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Arte y diseño en discusión (página 2)

Enviado por Tulio Fornari


Partes: 1, 2, 3

Como vemos, diferentes personas, con variadas formaciones culturales e intereses (jueces, aficionados al fútbol, desnudistas, burócratas, comerciantes…) discreparon tajantemente en cuanto a que determinados hechos fueran o no de índole artística.

Pero resulta que también artistas, practicantes de las "artes plásticas"pongamos por caso, y también críticos de arte, igualmente suelen disentir entre ellos de manera terminante acerca de la artisticidad de ciertas obras. Un caso famoso, y muy representativo acerca de lo dicho, es lo ocurrido en relación a algunas obras de Marcel Duchamp (artista de quien uno de sus muchos admiradores famosos, Octavio Paz, dijera que él junto con Picasso fueron los dos pintores que mayor influencia ejercieron en el siglo XX) En 1912 Duchamp presentó su cuadro Desnudo bajando una escalera en el Salón de los Independientes de París, al que retiró de la exposición ante las manifestaciones de rechazo por parte de público y críticos, pero en gran medida por la desaprobación del pintor cubista Henri Le Fauconnier, y sin embargo la misma obra fue aclamada al año siguiente en Nueva York. Residiendo en Estados Unidos, Duchamp fue socio fundador de la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York y jurado de las exposiciones organizadas por dicha institución; para la muestra de 1917 presentó, incógnitamente, la "obra" Fuente, firmada con el seudónimo R. Mutt, consistente en un mingitorio de porcelana colocado boca abajo, adquirido en un comercio de artículos sanitarios, a la que el jurado, inmediata, airada y unánimemente, inhabilitó para ser exhibida.

De ahí que ha habido quienes plantearon la indefinibilidad del arte -como ciertos discípulos de Wittgenstein [5], y entre nosotros Manuel López Blanco, por dar sólo dos ejemplos de entre los muchos posibles- lo que llevaría a reformar el aforismo de Croce, convirtiéndolo en una paradoja tal como "el arte es aquello que nadie puede definir qué es", esto a pesar de que innumerables entendidos (artistas, críticos de arte, galeristas, filósofos, antropólogos, profesores de arte y estética, inversores capaces de pagar sumas millonarias de dinero en una obra de arte, como lo fue quien en 2002 compró por algo más de 104 millones de dólares el cuadro Muchacho con pipa de Picasso, subastado en la galería neoyorquina Sotheby´s, pero que ha sido superado en 2006 por el comprador de la obra de Gustav Klimt Retrato de Adela Bloch-Bauer,por la que pagó 135 millones de dólares) estén muy seguros de que sus definiciones de arte son válidas.

Entonces, pareciera que sería más práctico este otro aforismo: "el arte es aquello que cada quien puede opinar qué es", por lo que en esta época, tan afecta a las encuestas, sería posible trazar un mapa semántico-estadístico de los distintos significados que se le atribuyen al término arte y a las denominaciones de sus diversas manifestaciones, registrándose en qué proporciones varían las diferentes opiniones, de lo cual el siguiente es un ejemplo aproximativo: en una encuesta realizada en Argentina en abril de 2005 [6] que abarcó a 10,821 consultados, pertenecientes mayoritariamente a clase media, se formuló la pregunta: "¿Cree que hacer música electrónica es más fácil que componer otros géneros?", pudiendo las respuestas haber sido algunas de las siguientes: Sí, porque es sólo máquinas y grabaciones / No, es igual de creativa / No la considero música. Se obtuvieron en ese orden estos resultados: 39,5%, 31,2% y 29,3%. A partir del hecho de que la música es considerada en ese medio social unánimemente como arte, se comprueba que casi un tercio de los encuestados opinó que la música electrónica no es música, por lo que para esa minoría quedó tácitamente descalificada como arte, aunque para la mayoría sí es música y por lo tanto arte, lo cual no significa que la minoría estuviera equivocada y la mayoría acertada, ya que este resultado sólo sirve para informarnos cuál fue el estado de opinión del grupo consultado acerca del tema en cuestión.

2- Análisis terminológico

No dudamos que en este tiempo de expansión mundial de la cultura occidental, a gran parte de la humanidad ni remotamente se le ocurriría negar la existencia de algo llamado arte, pero sin embargo resulta llamativa la confusión reinante acerca del tema, que lo ha convertido en un verdadero galimatías, por lo cual, tratando de superar en algo esta situación, es conveniente remitirse, aunque sea muy brevemente, a los orígenes del término y de otros relacionables con él, así como a sus evoluciones semánticas en el marco de la cultura occidental.

Como es bien sabido, muchas palabras de varias lenguas modernas provienen de voces latinas y griegas, tal como ocurre con algunos términos básicos del tema que estamos tratando. Así, se suelen atribuir varias etimologías al término español arte (también arte en italiano y portugués, art en inglés y francés):

Uno de ellas, poco mencionada, se remontaría al vocablo pre-helénico artao que en uno de sus sentidos significaba "juntar partes" [7] esto es, lo que llamamos componer (del latín componere) cuyo resultado es la composición, lo que se manifiesta en expresiones actuales como "composición musical (sonidos reunidos)" o "composición arquitectónica (elementos edilicios reunidos)" por lo cual, en ciertas escuelas y facultades academicistas de arquitectura, aún hace poco más de cincuenta años continuaba impartiéndose un curso de Elementos Arquitectónicos, en el que se enseñaba cuáles eran las partes constitutivas de los edificios, y a continuación otros, de Composición Arquitectónica, en los que se enseñaba el "arte" de reunir adecuadamente aquellos elementos. Aunque también se opina que arte es la "traducción del término griego poiesis ("acción, fabricación, creación"), denominador de todo lo que el hombre hace, sea artesano o artista" [8], del cual se derivaron poesía y poética (aclaramos que algunos autores consideran que poiesis aludía a un accionar fabricativo rutinario de base fundamentalmente empírica, mientras otros opinan que remitía a un accionar creativo mucho más intelectualizado e imaginativo, siendo este enfoque el que parece concordar más con el sentido actual de poesía y poética)

Otro origen de arte, considerablemente más difundido, se remontaría a la voz latina ars cuyo significado era "habilidad (no innata, sino adquirida por el aprendizaje), destreza, oficio" [9], vocablo que para algunos etimólogos era equivalente al término griego tekné (a su vez, de tekné se derivó también el término latino technica, del que proviene nuestra palabra técnica)

De arte también provinieron artefacto (del latín arte factum), esto es, algo hecho con arte, y artificial (del latín artificialis), lo que significa algo no natural por ser de factura humana, y diferente, por ello, de todo lo generado por la naturaleza. En consecuencia, ateniéndonos a lo anterior, la totalidad de la producción antropogénica tanto de índole material como mental estaría constituida por artefactos; así, aunque de distinta naturaleza física, serían igualmente artefactos tanto la concepción imaginativa de un producto como la obra tangible resultante del hacer fabricativo, siendo entonces los primeros artefactos inconcretos y los segundos artefactos concretos.

3- Evolución clasificatoria de las artes occidentales hasta el Siglo XXI.

3-1 Edad Antigua

Según lo expuesto, pareciera que en la antigüedad grecolatina arte, poética, técnica (a lo que en cierto modo se agregaban filosofía y ciencia) resultaban ser términos prácticamente sinónimos, aunque ello no era totalmente así pues arte (tekné o ars) era el nombre genérico dado a una cantidad grande de diversos haceres productivos físicos y psíquicos, por lo que al hacerse referencia al arte de la poesía o de la geometría, pongamos por caso, el término arte adquiría una connotación diferente a cuando se hacía referencia al arte de la alfarería o de la construcción edilicia, y así siguiendo. Por ello, con el pasar del tiempo, se fueron concibiendo varios agrupamientos taxonómicos de las artes singulares en función de las semejanzas y diferencias que se iban advirtiendo en ellas a la luz de diversos enfoques ideológicos. De esa manera, en el ámbito cultural grecoromano, a lo largo de varios siglos se forjaron diversas clasificaciones de las artes, de las que mencionaremos unas pocas, basadas éstas en criterios tales como los referidos a sus finalidades, a sus jerarquías y a los tipos de actividad productiva que requerían.

Así, los sofistas griegos (S.V a.n.e) distinguían las artes destinadas a satisfacer necesidades consideradas de índole principalmente física, a las que llamaron artes útiles (metalurgia, carpintería, zapatería, arquitectura, alfarería…), de las destinadas a satisfacer necesidades entendidas como de índole predominantemente psíquicas, a las que llamaron artes agradables (pintura, escultura, música, oratoria, geometría, lógica…)

Por su parte, el romano Cicerón (S.II a.n.e) dividió a las artes, según su importancia jerárquica, en tres categorías: artes superiores (política y milicia), artes medias (filosofía, poesía, oratoria) y artes menores (escultura, pintura, música, teatro, atletismo…)

En tanto el griego Galeno (S II ), tomando en cuenta la índole productiva principalmente corporal o mental de las prácticas artísticas, asociándolas además a la condición social de sus ejecutantes, las dividió en artes serviles o vulgares, llevadas a cabo de modo fundamentalmente manual por esclavos y ciudadanos de condición social baja, y artes liberales, ejecutadas de manera eminentemente intelectual por personas libres de condición social elevada, clasificación que conllevaba indudablemente una clara diferenciación clasista.

Es fácil advertir que esas clasificaciones no eran en principio necesariamente antagónicas entre sí, sino que frecuentemente podían resultar complementarias. Para ejemplificar esto consideremos las artes de la alfarería y de la geometría: la alfarería sería un arte útil-menor-servil, porque sus artefactos apuntaban prioritariamente a satisfacer necesidades físicas de sus destinatarios (artisticidad útil), siendo por ello escasa su jerarquía (artisticidad menor), además de que su valor sociocultural era ínfimo porque los agentes productores eran en su mayoría esclavos y gente humilde (artisticidad servil); la geometría, por su parte, sería un arte agradable-medio-liberal, porque sus artefactos estaban destinados básicamente a proporcionar disfrute intelectual (artisticidad agradable), pero que, aunque siendo de mayor rango que las artes bajas (artisticidad media) resultaba inferior al de las artes superiores propias de políticos y guerreros encumbrados, aunque sus practicantes pertenecían al estamento de las personas libres y cultas (artisticidad liberal). Pero también son advertibles contradicciones parciales entre aquellas clasificaciones ya que, bastándonos un solo ejemplo, en tanto los sofistas incluían en una misma categoría a la oratoria y la pintura, considerándolas artes agradables, Cicerón las ubicaba en categorías diferentes, adscribiendo la oratoria a las artes medias y la pintura a las artes menores.

Pero, cualesquiera fuesen sus léxicos y clasificaciones, lo cierto es que numerosos filósofos griegos y romanos despreciaban las artes "materiales" (no siendo para ellos, en definitiva, más que artes menores muy inferiores a las artes "espirituales") a la par que desestimaban lo artificial (propio de la obra material humana) por considerarlo algo de ínfimo valor respecto a lo natural. Un término griego para designar las artes fundamentalmente manuales era mekanikos (mecánicas), originado en mekhane (máquina, aparato, artefacto) y éste en mekhos (medio, dispositivo) de ahí que artes mecánicas eran las que se valían de instrumentos productivos materiales que incluían las llamadas máquinas simples tales como planos inclinados, tornos, poleas, palancas…; pero también se empleaba para estas artes la voz banausía, que connotaba desprecio, considerándoselas así como algo "grosero y vulgar", deshonroso para quienes las practicaban, siendo la expresión romana equivalente "moechor aris", cuyo significado se refería a envilecer, adulterar, despreciar" [10] (todo lo cual, considerado desde nuestra época tan maquinista, resulta poco menos que inverosímil) En cambio, lo honorable para las personas libres era el cultivo de las siete artes liberales reputadas más elevadas: gramática, retórica, dialéctica, aritmética, geometría, música y astronomía. Sin embargo, al margen de las opiniones de aquellos filósofos, otros sectores evidenciaban valoraciones antagónicas respecto a las de ellos; tales son los casos, dando sólo dos ejemplos, uno griego y el otro romano, de lo ocurrido en relación al escultor Fidias, al arquitecto Marco Vitruvio y a sus obras: Fidias considerado el artista más prestigioso en su propio tiempo (fama que como sabemos aún perdura), protegido nada menos que de Pericles, fue el autor de muchas realizaciones escultóricas famosas, siendo una de las más destacadas la estatua de Zeus erigida en el santuario de Olimpia, obra considerada en la antigüedad una de las siete maravillas del mundo; Vitruvio, conceptuado por el poeta Sidonio Apolinar como "uno de los primeros artistas del mundo", actuó profesionalmente en las áreas de la arquitectura y la hidráulica en tiempos de César y Augusto -habiendo obtenido de éste una pensión vitalicia- aunque su obra más trascendente fue el tratado De Architectura (más conocido como Los diez libros de arquitectura) que aparte de ser muy apreciado en su época ha venido concitando reconocimiento desde entonces al punto de que todavía se lo sigue reeditando.

3.2- Edad Media

En la Edad Media se difundió una clasificación de las artes (atribuida por algunos autores a Juan Scoto Erígena -S.IX- y por otros a Juan de Dinamarca -S.XIII-) que las agrupaba en dos grandes sectores, el de las Artes Liberales, que eran las siete ya enumeradas (gramática, retórica, dialéctica, aritmética, geometría, música y astronomía), y el de las Artes Mecánicas, que eran todas las restantes -esto es, aquellas de las que se consideraba que para su ejercicio se requería mucho más de la habilidad manual que de la intelectual- y que, consecuentemente con los criterios antiguos, seguían siendo muy desestimadas. Esto a pesar de que en la baja edad media las artesanías urbanas iban ganado mucho en cuanto a su apreciación social, porque al ir aumentando la cantidad de ciudades, llamadas burgos, se fue ampliando la población plebeya de burgueses, compuesta en su mayoría de comerciantes y artesanos libres (éstos agrupados en diversos gremios de acuerdo a sus oficios), ubicados por ello en una posición superior a la de los siervos rurales. "El término artista (presumiblemente acuñado entonces) podía servir para designar tanto a cualquier vulgar artesano, como a un letrado practicante de las artes liberales" [11]

3.3- Edad Moderna

El Renacimiento, período de una notable renovación cultural, incluyó, entre otros hechos destacables, una mayor valoración social de las artes mecánicas y de entre ellas especialmente las de la pintura, escultura y arquitectura, por lo que pintores, escultores y arquitectos comenzaron a ser diferenciados apreciativamente de los practicantes de otros oficios y la denominación de artistas les fue siendo más conferida a ellos que a los restantes artesanos, con los que progresivamente comenzaron a ser situados al nivel de quienes ejercitaban las artes liberales ("El arte es cosa mental" decía Leonardo da Vinci) en ciertas de las cuales también se destacaron varios de ellos (caso paradigmático es el de Leonardo, quizá el más prominente homo universalis renacentista, que "fue pintor, escultor, ingeniero, arquitecto, físico, biólogo, filósofo, geómetra, botánico, modisto, inventor de juegos de salón, de máquinas simples y complejas, cartógrafo, autor de tratados de óptica, de cocina, de pintura, diseñador de jardines, decorador de interiores, urbanista, …" [12]

En ese período los artistas llegaron a ser tan exaltados que Giordano Bruno, opinando acerca de las condiciones de algunos de esos hombres, los llamó artistas de ingenio (ingenium), atribuyéndoles dotes que más adelante serían las caracterizadoras del artista genio (condición exaltada al máximo en tiempos del romanticismo decimonónico). Por esas razones numerosos artistas lograron la protección de poderosos mecenas (reyes, príncipes, papas, cardenales, banqueros, comerciantes acaudalados…), llegándose al caso de que "en una oportunidad, el Papa Paulo III defendió a Benvenuto Cellini, acusado de asesinato, argumentando que hombres únicos como él no deben someterse a las leyes" [13] (¿anticipo del "star sistem?)

Consecuencia de todo ello fue el establecimiento de una diferenciación jerarquizante entre Artes Mayores -pintura, escultura, arquitectura, música, literatura, danza, teatro, ópera (ésta creada precisamente en el Renacimiento)- y Artes Menores, englobadoras de las restantes producciones artesanales. Distinción ésta que va anticipando la que será luego una división muy marcada entre artes y artesanías u oficios, productoras las primeras de "obras únicas" y de "obras múltiples"las segundas.

Durante el Bajo Renacimiento Italiano comenzaron a fundarse academias (instituciones pedagógicas herederas del nombre de la muy antigua escuela de Platón) destinadas a la formación de artistas claramente diferenciados ya de los artesanos, siendo la primera la Academia de Dibujo de Florencia creada por Giorgio Vasari, y la segunda la Academia de San Luca de Roma. A fines de este período, en 1582, el pintor Ludovico Carracci fundó en Boloña la Academia de los Encaminados, o Del dibujo y del Natural; en ella se estudiaban temas como anatomía, proporciones, perspectiva, arquitectura… aparte de ser un ámbito de debates referidos a cuestiones literarias y filosóficas. Se la considera la primera academia clasicista moderna por estar basada en la recuperación, después del período manierista, de los preceptos canónicos de la Antigüedad Clásica y del Alto Renacimiento (postura que ha llevado a que se llegue a opinar de ella que "inauguró el espíritu dogmatizador que originó la calificación peyorativa de academicismo [14]" por lo que se constituyó en la simiente de las innumerables escuelas y academias de arte que, con sucesivas adaptaciones a los tiempos, la sucedieron aún hasta nuestro días.

Posteriormente, ya en tiempos de la Ilustración (S.XVIII), se produjeron ciertas novedades taxonómicas importantes: Charles Batteaux, en su libro Les Beaux Arts réduits à un même principe (1746), introdujo una clasificación que comprendía tres clases de artes: Artes Mecánicas ("artes de utilidad") /Bellas Artes, precisando con esa nueva denominación que se trataban de "artes relacionadas con la belleza" ("artes de deleite": danza, escultura, música, pintura, poesía,) / Artes Intermedias ("artes que combinan utilidad y deleite": arquitectura y retórica). A su vez, en la famosa Enciclopedia Francesa publicada entre 1751 y 1772, "Diderot separaba las artes liberales de las mecánicas, mientras que D’Alembert denominaba ya a las artes liberales Bellas Artes y Bellas Letras, del mismo modo que las artes mecánicas pasarán a llamarse Técnicas"[15] De este modo artes y técnicas fueron separadas teóricamente, constituyéndoselas en clases opuestas en función del valor diferenciador belleza, supuestamente sólo poseída –fueses como propiedad o atributo- por los productos de las primeras. Por su parte Kant, en Crítica de la Facultad de Juzgar (1790) establece el binomio Arte Mecánico / Arte Estético, diciendo que "éste es: o arte agradable, por tener como intención inmediata el placer, o bello, por bellas artes".

Y también "a partir del siglo XVIII, cuando se especifican las disciplinas filosóficas, arte y ciencia son objetos de dos filosofías distintas: mientras la epistemología se ocupa del saber científico, la estética o ciencia del conocimiento sensible se ocupa del arte" [16]

De resultas de lo anterior, al influjo de una ideología analítica disociadora, el antiguo campo cultural de las téknaiars terminó siendo parcelado en cuatro áreas principales: Bellas Artes (la expresión Bellas Artes está referida comúnmente a las Artes Plásticas, por eso suele utilizarse como complemento la expresión Bellas Letras, atinente a las Artes Literarias, a fin de que el término genérico Artes abarque ambas modalidades artísticas) / Técnica (en vez de Artes mecánicas) / Ciencia / Humanidades; concepción que, aunque crecientemente debilitada, ha sobrevivido hasta nuestros días, como lo demuestra la organización académica por áreas que refleja tal clasificación, propia de muchas universidades.

Hay que destacar que en este siglo se originó en Alemania un movimiento literario de nombre Sturm und Drang ("tempestad y pasión") que, reaccionando contra el racionalismo iluminista, dejó de lado la preceptiva clasicista exaltando la expresión emocional individual, constituyéndose en el germen del romanticismo, tendencia artística que en el siglo siguiente se expandió rápidamente por Europa y América, sentando las bases de algunas actitudes cuyos ecos, como veremos más adelante, aún resuenan en la actualidad.

También es señalable el aporte teórico hecho en la misma época por el filósofo y dramaturgo G.E.Lessing al enunciar que los elementos constitutivos de las artes son signos, los cuales varían según cada género artístico, anticipando, de esta manera, el advenimiento de la semiótica estética.

Igualmente debemos tomar en cuenta que en ese entonces se consideraron categorías estéticas fundamentales no sólo la belleza sino también la sublimidad. Kant, por ejemplo, entre otros filósofos que reflexionaron acerca de la cuestión de la oposición de dichas categorías, en su obra de 1764 Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime, considera sublime "a lo que produce algo terrorífico, infunde un suave terror, un asombro inmóvil, un horror delicioso" [17]

Antes de continuar desarrollando la revisión de clasificaciones artísticas nos parece oportuno indagar algo más acerca de las nociones belleza, estética, que a partir del S.XVIII pasará a estar estrechamente relacionada con la primera y técnica, que en la misma época pasará a considerarse en cierto sentido como antítesis de arte.

3.3.1- Belleza

Si como hemos indicado, la creación de la categoría bellas artes es relativamente reciente, las nociones de bello y belleza, en cambio, son de larga data; en efecto, ya en la antigüedad griega existía el término kalón ("bello") del que se derivó to kalón ("belleza") en tanto los antiguos romanos usaron pulchrum como equivalente de kalón, hasta que en el Renacimiento comenzó a emplearse en su reemplazo la voz bellus de la que provienen nuestros bello y belleza.

Platón, en El Banquete, consideró que "la belleza es el esplendor de la verdad", siendo lo verdadero el ser de las cosas, su esencia, que a su vez remite al Ser de la totalidad de los entes, esto es, al Ser del universo. De ahí que la Belleza suprema sería en definitiva el resplandor del Cosmos, según el término pitagórico (entendido éste como un todo ordenado dotado de belleza y no un caos), que fue reemplazado por Dios en el medioevo y por Naturaleza en el Renacimiento. Por lo tanto, para los pensadores de aquellos tiempos, la belleza de las cosas, incluidas las obras humanas (artefactos) no serían bellas por sí mismas sino, en caso de lograrlo, por ser meros "espejos" reflectantes de algo del fulgor de la Belleza del Ser, esto además de que ellos establecían lazos de implicación entre belleza, bien y verdad (Sin embargo Platón, en una etapa de su vida filosófica, había sostenido que las obras de arte miméticas, como pinturas y esculturas, presentaban realidades aparentes, ilusorias, inexistentes, falsificadoras de la verdad del Ser y por consiguiente de su belleza, por lo que en La República llegó a proponer que por el bien del estado los artistas productores de tales obras no tuvieran cabida en ella, para evitar así que dañaran a sus ciudadanos).

En cuanto a cómo se podía acceder al conocimiento de esas "verdades", para unos lo era por una suerte de iluminación intuitiva ("Así, por ejemplo, en uno de los fragmentos de Demócrito se dice que el alma poseída de entusiasmo recibe los efluvios divinos y da nacimiento a una ‘visión poética’. De este modo, el poeta inspirado por la divinidad alcanza una visión de la totalidad del Cosmos, que luego se revela en la obra de arte" [18]) mientras que para otros, como lo fueron los pitagóricos, por ejemplo, aquella búsqueda de conocimiento debía procurarse mediante la investigación de ciertas propiedades del mundo y sus relaciones, de entre las que destacaban las de orden, simetría, ritmo, armonía, proporción…; cualidades que fueron siendo establecidas como fundamento de la "belleza clásica" y de las que se derivaron a lo largo del tiempo diversos cánones o paradigmas de belleza (en cierto modo coincidentes con algunos de los principios establecidos en el siglo XX en la ley de la buena forma, elaborada por psicólogos gestaltistas, según la cual la calidad perceptual depende de características aparenciales de los objetos-estímulo tales como regularidad, simetría, armonía de conjunto, homogeneidad, equilibrio, sencillez, concisión, orden) que fueron siendo complementados con diversos instrumentos de diseño que van desde las muy antiguas "correcciones ópticas" griegas hasta el "Modulor" de Le Corbusier.

En tiempos del Renacimiento, entre los tantos cambios culturales que se fueron produciendo, se inició una ruptura con la tradición artística medieval (considerada bárbara o goda -de ahí el término gótico-) debida a la recuperación admirativa de la antigüedad greco-romana, aunque simultáneamente ciertos teóricos, como Vasari (considerado el primer historiador del arte en Italia) por ejemplo, comenzaron a manifestar actitudes críticas ante algunas concepciones heredadas de aquel pasado, como la concerniente al mero papel especular que le venía siendo atribuida a la obra de arte en relación a una belleza exterior a ella, y a partir de entonces "se quiebra la noción de belleza, que para los griegos y cristianos era única (porque el Cosmos es uno y Dios creador es uno), en tantas nociones de belleza como modelos artísticos sirven para caracterizar un artista, una escuela, una tendencia, etc."[19] Así fue quedando cada vez más legitimada la pretensión de que las obras de arte pudieran ser bellas en sí mismas y no por reflejo de una belleza extra-artística (aunque creadores tan prominentes como Leonardo continuaron creyendo que el arte no produce belleza, ya que, en tanto hubiera belleza en las cosas naturales, el artista sólo copiaría o transfiguraría aquella cualidad [20]) concepción que se fue consolidando durante los siglos XVII, XVIII y XIX al punto que Cèzanne planteó que "el arte es una armonía paralela a la naturaleza" y, yendo aún más lejos, Oscar Wilde ideó el célebre aforismo "la naturaleza imita al arte",contradictor de la durante tantos siglos respetada sentencia aristotélica "el arte imita la naturaleza", queriendo, tal vez, hacernos tomar conciencia de que la apreciación estética de ella la hacemos a partir de una visión que nos ha conferido el arte, de ahí que haya quien ante un amanecer brumoso sobre un mar agitado pueda decir "parece de Turner".

Desde muy antiguo, paralelamente a las elucubraciones metafísicas acerca de la belleza que la relacionaban con el Ser u entes relativamente equivalentes -además de hacerlo con el bien y la verdad- se fueron planteando otras concepciones, algunas claramente relacionadas con sentimientos y sensaciones que los objetos perceptibles suscitarían en los sujetos percipientes. Así, por ejemplo, los sofistas griegos (siglo V a.n.e) entendían a la belleza como "lo que resulta agradable a la vista o al oído", mientras que Aristóteles (siglo IV a.n.e) la definía como "aquello que, además de bueno, es agradable", y el hedonista Epicuro (siglo III a.n.e) la caracterizaba al igual que los primeros como "lo agradable para los ojos y el oído". Durante el Renacimiento cada vez más se fue llamando belleza al aspecto agradable de las obras de arte, y a fines del siglo XVIII Kant, aunque siendo de filiación filosófica idealista, afirmó en La Crítica del Juicio (tratado acerca de la percepción sensorial y la belleza artística) que "un objeto agradable es bello", y en el umbral del siglo XX Santayana planteó que la belleza es "placer objetivado"…En tanto otros, desde una óptica practicista entendían la causa de la belleza de otra manera, como Sócrates (siglo V a.n.e), en este caso, al enunciar que "un cesto de mimbre podía ser bello y un escudo de oro feo, si uno estaba bien hecho para su finalidad especial y el otro no", o Adam Smith (siglo XVIII) dos mil años después, al afirmar: "Que la utilidad es una de las principales fuentes de la belleza, es algo que ha sido observado por todo aquel que con cierta atención haya considerado lo que constituye la naturaleza de la belleza (…) Que la idoneidad de cualquier sistema o máquina para alcanzar el fin de su destino, le confiere cierta propiedad y belleza al todo, y hace que su sola imagen y contemplación sean agradables, es algo tan obvio que nadie lo ha dejado de advertir"[21]

Y así podríamos continuar acumulando más y más opiniones diferentes y divergentes de prestigiosos pensadores y artistas acerca de la índole de la belleza, pero lo ya expuesto es suficiente para evidenciar lo lábil que resulta ser dicha noción, pues, como queda claramente expuesto en una entrevista reciente a Uumberto Eco, "la belleza no es un concepto absoluto ni puede plantearse en términos atemporales: ‘varía extraordinariamente en función de los tiempos, de las modas, de las épocas, de las culturas. A Tiziano le resultaría terrible asomarse a un cuadro de Picasso. Ni siquiera su ideal de mujer tiene que ver, por ejemplo, con el culto a la imagen que la sociedad actual puede concederle a Mónica Bellucci‘ " [22]

Llegados a este punto cabe formular una pregunta fundamental: ¿la belleza natural existe en los productos de la naturaleza y la belleza artificial existe en las obras de arte humanas, esto es, en las cosas consideradas bellas? o dicho de otra manera: ¿la belleza puede ser una propiedad de ciertas cosas o es sólo un atributo de ellas? (frecuentemente se utilizan los términos propiedad y atributo como sinónimos que significaran "cualidad de algo", pero también suelen ser diferenciados, considerándose la propiedad de algo como una cualidad intrínseca de ello, en tanto que el atributo sería una cualidad que le atribuiría o asignaría alguien, fuese productor o simple perceptor del objeto) distribuyéndose las respuestas a dichas preguntas en dos clases: la de quienes consideran a la belleza propiedad de los entes bellos, como los antiguos griegos, por ejemplo, para los cuales (y aún para muchos actualmente) "las cosas bellas son tales porque ellas en sí mismas tienen una naturaleza peculiar (…) que suscita sensaciones placenteras, por lo que las artes que producen esas cosas buscan, la más de las veces, provocar el placer en el espectador" [23] , y la de quienes sostienen (sobre todo a partir del siglo XVIII) que la belleza es un atributo conferido a las cosas "pues ella depende de nuestras sensaciones, ya que, según esa manera de pensar, no tenemos sensaciones de admiración y placer al contemplar una obra de arte porque ella sea bella en sí misma, sino al revés, ella "es" bella porque nosotros, al verla, tenemos tales sensaciones" [24] , de ahí que Hume, en el siglo XVIII, haya dicho: "la belleza está en el ojo del observador", y ya en el siglo XX Duchamp manifestó que "lo bello está allí donde lo inventéis". Todo lo cual es extensible, sin modificaciones, a la sublimidad, categoría que mencionamos en la Sección 3.3.

3.3.2- Estética

Expusimos más arriba que a partir del siglo XVIII arte y ciencia pasaron a ser objetos de dos filosofías distintas ya que mientras la epistemología pasó a ocuparse del saber científico, la estética, en una de sus ramas, pasó a ocuparse del arte.

El término estética proviene de aesthetica, traducción al latín de la voz griega aisthetikos que originalmente significaba algo así como "lo relativo a la percepción sensible", pero que el filósofo alemán Alexander Baumgarten actualizó a partir de 1735 en su obra Reflexiones filosóficas en torno al poema y luego en su Aesthetica de 1750, proponiéndose nominar con dicha palabra la que presentaba como nueva ciencia del conocimiento sensible a la vez que teoría de las artes liberales (a las que contemporáneamente D´Alembert ya llamaba bellas artes y bellas letras) y la belleza.

El conocimiento sensible, diferenciado del conocimiento intelectual, es considerado como la capacidad de un ser para captar estímulos físicos mediante ciertos órganos corporales -ojos, oídos, nariz, etc-. Se ha dicho que "la originalidad de Baumgarten consistió en la importancia que otorgó al conocimiento sensible, al cual no sólo entendió como un grado preparatorio y subordinado del conocimiento intelectual, sino también, y sobre todo, como algo dotado de un valor intrínseco, diverso e independiente del valor del conocimiento lógico" [25] en conexión con ello se denomina sensibilidad a la facultad de percibir sensaciones mediante los sentidos y de reaccionar emotivamente ante ellas generando sentimientos (esto es, experiencias o disposiciones afectivas positivas o negativas respecto a cosas físicas y/o ideas y/o imágenes) por lo cual la estética incluiría la consideración de tales experiencias psíquicas, llamándolas sentimientos estéticos, en tanto se relacionen con objetos concretos o inconcretos, naturales o artificiales, a los que puedan atribuírseles valores estéticos (de los que trataremos más adelante). Por su parte la facultad valorativa del ser percipiente, asociada a sus sentimientos estéticos, es llamada gusto estético desde el S. XVIII -época en la que se desarrollaron las teorías sobre las facultades humanas- y consiste, en cada persona, en su capacidad de apreciar principalmente los aspectos aparenciales y significativos de los objetos percibidos con relativa prescindencia de consideraciones de índole práctica, siendo esta una aptitud condicionada aunque no determinada socialmente, y que coexiste en cada mente con otros gustos de clases diversas que pueden interactuar variadamente entre sí (Acerca de la sensibilidad estética dijo Herbert Reed que "es la facultad de que está dotado el hombre para separar una forma del caótico torbellino de sus sensaciones y contemplarla en su singularidad") Durante mucho tiempo se pensó que las facultades estéticas e intelectivas tienen "funcionamientos" del todo independientes, pero actualmente se considera que ambas pueden asociarse, generándose así experiencias psíquicas con diversos grados de "esteticointelectividad".

También se ha visto como novedoso de esa nueva ciencia estética el que conjugara en una misma disciplina un enfoque psicológico con otro filosófico (sin embargo, en un pasado lejano, como hemos dicho antes, los pensadores sofistas y hedonistas, por ejemplo, situándose en lo que llamaríamos una perspectiva psico-filosófica consideraban bello a lo que resultaba agradable a la vista o al oído)

Para Baumgarten la palabra estética denominaba una ciencia con tres objetos de estudio principales: el conocimiento sensible, el arte y la belleza, pero con el correr del tiempo, como ocurre con muchos términos denominadores de disciplinas, ese mismo nombre se fue utilizando para designar igualmente a sus objetos de estudio. Hemos visto que ya Kant, a fines del S.XVIII, oponiendo arte mecánico a arte estético, utilizaba el término estética-o como adjetivo, haciéndolo sinónimo de "agradable" y "bello". El significado de estética como "ciencia" aún perdura, y así lo demuestra una de las acepciones que da de ella el Diccionario de la Real Academia Española al caracterizarla como "ciencia que trata de la belleza y de la teoría fundamental y filosófica del arte", mientras que el Diccionario Enciclopédico Larousse la define como "ciencia que trata de la belleza en general y de los sentimientos que suscita en el hombre". Pero esos mismos diccionarios, entre sus definiciones de estética dan "bello y elegante" el primero y "bello" y "bello en general" el segundo, además de que ambos agregan "artístico". De ahí que estética-o, en el uso común, se emplee como sinónimo de bella-o y belleza y también de arte y artística-o.

Continuando con las sinonimias de estética consideremos una más. Hay quienes dicen que en la antigua Grecia el término poiesis (poética) significó inicialmente "fabricación, creación", esto es, todo lo hecho por el hombre, fuese artesano o artista, pero luego habría pasado a significar "creación artística", aunque más bien la de índole verbal -de ahí poesía- debido a lo cual después se ha llegado a establecer una similitud semántica entre poética y arte. Pero si poética es en un sentido equivalente a arte y arte es en cierto sentido equivalente a estética, por carácter transitivo poética sería equivalente a estética, tal como muchos lo entienden actualmente. Por ejemplo, dos famosos lingüistas, Mukarovsky y Jakobson, participantes ambos del movimiento estructuralista y formalista ruso de principios del siglo pasado y siendo posteriormente miembros del Círculo de Praga, refiriéndose a las funciones del lenguaje Mukarovsky designaba a una de ellas función poética mientras que Jakobson llamaba a la misma función estética; y tal empleo indistinto de esas voces, estética y poética, se difundió ampliamente entre autores de diversas especialidades.

Sin embargo, en relación a mucho de lo anterior, se han venido manifestando discrepancias, de las que a título de ejemplo citaremos sólo dos, temporalmente muy distantes entre sí : "Hegel consideraba a la estética como filosofía del arte y no como ciencia del sentir" [26], mientras que casi doscientos años después Katya Mandoki, en 1994, retomando estrictamente la etimología del término escribió: "definiremos a la estética como la facultad de sensibilidad del sujeto y no como el estudio del arte y lo bello" [27] (Para evitar confusiones bien podría denominarse artelogía al estudio del arte en vez de estética)

También es posible considerar la estética como un género ideológico, el de la ideología estética. La palabra ideología tiene varios significados que van desde "estudio de las ideas" hasta "falsa conciencia de la realidad"; nosotros adoptamos aquí el de "conjunto de ideas, creencias, valores, conocimientos… personales, grupales, sociales, institucionalizados o no, referidos a algo", "algo" que en el caso de la ideología estética en la actualidad está predominantemente constituido por el arte, pudiendo abarcar de él desde su creación hasta su apreciación.

3.3.3- Técnica

Recordemos que en sus orígenes los términos tekné (del que proviene técnica) y ars (del que proviene arte) eran equivalentes en su significación y aún hoy técnica y arte, entre los varios significados que se les han ido atribuyendo, algunos conservan analogías entre sí (por ejemplo, en el actual Diccionario de la Real Academia Española se lee: "ARTE: 1.Conjunto de preceptos y reglas necesarios para hacer bien algo- 2.Virtud, disposición y habilidad para hacer algo / TECNICA: 1.Conjunto de procedimientos y recursos de que se sirve una ciencia o arte – 2.Pericia o habilidad para usar esos procedimientos o recursos para ejecutar cualquier cosa, o para conseguir algo"). Sin embargo, a partir del S.XVIII se fue perfilando una tendencia a oponer los significados de dichos términos. Ya Platón y Aristóteles habían establecido una diferenciación entre artes materiales y artes espirituales, las que, con el transcurso del tiempo, fueron recibiendo otras denominaciones, entre ellas las de artes mecánicas o útiles o prácticas las primeras y artes liberales o bellas artes algunas de las segundas (quedando así adscriptas, respectivamente, a los dominios de la cultura material y de la cultura espiritual) las cuales, según una concepción exageradamente esquemática, comprenderían la producción y distribución de medios destinados principalmente a la satisfacción de necesidades materiales unas y de necesidades espirituales las otras (entendiendo nosotros por espiritual a lo mental en su acepción materialista) Así, durante el Iluminismo, acentuándose esas diferencias se optó por separar los términos de la antigua sinonimia técnica=arte, otorgándoseles a cada uno de los términos significados claramente distintos y aun antitéticos: técnica -reemplazando la expresión artes mecánicas- fue asignado a lo relacionado especialmente con la producción de satisfactores de necesidades materiales, mientras que arte -el término solo o asociado con bellas en bellas artes- fue asignado a lo relacionado especialmente con la creación de satisfactores de necesidades espirituales de belleza.

Pero como tal antinomia no nos resulta convincente, coincidimos con quienes opinan que por técnica, en un sentido muy amplio, puede entenderse un conjunto de conocimientos, procedimientos y recursos necesarios para llevar a cabo una actividad intencional con el fin de lograr un resultado prefijado de índole intangible o tangible, elaborándose así artefactos inconcretos y concretos, a los que ya mencionamos en la Sección 3, habiendo dicho de ellos que en términos generales serían igualmente artefactos tanto la concepción imaginativa deliberada de algo aún inexistente como la obra tangible resultante de haberla luego materializado. Según Louis Althusser (inspirado en Marx) ese hacer técnico puede describirse, con el nombre de práctica, como consistiendo en un proceso deliberado de transformación de objetos del trabajo en productos mediante la acción ejercida sobre aquellos por agentes del trabajo munidos de medios de trabajo adecuados.

La técnica, por lo expuesto, está referida a la producción consciente y por ende al trabajo lúcido (aunque no debe ignorarse que a veces ciertas acciones incontroladas pueden resultar beneficiosas, aunque generalmente sean perjudiciales) De ahí que la noción general técnica posea una amplitud semejante a la de su antecedente etimológico tekné, por lo que, al igual de lo que ocurrió con ésta, aquella también fue siendo dividida en múltiples clases particulares tales como técnicas literarias, edificatorias, agrícolas, escultóricas, quirúrgicas, musicales, y así siguiendo.

Consideremos ahora, de manera muy esquemática y en su aspecto fundamentalmente material, un primer caso de utilización de una técnica pictórica básica consistente en que un "pintor de obra" (agente del trabajo) aplique pintura acrílica sobre una pared, ubicada en un sótano, hasta el momento sólo revocada (ambas, pintura y pared, objetos del trabajo) valiéndose de un pincel (medio de trabajo) con el fin de que la pared quede acabada (producto) aunque luego ya no será vista porque se colocará un armario delante de ella; ahora consideremos otro caso de empleo de una técnica similar en el cual un "pintor muralista", mediante un pincel, cubra con pinturas acrílicas una pared situada en el hall de un edificio pintando así un mural destinado a ser visto por todos los que transiten por el lugar. Sería muy probable que una mayoría de opinantes considerara "técnico" al "pintor de obra" y "técnico" a su producto, a la vez que "artista" al "pintor muralista" y "artística" a su obra, aunque por lo recién descrito debería entendérselos en cierto sentido a ambos como técnicos (en apoyo de esto recordemos que muy frecuentemente se juzga la capacidad técnica tanto de "pintores muralistas" como de "pintores de caballete", que a los locales en donde los últimos producen sus obras se los suele llamar talleres, y que a ciertos procedimientos de que se valen unos y otros se los llama técnicas pictóricas) si bien al muralista cabría caracterizarlo simultáneamente también como artista, debido a que su accionar técnico estuvo orientado a elaborar una obra de arte, a diferencia del "pintor de obra" cuya motivación productiva no fue artística.

Entonces, a partir de lo recién expuesto y entendiendo por técnica al conjunto de conocimientos, recursos y procedimientos de que se vale alguien para ejercer conscientemente una actividad productiva, concluimos que la oposición técnica / arte es del todo incongruente, ya que toda práctica artística poseería una faz técnica complementaria de la intencionalidad artística. Y más aún, en relación a esto hay quienes -como Katya Mandoki- fusionan arte y técnica opinando que "el arte es una tecnología para la producción de efectos estéticos" [28] mientras otros, -como Juan Acha- identifican de modo más amplio "lo artístico con el objeto, los sistemas productivos y la cultura que esto presupone como producto humano" [29] A partir de lo dicho parecería razonable reemplazar la oposición técnica / arte por técnica "anartística" (adjetivo parafraseado del anestética atribuido a Unamuno) / técnica artística, definiéndose el primer término del par como "técnica productiva empleada sin propósitos estéticos" y el segundo término como "técnica productiva empleada con propósitos estéticos" (así, por ejemplo, una técnica quirúrgica puede ser anartística -"cirugía reconstructiva"- o artística -"cirugía estética"-) quedando por aclarar que la "artisticidad" o "anartisticidad" de las técnicas no serían cualidades inherentes suyas, sino simples estados dependientes de los propósitos de quienes se valen de ellas.

Durante el S.XVIII ya estaba en marcha la primera revolución industrial desarrollándose en un medio cultural marcadamente racional-cientificista, lo que suscitaba un gran interés por las características que iba tomando la fabricación de bienes materiales de consumo y de producción, descollando entre estos últimos las nuevas maquinas tanto operadoras como motoras. Un buen ejemplo de ello lo constituye la elaboración, entre 17751 y 1772, de la famosa Enciclopedia Francesa, presentada como Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios, siendo una característica sobresaliente de ella la importancia que se le asignó a la minuciosa descripción de los oficios (técnicas) situados, en tanto objetos de conocimiento, en un mismo plano de consideración que los temas propios de la ciencia y las artes liberales. No es extraño entonces que en Inglaterra, pionera de la revolución industrial, se acuñara el término technologypara designar el estudio de la técnica como lo indica su etimología, el que desde entonces, como bien sabemos, ha ido ganando mundialmente cada vez más importancia, lo cual no significa que anteriormente se desestimaran las técnicas, sino solamente que carecían del prestigio cultural propio de las artes liberales, con las que a partir del Iluminismo se fueron nivelando progresivamente pero con aceleración creciente.

Pero con la palabra tecnología, cuyo significado estricto es "ciencia o tratado de la técnica", ocurrió lo mismo que con estética, y con tantos otros términos, en cuanto a que la denominación de una disciplina le es aplicada también a su objeto de estudio, y en este caso la voz tecnología ha pasado a ser utilizada muy comúnmente como sinónimo de técnica, así, por ejemplo, suele decirse tanto "tecnología del tallado" como "técnica del tallado". Además es usada para aludir a un conjunto de técnicas, como cuando se dice "tecnología incaica" queriéndose significar "conjunto de técnicas de la cultura incaica". Por último, también se habla de tecnología y aun de tecnología de punta en relación a técnicas basada en fundamentos científicos y generalmente relacionadas con medios instrumentales modernos (mecánicos, mecatrónicos, electrónicos, electromecánicos, informáticos…); por ello una imagen elaborada con computadora e impresa en un CD sería un producto tecnológico, producido con "técnica alta"(high tech), en tanto que una imagen similar, pintada con acuarela sobre papel mediante pinceles comunes sería una obra técnica, producida con "técnica baja" (low tech)

3.4- Edad Contemporánea

Se data el inicio de esta era en 1789, año del comienzo de la revolución francesa, porque se ha considerado que a partir de entonces se desarrollaron unos procesos de transformaciones culturales tan amplias y profundas que se justifica la adopción de esa fecha como la del principio de una nueva edad histórica posterior a la edad moderna (pareciendo que la elección de ese origen resultó de un enfoque marcadamente eurocentrista, ya que unos diecinueve años antes, en 1770, había empezado la revolución independentista y republicana en norteamérica, que influyó en la revolución francesa y en las restantes revoluciones americanas de comienzos del siglo siguiente) Sin embargo, no todo fue original en el nuevo período ya que algunos de esos procesos se habían iniciado el siglo anterior y otros aún antes, y lo que pasó en el comienzo del S. XIX fue que se los adaptó progresivamente a los requerimientos y condiciones de los nuevos tiempos, como ocurrió, por ejemplo, con la revolución industrial, la vinculación de la ciencia con la técnica generadora de la "tecnología", el afianzamiento del capitalismo con el consecuente crecimiento de la burguesía y el proletariado, el desarrollo y expansión del ideario socialista (desplegado entre los polos del socialismo libertario y el socialismo científico) y, entre otros hechos importantes, la consolidación de la "revolución romántica" heredera del protoromanticismo del ya mencionado ochocentista movimiento Sturm und Drang ("tempestad y pasión") (Sección 3.3) contradictor del clasicismo a partir del rechazo de sus normas y de propiciar al máximo la expresión emotiva individual del artista.

Durante más de dos mil años el clasicismo de origen grecorromano, exceptuando su eclipse durante el intervalo medieval, fue una referencia orientadora (y durante mucho tiempo obligatoria en las academias de Bellas Artes) de gran importancia para un sinnúmero de practicantes de diversos géneros artísticos, habiendo recibido en ese lapso de tiempo inevitables variantes epocales de entre las que se destacan las correspondientes al clasicismo renacentista (siglos XIV al XVI) al clasicismo barroco (siglo XVII) al estilo neoclásico (siglos XVIII al XX) al clasicismo vnguardista (primeras décadas del siglo XX) (del que, entre otros, fueron practicantes temporarios el escultor Aristide Maillol y los pintores Fernand Léger. Henri Matisse y pablo Picasso) y al clasicismo posmoderno (último tercio del siglo XX) Pero a comienzos del siglo XIX se inició una fuerte confrontación entre las concepciones estéticas-artísticas del recién surgido movimiento romántico (continuador del prerromanticismo alemán) y las del tradicionalista movimiento neoclásico, conflicto que en lo esencial, aunque con distintas denominaciones, aún conserva vigencia pero evidenciándose en él un progresivo predominio de la tendencia contestataria. Hay que aclarar que esta oposición clasicismo/romanticismo tiene antecedentes de larga data, por lo que cabe considerar que ambas tendencias -a las que Nieztche denominara lo apolíneo y lo dionisíaco- son, en cierto modo, constantes históricas que, según las épocas, van manifestando distintos predominios de una sobre otra; entonces, lo que aquí estamos indicando, es que el período que consideramos va estando marcado cada vez más por el auge de lo dionisíaco en desmedro de lo apolíneo.

El término clasicismo proviene de clásico y éste del latín classicus que significa "digno de ser imitado" o "modelo", paradigma que en materia estético-artística correspondía a la tradición grecorromana, caracterizándose por propiciar la racionalidad, el control de las proporciones, el gusto por las composiciones equilibradas, el orden, la estabilidad, la armonía, la simetría de las obras de arte. A su vez, el término romanticismo se deriva de romántico y éste del francés roman que significa "novela", por lo que romántico, en la acepción que nos interesa, aludía a lo novelesco, a lo ficcional, por lo que fue usado con el sentido "de lo extraordinario, de lo que está fuera de lo normal, en oposición a la normatividad clásica". Romanticismo, en esta acepción, se convirtió en antónimo de Clasicismo. (Los términos romántico y romanticismo están muy devaluados en amplios sectores de la intelectualidad porque actualmente, al margen de los sentidos anteriores, han llegado a connotar "sensiblería amorosa", lo que se asocia con la literatura, el cine y las telenovelas rosas, razón por la cual han caído en desuso)

"El Romanticismo representó, básicamente, una reacción contra la rigidez académica y la afirmación de una libertad absoluta. Lo romántico, entonces, designaba lo subjetivo desligado de toda autoridad, la disolución de los límites y de las leyes clásicas entre los géneros; encarnó, por tanto, las ideas de lo fantástico, sensible, onírico y nostálgico. La ruptura con el escenario estable de la pintura clásica, la composición agitada, los violentos contrastes de luces y sombras aluden a la incertidumbre de los límites naturales: el paisaje se transforma en un despertar pasional y emotivo; toda representación del entorno se ve impregnada de la interpretación personal del artista, a la vez que se valora la obra imperfecta, inacabada y abierta frente a la obra perfecta, concluida y cerrada propia del clasicismo. La historia, para el romántico, es una mirada hacia atrás que permite enlazar sus ideales con el fluir histórico, pero es también fuente de fantasías. Por eso a través de sus imágenes las artes del romanticismo nos cuentan cosas excepcionales que excitan nuestra imaginación y nos transportan mentalmente hacia otros tiempos y lugares; así los escenarios de África y el Medio Oriente irrumpen con sus colores y exotismo en el horizonte creativo. En el Romanticismo también se actualizó, exaltándola, la figura renacentista del genio creador que aporta una nueva visión del mundo, presentándolo ahora como ser incomprendido por la sociedad a la vez que sujeto predestinado que ejerce su actividad por vocación". [30] Animado por ese espíritu crítico y renovador Victor Hugo proclamó: "Es de la fecunda unión del tipo grotesco con el tipo sublime de donde nace el genio moderno, tan complejo, tan variado en sus formas, tan inagotable en sus creaciones, y enteramente opuesto en este aspecto a la uniforme simplicidad del genio antiguo…lo bello no tiene más que un tipo; lo feo tiene mil….la musa moderna sentirá que no todo en la creación es humanamente bello, que lo feo existe en ella al lado de lo bello, lo deforme junto a lo gracioso, lo deforme en el reverso de lo sublime, el mal con el bien, la sombra con la luz (en Prefacio a Cromwell. 1827)" y "La libertad en el arte, la libertad en la sociedad, he aquí la doble meta a que deben tender todos a una los espíritus consecuentes y lógicos (en Hernani. 1830)

Hay quienes consideran que el Romanticismo tuvo una vida relativamente breve, limitada a la primera mitad del S.XIX, y de una duración no mayor de veinte años. Sin embargo, muy importantes artistas considerados románticos traspasaron ampliamente ese límite temporal, como lo demostrarán unos pocos ejemplos suficientemente representativos para confirmar lo dicho; consideraremos los casos de cuatro pintores y cuatro músicos célebres, indicando las fechas de sus muertes que es cuando cesó su producción: Pintores: Gèricault 1824 – Turner 1851- Dalacroix 1863 – Rossetti 1882 / Músicos: Beethoven 1827 – Wagner 1883 -Tchaikovsky 1893 – Mahler 1911 (de quién se ha dicho que fue el introductor del romanticismo en el S. XX).Hoy, alrededor de doscientos años después de la aparición del Romanticismo, hemos leído un artículo de A.Abelleyra, referido a Josefina Alcázar, nacida en 1950, en el que dice: "romper ortodoxias, patrones de pensamiento y acción; privilegiar la libertad más que establecer límites; ver un peligro en la repetición creativa y, en contraparte, alentar la innovación artística. A partir de estos retos, Josefina Alcázar (…) se ha dejado cautivar por el performance" [31] texto que atestigua la supervivencia del espíritu romántico hasta nuestros días, ya que muchas actitudes y opiniones románticas se siguen repitiendo aunque quienes las manifiesten puedan llegar a desconocer su origen histórico.

Del Romanticismo emanó una ideología estética relativamente difusa, caracterizable en términos generales como libertaria y antidogmática, transgresora y provocativa, inventiva y transitoria, por lo que no podía dejar de ser dispersiva en relación a quienes adherían a ella, debido a lo cual no pudo organizarse un movimiento compacto y duradero. Por eso su inconformismo esencial fue la simiente de una sorprendente cantidad de nuevos estilos artísticos, algunos de vida relativamente efímera, que fueron aumentando velozmente en número hasta nuestros días. Ello acompañado, por una parte, por un notable incremento de categorías estéticas y, por otra parte, por la multiplicación de géneros artísticos.

La belleza y el mimetismo, dos de los valores fundamentales de la estética clasicista, fueron siendo dejados de lado, lo que, entre sus principales consecuencias, posibilitó la introducción en el campo artístico del feísmo y el no figurativismo, valores estéticos que coadyuvaron a generar un aluvión de nuevas categorías estéticas como, por ejemplo: transgresividad, improvisación, caoticidad, desequilibrio, instantaneidad, tosquedad, irracionalidad, inacabamiento, repulsividad, , procesualismo… lo que ha llevado a algunos opinantes a proponer el reemplazo de la estética, presuntamente caduca, por una antiestética más acorde a la realidad artística contemporánea (tal como lo ha manifestado el pintor Luis Felipe Noé -exaltador del caos como categoría estética de primer orden- en su libro llamado precisamente Antiestética) esto en contraposición a los que ya han diagnosticado la "muerte del arte" -como actualización de aquella "muerte del arte" anunciada por Hegel en el S.XIX, pero tomando de esa frase más su expresión que su contenido específico-, atribuyéndola a la que consideran una expansión exterminadora sobre las auténticas artes por parte de las corrientes nutridas de tales nuevos valores (o más bien de los que serían sus "antivalores" o "desvalores" estéticos para tales críticos) Ante tal situación se han venido manifestando desde hace largo tiempo tomas de partido antagónicas por parte de toda clase de personas, entre ellas los artistas mismos, de las que expondremos dos pronunciamientos opuestos muy recientes:

Posición de aceptación: declaración de León Ferrari (argentino, 86 años) pintor, escultor, performancero, etc miembro fundador del CIHABAPAI -Club de impíos, herejes, apostatas, blasfemos, ateos, paganos, agnósticos e infieles- que en la Navidad de 1997 solicitó al Papa que gestionara la anulación del juicio final y de la inmortalidad y en el 2001 el desalojo y demolición del infierno: "Pienso que la evolución del arte puede ser vista como una permanente y renovada destrucción de reglas y que, si logra sobrevivir alguna norma, mañana llegará un ser humano que la despedazará o la quemará, y con sus restos, con el humo, con el calor y el olor, construirá un nuevo sol en el cielo y una sepultura para las cenizas que queden. Creo que todos los seres humanos pueden hacer y hacen arte, llámense artistas, críticos, o cualquier otra cosa. En las expresiones de algunos rostros, en los estados de ánimo, en el amor, en los gestos del cuerpo, en la forma de relatar un acontecimiento cualquiera, en el abrazo a una persona amada o en una puñalada animada por la traición, puede estar contenida esa cosa confusa e impalpable que es el arte. Y el arte es como el hombre, que sublime o repelente, amigo o enemigo, no deja de ser hombre…." (29/11/03) [32]

Posición de rechazo: declaración de Javier Sicilia (mexicano, 50 años) poeta, novelista y ensayista; "Desde que la cultura moderna tomó en serio la boutade de Marcel Duchamp de llevar un excusado al museo y sacralizó como arte la lata de sopa Campbell de Andy Warhol, el arte, entendido como una exploración del misterio profundo de las cosas, se confinó a un gueto y lo que ahora pasa como tal es cualquier cosa, una especie de orgía en la que la mezcla de todas las formas, de todos los estilos, de todas las culturas se vuelve un espacio sin significación (…) En un mundo donde todo se ha mercantilizado, la orgía moderna del arte quiere embellecerlo a través de la publicidad, de los media, de las imágenes. No hay nada que escape a su mirada igualitaria y sin matices. Hasta lo obsceno, lo estúpido, lo inane, lo grotesco, como lo hizo Warhol, se estetiza, se culturaliza, se museifica" (20/02/05) [33]

Como consecuencia de lo anterior resulta, entre muchas otras cosas, que debido a lo agonizante que está la noción belleza, la expresión bellas artes está siendo reemplazada por artes a secas; aunque también sería posible que el término belleza pasase a abarcar todas las categorías estéticas desde lo hermoso a lo horrible, lo que permitiría apreciar la "belleza de la fealdad", por ejemplo, sin que ello constituyera una paradoja. No es extraño, entonces, que se haya llegado a afirmar que "el arte actual es un brumoso todo".

En cuanto a la proliferación de géneros artísticos que se produjo en el S. XX, recordaremos que en el año 1911 "Ricciotto Canudo, teórico inicial del cine, fue quien calificó por primera vez al cinematógrafo como séptimo arte" [34] ya que hasta ese entonces sólo se reconocían seis Bellas Artes: arquitectura, escultura, pintura, danza -incluyente de teatro-, música y poesía -incluyente de literatura- listado que posteriormente se amplió con la incorporación de algunos géneros existentes, pero hasta entonces excluidos de las Bellas Artes, como grabado, tallado, cerámica, vidrio, vitrales, porcelana, restauración, entre otros (aunque en ciertos medios aún se les sigue negando dicho status) Pero, al margen de ello, han ido surgiendo una cantidad sorprendente de nuevos géneros artísticos (o ramas, o disciplinas, o categorías artísticas, como también se los llama) tales como: fotografía, historieta, televisión, performance, infografía, body art, paisajismo, titerismo, instalación, collage, etc, etc, etc.

Obviamente, una parte considerable de la creación de nuevos géneros artísticos se debió a una serie muy importantes sucesos tecnológicos como fueron, por citar sólo algunos, los inventos y desarrollos posteriores de la cámara fotográfica, cinematográfica y videográfica, de las fotocopiadoras eléctricas y electrónicas, de la computadora digital y de sus softwares, y de los equipos productores de realidad virtual (que pueden llegar a revolucionar el arte como ningún otro utillaje técnico lo ha hecho desde la invención de los primeros pinceles y cinceles)

Antes de referirnos a la cuestión del aumento incesante de estilos artísticos haremos algunas consideraciones relativas a la noción de estilo. Ese término es relacionado con hechos de naturaleza muy variada, así se habla de "estilos de vida", "estilos científicos", "estilos tecnológicos"… "estilos artísticos" y, en general a todo aquello que da cabida a opciones y es repetido en el tiempo, porque lo básico y común de todos los estilos parece ser, precisamente, que se manifiestan como ciertas reiteraciones de algún tipo de elección. Un estilo artístico consistiría en un conjunto de rasgos formales, significativos, técnicos …-adoptados en vez de otros posibles- característicos de un autor (estilo goyesco) y/o de una escuela o tendencia (estilo romántico) y/o de una época (estilo dieciochesco) …Acerca de la multiplicación de estilos artísticos -también llamados corrientes, movimientos, tendencias, ismos- tema en el que no ahondaremos por ser de conocimiento general, nos limitaremos a hacer una simple mención cuantitativa y nominativa: la lista presentada en el sitio web arteuniversal referida exclusivamente a las artes plásticas, aunque incompleta, es un claro indicador de dicha situación: abarca desde el año 1874 hasta fines del S.XX y registra cincuenta y dos nuevos estilos (!!!) comenzando con el impresionismo y concluyendo con la transvanguardia posmoderna :

Antecedentes de las primeras vanguardias del siglo XX (desde el año 1874 hasta principios del siglo veinte) 3 estilos

Partes: 1, 2, 3
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