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Feminismos y sistema de sexo-género

Enviado por Luis


  1. Teoría feminista hoy
  2. Postmodernidad y postfeminismo [6]
  3. Transformación de conflictos y participación de las mujeres en los procesos de paz
  4. Algunos antecedentes: Francia en el siglo XVIII
  5. Las reivindicaciones históricas del feminismo

El concepto de género que aparece dentro del feminismo, permite describir los papeles, roles y actividades de mujeres y hombres que han sido establecidos en las sociedades.

Los estudios de género explican las desigualdades de los géneros desde una nueva perspectiva teórica, sacando a la luz la marginación de las mujeres, pues han sido relegadas a la esfera privada, considerándolas inferiores. Para estudiar la Teoría feminista hoy es preciso entender el concepto de género [1] .

Debido a que no existe una definición unívoca de género [2] , vemos que para algunos autores éste es una construcción cultural basada en las diferencias objetivas entre los sexos, y a partir de ahí se determina la categoría de sexo y la de género. O también, se considera género a las diferencias organizadas social y culturalmente entre lo femenino y lo masculino, siendo el sexo las diferencias biológicas entre hombre y mujer.

De este modo queda configurada la masculinidad y la feminidad en función de los diferentes modos de comportamiento, sentir y pensar, que son atribuidos socialmente a los hombres y a las mujeres. Esto pone de relieve que las jerarquías existentes, dejando a la mujer por debajo del hombre, no son naturales sino que son creadas, si no ¿por qué en las diferentes culturas cambia lo que se considera femenino o masculino? La respuesta es simple: porque es una interpretación social de lo biológico. Por otro lado, si existieran tales características de género, éstas serían universales y no lo son.

Una de las primeras antropólogas encargadas de dilucidar el concepto de género es Gayle Rubin, quien estudia las causas de la opresión de las mujeres, con el fin de conocer los elementos que sería necesario transformar para llegar a una sociedad sin jerarquías de género. Sitúa entonces la causa de la opresión no sólo de las mujeres, sino también de las minorías sexuales, en una parte de la vida social que ella denomina sistema sexo/género.

Para ello, estudia los sistemas de parentesco de Lévi [3] , y considera que el matrimonio presupone la división sexual y crea el género, así como también surge la sexualidad restringida de las mujeres. Y por otro lado, cuando se centra en el patriarcado, lo define como un sistema de relaciones políticas, sociales y económicas, donde las diferencias biológicas se convierten en desigualdad y opresión del hombre sobre las mujeres.

Rubin (1986: 95-145) define, por tanto, el sistema sexo/género como el modo en que el sexo y la reproducción humana son convertidas por las relaciones sociales de desigualdad en un sistema de prohibiciones, obligaciones y derechos diferenciales para hombres y mujeres, es decir, el sexo y la reproducción están conformados por la intervención social y se satisfacen de forma convencional.

La necesidad de distinguir entre sexo y género, tiene como fin rescatar a las mujeres del ámbito de la naturaleza al cual se las adscribía y bajo cuyos parámetros se las conceptualizaba. Con esta distinción se puede afrontar mejor el determinismo biológico y se amplia la base argumentativa en favor de la igualdad de mujeres. Por ello la teoría feminista distingue sexo y género para probar que el lugar de hombres y mujeres en la estructura social depende de la organización social y cultural y no de las supuestas diferencias biológicas.

Rubin también destaca por estudiar la sexualidad. Este término tiene en común con el género y el sexo, que está moldeada por la cultura, pero no hay que confundir su significado con los términos procreación, género ni relaciones sociales de sexo. Todo individuo posee un impulso sexual, pero la cultura determina el modo de satisfacerlo. O lo que es lo mismo, la sexualidad para los seres humanos no es instintiva, sino aprendida. Todas las sociedades controlan y regulan la sexualidad, siendo la sexualidad de las mujeres la más controlada y además más restringida.

Teoría feminista hoy

El feminismo surgió como una reivindicación del derecho a la igualdad como consecuencia de la existencia del sesgo androcéntrico de las éticas universales de la ilustración. El término androcentrismo es el más utilizado en la literatura feminista antropológica para referirse a la forma de producir conocimiento desde valores hegemónicos masculinos o posiciones autocentradas en el hombre como eje de la vida social.

En la actualidad existen dos posiciones en cuanto a femenino y a mujeres se refiere: una, rechaza la inferioridad natural de lo femenino y la otra, define la feminidad según características deducidas del supuesto de inferioridad natural.

Feminismo: igualdad/diferencia

El feminismo que rechaza la inferioridad natural de la mujer denuncia la situación de las mujeres dentro del patriarcado, ya que ellas aparecen marginadas e invisibilizadas. Es por ello que buscan la igualdad social y política. Pero la igualdad se ha convertido en un concepto altamente controvertido dentro del feminismo. Los problemas a resolver son los mismos, es decir, la cuestión del poder, la separación de las esferas privada y pública, la cuestión del trabajo, y la resignificación de conceptos que aún perviven dominados por estructuras patriarcales. El núcleo de todo ello es poder transformar el ámbito cultural y simbólico en otro que no implique dominación sobre las mujeres y permita a éstas libertad y subjetividad plena. Cómo hacerlo es básicamente el punto donde empiezan los diferentes enfoques [4] .

El feminismo de la diferencia afirma que definir la feminidad y las mujeres desde un código simbólico binario y jerarquizador favorece la marginalidad de ellas. El objetivo ya no es conseguir la igualdad, puesto que para las mujeres "ser igual" acabará convirtiéndose en "ser iguales a los hombres", y ello -se dice- porque por una parte anula la subjetividad «femenina» (al moldearla sobre el modelo masculino) y por otra impide la verdadera liberación de las mujeres. Podemos hablar de tres escuelas del feminismo de la diferencia [5] :

1. El Pensamiento maternalista, para el cual la diferencia entre hombres y mujeres es de orden moral. Carol Gilligan y Nancy Chodorow son dos representantes de esta postura, quienes ponen de manifiesto la aproximación de las mujeres en las relaciones interpersonales. Unidos sus trabajos al de Ruddik, se abre una línea de investigación en torno a la ética del cuidado- explican que las mujeres tienen más aptitudes para desarrollar actitudes de cuidado respecto a los demás-.

2.Teóricas feministas francesas: su propuesta es no representar la identidad femenina, ya que toda representación será falocéntrica y masculina, es decir, estaría dominada por la razón dominante, la razón patriarcal. El potencial subversivo de la identidad femenina radica precisamente en mantenerse "descategorizada", en alejarse de las clasificaciones solidificantes del pensamiento patriarcal. Luce Irigaray, Hélène Cixous, y Julia Kristeva, pese a sus diferencias, comparten esta posición.

3. Aquellas que piensan que lo importante son las diferencias múltiples que atraviesan la diferencia sexual: se oponen al esencialismo y argumentan que la teoría feminista debe desmantelar el concepto de "mujer" para así poder deconstruir el de "varón". Pero para llegar a ello autoras como Judith Butler creen que es necesario acabar con la "matriz heterosexual". La propuesta supone una proliferación transgresora de identidades sexuales y de sexualidades múltiples y cambiantes.

El debate sobre los feminismos de la igualdad y la diferencia propició la polémica: sujeto o mujer; ellas en contraste con los hombres, no son iguales en tanto que sujetos, sino idénticas en tanto que género.

La consideración de la mujer como sujeto lleva implícita la igualdad de derechos, es decir, el reconocimiento del principio de la igualdad y el derecho a la diferencia.

Se precisa un proceso de igualación entre los sexos, sobre todo, más que reivindicar la diferencia o la igualdad, se deben buscar formas no esencialistas de plantear la diferencia. La crítica al principio de igualdad universal implica considerar las diversas perspectivas de las y los diferentes.

Postmodernidad y postfeminismo [6]

¿Cómo se vincula la teoría feminista y postfeminista con la crítica postmoderna? El postmodernismo y el postfeminismo se identifican con el antiesencialismo, con lo cual rechazan la concepción unitaria y universal del sujeto. En este sentido, proponen una concepción de la persona vinculada a un contexto, una cultura y una situación social concreta. Se considera que los valores masculinos y rasgos característicos aparecen disfrazados de universalidad, por lo tanto, la particularidad femenina es despreciada o subsumida en una igualdad social masculina como es el caso del lenguaje sexista.

Ante esta dicotomía igualdad-diferencia el feminismo se propone en pensar la diferencia en términos de diversidades más que de universalidades; el feminismo postmoderno propone cuestionar dicotomías como: sexo-género, femenino masculino, diferencia/igualdad, hombre-mujer.

[1] Una de las obras seminales del feminismo, El segundo sexo (publicada originalmente en 1949), estableció precisamente el concepto de género a la hora de entender la construcción de la mujer como sujeto subordinado y oprimido. El concepto de género marcó sin ninguna duda la agenda de la tercera ola del feminismo. Con este concepto se hizo claro que la categoría de «mujer» es una construcción social que se hace sobre el cuerpo biológico femenino. De una manera rotunda esto lo expresará la célebre frase de Simone de Beauvoir en su libro El segundo sexo: «No se nace mujer, se llega a serlo». Reverter, S. (2003: 39)

[2] Otras definiciones posibles serían, Moreno y Pichardo. (2006: 143-156), y Lourdes Benería (1987:46) citada en Beltrán et al. (2001: 159).

[3] Como bien explica Calvo Buezas (2006: pp. 368-69, ) Lévi estudió las relaciones de parentesco como una forma de organizar los intercambios de mujeres en el matrimonio, la regla para ello es el tabú del incesto (piedra angular de la cultura humana), que genera el intercambio exogámico (fuera del grupo) y recíproco de mujeres así como la alianza entre grupos. El intercambio de mujeres (yo te doy mujeres, tu me das mujeres) es por tanto, signo de alianza y solidaridad humana, es decir de comunicación. En definitiva, según Lévi, la prohibición del incesto no es una prohibición de "no te acostarás con tus familiares", sino un mandamiento de "te acostarás con mujeres extrañas".

[4] Reverter, S. (2003: 42).

[5] Ibídem, pp.43

[6] Para una breve y excelente comprensión de las características generales del feminismo postmoderno acudir a la obra de Beltrán et al. (2001: 253-256).

Transformación de conflictos y participación de las mujeres en los procesos de paz

Es importante tener en cuenta que las imágenes y estereotipos que se proyectan tanto de los hombres-como cuando se relaciona al hombre con la guerra– como de las mujeres-por ejemplo el papel de cuidadora asignado a las mujeres o la cosificación que sufren a través de los mas media- son creados culturalmente y por ello se debe estudiar e investigar por qué esto es así. De esta forma se podrá dar a conocer como se construyen para así poder cambiar la situación de desigualdad y discriminación en la que se encuentran las mujeres.Desde el feminismo se demanda tener una igualdad de oportunidades, es decir que las mujeres tengan los mismos derechos y obligaciones que los hombres. Acceder de manera igualitaria a todas las esferas y espacios sociales. Además de demandar la igualdad de oportunidades se insta a que una vez que se esté dentro del mundo "masculino", denominado como esfera pública en donde se desarrolla la vida económica y política, las mujeres sean partícipes también de la toma de decisiones. Las mujeres se encuentran en el trabajo el techo de cristal que les impide tomar el poder y formar parte de los asuntos públicos. Aquí se sitúa a la mujer como cómplice a la hora de llevar a cabo acciones a favor de la paz. Gracias a la participación conjunta de mujeres y hombres es posible crear un mundo donde los valores que rijan nuestra manera de vivir sean sustentados en la paciencia, la responsabilidad, la ternura, el amor, la empatía y el compromiso. Os dejo a continuación un breve análisis sobre la utilización de la perspectiva de género en la resolución de conflictos y en los procesos de paz.Si el conflicto, entendido como incompatibilidad de objetivos, se extiende por todos los niveles de la organización humana, desde el intrapersonal hasta el interregional, intraglobal, e incluso el interestelar, entonces resulta evidente que también poseemos una enorme capacidad de transformarlos. De esta forma atenderemos a la Transformación de Conflictos (1) como enfoque a la hora de tratar los conflictos positivamente.La Transformación de Conflictos surge como una alternativa a la violencia, al asumir la vulnerabilidad y la fragilidad humana. A diferencia de otros modelos de resolución, se centra en los cambios personales y en los sistémicos, y busca una coherencia en la forma de actuar y en la forma de pensar, entre la esfera pública y la esfera privada. En segundo lugar, supone concienciar y capacitar a las personas que están implicadas en la búsqueda de salidas, a través del reforzamiento de su confianza y en la práctica del diálogo. Otra característica importante que se encuentra en la transformación como regulación positiva de los conflictos es que ha de ser llevada a cabo por todos los miembros de la sociedad (FISAS, 1998).Vicent Martínez Guzmán y Sonia París Albert apuntan una serie de características de la transformación de los conflictos (2):• La transformación de los conflictos necesita de respuestas cooperativas• La transformación de los conflictos necesita de un cambio en la percepción• La transformación de los conflictos necesita de un cambio en las relaciones de poder• La transformación de los conflictos necesita del reconocimiento• La transformación de los conflictos necesita del empoderamiento• La transformación reconstruye los sentimientos de las partes en conflicto• La transformación tiene como finalidad la reconciliación de las partesNo me detendré en el análisis de cada una de ellas, pero si apuntaré que son elementos fundamentales para la transformación pacífica de los conflictos. En todos ellos la perspectiva de género será fundamental, sobre todo en relación al empoderamiento y el reconocimiento.En fin último lo que busca la transformación de conflictos es que las relaciones humanas se reconstruyan de tal manera que sea posible el establecimiento y el mantenimiento de la paz, romper con la espiral de la violencia y crear formas pacíficas de convivencia entre todos los afectados y afectadas.Es el turno de hablar de la participación de las mujeres en los procesos de paz, visto como transformación positiva de los conflictos. Inés Alberdi, Directora Ejecutiva del Fondo de Desarrollo de la Mujer (UNIFEM), apuntaba en el 2009, que fracasar en abordar las necesidades de las mujeres en gobiernos de transición, en el apoyo a la subsistencia, en el servicio público y en el sistema jurídico podría impedir el proceso de recuperación y socavar la paz, y que las mujeres constituyen un recurso fundamental en la construcción de la paz a largo plazo. (3)Para tratar el tema de por qué las mujeres deben inmiscuirse y participar en los procesos de construcción de la paz, atenderé a las ideas de dos autores,

CARMEN MAGALLÓN y MARTÍNEZ GUZMÁN, V.MARTÍNEZ GUZMÁN afirma que debido al rastro que dejan las culturas de tradición occidental, la violencia es una conducta masculina, relacionada con la libertad de ejercer las potencias y capacidades humanas de formas descontroladas y con las virtudes éticas, también predominantemente masculinas y relacionadas con la experiencia de "temor". (2002: 148) y en segundo lugar la violencia se origina por el miedo a la diferencia que se convierte en sistema de dominación y se proyecta en el sistema de la guerra (149). Por otro lado, MAGALLÓN (2006: 208) señala dos causas que hacen que se identifique mujeres con paz: a) el histórico alejamiento de las mujeres de los aparatos de poder, de la política y de los cuerpos armados institucionales; y b) la capacidad de dar la vida y de la experiencia de la maternidad que hace que para la mujer sea una contradicción de términos ser madre y ejercer como combatiente.Ambos autores abogan por una explicación cultural y socialmente construida de los géneros, por lo que es preciso, como señala MAGALLÓN (223), que emerjan movimientos, conceptualizaciones y teorías que ayuden a desmontar la construcción social del varón. Esto es así por el reconocimiento de que las culturas de las guerras son "culturas" y son de "hombres". Se necesita repensar las relaciones entre cultura, formas de habitar, de cuidarnos unas y unos de otras y otros y de la naturaleza, como una forma de revolucionar las culturas para hacer las guerras y sustituirlas por culturas para hacer las paces. Debemos abrir los ojos a las exclusiones como una forma de aplicar la desconstrucción de cómo hacemos las cosas y la reconstrucción de cómo podríamos hacérnoslas de otra manera es una manera de afrontar la trampa de la dicotomía naturaleza y cultura. (151). La alternativa es la inclusión de las otras voces, las llamadas ética del cuidado como complemento a las éticas de la justicia. O como dice MAGALLÓN utilizar el maternaje, como práctica de dedicar tiempo al cuidado de la vida, a sostener y cuidar la vida. Como la maternidad solo está al alcance de las mujeres el maternaje pueden ejercerla los hombres también. De ahí la necesidad de incluir a las mujeres en los procesos de paz, pues su mejor herramienta son las capacidades cognitivas, actitudes, valores y hábitos afines a la paz que se desprenden de lo maternal o maternaje: paciencia, responsabilidad, ternura, amor, empatía, compromiso. Además el trabajo maternal está guiado por la no violencia.—————————–(1)Los estudios de los conflictos han sido denominados con tres terminologías diferentes desde su aparición: Resolución, Gestión y Transformación de Conflictos. El término "transformación de conflictos" es el que mejor se relaciona con los presupuestos de las investigaciones para la paz por lo que es una de las mejores formas de regular los conflictos positivamente.(2)Transformación pacifica de conflictos y perspectiva de género. Del miedo a la diferencia al reconocimiento de "la otra". Asignatura 26 del "Máster en Igualdad y Género en el ámbito público y privado" 2009/2011 3ª edición.(3)El Consejo de Seguridad adoptó la Resolución 1889 en el año 2009. Esta resolución confirma la anterior resolución 1325, "women and peace and security" del año 2000 donde se impulsa a una mayor inclusión de las mujeres en los procesos de construcción para la paz. Junto a INÉS ALBERDI acudieron otros personajes de gran relevancia como: RACHEL N. MAYANJA, ASHA HAGI ELMI AMIN, y representantes de varios países. En esta Web puede leerse la propuesta que lleva como título:Security Council Urges Renewed Measures to Improve Women"s Participation in Peace. Processes, Reaffirming Key Role Women Can Play in Rebuilding War-Torn Societies. Referencias:• MAGALLÓN PORTOLÉS, CARMEN. (2006). Mujeres en pie de paz: Pensamiento y prácticas. Siglo XXI. Madrid.• MARTÍNEZ GUZMÁN, V (2002): «Roles masculinos y construcción de una cultura de paz» en Congreso Internacional: Los hombres ante el nuevo orden social, San Sebastián, Emakunde/ Instituto Vasco de la mujer. 135-156. La versión electrónica: en Emakunde

El feminismo logrará hacer caducos e irrisorios los sistemas anticuados de organización social e internacional en que las injusticias y las subordinaciones se ensañan, ante todo, en las mujeres de todos los países. Hoy herético, el feminismo llegará a ser a teoría y la práctica de millones de mujeres y de hombres en un mundo en busca de una sociedad equitativa"

ANDRÉE MICHEL

edu.red

Es en 1837, cuando emerge en la lengua francesa, la expresión feminisme, la cual intenta apoyar públicamente los derechos del género femenino en dicha sociedad. Desde el surgimiento de esta doctrina, las mujeres han llevado a cabo luchas incansables para defender sus derechos y su papel en la esfera de la vida publica. Pero es en los últimos años, donde esta teoría feminista ha forjado conceptos nuevos, evolucionando para un mejor análisis al respecto.

Esta ofensiva tiene su punto de partida en las denuncias sobre el sexismo. Entendido a este, como la consecuencia de la falocracia (dominación de los hombres sobre las mujeres o  el sistema patriarcal) y además, no simplemente como una hegemonía, sino como  un sistema que recurre claramente y de manera sutil a todos los mecanismos institucionales e ideológicos que encuentre a su alcance, con el objetivo de reproducir la primacía de los hombres sobre el sexo opuesto. Estos de ámbitos de opresión pueden abarcar desde la política, la economía, la moral, la ciencia, la medicina, hasta la moda, la cultura, la educación, los medios de comunicación, entre otros.

Cuando esta problemática la abordan distintos profesionales, es decir historiadores, etnólogos o sociólogos, la mayoría de las veces lo realizan esbozando desde su propio modelo del roles, tanto masculino como femenino, es decir de una manera androcéntrica. Pero lo representativo de esta cuestión, es que por ejemplo, las estadísticas contemporáneas del trabajo no tienen en cuenta a la condición de muchas de estas personas (el de ser amas de casa), como criterio para evaluar si su labor doméstico es considerado un trabajo similar al de cualquier otro que perciba un salario.

Pero la historia de las mujeres no es sólo la historia de su represión, sino también la historia no menos ocultada hasta hoy de su resistencia en el curso de los siglos a esta represión y a su encierro. La discriminación de la mujer ha sido constante a lo largo de muchas etapas de la historia de la humanidad, en base a una supuesta inferioridad del llamado "sexo débil".

La lucha por la igualdad y la dignidad de las mujeres, se evidencia hoy en las protestas llevadas a cabo por las mismas como movimientos de liberación. Estas surgen en el Renacimiento, cuando los ideales de emancipación del individuo comienzan a urgirse desde los nuevos estratos sociales. En cambio, hoy estas protestas tienen lugar primordialmente en aquellos lugares en donde la situación de la mujer a mejorado considerablemente, es decir en los países desarrollados. Ya que en las naciones en vías de desarrollo el movimiento feminista, solo es llevado a cabo por aquellas mujeres que pudieron tener acceso a una educación superior, pero lo llevan a cabo en forma clandestina o muchas veces es mandado a ser reprimido tal reclamo justo.

Es así como estas reivindicaciones feministas, en su gran parte, enuncian las preocupaciones de sus pares de los países del hemisferio norte, en particular aquellas que se encuentran en las clases medias, sin tener en cuenta la similar situación de aquellas emergidas en los países del tercer Mundo.  Por ejemplo, hay casos en que las mujeres se encuentran desesperadas por no poder garantizar a sus hijos el mínimo bienestar necesario para cualquier individuo. Esta cuestión es consciente por parte de sus pares del otro lado del mundo, las cuales sostienen que este sufrimiento es causa de los modelos y prácticas guiadas por sus compratiotas a través de distintos hechos, como ser: eliminar a las mujeres de la formación y las técnicas agrícolas, quitándoles sus derechos a la tierra en beneficio del marido cabeza de familia, y obligándolas al éxodo urbano, ámbito en el que no pueden encontrar empleo.

Este subdesarrollo en dichas mujeres, ha sido agudizado por los expertos occidentales, ya que favoreció el mantenimiento de costumbres primitivas que son mutiladoras para las implicadas. Sin lugar a dudas, es necesario conocer en sus aspectos y fundamentos el sistema patriarcal, el cual se alimenta del sistema de acumulación (tanto de poder como de lucro) con el objetivo de lograr suprimirlo, para obtener resultados innegables en esta lucha femenina analizando esto a diferentes escalas, ya sea mundial o en cuanto a las relaciones entre países de ambos hemisferios

No caben dudas, que para impedir la discriminación hay que tener leyes más equitativas. Controlarlas que en la práctica se cumplan, realizar análisis cuantitativos del acceso y oportunidades sociales tomando en cuanto los sexos para ver si participan equitativamente. Y obviamente luchar contra los factores cualitativos que hacen al objetivo de esta lucha social, que establecen barreras difíciles en este mundo moderno muchas veces difíciles de superar. Por que tienen que ver con actitudes que se transmiten en la crianza, educación y que se filtran en los diversos modos de la cultura.

Algunos antecedentes: Francia en el siglo XVIII

En la Francia del siglo XVIII, las salonniéres triunfan: cada una se especializa en un espacio en la protección de uno o varios escritores del Siglo de las Luces. La Marquesa de Lambert expresa ideas feministas, Madame de Epinay protege al abad Galiani, Madame de Chátelet, a Voltarie Mademoiselle de Espínasse, D"Alembert, etc. Es aquí donde  Hijas o mujeres de banqueros comienzan a desempeñar un papel importante. Por ejemplo, Madame Necker y su hija Germanine de Stáel, abrieron su salón a los liberales. La primera de ellas era enemiga encarnizada del misógino Nápoleón, la cual dirigió una cadena periódicos. En su salón, Madame de Condorcet y su marido se volvieron propagandistas de la igualdad de los sexos y de los derechos de las mujeres trabajadoras.

En este periodo las mujeres de los medios populares desempeñaron un papel considerable de preparación y de apoyo a la lucha revolucionaria, tanto en París como en la provincia. En Bergerac, de 1770 a 1789, las mujeres participaron muy activamente en los motines a favor de la tasación del trigo. Por su parte, en Grenoble (1788), las mujeres dirigen una petición al rey; escriben una lista de sus quejas y denuncian la condición femenina: «Las hijas del tercer estado nacen, casi todas, sin fortuna. Su educación es muy viciosa o muy descuidada». Reclaman su franquicia, el derecho de votar y de ser representadas por ellas mismas, «puesto que los representantes deben tener absolutamente los mismos intereses que los representados, las mujeres no pueden estar representadas sino por mujeres». En 1789, las pequeñas comerciantes, las vendedoras de pescado, las lavanderas, las jornaleras, actrices, costureras, desempleadas, cantantes -alrededor de 4.000- se dirigen a Versalles, de donde volverán junto con la familia real y con el decreto sobre el precio del trigo.

Las mujeres de las clases medias fundaron clubes para sostener la Revolución, algunos exclusivamente femeninos. Qlympie de Gouge publicó la Declaración de los Derechos de las Mujeres, cuyo artículo X afirma: «La mujer tiene el derecho de subir al cadalso, debe tener igualmente el derecho de subir a la tribuna». Condorcet habló ante la Asamblea Nacional a favor de la emancipación de las mujeres, era el mismo que había escrito en 1788: «El derecho de ocuparse directamente, o por representantes, en los asuntos de su país, es un derecho que los hombres tienen no por su sexos sino por su cualidad de seres racionales, que le es común con las mujeres.

En 1793, después que las mujeres hubieran participado valerosa del esfuerzo de guerra de 1792 se plantean tres preguntas a los diputados franceses: ¿Debe permitirse la reunión de mujeres en París?, ¿pueden las mujeres ejercer los derechos políticos y tomar parte activa en los asuntos del gobierno?, y ¿las mujeres pueden deliberar, reunidas en asociaciones políticas o en sociedades? Sin lugar a dudas las respuestas a estos interrogantes por parte de los parlamentarios fueron de carácter negativo, instaurando  así la muerte política de la mujer.

Las reivindicaciones históricas del feminismo

Aún hoy cuando se han alcanzado incuestionables logros en la lucha por la igualdad de la mujer, hay que reconocer que  continúan existiendo mecanismo sociales y culturales que la discriminan. En muchas naciones, la mujer de hoy vota, participa  en la vida pública y política y en teoría, tiene las mismas oportunidades y derechos que los hombres en todos los campos. Sin embargo, en todos los países no se respetan de igual manera estos principios. Incluso en los estados constitucionalmente los plantean, logrando que las mujeres sigan siendo victimas de una vieja y sólida cultura machista. En este caso son: la violencia doméstica, el acoso sexual, el trato diferenciado, denuncias cotidianas en las sociedades modernas. La lucha de las mujeres en este sentido tiene una larga historia, que se  nutre en numerosos temas que habían comenzado a ser desarrollados desde la Edad Media.

Por un lado, hay que mencionar la idea expresada en Francia en el siglo XIV (Cristina de Pisán) y en Inglaterra en los siglos XVII (Mary Astell) y XVIII (Mary Wollstonecraft) de que las diferencias entre hombres y mujeres no provienen de la naturaleza, sino de la distinta educación de los dos sexos, y de que el acceso de las muchachas a la instrucción debe prepararlas a asumir todas las funciones que se encuentran prohibidas por la sociedad. Igualmente relevante resulta la protesta contra la muerte civil de la mujer en la familia y su expulsión de las funciones económicas y políticas, difundida en el siglo XVI en Holanda, en Inglaterra en el siglo XVIII y en Francia en los siglos XVII y XVIII. El rechazo de la doble moral sexual fue expresado en el siglo XVII  por las inglesas, y en siglo XIX por las saint-simoniaanas y las feministas del International Council of Women (ICW).

De igual manera, cabe mencionar que la teoría de que la liberación de las mujeres sólo podría ser obra de las mujeres, y de la posición de las francesas del siglo XIX, según la cual esta liberación femenina es inseparable de la de todos los trabajadores. Sumado a esto, el derecho de la mujer al placer fuera del matrimonio fue reivindicado en el siglo XIX por Claire Demar y las saint-simonianas.

Resulta también fundamental, sumar a ello, la relación establecida en las asociaciones filantrópicas y religiosas de comienzos del siglo XIX y en las asociaciones feministas de fines de dicha centuria lo cual luchaban por la promoción de las mujeres y la por la paz. En 1870 André Léo enunciaba "la creencia de  las mujeres revolucionarias" en el fracaso de la democracia, porque los demócratas nunca habían tomado en cuenta a estas personas de diferente sexo. Finalmente, no puede olvidarse la necesidad para las mujeres de extender su lucha a favor de la sociedad entera, idea formulada por Jane Addams y las feministas del ICW.

 

 

Autor:

Luis