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El pensamiento politico dominicano

Enviado por Dahiana Polanco


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Joaquín Balaguer Ricardo; Villa Bisonó, Santiago, 1907 -Santo Domingo, 2002)
  3. Juan E. Bosch Gaviño; Rio Verde, La Vega, 30 de Junio de 1909. Santo Domingo, República Dominicana, 1 de Noviembre de 2001
  4. José Francisco Peña Gómez; Loma del Flaco, Cruce de Guayacanes, Valverde, 6 de marzo de 1937. Santo Domingo, República Dominicana, 05 de Noviembre de 1998
  5. Bibliografía

Introducción

El escenario político dominicano en nuestra historia reciente ha estado marcado sin lugar a dudas de manera particular por las ideologías y el accionar político de los tres personajes que estudiaremos a continuación.

Joaquín Balaguer, Juan Bosch y Jose Francisco Peña Gómez; no solo han sido figuras prominentes en la vida social y política de la Republica Dominicana; sino que es aun mas importante observar, que las tres principales organizaciones políticas del país (PRSC, PLD y PRD) de donde saldrán los presentes y futuros directores de las riendas de la patria fueron fundados por estos tres ilustres políticos y sobre sus ideologías descansan los simientos de dichas organizaciones.

Sentimientos mixtos se despiertan en el pueblo dominicano al mencionar estos tres nombres; unos de admiración y respeto y otros de mucho dolor y sufrimiento; pero para comprender mejor de que manera cada uno de ellos ha contribuido a escribir la historia dominicana en las ultima 5 décadas y el impacto que sus legados sigue teniendo hoy en día, a continuación se presenta un informe completo y detallado sobre el pensamiento político de estas ilustres figuras.

El Pensamiento Político Dominicano (Juan Bosch, Joaquín Balaguer y Jose Francisco Peña Gómez)

Joaquín Balaguer Ricardo; Villa Bisonó, Santiago, 1907 -Santo Domingo, 2002)

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Político conservador dominicano que fue presidente de la República Dominicana en los períodos 1960-1962, 1966-1978 y 1986-1996. Tras obtener el título de bachiller en Santiago (1924), estudió derecho en la Universidad de Santo Domingo, por la que se licenciaría en 1929. Posteriormente viajó a París para cursar estudios de doctorado en la Sorbona.

Para fines analíticos podemos dividir el Pensamiento política de Balaguer en tres etapas. Usando el título de sus memorias como referencia alegórica, se puede hablar del Balaguer cortesano de la era de Trujillo, aquel que supo subordinarse a los dictados del temible dictador. Del Balaguer artesano de un proyecto político propio que se inició en 1966 y que aún perdura en el balaguerismo. Y del Balaguer rezagado de los últimos años, cuando los avances democráticos y las presiones económicas han hecho cada vez más insostenible su proyecto personalista y estatista de gobierno.

Aficionado a la política y militante antihoracista, Balaguer participó en la conjura de Estrella Ureña y de Rafael Leónidas Trujillo contra el régimen de Horacio Vásquez en 1930. Desde entonces y hasta 1961, año de la muerte de Trujillo, ocupó cargos de importancia: subsecretario de la Presidencia (1936), embajador en varios países hispanoamericanos y en la ONU (años cuarenta), ministro de Asuntos Exteriores (1954) y de Educación (1955) y vicepresidente de la República (1957).

Cuando Rafael Leónidas Trujillo hubo de cesar a su hermano de la presidencia a causa de su impopularidad en el interior y en el exterior, cedió el poder a Balaguer (1960); estrechamente vigilado por el dictador, Balaguer trató de suavizar el régimen del que se sentía «prisionero».

A lo largo de las tres décadas de trabajo como político trujillista, Balaguer fue visto alternativamente tanto como empleado del régimen y como un distinguido colaborador cercano a Trujillo. A pesar de que Trujillo disfrutaba humillando e insultando sus "sirvientes" en público, el dictador nunca trató de degradar a Balaguer.

Balaguer reciprocó ese respeto hacia Trujillo durante los treinta años de dictadura como uno de los colaboradores más eficiente del régimen, sin parecer perturbado ni mostrar el menor gesto de disgusto por los excesos y aberraciones que eran comunes en aquella época. Balaguer fue, sin duda, un ministro útil de Trujillo.

El 1 de julio de 1966 Balaguer tomó posesión de su primera presidencia con mandato popular directo y por un período cuatrienal, inaugurando uno de los lideratos estatales más prolongados y controvertidos en la Latinoamérica contemporánea. Balaguer encontró una nación severamente golpeada por décadas de turbulencia, con tiempos cortos de paz, y prácticamente ignorantes de la democracia y los derechos humanos. Durante su campaña electoral solía dirigir sus mensajes propagandísticos a la mujer dominicana y al campesino, tratando de atar a su proyecto político personal las fracciones más conservadoras de estos sectores sociales.

Apoyándose en la oligarquía terrateniente y en la alta oficialidad militar que, como él, había servido a Trujillo, estableció un régimen fuertemente conservador, tradicionalista y de democracia restringida, que instrumentó con habilidad el recuerdo de los horrores de la pasada dictadura y de la reciente guerra civil, el temor a los desórdenes revolucionarios y las circunstancias internacionales de la Guerra Fría, que en el área del Caribe no admitían indefiniciones con respecto a la Cuba castrista. La pacificación del país facilitó la retirada de la Fuerza Interamericana de la OEA, cobertura del contingente invasor de Estados Unidos, en septiembre de 1966.

Su estilo de gobierno, autoritario y drástico con las cortapisas a la oposición, pero al mismo tiempo paternalista y alejado de la gestualidad ofuscada o visceral, conforme a su faceta de hombre de letras y profundamente culto, le encasilló en una particular categoría del despotismo ilustrado o del caudillismo populista, si acaso compartiendo escuela con su coetáneo ecuatoriano José María Velasco Ibarra, otro maestro de la oratoria y de las resurrecciones políticas.

No tuvo reparos en enmendar la Constitución que él mismo había promulgado el 28 de noviembre de 1966 para permitir la renovación indefinida del mandato presidencial, reflejando el deseo de asirse al poder pero salvaguardando las formas de la democracia representativa. Libre de ese obstáculo jurídico, se presentó a los comicios del 16 de mayo de 1970 y ganó con el 57,2% de los votos con la ayuda de las intimidaciones y agresiones de la Banda Colorá (temible milicia del PR organizada un poco al estilo de los infames Tontons Macoute del vecino dictador en la parte haitiana de la isla de La Española, François Duvalier, quien, por cierto, tenía la misma edad que Balaguer), el boicot de Bosch y, finalmente, el fraude electoral.

La sensación de que en la República Dominicana había un híbrido de dictadura y democracia -y con más rasgos de la primera que de la segunda- se reprodujo en las elecciones del 16 de mayo de 1974, cuando el PRD y los otros partidos signatarios del denominado Acuerdo de Santiago retiraron a su candidato, el latifundista Silvestre Antonio Guzmán Fernández, por considerar que no se daban las mínimas garantías y como protesta por los desafueros de los paramilitares balagueristas. En estas circunstancias, el aspirante a la reelección sólo compitió con un rival de escasa entidad, el contraalmirante Luis Homero Lajara Burgos, del derechista Partido Popular Demócrata (PPD), y se hizo con el 84,7% de los sufragios, mientras que su partido ganó 80 de los 94 escaños de la Cámara de Diputados y los 27 del Senado. La abstención alcanzó el 50%.

Balaguer fue el gran constructor. Concentro el grueso de las construcciones en los centros urbanos, especialmente la ciudad capital, a la cual le cambio su fisonomía. Esta gran concentración del gasto público en inversiones se produjo a expensas de una virtual congelación de los salarios de los servidores públicos, así como, del descuido de una serie de servicios sociales esenciales, lo que era necesario para paliar la desigual distribución del ingreso que intensifico el propio modelo de desarrollo adoptado. Con la reforma de las leyes agrarias trato de eliminar el latifundio y elevar la productividad del campo, asentó campesinos a través del Instituto Agrario Dominicano y concedió préstamos. Sin embargo fue la Industria Azucarera la que más aporte dio a la economía de la nación. Otra cosa que no podemos dejar de mencionar es la política de construcción que llevó a cabo en todas las provincias. Balaguer procedió a fortalecer el aparato económico nacional. Su política económica se basó en el fomento del sector agrario, incentivo de la producción industrial y estímulo a la inversión extranjera. El modelo fue aprovechado con los precios relativamente bajos del petróleo, pero altos para el café, azúcar, cacao. El grueso de los fondos del presupuesto estuvo dirigido hacia la agricultura debido a la necesidad de cubrir la demanda interna y evitar las importaciones. Se introdujeron las leyes agrarias que aplicarían una reforma en el sector agrícola; estas leyes protegían al pequeño campesino por el Estado. Fueron rechazadas por los latifundistas, y su puesta en práctica resultó muy limitada. La ley No. 299 de Incentivo y Desarrollo Industrial y otras facilidades otorgadas por el Gobierno, respondía al modelo de sustitución de importaciones que se implemento en la América Latina, impulsadas por el pensamiento de Raúl Prebisch y otros economistas de la CEPAL. El incentivo industrial fue uno de los propósitos fundamentales de los gobiernos de Balaguer. Mediante la ley sobre Incentivo y Promoción Industrial se exoneró del pago de impuesto a las maquinarias y a las materias primas para las nuevas industrias. El problema con esta ley fue que, como siempre sucede, en nuestro país este modelo se comenzó a aplicar con un desfase de mas de diez años y además, se mantuvo por un espacio de tiempo más largo de lo aconsejable, hasta el punto de que, ya para finales de ese Gobierno era impostergable la búsqueda de actividades que pudiesen dar nuevos impulsos a la economía. En poco tiempo, cientos de nuevas industrias se instalaron. Ya para el 1975 el gobierno se había consolidado en el poder con gran estabilidad y crecimiento económico. Se estableció una clase media que fueron personas beneficiadas por concesiones y privilegios que les otorgó el gobierno.

Una coyuntura favorable en los precios internacionales del azúcar, el auge del turismo estadounidense, las inversiones privadas foráneas, y los programas de obras públicas produjeron en estos años una fase de expansión económica, favoreciendo la emergencia en la sociedad dominicana de la primera clase media sólida. Balaguer eludió siempre su responsabilidad en los desmanes perpetrados por la Banda Colorá y otros irregulares vinculados con las Fuerzas Armadas, marcando un antecedente de los escuadrones de la muerte centroamericanos; él siempre achacó la violencia política a sectores incontrolados del oficialismo y a la subversión de izquierdas, cuya verdadera fuerza exageró enormemente.

Cuando Balaguer anunció su intención de optar a un cuarto mandato consecutivo en las elecciones del 16 de mayo de 1978, y con un fondo de deceleración económica, el repudio popular alcanzó tal calibre que la derrota en las urnas ante el PRD se antojó inevitable.

Cuando a las pocas horas de iniciarse el recuento del voto ese escenario se hizo patente, los milicianos balagueristas y las fuerzas de seguridad violentaron el escrutinio con la intención de imponer, bien un escandaloso fraude, bien la anulación de la consulta. Pero desde Washington, el Gobierno de Jimmy Carter, que había presionado para que estas elecciones se celebraran con las debidas garantías democráticas, advirtió al presidente dominicano de las serias consecuencias que para las relaciones bilaterales tendría un golpe de mano electoral; reanudado el escrutinio, se computó la victoria de Guzmán con el 52,7% de los votos, diez puntos más que Balaguer.

Balaguer se volvió a presentar como candidato en 1986 aprovechándose de una división en el Partido Revolucionario Dominicano para ganar la presidencia de nuevo después de una ausencia de ocho años, donde derrotó por escaso margen al candidato por el PRD, Jacobo Majluta. Para entonces, tenía 80 años y casi ciego por completo (había sufrido de glaucoma durante muchos años).

El tercer gobierno de Balaguer fue mucho más liberal que el anterior. En este periodo Balaguer era mucho más tolerante a los partidos de oposición y los derechos humanos.

Siguió con sus grandes proyectos de infraestructura, tales como la construcción de carreteras, puentes, escuelas, proyectos de viviendas y hospitales. Siguiendo el estilo de Trujillo, estos proyectos de gran visibilidad eran muy publicitado en los medios de comunicación controlados por el gobierno y través de grandiosas ceremonias públicas destinadas a mejorar la popularidad de Balaguer. La economía también mejoró considerablemente.

En este período, Joaquín Balaguer mantuvo una cierta política de populismo, en lo que se refiere a la entrega de canastas, dinero y otras "dádivas" al pueblo dominicano con el propósito de gobernar a base de demagogia. El Clientelismo político también se manifestó en gran medida.

En 1990, con una abstención del 40%, Balaguer logra reelegirse con el 35.1% de los votos, contra el 33.9% de Juan Bosch del Partido de la Liberación Dominicana, y un Partido Revolucionario Dominicano que mantenía una crisis interna. Este proceso se caracterizó por la expresión de amplios sectores de la vida política y social, que criticaban la legitimidad de dichas elecciones, a lo que Balaguer respondió lanzando los militares a la calle y decretando un toque de queda.

En enero de 1994 Balaguer decidió optar de nuevo por la presidencia, incluso cuando ya tenía casi 90 años de edad y ciego por completo. Esta vez, su principal competidor era José Francisco Peña Gómez del Partido Revolucionario Dominicano.

Esta campaña fue una de los peores de la historia dominicana. Balaguer con frecuencia utilizaba la ascendencia haitiana Peña Gómez a su favor, el dominicano históricamente tienden a desconfiar de cualquier persona con sangre haitiana. Por ejemplo, Balaguer llegó a decir que Peña anexionaría el país con Haití en caso de ganar. Con igual capacidad de maniobra en las elecciones, se impulsó con un 42.3%, contra un PRD que obtuvo el 41.6% de los votos, donde se asegura que ocurrieron alteraciones de actas y del padrón electoral en la misma Junta Central Electoral. Peña alegó fraude, y llamó a una huelga general.

Tras más de dos meses de recuentos y de tensiones, la Junta Central Electoral (JCE) declaró ganador a Balaguer con el 42,5% de los votos frente al 41,4% adjudicado a Peña y el 13% a Bosch. En el Congreso, el PRSC fue superado por el PRD tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, ganando nueve actas en la primera y perdiendo dos en el segundo. La agitación en las calles de los perredistas que se sentían estafados y la negativa reacción internacional ante lo sucedido -resultó decisiva la amonestación de Estados Unidos- sumieron al país en un estado de crisis que no amainó hasta que el 10 de agosto, seis días antes de la toma de posesión, el PRSC, el PRD y el PLD adoptaron un Pacto por la Democracia para asegurar la gobernabilidad del país. La componenda supuso una rectificación parcial de Balaguer.El documento estableció varias reformas a la normativa electoral, entre ellas la prohibición de la reelección del presidente por dos períodos consecutivos, la introducción de la segunda vuelta electoral en el que caso de que ningún candidato obtuviese el 50% más uno de los votos, la actualización del censo electoral, la independencia de la JCE respecto del Ejecutivo y la facilitación de la observación electoral por monitores nacionales e internacionales. Asimismo, como medida de transición, se acordó celebrar elecciones anticipadas el 16 de noviembre de 1995 (la fecha fue luego postergada medio año con el acuerdo del PRSC y el PLD), a las cuales Balaguer no se presentaría por primera vez en tres décadas. Bosch, no menos acosado por los achaques de la edad (padecía una aguda arterioesclerosis y un principio del mal de Alzheimer), también aceptó poner fin al larguísimo caudillaje sobre su partido.

Las de 1996 fueron probablemente las elecciones más ordenadas y limpias en la historia del país, que es lo que certificaron los observadores locales y extranjeros. Balaguer transmitió el poder por última vez el 16 de agosto. Dejaba en herencia un país sumido en el trajín de las obras públicas, sobre todo en las infraestructuras de transportes, y con un sector turístico en expansión. La pujanza de la construcción y el turismo coadyuvaban a obtener un crecimiento global en torno al 7% anual.

Durante sus últimos años de vida y a pesar de sus innumerable incapacidades físicas y de estar retirado de la palestra pública se mantuvo siempre políticamente activo y sus juicios y opiniones contaban con mucho peso en el accionar político del país, recibiendo visitas constantes de los líderes de los diferentes partidos y sirviendo como consultor y asesor político de estos.

Su legado en República Dominicana es contradictorio. Mantuvo una relativa estabilidad política y económica en el país por muchos años, centralizó todas las decisiones gubernamentales y lanzó programas masivos de construcción de carreteras, puentes, hidroeléctricas y monumentos, con la intención clara de que su impronta personal quedara marcada en piedra.

Fue una figura polarizante que podría incitar tanto al odio como al amor de la población. Era tradicional en Balaguer facilitarles viviendas a los más pobres por medio del gobierno donde estos pagaban un módico precio mensual por las mismas. También tenía la costumbre junto a su hermana Emma de regalar juguetes a los niños pobres los Día de Reyes.

Conclusiones Personales sobre Joaquín Balaguer:

El fenómeno político, histórico y social que representa Joaquín Balaguer es uno de matices contradictorios; ya que por un lado se considera el gran impulsador del desarrollo y la economía dominicana y por el otro es el responsable después de la dictadura de Trujillo de uno de los periodos mas sangrientos de nuestra historia reciente conocida como "los 12 años" durante los cuales gobernaba a través de la opresión y el terror.

Un personaje de una inteligencia, habilidad y astucia incomparables y con un conocimiento y entendimiento de la idiosincrasia del pueblo dominicano sin parangón; que durante décadas le permitió a través de la manipulación de las masas y el uso desmesurado de los fondos del estado para costear sus campañas y proyectos políticos aprovecharse de esas debilidades para mantenerse en el poder.

Su ideología política era autoritaria y drástica contra la oposición, pero al mismo tiempo paternalista y alejado de la gestualidad ofuscada o visceral, conforme a su faceta de hombre de letras y profundamente culto, le encasilló en una particular categoría del despotismo ilustrado o del caudillismo populista; siendo de esta manera visto hasta el final de sus días como un asesor y consultor político al que asistían personalidades de diferentes ideologías políticas en busca de guía y consejos.

Juan E. Bosch Gaviño; Rio Verde, La Vega, 30 de Junio de 1909. Santo Domingo, República Dominicana, 1 de Noviembre de 2001

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Desde muy temprana edad se comienza a sentir en Juan Bosch su amor por la patria, ya que con apenas 7 años de edad recibe una fuerte impresión, al ocurrir la invasión norteamericana de 1916 y observar como bajaban la bandera dominicana para izar la norteamericana, asimismo sus frecuentes viajes por las zonas rurales del país despertaron su admiración por el campesino dominicano, es sobre esta base y a la edad de 8 años que comienza a escribir sus primeros cuentos.

A la edad de 20 años y como una señal de su sensibilidad política, en un artículo publicado en 1929 en el periódico El Mundo plantea que el panorama político de esa época era favorable para que emergiera un dictador, en el año 1933 gobernando la tiranía trujillista publica su libro Camino real donde cuestiona las condiciones de vida de los campesinos dominicanos y en 1936 publica La Mañosa, donde analiza el pasado caudillista del país anterior a 1930.

En los primeros años de la dictadura de Rafael Trujillo Molina fue encarcelado por razones políticas, siendo liberado luego de varios meses, sin cargos de ninguna naturaleza. En 1938, sabiendo que el tirano planeaba designarlo diputado, logra salir al exilio y se establece en Puerto Rico. En 1939 se trasladó a Cuba, donde dirigió la edición de las obras completas de Eugenio María de Hostos, trabajo que termina de definir su vocación de patriota y humanista.

En 1939, junto a otros exiliados políticos, fundó el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), el cual organizó y dio a conocer en otros países del Caribe y América Latina. En los años transcurridos entre 1940 y 1945, se destacó como uno de los más notables escritores de cuentos de la región y laboró activamente en la formación de un frente anti-trujillista encabezado por el PRD.

Colaboró con el Partido Revolucionario Cubano y desempeñó un destacado papel en la redacción de la Constitución de aquel país promulgada en 1940; siendo uno de los principales organizadores de la expedición armada que se gestó en "Cayo Confite", en la cual participaron cientos de ciudadanos cubanos y centroamericanos con intención de derrocar la dictadura de Trujillo. Entre ellos se encontraba el joven Fidel Castro.

Fracasada esa expedición, Bosch se trasladó a Venezuela y a otros países de América Central, donde desarrolló una activa campaña anti trujillista y consolidó su carrera de escritor, cuentista y ensayista de primera categoría.

El 1ero de enero de 1959 se produjo en Cuba el triunfo encabezado por Fidel Castro, que motorizó un reordenamiento político, económico, y social en los países del Caribe. Bosch, con instinto certero, percibió el proceso histórico que se había iniciado, y dirigió a Trujillo una carta, el 27 de febrero de 1961, en la cual le advertía que su papel político, en términos históricos, había concluido en la República Dominicana, y que de no dar por terminada su tiranía, "el próximo aniversario de la República será caótico y sangriento; y de ser así, el caos y la sangre llegarán más allá del umbral de su propia casa…"

Ajusticiado Trujillo el 30 de mayo de ese año, Bosch regresó a su país luego de veintitrés años de exilio, cuatro meses después de haberse establecido en territorio dominicano el Partido que había fundado en 1939. Su presencia en la vida política nacional, como candidato a la presidencia de la República, revolucionó substancialmente la forma de vinculación entre los líderes políticos y el pueblo, así como el estilo de realizar campañas electorales en el país. Su forma directa y sencilla de dirigirse a la población, tanto rural como urbana, especialmente a través del programa radial Tribuna Democrática, le permitió desarrollar una profunda influencia y simpatías populares, que lo perfilaron como incuestionable ganador de las elecciones de diciembre de 1962.

Juna Bosch se juramenta como Presidente de la República Dominicana el 27 de febrero de 1963.

Celebrado el torneo electoral, Bosch obtuvo un triunfo arrollador sobre sus contendores, alcanzando casi el 60% de los votos. Combatido desde antes por los sectores más conservadores de la sociedad, tomó posesión como Presidente de la República el 27 de Febrero del 1963.

El primer presidente elegido democráticamente en cuarenta años luego de la larga tiranía de Trujillo, quiso desde un primer momento establecer cuatro prioridades fundamentales para su gobierno:

Respeto pleno a la independencia de los tres poderes del Estado: ejecutivo, legislativo y judicial, Respeto pleno a los derechos civiles y políticos de todos los ciudadanos, Respeto pleno a la utilización honrada y eficiente de los poderes y fondos públicos y Respeto pleno a un régimen de igualdad de oportunidades para todos.

Bosch dio inicio a una gestión gubernativa patriótica, reformadora, de incuestionable honestidad administrativa y de profundas transformaciones.

La política económica defendida por Juan Bosch, que tuvo que asumir la herencia catastrófica del Consejo de Estado, se basó en la prudencia y la estabilización. El Fondo Monetario Internacional alabó precisamente esta disciplina en el gasto público que corrigió las desviaciones tanto en el presupuesto como en la balanza de pagos. Bosch logró reorganizar las finanzas públicas pero fracasó en la reactivación económica. La presión para que rectificara inmediatamente su política económica fue agobiante. Nadie quiso darle un mínimo plazo. En agosto y septiembre las presiones sobre Palacio fueron constantes. La respuesta del presidente siempre fue la misma: no habría cambios en la política económica.

Su gobierno fue derrocado por un golpe de Estado, estimulado y apoyado desde el exterior. Menos de dos años después, la insatisfacción generó el levantamiento militar del 24 de abril de 1965, que tenía como objetivo el restablecimiento del gobierno constitucional que Bosch había presidido, y la vigencia de la Constitución que su gobierno había promulgado el 29 de abril de 1963, la más progresista que ha conocido la República.

Impedido de regresar al poder por la intervención militar de los Estados Unidos, apoyada por la Organización de los Estados Americano (OEA), se vio obligado por las circunstancias a participar en las elecciones realizadas el 30 de mayo de 1966, bajo la dirección y el control de las fuerzas interventoras; tras las cuales se marcha al exterior, radicándose en España.

Poco después de la ocupación militar estadounidense y la heroica resistencia del pueblo dominicano en 1965, Bosch introdujo varios conceptos originales en el análisis de los problemas de la economía, política y desarrollo de Nuestra América que nos quedan hoy día como valiosísimas herramientas. Algunos fueron y siguen siendo controversiales. Dos de éstos fueron "la dictadura con respaldo popular" y "el Pentagonismo, sustituto del imperialismo."

Bosch creyó en la democracia, pero una democracia verdadera con justicia económica y social. Su propia experiencia política le enseñó que los trujillistas y neo trujillistas, la oligarquía dominicana, y su aliado principal del norte, es decir, el imperialismo yanqui, prohibían una transición democrática hacia una verdadera democracia. Para "democratizar la democracia," una creciente demanda de los movimientos sociales hoy por hoy, hay que establecer suficiente poder popular para vencer al enemigo y transformar la sociedad. Ese fue el contexto que confrontaba Bosch cuando elaboró su idea de una "dictadura con respaldo popular".

A la vez, Bosch entendió y escribió bien (por ejemplo en su obra "El Estado, sus orígenes y desarrollo") del papel del Estado en todos aspectos de la lucha de clases. El Estado siempre representa los intereses de la clase dominante. Por eso, si las fuerzas populares conquistaran el poder del Estado habría que fortalecer ese poder en el interés de las grandes masas. Ese fortalecimiento es necesario para democratizar la limitada democracia anterior, a través de la introducción del poder popular, la llamada "democracia participativa".

En abril de 1970 regreso al país con la intención de reorganizar y modernizar al PRD. De nuevo fue recibido de manera masiva por el pueblo dominicano, con la capital del país prácticamente paralizada. Quiso convertir a sus miembros en militantes activos, estudiosos de la realidad histórica y social de su país; sin embargo ese proyecto fue obstaculizado. Las diferencias y contradicciones entre Bosch y un sector importante de la dirección de ese partido, lo llevó a abandonar las filas de esa organización en noviembre de 1973 y fundar el 15 de diciembre de ese año el Partido de la Liberación Dominicana (PLD); en el cual desplegó toda su capacidad política, ideológica y organizativa, constituyendo una organización militante a partir de círculos de estudios , disciplina y métodos de trabajo, que se lanzó al trabajo político mediante un grupo de militantes preparados en las lides políticas a través de estos círculos y el accionar político constante en el seno de la población, lo que provoco que en poco tiempo el PLD se transformara en una importante fuerza política progresista, al servicio del pueblo dominicano; con la que acudió a las citas electorales de 1978, en las que apenas consiguió respaldo popular, y de 1982, año en el que obtuvo seis diputados en el parlamento dominicano y el control municipal en más de veinte ayuntamientos del país. Los comicios de 1986 significaron un nuevo espaldarazo para Bosch y su partido contabilizó 16 escaños, aunque la victoria cayó nuevamente del lado de su viejo enemigo político y líder del Partido Reformista, Joaquín Balaguer.

Cuatro años más tarde, ambos adversarios volvieron a competir en las urnas para ocupar el Palacio Nacional y, una vez más, Bosch quedó apartado de la presidencia en un proceso marcado por las irregularidades. Su último intento de tomar el poder llegó en 1994 y fracasó de nuevo en unos comicios que los observadores internacionales denunciaron como fraudulentos.

Juan Bosch nunca renunció a su vocación política y a su lucha por la construcción de una nueva sociedad, se mantuvo siempre firme y decidido, por encima de acosos y amenazas; su conducta patriótica, cívica, honesta, valiente y militante, como gobernante y líder, lo convierten en un símbolo de la dignidad nacional, en un orgullo para nuestro pueblo y en un ejemplo a seguir para las generaciones presentes y futuras de la República Dominicana. Juan Bosch falleció el 1 de noviembre de 2001, en Santo Domingo. Sus restos están sepultados en el Cementerio Ornamental de La Vega, su ciudad natal.

Conclusiones Personales sobre Juan Bosch:

Juan Bosch sin lugar a dudas pasa a la historia dominicana como sinónimo de democracia; ya que tras 30 largos años de dictadura trujillista, este aunque por un breve periodo le devolvió al pueblo dominicano la esperanza y la libertad tras ser el primer presidente elegido democráticamente luego de la muerte de Trujillo.

Su pensamiento político se basaba en su firme creencia en la democracia, pero una democracia verdadera con justicia económica y social; la cual demostró al establecer como las 4 prioridades de su modo de gobierno el respeto pleno a la independencia de los tres poderes del Estado: ejecutivo, legislativo y judicial, respeto pleno a los derechos civiles y políticos de todos los ciudadanos, respeto pleno a la utilización honrada y eficiente de los poderes y fondos públicos y Respeto pleno a un régimen de igualdad de oportunidades para todos.

A través de sus innumerables obras literarias describió y denuncio las problemáticas sociales y gubernamentales de la republica y como producto de su vocación política y su visión progresista fundo el PLD convirtiendo a este en una fuerza política progresista al servicio de los dominicanos que hoy en día promueve su legado.

José Francisco Peña Gómez; Loma del Flaco, Cruce de Guayacanes, Valverde, 6 de marzo de 1937. Santo Domingo, República Dominicana, 05 de Noviembre de 1998

Para hablar y entender el pensamiento político de Peña Gómez hay que empezar hablando de sus origines; nació el 6 de marzo de 1937 en la loma de El Flaco, Cruce de Guayacanes, sección de Mao, municipio cabecera de la provincia Valverde. Sus padres fueron los inmigrantes haitianos Vicente Oguís y María Marcelino. Peña Gómez fue adoptado cuando era un bebé por un campesino dominicano cuando sus padres se vieron obligados a huir de nuevo a Haití, debido a la masacre llevada a cabo contra los haitianos en 1937 por el dictador Rafael Leónidas Trujillo.

La familia crió y educó a Peña Gómez como su propio hijo dándole su apellido, acción que se reflejó más tarde en su interés por los pobres. Como resultado de su crianza, Peña Gómez se basó en su voraz apetito intelectual para complementar una educación temprana. En 1952, a los 15 años de edad se convirtió en instructor en programa de alfabetización para los niños pobres de su provincia natal y más tarde trabajó como profesor en las escuelas rurales.

Comprendió, en la plenitud de su juventud a la edad de 28 años, mientras era asediado por la discriminación que lo persiguió desde su nacimiento hasta su muerte y, aun después; que la política está para solucionar los problemas, no para crearlos. Aprendió de Mandela, quien utilizó la política para restañar, unir, tolerar.

Este joven  consciente de la conspiración que auspició  y en cumplimiento de su misión histórica, al ser informado que los militares patriotas  apresaron  el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas  la tarde del 24 de abril de 1965, se apresuró a través del programa radial del PRD Tribuna Democrática convocando  "al Pueblo dominicano a las calles a deponer el gobierno de facto y déspota del triunvirato e instaurar el gobierno constitucional de 1963…". Esta  gesta revolucionaria y sus dotes de orador de multitudes lo convirtieron  en un líder inigualable.

Ingresó en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), el 5 de julio de 1961, para luchar contra los remanentes de la tiranía trujillista. Es un firme dirigente político al estallar la revolución civil de 1965, llamando al pueblo a movilizarse en defensa de la constitucionalidad perdida en 1963. Fue presidente del Partido Revolucionario Dominicano desde 1986, vicepresidente de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (COPPAL), vicepresidente de la Internacional Socialista (IS) y vicepresidente de la Asociación Latinoamericana para la Defensa de los Derechos Humanos, miembro del consejo directivo del Instituto Latinoamericano de Estudios Políticos, Económicos y Sociales, miembro del Diálogo Interamericano. 

Debido a la fuerte represión del gobierno de Balaguer en 1965, Peña Gómez se vio obligado a refugiarse en Francia; en donde estudió ciencias políticas y derecho constitucional y ley laboral durante dos años en la Universidad de París. En el exilio, también estuvo involucrado en los esfuerzos para obtener la condena internacional de violaciones de los derechos humanos en la República Dominicana, y donde estableció relaciones con grupos internacionales que serían importantes para el resto de su vida.

Jose Francisco Peña Gómez es considerado por muchos el más vibrante político dominicano post Trujillo, de acuerdo a su pensamiento político, la revolución Dominicana debe ser ejecutada por una alianza de clases, puesto que los partidos Dominicanos no representan clases diferentes. Esas clases son el campesinado, la clase obrera, los intelectuales revolucionarios y los hombres de negocios nacionalistas a los cuales hay que agregar los militares democráticos y patriotas de las fuerzas armadas. Hablar de Peña Gómez es hablar del líder popular más grande de nuestra historia reciente. Además de ser el más importante líder de masas de la República Dominicana, el doctor Peña Gómez fue un visionario político que se adelantó a su época al plantear la tesis del Gobierno Compartido y propugnar por una alianza estratégica con el movimiento progresista y el liderazgo social.

A fines de la década de los 80, dedicó gran parte de su esfuerzo como líder del PRD a apoyar a los trabajadores en sus luchas laborales y promover entendimientos con sus empleadores del sector privado. En algunos casos se trataba de empresas extranjeras tales como Falconbridge Nickel (Canadá), Gulf and Western (EE.UU.) y Metaldom (España).

Bajo el liderazgo de Peña Gómez, el PRD ganó las elecciones presidenciales de 1978 y 1982, y este fue elegido Alcalde de la ciudad de Santo Domingo por el período 1982 a 1986, siendo reconocido por su honestidad y eficiencia, en un cargo nunca antes valorado por tales méritos. Éste sostenía que "Un líder no puede tener resentimiento ni rencor anidado en el fondo de su corazón, tiene que ser bondadoso como el buen padre de familia que recibe en el seno del hogar al hijo descarriado que salió y volvió. Paciencia y perseverancia, dos virtudes imprescindibles en cualquier político que aspire a envolverse en las vestiduras del éxito".

José Francisco Peña Gómez, ideólogo y líder del PRD, planteó que tanto el gobierno del Presidente Antonio Guzmán PRD 1978-1982 como de Salvador Jorge Blanco, PRD 1982-1986 eran gobiernos de transición democrática hacia la consumación de la visión estratégica del Partido, la coronación de los objetivos socialistas democráticos y el afianzamiento de un régimen de cambios profundos, de transformaciones económicas y logros sociales de los trabajadores y campesinos.

Esa plasmación del valor estratégico de sus planteamientos estaba condicionada al buen ejercicio de los gobiernos perredeístas de transición, entendiendo que el adecentamiento del Estado, la eliminación de la corrupción, las libertades públicas, la democracia formal, las medidas y disposiciones sociales en beneficio de la población, fomentaba la idea de arribo de una administración que encarara los problemas de raíz, las causas subyacentes de la injusticia y la desigualdad espantosa de nuestra sociedad.

Cuando postuló a la presidencia en 1990, llegó tercero después de Balaguer y de Bosch, debido a las desventajas que las personas de raza negra y de origen haitiano enfrentan en un país que fuera invadido y ocupado por Haití durante el siglo XIX, y en el cual todavía queda mucho por hacer para eliminar los prejuicios raciales.

En 1994 Peña Gómez ganó las elecciones presidenciales, pero las fuerzas conservadoras de Balaguer lo despojaron de la victoria. Llamó entonces a una huelga general que fue ampliamente apoyada por sus seguidores y, después de una protesta internacional, Balaguer finalmente anunció su prematuro retiro en 1996, tras haber ejercido el poder durante siete períodos. En 1996 Peña Gómez ganó la primera vuelta electoral, pero no logró la mayoría requerida.

En la segunda vuelta Leonel Fernández, un abogado que representaba al nuevo partido del antiguo líder Juan Bosch, y quien fue apoyado también por Balaguer y su conglomerado político, obtuvo un estrecho triunfo.

En la Internacional Socialist, Peña Gómez se dedicó a impulsar el Comité de la IS para América Latina y el Caribe, SICLAC, que presidió por casi 20 años y que constituyó una voz regional vigorosa en el seno de la organización. Para muchos integrantes de la familia de la Internacional Socialista, él representaba la elocuencia y la pasión latinoamericanas; siendo así que el Secretario General de la IS, Luis Ayala, su amigo de muchos años, dijo en su funeral:" En medio del sufrimiento por la pérdida de nuestro hermano Jose Francisco Gómez Peña – un gigante en las batallas por la democracia y por los valores que compartimos- nosotros, sus amigos y todos los socialdemócratas, sabremos cómo seguir su decidido ejemplo en la defensa de los principios socialdemócratas".

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