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Reflexiones sobre nuestra relacion con Dios (página 3)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

Entra en comunión con las almas de los demás, y su propósito, su intención, resultarán claros para ti. Esto es lo que hizo Jesús con aquellos a los que curó, y con todos aquellos con quienes compartió su vida. Jesús curó a todos los que acudieron a él o enviaron a otros para suplicarle en su nombre. No realizó las curaciones al azar. Hacerlo así habría significado violar una Ley del Universo sagrada:

Deja que cada alma siga su camino.

¿Significa eso que no debemos ayudar a nadie si no nos lo pide? Supongo que no, pues en ese caso nunca podríamos ayudar a los niños que mueren de hambre en la India, a las masas torturadas en África, a los pobres a los oprimidos de cualquier parte. El esfuerzo humanitario desaparecería, la caridad se prohibiría. ¿Hemos de esperar a que un individuo nos lo pida a gritos desesperado, o a que toda una nación nos suplique ayuda, para permitirnos hacer algo que es a todas luces correcto?

Fíjate que la pregunta se contesta sola. Si algo es a todas luces correcto, hazlo. Pero recuerda ser extremadamente crítico respecto a lo que llamáis "correcto" o "equivocado"

Algo resulta correcto o equivocado sólo porque decís que lo es. No es intrínsecamente correcto o equivocado.

¿No?

La cualidad de "correcto" o "equivocado" no es una condición intrínseca, sino un juicio subjetivo es un sistema personal de valores. Mediante vuestros juicios subjetivos os creáis a Vosotros mismos; por medio de vuestros valores personales determináis y demostráis Quiénes Sois.

El mundo existe exactamente tal como es a fin de que podáis formular dichos juicios. Si el mundo existiera en condiciones perfectas, vuestro proceso de Autocreación terminaría. Habría concluido. La profesión de abogado se acabaría en cuanto ya no hubiera más litigios. La profesión de medico se acabaría en cuanto ya no hubiera enfermedad. La profesión de filósofo se acabaría en cuanto ya no hubiera preguntas.

¡Y la profesión de Dios se acabaría en cuanto ya no hubiera problemas!

Exactamente. Lo has expresado a la perfección. Nosotros, ambos, habríamos terminado de crear en cuanto ya no hubiera nada que crear. Nosotros, ambos, estamos interesados en que el juego siga. Por más que digamos que queremos resolver todos los problemas, no nos atrevemos a resolver todos los problemas, pues en ese caso no nos quedaría nada que hacer.

Vuestra estructura industrial – militar lo entiende muy bien. Y por eso se opone con todas sus fuerzas a cualquier intento de instaurar un gobierno de paz perpetua en cualquier parte.

También vuestro estamento médico lo entiende. Y por eso se opone firmemente – tiene que hacerlo, por su propia supervivencia – a cualquier nuevo fármaco o cura milagrosos; por no hablar de la posibilidad de los propios milagros.

Vuestra comunidad religiosa también lo tiene claro. Y por eso ataca constantemente cualquier definición de Dios que no incluya el temor, el juicio y el premio o el castigo, así como cualquier definición de Uno mismo que no incluya su propia idea del único camino hacia Dios.

Si Yo os digo que vosotros sois Dios, ¿dónde queda la religión? Si Yo os digo que estáis curados, ¿dónde quedan la ciencia y la medicina? Si Yo os digo que podéis vivir en paz, ¿dónde quedan los pacificadores? Si Yo os digo que el mundo está "reparado", ¿dónde queda el mundo?

¿Y que sería de los fontaneros? El mundo se compone esencialmente de dos tipos de personas: quienes te dan lo que quieres, y quienes reparan las cosas. En cierto sentido, incluso aquellos que simplemente te dan lo que quieres – los carniceros, los panaderos, los cereros – son también "reparadores", puesto que desear algo a menudo equivale a necesitarlo. Y satisfacer esa necesidad constituye una "reparación".

¿Estas diciendo que el mundo tendrá siempre problemas? ¿Estas diciendo que realmente quieres que sea así?

edu.red

copos de nieve

Estoy diciendo que el mundo existe tal como es – igual que un copo de nieve existe tal como es – por voluntad de alguien. Vosotros lo habéis creado de este modo, del mismo modo que habéis creado vuestra vida exactamente como es.

Yo quiero lo que vosotros queráis. El día en que realmente queráis acabar con el hambre, dejará de haber hambre. Os he dado todos los recursos necesarios para hacerlo. Disponéis de todas las herramientas para llevar a cabo esa decisión. No lo habéis hecho. Y no porque no podáis: mañana mismo podría terminar el hambre en el mundo. Pero habéis decidido no hacerlo.

Pretendéis que hay buenas razones por las que 40.000 personas deben morir diariamente de hambre. No las hay. Pero al mismo tiempo que decís que no podéis hacer nada para que dejen de morir de hambre 40.000 personas diarias, traéis al mundo a 50.000 personas cada día, a una nueva vida. Y a eso lo llamáis amor. Y a eso lo llamáis el plan de Dios. Se trata de un plan que carece absolutamente de toda lógica o razón, por no hablar de la compasión.

En resumidas cuentas, te estoy demostrando que el mundo existe tal como es porque vosotros lo habéis decidido. Estáis destruyendo sistemáticamente vuestro propio medio ambiente, y luego consideráis los llamados desastres naturales como una evidencia de una broma cruel de Dios, o de la violencia de la naturaleza. Sois vosotros mismos quienes os habéis gastado esa broma, y sois vosotros los crueles.

Nada, nada en absoluto, es más amable que la naturaleza. Y nada, nada en absoluto, ha sido más cruel con la naturaleza que el hombre. Pero eludís cualquier compromiso, negáis toda responsabilidad. No es culpa vuestra, decís, y en eso tenéis razón. No es cuestión de culpa, sino de decisión.

Podéis decidir poner fin a la destrucción de vuestras selvas mañana mismo. Podéis decidir que se detenga la reducción de la capa de ozono que cubre vuestro planeta. Podéis decidir suspender el continuo ataque a vuestro ingenioso ecosistema terrestre. Podéis tratar de formar de nuevo el copo de nieve – o al menos detener su inexorable fusión -; pero ¿lo haréis?

Del mismo modo, mañana mismo podéis poner fin a todas las guerras. Sencillamente, fácilmente. Lo único que hace falta – lo único que siempre ha hecho falta – es que os pongáis de acuerdo. Pero si vosotros no os ponéis de acuerdo en algo tan sencillo como acabar con el asesinato del otro, ¿cómo pedís al cielo, agitando los puños, que ponga vuestra vida en orden?

Yo no haré nada por vosotros que vosotros no hagáis por vosotros mismos. Esa es la ley y los profetas.

El mundo es como es por causa vuestra, y de las decisiones que habéis tomado; o dejado de tomar.

(No decidir también es decidir).

La tierra es como es por causa vuestra, y de las decisiones que habéis tomado; o dejado de tomar.

Vuestra propia vida es como es por causa vuestra, y de las decisiones que habéis tomado; o dejado de tomar.

¡Pero yo no he decidido ser atropellado por un camión! ¡Yo no he decidido ser atracado por un ladrón, o violado por un maníaco! La gente podría decir eso. Hay gente en el mundo que podría decir eso.

Todos vosotros provocáis, originalmente, las condiciones que crean en el ladrón el deseo, o la necesidad percibida, de robar. Todos vosotros habéis creado la consciencia que hace posible la violación. Cuando veáis en vosotros mismos la causa del crimen empezaréis, por fin, a poner remedio a las condiciones de las que ha surgido.

Alimentad a vuestros hambrientos. Restituid la dignidad a vuestros pobres. Dad una oportunidad a los menos afortunados. Poned fin a los prejuicios que mantienen a las masas amontonadas y enfurecidas, con pocas esperanzas de un mañana mejor. Desterrad los absurdos tabúes y restricciones que afectan a la energía sexual; o, mejor aún, ayudad a los demás a entender realmente este prodigio y a canalizarlo correctamente. Haced esto y habréis avanzado un largo trecho hacia la desaparición definitiva del robo y la violación.

En cuanto al llamado "accidente" – el camión que surge en una curva, el ladrillo que cae del cielo -, aprended a saludar a cada uno de estos incidentes como una pequeña parte de un mosaico mayor. Habéis venido aquí para encontrar un plan individual encaminado a vuestra propia salvación. Pero salvación no significa salvaros de las trampas del diablo. No hay nada parecido al diablo, y el infierno no existe. De lo que os salváis es del olvido de la no-realización.

No podéis perder esta batalla. No podéis fracasar. Así, no se trata en absoluto de una batalla, sino simplemente de un proceso. Pero si no lo sabéis, lo veréis como una constante lucha. Podéis incluso creer en la lucha la suficiente como para crear toda una religión en torno a ella. Esta religión enseñará que el fin de todo es la lucha. Pero se trata de una enseñanza falsa. No es a través de la lucha como se desarrolla el proceso. Y la victoria se consigue mediante la rendición.

Los accidentes ocurren por que ocurren. Ciertos elementos del proceso vital se han dado al mismo tiempo, de una cierta manera y en un determinado momento, con unos determinados resultados, resultados que decidís calificar de desafortunados por vuestras propias razones particulares. Pero es posible que, en relación al proyecto de vuestra alma, no lo sean en absoluto.

Déjame que te diga algo: no hay ninguna coincidencia, y nada sucede "por accidente". Cada acontecimiento y aventura es convocado a Vosotros por Vosotros mismos, con el fin de que podáis crear y experimentar Quienes Sois Realmente. Todos los auténticos Maestros lo saben. He ahí por qué los Maestros místicos permanecen imperturbables frente a las peores experiencias de la vida (tal como vosotros las llamaríais).

Los grandes profesores de vuestra religión cristiana lo entienden muy bien. Saben que a Jesús no lo inquietaba la crucifixión, aunque la esperaba. Podía haberse marchado, pero no lo hizo. Podía haber detenido el proceso en cualquier momento. Tenía el poder para hacerlo. Pero no lo hizo. Permitió que lo crucificaran con el fin de poder demostrar la salvación eterna del hombre. "Mirad – dijo – lo que puedo hacer. Mirad qué es lo verdadero. Y sabed que todo esto, y más, también lo haréis vosotros. ¿No os he dicho que sois dioses? Sin embargo, no lo creéis. Entonces, si no podéis creer en vosotros mismos, creed en mí."

Tal fue la compasión de Jesús, que buscó – y creó – la manera de causar en el mundo tan fuerte impacto que todos pudieran alcanzar el cielo (la Auto-realización), si no de otro modo, por mediación de él; puesto que derrotó a la miseria y a la muerte. Igual que podéis hacer vosotros.

La más magnífica enseñanza de Cristo no fue que tendréis vida eterna, sino que ya la tenéis; no fue que seréis hermanos en Dios, sino que ya lo sois; no fue que tendréis todo lo que pidáis, sino que ya lo tenéis.

Lo único que hace falta es que lo sepáis, ya que sois los creadores de vuestra realidad, y la vida no os puede descubrir otro camino que el que vosotros penséis.

Vosotros pensáis que es así. Este es el primer paso en la creación. Dios padre es pensamiento. Vuestro pensamiento es el progenitor que da origen a todas las cosas.

Esta es una de las leyes que hemos de recordar.

Sí.

¿Puedes mencionarme otras?

Ya os las he mencionado. Os he hablado de todas ellas desde el principio de los tiempos. Os he hablado de ellas una y otra vez. Os he enviado a un maestro tras otro. Pero no escucháis a mis maestros: los matáis.

Pero ¿por qué? ¿Por qué matamos a los más santos de nosotros? Los matamos o los deshonramos, que viene a ser lo mismo. ¿Por qué?

Porque se alzan frente a cualquier pensamiento vuestro que me niegue. Y para poder negaros a Vosotros mismos debéis negarme a Mí.

¿Por qué querría negarte a Ti, o negarme a mí?

Porque tenéis miedo. Y porque mis promesas son demasiado buenas para ser verdad. Porque no podéis aceptar la más magnífica Verdad. Y así, debéis reduciros a vosotros mismos a una espiritualidad que enseña el temor, la dependencia y la intolerancia, en lugar del amor, el poder y la aceptación.

Estáis llenos de temor; y vuestro mayor temor es que Mi mayor promesa pueda ser la mayor mentira de la vida. Así, creáis la mayor fantasía posible para defenderos de ello: afirmáis que cualquier promesa que os otorgue el poder – y os garantice el amor – de Dios debe ser una falsa promesa del diablo. Dios nunca haría una promesa semejante – os decís a vosotros mismos -; solo el diablo, para tentaros, negando la verdadera identidad de Dios como el más terrible, justiciero, celoso, vengativo y castigador de todos los seres.

Aunque esta descripción encaja mejor con la definición del diablo (si lo hubiera), habéis atribuido estos rasgos diabólicos a Dios, con el fin de convenceros a vosotros mismos de que no habéis de aceptar las promesas divinas de vuestro Creador, o las cualidades divinas del Yo.

Tal es el poder del temor.

Estoy tratando de alejar de mí el temor. ¿Seguirás hablándome de más leyes?

La Primera Ley es que podéis ser, hacer y tener cualquier cosa que seáis capaces de imaginar. La Segunda Ley es que atraéis sobre vosotros aquello que teméis.

¿Y eso por qué?

La emoción es la fuerza que atrae. Aquello que más temas es lo que experimentarás. Un animal – que vosotros consideráis una forma inferior de vida (aunque los animales actúan con más integridad y mayor coherencia que los humanos) – sabe inmediatamente si tienes miedo de él. Las plantas – a las que consideráis una forma de vida todavía inferior a los animales – responden a las personas que las aman mucho mejor que a aquellas a quienes les traen sin cuidado.

Nada de esto ocurre por casualidad. No existe la casualidad en el universo: sólo un magnífico diseño, un increíble "copo de nieve".

La emoción es energía en movimiento. Cuando se mueve energía, se crea un efecto. Si se mueve la energía suficiente, se crea materia. La materia es energía condensada, comprimida. Si se manipula la suficiente energía de una determinada manera, se obtiene materia. Todos los Maestros entienden esta ley. Esta es la alquimia del universo. Este es el secreto de la vida.

El pensamiento es energía pura. Cualquier pensamiento que tengáis, hayáis tenido o vayáis a tener es creador. La energía de vuestro pensamiento nunca muere. Nunca. Abandona vuestro ser y se dirige al universo, expandiéndose por siempre. Un pensamiento es para siempre.

Todo pensamiento se coagula; todo pensamiento choca con otros pensamientos, entrecruzándose en un extraordinario laberinto de energía, formando una estructura en continuo cambio de indescriptible belleza e increíble complejidad.

La energía atrae a la energía semejante, formando (por utilizar un término sencillo) "grupos" de energía del mismo tipo. Cuando un número suficiente de "grupos" similares se entrecruzan con otros – chocan con otros -, entonces "se adhieren" unos a otros (por utilizar de nuevo un término sencillo). Se requiere la "adhesión" de una cantidad de energía de una magnitud inimaginable para formar la materia. Pero la materia se formará a partir de energía pura. En realidad, sólo se puede formar de este modo. Una vez la energía se ha convertido en materia, sigue siendo materia durante mucho tiempo, a menos que su construcción se vea alterada por una forma de energía opuesta, o distinta. Esta energía distinta, actuando sobre la materia, en realidad la desmembra, liberando la energía originaria de la que se compone.

Esta es, en términos elementales, la teoría que subyace a vuestra bomba atómica. Einstein estuvo mucho más cerca que cualquier otro ser humano – anterior o posterior – de descubrir, explicar y utilizar el secreto creador del universo.

Ahora entenderás mejor cómo la gente de mente semejante puede unir sus esfuerzos para crear una realidad favorable. La frase "dondequiera que dos o más se reúnan en mi nombre" adquiere así un sentido mucho mayor.

Por supuesto, cuando sociedades enteras piensan de una determinada manera, ocurren muy a menudo cosas asombrosas, no todas necesariamente deseables. Por ejemplo, una sociedad que viva en el temor, muy a menudo – realmente, inevitablemente – produce aquello que más teme.

Del mismo modo, grandes comunidades o congregaciones con frecuencia encuentran el poder de producir milagros en su pensamiento combinado (o lo que algunos llaman oración común).

Y debe quedar claro que incluso los individuos – si su pensamiento (oración, esperanza, deseo, sueño, temor) es extraordinariamente fuerte – pueden, en y por sí mismos, producir tales resultados. Jesús lo hizo regularmente. Él sabía como manipular la energía y la materia, cómo reorganizarla, cómo redistribuirla, cómo controlarla totalmente. Muchos Maestros lo han sabido. Muchos lo saben.

Tú puedes saberlo. Ahora mismo.

Esta es la ciencia del bien y del mal de la que participaron Adán y Eva. En tanto no supieron esto, no podía existir la vida tal como la conocéis. Adán y Eva – los nombres míticos con los que habéis representado al Primer Hombre y a la Primera Mujer – fueron el Padre y la Madre de la experiencia humana.

Lo que se ha descrito como la caída de Adán fue en realidad su elevación, el mayor acontecimiento en la historia de la humanidad; ya que, sin él, el mundo de la relatividad no existiría. El acto de Adán y Eva no fue el pecado original, sino – en realidad – la primera bendición. Debes agradecérselo desde el fondo de tu corazón, puesto que, al ser los primeros que tomaron una decisión "equivocada", Adán y Eva produjeron la posibilidad de tomar cualquier tipo de decisión.

En vuestra mitología, habéis hecho de Eva una mujer : la tentadora que comió del fruto, la ciencia del bien y del mal, y que tímidamente invito a Adán a unirse a ella. Esta base mitológica os ha permitido considerar, desde entonces, a la mujer como la "caída" del hombre, resultando de ello todo tipo de realidades pervertidas; por no hablar de los criterios distorsionados y confusiones relativas al sexo. (¿Cómo os parece tan bien algo que es tan malo?)

4 de noviembre III

Lo que más teméis es lo que más os atormentará. El temor lo atraerá hacia vosotros como un imán. Todas vuestras escrituras sagradas – o cualquier tipo de creencia y tradición religiosa que habéis creado – contienen esta clara advertencia: no temáis. ¿Crees que es por casualidad?

Las Leyes son muy sencillas.

  • El pensamiento es creador.

  • El temor atrae a la energía semejante.

  • El amor es todo lo que hay.

¡Eh! ¡Me has cogido con la tercera! ¿Cómo puede ser el amor todo lo que hay si el temor atrae la energía semejante?

El amor es la realidad última. Es lo único. Lo es todo. El sentimiento del amor es vuestra experiencia de Dios.

Al nivel de la más alta Verdad, el amor es todo lo que hay, todo lo que ha habido y todo lo que habrá. Cuando penetras en lo absoluto, penetras en el amor.

La esfera de lo relativo fue creada con el fin de que Yo pudiera experimentarme a Mí Mismo. Ya te lo he explicado. Pero eso no hace que la esfera de lo relativo sea real. Es una realidad creada que vosotros y Yo hemos inventado y seguimos inventando, con el fin de poder conocernos experiencialmente.

Sin embargo, la creación puede parecer muy real. Su objetivo es que parezca tan real que admitamos que verdaderamente existe. De este modo, Dios ha logrado crear "algo distinto" de Sí mismo (aunque estrictamente eso es imposible, puesto que Dios es – Yo Soy – Todo lo Que Existe).

Al crear "algo distinto" – a saber, la esfera de lo relativo -, he producido un medio en el que vosotros podéis decidir ser Dios, en lugar de deciros simplemente que sois Dios; en el que podéis experimentar la Divinidad como un acto de creación, más que como un concepto; en el que la pequeña vela en el sol – la pequeña alma – puede conocerse a sí misma como luz.

El temor es el otro extremo del amor. Es la polaridad primordial. Al crear la esfera de lo relativo, en primer lugar creé lo opuesto a Mí Mismo. Ahora bien, en la esfera en la que vivís en el plano físico hay únicamente dos lugares del ser: el temor y el amor. Los pensamientos arraigados en el temor producirán un tipo de manifestación en el plano físico; los pensamientos arraigados en el amor producirán otro.

Los Maestros que han pasado por el planeta son aquellos que han descubierto el secreto del mundo relativo, negándose a reconocer su realidad. En resumen, Los Maestros son aquellos que han elegido solo el amor. En cualquier caso. En cualquier momento. En cualquier circunstancia. Aunque fueran asesinados, amaban a sus asesinos. Aunque fueran perseguidos, amaban a sus opresores.

A vosotros esto os resulta muy difícil de entender; y mucho más de imitar. No obstante eso es lo que han hecho siempre todos los Maestros. No importa de qué filosofía, ni de que tradición, ni de que religión: es lo que han hecho todos los Maestros.

Este ejemplo y esta lección se os han manifestado de manera muy clara. Una y otra vez, siempre se os han mostrado. En todo tiempo y en cualquier lugar. Durante todas vuestras vidas y en cada momento. El universo se las ha ingeniado para poner esta Verdad delante de vosotros. En canciones y relatos, en poemas y bailes, en palabras y en movimientos; en imágenes en movimiento – que vosotros llamáis "películas" – y en colecciones de palabras – que vosotros llamáis "libros" -.

Su grito se ha oído desde la más alta montaña, su rumor se ha escuchado en el lugar más recóndito. El eco de esta verdad ha atravesado los pasillos de toda experiencia humana: el Amor es la respuesta. Pero no la habéis escuchado.

Ahora acudes a este libro, preguntándole a Dios de nuevo lo que Dios os ha dicho incontables veces de incontables formas. Pero os lo diré otra vez, aquí, en el contexto de este libro. ¿Me escucharéis ahora? ¿Realmente me vais a oír?

¿Qué crees que te ha acercado ha este material? ¿Cómo es que se halla en tus manos? ¿Acaso piensas que no sé lo que hago?

En el universo no existen las casualidades.

He oído el grito de tu corazón. He visto la búsqueda de tu alma. Sé cuán profundamente has deseado la Verdad. En tu sufrimiento, como en tu alegría, has clamado por ella. Me has suplicado interminablemente. Muéstramela. Explícamela. Revélamela.

Y eso estoy haciendo ahora, en términos tan claros que no puedas dejar de entenderme. En un lenguaje tan sencillo que no puedas confundirte. En un vocabulario tan común que no puedas perderte en la verborrea.

Sigamos, pues, adelante. Pregúntame cualquier cosa. Cualquier cosa. Me las ingeniaré para conducirte a la respuesta. Utilizaré al universo entero para hacerlo. Estáte, pues, atento. Este libro está lejos de ser mi única herramienta. Formula una pregunta; luego deja este libro. Mas observa. Escucha. Las palabras de la próxima canción que oigas. La información del siguiente artículo que leas. El argumento de la siguiente película que vayas a ver. Las palabras que cruces casualmente con la próxima persona que te encuentres. O el murmullo del próximo río, el próximo océano, la próxima brisa que acaricie tu oído. Todos estos recursos son Míos; todos estos caminos están abiertos para Mí. Te hablaré si Me escuchas. Vendré a ti si me invitas. Te mostraré entonces que siempre he estado ahí. En todas partes.

2

"Me enseñarás el camino de la vida,

hartura de goces, delante de tu rostro,

a tu derecha, delicias para siempre."

(Salmos, 16, 11)

Tenéis la idea de que Dios sólo se muestra de una única manera. Esa es una idea muy peligrosa.

Eso os impide ver a Dios en todas partes. Si crees que a Dios se le ve y se le oye sólo de una manera, o es sólo de una manera, Me mirarás sin verme día y noche. Te pasaréis toda la vida buscando a Dios, y no le encontrarás;

Se ha dicho que, si uno no ve a Dios en lo profano y en lo profundo, se esta perdiendo la mitad de la historia. Es un gran Verdad.

Dios está en la tristeza y en la carcajada, en lo amargo y en lo dulce. Detrás de cada cosa se oculta un propósito divino; y, por lo tanto, en cada cosa se halla la presencia divina.

¡Querrás decir una maravillosa irreverencia! ¿De donde has sacado la idea de que Dios es solo "reverente"? Dios es lo alto y lo bajo. Lo caliente y lo frío. La izquierda y la derecha. ¡Lo reverente y lo irreverente!

¿Acaso piensas que Dios no ríe? ¿Imaginas que Dios no disfruta con una buena broma? ¿Creéis que Dios carece de sentido del humor? Deja que te diga algo: Dios inventó el humor.

Te aseguro que puedes hablarme como hablarías con tu mejor amigo.

¿Crees que hay alguna palabra que Yo no haya oído?, ¿una visión que no haya visto?, ¿un sonido que no conozca?

¿Crees acaso que desprecio alguno de ellos, mientras que gusto de los otros?

Te aseguro que no desprecio nada. Nada de ello resulta repulsivo para Mí. Eso es la vida, y la vida es el don; el tesoro inenarrable; lo más sagrado de todo.

Yo soy la vida, puesto que Yo soy la sustancia que constituye la vida. Cada uno de sus aspectos tiene un propósito divino. No existe nada, absolutamente nada, sin una razón conocida y aprobada por Dios.

¿Cómo puede ser eso? ¿Y que hay del mal que ha creado el hombre?

No podéis crear nada – ni un pensamiento, ni un objeto, ni un acontecimiento, ninguna experiencia de ninguna clase – que no sea el resultado del plan de Dios; puesto que el plan de Dios respecto a vosotros es que creéis cualquier cosa – todo aquello – que queráis. En esta libertad reside la experiencia de Dios como siendo Dios, y esta es la experiencia para la que Yo os he creado a Vosotros. Y a la propia vida.

El mal es aquello a lo que vosotros llamáis mal. Pero incluso eso es de mi agrado, puesto que sólo a través de eso que llamáis mal podéis conocer el bien; sólo a través de eso que llamáis obra del demonio podéis conocer y hacer la obra de Dios. Yo no amo más lo caliente que lo frío, lo alto que lo bajo, la izquierda que la derecha. Todo es relativo. Todo forma parte de lo que es.

Yo no amo más lo "bueno" que lo "malo". Hitler fue al cielo. Cuando entiendas esto, entenderás a Dios.

Sin embargo, me han enseñado a creer que el bien y el mal existen; que lo correcto y lo equivocado son términos opuestos; que algunas cosas no están bien, no resultan aceptables a los ojos de Dios.

Todo resulta "aceptable" a los ojos de Dios, ya que ¿cómo puede Dios no aceptar algo que es? Rechazar algo significa negar que existe. Decir que algo no está bien significa afirmar que no forma parte de Mí; y eso es imposible.

Sin embargo, sed fieles a vuestras creencias, y mantened como ciertos vuestros valores, ya que se trata de los valores de vuestros padres, y de los padres de vuestros padres, de vuestros amigos y de vuestra sociedad. Estos forman la estructura de vuestra vida, y perderlos equivaldría a deshacer el tejido que constituye vuestra experiencia. No obstante, examinadlos uno por uno. Revisadlos pieza por pieza. No deshagáis la casa, pero observad cada uno de los ladrillos, y reemplazad los que veáis que están rotos y no pueden soportar ya la estructura.

Vuestras ideas respecto a lo correcto y lo equivocado son sólo eso: ideas. Son pensamientos que constituyen la forma y crean la sustancia de Quienes Sois. Sólo habría una razón para cambiar alguna de ellas; sólo un propósito para alterarlas: si no sois felices siendo Quienes Sois.

Únicamente vosotros podéis saber si sois felices. Sólo vosotros podéis decir de vuestra vida: "Esta es mi creación (mi hijo), en la que me complazco".

Si vuestros valores os sirven, mantenedlos. Argumentad a su favor. Luchad para defenderlos.

Pero procurad luchar de manera que no hagáis daño a nadie. El daño no es un ingrediente necesario en la receta.

Dices "sed fieles a vuestros valores" y, al mismo tiempo, que todos nuestros valores son equivocados. Ayúdame a entenderlo.

Yo no he dicho que vuestros valores sean equivocados. Pero tampoco que sean correctos. Son simplemente juicios. Afirmaciones. Decisiones. En su mayor parte, se trata de decisiones que no habéis tomado cada uno de vosotros, sino algún otro.

Quizá vuestros padres. Vuestra religión. Vuestros profesores, historiadores, políticos…

Muy pocos de los juicios de valor que habéis incorporado a vuestra verdad son juicios que habéis formulado vosotros mismos basándoos en vuestra propia experiencia. Pero la experiencia es lo que vinisteis a buscar aquí, y por vuestra experiencia ibais a crearos a vosotros mismos. Pero vosotros os habéis creado a vosotros mismos por la experiencia de los demás.

Si hubiera algo parecido al pecado, seria esto: permitiros a vosotros mismos haber llegado a ser lo que sois por la experiencia de los demás. He aquí el"pecado" que habéis cometido. Todos vosotros. No esperáis a tener vuestra propia experiencia, sino que aceptáis la experiencia de los demás como el evangelio (literalmente), y luego, cuando os encontráis con la experiencia real por primera vez, permitís que lo que ya sabíais acerca del encuentro oculte lo que realmente pensáis.

Si no obrarais así, podríais tener una experiencia completamente diferente; una experiencia que haría aparecer a vuestro maestro o fuente original como equivocado. En la mayoría de los casos, no queréis que vuestros padres, escuelas, religiones, tradiciones o sagradas escrituras aparezcan como equivocados, de modo que negáis vuestra propia experiencia a favor de lo que os han dicho que penséis.

Ninguna realidad puede ilustrar esto con mayor profundidad que vuestro tratamiento de la sexualidad humana.

Todo el mundo sabe que, de entre todas las experiencias físicas al alcance de los humanos, la experiencia sexual puede ser la más atractiva, emocionante, poderosa, estimulante, renovadora, energética, íntima, y con mayor capacidad de afirmación, unión y recreación. Aun habiendo descubierto esto experiencialmente, habéis decidido en cambio aceptar los juicios, opiniones e ideas previos acerca del sexo difundidos por otros; todos ellos con intereses creados en que penséis de una u otra manera.

Dichas opiniones, juicios e ideas han ido directamente contra vuestra propia experiencia; sin embargo, debido a que no estáis dispuestos a considerar equivocados a vuestros maestros, os convencéis a vosotros mismos de que debe ser vuestra experiencia la que está equivocada. El resultado es que habéis traicionado vuestra auténtica verdad en relación a esta cuestión; y ello con resultados devastadores.

Lo mismo habéis hecho con el dinero. En aquellos momentos de vuestra vida en que tenéis mucho dinero, os sentís estupendamente. Os sentís estupendamente recibiéndolo, y os sentís estupendamente gastándolo. No hay nada malo en ello, no hay ningún mal, nada intrínsecamente "equivocado". Sin embargo, han arraigado tan profundamente en vosotros las enseñanzas de los demás sobre este tema, que habéis rechazado vuestra experiencia a favor de la "verdad".

Al haber adoptado esta "verdad" como vuestra, habéis construido pensamientos en torno a ella; pensamientos que son creadores. Habéis pues, creado una realidad personal en torno al dinero que lo aleja de vosotros; ya que ¿para qué trataríais de atraer algo que no es bueno?

Sorprendentemente, habéis creado la misma contradicción en torno a Dios. Todas vuestras experiencias más profundas acerca de Dios os dicen que Dios es bueno. Todos aquellos profesores vuestros que os enseñan algo acerca de Dios os dicen que Dios es malo. Vuestro corazón os dice que hay que amar a Dios sin temerle. Vuestros profesores os dicen que hay que temer a Dios, puesto que es un Dios vengativo. Habéis de vivir en el temor a la cólera de Dios, dicen. Debéis temblar en su presencia. Durante toda vuestra vida habéis de temer el juicio del Señor – os han dicho -, pues el Señor es "justo", y todo lo sabe; y os hallaréis en apuros cuando os enfrentéis a la terrible justicia del Señor. Debéis, pues, "obedecer" los mandamientos de Dios. O si no…

Sobre todo, no habéis de formular preguntas lógicas tales como: "Si Dios quiere una estricta obediencia a sus leyes, ¡por qué creó la posibilidad de que dichas leyes fueran violadas?". Todos vuestros maestros os dicen que porque Dios quería que tuvierais "libre albedrío". Sin embargo, ¿qué clase de libre albedrío es ese, si elegir una cosa en lugar de otra lleva la condenación? ¿Cómo la "libre voluntad" puede ser libre, si no es vuestra voluntad, sino la de algún otro, la que debéis cumplir? Quienes eso os enseñan hacen de Dios un hipócrita.

Se os ha dicho que Dios perdona y es compasivo; pero si no le pedís perdón del "modo correcto", si no "os dirigís a Dios" de la manera adecuada, vuestra súplica no será escuchada, vuestro clamor quedará sin respuesta. Incluso eso no sería tan malo si hubiera una sola manera adecuada; pero se enseñan tantas "maneras adecuadas" como profesores hay.

Así la mayoría de vosotros pasan casi toda su vida adulta buscando la manera "correcta" de rendir culto, de obedecer y de servir a Dios. La ironía del asunto está en que Yo no quiero vuestro culto, Yo no necesito vuestra obediencia, y no necesitáis servirme.

Este tipo de comportamientos son los que históricamente han exigido de sus súbditos los monarcas; normalmente, monarcas egocéntricos, inseguros y tiránicos. Estas no son exigencias divinas; y es extraordinario que el mundo no haya llegado ya a la conclusión de que tales exigencias son falsas, de que no tienen nada que ver con las necesidades o los deseos de Dios.

La divinidad no tiene necesidades. Todo lo Que Hay es exactamente eso: todo lo que hay. Por lo tanto, no quiere nada, ni carece de nada; por definición.

Si queréis creer en un Dios que de alguna manera necesita algo – y se siente tan dolido si no lo obtiene que castiga a aquellos de quienes esperaba recibirlo -, entonces es que queréis creer en un Dios mucho más pequeño que Yo. Y verdaderamente sois Hijos de un Dios Menor.

No, hijos míos; por favor, dejadme que os asegure una vez más, por medio de este texto, que no tengo necesidades. No necesito de nada.

Esto no significa que no tenga deseos. Deseos y necesidades no son la misma cosa (aunque para muchos de vosotros lo sean en vuestra vida actual).

El deseo es el principio de toda creación. Es el primer pensamiento. Es un sentimiento grandioso en el alma. Es Dios, decidiendo qué va a crear.

¿Y cuál es el deseo de Dios?

Yo deseo, en primer lugar, conocerme y experimentarme a Mí mismo, en toda Mi gloria; saber Quien Soy. Antes de inventaros a vosotros – y todos los mundos del universo – era imposible para Mí hacerlo.

En segundo lugar, deseo que podáis conocer y experimentar Quienes Realmente Sois, por medio del poder que os he dado de crearos y experimentaros a vosotros mismos de cualquier modo que escojáis.

En tercer lugar, deseo que todo el proceso de la vida sea una experiencia de constante alegría, de continua creación, de interminable expansión y de total realización en cada momento.

He establecido un sistema perfecto mediante el que estos deseos puedan realizarse. Se están realizando ahora, en este mismo momento. La única diferencia entre vosotros y Yo es que Yo lo sé.

En el momento en que alcancéis el conocimiento pleno (momento que puede sobrevenir en cualquier instante), vosotros sentiréis lo mismo que Yo siento constantemente: una alegría, amor, aceptación, bendición y agradecimientos totales.

Estas son las cinco actitudes de Dios; y, antes de seguir adelante con este diálogo, te mostraré cómo la aplicación de dichas actitudes en tu vida actual puede conducirte – y te conducirá – hacia la santidad.

Todo esto constituye una respuesta muy larga para una pregunta muy corta.

Sí se fiel a tus valores, en la medida en que experimentes que te son útiles. Pero mira a ver si estos valores que te sirven a ti, con tus pensamientos, palabras y actos, traen al espacio de tu experiencia la idea mejor y más alta que jamás hayas tenido de ti mismo.

Examina tus valores uno por uno. Somételos a la luz del escrutinio público.

Si puedes decir al mundo quién eres y en qué crees sin vacilaciones ni indecisiones, entonces eres feliz contigo mismo. No hay ninguna razón para ir más allá en este diálogo conmigo, puesto que ya has creado a un Yo – y una vida para este Yo – que no necesita ninguna mejora. Has alcanzado la perfección.

Mi vida no es perfecta, ni siquiera se acerca a la perfección. No soy perfecto. En realidad, soy un cúmulo de imperfecciones. Me gustaría – a veces de todo corazón – poder corregir esas imperfecciones; lo que yo sé que origina mis comportamientos, que provoca mis caídas, que me mantiene en mi camino. Supongo que por eso es por lo que he acudido a Ti. No he sido capaz de encontrar las respuestas por mí mismo.

Estoy contento de que hayas acudido a Mí. Siempre he estado dispuesto a ayudarte. Y lo estoy ahora. No tienes por qué encontrar las respuestas por ti mismo. Nunca has tenido por qué.

Pero parece tan… presuntuoso… sencillamente sentarse y dialogar contigo de este modo… y mucho más imaginar que Tú – Dios – me respondes. Quiero decir que es una locura.

Ya veo. Los autores de la Biblia estaban cuerdos, pero tú estas loco.

Los autores de la Biblia fueron testigos de la vida de Cristo, y reprodujeron fielmente lo que vieron y oyeron.

Falso. La mayoría de los autores del Nuevo Testamento nunca conocieron ni vieron a Jesús en su vida. Vivieron muchos años después de que Jesús abandonara la tierra. No habrían reconocido a Jesús de Nazaret aunque se hubieran cruzado con él en la calle.

Pero…

Los autores de la Biblia fueron grandes creyentes y grandes historiadores. Recogieron los relatos que habían llegado hasta ellos y sus amigos de boca de sus mayores – quienes, a su vez, los habían oído a sus mayores -, hasta que finalmente surgió una recopilación escrita.

Y no todos los autores de la Biblia fueron incluidos en el documento final.

Ya habían surgido las "iglesias" en torno a las enseñanzas de Jesús; y – como sucede siempre y dondequiera que la gente se agrupe en torno a una idea poderosa – hubo ciertos individuos en el seno de dichas iglesias, o enclaves, que determinaron qué partes de la historia de Jesús debían mencionarse y cómo. Este proceso de selección y corrección continuó durante toda la recopilación, redacción y publicación de los evangelios y la Biblia.

Incluso varios siglos después de que se consignaran las escrituras originales, un Alto Consejo de la Iglesia determinó, una vez más, que doctrinas y verdades había que incluir en la Biblia oficial de entonces; y qué resultaría "malsano" o "prematuro" revelar a las masas.

Además, ha habido otras sagradas escrituras, cada una de ellas fruto de un momento de inspiración de hombres por lo demás corrientes, ninguno de los cuales estaba más loco que tú.

¿No estaréis sugiriendo que estos textos podrían llegar a ser un día "sagradas escrituras"?

Hijo mío, todo en la vida es sagrado. Desde esta perspectiva, sí, son sagradas escrituras. Pero no quiero hacer juegos de palabras contigo, pues sé lo que quieres decir.

No, no estoy sugiriendo que este manuscrito llegará a convertirse un día en sagrada escritura. Al menos no durante algunos cientos de años, o hasta que su lenguaje no se vuelva anticuado.

Mira: el problema es que este lenguaje es demasiado coloquial, demasiado familiar, demasiado contemporáneo. La gente supone que, si Dios hablara directamente con uno, su voz no sonaría como la del vecino de al lado. La estructura del lenguaje debe poseer una matiz de unidad, por no decir de divinidad; un matiz de dignidad; una sensación de santidad.

Como he dicho antes, esto es sólo una parte del problema. La gente tiene una percepción de Dios como Alguien que "se manifiesta" de una única forma. Cualquier cosa que viole esta forma se considera una blasfemia.

Lo que yo he dicho antes.

Lo que tú has dicho antes.

Pero vayamos al fondo de la cuestión. ¿ Por qué te parece una locura que tú puedas mantener un diálogo con Dios? ¿acaso no crees en la oración?

Sí, pero esto es distinto. Para mí, la oración siempre ha tenido una sola dirección. Yo pregunto, y Dios permanece inmutable.

¿Dios no ha respondido nunca a una oración?

Bueno, sí; pero, mira, nunca verbalmente. Bueno, ha habido toda una serie de acontecimientos en mi vida de los que yo he estado convencido que eran una respuesta – una respuesta muy directa – a la oración. Pero Dios nunca me ha hablado.

Ya veo. Entonces, ese Dios en el que crees es un Dios que puede hacerlo todo, menos precisamente hablar.

Por supuesto que Dios puede hablar, si quiere hacerlo. Es sólo que no parece probable que Dios vaya a querer hablarme a mí.

He ahí la raíz de todos los problemas que experimentas en tu vida: que no te consideras a ti mismo suficientemente digno de que Dios te hable.

¡Cielo Santo! ¿Cómo puedes esperar nunca oír Mi voz, si no te crees a ti mismo lo suficientemente digno de que te hable?

Te lo aseguro: en este momento estoy haciendo un milagro; pues no sólo estoy hablándote a ti, sino a cualquiera que haya comprado este libro y esté leyendo estas palabras.

En este momento estoy hablando a cada uno de ellos. Sé quién es cada uno de ellos. Sé quienes encontrarán su camino a través de estas palabras; y se (como con todas Mis otras comunicaciones) Que algunos serán capaces de oír, y otros sólo serán capaces de escuchar, pero no oirán nada.

Bien; eso plantea otra cuestión. Ya había pensado en publicar este material, tal como se esta escribiendo.

Sí. ¿Qué tiene eso de "malo"?

¿No me dirán que estoy creando todo esto en provecho propio? ¿Y eso no hará que resulte sospechoso?

¿El motivo de que escribas esto es que podrás ganar mucho dinero?

No. No es por eso por lo que empecé a hacerlo. Inicié este diálogo sobre el papel debido a que mi mente ha estado acosada por una serie de preguntas durante treinta años; y estaba hambriento – más bien famélico – de respuestas. La idea de que podía hacer un libro con todo esto vino más tarde.

Te la di Yo.

¿Tú?

Sí. No creerás que voy a dejar que desperdicies todas estas maravillosas preguntas y respuestas.

No había pensado en eso. Al principio, sólo quería que mis preguntas fueran respondidas; que mi frustración acabara; que mi búsqueda terminara.

Bien. Entonces deja de cuestionarte tus motivos (cosa que haces incesantemente), y vamos con ello.

3

Bueno. Tengo un centenar de preguntas. Un millar. Un millón. Y el problema es que no sé por donde empezar.

Simplemente haz una lista con las preguntas, y empieza por cualquiera de ellas. Hazlo ahora mismo. Haz una lista con las preguntas que se te ocurran.

De acuerdo. Algunas de ellas van a parecer bastante simples, bastante plebeyas.

Deja de formular juicios contra ti mismo. Simplemente haz la lista.

Conforme. Bueno, aquí están las que se me ocurren en este momento.

  • ¿Cuándo "despegará" finalmente mi vida? ¿Qué necesita para "entrar en razón" y alcanzar un mínimo de éxito? ¿Terminará alguna vez esta lucha?

  • ¿Cuándo aprenderé lo bastante sobre las relaciones para que las mías vayan de maravilla? ¿Hay alguna manera de ser feliz en las relaciones? ¿Tienen que ser siempre un reto constante?

  • ¿Por qué parece que nunca en mi vida puedo conseguir dinero suficiente? ¿Estoy destinado a apretarme el cinturón y pasar apuros económicos durante el resto de mi vida? ¿Qué es lo que me impide realizarme exitosamente en este aspecto?

  • ¿Por qué no puedo hacer lo que realmente quiero hacer con mi vida y a pesar de ello ganar lo suficiente para vivir?

  • ¿Cómo puedo resolver algunos de los problemas de salud que padezco? He sido víctima de bastantes enfermedades durante toda mi vida. ¿Por qué los sigo teniendo?

  • ¿Hay algo parecido a la reencarnación? ¿Cuántas vidas anteriores he tenido? ¿Qué fui en ellas? ¿Es real la "herencia generacional"?

  • ¿Existe algo parecido a "ser un médium"? ¿Lo soy yo? La gente que afirma que lo es ¿"pacta con el diablo"?

  • ¿Es correcto ganar dinero haciendo el bien? Si yo decido realizar una obra de reconciliación en el mundo – la obra de Dios -, ¿puedo hacerlo y, a la vez, disfrutar de abundancia económica? ¿O bien ambas cosas son contrarias?

  • ¿Es bueno el sexo? , ¿El objetivo del sexo es puramente la procreación, como afirman algunas religiones? ¿Es correcto practicar el sexo sin amor? La sensación física ¿es suficiente razón para justificarlo?

  • ¿Por qué hiciste del sexo una experiencia humana tan buena, tan impresionante y tan poderosa, si todo lo que debemos hacer es apartarnos de él todo lo posible? ¿Qué pasa?, ¿por qué todas las cosas divertidas "o engordan o son pecado"?

  • ¿Hay seres vivos en otros planetas? ¿Nos han visitado? ¿Nos están observando? ¿Veremos alguna evidencia de vida extraterrestre durante nuestra vida? ¿Cada forma de vida tiene su propio Dios? ¿Y tú eres el Dios de todas ellas?

  • ¿Se realizará alguna vez el paraiso en el planeta tierra? ¿Se mostrará alguna vez Dios a las gente de la Tierra, como prometió? ¿Habrá algo parecido a la Segunda Venida? ¿Habrá alguna vez un Fin del Mundo, o un apocalipsis, tal como lo profetiza la Biblia? ¿Hay una religión que sea la verdadera? Y si es así, ¿cuál de ellas?

Bueno. Ahora empezamos. No te disculpes por estas preguntas. Son preguntas que hombres y mujeres se han estado formulando durante cientos de años. Si las preguntas fueran tan tontas, no serían formuladas por una generación tras otra. Así que vayamos a la primera de ellas.

He establecido Leyes en el universo que te permiten tener – crear – exactamente lo que quieras. Dichas Leyes no pueden ser violadas, ni pueden ser ignoradas. Estás obedeciendo esas Leyes ahora mismo, incluso mientras escribes esto. No puedes dejar de cumplirlas, pues es así como funcionan las cosas. No puedes apartarte de ellas; no puedes actuar al margen de ellas.

Cada minuto de tu vida has estado actuando dentro de ellas; y, así, todo lo que has experimentado lo has creado tú.

Formas sociedad con Dios. Compartimos un convenio eterno. Mi compromiso para contigo consiste en darte siempre lo que me pidas. Tú compromiso consiste en pedírmelo; en entender el proceso de la petición y la concesión. Ya te he explicado antes este proceso. Lo haré de nuevo, para que lo entiendas de una manera clara.

Eres un ser triple. Te compones de cuerpo, mente y espíritu. También puedes denominarlo lo físico, lo no-físico y lo meta-físico. Esta es la Santa Trinidad, y se la ha llamado de muchas maneras.

Lo mismo que tú eres, también Yo lo soy. Me manifiesto como Tres-En-Uno. Algunos de vuestros teólogos lo han llamado Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Vuestros psiquiatras han reconocido también este triunvirato, y lo han llamado "consciente", "subconsciente" y "superconsciente".

Vuestros filósofos lo han llamado el "ello", el "yo" y el "super-yo".

La ciencia lo llama "energía", "materia" y "antimateria".

Los poetas hablan de "mente", "corazón" y "alma".. Los pensadores de la Nueva Era aluden a "cuerpo", "mente" y "espíritu".

Vuestro tiempo se divide en "pasado", "presente" y "futuro". ¿No podría ser lo mismo que "subconsciente", "consciente" y "superconsciente"?

El espacio se divide igualmente en tres categorías: "aquí", "allí" y "el espacio intermedio".

Definir y describir este "espacio intermedio" resulta difícil, escurridizo. En el momento en que empiezas a definirlo o describirlo, el espacio que describes se convierte en "aquí" o "allí". Sin embargo, sabemos que este "espacio intermedio" existe. Es lo que mantiene al "aquí" y al "allí" en su sitio; del mismo modo que el eterno ahora mantiene al "antes" y al "después" en su sitio.

Estos tres aspectos de tu ser son, en realidad, tres energías. Podrías llamarlas pensamiento, palabra y acción. Las tres juntas producen un resultado; lo que, en vuestro lenguaje y según vuestros conocimientos, se denomina un "sentimiento", o "experiencia".

Tu alma (subconsciente, ello, espíritu, pasado, etc.) es la suma total de todos los sentimientos que has tenido (creado). Tu consciencia de algunos de ellos se denomina "recuerdo". Cuando tienes un recuerdo, se habla de re-membrar. Es decir, juntar de nuevo. Reunir de nuevo las partes.

Cuando reúnas de nuevo todas tus partes, habrás re-membrado Quien Realmente Eres.

El proceso de creación se inicia con el pensamiento; una idea, concepto o imagen mental. Todo lo que ves fue una vez idea de alguien. Nada existe en vuestro mundo que no haya existido antes como pensamiento puro.

Eso es cierto también respecto al universo.

El pensamiento es el primer nivel de la creación.

A continuación viene la palabra. Todo lo que se dice es pensamiento expresado. Es creador, y emite energía creadora al universo. Las palabras son más dinámicas (por lo tanto, algunas pueden ser más creadoras) que el pensamiento, puesto que las palabras constituyen un nivel de vibración distinto de el del pensamiento. Trastornan (cambian, alteran, afectan) al universo, causando un gran impacto.

Las palabras constituyen el segundo nivel de la creación.

A continuación viene la acción.

Las acciones son palabras en movimiento. Las palabras son pensamientos expresados. Los pensamientos son ideas formadas. Las ideas son energías reunidas. Las energías son fuerzas liberadas. Las fuerzas son elementos existentes. Los elementos son partículas de Dios, porciones del Todo, la sustancia de todo.

El principio es Dios. El final es la acción. La acción es Dios creando, o Dios experimentando.

Tu pensamiento acerca de ti mismo es que no eres lo bastante bueno, lo bastante maravilloso, lo bastante puro, para ser una parte de Dios, para formar sociedad con Dios. Has negado durante tanto tiempo Quien Eres, que lo has olvidado.

Esto no ha ocurrido por azar; no es por casualidad. Forma parte de un plan divino, puesto que no podrías afirmar, crear ni experimentar Quien Eres, si ya lo fueras. Primero era necesario que rompieras (negaras, olvidaras) tu vínculo conmigo, con el fin de experimentarlo plenamente mediante su creación plena, mediante su surgimiento, ya que tu más grandioso deseo – y Mí más grandioso deseo – era que te experimentaras a ti mismo como la parte de Mí que eres. Así pues, estás en proceso de experimentarte a ti mismo creándote a ti mismo de nuevo en cada momento. Al igual que Yo lo estoy; a través tuyo.

¿Ves la sociedad? ¿Comprendes sus implicaciones? Se trata de una sagrada colaboración; realmente, de una sagrada comunión.

Así, tu vida "despegará" cuando decidas que lo haga. Hasta ahora no lo has decidido. Te has entretenido, lo has aplazado, has protestado. Ahora es el momento de que produzcas lo prometido. Para hacerlo, debes creer la promesa, y vivirla. Debes vivir la promesa de Dios.

La promesa de Dios es que tú eres Su hijo. Su descendencia. Su semejante. Su igual.

¡Ah!… aquí es donde el asunto se complica. Puedes aceptar lo de "Su hijo", "descendencia" y "semejante", pero rechazas ser llamado "Su igual". Aceptar eso es demasiado. Demasiada grandeza, demasiado asombroso; demasiada responsabilidad, puesto que, si eres igual a Dios, eso significa que nada se te da a ti, sino que todo es creado por ti. Ya no puede haber víctimas ni malvados; sólo resultados de tu pensamiento respecto a algo.

Te lo aseguro: todo lo que ves en tu mundo es el resultado de tu idea sobre ello.

¿Quieres que tu vida "despegue" realmente? Entonces, cambia tu idea sobre ella. Sobre ti. Piensa, actúa y habla como el Dios que Eres.

Por supuesto, eso te alejará de muchos – de la mayoría – de tus semejantes. Te llamarán loco. Te acusarán de blasfemo. Finalmente se hartarán de ti, y tratarán de crucificarte.

Actuarán así, no porque piensen que tu vives en un mundo producto de tus propias ilusiones (la mayoría de los hombres son lo bastante amables como para permitirte tus diversiones privadas), sino porque, antes o después, otros se sentirán atraídos por tu verdad, por las promesas que ésta encierra para ellos.

Y es en este momento cuando intervendrán tus semejantes, porque será en este momento cuando empezarás a representar una amenaza para ellos, ya que tu sencilla verdad, sencillamente vivida, ofrecerá más belleza, más bienestar, más paz, más alegría y más amor hacia uno mismo y hacia los demás que todo lo que tus colegas terrenales puedan idear.

Y adoptar esa verdad significaría el fin de sus costumbres. Significaría el fin del odio y el temor, de la guerra y la intolerancia. El fin de todas las condenas y asesinatos que se han cometido en Mi nombre. El fin de "la ley del más fuerte". El fin de la lealtad y el homenaje por el temor. El fin del mundo tal como lo conocéis; y como vosotros lo habéis creado hasta ahora.

De modo que estáte preparada, alma buena; puesto que serás vilipendiada y despreciada, insultada y abandonada, y finalmente te acusarán te juzgarán y te condenarán – todo ello a su manera – desde el momento en que aceptes y adoptes tu sagrada causa: la realización del Yo.

Entonces, ¿por qué hacerlo?

Porque ha dejado de preocuparte la aceptación o aprobación del mundo. Ha dejado de satisfacerte lo que ésta te ha aportado Ha dejado de complacerte lo que les ha dado a otros. Quieres que cese el dolor, que cese el sufrimiento; que termine la ilusión. Estás harto de este mundo tal como es actualmente. Aspiras a un mundo nuevo.

Deja de aspirar a él. Ahora, haz que surja.

¿Puedes ayudarme a entender mejor cómo hacerlo?

Sí. Fíjate primero en tu Más Alto Pensamiento sobre ti mismo. Imagina cómo serías si vivieras ese pensamiento cada día. Imagina lo que pensarías, harías y dirías, y como responderías a lo que los demás hicieran o dijeran.

¿Ves alguna diferencia entre esta proyección y lo que piensas, haces y dices ahora?

Sí. Veo una gran diferencia.

6 de noviembre

Bueno. Debes verla, puesto que sabemos que en este momento no estás viviendo tu más alta visión de ti mismo. Ahora bien, una vez vistas las diferencias entre donde estás y dónde quieres estar, empieza a cambiar – cambiar conscientemente – tus pensamientos, palabras y acciones, igualándolos con tu magnífica visión.

Esto requerirá un esfuerzo físico y mental tremendo. Supondrá un control constante, momento a momento, de cada pensamiento, palabra y acto. Implicará una continua – y consciente – toma de decisiones. Todo el proceso constituye un enorme desplazamiento hacia la consciencia. Lo que descubrirás si afrontas este reto es que has pasado la mitad de tu vida inconsciente. Es decir, ignorante a nivel consciente de lo que has decidido en cuanto a pensamientos, palabras y actos hasta que has experimentado sus consecuencias; y entonces, cuando has experimentado dichos resultados, has negado que tus pensamientos, palabras y actos tuvieran algo que ver con ellos.

Se trata de una invitación a abandonar esta vida inconsciente. De un reto al que tu alma ha aspirado desde el principio de los tiempos.

Ese continuo control mental parece que haya de ser terriblemente agotador.

Puede serlo, hasta que se convierta en una segunda naturaleza. En realidad, es tu segunda naturaleza. Tu primera naturaleza consiste en amar incondicionalmente. Tu segunda naturaleza consiste en decidir expresar tu primera naturaleza, tu verdadera naturaleza, conscientemente.

Perdona, pero esa especie de control constante sobre lo que pienso, digo y hago, ¿no me convertirá en una persona "sosa"?

En absoluto. Distinta sí; "sosa" no. ¿Era "soso" Jesús? No creo que lo fuera. ¿Resultaba aburrido estar junto a Buda? La gente se congregaba a su alrededor, suplicaba poder hallarse en su presencia. Nadie que haya llegado a ser un Maestro es aburrido. Quizás sea poco corriente; quizás sea extraordinario; pero nunca "soso".

Así pues: ¿quieres que tu vida "despegue"? Empieza a imaginártela del modo como quieras que sea, y trata de alcanzarlo. Examina cada pensamiento, palabra y obra que no se muestren en armonía con esa idea, y aléjalos de ti.

Cuando tengas un pensamiento que no cuadre con tu más alta visión, cámbialo por otro nuevo, inmediatamente. Cuando digas algo que no se ajuste a tu más grandiosa idea, toma nota de no volver a decir de nuevo nada semejante. Cuando hagas algo que no cuadre con tu mejor intención, decide que esa sea la última ves que lo haces. Y siempre que puedas, haz el bien sin mirar a quién.

Ya he oído eso antes, y siempre he estado en contra, pues me parece poco honesto. Quiero decir que, si estás enfermo, no puedes admitirlo. Si estás sin blanca, no puedes decirlo. Si estás enfadado, no puedes demostrarlo. Eso me recuerda el chiste de las tres personas que van al infierno: un católico, un judío y un filósofo de la Nueva Era. El diablo le dice al católico, burlonamente: "¿Qué? ¿Cómo va el calor?". Y el católico le responde compungido: "Me lo tomo como un sacrificio". A continuación, le pregunta al judío: "¿Y qué otra cosa podía esperar, sino otro infierno?". Finalmente, el diablo se dirige al filósofo de la Nueva Era: "¿Qué tal el calor?"; a lo que éste responde, sudando: "¿Calor? ¿Qué calor?".

Es un buen chiste. Pero Yo no estoy hablando de ignorar el problema, o de pretender que no existe. Estoy hablando de observar la circunstancia, y luego formular tu más alta verdad respecto a ella.

Y si estas sin blanca, pues estás sin blanca. Es absurdo mentir acerca de eso, y tratar de inventarse un cuento para no admitirlo. Pero es tu pensamiento acerca de ello – "estar sin blanca es malo", "estar sin blanca es horrible", "soy una mala persona, puesto que la buena gente que trabaja duro y realmente se esfuerza nunca está sin blanca", etc. – el que determina cómo experimentas la "situación-de-estar-sin-blanca". Son tus palabras acerca de ello – "estoy sin blanca", "no tengo ni un duro", "no tengo dinero" – las que dictaminan cuánto tiempo seguirás estando sin blanca. Son tus actos en relación a esta situación – compadeciéndote a ti mismo, dejándote abatir, no tratando de buscar una salida; porque, de todos modos, ¿para qué? – los que, a la larga, crean tu realidad.

Lo primero que has de entender respecto al universo es que ninguna circunstancia es "buena" o "mala". Simplemente es. De modo que deja de hacer juicios de valor.

Lo segundo que has de saber es que todas las circunstancias son transitorias. Nada se mantiene igual, nada permanece estático. De que manera cambie, es algo que depende de ti.

Perdona, pero voy a interrumpirte de nuevo. ¿Y la persona que cae enferma, pero cuya fe mueve montañas, y – por lo tanto – piensa, dice y cree que va a ponerse mejor… pero se muere seis meses después? ¿Cómo encaja eso con todo este pensamiento positivo y acción afirmativa?

Eso está bien. Me planteas preguntas difíciles. No tomas mis palabras a la ligera. Más adelante habrás de tomar mis palabras a la ligera, debido a que al final verás que podemos estar discutiendo interminablemente, tu y Yo, hasta que no quede otra cosa que hacer sino "intentarlo o rechazarlo". Pero este momento aún no ha llegado. Así pues, sigamos con el diálogo; sigamos hablando.

Una persona que tiene una "fe que mueve montañas" y muere seis meses después, ha movido montañas durante seis meses. Puede que eso haya sido suficiente para ella. Puede que haya decidido, en la última hora del último día: "Bueno. Ya tengo suficiente. Estoy dispuesto a pasar a otra aventura". Tú no puedes conocer su decisión, puesto que es posible que no te lo haya dicho. Lo cierto es que puede haber tomado esta decisión bastante antes – días o semanas antes – y no haberte dicho nada.

Habéis creado una sociedad en la que no se está de acuerdo con que uno quiera morir; en la que no se está de acuerdo con que uno esté de acuerdo con la muerte. Puesto que tú no quieres morir, no puedes imaginar que nadie quiera morir, independientemente de su situación o sus circunstancias.

Sin embargo, hay muchas situaciones en las que la muerte resulta preferible ala vida, y que sé que puedes imaginar si piensas en ello sólo un momento. Sin embargo, esas verdades no se te ocurren – no resultan patentes – cuando te hayas ante alguien que decide morir. Y la persona agonizante lo sabe. Puede percibir el nivel de aceptación que hay entre los que le rodean respecto a su decisión.

¿Te has fijado alguna vez en cuánta gente espera a que la habitación en la que se encuentra se halle vacía para morirse? Algunos incluso les han dicho a sus seres queridos: "Vete tranquilo. Ve a comer algo", o bien: "Ve a dormir. Estoy bien. Nos veremos mañana". Y luego, cuando sus fieles custodios los han abandonado, lo mismo hace el alma con el cuerpo del custodiado.

Si les dijeran a sus amigos y parientes allí reunidos: "Simplemente quiero morir", ellos les responderían: "¡Oh!, ¡No digas eso!", o bien: "¡No hables de ese modo!", o bien: "¡Resiste!", o bien: "¡Por favor, no me dejes!".

Todo el estamento médico en su conjunto ha sido formado para mantener a la gente con vida, pero no para proporcionarle los medios para que pueda morir con dignidad.

Fíjate en que para un médico o una enfermera la muerte es un fracaso. Para un amigo o un pariente, es un desastre. Sólo para el alma la muerte es un alivio, una liberación.

El mayor regalo que se puede hacer a los moribundos es dejarles morir en paz; no pensar que deben "resistir", o seguir sufriendo, o preocuparse por uno en ese paso crucial en sus vidas.

Muy a menudo, eso es lo que ha ocurrido en el caso del hombre que dice que va a vivir, cree que va a vivir, e incluso reza para vivir: que, al nivel del alma, ha "cambiado su mentalidad". Ha llegado el momento de dejar que el cuerpo deje libre el alma para otras ocupaciones. Cuando el alma toma esta decisión, nada puede hacer el cuerpo para cambiarla. Nada que la mente piense puede alterarla. Es en el momento de la muerte cuando aprendemos quién lleva la voz cantante en el triunvirato cuerpo-alma-mente.

Durante toda tu vida crees que tú eres tu cuerpo. Alguna vez piensas que eres tu mente. Pero es en el momento de tu muerte cuando descubres Quien Eres Realmente.

Ahora bien, también ocurre a veces que el cuerpo y la mente no escuchan al alma. Eso crea también la situación que tú describes. Lo que más difícil le resulta hacer a la gente es escuchar a su alma (fíjate que pocos lo hacen).

Sucede, pues, que el alma decide que es el momento de abandonar el cuerpo. El cuerpo y la mente – siempre criados del alma – lo saben, y se inicia el proceso de liberación. Pero la mente (el yo) no quiere aceptarlo. Después de todo, supone el fin de su existencia. Entonces, ordena al cuerpo que resista frente a la muerte, lo que éste hace con mucho gusto, pues tampoco quiere morir. El cuerpo y la mente (el yo) reciben un gran estímulo y grandes elogios por ello del mundo exterior, el mundo de su creación. Así, la estrategia se confirma.

Ahora bien, en este momento todo depende de hasta qué punto el alma quiere salir. Si no tiene una gran urgencia, puede decir: "Está bien, tú ganas. Me quedaré un poco más contigo". Pero si el alma tiene muy claro que permanecer junto al cuerpo no sirve a sus más altos propósitos – que no hay ninguna manera de que pueda seguir evolucionando a través de su cuerpo -, entonces lo abandonará, y nada podrá detenerla, ni nada debe intentarlo.

El alma tiene muy claro que su objetivo es evolucionar. Ese es su único y propio objetivo. No le preocupan los éxitos del cuerpo o el desarrollo de la mente. No tienen sentido para el alma.

El alma tiene claro también que abandonar el cuerpo no supone ninguna tragedia. En muchos casos, la tragedia está en permanecer en el cuerpo. Así pues, has de entender que el alma ve la cuestión de su muerte como algo diferente. Por supuesto, también ve la "cuestión de la vida" de modo distinto; y ese es el origen de gran parte de la frustración y ansiedad que uno siente durante su vida. La frustración y la ansiedad provienen de no escuchar a la propia alma.

¿Cómo puedo escuchar a mi alma? Si, a la hora de la verdad, el alma es el jefe, ¿cómo puedo estar seguro de que recibo las órdenes de la oficina central?

Lo primero que puedes hacer es tener claro qué es el alma, y dejar de formular juicios sobre ella.

¿Formulo juicios sobre mi alma?

Constantemente. Ya te he mostrado cómo te juzgas a ti mismo si quieres morir. También te juzgas a ti mismo si quieres vivir; si quieres vivir realmente. Te juzgas a ti mismo si quieres reír, si quieres llorar, si quieres ganar, si quieres perder, si quieres experimentar la alegría y el amor… especialmente por esto último.

¿Eso hago?

De algún sitio has sacado la idea de que negarte la alegría es un acto piadoso, de que no divertirte en la vida es un acto divino. La negación – te has dicho a ti mismo – es buena.

¿Me estás diciendo que es mala?

No es ni buena ni mala; es simplemente negación. Si tu te sientes bien después de negarte a ti mismo, entonces en tu mundo es buena. Si te sientes mal, entonces es mala. La mayor parte de las veces, no lo decides tú. Te niegas a ti mismo esto o aquello por que te dices a ti mismo que debes hacerlo. Luego dices que era bueno hacerlo, pero te extrañas por que no te sientes bien.

Así, lo primero que has de hacer es dejar de formular estos juicios contra ti mismo. Aprende cuál es el deseo del alma, y síguelo. Sigue al alma.

En definitiva, el alma no es sino él más alto sentimiento de amor que puedas imaginar. Este es el deseo del alma. Este es su objetivo. El alma es el sentimiento. No el conocimiento, sino el sentimiento. Ya posee el conocimiento, pero éste es conceptual; mientras que el sentimiento es experiencial. El alma quiere sentirse a sí misma, y, por lo tanto, conocerse a sí misma en su propia experiencia.

El sentimiento más alto es la experiencia de la unidad con Todo Lo Que Es. Este es el gran retorno a la Verdad por el que el alma suspira. Este es el sentimiento del amor perfecto.6 de noviembre

El amor perfecto consiste en percibir lo perfecto que es el color blanco. Muchos piensan que el blanco es la ausencia de color. No es así. Es la inclusión de todos los colores. El blanco es todos los demás colores que existen, combinados.

Del mismo modo, el amor no es la ausencia de toda emoción (odio, cólera, lujuria, envidia, codicia), sino la suma de todo sentimiento. Es la suma total. El total combinado. El todo.

Así, para que el alma pueda experimentar el amor perfecto, debe experimentar todos los sentimientos humanos.

¿Cómo puedo tener compasión de algo que no entiendo? ¿Cómo puedo perdonar en otro lo que nunca he experimentado en Mí mismo? Con ello puedes ver tanto la simplicidad como la imponente magnitud del viaje del alma. Puedes entender por fin lo que es capaz de hacer:

El propósito del alma humana consiste en experimentar todo eso; de modo que pueda ser todo eso.

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