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Reflexiones sobre nuestra relacion con Dios (página 4)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

¿Cómo puede estar arriba, si nunca ha estado abajo? ¿Cómo puede estar a la izquierda, si nunca ha estado a la derecha? ¿Cómo puede tener calor, si no conoce el frío? ¿Cómo puede conocer el bien, si niega el mal? Obviamente, el alma no puede elegir ser algo si no hay nada entre lo que elegir. Para experimentar su grandeza, el alma debe saber qué es la grandeza. Y no puede hacerlo sino hay nada más que grandeza. Así, el alma se da cuenta de que la grandeza únicamente existe en el espacio de aquello que no es grandioso. En consecuencia, no condena nunca aquello que no es grandioso, sino que lo bendice, viendo en ello una parte de sí misma que debe existir para que la otra parte de sí misma se manifieste.

La tarea del alma, por supuesto, consiste en hacer que escojáis la grandeza – que seleccionéis lo mejor de Quienes Sois -, sin condenar aquello que no seleccionáis.

Se trata de una gran tarea, que requiere de muchas vidas, puesto que estáis habituados a aventurar juicios, a llamar a algo "equivocado" o "malo", o "insuficiente", en lugar de bendecir aquello que no elegís.

Hacéis algo peor que condenarlo: en realidad, tratáis de dañar aquello que no elegís; tratáis de destruirlo. Si hay alguna persona, lugar o cosa con los que no estéis de acuerdo, los atacáis. Si hay algún pensamiento que os contradice, lo ridiculizáis. Si hay alguna idea distinta de la vuestra, la rechazáis. En esto os equivocáis, puesto que creáis sólo la mitad del universo. Y no podréis entender nunca vuestra mitad en tanto rechacéis completamente la otra.

Todo esto es muy profundo, y te lo agradezco. Nadie me había dicho nunca estas cosas. Al menos, no con tanta sencillez. E intento entenderlas. En realidad, las entiendo. Pero algunas resultan difíciles de afrontar. Por ejemplo, parece que quieras decir que debemos amar lo "equivocado" para que podamos conocer lo "correcto". ¿Estás diciendo que debemos abrazar al diablo, por decirlo así?

¿De que otro modo podríais reconciliaros con él? Por supuesto, no existe un diablo real, pero te estoy respondiendo en el idioma que has elegido.

La reconciliación es el proceso de aceptarlo todo, y luego elegir lo mejor. ¿Lo entiendes? No puedes elegir ser Dios si no hay nada más entre lo que elegir.

¡Eh, espera! ¿Has dicho algo de elegir ser Dios?

El sentimiento más alto es el amor perfecto. ¿De acuerdo?

Sí, debe de serlo.

¿Y se te ocurre otra descripción mejor de Dios?

No, no lo creo.

Bien. Tu alma aspira al más alto sentimiento. Aspira a experimentar, o sea, a ser, el amor perfecto.

Es el amor perfecto; y lo sabe. Pero desea hacer algo más que saberlo. Desea serlo en su experiencia.

¡Evidentemente, aspira a ser Dios! ¿Qué otra cosa ibas a ser?

No lo sé. No estoy seguro. Supongo que nunca me lo había planteado. Me parece como si tuviera algo de blasfemo.

No resulta nada interesante el hecho de que no te parezca blasfemo aspirar a ser como el demonio, y en cambio te parezca ofensivo aspirar a ser como Dios.

¡Eh, espera un momento! ¿Quién aspira a ser como el demonio?

¡Tú! ¡Todos vosotros! Incluso habéis creado religiones que afirman que habéis nacido en pecado, que sois pecadores de nacimiento, para convenceros a vosotros mismos de vuestro propio mal. Sin embargo, aunque os dijera que habéis nacido de Dios, que nacéis como puros Dioses y Diosas – puro amor -, me lo negaríais.

Pasáis toda vuestra vida convenciéndoos de que sois malos. Y no sólo de que sois malos, sino de que aquello que deseáis es malo. El sexo es malo, el dinero es malo, la alegría es mala, el poder es malo, tener mucho es malo – mucho de lo que sea -. Algunas de vuestras religiones incluso mantienen la creencia de que bailar es malo, la música es mala, divertirse es malo. Pronto aceptaréis que sonreír es malo, que reír es malo, que amar es malo.

No, no, amigo mío; puede que haya muchas cosas que no tienes claras, pero hay una que sí la tienes. Tú eres malo, y la mayor parte de lo que deseas es malo. Una vez formulado este juicio sobre ti mismo, has decidido que tu tarea consiste en ser mejor.

Te advierto que eso está bien. En cualquier caso, el objetivo es el mismo; pero hay un camino más corto, un atajo, una vía más rápida.

¿Cuál?

La aceptación inmediata de Quien y Qué Eres, y la manifestación de ello.

Eso es lo que hizo Jesús. Es el camino de Buda, de Krishna, el camino de todos los Maestros que han habitado este planeta.

Y de igual modo, todos los Maestros han dejado el mismo mensaje: lo que yo soy, tú lo eres; lo que yo puedo hacer, tú lo puedes hacer; todo esto, y más, también lo harás tú.

Pero no les habéis escuchado. En cambio, habéis elegido el camino, mucho más difícil, de creer que uno es el demonio, de imaginar que uno es el mal.

Decís que es difícil seguir el camino de Cristo, practicar las enseñanzas de Buda, poseer la luz de Krishna, ser un Maestro. Pero Yo te aseguro que es mucho más difícil negar Quien Eres que aceptarlo.

Eres bondad, misericordia, compasión y conocimiento. Eres paz, luz y alegría. Eres perdón y paciencia, fuerza y valor, ayuda cuando hay necesidad, consuelo cuando hay dolor, curación cuando hay herida, enseñanza cuando hay ignorancia. Eres la sabiduría más profunda y la más alta verdad; la paz más magnífica y el más grandioso amor. Eres todo esto. Y en determinados momentos de tu vida tú te has reconocido a ti mismo como siendo todo esto.

Decide, pues, reconocerte a ti mismo siempre como siendo todo esto.

4

¡Vaya! ¡La verdad es que me inspiras!

Bueno. Si Dios no puede inspirarte, ya me dirás quién demonios va a hacerlo.

¿Siempre eres así de impertinente?

No he pretendido que fuera una impertinencia. Léelo de nuevo.

¡Ah! Ahora lo veo.

Exacto.

Sin embargo, estaría bien que fuera impertinente, ¿no?

No sé. Estoy acostumbrado a que mi Dios sea un poco más serio.

Bueno, pues hazme un favor, y no intentes contenerme. Y, por cierto: hazte el mismo favor a ti mismo.

Lo único que ocurre es que tengo un gran sentido del humor. Te diría que tú también deberías tenerlo a la hora de considerar todo lo que has hecho en la vida, ¿no? Quiero decir que, a veces, tengo que reírme de ello.

Pero eso está bien, ¿sabes?, pues Yo sé que al final todo acabará bien.

¿Qué quieres decir con eso?

Quiero decir que no puedes perder la partida. No puedes fracasar. No entra en el plan. No hay modo de que no llegues a donde vas. No hay modo de que equivoques tu destino. Si Dios es tu objetivo estás de suerte, pues Dios es tan grande que no puedes perderte.

Esa es la gran preocupación, por supuesto. La gran preocupación es que, de un modo u otro, la liemos y no lleguemos a verte ni a estar contigo nunca.

¿Quieres decir "ir al cielo"?

Sí. A todos nos da miedo ir al infierno.

De modo que por eso os habéis colocado allí de entrada: para evitar ir allí ¡Hummm…! ¡Una estrategia interesante!

¿Lo ves? ¡Vuelves a ser impertinente!

No puedo ayudarte. ¡Todo este asunto del infierno hace que surja lo peor de Mí!

¡Desde luego, eres un buen comediante!

¿Has necesitado todo este tiempo para descubrirlo? ¿Te has fijado en el mundo últimamente?

Eso me hace pensar en otra pregunta. ¿Por qué no arreglas el mundo, en lugar de permitir que se vaya al infierno?

¿Por qué no lo haces tú?

Yo no tengo el poder de hacerlo.

¡Tonterías! Tienes el poder y la capacidad de acabar con el hambre en el mundo en este momento, de curar las enfermedades en este instante. ¿Y si te dijera que vuestro propio estamento médico oculta métodos de curación, se niega a aceptar medicinas y procedimientos alternativos, porque amenazan la propia estructura de la profesión de "curar"? ¿Y si te dijera que los gobiernos no quieren acabar con el hambre en el mundo? ¿Me creerías?

Este asunto me ha traído de cabeza. Sé que ese es el punto de vista populista, pero no puedo creer que realmente sea cierto. Ningún médico niega una curación. Nadie quiere ver morir a sus compatriotas.

Ningún médico individual; es cierto. Ningún compatriota particular; es correcto. Pero cuando hablamos del estamento médico y del estamento político, hablamos de algo institucionalizado, y son las instituciones las que lo hacen, a veces de manera muy sutil, a veces incluso inconsciente, pero inevitablemente… ya que, para dichas instituciones, se trata de una cuestión de supervivencia.

Así, por ponerte sólo un ejemplo muy sencillo y evidente, los médicos occidentales rechazan la eficacia curativa de los médicos orientales porque aceptarla, admitir que determinadas modalidades alternativas pueden proporcionar una curación, supondría desgarrar el propio tejido de la institución tal como está estructurado.

Esto no es malévolo, pero es insidioso. El estamento no lo hace porque sea malo; lo hace porque tiene miedo.

Todo ataque es una llamada de socorro.

Eso lo he leído en un libro.

Yo lo puse allí.

¡Chico, tienes una respuesta para todo!

Eso me recuerda que no hemos hecho más que empezar con tus preguntas. Estábamos hablando de cómo poner tu vida en marcha. Cómo hacer que "despegue". Estaba hablando del proceso de creación.

Sí, y yo no dejaba de interrumpirte.

Eso está bien, pero volvamos a ello, pues no nos interesa perder el hilo de algo muy importante.

La vida es una creación, no un descubrimiento.

No vives cada día para descubrir qué te espera ese día, sino para crearlo. Estás creando tu realidad cada minuto, probablemente sin saberlo.

He aquí el cómo y el porqué:

  • Yo os he creado a imagen y semejanza de Dios.

  • Dios es el creador.

  • Sois tres en uno. Puedes llamar a esos tres aspectos del ser como quieras: Padre, Hijo y Espíritu Santo; mente, cuerpo y espíritu; superconsciente, consciente y subconsciente.

  • El proceso de creación procede de estas tres partes de vuestro cuerpo. Dicho de otro modo, creáis a los tres niveles. Las herramientas de creación son: el pensamiento, la palabra y la obra.

  • Toda creación se inicia con el pensamiento ("Procede del Padre"). Toda creación pasa después a la palabra ("Pedid y se os dará, hablad y se os hará"). Toda creación se completa en la obra ("Y el verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros").

  • Aquello que pensáis pero no decís crea a un nivel. Aquello que pensáis y decís crea a otro nivel. Aquello que pensáis, decís y hacéis se hace manifiesto en vuestra realidad.

  • Pensar, decir y hacer algo, si no creéis verdaderamente en ello, es imposible. Por lo tanto, el proceso de creación debe incluir la creencia, o el conocimiento. Éste es fe absoluta. Esta más allá de la esperanza. Es conocimiento de una certeza ("Por vuestra fe seréis sanados"). En consecuencia, la parte activa de la creación incluye el conocimiento. Se trata de una claridad esencial, una certeza total, una completa aceptación de algo en tanto realidad.

  • Este nivel de conocimiento es un nivel de intensa e increíble gratitud. Es un agradecimiento por adelantado. Y quizás sea ésta la clave más importante de la creación: estar agradecido antes de, y por, la creación. Esta actitud de darla ya por hecha no es algo que haya que perdonar, sino algo que hay que alentar. Es un signo seguro de la cualidad de Maestro. Todos los Maestros saben por adelantado que la obra se ha realizado.

  • Celebra y disfruta de todo lo que creas y has creado. Rechazar cualquier parte de ello significa rechazarte a ti mismo. Sea lo que sea lo que se presente como parte de tu creación, poséelo, reivindícalo, bendícelo, agradécelo. Procura no condenarlo ("¡maldita sea!"), puesto que condenarlo significa condenarte a ti mismo.

  • Si hay algún aspecto de tu creación del cual veas que no disfrutas, bendícelo y simplemente cámbialo. Elige de nuevo. Provoca una nueva realidad. Piensa una nueva idea. Pronuncia una nueva palabra. Haz algo nuevo. Hazlo con magnificencia, y el resto del mundo te seguirá. Pídelo. Exígelo. Di: "Yo soy el Camino y la Vida. Sígueme".

De este modo se manifiesta la voluntad de Dios, "así en la Tierra como en el Cielo".

Si es tan sencillo como eso, si todo lo que necesitamos son esas diez etapas, ¿por qué no es así para la mayoría de nosotros?

Sí es así, y para todos vosotros. Algunos de vosotros utilizáis el "sistema" conscientemente, con pleno conocimiento, y otros lo utilizáis inconscientemente, sin saber siquiera lo que estáis haciendo.

Algunos de vosotros camináis despiertos, y otros camináis dormidos.

Pero todos vosotros estáis creando vuestra realidad – creando, no descubriendo -, utilizando el poder que os he dado y el proceso que acabo de describir.

Así pues, me has preguntado cuando "despegará" tu vida, y te he dado la respuesta.

Harás que tu vida "despegue" cuando, primero, logres pensar en ella con suma claridad. Piensa en lo que quieres ser, hacer y tener. Piensa en ello a menudo, hasta que lo veas muy claro. Entonces, cuando logres dicha claridad, no pienses en nada más. No imagines otras posibilidades. Disciplina tu mente para que mantenga con firmeza el pensamiento creador original.

Cuando tus pensamientos sean claros y firmes, empieza a hablar de ellos como verdades. Grítalos fuerte. Utiliza el gran mandato que hace surgir el poder creador: yo soy. Afirma "yo soy" a los demás. "Yo soy" constituye la más poderosa afirmación creadora del universo. Sea lo que sea lo que pienses, sea lo que sea lo que digas, tras las palabras "yo soy" ello pondrá en movimiento dichas experiencias, hará que surjan, las llevará a ti.

No hay ningún otro modo de que el universo pueda funcionar. Ninguna otra ruta que pueda tomar. El universo responde al "yo soy" como un genio en una botella.

Dices "Libera toda duda. Rechaza todo temor. Descarta todo pesimismo", como si dijeras "Póngame una barra de pan". Pero todo esto resulta más fácil de decir que de hacer. "Desecha todos los pensamientos negativos de tu construcción mental" podría ser también "sube al Everest antes de almorzar". Se trata de una orden excesivamente grande.

Canalizando tus pensamientos, ejerciendo un control sobre ellos, no es tan difícil como parece. (En este sentido, tampoco lo es subir al Everest.) Es cuestión de disciplina. Es cuestión de proponérselo.

El primer paso consiste en aprender a controlar sus pensamientos; a pensar en lo que piensas.

Cuando te sorprendes a ti mismo teniendo pensamientos negativos – pensamientos que nieguen tu más alta idea de ti mismo -, piensa otra vez. Quiero que lo hagas literalmente. Si piensas que estas abatido, hecho polvo, y que de ahí no puede salir nada bueno, piensa otra vez. Si piensas que el mundo es un lugar malo, lleno de acontecimientos negativos, piensa otra vez. Si piensas que tu vida se rompe en pedazos, y te parece que nunca la podrás recomponer, piensa otra vez.

Puedes entrenarte en hacer esto. (¡Fíjate en lo bien entrenados que estáis en no hacerlo!)

Gracias. Nunca nadie me había expuesto el proceso de una manera tan clara. Quisiera que fuera tan fácil de hacer como de decir; pero, al menos, creo que ahora lo entiendo con claridad.7 de noviembre

Bueno. Si necesitas un repaso, disponemos de varias vidas.

5

¿Cuál es el auténtico camino hacia Dios? ¿La renuncia, como creen los yoguis? ¿Y el llamado sufrimiento? ¿Es el sufrimiento y el servicio la vía para llegar a Dios, como afirman muchos ascetas? ¿Ganaremos el cielo si "somos buenos", como enseñan tantas religiones? ¿O bien somos libres de actuar como queramos, de violar o ignorar cualquier norma, de dejar de lado todas las enseñanzas tradicionales, de sumergirse en la satisfacción inmoderada de todos los deseos, para así hallar el nirvana, como afirman muchos filósofos de la Nueva Era? ¿Cuál es el camino: unos patrones morales estrictos, o hacer lo que a uno le venga en gana? ¿Cuál: los valores tradicionales, o improvisar sobre la marcha? ¿Cuál: los Diez Mandamientos, o las Siete etapas de la Iluminación?

Tienes una gran necesidad de que sea un camino u otro, ¿no? ¿No podrían ser todos ellos?

No lo sé. Es lo que pregunto.

Te contestaré, pues, del modo que mejor puedas entenderlo; aunque déjame que te diga que la respuesta está dentro de ti. Se lo digo a todos aquellos que escuchan Mis palabras y buscan Mi Verdad.

Se manifiesta a todo corazón que se pregunte seriamente cuál es el camino hacia Dios; a cada uno le es dada una sincera Verdad. Ven a Mí por el camino de tu corazón, no a través del viaje de tu mente. Nunca me encontraras en tu mente.

Para conocer realmente a Dios, has de apartarte de tu mente.

Pero tu pregunta requiere una respuesta, y no quiero alejarme de la cuestión.

Empezaré con una afirmación que te asustará, y que quizá ofenda la sensibilidad de mucha gente. No existen los Diez Mandamientos, ni nada parecido.

¡Dios mío! ¿No?

No. ¿Quién habría de mandarlos? ¿Yo? ¿Y para qué se necesitarían tales mandamientos? Cualquier cosa que yo quiera, es. N'est ce pas? Entonces, ¿para que hace falta mandar nada?

Y, si yo hubiera promulgado mandamientos, ¿no se cumplirían automáticamente? ¿Cómo podría querer que algo fuera tan mal que Yo lo mandara, y luego me sentara y observara que no era así?

¿Qué clase de rey haría eso? ¿Qué clase de gobernante?

Pero déjame que te diga que Yo tampoco soy un rey ni un gobernante. Soy simple y asombrosamente, el Creador. Pero el Creador no gobierna, sino que sencillamente crea; crea y sigue creando.

Yo os he creado ha vosotros – y os he bendecido – a imagen y semejanza mía. Y os he hecho ciertas promesas y he establecido ciertos compromisos con vosotros. Os he dicho, en un lenguaje sencillo, qué pasará con vosotros cuando seáis uno conmigo.

Tú eres un buscador sincero, como lo era Moisés. También el, como sabes, se alzo frente a Mí pidiéndome respuestas. "¡Oh, Dios de Mis Padres – clamaba -, Dios mío, dígnate mostrarte a mí. Dame una señal que yo pueda contar a mi pueblo! ¿Cómo podemos saber que somos los elegidos?"

Y Yo acudí a Moisés, tal como ahora he acudido a ti, con una divina alianza – una eterna promesa -, un compromiso cierto y seguro. "¿Cómo puedo estar seguro?", preguntaba Moisés quejumbrosamente. "Porque Yo te lo he dicho – le respondí -. Tienes la palabra de Dios."

Y la palabra de Dios no era un mandamiento, sino una alianza. Éstos, pues, son los…

Sabrás que has emprendido el camino hacia Dios, y sabrás que has encontrado a Dios, porque se darán estas señales, estas indicaciones, estos cambios en ti:

  • Amaras a Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con toda tu alma. Y no tendrás más Dios que Yo. Dejarás de rendir culto al amor humano, o al éxito, al dinero o al poder, ni a ningún símbolo de estos. Apartarás de ti esas cosas como un niño aparta los juguetes. No porque sean indignas, sino porque se te habrán quedado pequeñas.

Y sabrás que has emprendido el camino hacia Dios porque:

  • No usarás el nombre de Dios en vano. Ni me invocarás para frivolidades. Entenderás el poder de las palabras y de los pensamientos, y no pensarás en invocar el nombre de Dios de una manera impía No utilizarás Mi nombre en vano porque no podrás hacerlo, puesto que Mi nombre – el Gran "Yo Soy" – nunca se usa en vano (es decir, sin resultado), ni puede usarse. Y cuando hayas encontrado a Dios, lo sabrás.

Y te daré también estas otras señales:

  • Te acordarás de reservarme un día, al que llamarás santo. Esto, para que lo que hagas no se quede en ilusión, sino que te haga recordar quién y qué eres. Y, luego, pronto llamarás a cada día Domingo, y a cada momento santo.

  • Honrarás a tu padre y a tu madre; y sabrás que eres el hijo de Dios cuando honres a tu Padre/Madre Dios en todo lo que digas, hagas o pienses. Y en la medida en que honres a tu Padre/Madre Dios, y a tu Padre y a tu Madre en la Tierra (pues ellos te han dado la vida), así también honrarás a todo el mundo.

  • Sabrás que has encontrado a Dios cuando sepas que no asesinarás (es decir, que no matarás deliberadamente y sin causa), pues, aunque sepas que en ningún caso puedes acabar con otra vida (toda vida es eterna), no querrás poner fin a ninguna encarnación concreta, ni cambiar ninguna energía vital de una forma a otra, sin la más sagrada justificación. Tu nuevo respeto por la vida hará que respetes todas las formas de vida – incluyendo las plantas y animales -, y solo las alterarás si es en aras de un bien mayor.

Y también te enviará estas otras señales, para que sepas que te hallas en el camino:

  • No mancharás la pureza del amor con la falta de honradez y el engaño, puesto eso es adulterio. Te prometo que, cuando hayas encontrado a Dios, no cometerás adulterio.

  • No tomarás lo que no sea tuyo, ni cometerás fraude ni estafa, ni harás daño a otro para poseer algo, puesto que eso sería robar. Te prometo que, cuando hayas encontrado a Dios, no robarás Ni tampoco…

  • …dirás algo que no sea verdad; y, por lo tanto, no levantarás falso testimonio.

  • …codiciarás a la esposa de tu prójimo; ya que, ¿por qué ibas a querer a la esposa de tu prójimo, si sabes que todas las demás son tus "esposas"?

  • …codiciarás los bienes de tu prójimo; ya que, ¿por qué ibas a querer los bienes de tu prójimo, si sabes que todos los bienes pueden ser tuyos, y que todos los bienes pertenecen al mundo?

Sabrás que has encontrado el camino hacia Dios cuando veas estas señales, pues te prometo que nadie que realmente busque a Dios hará estas cosas durante mucho tiempo; sería imposible que continuara realizando estas conductas.

Estas son vuestras libertades, no vuestras restricciones; estos son mis compromisos, no mis mandamientos; puesto que Dios no manda sobre lo que ha creado, sino que simplemente dice a sus hijos: así es como sabréis que llegáis a casa.

Moisés preguntaba sinceramente: "¿Cómo puedo saberlo? Dame una señal". Formulaba la misma pregunta que tú planteas ahora. La misma cuestión que plantea todo el mundo, en cualquier lugar, desde el principio de los tiempos. Mi respuesta es igualmente eterna. Pero nunca ha sido, ni nunca será, un mandamiento. ¿A quién iba a mandar? ¿Y a quién iba a castigar si mis mandamientos no se cumplían?

Sólo a Mí mismo.

7 de noviembre II

Entonces, no tengo que cumplir los Diez Mandamientos para ir al cielo…

No existe ese "ir al cielo" ni nada semejante. Sólo existe una certeza de que ya estás allí. Sólo existe una aceptación, un conocimiento; no un trabajo o un esfuerzo para merecerlo.

No puedes ir a un sitio si ya estás en él. Para hacerlo, tendrías que abandonar el sitio donde estás, y eso frustraría todo el propósito del viaje.

La ironía es que la mayoría de las personas creen que deben abandonar el sitio donde están para alcanzar el lugar a donde quieren ir. Así, abandonan el cielo con el fin de alcanzar el cielo, cosa que hacen pasando por el infierno.

La iluminación consiste en entender que no hay ningún sitio adonde haya que ir, nada que se tenga que hacer, ni nadie que se tenga que ser, excepto precisamente quien uno está siendo en este momento.

Estáis haciendo un viaje a ninguna parte.

El cielo – como lo llamáis – no esta en ninguna parte. Y, de estarlo, está aquí y ahora.

¡Todo el mundo dice lo mismo! ¡Al final me volveré loco! Si "el cielo está aquí y ahora", ¿cómo es que no lo veo? ¿Por qué no lo percibo? ¿Y por qué el mundo es la porquería que es?

Entiendo tu frustración. Es casi tan frustrante tratar de entender todo esto como tratar de hacer que alguien lo entienda.

¡Eh! ¡Espera un momento! ¿Intentas decirme que Dios puede sentir frustración?

¿Quién crees que invento la frustración? ¿Imaginas acaso que vosotros podéis experimentar algo que Yo no pueda?

Te lo aseguro: cualquier experiencia que vosotros tengáis, Yo la tengo. ¿No ves que me estoy experimentando a Mí mismo a través vuestro? ¿Para qué otra cosa crees que es todo esto?

De no ser por vosotros, Yo no podría conocerme a Mí mismo. Yo os creé de modo que pudiera conocer Quién Soy.

Ahora bien, no quisiera destruir todas vuestras ilusiones sobre Mí de golpe; así, te diré que en mi forma más sublime, lo que vosotros llamáis Dios, no experimento frustración.

¡Vaya! ¡Eso está mejor! Por un momento, me habías asustado.

Pero no es por que no pueda, sino sencillamente porque no quiero. Por cierto que tú podrías tomar la misma decisión.

Bueno, frustrado o no, aún me pregunto como puede ser que el cielo esté aquí, y yo no lo experimente.

No puedes experimentar lo que no sabes. Y no sabes que estás en el "cielo" aquí y ahora porque no lo has experimentado. Y es que para ti es un círculo vicioso. No puedes – todavía no has encontrado la manera – experimentar lo que no sabes, y no puedes saber lo que no has experimentado.

Lo que te invita a hacer la iluminación es saber algo que no has experimentado y, así, experimentarlo. El saber abre la puerta a la experiencia, y tú crees que es al revés.

En realidad, sabes muchas más cosas de las que has experimentado. Pero simplemente no sabes que lo sabes.

Por ejemplo, sabes que hay un Dios. Pero puede que no sepas que lo sabes, y, de este modo, sigues esperando la experiencia. Y constantemente la estás teniendo. Pero la estás teniendo sin saberlo, lo cual es como no tenerla en absoluto.

¡Chico, estamos moviéndonos en círculo!

Efectivamente. Tal vez, en lugar de movernos en círculo, deberíamos ser el propio círculo. Ese no sería un círculo vicioso, sino un círculo sublime.

¿Forma parte la renuncia de la auténtica vida espiritual?

Sí, puesto que al final todo Espíritu renuncia a lo que no es real, y nada de lo que alcanzas en la vida es real, salvo tu conversación conmigo. Sin embargo, no se requiere una renuncia en el sentido clásico de negación de sí mismo.

Un auténtico Maestro no se "priva" de nada. Un auténtico Maestro simplemente prescinde de ello, como haría con cualquier cosa que hubiera dejado de tener utilidad para él.

Hay quienes dicen que debes superar tus deseos. Yo te digo simplemente que los cambies. Lo primero supone una rigurosa disciplina; lo segundo, un divertido ejercicio.

Hay quienes dicen que, para conocer a Dios, debes superar todas las pasiones terrenales. Sin embargo, es suficiente con entenderlas y aceptarlas. Aquello a lo que te resistas, persistirá; aquello que mires, desaparecerá.

Quienes procuran tan insistentemente superar todas las pasiones terrenales, a menudo ponen en ello más empeño del que uno podría imaginar, con lo cual eso mismo se convierte en su pasión. Tienen una "pasión por Dios"; pasión por conocerle. Pero una pasión siempre es una pasión, y cambiar una por otra no sirve para que desaparezca.

Por lo tanto, no juzgues lo que sientes como apasionado. Simplemente obsérvalo, y luego mira a ver si te sirve en función de quién y qué quieres ser.

Recuerda que estas constantemente en el acto de crearte a ti mismo. En cada momento, estás decidiendo quién y qué quieres ser. Y en gran parte, lo estás decidiendo a través de las opciones que tomas con respecto a quién y qué piensas que es apasionado.

Con frecuencia, una persona de la que dirías que sigue un camino espiritual parece que haya renunciado a toda pasión terrenal, a todo deseo humano. Lo que ha hecho es entenderlo, ver la ilusión, y prescindir de las pasiones que no le sirven; pero amando siempre la ilusión que lo ha llevado hasta allí: la posibilidad de ser enteramente feliz.

La pasión es el amor convertido en acción. Es el combustible que alimenta el motor de la creación. Es el cambio de los conceptos a la experiencia.

La pasión es el fuego que nos lleva a expresar quienes realmente somos. Nunca niegues la pasión, pues eso equivale a negar Quien Eres y Quien Quieres Realmente ser.

La renuncia nunca supone negar la pasión; supone simplemente no preocuparse por los resultados. La pasión es amor por el hacer. El hacer es ser experimentado. Pero ¿qué es lo que se crea a menudo como parte del hacer?: expectativas.

Vivir tu vida sin expectativas – sin la necesidad de obtener unos resultados determinados -: eso es la libertad. Eso es la santidad. Así es como Yo vivo.

¿Tú te preocupas por los resultados?

En absoluto. Mi alegría reside en la creación, no en sus consecuencias. La renuncia no es una decisión de negar la acción; es una decisión de negar la necesidad de obtener un determinado resultado. Hay una gran diferencia.

¿Podrías explicarme qué quieres decir cuando afirmas: "La pasión es el amor convertido en acción"?

El ser es él más alto estado de la existencia, su esencia más pura. Es el aspecto de Dios como "ahora y no ahora", "todo y no todo", "siempre y nunca".

El ser puro es la divinidad pura.

Sin embargo, nunca ha sido suficiente para nosotros simplemente ser. Siempre hemos suspirado por experimentar Quienes Somos; y ello requiere un aspecto totalmente distinto de la divinidad: el hacer.

Digamos que, en el fondo de vuestro maravilloso Yo, sois ese aspecto de la divinidad llamado amor. (Por cierto: esa es la Verdad acerca de vosotros.)

Ahora bien: una cosa es ser amor, y otra muy distinta hacer un acto de amor. El alma anhela hacer algo de lo que es, con el fin de conocerse a sí misma en su propia experiencia. Así, tratará de realizar su más alta idea por medio de la acción.

Este impulso a actuar es lo que se llama pasión. Mata la pasión, y matarás a Dios. La pasión es Dios que quiere manifestarse.

Pero es que, una vez Dios (o Dios-en-vosotros) hace ese acto de amor, Dios ya se ha realizado, y no necesita nada más.

El hombre, por su parte, a menudo siente que necesita un beneficio a cambio de su inversión. Si amamos a alguien, bien; pero mejor si también somos amados… y cosas por el estilo.

Eso no es pasión. Eso son expectativas.

He aquí la principal fuente de la infelicidad humana. Eso es lo que separa al hombre de Dios.

La renuncia aspira a poner fin a dicha separación por medio de la experiencia que algunos místicos orientales han llamado samadhi. Es decir, la unidad y unión con Dios; la fusión con y en la divinidad.

La renuncia por lo tanto, renuncia a los resultados; pero nunca jamás renuncia a la pasión. En realidad, el Maestro sabe intuitivamente que la pasión es el camino; es la vía de la auto-realización.

Incluso en una perspectiva terrenal se puede afirmar con bastante exactitud que, si uno no siente pasión por nada, no tiene vida en absoluto.

Antes has dicho: "Aquello a lo que te resistas, persistirá; aquello que mires, desaparecerá". ¿Puedes explicármelo?

No puedes resistirte a algo sin que ello implique darle realidad. El acto de resistirse a una cosa es el acto de darle vida. Cuando te resistes a una energía, reconoces que está ahí. Cuanto más te resistas a algo, más real lo harás, sea lo que sea aquello a lo que te resistas.

Aquello ante lo cual abras los ojos y lo mires, desaparecerá; es decir, dejará de mostrar su forma ilusoria.

Si tú miras algo – lo miras realmente -, verás a su través; y a través de cualquier ilusión que muestre, aparecerá ante tus ojos sólo su realidad última. Frente a la realidad última, tu insignificante ilusión no tiene ningún poder. No puede seguir manteniendo su poder debilitador sobre ti. Verás su verdad, y la verdad te hará libre.

Pero ¿qué ocurre si no quieres que desaparezca lo que estás mirando?

¡Debes quererlo siempre! No hay nada que conservar en vuestra realidad. Pero si escoges la ilusión de tu vida antes que la realidad última, puedes simplemente recrearla, tal como la creaste en un principio. De este modo, puedes tener en tu vida aquello que decidas tener, y eliminar de tu vida aquello que ya no desees experimentar.

Pero nunca te resistas a nada. Si piensas que por medio de tu resistencia lo eliminarás, piensa otra vez. Lo único que harás es colocarla con más firmeza en su lugar. ¿No te he dicho ya que todo pensamiento es creador?

¿Incluso un pensamiento que diga que no quiero algo?

Si no lo quieres, ¿por qué piensas en ello? No le concedas un segundo pensamiento. Pero si debes pensar en ello – es decir, si no puedes dejar de pensar en ello -, entonces no te resistas. En lugar de ello, mira a lo que sea directamente, acepta tu realidad como creación tuya, y luego decide mantenerlo o no, según desees.

¿De qué dependería esa decisión?

De Quién y Qué piensas que Eres. Y de Quién y Qué decides Ser.

De esto es de lo que depende toda decisión, cualquier decisión que hayas tomado en tu vida y puedas tomar en el futuro.

Así, una vida de renuncia ¿es un camino equivocado?

No exactamente. El término "renuncia" tiene un significado equívoco. En realidad, no puedes renunciar a nada, pues aquello a lo que te resistes, persistirá. La auténtica renuncia no renuncia a nada; simplemente escoge de forma distinta. Se trata de un movimiento hacia algo, no de un alejamiento de algo.

No puedes alejarte de algo, pues te perseguirá y volverá una y otra vez. Por lo tanto, no te resistas a la tentación; simplemente, apártate de ella. Acércate a Mí y apártate de cualquier cosa distinta de Mí.

Pero debes saber esto: no existen los caminos equivocados, puesto que en este viaje no puedes "dejar de ir" adonde vas.

Es simplemente una cuestión de velocidad, sencillamente un cuestión de cuándo llegarás; pero también eso es una ilusión, ya que no existe el "cuándo", como tampoco existen el "antes" o el "después". Solo existe el ahora; un eterno momento del siempre en el que te experimentas a ti mismo.

Entonces, ¿qué sentido tiene? Si no hay ningún camino que "recorrer", ¿qué sentido tiene la vida? ¿Para qué debemos preocuparnos por nada de lo que hagamos?

Bueno. Por supuesto, no debéis; pero haríais bien estando atentos. Simplemente, observad quiénes y qué sois, hacéis y tenéis, y mirad a ver si eso os sirve.

El sentido de la vida no es ir a un lugar; es darse cuenta de que ya estáis allí, y siempre habéis estado. Estás constantemente y para siempre, en el momento de creación pura. El sentido de la vida es, pues, crear quiénes y qué sois, y luego experimentarlo.

6

¿Y qué ocurre con el sufrimiento? ¿Es el sufrimiento el camino hacia Dios? Algunos dicen que es el único camino…

A mí no me gusta el sufrimiento, y si alguien dice lo contrario es que no me conoce.

El sufrimiento es un aspecto innecesario de la experiencia humana. No sólo es innecesario; es también insensato, desagradable y peligroso para la salud.

Entonces, ¿por qué hay tanto sufrimiento? ¿Por qué Tú, si eres Dios, no le pones fin, ya que tanto te desagrada?

Ya le he puesto fin. Pero sencillamente os negáis a utilizar las herramientas que os he dado para hacerlo.

Y es que el sufrimiento no tiene nada que ver con los acontecimientos, sino con cómo reacciona uno ante ellos.

Lo que sucede es meramente lo que sucede. Pero lo que uno piense de ello es otra cuestión.

Yo os he dado las herramientas con las que responder y reaccionar ante los acontecimientos de modo que el dolor disminuya – en realidad, se elimine -, pero no las habéis utilizado.

Perdona, pero ¿por qué no eliminas los acontecimientos?

Una buena pregunta. Desgraciadamente, Yo no los controlo en absoluto.

¿Qué no los controlas en absoluto?

Por supuesto que no. Los acontecimientos son sucesos en el tiempo y el espacio que vosotros producís por decisión propia; y Yo nunca interferiré en vuestras decisiones. Hacerlo equivaldría a ignorar la propia razón de haberos creado. Pero todo esto ya lo he explicado antes.

Algunos acontecimientos los producís intencionadamente, y otros los atraéis más o menos conscientemente. Algunos de ellos – los grandes desastres naturales se hallan entre los que incluís en esta categoría – los atribuís al "destino".

Sin embargo, él "destino" no es más que el conjunto de todos los pensamientos; en otras palabras, la conciencia del planeta.

La "consciencia colectiva"…

Precisamente. Eso es.

Hay quienes dicen que el mundo tiene los días contados. Nuestra ecología esta agonizando. Nuestro planeta se encamina hacia un gran desastre geofísico: terremotos; volcanes; quizás incluso un cambio en la inclinación del eje terrestre. Y hay otros que afirman que la consciencia colectiva puede cambiar todo eso; que podemos salvar a la Tierra con nuestros pensamientos.

Los pensamientos se convierten en acción. Si un número suficiente de personas creen que se debe hacer algo en auxilio del medio ambiente, salvaréis a la Tierra. Pero debéis apresuraros, pues se ha hecho ya mucho daño y durante mucho tiempo. Y se requerirá un gran cambio de actitud.

¿Quieres decir que, si no lo hacemos, veremos cómo la Tierra es destruida, junto con sus habitantes?

Yo he hecho las leyes del universo físico lo bastante claras como para que cualquiera pueda entenderlas. Hay leyes de causa y efecto que ya han aparecido suficientemente clarificadas a vuestros científicos, a vuestros físicos, y, a través de ellos, a vuestros líderes mundiales. No es necesario clarificar dichas leyes una vez más.

Volvamos al sufrimiento. ¿De dónde hemos sacado la idea de que el sufrimiento es bueno, de que el santo "sufre en silencio"?

El santo sí "sufre en silencio", pero eso no significa que el sufrimiento sea bueno. Los aprendices de Maestro sufren en silencio porque entienden que el sufrimiento no es el camino hacia Dios, sino más bien un signo cierto de que todavía les queda algo que aprender en el camino hacia Dios; algo que recordar.

El auténtico Maestro no sufre en silencio en absoluto, sino que únicamente parece estar sufriendo sin quejarse. La razón de que el auténtico Maestro no se queje es que el auténtico Maestro no está sufriendo, sino simplemente experimentando una serie de circunstancias que vosotros llamaríais insoportables.

Un Maestro practicante no habla de sufrimiento, sencillamente porque entiende claramente el poder de la Palabra; por tanto, simplemente decide no hablar de ello.

Hacemos real aquello a lo que prestamos atención. Y el Maestro lo sabe. El Maestro se reconoce en que escoge aquello que decide hacer real.

Todos vosotros lo hacéis de vez en cuando. No hay ninguno de vosotros que no haya hecho desaparecer un dolor de cabeza, o que una visita al dentista haya resultado menos dolorosa, por medio de una decisión al respecto.

Un Maestro simplemente toma la misma decisión en asuntos de mayor importancia.

Pero ¿por qué sufrimos? ¿Por qué tenemos siquiera la posibilidad de sufrir?

No podéis conocer, ni llegar a ser, aquello que sois, en ausencia de aquello que no sois, tal como ya te he explicado.

Sigo sin entender por qué tenemos la idea de que el sufrimiento es bueno.

Actúas con buen juicio al insistir en esta pregunta. El saber originario en torno a la cuestión de sufrir en silencio se ha pervertido de tal modo que actualmente muchos creen (y varias religiones realmente enseñan) que el sufrimiento es bueno, y la alegría es mala. Por lo tanto, habéis decidido que, si alguien tiene cáncer y no se lo dice a nadie, es un santo; y, en cambio, si alguien posee una sexualidad vigorosa (por elegir un tema explosivo) y lo celebra abiertamente, es una pecadora.

¡Chico, realmente has elegido un tema explosivo! Además, has cambiado hábilmente el pronombre de masculino a femenino. ¿Con qué idea lo has hecho?

Con la de mostrarte vuestros prejuicios. No os gusta pensar en que una mujer tenga una sexualidad vigorosa, y mucho menos en que lo celebre abiertamente.

Preferiríais ver a un hombre agonizando sin un gemido en el campo de batalla que a una mujer haciendo el amor con muchos gemidos en la calle.

¿Tú no?

Yo no tengo ningún juicio respecto a lo uno o lo otro. Pero vosotros tenéis toda una serie de juicios; y te diría que son vuestros juicios los que impiden vuestra alegría, y vuestras expectativas las que os hacen infelices.

Todo esto junto es lo que causa vuestro mal – estar, y, en consecuencia, da origen a vuestro sufrimiento.

¿Cómo sé que lo que dices es cierto? ¿Cómo sé siquiera que es Dios quien me habla, y no mi propia imaginación hiperactiva?

Eso ya me lo has preguntado antes. Y mi respuesta es la misma. ¿Qué diferencia hay? Aunque todo lo que te he dicho estuviera "equivocado", ¿se te ocurre un modo mejor de vivir?

No.

¡Entonces, lo "equivocado " es correcto, y lo "correcto" es equivocado!

Déjame que te diga algo, para ayudarte en tu dilema: no te creas nada de lo que te diga. Simplemente, vívelo. Experiméntalo. Luego vive cualquier otro paradigma que quieras construir. Después, ten en cuenta tu experiencia a la hora de encontrar tu verdad.

Un día, si tienes mucho valor, experimentarás un mundo en el que hacer el amor se considerará mejor que hacer la guerra. Ese día te regocijarás.

7

¡La vida causa tanto espanto!, ¡y es tan confusa! Quisiera que las cosas fueran más claras.

La vida no tiene nada de espantoso si no te preocupas por los resultados.

Quieres decir si no deseas nada…

Exacto. Elige, pero no desees.

Eso resulta muy fácil para aquellas personas que no tienen a nadie que dependa de ellas. Pero ¿qué pasa si uno tiene esposa e hijos?

El camino de la familia siempre ha sido un camino muy estimulante; quizás el más estimulante. Como tú dices, resulta muy fácil "no desear nada" cuando sólo te has de preocupar de ti mismo. Cuando tienes a otras personas a las que quieres, es natural desear sólo lo mejor para ellas.

Resulta doloroso no poder darles todo lo que quisieras que tuvieran. Un hogar agradable, ropa decente, comida suficiente… Me siento como si hubiera estado luchando durante veinte años sólo para vivir siempre haciendo equilibrios. Y al final para nada.

¿Te refieres a la riqueza material?

Me refiero a algunas de las cosas básicas que un hombre quisiera dar a sus hijos. Me refiero a algunas de las cosas sencillas que un hombre quisiera dar a su mujer.

Ya veo. Consideras que tu tarea en la vida es proporcionarles todas esas cosas. ¿Imaginas que es eso en lo que consiste tu vida?

No estoy seguro de haberlo planteado de ese modo. No es que mi vida consista en eso, pero ciertamente estaría bien que, al menos, eso fuera un subproducto.

Bien. Entonces, volvamos a ello. ¿En qué crees que consiste tu vida?

Esa es una buena pregunta. A lo largo de los años he tenido distintas respuestas a ella.

¿Cuál es tu respuesta en este momento?

Me parece tener dos respuestas a la pregunta: la respuesta a en que me gustaría creer que consiste, y la respuesta a en qué creo que consiste.

¿Cuál es la respuesta a en que te gustaría creer que consiste?

Me gustaría creer que mi vida consiste en la evolución de mi alma. Me gustaría creer que mi vida consiste en expresar y experimentar la parte de mí que más amo; la parte de mí que es compasión y paciencia, entrega y ayuda; la parte de mí que es conocimiento y sabiduría, perdón y… amor.

¡Suena como si hubieras estado leyendo este libro!

Sí, y, desde luego, es un libro maravilloso a nivel esotérico; pero estoy tratando de comprender cómo "practicarlo". La respuesta a tu pregunta acerca de en qué creo realmente que consista mi vida es que consiste en sobrevivir día a día.

¡Ah! ¿Y crees que una cosa excluye a la otra?

Bueno…

¿Crees que lo esotérico excluye la supervivencia?

La verdad es que me gustaría hacer algo más que sobrevivir. He estado sobreviviendo todos estos años; y considero que todavía lo estoy. Pero quisiera que la lucha por la vida terminara. Considero que ir tirando día a día es también una lucha. Quisiera hacer algo más que sobrevivir. Quisiera prosperar.

¿Y a que llamarías prosperar?

A tener lo suficiente para no tener que preocuparme de cómo conseguiré mi próximo dólar; a que no me suponga una tensión y un esfuerzo el simple hecho de pagar el alquiler o la factura del teléfono. Quiero decir que lamento ser trivial, pero estamos hablando de la vida real, y no de cuentos de hadas, o del romántico cuadro de la vida que describes en este libro.

Detecto un cierto enfado…

No tanto enfado como frustración. He seguido el juego espiritual durante más de veinte años, y mira lo que he conseguido: ¡un cheque del asilo de pobres! Y ahora acabo de perder mi trabajo, y parece que el flujo de dinero en efectivo ha cesado de nuevo. Estoy realmente cansado de luchar. Tengo cuarenta y nueve años, y me gustaría tener alguna seguridad en la vida para poder dedicar más tiempo a "la esencia de Dios", la "evolución" del alma, etc. Ahí es donde esta mi corazón, pero no es adonde mi vida me permite dirigirme…

Bueno, todo eso está muy bien dicho; y además sospecho que hablas en nombre de toda una serie de personas que comparten la misma experiencia. Voy a responder a tu sinceridad frase por frase, de modo que podamos rastrear con facilidad la respuesta, y examinarla detalladamente.

Tú no has seguido "el juego espiritual" durante veinte años, sino que apenas has estado rozando sus orillas. (Por cierto, esto no es un reproche, sino únicamente la afirmación de una verdad.) Te concederé que durante dos décadas has estado contemplándolo; coqueteando con él; experimentándolo de vez en cuando… pero Yo no he percibido tu auténtico – tu más auténtico – compromiso con el juego hasta hace muy poco.

Que quede claro que "seguir el juego espiritual" significa dedicar toda tu mente, todo tu cuerpo, toda tu alma, al proceso de crearte a Ti mismo a imagen y semejanza de Dios.

Este es el proceso de Auto-realización sobre el que han escrito los místicos orientales. Y es el proceso de salvación del que se han ocupado muchos teólogos occidentales.

Se trata de un acto de suprema conciencia realizado día a día, hora a hora, momento a momento. Es una elección, y una re-elección, en cada instante. Es una continua creación. Una creación consciente; creación con un propósito. Se trata de utilizar las herramientas de creación de las que hemos hablado, y de utilizarlas conscientemente y con una sublime intención.

Eso es "participar en el juego espiritual". Entonces, ¿cuánto tiempo llevas dedicado a ello?

Ni siquiera he empezado

Tampoco te vayas de un extremo al otro, y no seas tan duro contigo mismo. Tú sí te has dedicado a este proceso, y en realidad estás más metido en él de lo que crees. Pero no has estado haciéndolo durante veinte años, ni nada parecido. Sin embargo, lo cierto es que no es importante cuánto tiempo lleves dedicado a ello. ¿Lo estás ahora?: eso es lo que cuenta.

Vayamos a tu afirmación. Dices que "mire lo que has conseguido", y te describes a ti mismo a punto de ir a parar al "asilo de pobres". Pero te miro, y lo que veo es otra cosa bastante distinta. ¡Veo a una persona que está a punto de ir a parar a una espléndida casa! Crees que tienes un cheque del olvido, y Yo veo que tienes un cheque del Nirvana. Aunque, por supuesto, ello depende en gran medida de cuál creas que es tu "paga", y a qué fin encamines tu labor.

Si el objeto de tu vida es adquirir lo que tú llamas seguridad, veo y entiendo por qué sientes que tienes "un cheque del asilo de pobres". Sin embargo, incluso esta afirmación está sujeta a rectificación, puesto que con Mi "paga" todo lo bueno vendrá a ti, incluida la experiencia de sentirte seguro en el mundo.

Mi "paga" – el pago que obtienes cuando "trabajas para" Mí – proporciona mucho más que bienestar espiritual. También puedes obtener bienestar físico. Pero la parte irónica del asunto es que, una vez que experimentes la clase de bienestar espiritual que Mi pago proporciona, te darás cuenta de que lo último que te preocupará será el bienestar físico.

Incluso el bienestar físico de los miembros de tu familia dejará de preocuparte, ya que, una vez alcances un determinado nivel de conciencia de Dios, entenderás que no eres responsable de ninguna otra alma humana, y que, si bien es digno de encomio querer que todas las almas gocen de bienestar, cada una de ellas debe elegir – esta eligiendo – su propio destino en cada momento.

Es obvio que maltratar o destruir deliberadamente a otra persona no es precisamente la acción más elevada. Es obvio que resulta igualmente inapropiado descuidar las necesidades de quienes has hecho que dependan de ti.

Tu tarea consiste en hacer que sean independientes; en enseñarles – del modo más rápido y completo posible – cómo prescindir de ti. No les favoreces mientras te necesiten para sobrevivir, sino sólo, y realmente, en el momento en que se den cuenta de que no te necesitan.

En el mismo sentido, el momento más importante para Dios será aquel en que os deis cuenta de que no necesitáis a ningún Dios.

Sí, ya lo sé… esto es la antítesis de todo lo que siempre habéis pensado. Pero vuestros maestros os han hablado de un Dios colérico y envidioso, de un Dios que necesita que le necesiten. Y eso no es un Dios en absoluto, sino un neurótico sustituto de lo que sería una deidad.

Un autentico Maestro no es aquel que tiene más discípulos, sino aquel que crea más Maestros.

Un auténtico líder no es aquel que cuenta con más seguidores, sino aquel que crea más líderes.

Un auténtico rey no es aquel que tiene más súbditos, sino aquel que hace que la mayoría de ellos accedan a la realeza.

Un auténtico profesor no es aquel que posee más conocimiento, sino aquel que logra que la mayoría de sus semejantes alcancen el conocimiento.

Y un auténtico Dios no es Aquel que cuenta con el mayor número de siervos, sino Aquel que sirve al mayor número de ellos, haciéndoles, así, Dioses.

Este es, pues, el propósito y la gloria de Dios: que sus súbditos dejen de serlo, y que todos conozcan a Dios no como lo inalcanzable, sino como lo inevitable.

Quisiera que entendieras esto: vuestro destino feliz es inevitable. No podéis dejar de "salvaros". No hay más infierno que ignorar esto.

Así pues, con vuestros padres, esposas y personas queridas, debéis tratar de no hacer de vuestro amor un pegamento que liga, sino más bien un imán que primero atrae, pero que luego se gira y repele, para que aquellos a quienes atrae no empiecen a creer que necesitan estar pegados a vosotros para sobrevivir. Nada puede estar más lejos de la verdad. Nada puede resultar más perjudicial para los demás.

Deja que tu amor lance a tus seres queridos al mundo, y a experimentar plenamente quienes son. Si haces esto, habrás amado verdaderamente.

Este modo de ser cabeza de familia constituye un gran reto. Hay muchas distracciones, muchas preocupaciones mundanas. Ninguna de ellas preocupa a un asceta. Le llevan su pan y su agua, le dan la humilde estera en la que acostarse, y puede dedicar todas sus horas al rezo, a la meditación y la contemplación de lo divino. ¡Qué fácil resulta contemplar lo divino en estas circunstancias! ¡Que tarea tan sencilla! ¡Ah pero dale una esposa e hijos! ¡Contempla lo divino en un bebé al que hay que cambiar a las tres de la madrugada! ¡Contempla lo divino en una factura que hay que pagar a primeros de mes! ¡Reconoce la mano de Dios en la enfermedad que contrae tu esposa, en el trabajo que acabas de perder, en la fiebre de tu hijo, en el dolor de tus padres! ¡Ahora es cuando hablamos de santidad!

Entiendo tu fatiga. Sé que estás cansado de luchar. Pero te aseguro una cosa: cuando Me sigues a Mí, la lucha desaparece. Vive en tu espacio divino, y todos y cada uno de los acontecimientos serán bendiciones.

¿Cómo puedo conseguir mi espacio divino cuando acabo de perder mi trabajo, hay que pagar el alquiler, los chicos necesitan ir al dentista, y permanecer en mi elevado y filosófico espacio parece el modo menos probable de resolver todo esto?

No me abandones cuando más Me necesitas. Esta es la hora de tu mayor prueba. Este es el momento de tu mayor oportunidad. Se trata de la oportunidad de demostrarte a ti mismo lo que aquí se ha escrito.

Cuando te digo "no me abandones", parezco ese Dios necesitado y neurótico del que hemos hablado. Pero no lo soy. Puedes "abandonarme" si quieres. No me importa, y no cambiará nada entre nosotros. Simplemente te lo digo como una respuesta a tus preguntas. Cuando las cosas se ponen mal es cuando más a menudo olvidáis Quienes Sois y las herramientas que os he dado para que creéis la vida tal como decidáis.

Este es más que nunca, el momento de ir a tu espacio divino. En primer lugar, te proporcionará una gran paz de espíritu; de un espíritu sosegado surgen grandes ideas, y dichas ideas pueden constituir las soluciones a los mayores problemas que te imagines que vas a tener.

En segundo lugar, tu espacio divino es el lugar donde te Auto-realizas, y ese es el propósito – el único propósito – de tu alma.

Cuando te hallas en tu espacio divino, sabes y comprendes que todo lo que estás experimentando en ese momento es transitorio. Te aseguro que el Cielo y la Tierra pasarán, pero tú no pasarás. Esta perspectiva eterna te ayuda a ver las cosas en su verdadera dimensión.

Puedes definir las condiciones y circunstancias presentes como lo que realmente son: transitorias y temporales. De este modo puedes utilizarlas como herramientas – puesto que de eso se trata: de herramientas transitorias y temporales – en la creación de la experiencia presente.

¿Quién piensas realmente que eres? En relación a la experiencia llamada "perder el trabajo", ¿quién piensas que eres Y, lo que quizás viene más al caso, ¿quién piensas que soy Yo? ¿Imaginas acaso que se trata de un problema demasiado grande como para que Yo pueda resolverlo? ¿Requiere salir de este aprieto un milagro demasiado grande como para que Yo pueda realizarlo? Entiendo que puedas pensar que es demasiado grande como para que tú puedas realizarlo, incluso con todas las herramientas que te he dado; ¿pero realmente piensas que lo es para Mí?

Intelectualmente sé que no es una tarea demasiado grande para Dios. Pero emocionalmente supongo que no puedo estar seguro; no tanto de que puedas como de que quieras hacerlo.

Ya veo. Entonces, es una cuestión de fe.

Sí.

No pones en cuestión Mi capacidad de hacerlo; simplemente dudas de Mi deseo.

Fíjate, todavía me identifico con esa teología que afirma que en alguna parte puede haber una lección para mí. Pero no estoy seguro de que deba tener una solución. Tal vez debo tener el problema. Quizás se trata de una de esas "pruebas" de las que mi teología me sigue hablando. Así, me preocupa que este problema pueda no tener solución; que vayas a dejarme colgado…

Quizás este sea un buen momento para revisar una vez más cómo interactuamos tú y Yo, ya que tú crees que se trata de mi deseo, y Yo te digo que se trata del tuyo.

Yo quiero para ti lo que tú quieras para ti. Nada más y nada menos.

Yo no llego y juzgo, petición tras petición, acerca de si debo conceder algo o no.

Mi ley es la ley de causa y efecto; no la ley del "ya veremos". No hay nada que no puedas tener si decides tenerlo. Te lo habré dado incluso antes de que me lo pidas. ¿Lo crees?

No. Lo siento. He visto demasiadas oraciones sin respuesta.

No lo sientas. Quédate siempre con la verdad; la verdad de tu experiencia. Lo entiendo. Lo respeto. Y me parece bien.

De acuerdo, puesto que no creo que vaya a obtener cualquier cosa que pida. Mi vida no ha constituido precisamente un testimonio en ese sentido. En realidad, raramente obtengo lo que pido. Y cuando lo obtengo, me considero un maldito afortunado.

He aquí una interesante combinación de palabras. Al parecer, tienes dos opciones. En tu vida puedes ser o bien un maldito afortunado, o bien un bendito afortunado. Yo preferiría que fueras un bendito afortunado; pero, por supuesto, nunca interferiré en tus decisiones.

Te lo aseguro: tú siempre obtienes lo que creas, y constantemente estás creando.

Yo no juzgo las creaciones que tú haces aparecer; simplemente te capacito para que hagas aparecer más, y más, y más… Si no te gusta lo que acabas de crear, elige otra vez. Mi tarea, en cuanto Dios, consiste en darte siempre esa oportunidad.

Ahora me dices que no siempre has obtenido lo que querías. Pero te diré que siempre has obtenido lo que has provocado.

Tu vida es siempre el resultado de tus pensamientos acerca de ella, incluyendo tu pensamiento – obviamente creador – de que rara vez obtienes lo que quieres.

Ahora , en este caso concreto, te ves a ti mismo como víctima de la situación al haber perdido tu trabajo. Pero lo cierto es que ya no querías ese trabajo. Dejaste de levantarte por la mañana con esperanza, y empezaste a levantarte con miedo.. Dejaste de estar contento con tu trabajo, y empezaste a sentir resentimiento. Incluso empezaste a imaginarte haciendo otra cosa distinta.

¿Crees que todo eso no significa nada? No comprendes tu poder. Te lo aseguro: Tu vida se desarrolla según tus intenciones sobre ella.

Entonces, ¿cuál es tu intención ahora? ¿Tienes la intención de probar tu teoría de que la vida rara vez te da lo que quieres? ¿O de demostrar Quién Eres Realmente y Quién Soy Yo?

Me siento desazonado. Castigado. Desconcertado.

¿Y de qué te sirve? ¿Por qué no reconoces simplemente la verdad cuando la oyes, y acudes a ella? No hay ninguna necesidad de que te recrimines a ti mismo. Sencillamente observa lo que has estado eligiendo, y elige de nuevo.

Pero ¿por qué siempre estoy tan predispuesto a escoger lo negativo?, ¿y luego a recriminarme a mí mismo por ello?

¿Y qué otra cosa podías esperar? Desde tus primeros años te han dicho que eres "malo". Aceptaste que habías nacido en "pecado". Sentirse culpable es una respuesta aprendida. Te han dicho que debes sentirte culpable por cosas que habías hecho antes de que pudieras hacer nada. Te han enseñado a avergonzarte de no haber nacido perfecto.

Este supuesto estado de imperfección en el que decís que habéis venido a este mundo es lo que vuestros teóricos religiosos tienen el descaro de llamar pecado original. Y es un pecado original; pero no vuestro. Es el primer pecado perpetrado sobre vosotros por un mundo que no sabe nada de Dios desde el momento en que piensa que Dios querría – o podría – crear algo imperfecto.

Algunas de vuestras religiones han elaborado verdaderas teologías en torno a esta equivocación. Pues eso es lo que es: literalmente una equivocación, puesto que todo aquello que concibo – y todo aquello – a lo que doy la vida – es perfecto; un perfecto reflejo de la propia perfección, hecho a imagen y semejanza mía.

Sin embargo, con el fin de justificar la idea de un Dios punitivo, vuestras religiones necesitan crear algo por lo que Yo tenga que estar enfadado. Así, incluso aquellas personas que llevan una vida ejemplar necesitan ser salvadas de algún modo. Si no necesitan ser salvadas de sí mismas, entonces necesitan ser salvadas de su propia imperfección interior. Así – afirman tales religiones -, es mejor que hagáis algo al respecto, y rápido, o iréis directamente al infierno.

Todo eso, en fin, no puedes hacer nada para aplacar a un Dios extraño, colérico y vengativo, pero sí da origen a unas religiones extrañas, coléricas y vengativas. De este modo, las religiones se perpetúan a sí mismas. De este modo, el poder sigue estando concentrado en manos de unos pocos, en lugar de convertirse en una experiencia al alcance de muchos.

Por supuesto, constantemente elegís el menor pensamiento, la idea más pequeña, el más minúsculo concepto de vosotros mismos y de vuestro poder, por no hablar del concepto de Mí y de Mi poder. Así os lo han enseñado.

¡Dios mío!, ¿y cómo puedo contrarrestar esas enseñanzas?

Esa es una buena pregunta, y dirigida a la persona correcta!

Puedes contrarrestarlas leyendo y releyendo este libro. Léelo una y otra vez. Hasta que entiendas cada párrafo. Hasta familiarizarte con cada palabra. Cuando puedas citar sus pasajes a otros, cuando puedas traer sus frases a tu mente en tus horas más negras, entonces habrás "contrarrestado las enseñanzas".

Pero hay todavía muchas cosas que quiero preguntarte; hay aún muchas cosas que quiero saber.

¡Claro! Empezaste con una lista de preguntas muy larga. ¿Volvemos a ella?

8

¿Cuándo aprenderé lo suficiente sobre las relaciones como para que las mías vayan sobre ruedas? ¿Hay alguna manera de ser feliz en las relaciones? ¿Acaso deben suponer constantemente una prueba?

No tienes nada que aprender sobre las relaciones. Únicamente has de manifestar lo que ya sabes.

Hay una manera de ser feliz en las relaciones y: consiste en utilizarlas para el fin que les es propio, y no para el que tu les has designado.

Las relaciones son una prueba constante; constantemente invitan a crear, expresar y experimentar las más elevadas facetas de ti mismo, las mayores visiones de ti mismo, las más magnificas versiones de ti mismo. En ninguna otra parte puedes realizar esto de un modo más inmediato, efectivo e inmaculado que en las relaciones. En realidad, si no fuera por las relaciones no podrías realizarlo en absoluto.

Sólo a través de tus relaciones con otras personas, lugares y acontecimientos puedes existir (como una cantidad cognoscible, como algo identificable) en el universo. Recuérdalo: en ausencia de algo distinto, tú no eres. Eres únicamente lo que eres en relación a otra cosa que no es. Así es en el mundo de lo relativo, a diferencia del mundo de lo absoluto, en el que Yo habito.

Cuando entiendes esto con claridad, cuando lo comprendes en profundidad, entonces bendices intuitivamente todas y cada una de tus experiencias, todo encuentro humano, y especialmente las relaciones personales humanas, pues las ves como algo constructivo en su más alto sentido. Ves que pueden utilizarse, que deben utilizarse, que se utilizan (lo quieras o no), para construir Quién Realmente Eres.

Esta construcción puede ser una magnífica creación de tu propio designio consciente, o una estricta configuración de los acontecimientos. Puedes elegir ser una persona que sea producto simplemente de lo que haya acontecido, o de lo que hayas elegido ser y hacer en función de lo que haya acontecido. Es en esta última forma en la que la creación del Yo se realiza.

Bendice, por tanto, toda relación, y considera cada una de ellas como especial y constitutiva de Quién Realmente Eres y ahora eliges ser.

Ahora bien, tu pregunta alude a las relaciones humanas individuales de tipo romántico, cosa que entiendo. De modo que permíteme referirme, específicamente y por extenso, a las relaciones amorosas humanas, ¡ese asunto que sigue dándote tantas preocupaciones!

Cuando las relaciones amorosas humanas fracasan (en realidad, las relaciones nunca fracasan, excepto en el sentido estrictamente humano de que no producen el resultado que quieres), es porque se habían iniciado por una razón equivocada.

(Por supuesto, "equivocado" es un término relativo, que significa algo opuesto a lo que es "correcto", sea lo que sea. Resultaría más exacto, en vuestro lenguaje, decir "las relaciones fracasan – cambian – más a menudo cuando se han iniciado por razones no totalmente beneficiosas o que conduzcan a su supervivencia".)

La mayoría de la gente inicia las relaciones con las miras puestas en lo que puede sacar de ellas.

El objetivo de una relación es decidir qué parte de ti mismo quisieras ver "descubierta"; no qué parte de la otra persona puedes capturar y conservar.

Sólo puede haber un objetivo para las relaciones, y para toda la vida: ser y decidir Quien Realmente Sois.

Resulta muy romántico decir que tú no eras "nada" hasta que llego esa otra persona tan especial; pero no es cierto. Y, lo que es peor, supone una increíble presión sobre esa persona, forzándole a ser toda una serie de cosas que no es.

Al no querer "desengañarte", trata con gran esfuerzo de ser y hacer esas cosas, hasta que ya no puede más. Ya no puede completar el retrato que te has forjado de él o de ella. Ya no puede desempeñar el papel que se le ha asignado. Surge el resentimiento. Y después la cólera.

Finalmente, para salvarse a sí misma (y la relación), esa otra persona especial empieza a recuperar su auténtico yo, actuando más de acuerdo con Quien Realmente Es. Y en ese momento es cuando dices que "realmente, ha cambiado".

Resulta muy romántico decir que, ahora que esa otra persona especial ha entrado en tu vida, te sientes completo. Pero el objetivo de la relación no es tener a otra persona que te complete, sino tener a otra persona con la que compartir tu completitud.

He aquí la paradoja de todas las relaciones humanas: no necesitáis a una determinada persona para experimentar plenamente Quienes Sois, y… sin otro, no sois nada.

Aquí radica a la vez el misterio y el prodigio, la frustración y la alegría de la experiencia humana. Requiere un conocimiento profundo y una total voluntad vivir en esta paradoja de un modo que tenga sentido. Y observo que muy pocas personas lo hacen.

La mayoría de vosotros iniciáis vuestras relaciones en los primeros años de madurez, con esperanza, plenos de energía sexual, el corazón abierto de par en par y el alma alegre e ilusionada.

En algún momento entre los cuarenta y los sesenta años (y para la mayoría más pronto que tarde), renunciáis a vuestro más magnífico sueño, abandonáis vuestra más alta esperanza, y os conformáis con vuestras menores expectativas; o con nada en absoluto.

El problema es sumamente básico, sumamente sencillo; y, sin embargo, trágicamente mal interpretado: vuestro más magnífico sueño, vuestra más alta idea y vuestra más acariciada esperanza se había referido a vuestro amado otro, en lugar de a vuestro amado Yo. La prueba de vuestras relaciones se había referido al hecho de hasta qué punto el otro se ajustaba a vuestras ideas, y en qué medida considerabais que vosotros os ajustabais a las suyas. Sin embargo, la única prueba auténtica se refería al hecho de hasta qué punto vosotros os ajustabais a las vuestras.

Las relaciones son sagradas porque proporcionan la más grandiosa oportunidad en la vida – en realidad, la única oportunidad – de crear y producir la experiencia de tu más elevado concepto de ti mismo. Las relaciones fracasan cuando las consideras la más grandiosa oportunidad de crear y producir la experiencia de tú más elevado concepto de otro.

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