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Notas de antropología para medicos forenses (página 4)


Partes: 1, 2, 3, 4

En este capítulo resumo algunas de las características que al observarse en el material esquelético pueden darnos indicios acerca de la causa de muerte, información sobre el asesino o bien el tratamiento que éste le dio al cadáver para librarse de la evidencia incriminatoria.

Obviamente, para que osteólogos y antropólogos podamos determinar la causa de muerte en un cadáver en período de esqueletización o reducido a restos óseos, necesitamos que el homicida haya afectado al esqueleto puesto que si solo afectó las partes blandas nunca podremos decir nada acerca de la técnica utilizada para cometer el asesinato.

Al estudiar un esqueleto es importante observar detalladamente los traumatismos que presenta, puesto que estos, si tenemos cuidado nos pueden proporcionar información acerca de la causa de muerte y del arma homicida.

Otra fuente de información con la que cuenta el médico legal es la posición del cadáver y sus relaciones anatómicas.

En algunas ocasiones, sobre todo en piezas arqueológicas, el arma homicida o parte de ella se conserva entre los huesos del esqueleto.

MÉTODOS DE ESTUDIO

Para intentar determinar la causa de muerte en los restos óseos nos basamos principalmente en la observación morfoscópica del hueso.

Es útil observar los huesos en el proceso de lavado puesto que existen sutiles diferencias entre el hueso húmedo y el hueso seco.

También es conveniente el análisis de los restos óseos bajo la lupa o mejor aun si disponemos de un microscopio estereoscópico que nos permita observar a mayor aumento los detalles de la estructura ósea que nos ayuden a determinar los cortes producidos[88]

También pueden detectarse pequeñas alteraciones en la superficie del hueso si pasamos la yema del dedo por la superficie del hueso.

REVISIÓN DE LAS PRINCIPALES SEÑALES EN EL ESQUELETO

En general se acostumbra distinguir cuatro tipos de armas: las de fuego, las cortantes, las punzantes y las contundentes. La mayoría de las armas blancas tiene una forma que les permite actuar como cortantes y como punzantes, por lo que se les dice punzocortantes.

Cada uno de estos cuatro grupos de armas producirá en la víctima distintas lesiones, que a veces pueden reconocerse en los restos óseos.

ARMAS DE FUEGO

Al impactar un hueso los proyectiles disparados por las armas de fuego generalmente producen una fractura conminuta, porque la energía que llevan es muy grande y supera los límites elásticos del hueso contra el que choca.

Son distintas las lesiones producidas por un proyectil único (la bala) o por muchos (metralla de escopeta). La primeras producen siempre un orificio de entrada y con mucha frecuencia también uno de salida, aunque no necesariamente, pues es común que la bala pierda velocidad y se quede alojada en la cavidad corporal. Las características de los dos orificios son diferentes.

El orificio de entrada se distingue por ser un agujero circular casi perfecto y de diámetro un poco mayor al del calibre de la bala, con los bordes hacia adentro, acompañado de fracturas radiales y concéntricas que parten del orificio. Las fracturas radiales son producidas por la gran presión externa que ejerce el proyectil sobre el hueso, mientras que las concéntricas resultan de la liberación de energía expansiva.

El orificio de salida –cuando existe– se caracteriza por presentar bordes dirigidos hacia afuera, es generalmente más irregular porque la bala, ya deformada por su primer impacto, ha disipado gran parte de su energía cinética al producir el orificio de entrada y se sigue perdiendo al atravesar partes blandas.

Los rasgos distintivos de los puntos de entrada y salida de una bala son mucho más fáciles de observar en la cabeza, dadas las características estructurales de los huesos de la bóveda craneana. Los efectos de un proyectil sobre otros elementos óseos son semejantes pero menos claros, e incluso pueden parecer a primera vista muy diferentes si la bala sólo hiere tangencialmente una porción de hueso compacto.

Los disparos de escopeta proyectan un gran número de perdigones que se dispersan a partir del momento en que dejan la boca del arma, lo que se conoce como "rosa de dispersión". Por esta razón producen heridas cuyas características dependen de la distancia a la que se hizo el disparo (Vargas 1996 donde cita a Bonnet[89]Suponiendo el caso de un disparo a la cabeza, si fue hecho a menos de un metro, el orificio de entrada es mucho mayor que el producido por una bala, de contorno irregular y con bordes ondulantes; a veces hay heridas menores accesorias, causadas por algunos perdigones "extraviados". Si se disparó a unos cinco metros, los perdigones destrozan toda la cabeza. Cuando se disparó desde diez metros de distancia se causan lesiones graves en cabeza y cuello. Desde quince metros se hiere hasta la mitad del tórax, y desde veinticinco, la mitad superior del cuerpo.

Debemos notar que las heridas producidas por un escopetazo muy rara vez tienen orificio de salida por razones meramente físicas: la energía del explosivo se divide entre muchos proyectiles, por su forma esférica cada uno de éstos tiene más dificultad que una bala (ojival y con movimiento giratorio) para vencer la resistencia del aire, del hueso y de los tejidos blandos. Por el mismo motivo, los disparos que se hacen a más de cinco metros difícilmente destrozan la porción del cuerpo sobre la que impactan, pero producen muchas heridas que pueden causar la muerte.

ARMAS CORTANTES

A diferencia de armas de fuego, que producen fracturas conminutas, las producidas por las armas cortantes y contundentes (ocasionalmente por armas punzantes) son fracturas lineales puesto que estar impulsadas por mucho menos energía, causan la fractura por desplazamiento.

Las armas cortantes dejan un borde recto y otro convexo siendo el borde recto producido directamente por el arma y el borde convexo por las fuerzas de desplazamiento a las que se ve sometido el hueso.

En las heridas con armas cortantes podemos encontrar dos tipos de bordes: los bordes con un extremo libre, en el caso de que la herida se haya producido por un golpe que sólo cortó parcialmente el hueso; el extremo libre coincide con el lugar donde el arma inició la herida, y sus bordes serán menos nítidos, porque la herida tiende a deformarse cuando se retira de ella el instrumento que la causó, esta deformación obedece a las fuerzas elásticas del hueso y a que el arma al retirarse no sigue exactamente la misma trayectoria que siguió al herir, sino que se desvía un poco hacia los lados. El segundo tipo de borde es totalmente recto y un poco más nítido, se produce en circunstancias especiales, cuando el golpe secciona el hueso por completo (lo que se llama popularmente "tajo"). Por supuesto, un arma punzocortante produce una herida del tipo de las punzantes si se emplea como tal (véase el apartado próximo).

El calibre de las balas de las armas de fuego puede calcularse –como hemos visto– según el diámetro del orificio de entrada. A diferencia de éstas, las heridas por armas cortantes no permiten asegurar cuáles eran las dimensiones de un arma, sino nada más sugerir aproximadamente algunas: parece evidente que la longitud del filo de un arma cortante es mayor que la longitud de la herida, pero es imposible saber cuánto más. Brothwell (1987)[90] propone la relación entre los bordes como una manera de diferenciar la herida producida por el corte de espada o de hacha: puesto que la hoja de un machete (que es el equivalente actual de las antiguas espadas) es relativamente estrecha, deja bordes paralelos no muy alejados entre sí, mientras que el hacha tiene forma de cuña, por lo que los bordes de la herida en el hueso convergen desde el lugar de entrada hacia el fondo de la herida. También se pueden tomar en cuenta las fisuras secundarias: en las heridas por machete tienden a prolongar el sentido de la lesión, en las heridas por hacha son frecuentes las fisuras de expansión.

ARMAS PUNZANTES

Ya notamos que un arma punzante (o punzocortante, si es el caso) puede muy bien causar la muerte afectando únicamente tejidos blandos. Si así fuera, no dejará huella en los huesos, pero no pocas veces el arma puede lesionar un hueso que, así, conserva datos sobre su forma.

El caso más fácil de resolver es aquél en el que el arma homicida, o parte de ella, permaneció encajada en el cuerpo y se encuentra ahora entre los huesos o incrustada en alguno de ellos, como sucede sobre todo en piezas arqueológicas. Krogman e Iscan (1986)[91] reportan el hallazgo de una punta de proyectil en la abertura piriforme de un cráneo danés; semejante es el caso del esqueleto P7A de Maiden Castle mencionado por Brothwell (1987:172), o la punta encajada en el cúbito de un esqueleto de Tlatilco, que se exhibe en el Museo Nacional de Antropología, en México.

Las armas punzantes dejan un orificio de bordes completos cuando atraviesan una pared ósea. El contorno del orificio tiende a reflejar la forma transversal del instrumento, con mucha frecuencia un diamante o rombo, con algunas fisuras cortas de expansión.

Ciertas erosiones postmortem se confunden a primera vista con las heridas que producen las armas punzantes, pero según Brothwell (1987)[92] pueden distinguirse por la forma bien definida del orificio que deja el arma.

ARMAS CONTUNDENTES

En la historia de la humanidad se han inventado armas contundentes con el único fin de servir como armas. Porras, macanas, mazas, tomahawks, manguales y similares pertenecen a este grupo, pero también a lo largo de la historia y en nuestros días lo más común es que se use como arma contundente cualquier objeto de peso y dimensiones adecuados que se halle a la mano, como pueden ser garrotes, tubos o varillas.

Las armas contundentes producen una fractura concéntrica con hundimiento; la angulación de los bordes de la fractura se dirige hacia el centro de la lesión y hacia adentro mientras el hueso se hunde en cuña. En la cabeza, que es el lugar de ataque preferido, la fractura se origina en la tabla interna, que en estado normal está sometida a tensión, mientras que la tabla externa esta sujeta a compresión.

LOCALIZACIÓN DE LAS PRINCIPALES LESIONES EN EL ESQUELETO

Debemos revisar sistemáticamente todos los huesos del esqueleto empezando por la cabeza y terminando por los pies, buscando una serie de lesiones que nos permitan inferir la causa de muerte.

Si al observar un esqueleto encontramos fracturas generalizadas podemos inferir que el individuo murió politraumatizado, ya sea que cayera al vacio accidentalmente o que fuera arrojado con intención criminal, incluso desde un vehículo en marcha. La presencia de fracturas localizadas nos hablan en muchas ocasiones del mecanismo particular que produjo la muerte, por lo cual conviene que hagamos aquí una somera revisión de las lesiones, comenzando de la cabeza hacia abajo.

Los agresores tienden a dirigir su violencia contra la cabeza de la víctima por la sencilla razón de que es de conocimiento general que las lesiones en esta porción del organismo cusan con cierta frecuencia la muerte y si ésta no es inmediata (como suele suceder), producen inconciencia o lastiman los ojos, incapacitando así al sujeto para defenderse; muy posiblemente un agresor no sepa con precisión que los efectos de las heridas en la cabeza se deben a que ahí se aloja el cerebro, lo cual de ningún modo reduce la peligrosidad de las lesiones.

De lo dicho en el párrafo anterior se desprende que en el cráneo fácilmente podemos encontrar huellas de lesiones de todos los tipos de armas que han sido descritas en párrafos anteriores y se ilustran de manera esquemática en la figura.

El cráneo articulado con la mandíbula y la primera y segunda vértebras cervicales, mientras el resto del cuerpo está separado o ausente, pueden sugerirnos que el individuo murió decapitado [93]lo que sucede con más frecuencia en restos arqueológicos o históricos, pero de ningún modo puede descartarse para el presente. Una buena forma de comprobar si hubo decapitación es la presencia de cortes en los cuerpos vertebrales.

Puesto que se ha observado que en los muertos por ahogamiento se producen hemorragias en la cara antero superior de la porción petrosa del temporal así como en la lámina cribosa del etmoides [94]cabe la posibilidad de que en estas zonas de cadáveres en reducción esquelética se conserven restos de compuestos hemáticos. Creo que será interesante investigar al respecto y en caso de que persistan tales compuestos, deberán desarrollarse métodos químicos que revelen su presencia.

Pasando a la región del cuello notemos que el hioides (pequeño y fácil de perderse por lo que muchas veces se descarta del análisis osteológico) puede encontrarse fracturado, lo que es indicio casi seguro de estrangulamiento, aunque su fractura también puede ser el resultado de un traumatismo en el cuello, en cuyo caso a menudo se encuentra asociada a la fractura de la mandíbula

En restos arqueológicos de Teotenango, Lagunas (1987)[95] encuentra una alta frecuencia de fractura de las últimas vértebras cervicales que él asocia con la torcedura forzada del cuello como forma de sacrificio.

Otra parte del cuerpo en que es importante buscar lesiones es la caja torácica, dada la frecuencia en que resulta herida debido a su posición central y a que alberga órganos vitales. Como se indicó antes, no es inevitable que una herida lesione las costillas u otros elementos óseos de la caja torácica, pero lo más común es encontrar en ellos huellas del arma homicida.

Puesto que ya se mencionaron las características de las heridas producidas por los diferentes tipos de armas, bastará con recordarlas brevemente en sus efectos más notables en esta porción del esqueleto. Las balas de armas de fuego producen un orificio de entrada típico, acompañado de fractura conminuta, salvo que por el tamaño de una costilla es posible que el orificio no esté completo en la pieza. Las armas cortantes pueden producir sección completa en algunas piezas óseas e incompleta en otras; es de esperar que las lesiones en todas ellas se continúen de una a otra según la relación anatómica que guardan en el vivo. La lesión en forma de diamante que caracteriza a las heridas por arma punzante puede encontrarse completa en algún hueso, pero con más frecuencia se encontrará incompleta o aun como simple rozadura, al desviarse el arma cuando choca con el hueso. Las armas contundentes tenderán a producir fracturas múltiples por aplastamiento.

En el antebrazo es común encontrar la fractura de Coles que consiste en una fractura simultánea de radio y cúbito, producida al interponer la víctima su antebrazo entre el arma y sus partes más vulnerables (cabeza y tórax) intentando protegerse de la agresión. Ocasionalmente puede producirse una fractura simultánea de la tibia y el peroné si el individuo está tirado en el suelo e intenta defenderse oponiendo la pierna.

Los huesos de las extremidades también pueden exhibir huellas de heridas producidas por los cuatro tipos de armas, ya vistos, La gravedad de las lesiones puede variar desde la perforación completa (bala, ciertas armas punzantes) o la sección (armas cortantes) hasta huellas poco marcadas, o bien, tangenciales.

De interés especial son las huellas de desmembramiento, que no son por lo común causantes de la muerte sino resultado del tratamiento posterior del cadáver, ya sea en un intento por ocultar una acción criminal o bien –abundantemente documentadas en materiales arqueológicos mexicanos– en operaciones rituales.

El primer indicio de la posibilidad de desmembramiento consiste en el hallazgo de huesos de las extremidades aislados del resto del esqueleto, por lo que en estos casos se recomienda obsérvaros al microscopio buscando huellas de cortes, fijándose sobre todo en los puntos de inserción muscular, en la forma propuesta por Pijoan (1985 y 1989).

HUELLAS FALSAS DE TRAUMATISMOS

Es común encontrar en el material óseo algunas huellas que se asemejan a las de los traumatismos y pueden hacer pensar que son evidencia de ellos cuando en verdad obedecen a otras causas. por ello es importante conocer los agentes más comunes de estas huellas falsas y los rasgos que las distinguen de las verdaderas.

Un primer grupo productor de falsas huellas corresponde a las fracturas producidas en el momento de la extracción, sea accidental o hecha a propósito. Es frecuente que el trabajo de una pala mecánica o excavadora ponga al descubierto restos esqueléticos cuya presencia en el terreno no se suponía; la magnitud de la máquina hace que muchos de los huesos con los que tropieza, tanto el cráneo como postcraneales, se rompan en muchos pedazos, lo que semeja las lesiones producidas en el vivo por politraumatismo (caída de cierta altura, atropellamiento, etc.). Si el proceso de excavación es manual, es muy común que el golpe del pico perfore el cráneo o maltrate algún otro hueso de manera similar al orificio producido en el vivo por un arma punzante, pues está angulada hacia adentro y presenta tanto fracturas lineales como concéntricas.

También suele suceder, sobre todo en exploraciones arqueológicas o en ciertos casos de exhumación –situaciones en las que la extracción se hace a propósito– que los huesos largos se rompan en el momento de extrerlos de la tierra, sobre todo si no se trabaja con suficiente cuidado.

Un valioso elemento de juicio consiste en saber el contexto de procedencia. Si sabemos que el esqueleto apareció accidentalmente en una zanja hecha por una excavadora, podemos estar seguros de que mostrará fracturas recientes, pero no debemos

descartar que puede haber también huellas de traumatismos reales que tal vez causaran la muerte.

Afortunadamente, si observamos cuidadosamente podemos diagnosticar si determinada fractura fue reciente o la sufrió el individuo vivo (posiblemente causándole la muerte, pues no hay regeneración), Los huesos que llevan algún tiempo enterrados (condición casi indispensable para que hayan llegado a la reducción esquelética) van tomando una coloración superficial que depende de las condiciones del terreno en el que se introdujo el cuerpo, de manera que es distinta en cada caso, pero difiere más o menos –muy marcadamente en ciertas ocasiones– del color que muestra una fractura reciente. Por lo tanto, si los bordes de la lesión tienen el mismo color que la corteza del hueso, podemos inferir que pasó por el mismo proceso de coloración y durante el mismo tiempo y que, por lo tanto la lesión es anterior al entierro y muy probablemente se produjo en vivo. En cambio, si los bordes de la fractura son claramente de color distinto, no cabe duda de que se produjo en el momento del hallazgo y extracción.

Desde 1910 se ha propuesto que una coloración del hueso en torno al sitio de la lesión traumática diferente del color del resto de la pieza se debe a que la herida se produjo en vivo y que la sangre tiñó el hueso (aunque su composición química precisa puede haber cambiado desde entonces), mientras que en una rotura reciente no puede haber extravasación porque el hueso ha perdido la irrigación,[96] sin embargo, se muestra muy escéptico al respecto y propone que se hagan investigaciones para decidir la cuestión.

Algunos agentes del medio ambiente, como son las raícillas, ciertos insectos y algunos mamíferos (roedores, cánidos, y otros) pueden atacar al hueso dejando huellas que parezcan ser marcas de corte, pero un examen al microscopio estereoscópico nos permitirá diferenciar claramente los cortes y las impresiones hechas por otros agentes.

LESIONES QUE NO PRODUJERON LA MUERTE

Si bien hasta el momento hemos hablado de señales en el esqueleto de diversos elementos que produjeron la muerte al individuo, es importante mencionar también huellas de algunas lesiones con las que el individuo sobrevivió con seguridad.

Es muy común encontrar la lámina vertical del etmoides fracturada y desviada al lado contrario, producida por un golpe en la nariz que trajo como consecuencia esta desviación.

CARACTERÍSTICAS DEL AGRESOR

Uno de los datos más importantes que el medico legal puede dar a la policía, para que ella continúe sus indagaciones y encuentre al homicida es la estatura aproximada y la lateralidad del presunto agresor.

Podemos intentar inferir estas dos cuestiones a través de la forma de presentación de las heridas puesto que están íntimamente ligadas a las características físicas del agresor.

Las heridas con armas blancas y contundentes nos permiten inferir la estatura y la lateralidad del homicida puesto que si las heridas van de abajo hacia arriba podemos decir que era de una estatura menor, si son más o menos paralelas podemos decir que era de la misma estatura y si van de arriba hacia abajo podemos decir que era de mayor estatura que la víctima.

En cuanto a la lateralidad podemos decir que era zurdo si las heridas se localizan principalmente del lado derecho y diestro si las heridas se localizan en el lado izquierdo.

Identificación del cadáver

INTRODUCCIÓN

La identificación del sujeto a partir de sus restos óseos, dependerá mucho del tipo de material que tengamos y de la información que poseamos sobre la persona viva, por ejemplo si sólo tenemos el peroné, nos será mucho más difícil (o imposible) identificar al sujeto, que si contamos con el esqueleto completo.

De manera similar, si tenemos la hoja de servicio y el expediente laboral, más la historia clínica, el registro de ingreso a una penitenciaría y cualquier otro tipo de informe, fotografías, retratos pictóricos, etc. nos será mucho más fácil comparar los datos contenidos en dichos documentos con las características del material óseo que si no disponemos más que de uno de ellos. Mientras más material óseo y documental haya, podremos dar un dictamen más concluyente, ya sea afirmativo o negativo.

Basándonos en la información disponible y en sus características podemos seguir dos caminos para identificar al sujeto: los métodos comparativos o directos y los reconstructivos o indirectos.

Los métodos directos o comparativos cotejan las características que presenta el esqueleto con los datos registrados en documentos. Los métodos directos pueden dar dos clases de respuesta, la afirmativa –cuando coinciden tanto la información esquelética como la documental– en cuyo caso tenemos identificado al sujeto o bien la negativa, cuando discrepan ambas informaciones son claramente discrepantes. Por supuesto, si el material (huesos o documentos) son escasos o poco informativos, tal vez no pueda llegarse a una respuesta concluyente, pues los pocos datos que coincidan no son suficientes para distinguir a un solo individuo de muchos otros, pero no hay tampoco rasgos personales que permitan negar claramente la identidad supuesta.

Los métodos reconstructivos intentan restablecer las características del sujeto en vida, para que posteriormente alguien pueda "reconocer" a tal persona y proporcionar información acerca de quién es el sujeto en cuestión. Estos métodos tropiezan con el problema de que si bien se pueden reconstruir la facciones con bastante seguridad, rara vez se difunden suficientemente como para encontrar a quienes pudieran darnos información, y aun en el caso de que haya quien lo reconozca y sepa de quién se trata, es frecuente que no lo diga: la familia y los conocidos de la víctima suelen no decir nada para no verse involucrados en el crimen, y es obvio que un asesino hará todo lo posible por mantenerse lejos de sospecha y por lo tanto no dirá nada sobre la víctima.

MÉTODOS DIRECTOS O COMPARATIVOS

Hay cuatro métodos comparativos diferentes que pueden a veces complementarse: la osteobiografía, el fotoidentikit, la identificación estomatológica y la identificación radiológica.

Obviamente, el método que utilicemos para realizar la identificación debe de estar acorde con el material que tengamos, cuando dispongamos de material suficiente para realizar dos o más pruebas, será mejor, puesto que de esta forma estamos más seguros de que nuestra identificación es correcta.

OSTEOBIOGRAFÍA[97]

En principio, podemos comparar los datos deducidos a partir de nuestro material óseo con los datos proporcionados por la historia clínica, el expediente laboral, la hoja de servicios del ejército o cualesquiera otros documentos, que nos de datos biográficos precisos y suficientes sobre el individuo en cuestión.

Este método permitió a Salas y a sus colaboradores (Salas:1988) identificar los restos de los oficiales caídos en la batalla del Molino del Rey, precisamente porque se trataba de distinguir quién era quién en un número bastante corto de individuos, de los cuales se tenían hojas de servicios, partes militares y otros documentos. Es claro que si no es así, comienzan a surgir problemas en el trabajo de identificación, hasta llegar al extremo de que si los datos son muy escasos el método es casi inválido, por lo que no debe de usarse, si es que pueden aplicarse los otros métodos.

En teoría la técnica es muy simple. Basta con analizar las marcas osteobiográficas que exhiben los huesos y compararlas con los datos biográficos extraídos del documento o los documentos referentes al sujeto. En la práctica se tropieza con el obstáculo de que algunas personas transcurren toda su vida sin sufrir lesiones o enfermedades que se reflejen en el esqueleto, o bien, que la biografía o documentos pertinentes de que se disponga proporcionen muy poca información sobre los posibles accidentes osteobiográficos.

Si bien es cierto que la osteobiografía –como se refiere en el capítulo sobre este tema– puede proporcionar mucha información, no debe olvidarse que hay marcas de características muy similares que pueden ser resultado de afecciones diferentes, por lo que no podemos diferenciar fácilmente la causa. En este caso (y otros semejantes) los datos que están asentados en los documentos nos pueden inducir a explicar las señales osteobiográficas incierta como si fueran las que cabría esperar, llevándonos así a una identificación positiva cuando en realidad no lo es.

FOTOIDENTIKIT

Podemos usar el método del fotoidentikit cuando disponemos de una fotografía más o menos reciente del sujeto[98]y el cráneo y la mandíbula en estudio están bastante completos.

La seguridad de este método disminuye si sólo contamos con el cráneo o si la fotografía es vieja. De hecho, el método se ha aplicado empleando, para casos históricos, pinturas y grabados antiguos, pero es evidente que un retrato de este tipo depende en buen grado de la subjetividad de la percepción del artista (por no hablar de su habilidad o de su deseo de "hermosear" al retratado), por lo cual los resultados son todavía menos confiables.

Este método consiste en fotografiar el cráneo y la mandíbula articulados, tomando la fotografía en la misma posición y aproximadamente desde la misma distancia en que se fotografió en vivo al sujeto en estudio, pero imprimirla a un tamaño un poco menor.

Posteriormente se superponen las dos imágenes y se observa la correspondencia o falta de correspondencia de ciertos elementos: las pupilas del retrato en vivo deben corresponder con el centro de las órbitas de la fotografía del cráneo, el contorno de la nariz quedará alrededor de la abertura piriforme, la parte frontal de la dentadura está relacionada con los labios, el ángulo mandibular es coincidente en ambas fotografías, lo mismo que los pómulos y el contorno del cráneo en general.

Hace unos veinte años Richard Helmer mejoró el método utilizando dos cámaras de alta resolución y un procesador de imágenes para obtener varios aspectos de los mismos restos y compararlos con diferentes fotografías del sujeto, lo que da mayor seguridad a la identificación que se hace[99]Sin embargo, puesto que esta técnica requiere de equipo muy costoso y sofisticado, con el que no se cuenta en todo el mundo, en muchas partes se sigue haciendo la sobreposición manual en lugar de la computarizada que utiliza los mismos principios.

IDENTIFICACIÓN ESTOMATOLÓGICA

Cuando se dispone de registros dentales suficientemente detallados, y mejor aún si además se cuenta con moldes e impresiones, podemos identificar con mucha seguridad al individuo del cual se supone son ciertos restos. Por su composición química y su estructura, la dentadura es muy resistente y perdurable, en muchos casos es lo único que se conserva de un sujeto, ya que hasta los huesos pueden desaparecer.

Las características de la dentadura de cada persona son casi tan individuales y únicas como las huellas digitales, por lo que su utilidad es invaluable a los médicos legales para la identificación de las víctimas de desastres masivos[100]

En algunos países, además de las historias clínicas detalladas los dentistas conservan los moldes, radiografías y fotografías que les han servido sirven para establecer el curso del tratamiento y las operaciones a los que someterán a sus pacientes; también es frecuente que este tipo de materiales les sirva para presentar ponencias en congresos de su especialidad. En tales condiciones es relativamente fácil comparar esta rica información las piezas dentarias conservadas en el cráneo y la mandíbula de restos óseos, o incluso sólo los dientes si es lo único que persiste, para ver si se corresponden.

Si bien la costumbre de conservar toda esta información es cada vez más generalizada en todo el mundo, desafortunadamente no es una práctica universal y hay odontólogos que ponen poco cuidado en éstos aspectos, lo que priva al médico legal de mucha información útil.

Para comparar el expediente –y moldes, impresiones, radiografías y fotografías, si los hay– con los restos humanos seguimos sistemáticamente ciertos criterios: el número de piezas dentarias y su disposición, la presencía de caries y su ubicación, la malposición y rotación de ciertas piezas dentarias; mala oclusión, anormalidades y defectos dentales. Igualmente significativos son los medios terapéuticos que se hayan usado, como son los empastes, y coronas, su ubicación, materiales empleados y características especiales; en algunas ocasiones podemos utilizar hay huellas de colocación de prótesis removibles o marcas no obliteradas de una extracción reciente, etc.

Otro punto importante son las rugas palatinas que se caracterizan por ser inmutables desde el nacimiento hasta la muerte y por ser un rasgo identificativo propio.

Cuando contamos con moldes del paladar podemos comparar su morfología y posición para descubrir si existe correspondencia o no entre los moldes y el cráneo del sujeto en estudio.

RADIOLOGÍA

Muchas veces tenemos la fortuna de encontrar, dentro de la historia clínica de un paciente, una radiografía que nos puede ayudar a identificar al sujeto en vida, sobre todo si nos muestra algunos detalles, como serían las fracturas, la presencia de clavos ortopédicos y deformidades óseas[101]

Si tenemos una radiografía del cráneo, en la que se puedan observar los senos paranasales, podemos fácilmente comparar al sujeto, dado que estas estructuras tienen una forma muy particular en cada individuo[102]

El método simplemente consiste en comparar la radiografía, con las características del material óseo, puesto que, aunque las fracturas y los clavos sean muy frecuentes, su ubicación en el hueso y los efectos producidos son muy diferentes para cada individuo, por lo que podemos identificar al sujeto por esta comparación.

Si se dan las condiciones apropiadas, este método permite identificar a un sujeto con uno o dos huesos largos, mientras que con otros métodos sería imposible, desafortunadamente necesitamos que existan placas radiológicas del sujeto en estudio y que éste haya sufrido una alteración específica en alguno de los huesos disponibles.

IDENTIFICACIÓN POR MEDIO DEL ADN

El ADN o ácido desoxirribonucléico contiene la información genética de la célula, por lo cual cada persona tiene un ADN propio, que funciona como huella digital.

Aunque por el momento no se ha usado para la identificación en casos de cadáveres, su potencial de aplicación es muy amplio.

En fechas muy recientes, se ha podido aislar y purificar el ADN de restos óseos humanos, por lo cual podemos compararlo con una muestra `procedente de otra parte (por ejemplo cabello o sangre) e identificar con mucha seguridad al sujeto.

Para su aplicación hay dos problemas. El primero es que no se dispone de muestras de ADN de toda la población o de un sector suficientemente numeroso. El segundo consiste en que requiere técnica de laboratorio sumamente complejas, que debe de realizar un técnico calificado utilizando marcadores específicos, todo lo cual es costoso. En la actualidad se ha empleado solamente en casos muy especiales de personas vivas. Para que pudiera emplearse en la identificación de restos óseos sería necesario que existiera un banco de datos sobre codificación del ADN suficientemente amplio, lo que por ahora parece remoto.

De hecho, los especialistas en identificación piensan que si se tipifica el ADN de los miembros del ejército de los Estados Unidos o por lo menos de los elementos que son enviados al frente, se podrá identificar rápidamente y seguramente a quienes mueran.[103]

MÉTODOS INDIRECTOS O RECONSTRUCTIVOS

Los métodos indirectos consisten en la reconstrucción de la fisonomía de un individuo a partir del estudio detallado de sus restos óseos, por lo tanto utilizamos principalmente el cráneo y la mandíbula, que deben encontrarse en buen estado de conservación.

Desafortunadamente no es posible determinar algunos aspectos de la morfología del individuo en vida, por lo que debemos hacer varias presentaciones diferentes para lograr una identificación positiva. Entre los aspectos sobre los cuales los restos óseos no proporcionan ninguna información están la distribución pilosa, la forma, tamaño y ángulo de implantación del pabellón auricular, el color de la piel, de los ojos y del cabello.

A veces, aunque no es muy frecuente, se conservan restos de tejidos orgánicos adheridos al esqueleto. Pueden encontrarse unos cuantos cabellos o trocitos de piel que, examinados por los expertos, pueden dar información muy útil sobre textura, color y longitud del cabello y acerca del color de la piel. Si bien no son propiamente parte de la reconstrucción fisonómica, los datos sobre material y color del vestido y del tocado –provenientes de algunas porciones conservadas sobre el cadáver– dan mucha mayor verosimilitud a la imagen final y facilitan su identificación o reconocimiento.

Para este tipo de trabajo no es indispensable tener habilidades de dibujante o escultor (además, claro, de sólidos conocimientos anatómicos), pero sí es muy útil. Sin embargo debemos advertir sobre un error en el que se puede caer con relativa facilidad, consistente en intentar una reconstrucción artística, tal vez regularizando asimetrías y deformidades que tenía el sujeto, por lo cual la reconstrucción se aleja de la realidad y difícilmente servirá para identificar al individuo.

La reconstrucción puede hacerse en dibujo o escultórica.

DIBUJO

El dibujo requiere menos trabajo, pero es también menos útil porque presenta en un plano y desde un solo punto de vista la fisonomía reconstruida, por lo que la posibilidad de su reconocimiento es más limitada.

Consiste simplemente en dibujar sobre la calca de una fotografía del cráneo las partes blandas del rostro, rigiéndose cuidadosamente por el conocimiento anatómico.

Si bien el dibujo tiene la ventaja de requiere menos tiempo que la reconstrucción escultórica para hacerse, tiene las limitaciones ya señaladas: carencia de volumen y un único punto de vista, que dificultan el reconocimiento

RECONSTRUCCIÓN ESCULTÓRICA

Hay dos tradiciones de reconstrucción escultórica de las partes blandas de la cabeza, la soviética y la norteamericana. Ambas se basan en la medición cuidadosa del espesor de las partes blandas en diferentes regiones de la cabeza, en el tratamiento estadístico de estas medidas y en el estudio detallado de las relaciones anatómicas que guardan los otros tejidos con el cráneo y la mandíbula.

En la escuela norteamericana el espesor de los tejidos blandos se midió insertando alfileres en diversos puntos de las cabezas de los cadáveres hasta ser detenidos por la estructura rígida del cráneo y midiendo cuánto habían penetrado. La escuela soviética prefería la disección meticulosa y la medición directa de los tejidos blandos expuestos por los cortes. La reconstrucción según el método soviético –desarrollado por el profesor Mijail Gerasimov– consiste en modelar en barro o plastilina cada uno de los músculos del rostro, con el espesor y otras dimensiones adecuadas, y aplicarlo sobre los restos del individuo. Luego se aplica sobre esta reconstrucción muscular una capa que toma en cuenta la piel y el panículo adiposo. De esta manera tenemos un aspecto muy similar al que debió tener el individuo en vida, sobre todo porque Gerasimov (que era un gran escultor) completaba la imagen con cejas, orejas y un esbozo de cabellera, para hacerla más real.

El método norteamericano consiste en colocar en sitios estipulados botones de un material indeformable con un grosor determinado para cada uno de los puntos. El espesor de los botones representa la suma de grosores de los músculos y de las capas suprayacentes, según se desprende del estudio en que se apoya.

Sea cual fuere el método que utilicemos, el primer paso para realizar la reconstrucción escultórica consiste en determinar algunos parámetros demográficos como son: la edad, el sexo, la raza y, cuando es posible, si fue un sujeto delgado o bien alimentado.

El segundo paso consiste en medir cuidadosamente, tanto el cráneo como la mandíbula, datos que más adelante pueden ser útiles para otros aspectos de nuestro trabajo. Es conveniente no hacer la reconstrucción directamente sobre las piezas óseas, sino sobre un duplicado del cráneo y la mandíbula, ya que de esta manera, podemos en cualquier momento, observar los detalles propios de los originales, evitamos que sobre ellos se ejerzan presiones o tensiones que pueden deteriorarlos si su estado no es muy bueno, y si es necesario, pueden presentarse ante las autoridades judiciales tanto el cráneo como la mandíbula originales y la reconstrucción finalizada.

Hasta hace algunos años se utilizaban varios moldes de yeso para duplicar el cráneo, pero actualmente se han obtenido mejores resultados con el empleo de moldes de látex, mucho más ligeros y que registran impresiones de suturas y orificios, que se perdían en las reconstrucciones en yeso.

En el proceso de reconstrucción debe observarse muy escrupulosamente que el material aplicado tenga en cada punto el espesor que se indica en el cuadro.

P A R A M E T R O S P A R A R E A L I Z A R L A

R E C O N S T R U C C I O N E S C U L T O R I C A

Si se sigue el método americano, se unen con bandas de plastilina los puntos clave. En el método soviético no se unen punto a punto sino que se colocan los "músculos" de plastilina en sus posiciones anatómicas. Aunque los detalles del procedimiento son distintos, los resultados finales son bastante similares.

Una vez reconstruido el aspecto fundamental de la cara se procede a la colocación de rasgos muy importantes para los que la información anatómica es menor, pero no falta por completo: los ojos, la naríz y la boca.

En cuanto a los ojos, los estudios en los que se basa la reconstrucción indican que la pupila se ubica a la mitad de la altura total y también de la anchura total de la órbita, lo que es fácil de entender si recordamos que en el vivo se encuentra en el centro del frente del globo ocular, alojado en la órbita. El diámetro del iris no puede determinarse, pero su variación en el vivo es mínima no es necesario tomarla en cuenta y basta estimar el diámetro en 9 o 10 mm. Es necesario tener en cuenta los parámetros raciales y demográficas para reconstruir más detalladamente –aunque será de manera aproximada– la forma y grado de la abertura palpebral: ausencia o presencia del pliegue epicántico, tono muscular correspondiente a la edad, acumulación de grasa subpalpebral, etc. Las cejas generalmente siguen el contorno del borde superior de la órbita, si bien puede saberse su abundancia, grosor o detalles de forma.

La nariz se modela teniendo en cuenta que la anchura nasal del cráneo es aproximadamente tres quintas partes de la anchura nasal en el vivo. La punta de la nariz se localiza en la unión de dos líneas que coinciden en ella, la primera pasa por el nasion y se incurva en el rihnion, mientras que la segunda pasa por el subnasal siguiendo aproximadamente la pendiente de la cara superior de la espina y se une con la primera. Otros detalles del contorno se guían por el de la apertura piriforme y se complementan con el conocimiento de parámetros raciales.

La línea de separación de los labios se coloca a la altura del borde incisal de las piezas dentarias de los maxilares superiores. Las distancia entre sus comisuras es más o menos la misma que la de la distancia interpupilar. Según Gerasimov el espesor de la porción de los labios entre la nariz y el borde de la mucosa labial está determinada (véase la tabla) y la cantidad de mucosa labial evertida –lo que se conoce popularmente como "labios"– depende del grado de prognatismo dental; en todo caso también puede echarse mano de los parámetros raciales para reconstruir una boca más o menos gruesa.

Por último, se colocan las orejas, cuyo conducto auditivo se localiza cercano a los agujeros auditivos externos, en los temporales. Puesto que no poseemos elementos para reconstruir, su forma, su tamaño, ni su ángulo de implantación, pueden diferir mucho de las reales.

Para terminar nuestra reconstrucción dándole más viveza, podemos utilizar ojos de vidrio y pelucas que le confieren un aspecto mucho más real. Con estos elementos removibles es posible experimentos, poniéndole pelucas con diferentes peinados, barbas y bigotes, de esta manera tendremos un amplio espectro de posibles aspectos del individuo en vida. Sin embargo, es conveniente remarcar que el escultor no se debe de dejar llevar por lo artístico y perder fidelidad, haciendo una pieza estética pero poco real.

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Anexo

[NOMBRE DE LA INSTITUCIÓN RESPONSABLE]

INSTRUCCIONES PARA EL LLENADO DEL ACTA DE LEVANTAMIENTO DEL CADÁVER

(1) Hora, que debe expresarse en horas y minutos y con la letra A o P según sea en la mañana o en la tarde, como por ejemplo las 8 y 25 de la mañana 8:25A.

(2) Día, se anotará en forma de dos dígitos, por ejemplo el día 5 se anotará como 05.

(3) Mes, se anotrá con letra.

(4) Año, expresado como número de cuatro digitos, p. ej. 1998, 2001.

(5) Nombre y grado de los funcionarios actuantes: instructor, teniente, comandante, médico especialista.

(6) Dirección completa, incluyendo: reparto, caserío, finca, kilómetro de la carretera.

(7) Anote el nombre del informante.

(8) Número de carnet de identidad del informante.

(9) Utilize alguno de los siguientes: cadáver, cuerpo adipocírico, cuerpo momificado, esqueleto, restos óseos aislados.

(10) Descripción de los elementos que componene el hallazgo: integridad (completo, incompleto), estado de conservación, si son huesos sueltos especifique cuales son.

(11) Posición del hallazgo: decubito (ventral, dorsal, lateral), extendido, flexionado, sedente o bien sin posición precisa.

(12) Tipo de tierra en la que se localiza.

(13) Distancia en centímetros en el eje de las absisas, a partir de un punto de referencia sobre la superficie del terreno que puede ser un ángulo de una barda, un árbol o cualquier otro elemento.

(15) Distancia en centímetros en el eje de las ordenadas a partir del punto fijado en el apartado anterior.

(16) Anotar lo más precisamnte posible el punto a partir del cual se tomaron las medidas precedentes. Este punto también debe marcarse en el croquis.

(17) Profundidad a partir del nivel del terreno a la que se encuentra el hallazgo.

(18) Temperatura, en grados centigrados.

(19) Usar alguno de los siguientes: muy, regular, poco.

(20) Usar: tropical, subtropical, bosque, selva, desierto, pradera, tierra de cultivo, sin vegetación.

(21) Los principales animales que existen en la zona, poiendo especial interés en los animales carroñeros y los roedores puesto que pueden alterar el hallazgo.

(22) Enliste todos los elementos que se encuentran asociados.

(23) Número de la primera fotografia tomada.

(23) Número de la ultima fotografía.

(24) Diga si o no, según sea el caso.

APÉNDICE 2. ALGUNOS DE LOS ÍNDICES OSTEOMÉTRICOS USADOS

TRADICIONALMENTE

ÍNDICES

Como señalé antes, los índices consisten en definir la razón de una medida con otra. Se ha acordado que la medida usualmente menor se multiplique por 100 y se divida entre la mayor. En lo que sigue, para cada índice se da la denominación (en negrita junto al margen izquierdo), luego se da la fórmula para la obtención del índice y, más abajo, la clasificación que se ha establecido, con su nombre técnico, el significado de éste entre paréntesis y los límites de cada clase para ese índice.

ÍNDICES CRANEALES

Índice craneal horizontal:

Anchura craneana ( 100

Longitud craneana

Clasificación:

Dolicocéfalos (cabeza alargada) <74.9

Mesocéfalos (cabeza media) de 75.0 a 79.9

Braquicéfalos (cabeza ancha) >80.0

Índice vértico-longitudinal:

Altura craneal ( 100

Longitud craneal

Clasificación:

Camecráneo (cabeza baja) <69.9

Ortocráneo(cabeza media) de 70.0 a 74.9

Hipsicráneo (cabeza alta) >75

Índice vértico-transversal:

Altura craneal ( 100

Anchura craneal

Clasificación:

Tapeinocráneo <91.9

Metriocráneo de 92.0 a97.9

Acrocráneo >98.0

Índice del agujero occipital:

Anchura del agujero occipital ( 100

Longitud del agujero occipital

Clasificación:

Estrecho <81.9

Medio de 82 a 85.9

Ancho >86.0

Módulo craneano:

Altura caneal + longitud craneal + anchura craneal

3

Índice facial superior:

Altura facial superior ( 100

Diámetro bicigomático

Clasificación:

Eurienos (caras anchas) < 49.9

Mesenos (caras medias) de 50.0 a 54.9

Leptenos (caras estrechas) > 55.0

Índice orbitario:

Altura orbitaria ( 100

Anchura orbitaria

Clasificación:

Cameconquios (orbitas bajas) <82.9

Mesoconquios (orbitas medias)de 83.0 a 88.9

Hipsiconquios (orbitas altas)>89

Índice nasal:

Anchura nasal ( 100

Altura nasal

Clasificación:

Leptorrino (nariz estrecha) <46.9

Mesorrino (nariz media) de 47.0 a 50.9

Camerrinos (nariz ancha) >51.0

Índice gnático de Flower:

Distancia basion-prostion ( 100

Distancia basion-nasion

Clasificación:

Ortognatos (maxilar no saliente) > 97.9

Mesognatos (maxilar poco saliente) de 98.0 a 102.9

Prognatos (maxilar saliente) < 103.0

ÍNDICES MANDIBULARES

Índice mandibular:

Longitud mandibular ( 100

Anchura bigonial

Clasificación:

Braquignatos (mandíbulas cortas) <84.9

Mesognatos (mandíbulas medias) de 85 a 89.9

Dolicognatos (mandíbulas largas) >90

ÍNDICES VERTEBRALES

Índice atloideo externo (específico del atlas):

Diámetro anteroposterior máximo ( 100

Diámetro transverso máximo

Índice atloideo interno (como el anterior):

Diámetro anteroposterior máximo del canal ( 100

Diámetro transverso máximo del canal

ÍNDICES DE LA CLAVÍCULA

Índice de robustez:

Perímetro ( 100

Longitud máxima

Clasificación:

Gráciles <33.9

Medianas de 34.0 a 37.9

Robustas >38.0

Anchura externa de Terney:

Diámetro horizontal máximo externo ( 100

Longitud máxima

Clasificación:

Estrecha >14.9

Media de 15.0 a 15.9

Ancha <16.0

ÍNDICES DEL OMÓPLATO

Índice supraespinal:

Altura de la proyección supraespinal ( 100

Longitud máxima

Índice glenoideo:

Anchura de la cavidad glenoidea ( 100

Longitud de la cavidad glenoidea

ÍNDICES DEL HÚMERO

Índice diafisiario:

Diámetro transverso a la mitad de la diáfisis ( 100

Diámetro anteroposterior a la mitad de la diáfisis

Clasificación:

Platibraquia <76.5

Euribraquia >76.6

Índice de robustez:

Circunferencia a la mitad de la diáfisis x 100

Longitud máxima

ÍNDICES DEL RADIO

Índice de robustez

Circunferencia mínima x 100 —————————————

Longitud máxima

ÍNDICES DEL CÚBITO

Índice lénico:

Diámetro transverso subsigmoideo ( 100 ————————————————

Diámetro anteroposterior subsigmoideo

Clasificación:

Platolenia(aplastado)<79.9

Eurilenia (mediano) de 80.0 a99.0

Hiperourolenia (redondeado) >100.0

ÍNDICES COXALES

Índice de anchura del coxal

Anchura del ala iliaca ( 100 ————————————–

Altura

Índice isquio-pubiano

Longitud del pubis ( 100 —————————————–

Longitud del isquión

ÍNDICES DEL SACRO

Índice de anchura

Anchura máxima ( 100

——————————————–

Longitud máxima

ÍNDICES DEL FÉMUR

Índice pilástrico

Diámetro anteroposterior a la mitad de la diáfisis ( 100 —————————————————————-

Diámetro transverso a la mitad de la diáfisis

Índice mérico

Diámetro anteroposterior subtrocantérico ( 100 —————————————————–

Diámetro transverso subtrocantérico

Clasificación:

Platimérico <84.9

Eurimérico de 85.0 a 99.0

Estenomérico >100.

ÍNDICES COMBINADOS

Existen dos índices que relaciónan los segmentos de cada miembro: braquial y crural; el intermembral relaciona entre si ambos miembros.

Índice braquial

Longitud máxima del radio x 100 ———————————————–

Longitud máxima del húmero

Índice crural

Longitud máxima de la tibia x 100 ——————————————–

Longitud máxima del fémur

Índice intermembral

Longitud máxima del húmero + longitud máxima del radio x 100 ————————————————————————

Longuitud máxima del fémur + longitud máxima de la tibia

Clasificación:

Pilastra nula <99.9

Pilastra débil de 100 a 109

Pilastra mediana de 110 a 119.9

Pilastra fuerte >120

 

 

Autor:

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[4] Zonderman, 1993:36

[5] Bass, 1971: 257

[6] Comas 1957, Montague 1964, Morel 1964 y Pospišil 1964

[7] Pospišil 1964:3

[8] El lector puede encontrar métodos muy precisos de fechamiento en Brothwell (1982), Rodríguez (1989) y otros textos de arqueología especializados.

[9] Smyth, 1983:144

[10] Knight 1994:44

[11] Vargas 2009:33-7

[12] Martínez 2004:51

[13] Marín 1978:68 y Krogman e Iscan 1986:24

[14] Plano horizontal de Francfort, tangente a los puntos porion-infraorbital.

[15] Anchura y altura deben tomarse en las órbitas derecha e izquierda.

[16] Pompa, 1985: 51-56.

[17] Punto supra-acetabular: el más profundo, situado en el borde iliáco anterior, entre la espina iliáca anteroinfrerior y el borde acetabular.

[18] Vargas (1973:17-31)

[19] Propuestas por Prives y colaboradores, 1988:208-209

[20] Brothwell, 1987:73

[21] Comas 1943:6-7

[22] Brothwell 1987:70

[23] Salas y Pijoan 1980:299

[24]

[25] Salas y Pijoan 1980:297

[26] Para la discusión amplia de esta controversia, consultese el capítulo Determinación de la profesión.

[27] Pompa, 1985:51

[28] Salas 1977:38

[29] Serrano, 1974

[30] Sánchez, 1971: 59 y 60 y Pompa, 1975b:95

[31] Brothwell 1987:142-3

[32] Martínez 2004:387

[33] Achaval 1988:430

[34] Salas 1977:28-29

[35] El lector podrá encontrar esquemas de húmeros en Genovés 1982:465), Krogman e Iscan (1986:177) y Brothwell 1987:38.

[36] Márquez 1987:63-74

[37] Brotwhell 1987:105-107 y Bautista 1985:150

[38] Genovés 1958:27

[39] Salas 1977:39-42

[40] Salas 1977 y Brothwell 1987: 94.

[41] Angel, 1969; Brothwell, 1987:109

[42] El numeró mínimo de individuos no nesesariamente es la totalidad de individuos enterrados pero sí es una cifra cercana.

[43] Márquez, 1979:69

[44] Wells 1969:14

[45] Comas1967:73

[46] García Front 1983:110

[47] El prognatismo total se mide calculando el valor del ángulo anterior del triángulo formado por las líneas nasion-alveolar-basion (método de Rivet).

[48] Para encontrar las fórmulas de los índices referidos en esta sección consulte el capítulo de Análisis comparativo.

[49] Pompa, 1985: Smyth, 1983:146

[50] Pompa, 1985:48; Brothwell, 1987:141

[51] Morel 1964:60-74

[52] Morel 1964:61

[53] Morel 1964:62

[54] Morel, 1964:71

[55] Ubelaker 1997:113

[56] Morel 1964:79

[57] Brotwhell (1987:146)

[58] Krogman e Iscan 1986:327-32

[59] Krogman e Iscan 1986:329-32

[60] Krogman e Iscan 1986:338

[61] Wells 1964:17

[62] Esto se debe a que el tejido óseo en las edades más jovenes contiene más colágeno que lo hace más flexible que el de los adultos.

[63] Steinbock, 1976

[64] No se han podido separar estas patologías ni a nivel bioquímico ni a nivel osteologíco, aunque se han hecho varios intentos.

[65] La espongio-hiperostósis en su fase cicatrizada deja huellas muy parecidas a las de la criba orbitaria pero recuérdese que también afecta los parietales, lo que no hace la criba.

[66] Brothwell, 1987:233

[67] Se conocen como líneas de Harris en honor del científico que las decubrió. En la nomenclatura moderna se tiende a eliminar los nombres del cientifíco descubridor por lo que también se les conoce como líneas radiopacas o de densidad acumulada.

[68] Mancilla 1977:28

[69] Ver en el capítulo de Aspectos demográficos el cálculo de la edad a partir de la longitud de los huesos largos.

[70] Márquez 1982b:77.

[71] Dembo e Imbelloni (1938:247)

[72] Smyth 1983:145

[73]     Compare el lector con los osteofitos que se definen en el capítulo de Osteobigrafía, cuando nos referiamos a la osteopatología.

[74] Recuerde el lector el capítulo de Análisis comparativo.

[75] Vargas, 1973:28

[76] Smyth 1983:145

[77] Prives 1989:114

[78] La Dou 1994:84

[79] Prives 1989:118

[80] Prives 1989:116

[81] Prives 1989: 116

[82] Nótese que en estos tres casos se afectan por igual los miembros de los dos lados.

[83] Dimos en la sección anterior la explicación mecánica de la aparición de los osteofitos en el codo de los leñadores y herreros.

[84] Márquez 1982a:141

[85] La coa (o bastón plantador) fue un instrumento prehispánico utilizado para la labranza. Consistia en un palo largo con un extremo agudo.

[86] La Dou 1994:86

[87]     Especialmente el sóleo que recorre la cara posterior de la tibia para insertarse en el tendón de Aquiles.

[88] Román 1990:96-7

[89] Vargas 1996:179

[90] Brothwell 1987:173

[91] Krogman e Iscan 1986:392

[92] Brothwell 1987:173

[93] Lagunas, 1987:21

[94] Vargas, 1996:149

[95] Lagunas 1987:19

[96] Brothwell 1987:181-182

[97] Ver el capitulo de Osteobiografía.

[98] Se recomienda que no tenga más de 5 años.

[99] Zonderman 1993:29 y Ubeleker 1997:116

[100] Smyth, 1983:146

[101] Ubeleker 1997:117

[102] Vargas 1996:52

[103] Zondermann, 1993:7.

Partes: 1, 2, 3, 4
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