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Pedagogía para elevar la calidad de vida (página 2)


Partes: 1, 2, 3

Solo me interesa aprender, preferentemente cosas importantes, y que lleguen a tener algunas influencias sobre mi conducta.

Me resulta gratificante aprender, en grupos, en relación con algunas personas como terapia, o solo.

He descubierto que uno de los mejores modos de aprender y también él más fácil es no estar a la defensiva y tratar de comprender cómo vive su experiencia la otra persona.

Otro modo de aprender, es plantear mis incertidumbres, tratar de esclarecer mis problemas y así conocer el significado que tiene la experiencia.

La aplicación total de esta afirmación implicaría la reanulación de la enseñanza. Desaparecerán los exámenes, las calificaciones y los niveles como medida de competencia.

Para poder llevar a buen término su teoría del aprendizaje, Rogers insiste en que el educador necesita unas determinadas cualidades a saber: comprensión emocional, capacidad enfática y una concepción liberal y positiva del hombre.

La muerte de la escuela

Si las propuestas de Rogers, siempre partiendo de su experiencia, cuestionan a fondo la escuela y los aprendizajes que en ella se hacen, ILLICH y su discípulo REMEIR hablan de la muerte de la escuela y proponen una sociedad desescolarizada.

Porque ¿ qué se aprende en la escuela ?

Se aprende que mientras más horas se pasen en ella más vale uno en el mercado.

Se aprende a valorar el consumo escolarizado de programas.

Se aprende que todo lo que se produce en una institución dominante vale y cuesta caro, aun lo que no se ve, como la educación y la salud.

Se aprende a valorar la promoción jerárquica, la sumisión y la pasividad, y hasta la desviación tipo, que el maestro interpretará como síntoma de creatividad.

Se aprende a solicitar sin disciplina los favores del burócrata que, preside las sesiones cotidianas en la escuela patrón del que la fabrica.

Se aprende a definirse como detentador de un lote de conocimientos en la especialización en que se ha invertido el tiempo.

Se aprende, finalmente, a aceptar sin revelarse su papel en la sociedad, es decir, la clase y la carrera que corresponde precisamente al nivel y al campo de especialización escolares.

Según que Ivan llich, a desescolarización de la sociedad, debe llevarnos a una sociedad que toda ella sea educativa.

Propone establecer un sistema educativo basado en tres objetivos:

  • que se facilite el exceso a las fuentes del saber a todos los que desean aprender en cualquier época de la vida.

  • Dar oportunidad a todos aquellos, que quieran hacer partícipes de sus conocimientos a otras personas, de que puedan encontrarse.

  • Permitir que todos aquellos que se consideran portadores de nuevas ideas y quieran encargarse de la opinión publica, puedan hacerlo a través de los medios de comunicación de masas.

Unos años mas tarde, 1972, el informe de la comisión internacional sobre el desarrollo de la educación, elaborado por encargo de la UNESCO, también habla del proyecto (Utopía ?) De la Ciudad Educativa.

Henos aquí llevados más allá de un simple cambio de sistema, por radical que sea este.

Los que cambian de naturaleza, son los términos mismos de la relación entre sociedad y educación.

Una configuración social que situase a la educación en este lugar, que le otorgase este ya no merecería un nombre propio: el de ciudad educativa, su advenimiento solo sería concebible al término de un proceso de compenetración íntima de la educación y del tejido social, político y económico en las células familiares, y en la vida cívica.

Implica que, pueden ser puestas en todas las circunstancias a la libre disposición de cada ciudadano los medios de instruirse, de formarse, de cultivarse, de su propia conveniencia, de tal suerte que el sujeto se encuentre respecto a su propia educación en una posesión fundamentalmente diferente: la responsabilidad, sustituyendo a la obligación

Concepto de la pedagogía

La pedagogía se halla en una posición peculiar respecto a las demás ciencias. Mientras que éstas parten de una definición concreta y poseen un carácter definido, la pedagogía es discutida tanto respecto a su carácter como a su valor científico.

La pedagogía como tal comienza por ser un problema.

Se ha dicho de ella que es un arte, una técnica, una ciencia y hasta una filosofía. Es posible que sea una de estas cosas y es posible también, como veremos después, que sea todas ellas.

Por otra parte, unas veces se le ha dado un carácter descriptivo, limitándola al estudio del fenómeno de la educación, de la realidad educativa, y otras veces se le ha asignado un valor normativo, debiendo determinar, no lo que la educación es, sino lo que debe ser.

Finalmente, cada corriente filosófica tiene también su interpretación pedagógica, y así existe una pedagogía ritualista, una pedagogía vitalista y otra culturalista.

No hay que excluir tampoco a las tendencias políticas y las confesiones religiosas, la cuales no constituirían más que partes o capítulos de la misma.

No hay, en efecto, más que una sola pedagogía, la que tiene por objeto el estudio de la educación.

Lo que ocurre es que aun siendo la educación una realidad única esencial, inconfundible y permanente de la vida humana, está condicionada por factores diversos: situación histórica, concepciones filosóficas, visión de la vida y el mundo, progreso científico, actitudes sociales y políticas, y de aquí surgen las diversas interpretaciones que se dan a la pedagogía.

  • LA PEDAGOGÍA COMO ARTE

Originariamente, la educación ha sido, sobre todo, un arte.

La educación se ha realizado al comienzo como un quehacer personal del maestro, sin reglas ni formas fijas.

Lo decisivo era su capacidad, su habilidad para transmitir conocimientos y destrezas.

El aspirante a educador realizaba su aprendizaje en relación directa con un maestro.

Después surgieron ciertas reglas que se podían transmitir de unos a otros.

Se desarrolló el aprendizaje organizado en los gremios, con sus grados de aprendiz, oficial y maestro.

Nacieron así las Hermandades o Cofradías de maestros y se habló ya del "arte de enseñar".

De este modo la educación tuvo, y aún tiene, el carácter de una acción personal y directa, en suma, artística.

Pero también cabe interpretar la educación como formación, modelación o configuración, al modo que la obra de arte y la acción del artista.

El educador trata aquí de formar o modelar una personalidad.

Trata de convertir un material informe en un ser formado, humano, lo mismo que el artista quiere plasmar o crear una obra de arte convirtiendo un material inerte, indiferente, en una estatua o un cuadro con valor est.

No sabemos cuál golpe del cincel entre el primero y el último sean los más valiosos, de la misma manera como no sabemos cuál de los niveles educativos o quizá alguna sola asignatura será la definitiva que forme al hombre.

Pero tanto uno y otro, educador y artista, están movidos por un objetivo o ideal de formación y disponen de una serie de medios o instrumentos para realizarlo.

El uno y el otro, también tienen de común poseer ciertas condiciones personales, que dan un estilo a su acción y a su obra.

Hasta aquí la semejanza entre la actividad artística y la educativa.

Entre una y otra existen también profundas diferencias.

El artista trabaja, como hemos dicho, con un material inerte: la arcilla, el mármol, los colores; el educador lo hace con un ser vivo, espiritual: el niño, el adolescente, el joven.

Aquél disfruta de libertad completa para realizar como quiera su obra; éste tiene que someterse a la estructura del ser vivo y aún a las políticas de las instituciones.

El artista puede prever todas las contingencias de su obra, y, en circunstancias normales, llevarla totalmente a cabo; el educador, aunque tenga un plan fijo, no puede estar seguro del resultado de su labor por las contingencias de la vida, y nunca verá acabada su obra.

Finalmente, la obra de arte está destinada a ser contemplada, y la de la educación a ser vivida; aquélla es casi totalmente pasiva, mientras que ésta es esencialmente activa.

Aparte de estas semejanzas y diferencias hay evidentemente en la educación un aspecto artístico.

El educador debe poseer ciertas condiciones de artista.

La educación no es una obra automática, sino que descansa en gran parte en la capacidad, gracia y destreza del educador.

Además de sus conocimientos científicos y teóricos, el educador debe poseer ciertas dotes de carácter artístico: debe ser capaz de improvisar, de responder a situaciones nuevas, de interpretar la realidad; debe poseer una presencia agradable, buenas maneras, y ser capaz de provocar interés y entusiasmo, de sostener la atención del auditorio; debe tener algo de artista, de orador o poeta, sin necesidad de serlo técnica y profesionalmente(Poema pedagógico de Makarenko).

La educación en este sentido es un arte, y Dilthey lo ha comparado al de los poetas.

Refiriéndose a éstos dice: "En el genio pedagógico hay también algo de originalidad".

Se ha presentado en la historia pedagógica, el más raramente, que es el poético. Sócrates, Platón, Abelardo, Comenio, Pestalozzi, Froebel, Herbart, son indudablemente de este tipo. "Aparecen junto a los grandes poetas como personas del mismo rango; pero de una constitución espiritual muy diferente… El fenómeno elemental de tales almas es tan poco intencionado y aprensible como el alma de un poeta".

Si la educación es un arte, debe haber también una estética pedagógica, como la hay respecto al arte.

Y en efecto existe, aunque muy limitada.

Ejemplo de ella es la obra del pedagogo Hernista Beber, que lleva por título La estética como ciencia fundamental de la pedagogía.

Pero la educación es algo más que arte, y la pedagogía más que teoría del arte de la educación.

Si ha de tener carácter permanente y ser transmisible en el tiempo y el espacio necesita una técnica y una ciencia.

De otro modo quedaría en la esfera de lo puramente personal e intransferible.

Por ello se dice "dejen de hablar de los buenos maestros", es decir, de los maestros artistas:

"El éxito de tales individuos tiende a nacer y morir con ellos; las consecuencias beneficiosas se extienden sólo a aquellos estudiantes que tienen contacto personal con tales maestros bien dotados".

Pero aunque la educación sea algo más que arte, sigue siendo una actividad artística que no se puede descuidar, sino que, por el contrario, ha de ser cultivada. El educador es ante todo un artista, un artífice del ser humano infantil que ha de educar y formar.

6 . 11 LA PEDAGOGÍA COMO TÉCNICA

Aunque la educación consista primariamente en ser una actividad personal, y en este sentido, un arte, es también algo que no depende exclusivamente de las condiciones o aptitudes individuales, sino que es una función que necesita de una serie de conocimientos y recursos objetivos, que pueden comunicarse de una persona a otra.

Estos conocimientos y recursos los ha obtenido la educación primero empíricamente, por la práctica y la experiencia, y se han transmitido por tradición de una generación a otra.

Así ocurrió con los ejercicios y prácticas de los pueblos primitivos, como la caza, la preparación para la guerra, los cantos y danzas sagradas, etc.

El más diestro le enseñaba al menos diestro.

Más tarde, las prácticas educativas fueron ampliadas y puestas al servicio de ideales puramente humanos, individuales y colectivos.

Finalmente, se inventaron una serie de métodos y procedimientos escolares para la enseñanza de la lectura, la escritura y el cálculo, y luego de las demás materias, hasta llegar a los métodos de la educación moderna, cada vez más perfeccionados.

Todo esto constituye la técnica de la educación, y en este sentido, la pedagogía es también una técnica o, mejor, la aplicación de la tecnología nacida de la ciencia.

Así algunos han considerado a la pedagogía sólo como una técnica derivada de la filosofía y la sicología u otras disciplinas, lo mismo, por ejemplo, que lo son la medicina respecto a la biología o la ingeniería respecto a la física.

Pero aunque la pedagogía acuda a otras ciencias para utilizar sus conocimientos, como lo hace con la sicología, la biología o la sociología, no por ello es pura tecnología, pues de ese modo proceden también las demás ciencias: la física utiliza los conocimientos de las matemáticas; la biología los de la química; la sicología los de la biología, etc., sin que por ello sean consideradas como meras técnicas.

La diferencia entre la técnica y la pedagogía nace de la misma naturaleza de la educación.

Mientras que la técnica, emplea un material sin alma, además de que la técnica es algo mecánico, algo automático, que se aplica indistintamente a cualquier material o cosas , en tanto que la educación tiene que resolver problemas individuales y los educandos son diferentes y con distintos valores.

La técnica se refiere ante todo a la práctica, y la pedagogía, además de ésta, es una teoría. Aquélla se preocupa sólo por lo que hay que hacer con la materia prima; ésta también por lo que hay que transformar, pero principalmente por el ser de la educación.

La técnica es ante todo aplicación, mientras que la educación es sobre todo creación, formación inacabada y siempre está en un proceso de mejora continua.

Según Ortega y Gasset, se pueden distinguir tres estadios en el desarrollo de la técnica:

  • la técnica del azar, que es la del hombre primitivo, que se confunde con los actos naturales, espontáneos y que es ejercida por todos los miembros de la colectividad;

  • la técnica del artesano, propia de la Antigüedad clásica y de la Edad Media, en la que se ha ampliado el repertorio de actos técnicos considerablemente y que requiere una cierta especialización en oficios y profesiones,

  • y la técnica valga la redundancia, del técnico, que es la de nuestro tiempo, y que supone una capacidad distinta de las reglas rígidas de la artesanía o la naturaleza, una fuente de actividades ilimitadas humanas.

Del mismo modo, la técnica de la educación se ejerció primeramente de un modo espontáneo en las tribus por la participación directa de los jóvenes en las actividades de la caza, la pesca, la guerra, etc.

Después surgió la especialización del sacerdote, el mago, el adivino, para la iniciación de los jóvenes en las actividades y misterios del clan.

Más tarde se desarrolló la escuela eclesiástica y erudita y la organización gremial del aprendiz, el oficial y maestro.

Y finalmente se llegó a la técnica pedagógica propiamente dicha, que no surge hasta después del Renacimiento con Comenio, que la inició, y alcanzó su plenitud con Pestalozzi y Froebel, hasta lograr el perfeccionamiento de los tiempos modernos.

6. 12 LA PEDAGOGÍA COMO TEORÍA

La educación es ante todo acción; pero una acción para que sea eficiente tiene que ser reflexiva, si no es puro mecanismo, mero impulso o imitación ciega.

Si la educación se aplica sin pensamiento, sin reflexión previa de lo que se va a hacer o se está haciendo, se convierte en puro automatismo o rutina.

Aun los actos más simples de la educación como, por ejemplo, el enseñar a leer, necesitan de una meditación, de una teoría.

Por otra parte, la educación es una función unitaria; todas sus partes o actividades tienen que estar relacionadas entre sí; no hay actos educativos aislados. Por ejemplo, al enseñar a leer, no basta con hacer aprender las letras, sino que tiene que ponerse, en relación con lo que se lee, es decir, con lo que se quiere hacer en la educación del niño con la lectura.

Ello supone que todo acto debe referirse a una unidad superior, a un sistema, del que el acto forma sólo una parte.

Se ha discutido el valor de la teoría de la educación para la práctica, y algunos, muy pocos, lo han negado diciendo que el maestro nace y no se hace( Y lo mismo podríamos decir del Médico, del Ingeniero, etc.).

Pero aunque hay un fondo de verdad en esto, pues el maestro necesita tener vocación y aptitud, no es menos cierto que el educador, sin reflexión, sin teoría, sería un puro autómata o un simple artesano.

No obstante no hay actos humanos tan elevados, como son los de la educación, ya que no puedan realizarse sin ideas ni ideales de trascendencia.

Lo que ocurre es que, a veces, esas ideas se toman prestadas, se aplican sin saber de dónde vienen, se siguen opiniones, prejuicios, es decir, malas teorías.

Por lo tanto opino que, el educador necesita tanto de la experiencia como de la práctica, así como de la reflexión y de adoptar y adaptar las ideas o generar las propias ideas pedagógicas.

Así casi todos los grandes educadores, como Comento, Pestalozzi y Froebel, han sido a la vez teóricos y prácticos.

La teoría de la educación es anterior a la ciencia de la educación, como veremos después.

Comenzó tan pronto como el hombre no se satisfizo con realizarla como una actividad empírica y empezó a reflexionar teórica y filosóficamente sobre las cosas, es decir, en Grecia nace propiamente dicho como una intencionalidad de método.

Sus dos filósofos más importantes, Platón y Aristóteles, escribieron sendas teorías sobre educación, el primero en su República el segundo en su Política.

Desde entonces casi todos los pensadores y filósofos importantes han escrito sobre educación.

Por lo general, en las teorías sobre educación se han expuesto ideas acerca de lo que debiera ser ésta para la mejora del hombre y de la sociedad, constituyendo más una orientación que una explicación de la educación.

Así frecuentemente, estas teorías tienen un carácter más bien utópico, como las de Platón y Rousseau; y otras críticas pedagógicas, como las de Erasmo y Rebeláis; pero otras han servido directamente para la mejora de la práctica educativa, como las de Pestalozzi y Froebel.

En los tiempos modernos, como veremos, se tiende a convertir la teoría de la educación en ciencia, es decir, en sistema.

Pero aún existen grandes escritores y pensadores, que sin ser estrictamente pedagogos han expuesto ideas muy valiosas sobre la educación, como los ingleses Bertrand Russel, Bernarda SAG, Aldous Huxley y T. S. Eliot; los norteamericanos Emerson, William James y Guiñan; los alemanes Dilthey, Scheler y Rimel; los franceses Durkheim, Langevin y Alain; el ruso Tolstoi, el hindú Rabindranath Tagore, el argentino Sarmiento, el español Ortega y Gasset, etc.

En suma, si bien la práctica, el arte y la técnica de la educación son importantes, no lo son menos la reflexión y la teoría, siempre que éstas no se queden en pura especulación o utopía, así como tampoco aquéllas en pura acción empírica o simple rutina enajenante para el maestro y sus estudiantes.

Más bien son complementarias y para mejorar continuamente en pedagogía, se necesita una confrontación, de la teoría con la práctica y de allí hacer un análisis y una síntesis que lleve a más teoría y a una mejor práctica en una espiral siempre dialéctica de mejora continua en el espacio y en el tiempo..

Por eso decía Goethe: "Pensar y hacer, hacer y pensar es la suma de la sabiduría, en todo tiempo reconocida, en todo tiempo practicada; pero no por todos comprendida. Una y otra cosa han de alternar eternamente en la vida, como la inspiración y la expiración; deben ser inseparables, como la pregunta y la respuesta".

Y por su parte Kant advertía: "El proyecto de una teoría de la educación es un noble ideal, y en nada perjudica, aun cuando no estemos en disposición de realizarlo.

Tampoco hay que tener la idea por quimérica y desacreditada como un hermoso sueño, aunque se encuentren obstáculos para su realización".

6. 13 LA PEDAGOGÍA COMO CIENCIA

A medida que, en el desarrollo de la cultura, la educación se ha ido haciendo cada vez más completa, no han bastado para resolver sus problemas la actividad individual, la práctica empírica, ni las teorías de los grandes pensadores.

Ha sido necesario que se formara un sistema de la educación, es decir, que la pedagogía se convirtiera en ciencia.

Usted sabe que, incluso Piaget, dice que a partir de la Didáctica Magna de Juan Amós Comenio, ya se puede considerar a la Pedagogía como una ciencia.

Además de que la pedagogía es una ciencia, lo demuestra su propia constitución.

Ya que toda ciencia está formada por un objeto propio por un trozo de la realidad que no pertenece al campo de las otras ciencias.

La pedagogía tiene su objeto peculiar, a estudiar la educación, que le corresponde exclusivamente a ella.

Toda ciencia debe disponer de una serie de métodos para resolver sus problemas, y así los tiene la pedagogía con sus métodos de observación, experimentación, comprensión, interpretación, etc., de la realidad educativa.

Finalmente, toda ciencia organiza el resultado de sus estudios en un conjunto unitario de conocimientos en sistema, y la pedagogía dispone también de unidad y sistema.

Esto no obstante, algunos pensadores, como Dilthey, han negado el carácter científico de la pedagogía, diciendo que no puede tener validez general para todos los tiempos y lugares, como debe tenerlo la ciencia, porque la educación es un hecho histórico que varía según las circunstancias del lugar y el momento.

Pero Dilthey confunde aquí la realidad de la educación, que es en efecto variable, con la pedagogía, que estudia esa realidad y que es permanente.

Así ocurre también con todas las ciencias del espíritu: la filología, la sociología o el derecho, que estudian el lenguaje, la sociedad y la justicia, respectivamente, y que se consideran como ciencias, a pesar de que estos fenómenos y varían según las circunstancias históricas y de los multi contextos en los diferentes países.

También se ha discutido el valor científico de la pedagogía al decir que no es una ciencia práctica o aplicada; pero aquí también se comete un error, al considerar sólo una parte de ella.

La pedagogía, como todas las ciencias, no es puramente teórica, estudia la realidad educativa, individual o social, de un modo desinteresado, especulativo.

Y recuerde que toda ciencia tiene un objeto de estudio, también la Pedagogía es una ciencia, ya que su objeto de estudio es la educación misma del sujeto(estudiante) que es cognoscente y susceptible de enseñar por el maestro y siguiendo la metodología más adecuada de acuerdo a la edad y la finalidad misma que persiguen los agentes que intervienen en el proceso científico de la enseñanza y el aprendizaje.

Después vienen las aplicaciones, como ocurre en otras ciencias: la física tiene su tecnología en la mecánica aplicada, así como la biología en la medicina y la higiene.

El mismo Dilthey, que negaba antes el carácter científico de la pedagogía, lo reconoce en otro lugar de sus escritos al decir: "Un último elemento de progreso continuo lo obtuvo la educación, de la marcha de las ciencias; es la reflexión científica.

Y conforme a la naturaleza particular de la educación, esta reflexión científica sólo pudo alcanzar firmeza cuando llegó a ser objeto de investigaciones fructíferas la naturaleza del espíritu humano, y en particular el desarrollo de la capacidad de representación".

Y aunque él considera a Locke como el primero que da este carácter científico a la pedagogía, lo cierto es que sólo desde Herbart se ha reconocido a la pedagogía como ciencia.

Ahora bien, ¿qué clase de ciencia es la pedagogía?

En la división ordinaria de las ciencias, en ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu, la pedagogía pertenece evidentemente a estas últimas.

Es una ciencia del espíritu, como lo son la historia, la sicología, la sociología, el derecho, etc.

En este mismo sentido se la puede considerar también, según lo hace Spranger, como una ciencia cultural.

Se ha preguntado asimismo si la pedagogía es una ciencia normativa, es decir, la que señala los fines de la educación, tanto en su aspecto individual como en el social.

En verdad, es ambas cosas: la pedagogía es a la vez normativa y descriptiva o, mejor, tiene una parte normativa y otra descriptiva.

Spranger la considera así también al decir: "La pedagogía como ciencia cultural tiene una culminación zoológica (científico-espiritual), en tanto que trata de bienes culturales formativos y sus valores formativos específicos; un aspecto psicológico, en tanto que trata de la voluntad formativa del educador y de las condiciones de la educabilidad del estudiante; un aspecto normativo en tanto que critica los ideales de la educación, que presentan su aspiración a la validez, y un aspecto sociológico, en tanto que investiga la estructura y la vida de las comunidades educativas".

La discusión sobre el valor de la pedagogía como ciencia no es ociosa, pues de ella depende la justificación de la acción educativa autónoma.

Si la educación se realiza en vista o sobre el fundamento de la pedagogía como ciencia, se eliminará de aquélla la intervención de elementos o factores interesados solo en fines particulares o parciales como son los partidos políticos, las confesiones religiosas o las clases sociales elitistas.

Yo creo que ya ha logrado, aunque tardíamente su liberación y aún tiene hoy que luchar por tal reconocimiento de su propio carácter y por la afirmación de su ser, sin lo cual quedaría entregada indefensa a la presión de las otras potencias que quieren ponerla a su servicio.

Pero sigamos escuchando a otros especialistas de la educación.

Para Natorp, la pedagogía es la "ciencia de la formación" (bildung), esto es, el fundamento teorético para distinguir las cuestiones referentes a la educación y a la instrucción". "Una pedagogía como mera doctrina artística –dice- esto es, como indicación para la práctica de educar e instruir, supone necesariamente la

fundamentación científica.

Además, sólo puede ser de utilidad en unión inmediata con la misma práctica".

En suma, la pedagogía es una ciencia, una ciencia del espíritu o de la cultura, con carácter autónomo, aunque tenga relación con las demás ciencias y con la filosofía.

6. 14 LA PEDAGOGÍA COMO FILOSOFÍA

El último momento de todo pensar está constituido por la filosofía.

Ésta representa, por una parte, la unidad de todos los conocimientos científicos, los últimos principios o supuestos de todas las ciencias, y por otra, la referencia de todo el saber a la vida del hombre, a sus ideas y conducta.

La filosofía estudia las ideas esenciales en que se apoya la educación, como son las que se refieren a la verdad, a la belleza, a la libertad, a la vida humana, a sus objetivos y aspiraciones.

La pedagogía en cuanto a filosofía de la educación, toma de la filosofía general estas ideas, que constituyen sus fundamentos, y trata de realizarlas en la práctica educativa.

Ya hemos dicho que los primeros que se ocuparon de la pedagogía fueron los filósofos (Platón y Aristóteles), y que desde entonces casi todos los grandes pensadores se han preocupado de ella (Locke, Rousseau, Kant, Fichte, Herbart), hasta llegar a nuestro tiempo, en el que sigue siendo objeto de interés para la mayoría de ellos (James, Dilthey, Rimel, Écheles, Dejen, Spranger, Jaspers, etc.).

La relación de la pedagogía con la filosofía, es tan íntima que algunos la han considerado como una parte integrante y subordinada de ésta.

Así lo dice el filósofo Honas Cohn; "La pedagogía depende esencialmente de la filosofía… Toda se estructura ha de basarse en la filosofía y en esta estructura ha de encuadrarse, a título de complemento, todo lo que no sea filosófico".

Otros, en cambio, consideran a la pedagogía como una parte necesaria de la filosofía, y a su vez ésta como un complemento de aquélla.

Así dice Fichte: "Sin la actividad pedagógica, la filosofía no encontraría nunca una extensa comprensión y menos aún su aplicación a la vida, como por otra parte sin filosofía nunca llegará a alcanzar completa claridad sobre sí mismo el arte de la educación… Sería incompleta e inútil la una sin la otra.

Finalmente, hay otros que van más allá, como Dilthey, al considerar a la pedagogía como la culminación o terminación de la filosofía; "La última palabra del filósofo, dice, es la pedagogía, pues todo especular se realiza por el obrar… La flor y el fin de toda verdadera filosofía es la pedagogía en su más amplio sentido, como teoría de la formación del hombre".

Esta misma relación recíproca entre la filosofía y la pedagogía la ha expresado otro filósofo moderno, Theodor Litt, quien afirma: "En toda visión del mundo (filosofía) realmente comprensiva está incluida una suma de exigencias pedagógicas, sea de un modo expreso o sólo pensado… y en toda formación pedagógica ideal está incluida una visión del mundo, bien sea conocida como tal o sólo tenida en la conciencia".

Esto no quiere decir, naturalmente, que la pedagogía haya perdido su autonomía; por el contrario, queda afianzada al encontrar una fundamentación teórica de carácter filosófico.

Así ocurre también con las demás ciencias (física, mecánica biología, etc.), cuyos últimos principio: materia, movimiento, vida, etc., están basados también en la filosofía, y sin embargo son asimismo autónomas.

Los pedagogos anglosajones emplean la expresión "filosofía de la educación" como equivalente de "pedagogía", por desconocer esta palabra.

En realidad, se trata aquí de la pedagogía en cuanto ciencia, para distinguirla de la educación en cuando actividad, aunque también la suelen confundir con la pedagogía en cuanto teoría.

Así Jun Dejen al defender la necesidad de una filosofía de la educación, dice: "Se ha supuesto a veces que es asunto de la filosofía de la educación decir lo que la educación debería ser. Pero es el único camino para decir lo que efectivamente ocurre cuando realmente tiene lugar la educación. Y antes de que podamos formular una filosofía de la educación tenemos que conocer cómo está constituida en concreto la naturaleza humana… La necesidad de una filosofía de la educación es así fundamentalmente la necesidad de descubrir lo que la educación realmente es".

La pedagogía y otras ciencias relacionadas con ella

Si después de todo lo expuesto nos preguntamos qué es la pedagogía, la respuesta sería: aunque la pedagogía puede ser un arte, una técnica, una teoría y una filosofía, esencialmente la pedagogía es la ciencia de la educación.

La pedagogía estudia la educación tal como se presenta en la vida individual y social, como una parte de la realidad humana, y contesta a la pregunta: ¿qué es la educación?

En este sentido es una ciencia descriptiva.

Pero al mismo tiempo, la pedagogía estudia la educación como formación o estructuración del hombre según normas o fines determinados, y responde a la pregunta: ¿cómo debe realizarse la educación?

En este sentido, es una ciencia tecnológica.

Finalmente, la pedagogía estudia la educación como un producto histórico humano, perteneciente al mundo del futuro, y contesta a la pregunta: ¿Cómo se ha formado la educación?

En este sentido es una ciencia histórica.

La pedagogía es, pues, una ciencia descriptiva, una ciencia normativa, una ciencia tecnológica y una ciencia histórica.

Dentro de la clasificación de las ciencias, en ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu, lya dije anteriormente que la pedagogía pertenece evidentemente a las ciencias del espíritu o de la cultura.

En vista de estas explicaciones, podríamos definir más ampliamente a la pedagogía diciendo: es una ciencia del espíritu o de la cultura que estudia el ser de la educación, sus leyes y normas, así como la aplicación de éstas a la vida individual y social, y el desarrollo que ha tenido.

La educación, objeto de la pedagogía, se dirige a la vida humana en su totalidad. En este sentido, todas las ciencias y disciplinas que afectan directamente al hombre se relacionan con la pedagogía.

Pero entre éstas hay algunas que guardan con ella más relación que otras.

Durante mucho tiempo se ha discutido sobre cuáles son las ciencias fundamentales y auxiliares de la educación. Herbart decía que eran la psicología y la ética; Natorp, que la filosofía; Beber, que la estética; Bergenmann, que la biología, etc.

Hoy consideramos esta discusión ociosa, y miramos más a la realidad educativa para determinar cuáles son aquéllas.

La constitución física, psíquica y espiritual del hombre, a la que la educación se refiere, puede darnos la clave para precisar qué ciencias están en mayor relación con la pedagogía.

En este sentido, figura en primer lugar las ciencias que estudian la naturaleza-orgánica, como son la antropología, la biología, la fisiología, la medicina y la higiene.

Aparecen después las ciencias que tratan de su constitución anímica, como la psicología, la psiquiatría, la psicotecnia, la caracterología y el psicoanálisis.

Finalmente, están las que se ocupan de su naturaleza espiritual, como la filosofía con sus disciplinas básicas, la lógica, la ética y la estética.

Y como el hombre, a la vez que un individuo, es un ser social, la pedagogía tiene vinculación estrecha con las ciencias de la sociedad: Antropología , la sociología, la historia, la economía y el derecho.

Todas estas ciencias se relacionan íntimamente con la pedagogía, aunque algunas son para ella más fundamentales que otras, como la filosofía, la sicología y la sociología.

Los métodos para aplicar la pedagogía

Como toda ciencia, la pedagogía dispone de una serie de métodos para el estudio de su objeto: la educación.

Los métodos de la pedagogía son los métodos generales de la ciencia y los particulares de las ciencias del espíritu.

Estos métodos los aplica la pedagogía según sus necesidades peculiares y los modifica conforme a ellas.

Pero aquí hay que distinguir los métodos propios de la pedagogía, de los métodos de la educación; aquellos son los métodos de la ciencia, de la lógica; éstos los de la acción, de la práctica educativa; aquellos se refieren a las ideas de la educación; éstos a la aplicación de esas ideas.

Ahora nos referiremos a los primeros.

  • La Observación y la experimentación.

Los métodos más generales empleados en la pedagogía son la observación y la experimentación.

La observación consiste en la consideración o percepción de los hechos tal como se presentan espontáneamente en la realidad educativa.

La observación se limita a la descripción y registro de los fenómenos sin modificarlos(diario de campo).

Por ejemplo, se puede estudiar la conducta de los estudiantes en la clase durante la lectura silenciosa; el tiempo que tardan en resolver un problema; los puntos en que se fijan cuando describen un objeto, etc.

Cuando la observación se dirige sobre uno mismo, cuando el observador acude por ejemplo a su recuerdos o experiencias como estudiante, se llama introspección; cuando la observación se dirige a los demás, cuando, por ejemplo, se estudia el efecto en los estudiantes de un método de enseñanza determinado, se llama heterospección.

Asimismo, la observación se divide en individual o colectiva, según que se trate de observaciones sobre un solo estudiante o sobre un grupo de ellos.

La experimentación consiste en una observación provocada intencionalmente.

No se espera a que se produzca el fenómeno, sino que lo produce o lo suscita. Como dice Claparede: "el método es susceptible de hacernos comprobar los fenómenos a los cuales el curso natural de las cosas no proporcionarían ocasión de manifestarse y que son sin embargo importantes para la solución del problema planteado".

Por ejemplo, el experimento se realiza cuando se quiere estudiar el efecto que produce sobre los estudiantes el recargo o la fatiga mental y para ello se les hace realizar diversos tipos de trabajo o el mismo trabajo en diversos momentos del horario escolar, o cuando se les hace responder a diversas pruebas o preguntas sobre diversos temas fijados de antemano.

Según Merman, el experimento directamente pedagógico (a diferencia del psicológico y el educativo) consiste "en comprobar de un modo comparativo y reducible a cifras la aptitud de los medios y métodos de enseñanza y educación y la demostración de las causas de esta aptitud".

Las ventajas del experimento sobre la observación es que, en aquel se pueden repetir los fenómenos en las mismas condiciones, que estos se pueden modificar a voluntad y que sus resultados pueden comprobarse objetivamente.

El experimento, como la observación, no puede realizarse a ciegas, arbitrariamente, sino que son guiados por un propósito o una hipótesis, que se quiere comprobar.

Es necesario, pues, preparar de antemano las condiciones en que se van a realizar ambos y después llevarlos a cabo con la mayor pulcritud posible.

  • El Análisis y la síntesis.

Como es sabido, el análisis consiste en la disociación o descomposición de un todo en sus partes.

Según Hunda hay diferentes clases de análisis:

  • a) el análisis elemental, que consiste en descomponer un fenómeno en los fenómenos dispersos que lo integran;

  • b) el análisis causal, que consiste en la descomposición de un fenómeno en sus partes constituyentes, atendiendo a las relaciones de causa y efecto, y

  • c) el análisis lógico cuando examinan los hechos complejos respecto a su fundamento y consecuencia.

El método analítico se aplica en pedagogía cuando, por ejemplo, se estudian los componentes de un procedimiento de enseñanza o las aptitudes de los estudiantes que intervienen en la realización de una tarea o cuando se investigan los efectos de las excursiones escolares en la enseñanza, etc.

El método sintético consiste en la inversión del análisis, es decir, en recomponer un objeto en sus partes antes separadas. Por ejemplo, cuando en la enseñanza del lenguaje se va de las letras o de las sílabas a las palabras, y de las palabras al ensayo o cuando se quiere obtener el perfil psicológico de un estudiante. Se llama reproductivo, cuando se limita a la simple inversión de un análisis precedente, y constructivo o cuando además de realizarse la inversión se obtienen nuevos resultados.

  • La inducción

consiste en ir de los particulares a lo general, de los hechos a la ley.

De ordinario, el método inductivo es el más empleado por la ciencia; pero requiere un gran cuidado en su aplicación.

Para que sea eficiente tiene que reunirse el mayor número posible de casos y establecer entre ellos las relaciones de semejanza, de modo que la ley o explicación que se busque pueda tener aplicación general.

En pedagogía se emplea por ejemplo, cuando se quiere determinar, por medio de los trabajos de los estudiantes, cuál es el mejor método para la enseñanza del idioma o cuando se quiere saber, por medio de ejercicios apropiados, los efectos del trabajo manual sobre el intelectual.

  • La deducción es la inversión de la inducción,

y consiste en ir de lo general a lo particular, de la causa al efecto.

En realidad, la deducción no aporta ningún conocimiento nuevo, es una modificación de la inducción y apenas se emplea en la ciencia.

Más aplicación tiene en la educación propiamente dicha, como veremos más adelante.

  • El método comparativo.

Consiste en parear o relacionar hechos o fenómenos para encontrar sus parecidos o diferencias y obtener las conclusiones pertinentes.

La comparación puede realizarse, por ejemplo, para saber las diferencias existentes entre el aprender del niño y el del hombre, entre la sensibilidad del niño y la niña o para averiguar el comportamiento del estudiante en diferentes circunstancias, en la calle, en la casa, en la escuela.

"la comparación, o el método comparativo =dice Claparede = podrá llevarse a cabo sobre individuos de diferente edad o sexo, nacionalidad o cultura individuos instruidos o no instruidos, civilizados o salvajes) de tipo diverso psíquico, o sobre seres de distinta especia (niño o animal) que pertenezcan a familias diferentes (investigaciones sobre la herencia), o sobre individuos que difieran respecto a la salud mental (anormales y enfermos, idiotas y dementes).

La comparación puede realizarse también en dos grupos de estudiantes de la misma capacidad, para saber, por ejemplo, el valor pedagógico de dos métodos de enseñanza diferentes, o con dos grupos de estudiantes de capacidad diferente para determinar el valor de un método sobre ellos.

También puede emplearse el sistema del grupo testigo, es decir, comparando dos grupos, uno de los cuales sigue la marcha normal de la enseñanza y en el otro se varía ésta en algún aspecto.

La comparación puede emplearse también para el estudio de los diversos sistemas nacionales de educación, para ver sus puntos comunes y sus diferencias. Por ejemplo, para saber como está organizada la enseñanza religiosa en diferentes países, la centralización o autonomía de sus organización educativa, etc. Esto ha dado lugar a una rama importante de a pedagogía que se llama la educación comparada.

  • El método genético.

Consiste en estudiar los fenómenos o actos educativos en su desarrollo a través de las diversas edades físicas o cognitivas.

Puede estudiarse con él, por ejemplo, el proceso de las actividades mentales del estudiante, desde la infancia a la adolescencia, para adaptar a ellas los diversos métodos de enseñanza, o también la actitud del niño en sus diversas edades respecto al juego y al trabajo.

Una variante de él es el método histórico, que estudia, por ejemplo, el desarrollo de los diversos métodos de enseñanza a través del tiempo, o el desarrollo de la obligación escolar en diferentes etapas históricas.

El método genético exige en los casos individuales una gran cantidad de tiempo, y por ello es de difícil aplicación; pero es recomendable al menos que en toda organización escolar debiera llevarse la ficha individual de los estudiantes a través de toda su carrera de estudio, desde la escuela elemental hasta la universidad o instituto de educación superior, en la que se anotará el desarrollo de sus aptitudes y los resultados de la enseñanza obtenidos.

  • El método estadístico.

Consiste en recoger gran número de datos sobre un tema o problema determinado y en ordenarlos numéricamente.

Se emplea, por ejemplo, en la confección de censos escolares para saber el número de estudiantes que asisten o no a las escuelas, el número de analfabetos, etc.

También se utiliza el método estadístico, por ejemplo, para determinar las palabras más empleadas por los niños y confeccionar con ellas los libros de lectura o para saber el número de faltas que cometen en la escritura de un texto por los estudiantes de una clase.

Según R. Bulles, el método estadístico comprende de ordinario, las siguientes etapas:

1) Recolección de datos referentes al problema estudiando;

2) Organización de los datos para facilitar su interpretación (tabulación, distribución, etc.);

3) Elaboración matemática(gráficas) de los datos para aislar y evaluar los factores importantes, medidas de correlación, etc.,

4) Examen crítico e interpretación de los resultados.(Y creo yo que su divulgación para tomar decisiones)

  • El método de los test.

Consiste especialmente en provocar una reacción o respuesta a un estimulo fijado de antemano.

En realidad se trata de un examen por medio de preguntas, actos o sugestiones, que se hallan previstos y graduados de un modo científico.

Por ejemplo, en la escala métrica de Binet y Simón que es la clásica, existen los siguientes test para niños de 10 años:

Enumerar los meses del año, reconocer las diferentes monedas del país, componer dos frases en las cuales se encuentren tres palabras dadas, responder a ocho preguntas de inteligencia, etc.

Lo más importante en los test es fijar las normas para su aplicación y las escalas para la medida de los resultados.

La ventaja mayor de los test, es que constituyen medidas objetivas independientemente del criterio persona subjetivo del examinador y que pueden ser entendidos y utilizados universalmente.

En la actualidad hay centenas de test de todas clases, que miden desde los caracteres físicos y sensibles hasta los intelectuales y morales.

Pero en general, se pueden reducir, para nuestro objeto, a dos grupos: los test psicológicos y los test pedagógicos.

Aquellos son de varias clases, de edad mental, de desarrollo, de aptitudes profesionales, etc.

Y los pedagógicos se refieren a la capacidad o aptitud para aprender una determinada materia y a los conocimientos o destrezas adquiridos en la enseñanza.

A su vez, los test pueden ser individuales o colectivos, verbales o de actuación. Como ejemplo de los test de instrucción puede servir: el de lectura silenciosa de Anderson, el cual consiste en 25 párrafos de dificultad análoga a cada uno de los cuales acompaña un dibujo que el niño debe modificar siguiendo las instrucciones contenidas en el texto; con el que trata de medir la rapidez con que puede ser leído un párrafo, con el fin de comprender sus significado.

Otro Test mide la rapidez de la escritura, contando el número total de letras que el niño de cada edad puede escribir en un tiempo dado, utilizando una frase determinada; otro mide la calidad de la escritura mediante una escala de formas de letras, etc.

En general, con estos test se trata de medir el grado de conocimiento alcanzado por los estudiantes en las diversas materias de enseñanza utilizando temas y escalas prefijados, en vez de dejar el examen al arbitrio de los examinadores.

Dado que el empleo de los test corresponde más bien a la sicología infantil y pedagógica, no insistimos sobre este punto.

Solo hemos de advertir el peligro que se corren con el empleo abusivo de los test para la determinación de la vida intelectual o mental de los estudiantes, que es sobrado compleja para poder ser aprehendida por este medio de cierta forma mecánico.

  • El método de la comprensión.

Los métodos de estudio indicados hasta ahora se refieren a aplicaciones de la lógica y la sicología tradicionales.

Pero la filosofía moderna ha adoptado desde Dilthey, como método esencial de las ciencias del espíritu, el método esencial de las ciencias del espíritu, el método de la comprensión.

Según Francisco Romero: "las ciencias del espíritu toman los objetos sensibles como algo externo en que se expresa su interioridad".

El comprender es el procedimiento mediante el cual llegamos a esa interioridad interpretando sus manifestaciones externas.

Así que quizá lleguemos a leer con muy buena dicción; pero ¿de que sirve si no se comprende la lectura?

La comprensión parte de que la ciencia natural pasa de los efectos a las causas, y de los todos a las partes; y de que las ciencias del espíritu van del signo a lo significado, de la expresión a la vivencia.

Por eso creo yo que es importante educar y comprender el contenido para que sirva al estudiante y a otros para misma vida

Las manifestaciones anímicas no se explican casualmente como las de la naturaleza, sino que se interpretan, se comprenden.

Aunque este método no se ha aplicado concienzudamente aun en la pedagogía, abre amplias posibilidades para conocer e interpretar la conducta de los estudiantes, en cuanto a si comprenden o no el contenido y no solo la memorización del mismo.

Spranger es quien ha realizado mayores progresos en el estudio del adolescente según este método en su conocida obra sicología de la edad juvenil, caracterizando los diversos momentos y aspectos de esta y de la infancia.

Allí se define el comprender como "el aprehender el sentido de complejos espirituales en forma de un conocimiento objetivamente valido".

Solo comprendemos las cosas que tienen sentido… la comprensión parece penetrar en el interior del complejo.

"Se aprehende siempre algo que tenga sentido, penetrando y llenando con su vida, por decirlo así, algo espiritual y edificando sobre este acto total el conocimiento del sentido del acto".

La estructura de la pedagogía

La pedagogía como ciencia de la educación, no está integrada por una serie heterogénea de hechos y leyes, sino que, como toda ciencia, constituye un conjunto organizado y sistemático de conocimientos, y posee una estructura propia.

En esta estructura pueden distinguirse, como se ha dicho, tres partes esenciales, prescindiendo de la parte histórica.

  • Una es la pedagogía descriptiva, que estudia los hechos, factores e influencias de la realidad educativa, tanto en el aspecto biológico, como en el psicológico y social.

Dentro de la pedagogía descriptiva tenemos tres grandes grupos constituidos por los diversos factores que influyen en la vida y la ecuación como usted la quiera expresar está formada por los siguientes factores:

a).- uno es el de los factores biológicos, que estudia las condiciones de la herencia, el desarrollo físico y su relación con el mundo circundante;

b).- otro es el de los factores psicológicos, que comprende el desarrollo psíquico en su aspecto evolutivo y caracterológico, así como las funciones anímicas,

c).- y otro el de los factores sociológicos, que se refiere a los diversos tipos sociales: familia, pueblo, nación.

  • Otra es la pedagogía normativa, que investiga los fines

e ideales de la educación, tanto en su evolución como en su estado

actual, así como su estructura íntima.

Asimismo, dentro de la pedagogía normativa, se halla

a).- la parte que se refiere a los ideales de educación que han pensado los filósofos y pedagogos .

b).- y la estructura de la educación, es decir, a la regulación de cada una de las actividades educativas.

  • Y otra, en fin, es la pedagogía tecnológica, que estudia los

métodos, organización e instituciones de la educación.

En la pedagogía tecnológica se distinguen cuatro partes: una, que trata

a).- de la acción educativa, es decir, la aplicación directa de la educación;

b).- otra de los métodos de la educación o sea los recursos de que se sirve el educador;

c).- otra de la organización de la educación, tanto en el aspecto externo, como el interno y el materia,

d).- y otra de las instituciones de la educación, es decir, de los centros donde se efectúa la acción educativa.

Y con esas tres partes esenciales, se debe de construir el ambiente propicio que haga significativo el aprendizaje para el estudiante(Y también para el maestro).

La educación y su papel

  • las definiciones de la educación

La palabra educación ha sido a veces utilizada en un sentido muy amplio para designar el conjunto de las influencias de la naturaleza humana en un cierto país a los demás hombres en otros países , que pueden ejercer influencia bien sea sobre nuestra inteligencia, bien sea sobre nuestra voluntad o acciones.

Abarca, dice Stuart Mill, " todo lo que hacemos por voluntad propia y todo cuanto hacen los demás a favor nuestro con el fin de aproximarnos a la perfección de nuestra naturaleza".

En su acepción más amplia, abarca incluso los efectos indirectos producidos sobre el carácter y sobre las facultades del hombre por causas o efectos cuya meta es completamente diferente:

  • por las leyes o por las formas de gobierno,

  • las artes industriales,

  • e, incluso, también por hechos físicos, independientes de la voluntad del hombre, tales como el clima, el suelo y la posición local .

Sin embargo, dicha definición engloba hechos completamente contrapuestos y que no se pueden reunir bajo un mismo vocablo, bajo la pena de exponerse a confusiones.

La acción de las cosas sobre los hombres es muy diferente, por sus procedimientos y resultados, de la que procede de los hombres mismos; y la acción de los contemporáneos sobre sus contemporáneos difiere de la influencia que los adultos ejercen sobre los más jóvenes y aún de la influencia de los jóvenes sobre los adultos en modas y estilos de vida.

Es primera, la única que nos interesa aquí y, por consiguiente, es a ella que conviene reservar la palabra educación como un fin.

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Pero, ¿en qué consiste esa acción sui generis?

Numerosas y muy diferentes son las respuestas que han sido dadas a esta pregunta; pueden reducirse a dos tipos principales.

Según Kant, " el fin de la educación es el de desarrollar todas las facultades humanas. Llevar hasta el punto más alto que pueda ser alcanzado todas las fuerzas que anidamos en nuestro interior, realizarlas lo más completamente posible; pero sin que lleguen a dañarse entre sí,"

¿no es éste a caso un ideal por encima del cual no puede existir ningún otro?(incluso creo que Kant lo rescató del ideal de Platón, de desarrollar a los seres humanos de manera armoniosa en todas sus facultades de que son susceptibles).

Sin embargo, si bien en cierta medida ese desarrollo armónico es, en efecto, necesario y deseable, no por esto es integralmente realizable; pues, se encuentra en contradicción con otra regla de la conducta humana que no es menos imperiosa: que es la que nos ordena dedicarnos a una tarea determinada y restringida.

No podemos y no debemos entregarnos todos al mismo género de vida; según nuestras aptitudes físicas y mentales, tenemos funciones diferentes que cumplir, y es necesario que nos pongamos en armonía con aquella que nos incumbe.

No estamos todos hechos para reflexionar: son necesarios hombres de sensación y de acción.

Inversamente, también es necesario que los haya en cuya labor sea la de pensar.

A hora bien, el pensamiento no puede desarrollarse más que desapegándose del movimiento, más que replegándose sobre sí mismo, más que apartando de toda acción exterior al individuo y que se entregue en cuerpo y alma a este pensar.

De ahí, una primera diferenciación que no se produce sin experimentar una cierta ruptura de equilibrio.

Y la acción, por su parte, al igual que el pensamiento, es susceptible de adoptar un sinfín de formas diferentes y particulares.

Por supuesto, dicha especialización no excluye una cierta base común y, consecuentemente, una cierta fluctuación en las funciones tanto orgánicas como psíquicas, a falta de la cual la salud del individuo se vería en peligro, al propio tiempo que la cohesión social.

Ahora bien, así y todo, una armonía perfecta no puede ser presentada como el objetivo final de la conducta y de la educación.

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Aún menos satisfactoria es la definición utilitaria según la cual la educación tendría por objeto " hacer del individuo un instrumento de dicha para sí mismo y para su semejantes " (James Mill); en efecto, la dicha o felicidad es un estado esencialmente subjetivo y cada uno aprecia a su manera su búsqueda.

Semejante fórmula deja pues, incierta la meta de la educación, y, por ende, la educación en sí, puesto que la abandona al libre arbitrio.

Bien es verdad que Spencer a tratado de dar una definición objetiva de la dicha.

Para él las condiciones de la dicha son las de la vida felicidad completa, es la vida completa con una calidad de vida no solo en el tener, sino también en el ser.

Ahora bien, ¿ qué se debe entender por vida ?

Si se trata únicamente de la vida física, se puede decir aquello sin lo cual sería imposible; en efecto, implica un cierto equilibrio entre el organismo y su entorno, y, puesto que los dos términos en relación son datos definibles, otro tanto tiene que suceder con su conexión.

Pero, no se pueden expresar de esa forma más que las necesidades vitales más inmediatas.

Ahora bien, para el hombre, y sobre todo para el hombre moderno esa clase de vida no es vida.

Pedimos de la vida algo más que el funcionamiento más o menos normal de nuestros órganos.

Una mente cultivada prefiere no vivir antes que renunciar a los placeres que proporciona la inteligencia.

Incluso al punto de vista puramente material, todo cuanto rebasa lo estrictamente necesario escapa a toda determinación.

El standard of life, el patrón de vida, como dicen los ingleses, el mínimo por debajo del cual no nos parece permisible situarnos, varía de forma infinita según las condiciones de vida, los ámbitos sociales y los tiempos.

Lo que ayer encontrábamos suficiente se nos antoja hoy por debajo de la dignidad del hombre, tal como la sentimos actualmente, y todo deja suponer que nuestras exigencias a nuestro respecto irán increscendo.

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En este punto, nos topamos con el reproche general que recae sobre todas esas definiciones.

Parte de este postulado que asegura la exigencia de una educación ideal, perfecta, válida para todos los hombres indistintamente; y es esa educación universal y única que el teórico se afana en definir.

No obstante, y ante todo, si se considera la historia, no se encuentra nada en ella que confirme semejante hipótesis.

La educación ha variado muchísimo a través de los tiempos y según los países.

En las ciudades griegas y latinas, la educación enseñaba al individuo a subordinarse ciegamente a la colectividad, a convertirse en esclavo de la sociedad hoy en día, se esfuerza en hacer del individuo una personalidad autónoma.

  • En Atenas, se trataba de formar mentes delicadas, cautas, sutiles, amantes de la mesura y de la armonía, capaces de apreciar la belleza y los placeres de la pura especulación;

  • En Roma, se deseaba ante todo que los niños se hiciesen hombres de acción, entusiastas de la gloria militar, indiferentes a todo cuanto concernía a las artes y las letras.

  • En el Medioevo, la educación era ante todo cristiana.

  • En el transcurso del Renacimiento adopta un carácter más laico y más literario.

  • Hoy en día, la ciencia tiene tendencias a ocupar en la educación el puesto que el arte tenía antaño (la especialización de la especialización).

¿Acaso se dirá que esto no es ideal?

¿Que si la educación ha variado, es porque los hombres se han equivocado acerca de lo que debería ser ésta?

Pero, si la educación romana hubiese llevado el sello de un individualismo comparable al nuestro, Roma no hubiese podido mantenerse; la civilización latina no hubiese podido gestarse ni, más adelante, tampoco nuestra civilización moderna, que procede en gran parte de ella.

Las sociedades cristianas de la Edad Media no hubiesen podido sobresalir si hubiesen concedido al libre examen el lugar que le otorgamos hoy en día.

Así pues, existen a este respecto exigencias ineludibles de las que nos es imposible hacer abstracción.

¿De qué puede servirnos el imaginar una educación que resultaría funesta para la sociedad que pusiese en práctica?

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Ese resultado tan discutible es consecuencia de un error más general.

Si empieza uno por preguntarse cuál debe ser la educación ideal, haciendo caso omiso de toda condición de tiempo y lugar, es que, implícitamente, se admite que un sistema educacional no tiene nada de real por sí mismo ya que la realidad cambia constantemente y lo único seguro en la vida es el cambio…Así que creo yo que la educación debe preparar al estudiante para el cambio y aún ser gestora de cambios y lograr una mejor calidad de vida no para una minoría, sino para las mayorías e influir para preservar el medio ambiente y la ecología.

No se halla en el resultado de la época contemporánea un conjunto de prácticas y de instituciones que hayan ido organizando paulatinamente una mejor calidad de vida integral con el paso del tiempo, y que sean solidarias de todas las demás instituciones sociales del muno y que las expresen.

Y , por consiguiente, no pueden ser cambiadas a capricho como tampoco lo puede ser la escritura misma de un solo individuo o la de una sociedad.

Así que tal parece que la educación sea solo un puro sistema de conceptos realizados a impronta; y considerándolo bajo ese prisma, parece depender únicamente de la lógica. Donde se supone que los hombres de cada época lo organizan con pleno conocimiento de causa para alcanzar un fin determinado; y porque se han equivocado sobre la naturaleza, o bien sea de la meta por alcanzar, o bien sea acerca de los medios que permiten alcanzarla. Partiendo de ese punto de vista, las educaciones impartidas en el pasado se nos antojan como otros tantos errores totales o parciales.

No debemos, pues, tenerlas en cuenta; no tenemos por qué solidarizarnos con los errores de observación o de lógica que han podido cometer nuestros antecesores; pero sí podemos y debemos plantearnos el problema, haciendo caso omiso de las soluciones que nos han sido dadas, es decir que, haciendo abstracción de todo lo que ha sido, lo que nos interesa ahora es preguntarnos lo que debe ser.

Las enseñanzas de la historia pueden, todo lo más, servirnos para no volver a caer en los mismos errores.

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Sin embargo, y de hecho, cada sociedad, tomada en un momento determinado de su desarrollo, dispone de un sistema educacional que se impone a los individuos con una fuerza por lo general irresistible. Resulta baladí el creer que podemos educar a nuestros hijos como lo desearíamos. Existen unas costumbres a las que nos vemos obligados a someternos.

Y si tratamos de soslayarlas en demasía, acabarán vengándose sobre nuestros hijos.

Ya que estos, al llegar a la edad adulta, no se encuentran en condiciones de vivir en medio de sus contemporáneos, por no comulgar con sus ideas.

Que hayan sido educados según normas o demasiado arcaicas o demasiado vanguardistas, poco importa para el caso; tanto en el uno como en el otro, no pertenecen a su tiempo y, por consiguiente, no se encuentran en condiciones de hacer una vida normal y mucho menos de lograr una calidad de vida material y espiritual.

Por lo tanto, existe en cada momento del tiempo un tipo de regulador educacional del que no podemos apartarnos sin topar con fuertes resistencias que contienen las veleidades de disidencias o hegemonías.

Sin embargo, los hábitos y las ideas que determinan ese tipo educacional, no somos nosotros quienes, individualmente, los hemos creado, son fruto de la vida en común y expresan las exigencias de ésta. Incluso, en su mayor parte, son obra de las generaciones anteriores.

Todo el pasado de la humanidad ha contribuido a edificar ese conjunto de reglas que dirigen la educación de hoy en día, toda nuestra historia ha dejo sus huellas, incluso la historia de los pueblos que nos han precedido.

Así es como los organismos superiores albergan en su interior el eco de todo su desarrollo biológico de la que son el punto culminante.

Cuando se estudia históricamente la manera en que se han formado y desarrollado los sistemas educativos, se percata uno que dependen estrechamente de la religión, de la organización política, del nivel d desarrollo de las ciencias, del estado de la industria, etc.

Si se le separa de todas esas causas históricas, se torna incomprensible.

¿ En qué forma, pues, puede el individuo pretender reconstruir por el solo esfuerzo de su reflexión propia, lo que no es obra del pensamiento individual, sino del colectivo ?

No nos hallamos ante un terreno virgen sobre el que se puede edificar libremente lo que desea, sino que estamos ante realidades existentes que nos impiden crear, destruir, o transformar. Y solo el ser humano desarrollado es el que es capaz de transformar e influir positivamente en la humanidad.

El ser humano no puede actuar sobre ellas más que en la medida en que ha aprendido a conocerlas, en que sabe cuál es su naturaleza y las condiciones de las que dependen; no puede lograr saberlo más que si se doblega ante sus imperativos, más que si empieza por observarlas, a semejanza del físico que examinan la materia bruta y el biólogo los cuerpos vivos.

Por demás, ¿ cómo proceder de otra forma ?

Cuando se quiere determinar únicamente a través de la dialéctica lo que debe de ser la educación, se tiene que empezar por sentar las metas que se quieren alcanzar.

Ahora bien, ¿ qué es lo que nos permite aseverar que la educación tiene tales fines y no otros ?

A priori, desconocemos cuál es la función de la respiración o de la circulación en el ser vivo.

¿ A base de quién o de qué tendríamos que estar mejor informados en lo referente a la función educativa ? Se contestará qué por descontado, tiene por objeto el de educar a los niños o los jóvenes .

Pero, esto es plantear el problema en términos a penas diferentes; no es resolverlo.

Se tendría que decir en qué consiste dicha educación, hacia qué tiende, a qué exigencias humanas responde.

Sin embargo, no se puede dar respuesta a esas preguntas más que empezando por observar en qué ha consistido, a qué exigencias ha respondido en el pasado.

Así pues, aun cuando no fuese más que para constituir la noción preliminar de la educación, para determinar que es lo que así se denomina, la observación histórica se nos antoja como imprescindible.

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De acuerdo con Emilio Durkheim para que haya educación, es necesaria la presencia de una generación de adultos y una generación de jóvenes, así como de una acción ejercida por los primeros sobre los segundos.

Y eso en sentido relativo, porque aun los adultos aprenden de los niños o de los jóvenes, debido a que "ellos ya anduvieron el camino intelectual".

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Y aun podríamos decir que la educación varía de una casta a otra;

-la de los patricios no es la misma que la de los plebeyos;

-la del Brahmán no era la misma que la del Sudra.

  • De igual forma, en la Edad Media, ¡qué abismo entre la cultura que recibía el joven paje, instruido en todas las artes de la caballería y la del villano que iba ala escuela de su parroquia a aprender algunos escasos rudimentos de aritmética, de canto y de gramática.

  • Incluso hoy en día, ¿acaso no vemos cómo la educación varía según las clase sociales o las zonas de residencia?

La que imparte en la ciudad no es la misma que la que recibe la gente del campo, la del burgués no es igual a la del obrero.

¿Acaso se argüirá que esta organización no es moralmente justificable y que no se puede ver en ella más que una perduración condenada a desaparecer? No resulta difícil defender dicha tesis.

Es evidente que la educación de nuestros hijos depende del azar que les ha hecho nacer aquí o allá, de tales padres y no de tales otros, de los recursos, de las políticas del gobierno respectivo.

Pero, aun cuando la conciencia moral de nuestro tiempo hubiese obtenido la satisfacción a la que aspira, no por eso la educación se tornaría más uniforme, y justa.

Aun cuando la carrera escogida para cada niño no sería ya, en gran parte, predeterminada por una obcecada herencia social, la diversidad moral de las profesiones no dejaría de arrastrar en pos suya una gran diversidad pedagógica.

En efecto, cada profesión constituye una ámbito sui generis que recaba aptitudes concretas y conocimientos especiales, en los que imperan determinas ideas, determinadas costumbres, determinadas maneras de contemplar las cosas; y dado que el niño debe estar preparado con vistas a la función que está llamado a desempeñar el día de mañana, la educación, a partir de una cierta edad, no puede ser la misma para todos los sujetos a los que se aplica.

Este es el motivo por el cual vemos que en todos los países civilizados, la educación tiende a diversificarse cada vez más y a especializarse; y esta especialización empieza cada día más pronto.

La heterogeneidad que se produce de esta suerte no se basa, como aquella de la que hablábamos anteriormente, sobre desigualdades injustas a todas luces.

Para hallar una educación del todo homogénea e igualitaria, deberíamos remontarnos a la sociedades prehistóricas en las cuales no existía diferenciación alguna; y así y todo, ese tipo de sociedades no representaba más que un momento lógico dentro del conjunto de la historia de la humanidad.

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Sin embargo, sea cual sea la importancia de esas educaciones especiales, no representan per se la educación entera.

Incluso, se puede decir que no se bastan a sí mismas; sea donde sea que se las observe, no divergen entre sí más que a partir de un cierto punto más allá del cual se confunden.

Se asientan todas ellas sobre una base común ( lo socio cultural).

No existe pueblo alguno donde no haya un cierto número de ideas, de sentimientos y de prácticas que la educación deba inculcar indistintamente a todos los niños, independientemente de la categoría social a la que pertenezcan éstos. Incluso, ahí donde la sociedad está fragmentada en castas cerradas las unas a las otras, siempre existe una religión común para todos y, consecuentemente, los principios de la cultura religiosa, que se torna entonces fundamental, son los mismos en los diversos estamentos de la población.

Si bien cada casta, cada familia tienen sus dioses particulares, existen divinidades generales o comunes que son reconocidas por todo el mundo y que todos los niños aprenden a adorar.

Y dado que esas divinidades encarnan y personifican determinados sentimientos, determinadas formas de concebir el mundo y la vida, no se puede estar iniciado a su culto sin contraer, de paso, toda clase de costumbres mentales que rebasen el ámbito de la vida puramente religiosa.

De igual forma, en el Medioevo, los siervos, los villanos, los burgueses y los nobles recibían asimismo una misma educación cristiana.

Si ocurre tal cosa con sociedades donde la diversidad intelectual y moral alcanza ese grado de contraste, ¡qué no ocurrirá con los pueblos más desarrollados donde las clases, aun cuando conservando sus distancias, quedan sin embargo separadas por un abismo menos profundo!

Ahí donde esos elementos comunes en toda educación no quedan expresados bajo forma de símbolos religiosos, no por ello dejan de existir.

Y en cuanto a lo cultural, podemos decir que en el transcurso de nuestra historia, (Y aún generalizando podríamos decir que en cada país)se ha ido constituyendo todo un conjunto de ideas sobre la naturaleza humana, sobre la importancia respectiva de nuestras diversas facultades, sobre el derecho y sobre el deber, sobre la sociedad, sobre el individuo, sobre el progreso, sobre la ciencia, sobre el arte, etc., que constituye la base misma de nuestro espíritu nacional; toda educación, tanto la del rico como la del pobre, tanto la que lleva a las carreras liberales como la que prepara a cargos industriales, tiene por objeto el de grabarlas en las conciencias.

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De todos esos hechos resulta que cada sociedad se labra un cierto ideal del hombre, de lo que debe ser éste tanto desde el punto de vista intelectual como físico y moral; y que ese ideal es, en cierta medida, el mismo para todos los ciudadanos de un país; que a partir de un determinado punto, se diferencian según los ámbitos particulares que toda sociedad alberga en su seno.

Es ese ideal, a la vez único y diverso, el que representa el polo de la educación. Está tiene, por tanto, por misión la de suscitar en el niño:

  • 1.- Un cierto número de estados físicos y mentales que la sociedad a la que pertenece considera como debiendo florecer en cada uno de los miembros.

  • 2.-Ciertos estados físicos y mentales que el grupo social específico (casta, clase, familia, profesión) considera asimismo como debiendo existir en todos aquellos que lo constituyen.

Por consiguiente, son la sociedad, en el conjunto, y en cada ámbito social específico, los que determinan ese ideal que la educación realiza. La sociedad no puede subsistir más que si existe entre sus miembros una homogeneidad suficiente: la educación perpetúa y refuerza dicha homogeneidad, fijando por adelanto en el alma del niño las similitudes esenciales que requiere la vida colectiva para seguir desarrollándose socio culturalmente.

Por otra parte, sin una cierta diversidad toda cooperación resultaría imposible: la educación asegura la persistencia de dicha diversidad necesaria, diversificándose por sí mismo y especializándose.

Si la sociedad llega a ese nivel de desarrollo en que las antiguas escisiones en castas o clases no pueden ya ser mantenidas, prescribirá una educación más uniforme en su base.

Si, al propio tiempo, el trabajo queda más dividido, la sociedad provocará en los niños, proyectada sobre un primer plano de ideas y de sentimientos comunes, una diversidad más rica de aptitudes profesionales.

Si se vive en estado de conflicto con las sociedades circundantes, se esforzará en formar las mentes según un modelo de inspiración netamente patriótica; y si la competencia internacional adopta una forma más específica, el tipo que trata de realizar resulta más generalizado y más humano.

La educación no es, pues, para ella más que el medio a través del cual prepara en el espíritu de los niños y los jóvenes a las condiciones esenciales de su propia existencia dentro de su pequeña aldea inmersa dentro de una aldea global.

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