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Bases para la formación de competencias en la docencia universitaria

Enviado por oscar16


    Bases para la formación de competencias en la docencia universitaria

    Ensayo

    1. Antecedentes
    2. El docente frente al grupo
    3. El alumno
    4. La superación del docente
    5. Bases para la formación de competencias
    6. Conclusiones

    I.- INTRODUCCIÓN

    En septiembre de 1958 tuve mi primera experiencia formal de pararme frente a un grupo de estudiantes de nivel profesional, con temas de costos de producción. No fue una experiencia muy larga pero si muy satisfactoria. Durante los siguientes 20 años tuve una actividad periódica como conferencista sobre temas relacionados con la administración de las empresas y, en 1998, volví a las aulas como docente de nivel profesional con temas de finanzas y administración. Fue en esa ocasión cuando empecé a inquietarme por la calidad de mi desempeño por lo que, cada vez que iniciaba un nuevo curso , me asaltaba la duda y me formulaba las preguntas de: ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Habrá un método que me ayude a realizar mejor mi trabajo?.

    Sin respuesta a estos cuestionamientos, yo seguí adelante y traté de incorporar a mi clase lo más posible de la realidad laboral, aprovechando mi experiencia profesional de 40 años como ejecutivo de grandes empresas de nuestro País. Esto me ayudó mucho pues, además de lo que mencionaba el texto elegido para la materia en cuestión, yo dramatizaba cada uno de los comentarios del autor y provocaba a los alumnos para que ellos expusieran sus inquietudes y problemas laborales ya que la gran mayoría trabajaban y estudiaban a la vez.

    En agosto de 2000 decidí aclarar qué tanto más podría mejorar mi desempeño como profesor y ante la inexistencia de cursos, diplomados o seminarios especializados sobre competencias para la docencia, me inscribí en la Universidad Autónoma de Chihuahua como alumno de la maestría en educación superior.

    Terminados mis estudios, regresé a las aulas con más claridad sobre mi tarea como profesor pero, sobre todo, con un entusiasmo desbordado al descubrir que la docencia me abría el espacio que se había cerrado cuando dejé de formar parte de las empresas a las que había dedicado 40 años de trabajo y la totalidad de mi experiencia y conocimientos.

    Esta es una nueva etapa en mi vida profesional y, creo, la más importante y digna por la obligación que adquiero ante los alumnos de cuyo aprendizaje soy responsable.

    II.- ANTECEDENTES

    1+.- Profesionistas incorporados a la docencia

    México, al igual que otros países principalmente de habla hispana, registra que un poco más del 90 % de su profesorado de niveles de preparatoria y licenciatura se reclutan de las filas de empleados y ejecutivos de empresas privadas y gubernamentales, de profesionistas desempleados y, en ocasiones, de estudiantes que no terminaron o están estudiando su carrera, pero que estiman tener el conocimiento suficiente para transferirlo a alumnos de los primeros semestres del bachillerato. Desde luego, estas cifras pueden ser más dramáticas si se hiciera una investigación a fondo de la preparación del profesorado que imparte clases en las escuelas privadas de computación, sistemas, contabilidad, etc.

    Se supone que a nivel primaria y secundaria la planta de profesores debe ser cubierta por egresados de las Escuelas Normales del País; sin embargo, es un hecho demostrable en cualquier momento y lugar que también trabajan en estas instituciones (principalmente las privadas) un alto porcentaje de personas sin esta preparación académica y en su mayoría del sexo femenino.

    Esta realidad puede, a la vista de algunos, no ser tan cuestionable porque estiman que es suficiente tener el conocimiento que van a impartir y con eso ya están del otro lado. Esto puede tener algo de cierto, pero siempre y cuando se acepte que están trasmitiendo únicamente el contenido de la materia, curso, disciplina etc. Por ejemplo, un estudiante avanzado de matemáticas desde luego que no tendrá ninguna dificultad para enseñar las bases de álgebra, y a una egresada de preparatoria seguramente le será factible enseñar las tablas aritméticas de 1 al 9; pero hasta aquí no hemos identificado en el proceso de enseñanza-aprendizaje, lo referente a la formación del alumno como ente social e integrado, capaz de relacionarse positivamente con sus semejantes.

    2.- Limitaciones principales

    Cuando hablamos de que el profesor trabaja con el alumno únicamente sobre la base del conocimiento, queremos decir que está perdiendo la gran oportunidad de aprovechar la presencia del grupo para que, combinado con el conocimiento, pueda hacerle llegar al alumno aquellos comentarios que le van a servir para formar su personalidad. Algunos investigadores sostienen que:

    Personalidad = carácter + temperamento

    Carácter = lo genético, lo hereditario

    Temperamento = lo aprendido desde el vientre materno

    Siguiendo la definición anterior, está claro que muy poco podemos hacer para incrementar y mejorar nuestras deficiencias genéticas, pero mucho, tanto como queramos, podemos hacer para incrementar lo aprendido; y en este campo se encuentra lo que aceptamos de nuestros padres, hermanos, abuelos, amigos y, muy principalmente de nuestros profesores. De ahí que al incrementar lo aprendido estamos mejorando también nuestra personalidad y creo que todos estamos de acuerdo en que esta acción será de gran beneficio para avanzar y mejorar en nuestras relaciones personales, con nuestras familias, con nuestros compañeros de trabajo y con la sociedad en general.

    A esta área del ser humano es a la que estoy dirigiendo mi comentario, nuestro País requiere de hombres que estén listos a desempeñar nuevas funciones y responsabilidades acordes a la época actual donde los países forman parte del movimiento globalizador que tanto exige a sus economías y, por consiguiente, a sus empresas y empleados; pero ese hombre nuevo lo será si logra desempeñarse en la sociedad con las habilidades y competencias de comunicación efectiva y de buenas relaciones con sus semejantes y sobre todo, saber dirigir su propio crecimiento y autodesarrollo personal que le permitirá ocupar los puestos clave en las organizaciones y estructuras de su país.

    El docente debe formar parte de este grupo y esforzarse por mejorar su personalidad; sin embargo, una limitante puede ser la incompetencia para realizar una comunicación eficaz y, como consecuencia, permitir que la información proporcionada al alumno llegue a éste de manera completa, clara y sin contaminaciones. Podemos aseverar que si no se domina la técnica de la comunicación, poco o nulo aprendizaje se logrará por parte de los alumnos.

    De igual forma podemos hablar de las relaciones humanas. Lobrot señala a este respecto que el verdadero problema actual de la enseñanza es un problema de relaciones humanas. Por lo tanto, cuando el profesor no está pensando en ésta dimensión, el resultado se convierte en un proceso de autoridad – disciplina no bien entendido ni aceptado por el alumno quien termina en el mejor de los casos, obedeciendo pero sin aprender.

    Cuando el profesor observa que en su desempeño y en el de sus colegas existen estas y otras limitaciones es el mejor momento para iniciar un cambio hacia nuevas formas de hacer su trabajo. Es aquí cuando empieza a buscar material didáctico y se inicia en un camino largo y sinuoso y del que no solamente es difícil salirse, sino que lo es también el llegar a un final ya que, después de la lectura de muchos y muchos libros sobre el tema del proceso enseñanza-aprendizaje, lo único que le queda muy claro es que nada es definitivo. Cada autor hace planteamientos que él mismo califica de incompletos y alienta al lector y a otros estudiosos a continuar con la investigación.

    Esto de ninguna manera es una crítica a tan prominentes creadores de teorías y análisis. Definitivamente hay mucho avanzado (muy particularmente en cuanto a la educación de los niños se refiere); pero cuando el profesor incorporado se enfrenta al grupo, muy poco puede hacer con todas estas investigaciones y conclusiones porque sus alumnos hace tiempo se convirtieron en adultos y tienen una personalidad con criterios muy arraigados-buenos o no, positivos o negativos-pero ahí están definiendo su manera de ser, de pensar, de creer y de ver la vida y este es el campo sobre el cual el profesor debe sembrar su conocimiento.

    Llegado a este punto, el profesor ha identificado que tiene limitaciones para un mejor desempeño de su función. Este es el gran paso, el aceptarlo y estar convencido de que puede y debe hacer mejor su tarea, ahora le queda pendiente definir qué y cómo hacerlo.

    III.- EL DOCENTE FRENTE AL GRUPO

    Hablar de este personaje nos obliga a considerarlo, primero que nada, como un ser humano que domina el conocimiento de alguna profesión y/o especialización, que forma parte de una familia de la que inclusive puede ser el responsable con o sin su pareja. También es miembro de la sociedad en la que vive y esto puede significarle esfuerzos y responsabilidades marginales y además como en otras áreas de su vida tiene su concepto de nación. Todo esto hace del profesor un individuo integrado con una capacidad y disposición de ser y de hacer de acuerdo a su personalidad, que como ya vimos antes está conformada por su herencia genética y lo aprendido a lo largo de su vida.

    Con estas herramientas, el profesor incorporado a una Institución de Educación Superior (IES) tiene la posibilidad de realizar un buen trabajo por cuanto a la transmisión del conocimiento que es de su dominio; pero, por otra parte, si tiene limitaciones de comunicación y relaciones humanas, difícilmente podrá cumplir con su responsabilidad de transmitir y lograr aprendizaje en los alumnos.

    Puesto en la balanza del peso específico es muy importante el conocimiento (o sea el qué), pero igual de importante es el método de reproducción (o sea el cómo) y esto último no siempre recibe el tratamiento indicado por parte del profesor de tal manera que la atención

    a esta limitación es el primer paso que un profesor y/o la dirección de una IES debe dar para corregir estas deficiencias

    1.- Como ser humano

    Por algunas razones que no corresponde explicar en éste trabajo, existen profesores (en todos los niveles educativos) que se cobijan con una caracterización según la cual su palabra, pensamiento y obra son necesariamente los correctos y los patrones a seguir. Esto en muchos casos provoca condicionamientos en los alumnos que les impiden crear y fortalecer una personalidad propia e independiente.

    Esta conducta es perjudicial para alcanzar el objetivo del proceso enseñanza-aprendizaje. Es indispensable reflexionar en lo que hace muchos siglos los griegos consideraban fundamental: " primero es el ser, después el cómo ser ". Aplicar este pensamiento en el aula significa que los docentes debemos actuar como lo que primero somos y primero somos seres humanos y después somos ingenieros, médicos, contadores profesores, etc. Por lo tanto, si trabajamos como y con seres humanos, debemos entender que nos es propio el sentir y el vivir con emociones, y aquí hablamos de alegría, tristeza, tensión, éxitos, frustración, fracasos, amor, desamor y todas aquellas que le son propias a nuestra naturaleza humana.

    Esta es una realidad absoluta que no podemos disfrazar. ¿Por qué entonces tanto empeño en revestirnos de pompa y circunstancia si esto nos lleva al aislamiento por parte de nuestros alumnos?

    De los mayores yo siempre escuché que "cuando se tira demasiado de la rienda, ésta se rompe y se pierde el control del caballo".

    ¿Y cuántas veces nos pasa esto con el grupo?

    ¿Debemos dejar entonces que ellos, los alumnos, sean los dueños del ambiente en el salón de clases?

    Definitivamente no. Pero, si actuamos como dueños de nuestras emociones y aplicamos las competencias de comunicación y relaciones humanas, es un hecho que podemos crear en el aula un ambiente de alegría natural pero al nivel que nosotros determinemos saludable para que la conducta y el respeto a sus semejantes no se relaje. Todos, profesores y alumnos hacemos mejor nuestras tareas y obligaciones si estamos contentos y optimistas. No es cierto que mejor hacemos las cosas cuanto mas las revestimos de gravedad, pues generalmente este ambiente se transforma en gravoso, enfadoso e intolerante. Aún así son demasiados los profesores que gustan de entrar al salón y escuchar por ahí: "el maestro viene con expresión grave ". Dejemos esta actitud a un lado, seamos competentes en la comunicación y en las relaciones humanas y seremos capaces de convertirnos en profesores humanos y hacer sentir a nuestros alumnos que ellos también lo son.

    Esta es la pequeña gran diferencia que caracteriza al profesor comprometido y lo separa de aquél a quien no le interesa darle a su clase ni el más mínimo de valor agregado y sólo se concreta a transmitir el conocimiento de su materia, sin aprovechar la maravillosa oportunidad que le presenta el estudiante para apoyarlo en la formación de su personalidad, agregando más información al temperamento, o sea, lo aprendido según vimos páginas atrás.

    2.- Como profesionista

    Si el profesor también trabaja en una empresa, o si él mismo es empresario, tendrá otra veta enorme y valiosa para anticipar a su alumnado lo que será su función como empleado, ejecutivo, empresario, etc. Es muy valioso para el alumno que sus profesores le hablen, le platiquen y le dramaticen si es necesario cómo es el ambiente de trabajo en cuanto al significado de autoridad y responsabilidad.

    Cuando el profesor es competente en la comunicación y en las relaciones humanas, logra establecer un canal de confianza de alto valor con el alumno, lo cual debe aprovecharse al máximo para hacerle llegar la información que desde ahora lo moldeará para el futuro. Si los profesores somos más sencillos y sinceros con nuestros alumnos, éstos aprenderán muchos más cosas positivas de nosotros.

    Los alumnos reciben en la escuela un conocimiento fundamental que al llegar a las empresas se transformará y especializará en lo que para cada una de éstas necesita de la ingeniería, la abogacía, la contabilidad, etc., y de esta manera adquieren una interpretación y práctica muy particular dentro de cada empresa.

    Si esto es así, ¿por qué no darle al alumno un valor agregado del por qué y para qué " de ese conocimiento sistemático que conforma nuestro plan de trabajo? ¿Por qué no dar ese paso adicional para explicarles cuál es el mundo de retos y desafíos que les espera y cuales son las reglas de oro para incorporarse con éxito a ese nuevo mundo? El beneficio adicional para mejorar nuestra docencia es que, al incorporar estos nuevos conceptos en la clase, los alumnos pueden entender nuestras señales y aprovechar nuestras clases como un entrenamiento de lo que será su vida laboral.

    3.- Como parte de una familia

    El profesor que está integrado a una familia tiene suficiente información para interpretar adecuadamente las actitudes individuales y de grupo de sus alumnos, más aún cuando el profesor es padre de familia y vive las experiencias de formar nuevos individuos dentro de un marco de solidaridad y tolerancia. El alumno en varias de sus facetas es como un hijo o hermano menor del profesor, pero esto funciona positivamente cuando el guía adopta e interpreta de manera correcta estos papeles; es decir, cuando consciente de que puede dar este valor agregado a su materia da ese paso adicional con alegría y optimismo, seguro de haber establecido la relación humana que le autoriza a anticipar a sus alumnos las estrategias más adecuadas para desempeñarse exitosamente en el futuro.

    4.- Como miembro de la sociedad

    Tal vez ésta es el área de mayor aportación que el profesor puede hacer con sus alumnos. Vivir en armonía con la sociedad no necesariamente significa la supeditación del hombre ante los demás. Cumplir con las reglas elementales de respeto a los espacios y derechos de los semejantes facilita el desempeño armónico del individuo y fomenta el uso y la aplicación de su talento que, mientras no sea puesto en práctica, debemos suponer es tan grande como el que más. Sin embargo, muchos talentos valiosos se han perdido por no adaptarse o no entender el significado de ser parte de la sociedad, cómo por ejemplo, el no respetar un alto del semáforo, encontrando así la muerte, o causándola a quien no se lo esperaba.

    Esto es sólo un ejemplo de tantas vidas perdidas en accidentes provocados por la no identificación de estas normas elementales.

    El profesor siempre encontrará una o varias oportunidades durante sus horarios de clase o fuera de ellos para recalcar a los alumnos el "por qué y para qué" de la aceptación y cumplimiento de estas reglas de convivencia pacífica.

    5.- El profesor como ciudadano nacionalista

    De las diferentes facetas que en su existencia como ser humano vive y ejerce el profesor, llegamos a aquella que le permite ponderar y resumir en una sola todas las orientaciones que antes fueron descritas.

    Una formación nacionalista es en la actualidad y para el futuro próximo de gran importancia para nuestros jóvenes, quienes deben incorporar estas ideas y la práctica de las mismas a su mapa mental. La época actual, con la tan mencionada globalización nos está colocando a los mexicanos en una plataforma en donde las presiones económicas de las grandes corporaciones mundiales, la tecnología de la información en manos extranjeras y la debilitación paulatina de nuestra economía están facilitando el que perdamos la ruta y el que los jóvenes, por desconocimiento de nuestra historia, adopten y sigan a ídolos de barro que nada positivo les dejan y sí, en cambio les facilita la dependencia económica, intelectual y anímica. ¡Esto se puede traducir como una verdadera pérdida de soberanía!

    Es indispensable que los docentes trabajemos activamente en estos capítulos de la formación del ser (nuestros alumnos), con lo cual estaremos dentro del esquema que el catedrático Lic. Miguel Fernández Pérez denomina en su libro "Las tareas de la profesión de enseñar" como el sistema multidimensional cruzado. El autor sostiene que el profesor puede y debe transitar las cuatro dimensiones del aprendizaje: el saber, el saber hacer, el querer hacer, y el disfrutar hacer.

    IV.- EL ALUMNO

    Por la información que han proporcionado los investigadores de la educación y los sociólogos orientados a este campo, sabemos que los estudiantes forman un mural integrado por infinidad de mosaicos, cada uno representativo de un medio socioeconómico, cultural, idiomático, etc., y deben asistir a un salón de clases donde la autoridad disciplinaria y de conocimiento está representada por un profesor que hace su esfuerzo (no siempre el mejor) para explicar cosas, números, reglas gramaticales, sucesos históricos (muchos mentirosos) y más información que algunos entienden y otros no, porque el mapa mental y/o conceptual de cada uno es diferente. Esta variable no ha sido plenamente evaluada para apoyar y orientar a quienes forman el universo de alumnos con aprendizaje diferenciado inferior al término medio.

    Esta situación la encontramos presente en todos los niveles y grados de la educación, desde preescolar hasta posgrado. ¿Cuántos alumnos abandonaron sus estudios no por incapacidad intelectual, sino porque el sistema oficial y la mecánica del docente en turno actuaron ajenos al conocimiento previo del alumno y éste no pudo superar los requerimientos del método de evaluación aprobatoria de un examen, en el mejor de las veces memorístico?

    Los investigadores y los analistas de la educación en México han proporcionado informes detallados y demostrativos de esta realidad; pero, hasta la fecha, o no se ha encontrado el camino para corregir las fallas o no existe la voluntad de quienes manejan y dirigen la educación en nuestro país o, por último, es tan grande el problema que rebasa su capacidad de resolución. Mientras esto pasa, todos los días millones de estudiantes en el país asisten a las escuelas llevando bajo sus brazos sus libros sí, pero también su incertidumbre de "por qué y para qué" estudian.

    1.- Su formación familiar

    Debemos suponer que en cada familia de las que integran nuestra población mexicana existe uno o los dos padres o abuelos o tíos adultos quienes con un sentimiento genuino de que los niños se formen como hombres y mujeres de bien (así de genérico); los inscriben en la escuela y se supone que también están pendientes de su desempeño vigilando que se cumpla con las tareas y, con frecuencia, ayudándolos y orientándolos respecto a la mejor forma de hacerlo.

    Se supone también que esto se hace en todos los hogares mexicanos, sin embargo, la realidad es un tanto diferente, ya que en el país la estructura familiar presenta características de:

    • Adolescentes son madres solteras
    • Adolescentes que están casados
    • Adolescentes que deben trabajar para ayudar económicamente en el hogar
    • Hogares sin la presencia del padre por muerte, abandono, trabajo fuera de su ciudad, etc.
    • Acelerada penetración del alcoholismo y las drogas en niños y adolescentes

    Con este panorama podemos entender que los sentimientos de formar hombres/mujeres de bien ciertamente son genuinos, pero que no son tan exitosos o, por lo menos, no tanto como se deseaba.

    2.- Su formación escolar

    La estructura familiar antes descrita se traslada al salón de clase y el alumno, al pisar el terreno de su escuela e integrarse a la comunidad estudiantil, agrega a la carga formativa que trae de su hogar otros aprendizajes (adicionales a los que le proporciona el maestro) que por lo general son estos nuevos datos los que van a modificar su criterio. Recordemos que el profesor no influye moralmente en el alumno con la misma fuerza que lo hacen sus compañeros de banco y así el docente debe enfrentar una carga adicional en el aula.

    Los tiempos ya cambiaron. En unos cuantos años hemos visto como en las escuelas (desde la primaria), las reglas del juego son ahora más frágiles y permisivas. De pocos años a la fecha la indisciplina y las drogas (¿cuál genera a cuál?) se están infiltrando entre la niñez, los adolescentes y los jóvenes. Desde luego que la solución no puede quedar totalmente en manos de los docentes. Ellos pueden intentar algunas estrategias en base a la comunicación y el contacto con sus alumnos, pero el docente no es autoridad cívica ni es el responsable de cuidar el perímetro de la escuela para detener y/o ahuyentar a los vendedores de drogas.

    Muchísimo más tienen que trabajar nuestras autoridades para contrarrestar esta monstruosidad. Mientras tanto, las escuelas deben actuar de acuerdo al hecho de que en sus aulas se enseñan y se aprenden conocimientos y que en sus patios se aprenden deportes, arte y amistad; pero también se aprenden la vagancia y la drogadicción.

    3.- Sus valores

    Algunos autores sostienen que los valores se encuentran en estado latente dentro del ser humano y que cuando éste se enfrenta a una eventualidad surge del inconsciente aquel valor que contrarresta, resuelve, apoya, simpatiza o rechaza la acción negativa.

    Otros opinan que los valores al igual que la moral son mutantes y, por lo tanto, cada generación impone los suyos como una consecuencia lógica del progreso del ser humano y que por eso las condiciones de vida deben modificarse a la velocidad y al ritmo que impongan las nuevas generaciones.

    Los más identificados con el concepto de que el principal objetivo del ser humano en la tierra es evolucionar opinan que los valores deben ser explícitos para el hombre y, por lo tanto, debemos promulgarlos y difundirlos permanentemente en todos los ámbitos: familiar, escolar, social, laboral, religioso, etc.

    Existen más opiniones al respecto, pero a nosotros en esta ocasión nos interesa el que, como docentes, no solo pidamos recibir a los alumnos con una buena dotación de valores en su mapa mental, sino que en cada grado escolar y atendiendo a su edad, origen, formación, etc., podamos también aumentar el número, la calidad y el alcance de sus valores. Según la encuesta nacional de juventud (ENJ), difundida por el Instituto Nacional de la Juventud y realizada con datos del año 2000, viven en México 33.6 millones de jóvenes con edades que van de los 12 a los 29 años.

    En esta encuesta se destacan los siguientes datos

    El principal factor que impulsa a este grupo a salir de su casa paterna es el deseo de casarse o vivir en pareja (80.3 %) y sólo el 18.5% busca independencia del hogar.

    El 10.9 % de los jóvenes admite tener relaciones sexuales con su pareja.

    El 53 % de los jóvenes se casan entre los 15 y los 19 años de edad. El 43.5 % piensa que la educación es lo más importante para conseguir trabajo. El 24.6 % considera que es la experiencia laboral El 12.9 % piensa que es la capacitación. Tan solo el 2.4 % piensa que son los contactos personales.

    El 80 % de los jóvenes empleados trabajan en actividades que no se relacionan con lo que estudiaron.

    • El 55 % abandonan sus estudios por problemas económicos.
    • Por lo que se refiere a la comunicación familiar:
    • El 57 % no platica de sexo con sus padres.
    • El 39 % no expresa sus sentimientos a los padres.
    • El 55 % no lo hace sobre política.
    • El 30.5 % no lo hace sobre sus empleos.
    • Por otra parte, el 69.6 % se considera muy feliz.

    Con las opiniones vertidas en esta encuesta del Instituto Mexicano de la Juventud podemos entender que nuestra juventud (al menos hasta el año 2000), sí tiene definido qué quiere y qué le interesa y qué no le interesa. También podemos inferir cuánto y en cuántas áreas los maestros podemos participar en la formación y reafirmación de sus valores.

    V.- LA SUPERACIÓN DEL DOCENTE

    1.-El docente incorporado

    Como ya lo mencionamos en páginas anteriores, es muy alto el porcentaje de maestros incorporados a las aulas ya sea por accidente, falta de trabajo, curiosidad, invitación de un amigo, tiempo ocioso, etc , que requieren y demandan una capacitación básica que les permita adquirir competencias para desempeñar mejor esta tarea tan fundamental para el crecimiento individual del futuro profesionista.

    Hasta la fecha, la capacitación del docente universitario se ha llevado a cabo, principalmente, mediante programas que refuerzan el conocimiento base de su materia, mucho (últimamente) también en sistemas de información y computación, pero poco, muy poco del cómo hacer llegar el conocimiento a los alumnos. En este campo se han diseñado cursos sobre didáctica que los maestros adquieren y en ellos se apoyan para mejorar y eficientar su tarea. Sin embargo, son pocos los instructores y los cursos diseñados sobre esta estrategia. En el caso de las escuelas preparatorias (y muy particularmente las privadas), el panorama es más desalentador ya que los cuadros de maestros tienen el mismo origen que el del maestro universitario, pero agravado por la poca o nula experiencia profesional del que enseña y, por lo tanto, su capacitación es más urgente.

    2.- Las opciones para su capacitación

    Siguiendo el sentido y orientación del presente trabajo, me referiré a la capacitación instruccional, es decir, a la adquisición de competencias por parte del docente que le permitan hacer llegar el conocimiento a sus alumnos con resultados reales de aprendizaje.

    En nuestro país la capacitación formal para el docente que pertenece al sistema oficial consiste en cursos sobre variados temas que se programan durante los períodos vacacionales. Estos programas pueden ser integrados con las solicitudes de los propios maestros o en base a cambios y ajustes que el sistema oficial determine.

    En todo caso, la oportunidad de que un profesor se capacite en pedagogía quedará condicionado a la posibilidad de que ese tema sea incorporado a los programas que diseñan las autoridades escolares. En caso contrario, su única opción será recurrir a libros y revistas especializadas con la esperanza de encontrar respuestas a sus inquietudes.

    Por lo que se refiere a los docentes del sector privado, el problema se convierte en crítico, ya que ellos poco reciben de capacitación instruccional y tampoco conocen el qué, el porqué y el cómo de los cambios que generan las autoridades del sistema oficial.

    Nos encontramos, pues, ante un panorama en el que existe poco apoyo para la capacitación instruccional del docente universitario y menos aún para los de preparatoria y secundaria.

    Por otra parte, el sistema educativo nacional no permite que se estudien materias aisladas de un currículo diseñado y establecido para una carrera determinada, ya sea normalista, de licenciatura o de posgrado. Esto significa que si alguien desea adquirir ese conocimiento pedagógico debe hacerlo inscribiéndose desde el primer nivel como alumno regular y estudiar toda la carrera o el posgrado.

    Desde luego, pocos son los docentes que tienen el tiempo suficiente para regresar a la escuela en busca de un mejoramiento de su calidad instruccional.

    Este trabajo no pretende ahondar más en los estudios que tantos prestigiados y honorables investigadores han realizado para demostrar el daño enorme que los docentes improvisados hacen a los alumnos al reproducir no sólo el estilo de quienes les enseñaron, sino también al reproducir año con año los mismos conceptos contenidos en los mismos libros, sin agregar a su clase información actualizada, trasmitiéndola eficientemente y con un mínimo de interés para el alumno. Ante esta gama de estilos anti-aprendizaje el alumno se desconcierta, se desanima, se abstrae, se ausenta y termina en muchos casos por abandonar sus estudios.

    Lo que sí pretende es compartir de la manera más clara y sencilla este material ya probado ante un buen número de docentes y que puede ser útil para profesores de los niveles de secundaria, preparatoria y licenciatura.

    BASES PARA LA FORMACIÓN DE COMPETENCIAS

    1.- Comunicación

    La comunicación, para que se dé, requiere de un emisor, de un receptor y del mensaje transmitido. Sin embargo, esta definición tan simplista presenta una variedad de situaciones que impiden se realice de manera eficaz.

    Algunas de las complicaciones que este proceso puede enfrentar se refieren a:

    • Interpretaciones del emisor, quien supone que su mensaje es claro y que el receptor tiene la información previa necesaria para su comprensión.
    • Deficiente interpretación del receptor causada por errores en la decodificación del mensaje.
    • Confusión por parte del receptor cuando su mapa conceptual o mental no tiene coincidencias con el del emisor.
    • Agravando el caso, se tienen las barreras psicológicas del receptor en cuanto a no querer registrar o decodificar lo desagradable y sí aquello que se desea ver y oír.

    Como podemos observar, la comunicación eficiente depende más de la capacidad interpretativa del receptor. Es por ello que en la Sorbona de París se estableció, desde siglos atrás, que se debía aprender dado que los mensajes se descifraban de acuerdo al conocimiento de quien los recibía.

    Aplicando lo comentado a nuestro salón de clases, tenemos que el profesor debe estar preparado para identificar el mapa conceptual de sus

    alumnos, quienes además presentan grandes diferencias entre ellos no solo en su capacidad, sino en sus conocimientos previos. Esto nos lleva a consideraciones mayores porque cada individuo es único y, por lo tanto, el profesor debe realizar de manera permanente un sondeo que le permita ubicar, al menos en forma general, la capacidad del alumno para decodificar y aprender sus enseñanzas.

    Esto no es un asunto fácil. Por lo general, en un salón de clases (al igual que en cualquier grupo que se reúna para intercambiar puntos de vista), vamos a encontrar que de 30 alumnos tan solo 8 ó 10 serán los activos participantes que aportarán comentarios o puntos de vista del tema en cuestión. Desafortunadamente, así se comportan los grupos; el resto de la clase permanece callado, a la expectativa, y el docente no sabe si están al menos mentalmente dentro del tema o sus pensamientos andan tan lejos que el conocimiento para ellos ya se perdió.

    Por eso es que el docente está continuamente preguntando al grupo si todos han entendido o si es necesario ampliar la explicación. Esta retroalimentación podría dar la pauta del grado de avance que se lleva en el curso, pero como no hay participación o ésta es mínima, y en todo caso contestan que sí entendieron, el docente no tiene más alternativa que hacer preguntas a quemarropa dirigidas a los callados o seguir adelante sabiendo que algunos (¿cuántos ?) traen su mente recorriendo otros territorios más atractivos para ellos.

    Obviamente en este caso la comunicación no se dio por falta de atención del receptor. Otro caso muy común en el que falla la comunicación es provocado por la personalidad del alumno quien no está educado para preguntar, o para con toda sinceridad decir "no entendí" o simplemente pedir que se repita la exposición.

    Una falla que aún permanece en nuestra cultura es que no reclamamos un mal servicio. Las empresas de atención al público (tales como restaurantes, transportes, supermercados, tintorerías, etc.) harían su trabajo con más calidad si en cada ocasión que lo ameritara, se hiciera una reclamación al empleado o propietario. Tenemos todo el derecho a recibir la calidad que nos han ofrecido a cambio de nuestro dinero. Sin embargo, por pena, por vergüenza por o el que dirán, la persona se queda callada y, salvo muy dignas excepciones, no presenta su queja.

    Por lo general, nosotros los mexicanos confundimos las buenas maneras que desde niño le han enseñado en casa orientadas explícitamente a no objetar lo que digan sus mayores, a no contradecir, a no quejarse, etc., por lo que crecemos con estos dizque valores Y cuando adulto, en lugar de expresar nuestra inconformidad o nuestra insatisfacción, nos quedamos

    callados rumiando nuestro coraje y frustración. Así, generaciones van y generaciones vienen, sin evolucionar en algo tan natural como el pedir que se nos atienda en función de la contraparte, que en este caso son los honorarios pagados por el servicio.

    ¿Pero que tiene que ver esto con la comunicación entre el alumno y el profesor? ¡Mucho!

    Vamos por partes: el alumno que tiene el perfil antes descrito va a enfrentarse en sus estudios superiores con dificultades adicionales de las que ya tiene con el aprendizaje de la materia en turno. Por no pedir mayor explicación (entiéndase solicitar, reclamar, etc.), se quedará con espacios vacíos en el aprendizaje, que tal vez un compañero o persona cercana pueda resolver; pero no está evolucionando para superar esta deficiencia que cuando terminen sus estudios le va a seguir complicando la vida, aunque ahora en su desempeño laboral, y probablemente continuará con esta limitación que lo llevará años después, cuando padre, a reproducir esta cultura con sus hijos.

    El profesor debe estar muy atento a estas señales y explicar a sus alumnos la necesidad de una mayor participación y honestidad al aceptar haber comprendido la clase. Debe explicárseles que la comunicación oral nos permite la única y gran oportunidad de lograr que nuestro interlocutor, en este caso el maestro, haga mejor su trabajo, que equivale (en otra dimensión) a decírselo al policía, al agente de tránsito, al presidente municipal, al diputado, etc. Otro país sería el nuestro si no calláramos tanta mediocridad.

    Visto así, la tarea del profesor es ardua y desgastante pero no hay alternativa pues, si queremos lograr aprendizaje en nuestros alumnos, debemos aprender a ser cada vez mejores comunicadores.

    Es cierto, algunos profesores no coinciden con este punto de vista y resuelven la problemática con el criterio expresado a sus alumnos cuando en el primer día de clases les avientan el escopetazo de "Señores, mi obligación en este salón es la de enseñar y la de ustedes la de aprender".

    Durkhein nos dice que "educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que no están maduras para la vida social" Por su parte, Gagné establece que "las estrategias de aprendizaje son las destrezas de manejo de sí mismo que el aprendiz adquiere presumiblemente durante un período de varios años, para gobernar su propio proceso de atender, aprender y pensar. A través de la adquisición y refinamiento de tales estrategias, el alumno llega a ser un aprendiz y un pensador independiente".

    Estos dos grandes pensadores nos dejan aún más claro la importancia de acrecentar el mapa conceptual del receptor y nos ubican a los profesores en una plataforma desde la cual debemos incrementar de manera constante y permanente nuestra calidad de comunicadores, porque el

    aprendizaje del alumno es también nuestra responsabilidad. Así, somos emisores que lanzamos un mensaje, pero debemos cerciorarnos de que nuestros receptores han hecho la decodificación correcta para que podamos estar tranquilos de haber cerrado exitosamente el proceso de enseñanza-aprendizaje.

    También debemos lo profesores tener la habilidad suficiente para separar el contenido o información del mero acto de emitir el mensaje, pues una cosa es saber comunicar y otra el conocimiento de lo que estamos comunicando.

    Todos, (estoy seguro) los que alguna vez fuimos estudiantes, tuvimos la experiencia de asistir a la clase de un profesor del que decíamos: "sabe mucho, pero no sabe enseñar". ¿Qué implicábamos con esto? !Que no sabía comunicar su conocimiento!

    Cuál será el juicio que de nosotros hacen los alumnos?

    Ser mejores comunicadores es una tarea que no tiene fin ya que siempre estaremos en la posibilidad de ser más competentes en este campo y nunca debemos olvidar que el mucho dominio del contenido de la materia asignada no resuelve ni compensa nuestra ineficiente comunicación.

    Aquí enfrentamos otro problema. El maestro del sistema de educación pública asiste o tiene la posibilidad de asistir a cursos de actualización que se ofrecen periódicamente en casi todas las instituciones educativas, pero, por lo general son capacitaciones de reforzamiento de sus programas de trabajo. En el caso del docente universitario, generalmente acude por su cuenta a capacitaciones de actualización del contenido de la o las materias que expone en el salón de clases.

    Pero y la capacitación pedagógica donde la realiza? Podemos afirmar que en ninguna parte ya, que nuestro sistema educativo opera en forma lineal; es decir, tendría que inscribirse en la Escuela Normal Superior para estudiar la licenciatura en educación superior, ya que no existe la posibilidad de inscribirse a clases específicas para adquirir este conocimiento que le permitiría complementar y eficientar su labor. Para hacerlo más grave, en nuestro país las universidades públicas no están autorizadas para impartir la licenciatura en educación superior.

    Este es el esquema y la realidad a la que pertenece el docente incorporado (figura central de este trabajo) y por esto mismo se insiste en que la adquisición de competencias, como es el caso de la comunicación efectiva, debe ser parte de su proyecto de autodesarrollo que se tratará en capítulo posterior.

    Regresando a nuestra participación en el aprendizaje, recordemos lo que otros pensadores han establecido en cuanto a que al alumno que no quiere aprender, no hay poder humano que logre persuadirlo. Es muy cierto, pero ¿cuántos de estos casos nos encontramos en nuestro camino?

    Pocos. Entonces los otros, la gran mayoría, sí son nuestra responsabilidad que logren el aprendizaje.

    Sabemos de otros pensadores que debemos enseñar sólo aquello que se puede enseñar, es decir, lo que se puede aprender. Puesto que el alumno sólo aprende plenamente lo deseado y lo que tiene interés para él, debemos procurar que sienta que su aprendizaje se relaciona con sus intereses y al mismo tiempo venderle la idea de que no es importante el 6 ó el 10 de calificación, sino el aprendizaje formativo en el que se incluyen valores, por ejemplo, de honestidad, solidaridad, etc. Finalmente, este proceso nos lleva a acostumbrar al estudiante a entender las cosas como son y no como él quiere que sean.

    Para apoyar al maestro en esta odisea, recordemos que existen métodos para adquirir el dominio de "aprender a aprender" que le facilitará y permitirá reproducir a sus estudiantes las estrategias con las cuales ellos estarán habilitados para lograr aprendizaje y fortalecer su progreso escolar.

    No orientar nuestros pasos hacia este rumbo significa correr el riesgo de quedar incorporados en la sentencia de Durkheim, quien consideró:

    "Cuando un docente aprende o establece un sistema educativo y sólo con ése quiere desarrollar su tarea, comete el error de enseñar a los jóvenes lo que aprendió de sus viejos maestros, con lo cual lo único que hace es una reproducción de conocimientos de viejos modelos, por lo que nunca introduce una novedad".

    El profesor que quiere mejorar su comunicación en el aula debe considerar entre otros los siguientes recursos:

    Utilizar palabras entendibles para los alumnos. Es cierto que debe hacer uso correcto del lenguaje, pero eso no significa correr el riesgo de que su vocabulario por pesado no sea decodificado correctamente.

    Hacer uso de la claridad para exponer las ideas base de su exposición; hacer lógicos y coherentes sus planteamientos

    Dominar la síntesis para expresar criterios, contenidos, teorías, ensayos, etc. cuando se trate de reforzar un conocimiento.

    Ante la divergencia de criterios, hacer notar con seguridad el error (si es que existe) del estudiante, pero aceptarle su inconformidad.

    Los contenidos de las ciencias sociales son creaciones de la mente humana susceptibles de llegar a ser modificadas en el futuro (que es de los jóvenes) con lo cual harán lo mismo que hicieron en el pasado los que en su momento decidieron el actual sistema de regulación y control del comportamiento humano.

    El tema es muy extenso, por lo que finalmente queda la solicitud al docente que esto lea que valore adecuadamente la importancia de una comunicación efectiva con sus alumnos y, si está de acuerdo en que es una competencia fundamental, se autocapacite por medio de libros, conferencias, revistas especializadas, internet, etc., ya que no existen otros medios; pero que además les informe a sus alumnos la importancia que para ellos tiene el dominio de una comunicación efectiva.

    2.- Relaciones humanas

    Las buenas relaciones humanas son la demostración palpable de nuestra capacidad para entendernos bien con nuestros semejantes. Sin embargo, esta aparente sencillez contiene el ingrediente fundamental de que en nuestro yo interno aceptemos realmente a nuestros congéneres. Si no contamos con esta cualidad, será muy difícil que podamos establecer relaciones humanas efectivas.

    Por lo tanto, antes de iniciar cursos o seminarios de aprendizaje sobre este tema, sería muy conveniente que investigáramos si dentro de nuestro corazón tienen cabida los seres humanos que nos rodean, los conozcamos o no, los tratemos o no, nos simpaticen o no.

    Dentro de la escuela sostenemos relaciones humanas con las autoridades escolares, con nuestros colegas, con el personal administrativo y con los alumnos y a través de ellas reflejamos nuestra capacidad de aceptación a los demás.

    Cuando la afirmación de que todos somos iguales forma parte de nuestro mapa mental, se mejora de manera importante nuestro desempeño frente a los demás y al mismo tiempo estamos más abiertos a identificarnos con otros puntos de vista, aún cuando no estemos dispuestos a incorporarlos a nuestra personalidad.

    Los humanos somos muy complicados en la forma de ser y de pensar y al paso del tiempo hemos afianzado más en la mente el proceso comparativo que hacemos de manera casi automática cuando nos encontramos con alguien a quien no conocemos. La reacción primaria es la evaluación de si somos más o menos que esa persona, aún cuando no estemos en la posibilidad de comprobar si tenemos más bienes materiales, más conocimientos, más educación, etc. y a partir de las auto respuestas elegidas (no las reales), definimos el trato que vamos a obsequiar a ese individuo.

    Si trasladamos esta manera de actuar al salón de clases, seguramente vamos a dar a los alumnos un trato de persona inferior aún y cuando más adelante se cumpla la sentencia del "alumno que superó al maestro". Esta actitud es muy agresiva para la formación de la personalidad del estudiante, quien debe recibir de nosotros los docentes grandes dosis de motivación y orientación.

    Regresando al comentario inicial de que las buenas relaciones humanas son la demostración palpable de nuestra capacidad para entendernos con nuestros semejantes, podemos encontrar en estas líneas ideas convertibles a opciones para mejorar las relaciones con los alumnos, pero también encontraremos la gran oportunidad para orientarlos en este campo que para ellos será de vital importancia cuando se incorporen a su fuente de trabajo.

    Es nuestra obligación como docentes analizarnos respecto a las consideraciones siguientes:

    • Nos molesta tener que informar a los demás sobre asuntos que consideramos personales (aunque a veces no lo sean)
    • Poco interés ponemos en escuchar puntos de vista que no coinciden con los nuestros.
    • Poco interés ponemos en conocer los anhelos y tribulaciones de los demás.
    • La solidaridad con el dolor y los sentimientos de nuestros semejantes es superficial.

    Es cierto que tenemos una larga lista de explicaciones y porqués para justificar estas actitudes, pero en el fondo sabemos que equivocamos el camino y no aprendimos a administrar adecuadamente estas actitude, y ahora cada día que pasa nos parece más difícil cambiar. Sin embargo, estamos obligados a separar nuestras carencias tan arraigadas de la oportunidad que podemos brindar a los estudiantes para elegir otro sendero que les facilite el éxito en su desarrollo personal y laboral

    Es una verdad irrebatible que todos al nacer (salvo problemas genéticos degenerativos) llegamos al mundo con iguales oportunidades y los científicos se han encargado de demostrar que el cerebro del recién nacido va a evolucionar en cantidad y calidad directamente proporcional a la información ordenada, positiva, válida y entendible que sus padres y demás personas que lo rodean le comuniquen, expliquen y evalúen.

    La evolución incompleta del cerebro de un nuevo ser va a detectarse en los primeros años de la escuela, pero como nuestros métodos educativos no previenen la incorporación de los datos ausentes. El niño, luego adolescente, luego joven y ya casi adulto llega a la universidad a golpe y porrazo con un marcado faltante de información que le impide avanzar de manera normal y, una vez más, encontramos que nuestros sistemas educativos poco o nada pueden hacer porque no contemplan el cómo corregir esta fatalidad.

    Por el contrario, se les clasifica como reprobados, se les aplican restricciones y se les amenaza con darlos de baja si no aprueban sus exámenes de acuerdo a reglamentos. Y en todo este proceso ¿dónde quedaron las relaciones humanas?

    Si los padres (por su origen, nivel socioeconómico, analfabetismo, ignorancia, etc.) no pudieron atender y orientar ordenadamente la evolución del cerebro de ese estudiante, por ello ¿es el responsable?

    Ciertamente, la solución del problema planteado así es de dimensiones gigantescas tanto que únicamente los países con economías muy avanzadas están trabajando en este campo. Pero antes de usar el garrote, nosotros podemos usar desde preescolar una dosis de relaciones humanas que mucho hará por el niño (después adulto) para motivarse a realizar el esfuerzo adicional necesario para adquirir ese conocimiento faltante y todavía será más constructivo el saber que se preocuparon por su situación y lo atendieron solidariamente.

    Cuando identificamos estos casos en la universidad, debemos hacer lo mismo: hablar con el estudiante, explicarle su situación, motivarlo y orientarlo sobre el cómo adquirir el conocimiento ausente. En las universidades oficiales podremos ver próximamente cambios significativos con la puesta en marcha de las tutorías.

    Reiterando que la función principal del docente es provocar el aprendizaje en sus alumnos, es posible agregar algunas consideraciones que motiven a quienes se interesen realmente en el problema.

    De manera muy general, el alumno que no estudia es porque no quiere, por limitaciones de orden fisiológico, psicológico, etc., o porque no sabe cómo hacerlo. Si está en el primer caso, ya mencionamos antes que nada puede hacer el docente. Si corresponde al segundo caso, la solución tampoco está en la acción del docente. En el tercer caso, el aprendizaje del alumno es casi tan limitado como en los otros dos, pero la diferencia está en lo mucho que se puede hacer por él.

    Para avanzar en esta posible solución es necesario que como docentes hagamos desde el primer día de clases una investigación que nos permita saber de nuestros alumnos las manifestaciones de:

    • Diferencias raciales o de origen socioeconómico que consideremos limitantes
    • Falta de información veraz, oportuna y suficiente en el transcurso de sus etapas formativas
    • Falta de método para estudiar o método erróneo
    • Incompetencia del o los docentes a cargo de su formación

    Sin pretender establecer parámetros psicológicos que definan y delimiten estos grupos de manera científica, sí podemos, si queremos hacerlo, identificar si uno o varios de los estudiantes caen dentro de estas grandes clasificaciones y, de ser así, hablar por separado con cada uno de ellos explicando en que consisten nuestras observaciones y con sus respuestas confirmar nuestra apreciación. De esta manera podemos provocar su participación y simultáneamente hacer nuestro máximo esfuerzo por escuchar y escuchar tanto como sea necesario, lo que tengan, quieran o puedan decirnos, inclusive de nuestra incapacidad para educarlos.

    Es probable que la respuesta que nos dediquen sea un sonoro silencio, lo cual será significativo de que antes no se puso atención a su problemática y por ello ahora no les es fácil hablar de inmediato de estos temas. Ante esta actitud, debemos insistir ofreciendo al alumno ejemplos, muchos, tan reales como sea posible, mejor si las historias forman parte de nuestra experiencia o son testimonios de primera mano. No olvidar que la mente del estudiante está en formación y por lo tanto deseosas de conocer cosas nuevas e interesantes.

    Este proceso exige del docente el saber escuchar (nada sencillo), por lo que será indispensable controlar nuestra vocación de "autoridad" en el aula y aprender, si no lo sabemos, a no emitir juicios que nos impidan saber qué es lo que piensan y/o necesitan los alumnos. Si logramos conocer sus necesidades e intereses, estaremos en la posición envidiable de ayudarles a conseguir la información que les hace falta para avanzar en la tarea del aprendizaje.

    ¡Y esto es relaciones humanas de calidad!

    3.- Autodesarrollo

    Somos lo que hacemos cada día

    De modo que la excelencia no es un acto

    Sino un hábito

    ( Aristóteles )

    El principal enemigo para no evolucionar es nuestra resistencia al cambio.

    Desde hace muchos años esto es tema de investigación por parte de psicólogos, sociólogos, humanistas y otros analistas estudiosos del comportamiento del género humano. Aprovechando el camino que ellos han recorrido, podemos mencionar algunas de las explicaciones más comunes que expresan quienes oponen su resistencia.

    • Lo que hago ahora está bien hecho
    • El jefe así lo quiere
    • Estas reglas son inflexibles
    • No creo estar facultado
    • No estoy capacitado (y muchas más)

    Refugiado en estas opiniones el individuo se predispone a no tomar decisiones y, lo que es peor, a creer que no es capaz de cambiar su personalidad.

    La educación familiar tan llena de reglas morales, de comportamiento social y de obediencia, influye en muchos casos de manera sustancial en la paralización y limitación de la creatividad del niño. Más adelante los maestros de estilo conductista le reafirman esa manifestación, con lo cual colaboran en la preparación de un adulto bien condicionado para no aprender a reclamar sus derechos ante una sociedad y un gobierno insensibles.

    Es cierto que en la actualidad la educación está cambiando y cada vez más maestros trabajan con métodos orientados al aprendizaje significativo. También es cierto que en los hogares de hoy la disciplina de los menores no es tema de orgullo para muchas familias, al contrario, es tema de preocupación. Pero esto deja al joven de hoy en una posición muy frágil en cuanto a saber cómo reconstruirse y hacerse llegar las herramientas y competencias necesarias que lo lleven a cumplir satisfactoriamente su papel en la vida.

    En la actualidad, las empresas se encuentran en abierta competencia con productores de otros países como resultado de la globalización. Esto ha incrementado las demandas de más conocimientos, pero sobre todo "competencias" a los egresados de las IES. La realidad que enfrentan los nuevos profesionistas es para ellos decepcionante. Creen haber obtenido el conocimiento necesario para cumplir con una responsabilidad laboral y después de ser entrevistados descubren que su perfil es bajo y que deben iniciar un nuevo camino para adquirir lo que les falta y poder aplicar de nuevo su solicitud.

    Desde luego, ni el currículo universitario actual, ni los programas de los maestros pueden resolver esta situación. Las competencias que demandan las empresas no forman parte de los conocimientos que imparten la gran mayoría de las IES. Algunas de ellas se están iniciando en este campo, pero tampoco será posible abarcar todo el abanico que desean las empresas, ya que éstas se encuentran en una carrera contra el tiempo para implementar y poner en el mercado aquellos productos que son el resultado de la aplicación de nuevas tecnologías y que en esta economía globalizada aparecen como obsoletos, o no funcionales, los inventos de tres o cuatro años de antigüedad. Hace veinticinco años se hablaba de empresas que podían asegurar trabajo de por vida. Ahora, un egresado debe saber que, como consecuencia de los cambios tan vertiginosos, podrán cambiar de empleo en promedio hasta siete veces antes de terminar su vida profesional

    Es por esto que los docentes del nivel de secundaria en adelante estamos obligados a hacer una labor efectiva y, de manera consistente, de orientación y convencimiento para que el estudiante adquiera el hábito de capacitarse de manera autodidacta en el mayor número posible de competencias que le demandarán al solicitar un trabajo poniendo énfasis en aquellas tecnologías que le harán llegar el conocimiento de manera virtual.

    Para esto será indispensable que primero los docentes nos eduquemos haciendo lo propio, es decir, capacitándonos de manera autodidacta (si no lo podemos hacer con estudios formales), ya que nadie puede enseñar lo que no sabe y nunca convenceremos a otro de algo si no estamos previamente convencidos de eso. Para darnos una idea de las competencias que están demandando las empresas a los egresados de las IES, a continuación se presentan algunas ya muy tipificadas:

    Supracompetencias y competencias ( Dulewicz 1989 )

    ( Para gerencias intermedias )

    1.- Intelectuales Perspectiva estratégica

    Análisis y valoración

    Planeación y organización

    2.- Interpersonal Manejo de personal

    Persuasión

    Asertividad y decisión

    Sensibilidad interpersonal

    Comunicación oral

    3.- Adaptabilidad Adaptabilidad y resistencia

    4.- Orientación a resultados Energía e iniciativa

    Motivación al logro

    Sensibilidad para realizar negocios

    Competencias Básicas

    ( De acuerdo a literatura internacional )

    1.- Habilidades básicas

    Capacidad lectora

    Escritura

    Aritmética y matemáticas

    Hablar y escuchar

    2.- desarrollo del pensamiento

    Pensamiento creativo

    Solución de problemas

    Toma de decisiones

    Asimilación y comprensión

    Capacidad de aprender a aprender y razonar ( organizar

    conceptos )

    3.- Cualidades personales

    Autorresponsabilidad

    Autoestima

    Sociabilidad

    Autodirección

    Integridad

    Como podemos observar, la mayor parte de estas competencias están al alcance de los estudiantes y pueden adquirirlas mediante un plan de trabajo que de manera personal puede realizar cada uno por su cuenta. Pero como se dijo arriba, es indispensable que primero el alumno tenga bien registrado en su mente el objetivo de qué debe auto desarrollarse no sólo para ingresar a una empresa, sino para crecer y ascender en su estructura y finalmente que entienda que el estudio permanente será una tarea a cumplir por el resto de su vida, ya que las competencias no sólo se requieren cuando se trabaja, sino también se han convertido en una opción para elevar en lo general nuestra calidad de vida.

    Una vez más debo insistir en que las ideas vertidas en este ensayo están dirigidas principalmente a aquellos docentes incorporados extraídos de sus actividades profesionales y que ahora están frente a grupos sin antes haber recibido preparación alguna sobre la responsabilidad de formar profesionistas. Cuando se carece de esta preparación, el docente se refugia en el "saber" de su materia y, en compensación equivocada, adopta actitudes que no le ayudan para lograr su cometido, sino por el contrario, lo empujan a ubicarse en algunos de los estilos más comunes y claramente definidos por el maestro Miguel Fernández Pérez en su libro Las tareas de la profesión de enseñar – Siglo veintiuno de España Editores SA, cuya interpretación personal hago a continuación:

    1.- El profesor irresponsable que no se ha identificado como formador de profesionistas y, por lo tanto, se limita a cumplir con el programa de su materia con un método conductista y memorizante que muy poco le va a servir al grupo.

    2.- El profesor que no comprende que sus alumnos son sus clientes y que debe dejarlos satisfechos. Por el contrario, sólo busca estar bien con la autoridad educativa que es quien le paga el sueldo y disculpa sus fallas.

    3.- El profesor que se aferra a un libro de texto y no investiga la existencia de otras ideas, prácticas y/o experiencias que enriquezcan el conocimiento del estudiante.

    En la medida en que el profesor avanza en su capacitación formal o autodidacta va superando estas limitaciones (si las tuvo) y avanza a los niveles más edificantes de la profesión y que lo colocan como :

    4.- El profesor que se preocupa porque sus alumnos aprendan lo mejor posible el contenido de su materia, pero además trata con el grupo la manera de relacionar estos conocimientos con los de las otras asignaturas de manera tal que el estudiante encuentre y actúe de acuerdo al sentido de currículo de su carrera. Este es un paso adelante que permite al alumno una más fácil integración con la sociedad.

    5.- El profesor que además se preocupa porque el alumno comprenda la importancia no tan sólo de adquirir este conocimiento, sino como se dijo antes, que comprenda que debe llevar a cabo un plan de autodesarrollo constante mediante la adquisición de competencias que lo prepararán para ser exitoso en su trabajo, y en su vida. Este es el profesor formador de profesionales

    Cuando hablamos de autodesarrollo, por lo general nos referimos a la adquisición de conocimientos técnicos y, si bien es cierto, también lo es el hecho de que antes debemos comprender y aceptar el significado de lo que decía Sócrates: "No existe el enseñar, solo existe el aprender." Sócrates ayudaba a aprender haciendo preguntas y dejando al otro encontrar la respuesta. El creía que se podía ayudar a la gente a comprender, pero no se podía hacer que la gente comprendiera. En la actualidad, a este método lo llaman "Coaching" El "coach" o entrenador es la persona que ayuda a su entrenado a desarrollar habilidades. Esta práctica requiere que nos olvidemos de que somos nosotros quienes desarrollamos las habilidades de nuestros alumnos, sino que ellos son quienes las desarrollan. El aprendizaje mediante la "solución de casos" es una demostración clara del "coaching".

    Una vez que estamos de acuerdo con Sócrates, lo que sigue es cómo aplicar en un salón de clases de 30 alumnos o más este método cuando nuestro tiempo es limitado y calculado para cubrir un programa que, a su vez, tiene su origen en un currículo universitario. Sin embargo, y como lo veremos más adelante, este aprendizaje es una de las competencias que las empresas demandan de sus empleados, por lo que estamos obligados a hablar de todo esto con los estudiantes para facilitarles tanto el ingreso a un empleo como su desarrollo y crecimiento en el mismo.

    ¿Cómo aprendemos?

    Desde la antigüedad, el hombre ha buscado incesantemente la respuesta a esta pregunta. Ya en el siglo V a.c., Confucio escribió:

    Oigo y olvido

    Veo y recuerdo

    Hago y comprendo

    A esta búsqueda se han sumado filósofos y una lista interminable de psicólogos de todo el mundo que aún siguen construyendo teorías y prácticas que intentan demostrar el proceso mental que se lleva a cabo para lograr el aprendizaje. Un gran avance para la humanidad será el día en que se explique de manera lisa y llana este fenómeno y será un descubrimiento espectacular que hará una nueva separación de la humanidad antes y después.

    Si volteamos la vista a nuestros grupos de estudiantes de ahora y de antes, incluyendo a los de nuestros colegas, observaremos que el rango de aprendizaje es incierto y que la verdad se oculta entre las muy variadas prácticas de evaluación que de manera inconsistente utilizamos todos los docentes y que contienen una dosis no proporcional de objetividad en las respuestas de los alumnos y de subjetividad en nuestras apreciaciones, simpatías, antipatías, complejos, etc.

    Todo esto nos lleva a no saber distinguir si un alumno tiene un método eficiente de aprendizaje o es de un coeficiente intelectual alto que le facilita el proceso o cuanto hay en él de cada uno de estos elementos. Ante esta realidad, sólo nos queda aceptar que, incluyéndonos a nosotros, es incierto e ineficaz el método de aprendizaje que se aplica para obtener el conocimiento. Esto debemos hablarlo abiertamente con los alumnos explicándoles que en razón del desconocimiento por parte de los profesores de todos los niveles de enseñanza, no se les ha trasmitido a ellos el cómo aprender y, por lo tanto, ésta debe ser su meta principal: descubrir e inventar su propio método de aprendizaje. El estudiante que no lo encuentre pronto se verá relegado y al tiempo lo asaltará la frustración y el desengaño porque se preguntará ¿y entonces para que fui a la universidad?

    Líneas atrás se dijo: "nadie puede enseñar lo que no sabe". ¿Y qué tanto sabemos los profesionistas incorporados a la docencia sobre aprender?

    Casi podemos afirmar que la inmensa mayoría se mueve dentro del método conductista (aunque ni siquiera sepa que es eso), que, dicho sea de paso, nunca estará de sobra; pero lo peor es que ni siquiera este método es bien llevado por esos profesores incorporados, creando con ello más confusión que conocimiento.

    Debemos entonces insistir con el alumno en que aplique diferentes prácticas combinando: poner atención en clase, entender lo que está leyendo, anotar comentarios que le parezcan interesantes, discutir con sus compañeros lo que le parezca interesante o dudoso e investigar otros enfoques del mismo tema que se está tratando en clase. Generalmente pensamos que es oficioso hacer estas recomendaciones a los alumnos, porque si han llegado hasta nuestra asignatura ya deberían saberlo. Pero si de este modo piensan todos los profesores de cuarto o quinto grado de primaria en adelante, pues es muy fácil imaginar qué pasa con el alumno que llega a la universidad a descubrir que nadie en toda la columna de sus profesores se tomó la molestia de hablarle de esto que por sencillo se omite. La verdad es que APRENDER no es nada sencillo si no tenemos una estrategia que nos lleve a esa plataforma y éste es uno de los dramas de nuestra educación; que el alumno después de vacaciones tiene tan sólo un vago recuerdo de lo que supuestamente aprendió en el grado anterior. ¿Por qué? Porque no aprendió, únicamente memorizó.

    Mientras esto sucede, existen algunas opiniones con alto sentido práctico que podemos aplicar los docentes para mejorar nuestra capacidad pedagógica. Primero vamos a coincidir si el amable lector está de acuerdo, en algunas investigaciones del Instituto NTL para ciencias educativas aplicadas de Canadá.

    Solamente leyendo no es garantía de aprendizaje; tampoco si tan sólo escuchamos; lo más decepcionante es que la suma de estas acciones nos permiten únicamente el 15 % de aprendizaje. Si además observamos imágenes de video, llegaremos al 30 % de aprendizaje, pero si discutimos el asunto en cuestión, se puede llegar hasta el 50 %. El máximo a esperar es el 80 % que se logra cuando se aprende haciendo.

    Esta investigación nos permite, además de comprender la importancia de sus resultados, incorporar a nuestra práctica docente los cambios necesarios para lograr el porcentaje del 50 % en materias de Humanidades, en las que difícilmente se puede aprender haciendo. Desde luego que el profesor debe ser competente para crear el ambiente propicio que fomente el interés de la mayor parte de los alumnos a intercambiar puntos de vista sobre el tema objeto del aprendizaje.

    El profesor que decide adquirir estas competencias está de lleno en un proyecto de autodesarrollo. Su problema se centra ahora en cómo y dónde informarse, para lo cual existe una importante cantidad de libros, revistas especializadas, cursos, seminarios, etc., en los cuales, con un plan definido y un programa factible de realizar, podrá allegarse información valiosa que le permita incrementar y mejorar su situación instruccional.

    Es preocupante saber que muchos profesores incorporados consideran (en el mejor de los casos) actualizarse en el contenido de su materia, pero nada o muy poco tiempo y esfuerzo le dedican a mejorar la calidad de su práctica pedagógica. Más lamentable es aún el hecho de que los directores de las IES poco o nada hacen por resolver esta deficiencia ¿Por qué? Porque ellos mismos carecen en su mapa mental de la información base para comprender que el docente como reproductor del conocimiento también lo es de sus deficiencias para lograr aprendizaje en los alumnos.

    ¿Cuántas veces nuestras autoridades educativas han cambiado los métodos de enseñanza que aplica el magisterio? Más de las que han podido llevar a la práctica, pero también se han modificado (¿ actualizado ?) los currículos y simultáneamente se han dirigido campañas para que el alumno le dedique más tiempo y esfuerzo a sus estudios. Por lo que toca a los maestros del sector de educación pública, también se han realizado planes y programas de actualización, pero, lamentablemente, se les sigue preparando en técnicas y estrategias de enseñanza (aún en la educación normalista). ¿Y las técnicas y estrategias de aprendizaje?

    Igual están las cosas si analizamos a las instituciones de la educación privada, que en el ciclo 2000-2001 atendieron al 29.4 % de los estudiantes de licenciatura y al 40.2 % del nivel de posgrado, según datos de la misma Secretaria de Educación Pública.

    Como podemos observar, el tamaño del problema es muy grande y pocos los proyectos que permitan la capacitación masiva de los docentes Por ello se insiste en que cada uno por su cuenta debe construir su plan personal de capacitación y desarrollo en estrategias de aprendizaje.

    VII.- CONCLUSIONES

    En párrafos anteriores he insistido en que este trabajo está dirigido muy especialmente a los "maestros incorporados", es decir, aquéllos que han aceptado dictar clases frente al grupo sin más apoyo intelectual que el dominio del tema que se va a tratar.

    Ante esta situación y el hecho de que no está del todo accesible el conocimiento pedagógico necesario para incrementar la calidad de su docencia, he pensado que las ideas y comentarios aquí vertidos pueden ayudar a esos "maestros incorporados" a crear un nuevo estilo a su quehacer académico. Esto es posible mediante la adquisición y el dominio de algunas competencias básicas que les serán de gran utilidad mientras tienen la oportunidad de abastecerse con la sabiduría de tantos psicólogos, filósofos, investigadores, pedagogos y maestros, en toda la extensión de la palabra, que han dejado testimonio de su sabiduría en libros especializados en la acción de binomio enseñanza-aprendizaje.

    Estudiar y adquirir las competencias de comunicación efectiva, relaciones humanas de calidad y el autodesarrollo está al alcance de todos. Existen en todas las ciudades organizaciones de capacitación que contínuamente ofrecen estos cursos a todo el público y, además, en todas las librerías de prestigio encontramos libros desde sencillos hasta verdaderos tratados sobre estas competencias.

    Como vemos, por información no queda. Desde luego que el docente debe estar alerta para interpretar y realizar los ajustes necesarios a estos temas que están pensados y elaborados para el medio laboral, empresarial, industrial, etc., pero que con un poco de imaginación y mucho de entusiasmo podrá convertir estos contenidos al ambiente de la educación como se ha planteado en estas páginas.

    Y si algo faltara, aún nos queda el Internet lleno de artículos, opiniones, experiencias, etc., que, una vez que estamos en esta dimensión de formación de competencias en la docencia, entramos a un ritmo de asimilación y aplicación práctica que nos permite imprimir un sello de aprendizaje dinámico a nuestros alumnos.

     

     

     

    CP Oscar Vargas Valdez

    Estudios de Maestría en Educación Superior UACH

    ( Titulación en proceso )