La formación de cadenas productivas del turismo como eje del desarrollo local
Enviado por Lisset Cándano Viñas
Introducción
El mundo de hoy se identifica por la presencia de grandes desequilibrios, producto entre otras causas a la globalización, fenómeno que ha dado paso al fortalecimiento de empresas trasnacionales y multinacionales, que controlan de forma total el mercado internacional.
Un análisis realizado por León Segura (2010) destaca que la economía mundial se puede caracterizar en la actualidad por la presencia de economías altamente monopolizadas, con empresas trasnacionales como base de dicha economía, donde la nueva división internacional del trabajo se caracteriza por bajos salarios y exceso de desempleo; la acentuación del capital financiero trae como resultado una globalización de las bolsas de valores; la existencia de profunda dependencia de unos países con respecto a otros; la privatización y explotación de los recursos naturales y la profunda interconexión de las economías de los diferentes países.
En los años 1960 y 1970, la expansión del turismo en regiones en desarrollo creó expectativas optimistas de que las actividades relacionadas con el turismo promovieran el desarrollo de las poblaciones locales. Además, se atribuyó al turismo un gran potencial para mejorar indicadores económicos como el empleo, el ingreso, la balanza de pagos y la recaudación tributaria.
En Cuba, país que transita hacia el socialismo a partir de características como subdesarrollo y economía abierta, donde la propiedad estatal, la planificación centralizada y los sistemas organizados verticalmente son los que identifican la estructura económica, la problemática del desarrollo local ha adquirido relevante importancia en los últimos años, por las potencialidades endógenas que poseen los municipios y la necesidad de avanzar en los procesos de descentralización.
El reordenamiento de la política económica y social en el presente viene dado por la actualización del modelo económico, que se identifica por la descentralización, que brinda protagonismo e impulsa el aprovechamiento de los recursos e iniciativas locales. Todo esto apoyado por los Lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, específicamente por los siguientes: 37, 61, 103,136, 178, 180, 185, 191, 206, 207, 217, 263, en los cuales el desarrollo forma parte de la gestión local.
Esta investigación tiene como objetivo analizar las bases teóricas y metodológicas para la formación de cadenas productivas locales en función del turismo, de manera que se establezcan los nexos entre el desarrollo local y la actividad turística como eje central del mismo. Se hace referencia a las generalidades sobre el desarrollo local, así como al papel del turismo en el desarrollo local a partir del tratamiento de conceptos como la cadena de valor del turismo y las cadenas productivas locales.
Desarrollo
La relación Turismo-Desarrollo local: la formación de cadenas productivas locales en función del turismo
El turismo como eje del Desarrollo Local
Según la Organización Mundial del Turismo (OMT) (Vidal, 2007:2), "el turismo se ha convertido en la primera actividad económica de muchos países y en la de más rápido crecimiento en ingreso de divisas y creación de empleo. El turismo es transversal e influye en muchos sectores económicos que de forma directa o indirecta participan en él. Así además de ser una de las principales fuentes de empleo, estimula inversiones en infraestructura (desde carreteras, ferrocarriles, aeropuertos y hasta instalaciones públicas de ocio, deportivas y médicas) que no solo benefician al turista sino también a los habitantes del territorio".
El turismo es considerado uno de los más importantes sectores socioeconómicos mundiales, aunque, en realidad, no constituya una industria puesto que representa una opción de gastos en diferentes bienes y servicios para los viajeros en el punto de destino. Como propone la Organización Mundial del Comercio (OMC), a diferencia de otros servicios, el turismo (viajes en la clasificación de balanza de pagos adoptada por la OMC): "no es un tipo específico de servicio sino un conjunto heterogéneo de bienes y servicios consumidos por los visitantes en los destinos turísticos" (OMC, 2009:167). Los bienes y servicios englobados más comúnmente son el alojamiento, los alimentos y las bebidas, servicios financieros y seguros, los servicios relacionados con el esparcimiento y el transporte, los regalos y los recuerdos (en el país/ciudad visitado(a)). Las estadísticas sobre el turismo son colectadas a partir de estimaciones de los gastos de turistas nacionales y extranjeros, siendo que los gastos de los turistas extranjeros (turismo receptor) son computados como exportación de turismo (viajes); mientras que los gastos de los turistas locales en otro país (turismo emisor) son computados como importación de turismo (viajes).
"El desarrollo turístico puede definirse específicamente como la previsión y el mejoramiento de las instalaciones y servicios idóneos para satisfacer las necesidades del turista, y definido de una manera más general, puede también incluir los efectos asociados, tales como la creación de empleo y la generación de ingresos" (Pearce, 1991:14). Tal definición hace referencia en su primera parte a la estructura socio-productiva que en los centros turísticos posibilita que el visitante disfrute de los recursos que ofrecen las instalaciones y de esta forma satisfacer sus necesidades. En la parte final, se destaca el impacto económico de la actividad turística.
En la década del 90, los cambios de contexto, de paradigma socioeconómico así como la persistencia de los efectos económicos positivos considerados en el turismo (generación de ingresos y empleo principalmente), hicieron que la idea de que el desarrollo turístico pueda generar al desarrollo nacional perdiera vigencia, y dieron fuerza a una nueva línea de equivalencia entre el desarrollo turístico y desarrollo acotado ahora al plano local.
En la relación entre turismo y desarrollo local, Juan Carlos Mantero considera que este es una estrategia cuyos actores son los beneficiarios, y coincide en que la cultura es sostén principal para movilizar las energías locales. "El desarrollo no depende solo de los grandes sistemas socioeconómicos ni de las instituciones centralizadas y que sí tiene relación con las microiniciativas y la microeconomía que radica en producir y consumir de otro modo, en establecer modos y medios de producción que responden a otras preocupaciones, a otros objetivos, a otros valores, haciendo que las actividades de producción contribuyan a mejorar la calidad de las relaciones sociales en vez de someter la sociedad a sus exigencias" (Mantero, 2004:20). En relación a la complejidad de la actividad turística, reconoce que son aplicables las dimensiones del desarrollo local: social, identitaria, económico-productiva y política sistémica (Varisco, 2008:79).
El destino turístico local
Según la OMT (2005:10) "el destino es un espacio físico en el que el visitante pasa al menos una noche. Incluye productos turísticos tales como servicios de apoyo y atracciones y recursos turísticos en un radio que permite ir y volver en el día. Tiene unos límites físicos y administrativos que definen su gestión e imágenes y percepciones que determinan su competitividad en el mercado. Los destinos locales incorporan a diversos grupos, entre los que se encuentra a menudo la comunidad anfitriona, y pueden establecer lazos y redes entre sí para constituir destinos mayores".
Ritchie y Crouch (2003) plantean en su modelo que las ventajas comparativas del destino nacen de los recursos que lo hacen atractivo para los visitantes, constituyendo así el elemento central de su propuesta de valor, lo que incluye tanto los recursos naturales como aquellos otros creados por la acción del hombre debido a razones que, a priori, no tienen una vinculación directa con el turismo, como por ejemplo la cultura, el patrimonio artístico o las infraestructuras. Por su parte, las ventajas competitivas están estrechamente vinculadas con la capacidad del destino para utilizar eficazmente esos recursos a largo plazo haciéndolo, por tanto, sostenible en el tiempo.
A partir de ahí, clasifican los factores que afectan a la competitividad del destino en siete áreas principales que configuran su cadena de valor:
De orden interno
Recursos y atractivos secundarios
Recursos y atractivos principales
Gestión del destino
Planificación, desarrollo y políticas del destino
Elementos calificadores y amplificadores.
De orden externo
Entorno competitivo (macroeconómico)
Entorno competitivo (microeconómico).
Para entender los principios de gestión y organización institucional de los destinos turísticos, hay que tener clara previamente la naturaleza de la actividad turística a la cual deben adaptarse. La naturaleza de la actividad turística como toda actividad económica, es posible analizarla desde dos puntos de vista: el de la oferta y el de la demanda. En la medida en que su confluencia en el mercado se produzca armónicamente, se alcanzará la eficiencia.
Las características intrínsecas a la actividad turística como el fraccionamiento de la oferta (transversalidad) y la territorialidad[1]hacen que el proceso de producción turístico difiera considerablemente del de otros sectores productivos, y que se le defina no como un sector económico, sino como una actividad transversal, fraccionada entre múltiples actores y vinculada a un territorio concreto. Son estas características las que justifican la necesidad de unos entes o sistemas de gestión "ad hoc" de los destinos turísticos, y que estos entes revistan múltiples y diversas formas atendiendo a la estructura y grado de madurez de la industria y del nivel de escala territorial que se esté considerando.
Generalidades sobre el Desarrollo Local
La discusión sobre Desarrollo Local se inició en el contexto de la crisis que sufrieron los países industrializados en la década del setenta, donde fue necesario imaginar otras formas de desarrollo que superaran cualitativamente las formas anteriores, por tanto, se revaloriza "la pequeña dimensión" como la respuesta acertada a la dinámica acelerada del cambio tecnológico, sustituyendo la creencia en las macrodinámicas, los grandes proyectos y polos industriales por "lo pequeño y lo local".
Se comienza hablar entonces de "desarrollo de iniciativas locales" o Desarrollo Local como la alternativa ante la crisis, orientada a movilizar el potencial humano a través de acciones locales en diversas áreas, como introducción de nuevas tecnologías, nuevas fuentes de energía, renovación de actividades tradicionales, innovación en la comercialización y en la prestación de servicios, la revitalización de la pequeña empresa, etc., y ligado a ellos como instrumento importante para movilizar los recursos humanos: la formación profesional y la capacitación; procesos que expresan la revalorización actual de la iniciativa individual y colectiva, con efectos múltiples sobre las sociedades de dinamización efectiva de los tejidos socioeconómicos locales, así como la entrada en escena de nuevos actores (Cárdenas, 2002).
El Banco Mundial en 1975 expone una definición de desarrollo aplicada al ámbito espacial, en el que el Desarrollo Local es entendido como: "una estrategia diseñada para mejorar el nivel de vida, económico y social de grupos específicos de población" (Cárdenas, 2002:26).
No es hasta finales de los ochenta que se inicia a nivel internacional un importante giro en las políticas de desarrollo, que se imponían "de arriba hacia abajo" mediante políticas macroeconómicas globales alejadas de las realidades locales y que desde entonces pasan a ser tratadas "de abajo hacia arriba" mediante políticas mixtas macro y microeconómicas centradas en promover el protagonismo del desarrollo local (Sotolongo, 2004, citado en Iglesias, 2011:237).
Alburquerque (2004) resume esta conceptualización como el enfoque de desarrollo desde abajo, que además de la satisfacción de las necesidades básicas y la mejora en la calidad de vida, considera también la mejora del empleo y las relaciones laborales, acceso a los activos como tierra, trabajo y formación, mejora en la distribución del ingreso y sustentabilidad ambiental. Para esto propone estrategias basadas en la potenciación de los recursos endógenos a través de la articulación de los sistemas productivos locales, fomento de la creación de nuevas empresas y mayor control del proceso de desarrollo por parte de los actores locales, estrategias que remiten a un rol más activo de los gobiernos locales en el diseño de políticas de desarrollo.
En este sentido plantea que "el enfoque del desarrollo económico local dista mucho de constituir un proyecto autárquico. Por el contrario, busca difundir el desarrollo desde abajo y con los actores locales, tratando de endogeneizar territorialmente las bases de sustentación del crecimiento económico y el empleo productivo. Con ello, además, se incrementan las posibilidades de aprovechar las oportunidades de dinamismo externo existentes" (Alburquerque, 2004:17).
Según Hernández (2004), la propuesta del desarrollo local no constituye por sí sola un marco general para el ejercicio de una nueva forma de gobernabilidad para una nación, sino que solo aporta, dentro de un modelo de desarrollo más amplio, la perspectiva de rescate del lugar y potencialidad de la localidad.
El Centro Latinoamericano de Capacitación y Desarrollo de los Gobiernos Locales (IULA/CELCADEL) concibe el desarrollo local a partir de la definición genérica de desarrollo económico, por lo tanto, el desarrollo local es el "proceso de crear riqueza a través de la movilización de recursos humanos, financieros, de capitales físicos y naturales para generar bienes y servicios transables. Es una estrategia al servicio del individuo y su promoción la realizan las autoridades locales, el sector privado y la comunidad en general" (Castillo, 2006, citado en Iglesias, 2011:240).
Por otra parte, Cotorruelo lo asocia a "un proceso de objetivos múltiples, que son: eficiencia en la asignación de recursos para la competencia territorial; equidad en la distribución de la renta y equilibrio del entorno medioambiental para la conservación del sistema productivo territorial" (Cotorruelo, S/A:2). Se trata según Francisco Alburquerque, de un "desarrollo capaz de extender en la mayor medida posible el progreso técnico y las innovaciones gerenciales en la totalidad del tejido productivo y empresarial de los diferentes territorios, a fin de contribuir con ello a una mayor generación de empleo productivo e ingreso, y a un tipo de crecimiento económico más equitativo en términos sociales y territoriales, y más sostenible ambientalmente (Alburquerque, 2001:61).
Otras concepciones refieren que "El desarrollo local consiste en crecer desde un punto de vista endógeno, también obtener recursos externos […]. El desafío pasa, entonces, por la capacidad que tienen los actores locales en cuanto a utilizar los recursos que pasan por, y quedan, en su ámbito territorial, para mejorar las condiciones de vida de los habitantes" (Gallicchio y Winchester, 2004, citado en Iglesias, 2011:241).
El Desarrollo Local se basa en factores materiales e inmateriales, siendo estos últimos casi más decisivos que los primeros. Entre el grupo decisivo de factores podemos citar como principales: la importancia de las empresas difusas, pequeñas y de núcleos poblacionales de tamaño reducido; la existencia de una sociedad cohesionada, basada en factores como la familia como elemento aglutinador y participativo a la hora de aportar mano de obra, asumir riesgos y canalizar ahorros y capital; en los valores, en la colaboración y la solidaridad, etc.; una historia conjunta; la actitud y el carácter de la población en general y de los trabajadores, microempresarios, mujeres, jóvenes u otros colectivos; el consenso y la coordinación existente entre el grupo social; la supervivencia o no de tradiciones artesanas y oficios; la familiaridad o no con los mercados internacionales; los recursos y capacidades financieras existentes en el propio territorio, su aprovechamiento y por último el nivel de infraestructuras e inversiones realizadas por parte de las administraciones (Padillas, 2005, citado en Iglesias, 2011:243).
Así, el Desarrollo Local "ha sido explicado como un proceso reactivador de la economía y dinamizador de la sociedad local, que mediante el aprovechamiento de recursos endógenos existentes en una determinada zona o espacio físico es capaz de estimular y fomentar su crecimiento económico, crear empleo, renta, riqueza y sobre todo, mejorar la calidad de vida y el bienestar social de la comunidad" (León Segura, 2010:6).
Actores del desarrollo en los destinos turísticos locales
El concepto de actor, tan difundido en la literatura sociológica como en el uso del lenguaje cotidiano, se refiere a los aspectos expresivos de lo social. Pueden identificarse dos dimensiones de lo social: por un lado, los condicionamientos estructurales inherentes al modo de producción y acumulación y, por otro, las modalidades concretas de acción encarnadas por sujetos individuales o colectivos que, si bien están determinados por esos condicionamientos, pertenecen a universos sociales, económicos, culturales, étnicos, de género y políticos diferentes.
Los actores sociales son las unidades concretas de acción que expresan esa heterogeneidad. Los actores sociales, si bien su acción posee límites originados en los condicionamientos de la estructura, tienen la posibilidad de desempeñar sus papeles en relación con sus interpretaciones del contexto en el que se mueven, especialmente con respecto a las expectativas sobre la acción de los otros protagonistas del sistema social al que pertenecen (Alonso, 2004). A partir de esta definición de actor social, se llega al concepto de actor local.
Siguiendo a Arozena (1995), el actor local es aquel cuyo sistema de acción coincide con el sistema de acción local, y cuya actividad contribuye a desplegar las potencialidades existentes en la sociedad local. Sin embargo, también debe incorporarse a esta definición a quienes obstaculizan, a través de diversas modalidades de acción u omisión, las posibilidades de desarrollo. Un análisis de viabilidad de una estrategia de desarrollo local requiere identificar este último tipo de actores, evaluar los intereses que representan y el poder del que disponen.
En lo tocante al sistema turístico, según Merinero (2009:7) "Desde no hace mucho tiempo han venido apareciendo un conjunto de trabajos científicos sobre el turismo que tienen que ver con la aplicación de la teoría de los sistemas productivos locales, que ponen el acento en el territorio y el centro de interés en los actores y las relaciones productivas que se dan entre ellos y que se concreta en los denominados estudios de clústeres turísticos. También es necesario poner de manifiesto que ha aparecido una línea de trabajo que se ha aplicado al estudio de las relaciones entre actores turísticos en este marco de la gestión activa de los destinos, y que tiene que ver con la aplicación de la denominada teoría de los stakeholders".
Se puede decir que los lugares destinados al turismo suponen un proceso de valorización que apela a los actores privados, públicos o mixtos de un determinado territorio para tratar de destacar e identificar, a través de un proceso de valorización, organización y planificación territorial, los recursos, de facilitar el acceso a los mismos y de hacerlos comprensibles para los visitantes, con el fin de incrementar su valor de uso velando a la vez por su preservación.
La vinculación de los actores representa una alternativa de articulación productiva para el desarrollo, ya que se aprovechan recursos, potencialidades y capacidades territoriales, además de generar mejoras en el sector productivo y de servicio.
Para Lazo Vento (2002), los actores y agentes del desarrollo local se pueden dividir en varios grupos fundamentales; en primer lugar se debe ubicar el Gobierno Local, como máximo responsable de todo el proceso de desarrollo y actor principal, además juegan un papel importante las empresas y otras organizaciones empresariales radicadas en la localidad, las instituciones u organizaciones no lucrativas, las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), las organizaciones sociales del territorio y otras organizaciones externas dedicadas a la cooperación internacional para el desarrollo.
En dicha concepción no aparece explícitamente un actor fundamental que es sin duda la comunidad local. Ya desde el punto de vista de los destinos turísticos o de manera general de las localidades con vocación turística, hay que considerar, además de a la comunidad local o receptora, a los turistas o visitantes que constituyen actores decisivos que, sin ser locales, definen el desarrollo de la actividad turística con base en la relación oferta – demanda y los impactos que genera la confluencia de culturas diferentes en sus interacciones con la comunidad. Este criterio es sustentado por la autora con base en varios autores (Buhalis, citado en Bigné et al., 2000; Perelló, 2002; Falcón, citado en Betancourt et al., 2007).
En la figura 1, se muestra la rueda de los distintos agentes implicados en el turismo según Buhalis (citado en Bigné et al., 2000).
Figura 1. La rueda dinámica de los participantes en el destino turístico.
Fuente: Bigné et al. (2000:34).
La complejidad y fragmentación del sector turístico supone la participación de una variedad de actores y organizaciones que componen el clúster de turismo y al mismo tiempo, comparten la responsabilidad de planificar, gestionar y comercializar la oferta del destino turístico. A largo plazo, el éxito de un destino requiere de la coordinación y el reconocimiento del interés mutuo entre todos los actores implicados.
Para poder organizarse de manera efectiva y eficaz resulta fundamental que los roles de cada uno de los actores estén claros y que exista consenso sobre los mismos. El reparto de funciones entre los sectores privado y público dependerá del modelo de administración pública de cada destino pero, de manera general, existe una tendencia creciente a conceder un mayor protagonismo al sector privado.
Este no es el caso de Cuba, cuyas directrices para la actualización del modelo económico plantean por una parte que el "modelo de gestión reconoce y promueve, además de la empresa estatal socialista, que es la forma principal en la economía nacional, las modalidades de inversión extranjera previstas en la ley (empresas mixtas, contratos de asociación económica internacional, entre otras), las cooperativas, los agricultores pequeños, los usufructuarios, los arrendatarios, los trabajadores por cuenta propia y otras formas, todas las que, en conjunto, deben contribuir a elevar la eficiencia",[2] y por otra parte, en alusión al peso de la actividad no estatal en el sector del turismo se expresa que la "actividad no estatal en alojamiento, gastronomía y otros servicios, se continuará desarrollando como oferta turística complementaria a la estatal".[3]
Perelló (2002) señaló aquellos que considera como principales actores en el destino turístico y sus roles respectivos,[4] planteando a juicio de la autora una ambivalencia al definir sector público para diferenciarlo del privado, lo que induce a entender que incluye en el sector público a las empresas turísticas a partir de algunos roles que plantea, pero esto no debe verse así ni siquiera para el caso cubano por lo antes apuntado. Asimismo, introduce en su enfoque el polémico término "sociedad civil", por lo que no deja claro si se refiere únicamente a la comunidad o tiene en cuenta el sistema de organizaciones sociales, de masas y otras con fines políticos.
Un criterio más acorde a las implicaciones de los actores locales en función del desarrollo turístico sostenible a escala local o de destino, lo establece Falcón (citado en Betancourt et al., 2007) retomando la idea de la conciliación de intereses.
Hay que señalar que más que de actores, dicho autor habla de agentes implicados, donde reconoce en primer lugar a la comunidad local, se refiere al turista como el actor principal del sistema, puesto que sin él no tiene lugar el desarrollo turístico -enfoque este que se comparte por la autora-, así como habla de los órganos de la administración pública (entiéndase Gobierno o representación del Estado), de las empresas turísticas, de las empresas locales (lo que parece indicar una distinción entre sector empresarial turístico y no turístico, pero sin tener en cuenta los aspectos relativos a la propiedad), y por último, se refiere a los medios de comunicación. Como se puede ver en la figura 2, el esquema sugiere que el turista se encuentra en el centro del sistema y que la administración pública actúa como garante y gestor de todo el proceso de desarrollo del destino, dándose relaciones de doble sentido.
Figura 2. Relaciones entre agentes para el desarrollo turístico del destino.
Fuente: Betancourt, M. E. et al. (2007).
Teniendo en cuenta todas las consideraciones apuntadas, así como el carácter sectorial del turismo en el caso de Cuba, es necesario observar algunos principios que a criterio de la autora deben regir el proceso de acciones para el desarrollo local con eje en el turismo. Estos son: (1) la identificación, puesta en valor y dinamización de atractivos y recursos endógenos existentes en las localidades; (2) la integración de las distintas cadenas de valor que conforman el sector turístico y que definen su complejidad (ya sea desde el sistema empresarial turístico local, público y privado, como desde los operadores mayoristas y minoristas de la actividad, nacionales e internacionales), todo ello en función de reforzar las ventajas competitivas de la localidad a través de la noción de clúster turístico[5]así como (3) el establecimiento de alianzas estratégicas o redes que posibiliten la articulación de los actores y los encadenamientos productivos en función de la actividad turística a escala local.[6]
Sobre este último elemento se profundiza a continuación.
1.3 La noción de cadenas productivas locales
Los sistemas productivos, áreas de especialización flexible, territorios de industria endógena, como también se les ha llegado a denominar, son mecanismos que promueven actividades económico-sociales, y la vinculan con la iniciativa privada, de esta forma se busca potenciar una serie de recursos, fuerzas y capacidades propias para crear nuevos empleos y regenerar la estructura socioeconómica de las localidades. Bajo este contexto, un sistema productivo encuentra su mejor expresión en lo local.
La dinámica de los sistemas productivos se desarrolla en áreas caracterizadas por un sistema sociocultural, estrechamente vinculado al entorno territorial que puede influir en el proceso permanente de la localidad y de la región.
A la hora de analizar los encadenamientos productivos locales, es importante diferenciar entre lo que es el "perfil productivo" del municipio de "las actividades económicas que lo sostienen". Cuando se habla de perfil productivo, esto tiene que ver con las actividades productivas o de servicios que constituyen motor del desarrollo económico local, o sea, aquellas que generan crecimiento con distribución del ingreso o con mejoras de las condiciones sociales (Arroyo, 2003, citado en Villar, 2005).
Por regla general, esto no sucede con actividades de marcado carácter sectorial como el turismo, que aun cuando a nivel local puede ser capaz de sostener a una parte significativa de la población local, no genera crecimiento ni desarrollo en tanto no articule con el sector productivo local y produzca ese efecto de arrastre y derrame deseado. Este fenómeno parte más bien de decisiones de localización e inversión tomadas por el propio Estado, que de la dinámica propia del territorio (Arroyo, 2003).
El enfoque de cadenas productivas es considerado relativamente nuevo en Latinoamérica, sin embargo, se usa desde los años setenta para orientar los trabajos de investigación en economía agrícola en otros países, principalmente europeos.
Contrariamente a lo que se piensa tradicionalmente, las cadenas productivas no son estructuras que se construyen desde el Estado sino que existen desde hace mucho tiempo, ya que refleja la realidad de las relaciones entre actores en un sistema de producción, comercialización y acceso al mercado.
Al hablar de cadenas productivas, no solo se refiere a productos con potencial de mercado, también se encuentran presentes actores realizando actividades diferentes alrededor de un producto, los cuales se vinculan entre sí para llevar el producto de un estado a otro, desde la producción hasta el consumo. La estructura y dinámica de todo este conjunto de actores, acciones, relaciones, transformaciones y productos es lo que se conoce como cadena productiva.
El enfoque de cadena es pertinente en el contexto actual de evolución de la economía mundial, competitividad, globalización, innovación tecnológica y complejos sistemas agroalimentarios. Este análisis es solo una herramienta que permite identificar los puntos críticos que frenan la competitividad y las ventajas competitivas que potencian la cadena productiva, para luego definir e impulsar estrategias de acción concertadas entre los principales actores involucrados.
La autora ha adoptado como definición la aportada por Van der Heyden y Camacho (2006:14): "Una cadena productiva es un sistema constituido por actores interrelacionados y por una sucesión de operaciones de producción, transformación y comercialización de un producto o grupo de productos en un entorno determinado".
En la figura 3 aparece una cadena productiva bajo un esquema sencillo.
Figura 3. Esquema simplificado de cadena productiva.
Fuente: Van der Heyden y Camacho (2006:14).
Las cadenas productivas reflejan una situación dinámica y una interacción espontánea, sus actores cambian y pueden pertenecer también a otras cadenas productivas independientes, su entorno evoluciona y se modifica, en ella intervienen muchos actores que mantienen relaciones complejas entre ellos, pueden existir cuellos de botellas, vacíos, traslapes de actividades y costos de transacción que restan competitividad y disminuyen sus beneficios. En la figura 4, se representa una cadena con un esquema que traduce la realidad, donde se puede apreciar la complejidad de las relaciones que pueden darse y la dificultad que puede tener en interpretarse.
Figura 4. Esquema de cadena productiva que se acerca a la realidad.
Fuente: Van der Heyden y Camacho (2006:15).
Armando Nova González (2009) en su estudio de las cadenas productivas en la agricultura y el papel del cooperativismo en Cuba señaló que la cadena agroproductiva-comercializadora constituye un sistema complejo dentro del complejo sistema de la economía cubana que requiere ser tratado bajo condiciones sistémicas. Este sistema está a la vez constituido por diversos subsistemas interrelacionados y que interactúan entre ellos; tiene su punto de partida en el territorio, reclama la participación de diversas variables iniciándose por la producción y su interacción con el consumo, estimados de producción, cosecha, envase, transportación, almacenaje y conservación (frigorífico), mercado mayorista, industria de beneficio, industria procesadora, hasta la distribución minorista (en productos frescos y beneficiados), donde el hombre constituye el elemento más importante y presente a lo largo de toda la cadena.
Para una adecuada gestión de las cadenas productivas locales, resulta imprescindible el dominio de la información, por ejemplo: datos de demandas de clientes, el estado del inventario de almacenes, tiempos y plazos de producción, planes de promoción o fechas de embarque. Ello facilita el proceso de toma de decisiones en base a la demanda del consumidor.
El turismo es una actividad de servicio que tiene una relación muy cercana con otras ramas económicas como son, por ejemplo: la agricultura, la industria, el transporte y las comunicaciones, ya que un aumento de la actividad turística en una localidad genera un incremento de las necesidades de alimentos, materiales, recursos, servicio de transportación y alojamiento, entre otros, lo que demuestra que el desarrollo del turismo tiene un efecto de arrastre sobre el resto de las actividades económicas y esto a su vez potencia el desarrollo en el ámbito local a partir del consumo de los bienes y servicios que se producen en el territorio.
Por lo que se considera "que el turismo es un medio eficaz para lograr recursos destinados a las localidades beneficiadas por la llegada de la actividad. Los ingresos recaudados por este concepto pueden llegar a remediar los problemas económicos que les aquejan, solucionando graves desequilibrios presupuestarios y ayudando a financiar obras de infraestructura que se hacían imprescindibles para el vecindario aún antes de la expansión. No obstante no debe olvidarse que muchos municipios se han visto desbordados en sus necesidades presupuestarias por la llegada del turismo al no haberse adecuado a la nueva situación y a las exigencias que la actividad plantea" (Cabrera, 2010:35).
La cadena productiva del turismo está diseñada desde la contribución de la base productiva que oferta los principales productos alimenticios hasta la atención que se les presta a los turistas, mediante la acción final de comercialización internacional que efectúan empresas turoperadoras, que se ubican en los eslabones finales de la cadena.
1.3.1 El análisis de Cadena de Valor aplicado al Turismo
La cadena de valor es un instrumento metodológico para el análisis interno de la organización, al permitir una partición de la empresa en actividades y estudiar cómo ayuda cada una a la consecución de los objetivos estratégicos generales, teniendo en cuenta la interrelación entre ellas. La cadena de valor ha sido también ampliada al análisis del sector en el que las organizaciones compiten, siendo estudiada en profundidad por Porter.
Kaplinsky y Morris (2002) definieron una cadena de valor como el conjunto de todas las actividades que son necesarias para producir un bien o servicio desde su concepción, pasando por las diferentes etapas de producción (que involucran una combinación de transformación física y los insumos de diferentes servicios) hasta el suministro al consumidor final para su uso.
El modelo de la cadena de valor, como generador de valor en las empresas, distingue dos grandes grupos de actividades en las mismas:
Las actividades básicas, que tienen que ver directamente con la creación de valor (logística de entrada, operaciones, logística de salida, marketing y servicio al cliente).
Las actividades de apoyo, que sirven para que las primeras puedan coordinarse, administrarse, compartir información, etc. (infraestructura, recursos humanos, I+D[7]y abastecimiento).
Estas actividades deben estar coordinadas, pues la generación de valor va a depender tanto de la eficiencia y eficacia con la que se desempeñen las mismas como de la coordinación que exista entre estas.
El análisis por cadena de valor ha sido más empleada para la producción de bienes. Sin embargo, el turismo no es un producto, sino un complejo conjunto de servicios turísticos que se complementan, y de bienes necesarios para la producción de los servicios. En este sentido cabe recordar que la mayoría de los servicios se caracterizan por la simultaneidad de la producción y el consumo. En el caso del turismo, la producción y el consumo de los servicios tienen lugar en una localidad geográfica o espacio físico específico llamado destino turístico.
Para aumentar el valor global del producto turístico, se hace necesaria la contribución de múltiples y heterogéneas empresas. En el sector turístico el consumidor (turista) solo percibe la existencia de un único producto, que no es más que su experiencia turística. Por tanto, la creación de valor en el sector turístico debe basarse en la integración de actividades diversas en un único sistema, lo cual hace necesario el análisis del mismo en su conjunto.
La cadena de valor o sistema de valor del sector turístico no es más que el conjunto de actividades interrelacionadas que se desarrollan en el mismo y que añaden valor a la experiencia turística. Como dicha herramienta metodológica fue diseñada para su aplicación a la industria manufacturera, debió ser adaptada al sector servicios en general y al turístico en particular. Así por ejemplo, como recoge Buhalis (2003:37) "el proceso de producción en las empresas dedicadas a la restauración no empieza hasta que el cliente no llega a la empresa y decide consumir su producto".
En este sentido, mientras que el cliente no suele participar en el proceso productivo de las empresas del sector manufacturero, para las del sector turístico este hecho se convierte en pieza clave del mismo, siendo necesaria su participación a la hora de configurar el producto final, tanto desde la óptica de la empresa como del destino turístico.
A la hora de identificar las actividades de valor que son críticas para la posición competitiva de la empresa turística según Rodríguez Domínguez (2000:350) "se debe analizar toda la cadena de valor del sector, para posteriormente estudiar las actividades en las que la empresa dispone de alguna competencia distintiva que le permita sustentar en ellas sus ventajas competitivas, pues el análisis de la cadena de valor se ha adoptado para entender qué actividades de una organización pueden erigirse en fundamentales como fuente de ventaja competitiva".
Una buena aplicación de la cadena de valor al sector turístico fue planteada por Poon (1993), adoptando la misma clasificación hecha por Porter en actividades primarias y secundarias, analizadas a continuación:
Las actividades primarias se identifican con aquellas actividades que agregan valor a la experiencia turística al entrar en contacto directo con los consumidores y configurarse, de esta forma, en actividades imprescindibles en toda experiencia. Entre ellas se destacan: los servicios de transporte; los servicios en el sitio, referidos a las actividades que demandan los turistas en los lugares visitados, tales como alquiler de coche, atracciones, alojamiento, restauración, etc.; la confección de paquetes al por mayor, actividad realizada por los turoperadores; el marketing y venta, dentro de esta actividad se sitúan las actividades de promoción y comercialización de los destinos; la distribución al detalle, desarrollada por las agencias de viajes; y el servicio al cliente y postventa, de tal forma que estas actividades va a aumentar la calidad de la experiencia turística.
Por su parte, entre las actividades de apoyo o secundarias a la industria turística destacan: la infraestructura, en la que se incluyen aquellas actividades que afectan a toda la cadena de valor del sector; el desarrollo de los recursos humanos; el desarrollo de productos y servicios; el desarrollo de sistemas de información y tecnológicos; y por último, el aprovisionamiento.
En el cuadro 1 se puede apreciar de forma simplificada toda la cadena de valor del producto turístico, es decir todos los eslabones del proceso que permiten que se conozca, se desee, se compre, se produzca y se recomiende, una determinada experiencia turística en un determinado territorio. En el cuadro, se considera igualmente la multiplicidad de agentes implicados. Una parte de ellos de carácter público por la naturaleza de los servicios que deben prestar y otra de carácter privado, también con agentes de muy diversas naturaleza y características (desde las grandes corporaciones hoteleras, turoperadores, empresas de transporte) hasta multitud de MiPyMEs[8]muchas de ellas de carácter personal o familiar.
Cuadro 1. Forma simplificada de la cadena de valor del producto turístico
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