacia los deseos sexuales. Difícilmente, una danza no lleva al hombre a las vibraciones sexuales Y como es lógico, aunque la mujer no siempre dance con esa intención, siempre recibirá las impresiones de los sentimientos del compañero. Elemento más activo, el hombre despierta a las sensaciones sexuales, y como es obvio, atrae de inmediato compañías altamente interesadas en conducir el asunto para el fondo de las sensaciones del sexo.
— Entonces, interrogué – ¿no hay amor sin la presencia de esas criaturas tan indeseables?
–Si hay, cuando los corazones pulsan con pureza y la mente vibra con Armonía y respeto a Dios. Solamente la formación moral impide el avasallamiento de los Espíritus. La moral y la piedad cristiana, son barreras que no pueden traspasar los aprovechadores del sexo Se ama verdaderamente dentro del respeto sagrado que el sexo merece, sin compañías indeseables, cuando nosotros colocamos en buena sintonía el Alma y el corazón La mente fortificada en los pensamientos superiores será siempre una barrera. Sucede sin embargo, que no siempre las parejas están en las mismas condiciones. El amor dentro del hogar como ya lo hemos dicho, goza de protección cuando reinan en la casa los sentimientos de alta moralidad cristiana.
Fuera de eso la plaza está abierta para la invasión.
Miré a Eleuterio y agregó:
Salgamos pronto, porque dentro de poco recibiremos las emisiones sexuales que vienen de esa gente. Me tomó del brazo y partimos.
CAPITULO XXIX
Karla
Los vapores del alcohol, el humo del tabaco, y las ondas de la sensualidad que emanaban de las personas encarnadas, como también de los desencarnados que los acompañaban, me habían perturbado un poco. Pero el frescor de la noche me hacía sentir bien. Eleuterio me condujo hacia fuera de la ciudad, ya en el campo, y en breve vimos una casa iluminada donde las carcajadas alegres cortaban el aire.
– Ahí es la casa de citas de Karla – esclareció el buen amigo. Algunas mujeres de la alta sociedad reunidas por Karla reciben hombres de importancia y pasan a ejercer el comercio carnal. El precio es elevado, mas casi todos son hombres ricos. Magnates de la industria y el comercio, nadie se mete con ellos, ni la policía. Y Karla mi amigo, legisla con clase e imponencia, respetada y querida por sus clientes. Es cierto que los habitantes de la ciudad la consideran una prostituta, mas no la consideran vulgar.. Hablan de sus orgías, etc. etc. Los jóvenes de la ciudad, como los estudiantes aparecen por allá de vez en cuando, y ella tiene la gentileza de tratarlos bien ofreciéndoles buenos incentivos por su compañía.
Escuché sorprendido las palabras de Eleuterio.
Aún guardé silencio.
Luego, estábamos en la puerta de la casa, en realidad bonita y bien amoblada, donde la madera bien trabajada al estilo colonial tenía su lugar de honra
Luego noté a la entrada, una linda jovencita, con un poco más de dieciocho años, de ojos soñadores, cabellos negros caídos sobre los hombros. Tez morena. En la realidad parecía una hija de familia..
–Parece, y es, – respondió Eleuterio. Karla recluta a esas mozas en la ciudad y las aprisiona en este confín. No pueden salir sin sus órdenes y obedecen rigurosamente a sus instrucciones. El dinero que ganan le es entregado puntualmente a ella en sus manos, y de esas sumas solamente una pequeña parte es entregada a ellas, pues de todos modos están cercadas de máximo confort y suntuosidad.
De sorpresa en sorpresa, entré acompañado del instructor y encontré una bellísima japonesa, de short y piernas maravillosamente torneadas. Los ojos medio abiertos y los labios sensuales le daban una nota diferente. Entonces comprendí por qué los hombres la solicitaban. Su nombre era Leda, pues quedé conmovido y penalizado. Algo hablaba dentro de mi, sobre un antiguo amor, sin saber dónde ni cuando. Ella pareció sentirme la presencia, porque suspiró hondo, y me buscó con la mirada. Entraba una moza bulliciosa y Leda le dice:
— María, no sé lo que me pasó ahora, me pareció ver allí a un hombre rubio que me miraba triste. Después desapareció. Tuve la impresión de que ya lo conocía, más no sé quien es. Sentí inmensa ternura por él.
– No tengo duda, a veces pienso que usted se está volviendo loca, cuando dice que quiere dejar esta vida, – carcajeó María.
La japonesa quedó pensativa. Sus trazos, leves y absolutamente femeninos le daban una expresión de maravillosa pureza. La miré con cariño y pasé. ¿dónde la encontré yo?.
– Las vidas sucesivas explican perfectamente ese hecho – habló Eleuterio. Las impresión de reconocernos con alguien, de inmediato, cuando en la carne, las simpatías espontáneas y las antipatías que brotan de improviso denotan que encontramos un viejo amigo o un antiguo enemigo. En el presente caso, mi estimado, usted se encuentra delante de antigua conocida de París y del Oriente.
– Si la buscara en la carne, ella sentiría por usted un amor espontáneo y rápido. Probablemente dirá ¡parece que yo ya lo conozco desde hace mucho tiempo! ¿En donde?
– Usted naturalmente, no sabrá responder o diría: ¡tal vez fue en otra vida!
Realmente, mi corazón palpitó más intensamente delante de la Japonesa.
Pasé y vi que los cuartos estaban bien decorados, con cortinas de riendas largas y todos ellos perfumados, que se asemejaban a los aposentos de jovencitas educadas, de buena familia. No faltaban como es lógico, los Espíritus ligados al sexo que por allí andaban uniéndose a unos y a otros.
Que esto era un burdel, ¡era! Pues es un burdel para la alta clase social, mas los Espíritus que allí estaban denotaban el mismo tenor vibratorio mental de aquellos que se mantienen en el sexo y para el sexo, insaciables y tristes. Rostros transfigurados, miembros sexuales de enormes proporciones, miradas fusilantes y las manos semejantes a garras. Era el amor libre, y el Espíritu, evidentemente se entrega totalmente a las sensaciones que le dominan. Colocaba la mente en indagaciones permanentes: ¿cómo podía el sexo, que era sagrado, y el placer del sexo que era creación de Dios, degenerar de aquella manera? ¿Sería degeneración, o todo aquello en el orden universal de la naturaleza sería absolutamente normal? Solamente Eleuterio me podría responder, pero él se había apartado en la búsqueda de Karla, y yo quedé con mis pensamientos. La japonesa parecía verme porque sonreía.
Busqué a Eleuterio. Lo encontré. Karla estaba acostada, descansando. Nuestra entrada en la casa parece que cambiara el ambiente, por la vibración del gran Espíritu. Aunque en la sala algunas parejas se divirtiesen en el juego sexual, otras mujeres permanecían pensativas. Pasando por los corredores, vi en los cuartos parejas que se consentían, que se besaban o que se entregaban al desvarío del sexo. El pensamiento de Karla fluctuaba como balón que subiese lentamente. Recuerdos de mal gusto le dominaban la mente.. se acordaba de la infancia, cuando era niña pobre; de los padres, ahora viejos y que en aquel tiempo nada le podían dar. En el joven bonito que la desfloró, en todos aquellos años de sufrimiento deambulando por los caminos de la prostitución, y en fin la casa que montó con esfuerzo y que ahora se tornara en aquel lugar de concentración de gente rica, que le traía el dinero a sus manos. Ella, que se acostumbró a ser dura, tuvo pensamientos de amor por las niñas e hizo propósitos de ayudarlas materialmente… sin embargo… ¡liberarlas jamás!.
– Está viendo – habló Eleuterio. Ella es sensible a nuestra aproximación, sin embargo, no desiste de la esclavización. Las infelices permanecerán aquí aún por mucho tiempo porque ella no permitirá, que ellas conquisten una vida mejor.
Entidades perversas que dominaban a Karla, se apartaban de ella cuando nos aproximamos. Aunque no nos viesen, murmuraban entre sí:
– ¿Ustedes no sienten que hay cualquier cosa desagradable en el ambiente? – decía uno.
– De hecho, habló otro. Se nota algo extraño e indefinido. Parece que Karla cambió y está pensando en regenerarse. Tenemos que estar vigilantes porque no iremos a permitir eso!
– ¡No, no! afirmó un tercero. Abandonar esta vida, no la abandonará! Después, es preciso que sepa que esto también es nuestro!. ¿No fuimos nosotros quienes la ayudamos a ella? si no fuese por nosotros ella jamás hubiese tenido éxito; es verdad que a cambio nosotros nos divertimos y vivimos la vida, unidos a esas parejas. Mas la realidad es que sin nosotros Karla no sería nadie
Escuchamos y quedamos admirados.
– Y así mismo, mi hijo – enseñó mansamente Eleuterio. Ella esclaviza a las jóvenes y los vampiros la esclavizan a ella. Ella comercializa la carne de las muchachitas y ellos respiran sensaciones de este lado. A su vez, ella no tiene coraje de salir de aquí y pasarán años en esa situación, y ellos a la vez también esclavizados en la propia armadilla que crearon.
– Bien – me arriesgué en un pensamiento – mas un día Karla y las jóvenes morirán, ¿no es verdad? ¿ y ellos para donde irán?
– Para otro burdel, hasta que la ley los alcance. Ahí entonces descenderán o entrarán en terrible crisis. Podrán quedar locos y buscarán el valle. O comenzarán a percibir la decadencia de la forma periespiritual. De cualquier modo tendrán que enfrentar la inexorabilidad de la ley que siempre funciona. No huirán a la regla. Un día despertarán para el sentimiento del infinito y verán el Alma desarrapada rezar en el altar de Dios.
La brisa, allá afuera comenzaba a soplar y nosotros resolvimos aspirar un poco el aire del campo.
CAP. XXX
La japonesa
Con sorpresa observé allá afuera, que la pequeña y bella japonesa contemplaba el jardín alrededor de la casa con aire pensativo; inmensa ternura me dominaba el corazón.
– Ella está pensando en desertar – dice el instructor – y más que eso, piensa en huir de esa vida licenciosa, ya no tiene sentido para ella.
– ¿Qué hay entre nosotros, Eleuterio? – pregunté avergonzado. Profunda atracción me arrastra hacia esa jovencita, y enorme piedad siento en mi alma al verla.
Eleuterio sonrió comprensivamente.
– Son cosas de un pasado distante, mi hijo. Usted ya vivió en el Oriente, fue también Mongol, de cabellos lacios y bigotes largos caídos sobre la boca. Comandante de legiones de los Hunos, asolaba la Tierra en su corcel de muerte y por donde pasaba conducía a la devastación. Las mozas que encontraba eran repartidas con sus hombres. Escogía para sí la mejor. Esa es una de aquellas que durante mucho tiempo, arrebatada de los padres por su violencia, lo acompañó en las luchas y en las guerras. Después, reencarnó muchas veces y lo perdió de vista. Ella a pesar de todo, aún ama al caballero audaz en el fondo de su memoria integral donde galopan los corceles de la muerte
¿Quiere ver?
Diciendo eso, Eleuterio se aproximó a la muchacha y le colocó la diestra en la frente. Inmediatamente, todo aclaró y pasé a observar como un filme, vastos campos donde caballeros en desbandada devoraban el espacio. Pequeña aldea se aproximaba al frente de la brigada salvaje, enorme huno o mongol cabalgaba bellísimo corcel. En sus ojos brillaba la pasión de la guerra y la voracidad sexual. Entraran en la aldea asesinando a sus habitantes a filo de espada Las mujeres, por eso, secuestradas mediante la furia de la invasión eran colocadas en el anca de los animales que partían como relámpago. El jefe huno, entró en la casa del jefe de la aldea, le arrebató la hija de diez y ocho años de los brazos y se la llevó como un demonio. No mató a sus padres, apenas les dijo: "nada teman, soy el jefe y la voy hacer nuestra reina".
Otras escenas se sucedían, mas nosotros estábamos chocados. ¿Aquel hombre salvaje era yo ¿sin embargo, cuándo?
Eleuterio me golpeó la espalda y me confortó:
– No se preocupe mi hijo, todos nosotros venimos de la inconsciencia para la conciencia, iremos de la inconciencia para la razón humana y de la razón humana para la razón Divina, a través de la Angelitud.
Agradecí la bondad del amigo. Mis ojos estaban inundados de lágrimas y no pude sustraerme a lo imprevisto arrodillándome delante de la mujer y besándole las delicadas manos. Pareció percibir porque retiró la mano rápido y retrocedió asustada. Miró por todos lados y después dijo para si misma.
– No es nada, pensé que alguien me besaba las manos y me pedía perdón.
¿Será que me estoy volviendo loca?
Así dijo y corrió para adentro.
Permanecí allí, todavía arrodillado. Sollozos pungentes me cortaban el pecho.
¿Era yo el causante de tanta infelicidad? ¿Y qué hacer para remediarla?
– No se desespere – se compadeció Eleuterio. – Ella ya está en una actitud mental favorable. Iremos a requerir el grupo de salvación de los Samaritanos para acabar de liberarla Y en breve usted la reencontrará en uno de nuestros hospitales.
Mis sollozos cesaron con las palabras del instructor y comprendí por qué Eleuterio me llevaba hasta allí, donde el pasado distante se me tornara un presente terrible.
En realidad, yo sentía que me encontrara a mi mismo con todas las miserias guardadas en el tiempo.
CAP. XXXI
Los visitantes
Extrañas entidades penetraban en el hogar de Karla. Grupos de Espíritus perniciosos llegaban junto con los hombres que allí venían a buscar el placer y tal vez el olvido de sus problemas.
Recibidos en la sala, se sentaban alrededor de pequeñas mesas donde se divertían saboreando el Whisky costoso de Karla, abrazados a las muchachas que pasaban a rodearlos.
El dinero rodaba y la risa henchía el recinto. Con ellos, los Espíritus reían, divirtiéndose y se aficionaban de la misma manera que los encarnados. No se diferenciaban de ellos. Envolvían a los hombres, se abrazaban con las mujeres y seguían para la cama en la locura del sexo.
Asistíamos a todos como los médicos observan a los enfermos.
Pregunté: ¿hay crímen en eso?
– No, esclareció el Espíritu, crimen no hay. Lo que hay es desperdicio de una energía preciosa que faltará al cerebro y debilitará al periespiritu. La exageración y la permanencia demorada en el campo sexual es lo que perjudica a la persona. Es de todas maneras un perjuicio personal., que no afecta a Dios. Dios es Padre y Amigo y tiene sus leyes que gobiernan al universo independientemente de El. Después de creadas, sus leyes dirigen el desenvolvimiento del ser a través de los milenios. No hay crimen y no hay pecado. Hay apenas entorpecimiento del periespíritu, hay disminución de las percepciones espirituales, estacionamiento en el tiempo y en el espacio. Podríamos decir que el Espíritu se atrasa espiritualmente. Más allá de eso, como ya tuvimos oportunidad de demostrar, adquieren amistades inconvenientes, y asociándose a Espíritus inferiores, pueden caer en las perversiones sexuales, que es capítulo aparte en el estudio de la sexualidad.
–¿Usted no cree, Eleuterio – indagué tímido – que el comercio sexual en la Tierra aún es una necesidad?
–¿Usted dice el comercio normal de los cónyuges o el entendimiento con las mujeres perdidas?
–Con las mujeres prostitutas.
– Pues bien, nosotros opinamos que todavía se constituye como una necesidad inaplazable, en fase del estado de evolución del hombre, pues constituye de cierto modo garantía para la sociedad. Es evidente que el ser humano no podría de manera alguna soportar la abstinencia total. Solo los inhibidos se mantienen en esa posición.
Refrenar el comercio sexual en la fase actual de atraso de la evolución humana, sería impedir la expansión natural de los sentimientos sexuales, y el hombre sería conducido a la practica de crímenes horrendos, tales como el asesinato, la violación forzada y otros delitos horrendos. El represamiento violento de las energías sexuales llevan al hombre superior a la realización de obras intelectuales, artísticas o santificantes y de gran importancia para la humanidad, mas la contención de esas energías en el hombre común, lo pueden arrastrar a la violencia y al crimen. Cada uno da lo que tiene. El hombre bueno pensará en usar la energía atómica para visitar otros mundos, y el hombre malo, pensará de inmediato a usar la misma energía atómica para destruir países y ciudades.
Lógicamente, la sorpresa se estampaba en mi rostro. Eleuterio me apreció y sonrió.
– Mi hijo podría parecer que yo estuviese estableciendo una nueva moral. Mas la verdad es esa. Hay casos tan particulares y tan intrincados que solamente serán resueltos con el tiempo y que envuelven la armonía de las familias, sin embargo esos hogares se mantienen en unión porque el hombre que no se entiende con su esposa encuentra alguna satisfacían en el comercio carnal con esas prostitutas. Hombres de enorme responsabilidad en la sociedad, en las relaciones sexuales con estas pobres infelices mujeres, calman sus pasiones. Es una fuga necesaria.
En la proporción que el Espíritu progresa, se va liberando de esas situaciones. No olvidemos que Jesús siempre trató con cariño a las prostitutas, pero no las pudo redimir a todas. Después de Él, el mundo siguió poblado de ellas. En verdad el asunto es de difícil comprensión, y sé que usted luchará con esas nuevas ideas. No hago en absoluto apología de la sexualidad atormentada, apenas identifico un fenómeno que existe, y que si no es solución definitiva, es a pesar de todo, un mal necesario. El buen censo eso nos indica.
Silenció Eleuterio. Mi mirada se perdía en el infinito. Me era difícil comprender todo.
¿Cómo tendremos que hacer para alcanzar la Suprema comprensión?
Eleuterio me golpeó las espaldas como era de costumbre.
– Ni yo comprendo. En el mundo espiritual, grandes entidades continúan estudiando el asunto. Evidentemente, en breve, recogeremos mejores y mayores esclarecimientos. No se olvide que solamente le estoy ofreciendo conclusiones solamente mías, y de carácter personal. Es mi modo de entender. Aquí en el plano del espíritu, cada uno dice lo que sabe aunque también existen códigos y estudios de las esferas más altas, que definen el pensamiento general de la comunidad que los Espíritus de determinadas fajas vibratorias habiten. En la medida que subimos y pasamos a vivir en fajas superiores, disponiendo de nuevos conocimientos, comprendemos más y la moral es otra, a pesar que en sus líneas generales siempre permanezca el pensamiento del Cristo. Y en este caso aún vale la afirmativa del Maestro.
– "Aquel que estuviere sin pecado que tire la primera piedra."
Tuve la impresión de que mis ojos se abrían más comprensivos y sorprendidos ahora y mi corazón recibía una marejada mayor de entendimiento y de amor.
CAPT. XXXII
El drama
Como tantas otras criaturas, Karla venía de encarnación en encarnación administrando lugares de prostitución como aquel. A través de las civilizaciones y de las épocas más remotas. Espíritu endeudado. Me causó pesar su situación. Por eso, la observamos con interés. Eleuterio, siempre atento a iluminarme con nuevos conocimientos, no se sustraía a responder a mis llamados mentales. Sentía y me comprendía perfectamente las inquietudes como quien lee en un libro abierto.
– Mi amigo, Karla sintió nuestras vibraciones y nuestra presencia. Hoy, es criatura con temor a Dios.
– ¿Cómo, esa criatura que mantiene tanta gente esclavizada es temerosa a Dios, o respeta a Dios?
– Si. Acata y respeta a Dios. Sabe que El existe y hace sus oraciones habituales con mucho fervor, sin embargo, aún no ha conseguido liberarse. Hay un drama en su alma. Más allá de eso, está criando una niña paralítica a la cual dedicó todo su amor. ¿ quiere ver?
Diciendo eso, Eleuterio me llevó para el fondo del jardín de la casa, donde una casita recubierta de flores, entapetada en grama verde, daba otro colorido.
Entramos. Una criada desenvolvía allí sus actividades al servicio de una criatura de trece a catorce años que yacía paralítica en una silla de ruedas.
El amigo murmuró bajito.
– Esa es Liana, hija adoptiva de Karla. Todo el dinero que Karla recibe es canalizado para la cura de esa niña.
Aún hablaba Eleuterio cuando entró la japonesa y la abrazó con
cariño.
-¿Liana, mi amor, como lo ha pasado?
Quedé perplejo. La moza besó y abrazó a la niña con inmenso cariño.
-Vea lo que yo traje para usted – le dice y retiró de su bolsillo pequeña caja de bombones, que le entregó. La niña sonrió con placer.
– Qué bueno – exclamó feliz – yo ya la venía extrañando a usted porque no venía a verme. –¿Y el tío Pablo?
–¡Ah! ¡El tío Pablo no ha venido más! Con certeza está viajando – respondió la japonesa.
Comprendemos que hablaba de alguno de los jóvenes que la visitaban, y que debería ser cliente de la japonesa.
Observé las piernas de la niña y vi. que eran atrofiadas, Asi como sus brazos, incapaces de sustentarla en pie. El rostro, todavía era bello, ¡maravilloso! Su mirar poseía profundo y sincero magnetismo.
— Está viendo, concluyó Eleuterio – Karla se dedica de cuerpo y alma a esa niña y las otras mujeres la adoran, por lo tanto, no siempre se puede juzgar a las personas. Jesús siempre enseñó. "No juzguéis para no ser juzgados". Como usted puede ver, Karla está mejorando. A través de los siglos Karla viene mejorando Algún día se redimirá. No avalamos en absoluto su permanencia en el mundo de la sensualidad, pero entendemos perfectamente que la casa, de cierta forma, colabora para que el mundo sea menos infeliz, hasta que los hombres alcancen mayor grado de evolución Si no existieran esos antros, no habrían mujeres vírgenes en la Tierra. La violencia carnal tan avasalladora del hombre, haría del mundo un solo burdel, La naturaleza no da saltos y nadie alcanza la evolución de un día para otro. El Espíritu endurecido en la Tierra, lucha desesperado consigo mismo para vencer las terribles barreras de sus propias limitaciones Nos recuerda al jilguero dentro del huevo: romper la cáscara para él es enorme sacrificio y él solamente podrá hacerlo en la hora cierta y en los límites del ciclo de empollamiento.
La mente humana es caso análogo. Madura despacio, porque comprende despacio. Los genios son el resultado de los milenios. No se alcanza la perfección a las carreras. Realmente el ser puede acelerar su evolución volviendo su pensamiento día y noche para las cosas espirituales, y en nuestro planeta, siguiendo al Cristo. Fuera de eso, estará lejos de la meta en el desespero de alcanzar esferas más altas.
Escuché a Eleuterio, el gran Espíritu, y contemplé la niña paralítica. ¿Qué extraño camino conduciría a aquella mujer para dar su corazón a esa alma enferma y organizar al mismo tiempo un templo de amor a los desconsolados y locos?
— Son los misterios de los caminos hacia Dios – mi hijo – respondió el Instructor – El Alma atraviesa las edades como un pájaro que cruza los océanos, y en la primera isla que encuentra posa para descansar, después levanta vuelo de nuevo. Su objetivo por supuesto, es otro continente. Posará en cuantas Tierras encuentre, hasta que un día posará en puerto seguro. Y desde luego, el puerto seguro es Dios.
Fuimos saliendo de la casita. Todo el entorno era bello. Los insectos emitían sus sonidos, y las luciérnagas encendían sus intermitentes luces..
Abracé fraternalmente a Eleuterio y le dije:
— Eleuterio, Dios le pague por todo, usted es un gran Amigo.
El sonrió como quien sabe que yo estaba, tal vez, muy cerca de mi destino.
Le lancé una última mirada a la japonesa, agachada sobre la niña paralítica y mis ojos se inundaron de lágrimas de amor.
CAPITULO XXXIII
Perversión sexual
– El plenilunio ponía un diáfano color de plata sobre todas las cosas. La grama húmeda e iluminada se tocaba de su tonalidad nostálgica.
Nos encontramos en pequeña elevación en los alrededores de una gran ciudad, y Eleuterio surgía ahora completamente diferente. No era más el Espíritu con aspecto de ángel, ni yo recordaba que habíamos estado con Diana.
Ahora era un hombre común con ropa verde oscura, sin embargo de bella fisonomía.
– Usted también – dijo él – apague toda la claridad, de manera que los humanos no perciban que ya adquirió mayores posibilidades espirituales.
Me asusté con sus palabras
– Más ¿quién soy yo? – le dije a Eleuterio – Un Espíritu endeudado, pobre en crecimiento espiritual y sufrido. Nada tengo para ocultar porque nada soy.
–Usted está engañado, mi amigo, los tesoros del conocimiento que adquirió en esa incursión en nuestro plano y otros, iluminaron y transformaron su espíritu, y aunque usted no se percibe, otros si lo registran.
Me sentí atemorizado. La simple mención de nuestras responsabilidades espirituales me agitaba .el corazón. Al final nunca supuse que pudiera merecer cualquier distinción mayor. La alegría de conquistar conocimientos, para nosotros, humildes seres de la tierra, ya era una gloria. En todo caso, procuré obedecer y considerarme de los más necesitados de la Tierra.
Como hombres comunes, pasamos a recorrer las calles de la gran metrópoli. La noche nos ayudaba. En vieja plaza, en otrora importante y hoy renovada con arquitectura moderna, estacionamos. Mucha gente. Hombres, mujeres, todos afanados buscando conducirse a casa. Pasábamos entre ellos, desapercibidos, como si nosotros no existiéramos.
Noté hombres ridículos con los rostros pintados, con cabelleras al estilo femenino, su indumentaria señalaba sus tendencias, buscando con ansiedad a los hombres
– Eso es lo que podemos denominar como sexo neutro, tercer sexo o gay – esclareció Eleuterio. – Hacen parte de una población minoritaria al margen de una población normal. Viven una vida diferente y se mantienen en un clima mental totalmente extraño para el mundo. No son hombres ni son mujeres, sexualmente hablando. Evidentemente, estudiaremos lo que son. Sumerjámonos en sus Almas si nos fuere permitido.
El asunto es claro como estudio, y solo como estudio, me interesó profundamente.
Penetrar en ese mundo desconocido de los homosexuales, me parecía más que estudio, pues lo consideraba como una gran aventura.
Las miradas sedientas de los homosexuales seguían a los otros hombres y en ocasiones reían de gusto, cuando alguien se detenía para observarlos. Hacían gestos, enamoraban como si realmente fuesen mujeres. Ropas nítidamente femeninas, pero de tallas masculinas, el cabello y el maquillaje como los usados por las mujeres.
Las miradas y las vibraciones de los hombres del tercer sexo eran impresionantes. Se diferenciaban de las vibraciones de las mujeres. Estaban llenas de ternura y de sensualidad. Se veía que eran todo sexo. Cada uno de ellos expresaba sexualidad por todos sus poros..
— No es tanto el deseo el que los esclaviza – habló Eleuterio, más sÍ la mentalización en el campo sexual, por la insistencia en ser mujeres.
–¿Insistencia en ser mujeres? -interrogué espantado.
–Sí, lo que caracteriza a ese grupo humano es la preocupación de ser femeninos y competir con las mujeres en la sensualidad, con personas del mismo sexo. Disputan ese interés con uñas y dientes.
Mientras Eleuterio hablaba yo me aproximaba a un tipo alto, bonito, blanco, excepcional.
–¿Cómo puede un hombre de ese porte dedicarse al comercio sexual y mantenerse en ese camino? ¿No le sería más fácil inclinarse por el otro género como sería lógico? ¿Qué es lo que los induce a ese camino?—pregunté y esperé una respuesta de parte de Eleuterio.
Él de inmediato no me respondió, y me convido a seguirle.
-Para que usted pueda entender el asunto, de manera más clara, acompáñeme.
El joven estaba en la puerta del edificio. Pasamos por un lado de él, y seguimos para el segundo piso. Allí penetramos a un apartamento de soltero donde algunas cosas me llamaron de inmediato la atención. La posición de los muebles con pequeño florero, las cortinas en todas las puertas y ventanas, las sillas y divisiones bien diseñadas, y la limpieza en general
Vi allí un toque femenino, lo que me hacia deducir que una mujer debía habitar allí
– ¿Quién reside allí con el joven? pregunté al instructor.
–Nadie – afirmó el amigo. – El vive solito y cuida de las cosas con cariño.
–Si, ¡pero eso es legítimamente femenino!
–Eso era lo que yo quería que usted viese.
De hecho, otras cosas me llamaron la atención. Libros de recetas, cuadernos con formulas de confites y dulces, sobre la maquina de cocer una cajita con los utensilios de costura.
–Mi hijo, usted puede verificar que un cortejo de condiciones femeninas acompañan a nuestros hermanos que se desvarían en el sexo, conforme la vieja expresión del mundo. En verdad son apenas Espíritus de mujeres o Espíritus que aún vibran en la faja femenina, y reencarnaron con cuerpo de hombre. Mantienen a pesar de todo, los quehaceres y manías del otro sexo.
– Pensé que esas criaturas eran desequilibrados por cualquier motivo, por lo menos la ciencia terrestre así lo considera.
– La ciencia de la tierra – continuó Eleuterio – tendrá que rectificar permanentemente sus conceptos. A medida que los conocimientos científicos avanzan, el hombre va observando más lejos y con más claridad, y va modificando todos sus conceptos. Ni nosotros que vivimos en otras fajas vibratorias del Universo, retenemos la verdad integral.
En la medida que hablaba Eleuterio, su tórax y su cabeza se iluminaban. Entendí qué grande era su conocimiento sobre los seres y las cosas.
— El sexo neutro o tercer sexo – dice él – no significa dolencia o desvío, por el contrario, en cierto aspecto es progreso. Para que el Espíritu humano pueda alcanzar la Angelitud, tiene que liberarse del concepto vulgar del sexo. Como usted ya sabe, el ángel ya no es hombre ni mujer. Él engloba en la realidad los dos sexos en una tercera forma viviente. Está por encima de aquello que nosotros denominamos como Espíritu humano. Para que el Espíritu humano haga las travesías, tiene la necesidad de vencer los dos sexos, porque masculino o femenino, apenas son expresiones de aquello que se determinó llamar como sexo .o género.
Ver tema sobre homosexualidad en la obra, fuerzas sexuales del alma, Jorge Andrea.
CAPITULO XXXIV
Nexos del pasado
Yo aún estaba bajo el impacto de las revelaciones.
Cuando más penetraba en el misterio de la vida, más comprendía que nada sabía en fase del conglomerado de hechos, acontecimientos y lazos de la vida eterna. El hombre, heredero de Dios, se sitúa en el plano de los acontecimientos cósmicos. La ignorancia humana alcanzaba las fajas oscuras de lo desconocido. ¿En verdad, qué sabíamos nosotros? ¡Nada! En el vientre de las sombras yacía cerrado y silencioso para los ojos y los oídos humanos, el conocimiento sobre las cosas maravillosas de Dios.
La noche nos atraía con su oscuridad acogedora.
Mi mente, a pesar de todo trabajaba con la preocupación del problema del homosexualismo. Eso de que dos hombres o dos mujeres se unieran en vida conyugal, y que Dios en el libre albedrío que le concedió al hombre, no les impida amarse, me resultaba sorprendente
El amor espiritual nada tiene que ver con sexo, es verdad, pero sí, a veces con un pasado milenario. Nadie se encuentra en este mundo con alguien por primera vez. No hay acaso y todo ocurre por la existencia de leyes inexorables e inmutables dentro de las cuales el hombre vive. El amor verdadero, espiritual, es como el perfume de la flor que transciende el deseo de querer o no querer.
Esos pensamientos me dominaban la mente, recordando viejas enseñanzas de Eleuterio.
El amigo, escuchándome en la acústica del alma, me tomó del brazo amigablemente. El cielo estrellado era una invitación al sueño. Ahora caminábamos en la Tierra, bajo las estrellas. Paramos allí para aprovechar la vibración del ambiente y encontrar a un viejo amigo. Eleuterio me decía que nos teníamos que rehacer para contar con energías para el futuro. Después de aspirar energías bajo los rayos lunares, penetramos en modesta casa, donde el compañero nos esperaba.
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