REFLEXIONES I
El Habla a todo el mundo constantemente. La cuestión no es a quién le habla, sino quién le escucha.
En tus más profundos sentimientos se oculta tu más alta verdad.
Se comunica con el pensamiento. El pensamiento y los sentimientos no son lo mismo, aunque pueden darse al mismo tiempo. Al comunicarme con el pensamiento, a menudo utiliza imágenes. Por ello, los pensamientos resultan más efectivos como herramientas de comunicación que las mismas palabras.
Además de los sentimientos y pensamientos, utilizo también el vehículo de la experiencia, que es un magnífico medio de comunicación.
Finalmente, cuando fallan los sentimientos, los pensamientos y la experiencia, utiliza las palabras. En realidad, las palabras resultan el medio de comunicación menos eficaz. Están más sujetas a interpretaciones equivocadas, y muy a menudo a malentendidos.
¿Y eso por qué? Pues debido a lo que son las palabras. Éstas son simplemente expresiones: ruidos que expresan sentimientos, pensamientos y experiencia. Son símbolos. Signos. Insignias. No son la verdad. No son el objeto real.
La suprema ironía del asunto es que nosotros hemos dado tanta importancia a la palabra de Dios, y tan poca a la experiencia.
Nuestra experiencia y nuestros sentimientos sobre algo representan lo que efectiva e intuitivamente sabemos acerca de ello. Las palabras únicamente pueden aspirar a simbolizar lo que sabemos, y a menudo pueden confundir lo que sabemos.
Así pues, esas son las herramientas con las que él se comunica; aunque no sistemáticamente, pues ni todos los sentimientos, ni todos los pensamientos, ni toda la experiencia ni todas las palabras proceden de él.
Muchas palabras han sido pronunciadas por otros en su nombre. Muchos pensamientos y muchos sentimientos han sido promovidos por causas que no son resultado directo de su creación. Y muchas experiencias se derivan también de dichas causas.
El Pensamiento más Elevado es siempre aquel que encierra alegría.
Las Palabras más Claras son aquellas que encierran verdad.
El Sentimiento más Grandioso es el llamado amor.
Alegría, Verdad, Amor.
lo único que falta es saber si sus mensajes serán tenidos en cuenta.
La mayoría de sus mensajes no lo son. Algunos, porque parecen demasiado buenos para ser verdad. Otros, porque parece demasiado difícil seguirlos. Muchos, debido simplemente a que se entienden mal. La mayoría, porque no se reciben.
Tienes que recibir el mensaje. Antes o después.
¿Cómo puedo saber que esta comunicación procede de Dios? ¿Cómo sé que no se trata de mi propia imaginación?
¿Qué diferencia habría? ¿No ves que él puede utilizar tu imaginación con la misma facilidad que cualquier otro medio? Te traerá los pensamientos, palabras o sentimientos exactamente apropiados; y en un determinado momento, precisamente cuando él lo decida para su propósito, utilizara alguna sentencia, o varias.
Sabrás que esas palabras proceden de él porque tú, espontáneamente, no has hablado nunca con tanta claridad. Si hubieras hablado ya con claridad de tales asuntos, no te preguntarías acerca de ellos.
¿Con quién se comunica Dios? ¿ Se trata de personas especiales? ¿En momentos especiales?
Todo el mundo es especial, y todos los momentos son buenos. No hay ninguna persona que sea más especial que otra, ni ningún momento que sea más especial que otro. Mucha gente decide creer que Dios se comunica de maneras especiales y únicamente con personas especiales. Esto libera a las masas de la responsabilidad de escuchar su mensaje, y aún más de aceptarlo (esa es otra cuestión), y les permite quedarse con lo que dicen otros. No tienes que escucharlo, puesto que ya habras decidido que otros han oído acerca de todos los asuntos, y tienes que oírles a ellos.
Al escuchar lo que otras personas piensan que le han oído decir, nosotros no tenemos que pensar en absoluto.
Esta es la razón principal de que la mayoría de la gente eluda sus mensajes a nivel personal. Si uno reconoce que recibe sus mensajes directamente, entonces es responsable de interpretarlos. Es mucho más seguro y mucho más fácil aceptar la interpretación de otros (aunque se trate de otros que han vivido hace 2.000 años) que tratar de interpretar el mensaje que uno puede muy bien estar recibiendo en este mismo momento.
Monografía I 18 de noviembre 2010
No podéis conocer a Dios hasta que hayáis dejado de deciros a vosotros mismos que ya conocéis a Dios. No podéis escuchar a Dios hasta que dejéis de pensar que ya habéis escuchado a Dios.
No puedo deciros Mi Verdad hasta que vosotros dejéis de decirme las vuestras.
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