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El Estado

Enviado por karla ayestaran


Partes: 1, 2

  1. Análisis y distinción de los Elementos del Estado que lo conforman a luz de la Constitución
  2. Clasificación de los fines del Estado
  3. Estado, Nación, Gobierno. Acepciones y Análisis
  4. Elementos: Territorio, Pueblo, Poder y Soberanía
  5. La legitimidad, Razón de Estado y Justificación del Estado
  6. Razón de Estado, Estado de Derecho y soberanía
  7. Situación del Estado actual en la Globalización
  8. Bibliografía

Análisis y distinción de los Elementos del Estado que lo conforman a luz de la Constitución

Definición :

La palabra Estado en términos jurídico – político se le debe a Maquiavelo, cuando introdujo esta palabra en su obra "El Príncipe" al decir: "Los Estados y soberanías que han tenido y tiene autoridad sobre los hombres, fueron y son, o repúblicas o principados. Los principados son, o hereditarios con larga dinastía de príncipes, o nuevos; o completamente nuevos, cual lo fue Milán para Francisco Sforza o miembros reunidos al Estado hereditario del príncipe que los adquiere, como el reino de Nápoles respecto a la revolución de España. Los Estados así adquiridos, o los gobernaba antes un príncipe, o gozaban de libertad, y se adquieren, o con ajenas armas, o con las propias, por caso afortunado o por valor y genio". Sin embargo, en términos generales se entiende por Estado a la organización política y jurídica de un pueblo en un determinado territorio y bajo un poder de mando según la razón.

Fines del estado:

Al fin del estado, lo que podemos visualizar desde una perspectiva trialista o tridimensional. Es decir:

Desde el orden de la realidad de los comportamientos políticos.

Es decir en la política como actividad que se despliega a través de conductas de gobernantes y gobernados, todo lo que se hace se hace para alcanzar un fin al termino de la actividad, habiéndolo imaginado, deseado y propuesto primero y antes en la intención.

Desde el orden de las normas jurídicas:

El fin del estado aparece descripto y formulado mediante normas sean estas escritas o no. La constitución del estado contiene la descripción de sus fines.

Si tomamos una constitución formal o escritura como la nuestra, el fin es enunciado fundamentalmente en el preámbulo, afianzar la justicia, promover el bienestar general, asegurar los beneficios de la libertad, consolidar la paz, promover a la defensa común..

En el orden del valor de la justicia:

El fin a que debe ajustarse el estado para ser justo es el bien común o la realización del mismo valor justicia.

El estado – cada estado empírico – debe promover el bien de la comunidad, la buena convivencia, justamente ordenada en beneficio de los hombres. Es fin es propuesto por el derecho natural, es el derecho que naturalmente tiene el estado y al que ha de dar acogimiento para no incurrir en desviaciones injustas.

Clasificación de los fines del Estado

Fines Objetivos:

Para este punto de vista, el fin de una cosa o de un ser está dado objetivamente por la propia naturaleza de esa cosa de ese ser. La causa final del ser determina su esencia y expresa su razón de ser. En el estado el fin es objetivo.

Fines Subjetivos:

No se trata de comprender que el fin objetivo, sin dejar de ser tal, es asumido y cumplido subjetivamente por cada estado, conforme a la circunstancia de lugar y de tiempo.

La teoría de los fines subjetivos tiene otro fines o sentido implica renegar de la existencia de un fin objetivo "dado" por la naturaleza a todo estado y admitir solamente que cada estado empírico tiene el fin específico y concreto que él mismo elige y se atribuye. Es fácil entender que si no hay un fin naturalmente objetivo, el estado ha de asignarse artificialmente un fin subjetivo.

Fines Particulares:

En alguna medida el fin subjetivo de cada estado es para él su fin particular. Sin embargo suelen considerarse fines particulares, no tanto los que subjetivamente elige cada estado si no más bien lo que dentro de los subjetivos, se forja un estado en un momento histórico determinado, casi diríamos como vocación suya a cumplir ocasionalmente.

Fines absolutos:

Son lo que desde una posición valorativa, se asignan al estado de modo inflexible, sin admitir desviaciones. De ningún modo el estado debe apartarse de ese fin. En alguna medida los fines objetivos pueden considerarse absolutas, pero en otro aspecto, una teoría de fines subjetivos también pueden preconizar, valorativamente que pese a no haber un fin naturalmente objetivo, el que subjetivamente elige el estado se absolutiza.

Fines relativos:

Un relativismo absoluto despoja al estado de fines objetivos y absolutos y convierte a los fines subjetivos en relativos. Una postura más moderada, ajusta los fines objetivos a las circunstancias cambiantes y a las necesidades históricas.

Fines universales:

La teoría del fin objetivo rige a tal fin en universal, es decir, en el fin que debe alcanzar todos los estados. De manera análoga, la teoría de fines absolutos. Pero también la de los fines subjetivos puede proponer dichos fines con el mismo carácter universal, no reservándonos para un estado, sino extendiéndolos a todos.

Fines exclusivos y fines concurrentes:

Los exclusivos: son los que incumben nada más que al estado.

Los concurrentes: son lo que, sin salir de su órbita, admiten participación y colaboración por parte de los individuos y de las sociedades imperfectas.

Estado, Nación, Gobierno. Acepciones y Análisis

Nación : El término se deriva del latín ''natio'', "nación", que etimológicamente significa: "lugar donde se nace" (del latín "nascere", que este último término significa "nacer"); pero desde el punto de vista de las ciencias sociales y políticas, la "nación" es una realidad constituida por un conjunto de seres humanos que además de tener un lugar común de nacimiento y de vida (el territorio), tienen una serie de características que los identifican y al mismo tiempo los distinguen de otros conjuntos de seres humanos: raza, idioma, costumbres, tradiciones, historia, religión, música, hábitos alimenticios, en síntesis una cultura que va moldeando el alma individual y colectiva de los pueblos, pero sobre todo un sentimiento común de tener un mismo destino.

La "nación" puede caracterizarse de modo genérico como un grupo social relativamente extenso cuyos integrantes poseen un sentido de pertenencia a él debido a rasgos culturales y a una conciencia histórica comunes, Los integrantes de una nación tiene una conciencia más o menos explícita, según los casos, de formar parte de una comunidad distinta a las demás. Esta conciencia nacional implica la identificación con valores culturales comunes, así como vínculos efectivos de solidaridad entre los integrantes de una nación.

La "nación" se define, por lo tanto, en términos esencialmente socio–culturales e históricos. Ello significa que a pesar de la diferenciación social y económica que haber al interior de una nación, subsisten vínculos comunes que establecen la solidaridad nacional. Es decir que las diferencias entre las castas, los estamento y las clases sociales que hay en una nación no impiden el desarrollo de la conciencia y el sentimiento de pertenecer a una comunidad nacional distinta a las demás.

La "nación" es un fenómeno colectivo en el cual puede coexistir la heterogeneidad de subgrupos, con intereses sociales y económicos específicos, con la homogeneidad de la conciencia y el sentimiento nacional. Es por ello que la nación es una comunidad integradora frente a los subgrupos que la conforman.

Para dar una definición de "nación", primero es preciso analizar el concepto. Concretamente, la "nación" tiene una serie de géneros y especies. Los géneros son tres: nación biológica, nación antropológica y nación política. A su vez, la nación biológica tiene tres especies. La primera se refiere al individuo, al organismo viviente; ahí está el concepto original de "nación" –decíamos–, proveniente de nascor ("nacer", en latín). Es decir, nación es lo que ha nacido. En cuanto al concepto de nación antropológica, cabe decir que este concepto tiene ya características específicamente humanas, entre las cuales se halla el carácter institucional de las actividades de los hombres y la racionalidad, que radica en la manipulación de las cosas externas. Es también un concepto oblicuo, porque proviene de las naciones periféricas al Imperio romano, donde se cuece la idea de nación. Esos grupos que rodean al Imperio son gentes o naciones étnicas, grupos humanos que están en la periferia del Imperio. Cuando estas naciones se integran en la sociedad política (reino, Estado, imperio, etc.) se convierten en naciones étnicas no políticas. Como ejemplos, puedo citar las naciones en las que durante la Edad Media se clasificaban los mercaderes de mercados tan lejanos entre sí como París o Medina del Campo, y que carecían de cualquier sentido político; otro tanto sucedía con los colegios mayores de las universidades, donde los alumnos se clasificaban por su nación, que era el lugar de origen.

Elementos: Territorio, Pueblo, Poder y Soberanía

Es imperioso precisar el contenido técnico de la palabra soberanía como referida al orden interno del Estado. Ya que es en el interior del Estado, en las relaciones de subordinación, entre los poderes sociales por una parte, y el poder político por la otra, donde existe soberanía. Aún cuando usualmente se hable de soberanía exterior de un Estado en sus relaciones con los demás miembros de la comunidad internacional, en realidad se alude al derecho a la autodeterminación, en otras palabras a la independencia. Querer aplicar el término soberanía, en su sentido estricto de supremacía, al terreno de las relaciones interestatales es incorrecto y contrario a la igualdad jurídica que debe existir entre los estados.

La importancia práctica del concepto de soberanía, en la teoría política y jurídica, es puesta de manifiesto por Georg Jellinek (en su Teoría General del Estado): "La soberanía es en su origen histórico, una concepción de índole política, que solo más tarde se ha condensado en una de índole jurídica. No se ha descubierto este concepto en el gabinete de sabios extraños al mundo, sino que su existencia se debe a fuerzas muy poderosas, cuyas luchas forman el contenido de siglos enteros"

Resumiendo, un Estado sin poder soberano es inconcebible, y un Estado con poder soberano que no esté sometido al derecho, no es un Estado, sino un simple fenómeno de fuerza.

La Soberanía queda limitada a la esfera de competencia del poder estatal. La soberanía no es un derecho del estado, sino un atributo de su esencia.

La legitimidad, Razón de Estado y Justificación del Estado

En Ciencia Política es el concepto con el que se enjuicia la capacidad de un poder para obtener obediencia sin necesidad de recurrir a la coacción que supone la amenaza de la fuerza, de tal forma que un Estado es legítimo si existe un consenso entre los miembros de la comunidad política para aceptar la autoridad vigente. En este sentido el término tiene sus orígenes en el derecho privado sucesorio y aparece vinculado a la política en relación con la restauración monárquica tras la Revolución francesa. Esta apelación inicial a criterios tradicionales como justificación ética del ejercicio personal del poder es aceptada por Max Weber como uno de los tres tipos de legitimidad junto con la legitimación carismática (los subordinados aceptan el poder basándose en la santidad, heroísmo o ejemplaridad de quien lo ejerce) y la legitimación racional (los subordinados aceptan el poder de acuerdo con motivaciones objetivas e impersonales); convirtiéndola prácticamente en sinónimo de legalidad.2

La legitimidad se funda sobre una convicción íntima y, por eso, puede cambiar según las personas. Se podría pensar que la existencia de un sistema de valores común a los ciudadanos de una nación los induce a compartir la misma concepción del derecho natural, al menos en sus grandes líneas. De manera general, las concepciones del derecho natural están mucho más impregnadas de preocupaciones legítimas y del sentido de lo "justo" que el derecho positivo es fundado sobre la ley y las diferentes fuentes del derecho.

La legitimidad es la vida, la vida hecha materia, es la posibilidad de transformar, es la esperanza del que se levanta día a día para entrar en contradicción con la realidad, Realidad que es contradictoria, colectiva, que cree en la otredad, procesual, móvil, del devenir, de la totalidad, esa realidad del oprimido, que no es estéril, por que es histórica, esa realidad que nos enfrenta y nos hace luchar, ser revolucionarios, porque constantemente estamos re-evolucionando lo existente, por que no nos sirve y necesitamos, exigimos que nos sirva, porque para algo existió en algún momento y fue para que lo transformáramos constantemente, no es estática, es por ello, que en el transcurrir del tiempo, hemos conquistado espacios diferentes, porque además creemos en la diversidad y la pluralidad.

La legitimidad exige, más allá de la legalidad, el consenso o la aceptación de los participantes afectados. Para alcanzar un acuerdo válido es necesario que todos los afectados hayan podido participar simétricamente, con razones y no con violencia, y hayan llegado a aprobar algo que gane la aceptación de todos (o al menos de una mayoría determinante). Si la aplicación injusta de la ley (por un juez injusto) o una institución que ha perdido aceptación (por ejemplo el poder del virrey para Hidalgo) se impone a alguien que no ha sido convencido de que la interpretación de la ley y su aplicación al caso concreto es justa, el tal acto puede denominarse superficialmente de legal, pero no de legítimo. La legitimidad agrega al cumplimiento objetivo de la ley la convicción subjetiva a las razones aducidas en su aplicación. Forzar coactivamente una interpretación o una aplicación dudosa de la ley ante un pueblo no convencido, que no adhiere al consenso que pretende el juez (y ese pueblo no acepta al juez por razones objetivas que le permiten suponer que se trata de una aplicación injusta), podrá llenarse la boca de que es legal, que tiene "legalidad" y que hay que "respetar a las instituciones", siendo que en verdad no puede alcanzar la plenitud de la "legitimidad" por su inocultable injusticia.

La legalidad y legitimidad son algo muy diferente. Alguien puede cumplir la ley formalmente, fríamente, no respetando su "espíritu" (y aun siendo objetivamente injusto, como en el caso de los jueces de Sócrates), y por ello podría ser legal, pero, sin embargo, no alcanzaría la "legitimidad". El puro cumplimiento de la ley, la legalidad, no tiene la fuerza de la legitimidad

LEGITIMIDAD DEL PODER CONSTITUYENTE: El poder constituyente se considera legítimo cuando proviene de la capacidad política que tiene el pueblo para ejercer la función constituyente siempre y cuando esa expresión sea genuina, espontánea y libre del sentir colectivo. No es cuestión jurídica

El concepto de la Razón de Estado tiene relaciones con un conjunto muy importante de conceptos jurídicos y políticos.

Se puede afirmar que de los numerosos vínculos entre el mundo de lo jurídico y el de lo político, el más característico es el del problema de la legitimidad, o para hacer un uso técnico del vocabulario el problema de la justificación del Estado.

Hay que distinguir claramente, como enseña el jurista y politólogo alemán Hermann Heller, entre las respuestas a la cuestión del sentido o fin del Estado y la problemática de la justificación del mismo, ya que una cosa es explicar el origen del Estado como institución y otra distinta es preguntarse por qué debe existir el Estado; toda explicación se refiere al pasado, mientras que la justificación se proyecta al futuro. Heller agrega que, para justificar al estado hay que partir de relacionar la función social del Estado con la función jurídica.

Para buscar la respuesta al sentido del Estado se puede acudir al método histórico; en cambio para analizar lo relativo a su justificación hay que acudir al método filosófico, más precisamente a la Filosofía del derecho.

H. Heller (en su Teoría del Estado) presenta una innovadora síntesis dialéctica que combina lo realmente útil del derecho natural, ya sea de raigambre teológica como racionalista, con el positivismo jurídico; al postular que los principios jurídicos tienen fuerza moral pero carecen de certeza de contenido y de aplicación, en tanto que los preceptos jurídicos positivos creados por un legislador solo nos pueden ofrecer una pauta de legalidad pero que nada dicen de la justicia del derecho.

El Estado se justifica, solamente, por ser la institución que brinda seguridad jurídica. Pero no hay que interpretar la afirmación en un sentido restringido, ya que cuando se piensa en una institución para la seguridad jurídica, quieresé decir normas jurídicas generales y abstractas que tengan certidumbre de contenido y ejecución con un claro marco de referencia moral (o suprapositivo). Así mismo hay que distinguir la justificación del estado, de la justificación de la autoridad política (cuestión que Heller reserva para la ideología)

Foucault al analizar la Razón de Estado como un poder del gobierno del Estado, actualiza la terminología a punto tal de confundir la razón de Estado con la justificación del mismo, al plantear "la razón de estado no es el imperativo en nombre del cual se puede o se debe atropellar otras reglas, sino que es una nueva matriz de racionalidad". Las conclusiones de Foucault son válidas, en tanto no pretendan ser una teoría de la justificación del estado, basándose unilateralmente en una especie de racionalidad metafísica.

En todo caso, deberemos ver en la justificación del Estado los límites actuales del concepto de la razón de Estado, o sea que no se alteren las bases de su legitimación.

Razón de Estado, Estado de Derecho y soberanía

A partir de la edad contemporánea, a tono con el movimiento antiabsolutista, el pensamiento político engendró nuevas formas de instituciones políticas, que fueron relativizando los conceptos -como el de Razón de Estado- que habían sido necesarios en la edad moderna.

El concepto de Estado de Derecho se remonta al jurista alemán Robert Von Mohl (Das Rechtstaat, 1830). Posteriormente se abrió la puerta del debate respecto a las relaciones entre la forma de gobierno y que debía entenderse por estado de derecho.

Hans Kelsen identifica, generalmente, estado y derecho, e iguala a la Autocracia con la Democracia en el sentido que ambos son Estado de Derecho, ya que el derecho no es un elemento del Estado, y mucho menos un elemento del estado de Derecho, sino una cualidad de todo Estado. Afirma Kelsen (en Allgemaine Staatslehere): "negar el carácter jurídico a un régimen despótico no es sino una ingenuidad".

Resumiendo: un estado constituido legalmente, apegado a los principios generales del derecho y que aspire a la justicia… es un Estado de Derecho tanto para los positivistas como para los iusnaturalistas (en sus variaciones: teológica y racionalista). Ahora bien si se tiene un estado constituido legalmente pero inadecuado a los principios jurídicos y por lo tanto injusto… para los positivistas es Estado de Derecho, aunque para los iusnaturalistas no.

Ya en el siglo XX, el concepto de Estado sigue un proceso evolutivo (lo que hay que tener en cuenta para llegar al concepto de Razón de Estado). El concepto norteamericano de Estado de Derecho a partir de las primeras décadas del siglo pasado es el del Welfare State, que amplía los horizontes de significado adaptándolo a nuevas realidades y dotándolo de nuevos roles. Con la Constitución mexicana de Querétaro en 1917 y la de Weimar (Alemania) de 1919, comenzó a generalizarse el término Estado Social de Derecho. No es el propósito de este trabajo analizar las transformaciones en el rol del Estado, sino tan solo su evolución conceptual, en especial las características que vinculan a lo político con lo jurídico.

De esta forma llegamos a lo que el pensador alemán Georg Jellinek presenta como el mejor concepto de Estado de Derecho, con garantías para los gobernados y un estricto apego a las facultades en las que el Estado se limita a sus funciones conferidas por la ley, por lo tanto se afirma "la sumisión del estado al Derecho".

Una de las manifestaciones más críticas de los conflictos entre lo jurídico y lo político es cuando la Razón de Estado es utilizada en forma de actos que implican la soberanía del Estado.

Se puede definir a la soberanía como el poder supremo del Estado, sobre el cual no existe ningún otro poder.

Es decir que la soberanía es un poder relativo a las cosas del Estado, por lo tanto el límite de la soberanía viene dado por el sentido o fin del Estado.

Al postular que un poder es supremo, se presupone que los hay subordinados, una noción de jerarquía, y esa jerarquía de las ordenes está determinada por la jerarquía de los fines.

El bienestar de la comunidad tiene generalmente un rango superior al bien particular o individual; de esta forma el bien público contiene en potencia la idea de soberanía.

La institución que tiene a su cargo la obtención de la paz y la tranquilidad, la creación y el cumplimiento de las leyes, etc. Debe poseer un poder tal que le permita imponer de manera obligatoria sus decisiones. Esto no equivale a decir que se trate de un poder absoluto, omnímodo; en el Estado de Derecho contemporáneo la soberanía es un poder legítimo, es decir que actúa dentro de la juridicidad.

Conclusiones provisorias: "Razón de Humanidad" o la Razón de Estado frente a la globalización

Si intentamos ser estrictos en el uso del vocabulario técnico del Derecho Político, en Maquiavelo más que una Razón de Estado, lo que se propone es lo que se podría denominar razón de gobierno, razón del poder o razón política. Ya que, como se señaló, no debe ser llamada Razón de estado cualquier argucia o método que persigue un fin distinto al fin del propio Estado.

El término Razón de Estado ha sido manipulado, incluso se han postulado presuntas distinciones entre Buena o Mala Razón de Estado. En conclusión la denominada mala Razón de Estado no es Razón de Estado; la que algunos llamaron "buena" es la única que puede en la actualidad aceptarse conceptualmente como Razón de Estado. El concepto mala razón de estado es intrínsecamente contradictorio; como sería contradictorio hablar de mala justicia, se habla directamente de justicia.

Aspectos generales a tener en cuenta:

a) Debe ser RAZON

La palabra razón debe ser tenida como sinónimo de motivo o causa. Es decir, la Razón de Estado debe estar supeditada al motivo y causa del Estado (lo que implica el fin y la justificación).

así mismo la Razón de Estado no puede ignorar ni ir en contra de la razón humana; debe ser por tanto, razonada y razonable, y respetar los principios lógicos de la razón, como el principio de no contradicción, el uso de premisas correctas y verdaderas para su validez, tanto jurídica como moral -o supra jurídica-

En efecto, es que aduciendo a razones superiores o anteriores a la ley, el órgano o la autoridad política, puede (e incluso, excepcionalmente, debe) contravenir el derecho positivo. Siempre y cuando ordene sus acciones a los motivos y las razones del Estado en su totalidad.

b) Debe ser ESTADO

Es decir que el objeto de estudio debe ajustarse a los postulados que doctrinariamente se aceptan como elementos existenciales. Con la Razón de Estado no se puede ir en contra del hombre, dado que el territorio, el gobierno con soberanía y la ley como atributo de esa soberanía, están allí para servir al hombre y no al revés. Tal contrasentido sería opuesto a toda razón y al fin del estado.

Finalmente, ante el escenario de la tan mentada globalización, se afirma con Yehezekel Dror y también con Ulrich Beck, que por primera vez en la historia de la humanidad, la acción humana tiene capacidad para ejercer influencia sobre fenómenos globales críticos para la supervivencia humana.

Hay realidades inevitables: el Estado ya no se basta a si mismo. El mundo entero es cada día más una sociedad de sociedades, con actores conocidos y otros totalmente nuevos. Por lo que Dror plantea la necesidad de la búsqueda de una nueva Razón de Estado, que denomina Razón de Humanidad.

No parece probable dar marcha atrás a la globalización, está aquí para quedarse. La cuestión es cómo hacerla funcionar.

La sociedad internacionalizada exige por su propia naturaleza la existencia de instituciones y reglas que logren un orden verdadero (y justo).

El Estado no está por desaparecer, como plantean algunos, pero está mutando… y la Razón de Estado cambia cuando el estado cambia su forma.

Es urgente: hay que plantear una Razón de Estado Solidaria, para acompañar las evoluciones que los siglos XX y XXI han representado (y representan) a los conceptos Razón y Estado.

El gobernante del presente y del futuro debe aprender a ver en la Razón de Humanidad o Razón de Estado Solidaria un instrumento decidido en la búsqueda cotidiana del bien común y la paz, y un recurso legítimo y dotado de fuerza soberana en la defensa de los bienes de la sociedad humana

Situación del Estado actual en la Globalización

El neoliberalismo

Antecedentes

Es tan legítimo afirmar hoy que el liberalismo es la ola del futuro como lo era hace un par de décadas decirlo del socialismo. De hecho, bajo formas benignas o malignas, el socialismo prevaleció en el mundo hasta bien entrados los años Setenta. Luego, vino la desilusión. ¿No podría ocurrir algo similar con el Neoliberalismo? Todo buen liberal tendría que preguntárselo.

La preocupación surge al recordar que en el siglo XIX hubo también una oleada de libertad. No existe latinoamericano que no pueda señalar alguna etapa, larga por lo general, cuando su país funcionó bajo el amparo de una constitución liberal, nuestro país, no es excepción

A América latina no le iba mal con el primer liberalismo que acogió en el siglo XIX. Pero un día lo abandonó. Lo aplicaba. Lo aprovechaba. Nunca creyó del todo en él. En una hora de prueba, cuando estalló la crisis económica de 1929, retrocedimos hacia la zona autoritaria de los golpes militares, hacia la zona regresiva del paternalismo económico.

"Los valores de los latinoamericanos, ¿son ahora liberales? ¿O tomaremos otra vez el camino liberal por curiosidad, por frivolidad, por ofuscación?…Cuando venga el liberalismo, no nos dará nada. Nos invitará, sí, a arriesgarlo todo. Recibirlo como una solución que cae, como el maná, de arriba y de afuera".

El Neoliberalismo se origina en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, éste, es heredero de las teorías neoclásicas de finales del siglo XIX; pero es en los años setenta cuando comienza su auge a nivel internacional al iniciarse la crisis en la teoría Keynesiana, que no pudo encontrar respuestas a diferentes problemas que han angustiado al mundo en las últimas décadas.

Entre sus principales exponentes tenemos:

En Europa Occidental: los economistas Ludwig Von Mises, Wilhem Roepke y Frederik Von Hayek; los filósofos Karl Popper y Raymond Aron y el periodista Jean Francois Revel.

En Estados Unidos: los economistas Milton Friedman, Paul Samuelson y Jefri Sachs.

En América Latina: el periodista Carlos Rangel, el economista Luis Pazos.

El Neoliberalismo como ideología

El modo más sutil que puede arbitrar una ideología para imponerse y perdurar es proclamar la muerte de las ideologías y mostrarse bajo otro semblante, por ejemplo, la ciencia. Es lo que sucedió por casi un siglo con el positivismo. La ciencia positiva hace las veces de la política, la filosofía y la teología, y siempre como evidencia apodíctica y sagrada. Y así, disentir razonablemente de una hipótesis científica, pasa a ser un sacrilegio y una rebelión; y el que se atreve a tanto no merece el honor de una respuesta científica sino la marginación condescendiente o brutal: ha perdido la contemporaneidad y no tiene sentido dirigirle la palabra.

Eso pasa hoy con el Neoliberalismo. Es un modo de practicar la economía política que está alcanzando vigencia planetaria. Pero el que esta práctica haya logrado imponerse no significa la convalidación de sus postulados; sólo atestigua la contundencia de los medios (tanto políticos como económicos).

"Se ha demostrado que los organismos de decisión política o administrativa no obedecen al tipo de comportamiento altruista que postuló, con cierta ingenuidad, el intervencionismo económico del siglo XX".

El Neoliberalismo como ideología Política:

El postulado principal del Neoliberalismo es que la competencia pone a funcionar hasta el tope las energías latentes en los individuos que conforman el todo social, y así la extrema movilidad que se genera, tras una etapa dolorosa de ajustes, provoca una sociedad de bienestar. Para que este postulado se realice, el Estado no puede sobre proteger al pueblo: el populismo o la planificación central mantienen al pueblo en perpetua minoridad; al atrofiarle la iniciativa y la responsabilidad lo mantienen no sólo improductivo para la sociedad sino débil y carente de valor a sus propios ojos.

"El liberalismo económico defiende el mercado como instrumento productivo: para asignar los recursos escasos de la sociedad a sus usos o empleos alternativos a través de los precios libre, porque se respeta de ésta manera las prioridades de la gente en esas asignaciones, y no se imponen las de los elencos políticos y burocracia.

Como los precios (libres) de los productos finales son espejo en el cual los criterios de valorización de la gente se reflejan de manera directa e inmediata, el liberalismo económico defiende también en principio al mercado como instrumento distributivo del producto social; porque es menos imperfecto que los instrumentos estatales. También sus criterios de distribución reflejan – aunque indirectamente – las preferencias, valorizaciones y prioridades de la gente: los precios de los bienes y servicios finales determinan los precios de los factores – entre ellos el trabajo -; y estos a su vez determinan sus ingresos, que constituyen la vía de distribución del mercado. Los instrumentos estatales de distribución del ingreso en cambio se prestan – no siempre inevitablemente – a diferentes formas de distorsión y corrupción. Entre ellas, la de ser distribuidos o negados en función de criterios discriminatorios".

Igual que la nación tiene que salir al mercado del mundo, el pueblo debe salir también al mercado nacional pagando los servicios y el consumo en su valor real y sometiéndose todos al mercado de trabajo. Tampoco el Estado puede sobreprotegerse a sí mismo y entrar en el mercado como si fuera una corporación privada. El Estado es público; su función sería crear condiciones para que funcione el mercado y velar porque no se alteren. Su finalidad es velar por el bien común, no realizarlo. Ese bien lo realizan los ciudadanos a través de las organizaciones económicas en la concurrencia del mercado.

El Neoliberalismo como propuesta económica:

El Neoliberalismo es una doctrina filosófica que tiene ramificaciones en todos los campos de las ciencias sociales. Los neoliberales se dedican a ensalzar la competencia capitalista, afirmando que el mecanismo de esta última garantiza automáticamente las mejores condiciones para la evolución de las fuerzas productivas.

"Una peculiaridad del Neoliberalismo es que combina la exaltación de la libre competencia y de la restauración automática del equilibrio con el reconocimiento de la necesidad de la intromisión del Estado en la economía. Lo peculiar de esta argumentación reside en que la defensa de la intervención del Estado en la economía se presenta como una lucha por la libre competencia".

La argumentación del Neoliberalismo es que la libre competencia es el estado ideal de la economía, pero no siempre puede ponerse en vigor, porque los monopolios la contrarrestan. Esta reacción puede ser superada y la libre competencia puede ser restablecida tan sólo aplicando una serie de medidas de política económica.

La teoría de los neoliberales se basa, en forma enmascarada, en la idea del papel decisivo del Estado en la economía, es decir, el rol del Estado debe ser el de promover la libre competencia.

Características del Neoliberalismo Económico

Según el escritor venezolano Fernando Salas Falcón:

  • Defienden un mercado altamente competitivo.

  • Aceptan la intervención del Estado en la economía, como árbitro o promovedor de la libre competencia.

  • Se oponen al acaparamiento y a la especulación.

  • Se oponen a la formación de monopolios y oligopolios

  • Se oponen a la fijación compulsiva de salarios por el Estado.

  • Rechazan la regulación de precios por el Estado, ya que deben fijarse en base a la relación oferta/demanda.

  • Se oponen a la creación compulsiva de empleo.

  • Se oponen al gasto público burocrático.

  • Defienden el libre comercio internacional.

  • Defienden la libertad de contratación del trabajo y la libre movilidad de los factores de producción.

El Neoliberalismo como Propuesta Antropológica

Detrás del objetivo de la sociedad de bienestar hay una propuesta antropológica que está siendo internalizada en los ambientes ganados por el Neoliberalismo. En términos éticos suena así: "lo moralmente bueno, lo que debe procurarse como bien para sí mismo y para la sociedad es producir (aumentar la productividad, cualificarse, rendir al máximo de las posibilidades), consumir (comprar las marcas más prestigiosas, exigir calidad, acceder según las preferencias a lo que se propone como deseable) y exigir los propios derechos Lo demás debe dejarse a los que gerencian la sociedad (el Estado, los Medios de Comunicación Social…). Es completamente disfuncional para la sociedad y desestabiliza y frustra a la persona el que se preocupe del todo social, de la suerte de los pobres. En todo caso, si a alguien le inquieta esto, que se deje de elucubrar o pretender; que deje, pues, lo que se llama política, y que se meta pues a cualquier asociación benéfica, privada, por supuesto: se sentirá bien, empleará su tiempo libre y no causará problemas a su relación con el todo social ni a la sociedad como todo".

En este esquema nada convoca personalmente a los ciudadanos; estos no son llamados como cuerpo social a nada que los trascienda. En rigor la sociedad no existe como campo posibilitante de las preferencias de cada cual. La idea de la humanidad como cuerpo social que se propone fines carece totalmente de sentido. "De ahí el refugio en la familia como pequeña tribu o el resurgimiento de lo étnico, la tribu grande, como restos de sentido o lugares de reunión". Pero este cultivo en las raíces, sin proyección trascendente, amenaza con convertirse en un egoísmo colectivo.

Lo que encubre el Neoliberalismo

Se tildó al Neoliberalismo de ideológico, porque encubría lo que es: economía política. Proclamar el fin de la política es su modo de hacer política. Con esta consigna han conseguido convencer a los políticos y tomar los Estados, y con ella someten al pueblo al convencerle del carácter inexorable de sus propuestas. El Neoliberalismo ha sido tremendamente exitoso como proyecto político. Y la consecuencia de tomar el Estado no ha sido disminuirlo, por el contrario, lo han empleado a fondo para cambiar las estructuras, resistiendo tremendas presiones.

Y ni en el aspecto económico lo han disminuido; han retirado los recursos de la subvención de servicios para canalizarlos al capital financiero, a la reconversión industrial y al mantenimiento del sistema. Tampoco se ha abandonado el proteccionismo: la compra de importantes empresas o más aun de grupos enteros por parte de transnacionales extranjeras es en los países centrales una decisión política, en el sentido estricto de que está en manos del Estado, en tanto para nuestros países se predica la apertura irrestricta, la completa transnacionalización.

EL IMPERALISMO

El origen del imperialismo se remonta a la antigüedad y ha adoptado distintos modelos a lo largo de la historia, siendo algunos de ellos más frecuentes que otros dentro de un periodo histórico concreto. En el mundo antiguo la práctica del imperialismo daba como resultado una serie de grandes imperios que surgían cuando un pueblo, que generalmente representaba a una determinada civilización y religión, intentaba dominar a todos los demás creando un sistema de control unificado. El imperio de Alejandro Magno y el Imperio romano son destacados ejemplos de esta modalidad.

Por el contrario, el imperialismo europeo de comienzos de la era moderna (1400-1750) se caracterizaba por ser una expansión colonial en territorios de ultramar. No se trataba de un país que intentaba unificar el mundo sino de muchas naciones que competían por establecer su control sobre el sur y sureste de Asia y el continente americano. Los sistemas imperialistas se estructuraron de acuerdo con la doctrina del mercantilismo: cada metrópoli procuraba controlar el comercio de sus colonias para monopolizar los beneficios obtenidos.

A mediados del siglo XIX apareció otra variante, el imperialismo del librecambio. Esta modalidad perduró en este periodo pese a que el mercantilismo y la creación de imperios oficiales estaba disminuyendo de forma significativa. El poder y la influencia de Europa, y sobre todo de Gran Bretaña, se habían extendido de manera oficiosa, esto es, haciendo uso de vías diplomáticas y medios económicos, en lugar de seguir canales oficiales como la creación de colonias. Sin embargo, el imperialismo basado en el librecambio desapareció pronto: hacia finales del siglo XIX las potencias europeas habían vuelto a practicar el imperialismo consistente en la anexión territorial, expandiéndose en África, Asia y el Pacífico.

Desde que terminó la II Guerra Mundial y la mayoría de los imperios reconocidos se disolvieron, ha prevalecido lo que podríamos calificar como el moderno imperialismo económico, donde el dominio no se manifiesta de manera oficial. Por ejemplo, Estados Unidos ejerce un considerable control sobre determinadas naciones del Tercer Mundo debido a su poder económico y su influencia en algunas organizaciones financieras internacionales, tales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Del mismo modo, las potencias europeas han seguido interviniendo de forma significativa en la vida política y económica de sus antiguas colonias, por lo que han sido acusadas de practicar el neocolonialismo, que consiste en ejercer la soberanía de una nación sin que exista un gobierno colonial oficial.

Justificaciones del imperialismo

Las razones por las cuales los estados han aspirado a crear imperios a lo largo de la historia son de diversa índole, y podrían clasificarse, en términos generales, dentro de tres grupos: económicas, políticas e ideológicas. Asimismo, pueden distinguirse diversas teorías en razón del elemento al que se dé más relevancia.

Los móviles económicos

Los intereses económicos son los más habituales cuando se trata de explicar este fenómeno. Los defensores de esta concepción sostienen que las naciones se ven impelidas a dominar a otras para expandir su economía, adquirir materias primas y mano de obra, o para dar salida a los excedentes del capital y producción. La teoría más notable que vincula el imperialismo con el capitalismo es la de Karl Marx. Lenin, por ejemplo, consideraba que la expansión europea del siglo XIX era la consecuencia inevitable de la necesidad de las economías capitalistas europeas de exportar su excedente de capital. Del mismo modo, los marxistas contemporáneos explican la expansión de Estados Unidos en el Tercer Mundo basándose en imperativos económicos.

Los móviles políticos

Partes: 1, 2
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