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Lactancia materna, una perspectiva desde la medicina social

Enviado por Maximo Contreras


  1. Introducción
  2. Historia de la lactancia materna
  3. Propiedades de la lactancia materna
  4. Medicina social y lactancia materna
  5. Objetivo
  6. Conclusiones

El presente trabajo es de carácter exploratorio y tiene como objetivo la problematización y resignificación de la lactancia materna como política de salud. En la primera parte se hace un recorrido de los cambios ocurridos en materia de alimentación del recién nacido en distintos períodos históricos. El impacto de la medicalización del proceso embarazoparto-puerperio. El papel de los cambios en el mercado de trabajo y la industria de alimentos en la promoción de cambios culturales que impactan sobre la alimentación infantil.

En una segunda parte se explicitan las propiedades de la lactancia materna y las acciones de promoción de realizadas por los Organismos Internacionales: UNICEF y OMS.

Por último se desarrollan los postulados de la Medicina Social rescatando los aportes que brinda para resignificar la lactancia materna desde una perspectiva crítica de la estructura social y la intervención del trabajo social en esta temática de salud.

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo se enmarca dentro de los requisitos de aprobación de la materia Medicina Social correspondiente al quinto año de la Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata.

La lactancia materna es la forma de alimentación específicamente humana. Desde el punto de vista biológico define a la especie mamífera, y por sus cualidades, la leche materna es óptima para asegurar su supervivencia. Desde el punto de vista psicológico, el amamantamiento forma parte del vínculo afectivo que se establece entre madre e hijo a partir del momento en que ocurre su separación física y corporal. Este vínculo es de vital importancia para la constitución psíquica del niño. Socialmente, la lactancia materna es reconocida en el contexto de los derechos fundamentales de la madre y el niño, incorporados en la "Convención de los Derechos del Niño" por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 1989.

Si bien este es el discurso sostenido por organizaciones internacionales, órganos de gobierno, instancias de atención hospitalaria y demás efectores de salud, sucede que en la práctica de muchas familias la lactancia materna se convierte en una práctica difícil de realizar durante el tiempo recomendado. Las intervenciones tradicionales apuntan a la educación de las madres acerca de los beneficios y formas óptimas de amamantamiento olvidando o ignorando los determinantes sociales (políticos, económicos y culturales) que obstaculizan su puesta en práctica. Este trabajo intenta colocar a la lactancia materna dentro de la complejidad de relaciones sociales que la atraviesan y determinan.

La intencionalidad es poder reflexionar y resignificar esta práctica rescatando sus aspectos fuertes y su potencial para generar salud, superando la visión conservadora, individualista y moralizadora.

I PARTE

HISTORIA DE LA LACTANCIA MATERNA

Esta práctica de salud se ha llevado a cabo desde el comienzo de la humanidad. En cada época y cultura, ha estado determinada por múltiples relaciones sociales, significaciones sobre el rol y la estética femenina, miradas sobre su cuerpo y su salud.

En el mundo antiguo, tanto de Oriente como en Occidente, las mujeres amamantaban por períodos mucho más largos que las mujeres occidentales de hoy en día. Tres años era la edad común de destete completo entre los antiguos hebreos. Los contratos de amas de leche en Babilonia requerían amamantamiento entre dos y tres años. En la antigua Grecia, el destete ocurría más temprano, alrededor de los seis meses de vida. En Roma antigua las diosas eran representadas como mujeres amamantando lo cual da cuenta de la valoración social que existía en la antigüedad respecto de la función materna en la alimentación del recién nacido.

En Europa medieval, el destete probablemente ocurría entre el primer y el tercer año. Aunque la mayoría de las mujeres amamantaban sin restricciones y la ropa permitía un fácil acceso al pecho, muchas mujeres nobles y ricas contrataban amas de leche. Esta práctica se volvería la norma después del siglo XI, en algunas áreas hasta los artesanos y pequeños comerciantes empleaban amas de leche. El amamantamiento se convirtió en el terreno de los pobres.

En los siglos XVI y XVII, sacerdotes y médicos condenaban la práctica de contratar amas de leche. Ellos sostenían que a través de la leche los niños podrían adquirir también los vicios de quien los alimentara. Sin embargo, mientras que las mujeres pobres no tenían más remedio que amamantar a sus hijos, las mujeres ricas creían que esto las haría verse más viejas. Además el amamantar retrasaba el período de fertilidad necesario para poder llegar a la cantidad de 10 o más hijos deseados para mantener la herencia. Por otra parte la moda de la época, marcada por el uso de corsettes que achataban los pechos y causaban pezones invertidos, impedía muchas veces que las propias madres alimentaran a sus hijos. En contra de las recomendaciones de religiosos y médicos la mayoría de las mujeres que tenían posibilidades económicas de contratar amas de leche lo hacían.

El destete era doloroso para los niños: se los retiraba de la casa de su ama de leche, el único hogar que él conocía, y retornaba a la casa de su familia o en algunos casos el ama de leche era despedida de la casa de familia.

Esta práctica fue lo más usual hasta la mitad del siglo XVIII, cuando las madres empezaron a preferir amamantar a sus hijos probablemente influenciadas por los escritos de Rousseau, quien en el Emile condenaba el uso de amas de leche como algo no natural. Sin embrago, la edad de destete era temprana. La mayoría de los escritores médicos de este siglo recomendaban sólo siete u ocho meses de lactancia promoviendo el inicio de una alimentación mixta entre los dos y cuatro meses. La suplementación temprana y la alimentación totalmente artificial eran comunes en Norteamérica colonial que tenía un comercio pujante de biberones en los siglos XVII y XVIII. Debido a la inexistencia de métodos de refrigeración para la conservación de alimentos y desinfección adecuados para la limpieza de utensilios usados en la alimentación de los niños eran comunes las enfermedades gastrointestinales las cuales se convertían en epidemias durante los meses cálidos.

Ya en el siglo XIX la edad recomendada de destete eran los nueve meses pero antes de 1915 había declinado a siete u ocho. Algunas de las causas se relacionan con la incorporación de las mujeres al mercado laboral a partir de la Revolución Industrial. Las mujeres pobres trabajaban largas horas en las fábricas y algunas mujeres ricas se incorporaban a las profesiones u organizaciones voluntarias. Por otra parte la extrema paquetería de la cultura victoriana hacía que el amamantamiento público fuera inconcebible.

Avanzado el siglo comienza a reconocerse la relación entre el destete temprano y las enfermedades y muertes de lactantes. Las tasas de mortalidad infantil eran paralelas a la incidencia de la alimentación a biberón. Como los alimentos artificiales contenían leche calentada y almidón no contenían vitamina C, el escorbuto era epidemia entre los lactantes así como el raquitismo. Esta última cuestión ocurría también entre los bebés amamantados debido a la falta de exposición solar que ayudara a la elaboración de vitamina D.

Los médicos encontraron en la segunda mitad del siglo XIX una forma de expandir y legitimar sus prácticas interventivas sobre la vida cotidiana de madres y niños a través de la investigación y experimentación en el campo de la alimentación infantil. Ellos debatían acerca de los relativos méritos de la leche de vaca fresca o calentada, preparaban fórmulas y analizaban el nuevo comercio de comidas para bebés que proliferaba rápidamente. De este modo promovían el uso de los alimentos artificiales por sobre la lactancia natural.

Los químicos, farmacéuticos y empresarios diseñaron y lanzaron al mercado comidas artificiales y los primeros sustitutos de leche materna compuestos con leche de vaca, harina de trigo y malta. Henri Nestle, mercader suizo, creó en 1867 una mezcla de leche, azúcar y harina cocinada con malta a la que sólo debía agregársele agua para su utilización. Estos productos y otros alimentos artificiales eran ampliamente publicitados y vendidos en los EE. UU. a partir de fines de la década de 1860.

La mayoría de los doctores sostenían que cada bebé necesitaba cambiar de fórmula a medida que crecía a la vez que poseía necesidades alimentarias exclusivas y propias lo cual hacía que las madres volvieran con sus bebés periódicamente a los consultorios.

Este patrón de alimentación será hegemónico aproximadamente hasta la década del 80, momento en el cual comienza a surgir un movimiento crítico respecto de la alimentación artificial impulsado por organismos internacionales, gobiernos locales, ong"s, etc.

MEDICALIZACIÓN DEL PROCESO EMBARAZO-PARTO-PUERPERIO

El siglo XX genera un escenario distinto para la lactancia materna. Hacia comienzos del siglo se produce la institucionalización del proceso embarazo-parto-puerperio. Ocurre una medicalización masiva y un traslado de estos momentos hacia el ámbito hospitalario lo cual genera una transferencia del cuidado, apoyo y alimentación inicial de los recién nacidos desde la madre y familiares o miembros de la comunidad cercana hacia los profesionales de la salud. En este contexto las interacciones madre-hijo se hacen más espaciadas y los niños permanecen más tiempo bajo el cuidado de médicos y enfermeras. Para disminuir las tasas de morbimortalidad debido a causas infecciosas se promovió la separación temprana de madre e hijo y el alojamiento de estos últimos en nurserys.

MERCANTILIZACIÓN DE LA ALIMENTACIÓN INFANTIL Y PROMOCIÓN DE SUCEDÁNEOS DE LECHE MATERNA.

Las instituciones de formación médica colaboraron en la promoción de una alimentación cada vez más basada en fórmulas comerciales. También desde algunas tendencias de la psicología que comenzaba a estudiar sobre los períodos evolutivos de los niños, se escribió respecto de la preferencia de acotar el período de lactancia.

A pesar de la influencia que ganaron estas disciplinas en cuanto a su capacidad de generar consenso y aceptación por parte de la población respecto de las recomendaciones formuladas en su propio campo de investigación, es menester destacar el papel cumplido por el mercado en la transformación de pautas culturales respecto de alimentación y cuidados del niño. La sociedad industrial, con su dinámica de convertir a todo ser humano, desde su nacimiento, en un consumidor de productos con valor agregado, ha influenciado el accionar de profesionales y público en general.

La publicidad referida a los sustitutos de la leche materna acosan a la sociedad en general a través de medios audiovisuales de difusión masiva por donde circulan y se promocionan discursos y prácticas que fomentan la introducción de múltiples productos que se supone tendrían una cantidad de beneficios para aquéllos que los consuman. La mercantilización de la medicina acentuó la confianza en estos productos artificiales al administrarlas rutinariamente desde las primeras horas permitiendo su administración gratuita en las maternidades e instalando como norma su recomendación en consultorios particulares.

En comparación con los lactantes que son exclusivamente amamantados, los que se alimentan con leche maternizada tienen un riesgo diez veces mayor de contraer infecciones bacterianas que requieren hospitalización, cuatro veces mayor de contraer meningitis y tres a cuatro veces mayor de desarrollar infecciones del oído medio y gastroenteritis. (UNICEF)

II PARTE

PROPIEDADES DE LA LACTANCIA MATERNA

Las virtudes de la leche materna consisten principalmente en el poder inmunológico que se transmite de madre a hijo por ese medio. Por su parte los llamados sucedáneos de la leche materna no sólo resultan ineficaces para proteger al bebé frente a determinadas enfermedades sino que en muchos casos pueden provocar otras enfermedades inesperadas o incluso la muerte.

La leche materna contiene todos los nutrientes vitales para la alimentación, así como los factores de crecimiento que contribuyen al desarrollo de los tejidos y de los anticuerpos necesarios para detener las infecciones. Siempre está a la temperatura adecuada y la cantidad es regulada por la respuesta hormonal de la madre a las necesidades del lactante. La lactancia natural estimula los lazos entre la madre y el lactante y a su vez previene la concepción.

Los niños que no son amamantados obtienen resultados más bajos en las pruebas de desarrollo mental y su visión es menos aguda.

La lactancia materna promueve un mejor desarrollo integral de los bebés; disminuye el riesgo y la gravedad de enfermedades infecciosas, como diarrea y constipación, neumonía, bronquiolitis, otitis y alergias; también disminuye el riesgo de muerte súbita en los niños amamantados actuando como factor protector y de contención afectiva dado que fortalece el vínculo madre-hijo, favoreciendo una estrecha interacción entre ambos.

Para la salud materna, la lactancia natural es un aporte fisiológico, porque culmina el ciclo reproductivo de la mujer, disminuye la pérdida sanguínea posparto y retarda el regreso de la fertilidad (lo que permite un intervalo adecuado para la recuperación de la madre y para que cada bebé reciba los cuidados maternos necesarios). También reduce la incidencia de cáncer de ovario y útero.

PROMOCIÓN Y PROTECCIÓN DE LA LACTANCIA MATERNA

Durante los últimos 30 años los organismos mundiales responsables de orientar las políticas de salud, han realizado una serie de actividades para evaluar y proponer acciones a favor de esta práctica.

El primer documento para la promoción y protección de la lactancia materna fue el Código de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna, aprobado en la 34º Asamblea Mundial de la Salud (OMS, 1981) el cual intenta garantizar una adecuada información y prácticas racionales de comercialización y distribución de estos productos. El Código no prohíbe leches artificiales o biberones, ni castiga a los que usan mamaderas. Permite que en todas partes se venda alimentos para bebés, y permite que cada país haga sus propias reglas al respecto. Bajo el Código están cubiertos tanto los sucedáneos de la leche materna como las mamaderas y tetinas utilizadas para alimentar bebés. Los sucedáneos de la leche materna incluyen:

• Preparaciones para lactantes (leche artificial).

• Cualquier otra leche o alimento que las madres perciban o usen como sustitutos de la leche materna.

Las principales recomendaciones incluidas en este código son:

1. NO PUBLICITAR fórmulas lácteas, alimentos infantiles, ni utensilios como tetinas, mamaderas, etcétera.

2. NO entregar MUESTRAS gratis a las madres.

3. NO ALENTAR SU USO desde los servicios de salud.

4. NO permitir el contacto de "promotoras" con las madres en los servicios de salud.

5. No permitir que las empresas hagan REGALOS al personal de salud, ni que patrocinen eventos, o donen equipos con la marca de un producto.

6. No USAR, en LAS ETIQUETAS de los productos, fotos, imágenes ni palabras que idealicen la alimentación artificial.

7. BRINDAR INFORMACIÓN CIENTÍFICA Y VERÍDICA a los profesionales de salud.

8. Toda información sobre alimentación infantil artificial, incluida la de las etiquetas de los productos, debe explicar los beneficios del amamantamiento y los costos y peligros asociados a la alimentación artificial. INCLUIR, EN TODAS LAS ETIQUETAS, EN FORMA CLARA Y LEGIBLE, las ventajas de la lactancia materna, así como los costos y riesgos de no amamantar.

9. No promover productos no adecuados para la alimentación de bebés (por ejemplo, leche condensada azucarada).

10. Los productos deben ser de máxima calidad, y adecuados al clima y modo en que serán vendidos y guardados.

Otros actores de la sociedad civil a nivel mundial como las redes IBFAN (Internacional Baby Food Action Network) y WABA (World Alliance for Breastfeeding Action) contribuyen con la difusión de información, actividades de promoción y vigilancia de las normativas.

A nivel nacional, el Estado Argentino comienza en la década del noventa a hacerse eco de estas tendencias y desarrolla programas de promoción en este sentido. "La Dirección Nacional de Salud Materno Infantil del Ministerio de Salud conjuntamente con UNICEF/OPS/OMS y con la Comisión Asesora de LM del mismo Ministerio, promueve desde 1994 la adopción de prácticas adecuadas en los servicios de salud para favorecer el inicio precoz de la lactancia materna, mediante la capacitación y asistencia técnica en el marco de la Estrategia de Hospitales Amigos de la Madre y el Niño. Desde el comienzo de la iniciativa a la fecha se han acreditado un total de 56 instituciones por el Ministerio y UNICEF/OPS/OMS en todo el territorio nacional."

El Plan Federal de Salud propone:

– "Incrementar al 45% la prevalencia de Lactancia Materna exclusiva al cuarto mes.

– Mantener la prevalencia de lactancia materna completa hasta el sexto mes en un 35%."

Además sostiene que "para el logro de adecuados patrones de lactancia materna es necesario el trabajo sostenido de los equipos de salud fomentando y acompañando el inicio temprano de la LM y su mantenimiento hasta el segundo año de vida o más, de acuerdo con las recomendaciones nacionales e internacionales. Estas acciones deben ser acompañadas con la promoción de una alimentación complementaria adecuada y oportuna que no interfiera con la LM, sino que la complemente"

Según la Encuesta de Lactancia Materna del año 2007 desarrollada por la Dirección de Maternidad e Infancia del Ministerio de Salud de la Nación "se observa que el 57% de los niños de dos meses en el total del país reciben lactancia materna exclusiva; al analizar el grupo de niños de 4 meses ese valor desciende a 46% para llegar al 36% en los niños de 6meses. El 29% de los niños de 2 meses reciben lactancia materna parcial. Ese valor asciende al 33% en el grupo de 4 meses y llega a 44% a los 6 meses. En relación al destete se observó un 10% entre los niños de 2 meses, un 14% entre los niños de 4 y un 13 en el grupo de 6 meses."

III PARTE

MEDICINA SOCIAL Y LACTANCIA MATERNA

La organización social es considerada una de las principales variables determinantes de la enfermedad. Esto incluye pensar en las características del modo de producción hegemónico en cada período histórico, los sistemas políticos, valores y pautas culturales predominantes, formas de organización comunitaria, familiar, etc. Giovanni Berlinguer sostiene que "la hipótesis de que la organización de la sociedad pesa en la ocurrencia de las enfermedades y que una modificación de ésta puede resultar en una salud mejor, es vieja como la historia y es siempre subversiva para la visión oficial" Esta visión fue poderosamente relegada cuando en el siglo XIX, a la luz de los postulados positivistas comienza a pensarse en la enfermedad como consecuencia exclusiva de la aparición de microbios y demás agentes patógenos que contaminando el cuerpo humano y alterando su normal funcionamiento, provocan enfermedad y/o muerte. La respuesta ante este supuesto científico e ideológico, residió en la búsqueda de una eficacia basada en soluciones específicas traducidas en medicamentos para microbios específicos y particulares. "En la búsqueda de una eficacia propia la medicina construyó una representación del cuerpo que coloca al sujeto en una especia de posición dual respecto de sí mismo. El enfermo es sólo el epifenómeno de un acontecimiento fisiológico (la enfermedad) que sucede en el cuerpo"

El positivismo y la medicina tradicional aíslan conceptual y prácticamente a la enfermedad del sujeto que la padece y de la sociedad que la produce. Sin embargo ocurre en la historia de la medicina una suerte de paradoja que consiste en culpabilizar a la persona en los casos en que "la solución" prescripta por la medicina no resulte como es esperado. Berlinguer explica cómo la enfermedad es transformada en culpa de quien la padece "la idea de culpa persiste porque el enfermo es incómodo, estorba, y a veces es odioso y hasta repugnante. ¿Qué mejor que acusarlo de su mal? (…) la idea de culpa, del enfermo como reo de una transgresión, se representa continuamente en nuevas formas"

La ciencia deviene en un discurso ideológico impregnado de prenociones acerca de la salud y la enfermedad. Construye su hegemonía a fuerza de negar otras prácticas basadas en otros discursos y otros supuestos encarnados en figuras que históricamente fueron tildados despectivamente como "charlatanes", "curanderos" o "manosantas". Hoy en día padece una crisis de legitimidad que Lebreton adjudica a las "carencias antropológicas" de la ciencia médica, es decir "la práctica y la visión del cuerpo en que se basa. (…) La medicina está pagando por su desconocimiento de datos antropológicos elementales. Olvida que el hombre es un ser de relaciones y de símbolos y que el enfermo no es sólo un cuerpo al que hay que arreglar."

Desde una perspectiva distinta, la enfermedad es vista como un constructo que da cuenta de un conjunto de condiciones epidemiológicas, las cuales son expresión de relaciones de poder desigualmente distribuidas en la sociedad. Watts sostiene que "la enfermedad constructo [contribuye] a formar la actitud de los pueblos" esto significa que más allá de la objetividad de los hechos y relaciones existe una consideración social y cultural acerca del enfermo y la enfermedad.

En esta misma línea surgen en la década del 70 un tipo de epidemiología basada en los "modos de vida o reproducción social" que se opone a la epidemiología tradicional de corte positivista y funcionalista. Esta última propone la idea de un "realidad como dividida en factores; la concepción causalista del paradigma de los factores de riesgo; y la reducción de la acción a la corrección funcional de riesgos para mantener el statu quo." En cambio, la epidemiología crítica sostiene y promueve una "concepción de la realidad como un proceso que se desarrolla como movimiento organizado alrededor de modos de vida o reproducción social, con sus contradicciones y relaciones."

Estas cuestiones aportan a la comprensión del objeto de estudio abordado en el presente trabajo en tanto permiten pensar y repensar la lactancia materna desde un paradigma crítico superador de la visión clásica propuesta por los organismos internacionales que impulsan su promoción.

Los organismos internacionales anteriormente citados presentan una versión aggiornada de los discursos funcionalistas en materia de promoción de la salud y en especial de la lactancia materna. Sus publicaciones hacen énfasis en enumerar las ventajas de la leche materna, aportan recomendaciones orientadas a las familias y específicamente a las mujeres que atraviesan este período y por último y en mucha menor medida, recomendaciones a los Estados que incluyen algunos aspectos de la legislación en cuanto a los sucedáneos de la leche materna.

Por otra parte es interesante observar que este énfasis en la promoción de lactancia materna coincide con la etapa de profundización de las políticas neoliberales en la década del 80. Desde ese momento y hasta la actualidad se agudiza a nivel mundial la situación de pobreza de millones de personas. Entre ellos los más afectados son las mujeres y los niños. En un informe realizado por la CTA se muestran las cifras correspondientes a la Argentina entre el 2005 y 2007:

  • En el 2005 murieron por desnutrición 129 chicos menores de 5 años

  • El 32% de la población tiene problemas de alimentación.

  • El 3% de los menores de 18 años padecen de desnutrición aguda por hambre, porcentaje que asciende al 6% en el NOA y NEA.

  • 1 de cada 5 niños tiene problemas de desnutrición en el Gran Buenos Aires.

  • El 26,9% de los argentinos es pobre y casi el 9% es indigente. El 49,5% de la población de menores de 14 años es pobre y el 20,5% es indigente (2007).

  • El 21% de la población tiene Necesidades Básicas Insatisfechas (2001). Más del 70% de los hogares con necesidades básicas insatisfechas cuentan con menores de 14 años o menos.

  • Un 12% de argentinos no tienen empleo. Entre el 5 y el 9% de los niños de 5 a 13 años trabajan y el 12% no completa el sexto grado en el Gran Buenos Aires.

  • Cada día mueren nueve niños menores de 1 año por causas evitables: un niño cada tres horas.

  • La tasa de mortalidad infantil es de 16 por cada mil nacidos vivos; pero en Formosa es del 28 por mil y en Chaco y Corriente llega al 24 por mil.

  • La mortalidad materna permanece estancada en el 3,7 por cada 10.000 nacidos vivos.

  • Argentina tiene un gasto en salud equiparable al de algunos países desarrollados: 8,9% del PBI, cifra similar a Holanda (8,7%) y a la de Canadá (8,2%). Sin embargo, los resultados sanitarios no son equivalentes.

  • El gasto en medicamentos en Argentina es del 30% a 40% sobre el total del gasto en salud, mientras que en países centrales ese gasto varía entre el 7% y el 20%. El volumen de esos recursos se estima en 6.000 millones de dólares anuales; y el 70% de ese dinero sale directamente del bolsillo de las familias.

  • En Argentina hay 32 médicos por mil habitantes, pero mientras en la Provincia de Buenos Aires ese indicador es de 2,5; en Formosa es de 1,4 por mil y en el Chaco es de 1,7.

La crisis financiera mundial que ocurre en la década del 70 transforma los sistemas de salud que hasta entonces se habían basado en una concepción de salud como bien público y responsabilidad de los Estados. En adelante comienza a perfilarse un modelo llamado "de atención gerenciada" el cual "transforma el sentido común en torno a la concepción del proceso salud/enfermedad/atención. La salud deja de tener una carácter de derecho universal de cuyo cumplimiento el estado es responsable, para convertirse en un bien de mercado que los individuos deben adquirir"

El sistema público de salud atiende, según el informe publicado por CTA, al 48% de la población total del país. Este se encuentra en una situación de desfinanciamiento, descentralización y ausencia de condiciones mínimas para dar respuestas a las necesidades de salud de la población, reservándose aquéllas áreas de atención que no encuentran rentabilidad en el mercado. El sistema privado se encuentra a su vez fragmentado según las posibilidades de ingreso de quienes contratan sus servicios y es regido por la lógica del capital y de la racionalidad económica por sobre los criterios clínicos.

En el terreno de la salud, el proceso de reforma adopta en nuestro país diversas máscaras, que conducen a un mismo resultado: la restricción del acceso a la atención de la enfermedad de acuerdo a la capacidad de pago de los individuos, restringiendo las políticas de prevención y promoción en salud. "Por un lado, se acota cada vez más el concepto de salud a la asistencia de las enfermedades y dentro de la asistencia se privilegia como instrumento para la definición de prioridades, la redituabilidad en términos costo-beneficio, que en muchas oportunidades no coincide con las necesidades del sujeto/paciente."

La situación de salud de la población se deteriora como consecuencia de las transformaciones estructurales operadas a nivel macro económico y en el ámbito del Estado. En este contexto, las estrategias de los grupos hegemónicos de poder se vuelven heterogéneas y se diversifican según los sectores a los cuales vayan dirigidas. Abandonado el criterio de universalidad y de derecho, la focalización da lugar a prácticas que se dirigen a paliar las consecuencias más urgentes de la pobreza con el menor costo posible, mientras que el Mercado se ocupa de quienes todavía pueden satisfacer sus necesidades en él.

En este marco, la política de promoción de lactancia materna constituye una alternativa con escaso costo económico, que apelando a un discurso tradicional acerca del rol predominante materno de la mujer, logra una fácil aceptación y legitimación social.

RESIGNIFICANDO LA LACTANCIA MATERNA DESDE EL TRABAJO SOCIAL

Desde una perspectiva crítica del Trabajo Social y de la Medicina Social la lactancia materna es una práctica que puede ser resignificada como estrategia de promoción y prevención de la salud siempre que se la encare desde una perspectiva de totalidad, teniendo en cuenta los múltiples factores que la atraviesan y entran en relación contradictoria con ella.

La promoción de la salud "se refiere a medidas que no se dirigen a una determinada enfermedad o desorden, pero sirven para aumentar la salud y el bienestar generales" incluye acciones dirigidas a mejorar las condiciones de vida y trabajo, alimentación, justicia social, educación, etc. La prevención en cambio, consiste en "intervenciones orientadas a evitar la aparición de enfermedades específicas, reduciendo su incidencia"

La alimentación de los niños por medio de la leche materna contribuye con la prevención de enfermedades específicas tales como diarreas, bronquiolitis, infecciones y alergias. Pero además mejora la calidad de vida del recién nacido al fortalecer el vínculo madre-hijo, aspecto fundamental que actúa como soporte simbólico del psiquismo infantil en los primeros meses de vida.

Sin embargo esto no es suficiente por sí solo. La lactancia materna debería ser motivo de regulaciones legales que tradujeran esta cuestión en derechos de la madre a disponer de licencias, espacios y momentos adecuados para continuar con la alimentación exclusiva por esta vía como mínimo hasta los seis meses de edad.

La lactancia materna no debe ser abordada desde discursos moralizantes que apunten a un trabajo de mera educación de las madres sino que debería ser parte de una política de salud reproductiva que ponga al alcance de todas las mujeres los métodos de anticoncepción y atención adecuados durante el proceso embarazo-parto-puerperio.

Esto implica pensar que el amamantamiento contiene como condición de ser el deseo de la madre hacia el hijo, experiencias satisfactorias y gratas en relación con el proceso de gestación y parto, condiciones adecuadas de vida y alimentación de todo el grupo familiar. A su vez debería estar acompañada de una política de salud infantil que tenga en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • "Evitar el empleo de "pretendidas propiedades saludables" (health claims en inglés) en alimentos infantiles, tal como lo demuestra el reciente informe mundial (y regional) de monitoreo del Código;

  • No permitir el patrocinio de empresas de alimentos infantiles a profesionales de la salud y sus asociaciones de modo de evitar que aparezcan conflictos de intereses;

  • Evitar que las compañías de alimentos infantiles financien investigaciones sobre las cuales se basen luego las políticas públicas de salud."

Desde este posicionamiento se complejiza una visión individualista y reduccionista que deposita la carga de responsabilidad sobre la falta de educación de las madres, tal como lo expresan algunos artículos: "la causa principal del abandono de la lactancia materna exclusiva es la desinformación materna y falta de confianza en si mismas sobre su capacidad de alimentar adecuadamente a su hijo."

De la lectura del material consultado en páginas de Internet, artículos y folletos de difusión médica se puede observar que las recomendaciones apuntan casi en su totalidad a las madres. Hay ausencia de explicitación del rol paterno y poquísimas alusiones a la responsabilidad del Estado y en el caso en que éstas se presentan aparecen bajo la forma de "recomendaciones". La responsabilidad queda delegada en la figura materna, fortaleciendo una representación de la mujer como cuidadora exclusiva de los hijos que en el mejor de los casos es incorporada al mercado de trabajo cargando entonces con ambas responsabilidades. Desde una perspectiva de abordaje de casos la intervención del trabajo social estaría orientada en esta línea.

Desde los lineamientos de un trabajo social crítico es preciso pensar la intervención y la práctica desde una visión que rescate la complejidad de lo social teniendo en cuenta que tanto las prácticas como las representaciones que se expresan en la vida cotidiana de las personas son parte de la totalidad que es la sociedad en un determinado contexto histórico el cual define ciertas condiciones de vida.

La sociedad actual está marcada por un deslizamiento de la infancia hacia dos extremos: "por el infanticidio de la pobreza; y por otro lado, de modo mucho más sutil en los sectores de medianos y altos recursos socioeconómicos, por la dificultad que se observa, por parte de los adultos de sostener, durante el tiempo necesario, las demandas de dependencia afectiva de los niños". Abordar el tratamiento de la infancia y su relación con el mundo adulto requiere de la comprensión de los determinantes sociales, políticos y económicos que actúan como condicionantes de prácticas y representaciones. La práctica de la lactancia materna constituye un punto de abordaje que articula múltiples dimensiones, allí se juegan cuestiones de índole biológicas y psicológicas, relaciones de género, políticas de salud reproductiva, de alimentación, empleo y legislación laboral.

La consideración de estos aspectos es parte de un posicionamiento ético-político que intenta apuntar hacia una intervención basada en derechos sociales más que en obligaciones particulares y orientada por criterios de salud pública y medicina social.

Objetivo:Determinar cuales son las causas por la cual la madre incorpora la alimentación suplementaria con formulas y/o reemplaza la lactancia materna por las mismas.Material y método:Encuesta con preguntas abiertas, acerca de si el niño/a toma el pecho y si toma algún otro alimento; en caso de respuesta afirmativa al segundo punto, se le solicitaba explicar la causa por la cual le incorporó otra leche, y se la interrogaba acerca de que si fue decisión propia, o tuvo indicación médica.Criterio de inclusión:Niños/as de cero a seis meses de edad, que consultaron en el Servicio de Pediatría de Hospital Carlos Saporiti de la ciudad de Rivadavia, Provincia de Mendoza, desde el 2 de enero al 31 de marzo de 2004, ya sea consulta por control de crecimiento o por alguna patología.Desarrollo y resultados:Se encuestaron 88 madres de bebés de 0 a 6 meses de vida, con la siguiente distribución según el tipo de alimentación:

Lactancia materna exclusiva

45

51 %

Lactancia mixta

34

39 %

Lactancia artificial

9

10 %

Total de niños encuestados

88

De los 43 casos con alimentación complementaria:

10 recibieron indicación médica =

23 %

33 fueron por decisión materna =

77 %

 

Los casos en que la suplementación fue por indicación médica, fueron hechos por:

• 2 por médicos pediatras, por inquietud materna sobre que el niño/a se quedaba con hambre.

• 2 por médicos obstetras, por patologías mamarias, mastitis.

• 2 casos recibieron indicación de suplemento en internación en neonatología.

• 4 otros médicos, por que el niño/a, lloraba, o por ansiedad materna.

 

Las causas que manifestaron las madres:

Se quedaba con hambre

12

28 %

Tenía poca leche

6

14 %

Mi leche no lo alimentaba

4

9 %

No tenía leche

4

9 %

Leche aguada

3

7 %

El bebé lloraba

3

7 %

Internación en neonatología

2

5 %

Mastitis

2

5 %

Trabajo materno

2

5 %

Anemia materna

1

2 %

Grietas del pezón

1

2 %

Internación pediátrica

1

2 %

La madre asiste a la escuela

1

2 %

Medicación materna

1

2 %

Total

43

100%

Conclusiones:Evidentemente la causa principal del abandono de la lactancia materna exclusiva es la desinformación materna y falta de confianza en si mismas sobre su capacidad de alimentar adecuadamente a su hijo.

Se pone en evidencia ya que el 28 % de las madres expresaron que el bebé se quedaba con hambre, mas si consideramos las 5 primeras causas, ya que todas se refieren a leche no suficiente y/o deficiente (poca leche, leche aguada, falta de leche), lo que suma 29 de los 43 casos, representando el 67 % de los motivos.

El alto porcentaje de madres que toman esa determinación por propia decisión, es indicativo de falta de información sobre lactancia materna, no saben donde pueden consultar al respecto y buscar apoyo para el mantenimiento de la lactancia, ya sea esto por desinterés o falta de información, cosa que no se indagó en este trabajo.

En los casos que hubo indicación o sugerencia por parte de un médico, llama la atención el hecho que en la mayoría de ellos, no había una causa puntual de indicación de lactancia artificial, dado que la indicación parte de la inquietud o duda materna y no de una causa médica real.

 

 

Autor:

Maximo Contreras