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Violencia intrafamiliar. Una mirada de género desde la Casa de Orientación a la mujer y a la Familia (página 2)


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Desde siglos anteriores existía una desigualdad entre el hombre y la mujer, esto se deja ver a través de los clásicos.

Para Comte la mujer está por debajo del hombre en el plano intelectual y le cede también en cuanto a la fuerza de voluntad. El rol social de la mujer se determina por sus cualidades emocionales y morales, por su capacidad de cohesionar a las personas y contribuir a la lucidez moral. La misión de la mujer consiste en ennoblecer la naturaleza brutal de los hombres, despertar en ellos los sentimientos sociales basados en la solidaridad. La teoría positiva de la familia humana se reduce a sistematizar la influencia espontánea del sentimiento femenino sobre la actividad masculina.

Según H Spencer el único límite en que se detiene la brutalidad de los hombres es la imposibilidad en que se encontrarían las mujeres de vivir y de criar si se les maltratara más. Estos malos tratos pueden llegar a un punto en que si las mujeres no mueren, llegan a ser incapaces de criar bastantes hijos.

La tiranía que el sexo más fuerte ejerce sobre el más débil no se encuentra ningún freno pues (la mujer) está expuesta a todos los sufrimientos que con su progenitura puede resistir.

Esta miserable condición legal de las mujeres en los pueblos más groseros proviene de un egoísmo profundo en los hombres y menor en las mujeres.

En el origen consideraba a la mujer como una propiedad, y se ha continuado considerándoles de la misma manera durante largo tiempo, para él eran animales domésticos.

Las teorías de la opresión de género describen la situación de la mujer como consecuencia de una relación de poder directa entre los hombres y las mujeres en la que los hombres que tienen intereses concretos fundamentales en el control, uso, sumisión y opresión de la mujer, llevan a cabo sus interese. Para teóricos de la opresión las mujeres se encuentran en una situación en la que los hombres las usan, las controlan, las someten y oprimen. Para ellos las diferencias de género y desigualdad entre los géneros son subproductos del patriarcado.

Para el Feminismo radical la imagen del patriarcado es como un sistema en el que los hombres y las organizaciones dominadas por los hombres practican la violencia contra las mujeres. La violencia no siempre se encarna en abierta y directa crueldad física. Puede ocultarse en prácticas más complejas de explotación y control en criterios de moda y belleza, en ideales dinámicos de la maternidad, castidad y heterosexualidad en lugar de trabajo, en trabajos domésticos y fatigosos no pagados y en trabajos asalariados mal pagados. La violencia existe donde un grupo controla en su propio interés la vida, oportunidades, entornos, acciones y percepciones de otro grupo como hacerlos hombres y mujeres.

La Federación de Mujeres Cubanas fue creada en agosto de 1960, su objetivo principal fue la incorporación de la mujer a la sociedad y al empleo, así como al programa de cambios sociales y económicos que marcha en el país.

El Comité Nacional reúne a mujeres representativas de todos los sectores sociales y a aquéllas que se encuentran en puestos de toma de decisiones en ministerios claves, en el Partido Comunista de Cuba, sindicatos y otras organizaciones sociales.

La Federación dio una dura batalla por el pleno ejercicio de la igualdad de la mujer y el hombre, como fue la reducción de los trabajos considerados no aptos para las mujeres.

En septiembre del 2005 cumplieron 15 años de creadas las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia que pertenecen a nuestra organización, ese espacio de reflexión donde acuden las mujeres y su familia en busca de criterios, confrontación de ideas y opiniones, de ese personal que se ha ido organizando para dar atención y tratamiento a un grupo de problemáticas relacionadas con la familia y a esos malestares cotidianos, que en la queja no encuentran solución.

Esto se hace con el objetivo de orientar más acorde a los problemas y contó desde el primer momento con el interés de la Cátedra "Mujer y desarrollo"para hacer un trabajo de extensión a la comunidad para el cual la casa fue vía idónea, por lo que se tuvo la fuerza calificada y la voluntariedad necesaria para asumir ese reto.

Teniendo en cuenta el papel que juega la mujer en sus múltiples funciones, como madre, esposa, trabajadora, ama de casa, se previó que el alcance de estos servicios fuera en beneficios inobjetables para el cumplimiento más exitoso de estos roles, unidos a la lucha por la igualdad en cuyo centro debe estar la organización.

Entre los objetivos centrales de la casa se enmarca el trabajo de concientización con la mujer como agente de cambios, para que conociendo la realidad y sus posibilidades, contribuye a transformarla y llevar al resto de la familia al debate de estas ideas.

Con los objetivos creados se comenzó a trabajar en las siguientes actividades: Orientación individual y familiar; trabajos educativos con grupos y actividades educativas de extensión a la comunidad.

Dentro de las principales problemáticas atendidas en la casa tenemos: ansiedad, depresión, alcoholismo, mal manejo del divorcio, conflictos de parejas, disfunciones sexuales.

El estado observable de las manifestaciones de agresividad presentes de una forma u otra en las personas que acuden a la COMF presupone que en un grupo importante de las problemáticas, estuviera presente la violencia contra la mujer en la dinámica familiar, siendo causa o consecuencia de los problemas presentados.

Históricamente, la presencia de la fuerza como elemento común que sirve de sostén a las primeras formas de violencia, hace pensar en la posibilidad del aprendizaje de sus distintas formas para imponer criterios o conquistar mayor poder. Sin embargo, la existencia de estas pautas violentas no pudo imponerse a la cooperación como norma de conducta eficaz para la regulación de un buen número de situaciones y para la estructuración de la sociedad.

Las mediaciones culturales son de tal importancia que es completamente imposible aislar la naturaleza humana de las pautas de conducta aprendidas a lo largo de los miles de años de su existencia. Al introducir la capacidad de elección en la conducta humana, las soluciones que nuestra especie da a determinados problemas y conflictos, dependen de multitud de variables biológicas, y culturales interrelacionadas experimentalmente y de una manera indisoluble.

Indudablemente la especie humana no es ni agresiva ni pacífica por naturaleza y su supervivencia sigue siendo posible gracias al predominio de la cooperación, la solidaridad, el respeto y la negociación entre la mayoría de los seres humanos por encima de todas las manifestaciones de violencia que ha creado la propia especie.

La violencia contra la mujer en el ámbito intrafamiliar es un grave obstáculo para el desarrollo y la paz, su existencia no es reciente pero ha comenzado a destaparse lo que impidió por mucho tiempo acceder a ese espacio "privado". Este fenómeno trasciende las fronteras de lo "privado" y llega a constituir un obstáculo en las relaciones de la comunidad. Este es otro de los fuertes motivos que hace interesante este proyecto que pretende encontrar a la mujer desenvuelta e implicada de igual con el hombre en los procesos sociales.

La IV Cumbre Mundial de las Naciones Unidas sobre las mujeres que se celebró en Beijing, China, en septiembre de 1995 aprobó la Plataforma para la Acción; documento a cuyo cumplimiento, se comprometen los gobiernos, organismos nacionales e instituciones internacionales. También se exhorta a la sociedad en general, los agentes sociales, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado a que presten su decidido apoyo a las medidas diseñadas en el mismo. La violencia contra las mujeres constituye la cuarta área de especial interés donde se realiza un diagnóstico de la situación de malos tratos que reciben las mujeres en su relación de pareja. Se aprobaron objetivos estratégicos así como un importante grupo de medidas y recomendaciones a los gobiernos para una acción coherente y coordinada que protegen el pleno disfrute de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales de todas las mujeres a lo largo de su vida. Reafirma que los derechos humanos de las mujeres y las niñas son una parte inalienable, integral e indivisible de los derechos humanos universales.

En el caso de Cuba, en concordancia con su proyecto de justicia social, de democracia participativa, lucha tenaz para eliminar toda forma de discriminación y opresión por razones de clase, género y raza, ha puesto en práctica desde 1959 su estrategia nacional de desarrollo que comprende la ejecución, de forma articulada y armónica de programas (sociales y económicos)en tal sentido ha impulsado la creación y desarrollo de bases económicas, políticas, ideológicas, jurídicas, educacionales, culturales y sociales que garanticen la igualdad de derechos, oportunidades y posibilidades a mujeres y hombres, transformando la condición de discriminación y subordinación a que había estado sometida la mujer cubana.

Como parte de esos esfuerzos fue creado en septiembre de 1997 el "Grupo Nacional para la prevención y atención de la violencia de Familiar" coordinado por la FMC que pretende atender la violencia desde una perspectiva de género.

La violencia basada en género, en la mayoría de los casos es iniciada por el hombre e infligida por la mujer. No se trata de una violencia aislada o explicada por características anormales del abusador o la víctima o por la disfunción en la familia y aunque se han planteado muchas teorías para explicarlas, la desigualdad genérica está en la clave de cualquiera de las formas que asume el maltrato contra la mujer.

Entre estas teorías encontramos la de Freud que sostiene que la agresión es derivada del instinto de muerte y que en tanto pasión fundamentalmente del hombre sólo puede canalizarse pero no modificarse sustancialmente; el etnólogo Konrad Lorenz establece una analogía entre los animales y los hombres y llega a la conclusión de que la agresión es una excitación interna consustancial al ser viviente; la paleontología, la antropología y la historia de las civilizaciones cuestionan las teorías de la agresión como instinto innato mostrando que esta aumenta o disminuye de acuerdo a los tipos de sociedad y explican que la agresividad es consecuencia de la interacción entre los datos genéticos y las condiciones históricas, sociales y culturales, que modifican, activan o atenúan lo inscripto en los genes; en el extremo opuesto, las teorías conductistas por el contrario plantean que el comportamiento agresivo está moldeado por la influencia del medio, o sea, por los factores sociales y culturales, puede condicionar una conducta violenta de los hombres hacia las mujeres de frustración, sin posibilidades de mejora, causas derivadas de lo general del desempleo o de la pobreza, que a su vez pueden depender de la etnia o de la clase social, o de los efectos psicológicos de prácticas violentas o de la falta de educación.

Según estas teorías el sujeto está al margen del fenómeno agresivo, excluyendo, por tanto, su responsabilidad como sujeto activo y sobredimensionan el peso de las factores ajenos a su control.

Algunos enfoques sobre los malos tratos se refieren al comportamiento o a la personalidad de la víctima, ya sea porque su conducta provoca la cólera del hombre o porque ella es "masoquista" y siente placer con el maltrato

El concepto de violencia es tratado por diferentes autores, por lo que su definición exacta no está exenta de polémicas.

La palabra violencia, está relacionada con el término malestar, maltratar, violentar, forzar, se puede decir que está vinculado semánticamente al uso de la fuerza para producir daño y este nos remite al concepto de poder. La violencia es, por tanto, una forma de ejercicio del poder que facilita la dominación, opresión o supremacía a quien la ejerce y una posición de sometimiento o sujeción de quien la padece.

La conducta violenta, entendida como el uso de la fuerza para resolver conflictos interpersonales, se hace posible en un contexto de desequilibrio de poder, permanente o momentáneo, se utiliza cuando se han agotado otras posibilidades de interacción y comunicación.

Estas realidades obligan a entender la violencia como un tipo de relación social asignada por el uso de la fuerza física o psicológica del gobernante, del que detenta el poder sobre los desposeídos del mismo, y suelen ser generalmente las mujeres las que resultan más vulnerables a la recepción de la violencia en virtud de posición subordinada. La violencia doméstica se convierte, entonces, en un mecanismo de poder para garantizar la pervivencia de la subordinación femenina.

El Dr. Roberto de Uries plantea que la violencia es la expresión de agresividad manifiesta o encubierta que tiene consecuencias negativas para todo aquel que se ponga en contacto directo con ella. "La violencia es agresividad destructiva".

Según Edelma Jeramillo: La palabra violencia viene del latín violare, significa infringir, quebrantar, abusar de otra persona por violación o por astucia. Se define también como una forma o coacción ejercida sobre una persona.

Jorge Corsí expresa que en sus múltiples manifestaciones, la violencia siempre es una forma de ejercicio del poder mediante el empleo de la fuerza (ya sea física, psicológica, económica, política…) e implica la existencia de un arriba y un abajo, reales o simbólicas que adoptan habitualmente la forma de roles complementarios: padre-hijo, hombre- mujer, maestro alumno, patrón –empleado, joven-viejo, etc.

Podemos focalizar en las conductas violentas el empleo de la fuerza para resolver conflictos interpersonales. Es una forma de ejercicio del poder para eliminar aquellos obstáculos que se interponen en nuestras decisiones, acciones y usamos la fuerza.

Por lo general, la conducta violenta es posible dado la condición de desequilibrio de poder, este puede estar motivado culturalmente o por el contexto, o producido por maniobras en las relaciones interpersonales de control en las relación.

Ese desequilibrio de poder dentro de la relación puede ser permanente o momentáneo. Cuando es permanente las causas son: culturales, institucionales, etc y cuando es momentáneo se explica por sí solo, contingencias ocasionales, por lo que conceptualmente, la violencia se caracteriza por forzamiento (fuerza y poder) y aclarar que no es solo la fuerza física, sino también cuando hay coacción, presión (emocional, sexual, entre otros).

Por eso es que para que una conducta se considere o sea violenta tiene que existir cierto desequilibrio de poder, que podemos verlo desde lo real o lo simbólico, vinculado a: contexto, maniobra, a la relación entre ambas personas desde los roles que le corresponden de acuerdo a la dinámica ya sea de pareja, laboral, etc.

Los conflictos al interior de la familia han estado tradicionalmente asociados y definidos por la distribución jerárquica del poder entre hombre y mujer, situación que se expresa a través de la distribución de roles en el hogar.

La ONU ha definido la violencia intrafamiliar "como todo acto cometido dentro de la familia por uno de sus miembros que perjudica gravemente la vida, el cuerpo, la integridad psicológica o la libertad de otro miembro de la familia". Algunos autores entienden este tipo de violencia como abuso de poder que lesiona otro, física o psicológicamente, es considerada por definición, interpersonal y se utiliza en una relación cuando se han agotado otras posibilidades de interacción y comunicación, es considerada un asunto privado, que no debe salir de las paredes del hogar.

La violencia contra la mujer se define como "todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada."

La violencia doméstica es una manifestación de disfunciones familiares presentes en un medio favorecedor, no es neutra frente al género. Las mujeres son en abrumadora mayoría las víctimas más numerosas de la violencia perpetrada en el hogar. El hogar es el escenario donde las mujeres padecen numerosas formas de violencia (maltratada por su marido).

Las causas de la violencia en la mayoría de los casos son:

Infidelidad de la mujer (Se juzga como un acto de alta traición, mayor que la masculina ya que se abandona en cierta medida el rol doméstico).

Roles domésticos (cuidado de los niños y la vida social de las mujeres).

En la toma de decisiones de las mujeres (gastos innecesarios).

Se pone en cuestión la autoridad porque no se les obedece.

Cuando no se está de acuerdo con sus opiniones.

Los factores económicos son motivos de preocupación en la familia, actuando como elementos desestabilizadores. Las carencias económicas generan desesperanza, impaciencia, e inciden directamente sobre la tensión que produce en la familia.

Las relaciones de poder no son estáticas y están con género, etnias, nivel socioeconómico, de ahí que unos tengan más o menos poder y pueden en un momento determinar ejercer un poder sobre el otro.

Factores causales de la conducta violenta

FACTORES MACROSOCIALES: influyen en el incremento de la violencia contra otros en general, por causas deducibles o estadísticas.

El aumento en la urbanización y en la migración (se representa la necesidad de búsqueda de un espacio donde ya hay otros, además de quebrar o tensar situaciones de atención social como el de la salud); el desempleo; el incremento de la pobreza; en los medios de comunicación masiva en especial la televisión (se invoca, con frecuencia el riesgo de la difusión habitual de agresiones contra otros en forma repetitiva y continua, como esquema de conducta practicada por personajes con los que el espectador pasivo debe identificarse, a veces no vinculados a factores altruistas o socialmente constructivos).

FACTORES MICROSOCIALES: en este nivel de estructura y el familiar está la formación sexista androcéntrica, que en el caso de las agresiones sexuales adquiere un valor especial, porque una imagen predevaduala de determinadas personas en este caso las femeninas, favorece la victimización pese al acto del criminal en su contra. A la vez una imagen autoevaluada de si misma respecto al hombre puede favorecer una mayor tolerancia, abandono o resignación a su violencia.

Factores familiares:

La célula básica de la sociedad, como grupo humano refleja a aquella de la que se origine y a la que integra y así ha sido a lo largo de la historia.

Se considera que cualquier violencia en el seno de la familia es una conducta criminal, aún cuando tal enfoque plantee la disyuntiva de que la intervención en relación a la misma ponga en riesgo su unidad, al dividirla en victimarios y victima llegando en determinados delitos a producirse el conflicto entre las necesidades de proteger al niño, los derechos del acusado y lo indeseable de la disolución del núcleo de pertenencia.

Las familias que incurren en abandono o maltrato se caracterizan como grupo, en correspondencia con otros factores de proclividad a la agresión, por experimentar sus miembros un mayor estrés vital, depresión y sentimientos de soledad y hacer pobre uso de la ayuda social.

Crecer en una familia violenta es un elemento que incrementa el riesgo de futuras conductas similares por parte del propio sujeto que las sufrió. El antecedente de violencia familiar es tan importante como predisponente a la violencia en la adultés, que en determinados sectores se ha empezado a despistar su existencia en la historia personal de los sujetos en previsión de su aparición en actividades de selectividad.

Vinculados a la conducta violenta contra otros se citan las siguientes peculiaridades del tiempo familiar como grupo social en los sujetos violentos:

Desorganización familiar, violencia física presenciada por el futuro agresor en su familia, maltrato físico o psicológico, formación desde la familia de tradición violenta por vías de formas de empleo del tiempo y tipo de referencia cultural, patrones de consumo de sustancias tóxicas.

Factores psicológicos:

– Alcoholismo y drogadicción (por las peculiaridades psicológica del adicto e independiente del efecto que la intoxicación en sí, en el consumidor habitual o el ocasional, puede tener sobre las conductas violentas, estimulándolas o desinhibiéndolas); propensión a frustración o sensación de abandono o rechazo; propensión a la culpa con la consiguiente búsqueda de castigo; pobreza o falta de patrones morales; aprendizaje de conductas violentas; pobre identidad propia y participación disocial en grupos.

Factores biológicos:

Efectos de proclividad a la agresión por consumo tóxico aunque se plantea que su efecto es potencial y no puede atribuírseles por sí solos las causas del delito aunque es indudable su asociación.

Daño cerebral localizado: se reporta alteraciones en región temporal donde se recogen descargas profundas, pero insuficientes para explicar la conducta agresiva. También se señalan trastornos en la región frontal vinculadas al control y regulación conductual.

Glucosa: la hipoglicemia puede determinar irritabilidad y por esa vía favorecer conductas agresivas.

Hormonas: trastornos como el hipertiroidismo pueden cursar con alteraciones psíquicas y por esa vía favorecer la impulsividad agresiva.

Estos factores (sociales, psicológicos y biológicos) no pueden verse como causales exclusivos de la conducta agresiva contra otros, sino en interdependencia y por vías de estudios de participación interdisciplinarias.

Manifestaciones de la violencia

La violencia física: implica alguna forma de brutalidad física que normalmente va en aumento e incluye desde un empujón o una bofetada hasta la muerte, pasando por puñetazos, quemaduras, cuchilladas o puñaladas, pateaduras, etc. con las consecuencias de incapacidad temporal o permanente, desfiguraciones, mutilaciones, sufrimiento físico y psicológico y el dolor que perdura como las cicatrices y más allá de ellas.

La violencia psicológica o abuso emocional: la violencia psicológica se da en un contexto en el cual también ocurre la violencia física por lo tanto las amenazas, las intimidaciones, los gritos, etc., adquieren un valor de daño potenciado, ya que generan la evocación del abuso físico y el miedo a su repetición. En cambio, se habla de abuso emocional cuando este se da como única forma, sin antecedentes de abuso físico. Esta distinción es relevante, ya que confiere importancia al antecedente de un único episodio de violencia física (que algunos autores desestiman) porque proporciona las bases para la intensificación de los efectos de la violencia psicológica."

Formas de abuso emocional hacia la mujer:

– Desvalorización (se manifiesta restando valor a sus opiniones, a las tareas que realiza o a su cuerpo); hostilidad (se manifiesta a través de reproches, acusaciones e insultos permanentes, que se traducen en gritos y amenazas en público y en privado); indiferencia (se manifiesta cuando se ignoran las necesidades afectivas y los estados de ánimo de la mujer y van desde un silencio desconocedor hasta la anulación explícita o implícita de sus valores, méritos o atractivos sexuales).

La violencia sexual: cualquier actividad sexual no consentida, contra la voluntad de la mujer, que se realiza por amenazas o con el uso de la fuerza. Se manifiestan desde la relación sexual impuesta (violación), amenazas de mutilaciones de sexos, lesiones en los genitales, introducción de objetos en al vagina, golpes en sus zonas erógenas, burlas de su cuerpo o de su forma de hacer el amor. Golpearla y después obligarla a tener relaciones sexuales.

La violencia económica. Está referida fundamentalmente a las maniobras realizadas por el hombre para aumentar o mantener la dependencia económica de su compañera y mantener así el control sobre ella que la obligue a soportar la violencia de que es objeto. Se manifiesta en el monopolio del uso del dinero o las decisiones sobre el mismo, limitando el acceso de la mujer a los recursos económicos o privándole del mismo, control de gastos y exigencia de detalles en las compras realizadas para el mantenimiento del hogar, negarse a aportar los recursos económicos necesarios para el mantenimiento de los hijos, la negación del valor económico que supone el trabajo doméstico y la crianza de los niños. En muchos casos el hombre no deja a la mujer trabajar fuera de su casa.

En cuanto a la subordinación económica la mujer y la vida del hogar podemos ver que el matrimonio en el principio de la autoridad del marido y la invalidez económica de la mujer toma una forma, no de convivencia afectiva entre dos personas unidas por lazos de amor sino de dependencia mutua; poco a poco en el hombre va apareciendo el amo y la mujer se convierte en una especie doméstica más o menos disimulada.

Para justificar esta situación argumentan que el hombre es quien trabaja y es el factor activo de la familia, quien fatiga los músculos o el cerebro en la labor diaria, el que gasta su energía por hacer posible la vida del hogar; y puesto que la mujer es un factor inactivo, cuya existencia se desliza en la ociosidad y en el placer natural que se que se encuentre subordinada al primero.

En la generalidad de la familia la mujer aún en el interior del hogar, trabaja tanto o más que el hombre, el trabajo de la mujer debidamente apreciado, debe tener un valor que hoy no se estima.

Formas fundamentales de manifestación de la violencia contra la mujer:

  • Abuso emocional o Psicológico: acciones destinadas a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de la mujer por medio de la intimidación, manipulación, amenazas, humillación, aislamiento.

  • Abuso físico: Empujarle, halarle el pelo, tirarle objetos, tomar un arma, cuchillo para causarle daño o la muerte.

  • Abuso sexual: (violencia sexual en la pareja, violación, acoso sexual) imposición para realizar el acto sexual (tocamientos, caricias o penetración vaginal, oral o anal) en contra de la voluntad del otro.

Aunque algunas mujeres podrían ser violentas con sus maridos, dicha violencia no era tan común como la violencia de los maridos con sus mujeres, y que cuando la esposa era violenta, la violencia se utilizaba generalmente en defensa propia y, de todos modos, raramente provocaba lesiones graves y muy a menudo no se reiteraba.

La violencia en las relaciones conyugales, entendidas estas últimas como la relación íntima y estable entre un hombre y una mujer estén o no legalmente casados, tiene cuatro etapas diferentes: las esposas que maltratan a sus maridos, los matrimonios en los que se da la agresión mutua y en igualdad de condiciones, los esposos que atacan a sus compañeras y por último, aquellos matrimonios con alguna disfunción en sus relaciones, que sin tener una estructura comportamental violenta llegan a caer en interacciones violentas como último recurso cuando se les agotaron las instancias de comunicación.

Entre las premisas para la instalación del ciclo violento contra la mujer encontramos: La educación previa y el desempeño de ambos miembros de la pareja en los tradicionales roles femeninos y masculinos basados en estereotipos genéricos que devalúan a la mujer y la conciben como un ser pasivo e inferior y el hombre como superior y dueño del poder; también es frecuente encontrar entre las premisas la dependencia emocional mutua y ella debe consagrarse como esposa perfecta, apoyarlo, satisfacerlo para conservar la armonía familiar.

El ciclo de la violencia tiene tres fases bien delineadas:

– Fase de acumulación de tensión: (el no cumplimiento adecuado de alguna de las "obligaciones domésticas" de la mujer, celos, algún intento femenino de hacer valer su juicio, etc.)

– fase de agresión: puede ser una bofetada, un empujón brusco, un golpe y después las primeras lesiones.

– fase de arrepentimiento o luna de miel: cuando él reprocha la conducta masculina y se muestra arrepentido, le jura que nunca volverá a suceder y la colma de atenciones y afectos.

La mujer por su parte comienza a autoinculparse y a complacer al marido en todo para evitar un nuevo ataque, ellas suelen vivir mucho tiempo los hechos de violencia sin atreverse a interrumpir su situación. Esto ocasiona severos daños en su salud física y mental. La mayoría de las mujeres maltratadas desplazan su ira y rabia hacia las personas más desprotegidas del hogar.

Este ciclo se cierra y se repite una y otra vez instalando la violencia en la cotidianidad de la pareja.

Razones que van obligando a la mujer a posponer la ruptura:

El miedo a la soledad y al fracaso que supone en la cultura patriarcal perder el matrimonio y destruir la familia y separar a los hijos de su padre, la hacen sobreponerse al dolor y al sufrimiento y soportar el maltrato de su compañero; el miedo que paraliza y gobierna todos lo movimientos; la dependencia económica (bajo salario, problemas de la vivienda porque no tiene a donde ir); el chantaje emocional; el amor que siente por su pareja y el deseo de salvar su seguridad e integridad.

Edward Gondolf y Ellen Fisher afirman que a medida que la violencia aumenta y disminuye la tendencia a culparse a sí mismas, las mujeres maltratadas incrementan sus esfuerzos para buscar ayuda, a pesar del temor, del peligro, la depresión, la baja autoestima, el sentimiento de culpa, las restricciones económicas y atribuyen la no obtención de ayuda de estas mujeres en gran medida a la insuficiencia de la respuesta y los recursos comunitarios.

Las mujeres maltratadas sufren trastornos tales como la sensación permanente y asentada de temor; insomnio nocturno y de madrugada ; dificultades de concentración mental y amnesia selectiva ; afecciones psicosomáticas, como dolores de colores de cabeza) pérdida del apetito, mareas frecuentes y disneas suspirosas (sensación de dificultad para respirar) entre otras ; pensamientos obsesivos respecto a los malos tratos que recibe y al que la maltrata; pesadillas frecuentes con dolor y agresiones como tema ; sentimiento de culpa difuso y generalizado; descenso peligroso de la autoestima ; estados depresivos, reducción de la capacidad intelectual en general ; impotencia e indecisión para actuar ; dificultad o imposibilidad de mantener relaciones sexuales satisfactorias y rechazo de las relaciones sexuales, así como temor a las mismas. Todo eso, además del dolor físico, de la angustia, del desamor, de la sensación de soledad y abandono, que indefectiblemente, acompañan a los malos tratos.

Otras repercusiones para la salud de las mujeres maltratadas es el riesgo de abusar del alcohol y de consumir drogas. Se ha indicado que los malos tratos es una de las causas principales del alcoholismo entre las mujeres.

Los humanos hemos hecho una construcción social del género que no siempre nos lleva a una práctica enriquecedora y armónica de la familia, porque desde la sociedad asignamos a mujeres y hombres roles diferentes, desarrollando y mutilando en uno y otro sexo cosas ambos necesitamos como seres humanos plenos. Cuando reproducimos estos patrones de conducta tradicional y persiste en la familia en el fenómeno de la desigualdad entre los sexos, se produce de una manera inevitable, una tendencia al desequilibrio familiar, con sus repercusiones psicológicas para cada miembro y el no cumplimiento por esta de sus funciones principales.

La división sexual del trabajo es universal y propia de todas las sociedades hasta ahora conocidas aunque se manifiesta de maneras diferentes entre cultura; las labores propias de la mujer posee en una valoración social inferior con respecto a las masculinas. La subordinación de la mujer es un hecho universal, incluso en las sociedades llamadas matriarcales por algunos antropólogos.

La sociedad y la cultura han centrado a la mujer en la familia para cumplir con diferentes funciones: la de reproductora de la especie, en su papel de madre y la de gratificadora sexual del hombre, en la calidad de esposa; para atender las funciones de crianza y socialización informal de sus hijos, en su rol de educadora; y para administrar la economía domestica en su cuarto rol de ama de casa.

Para Comte, la división del trabajo es propia de la sociedad cuando ha llegado a su estado positivo y no solo consiste en la escisión entre el trabajo intelectual, sino también en la división de funciones al interior de la familia y al hombre le toca entonces el mantenimiento económico, lo que equivale a que se desarrolle en el mundo público. Al respecto Comte plantea: "Los hombres debían mantener a las mujeres". Con tal frase este desconoce la necesidad y capacidad de la mujer de ser independiente económicamente.

Al varón se le educa para ejercer el poder en la familia, en la sociedad y los patrones de conducta estereotipadas, transmitidos de generación en generación, hacen del hombre el elemento más fuerte, agresivo, tenaz, autoritario, machos.

Durante muchos años se consideró en nuestro país que estas formas de violencia, no existían, o eran mínimas. Sin embargo se hace evidente que entre nosotros la violencia contra la mujer impregna el ambiente de muchos hogares. Las mujeres víctimas, comúnmente, generan una cadena que va a parar a sus propios hijos, maltratados también y lastrados por la nocividad del mal ejemplo. También el hombre sufre de violencia, el tiene expropiada su capacidad para aprender, su afecto, su problemática esta silenciada y siente constantemente la demanda y la reprobación de la mujer, declarándolo culpable de algo, de lo que ambos son cómplices.

Por todo lo expuesto podemos decir que es una preocupación constante de la FMC, el tratamiento de la violencia hacia la mujer, ya que su objetivo principal es la incorporación de la esta a la sociedad, buscando aumentar su nivel y calidad de vida en todos los aspectos e incorporarla al programa de cambios sociales y económicos que marcha en el país, mejorando su participación femenina en todos los espacios y evitando las discriminaciones o contradicciones que se les enfrenten.

La Federación dio una dura batalla por el pleno ejercicio de la igualdad de la mujer, como fue la reducción de los trabajos considerados no aptos para las mujeres. Es el "mecanismo nacional" encargado de promover la igualdad de la mujer, cuyo carácter es muy diferente de los existentes en el resto de América Latina.

Bibliografía

  • Alonso Rodríguez, A. "Hablando sobre la salud mental y sexual de la mujer desde un enfoque de género". Ciudad de la Habana 1993.

  • Berenguer, Ana María. "Violencia intrafamiliar". Articulo.

  • Colectivo de autores. "Violencia y sexualidad". Editorial Científico- técnico 2001.

  • Columbié, Tamara. "Reflexión acerca de la violencia contra la mujer". Ponencia.

  • Documentos de Internet.

  • Documentos oficiales de la FMC.

 

 

 

 

Autoras:

Lic. Adislén Corzo Díaz

Lic. Naila Hernández Martínez

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