Indice1. Introducción2. Explicación del plan Colombia4. Impactos Globales Del Plan Colombia5. Anexos6. Bibliografía
La globalización como agente que afecta las estructuras socio-económicas, políticas, culturas y territoriales, permite que las decisiones que se tomen en una nación puedan conseguir efectos determinantes en otros países. El Plan Colombia confirma lo dicho anteriormente. Se trata de un programa de vastos alcances, que en teoría se extiende dentro de los límites de la nación vecina, y se aplica a diferentes campos como son: una lucha frontal contra el narcotráfico y un plan de cultivos alternativos para darle una ocupación lícita a los campesinos que hoy cultivan la coca; la modernización del Estado; el perfeccionamiento de la justicia; una cuantiosa inversión social y la recuperación de la economía. Este proyecto de reactivación de Colombia ha hecho explotar una gran cantidad de matrices de opinión en todas partes del mundo a raíz del anuncio de los auxilios financieros que entregarán los Estados Unidos para el combate de la guerrilla y la lucha contra las drogas, pues se teme que los efectos secundarios sean devastadores para los países vecinos. Como es sabido, el narcotráfico ha sido un flagelo mundial que en Colombia ha tenido consecuencias catastróficas: ha asesinado numerosos jueces, magistrados, candidatos presidenciales; ha corrompido la administración pública y ha pervertido los valores de la sociedad. El Plan Colombia es el fundamento para la paz, crea las condiciones para una real negociación con la guerrilla y consolida el desarrollo social y económico indispensable para la convivencia entre los colombianos y los países que, de una manera u otra, se encuentran vinculados en él. De esta manera, con este escrito se busca dar a conocer de forma global las consecuencias y efectos del Plan Colombia en los países andinos, especialmente en Venezuela.
2. Explicación del plan Colombia
"La fe no es creer en lo invisible, sino crearlo". Esta cita, del filósofo Miguel de Unamuno, aparece en el texto introductorio del Plan Colombia. En el mismo documento, el presidente Andrés Pastrana, asegura que "hoy, una Colombia en paz, progresista y libre de drogas es un ideal invisible; pero estamos comprometidos en hacerlo una realidad en el futuro". ¿Una Colombia libre de drogas y en paz? El gobierno insiste en que esto es posible, ya que cuenta con la estrategia para conseguirlo: una elaborada y larga lista de metas y objetivos, llamada Plan Colombia. El plan comprende diez estrategias dirigidas, entre otras cosas, a la generación de empleo; la lucha contra el narcotráfico; la negociación de la paz, la reestructuración y modernización de las fuerzas armadas y la policía; el fortalecimiento de la justicia y el respeto a los derechos humanos; planes de desarrollo alternativo en las zonas cultivadoras de coca; y ayuda en educación y salud para los desplazados por el conflicto y otros grupos vulnerables. Se trata, de un ideal de país, y muchos analistas se preguntan, si en definitiva, la ambiciosa lista de estrategias, no es sino un adorno de lo que sería su elemento central: una intensificación de las acciones contra el narcotráfico, posibilitada por los helicópteros y el entrenamiento militar de EE.UU., que aportará $ 1.300 millones al plan. Pastrana aseguró que el 70% del plan está destinado a la inversión social. "No encuentro que haya algún colombiano que se pueda oponer", dijo el presidente. Sin embargo, las implicaciones de la propuesta del mandatario colombiano, siguen siendo un enigma. Según el ex canciller colombiano Rodrigo Pardo, "Pastrana se juega la posibilidad de normalizar la vida nacional, pero es una apuesta arriesgada, ya que mantiene al mismo tiempo un proceso de diálogo con la guerrilla que necesita canales de confianza, y estos se podrían debilitar, por el aporte de EE.UU, un porcentaje muy alto irá a fortalecer al ejército en su capacidad de acción". Los otros $6.200 millones serán financiados por la llamada mesa de países donantes ($870 millones), que incluye a España y Noruega, así como al Banco Mundial, entre otros. Parece existir en el ámbito internacional una constante concientización de que Colombia no podrá por si sola hallar respuesta para sus graves problemas. Solamente en los últimos diez años, la guerra en Colombia ha dejado un saldo de 35.000 muertos, y se estima que el número de desplazados por el conflicto supera ya un millón.
Las diez estrategias del plan Colombia A continuación reproducimos fielmente las 10 estrategias del Plan Colombia, de su texto original: Una estrategia económica que genere empleo que fortalezca la capacidad del Estado para recauda impuestos, que ofrezca una fuerza económica viable para contrarrestar al narcotráfico. La expansión del comercio internacional, acompañada por un mejor acceso a los mercados extranjeros y de acuerdos de libre comercio que atraigan inversiones extranjeras e internas son factores claves en la modernización de base económica colombiana y para la generación de empleo. Dicha estrategia es esencial en un momento en el que Colombia enfrenta su peor crisis económica en 70 años, con un desempleo hasta del 20%, lo cual a su vez limita severamente la capacidad del gobierno para luchar contra el narcotráfico y la violencia que este genera. Una estrategia fiscal y financiera que adopte medidas severas de austeridad y ajuste con el fin de fomentar la actividad económica, y de recuperar el prestigio tradicional de Colombia en los mercados financieros internacionales. Una estrategia de paz que se apunte a unos acuerdos de paz negociados con la guerrilla con base en la integridad territorial, la democracia y de los derechos humanos, que además deban fortalecer el Estado de derecho y la lucha contra el narcotráfico. Una estrategia para la defensa nacional para reestructurar y modernizar las fuerzas armadas y la policía colombiana, para que estos recuperen el estado de derecho, y proporcionen seguridad en todo el territorio nacional, en contra del delito organizado y los grupos armados y para proteger y promover los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario. Una estrategia judicial y de derechos humanos, con el fin de reafirmar el estado de derecho y para asegurar una justicia igualitaria e imparcial para todos, y al mismo tiempo que promueve las reformas ya iniciadas en las fuerzas militares y la policía para garantizar que estás cumplan con su papel en la defensa y respecto de los derechos y la dignidad de todos. Una estrategia antinarcóticos, en asocio con los demás países involucrados en algunos o todos los eslabones dela cadena: la producción, distribución, comercialización, consumo, lavado de activos, de precursores y de otros insumos, y el trafico de armas, para combatir todos los componentes del ciclo de las drogas ilícitas, y para impedir el flujo de los productos de dicho trafico que alimenta la violencia hacia la guerrilla y otras organizaciones armadas. Una estrategia de desarrollo alternativo, que fomente esquemas agropecuarios y otras actividades económicas rentables para los campesinos y sus familias. El desarrollo alternativo también contempla actividades de protección ambiental que sean económicamente factibles, con el fin de conservar las áreas selváticas y poner fin a la expansión peligrosa delos cultivos ilícitos sobre la Cuenca Amazónica y sobre los vastos parques naturales que son a la vez zonas de una biodiversidad inmensa y de importancia ambiental vital para la comunidad internacional. Dentro de este marco, la estrategia incluye proyectos productivos sostenibles, integrales y participativos, con combinación con la infraestructura necesaria y dedica atención especial a las regiones que combinan altos niveles de conflicto con bajos niveles de presencia del estado, un capital social frágil y degradación grave del medio ambiente, con el Magdalena Medio, el Macizo Colombiano y el sur occidente de Colombia. Una estrategia de participación social que apunte a una concientizaciòn colectiva. Esta estrategia busca desarrollar una mayor responsabilidad dentro del gobierno local, el compromiso de la comunidad en los esfuerzos anticorrupción y una presión constante sobre la guerrilla y sobre los demás grupos armados, con el fin de eliminar los secuestro, la violencia, los desplazamientos internos de individuos y comunidades. Esta estrategia también incluye la colaboración con empresarios locales y grupos laborales, con fin de promover modelos innovadores y productivos para así enfrentar una economía mas globalizada, fortalecer de este modo nuestras comunidades agropecuarias y reducir los riesgos de violencia rural. Adicionalmente, esta estrategia busca fortalecer las instituciones formales y no formales que fomente cambios en los patrones culturales a través de los cuales se desarrolla la violencia, y que se fortalecen. Además incluye la promoción de mecanismos y programas pedagógicos para aumentar la tolerancia, los valores esenciales dela convivencia y la participación de los asuntos públicos. Una estrategia de desarrollo humano que garantice servicios de salud y de educación adecuados para todos los grupos vulnerables de nuestra sociedad durante los próximos años, especialmente incluidos no solamente los desplazados o afectados por la violencia, sino también los sectores sumergidos en las condiciones de pobreza absoluta. Una estrategia de orientación internacional que confirme los principios de corresponsabilidad, acción integrada y tratamiento equilibrado para el problema de la droga. Se deben tomar acciones simultaneas contra todos los de la cadena de este flagelo. Asimismo, el costo de dicha acción y de sus soluciones debe caer sobre los países involucrados habida cuenta de su capacidad económica individual. El papel de la comunidad internacional también es vital para el éxito del proceso de paz, de acuerdo con los términos del derecho internacional y con el consentimiento del gobierno colombiano.
Visión colombiana Al comienzo de la administración Andrés Pastrana, se aprobó la ley 487 de 1998 que creaba los bonos de solidaridad para la paz, y, con ellos, el Fondo de Inversiones para la Paz (FIP). Así, el Plan Colombia contaba con el mecanismo para financiar proyectos directamente relacionados con el proceso de paz: desde la negociación misma y los programas acordados en la mesa de negociación debidamente adoptados por los poderes públicos, hasta los que se refieren al desarrollo de las regiones donde hay conflictos, los programas de sustitución de cultivos y la atención a desplazados y otras víctimas del conflicto. Se entendía que en su ejecución el Plan Colombia sería, también, una oportunidad para consolidar la confianza entre Gobierno-sociedad-comunidad internacional y las guerrillas. Por ello se contemplaban formas de cooperación y de trabajo conjunto. Se contempló que en la gestión del FIP participarían representantes de grupos guerrilleros. El Plan Colombia no debería ser un factor negativo para el proceso de negociación. La idea era, precisamente, la contraria. Incluso, se habló de erradicar conjuntamente los cultivos de coca y amapola. Así se le dijo a la comunidad internacional, incluyendo al propio gobierno de Estados Unidos. Al respecto y con referencia a estas y otras materias se proclamaban coincidencias entre el Gobierno y las FARC. En este caso, si persisten visiones encontradas, se debería propiciar un "acuerdo para estar en desacuerdo" que les permita a las organizaciones guerrilleras continuar las negociaciones mientras comprueban la verdadera naturaleza del Plan que, por ahora, no les resulta satisfactoria sino que les parece una estrategia contrainsurgente disfrazada de lucha antinarcóticos. Así se podría regresar al espíritu del Plan Colombia "como una acción de paz al servicio del entendimiento que es el fundamento de la definitiva finalización del conflicto armado". Y, así, se preservaría la confianza que tantos esfuerzos y costos han demandado.
Visión venezolana Para el columnista del Diario Tal Cual, Carlos Mata, el denominado Plan Colombia "está muy lejos de estar circunscrito al vecino país. Si bien las acciones que serán desencadenadas afectarán inicialmente el territorio colombiano, los efectos colaterales tendrán impacto inmediato en Venezuela, y es elevada la probabilidad de que en poco tiempo nos veamos involucrados en ese conflicto latente que por ahora resulta tan difícil etiquetar, como evitar las consecuencias de la ola expansiva que esa explosión causará". Las recientes incautaciones de cocaína colombiana que estaban de paso por el territorio venezolano, son una muestra evidente de que estamos penetrados por las organizaciones del narcotráfico, que no sólo están utilizando a Venezuela como depósito mayorista y central de distribución mundial, sino que las operaciones de lavado de dinero parecen encontrar aquí condiciones favorables a la instalación de los esquemas operativos necesarios a su inclusión en el mercado de capitales legal. Pero resulta casi imposible hablar de Colombia sin referirse al narcotráfico y dejar a un lado a la guerrilla. Y cuando se habla de Colombia, del narcotráfico y de la guerrilla, resulta inevitable hablar de Venezuela, país con el cual tiene una frontera tan extensa como incontrolada, donde residen varios millones de colombianos de los cuales un elevado número no está en situación de legalidad ni bajo el control de las autoridades venezolanas. Cuando se habla de la guerrilla, que según unos son socios del narcotráfico y la tratan de narcoguerrilla, y para otros este término no se corresponde con la realidad, lo cierto es que la asociación es inmediata y en ella cree la gente. A esto se suma la actividad guerrillera de secuestros para cobro de rescate y las acciones en contra de poblaciones civiles indefensas y atentados indiscriminados, con el resultado de demasiados miles de muertos y heridos. Y como si esto fuera poco, los éxitos de la guerrilla en la ocupación del territorio colombiano, en el dominio militar y control civil de muchos centros poblados, está proyectando la posibilidad de que un grupo guerrillero conquiste el poder por la vía de las armas a un gobierno democrático, cosa que el mundo global y democrático rehúsa aceptar e intentará impedir, en forma directa o bajo cualquier excusa. Porque el famoso plan de paz, en el cual al presidente Pastrana sólo le falta bajarse los pantalones, parece condenado al fracaso por el "Plan Colombia". Europa y Estados Unidos, que sufren las consecuencias del narcotráfico en los daños severos que la droga está causando en sus poblaciones, tanto en la salud como en la seguridad y la corrupción, evidencian la firme disposición de enfrentar a cualquier costo y riesgo, y de una vez por todas, ese flagelo, y cortar el mal de raíz. De manera que Venezuela puede verse envuelta en una oleada de incursiones provenientes de Colombia, no sólo de campesinos huyendo sino de grupos guerrilleros que muden sus campamentos para territorio venezolano, considerado más seguro que el colombiano, y también que los grupos productores de droga transfieran para acá los laboratorios y las plantaciones, a sabiendas que el extenso territorio venezolano está poco habitado, el control de las autoridades es deficiente, y que aquí no se permiten los sobrevuelos de control y vigilancia propuestos por los EUA, por razones de una mal entendida soberanía que los países que los autorizan no han perdido ni temen perder. Para el mundo, Colombia es el mayor productor de droga del planeta, y Venezuela es el principal país de depósito y tránsito del narcotráfico colombiano, con la de que el gobierno venezolano no ha podido fijar una posición política adecuada, y constantemente ha emitido señales de ser simpatizante de los grupos guerrilleros que quieren tumbar un gobierno democrático y a la vez son actores importantes en el problema de las drogas. Así las cosas, visto desde afuera, Colombia y Venezuela configuran un solo territorio, globalizado por el narcotráfico y la guerrilla, y puede que hasta sea considerado y unificado, por estas razones y para simplificar y justificar acciones externas, como la moderna Gran Colombia, pero no precisamente para satisfacer los sueños de grandeza de Bolívar. Por otra parte, el Grupo Parlamentario Venezolano del Parlamento Latinoamericano, reunido entre los días 20 y 22 de noviembre del pasado año, consideró que Venezuela debe desplegar esfuerzos para prevenir los impactos que el Plan Colombia pueda tener en su territorio, en particular el eventual desplazamiento de la industria del narcotráfico. La defensa de los Derechos Humanos debe ser prioritaria al analizar las consecuencias del Plan Colombia en la Región. Los países vecinos deben tomar las precauciones indispensables para asegurar la aplicación de los instrumentos internacionales de Derecho Humanitario.
Visión continental La visita realizada por el expresidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, a la ciudad de Bogotá el 30 de Agosto de 2000, se convirtió en el detonador del Plan Colombia. En principio fue definido como una operación destinada a combatir el narcotráfico, complementada con acciones sociales. Pero a medida que el tiempo avanza, el controvertido plan parece perfilarse cada vez más como una acción militar de imprevisibles alcances. El canciller brasileño expresó con respecto al Plan Colombia: "habrá una intensificación del conflicto colombiano a partir de enero próximo". Dijo claramente que su país, "está fuertemente preocupado" por las consecuencias militares del Plan Colombia. El Canciller Luiz Felipe Lampreia teme fundamentalmente dos cosas: que las acciones militares de hostigamiento puedan trasladarse a territorio brasileño, y que los combates originen la migración de población civil colombiana. No descarta una tercera consecuencia que también temen otros países limítrofes: los cultivos de coca, las plantaciones, también pueden migrar hacia otros suelos más propicios. La posible implicación de otros países en el conflicto interno colombiano es desechada por el canciller brasileño. Tampoco Argentina escapa a las posibles consecuencias militares del Plan Colombia. Javier Calderón, representante para el Cono Sur de las FARC colombianas, denunciaba fuertes presiones de Estados Unidos "para que Argentina sea punta de lanza en la intervención en Colombia". Según su denuncia, esa estrategia es a medio plazo, ya que considera que por el momento el gobierno argentino descarta su participación. El año pasado, el presidente De la Rúa declaró: "Si Pastrana lo solicitara, estudiaría enviar tropas a Colombia". El portavoz de las FARC añadió que "allí puede estar la clave" de la decisión final del gobierno argentino. Varias voces del mundo han llamado la atención respecto del doble discurso norteamericano y han cuestionado las verdaderas intenciones del Plan Colombia. Si por un lado, se ha llevado a convertir el cultivo y la introducción de droga en el demonio de la época, por otro lado, pocos son los resultados que presenta el gobierno de Norteamérica respecto de la sanción y educación a los consumidores, del control de los más de cien mil millones de dólares provenientes del narcotráfico que cada año se inyectan en la economía norteamericana y por último poco se hace para evitar la introducción de miles de kilos de droga cada año. Al decir de varios economistas, mientras exista la demanda de droga, cualquier campaña de eliminación de la oferta de droga resulta poco útil. Por ello, resulta poco creíble que el propósito norteamericano con el Plan Colombia sea la eliminación de los cultivos. Por el contrario según el profesor de la UNAM Hans Dieterich su verdadera intención es la erradicación de los movimientos sociales de América Latina que constituyen un obstáculo amenazante para sus intereses neocoloniales los mismos que se vienen realizando a través de la implementación del modelo neoliberal que debilita los estados de América Latina y privatiza los recursos naturales y los servicios públicos a favor de las Empresas Transnacionales en su mayor parte norteamericanas. De acuerdo a la opinión de varias organizaciones no gubernamentales y de movimientos sociales del subcontinente, para el caso colombiano, no es coherente un programa de lucha contra los llamados cultivos ilícitos sin una política de reforma agraria integral. La alianza entre Ejército y Paramilitares, advertida por organismos de Derechos Humanos, recrudecerá la guerra, que ya ha provocado el éxodo de cerca de dos millones de campesinos que se refugian en áreas urbanas, donde no existen políticas de protección para ellos y sus familias. Aunque la justificación del "Plan Colombia" es la lucha contra el narcotráfico, para los colombianos es claro que experiencias anteriores de "fumigación" de los cultivos y de los cultivadores sólo han dado lugar a más desplazamientos y al traslado de los cultivos selva adentro, mientras no se diseñen políticas agrarias que solucionen los problemas a los pequeños cultivadores. Los planes de fumigar 200 hectáreas diarias con alifosato, se convertirán en una amenaza contra los 300 mil habitantes del Putumayo y Caquetá, que sufrirán los rigores de la contaminación sobre ellos, sus hijos y otros cultivos diferentes a los ilícitos. El ambiente también se caldeará en los países fronterizos que temen sufrir los efectos de la guerra que se desatará con la puesta en marcha del "Plan Colombia", al que se considera que será otro Vietnam en Latinoamérica y que traspasará las fronteras colombianas. Los Impactos sociales, políticos, culturales, humanitarios, económicos y ambientales que ya están ocurriendo en la región andina y particularmente en Colombia, Ecuador, por la aplicación del llamado Plan Colombia, empiezan a sentirse con fuerza en la región suroriental y noroccidental que son frontera con Colombia. Según la perspectiva de numerosos analistas la conflictividad social de la región se agravará, no sólo por la fragilidad social y política que en general experimenta la región andina, sino también por la dramática crisis humanitaria por la que atraviesa la población que esta siendo desplazada y masacrada. Según la opinión de varios analistas el desplazamiento y las masacres de la población de Colombia por sus dramáticas dimensiones (un millón quinientos mil colombianos desplazados en su propio territorio, según algunas fuentes) son la segunda mayor tragedia del mundo, después de Kosovo y por los graves impactos bélicos y ambientales, desbordará inevitablemente hacia las provincias fronterizas ecuatorianas.
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