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Cuba, Estructura Social Desigualdades y Política Salarial (página 4)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

Es a partir del paradigma distributivo explicado que analizaremos su comportamiento actual dentro de nuestra sociedad, para comprender que hemos aportado al socialismo y que nos falta por hacer.

Epígrafe 2. Cuba, socialismo, política salarial, desigualdad y estructura social.

Cuba no ha escapado de la necesidad de implementar dentro de su proyecto socialista una política salarial adecuada, desenajenante, motivadora y movilizadora del proceso revolucionario. La distribución socialista debe no solo ser capaz de aumentar la productividad, también tiene a su encargo la configuración de la estructura social, adecuada al aporte en calidad y cantidad del trabajo socialmente necesario, como elemento natural. Las desigualdades no pueden estar desvinculadas de este ejercicio. Como factor primordial, crear sobre la base del trabajo libre, conciente, un hombre con estas características, en función de la sociedad.

El sistema socialista cubano comenzó su desarrollo a partir del triunfo de la revolución en 1959, encontrando el legado de un sistema capitalista que había mantenido sus doctrinas liberales en todos los aspectos de la sociedad.

El capitalismo había originado en Cuba un trabajador enajenado e individualizado, cuyos intereses estaban únicamente motivados por la obtención de un salario, y determinados por la coacción de un ambiente hostil que se imponía por medio del desempleo y la inseguridad social. Tales antecedentes provocaron que se desarrollara en nuestra sociedad un proceso revolucionario, influenciado, primero por la tradición de lucha de los cubanos; segundo por las ideas socialistas, que brindaban una vía alternativa al desarrollo económico social del país.

De esta forma al triunfo de la Revolución el nuevo gobierno cubano llevó a cabo una serie de políticas sociales y económicas que se basaban fundamentalmente en la fuerte intervención del Estado. Los objetivos principales eran, sumar las fuerzas productivas al proceso revolucionario y levantar una economía nacional desecha. Por otro lado desmercantilizar las relaciones sociales que habían sido heredadas e integrar a todas las personas dentro del cambio que se estaba planificando.

Para alcanzar las metas propuestas, se modificó la estructura empresarial del país hacia un modelo socializado que permitiese superar el subdesarrollo a partir de un cambio en el patrón económico de acumulación. Este debía ser capaz de sostener además, el paquete de medidas de corte social, que incluía entre otras, seguridad social, educación y salud.

Estas modificaciones incluían la nacionalización de las industrias extranjeras en la isla para lograr de esta forma una economía autóctona y sostenible. Que estos medios pasaran a manos del Estado incluía también desarrollar el sentimiento de propiedad sobre los medios de producción para así sustituir los elementos enajenantes del obrero en el capitalismo.

Como resultado de este proceso de nacionalización llevado a cabo en la segunda mitad de 1960 fue creado en nuestro país un sistema empresarial altamente centralizado, con unidades productivas de gran tamaño, en el que la pequeña y mediana empresa privada, así como cualquier otra forma de propiedad no estatal tenían muy poco, o casi ningún espacio dentro de la sociedad. De esta forma se consideró a la economía nacional como una gran empresa, lo que provoco altos grados de centralización, donde las verdaderas empresas ya estatalizadas jugaban un papel secundario.

Bajo este concepto en 1963 se crea el sistema de calificadores de cargos centralizados, que, junto a la escala salarial única, deberían garantizar el principio de "a igual trabajo, igual salario", superando así las diferencias y desigualdades injustas heredadas del capitalismo, donde las retribuciones de diferentes sectores se diferenciaban a partir de un mercado de trabajo que funcionaba bajo las leyes de la oferta y la demanda, sometidas a fuertes distorsiones.

Al erigirse el Estado en propietario casi único de los medios de producción, se convierte en responsable de la generación, apropiación y distribución del valor agregado. En el capitalismo son los capitalistas o sus funcionarios, los encargados de velar por que se genere la más alta cuota de ganancia, y que por tanto los gastos sean los menores posibles, incluyendo por supuesto a los gastos salariales. Con el Estado como dueño de los medios de producción, se hace necesario encontrar la manera de que los colectivos laborales no se apropien de más valor creado que el necesario, para poder así maximizar, captar y redistribuir en funciones sociales el plus producto. La manera más directa de llevar a cabo esta apropiación es estableciendo límites centralizados al salario, lo que supone determinada estabilidad del fondo de salario de las empresas estatales, y garantizar que prácticamente todo el excedente sobre la reproducción simple pueda ser utilizado para el bien común.

El salario debía ser enfocado como un elemento básico del desarrollo de la economía nacional, y de cuya eficiente organización dependía el desenvolvimiento de la misma. Así el salario quedaría configurado como la principal fuente de ingresos producto del ejercicio del trabajo socialmente necesario, redistribuyéndose de forma desmercantilizada la riquezas social a través de los servicios de bienestar.

El diseño del sistema salarial cubano, estaba compuesto por 6 elementos principalmente, que subsisten en la actualidad:

  • 1) La Escala

  • 2) Las Tarifas

  • 3) Los Calificadores

  • 4) Las Formas y Sistemas de Pago.

  • 5) La Escala de Factores Extracalificatorios

  • 6) Las listas de puestos o actividades con factores extracalificatorios.

La Escala recoge los rangos de las complejidades de los trabajos y su expresión en salarios dados por las tarifas, esta concebida como una herramienta de política destinada a que cada trabajador reciba según su trabajo, medido por la cantidad y la calidad. De esta forma se establecen divisiones y subdivisiones, categorías ocupacionales y grupos al interior de estas categorías, que hacen referencia al nivel de calificación y complejidad del trabajo realizado. Por lo anterior, la vía para la movilidad social en este sentido está relacionada con el nivel educacional y el esfuerzo propio.

Las categorías ocupacionales hacen referencia al nivel de complejidad a que esta asociado el trabajo. En este sentido se puede dividir o esta establecido en cinco grandes grupos. La complejidad de los obreros, la complejidad de los trabajadores de servicios, la complejidad de los trabajadores administrativos, la de los técnicos y la de los dirigentes.

Esta lógica de ordenamiento de las categorías jerárquicamente, hace referencia al nivel de calificación formal, por lo que las categorías ocupacionales para técnicos y dirigentes ostentaban ingresos salariales más ventajosos que la de los obreros, independientemente del aporte real. Lo anterior provocó que en la realidad se priorizara los niveles de calificación formal en detrimento del aporte de trabajo, por lo que las posibilidades reales del ascenso socioeconómico para algunos grupos sociales se vieran agotadas, por no depender del esfuerzo propio.

Los calificadores: son la recopilación de los contenidos a realizar en los puestos de trabajo que se utilizan en una empresa, rama o nivel de la economía, abarcan los requisitos de calificación y el grupo de la escala salarial que le corresponde. Estos debían establecerse a nivel de empresa, pero en aras de lograr su uniformidad comenzaron a elaborarse de manera centralizada, perdiendo de esta forma uno de los principales objetivos para los que fueron creados, reflejar las características organizativas particulares de cada empresa. Con la centralización de la escala también debía mantenerse la centralización de los calificadores como vía para que el Estado ejerciera su papel rector en la formulación y regulación de la política salarial. Esto hacía muy difícil que las Empresas pudieran reformular sus estrategias en aras de lograr una mayor eficiencia cuando debían utilizar los calificadores determinados centralmente, o someterse a un dilatadísimo proceso de aprobación de estos. Ello introdujo el peligro que la organización de un Establecimiento o Empresa pudiera, en lugar de partir de las características y necesidades reales de la producción o los servicios, elaborar una organización adecuada en base a estos puestos estandarizados que no reflejaban las verdaderas necesidades de la entidad. Esto repercutió en una excesiva división del trabajo, y por tanto, una plantilla mayor que la realmente necesaria.

Las tarifas: están establecidas centralmente e incluidas en la escala salarial, a partir de estas se determina una cuota de apropiación de la riqueza producida por el obrero en dependencia de la calidad y la cantidad del trabajo realizado. Las tarifas están configuradas para calcular los salarios según la complejidad del trabajo, lo que en nuestro caso, están estrechamente relacionadas con las tarifas horarias, y las variantes de salario a destajo. De esta forma la estimulación salarial se comportará de forma más o menos estandarizada, por lo que el salario vinculado directamente con la producción o a destajo nunca debería exceder el 35 % de monto devengado por el salario escala correspondiente[87]La rígida implementación de estas tarifas, producto de su excesiva centralización, trajo aparejado la desvinculación del salario con la cantidad y la calidad del trabajo aportado. Las tarifas mínimas están estrechamente relacionadas con el salario mínimo, por lo que deben dar respuesta a las satisfacciones de necesidades básicas del obrero y su familia. Una desconexión de estos elementos significaría para el obrero una situación de pobreza[88]

Formas o Sistemas de pagos: responden a la necesidad de estimular al obrero según altos grados de productividad y eficiencia de su trabajo. Por otra parte como elemento atrayente de personal hacia sectores depauperados de la economía. La realidad es que estos se han convertido en una forma de resolver los problemas de insuficiencia de las tarifas, por lo que se han desvinculado de la necesidad de elevar la eficiencia y la productividad del trabajo. Debido a lo anterior no se establece una relación entre los resultados individuales, del área y estos con la organización.

La escala de condiciones extracalificatorias: tiene como objetivo valorar las condiciones en que se desarrolla el trabajo, teniendo en cuenta los factores adversos que hacen que en el desempeño de sus funciones laborales el individuo tenga un mayor gasto de energías físicas, mentales o ambas. Entre los factores extracalificatorios se encuentran el esfuerzo físico extremo, las altas temperaturas, el trabajo en altura, la rotación de turnos, la nocturnidad, el albergamiento, etc.

Las listas de puestos o actividades con factores extracalificatorios son el complemento de la escala de factores extracalificatorios mediante las cuales se definen las ocupaciones o actividades que corresponden a cada grupo de la escala. A la larga, también los llamados factores extracalificatorios se convirtieron un medio para complementar salarialmente tarifas que resultaban muy bajas y que no estimulaban que los trabajadores aspiraran a ocupar las plazas de menores cuantías salariales.

Este modelo de sistema salarial comenzó a brindar síntomas de agotamiento debido a la incapacidad del Estado de asignar centralmente los recursos socialmente necesarios para el trabajo con la suficiente agilidad. Desde el punto de vista de la política salarial la etapa entre 1960 y 1980 estuvo marcada por una excesiva centralización de la política salarial, por la desvinculación del salario a la norma, y por el rechazo del pago por horas extras.

Tratando de superar las incompatibilidades de los sistemas salariales que se habían implementado hasta la época, principalmente los que se basaban en la organización científica del trabajo OCT, en la década de los 80 se produjo La Reforma General de Salarios, la cual trató de de eliminar las insuficiencias a través de un mejor manejo de las escalas, las tarifas y los calificadores. Pero en realidad lo que se buscó no fue lograr una mayor compatibilidad entre el salario y los resultados del trabajo. Por lo tanto los resultados no fueron más allá de dar solución a problemas políticos y sociales, lo que conllevó a que no hubiera cambios significativos en las formas del funcionamiento empresarial, ni en los sistemas de salarios en particular. No se logró el incremento de la eficiencia previsto, y los calificadores continuaron estando centralizados, y además se comenzó a ofrecer toda una serie de estímulos materiales con el fin de buscar una compatibilidad entre el salario y los resultados del trabajo sin que mediara un aumento en los niveles de eficiencia. Se continuó con la visión de estrechar el rango entre el salario mínimo y el salario máximo con el fin de mantener una sociedad lo mas igualitaria posible.

Al analizar el comportamiento práctico de la aplicación de la Reforma General de Salarios, los especialistas del Instituto de Estudios e Investigaciones del Trabajo (IEIT) han concluido que la misma:

  • 1) No logró el incremento de la eficiencia previsto. Su aplicación se inició con el requisito de un perfeccionamiento organizativo y, sin embargo, después se aprobó su aplicación masiva con o sin dichos requisitos.

  • 2) Los calificadores conservaron su rigidez, como una vía de soluciones salariales que gravitaban en el corrimiento de los grupos.

  • 3) Se desató una aplicación desenfrenada de estímulos materiales, buscando una correspondencia entre el salario móvil y los resultados productivos, fundamentalmente, a través del pago a destajo (incluyendo trabajos sin condiciones para la aplicación de este sistema de pago) y estableciendo sistemas de primas que en la práctica producían un incremento salarial sin la contrapartida esperada en el aumento de la eficiencia, por no haberse logrado una vinculación de la eficiencia con el salario ni un control adecuado del salario móvil.

  • 4) La relación entre los salarios máximos y mínimos siempre fue muy estrecha como resultado de la voluntad política de construir una sociedad lo más igualitaria posible y sin grandes diferenciaciones sociales. El rango de 4,5 a 1 implantado con la Reforma General de Salarios no permitió recompensar adecuadamente las diferencias por los resultados, por la calificación, e incluso, por el talento. Y es que, en 1988, para el 93% de los trabajadores el rango real era de 2,3 a 1 lo que resulta excesivamente igualitario.

  • 5) El sistema salarial no se logró insertar como elemento realmente integrado del sistema empresarial y, por ende, no pudo brindar soluciones a muchos problemas de la producción y los servicios. Con ello tampoco se favoreció la eliminación de las plantillas infladas ni el logro de la eficiencia esperada.

  • 6) Durante y después de la aplicación de la Reforma, se mantuvo la falta de vínculo de la estimulación con la eficiencia, al mismo tiempo que se produjo un incremento significativo del empleo.

De lo antes expuesto se desprende que la Reforma General de Salarios no resolvió en su aplicación las principales limitaciones que tenía el sistema salarial vigente, entre otras razones por mantener el mismo sistema de regulación, fundamentalmente de carácter centralizado, que no ha podido asegurar que el incremento del salario estuviese relacionado con el aumento de la eficiencia.

La relación distribución – redistribución, o lo que es lo mismo, salarios –bienestar se inclinó desfavorablemente a los salarios directos, proporcionándose la mayor cuantía a partir de las "gratuidades" o subvenciones del Estado, lo que motivó en buena medida que estos perdieran su condición de eje estructurador, que si bien dotaba a la sociedad cubana, en términos de justicia distributiva, de una homogeneidad entre grupos sociales. A la larga se convirtió en igualitarismo y en freno al desarrollo económico. Las consecuencias de este desequilibrio permitían que cualquier persona, independientemente del valor aportado a la sociedad, disfrutara de igual manera de los servicios de bienestar, o visto de otra forma, aun cuando se dedicara al ocio, recibiría altos ingresos por vía de la redistribución.

Esto se convierte en un fenómeno enajenante y desmotivador, precisamente porque implica un extrañamiento del obrero acerca de que los salarios y el bienestar se originan en el mismo proceso de trabajo, y que los gastos sociales y la política de subvenciones y gratuidades realmente provienen de la parte del valor creado en este proceso que no se paga directamente al trabajador, que el Estado redistribuye por estas vías.

Como se puede apreciar, hasta esta fecha se ha estado produciendo la génesis y progresión de una crisis estructural del modelo de desarrollo escogido para sustentar el bienestar. A mediados de los 80 ya se podían apreciar los primeros síntomas de la crisis del modelo de acumulación que impedía que nuestro desarrollo social pudiera financiarse con fuentes internas, provenientes de la base económica. La expansión del desarrollo de los servicios de bienestar se realizó sobre la base de un apoyo externo, por las facilidades de crédito internacional con que contaba el país. A partir de finales de los 80 comienza a hacerse sentir un deterioro de los niveles de bienestar. Es evidente la desarticulación de la infraestructura del bienestar con la base económica que debía sustentarla, y el elemento que sin dudas estaba llamado a mediar era la política salarial la cual siguió un ritmo errático que a la larga lo inhabilitó como factor impulsor de la productividad y movilizador del desarrollo. La distribución del ingreso creado mediante los salarios modeló una distribución del ingreso que era injusta a fuerza de ser excesivamente igualitaria.

Producto de esto se desencadeno todo un conjunto de problemáticas como; la burocratización de los mecanismos de dirección de la economía, donde se intentaba cumplir el plan a toda costa incluso sacrificando la eficiencia y la calidad del producto o el servicio. Desvinculación de la retribución individual de los trabajadores y dirigentes empresariales con los resultados finales de la producción, lo que se traduce en un exceso de liquidez o dinero circulante y poco respaldo mercantil. Entre otras[89]

Por otra parte, si bien los ingresos después del triunfo de la revolución habían experimentado un mejoramiento en su composición a favor de los salarios, oscilando entre el 70 y el 80% de los ingresos familiares, y teniendo como causa fundamental[90]que entre los años 1960 y 1970 casi un millón de personas se incorporaron al trabajo, lo que significo un 58,5%[91] de incremento de la fuerza laboral del país, este mejoramiento fue experimentando un paulatino retroceso.

Tabla # 1: Representación de los salario dentro de los ingresos totales de la población, por periodos.

% de salarios dentro del total de ingresos de la población.

71%

77%

75%

56%

Décadas

1960-1969

1970-1979

1980-1989

1990 – 1999

Fuente: elaboración Propia, a partir de datos brindados por Togores Viviana, y García Anicia. "Consumo, mercados y dualidad monetaria en Cuba" Centro de Estudios de la Economía Cubana. Universidad de la Habana. Revista Economía y Desarrollo Edición especial. 2003 SSN 0252-8584. La Habana. 2004. Pág. 5

Mientras qué en las décadas anteriores los salarios, de conjunto con los pagos por seguridad y asistencia social, representaban hasta un 87% en todo el período[92]teniendo en cuenta que las remesas en aquellos años no representaban un alto nivel de incidencia dentro del total de ingresos, esta relación comienza a disminuir a partir del segundo quinquenio de los 80. En la década de los 90. Con la caída del Campo Socialista y el advenimiento del Periodo Especial la situación se agravó.

A modo de revertir la inestable situación de la economía cubana producto de las incongruencias de la organización empresarial, la alta centralización y las incompatibilidades del sistema salarial que se habían presentado hasta esta época. Se pusieron en práctica una serie de experimentos dentro del funcionamiento empresarial. Tales fueron:

  • 1) El Perfeccionamiento Empresarial en las empresas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

  • 2) Las Empresas Laboratorio del entonces Comité Estatal del Trabajo y Seguridad Social (CETSS).

  • 3) Los Contingentes[93]

La experiencia del Perfeccionamiento empresarial comienza en 1987, por indicaciones del 2do Secretario del PCC y Ministro de las FAR, su aplicación tuvo un carácter paulatino, así en septiembre de 1987, se habían incorporado al sistema 4 Empresas Militares Industriales, una de Construcciones Militares, una agropecuaria, y cuatro instalaciones más, productivas y de servicios. Posteriormente en la década de los 90 el sistema continuó ampliándose hasta abarcar a casi la totalidad de los centros productivos y de servicios de las FAR. Dicha experiencia luego se extrapoló al sector empresarial civil en 1997.

Una de las virtudes evidentes de dicho experimento radicó en considerar a la empresa desde un principio como un sistema, por lo que se propuso la transformación coherente de todos los elementos de la actividad empresarial, así como también de su entorno.

Según los propios creadores de esta experiencia: "Las bases teóricas del Perfeccionamiento son los principios generales del cálculo económico, la descentralización de la gestión empresarial y la búsqueda de mecanismos que contribuyan al aumento de la eficiencia y la conciencia comunista de todos los trabajadores[94]

La concepción no solo trataba a la empresa como sistema sino que insistía en introducir los métodos más modernos de la actividad empresarial, desarrollados en el capitalismo contemporáneo, sobre todo en esferas tales como los métodos y estilos de dirección, la gestión de la calidad, los estudios de métodos y tiempos, los sistemas de pago y estímulo salarial, los sistemas de costos, contabilidad, finanzas y planificación, los sistemas de información automatizados, etc.

Elementos novedosos, al menos para el caso de la empresa estatal en Cuba, lo constituían las facultades otorgadas a los directores de empresas para diseñar sus cargos en todas las categorías ocupacionales a partir de las particularidades de sus empresas y sus necesidades reales, sin tener que subordinarse a los calificadores centralizados, lo mismo sucedía con las estructuras y plantillas. En cuanto a la escala salarial, aun cuando fuese única para todas las empresas, era flexible con respecto a la determinación del grupo de la escala correspondiente a cada cargo, dentro de la categoría establecida, solo bajo el principio de que los salarios de los Jefes deberían ser siempre superiores a los de sus subordinados.

Se plantean nuevas formas de regulación del Fondo de Salarios en cuanto al salario de los trabajadores directamente vinculados a la producción; el mismo se regularía por los sistemas de pago establecidos (preferentemente el destajo), haciendo hincapié en la correcta determinación de las normas de trabajo y con la condición de que el incremento salarial fuese menor que el de la productividad neta. En cuanto al salario del personal administrativo, el mismo se regulaba mediante la prohibición expresa del crecimiento del Fondo de Salario dedicado a esta parte de los empleados de un año a otro. Por otra parte la empresa para aplicar el sistema tenía que financiar el aumento salarial implícito en la nueva escala mediante la disminución del fondo de salario de la entidad antes de empezar el perfeccionamiento, lo que obliga a la empresa a una utilización más racional de la fuerza de trabajo y a una racionalización eventual de su plantilla anterior.

El experimento de las empresas laboratorio del antiguo CETSS estuvo centrado fundamentalmente en la esfera de la organización empresarial, el diseño de puestos y cargos, la política salarial y de estimulación.

La dirección principal de los cambios organizativos estuvo dirigida a lograr que la propia empresa diseñara sus cargos, a partir de sus propias particularidades, cambiando y adaptando la escala salarial de ser necesario, sin violar los límites salariales por ella establecidos. Las estructuras dejan de ser estandarizadas y se adaptan también a las condiciones de la propia empresa, se hace énfasis en la polivalencia de los cargos y los trabajadores, empleándose métodos como el de la rotación de puestos para desarrollar estas habilidades e incentivar el trabajo.

A pesar de hacer cambios substanciales en estas empresas en el campo organizativo y de la determinación de los calificadores de cargo, no se llevó a cabo en esta experiencia una propuesta de regulación económica del fondo de salario total.

Un importante elemento introducido en estas experiencias fue la realización de la evaluación del desempeño a todas las categorías ocupacionales y su vinculación estrecha con los sistemas de pago y estimulación.

A diferencia del experimento de las FAR, los estudios en las empresas laboratorio fueron prematuramente discontinuados, en parte debido a la abrupta disminución de recursos con el advenimiento del Período Especial.

La experiencia de los contingentes incursionó entre otros campos en la modificación de las tarifas y el cambio en el régimen de trabajo y descanso, introduciendo el horario de consagración. En esta experiencia el factor del estímulo moral adquiere singular importancia, junto a salarios escala más altos que los establecidos por la escala centralizada, cuya obtención se situaba en dependencia de la reducción del costo por peso de producción mercantil. Estas experiencias se aplicaron en sectores tan disímiles como la construcción, en el cultivo del plátano con sistema de riego por microjet, en las unidades Funcionales Agropecuarias, la industria y la investigación científica. Uno de los elementos principales de esta forma organizativa "la atención al hombre" trascendería los marcos de los contingentes para incorporarse como un elemento más al sistema empresarial cubano.

Con la crisis de los 90, donde la economía y la sociedad cubana caen en una etapa de retroceso, se interrumpen las posibilidades de modificar el diseño de la política salarial. El derrumbe del campo socialista y la ineficiencia que había mantenido nuestra economía nacional provocaron que el Estado se quedara prácticamente sin fondos para mantener el sistema social que sostenía.

La salida a este problema se configuro de tal forma que hubiera el menor costo social posible, y a partir de 1991 se puso en marcha un programa de emergencia económica, denominado Periodo Especial[95]Este trató de amortiguar la crisis bajo los preceptos de mantener las conquistas de la Revolución, lo que se tradujo en sostener los niveles de seguridad social y de bienestar que proporcionaba el país.

Las transformaciones económicas sociales que se llevaron a cabo durante esta etapa de Período Especial para amortiguar la crisis y levantar la economía nacional básicamente fueron las siguientes:

  • 1) Despenalización de la tenencia de divisas.

  • 2) Apertura a la inversión extranjera.

  • 3) Reorientación geográfica y descentralización del comercio exterior.

  • 4) Política de ampliación del empleo por cuenta propia.

  • 5) Cooperativización de la actividad agropecuaria con la creación de las Unidades Básicas Cooperativas en la agricultura, "Tercera reforma agraria".

  • 6) Proceso de redimensionamiento empresarial.

  • 7) Reorganización institucional y normativa de los Órganos de la Administración Central del Estado.

  • 8) Saneamiento económico y financiero.

  • 9) Nuevo tratamiento salarial a los trabajadores disponibles (Resolución No. 6/94 del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social MTSS.

  • 10) Apertura de los mercados agropecuarios.

  • 11) Apertura del mercado de bienes industriales y artesanales.

  • 12) Descentralización de la toma de decisiones y mayor autonomía a nivel territorial en la búsqueda de soluciones.

  • 13) Puesta en marcha de nuevos programas sociales.

A partir de aquí se trató de preservar la garantía laboral, mantener el pleno empleo y los salarios nominales a iguales niveles de las décadas anteriores con independencia de la contracción del producto, que se refleja en un decrecimiento acelerado del salario real. Por lo que las empresas comenzaron a sufrir un deterioro de sus finanzas, que pasó a ser sufragado por el presupuesto del estado.

Para contrarrestar esto, el Estado aseguró un control centralizado para el precio de los productos de primeras necesidad, así como disminuyó la oferta de bienes de consumo no relacionados con "necesidades de primer orden" a la población.

El déficit público alcanzó altos niveles, y la devaluación de la moneda nacional apuntó hacia la agudización de los desequilibrios preexistentes.

El proceso de recuperación económica que comenzó a partir de 1995 exigía una estabilidad a nivel de empresas que la sustentara. Por otro lado los cambios que se produjeron en diversos sectores en esta década y la dinámica que promulgaba la reinserción del país en el mercado mundial necesitaban restablecer un grupo de reglas comunes a todos los actores del sector estatal.

Para lograr entonces una rentabilidad en las empresas y que estas fueran capaces de sacar adelante la economía nacional y aumentar los niveles de bienestar social, se implementó en las empresas nacionales una serie de principios que estipulaban una descentralización de la gestión empresarial, que promovían la búsqueda de mecanismo que contribuyeran al aumento de la eficiencia y la conciencia comunista de todos los trabajadores. La variante escogida fue la extensión del Perfeccionamiento Empresarial, que ya se había puesto en práctica a modo de experimento a finales de los 80 en algunas empresas de las FAR, como se había explicado anteriormente. Este proyecto fue aprobado para todas las empresas cubanas en el V congreso del Partido Comunista de Cuba.

A pesar de los beneficios que este tipo de proyecto aporta al desarrollo de las empresas cubanas todavía quedaban algunas asperezas que debían ser limadas como: la incompatibilidad dentro de la organización del trabajo, producto de aplicar nuevas formas de organización del trabajo en las empresas donde existía una organización básicamente taylorista en las instancias superiores de dirección, así como la incompatibilidad de esas nuevas formas de organización y la tecnología, básicamente obsoleta o deteriorada que existía en las empresas cubanas.

Dentro de este marco se han desarrollado diferentes fórmulas de estímulo al trabajo. Las fundamentales han sido las siguientes:

  • 1) Sistemas salariales de estimulación en divisas, que se aplican en los sectores directamente relacionados con el mercado externo o la captación de divisas.

  • 2) Estimulación en especie, por medio de la venta a precios módicos de productos deficitarios de primera necesidad, a los trabajadores empleados en determinados sectores. En algunos casos las ventas de estos productos se vinculan con el desempeño individual de cada trabajador, en otros son otorgados a todo el personal de la empresa independientemente de la calidad y cantidad del trabajo aportado. Esta forma de estimulación se encuentra vinculada en determinadas empresas al desarrollo de producciones de autoconsumo.

  • 3) Creación de mercados cautivos para la venta a precios diferenciados de mercancías deficitarias para trabajadores de ramas o empresas específicas. Es el caso de los mecanismos de estimulación que se han desarrollado en la industria azucarera y en la producción citrícola; estos mecanismos están vinculados a la evaluación del desempeño.

  • 4) Sistemas de estimulación, vinculados con los resultados finales de la producción, los que se han utilizado en la industria, básica, sideromecánica, alimenticia, agricultura, Industria ligera, la pesca y otras.

Sin embargo, el nuevo sistema de gestión empresarial convive con un grupo de problemas asociados al diseño de la política salarial que no han sido resueltos, como la excesiva disociación entre el salario nominal y el salario real, (Ver Gráfico # 1), lo que ha implicado un importante déficit en la función del salario de satisfacer de las necesidades básicas de los trabajadores y sus familias. Lo anterior produjo que perdiera su papel estimulador, y su capacidad de implicar a los trabajadores con la fuerza y rapidez necesaria al proceso de cambio, por lo que aún en las empresas bajo el nuevo sistema de gestión se muestran bajos niveles de motivación y altos niveles de enajenación en los trabajadores.

Gráfico # 1. Salario medio mensual: nominal y real, 1989-2000

edu.red

Fuente: Lic. Togores Viviana, Msc. García Anicia. "Consumo, mercados y dualidad monetaria en Cuba" Centro de Estudios de la Economía Cubana. Universidad de la Habana. Revista Economía y Desarrollo Edición especial. 2003 SSN 0252-8584. La Habana. 2004. Pág. 8

La caída del salario nominal está influida por un grupo de factores, entre los que se destacan:

  • 1) El incremento de los niveles de interrupciones de las empresas.

  • 2) El aumento del número de trabajadores disponibles[96]

  • 3) La disminución de la productividad del trabajo

  • 4) El deterioro de la disciplina laboral, que se expresa en mayores índices de ausentismo y niveles de desaprovechamiento de la jornada de trabajo.

La caída del poder adquisitivo del salario fue mucho más profunda que la del salario nominal también debido a la escasez de productos básicos y al crecimiento de los precios en el mercado sumergido, al que tuvo que acudir mayoritariamente la población para satisfacer sus necesidades.

Las marcadas diferencias entre el salario real y el salario nominal de los trabajadores han condicionado manifestaciones negativas en el buen desempeño de la actividad laboral, entre las cuales se destaca el marcado deterioro de la disciplina laboral y en particular la substracción y el desvío de recursos del sector estatal hacia los particulares, lo que incide negativamente sobre la eficiencia de la producción social.

Producto de las reformas se produce una diversificación de las formas de propiedad, privado, cooperativo, estatal, mixta, lo que le imprime una cualidad diferente en comparación con etapas anteriores, pues estas diferencias socioeconómicas implican también fuertes desigualdades sociales en cuanto a posibilidades y oportunidades en una estructura social que se caracterizaba por su homogeneidad. Los ingresos de los trabajadores independientes son muy superiores a los de los asalariados y nada homogéneos a su interior. Lo anterior ha contribuido a acrecentar la presencia de desigualdades no legítimas y la polarización de la riqueza a nivel social, que han generado procesos de reestratificación social.

En base a lo anterior, la sociedad cubana se configuró como una sociedad multi espacios, entendiendo por espacio a aquellas entidades u empresas que presentan un conjunto de características semejantes, tanto en la forma de propiedad como en el sistema de operaciones financieras, sistemas de pagos y estimulación[97]

El sector estatal se dividió en dos espacios, las empresas en perfeccionamiento empresarial, y el sector estatal tradicional no reanimado. Otro espacio que comenzó a establecer diferenciaciones en estos años fue el sector económico mixto, con la presencia de la propiedad extranjera con diferentes formas de organización de la producción y diferentes condiciones de trabajo. El espacio cooperativo se amplio con la introducción de las UBPC, compuestas por obreros agrícolas. Por ultimo se instituyó un espacio dedicado al trabajo por cuenta propia. Cada espacio brindaba lógicas de diferenciación no relacionadas al trabajo, sino por el criterio de oportunidad a desempeñarse en uno u otro espacio económico. Con un trabajo igual, en dependencia del sector donde ejerciera, se obtendrían mayores ingresos y diferentes niveles de vida.

Dentro de la esfera económica nacional se priorizaron nuevas ramas que asegurarían el déficit de divisas, básicamente aquellas relacionadas con la producción de servicios para el turismo. Al reestructurarse las bases que sustentaban el modelo de acumulación, la política salarial, pensada para puestos fundamentalmente de la industria y la agroindustria, no para el sector terciario, se desconecta de la dinámica empresarial y se convierte en un freno a la productividad del trabajo.[98]

Bajo estas condiciones se produjo un éxodo masivo de profesionales hacia estas ramas en detrimento de otras líneas de la economía incluyendo las relacionadas con la infraestructura del bienestar social. De esta forma nos encontramos con una fuerza de trabajo calificada que aspira a puestos de trabajo con una menor complejidad y mayores ingresos. Esta es la base entonces de la llamada pirámide invertida, cuyo trasfondo real es que no se pudo implementar, a partir de esta etapa de crisis, una política salarial coherente, convirtiéndose esta en elemento desarticulante de una alta productividad que asegurara el consumo nacional. De esta forma los grupos emergente que trabajan directamente con la divisa y otros como los no asociados al sector estatal (cuentapropistas, arrendatarios privados), o los vinculados con el sector externo y al capital extranjero, presentan fuertes ingresos no salariales, y a la larga se han constituido en ordenadores del patrón social y de asignación de status, imponiendo nuevas reglas fundamentalmente asociadas a la instauración de un tipo de consumo no vinculado a los ingresos salariales, generando diferencias y desigualdades fácilmente perceptibles.

Por lo anterior, la etapa está caracterizada por la ocurrencia de importantes cambios en la estructura social, determinada por la significativa perdida de participación de los salarios dentro de los ingresos, lo que está originado la obtención de ingresos no asociados directamente a la participación en los procesos de trabajo, y que responden específicamente al criterio de oportunidad, como pueden ser las propinas y las remesas, y que se convierten en la vía principal para el acceso al consumo. Lo anterior provocó que se abriera una brecha de desigualdades que respondían al criterio de oportunidad de pertenecer a un espacio u otro.

Los resultados de las transformaciones económicas y sociales fueron significativos pero en direcciones opuestas, la reanimación económica del país, independientemente de la voluntad política, condujo a una nueva configuración de la estructura social a partir de un nuevo eje que no necesariamente respondía al esfuerzo y el aporte de los individuos según su trabajo.

Si bien se observa un comportamiento favorable de la situación financiera interna, pues el efectivo en circulación está llegando a los límites necesarios, el déficit del presupuesto descendió considerablemente, y la tasa de cambio lo hizo en un 70%, entre los 24 y 26 pesos desde el 11 de septiembre del 2001 hasta la actualidad[99](Tabla # 2), al perder el salario su carácter estructurador el Estado perdió la posibilidad de mantener una sociedad en equidad, diversificándose las fuentes de ingresos de la población. Los efectos de lo anterior no sólo se reflejan en un desigual acceso al consumo, sino también en un acceso desigual a las propias políticas de bienestar social[100]las cuales han sufrido una remercantilización informal[101]

Tabla# 2. Tipo de Cambio de la Moneda Nacional

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Fuente: Grupo de Estructura y Desigualdades. CIPS. Mayo 2007[102]

La doble circulación de moneda es un elemento que, con anterioridad a la década de los noventa no existía, pero con su aparición y/o legalización ha impuesto una nueva dinámica y patrones de comportamiento a los ingresos de la población, determinando en buena medida sobre la distribución. La tasa de cambio se erige como un elemento de gran importancia en el establecimiento de desigualdades y brechas entre los que poseen o no divisas y establece una diferenciación a nivel social.

Como parte de la nueva etapa de rescate de la política salarial y de su impacto para el manejo de las desigualdades, hacia el año 2005 se introdujeron un grupo de medidas para incrementar los salarios nominales de los trabajadores, a través del las cuales el salario medio mensual ascendió a 398 pesos (de 203 en 1996, o de 282 en el 2004), el salario mínimo se elevó a 225 pesos en ese año y para el salario por tarifa horaria, la mínima de 1 peso con 18 centavos[103]las pensiones y asistencia social mínima llegaron a 164 pesos y 122 pesos respectivamente[104]Estas medidas implementaron también la introducción de una Escala Salarial para el Perfeccionamiento Empresarial, a la cual se le aplica una diferencia salarial en forma de pago adicional mensual sobre el salario de la escala única. A las empresas que no se encuentran en perfeccionamiento empresarial se aplica la escala única a la cual se le suma la Resolución número 30 del 2005 del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, que establece la generalización de los sistemas de pago por resultados finales del trabajo. De ésta forma se producen también aumentos salariales para actividades del sector presupuestado como la Salud, la Educación, y la Ciencia, así como otros aumentos salariales puntuales.

Los incrementos de los salarios nominales aplicados en esta etapa responden a una voluntad política para aumentar la representación de los salarios dentro del total de ingresos, así como para elevar los ingresos de sectores puntuales deprimidos económicamente por la crisis, ramas de la economía asociadas a las empresas tradicionales sin perfeccionamiento, y empresas presupuestadas.

La realidad es que tales aumentos salariales no conllevaron a una mejoría en el comportamiento de la productividad, a un aumento de la producción de bienes y servicios, por lo que su impacto en el salario real se desvanece en el alza general del índice de precios al consumidor.

Gráfica#2: Salario Real y salario Nominal

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Fuente: Grupo de Estructura y Desigualdades. CIPS. Mayo 2007[105]

Un estudio realizado por el Instituto de Estudios e Investigaciones del Trabajo[106]demuestra que los incrementos salariales, la Productividad Social Global (PSG) y el Producto Interno Bruto (PIB) del país, han tenido comportamientos poco orgánicos, pues los salarios han crecido más rápido que la productividad del trabajo, medida tanto a nivel micro empresarial como a nivel societal, por lo que no se ha mantenido una necesaria proporcionalidad.

Por lo tanto hemos seguido incurriendo en establecer una política salarial desarticulada de los sistemas de gestión y de la productividad. Otro elemento es que la implantación de sistemas de estimulación y pagos extras, ha funcionado en la práctica como vía para contrarrestar la disminución de los salarios reales y no como un aumento salarial originado en un incremento del aporte en trabajo[107]Por dicha razón, los efectos de los aumentos salariales se han desvanecido producto del aumento de los precios del mercado, sin ningún impacto real en la población. Lo anterior demuestra que no importa cuanto puedan ser aumentados los salarios nominales de los trabajadores, porque en realidad lo que interesa y lo que provoca algún beneficio es incrementar los salarios reales de estos. En la gráfica 2 se muestra la brecha entre salario real y salario nominal, que presenta su mayor magnitud precisamente a partir del año 2000 en adelante y como punto clímax el año 2005, donde se encuentran concentrados la mayor cantidad de aumentos salariales.

La continua pérdida de relevancia de los salarios como fuente de ingresos para dar cobertura a las necesidades de la mayoría de las familias cubanas durante este período, ha forzado el actuar y la disciplina social en aras de aumentar los escasos recursos de que disponen, ya sean monetarios o en especie, para la subsistencia. Esto explica la aparición de serios problemas de percepción del trabajo a nivel social, ya que las personas no sienten que la satisfacción de sus necesidades depende del esfuerzo laboral, lo cual se erige como una seria distorsión del valor del trabajo en la sociedad.

Lo anterior se complica si analizamos las dificultades de aquellas familias que cuentan como principal fuente de sus ingresos la vía salarial, ya que este no satisface por si mismo el acceso al consumo de los bienes y servicios de la canasta básica. Ver Tabla # 3.

Tabla # 3: Canasta Básica calculada a partir de referentes del año 2006

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Fuente: Grupo de Estructura y Desigualdades. CIPS. Mayo 2007[108]

De los elementos anteriormente planteados podemos concluir que las reformas aplicadas, a pesar de haber producido resultados innegables en la consecución de sus objetivos, no han podido contrarrestar la influencia de la crisis de los 90, específicamente en su impacto sobre la estructura social y la generación de desigualdades ilegítimas dentro de la sociedad cubana. Lo anterior está en buena medida fundado en la no creación de una política salarial que acompañara la diversificación de los espacios económicos y contribuyera a elevar la productividad del trabajo. Dicha situación ha motivado, además de los efectos ya comentados, desproporciones importantes entre sectores económicos originados en prácticas que no responden al aporte real en trabajo de los individuos, y si a criterios de oportunidad, estimulando la movilidad hacia aquellos que brindaron coyunturalmente mejores ingresos, generando diferencias sociales no legítimas.

Los intentos de recomponer, mediante aumento salariales, la participación de la fuerza de trabajo en sectores depauperados de la economía trajo consigo que una movilidad asociada a criterios de oportunidad. La falta de elaboración de otras políticas que mejoraran el poder adquisitivo de los salarios provocó que la movilidad y las diferencias sociales no experimenten mejoras sustanciales.

De lo anterior se infiere que todavía existe una importante brecha en cuanto a la instauración en nuestro país de un paradigma distributivo socialista, lo que implica que el salario no cumpla su función de eje movilizador, motivador, y estructurador de la sociedad cubana.

Los aumentos salariales han corrido detrás del aumento de los precios, o viceversa, por lo que el salario real se ha mantenido prácticamente inmóvil. De los elementos planteados se puede inferir que la débil instauración del paradigma distributivo socialista, en especial de una política salarial que conlleve a su implementación total, ha originado un trabajador desmotivado, desvinculado de los procesos de producción, de creación de riqueza social. Ha originado un nuevo trabajo enajenado que manifiesta síntomas diferentes al capitalismo, pero mantiene su enajenación. Lo anterior no sólo repercute en el incremento de la productividad, en el desarrollo económico social del país, si no en la construcción de un hombre solidario, cooperativo y participativo, dentro del proceso revolucionario y socialista.

Epígrafe 3. La comunidad científica, criterios ante el reto de la construcción de un paradigma distributivo socialista.

Básicamente son los sociólogos y los economistas los que han aportado conocimiento sobre el problema que aborda esta investigación. Es por esto que para lograr una estimación del conocimiento sobre este tema, sea necesario profundizar en este segmento de la comunidad científica cubana y conocer de primera mano el debate sobre las lógicas de funcionamiento de este fenómeno. Las entrevistas realizadas a estos expertos arrojaron datos relevantes. Sobre el análisis de estos tratará el contenido de este epígrafe.

Los objetivos de la política salarial en un país socialista como el nuestro deben estar encaminados sobre todo a la aplicación de los principios de distribución socialista explicados anteriormente, aspecto en el que existe consenso. El debate comienza a la hora de poner en práctica esos principios de la distribución.

Los economistas se enfocan fundamentalmente en que los objetivos de la distribución socialista deben garantizar la actividad productiva, lo que pasa por garantizar también la permanencia de los trabajadores en las áreas correspondientes a fin de preservar los objetivos de productividad y eficiencia de esa producción. Aumentar el salario real para cumplir con la reproducción de la fuerza de trabajo del obrero y su familia. Funcionar como un estimulo al trabajo.

Las ideas antes mencionadas se distribuyen de la siguiente manera dentro del grupo de economistas entrevistados que abordan el tema.

El Dr. Francisco Alonso[109]del Instituto de estudios e Investigaciones sobre el Trabajo es uno de los profesionales que mas ha trabajado el tema de la política salarial en Cuba desde el triunfo del proceso revolucionario. Este destacado investigador declara que los principales objetivos de la política salarial en el país, estuvieron muy influenciados por el establecimiento de los principios de distribución socialista, sobre todo a igual trabajo igual salario, por tanto la medición de la complejidad fue un factor decisivo conjunto a la instauración de la escala única.

Por otro lado este investigador sugiere que la política salarial debe estar encaminada a aumentar la productividad, bajo los términos de estrechar la brecha que existe, según él, entre el conocimiento sobre el puesto de trabajo y la calificación formal, con el objetivo de aumentar la competitividad de los trabajadores. Otro de los conflictos a resolver para aumentar la productividad estaría relacionado con el problema de la inflación de plantillas, provocada por la voluntad política de eliminar el desempleo, lo que se reduce en que "弥m>la cantidad no llega a suplir la calidad妱uot;[110], lo que además influye negativamente, bajo leyes de oferta y demanda, en la ocupación de algunos puestos de trabajo que son menos atractivos que otros y dejan inoperables algunas sectores de la economía, que a su criterio han sido la agricultura y la construcción.

Otro factor que se requiere para aumentar la productividad según este científico es modificar el aparato burocrático, debido a que este ejerce una excesiva medición y control de los procesos productivos. "堼em>la exigencia de boberías y que la gente no pueda dedicarse a lo fundamental porque la burocracia tiene un movimiento propio, entonces viene la necesidad de ser importante, por tanto la necesidad de poner mas controles, hacer mas cosas y eso sobra妱uot;[111].

Bajo estas lógicas burocráticas el control toma vida propia y conspira contra todo el sistema económico que definitivamente, para él, es la base de cualquier sistema salarial.

Según sus planteamientos, la política salarial es un componente del sistema económico, el cual solo será efectivo en la medida en que su relación con la productividad establezca un óptimo de desarrollo para la economía nacional. Es por esto que en su discurso ésta se encuentre al nivel de un conjunto de medidas que en su totalidad concluyan en un continuo desarrollo de los procesos productivos y la productividad del trabajo, como garantes de una economía en expansión.

El Dr. Omar Everleny, del Centro de Estudios de la Economía Cubana[112]asume que la política salarial debe servir como estímulo a la productividad del trabajo, provocando un efecto positivo en la producción de bienes y servicios. Una producción que, a su vez, asegure el consumo nacional para que el salario recupere su poder adquisitivo. Para cumplir con este objetivo la política salarial debe respetar la escala jerárquica de las ocupaciones, a partir de la complejidad del trabajo realizado. El salario debe, entonces, estimular aquellos trabajadores que más han aportado a la sociedad, con años de trabajo, con estudios, etc.

Apunta además que en materia de política salarial los cambios no pueden ser vistos únicamente desde una óptica financiera, pues la política salarial debe verse dentro de un conjunto de medidas, de tipo monetarias, de ajustes de precios, para que el salario realmente pueda recuperar su poder adquisitivo y el trabajador se sienta estimulado.

Everleny se centra dentro de un enfoque prácticamente economicista. Entiende que la política salarial debe desarrollarse para alcanzar un óptimo económico. Concibe los cambios que puedan realizarse en esta vertiente sobre la base de una integración económica, una relativa organicidad entre políticas de tipo monetarias, de ajustes de precio y financieras.

Hace énfasis en que ésta debe respetar la escala jerárquica de las ocupaciones a partir de la complejidad del trabajo realizado, una complejidad medida a partir de años de trabajo y nivel de calificación formal. En este sentido esta haciendo referencia a una medida de la complejidad que se ha utilizado en nuestro país, la cual no puede ser desechada pero que en su instrumentación ha sido muy dañina, producto que se concibe la cantidad y calidad de trabajo aportado como un cúmulo de años de trabajo y sobre la base de un nivel calificativo formal, no sobre la base del aporte real a mediano o corto plazo y sobre la especialización de las tareas, factores que aportan mayores niveles de motivación a los trabajadores y sobre los cuales debe ser remunerado el obrero. Lo que demuestra una desconexión entre los objetivos la política salarial en función de un óptimo económico y social.

Sobre esta línea, el Dr. Pável Vidal[113]del mismo centro, parte de que la política salarial debe ir a combatir el déficit de compra del salario, para así recuperar el salario real que es lo que considera más importante. La vía que recomienda no es ni bajar los precios del mercado, ni bajar la tasa de cambio, ni aumentar el salario nominal extensivamente, ya que esto beneficiaria tanto a los que poseen altos ingresos, como a los que no. El salario debe aumentarse de forma focalizada, individualmente, según un criterio de justicia social que favorezca a aquellos sectores mas deprimidos de la economía.

Este investigador se suma al enfoque economicista, sobre la base de que un óptimo económico concebido a partir del aumento focalizado de los salarios, originaría un criterio óptimo de justicia social. De esta forma demuestra su desconexión entre estos óptimos al mencionar que el criterio focalización debe arrancar en aquellos sectores más deprimidos de la economía; por lo que no tiene en cuenta que los sectores más deprimidos de la economía nacional, en buena ley, serian los que menos aportan a la sociedad.

La Dra Viviana Togores, del CIPS, coincide conque los objetivos de la política salarial tienen que estar vinculados con la productividad del trabajo, no se pueden subir desmesuradamente los salarios si no se obtiene una productividad del trabajo que esté amparando esa subida. De lo contrario, "堼em>¿que ha pasado con la subida de los salarios?, fue asumida por la subida del precio de la electricidad, de los agro-mercados y por el tipo de cambio.[114]"

Según ella se debe tener una correspondencia entre el fruto del trabajo y la política salarial. De lo contrario, sus efectos se minimizan o se opacan con los efectos de las políticas cambiarias y de fijación de precios. Sus afirmaciones permiten ubicar su enfoque dentro del denominado economicismo, pues entiende la política salarial como una herramienta que debe utilizarse en coordinación con el resto de las políticas económicas, para lograr niveles de productividad que amparen materialmente las subidas de los salarios.

Los Doctores Oscar Echeverría y Didio Quintana, del Instituto Nacional de Investigaciones Económicas[115]aluden que se ha hecho política social a costa de la política salarial. Según ellos, a menudo se ha decidido establecer determinados incrementos salariales generalizados, con vistas a que se considere que en un momento dado las personas se encuentran en una situación difícil desde el punto de vista de sus ingresos salariales.

Estos destacados científicos plantean que el salario debe también estimular la permanencia de los trabajadores en sus empleos, pues la experiencia acumulada de años de trabajo que se pierde cuando un trabajador migra de una esfera de la economía a otra, lo que no es recuperable en muchas ocasiones con la aplicación de cursos de entrenamiento, perdiendo la empresa o la institución entonces la posibilidad de mantener o elevar su productividad.

A partir del acceso al consumo el Dr. Echevarria propone una cuestión interesante sobre el problema de los ingresos y el salario.

Según él existen dos formas de consumo referidos a la distribución y redistribución del valor creado socialmente: el que se origina de los pagos directos (salarios) por la participación de los trabajadores en los procesos de trabajo, pero que también incluye aquellos pagos directos relacionados con las pensiones a los jubilados, los estipendios a los estudiantes, la asistencia social, que es una realización del consumo que se paga pero no es por vía directa del trabajo.

La otra forma es la que se origina en la redistribución, y se encuentra por ejemplo en subsidios de precios, los servicios sociales, salud, educación, y demás. Esta parte del consumo no está vinculada con el trabajo ni a pagos realizados directamente, y entonces se distribuye según un criterio de justicia social. En la misma medida en que las estructuras de la política social sencillamente privilegian este componente, el papel del trabajo para acceder a este consumo va disminuyendo. Entonces el salario deja de ser un factor estimulante para la misma, porque además en todo esto, según el informante, hay un concepto de la economía de mercado que es el costo de oportunidades, el cual se plantea que en una economía socialista no funciona pero en términos de los individuos y de los agentes si.

En este caso, el costo de oportunidades puede ser trabajar y tener un salario para acceder a un consumo, o simplemente el ocio. En la misma medida en que el trabajo deja de cumplir esta función para acceder al consumo no pagado, el otro componente de esta relación (el ocio) va tomando peso, fenómeno que se esta reproduciendo en estos días. El gasto de gobierno, que es el que financia lo anterior, está creciendo con mayor celeridad que incluso el producto interno bruto, por tanto se van descompensando todas las relaciones.

El salario ha perdido su potencial, en tal medida, que muchas personas no saben si quiera cuánto cobran. Es que su acceso al consumo esta relacionado con otras vías de ingresos, como: "lo que se resuelve"; fenómeno que colinda con el problema de la corrupción y el desvío de recursos, lo que atenta contra productividad del trabajo.

Esta cuestión es relevante en la medida que afecta la productividad porque el salario ha perdido fuerza como factor de acceso al consumo, lo que ha producido una desarticulación en la relación trabajo- productividad.

Dentro de esta explicación apunta como otras variables de incidencia el acceso al consumo a partir de otros ingresos no provenientes del trabajo: las propinas, las remesas; que sin dudas han impactado la estructura de desigualdades de la sociedad cubana.

Estos destacados científicos, aun cuando presentan una tendencia economicista dentro de su enfoque han logrado relacionar la política salarial dentro de un engranaje social, lo que implica que la política salarial debe conciliar un óptimo económico que puede estar amenazado por la obtención de un óptimo social a toda costa.

Esto lo demuestran a partir de la diferenciación de los consumos; el directo o pagado, relacionado con el trabajo; el consumo no pagado, que se resuelve por la vía de la redistribución, o políticas sociales.

Este fenómeno suele ser muy polémico, porque contiene una gran carga moral y política, pero efectivamente esta reproduciendo una igualdad que no tiene en cuenta los principios de distribución socialista, propiciando un criterio de justicia social que protege a aquellas personas que tienen la posibilidad de contribuir al aporte y no lo hacen.

El costo de oportunidades, es explicado como un criterio de oportunidad, al cual se le suman, "lo que se resuelve", las remesas y las propinas. Son brechas que ha descuidado la política salarial y que han sido cubiertas por estas variables por lo que afectan tanto la productividad del trabajo como la estructura social, generando desigualdades que no se corresponden con el aporte de trabajo de los individuos a la sociedad. Lo que implica una integración de su enfoque al concebir los efectos de la política salarial como un sistema que combina el espacio económico.

Hemos constatado en las entrevistas realizadas que los economistas cubanos se enfocan básicamente en concebir la política salarial como un agregado exclusivo de la política económica, pues entienden su relación con la política social como perniciosa para conseguir incrementos sostenidos de la productividad del trabajo, sobre todo en su impacto sobre el eje salarios- motivación- productividad.

Su concentración sobre mencionado eje ha provocado que se centren en uno circulo vicioso que ha caracterizado a la política salarial cubana. La productividad del trabajo debe estar sustentada en niveles de motivación que no han sido satisfechos por el salario. Visto que el aumento salarial no ha sido la solución, probablemente el salario deba recuperar otras funciones que no han sido identificadas por este segmento de la comunidad científica cubana, precisamente por su enfoque economicista del asunto.

Los sociólogos, se enfocan fundamentalmente hacia la necesaria consecución de los objetivos fundamentales de la política de distribución socialista, profundizando en que ésta debe ser entendida en el socialismo como un componente esencial de la política social, que no puede enfocarse solamente como una relación de óptimos de la política económica. Si bien la política salarial cubana debe asegurar un factor diferenciador en consecuencia al aporte en calidad y cantidad de trabajo, la distribución socialista tiene que contribuir a la construcción de un hombre solidario, participativo y consecuente.

El Dr. Juan Carlos Campos[116]propone que el salario debe funcionar como satisfactor de las necesidades básicas y como objeto estimulador del trabajo y de su productividad. Si no cumple con estos objetivos las personas buscan alternativas para elevar sus ingresos, que podrán depender de su participación en los procesos de trabajo o no. También advierte el círculo vicioso que se encuentra en esta relación y la necesidad de romperlo, implementando medidas de corte monetarias, para elevar el valor real de los salarios.

Este destacado investigador, dedicado a la sociología del trabajo, asume la política salarial dentro del ya mencionado eje salario – motivación – productividad, sobre el cual reposa la responsabilidad de reproducir la fuerza de trabajo. Los ingresos que normalmente se obtienen a partir de criterios de oportunidad, y que presentan un serio impacto dentro de la estructura social cubana, conforman desigualdades no asociadas al ejercicio del trabajo. Dicho factor provoca una situación de revalorización de alternativas para aumentar ingresos que satisfagan aquellas necesidades que la política salarial descuidó.

Para este investigador la política salarial debe recuperar su papel dominante para la satisfacción de necesidades, con el objetivo de que los individuos reconsideren el trabajo socialmente necesario como la principal fuente de obtención de ingresos. Para lograr esta situación deben combinarse medidas salariales y monetarias, con el fin de recuperar el poder adquisitivo del salario real. Predomina en este sentido un enfoque economicista, aunque sus objetivos sean reestructurar relaciones sociales y prácticas cotidianas, como son las relaciones de trabajo.

Por su parte Mayra Paula Espina[117]considera que la política salarial, aunque para muchos forma parte de la política económica, es un componente esencial de la política social que ha estado muy mal tratado o subvalorado. El salario y los ingresos en general son un componente central en su conexión con el trabajo para la satisfacción de las necesidades básicas de los individuos y sus familias. También, es un componente en la toma de decisiones cotidianas, en la formación de la individualidad y la libertad. Un medidor del bienestar y del aporte a la sociedad; a partir del cual se puede manejar el tema de las desigualdades necesarias.

Este enfoque básicamente sociologista considera a la política salarial como un componente esencial de la política social, influyendo en los aspectos individuales y subjetivos de los actores sociales, como la distribución del poder dentro de la familia, la toma de decisiones personales, la formación de la identidad, la individualidad y la libertad.

La política salarial debe recuperar entonces ese espacio perdido, y contribuir a aumentar la participación de los salarios dentro del total de ingresos, de forma tal que el trabajo aportado se convierta en una medida justa para la diferenciación individual y social.

Para el Dr. José Luís Martin[118]otro destacado sociólogo estudioso de las relaciones laborales en Cuba, la política salarial debe ser un medidor no solo del valor aportado sino de la naturaleza del esfuerzo. Establecer una lógica de ingresos provenientes del trabajo que diferencie la calidad y la cantidad de este. A partir de esto debe cumplir su función de satisfacer los medios de vida del trabajador y de su familia. Servir como un mensaje que se transmita en la sociedad y que funcione como estimulo al ejercicio del trabajo.

"匡s políticas salariales que tienden a la equiparación más o menos voluntaristas en razón de objetivos sociales cuales quieres que estos fueren, los cuales pueden ser muy justos y muy bien intencionados, pero que desconocen la diferencia natural entre la calidad de los esfuerzos humanos; terminan protegiendo la mediocridad, los malos desempeños. Terminan siendo un valladar donde se ocultan todas las ineficiencias que se dan en el trabajo. Como se dan en cualquier actividad humana, de hecho es en el trabajo uno de los quehaceres del hombre donde más ineficiencias hay porque es un quehacer cotidiano妱uot;[119]

Martin entiende que el trabajo es una práctica cotidiana y natural de los seres humanos, en la cual se producen aportes desiguales. Por lo tanto la política salarial debe convertirse en un medidor de esos aportes, o lo que es lo mismo, un estimulante a la su elevación, en la medida que la satisfacción de las necesidades individuales y familiares dependan de la calidad y cantidad de trabajo que se aporte a la sociedad. En consecuencia con esto, la política salarial debe funcionar como un estimulante al trabajo que se aporta a la sociedad: que "mediante el ejercicio de este se puedan satisfacer las necesidades, y en dependencia de la calidad y cantidad de este, se podrán satisfacer mejor y más necesidades".

Este investigador presenta un enfoque integrado sobre la política salarial, ya que vincula la necesidad de que ésta se convierta en un estimulante para la realización de óptimos vinculados al ejercicio del trabajo, lo que se traduce en un desarrollo de la productividad, satisfacción de necesidades, y la realización personal.

Otra propuesta que se mueve bajo estos parámetros la abarca el Mcs. Boris Nerey Obregón[120]el cual se ha dedicado a estudiar la política salarial y los impactos que esta presenta dentro de la sociedad.

Para este investigador la política salarial debe funcionar acorde a los principios de distribución socialista. El salario debe servir como balanza del esfuerzo y el aporte que cada individuo haga a la sociedad. Por lo tanto debe establecerse como medida de las desigualdades.

Esta perspectiva se propone integrar óptimos económicos con óptimos sociales, entendidos estos, como la necesaria diferenciación social que permita establecer desigualdades, determinadas por diferenciaciones en el acceso a satisfacer necesidades materiales y espirituales en dependencia del aporte que cada individuo haga a la sociedad con su trabajo.

Los sociólogos han entendido de forma diferente a los economistas la mencionada satisfacción de necesidades que debe asegurar la política salarial. En este sentido para los enfoques más economicistas, esta es entendida como la reproducción de la fuerza de trabajo, de forma tal que la satisfacción de necesidades concluya en el aseguramiento de la fuerza laboral para los procesos productivos. La versión más radical del sociologismo, entiende la satisfacción de necesidades como la pura satisfacción de la necesidad que posee el ser humano de relacionarse y desarrollarse mediante el ejercicio del trabajo. Entre estas dos vertientes extremas se ubican los enfoques que tratan de orientar la política salarial a la consecución de un óptimo que integre lo social y lo económico sin que medie entre ellos una relación de subordinación.

La opinión generalizada en este sentido por la comunidad científica entrevistada es que efectivamente los objetivos de la distribución socialista y la política salarial hoy en día no se cumplen. Lo anterior ha implicado un desajuste en el desarrollo económico y social del país. Los fundamentos expuestos a esta afirmación se resumen de la siguiente manera.

Las ideas manejadas sobre la base de enfoques matizados por la economía reflejan que el salario ha perdido su fuerza movilizadora y estimuladora de la productividad por su desconexión con el aporte del trabajo. Esto se ha compensado por factores subjetivos y objetivos que no establecen óptimos en la productividad del trabajo y desvirtúan el proceso productivo.

El Dr. Everleny menciona que: "El salario en Cuba hoy no es la fuente estimulante del trabajo, muchas personas trabajan por conciencia, muchas personas trabajan porque les gusta lo que hacen, muchas personas trabajan porque piensan que el futuro va a mejorar, pero el salario no es el elemento motivador".[121]

Los Drs. Echeverría y Quintana argumentan expresando lo siguiente: "婮clusive muchas gente trabajando para el estado cuando le hacen entrevistas, lo primero que pregunta el que demanda empleo es (que se resuelve aquí) lo que esta interesando no es cuanto le pagan cual es la norma sino el que se resuelve妱uot;[122]

Estos comentarios muestran alternativas no relacionadas con los principios de distribución socialista, que se constituyen en una práctica cotidiana sobre la cual los individuos logran satisfacer un conjunto de necesidades desconectadas del salario. Por lo tanto, "lo que se resuelve" desplaza al trabajo en la medida que los ingresos no salariales logran satisfacer un mayor cúmulo de necesidades. De esta forma se conforman niveles de diferenciación social y desigualdades ilegitimas o espurias dentro de la sociedad, a partir de la posibilidad que posean los individuos para poder "resolver".

En contraposición se encuentran aquellos factores subjetivos que mencionaba Everleny, a partir de los cuales muchos trabajadores se desempeñan en actividades con bajos niveles de ingresos pero altos niveles de satisfacción personal, (satisfacción personal que no excluye la posibilidad de resolver algo).

Según el Dr Pavel Vidal uno de los aspectos que está influyendo de manera negativa sobre los óptimos económicos es la marcada desconexión que existe entre el conjunto de ministerios encargados de hacer política económica de una u otra forma, lo que provoca que los esfuerzos que se realizan por una parte sean anulados por otra.

"No se ha implementado conjunto a las medidas de tipo monetarias, fiscales, de precios y cambiarias; una reforma estructural que aumente la productividad." [123]

Por su parte el Msc Boris Nerey también se pronunció corroborando esta afirmación: "奮 la ultima reforma salarial que se hizo, uno de los objetivos básicos era aumentar el poder adquisitivo, sin embargo rápidamente se elevaron los precios, entonces el esfuerzo que se hizo en la reforma salarial se quedo en nada, una de las condiciones que se puso para que la reforma salarial fuera efectiva era que los precios se congelaran, al final hay toda una serie de inconexiones ente las políticas salarial y el resto de las políticas妱uot;[124]

Los economistas continúan argumentando las deficiencias de la política salarial y su impacto a partir de una mala gestión de sistemas de estimulación. Lo anterior ha provocado efectos negativos, debido a que se desvían de su objetivo principal, estimular al trabajador por su buen desempeño, y en la actualidad se han convertido en un suplemento al déficit salarial. Han perdido su potencial para aumentar la productividad, convirtiéndose en un medio de vida indispensable, cumpla o no el trabajador con ese extra productivo. Dicho aspecto ha impactado desfavorablemente en la movilidad laboral, desplazando a los trabajadores hacia aquellas áreas donde se producen dichos estímulos, que los privilegian en detrimento de los sectores de la economía que no los ofertan.

El siguiente comentario de los Drs. Echeverría y Quintana ejemplifica lo mencionado anteriormente: "Las formas de pago y estímulo no se pueden generalizar, cada esfera, área, cada territorio, tiene sus especificidades y por tanto es aplicable una determinada forma, lo que no se puede perder de vista es que a veces esas diferenciaciones que se hacen contribuyen a conspirar contra los objetivos básicos de la política salarial, y a propiciar la migración como hubo en los 90 y pico de la gente hacia el turismo, buscando propina buscando la estimulación que se da también al respecto, y sencillamente las demás áreas se quedaron desarticuladas".

Esto ha provocado que a los estímulos se acceda según criterios de oportunidad en diversos sectores de la economía nacional, al no estar vinculados con un mayor aporte a la sociedad, sino con la oportunidad de pertenecer a ramas o sectores económicos que a igual trabajo ostentan mayor remuneración. De esta forma los estímulos se convierten en ejes de desigualdades ilegítimos dentro de la sociedad cubana.

Otro factor desarticulante es que en el diseño del sistema salarial se encuentran un conjunto de incongruencias que desaprovechan la posibilidad de establecer óptimos económicos y sociales, por mala gestión y medición de sus elementos.

El Dr. Francisco Alonso expone que no existe una verdadera medición de la complejidad del trabajo, lo que provoca una desarticulación de las premisas que sustentan el sistema salarial cubano, y una inadecuada aplicación de las políticas salariales.

Los siguientes ejemplos mencionados por este autor demuestran la desarticulación que existe dentro del sistema salarial producto de una mala medición de la complejidad, entendiendo esta como el aporte en cantidad y calidad, lo cual produce según él efectos negativos: "堳e para alguien[125]por ahí y te dice, – yo estoy ganando 1000, 1200,1300 pesos; como salió el otro día en la televisión, y otro que decía – yo soy fiscal pero me van a aumentar 400 pesos; tu dices 400, pero comparado con los 1300, vamos a poner que gane 800, o 900, pero no se puede comparar el trabajo de un fiscal con el de un agricultor con todo el respeto妱uot; (婠"堳i vemos la pensión mínima, actualmente va a subir a 200 pesos, el salario mínimo esta en 225 pesos, una diferencia ínfima, una diferencia de 25 pesos entre una persona que esta retirada y el mínimo de salario, siempre tiene que existir una determinada proporción que generalmente es del 60% no? o sea digamos a una salario de 225 correspondía mas o menos un retiro de 135, evidentemente estas medidas no tienen un carácter desde el punto de vista técnico ,es un interés evidentemente político妱uot; .[126]

De esta forma se demuestra como la política salarial establece desigualdades ilegitimas. El primer ejemplo demuestra que dicha política ha desarrollado diferentes salariales a trabajos iguales según sectores de la economía. El segundo demuestra que irónicamente la política salarial tiende a desarrollarse aumentando el grado de homogenización social.

Nerey expresa la necesidad de repensar el tema de la complejidad del trabajo como base para medir el aporte a la sociedad, mencionando que este influye sobre la premisa de igual trabajo igual salario. Para Nerey, los métodos utilizados para medir la complejidad del trabajo son muy rudimentarios[127]por lo que resultan deficientes para definir diferencias salariales. La argumentación está construida sobre la base de que los factores que determinan la complejidad contienen una gran carga subjetiva, los cuales son muy difíciles de ajustar a una determinación precisa.

Las cinco grandes divisiones de la complejidad, (obreros, servicios, administrativos, técnicos, dirigentes), implican que deben existir contenidos de trabajos específicos para cada grupo. Las características de los nuevos procesos productivos demuestran en la realidad que esto no se cumple; hay obreros con funciones de dirección, técnicos en funciones de administrativos, y lo mas curioso, técnicos y administrativos, realizando funciones de obrero. Esto se encuentra dentro de una relación entre calificación formal-desempeño, que se ha transformado con el desarrollo de los procesos productivos y las características especificas de la sociedad cubana, y han hecho obsoletos los métodos tradicionales para el análisis de la complejidad.

Por lo tanto las estimaciones sobre salario y estimulación que se elaboren sobre esta base, serán estimaciones que no se corresponden en la realidad con el esfuerzo, lo que trae consigo que los salarios se conviertan en un elemento enajenante para el obrero y un freno a la productividad del trabajo.

Este autor insiste sobre la necesidad de que la política salarial se convierta en un factor desenajenante del trabajo, convirtiendo al obrero en un sujeto activo, comprometido, cooperativo y participativo en el proceso de producción, planteamientos afines a los principios socialistas de distribución. Nerey acuña que en la actualidad: "Al final no es el propio trabajador el que decide como va a producir, que va a producir, y que parte de la riqueza que el crea se va a destinar a que cosa, y entonces el fruto del trabajo sigue siendo para el trabajador una cosa ajena, por eso se habla por ejemplo de nuevos tipos de enajenación, que al final van tanto en contra de la productividad como de la posibilidad de construir relaciones sociales de producción de nuevo tipo. La manera en que se ejecuta, se organiza y se diseña la política salarial tendría que ver precisamente en como resolver ese problema, acercando las formas en que se organiza el salario a las personas que generan las riquezas, no hay otra vía si se quiere ser socialista." [128]

El problema de lograr que a igual trabajo corresponda igual salario se comunica con los fenómenos mencionados con anterioridad, las premisa sobre las cuales están construidas la escala salarial cubana y sus calificadores, los cuales miden de manera deficiente la complejidad del trabajo, y posibilitan la obtención de salarios mayores según criterios de oportunidad, referidos al poder de influencia que pueden ejercer algunos ministerios a favor de aumentar los salarios de sus trabajadores provocando salarios desiguales con iguales desempeños.

La política salarial, en tanto basamento del principio de distribución socialista, debe funcionar como delimitador de las desigualdades dentro de la estructura social porque delimita la legitimidad de los ingresos obtenidos.

Los destacados economistas Echeverría y Quintana corroboran dicha afirmación: "峩 somos una sociedad de trabajadores, somos una sociedad de asalariados, y por lo tanto corregir las desigualdades debe transitar por una adecuada y consistente política salarial, si no, no vas a resolver el problema妱uot;[129]

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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