- Introducción
- La Argentina y la inmigración caboverdeana
- La implantación de los caboverdeanos en la Argentina
- La "Unión Caboverdeana" de Dock Sud: Origen y antecedentes
- La formación de la identidad caboverdeana y la institucionalidad de la "Unión Caboverdeana"
- Conclusión
- Anexos
- Fuentes
Archipiélago de Cabo Verde y la emigración de los caboverdeanos
Introducción
Esta investigación aborda el estudio de un grupo migratorio particular, el caboverdeano, caracterizado por problemas específicos de identidad, asociados con sus raíces africanas y su largo pasado colonial. El estudio se ha concentrado en observar de qué manera el asociacionismo pudo oficiar como elemento de consolidación y definición de una identidad caboverdeana inmigrante, en un período algo posterior al auge migratorio en la Argentina (los años 1930 y 1940), y qué importancia adquirió, en esa dirección, la práctica mutualista.
La temática inmigratoria ocupa un prioritario lugar en los estudios históricos y demográficos de la Argentina. Entre estos últimos se destaca el aporte de A. Lattes en el crecimiento demográfico, la redistribución espacial, el proceso de urbanización y la conformación de la población económicamente activa.[1]
Desde el ángulo de la historia económica Roberto Cortés Conde ha estudiado el impacto inmigratorio de ultramar en la formación del mercado de trabajo en el Río de la Plata. En el estudio de la inmigración hacia la Argentina una contribución decisiva ha sido, a nuestro juicio, la propuesta de Fernando Devoto: "Es necesario reflexionar primeramente sobre el grupo étnico en sí, en sus relaciones internas y con la comunidad de origen, para enfocar a continuación sus vínculos con la sociedad receptora."[2]
Analizando la inserción de los inmigrantes toda una serie de trabajos ha aclarado la cuestión de la participación de los extranjeros en el sistema político argentino en las primeras décadas del siglo XX. Sabato y Cibotti han estudiado la cuestión como un aspecto más de la relación entre una sociedad civil en rápida transformación y un sistema político que sufre profundos cambios entre 1850 y 1930. Los extranjeros encuentran mecanismos de participación en la escena política por otras vías que no fueron las de convertirse en ciudadanos. El Buenos Aires de entonces, nos dicen Sabato y Cibotti, mostraba una sorprendente actividad asociativa y en todos los sectores la vocación de agruparse se traducía en la creación de instituciones con fines colectivos de protección, de presión, de ayuda. Estas asociaciones fueron, en general, mediadoras frente al Estado.[3] Ezequiel Gallo, por su parte, destaca la participación política de los colonos en Santa Fe, en gran número proveniente de ultramar.[4] Fernando Devoto, en cambio, sostiene el apoliticismo de la colectividad italiana en la Argentina en esta primera etapa, aunque también destaca el asociacionismo mutual como nexo entre la sociedad receptora y los inmigrantes italianos.[5]
Así, los estudios sobre la inmigración europea a la Argentina han venido reconociendo cada vez más la importancia de las "sociedades étnicas de socorro mutuo". Aunque todos los que estudian este tema parecen estar de acuerdo en que estas sociedades jugaron un papel importante durante los cincuenta años de inmigración masiva (1880-1930), han aparecido diferencias en cuanto a la caracterización de estas instituciones y el rol que desempeñaron.
Esta investigación se inscribe en el marco de estos estudios, que concentran su atención en un enfoque micro histórico para analizar los fenómenos relacionados con la inserción de los inmigrantes en la Argentina, intentando recuperar las especificidades aportadas por cada corriente inmigratoria. El caso de la comunidad caboverdeana es más singular. Incorporada al país en el marco del fenómeno migratorio ultramarino su origen africano plantea la cuestión de la identidad como una problemática que reaviva aspectos de la etapa formativa de la sociedad argentina.
En ese sentido, toda una serie de estudios han abordado la presencia africana desde los tiempos coloniales y hasta bien entrado el siglo XIX. Elena F. S. Studer ha estudiado la llegada de los primeros negros al Río de la Plata que ubica hacia alrededor de 1530. Es recién en 1534 que aparece la primera licencia en forma por la que se autoriza a don Domingo Martínez de Irala a conducir a 100 negros al Río de la Plata. La fundación de la Ciudad de la "Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires" fomentó la introducción de esclavos.[6] Marta B. Goldberg destaca que la presencia africana en Argentina, aunque no alcanza la proporción que tuvo y tiene en otras zonas de América, donde las plantaciones y las minas requirieron una cuantiosa mano de obra esclava, sin embargo, ha sido más numerosa y amplia de lo que suele pensarse.[7]
En esa misma fórmula, Reíd Andrews destaca el rol de los afroargentinos en la historia de su nación. Su análisis muestra la importancia de la tradición de organización comunitaria de los afroargentinos que en una progresión se extendió de la década de 1760 hasta pasado el 1900.[8]
La secuencia ha sido estudiada recientemente por Oscar Chamosa que ha ahondado las distintas formas de asociación afroargentinas en el siglo XIX. En la ciudad de Buenos Aires hubo tres etapas en la evolución de las organizaciones de la comunidad negra. Las "cofradías", luego las "naciones" y por ultimo las "sociedades" que reflejaron la historia de negociaciones y adaptaciones de esta comunidad para sobrevivir como un grupo étnico.[9]
En el siglo XIX con la llegada de los inmigrantes, los afroargentinos sufrieron el desplazamiento de muchas de las categorías ocupacionales que habían desempeñado previamente. Los artesanos negros y europeos ya habían chocado en el período colonial, cuando los inmigrantes trataron de eliminar a los negros y mulatos de los oficios convirtiéndolos en una ocupación exclusivamente blanca. Cuando se inicio la inmigración masiva en la segunda mitad del siglo, se vio complicado por los esfuerzos de los inmigrantes por sacar a los afroargentinos incluso de empleos de condición tan inferior como la venta callejera.[10]
Fue en respuesta a esta problemática que tomaron fuerza las sociedades de socorro mutuo. Existieron dos sociedades que sobresalieron, La Fraternal y La Protectora. La primera fue la más antigua, fundada en la década de 1850, el periódico negro El Proletariado informaba la existencia de esta asociación e instaba a "la clase de color" de Buenos Aires a unirse; mientras que la segunda creada en julio de 1877 se extendió hasta entrado el siglo XX Los beneficios que ofrecía, era típico de las sociedades de ayuda mutua, colaboración a los miembros enfermos, provisiones y una pequeña ayuda monetaria mientras estaban impedidos de trabajar. Estos beneficios eran financiados mediante cuotas cobradas regularmente y de una serie de bazares y bailes de caridad. En 1903 adquirió una casa para que sirviera como sede central, no está claro cuando dejó de existir La Protectora, siendo una publicación de 1936 la última noticia de la existencia de esta asociación.[11]
Al analizar la "Unión Caboverdeana no se han podido encontrar contactos con los afroargentinos de la sociedad afroargentina "La Protectora". Es curioso que sobreviviera por un período de sesenta años en que la población de color virtualmente desapareció detrás de un flujo de inmigrantes europeos.[12]
Los estudios sobre la inmigración africana del siglo XX, protagonizada por la colectividad caboverdeana, han sido efectuados por tres investigadoras de diferente formación disciplinaria.
Desde una mirada antropológica Marta Maffia ha aportado un material insustituible, ya que sus trabajos permitieron conocer las características, los tipos de asentamiento y la adaptación de los caboverdeanos en la Argentina actual.
Miriam Gómes (hija de caboverdeanos) dedica sus investigaciones a los orígenes étnicos y culturales de Cabo Verde y sus descendientes, la influencia de los portugueses en sus tradiciones, religión y música.[13]
Finalmente la historiadora Dina V. Picotti se dedica a trabajar sobre el aporte africano a la configuración de una identidad histórico-cultural americana Considera que en la Argentina compartieron los modos propios de organización que pudieron darse en toda América, aunque con rasgos propios de nuestra zona e historia y aportaron a la formación cultural de la sociedad Argentina.
Reid Andrews reflexiona: "La comunidad negra logró la autonomía que tanto tiempo había buscado al precio de despojarse primero de su identidad cultural y luego de su identidad racial ya que finalmente fue asimilada por la población blanca que la rodeaba."[14]
En este trabajo examinaremos esta particular problemática de la identidad africana a través de una inmigración reciente como es la caboverdeana y el papel que ocupó en ella el asociacionismo. Un rasgo particular que debemos adelantar es que mientras otras inmigraciones se identificaron con sus países de origen, algunos caboverdeanos lo hicieron con el país colonizador, Portugal, aún después de 1975, cuando Cabo Verde se transformó en un país independiente, y se habrían identificado como portugueses, como una manera de alejarse de su origen africano. Es en ese punto que interesa el caso de la "Unión Caboverdeana" que a diferencia de otras asociaciones va a reivindicar las raíces africanas de su nacionalidad.
En el Capítulo I, examinamos la inmigración caboverdeana en el marco histórico de la inmigración en la Argentina. En el Capítulo II, investigamos las características de la implantación caboverdeana en la Argentina y finalmente, en los Capítulos III y IV encaramos el estudio de la Asociación de Socorros Mutuos "Unión Caboverdeana" de Dock Sud, sus orígenes, las prácticas mutualistas y su dinámica, los problemas de identidad y aquellos factores que la cohesionaron y que conformaron en su seno una la elite institucional.
Nuestra intención es poder vislumbrar como se construyó la identidad a través de esta institución teniendo en cuenta las características étnicas de la masa societaria y la incidencia que sobre ella tuvo el ordenamiento político de su tierra de origen.
Para el desarrollo de esta investigación abordamos la temática mediante consultas bibliográficas, relevamiento de documentos de la Asociación "Unión Caboverdeana", entrevistas orales a miembros destacados de la Asociación, y de la colectividad en general.
Capítulo I
La Argentina y la inmigración caboverdeana
La llegada de inmigrantes a la Argentina
En el último tercio del siglo XIX, la población de la Argentina comenzó a crecer por la entrada de inmigrantes extranjeros. Entre 1871 y 1920 entraron 5.017.257 personas, de las cuales 2.722,384 retornaron a sus países de origen y 3.194.675 se radicaron definitivamente en este país. La mayoría de los inmigrantes provenía de Italia y España, pero hubo importantes contingentes que llegaron de los países de Europa central, Francia, Alemania, Gran Bretaña y el Imperio Otomano.[15]
La entrada de inmigrantes en la Argentina respondía a tendencias universales que hacia esa época estaban bien definidas, y a las oportunidades que la expansión económica argentina ofrecía a la población rural del viejo continente. La historia de la Argentina se debe mucho a las migraciones. Tanto desde el punto de vista económico, como político y cultural, el país se fundó en gran medida al aporte migratorio. El crecimiento de la población argentina encontró en el componente migratorio un potencial multiplicador fundamental, sobre todo hasta antes de la mitad del siglo XX.
Roberto Cortés Conde ubica en la sociedad receptora las razones que alimentaron las corrientes migratorias: oportunidades de trabajo, condiciones económicas y ventajosos salarios parecen haber sido el estímulo suficiente para decidirse a cruzar el Atlántico. El rasgo más destacable del período 1880-1912 fue el rápido crecimiento económico en la Argentina. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, con casi ocho millones de habitantes, había dejado de ser un país relativamente atrasado para transformarse en un país moderno. Los espacios vacíos de las pampas se habían poblado y 24 millones de hectáreas estaban dedicadas al cultivo, comparadas con menos de medio millón 40 años antes. Se había formado una extensa red de poblaciones en las zonas rurales y se había construido una red de ferrocarriles de vía en 1914 que sumaba 34.000 kilómetros. Esto permitió el flujo de inmigrantes hacia el interior del país y el desarrollo de un mercado de factores de producción y bienes a nivel nacional.[16]
En 1914 los extranjeros representaban casi la tercera parte de la población y hacia 1991 sólo representaron el 5 por ciento. A. Lattes nos dice que de no haber existido el componente migratorio sobre el crecimiento, la población argentina en 1960 hubiera sido del orden de la mitad de la efectivamente registrada por el Censo de ese año. Desde entonces, sin embargo, el aporte de las migraciones ha sufrido intensas transformaciones.[17] Recchini de lattes y A. Lattes aportan que lo más destacado de la evolución histórica de las migraciones extranjeras no limítrofes en Argentina es que, si hacia principios de siglo representaban una parte fundamental del crecimiento total, hacia 1991 prácticamente no participaban del mismo. Los flujos se tornaron fundamentalmente limítrofes (en su mayor parte paraguayos, bolivianos y chilenos) a partir de 1960. Entre 1970 y 1980, el 87 por ciento de la migración neta de extranjeros fue de países limítrofes.[18]
Cuadro 1
Saldos migratorios acumulados 1921-1954
Fuente: Elaboración en base a la población extranjera censada en 1914 y 1947 y estimaciones del INDEC
** Adviértase en los años 1947-1954 el aumento de la llegada de extranjeros en la inmediata posguerra.[19]
Los caboverdeanos y su emigración a la Argentina
Para hallar las causas que expliquen el movimiento migratorio de Cabo Verde a nuestro país debemos ubicarnos en un proceso histórico particular. Cabo Verde hasta su independencia en 1975 fue provincia de ultramar de Portugal. Es la única comunidad negra organizada. Aunque todavía existen los descendientes de los antiguos esclavos, y migraciones actuales de distintos países africanos, que han llegado aquí en los últimos años, particularmente provenientes de la costa occidental de África.[20] La primera corriente inmigratoria proveniente del archipiélago de Cabo Verde se produjo entre las décadas veinte y treinta; la siguiente, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, en la década del cincuenta. Teniendo en cuenta la parálisis del comercio internacional en las islas de Cabo Verde provocado por los dos acontecimientos bélicos mundiales puede considerarse ésta como una de las causas de esta migración hacia destinos diferentes a los acostumbrados. Antes era Europa el destino final de la inmigración caboverdeana.[21]
Históricamente existía una conjunción de múltiples factores que ponían en marcha este proceso migratorio, entre los que se destacan los naturales, como el suelo de características volcánicas y el clima del archipiélago con sus cíclicas sequías, la ausencia de estructuras económicas de base, la política implementada por la metrópoli portuguesa. La mayoría de los caboverdeanos coinciden en señalar como los factores más significativos: el hambre, la falta de trabajo y de un futuro, causas que generaron durante más de un siglo la emigración en diferentes direcciones, siendo África, Europa América los principales destinos.[22]
Miriam Gómes relata que hacia fines del siglo XIX, este pueblo marinero tuvo contacto con barcos balleneros norteamericanos que se dirigían al Atlántico Sur, especialmente a las islas Georgias, a la caza de la ballena. Estos cetáceos se encontraban por entonces en la zona de las Azores y las de Cabo Verde y los hombres de estas islas se transformaron en expertos en su caza. Los norteamericanos los contrataban como marineros y al retirarse las ballenas hacia el sur argentino, los caboverdeanos comenzaron a llegar al país. Algunos de ellos decidieron entonces quedarse en él. Cabo Verde era, además, el depósito del carbón que venía de Inglaterra. Este conjunto de islas que se encuentran frente a Senegal y entre Europa, África y América del Sur, sigue siendo importante como punto de abastecimiento de los barcos de carga. A principios del siglo XX llegaron a estar anclados más de cien barcos al mismo tiempo en las islas de San Vicente y San Antonio, cuya capital es Mindela, es sin duda uno de los pilares el desenvolvimiento económico de Cabo Verde, alrededor del cual giró durante mucho tiempo la vida económica y financiera del archipiélago.[23]
En 1934, en San Vicente estalló una revuelta a consecuencia del hambre. Los caboverdianos habían sufrido una gran sequía que agravó la situación de las islas, donde las lluvias eran escasas e irregulares, y los suelos volcánicos de bajo almacenamiento de poca agua y poca fertilidad. Sumado a esto, los efectos de la Primera Guerra Mundial y a la gran crisis mundial hicieron de Cabo Verde verdaderos focos de irradiación de hombres y mujeres que se aventuraron en distintas direcciones. Se aproximaba la 2º Guerra Mundial y años más tarde Portugal enviaría tropas a sus colonias, entre ellas Cabo Verde. Se acentuaban las dificultades económicas, la entrada de buques al puerto disminuía y escaseaban los materiales de construcción, faltaba trabajo y alimentos.[24]
Dina Picotti al analizar porqué los caboverdeanos eligieron la Argentina y no Brasil, donde no tenían inconvenientes con el idioma, costumbres y había mayor población de origen africano, encuentra la respuesta en el deseo de este grupo de alejarse de la identidad africana. Al preguntar a diferentes informantes por qué eligieron la Argentina, la respuesta fue el deseo de alejarse de la identidad africana, ya que ellos no se consideraban de ese origen al tener una cultura y lengua portuguesa, haciendo hincapié en la religión católica que profesaban. Muchos de sus hijos estudiaron en colegios religiosos. En suma, una formación social como la caboverdeana, por ejemplo, sólo puede ser explicada en su historicidad. Para captar el modo como se produce, reproduce y transforma, Picotti nos dice que la sabiduría del lenguaje registra lo que a nivel consciente no se quiere admitir, en este caso la negación de aprender su idioma de origen, el creole. Se entiende como el rechazo de una identidad que niegan, su existencia y peso, dado que motiva para ellos un descalificativo. Un adecuado reconocimiento de este sujeto histórico deberá saber hacerse cargo y valorar este componente afro. [25]
Del contacto forzado entre esclavos y colonos portugueses, en Cabo Verde, resultó un intercambio de elementos espirituales y materiales que dieron una particularidad a la sociedad caboverdeana. Estos elementos sumados al hecho de que Cabo Verde estuvo marcado desde el inicio de la colonización por el sistema económico social de la esclavitud, la piratería, las sequías, las hambrunas consecuentes y su insularidad, dieron origen a una cultura particular: la cultura criolla.[26]
La "crioulidade" del pueblo caboverdeano está dada por un profundo mestizaje étnico y cultural que dio lugar a formas de resistencia y promoción de los valores nacionales. Según Gabriel Mariano, es una cultura que creció de abajo hacia arriba. Los resultados de la aculturación, adaptación, creación dieron a este pueblo un sentido de personalidad colectiva. El criôl o crioulo caboverdeano es la lengua nacional de la República de Cabo Verde, mientras que el portugués es la lengua oficial. La mayor parte de la población en Cabo Verde es bilingüe. A diferencia de otros países africanos, Cabo Verde tiene una única lengua materna de uso generalizado tanto dentro del país como fuera de él. El criôl, dato fundamental de la identidad caboverdeana, es la manera de sobrevivir lingüísticamente que el pueblo encontró.[27]
En conclusión en la emigración caboverdeana fueron una conjunción de factores los que pusieron en marcha este proceso migratorio, entre los que se destacan los naturales, como el suelo de características volcánicas y el clima del archipiélago con sus cíclicas sequías; la ausencia de estructuras económicas de base, la política implementada por la metrópoli portuguesa, y el impacto de la crisis de 1929 y las dos guerras mundiales. Para los caboverdeanos que se agruparon, ese sentido de pertenencia y la conciencia de la propia identidad, fue el verdadero motor que hizo posible la creación de la Asociación de Socorros Mutuos "Unión Caboveredana".
Capítulo II
La implantación de los caboverdeanos en la Argentina
Los caboverdeanos que arribaron al país capitalizaron su especialización como marinos logrando obtener puestos de trabajo en el sector rápidamente. El primer paso para entrar a la Argentina era pedir "carta de llamada", un requisito del gobierno argentino, que consistía en que algún pariente o conocido que estuviera en el país, realizara el trámite en el consulado argentino y este organismo llamaba al interesado. Una vez recibida, se anotaban en la subprefectura nacional de puerto. Trabajaban como carpinteros o mozos con la intención de conseguir algún empleo a bordo de los barcos que hacían escala en Buenos Aires. Al obtener el trabajo en algún barco y sacar la libreta de embarque, lo primero que se hacía era tramitar el pasaporte en el consulado portugués, el segundo paso era gestionar la visa en el consulado argentino. Con la ayuda de algún caboverdeano que conocía el idioma castellano escribían solicitando la documentación para ingresar legalmente, pero a veces les era negada. Realizaban entonces los trámites en el consulado de Brasil, como una forma de dar un paso más para llegar a Buenos Aires. Otra manera era como polizón.[28]
Muchos ingresaron como personal de los astilleros de la Base Río Santiago, participaron en la construcción de buques para la Marina de Guerra. Normalmente sacaban su libreta de navegación para trabajar en la cocina de un barco, como ayudantes, luego muchos estudiaron la carrera de maquinistas, llegaban a ser oficiales de máquina en la Escuela Naval. Trabajaron en Azopardo y Piedra Buena (astilleros), en la Fragata Libertad, en lanchas patrulleras, buques para YPF y para ELMA. También se desempeñaron como: obreros en Obras Sanitarias, obreros de la construcción, policías.[29]
Basándonos en investigaciones de Marta Maffia, podemos analizar cuales fueron las actividades laborales de los caboverdeanos. De la población censada en 1980 notamos que la enorme mayoría trabajaba en relación de dependencia. Un 85% de la población caboverdeana de ambos sexos eran obreros, con o sin personal a cargo; solamente un 0,3% trabajaba como patrón y un 14%, por cuenta propia. Esto respondería a una ubicación socioeconómica. Si lo analizamos por sexo, la gran mayoría de los que estaban ocupados eran hombres.[30]
Durante la primera mitad del siglo XX, había predominado en las leyes y los decretos sobre inmigración, la idea del inmigrante colonizador. Al ponerse en marcha el Primer Plan Quinquenal (1947-1951), en el primer gobierno de Juan Domingo Perón, el nuevo patrón apuntaba a reclutar inmigrantes industriales y obreros especializados, prefiriendo culturas cercanas a nuestros usos, costumbres e idioma.[31] En esto los caboverdeanos se favorecieron por dos circunstancias: primero porque ingresaban como portugueses, y además por ser expertos marinos tienen oportunidades y mucha demanda. Esta colectividad logró constituir una comunidad de familias y amigos con un origen étnico y cultural común, vinculados a su vez con miembros de otras colectividades a través de casamientos inter-étnicos.[32]
En el cuadro 2 observamos, los censos de 1914 y 1947, la población extranjera de origen portugués y africano. La inmigración caboverdeana se ubica en la categoría de inmigrantes portugueses, ya que hasta 1975 Cabo Verde fue provincia de ultramar de Portugal.
Cuadro 2
Población extranjera de origen portugués y africano
Fuente: Elaborado en base a Características Migratorias de la Población en el IV Censo General de la Nación del año 1947., pp.11-22, INDEC.
Al analizar la naturaleza de las relaciones establecidas con el grupo u otros grupos, Marta Maffia establece dos tipos de asentamiento: "Aislado", para los caboverdeanos que viven en la ciudad, rodeados de vecinos no-caboverdeanos y que no mantienen ningún contacto con su colectividad, rompiendo sus vínculos de pertenencia, y "Grupal", cuando en razón de su conciencia de pertenecer a un grupo poco numeroso se nuclea por su identidad étnica y por su convivencia en un mismo lugar. Los encontramos en las localidades portuarias de Dock Sud, La Boca, Ensenada. El "barrio étnico", como lo define Mónica McGoldrick[33]les proveía una protección durante la primera etapa de la inmigración. En muchos casos de caboverdeanos ese asentamiento sería el definitivo. Esta forma les ofrecía un clima sociocultural y emocional de protección que amortiguaba el impacto de hallarse en una tierra extraña y entre gente extraña.[34]
La implantación de los caboverdeanos en Argentina se puede comparar con la que emigró a los EE.UU., Sydney Greenfield uno de los principales investigadores en esta temática, sostiene que fueron a ese país una cantidad tan numerosa como la del propio archipiélago. Adoptaron cuatro estrategias de adaptación. Una de ellas es la que denomina caboverdeana – portuguesa, la segunda estrategia caboverdeana – negra, la tercera caboverdeana – africana y una cuarta la caboverdeana – americana.[35]
Según Greenfield, los caboverdeanos tuvieron que realizar una elección implícita entre que los separaría como grupo distinto. En contraste con otros inmigrantes, la asimilación para los caboverdeanos significaba integrarse al segmento negro de la sociedad americana y por lo tanto el estigma y las restricciones asociadas a tal adscripción. En Estados Unidos el color ha sido el obstáculo principal que los caboverdeanos han tenido que vencer (o contra el que tienen que luchar) para establecer una identidad social. En algunos casos se han constituido en barrios étnicos donde solo se habla el creole, se come comida caboverdeana e interactúan solamente con vecinos de su mismo origen. Tardaron bastante en entender que debían fundar una asociación que los nucleara y mantuvieron un aislamiento regional.[36]
Los caboverdeanos en la Argentina comprendieron que el asociacionismo era fundamental desde el inicio, a diferencia de Estados Unidos, así como lo hicieron otras colectividades en este país, teniendo como propósito la ayuda mutua y el mantenimiento de su identidad de origen.
Capítulo III
La "Unión Caboverdeana" de Dock Sud: Origen y antecedentes
Antecedentes: Los africanos en la Argentina en el siglo XIX
La llegada de los africanos a la Argentina se conforma en dos momentos fundamentales: el primero en la época de la esclavitud, con el grupo denominado de los "negros criollos". El segundo momento se da con la llegada de los inmigrantes caboverdeanos, que eran llamados los "portugueses".
Desde principios del siglo XVI hasta la abolición de la esclavitud fueron traídos más de diez millones de esclavos provenientes de África hacia América, aunque no se disponga de datos suficientes para saberlo con más precisión. La presencia africana en Argentina, a pesar de no alcanzar la proporción que tuvo y tiene en otras zonas de América, fue más numerosa y amplia de lo que suele pensarse. Los africanos en el Río de la Plata puede decirse que compartieron los modos propios de organización que se dieron en toda América, aunque con rasgos similares a nuestra zona e historia.[37]
Los africanos traían consigo una fuerte tradición comunitaria. La esclavitud quebró su organización de origen al arrancarlos de su tierra, separarlos de su etnia y mezclarlos entre sí en un nuevo suelo subordinados a un dominio político, económico y a un modelo de vida extraño para ellos. Para sobrevivir hallaron modos propios de organización. R. Bastide distinguía dos tipos de comunidades afroamericanas: las que denominaba "africanas" por persistir en ellas modelos originarios bajo la presión del medio ambiente que las obligaba a cambiar para poder adaptarse y ser aceptadas, y las que llamaba "comunidades negras", que habiendo sufrido una presión más fuerte que su memoria colectiva debieron crear nuevas formas de vida social en respuesta a su aislamiento, régimen de trabajo, nuevas necesidades.[38]
En un primer momento en Hispanoamérica existió una organización controlada por la Iglesia, "la cofradía", hermandad lega religiosa que se caracterizaba por contribuir a sostener la Iglesia y sus edificios, cuidar el altar de su santo y dedicarse a un aspecto particular del culto. En la ciudad de Buenos Aires hubo cuatro cofradías negras. Con el tiempo coexistieron con una nueva organización social, "las naciones". La configuración de éstas se verificó a través de todo un proceso, sobre la base de las diferentes etnias africanas, congos, benguelas, mozambiques, lubulos y otros.[39]
A fines del período colonial "las naciones" (sociedades negras) eran visibles en la comunidad afroargentina, con sedes propias lo cual motivó que el Gobierno las legislara, estableciendo objetivos y modos de funcionamiento y un control policial que sustituía al que la Iglesia ejercía en las cofradías. La tendencia a la subdivisión fue una de las mayores debilidades, individuos o grupos emplearon pretextos étnicos para cubrir disputas de naturaleza política o personal, estas diferencias procedían de la misma África. La última etapa en el desarrollo de su organización social fue la de "sociedades de ayuda mutua".[40]
La primera de estas sociedades, la "Sociedad de la Unión y Socorros Mutuos" constituida en 1855 e integrada por 134 miembros, marcó una serie de avances con respecto a las naciones. Su constitución fue redactada por sus propios miembros, en lugar de la Iglesia o el Gobierno. Como se dijo una de estas sociedades "La Protectora", estuvo vigente hasta 1936.[41]
Oscar Chamosa[42]observa que estas tres etapas de organización corresponden a la relación que se fue dando entre la población negra de esclavos y libertos y la sociedad más amplia. A medida que se iba modernizando la sociedad civil, las posibilidades de ingresar en la esfera pública eran limitadas a causa de los prejuicios raciales, sociales y culturales. Dada además la insignificancia numérica y económica de la comunidad afroargentina que se terminó disolviendo a principios del siglo XX.
La llegada de los caboverdeanos y la fundación de la "Unión"
Los más ancianos aquellos que vinieron en las primeras décadas del siglo XX suelen recordar los sacrificios que hicieron con sus familias. Pero esa era la situación de todos los inmigrantes. La decisión de fundar una asociación obedeció al propósito de ayudar a todos los caboverdeanos que sin medios económicos debían afrontar situaciones difíciles. Uno de los testimonios alude a la muerte de un compatriota en Buenos Aires, que sin familia y sin medios no podía tener una sepultura humanitaria, fue el impulso inicial que los llevó a unirse.[43]
La primera organización resultó de la unión de algunos caboverdeanos con portugueses una asociación que llamaron "La Esperitana". Era un pequeño grupo que se integró como colectividad de ayuda mutua, en un garage en la Boca. Duró poco, ya que surgieron conflictos entre los asociados sobre quienes tenían derecho a participar y no existen registros de su fundación ni de su disolución.[44]
Existieron algunas organizaciones más independientes, por su status y actividad, cuyos miembros más aislados de sus connacionales intentaron crear una organización cultural, reconstruyendo, en cierta medida, instituciones con existencia en Cabo Verde. Ese fue el caso de la "Casa de Cabo Verde", este grupo los que Maffia distingue como los "aislados", que a pesar de alejarse de sus connacionales también tuvieron la necesidad, por lo menos al principio, de nucleares, buscando un signo diferente para ello. Estos nativos hablan perfectamente castellano y no han enseñado el creol a sus hijos, el que, en el mejor de los casos entienden pero no hablan, no consumen diariamente comida caboverdeana, salvo en algunas ocasiones festivas y sus descendientes conocen poco o nada el lugar de origen de sus padres.[45]
En 1927 se creó la "Sociedad Caboverdeana de Socorros Mutuos de Ensenada", que permitía a miembros de la colectividad portuguesa asociarse compartiendo responsabilidades en la misma. Actualmente denominada "Asociación Caboverdeana Cultural y Deportiva de Ensenada", incluía al principio caboverdeanos de Dock Sud, estos últimos disconformes con la identidad portuguesa se separaron y fundan en 1932 la "Unión Caboverdeana" de Socorros Mutuos de Dock Sud.[46]
Los caboverdeanos fundadores de esta institución basaron su cimiento en mantener inalterablemente los principios de respeto patrios a la tierra de origen, inculcando muy especialmente, en sus socios, como igualmente en sus hijos y demás familiares la identidad de su origen: Cabo Verde. Su iniciativa los llevó a poder tenderles un puente de cálida acogida para sus compatriotas, creando, estableciendo y pudiendo desarrollar todo lo concerniente al concepto de mutualismo y asistencialismo para cualquier caboverdeano que llegara al país.
Fundada el 13 de agosto de 1932 se denominó Sociedad de Socorros Mutuos "Unión Caboverdeana", tuvo su domicilio legal en la calle Pedro de Mendoza 2087, en la Boca del Riachuelo. Su radio de acción se extendió a todas las filiales o delegaciones que se establecieran en el futuro dentro del territorio de la República Argentina, siendo su duración ilimitada. La institución pasó por varios domicilios alquilados hasta lograr su propiedad en la calle Leandro Alem 1649 de Dock Sud, Provincia de Buenos Aires.
En el Estatuto Social se definía el rol de la "Unión", los fines sociales y los servicios reconocidos para sus asociados. Se trataba de fomentar la ayuda recíproca entre sus miembros, prestar servicios funerarios, otorgar subsidios, préstamos a través de la asociación y ofrecer cualquier otro servicio acorde con los fines de la actividad mutual.
Los recursos económicos de la "Unión" se obtenía de las cuotas y de los aportes sociales por contribuciones, producto de festivales, donaciones. Se reconocían tres categorías de socios: activos, participantes y honorarios. Como toda asociación mutualista debió resolver la problemática de cómo obtener recursos y administrarlos teniendo en cuenta que estaba integrada por trabajadores de bajos recursos, de bajos ingresos. Dadas las dificultades con que se tropezaba debió reorganizarse el sistema de cobranzas, otorgando a cada cobrador el 10 por ciento de las cobranzas que efectúe a los efectos de compensar los gastos inherentes a su misión.[47]. Se creó una biblioteca caboverdeana, realizando festivales a beneficio de su fundación. (Véase Anexo I)
En agosto de 1933 de 130 socios inscriptos, 60 eran los que habían contribuido con sus cuotas de socio, aunque no en su totalidad. Se resolvió en consecuencia proceder a una nueva inscripción, dando preferencia en el orden a los que habían pagado más cuotas a la Sociedad. Se adoptó el sistema de carnet para socios, se adquirieron libros nuevos y más adecuados para la secretaría y un sistema de fichas para la cobranza. Así, en la Memoria Administrativa y Balance Económico del año 1936, se consignaban ya alrededor de 250 socios entre mujeres y hombres, que abonaban su cuota social.
El asociacionismo mutual fue para el inmigrante caboverdeano un marco solidario que tendía a garantizarle la protección económica necesaria en casos de necesidad como el caso de los subsidios por fallecimiento. En 1933 se liquidó una suma de $100,00 m/n, por el fallecimiento del socio Antonio Delgado de acuerdo a lo estipulado en los Estatutos entonces vigentes. Citaremos como un referente los subsidios otorgados a los socios Juan F. Lima, Leonor de Bettencourt, Juan de Pascual, Manuel Causado, Clemente Monteiro y los hijos menores de cinco años, hijos de socios, Matías Alves, Violanta Silva y Vicente Delgado. Por cada uno de los cinco subsidios, a los socios se pagó $200,00 m/n, y por cada hijo de socios se abonó $50,00 m/n[48]
Otro caso de subsidio fue el otorgado al socio Miguel Gómes, en 1939, que perdió su casa destruida "por un voraz incendio". La Comisión Directiva (CD.) resolvió abonar de inmediato la suma de $50,00 m/n y destinar los beneficios del festival a realizarse el día 11 de junio en su totalidad como ayuda a dicho socio y las ventas de rifas para esa causa.[49]
Finalmente estaban los subsidios por enfermedad, internación entre los que citaremos el pedido de ayuda de dos socios, Juan Pedro da Cruz, obrero desocupado, internado por un accidente de trabajo en el Hospital Fiorito y el de la socia Antonia Gomes estando también enferma internada en el Hospital Muñiz y "extremadamente necesitada" A dichos socios se les anticipó $50,00 m/n a cada uno en forma y condiciones, y se dio cuenta a la Asamblea Ordinaria del día 2 de junio de 1935, siendo aprobados por unanimidad.[50]
Otro tipo de actitud solidaria puede observarse por el envío a la comisión vecinal de la suma de $10,00 m/n para la Comisaría 6º en representación de la Asociación.[51] Así como una cooperación para la Sala de Primeros Auxilios local, considerando que era una obra de bien.[52]
Fue visible la necesidad de crear una nueva fuente de recursos para atender los crecientes gastos. Así fue como aparecieron los "festivales danzantes", los cuáles se convirtieron en la principal fuente de "ingreso", de ahí la constante preocupación en los miembros de la CD. para atender todos los detalles y necesidades propias de esta actividad. Esto implicó una importante inversión en bienes necesarios para el desarrollo de los bailes, tales como equipos de música, amplificador, mesas, sillas, etc.; como así también propaganda callejera, contratación de orquestas, salones, etc., lo que se realizaba con varios meses de anticipación.
La importancia de esta actividad como generadora de recursos se ve reflejada en los montos de ingresos y egresos de los rubros Fiestas y Buffet. Otras fuentes de ingreso fueron las provenientes de los alquileres de inmuebles societarios y de donaciones efectuadas por los socios, que de tal modo no tuvieron un peso significativo en el conjunto de los ingresos. Cerrado el ejercicio del año 1934 con un saldo líquido de $1.246.35 m/n., ese importe pasa al haber de 1935 como capital social.[53] El ejercicio del año de 1935, a su vez, cerró con un saldo líquido de $ 2.193.93 m/n., aprobado por la Asamblea del 29 de diciembre de ese año.[54] El ejercicio de 1936 lo hizo con un superávit de $ 2.665.40 m/n.[55] Se creó una Caja Social donde se depositaba el producto de los festivales, donaciones y rifas.
Los caboverdeanos que conformaban esta institución tenían una preocupación, comprar una propiedad para la Asociación. Desde su fundación pasaron por tres sedes alquiladas, la última en la calle Suárez 547 (La Boca), Buenos Aires. En la Asamblea General de mayo de 1939 todos los presentes aceptan la averiguación de una propiedad que está en venta en la calle Leandro Alem, Dock Sud, partido de Avellaneda.[56] Con la aprobación de la Asamblea General se efectuó la adquisición de la propiedad. Las condiciones fueron las siguientes: $3.500.00 m/n. de contado y una cuota mensual de $180.00 m/n. durante 120 meses, esto hacía un total de $25.100.00 m/n. Ya el 28 de septiembre de 1940 la Sociedad de Socorro Mutuo "Unión Caboverdeana" sesionó en su propia sede de la calle Leandro Alem 1649 al 1653.[57] Con esto quedaba cerrada una primera etapa de consolidación institucional. [58]
Capítulo IV
La formación de la identidad caboverdeana y la institucionalidad de la "Unión Caboverdeana"
Los socios fundadores, por tener en común actividades laborales y domicilios, ya que el carácter esencialmente marino de esta colectividad determinó que se asentaran próximos a los puertos de Dock Sud y Ensenada, compartieron un tiempo y un espacio fundamentales para la consolidación de lazos afectivos de solidaridad, para la construcción, a su vez, de la "Unión Caboverdeana".
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