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Literatura Hispanoamericana (página 2)

Enviado por hector2000


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10. Imperio Maya Quiché

Historia

Maya, grupo de pueblos indígenas mesoamericanos perteneciente a la familia lingüística maya o mayense, que tradicionalmente han habitado en los estados mexicanos de Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas, en la mayor parte de Guatemala y en regiones de Belice y Honduras.

El pueblo más conocido, el maya propiamente dicho, que da nombre a todo el grupo, ocupa la península de Yucatán. Entre los demás pueblos significativos se hallan los tzeltales de las tierras altas de Chiapas; los choles de Chiapas; los quichés, cakchiqueles, pokonchis y pokomanes de las montañas de Guatemala y los chortís del este de Guatemala y el oeste de Honduras. Todos estos pueblos formaban parte de una civilización y cultura comunes que, en muchos aspectos, alcanzó las más elevadas cotas de desarrollo entre los indígenas de todo el área mesoamericana.

Los orígenes de la civilización maya son objeto de discrepancias académicas en virtud de las contradictorias interpretaciones de los hallazgos arqueológicos. El periodo formativo comenzó, cuando menos, hacia el 1500 a.C. Durante el periodo clásico, aproximadamente entre el 300 y el 900 d.C., los mayas extendieron su influjo por la zona sur de la península de Yucatán y el noroeste de las actuales Guatemala y Honduras. Se construyeron entonces los grandes centros ceremoniales como Palenque, Tikal y Copán. Los centros maya fueron abandonados de forma misteriosa hacia el año 900 y algunos individuos emigraron al Yucatán.

En el periodo postclásico, desde el 900 hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI, la civilización maya tenía su centro en el norte de Yucatán. La migración tolteca de los itzáes, procedentes del valle de México, impactó fuertemente en sus estilos artísticos. Chichén Itzá, Mayapán y Uxmal fueron ciudades esplendorosas. La Liga de Mayapán, que dominó la península de Yucatán durante dos siglos, preservó la paz durante algún tiempo, pero tras un periodo de guerra civil y de revolución, las ciudades quedaron abandonadas. Los españoles vencieron con facilidad a los grupos mayas más importantes, pero el gobierno mexicano no logró subyugar las últimas comunidades independientes hasta 1901. Actualmente los mayas forman la mayoría de la población campesina en Yucatán y Guatemala. La lengua maya (también llamada yucateca) la hablan unas 350.000 personas en Yucatán, Guatemala y Belice.

11. Organización económica y social

La agricultura ha constituido la base de la economía maya desde la época precolombina y el maíz es su principal cultivo. Los mayas cultivaban también algodón, frijol (poroto o judía), camote (batata), yuca y cacao. Las técnicas del hilado, el tinte y el tejido consiguieron un elevado grado de perfección. Como unidad de cambio se utilizaban las semillas de cacao y las campanillas de cobre, material que se empleaba también para trabajos ornamentales, al igual que el oro, la plata, el jade, las conchas de mar y las plumas de colores.

Los mayas formaban una sociedad muy jerarquizada. Estaban gobernados por una autoridad política, el Halach Uinic, jefe supremo, cuya dignidad era hereditaria por línea masculina, y el Alma Kan, sumo sacerdote. El jefe supremo delegaba la autoridad sobre las comunidades de poblados a jefes locales o bataboob, capataces de explotación agrícola que cumplían funciones civiles, militares y religiosas. La unidad mínima de producción era la familia campesina, que cultivaba una ‘milpa’ (parcela de una 4-5 hectáreas) mediante el sistema de rozas, para atender a sus necesidades y generar, a veces, un excedente del que se apropiaba la clase dirigente.

Calendario y religión

Entre los mayas, la cronología se determinaba mediante un complejo sistema calendárico. El año comenzaba cuando el Sol cruzaba el cenit el 16 de julio y tenía 365 días; 364 de ellos estaban agrupados en 28 semanas de 13 días cada una, y el año nuevo comenzaba el día 365. Además, 360 días del año se repartían en 18 meses de 20 días cada uno. Las semanas y los meses transcurrían de forma secuencial e independiente entre sí. Sin embargo, comenzaban siempre el mismo día, esto es, una vez cada 260 días, cifra múltiplo tanto de 13 (para la semana) como de 20 (para el mes). El calendario maya, aunque muy complejo, era el más exacto de los conocidos hasta la aparición del calendario gregoriano en el siglo XVI.

La religión maya se centraba en el culto a un gran número de dioses de la naturaleza. Chac, dios de la lluvia, tenía especial importancia en los rituales populares. Entre las deidades supremas se hallaban Kukulkán, versión maya del dios azteca Quetzalcóatl; Itzamná, dios de los cielos y el saber; Ah Mun, dios del maíz; Ixchel, diosa de la luna y protectora de las parturientas, y Ah Puch, diosa de la muerte. Una característica maya era su total confianza en el control de los dioses respecto de determinadas unidades de tiempo y de todas las actividades del pueblo durante dichos periodos. Véase Mitología maya.

12. Mitología maya

Es el conjunto de creencias y fabulaciones míticas propias de los mayas que habitaron el sur de México, Guatemala y la parte norte de Belice. Su surgimiento y desarrollo cultural, el llamado periodo clásico de los mayas, se extiende aproximadamente desde el 250 al 900 d.C. La fuente más completa y exhaustiva para el conocimiento de su mitología es el Popol Vuh (Libro de la comunidad o del consejo), biblia de los maya-quichés (de qui, ‘muchos’, y che, ‘árbol’: ‘tierra de muchos árboles’), del año 1550. Deben considerarse también los Libros de Chilam Balam, escritos en maya de Yucatán en la época de la conquista, y la Relación de las cosas de Yucatán, de 1566, compuesta por el español Diego de Landa, que incluye interesantes datos sobre la vida de los mayas en el siglo XVI.

Los dioses

Los dioses mayas se distinguen por su naturaleza antropomorfa, fitomorfa, zoomorfa y astral. La figura más importante del panteón maya es Itzamná, dios creador, señor del fuego y del corazón. Representa la muerte y el renacimiento de la vida en la naturaleza. Itzamná se vincula con el dios Sol, Kinich Ahau, y con la diosa Luna, Ixchel, representada como una vieja mujer endemoniada. Algunos investigadores opinan que su nombre deriva de las palabras con que supuestamente se definió ante los hombres: "Itz en Caan, itz en muyal" ("Soy el rocío del cielo, soy el rocío de las nubes"). Pero también parece que significa "casa de la iguana" y, conforme a esta idea, habría cuatro itzamnás, correspondientes a las cuatro direcciones del universo. Cuatro genios o divinidades, los Bacabs, por otra parte, aparecen como sostenedores del cielo, identificados con los cuatro puntos cardinales que, a su vez, se asocian con colores simbólicos (Este: rojo; Norte: blanco; Oeste: negro; Sur: amarillo), un árbol (la ceiba sagrada) y un ave. Según otra versión, los pueblos mayas serían hijos de Hunab Ku, ser supremo y todopoderoso.

Chac, que se destacaba por su larga nariz, es el dios de la lluvia y suele aparecer multiplicado en chacs, divinidades que producen la lluvia vaciando sus calabazas y arrojando hachas de piedra. Las uo (ranas) son sus acompañantes y actúan como anunciadoras de la lluvia. Ligado con la vegetación y con un alimento primordial entre los mayas y otras culturas precolombinas es el joven dios del maíz, Ah Mun, en frecuente lidia con el dios de la muerte, Ah Puch, señor del noveno infierno, dios de la muerte. Otras divinidades asociadas con las tinieblas y la muerte son Ek Chuah, dios negro de la guerra, de los mercaderes y de las plantaciones de cacao. Sobresale también Ixtab, diosa de los suicidios.

La similitud y los contactos entre la cultura maya y la azteca explican la aparición entre los mayas de la serpiente emplumada (Quetzalcóatl), que recibe el nombre de Kukulcán en Yucatán y de Gucumatz en las tierras altas de Guatemala.

Cosmogonía

Como en el mito de los orígenes de otras culturas, entre los mayas aparece la del silencio y las tinieblas originales. Nada existe y es la palabra la que dará origen al Universo. De ello se encargan los progenitores, entre los que se cuentan Gucumatz y Hurakán, el Corazón del Cielo, además de Ixpiyacoc e Ixmucané, abuelos del Alba.

La creación del ser humano pasó por varias pruebas hasta llegar a su estado definitivo. En el primer intento, la materia empleada fue el barro, "pero vieron que no estaba bien, porque se deshacía", no podía andar ni multiplicarse, "al principio hablaba, pero no tenía entendimiento". En la segunda prueba, los progenitores decidieron hacer muñecos de madera, que "se parecían al hombre, hablaban como el hombre", pero, aunque se multiplicaron, no tenían alma, entendimiento ni memoria de su creador, "caminaban sin rumbo y andaban a gatas". Fueron destruidos y sobrevino un gran diluvio. Además de los males enviados por los dioses, también se rebelaron, vengándose de ellos, los perros, las aves de corral, las piedras de moler, los utensilios domésticos. El intento definitivo de creación concluyó con los hombres de maíz, que fueron cuatro: Balam-Quitzé (Tigre sol o Tigre fuego), Balam-Acab (Tigre tierra), Mahucutah (Tigre luna) e Iqui-Balam (Tigre viento o aire). Éstos estaban dotados de inteligencia y buena vista, de la facultad de hablar, andar y agarrar las cosas. Eran además buenos y hermosos. El desarrollo de los seres humanos se identifica entre los mayas con el principal cultivo y fuente de sustento, el maíz: "de maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueron creados".

Cosmología y palingenesia

Los mayas creían que había trece cielos dispuestos en capas sobre la tierra y que eran regidos por sendos dioses llamados Oxlahuntiku. La tierra se apoyaba en la cola de un enorme cocodrilo o de un reptil monstruoso que flotaba en el océano. Existían nueve mundos subterráneos, también dispuestos en capas, y regidos por sendos dioses, los Bolontiku, que gobernaban en interminable sucesión sobre un ciclo o semana de nueve noches. El tiempo era considerado una serie de ciclos sin principio ni fin, interrumpidos por cataclismos o catástrofes que significaban el retorno al caos primordial. Pero nunca se acabaría el mundo porque creían en la palingenesia, la regeneración cíclica del universo. Los libros del Chilam Balam exponen predicciones acerca de esos ciclos de destrucción y renacimiento, como la que relata la sublevación de los nueve dioses contra los trece dioses celestiales, el robo de la gran serpiente, el derrumbe del firmamento y el hundimiento de la tierra. También en el Chilam Balam se dice que en 1541 llegaron los dzules, los extranjeros. Hasta ese momento estaba medido "el tiempo de la bondad del sol, de la celosía que forman las estrellas, desde donde los dioses nos contemplan", pero llegaron los dzules y lo deshicieron todo. "Enseñaron el temor, marchitaron las flores, chuparon hasta matar la flor de los otros porque viviese la suya": habían venido "a castrar al Sol". Según los mayas lacandones, cuando se acabe el mundo los dioses decapitarán a todos los solteros, los colgarán por los talones y juntarán su sangre en vasijas para pintar su casa. Después reconstruirán la ciudad de Yaxchilán, donde se habrán refugiado los lacandones. Según otra versión, los jaguares de Cizín, dios del inframundo, se comerán al Sol y la Luna.

13. Las últimas moradas

Entre los mayas existen tres moradas diferentes para los muertos: el inframundo, un paraíso que se encuentra situado en uno de los cielos y una morada celestial. La primera, llamada Mitlán, Metnal o Xibalbá (así se la nombra en el Popol Vuh), está en el quinto de los nueve submundos, el más profundo. Llegar hasta allí es peligroso: el muerto necesita un par de zapatos nuevos, debe pasar tres puertas y cruzar un lago con ayuda de perros. La segunda, el paraíso, es un lugar ameno donde corre leche y miel y equivale a la morada de los dioses de la lluvia o tlálocs mexicas (véase Mitología azteca). En el paraíso hay además un espacio para los niños, a quienes se coloca en un gran árbol lleno de pechos de mujer que los siguen alimentando. Según algunas interpretaciones, también los suicidas acaban en la segunda morada. La tercera morada está en el cielo séptimo, el más alto, donde van los que han pasado una temporada en el inframundo, los muertos en la guerra y las mujeres que murieron en el parto. Uno de los dioses de la muerte más importantes es Cizín, también relacionado con los temblores de tierra y con el color amarillo, símbolo de la muerte. No es casual su vínculo con el dios Jaguar, a quien se considera señor de la noche estrellada, aunque en realidad reina al mismo tiempo en el cielo, en la tierra y en el mundo subterráneo de las sombras. Bajo distintos nombres (onza, ocelote, yaguareté) aparece en distintas mitologías de África y América, como en la tupí-guaraní, en una de cuyas leyendas se cuenta que "Jaguar reventó el vientre de Sol, lo comió, le royó los huesos" o, según otra versión, que tiene una piel de color azul celeste y está esperando la orden divina para devorar a la humanidad.

Arte Maya

Fue la forma de expresión social política e ideológica de uno de los pueblos más interesantes de la América Prehispánica. Sus manifestaciones abarcan todas las técnicas y materiales que podamos imaginar y se extiende en el tiempo durante más de dos mil años. El territorio que abarcaron fue muy grande: el sur de México y la península de Yucatán, Guatemala, Belice y parte de Honduras y El Salvador. El periodo de mayor auge fue el clásico (300-900 d.C.), después sobrevino el llamado colapso maya de las tierras bajas del Petén, el abandono de los centros más importantes y el resurgir de la civilización más al norte, en la península de Yucatán, durante el periodo postclásico (900-1500 d.C.). El arte maya hunde sus raíces en la cultura olmeca (1200-400 a.C.) recibiendo posteriores influencias de Teotihuacán y Tula. Nos encontramos, pues, ante un arte mesoamericano que participa de sus mismos patrones y concepciones.

Arquitectura

Desde el siglo XVI la arquitectura maya ha llamado poderosamente la atención de los occidentales. Sus pirámides, templos y palacios habían sido abandonados tiempo atrás, pero la selva y la falta de información actuaron como acicates para sus primeros estudiosos. Los materiales de que dispusieron los arquitectos mayas fueron la piedra caliza para los sillares de revestimiento y tierra, cascajo y lajas de piedra para el relleno de los núcleos y basamentos, obteniendo cemento para la sujeción del carbonato cálcico. La madera de caoba y zapote proporcionaba los dinteles de las puertas, los refuerzos para las bóvedas, así como andamios, escaleras y rodillos que facilitaban el trabajo. El logro técnico más característico fue la falsa bóveda, que no es otra cosa que dos muros que se juntan en la parte superior por aproximación de hiladas de piedras. El estuco se usó para enlucir pavimentos, paredes y esculturas, y se obtenía mezclando la cal con agua en una solución de goma vegetal. El enorme peso de las bóvedas y las cresterías (muros de mampostería que se alzaban sobre ellas) obligaba a aumentar el grosor de las paredes y a reducir los vanos. Los estilos más importantes son los del Petén (Tikal, Uaxactún), caracterizado por imponentes masas frontales suavizadas por la altura de los paramentos y santuarios macizos, de planta irregular, con una sola puerta; el valle del Motagua (Copán, Quiriguá) se hace singular por la utilización de sillares de traquita, la gran abundancia de esculturas y la profusa decoración de los frisos; la región del Usumacinta (Yaxchilán, Piedras Negras) posee inmensas acrópolis, y destaca por la decoración en estuco y la sensación de ligereza que le imprimen sus amplios pórticos y las figuras de las fachadas; la zona Puuc (Uxmal, Kabah, Sayil) se caracteriza por el empleo de columnas, los zócalos sencillos, las paredes lisas y los frisos enormes y decorados profusamente con mosaicos de piedra; y en la región Chenes (Hochob, Dzibilnocac) decoraran toda la superficie de las fachadas con mascarones de piedra. Por último, el estilo Rio Bec incluye torres ficticias de mampostería revestida parecidas a las auténticas de Tikal.

La cultura maya produjo una arquitectura monumental, de la que se conservan grandes ruinas en Palenque, Uxmal, Mayapán, Copán, Tikal, Uaxactún, Quiriguá, Bonampak y Chichén Itzá, entre muchas otras. Estos lugares eran enormes centros de ceremonias religiosas. Se consideran tres estilos arquitectónicos: el río Bec, el Chenes y el Puuc, cada uno con características de ingeniería y ornamentación propias. La distribución de las ciudades consistía en una serie de estructuras piramidales, la mayoría de las veces coronadas por templos o 00cresterías labradas, y agrupadas alrededor de plazas abiertas. Las pirámides escalonadas estaban recubiertas con bloques de piedra pulida y por lo general llevaban tallada una escalinata en una o varias de sus caras. La infraestructura de las pirámides estaba formada habitualmente por tierra y piedras, pero a veces se utilizaban bloques de piedra unidos con mortero.

Aunque en la actualidad representa una excepción, se cree que el Templo de las Inscripciones de Palenque, que aloja la tumba del rey Pacal, puede no ser el único monumento de uso funerario que se construyó en la cultura maya. El tipo más común de construcción consiste en un núcleo de escombros o piedra caliza partida, mezclada con hormigón o cemento, y recubierta con piedra pulida o estuco. Las paredes de piedra se edificaban, por lo general, sin mortero. La madera se utilizaba para los dinteles de las puertas y para las esculturas. Su gran hallazgo técnico fue el sistema de la falsa bóveda por aproximación de filas de bloques de piedra, para cubrir espacios alargados o estrechos, que concluyen en el característico arco maya, del cual existen 10 tipos diferentes. Las ventanas eran poco frecuentes, muy pequeñas y estrechas. Los interiores y exteriores se pintaban con colores vivos. Se dedicaba especial atención a los exteriores y se decoraban profusamente con esculturas pintadas, dinteles tallados, molduras de estuco y mosaicos de piedra. Las decoraciones se disponían generalmente en amplios frisos que contrastaban con franjas de ladrillos lisos. Las viviendas de los comunes se parecían seguramente a las chozas de adobe y techumbre de ramas que todavía hoy se pueden apreciar entre los mayas contemporáneos. Véase Arte maya.

Escultura

Incluye una gran variedad de manifestaciones: altares, estelas, lápidas, dinteles zoomorfos, tableros, tronos, jambas, columnas, figuras de bulto y marcadores de juego de pelota. Sus principales características son la utilización del relieve, la monumentalidad en el tratamiento de los temas, el uso del color en el acabado superficial, la dependencia del ámbito arquitectónico, la profusión de signos caligráficos y ornamentales, la relevancia de las líneas curvas y el carácter abigarrado y escenográfico de la composición. Las estelas conmemorativas son magníficos trabajos entre los que destacaremos las de Tikal, Copán, Quiriguá y Cobán. Se trata de enormes lajas de piedra clavadas verticalmente en el suelo, en las que los escultores mayas tallaron en bajorrelieve imágenes del jubileo de sus reyes. Se erigían al finalizar un periodo temporal concreto, cada cinco y cada veinte años, y en ellas, mediante jeroglíficos, se narraban los acontecimientos más importantes del reinado. Excelentes son los dinteles figurativos que flanqueaban las puertas de los palacios y templos de Yaxchilán, los altares de Piedras Negras y los zoomorfos de Quiriguá, aunque quizá la cumbre de la escultura maya sean los paneles de los edificios de Palenque. El palacio, y los templos de las inscripciones, el Sol, la Cruz y la Cruz Foliada, constituyen uno de los mejores ejemplos de cómo el hombre es capaz de plasmar en piedra su universo religioso.

Arte mural

Aunque los restos que han llegado hasta nosotros son muy escasos, la pintura mural del periodo clásico maya alcanzó una gran perfección técnica y una gran calidad artística, logrando un difícil equilibrio entre el naturalismo de los diseños y la gravedad impuesta por el convencionalismo de los temas. Aunque utilizan tintas planas carentes de perspectiva los muralistas mayas supieron crear la ilusión del espacio. Primero trazaban el dibujo en rojo diluido sobre una capa de estuco, después se pintaba el fondo quedando las figuras en blanco y posteriormente se iban rellenando los diferentes espacios con sus respectivos colores. Para sugerir la perspectiva y el volumen recurrían al fileteado de las figuras, la yuxtaposición de colores y la distribución de los motivos en diversos registros de bandas horizontales. Los murales más importantes que se conservan son los del sitio de Bonampak (Chiapas). Las pinturas ocupan la totalidad de las paredes de tres habitaciones de un edificio (790 d.C.). Relatan acontecimientos bélicos que incluyen las ceremonias preliminares a la batalla (cuarto I), la batalla (cuarto II) y el sacrificio final (cuarto III). Existen fragmentos de antiguas pinturas en Uaxactún, Palenque, Coba y Chichén Itzá.

Cerámica y lítica

De la misma forma que los muralistas mayas plasmaron escenas mitológicas y cortesanas en sus composiciones, los ceramistas reflejaron diversos aspectos relacionados con temas similares. La cerámica polícroma —asociada con el mundo funerario— fue la más extendida. La técnica era similar a la de los murales aunque jugaron también con las posibilidades expresivas que les brindaban el engobe y el pulimento. Suelen ser cilindros, platos y fuentes de distintas dimensiones donde la pintura cubría casi la totalidad de la superficie. Los perfiles de los dibujos se realizaban en negro sobre un fondo monocromo, crema o anaranjado. El otro estilo, del que se conservan muy pocos, llamado códice, recuerda la técnica utilizada por los escribas mayas sobre las tiras de papel vegetal estucadas y pintadas. Las figuras antropomorfas alcanzaron también una gran popularidad y perfección. Las llamadas figuritas de la isla de Jaina (Campeche) incluyen una variada muestra de tipos físicos diferentes. A esta lejana isla llegaban para enterrarse personajes ilustres de muy diversa procedencia, y los artesanos de la necrópolis preparaban los ajuares que habían de acompañarles en su viaje al mundo de los muertos (Xibalbá).

La talla de las piedras semipreciosas, en jade y obsidiana, suponen una valiosa aportación al arte maya. Figuras humanas, excéntricos y collares alcanzaron un grado de perfección que las hizo ser incluidas en los ajuares de las tumbas más principescas.

Tejido y arte plumario

Aunque las extremas condiciones de calor y humedad han impedido que estas manifestaciones llegaran hasta nosotros, las escenas figurativas que aparecen sobre distintos soportes nos permiten hacernos una idea de cómo debieron ser. Los reyes y dignatarios aparecen vestidos con taparrabos, camisas, capas, túnicas y mantas realizadas en algodón, piel y fibra vegetal. Los trabajos plumarios alcanzaron un gran desarrollo. Los artesanos mayas disponían de una tradición muy rica dentro del medio natural más apropiado.

14. Las letras en las culturas precolombinas

La literatura hispanoamericana es literatura escrita en lengua española o castellana. Pero la literatura de la América hispánica comenzó mucho antes de la llegada de los españoles al continente, pues varias civilizaciones indígenas tuvieron obras literarias. Los más importantes restos de literaturas indígenas corresponden a las culturas maya, azteca e incaica. Quedan restos también de expresiones literarias indígenas entre los mapuches y araucanos (Chile y Argentina), los guaraníes (Paraguay, Brasil y Argentina), y otros pocos lugares del continente.

Algunas escrituras aborígenes no se han descifrado todavía (la maya, por ejemplo), y aunque algunos pueblos no conocieron la escritura y sólo tuvieron arte oral (como los guaraníes y los araucanos), las literaturas hispanoamericanas han sido influidas por esas culturas precolombinas, mediante la tradición.

Este fenómeno se ha producido de dos maneras: a través del folklore oral, anónimo y popular, o a través de escritores que han tomado préstamos de esas culturas (temas, mitos, personajes, ritmos, vocablos, etc.) y los han incorporado en sus obras. Muchos escritores hispanoamericanos, incluso contemporáneos, manifiestan una fuerte influencia aborigen

A la llegada de los españoles, las culturas más altas del continente habían desarrollado una concepción de la sociedad y el Estado muy particular, bajo el influjo religioso. No todas estas culturas estaban en un alto grado de esplendor a la llegada de los españoles, aunque el común denominador de ellas era haber logrado ciertas peculiaridades en el arte y en la concepción de la sociedad y el Estado, que las hicieron originales. Aztecas, mayas e incas, concibieron una sociedad en la que a pesar de que el influjo religioso era decisivo en la conformación de estratos o castas, tenía una estructura horizontal. El Estado, si bien era el proveedor de todo tipo de bienes –no sólo materiales, sino también culturales- era sostenido efectivamente por todos los individuos, que participaban en él.

De esas concepciones se desprende un tipo de arte sumamente rico, teñido de contenidos ideológicos y referenciales ajenos a la cultura actual. Casi todos los cronistas, como Bernal Díaz del Castillo o el padre Bartolomé de las Casas, hablan de la existencia de libros en los que los escribas imperiales se dedicaban a asentar sus mitos y tradiciones que constituían la <<superestructura>> de esa sociedad.

15. La escritura "florecida"

En las altas civilizaciones que habitaron México y la América central, se dieron tres formas sucesivas de escritura: la pictográfica, la ideográfica y la parcialmente fonética, que algunos relacionan con el proceso evolutivo que sigue el aprendizaje del lenguaje en los niños. La ideográfica constituye un avance, ya que constituye un sistema de glifos, es decir, de figuras que simbolizan ideas, palabras o frases. En general, los glifos pueden clasificarse en tres grupos: los de carácter numeral, los calendáricos y los representativos de ideas abstractas o metafísicas, como la divinidad, la vida el movimiento o la inteligencia (esta última aparece en los códices aztecas como una flecha).

En la cultura azteca, este sistema de glifos se complementa con el uso de colores simbólicos. El amarillo identificaba al sexo femenino; el morado identificaba la condición real del tlatoni; el negro y el rojo la sabiduría que incluía el dominio de la escritura. El sistema ideográfico maya no ha sido descifrado en su totalidad, a pesar de los esfuerzos principalmente de especialistas alemanes como Von Humboldt, lo que dificulta la comprensión de los textos literarios conservados en los códices.

Los nahuas, en cambio, utilizaban la pictografía. En esta cultura se cultivaba el arte del buen decir. Quienes lo dominaban <<Tlaquitzi>>, es decir aquél que "al hablar hace ponerse de pie a las cosas". Eran laos creadores o poetas, de cuyos labios brotaban las <<flores>> (metaforas) sobre los grandes temas: el amor, la muerte, la guerra. Como los poetas renacentistas, los nahuas y mayas se preguntaron sobre la muerte, sobre la muerte, sobre la fragilidad de las cosas terrenas.

El poema, en esta lengua, era cuicatl, representado gráficamente por una voluta adornada con flores que significaba la <<palabra florida>>. El poeta también era el cuicapicqui, o sea el que canta o produce la palabra florecida. En los centros ceremoniales de Texoco y Tenochtitlán, según los cronistas de Indias, existían Casas de Danza y Canto, en las cuales los señores del imperio actuaban como mecenas de cantores, bailarines y músicos.

En la poesía de los aztecas se pueden distinguir, ademas de los poemas épico-históricos y sagrados, tres tipos de lírica: los <<Cantos de las Flores>> (Xochicnicatl), los <<Cantos de Tristeza>> (Icnocuicatl) y los breves <<Cantos Filosóficos>>, que se asemejan al haikú japonés:

Por segunda vez no venimos a la tierra

Príncipes chichimecas

¡Gocemos!

¿Llevaremos nuestras flores a la muerte?

Solamente prestadas las tenemos.

En el imperio incaico, esa poesía era realizada por los amautas. Los poemas líricos en lengua quichua ofrecen una variedad de combinaciones y versos de arte menor, desde trisílabos (3 sílabas) a octosílabos (8) y eneasílabos (9). Eran cantados en cosechas y otras fiestas rurales, con un diálogo entre el poeta y el coro, al modo de la tragedia griega.

El aymoray estaba destinado a las festividades agrícolas; el haylle era de tema rural y heroico; el yaraví era una canción triste con tema sentimental; en tanto que el hurpi y el huayno tenían una poesía de carácter amatorio:

Manto tejido

de flores llevas

su trama es hecha

con hilos de oro

sus finos flecos

están atados

a mi ternura.

En todos los casos, el fundamento de esta poesía no está en el lenguaje sino de una cosmovisión, y para develarlo hay que rastrear las antiguas tradiciones, volver a las fuentes, desentrañas los símbolos que se esconden detrás de una bella máscara de flores y jade. Las antiguas tradiciones religiosas contenidas en el Popol Vuh y en el Chilam Balam le han servido a Miguel Angel Asturias para recuperar parte de la poesía precolombina azteca, como esta que describe a la divinidad principal de esta cultura:

Quetzlcoatl, dios del viento

barre los caminos a los dioses de la lluvia,

envuelto en ropas aéreas,

orejeras de oro torcidas en espìral

collar de caracoles marinos hechos en oro,

caderas ceñidas con ropajes rojos,

a cuestas, llamaradas de plumas de guacamayo,

sandalias blancas,

en las piernas, campanillas atadas con piel de tigre.

La obra literaria no nace de la nada estética, por cuanto todo texto se inscribe en un sistema de convenciones establecidas por la tradición y el género –en el caso de la poesía, la lírica-. Toda obra literaria, a su vez, se relaciona con una cultura determinada, con un horizonte histórico y un sistema de normas que delimita el tipo de temas, la perspectiva ideológica, moral, política y religiosa.

El tema de la muerte, entendida como destino inevitable del hombre, es uno de los más frecuentados por la poesía universal. Pero el poema Como una pintura nos iremos borrando compuesto por Nezahualcóyotl (señor de Texcoco) pone en funcionamiento un sistema de convenciones estético – culturales muy particular. Nezahualcóyotl imagina la vida de los hombres como las figuras de los libros pintados, que eran una imagen familiar para los aztecas. Las figuras cobran vida cuando el poeta (el pintor) las dibuja y colorea. Del mismo modo procede el Dador de Vida, que va pintando y borrando la vida de los hombres.

16. Características de la literatura de los aztecas, incas y mayas.

Literatura azteca o náhuatl

La escritura

Fuentes

  • La escritura azteca fue ideográfica o jeroglífica.
  • En general, lo que se conoce hoy en día de la literatura náhuatl es debido a las crónicas de los misioneros o a la tradición oral. Se sabe que entre los aztecas llegaron a formarse verdaderas escuelas literarias, y que al menos hubo tres grandes centros culturales: Tenochtitlán, Texcoco y Tlaxcala. En la primera de esas ciudades existió un verdadero emporio cultural, y en las otras hubo archivos y museos importantes.

Los géneros literarios más cultivados fueron la lírica, la épica, el drama y la historiografía.

  • La poesía lírica

Estuvo íntimamente ligada a la música y a la danza, es decir, que la poesía era cantada y bailada. Esta poesía, era, en general, anónima e intervenían tres agentes: el compositor de la letra, el músico y los bailarines y cantores. La temática no era muy variada, y trataba principalmente de la fugacidad de la vida, el enigma de la muerte con frecuentes alusiones al más allá, la vanidad de hombre y la rapidez del goce en la vida. Estaba impregnada de ideas religiosas, acordes con el concepto azteca de la vida, que en su opinión consistía en la guerra, la muerte, el mundo de ultratumba y las clases sociales.

  • La épica y los himnos religiosos

Los aztecas componían también himnos religiosos en honor de sus dioses, que provenían de la inspiración de compositores oficiales de los templos, y cantos épicos. En materia épica o guerrera, los aztecas tuvieron una profunda conciencia. Escribieron poemas sobre sus héroes y la historia, bastantes rudimentarios, en los cuales mezclaban cierto lirismo. La religión fue para los aztecas el eje de su vida; todo estaba ligado a ella: el comercio, la política, la guerra. La poesía siguió, pues, tan importante tema. Como el siguiente ejemplo en el que se estimula al guerrero a ser valiente y si es necesario morir en batalla.

¡No te amedrentes, corazón mío!

allá en el campo de batalla

ansío morir a filo de obsidiana.

Oh, los que estáis en la lucha:

yo ansío morir a filo de obsidiana.

Sólo quieren nuestros corazones la muerte gloriosa.

La religión fue para los aztecas el eje de su vida; todo estaba ligado a ella: el comercio, la política, la guerra. La poesía siguió, pues, tan importante tema. El sentimiento religioso y la persistente invocación a los dioses, es ostensible en los canto.

  • Procedimientos estilísticos

Conocieron algunos procedimientos originales, como el paralelismo, o sea el empleo de construcciones similares, de sintaxis o de vocablos. Además empleaban las estrofas pareadas, contituidas por dos versos. También fue muy común el uso del estribillo o retornelo, que podemos observar en el poema anterior. La repetición de ciertas palabras destacadas para unir dos secciones de un pensamiento, llamadas palabras broches, fue también habitual. Otras veces, recurrían a palabras vacías de sentido para completar el número del verso y la modulación del canto. Un procedimiento característico de esta poesía fue el diafrasismo, o sea la unión de dos metáforas, que juntas daban el símbolo de un solo pensamiento.

Ejemplo del uso de palabras broches:

¿Acaso es verdad que se vive en la tierra?

¿Acaso para siempre es la tierra?

¡Sólo un breve instante aquí!

Hasta las piedras finas se resquebrajan,

hasta el oro se destroza, hasta las plumas preciosas se desgarran.

¿Acaso para siempre es la tierra? ¡Sólo un breve instante!

Ejemplo del uso de palabras para completar el número del verso:

Sólo venimos a llenar un oficio en la tierra, oh amigos:

tenemos que abandonar los bellos cantos,

tenemos que abandonar también las flores.

Por eso estoy triste en tu canto,

oh tu por quien se vive:

Brotan las flores, medran, germinan, abren corolas:

de su interior brota el canto florido que tú, poeta,

haces llover y difundes sobre otros.

  • El teatro

Según se sabe por un cronista español y algunos restos de manuscritos, conocieron un arte dramático rudimentario, con cantos y danzas, que podría compararse con el ballet actual. La representaciones eran públicas.

Literatura inca

La escritura

Fuentes

  • Los incas quechuas carecieron de un sistema de escritura ideográfico o fonético. No se conservan restos o fuentes del idioma imperial de los incas, y por consiguiente tampoco quedan documentos literarios escritos. Sólo se dispone de tradiciones orales.
  • Las fuentes de la primitiva literatura quechua, además de la tradición oral, son los libros escritos por los españoles del tiempo de la Conquista, quienes han dejado transcriptas muchas composiciones de la época y aún anteriores.
  • La poesía quechua

Se caracteriza por el panteísmo o adhesión a la tierra, propio de una civilización agrícola-militar, en la que los animales, las plantas y las flores ocupan un lugar importante. El espíritu de la mentalidad indígena es difícil de comprender por el hombre occidental, ya que los valores de ambos mundos son distintos. Además, el panteísmo, es perceptible en la poesía incaica una tristeza típica del indígena, que, sin embargo, no tiene el mismo sentido que le da el hombre moderno. Por otra parte, casi no existe diferencia para el alma indígena entre los conceptos de tiempo y espacio. Otra característica es un cierto ‘franciscanismo’ o amor especial que el indio siente por los animales, que comparten el hogar casi en calidad de hermanos. Este matiz hace pensar en la psicología de San Francisco de Asís, quien consideraba hermanos a las bestias y las cosas naturales.

Asimismo, la poesía quechua no exalta sino por excepción a los grandes hombres del imperio o Tahuantinsuyo. Como en otras civilizaciones antiguas, la poesía se acompañaba de la música y la danza. Hubo dos clases de poetas: el poeta oficial, de la corte o amauta, y el poeta popular, profano, lírico o bucólico, llamado haravec. El primero componía poesías rituales, de mayor valor literario y más exquisita técnica literaria, mientras que el segundo era de menos técnica y compromisos en los temas a desarrollar.

  • Clases de lírica

La lírica incaica y su posterior evolución, la mestiza (que era la fusión de los cantos indígenas con los católicos), comprendían diversos tipos de composiciones. Entre ellas, el wawaki, que era cantado por coros juveniles en las festividades de la Luna o durante las noches de guardia en las sementeras.

Ejemplo: Los príncipes

Sólo a la luz de la luna ¡Sí!

Llamarme simulas ¡Sí!

Y cuando me acerco ¡Sí!

Te truecas en nieve ¡Sí!

Las princesas

Y si llamarte simulo ¡No!

Presuroso acude ¡No!

Si me trueco en nieve ¡No!

Échame tu fuego ¡No!

Los príncipes

Cuándo mi fuego te quema ¡Sí!

Te derramas en rocío ¡Sí!

Eres ilusión o viento ¡Sí!

O tal vez un desatino ¡Sí!

Las princesas

Si me crees rocío ¡No!

Tus labios acércame ¡No!

Aunque sea un desatino ¡No!

No pierdas mi rastro ¡No!

El jarawi fue una expresión lírica, por lo general de tema amatorio y sentimental, que originó el actual yaraví peruano. El huayno, de carácter erótico; el hauay o lamento; el triunfo o canción alegre del trabajo y la victoria, que también pasó al arte mestizo; el aymoray, poesía ligera de inspiración rural, que empleaba a menudo el diálogo; la poesía ritual y otras formas.

  • Literatura oficial y popular

Hubo dos clases de literatura; la oficial, que abarcaba los himnos del culto, pensamientos filosóficos; y la popular, consistente en la poesía amatoria y de temas humanos y sociales.

  • Poesía religiosa

Fue transmitida por la tradición oral y complementariamente restaurada por los quechuistas. Son frecuentes los himnos, invocaciones a los dioses y alabanzas. La crítica ha reparado en esta clase de poesía el intenso espíritu religioso y la concepción superior de la divinidad.

El cronista Crístobal de Molina, en Fábulas y ritos de los Incas (1575), recoge este jailli, en la zona de Cuzco, transcrito en versión quechua y dedicado a Wiracocha pidiéndole que los hombres se multipliquen:

Hacedor del mundo,

Luminoso Señor,

Raíz de la vida,

Dios de la existencia

Y de la muerte,

Señor de vestidura

Deslumbradora,

Tengan conocimiento

El viejo y el joven,

Y se multipliquen,

La ciudad y el mundo

Que vivan libres

Y en paz

Cuida a tu criatura

Durante muchos días,

Hasta que pueda

Perfeccionarse

  • Teatro

Comedias y tragedias fueron compuestas por los amautas, para las presentaciones en los días de fiestas solemnes. Se referían las piezas a hechos militares y de la vida cotidiana.

Sin duda Ollantay es la pieza maestra del teatro inca. Es la historia de un valeroso general que se enamora de la hija del Inca y la pide en matrimonio, pero que el soberano deniega porque el enamorado no es de sangre real. Ollanta se aleja del Cuzco y encabeza una rebelión armada que comienza a ganar terreno haciendo peligrar la estabilidad del Imperio. El Inca al no poder ganar la guerra después de una prolongada resistencia, se vale de una estratagema y captura al rebelde. En tanto, Cusi Ocoyllur, la amada de Ollanta, ha dado a luz una niña y vive prisionera en el Akllawasi de la capital del Imperio. Cuando está a punto de ser condenado a muerte fallece el viejo Inca y hereda el trono su hijo, hermano de la prisionera, que enterado del caso indulta a Ollanta casándolo con su hermana y devolviéndole su antiguo rango.

Después de la rebelión de Túpac Amaru II, en 1781, el visitador general José Antonio de Areche estableció penas muy duras para quienes asistieran o actuaran en las representaciones teatrales. Especialmente prohibió la escenificación de Ollantay que el lider indígena había hecho poner en escena en el Cuzco ante su ejercito y el pueblo, por el carácter netamente inca de la obra y su argumento revolucionario que, de alguna manera, facilitaba sus planes independentistas y reformadores.

17. Literatura maya

La escritura

Fuentes

  • Los mayas no tuvieron un alfabeto semejante al nuestro. Su lenguaje escrito consistía en un sistema de dibujos simbólicos y convencionales, de tipo jeroglifico; es todo lo que se sabe hasta ahora de este lenguaje. Fue el primer sistema de escritura desarrollado en América. Escribían sus libros sobre una especie de papel fabricado sobre la base de fibras vegetales, y los volúmenes eran largas tiras, dobladas varias veces sobre sí mismas, que debían desplegarse para la lectura. Las cubiertas se hacían de madera muy decorada.
  • Las obras literarias que se conservan son poquísimas, y consisten en textos escritos originariamente en lengua maya pero con caracteres latinos, por nativos que conocían también la lengua española, en épocas posteriores a la Conquista. En general, los libros que se conservan no son de fácil interpretación, sobre todo porque tienen carácter mitológico y religioso, y se apoyan en las ideas metafìsicas de dichos pueblos. A veces su sentido escapa a la comprensión de los mismos mayistas. Revelan una inspiración muy poética, un profundo sentido patriótico, y a cada instante se refieren a la historia, la ciencia y la religión de su época.
  • Obras

Se conserva una pieza dramática. El Rabinal Achí, escrito entre los quichés, una tribu del pueblo maya, que dramatiza las rivalidades entre dos estados, sus sistemas de vida, sus guerras, y la captura y muerte de uno de los príncipes guerreros.

Otro libro, los Anales de los cakchiqueles, escrito también en lengua maya y de caracteres latinos, refiere la historia de ese pueblo, maya también, con datos históricos, religiosos y mitológicos mezclados.

El libro de Chilam Balam, otra obra famosa, expresa la desesperación de los indígenas ante la invasión de los españoles, profetizada por un sacerdote. Hay varias versiones distintas de esta pieza, escrita en distintos pueblos, con contenidos diferentes. Se mezclan en este libro noticias de historia, medicina, religión, calendarios, rituales, astronomía, miscelánea y fragmentos puramente literarios, es decir, la suma de la sabiduría maya.

Se supone que fueron escritos por sacerdotes mayas que transcribieron los textos jeroglíficos sagrados de cada lugar, y que en cada caso agregaron noticias de los acontecimientos locales. Se los consideraba libros sagrados, y se leían en ocasiones especiales. Las copias que se conservan no son las originales, sino del siglo XVI y aun de nuestros días.

  • Popol Vuh o Libro del Consejo

El Popol Vuh o Libro del Consejo de los indios quichés (Popol significa Comunidad o consejo, y Vuh, libro) se transmitió originalmente por tradición oral hasta mediados del siglo XVI, en que fue escrito por un indígena en lengua quiché, pero con caracteres latinos. Este manuscrito fue traducido al castellano por el padre Francisco Jiménez, cura párroco de Santo Tomas Chuilá, antigua población de Guatemala. La versión del padre Jiménez fue incluida por éste en el primer tomo de la Crónica de la Provincia de Chiapa y Guatemala. Existen, además, varias traducciones a otras lenguas europeas, realizadas desde el siglo XVIII por estudiosos de los orígenes de las culturas indígenas en América. En esta obra excepcional pueden distinguirse tres partes. La primera es la historia de la creación del mundo y del hombre. La segunda refiere aventuras de personajes míticos (Hunahpú, Ixbalanqué, Ixquix) y sus luchas con los genios del mal, los señores del Xibalbá. Dioses mayores, profetas, sabios, dioses menores, se mezclan en estas fábulas inmemoriales con animales, árboles y fuerzas de la naturaleza. En es relato los hombres conviven con deidades del mundo superior e inferior, practican los juegos de las poblaciones primitivas, refieren simbólicamente hechos de la vida cotidiana de las comunidades, de la transformación de las tribus, de sus luchas internas. El estudio de las lenguas quiché y cakchiquel ha arrojado luz sobre esos textos permitiendo un interpretación abundante y precisa.

El Popol Vuh narra la historia de la creación de los hombres del siguiente modo:

  • Primera Creación

Los dioses crearon la tierra y la poblaron de animales dándoles a cada uno un lenguaje, pero como no fueron capaces de pronunciar los nombres divinos, fueron destruidos.

  • Segunda Creación

Los dioses crean figuras humanas de barro que hablan pero carecen de pensamientos. "De tierra hicieron la carne. Vieron que aquello no estaba bien, sino que se caía, se amontonaba, se ablandaba, se mojaba, se cambiaba en tierra, se fundía; la cabeza no se movía; el rostro (quedábase vuelto) aun sólo lado…"

Los dioses (Constructores o Formadores, según el nombre dado en el texto) resolvieron destruir estas figuras.

  • Tercera Creación

Corresponde a la fabricación de muñecos de madera con forma humana. Estos muñecos hablaban y tuvieron descendencia, pero como carecían de sangre, se secaron. Fueron solamente un ensayo de la existencia de la humanidad en la superficie de la tierra. Los utensilios de cocina y los animales domésticos se revelaron contra estos maniquíes y una espesa lluvia que bajó del cielo terminó por destruirlos. Los que sobrevivieron huyeron a los montes convertidos en monos.

  • Cuarta Creación

Después de celebrar nuevo consejo, se produce la creación definitiva del hombre, fortalecido con la sustancia blanca del maíz, con el cual forman la carne de los que serán los primeros padres de la humanidad. Después de recorrer los espacios de la tierra, y como tenían inteligencia capaz de comprender los secretos del Universo, agradecieron su creación a los dioses.

  • Las Cuatro Edades del Popol Vuh

El Popol Vuh tiene un carácter simbólico y a través de los mitos que lo componen se ha podido leer la historia sistematizada de las distintas etapas del pueblo quiché, desde la prehistoria hasta su edad más avanzada. Frente a esta mito-historia, el PopolVuh aporta un material valiosísimo para la interpretación de la mentalidad primitiva y para el conocimiento del desarrollo de las ideas, las artes, las ciencias y la cultura general de los pueblos autóctonos de América.

Como en todo lenguaje primitivo el del Popol Vuh es metafórico, es decir que se expresa por analogía y no puede explicarse racionalmente, sino mediante un pensamiento con imágenes. Aparece entonces la metáfora, no como un ornamento del lenguaje, sino como una pequeña fábula o mito. Como en los textos sagrados de las más lejanas civilizaciones del universo, el Popol Vuh ofrece las mayores riquezas en el área semántica de las palabras, en un lenguaje que es eminentemente significativo.

Por esta causa, constituye no solamente un documento de estudio para el antropólogo, el sociólogo y el historiador, sino un texto poético de misteriosa resonancia en el ánimo de aquellos que buscan desentrañar el horizonte cultural de la América Precolombina.

El Popol Vuh ha sido colocado a la altura de las más célebres teogonías de la humanidad, por la profundidad de sus ideas y la portentosa fuerza imaginativa. Por otra parte, se lo ha comparado a las antiguas epopeyas de la India y Grecia, por su valor literario y la lucha entre hombres, con la intervención de dioses.

Es una original Biblia indígena, semejante en su relato de la creación al del Génesis bíblico, cuyas similitudes están marcadas en los fragmentos adjuntos.

Dentro del texto, pueden encontrarse muy diversos elementos: relatos mitológicos, fábulas de contenido moral, cuentos populares, narraciones bélicas, vestigios de antiguas poesías, bailables o recitables, etc.; y como protagonistas se mezclan dioses, hombres y animales.

18. Notas

Mesoamérica es el nombre dado a la región "que se extendía hacia el sur y el este desde México central y abarca partes de Guatemala, Belice, Honduras y Nicaragua" (The American Heritage Dictionary). Por civilización mesoamericanase designa "al conjunto de culturas aborígenes que se desarrollaron en partes de México y Centroamérica antes de la exploración y conquista española del siglo XVI" (Encyclopaedia Britannica).

piedra del sol o calendario azteca, probablemente es el monolito más antiguo que se conserva de la cultura prehispánica, cuya fecha de construcción fue alrededor del año 1479. Los motivos escultóricos que cubren su superficie parecen ser un resumen de la compleja cosmogonía azteca.

Se trata de una roca de basalto olivino, de unas 25 toneladas y 3,58 metros de diámetro, tallada, según algunos arqueólogos, a finales del siglo XV. Fue hallada en el zócalo de la ciudad de México el 17 de diciembre de 1790, con motivo de las obras que se llevaron a cabo para el nuevo empedrado de dicha plaza. En principio fue colocada en una de las torres de la catedral; más tarde, en 1885, pasó al Museo Nacional en el centro de la ciudad y finalmente, en 1964, al recién inaugurado Museo Nacional de Antropología, en cuya sala Mexica se encuentra en la actualidad. Los numerosos motivos allí esculpidos parecen relacionarse con la astronomía, la cronología y la cosmogonía de los antiguos mexicanos. La piedra presenta una decoración en círculos concéntricos que de interior a exterior parece representar: en el centro el rostro de Tonatiuh (dios del Sol) con adornos de jade y cuchillo de sacrificio en la boca; enmarcando el rostro del Sol está la presencia del símbolo ollín (movimiento), en donde cada aspa tiene cuadretes con representación de los cuatro soles o edades anteriores, que en conjunto con las garras, el rostro central y los rayos conforman el símbolo del quinto Sol, el Sol del hombre nahua (Nahui-Ollín) nacido en Teotihuacán. A continuación se encuentra el círculo de los veinte días, que se corresponde con la representación de un mes (el calendario náhuatl constaba de 18 meses, de 20 días cada uno, lo que suma un total de 360 días más 5 días nemontemi o aciagos), el círculo comienza por la parte superior y de manera inversa a las manecillas del reloj se representan 20 glifos, que simbolizan a cada uno de los días. Junto a éste se encuentra el círculo con los cuatro rumbos del Universo y los rayos solares. Delimitando toda la representación del disco solar están dos serpientes de fuego, cuyas colas se encuentran en la parte superior, lugar donde está representado el glifo 13, que para algunos se relaciona tanto con el año del surgimiento del quinto Sol, como con la fecha de la construcción del monolito (véase Mitología azteca).

Folklore literario. El folklore literario es una parte del folklore total del folklore de un pueblo. Son las manifestaciones literarias primitivas, indígenas o hispánicas, de origen remoto, que la tradición ha conservado: cantares, cuentos, adivinanzas, oraciones, relaciones y otras formas más. No se conocen sus autores, ni su edad, y a veces ni siquiera su origen preciso. Hay cancioneros y recopilaciones de ese arte. En el caso de Hispanoamérica, hay folklore literario de procedencia indígena y de procedencia hispánica.

Popol Vuh, texto maya del siglo XVI (Quiché, Guatemala) vertido al español por el fraile dominicano Francisco Jiménez (comienzos siglo XVIII); Carl Scherzer lo tradujo al alemán (Viena, 1857). Hoy se conoce por la traducción al francés (París, 1861) del abate Brasseur de Bourbourg, quien lo llevó a Europa como parte de su colección americana; ahora se encuentra en la Biblioteca Newberry de Chicago. El erudito Adrián Recinos comparó y corrigió las versiones para elaborar una nueva traducción (1946), fruto de una ardua investigación y profundo conocimiento de la lengua original. Recinos explica: "El documento… contiene las ideas cosmogónicas y las tradiciones de este pueblo, la historia de sus orígenes y la cronología de sus reyes, hasta el año 1550".

Chilam Balam, libro sagrado maya (Yucatán, México), del que hay diferentes versiones; la más importante es del poblado de Chumayel; el manuscrito (siglo XVI) se encontró en el XIX, quizá procedente de antiguos códices y tradición oral. Los sacerdotes (chimales) trasmitían las profecías divinas, tendidos de espaldas; Balam significa jaguar o brujo y es nombre de familia. De contenido religioso, destacan fragmentos relativos a mitos cosmogónicos; otros son rituales, los katunes, fórmulas simbólicas de iniciación; textos calendáricos e históricos sobre los principales grupos de Yucatán y la devastación causada por la conquista española. El manuscrito ha sido examinado por diversos eruditos y fotografiado; luego fue robado, destino frecuente de estos documentos. Existen varias traducciones al español y otras lenguas, entre otras destacan las de Mediz Bolio al español, Peret y Le Clézio al francés, Roys al inglés.

Asturias Miguel Angel, (1899-1974), autor, diplomático y premio Nobel guatemalteco, nacido en Ciudad de Guatemala.

Vida

Estudió Derecho en universidades de su país y Antropología en la Sorbona de París, ciudad en la que recibió la influencia del poeta surrealista francés André Breton. En 1942 fue elegido diputado en su país y, a partir de 1946, fue embajador en México, Argentina y El Salvador, hasta que, en 1954, se exilió de Guatemala. Posteriormente, fue embajador en Francia, entre 1966 y 1970. Sus poemas y novelas, de contenido fuertemente antiimperialista, le valieron el Premio Lenin de la Paz en 1966 y el Premio Nobel de Literatura en 1967. La muerte le sobrevino, tras una penosa enfermedad, en 1974, cuando se encontraba en Madrid (España).

Obra

En su obra, al igual que en la del escritor cubano Alejo Carpentier, el mito se hace presente, pero a diferencia del cubano, organiza sus novelas en torno a los mitos precolombinos. Su primera obra Leyendas de Guatemala (1930) es una colección de cuentos y leyendas mayas (véase Mitología maya). La novela que le ha dado fama internacional es El señor Presidente (1946) en la que traza el retrato de un dictador de una manera caricaturesca y esperpéntica pero siguiendo una estructura regida por la lucha entre las fuerzas de la luz (el Bien, el pueblo) y las fuerzas de las tinieblas (el Mal, el dictador) según los mitos latinoamericanos. Es también un libro de protesta militante: la descripción de un régimen dictatorial en términos de terror, maldad y muerte. En las cuatro cadenas de episodios que integran la trama predominan el miedo y la crueldad. Este tema mítico vuelve a aparecer en Hombres de maíz (1949) aunque ahora la luz está representada por los indígenas y las tinieblas por los hombres de maíz, los colonizadores que llegan a explotar las tierras de los campesinos en beneficio propio. En esta obra, Asturias logra hermanar armoniosamente lo mítico-maravilloso con la dura realidad de la vida indígena.

Después escribió novelas y relatos entre las que destaca la trilogía formada por Viento fuerte (1950), El Papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1960). Otras novelas son Mulata de tal (1963), Malandrón (1969) y Viernes de Dolores (1972). Su producción teatral es poco conocida y trata más o menos los mismos temas, como Chantaje o Dique seco ambas de 1964. Su novela Viento fuerte fue citada en el discurso de entrega del Premio Nobel, que le fue concedido por "sus coloridos escritos profundamente arraigados en la individualidad nacional y en las tradiciones indígenas de América".

 

 

Autor:

Rebeca Rodríguez

Partes: 1, 2
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